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Amor y centralismo: Oaxaca y la SEP

05 de abril de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

El 21 de marzo es una fecha clave en México, pero más en Oaxaca. Allí, rito y ceremonia se maridan para festejar al benemérito. Pudiera decirse que es el día más importante en el calendario político del estado. El gobernador, Alejandro Murat, lo escogió para inaugurar las audiencias públicas, donde él y su gabinete escucharían demandas de la sociedad.

No obstante, maestros de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, los más aguerridos y mejor organizados de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, decidieron boicotear la reunión; acaso piensan que nada más ellos merecen ese trato. Pero había vallas protectoras y policías resguardando el palacio de gobierno; se armó la gresca. Las fotografías y el video que publicó excélsior.com.mx el 22 de marzo son elocuentes.

El asunto es que, apenas en diciembre, el gobernador había entregado a la S-22 tres mil 699 plazas y el mandatario se declaró enemigo de la unilateralidad en la regencia de la educación en el estado; hasta parecía que le quería regresar a la S-22 el control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca.

Sin embargo, contrario a lo divulgado por los dirigentes sindicales —y que di por cierto en un artículo de esos días—, las plazas no eran definitivas. La Ley General del Servicio Profesional Docente estableció la figura de nombramientos provisionales (artículo 4, XVII, a), cuyo lapso puede ser hasta de seis meses. De ese tipo fueron los puestos. Hoy los líderes están presionados por los docentes y administrativos, ya que, si quieren conservar el cargo, tendrán que presentar exámenes, como lo marca la ley. Se sienten engañados por sus líderes.

Eso explica, en mi opinión, que se haya terminado el cariño entre la S-22 y el gobernador Murat. Parece que él está aprendiendo, por la vía más dura, que la CNTE no se allana con prebendas; es defensora férrea de sus tradiciones. Oaxaca está a punto de estallar de nuevo. Los maestros y los exnormalistas aceptaron el pacto de diciembre con el fin de ganar tiempo y preparar la ofensiva. ¡Quieren las plazas definitivas y de inmediato!

Ya que el camino de las canonjías no le funciona, quizás el gobernador debería dejar de hacerle caso a su papá y prestar oídos al director general del IEEPO. Por lo pronto, José José tenía razón: “el amor acaba”.

Me pasmó y critiqué al secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, que justificó el hecho de entrega de plazas cuando dijo que era un acto de justicia. Me extrañó que la Secretaría de Educación Pública hubiera dejado pasar un hecho de ese tamaño, cuando se sigue preparando para afianzar más la dialéctica del control centralista. ¡Y no pienso que sea para mal!

El Diario Oficial de la Federación del 23 de febrero publicó el decreto por medio del cual la SEP instituye la Dirección General del Sistema de Administración de la Nómina Educativa Federalizada. Esta dependencia, conforme al texto del artículo 36 del Reglamento Interior de la SEP, tiene el propósito de controlar el flujo de los recursos del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo (Fone). La fracción III de ese artículo es clave: “Administrar y operar el proceso de control de plazas relacionadas con el Fone”. Al buen entendedor: los gobiernos estatales ya no tendrán potestad sobre las plazas federalizadas (en realidad nunca la tuvieron, las secciones del SNTE disponían todo).

Mi intuición me dice que el gobierno central presionará a los estatales para que —tal vez de manera pausada— se acelere la conciliación de las nóminas con las plantillas de las escuelas. Si esa suposición es correcta, en breve empezaremos a ver cómo miles de comisionados a la baja burocracia de las dependencias estatales de educación tendrán que regresar a sus plazas base. Algunos gobiernos se las verán negras para mantener sus oficinas de educación, ya que esos funcionarios configuraban un subsidio —ilegítimo, pero institucionalizado— de la SEP a los estados.

También es probable que haya auditorías de personal. Si uno piensa con mala leche, saldrán a flote puestos fantasma y quizás uno que otro difunto que sigue cobrando por allí.

Insisto, ¿para qué seguir con la retórica federalista si nos encaminamos a un sistema unitario? Los gobiernos estatales no pueden lidiar con el SNTE; la SEP a duras penas. Algo me dice que pronto también se acabará el amor entre la secretaría y el sindicato. Apuesto a que habrá cambios en ritos y ceremonias.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/03/29/1154673

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Modelo educativo y opinión pública

29 de marzo de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

La contienda entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y quienes se oponen a la Reforma Educativa se da en varios planos. En el Legislativo, el presidente —entonces en alianza con el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática— ganó una batalla importantísima: enmiendas a la Constitución y dos nuevas leyes. Institucionalizó lo más importante, el servicio profesional docente. 

En el plano de la lucha política, el gobierno fue enrevesado. Por una parte, como diría Maquiavelo, el Presidente actuó como zorro. Puso en prisión a Elba Esther Gordillo y apaciguó —sin dejarlos gozosos, por supuesto— a sus vicarios. En sentido contrario, EPN operó de manera embrollada para bregar con los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Les ofreció prebendas y propició su crecimiento.

En la parte programática, el gobierno avanzó con propuestas concretas derivadas del ambiente internacional, planteadas en el Programa Sectorial de Educación 2013-2018. Por ejemplo, Escuela al centro, Autonomía de gestión escolar, Normalidad mínima, que el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, popularizó con su actividad mediática.

En el trozo de la ejecución, aun contra la oposición férrea de la CNTE y la desconfianza de docentes de base, la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación realizaron concursos para el ingreso a la profesión y la primera evaluación del desempeño docente. No obstante, la rivalidad, aunque exangüe, continúa y puede renacer en alguna coyuntura.

En el plano institucional, el gobierno implantó nuevas dependencias como la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente y el Sistema de Información y Gestión Educativa; también recentralizó el pago de la nómina y eliminó la participación del SNTE en el sistema de incentivos a los maestros.

Sin embargo, en la pugna por la opinión pública que, en una de las acepciones que propone Jürgen Habermas, es la medida de la legitimidad, el gobierno sólo levanta cabeza cuando promueve alguna acción trascendente u organiza una ceremonia ostentosa para hacer un anuncio.

Por ejemplo, la firma del Pacto por México; el acto del 10 de diciembre de 2012, cuando el Presidente avisó que al día siguiente enviaría al Congreso la iniciativa de reforma constitucional; la gala del 25 de febrero de 2013 en el Palacio Nacional, para firmar el decreto de que la reforma era ley vigente; la captura de la señora Gordillo al día siguiente y el mensaje en cadena nacional de EPN para proclamar que nadie estaba por encima de la ley.

Empero, en términos generales, los opositores parecían llevar ventaja. Pusieron en la discusión pública, con éxito inusitado, que la reforma era laboral, no educativa —hasta el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue, redimió esa idea— y por lapsos tomaron la iniciativa, salvo cuando la Policía Federal desalojó a militantes de la CNTE que habían bloqueado la Autopista del Sol; también cuando los expulsó del Zócalo.

La tendencia en la opinión pública era que la reforma no tocaría las partes sustantivas de la educación: pedagogía, currículo y formación de docentes.

A juzgar por la única encuesta que se ha publicado (ver el artículo de Ulises Beltrán y Alejandro Cruz, en Excélsior, 20 de marzo), el gobierno de Peña Nieto y la SEP recuperan terreno. Con todo y que nada más 41% de los entrevistados declaró conocer el Modelo, la mayoría (61%) expuso su acuerdo con él. En suma, generó expectativas optimistas.

La ceremonia del 13 de marzo en Palacio Nacional para presentar el Modelo Educativo de la Educación Obligatoria rindió frutos. La prensa y los medios —las redes sociales también— todavía se ocuparon del asunto. Los reporteros entrevistaron a expertos, docentes y padres de familia; decenas de editorialistas la comentaron. La emisión del Modelo era una deuda del gobierno con la sociedad; hoy trata de solventarla.

Si las nociones habermasianas son correctas, este hecho otorga credibilidad a la acción gubernamental. Pero no es permanente, la opinión pública es veleidosa y da giros bruscos. Si bien la propaganda intensa por radio y televisión que patrocina la SEP ocasiona que la gente sepa que hay un nuevo Modelo, no implica que todos lo crean.

Una legitimidad consistente sólo provendrá de la coherencia entre los planteamientos y los hechos. ¿Qué tanto podrá hacer este gobierno en menos de dos años? ¿Calará el modelo?

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/03/22/1153398

Foto: http://news.radiocentro.com/files/2015-07/Noticia_EdoOax_20150721_CarlosOrnelas.jpg

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Nuevo modelo educativo: poder y simbolismo

Carlos Ornelas

Como lo discuten autores de varias perspectivas, el control de los símbolos es muy importante para el ejercicio del poder político. Los gobernantes sagaces utilizan parábolas para acrecentar la credibilidad de su acción y, en consecuencia, desplegar su autoridad con mayores márgenes de certidumbre.

Al comienzo del sexenio parecía que el presidente Peña Nieto era un maestro en fabricar y procesar símbolos políticos. Las alegorías que construyó en torno a la educación le funcionaron por un tiempo. En actos y piezas retóricas se notaba su afán de acrecentar ante la ciudadanía el valor de la Reforma Educativa. Propuso asuntos que inundaron la plaza pública, sus acciones protocolarias tenían como propósito —más o menos explícito— proteger a su proyecto de la crítica y conseguir que las enmiendas legales se coronaran en plazo breve.

En ciertos actos bien concertados, el simbolismo le ayudó a levantar la imagen de un presidente con una vocación de poder tan grande que, incluso, sería capaz de restaurar la república imperial priista. Eran los tiempos de ascensión.

Después de su discurso del 1 de diciembre de 2012, en el que anunció reformas estructurales, vino la presentación del Pacto por México, nada menos que en el Castillo de Chapultepec. El Presidente, escoltado por los líderes del Partido Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática, la presencia del gabinete, los gobernadores, dirigentes de empresarios, trabajadores y representantes de organizaciones civiles, devinieron iconografías que reiteraban el emblema del poder.

Esas apariencias se replicaron el 10 de diciembre en el Museo Nacional de Antropología, cuando anunció que al día siguiente enviaría al Congreso una iniciativa de reforma constitucional y el 25 de febrero de 2013, al momento de firmar el decreto de enmienda a los artículos 3 y 73 de la Constitución.

Esas alegorías ponían al Presidente como el actor central, con cualidades superiores y don de mando, como un profeta armado, diría Maquiavelo, trama que encontró un referente empírico de contundencia: la detención de Elba Esther Gordillo.

Las acciones subsecuentes ya no tuvieron el fausto de las primeras. En parte porque el gobierno no utilizó contra la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación la misma energía que empleó contra la corriente de la señora Gordillo; eso le restó credibilidad. En parte porque quizá nadie del entorno cercano al Presidente pensó en la renovación de los símbolos. Las ceremonias eran reiterativas, formatos rígidos, ya sin la presencia de los líderes de partidos de oposición. El preciosismo de las primeras ceremonias se acartonó y la presencia del Presidente decayó.

Sospecho que el ritual de la presentación del nuevo modelo educativo será formal con el fin de significar la importancia de la reforma. La ceremonia será mañana en el Palacio Nacional. De nuevo, se reunirá a la República, quizá con algunas ausencias notables. No obstante, los bonos del Presidente van a la baja, ya no parece un profeta bien equipado; al contrario, es una pieza que muchos quieren cazar. Son tiempos de descenso en su popularidad.

La presentación del modelo se retrasó en demasía. El poder del Presidente es frágil y esa lasitud se le abonará al modelo; y, aunque quizá contenga elementos de valía, de antemano sus críticos ya lo descalificaron por completo.

Estoy convencido de que los símbolos del poder ya no serán tan efectivos como al comienzo del sexenio. Ayotzinapa, Tlatlaya, Nochixtlán y la ineficacia en la lucha contra la corrupción pintan a Peña Nieto como un presidente indeciso y tímido.

El modelo nace a destiempo y con un déficit de credibilidad. Sin embargo, es probable que ofrezca luces sobre lo que será posible hacer en el plazo breve.

Fuente del Artículo:

Nuevo modelo educativo: poder y simbolismo

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Solidaridad y práctica docente

Por:

La solidaridad social y política que necesitamos para construir una sociedad menos fea y menos agresiva, en la cual podamos ser más nosotros mismos, tiene una práctica de real importancia en la formación democrática.
Paulo Freire

La solidaridad es un objeto poco frecuente en la investigación educativa. No tiene el atractivo de otros asuntos de filosofía o política de la educación. Sin embargo, su análisis y promoción es fundamental para una educación democrática. El estudio de la práctica docente corre por otro carril. Hay incontables proyectos que la tratan, desde diversas configuraciones teóricas y empíricas, ya para cuestiones pedagógicas en general, ya para un campo particular.

Huelga decir que no hay consenso en las definiciones de solidaridad ni de práctica docente, los investigadores utilizan dispositivos analíticos ad hoc para enfocar sus proyectos o reflexionar sobre uno u otro concepto. Es raro encontrar bibliografía que ligue ambas nociones en un producto que los conjugue.

Por eso me dio mucho gusto cuando Verónica Hernández Luna, entonces estudiante de la maestría en Desarrollo y Planeación de la Educación, de mi Casa Abierta al Tiempo, me pidió que la apoyara en su trabajo. Desde el comienzo su propuesta me pareció trascendente. Ella ya había recorrido un trecho largo de la bibliografía relevante para su asunto; además, desde perspectivas distintas.

Su tesis, Promoción de solidaridad en secundaria: el papel del docente, coronó una labor ardua. Verónica hizo investigación bibliográfica; también revisó leyes (comenzando por la Constitución), reglamentos, planes de estudio y programas de materias. Además, entrevistó a maestros de varios estados.

Desmenuzó el concepto; repudió el uso mercantilista que promueve el consumismo — egoísmo disfrazado de solidaridad— y desechó la idea de que la actitud solidaria se equipare a caridad. Ella alegó que la solidaridad “implica un compromiso que se asume con los otros para que sea posible que todos gocen de los derechos políticos, civiles y sociales. El ideal es el bien colectivo que debería ser definido mediante procesos democráticos atendiendo al interés común”.

En contraste con ciertas visiones institucionalistas que degradan la práctica y saberes de los maestros a rutinas, con base en autores de renombre, Verónica asentó: “La práctica docente es una acción social compleja, multidimensional, contextualizada y en continuo movimiento. Está permeada por las tradiciones, las costumbres, los conocimientos y los valores predominantes en la sociedad. En la práctica docente es posible identificar la incorporación de diferentes dimensiones, como la pedagógica, la política, la administrativa, la económica, la cultural y la social… Además, existe una realidad institucional y límites emanados de ella que delimitan, orientan, posibilitan o restringen, en menor o mayor medida, las prácticas docentes”.

Luego fue consecuente en el análisis que hizo de las concepciones que tienen maestros de secundaria sobre la solidaridad y cómo ellos piensan que la promueven mediante su acción cotidiana. Sucede que, aunque los docentes quieran realizar actividades solidarias, están impedidos por varias razones: limitaciones en su entendimiento —confusión con otros valores—, hábitos y rutinas, falta de tiempo, pocas posibilidades de plantear ejercicios prácticos. Incluso, ausencia de ánimo de algunos educadores que piensan que es asunto de la materia de educación cívica y ética, no de su clase.

Verónica encontró que hay muchos maestros comprometidos con la promoción de la solidaridad, pero no encuentran avenidas para su realización; los materiales son pobres y los planes de actualización no la contemplan. Pero ella no se amilana. Concluye que la solidaridad es tan importante como otros valores, por eso hay que promoverla en las escuelas y aprender de costumbres ancestrales.

Afirma: “Hay que hacer conocida la desconocida solidaridad. No de la que se habla en la televisión, en la Iglesia o en gobernación; sino aquella que las comunidades indígenas mexicanas continúan practicando como forma de vida. La solidaridad que exalta el bien común, la reciprocidad y la cooperación, y que hace emerger otros valores como la justicia y la equidad”.

Verónica produjo una tesis de calidad académica sobresaliente, muy bien escrita y con economía de palabras envidiable. ¡Fue un orgullo apoyarla en su aventura intelectual! Recomiendo a maestros y estudiantes la lectura de esta tesis.

Fuente:http://www.educacionfutura.org/solidaridad-y-practica-docente/

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Una charla con maestros de educación básica

08 de marzo de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Hace unos días platiqué con tres maestros y dos maestras, todos con años de práctica docente, escépticos de la política del gobierno y de la militancia sindical —dos decepcionados por la irrelevancia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, dicen— y buenos platicadores. Pasé con ellos una tarde en torno a una mesa de café.

Me invitaron a tener esa charla informal porque querían conocer en directo mis opiniones de la Reforma Educativa, aunque ellos brindaron más juicios de los que yo expresé. Ven la reforma desde otra perspectiva, desde las entrañas de su experiencia cotidiana, de sus aspiraciones e inquietudes.

Casi de inmediato después de las presentaciones —nada más conocía al maestro que me invitó—, una de las participantes me dijo que yo miraba a los maestros normalistas desde la torre de marfil, sin vivencia en el trabajo con niños y que, por ello, mis apreciaciones estaban fuera de contexto.

Concedí que quizás tuviera algo de razón en su alegato, pero que sí tengo experiencia docente, aunque no en educación básica. También comenté que mi objeto de estudio principal son las reformas educativas y que mi visión intenta abarcar el sistema en su conjunto, el bosque, si bien no descuido echar un vistazo a los árboles. Hablé de mis investigaciones con estudios de caso. La tensión —que no era mucha— se relajó.

El resto de la charla fue cordial, aunque expresaron juicios contrarios a lo que interpretaron como mis posturas con respecto al magisterio. Al final quedó claro —pienso— que soy un crítico del sindicato corporativo y de relaciones clientelares y corruptas. En cambio, ratifiqué que soy defensor de las buenas tradiciones del gremio y que establezco diferencias entre los maestros capaces y cumplidos y quienes ven a la educación como un empleo, sin vocación para la enseñanza.

Las conversaciones cubrieron un montón de asuntos: la Reforma Educativa, la evaluación docente, la burocracia, el SNTE, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y nosotros mismos. A pregunta expresa, conseguí cinco versiones breves de lo que consideran la práctica docente; enunciaron sus atributos, no tanto una noción redonda.

Después de más de dos horas y media llegamos a su interés principal. Quieren hacerse escuchar, que se sepa que el trabajo de maestro es agobiador, que requiere empeño, planeación, muchas horas de labor, interesarse en los niños, platicar con padres de familia y soportar presiones de autoridades. Tuve la impresión de que en realidad están asustados, que temen por su porvenir, no saben qué pasará con su plaza. Son prisioneros de la incertidumbre.

Me pidieron que hablara por ellos, que fuera su voz. Les expliqué que tengo bastante actividad, quizá no tan fatigosa como la de ellos, pero demanda muchas horas de cada día. Les platiqué que estoy escribiendo un libro acerca de la Reforma Educativa y que tengo que leer y comentar textos de mis estudiantes y que, si los entrevistaba, tal vez no podía sacar la expresión viva de ellos mismos.

Hicimos un compromiso. No puedo ser su vocero, pero les dije que, aunque fuera en el margen, pudiera acompañarlos para que hagan una compilación de historias de vida. Si juntan a unos 100 maestros y les piden que escriban autobiografías breves, digamos de mil palabras, que pongan énfasis en lo que hacen en su experiencia cotidiana, en las escuelas —práctica docente— y en sus vidas familiares.

Me hablaron de las dificultades que eso encierra: sus ritmos son diferentes, son emotivos, se consideran víctimas de la burocracia —también del sindicato, a insistencia mía— de los medios y de las organizaciones de la sociedad civil que no los comprenden. Además, que no tienen el hábito de escribir.

Si el asunto progresa y reúnen una cantidad representativa, pudieran hacer algo más que una antología. Les dije que quizá hasta fuera posible extraer diferencias de opinión por género, antigüedad, lugar, tipo de escuela y algunas otras características.

Quedamos en que las primeras autobiografías serían las de ellos mismos y que irían corriendo invitaciones a maestros de diferentes lugares del país, al menos uno por cada estado.

No sé en las que me metí. Tampoco de dónde voy a sacar tiempo para cumplirles. Por lo pronto, quedamos en que me convocarían de nuevo en algunas semanas. Informo que me encantó platicar con este pequeño grupo. Si logran hacer ese trabajo, escribiré el prólogo y diré que todo comenzó en una charla de café.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/03/01/1149348

Foto: http://www.redpolitica.mx/sites/default/files/maestros_examen_800.jpg

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Oaxaca: vía legal y vía política

Por: Carlos Ornelas

Si no recuerdo mal, en ¿Qué hacer?, Lenin planteó la táctica bolchevique de que, en toda revolución, había que agotar las formas legales. Ello, no tanto para lograr los fines revolucionarios, sino como medio de propaganda y elevar el espíritu de lucha de la clase obrera y sus aliados.

En una conferencia que dio en la Universidad Michoacana, a principios de los 90, Arnaldo Córdova, comentando el libro de Norberto Bobbio, Liberalismo y democracia, sostuvo que, no obstante que en gran medida la Constitución era letra muerta, no había que menospreciar su vigencia como reguladora de comportamientos institucionales.

Estas remembranzas vinieron a mi mente por dos asuntos que tendrán consecuencias en la convulsa situación de Oaxaca. La sección 22 sufrió descalabros después de que el gobierno federal y el de Gabino Cué reconquistaron el control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y le congelaron sus cuentas bancarias. Luego, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño —ya sin el estorbo del subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda—, la acosaba y la reducía paso a paso.

Los vientos presagiaban derrotas para la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el gobierno apretaba con acciones legales y políticas. Pero llegó la mañana de Nochixtlán, la CNTE tomó impulso de nuevo. La S-22 es la que más ha ganado, pues ya dobló al gobernador Alejandro Murat (o tal vez él mismo se inclinó ante el poderío del magisterio oaxaqueño).

Ya tienen las plazas que les prometió desde 2013 el entonces subsecretario Miranda; el gobernador ya renunció a gobernar en la educación (habla de bilateralidad) y la S-22 recoloniza espacios que el gobierno le había arrebatado. Pero va por más.

La corresponsal de El Financiero (21 de febrero) reportó que los líderes de la S-22 “exigieron la instalación de una mesa pedagógica bilateral para dar continuidad y concretar los trabajos del Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca (PTEO), realizar la revisión de la Ley Estatal de Educación y reformarla con la iniciativa de ley producto de foros magisteriales y populares”.

La estrategia de los dirigentes de la S-22 me parece una diáfana evocación de las tácticas leninistas: quieren institucionalizar su proyecto, no les basta con tener el poder de facto. Además, es una bandera para la movilización y la propaganda; saben que el gobernador Murat no les durará para siempre.

Pero la Constitución tiene asideros. Mexicanos Primero objetó por la vía legal las concesiones que la Segob hizo a la S-22. En abril de 2016 un juez federal le concedió un amparo que declaró inválidos el otorgamiento de plazas docentes en calidad de patrimonio del sindicato, derecho a no ser removido en razón de un mal resultado en la evaluación, conservación de derechos adquiridos en la carrera magisterial, incentivos económicos y promociones por buen desempeño.

La Segob interpuso un recurso para que el amparo no procediera. Pero el 23 de febrero, el ministro de la Suprema Corte, José Ramón Cossío, propuso atraer y resolver en definitiva quién tiene razón en este litigio.

Oaxaca tiene un nuevo conflicto en puerta. Si la Corte falla a favor de Mexicanos Primero, ¿cómo le hará el gobernador para recuperar las plazas que entregó a la S-22?, ¿cómo podrá frenar los intentos de la S-22 de tener un estado de excepción, cuando ya se declaró su aliado?

Quizá el gobernador no sufra tanto apuro. Hoy los secretarios de Estado le echan loas por ser amigo del Presidente, pero pronto habrá otro inquilino en Los Pinos y tal vez de un partido diferente al PRI. El gobernador quedará más solo que Robinson Crusoe.

Mientras tanto, la educación de Oaxaca continúa prisionera y ni la vía política ni la vía legal la pueden liberar.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/oaxaca-via-legal-y-via-politica/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/11/cnte-marcha-450×300.jpg

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Reforma Educativa: ingredientes para el éxito

Por:

Hace una semana puse en el tapete los elementos que, desde mi perspectiva, influyen para que la Reforma Educativa, que comenzó en diciembre de 2012, no logre la mayor parte de sus cometidos. No pronostiqué que vaya a fracasar por completo. Tampoco creo que vaya a coronar todos sus propósitos, pero estoy convencido de que ya sembró instrumentos institucionales y políticos para garantizar ciertos cambios.

En esta pieza no hablo de la educación en sí —ya vendrá el nuevo modelo educativo—, me centro en el fin expreso del gobierno de retomar la rectoría del sistema. En otras palabras, de precisar la dialéctica del control desde el centro.

La lista no es exhaustiva, me enfoco en los elementos institucionales y políticos que, pienso, son importantes. Logros institucionales: enmiendas a la Constitución, dos nuevas leyes, reformas a la Ley General de Educación y a la Ley de Coordinación Fiscal. Éstas configuran una recentralización del sistema escolar y provee a la Secretaría de Educación Pública de mayores controles.

Debido a las mudanzas legislativas, el gobierno central cuenta hoy con el Sistema Nacional de Registro del Servicio Profesional Docente, el Sistema de Información y Gestión Educativa y el Fondo de Aportaciones de Nómina Educativa y Gasto Operativo. Éstos son aparatos de control e información que aún no alcanzan su eficacia plena, mas son fundamentales para una tecnología del poder centralista.

Los avances políticos —parciales y a veces erráticos, concedo— se concentran en pocos puntos:

Primero. Un nuevo pacto con los gobiernos de los estados que puso fin a la doble negociación con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y sus secciones. Este arreglo no fue del agrado de los gobernadores porque implicó la desaparición del Fondo de Aportaciones a la Educación Básica, una mina de corrupción. Fue una imposición.

Segundo. El gobierno ha recibido apoyo —crítico, pero soporte al fin— de organizaciones civiles. Éstas pujan por que la ley se cumpla y juzgan la intervención de la Secretaría de Gobernación como entreguista. Lo mismo legisladores de oposición que desde el comienzo están con la reforma y vigilan que el gobierno no dé marcha atrás.

Tercero. Disminución del número de aviadores, aunque éstos todavía pululan por los márgenes que dejaron las leyes a los estados y por acuerdos con el SNTE.

Cuarto. Los foros de consulta del modelo educativo, tanto los de 2014 como los de 2016, que acercaron un poco a la SEP con otros actores. Ganó legitimidad, quizá no mucha por 1) la desconfianza y 2) la propaganda de la oposición.

Quinto. En mis averiguaciones académicas y en charlas con maestros y otros actores (evidencia anecdótica, dicen mis colegas), logré calibrar que hay docentes que apoyan la reforma o porciones de ella. Los agrupo en tres áreas:

Los cumplidos. Hay muchos buenos maestros que, por principio, apoyan los cambios. No en línea con los fines del gobierno, sino porque se dan cuenta de las deficiencias del sistema, de los controles burocráticos y de su dependencia del SNTE. Aplauden el fin de la herencia y compraventa de plazas.

Los convenencieros. Otros están con la reforma como estrategia para defender sus intereses. Si cambian las reglas del juego, ellos se amoldan, a veces hasta con mácula, pero lo hacen. Por ejemplo, los allegados a Juan Díaz de la Torre y a camarillas estatales del SNTE.

Los tradicionalistas. Otro grupo apuntala la reforma por acatamiento, por la costumbre de respeto a la autoridad, por lealtad a consignas partidistas o, como expresó Max Weber, por obediencia.

Entiendo que estos puntos son rebatibles, en especial el último. Esta masa de maestros, que no puedo cuantificar, no manifiesta su aprobación de la reforma con los mismos métodos con que lo hacen los opositores. Excepto los del segundo grupo, no se dejan ver mucho ni se cobijan bajo el manto de una organización, son personas que están en las escuelas y cumplen su labor; son quienes dan vida a un sistema que, de otra forma, ya se hubiera ido al precipicio.

La SEP, el gobierno en su conjunto, acaso pudieran capitalizar esos refuerzos para consolidar lo hecho, mas requiere de una tecnología del poder vigorosa. ¡No la tienen!

El gobierno no ha recuperado la rectoría de la educación, pero si la colonización de la educación básica por los cuadros del SNTE tomó décadas, retomar el control bien puede tomar un par de sexenios más, digo, si los siguientes gobiernos son consecuentes.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/reforma-educativa-ingredientes-para-el-exito/

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