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Libro (PDF): La aventura de comunicar : experiencias de investigación aplicada

Reseña:         CLACSO

 

Lo que se plasma en los trabajos aquí expuestos destaca la multiplicidad de procesos en los cuales está inmersa la comunicación. Objetos de análisis que van desde la cultura, la política hasta el deporte. En cada uno se muestra una óptica en la cual, las autoras y el autor, reflejan sus intereses, la experiencia que cada uno obtuvo al desarrollar sus investigaciones y, desde luego, el lugar que ocupa la comunicación en el fenómeno que analizan. Más allá de la aportación analítica de cada trabajo se ilustra claramente que la comunicación–cultura es el eje que, de manera transversal, implica los fenómenos sociales y en ello tenemos todavía mucho que trabajar para comprenderlo en su diversidad y complejidad.

 

Autor/a:                          Corral Velázquez, Gabriel A.  

 

Editorial/Editor:          Universidad Autónoma de Querétaro

Año de publicación:    2020

País (es):                          Mexico

Idioma:                             Español.

ISBN :                                 978-607-513-491-8

 

Descarga:                  Libro (PDF): La aventura de comunicar : experiencias de investigación aplicada

 

Fuente  e Imagen:    http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?novedad=si&c=mx-066&d=15186

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Maestros temen regresar a clases presenciales, revela encuesta

Por: Paulette Delgado

Ante la incertidumbre sobre cómo será el regreso a clases en otoño, Education Week se acercó a educadores, directores y líderes de distrito para descubrir si están preparados para volver.

Aunque el ciclo escolar está terminando, ahora a medida que las restricciones impuestas para evitar contagios por coronavirus se están levantando, muchos educadores y familias se enfrentan a la pregunta: ¿Y ahora? ¿Qué sigue? ¿Qué pasará cuando regresemos a clases?

Para descubrir qué opina la comunidad académica, Education Week encuestó a cerca de 2 mil maestros, 477 directores y 446 líderes de distrito. El estudio reveló puntos clave incluyendo qué sucederá con aquellos alumnos que tengan problemas de salud, ¿regresarán a clases presenciales o deberán continuar las clases remotas?

El panorama es incierto. En México, los casos de contagiados por COVID-19 siguen aumentando, y en Estados Unidos se pronostica llegar a 200 mil muertos para septiembre. Ante esta situación toca a las instituciones debatir si es mejor continuar las clases en línea o reabrir sus puertas.

Nerviosismo ante la reapertura de los centros educativos

Ante la posibilidad de volver a las clases presenciales tras la cuarentena, el 65 % de los maestros creen que las escuelas deben permanecer cerradas para evitar más contagios. Por el contrario, el otro 35 % restante creen que deberían abrir ya que ayudaría a regresar más rápidamente a la normalidad. Los que más apoyan la reapertura son los maestros y directores de bachillerato que aquellos con alumnos de niveles primaria y preescolar. Además, aquellos que no tienen personas cercanas con problemas de salud son más propensos a buscar la reapertura, según reveló la encuesta.

Aunque en el caso de Estados Unidos, la posibilidad de reabrir las escuelas varía de estado a estado. En Hawái, por ejemplo, casi la mitad de los directores tienen cerca de 55 años o más, mientras que en Illinois sólo el 9 % está en ese rango de edad. En general, el 9 % de los encuestados tienen 65 años o más, población que se considera como de  más riesgo. Este escenario también hace que los distritos escolares tengan que pensar en planes personales para proteger a los educadores de la tercera edad y atender escasez de personal en caso de que muchos no puedan regresar.

Aunado a la edad, 1 de cada 3 educadores contestaron que tienen problemas médicos que los pone en riesgo ante el virus. Más específicamente, el 36 % de los maestros, directores y líderes del distrito confesaron contar con una condición física asociada con los efectos del coronavirus. Además, el 69 % informaron que un familiar cercano son población de riesgo.

Cossondra George, maestra de Michigan que tiene asma y 59 años de edad, expresó su nerviosismo ante la posibilidad de regresar a clases, «Estoy realmente preocupada por mi salud, estoy preocupada por la salud de mis alumnos. Siento que abrir escuelas de nuevo tiene que ser un proceso realmente bien pensado». Además, expresó que tiene más dudas que respuestas al respecto, en especial cuando se trata de mantener la distancia social.

Education Week también reveló que el 76 % de los encuestados están “algo o muy preocupados” por las consecuencias que podría traer para su salud tener clases presenciales en otoño. Este porcentaje cambia según la zona, en zonas urbanas el 34 % de los educadores están preocupados ante esta posibilidad, pero sólo el 22 % de los maestros en zonas rurales. Este porcentaje se ve afectado por el número de maestros en riesgo (35 % versus 21 %).

Deserción docente pospandemia

Otro problema que enfrenta el sector educativo es que muchos docentes están considerando abandonar la profesión por la pandemia. Pero este porcentaje es engañoso, ya que aunque 1 de cada 5 maestros piensan abandonar las aulas, el 38 % de ellos ya consideraban retirarse antes de que sucediera la cuarentena.

El impacto que tuvo el coronavirus se ve reflejado en el hecho de que un 12 % de los encuestados no pensaban abandonar la profesión antes de la pandemia pero ahora lo están reconsiderando, provocando una rotación de maestros muy grande. De estos, el 79 % confiesa que parte de su decisión se basa en que tienen a algún ser querido con una condición que los pone en riesgo, por lo que no los quieren arriesgar.

Esta rotación de educadores presenta un riesgo para los distritos escolares ya que muchos pueden tener recortes presupuestarios que podrían conducir a no reemplazar a esos maestros y a despedir a otros.

¿Cómo será el regreso a clases, presencial, en línea o híbrido?

Aunque el cambio al aprendizaje virtual ha frustrado a muchos maestros, comentan que el cambio los obligó a aprender nuevas habilidades tecnológicas y métodos de enseñanza para llegar a los estudiantes de manera más efectiva. Ante los retos de la enseñanza en línea, los docentes que participaron en la encuesta confesaron que se sienten menos efectivos en esta modalidad pero esta no es una razón para pensar en renunciar, incluso si el regreso a clases en otoño es virtual.

Está claro que las interacciones en persona son clave en la educación y ayudan a los maestros a sentirse más motivados y efectivos, pero el nivel de productividad depende del rol. El 82 % de los docentes contestaron que trabajan mejor en las escuelas, comparado con un 64 % de los líderes del distrito.

Además, la perspectiva de muchos docentes ha cambiado tras la pandemia. Liz Russillo, profesora en Rhode Island señala que el cambio hacia el aprendizaje remoto la ha «obligado a utilizar la innovación y la creatividad para las evaluaciones más críticas al tiempo que destaca la importancia de la relación profesor-alumno. Nunca más daré por sentado que el estudiante que se presenta temprano para la clase para contarme sobre su fin de semana o el estudiante sentado en la parte de atrás del salón, tratando de permanecer fuera del radar, porque está teniendo un mal día».

A pesar de la incertidumbre, la posibilidad de regresar a clases los educadores se mantienen positivos. El 80 % confían que el mismo porcentaje de sus colegas regresarán a sus aulas el siguiente ciclo escolar, incluso si las clases no son presenciales o son híbridas.

La encuesta reveló fue que el 24 % de los educadores no piensan regresar si no hay un buen plan para implementar medidas de distanciamiento social efectivas. Sin embargo, el 35 % creen que estas medidas sólo harán más difícil que los estudiantes regresen, lo que provocaría implementar soluciones como sesiones dobles o más trabajo para los docentes.

Tras la implementación a nivel mundial de la enseñanza remota de emergencia,  es normal pensar que la educación en tiempos de coronavirus es un maestro interactuando por medio de herramientas como Zoom con sus alumnos pero este no es siempre el caso. Según la encuesta, 48 % de los participantes contestaron que sus clases se llevan a cabo a través de videoconferencias en vivo donde pueden hablar con los alumnos y estos tienen la oportunidad de interactuar con sus compañeros. Este tipo de participación se ve afectado por los niveles educativos. El 56 % de los docentes de primaria tienen clases en vivo, mientras que sólo el 40 % de maestros de secundaria y un 38 % de bachillerato lo hacen.

El estudio también reveló que entre los docentes que sí tienen clases en vivo, el 59 % dedica una hora o menos en hacerlo, ya que tratan de ajustarse a la disponibilidad de los padres y no abrumarlos. Algunos directores de distrito incluso pidieron a las escuelas que no se enseñen ningún material nuevo ya que muchas familias no cuentan con las capacidades docentes para administrar la enseñanza en el hogar.

Brecha digital y problemas de comunicación

En cuanto a la comunicación entre directores con maestros, familias y estudiantes, según Education Week menos de la mitad lo hace diariamente. Para ser específicos, 47 % de los directores interactúa todos los días con los alumnos y sólo el 17 % lo hace con las familias, cosa que hacían de manera frecuente cuando las escuelas estaban abiertas.

Uno de los puntos clave de la encuesta fue la participación de los estudiantes. Para el  76 % de los maestros encuestados, la participación de los alumnos ha ido disminuyendo. Esto puede provocar erosión académica, especialmente para aquellos alumnos de escasos recursos ya que pueden no tener acceso a las herramientas necesarias para continuar sus clases y comunicarse con los maestros. Además, dedican menos tiempo a sus clases, sólo una o dos horas, una hora menos de lo que los educadores reportan que invierten en ellos. Por su parte, los docentes también reportan que la poca participación provoca que ellos enseñen menos contenido nuevo.

Sobre este tema, Michael Casserly, líder del Consejo de las Escuelas de la Gran Ciudad dijo que la brecha es preocupante. “La imagen es muy desigual. No todos nuestros niños tienen acceso a las mismas cosas. Si estos patrones persisten, podrían crear una ‘subclase permanente’ de jóvenes que carecen de las habilidades para el trabajo y la responsabilidad cívica, una inequidad que daña la economía nacional y ofende el sentido de equidad moral».

Uso de herramientas para el aprendizaje en línea

El último punto que aborda la encuesta es si la videoconferencia es la principal herramienta que usan los educadores, especialmente aquellos de ciencias, matemáticas, lenguaje y arte. El 72 % de los encuestados creen que es una manera efectiva de enseñar ciencias, otro 63 % que es una buena forma de enseñar lenguaje y arte un 57 % confirman que les sirve para enseñar matemáticas.

Aunque las videoconferencias no son las únicas herramientas que utilizan. En el caso de ciencias, hacen experimentos con materiales caseros. Con lenguaje y arte, utilizan plataformas como Google Docs o Word Online y el uso de videos pregrabados es otro método que utilizan los maestros de matemáticas.

Debido a que aún no se tiene una vacuna y parece que el COVID-19 seguirá presente en otoño, las escuelas tienen que tomar en cuenta todos estos factores a la hora de pensar abrir sus puertas y, sobre todo, cómo lo harán. Es fundamental cuidar la salud y bienestar no solo de los estudiantes sino también del profesorado y personal. Plantear soluciones y alternativas para aquellos maestros que temen enfermarse o contagiar a sus familiares y cuidar especialmente a aquellos que son vulnerables al momento de planear el siguiente ciclo escolar y el enfoque que tendrá.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/maestros-temen-regreso-poscovid

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China: Universidades china y rusa celebran foro en video sobre COVID-19

Asia/China/21-06-2020/Autor(a) y Fuente: spanish.xinhuanet.com

Estudiantes universitarios chinos y rusos participaron en una discusión en grupo en el marco de un foro celebrado el martes a través de video en Hefei, capital de la provincia oriental china de Anhui.

Más de 40 profesores y estudiantes de la Universidad de Medicina de Anhui (AMU, siglas en inglés) y la Universidad Federal Báltica Immanuel Kant (IKBFU) intercambiaron puntos de vista durante más de dos horas sobre una amplia gama de temas, entre ellos, la propagación, la prevención y el tratamiento de la neumonía causada por el nuevo coronavirus, así como las actividades voluntarias de estudiantes durante la pandemia.

China tiene una rica experiencia en el tratamiento, prevención y control de la COVID-19, la cual es de gran utilidad para Rusia, dijo Evgeniy Lyubiviy, profesor de la IKBFU.

«El foro en línea nos ha acercado y construyó una nueva plataforma para la comunicación entre ambas universidades», señaló a su vez la rectora de la AMU, Cao Yunxia.

En diciembre del año pasado, Alexander Fedorov, rector de la IKBFU, encabezó una delegación para visitar la AMU, y firmó un acuerdo de cooperación con ese centro de educación superior.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2020-06/17/c_139145975.htm

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Doomscrolling: Una amenaza para la salud mental

Por: Sofía García-Bullé

Nuestro cerebro está programado para dar prioridad a las malas noticias. 

Aunque progresivamente diversos países han iniciado la “desescalada”, esta cuarentena por COVID-19 nos ha dejado varios estragos, entre ellos, el uso tal vez excesivo de contenido online al convertirse en la fuente principal de nuestra información, entretenimiento e interacción. En artículos anteriores hemos hablado de cómo la enorme cantidad de contenidos en redes y sitios en Internet son un factor clave para desarrollar adicción a la información.

Esta necesidad de consumir una gran cantidad de contenidos durante la mayor parte del día, toma un giro oscuro cuando la mayoría de la información que circula son malas noticias. Desde la cobertura de la pandemia, hasta la de problemas sociales cuyo punto de ebullición ha llegado, es prácticamente imposible que una gran mayoría de los contenidos que recibimos mientras recorremos nuestra feed sean negativos, estresantes o deprimentes.

Sin embargo, debido a nuestros patrones de consumo de contenidos ya establecidos desde antes de la pandemia y la suma de estos eventos, continuamos desplazándonos a través de este cluster de noticias. A esto se le llama doomscrolling” o “doomsurfing”, y podría estar afectando nuestra salud mental más de lo que nos percatamos.

¿Qué es el doomscrolling y por qué puede ser dañino?

En una época de incertidumbre como la que vivimos actualmente, la información es uno de nuestros mecanismos más básicos de defensa. Estar informados nos hace sentir seguros, nos da las herramientas para saber cómo navegar una crisis. Pero el exceso de información sobre una situación negativa puede tener efectos psicológicos adversos, sostiene Graham Davey profesor emérito de Psicología en la Universidad de Sussex.

Davey explica que la forma en la que la información es presentada y cómo la acceden los usuarios ha cambiado significativamente en los últimos 15 a 20 años. Estos cambios tienen un efecto de detrimento en la salud mental de las personas.

“Nuestros estudios también muestran que este cambio en el humor general  exacerba las preocupaciones personales de los lectores, aún si esas preocupaciones no están directamente relacionadas con las noticias que reciben”.

De acuerdo con el profesor, las noticias actualmente se vuelven cada vez más visuales e impresionantes, además de estar mucho más a la mano gracias a la existencia de los teléfonos celulares y las tabletas. Estar expuestos constantemente a este tipo de noticias puede ser una experiencia intensa y causar síntomas como estrés, problemas para dormir, humor voluble, comportamiento agresivo, depresión o hasta estrés post-traumático.

“Nuestros estudios también muestran que este cambio en el humor general exacerba las preocupaciones personales de los lectores, aún si esas preocupaciones no están directamente relacionadas con las noticias que reciben”, afirma Davy. El profesor explica por qué es tan difícil dejar de navegar este océano de noticias negativas. Además de ser entretenido, el cerebro humano está diseñado para poner atención a noticias que nos asustan o nos agitan, a este principio se le llama sesgo negativo.

Loretta Breuning, ex profesora de administración en la Universidad Estatal de California y autora del libro “Hábitos de un cerebro feliz”, explica la tendencia cognitiva hacia el consumo de contenidos negativos. “En la naturaleza, nuestra supervivencia depende de encontrar recompensas y evitar el daño, pero evitar el daño tiene prioridad”.

Breuning, argumenta que el cerebro humano es naturalmente atraído a la información problemática porque está programado para detectar amenazas, no obviarlas. Lo anterior vuelve complicado ignorar las noticias negativas y ponerlas en pausa para buscar contenido positivo, nuestros cerebros están predispuestos, y la manera en que consumimos noticias lo refleja.

¿Cómo dejar de hacer doomscrolling?

No existe una única solución para detener por completo el problema del doomscrolling. Pero sí un conjunto de hábitos que podemos comenzar a aplicar para disminuir tanto el tiempo que pasamos consumiendo malas noticias como sus efectos.

Hábitos para disminuir el doomscrolling

Iniciar y mantener conversación en redes en vez de solo consumir contenido puede ser de ayuda para reducir el estrés producido por las noticias negativas. Un estudio que data del 2016, mostró que los usuarios que pasan más tiempo solamente leyendo y consumiendo contenido en forma pasiva sin iniciar conversación, son más propensos a desarrollar estrés que las personas que son más proactivas al momento de consumir contenido.

Conversar y exteriorizar tanto preocupaciones como temas positivos en línea puede generar un sentimiento de acompañamiento, el cual puede ser un apoyo auxiliar para generar menos tensión al momento de navegar contenidos.

Otra medida puede ser diversificar las aplicaciones y curar la calidad del contenido que se consume, tener aplicaciones que no se relacionen con contenido informativo, ser conscientes acerca de las horas que pasamos en línea y las actividades que realizamos, de forma que podamos poner límites al tiempo que pasamos en aplicaciones con contenido informativo.

La prioridad de mantenernos informados es innegable, pero para mantener nuestra capacidad de pensamiento crítico y la estabilidad mental para superar un estado de crisis prolongado es necesario otorgarle al cuidado de la salud mental un lugar más alto en la escala de prioridades. Mantener hábitos de consumos de noticias más saludables, es sin duda, un buen primer paso.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/doomscrolling
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Viralidad: Palabras que infectan la percepción de los hechos

Por: Sofía García Bullé

Las palabras que usamos tienen un rol importante en cómo construimos nuestra realidad e interactuamos con ella.

 

Las palabras y el lenguaje, hacen mucho más que sólo nombrar las cosas, dictan la forma en que nos relacionamos con ellas. El cómo elegimos hablar de algo, con qué palabras comunicamos lo que es un objeto o concepto, o la descripción de un evento implica un camino de dos vías. Así como a través del lenguaje definimos nuestra realidad, la forma en que usamos el lenguaje para este propósito define también como percibimos esta realidad.

Lo anterior se vuelve más obvio al ver la manera en que comunicamos y recibimos información durante la presente crisis de salud. Es sin duda revelador que una sola palabra, “viralidad”, presente ambas caras de la moneda, tanto para nombrar esta crisis, como en la forma en que forjamos nuestra realidad alrededor de ella.

La evolución de las palabras “virus” “viral” y “viralidad”

La palabra viralidad, en su primera acepción viene de virus, la palabra en latín para referirse un veneno líquido. La etimología de la palabra nos dice también sobre su semántica, el espectro completo de conceptos que pretende abarcar. Un veneno líquido fluye, se esparce con facilidad, su efecto es agresivo y difícil de detener, en algunos casos fulminante.

Son estas propiedades semánticas las que hicieron perfecta a la palabra virus para describir las patologías que se replican dentro del cuerpo y se esparcen a través del mismo. Desde tiempos antiguos hasta ahora, la definición primaria de virus, es la que nos habla de una condición patológica que se replica dentro del cuerpo de una persona y que podría tener la capacidad de saltar y seguirse replicando en otra.

Hasta aquí hablamos del significado literal y más sólido de la palabra, pero el concepto se complica cuando entra el sentido figurativo, la alegoría y la licencia política. El término virus saltó al mundo de la informática cuando Fred Cohen creó un software que se autoreplicaba y extendía a través de un sistema adhiriéndose a los programas dentro de este como forma de atacar los sistemas de seguridad de computadoras multi usuarios.

Esa fue la primera instancia de democratización de la palabra, cuando dejó de ser exclusiva del ethos médico y científico, y comenzó a colarse en el lenguaje que usamos todos los días.

La acepción que conocemos ahora es producto de la apropiación por parte de una semántica cimentada en la mercadotecnia y el manejo de la información. Richard Dawkins, renombrado biólogo evolucionista, se refiere a los memes (las primeras instancias de contenido viral), como el equivalente del DNA, y habla de su capacidad de replicarse como virus a través de la selección natural ejercida por la cultura que consume el meme. Este modelo de dispersión de la información es crucial para entender la forma en que recibimos los datos que forjan nuestra realidad. Especialmente en crisis de salud.

La información que describe nuestro entorno, no siempre es la más veraz, exacta o cierta, es la que ha sobrevivido la selección de curación de contenidos, algoritmo y replicación a través de la audiencia que comparte determinada pieza de información.

Virus de la desinformación

Los momentos, videos, publicaciones y contenidos virales, así como sus reacciones, ya sea de apoyo o indignación, han sido parte de la cultura desde mucho antes de que existiera el Internet pero el lenguaje que nos ha traído el constante uso de las redes, nos ha hecho incorporar la palabra a nuestro vocabulario diario para describir los contenidos que más impacto tienen, los que más compartimos y forman una imagen colectiva de los hechos alrededor de nosotros.

“Necesitamos pensar diferente sobre nuestro ecosistema de información. Las metáforas que usamos ayudan a formar lo que pensamos acerca de nuestra responsabilidad”.

Los mecanismos que empujan la información hacia nuestras historias, redes y buzones ya no se rigen por popularidad ni veracidad, sino por algoritmos e interés. Estos algoritmos incentivan el contenido con el que los usuarios ya han interactuado previamente. No proporcionan contenido nuevo diferente, solo el mismo que han estado consumiendo.

Esto es potencialmente peligroso cuando la información que se replica atañe a eventos reales, ya que crea cámaras de eco y refuerza el sesgo de confirmación de los usuarios. Al final, nadie es informado de lo que sucede, solo recibimos contenido que confirma lo que ya pensábamos previamente.

Esta información, que puede ser sesgada, incompleta o falsa, se replica dentro de los grupos en los que el algoritmo ya descifró un patrón de contenido de acuerdo al consumo de los usuarios. Así es como se surge y se expande un virus de desinformación.

Whitney Phillips, profesor asistente de comunicación y estudios de retórica en la Universidad de Syracuse, se ha especializado en investigar cómo la información y las ideas extremas son amplificadas para alcanzar públicos cada vez mayores, a través de la cobertura de medios y la publicación de contenidos en redes sociales.

Phillips explica que uno de los mayores peligros del virus de la desinformación es la tendencia que tendemos a pensar a que nosotros no estamos contagiados. Pero cada persona que escribe un contenido basado en información sesgada que ha recibido solo por los algoritmos o cámaras de eco se convierte en un portador del virus, y lo transmite a otro en el momento en que replica el contenido recibido.

Estos usuarios pueden ser asintomáticos en el sentido de que el contenido que comparten no tiene una consecuencia real para ellos, pero eventualmente la información sesgada o falsa tendrá efecto sobre alguien más.

Si se trata de información sobre el COVID-19, por ejemplo, puede pasar que si una persona publica que las reuniones familiares no representan riesgo alguno de contagio, es muy posible que un grupo de personas que hayan recibido la información y hayan decidido tener una reunión familiar, sí sufran de contagio. De la misma forma que una persona puede tener un cuadro asintomático de COVID-19 y otra puede caer gravemente enferma por el mismo virus.

“Necesitamos pensar diferente sobre nuestro ecosistema de información. Las metáforas que usamos ayudan a formar lo que pensamos acerca de nuestra responsabilidad”. Phillips da en el clavo acerca de porqué el uso continuo del término “viralidad” para referirse al manejo de la información presenta un alto riesgo para los mecanismos de desinformación que tenemos hoy en día. Un virus, como mencionamos al principio, es una patología, al usar la palabra lo que describimos es un conjunto de células que se replican sin conciencia ni intención, invadiendo un organismo.

Compartir y manejar información no es una patología, es una decisión por parte de quienes producen la información y la dirigen a las cámaras de eco, así como de quienes la replican. La diferencia entre las células y las personas, es que las personas tienen conciencia, capacidad de aprendizaje y capacidad de pensamiento crítico. El éxito de este “virus de la desinformación”, radica en lo mucho que parecemos olvidar esto.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/viralidad-desinformacion

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Comunicación, cultura y poder

Por: Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo y Edwin Nazaret León Jiménez

“En el límite, la diferencia completa hace imposible la comprensión. Los que son radicalmente diferentes […] no pueden comprenderse mutuamente. Por eso, para construir la «armonía» entre clases sociales antagónicas, la condición necesaria es la sumisión, esta crea el espacio semiótico [comunicativo] de homogeneidad entre opresores y oprimidos.” Francisco Pineda.

Es a través de la cultura como en el homo sapiens sapiens se instala una naturaleza que es ajena a todas las especies animales que lo acompañan, la naturaleza cultural. Al crear la cultura el hombre crea otra naturaleza que lo alejará del reino animal cada vez más, llegado un momento, el retorno es impensable.

En los análisis teóricos desarrollados por la escuela histórico cultural se concluye que todas las funciones psicológicas superiores tienen un origen histórico cultural. Con ello se afirma que el hombre es el diseñador del hombre, que las habilidades conque hoy contamos fueron creadas por nosotros mismo en el proceso de crear la vida y la historia. De manera que al crear nos creamos a nosotros.

En el proceso de aprender la cultura que no es otra cosa que aprender lo humano el hombre se diseña a sí mismo; esto es, se aprende a ser un hombre y una mujer pertenecientes a una época y lugar muy específicos. El concepto de mediación resulta fundamental para comprender todo este proceso de culturalización del hombre. Mediación significa primeramente que el cachorro humano no entra por si solo en el conocimiento de la cultura sino que lo hace de la mano de los adultos, de aquellos que ya se constituyeron en lo esencial y lo ayudan a entender su lugar y el de los objetos de los que podrá disponer para garantizarse sustento. En el proceso de la humanización son la actividad objetal mediada y la comunicación los procesos fundamentales en los que se gesta la eclosión individual de un sujeto que es primariamente social.

A la vez la cultura se ha creado en el contexto de específicas relaciones humanas y, por ende, porta la naturaleza y el espíritu de esas relaciones. Relaciones de igualdad y dignidad propician la creación de una cultura con esta naturaleza; y relaciones de explotación, posibilitan el desarrollo de una cultura de la explotación en la que las diferencias e injusticias económicas condicionan todas las relaciones que se han de desarrollar socialmente. En este sentido debe considerarse lo que expresa Acanda (2002) cuando afirma:

“La cultura es siempre políticamente funcional a los intereses de las distintas clases. La clase dominante es hegemónica a su control de la producción cultural. Este es el punto de anclaje fundamental de la dominación. Es por eso que la emancipación político – económica de las clases subalternas es imposible sin su emancipación cultural”. (ACANDA, 2002, pág. 294)

La clase dominante logra que las restantes sueñen sus sueños como propios y busquen las expectativas de la clase que las domina, como si fuesen auténticas expresiones de su propia libertad. El modo de lograrlo es complejo y las vías múltiples y diversas. Puede asegurarse que tanto las clases dominadas como aquellas que dominan llegan a vivir el mismo espacio de sometimiento como una experiencia natural y deseable. La experiencia de explotar y ser explotado se incorpora a todas las dimensiones de la creación y la vida humana y, especialmente en la esfera de la comunicación. Los modos y los términos para comunicarse forman parte del propio proceso de creación humana y por tanto naturalizan la dominación in-visibilizándola. Es por ello que Barbero (1987) plantea que:

“Más que de medios, la comunicación se nos hace hoy cuestión de mediaciones, esto es de cultura, y por lo tanto necesitada no sólo de conocimientos, sino de reconocimiento. Un reconocimiento que es, en primer lugar, desplazamiento metodológico para prever el proceso entero de la comunicación desde su otro lado: el de las resistencias y las resignificaciones que se ejercen desde la actividad de apropiación, desde los usos que los diferentes grupos sociales – clases, etnias, generaciones, sexos – hacen de los medios y los productos masivos.” (MARTÍN.BARBERO, 1987, pág. 23)

Es fácil entender que la comunicación ha sido mediación desde siempre. Toda la cultura es mediación y porta, no solo un contenido objetivo, sino una interpretación de él que resulta útil a la visión de las clases, según se trate. Puede asegurarse que el hombre en sus etapas tempranas de la vida es construido a través de mediaciones, luego, cuando llega la madurez, los “ojos” con los que ve la realidad no son suyos sino que pertenecen a la experiencia de vida en la que creció. Comienza entonces el largo y tortuoso camino de la liberación.

Hoy en día los medios de comunicación acrecienten el poder sobre la gente convirtiendo a grandes masas de trabajadores en consumidores de su ideología de clases. La indignidad se torna común y se consume en forma de productos audiovisuales.

La escuela no queda al margen de estas realidades. Ella, anclada en las funciones sociales naturalizadas por el sistema de clases reproduce hacia su interior relaciones de dominación que son naturalizadas en los reglamentos, en los métodos y contenidos generales. Todo ello condensado en formas de comunicación verticalistas. La comunicación escolar concede la palabra o la administra, dándola solo a aquellos que se consideran aptos.

La presente investigación pretende hacer un acercamiento de la comunicación escolar como forma de sometimiento y adecuación a la cultura de masas producida por las clases económicamente en el poder. Nos interesa especialmente estudiar las transformaciones que se dan en la comunicación en aquellos espacios que se consideran espacios contestatarios y de resistencia. Buscar las verdaderas dimensiones emancipadoras de la comunicación en la escuela oaxaqueña actual es uno de los objetivos que nos proponemos.

Para el estudio serán seleccionadas al azar varias zonas escolares a las que se aplicarán los instrumentos de estudio de la comunicación para observar cómo se reproducen las prácticas comunicativas de sometimiento aún en espacios que se definen como espacios de resistencia contra hegemónico.

Cultura y comunicación.

Uno de los aspectos que más ha preocupado y ocupado el estudio del hombre es el paso de este del reino animal al reino de la cultura. Ya se acepta que la actividad del trabajo conjuntamente con la vida en grupos creó las condiciones para que se dieran cambios que lentamente se incorporaron al homo en evolución alejándolo cada vez más de sus antepasados. El antropólogo soviético I. Roguinski describe ese giro de la siguiente manera:

«De aquel lado de la frontera, es decir, en el hombre en formación, la actividad de trabajo estaba íntimamente ligada a la evo-lución morfológica. De este lado de la frontera, en el hombre contemporáneo, «completamente formado», la actividad de trabajo se efectúa independientemente de la evolución morfológica.»1 p. 26

Esto significa que el hombre actual ya está en la cúspide de su desarrollo biológico y que lo alcanzado en este sentido es suficiente para garantizar un infinito desarrollo cultural. La base biológica es suficiente y necesaria para que sobre ella se erija el desarrollo cultural. Puede decirse entonces que todos los bebés homo sapiens sapiens al nacer portan las condiciones sobre las que se erigirá su desarrollo cultural. Es entonces en este desarrollo cultural en el que se dan las diferencias y especificidades que hacen de cada individuo alguien irrepetible, digamos que un nuevo proyecto de humanidad se funda en cada niño que nace.

La transmisión de los caracteres que hacen del hombre lo que es han encontrado un modo esencialmente nuevo de pasar de una generación a otra; por un lado los caracteres biológicos son transmitidos por los mecanismos naturales heredados, esto es, el sistema genético y cromosómico pero se dio otra forma de herencia externa al cuerpo biológico que habitamos, la herencia cultural.

De modo que el hombre debe adaptarse a la naturaleza en su condición de homo sapiens sapiens y debe también adaptarse a la cultura en su condición de humano.

Lo humano no se hereda, se aprende. Aprender lo humano es aprender la cultura específica en la que se crece y se desarrolla. Los hombres que como animales se adaptaban a la naturaleza comenzaron a producir objetos para ayudarse en sus vidas como el hacha de piedra, con ello comenzó la transformación de la naturaleza para poder satisfacer sus necesidades. Creando se crearon a sí mismos a la imagen y semejanza de sus labores y desempeños. Entre más habilidades más inteligencia. Los hombres de una generación crean instrumento, modos de hacer, enriquecen los que heredaron, establecen principios de vida ajustados a su desarrollo y todo esto se les transmite a las generaciones venideras. Con cada creación humana se funda algo nuevo en el hombre y con ello el hombre mismo. La creación del popular juego de ajedrez propició la formación de habilidades mentales no conocidas con anterioridad, esto es, los hombres que posteriormente a la creación del juego se especializaron en jugarlo contaban con habilidades que sus antecesores ni conocieron ni podrían tener. De manera que el hombre al crear la cultura se crea a sí mismo. Todo esto es posible porque vivimos y producimos en sociedad, en grandes conglomerados humanos que sirven de sustento y protección a las creaciones.

“Ninguna experiencia individual, por rica que fuere, puede conducir por sí sola a la formación de un pensamiento abstracto lógico o matemático, o a la formación espontánea del sistema de conceptos correspondiente. Para ello sería menester no una vida, sino miles y miles de vidas. De hecho, los hombres sólo pueden adquirir la facultad de pensar y los conocimientos gracias a la asimilación de lo que ya adquirieron las generaciones anteriores.” (LEONTIEV, 1969, pág. 7)

Muchos antropólogos reconocieron esta unidad del hombre, esta relación cultural que más que homogenizar permitía la proliferación de diferencias culturales notabilísimas.

Si a un cachorro humano se le dejase fuera de la cultura no podría aprender a comportarse como los miembros de su especie, esto es, de manera culta. Abandonado a la naturaleza e imposibilitado de contacto con la creación humana emergerían en las características primitivas, animales: no aprendería ni el habla ni la marcha eréctil.

La ciencia dispone, ahora, de la suficiente cantidad de hechos verificados para afirmar que si algunos niños se desarrollaran desde su más tierna edad al margen de la sociedad y de los fenómenos engendrados por ésta, permanecerían en el nivel animal. No sólo no adquirirían la palabra ni el pensamiento, sino que además sus movimientos no tendrían nada humano. Baste decir que ni siquiera poseerían el andar erecto propio del ser humano. Y se conocen algunos casos a la inversa. (LEONTIEV, 1 969, pág. 8)

Resulta claro entonces que la comunicación humana es resultado de la creación del hombre y participa en la formación de los nuevos ciudadanos que nacen, portando ellos, las características fundamentales que la comunicación mantiene al momento de su nacimiento.

De manera que no podemos separar comunicación de cultura, una y otra se mantienen engarzadas en un riso incidiendo y afectándose una a la otra según se enriquecen y acumulan las creaciones humanas.

La mente humana es comunicación y actividad. Actuando en un nicho esencialmente comunicativo se van formando los procesos sinápticos que darán lugar a la eclosión de la mente y la inteligencia del adulto. No vemos el mundo sino con los pensamiento que nos llenan, con lo hábitos que nos legaron y los gustos y sueños que nos inculcaron. En el mundo en que nos ha tocado vivir todo esto se forma en una incesante lucha por el poder dado que vivimos en una sociedad mercantil en una incesante lucha entre las clases poseedora y desposeídas.

En estas condiciones el que controla los medios de comunicación que entran en contacto con todos tiene una enorme posibilidad de instalar ciertas visiones de la realidad que naturalizan la explotación y de inculcar miedos y temores para alejar la posibilidad de rebeldía. Por otro lado educan en la desidia y la falta de esperanza para proscribir la posibilidad de organización y lucha. De manera que el que domina la comunicación domina una poderosa fuente de poder.

Poder es lograr que otros sueñan mis expectativas, que vean la realidad con mis ojos y busquen incesantemente cumplir para ellos mis expectativas. Si logro esto estaré en una relación de dominación y poder. El poder es esencialmente violento porque cercena en los hombres la posibilidad de un pensamiento que cuestione la realidad alienada en que nos obligan a vivir. Es violento porque a un ser que está llamado a ser luz lo condena a las sombras bajo su propio consentimiento.

Fuente: El autor escribe para OVE.

Imagen: PublicDomainPictures en Pixabay

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Libro (PDF) Pensar en las infancias cubanas : coordenadas socioculturales

Reseña: CLACSO

Desde su título, Pensar en las infancias cubanas. Coordenadas socioculturales nos atrapa en la diversidad de la infancia como “período de la vida que abarca desde el nacimiento hasta la pubertad” “y en el que desde el punto de vista psicológico transcurre la formación de los procesos más importantes de la vida”.Este libro nos muestra efectivamente las infancias: felices/privilegiadas, maltratadas/sufridas/abandonadas, promedios/diferentes, todas las infancias que pueden recibir el acervo histórico-cultural, en sus disímiles expresiones: artísticas (artes plásticas, danza, música, literatura) y cognitivas (científicas, comunicativas, expresivas) para que podamos, respaldados por la constitución y las posibilidades de análisis de los territorios y sus propias necesidades, construir el presente, y también el futuro que en definitiva está en este período de la vida.Lea el libro, mírese por dentro e incorpórese como mediador entre el presente y el futuro mejor con la educación más integradora, sana y feliz de nuestros niños y niñas. Es la mejor vía de “pensar en las infancias cubanas”. (Tomado del prólogo a cargo de la Dra, Aurora García Morey)

Autor/a:   Sarduy Herrera, Yeisa B. – Compilador/a o Editor/a  Jiménez Marata,

                     Anette – Compilador/a o Editor/a 

Editorial/Editor:  ICIC Juan Marinello

Año de publicación: 2019

País (es): Cuba

Idioma: Español.

ISBN :   978-959-242-199-8

 

Descarga:   Pensar en las infancias cubanas: coordenadas socioculturales

Fuente  e Imagen:   http://biblioteca.clacso.edu.ar/Cuba/cidcc/20200304054900/2.pdf

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