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La crisis de la educación en la pandemia

Por: Katiuska Fernández Morales*

Para nadie es difícil reconocer que la pandemia sumergió a todos los actores del sistema educativo en una crisis sin precedentes en la historia moderna. Hasta el primer trimestre de 2020, la estabilidad de la práctica educativa, aunque cuestionada por investigadores y pensadores educativos por la predominancia de prácticas consideradas obsoletas y de poca concordancia con los avances en el aprendizaje y la enseñanza no se debatían en gran medida.

Cuando el país tomó conciencia de la gravedad de la situación ocasionada por la pandemia y las instituciones educativas declararon que no habría regreso al aula por tiempo indefinido, inició el descontrol por la falta de preparación ante la “nueva normalidad”. ¡Nadie esperaba nada parecido! Solo algunos de los profesores que trabajábamos en línea y que estábamos involucrados con el aprendizaje mediado por tecnología consideramos que el proceso formativo podía llevarse a cabo sin mayor inconveniente, sin embargo, los detractores de esta modalidad educativa siguen sosteniendo que no ofrece una educación de calidad.

Ahora bien, es evidente que los cambios que hemos experimentado últimamente dividirán a la comunidad académica en dos segmentos: por una parte, aquellos que añoran dejar atrás la distancia y regresar a las aulas para seguir haciendo lo que usualmente hacían y, por otra parte, los que visualizaron o descubrieron las “oportunidades”. Mientras que unos profesores desean regresar a su mundo pre-pandémico con el método expositivo en su práctica docente junto con horarios bien definidos y rígidos, otros conocieron o empezaron a conocer modelos de aprendizaje colaborativo y significativo donde los horarios flexibles pudieran ser la norma.

Es importante resaltar que no solo el profesor entró en crisis, las instituciones educativas también lo hicieron, lo cual implica crisis de identidad, de funciones y obviamente de control.

De estas reflexiones me surgen muchas preguntas: ¿quién garantiza que administrativos y académicos “cumplan” con su horario?, ¿se pueden llevar su computadora a su casa?, ¿y si se la toman de vacaciones?, ¿cómo firmarán las asistencias?, ¿cómo respondemos a las auditorías?, ¿la deserción escolar es culpa de quién?, si resulta que no necesitan venir presencialmente a clases, entonces ¿cuál es el papel de la escuela que conozco?, ¿puedo pedir y ejercer el mismo presupuesto?, ¿ahora qué tipo de informes debo hacer?

Sería una pena que después de todo lo vivido por las instituciones, los profesores y los estudiantes en esta crisis de salud que nos afecta a todos se siguiera pensando igual, o peor aún, que el proceso educativo regresara como si la pandemia nunca hubiera existido. Desaprovechar todo el esfuerzo y la creatividad surgida del deseo de continuar buscando el aprendizaje de nuestros alumnos sería una verdadera lástima. Realmente hay tantas cosas que rescatar, reflexionar y hacer, que me hacen pensar que esta crisis puede ser un escalón orientado a la mejora de todos.

*Katiuska Fernández Morales es Doctora en Investigación Educativa por la Universidad Veracruzana. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) e investigadora de tiempo completo en el Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo (IIDE) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), México, en la línea de “Mediación Tecnológica del Proceso Educativo”. Su producción científica se centra en temas relacionados con investigación educativa, innovación educativa y tecnología educativa en la educación superior.

Fuente: educacionfutura

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México: Lo que está en juego. Los libros de texto gratuitos

Lo que está en juego. Los libros de texto gratuitos

Publicado por Pluma Invitada

Renato Aranda

Recientemente se desataron polémicas por las convocatorias que la SEP ha lanzado para el rediseño y el acompañamiento gráfico de los libros de texto gratuitos de educación primaria, por un lado, por convocar a “normalistas, investigadores universitarios, becarios del CONACYT, miembros de los Consejos Técnicos Educativos, Mesas Técnicas, maestros y directivos de educación pública o privada, bibliotecarios de todo el Sistema Nacional de Bibliotecas, maestros jubilados, cronistas y población en general residente en México” a participar en el rediseño de los libros, —pedagógico–didáctico se interpreta, aunque no es explícito y se acentúa al no estar convocados pedagogos—, sin necesariamente tener experiencia en la elaboración de materiales educativos, y por otro lado, por convocar a “Artistas y artesanos en general; Artistas urbanos; Ilustradores; Pintores; Diseñadores gráficos; Infógrafos y cartógrafos; Escultores; Dibujantes; Fotógrafos; Escenógrafos y Grafiteros” a participar “en la creación de nuevas ilustraciones para los Libros de Texto Gratuitos de Educación Primaria, que generen el acompañamiento gráfico de los aprendizajes y actividades en todos sus contenidos” a cambio de una constancia de participación con valor curricular, el crédito correspondientes y un ejemplar del libro en el que se participó. No habrá remuneración económica.

I.

Hace 62 años se creó la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito (Conaliteg) bajo el gobierno de Adolfo López Mateos y por recomendación de Jaime Torres Bodet para «fijar, con apego a la metodología y a los programas respectivos, las características de los libros de texto destinados a la educación primaria» (Diario Oficial, 1959) y por supuesto, para dar cumplimiento al artículo tercero de la Constitución de dar acceso a una educación libre, laica y gratuita, condición esta última que sólo se daría, cuando los estudiantes recibieran de manera gratuita los libros indispensables para sus estudios y tareas.

Importante es que ya desde décadas anteriores se otorgaban libros de manera gratuita a los estudiantes, pero la condición de libro único, gratuito y obligatorio, cambió las responsabilidades y atribuciones del Estado ya que el LTG se volvió de carácter obligatorio para todos los docentes y escuelas públicas o privadas, urbanas o rurales. Por otro lado, ya desde hacía muchos años se tenían comisiones evaluadoras de libros que podrían formar parte de la bibliografía oficial autorizada por la SEP de libros creados por editoriales privadas y que eran vendidos en las escuelas. Los maestros, además del uso obligatorio del LTG, podían utilizar y solicitar libros que estuvieran en esa bibliografía.

Por último señalar que en aquel momento las reacciones del sector privado fueron muy importantes ya que el estado mexicano se convertía en autor, editor, impresor y distribuidor capaz de llegar a todos los rincones del país y reduciendo una parte del mercado accesible comercialmente. Los argumentos principalmente se centraron en la unificación de contenidos, —un tema que sigue siendo importante en la discusión de la elaboración de los LTG, pero además y principalmente, en el modelo educativo y los planes y programas de estudio—, en ser una disposición autoritaria, inconstitucional y contraria al interés educativo y cultural del país, además de discriminar a prestigiados autores de libros educativos que en esos momentos contaban con publicaciones muy exitosas para la industria editorial.

Hoy nadie puede cuestionar la legitimidad de los libros de texto gratuitos y el gran beneficio que han dado a la educación en México, aún estando en tela de juicio su papel de instrumento ideológico, sus carencias en cuanto inclusión y diversidad en tanto material único, la incorporación o exclusión de ciertos temas y contenidos, etcétera, la valía de estos materiales está demostrada. Además, con la incorporación del nivel de secundaria y la apertura de su elaboración a editoriales privadas, es un programa fundamental para el sostenimiento de la actual cadena del libro.

II.

En la elaboración de los libros de texto, gratuitos o comerciales, siempre se recurrió y se sigue recurriendo a los docentes, cuya experiencia en las aulas, en teoría, les otorga herramientas y conocimientos que les permiten desarrollar propuestas cercanas a las necesidades de otros docentes y de los propios educandos, estos docentes–autores además, muchas veces respaldan su trayectoria con investigaciones y/o estudios de carácter didáctico pedagógico, necesarios para el desarrollo de materiales de esta naturaleza. También es frecuente que se recurra a especialistas de las distintas áreas de conocimiento que de alguna manera se han dedicado a la divulgación de su área ya sea como conferencista, investigador, docente o con la publicación de otros materiales similares. Siempre con el apoyo técnico pedagógico necesario.

Hasta ahora, no conozco que exista una formación académica en “autoría de materiales educativos” o “escritor de libros de texto” como tampoco lo existe de su trabajo de edición, ilustración o diseño, es en el hacer del oficio, que todos los profesionales del libro de texto se forman a lo largo de los años. Cualquier editor que se haya enfrentado a un primer original elaborado por un docente o por un especialista de área, puede dar cuenta de la dificultad que representa para un incipiente autor de libro de texto, comprender la complejidad de todos los elementos que se ponen en juego a la hora de elaborar, tan solo, una secuencia didáctica: el enfoque didáctico, la pertinencia de las actividades o situaciones, el cumplimiento o no de los elementos necesarios para la adquisición de aprendizajes específicos, la articulación con otros contenidos de lecciones, trimestres o grados anteriores y posteriores, la recuperación de conocimientos previos, los criterios de inclusión y diversidad cultural, etcétera. Por poner un ejemplo, conozco dos casos de autores consagrados a los que en el trabajo editorial se les reescribía prácticamente sus originales porque tenían, no solo inconsistencias en lo mencionado, sino además por tener errores conceptuales, gramaticales y ortográficos. Y lo mismo sucede con ilustradores y diseñadores a quienes eventualmente resulta difícil supeditar sus creaciones a las necesidades didácticas de una imagen, tipografía o composición y que sólo a través del trabajo continuo se logra un equilibrio entre el hacer creativo y la necesidad didáctica.

Contradictoriamente, muchas veces el trabajo de autoría, edición, diseño e ilustración de libros de texto es menospreciado dentro de los mismos gremios, situación que no se corresponde con el nivel de especialización que requieren los profesionales de esta industria, que hace que las editoriales o la misma SEP se “peleen” por ellos.

III.

Apelar al honor que representa colaborar en la elaboración del LTG, no es una novedad, incluso es una modalidad de colaboración que lamentablemente han tomado también medios de comunicación, instituciones y empresas, “si escribes aquí te va a ir bien”, “es una plataforma para darte a conocer”, “después te lloverá trabajo”.

Incluso desde la óptica del nacionalismo, el trabajo voluntario y la donación del trabajo en México tiene una larga tradición. Dependiendo de “la causa” o de “la lucha” el mexicano puede lanzarse a empresas nobles y algunas veces titánicas, los septiembres de 1985 y 2017 son pequeños botones de muestra. Los gobiernos post revolucionarios a partir de Lázaro Cárdenas y quizá hasta López Mateos, tuvieron en mayor o menor medida muestras en donde se sumaban las voluntades del pueblo para emprender algunas tareas que requerían grandes esfuerzos. En el terreno de la educación, entre 1944 y 1946 durante el gobierno de Ávila Camacho y siendo también secretario de educación Jaime Torres Bodet, este último lanzó la Campaña Nacional contra el Analfabetismo, que se convirtió en una cruzada nacional. Con el apoyo de dos docentes y él mismo redactaron la Cartilla Nacional de Alfabetización de las cual se imprimieron 10 millones de ejemplares y se apeló al nacionalismo de los mexicanos para que todo aquel que supiera leer y escribir enseñara a al menos otro mexicano a hacerlo. Para Torres Bodet el problema de la educación no era sólo enseñar al pueblo a leer y a escribir, era parte de una batalla mundial por la paz, la democracia y la justicia por lo que además de la campaña nacional de alfabetización, estableció un programa efectivo de construcción de escuelas y organizó la capacitación de los profesores no titulados y llevó a cabo la completa reorganización de los planes de estudios vigentes. Cuando Torres Bodet, creó la Conaliteg, reconoce en sus memorias, se convocó a los maestros y escritores a “concursos” para redactar los textos de los LTG, pero los resultados no fueron alentadores por lo que se tuvo que recurrir a maestros y maestras de competencias reconocidas.

Voluntad y especialización, no necesariamente son coincidentes, la primera apela a una conciencia o convicción con relación a la “causa” o al “proyecto” y algunas veces, al liderazgo que la convoca, la segunda, la especialización, está ligada al nivel de experiencia y conocimientos adquiridos para desarrollar de manera profesional, eficiente y efectiva una tarea determinada, y ésta, a menos que el especialista decida lo contrario, debe ser remunerada.

IV.

Durante los últimos 50 años se han llevado a cabo diversas modificaciones a los LTG, la mayoría vinculadas a las reformas curriculares de 1972, 1993 y 2009, motivadas también por los replanteamientos acerca del quehacer educativo y los materiales didácticos, impactando principalmente los cambios curriculares, de objetivos, de aprendizajes e incluso de enfoques pedagógicos que requerían de un acompañamiento a los docentes más intensivo que no necesariamente se ha dado. Algunas modificaciones importantes también se han dado en términos gráficos y plásticos, quizá de las más recordadas la que se llevó a cabo en el inicio de los años 80 del siglo pasado.

El sistema político mexicano, —basado en proyectos sexenales—, a partir de la alternancia ha acentuado la urgencia de los gobiernos en turno de concluir sus propuestas en seis años. Hablando en términos de educación, los tiempos para llevar a cabo un proyecto educativo de largo alcance no necesariamente son coincidentes con los tiempos políticos y legales que le acompañan. Por poner ejemplos, la reforma de 1993 de Salinas con Zedillo a cargo de la SEP, fue concebida dentro del Programa para la Modernización Educativa 1989-1994, es decir tuvieron que darse, durante los primeros cuatro años del sexenio, procesos de diagnóstico, consulta y elaboración de pilotos y modificaciones antes de tener un modelo educativo definitivo para la elaboración de los LTG. Lo mismo sucedió al final del sexenio de Fox con la reformas de 2006 a la educación secundaria para buscar su articulación con los niveles de preescolar y primaria y los respectivos ajustes que tuvieron que sufrir estos últimos niveles en 2009 y el acuerdo definitivo de 2011, ya al final de la administración de Calderón, casi dos sexenios para finalmente quedar trunca en su implementación final en los libros de texto. Y qué decir de la reforma educativa de Peña Nieto de 2013, que concluyó en planes y programas hasta 2017 dentro del cacareado Nuevo Modelo Educativo y que no logró apenas concretarse en algunos libros de texto.

Las consecuencias de estas urgencias al final de los sexenios han sido funestas para los libros de texto gratuitos, al menos la última década han sido libros hecho con márgenes de tiempo muy justos que han comprometido la calidad de los materiales, tanto en términos didáctico–pedagógicos como gráficos, y que sólo han sido salvados —y no siempre de la mejor manera—, con el concurso de profesionales muy experimentados en la elaboración de materiales educativos.

López Obrador publicó en mayo de 2019 el decreto mediante el cual se reformaron, adicionaron y derogaron diversas disposiciones de la Constitución cuya última modificación se efectuó bajo el gobierno de Peña Nieto, en este decreto se conserva como responsabilidad del ejecutivo determinar los principios rectores y objetivos de la educación así como como los planes y programas de estudio correspondientes.

 

También en 2019 se dio a conocer el Modelo Educativo: Nueva Escuela Mexicana un documento que esboza a grandes rasgos las directrices y objetivos del decreto, pero no su instrumentación. De acuerdo a su propio calendario, en julio de 2020 se publicarían los planes y programas correspondientes, en ese año y hasta julio de 2021, se elaborarían los LTG, para su implementación gradual escalonando grados por nivel. Hoy no se cuenta aún con planes ni programas, continúan vigentes en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo de 2011 y conviven en este ciclo libros elaborados con estos programas, los de 2017 y algunos materiales de esta nueva administración. Como nota adicional, el mismo documento marca las etapas del proceso editorial y estima en nueve meses la elaboración de los materiales educativos, no los dos meses en los que la actual dirección de materiales pretende hacerlos.

V.

2020 quedará marcado como el año de la pandemia y con ella las múltiples afectaciones que ha tenido en todas las industrias, instituciones, proyectos, empresas, negocios y personas. En la SEP, es cierto que el calendario para la implementación de la Nueva Escuela Mexicana y elaboración de planes y programas se vio afectado por la realización e instrumentación de los contenidos y materiales del programa Aprende en casa, que tuvieron que echarse a andar en una situación emergente.

Sin embargo no se ha hecho una pausa seria para valorar el impacto real de la pandemia en la educación, en lo que ha evidenciado de carencias y brechas en la infraestructura, equidad, inclusión y calidad. La desigualdad social y la falta de una propuesta convincente, pertinente y suficiente (Aprende en casa no lo ha sido), ha hecho que, según algunas estimaciones, más de cinco millones de estudiantes hayan abandonado las aulas en un año. La condiciones en las que docentes y estudiantes se las han tenido que arreglar para continuar con el proceso de enseñanza aprendizaje, han sido, en la mayoría de los hogares, altamente precarias y solo salvadas en algunos casos con ingenio, vocación y nuevamente con voluntad, no con un proyecto ni con una política de Estado.

En el mismo decreto de 2019 se creó Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación al que le corresponde “Realizar estudios, investigaciones especializadas y evaluaciones diagnósticas, formativas e integrales del Sistema Educativo Nacional;”, “Determinar indicadores de resultados de la mejora continua de la educación;” así como “Sugerir elementos que contribuyan a la mejora de los objetivos de la educación inicial, de planes y programas de estudio […]”. ¿Dónde está este Sistema? ¿Dónde el diagnóstico y dónde la evaluación de los resultados de Aprende en casa? ¿Dónde las pautas que permitan con claridad no sólo instrumentar el rumbo planeado, sino además los ajustes necesarios tras las carencias y necesidades que ha evidenciado el 2020?

Las convocatorias del director de materiales educativos de la SEP, Marx Arriaga para la creación de los nuevos libros de texto gratuito carecen de proyecto, entendiendo por este aquel que tiene definiciones precisas de sus alcances —como se esperaría de una transformación como la que se anuncia y que afectará a millones de estudiantes—, y sus consecuentes demarcaciones en diagnósticos y evaluación, instrumentación de modelo educativo, modificaciones de planes y programa, acompañamiento y capacitación docente, implementación, tiempos coherentes con un proyecto de esta envergadura, conformación de equipos especializados e inversiones necesarias, pero principalmente las redefiniciones que necesitarán los nuevos materiales educativos a partir del funesto 2020.

Su llamado al nacionalismo y al honor de pertenecer a esta nueva generación de materiales, no logra eco en lo hueco de la propuesta, en lo poco pertinente y hasta absurdo que resulta echar la carreta antes que los caballos, —además de lo incongruente por la remuneración que niega, pero que él sí recibe a pesar de su evidente inexperiencia en la creación de materiales educativos—, pero quizá en su dimensión chiquita, es para lo que le alcanza, veremos si la actual secretaria de educación, Delfina Gómez, tiene la altura necesaria.

*Renato Aranda es diseñador gráfico por la UAM con experiencia de más de 15 años en la industria editorial y más de 10 de ellos en la elaboración de materiales educativos. Ha sido director de literatura infantil y juvenil, y de arte y diseño en dos de las principales editoriales de libro de texto en México.

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/lo-que-esta-en-juego-los-libros-de-texto-gratuitos/

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El duelo también regresa a clases

Por: Herzel García Márquez *

Las cifras que describen las consecuencias de esta pandemia en el contexto escolar son alarmantes. El primer impacto, sin duda, lo causa la deserción escolar. De acuerdo con MejorEDU (2020), el abandono corresponde a 1.8 millones de estudiantes (1.5 millones de educación pública y 243 mil de privada).  Muchos de estos estudiantes han tenido que decidir entre el trabajo y el estudio, y esta decisión no solo evidencia el grave problema que significa la eficiencia terminal, también lo que será una pérdida afectiva en cada salón de clases, alumnos de menos en cada lista, personas ausentes en los equipos de trabajo. Faltaremos varios y otros viviremos duelos.

MejorEDU también indica que son en total, 5.2 millones de estudiantes entre 3 y 29 años que no están inscritos en el ciclo 20-21, ya sea por COVID o por falta de recursos; de esa cifra, 3 millones corresponden a educación básica. Atrás de cada número existe una historia que representa un duelo para familias y personas, para cada alumno y cada profesor. Las condiciones que cada uno vive en este reencuentro escolar son  tan particulares como la clase de pérdida que vivimos. Cada uno, por más amable que haya pasado el tiempo de confinamiento presenta al menos, una mínima pérdida. De la libertad de tránsito, de la decisión sobre medios y tiempos para divertirse, hasta la ausencia de seres queridos y la pérdida de casas y trabajos.

La pandemia por la COVID-19 debe considerarse como una catástrofe humanitaria para entender la importancia de las repercusiones que tienen las mismas en la reconstrucción social, principalmente por la vivencia del duelo colectivo, la pérdida del sentido de trascendencia de la muerte debido a las connotaciones mediáticas con que se trata, un trato superficial a las cuestiones trascendentales de la vida y la muerte, tales como ritos de luto y aflicción; un sentimiento común entre los sobrevivientes de gratitud, pero también de culpa.

El escenario es sumamente complejo por presentar diferentes pérdidas para cada persona, sobre todo se debe considerar que el confinamiento ha impedido que se viva en comunidad, en compañía, los rituales y momentos que favorecen el proceso de duelo, cualquiera que haya sido la pérdida. No se ha tenido la oportunidad para dolerse ni para celebrar, lo que también duele. No hemos podido acudir a funerales, a velorios, pero tampoco a fiestas de bodas, a nacimientos, graduaciones; el duelo se encuentra presente.

Reconocer que cada persona está lidiando con estas pérdidas, permitirá que se facilite   una postura empática en el reencuentro social y en el caso específico de la escuela, es indispensable que se considere esta realidad para detonar cualquier proyecto para el regreso. Plantearnos que el duelo regresa a la escuela resulta un escenario sanador, ya que si bien no tenemos el mínimo control sobre los momentos y tipos de pérdidas que se viven, sí podemos lograr la sistematización de atención psico-emocional para los sujetos educativos que conviven en el centro escolar.

El duelo es la forma saludable para procesar la pérdida que nos duele. Esta pérdida no tiene que ser la vida o salud de una persona, también vivimos el duelo por la pérdida de un objeto o de una situación. Pensemos en ese dejo de melancolía que de niños es tan común sentir cuando  nos despedimos de los amigos o lugares vacacionales o en el sentimiento agridulce que se siente al graduarse y saber que si bien se abre un ciclo, también se cierra otro, y eso en ocasiones, duele.

En el caso de la pandemia COVID-19, las pérdidas se han presentado como un maremoto que deja diferentes mecanismos de respuesta accionados, varias formas y tiempos de proceso y de comunicación, elementos relacionados con la historia y personalidad de cada individuo. El programa para el regreso a clases debe considerar el contexto planteado como una prioridad pues es real que habrá alumnos y profesores quienes hayan perdido familiares, bienes materiales, condición de salud, entre muchos otros factores indispensables en cada vida.

Atender a la muerte y los procesos socio-emocionales relacionados con ella desde y dentro el contexto escolar significa una gran oportunidad de reconstrucción social y reorientación de cada brújula, considerando las circunstancias de la escuela, de la comunidad y de cada persona.

El manejo de la muerte que propone la industria del cine y la televisión cumple con su tarea de divertimento con tintes fantasiosos, pero deuda mucho en cuanto a un soporte emocional fuerte y sólido que permita procesos de madurez y regulación emocional realistas. Por ello, es indispensable que, como adultos, fomentemos que la escuela sea el lugar seguro cuyo ambiente favorece la vivencia y desarrollo de procesos personales que tienen que vivirse y no ocultarse, pues la reflexión deja sin duda, aprendizaje y crecimiento para todos.

Así, la propuesta de la Pedagogía de la Muerte sirve como una valiosa herramienta pues permite identificar al proceso de la muerte como un momento clave del ciclo de la vida, quitándole el drama fantasioso y aterrizando los recursos humanos al servicio de la necesidad personal.

La pedagogía de la muerte es una puerta a la reflexión personal sobre el indudable costo que pagamos cuando dejamos que los prejuicios encasillen a la muerte en un tabú social, porque hablar de las pérdidas y más de la muerte, pareciera que no es educado, no es propio, es íntimo y muy privado.

La escuela tiene la gran oportunidad de respaldar a la familia en cuanto a la contención emocional que implica la pérdida. Puede ser que sea la razón para que la pedagogía de la muerte entre al aula y ayude a procesar a los estudiantes más allá de sus saberes académicos comprometidos, cómo relacionarse con los procesos del ciclo vital, incluidos la muerte

El comprender que la muerte es inevitable permite que, desde la mirada pedagógica, cada persona se cuestione más allá de fechas y nombres, las consecuencias de decisiones bélicas; también permite que pensemos más sobre nuestra educación financiera y los servicios de salud y el derecho del enfermo y la calidad de la vejez. La pedagogía de la muerte, de acuerdo con Cortina (2015), pretende formar ciudadanos que consideren la finitud como condición humana desde la cual orientar valores vitales para la mejora social; es la oportunidad de entender que esta vida es solo una y debemos ejercer nuestro talento y vocación para lograr esa convivencia que asegure para cada uno, la calidad de una vida humana plena; para Herrán y Cortina (2006), la pedagogía de la muerte puede ser uno de los caminos para conectar a la educación ordinaria con la Educación para la Evolución humana. para los autores, la pedagogía de la muerte es una rama importante del árbol de la Educación de la conciencia.

La conciencia es precisamente el detonante necesario para prever y atender las situaciones que sabemos vamos a encontrar. Cada profesor conoce, escucha y sabe qué ocurre en su grupo y esa sabiduría traspasa el aula y rebasa la distancia, así como el tiempo. Bastará con pocos días para que cada profesor nombre a las faltas que ya sabía, existirían.

Es importante considerar algunas propuestas tanatológicas para que, como docentes, encontremos mejores rutas de acción:

-No estás solo. Cada profesor debe reconocer que también él regresa a clases con pérdidas importantes y que es indispensable pedir ayuda, atendernos para procesar nuestros duelos. También implica que ser profesor no te obliga a ser psicólogo, médico, tanatólogo, sino que te compromete a ser el mejor profesor que tus alumnos en este momento pueden tener y eso te permite conocer la maravillosa oportunidad del trabajo interdisciplinar para la atención integral de cada persona, empezando contigo.

-Hagamos comunidad. Significa activar grupos colegiados, programas de cine-debate, foros de discusión de temas y apoyo, así como contar con un directorio de una línea de Vida con los servicios de emergencia indispensable para cualquier situación, comunicarlo y tener protocolos revisados y actualizados. Es momento de prevenir cualquier emergencia, más vale pensar por adelantado.

-Vive los principios logoterapéuticos. Viktor Frankl dejo grandes enseñanzas que la Logoterapia resume en pilares claros y valiosos. Algunos de ellos pueden servir para trabajar en el contexto del regreso escolar, los procesos de duelo favoreciendo momentos de introyección y expresión.

Algunos de estos principios son:

-Vive y acércate a la naturaleza. Crear un huerto, un jardín y cuidar de él favorece estos espacios de acción y pensamiento reflexivo, además de contribuir a la actividad y disfrute estético para el ambiente armónico.

-Vive el humor. Enseñar a reír nuevamente, demostrar y acompañar en el redescubrimiento de la sorpresa, del chiste y volver del error y la risa, elementos de seguridad en vez de espacios obscuros de incertidumbre que atentan contra el autoconcepto.

-Vive el arte. Todos tenemos un lado artístico, descubrirlo y ponerlo al servicio de varias tareas es una oportunidad constante de vivir el éxito y la alegría de encontrar un sentido a lo que hacemos. Los proyectos escolares favorecen y dan oportunidad de que cada uno viva sus reflectores, hay que celebrar el talento.

En este reencuentro escolar, todos venimos incompletos y es una gran posibilidad de la escuela el abrir las puertas a la creación de ambientes que puedan contener a cada miembro encontrando brazos de nutrición en las organizaciones e instituciones externas que pueden y quieren apoyar a la reconstrucción social en el centro escolar, entendiendo que evidenciar es el primer paso para la reflexión necesaria en el proceso de mejora continua, y estos tiempos, son para mejorar, para seguir adelante.

Referencias

MEJOREDU (2020) https://www.gob.mx/mejoredu/es/articulos/la-educacion-en-mexico-no-se-detuvo-por-la-pandemia-mejoredu?idiom=es

Herrán, A. de la (2005). El nuevo paradigma complejo-evolucionista en educación, en A. de la Herrán, E. Hashimoto y E. Machado (Coords.), Investigar en educación. Fundamentos, aplicación y nuevas perspectivas (pp. 481-571). Madrid: Dilex.

Herrán. A. de la (2006). Los estados de conciencia: análisis de un constructo clave para un enfoque transpersonal de la didáctica y la formación del profesorado. Tendencias Pedagógicas, 11, 103-154.

Rodríguez Herrero, P.; de la Herrán Gascón, A. y Cortina Selva, M. (2015). Pedagogía de la muerte mediante aprendizaje de servicio. Educación XX1, 18(1), 189-212. doi: 10.5944/educXX1.18.1.12317

*Consultora Académica de la RCSA

Fuente: educacionfutura

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México: Alumnos, dispuestos a regresar a clases presenciales pero condiciones no son favorables

Alumnos, dispuestos a regresar a clases presenciales pero condiciones no son favorables

Irvin Tapia

De acuerdo con los datos obtenidos en la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED), realizada por el Instituto Nacional del Estadística y Geografía (INEGI) en el periodo del 23 de noviembre al 18 de diciembre, se identificó que existe una importante disponibilidad por parte de los estudiantes en México, para regresar a clases presenciales en el presente ciclo escolar si el gobierno, así lo permite.

De acuerdo con el INEGI, la encuesta tuvo una cobertura nacional e incluyó la opinión de 11,080 personas de una muestra de 54,3 millones de personas de entre 3 y 29 años de edad. De acuerdo con los datos recabados vía telefónica, el 70.3% de los estudiantes de entre 3 y 5 años muestran disponibilidad por regresar a clases presenciales. En el caso de los estudiantes de 6 a 12 años corresponde a un 78.7% en el nivel de disponibilidad. Los estudiantes de entre 13 a 18 años representó el segmento mayor de disponibilidad con un total de 79.5%, y finalmente en el caso de los estudiantes situados en el rango de entre 19 a 29 años correspondió a un 72%.

Así mismo, la encuesta arrojó que en el periodo escolar 2020-2021 se inscribieron un total de 32.9 millones de estudiantes. Sin embargo, 5.2 millones de niños y jóvenes quedaron fuera de las aulas virtuales en el presente ciclo escolar. Las causas identificadas se asocian a que los estudiantes consideran que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, o bien, por escasez de recursos económicos y problemas ocasionados por la COVID-19.

Por otra parte, la economía de las familias en el país tiene un impacto en la disponibilidad de recursos tecnológicos para acceder a clases virtuales. En este sentido, la encuesta demuestra que el 65.7% de los estudiantes utilizó un teléfono inteligente para tomar clases a distancia, el 18.2 % lo hizo a través de una computadora portátil, el 7.2% mediante una computadora de escritorio, el 5.3 con una televisión digital y el 3.6% con una tablet.

Los datos arrojados por la encuesta ECOVID-ED, reflejan que la conjugación de las carencias de acceso a recursos tecnológicos por dificultades en la economía familiar, el desenganche con la educación virtual y el nulo aprendizaje en la percepción de los estudiantes durante este periodo de contingencia sanitaria, ha impactado la opinión de los estudiantes del sistema educativo nacional para el regreso a clases presenciales.

Es importante recordar que actualmente, tres estados se encuentran en semáforo verde, 21 en amarillo, 8 en naranja y ninguno en rojo. Ante este panorama, podría visualizarse un pronto regreso a clases, sin embargo, las autoridades educativas han reiterado que el regreso a clases presenciales se realizará, cuando los estados del país se encuentren en semáforo verde.

 

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/alumnos-dispuestos-a-regresar-a-clases-presenciales-pero-condiciones-no-son-favorables/

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La salida no es hacia dentro

Por: Fernando Balius 

Los problemas psicológicos surgen en las relaciones y en ellas se encuentra su solución. Por eso creo de corazón que la salida a la asfixia provocada por una arquitectura individualista se llama solidaridad.

Foucault ya nos explicó aquello de que la locura existe necesariamente en sociedad. El sufrimiento psíquico, en sus distintos grados, tiene lugar dentro de un determinado conjunto de normas y relaciones. Lo que sucede en nuestras cabezas no puede ser considerado fuera del mundo en el que vivimos. No al menos si queremos intentar comprenderlo, si queremos atenuarlo.

Vivimos en un orden social capitalista y llevamos prácticamente un año atrapados en una pandemia que ha modificado nuestra existencia de formas que jamás nos habíamos planteado. Por descontado, ambas realidades están profundamente conectadas. La existencia de una crisis sanitaria planetaria no ha logrado desplazar la centralidad del dinero en todos los aspectos de la organización social, y la gestión de las patentes de la vacuna contra la covid-19 es quizás el exponente más cruel de ello. No es de extrañar entonces que, frente a un futuro que sin lugar a dudas se plantea oscuro y cuesta arriba, la angustia que nos atraviesa ofrezca un campo de negocio sin precedentes para una industria que vende eternos procesos de crecimiento personal, desarrollo espiritual y reinvención profesional. Sea cual sea la parcela desde la que se opere, la promesa siempre es idéntica: construir una existencia más plena y llena de sentido. Y para ello la consigna es replegarse en uno mismo, porque la salida es hacia dentro: un asunto íntimo de cada cual, una responsabilidad particular que hay que afrontar con la colaboración de profesionales cualificados para arrojar luz sobre las penumbras del ser humano.

El repliegue forzoso al que estamos siendo sometidos no ha mejorado la salud mental de nadie en mi entorno

La transformación individual como camino para acabar con nuestro sufrimiento psíquico es una idea que casi se vende sola. Encaja con todo cuanto nos han enseñado desde que tenemos uso de razón. Si te esfuerzas lo suficiente, si inviertes el capital necesario, puedes triunfar y alcanzar un estadio superior, y en el caso de no ser así, has sido educado de mil maneras para sentirte culpable y único responsable de la caída. Sin embargo, el repliegue forzoso al que estamos siendo sometidos no ha mejorado la salud mental de nadie en mi entorno. El confinamiento y el conjunto de restricciones que le han seguido no han traído de la mano ninguna iluminación, sino más bien letargo y pesadumbre. El tiempo pandémico que conozco transcurre mayoritariamente entre la pena y la ansiedad. Una vez hemos sido privados de nuestras relaciones con los demás y nos hemos quedado hurgando en nuestro interior, somos multitud quienes hemos experimentado un tipo u otro de colapso. Descartada la posibilidad de salir mejores de esta, aspiramos tan solo al mínimo daño posible. Precisamente cuando se han dado las presuntas condiciones objetivas para que una gran parte de la población pudiera emprender un viaje de autoconocimiento hacia el bienestar emocional, la realidad ha venido a recordarnos lo determinante que resulta el ambiente material y social en aquello que creemos que somos.

Supongo que hay quienes dirán que no nos estamos mirando a nosotros mismos de la manera adecuada, que no contamos con el asesoramiento correcto y necesario para poder alcanzar la transformación. Incluso que no la hemos deseado lo suficiente. Por mi parte, todo lo que respondería es: 2020. Un argumento tenaz –y quizás definitivo– contra toda forma de  atomización social. El despertar de mi conciencia no constituye ahora mismo ninguna prioridad en mi vida, no tengo intención alguna de conocerme mejor ni anhelo desarrollar un potencial oculto. Pero cuando echo de menos lo hago con una intensidad que ya apenas recordaba. Y me pierdo en los recuerdos para estar menos solo. Tengo más presentes que nunca a las personas que quiero, precisamente porque la mayoría no están y no hay perspectiva cercana de que lo estén. Lamento las amistades que descuidé y hago inventario de mis errores. En definitiva, pienso en el otro. Le necesito y a estas alturas ya estoy cansado de mí. Quizás por eso hace poco desperté pensando en cómo durante las primeras semanas del 15M salía al trote de la oficina para cruzar Madrid en la línea 1 de Metro y llegar a una plaza atestada en Vallecas. Eso es lo que realmente añoro. Y si ya lo hacía antes de que esta crisis estallase, ahora lo hago más y con mejores motivos.

La soledad es una experiencia central de las sociedades occidentales

¿No es acaso el aislamiento una de las características que definen este mundo que tanto daño nos hace? ¿No está en la base de todo ese espectro informe conocido como “trastornos mentales”? Hace algunos años presencié una ponencia de un psicólogo e investigador finlandés llamado Jaakko Seikkula, quien lleva décadas diseñando e implementando proyectos de intervención comunitaria con personas que tienen experiencias psicóticas. Su notoriedad internacional se debe a que dichos proyectos se asocian a un descenso en las tasas de diagnóstico de esquizofrenia en la población y a un incremento en las de recuperación (tal y como se refleja, por ejemplo, en Five-year experience of first-episode nonaffective psychosis in open-dialogue approach). Recuerdo que en un momento dado de su exposición afirmó que él no había conocido jamás a ningún “esquizofrénico”, que, frente a ese constructo que llamamos “esquizofrenia”, lo que realmente existe es un fracaso social y el aislamiento progresivo de algunas personas. Esta es una idea que comparto y extiendo a la mayor parte de diagnósticos psiquiátricos, y desde luego no lo hago a modo de especulación teórica, sino basándome en mi propia experiencia –así como en mis propios diagnósticos– y en la considerable cantidad de realidades que he conocido durante las más de dos décadas que llevo relacionándome con otras personas psiquiatrizadas. A mayor ensimismamiento y mayor deterioro relacional, más jodidos estamos.

El marketing nunca juega a perder. Siempre te va a hablar de cómo esa mierda está a punto de llegar a tu cuello, y de que si te valoraras lo suficiente, buscarías-comprarías todos los recursos posibles. Pensarías en ti, que sin duda te lo mereces. Disponer de recursos y herramientas es importante, sobre todo cuando son reales (y la mayor parte de ellos son básicamente humo, aunque ese es otro tema), pero algún día habrá que hablar de la mierda en sí. De lo contrario se corre el riesgo de que la vida pase entre bocanada y bocanada de aire, sin llegar a saber que se trata de un problema común.

No hay mecanismo de alienación que pueda ocultar por completo el hecho de que nuestra individualidad se configura a través de la relación social. Son demasiadas las pistas que nos llevan a ello. Los problemas psicológicos surgen en las relaciones y en ellas se encuentra su solución. Por eso creo de corazón que la salida a la asfixia provocada por una arquitectura individualista se llama solidaridad.

Fuente e imagen: https://ctxt.es/es/20210401/Firmas/35590/salud-mental-solidaridad-relaciones-Jaakko-Seikkula.htm

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Mujeres mayores: El enfoque olvidado

Por: Pilar Azorín*

Este año que ha pasado ha tenido duras y gravísimas repercusiones para las personas mayores.


La pandemia mundial provocada por el COVID 19 ha derivado en una situación de crisis generalizada en todo nuestro territorio, agrandando aún más las desigualdades sociales y en especial en lo que afecta a las mujeres, y si nos centramos en nosotros los mayores, nuestro colectivo tan vulnerable, hemos visto acrecentada la desigualdad durante esta crisis sanitaria.

Muchas personas mayores han estado mayormente abandonadas, pues la vejez está «claramente feminizada». Las mujeres somos mayoritarias en la vejez, superando en un 32 % a los hombres.

Y hoy me toca hacer un examen de conciencia para manifestar que las personas mayores hemos estado solas. Solas y abandonadas durante este terrible año de pandemia. Y no es un problema que ha surgido de repente, no ha sido el COVID 19, ni el confinamiento o el temor a no contagiar o ser contagiados.

Estábamos solos y solas.

Y no lo merecemos, pues la mayoría de las personas mayores lo hemos dado todo, hemos sufrido una guerra, divisiones de familias enteras por caer en este o en el otro frente; nos hemos calentado en invierno con el carbón que desprendían los trenes al llegar a la estación de Atocha y que, siendo niñas, recogían en sus faldas para llevarlo a sus casas.

Muchas de nosotras dejamos de estudiar con 14 años y fuimos aprendizas de modistas, de sastras. Trabajaron en la primera camisería en Sol, que luego sería un imperio (El Corte Inglés) y hablo de una generación de mayores, que conozco bien, hago voluntariado con este grupo realizando desde hace años un taller de memoria.

Tienen más de 80 años y en un juego recurrente que les propongo en Navidad “y si te toca la lotería…”. Todas se lo darían todo al hijo en paro, al nieto o nieta para que estudie. Sí, no se quedarían nada.

Y hablo de un perfil muy modesto, con pensiones mínimas y ayudas sociales y parroquiales. Sin ascensor en sus viviendas y, en ocasiones, sin calefacción central.

Pura generosidad.

Y cuando llega el día de venir al taller de memoria, llegan antes de la hora, guapas, pintadas y arregladas como para ir “a misa el domingo” y cuando terminamos no se levantan de la silla. Vienen con tanta ilusión.

Porque ya no socializan apenas, porque a excepción de nuestro taller y de la misa dominical y alguna consulta médica, viven solas. Y todas, sin excepción, tienen familia, hijos e hijas, nietos de los que se sienten muy orgullosas pero que apenas les atienden.

Tampoco ellas lo demandan. No quieren molestar.

Y hablo en femenino, aunque hay 2 o 3 maridos vivos, la mayoría son viudas y al taller vienen solas, hasta este último año que se incorporaron 2 matrimonios. Aquí tengo que contener las lágrimas, pues una de las parejas ya no vendrá más. Primero falleció ella y a la semana él se desplomó. Y del otro matrimonio, también nos dejó Justina.

Y otra alumna, Paquita, la más “picante” de mis alumnas, 97 años, que perdió a un hijo por el COVID 19, murió de pena a los pocos días.

Y siguen solas, y en algún caso que acabo de conocer, son maltratadas, por su marido, por sus hijos que no las atienden y/o miran hacia otro lado.

La sociedad entera ha mirado hacia otro lado.

No hemos aprendido de nuestros antepasados, que veneraban a sus ancianos y los hemos “aparcado” en residencias (donde se les ha dejado morir) o en sus casas, a veces supliendo nuestros afectos y compañía pagando a cuidadoras que limpian nuestras conciencias.

ALGUNOS DATOS SOBRE PERSONAS MAYORES Y VIOLENCIA
Investigadores hablan de cuatro características específicas de la violencia de género en las relaciones de pareja en edades avanzadas:

1.- El inicio de la relación cuando no había conciencia de género.

2.- La larga duración de la violencia en el tiempo.

3.- La utilización de la edad como herramienta de daño.

4.- Y la normalización de la violencia de baja intensidad.

Tanto el entorno cercano a las mujeres mayores como el conjunto de la sociedad e instituciones públicas tienen un papel fundamental para poder terminar con una relación violenta y emprender un proceso de recuperación.

Los hijos e hijas mayores pueden ser un elemento facilitador y de apoyo, pero también pueden suponer una barrera adicional en algunos casos.

Por ello, es importante realizar campañas de sensibilización que también interpelen a los hijos e hijas mayores. Asimismo, incrementar la formación con perspectiva de edad y de género, especialmente, en el ámbito de la salud y la atención sociosanitaria con la implicación de todas las instituciones, Policía, Ayuntamientos y otras (con las que nos une una autentica colaboración y compromiso )

Múltiples estudios indican que la atención primaria juega un papel crucial a la hora de detectar situaciones de violencia y es muy importante que el personal sanitario sepa reconocer situaciones de violencia de género en mujeres mayores y evitar conductas «edadistas», como asociar algunas dolencias a la edad sin indagar en profundidad las verdaderas causas.

Además, el fomento de redes de apoyo es fundamental para abordar problemas como la soledad o el abandono que afecta a las mujeres mayores y que supone un freno para poder salir de una relación violenta.

La realización de actividades lúdicas y de formación destinadas a mujeres mayores también juegan un papel muy importante en la recuperación y puede ayudar a encontrar nuevas amistades y reforzar redes de ayuda y apoyo durante la vejez.

Por último, es esencial que se pongan en marcha campañas específicas para eliminar el «edadismo» en la sociedad, fomentar el trato igualitario hacia las personas mayores, incentivar el empleo y la independencia económica en mayores de 50 años y fomentar una imagen distinta de la vejez, en la que emprender nuevos proyectos vitales sea posible.


Fuente e imagen: https://tribunafeminista.elplural.com/2021/03/mujeres-mayores-el-enfoque-olvidado/

Sobre la autora: Pilar Azorín Presidenta de la Comisión de Igualdad y Derechos de Emancipatic y también del Colegio de Procuradores de Madrid

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Habitar en un mundo grande y terrible. Algunos apuntes sobre salud; mental, juventud y política

Por: Manuel Romero Fernández

«La pandemia de angustia mental que aflige nuestros tiempos no puede ser correctamente  entendida, o curada, si es vista como un problema personal padecido por individuos dañado» Mark Fisher

La redacción de este artículo es el resultado de varios meses de trabajo. Sentarse a escribir sobre  ansiedad y depresión mientras la experimentas es como asomarse a un pozo interior que no sabes  donde acaba -lo más probable que en otra crisis de ansiedad o ataque de pánico. Así que finalmente  me decidí a hacerlo asumiendo la escritura como uno más de los muchos ejercicios de exposición que  hice durante las sesiones de terapia.

Después de llevar más de medio año sufriendo episodios de ansiedad y pánico y un fuerte trastorno de angustia, no se me ocurre una mejor forma de describir esta espantosa experiencia que aquellas  palabras de Antonio Gramsci que decían que vivimos en un mundo grande y terrible. Creo que los  dos adjetivos que utiliza describen a la perfección como se nos presenta la cotidianeidad a las personas  que padecemos síntomas ansioso-depresivos: como una realidad inabarcable que acentúa nuestra  vulnerabilidad y una sensación de malestar dominada por pensamientos negativos sobre todo lo que  nos rodea. Además, lo virtuoso de estas palabras es que no reflejan únicamente la percepción  individual del afectado, también describe en lo que se ha convertido el mundo que habitamos en la  etapa del capitalismo tardío: un caos globalizado en el que predomina el desarraigo y la incertidumbre.

Pese a que es cierto que el padecimiento de la ansiedad o la depresión se proyecta en vivencias muy  personalizadas, los orígenes de mi enfermedad es probable que no difieran en gran medida de las  causas que han empujado a otras personas a pasar por lo mismo. Mi vida en los últimos años, como  la de la gran mayoría de la gente de mi generación, se ha convertido en una carrera de fondo repleta  de obstáculos que tiene como meta la acumulación de méritos (académicos, laborales, personales,  etc.). Los jóvenes ya no tenemos biografía, sino curriculum vitae. Para los que estamos buscando  abrirnos paso en la academia los riesgos de padecer algún tipo de malestar mental son bastantes altos.  Según un estudio publicado en la revista Nature, nada más y nada menos que un 41% de las personas  que se encuentran doctorando sufren ansiedad, y un 39% depresión1. Para un análisis pormenorizado  de los problemas de salud mental asociados a la investigación recomiendo encarecidamente leer el  artículo El coste mental de la carrera investigadora, publicado en el diario El Salto2. Crecimos  haciendo de la cultura del esfuerzo, el relato por el que se suponía que si te dejabas la piel en algo  obtendrías compensación, nuestro habitus, y ahora estamos atrapados en una crisis cíclica de  sacrificios sin recompensas o, a lo sumo, con recompensas poco satisfactorias. El futuro se nos  presenta como una reiteración ad infinitum del pasado, la linealidad progresiva de la modernidad se  ha desvanecido dejando paso a la repetición de corto plazo. No es extraño entonces que la ansiedad,  cuya definición clínica es la activación desproporcionada del sistema nervioso central ante la  anticipación de un escenario futuro, se haya integrado a nuestro estado de ánimo normal.

Es habitual describir la depresión o la ansiedad como un trastorno pasajero y restarles la importancia  que se merece, pero la realidad, lamentablemente, es mucho más trágica y nos enseña que a estos  desórdenes mentales también es necesario sobrevivir y que, además, dejan una fuerte impronta en el  desarrollo posterior de la vida. Las estadísticas de suicidio entre los jóvenes nos muestran un  panorama desolador. Ya en el año 2017 la tasa de suicidio en los menores de 25 años se había  triplicado respecto a los inicios de 1990 -no es casualidad, como comentaba Franco Berardi «Bifo»  en su libro La fábrica de la infelicidad: nuevas formas de trabajo y movimiento global (Traficantes  de Sueños, 2003), que el incremento del consumo de Prozac en los 90 viniera ligado al nuevo  paradigma económico del neoliberalismo. Aún no podemos medir con datos el impacto real de la  pandemia sobre la salud mental de los más jóvenes, pero aún así creo que ya es posible intuir que  tendrá unas consecuencias terribles nada más que hablando con los círculos de amigos más cercanos.  No me cabe la menor duda de que la situación será mucho más dramática. En mi caso particular,  desde que comencé a sentir los primeros síntomas ansioso-depresivos después del primer  confinamiento estricto, ha habido momentos en los que he tenido la sensación de tener que hacer un  esfuerzo mayúsculo para sobreponerme a la vida. Recuerdo que en varías ocasiones, familiares y  amigos con las mejores intenciones, me han dicho eso de «no te preocupes, tienes toda la vida por  delante», y para mi, estas palabras, más que un consuelo, resonaban como una penitencia: el vértigo  brutal de tener que cabalgar por inercia hasta el final en un estado de absoluta anhedonia.

Hace tiempo que la juventud se ha convertido en una suerte de Sísifo a la inversa. Si en el mito  popularizado por Camus este empuja hacia arriba una piedra muy pesada que caía antes de llegar a la  cima, la tarea heroica de los jóvenes es la de sostener una losa insoportable mientras caminamos hacia  abajo por una pendiente muy pronunciada y resbaladiza. El lastre que cargamos a la espalda está  compuesto por múltiples factores imbricados entre sí. Uno de ellos, como comentaba más arriba, es la carrera de obstáculos laboral, pero a este se le suman muchos otros. Desde el crac financiero de  2008 hasta nuestros días, la renta de los jóvenes de entre 16 y 24 años es un 4,2% más baja.  Contrariamente a lo que se podría pensar, que alcanzaría sus mínimos durante la crisis para después  comenzar a crecer, o al menos se estabilizaría, los ingresos continúan en caída libre. Esto implica,  además, que la brecha generacional entre los mayores de 65 y los menores de 30 es mucho mayor, ha  pasado de un 8% en 2008 a más de un 28% en 20203, es decir, nos aproximamos a un abismo  generacional. La pauperización de la juventud va de la mano con unos precios de los alquileres cada  vez más inflados, una trayectoria creciente que únicamente ha podido ser truncada por los efectos  sobre el turismo y, por lo tanto, sobre Airbnb, que ha tenido la pandemia de la COVID-19. Esta serie  de factores convergen en lo que el politólogo Pablo Simón explicaba en televisión hace unos días, la  diferencia de la situación actual de los menores de 35 años con respecto a las generaciones anteriores  se encuentra, básicamente, en la ausencia de expectativas de futuro. Antes, al menos, se vislumbraba  un horizonte. De nuevo, la linealidad de la carrera de vida ha quedado interrumpida. La cancelación  del mañana tiene un rostro cada vez más visible.

Probablemente, el mayor reto que la juventud tiene por delante es el de hacer del malestar  generalizado en todas sus formas una potencia política transformadora. Es importante, y este es el  motivo principal por el que finalmente me decidí a escribir este artículo, que combatamos esa idea  tan arraigada en el imaginario social de la enfermedad mental como un problema individual y que lo  señalemos como lo que realmente es: un problema de salud pública. El estrés, la ansiedad, la  depresión o el pánico entre los jóvenes es cada día que pasa más frecuente en nuestras sociedades y  su normalización es el resultado de un largo proceso de privatización de la enfermedad. Además, la  creciente medicalización de la vida se presenta como una consecuencia lógica de la individualización  de las patologías. Unas décadas atrás, por ejemplo, cuando presentabas síntomas de estrés laboral el  médico te recomendaba sindicarte, ahora, sin embargo, te receta un cóctel explosivo de ansiolíticos y  antidepresivos. En el capitalismo tardío hemos sustituido los convenios colectivos por alprazolam. Al reducir toda esta serie de malestares a una perturbación del funcionamiento neurológico normal, o a  un trauma vivido durante la infancia, eliminas la posibilidad de un cuestionamiento colectivo y, por  lo tanto, de una transformación radical de la estructura que los produce. Parafraseando a Mark Fisher,  me atrevería a decir que en tiempos de depresión generalizada la tarea de repolitizar el ámbito de la  salud mental es urgente si la juventud quiere ser capaz de desafiar el realismo capitalista y construir  un futuro en común.

Coordinador del Instituto de Estudios Culturales y Cambio Social

Fuente e imagen: Ctxt.es contexto y acción

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