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Diálogos sobre universidad y desarrollo local abrirán taller en Cuba

03 Diciembre 2017/Fuente:.prensa-latina. /Autor: .prensa-latina.
Un ciclo de conferencias sobre «Tendencias de la Nueva Universidad cubana», y «Desarrollo Local en Cuba», abrirán el X Taller sobre Ciencia, Tecnología e Innovación (CITAtenas-2017), previsto aquí del 5 al 8 de diciembre venideros.
Los gestores confirmaron hoy la agenda, que incluirá en la apertura las disertaciones ‟Gestión de la formación del recurso humano para el Sistema Nacional de Salud’, y ‟Herramientas para la Gestión de Conocimiento y Aprendizaje Colaborativo en la Educación Virtual’, de Ana María Obando (Colombia).

CITAtenas-2017 está organizado por la delegación en la occidental provincia de Matanzas del ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), apoyada por una veintena de instituciones, entre ellas de Brasil y España.

La universidad de esta ciudad, ubicada a 100 kilómetros al este de La Habana, será la sede de esta cita académica la cual sesionará bajo el lema Diez años creando capacidades para el desarrollo.

El programa del evento prevé una exposición oral acerca de las experiencias de las editoriales de revistas científicas en el sistema de la educación superior, y el coloquio Cambio climático y tecnologías para la adaptación en zonas costeras.

Otras temáticas abordarán el acceso y la estrategia de comunicación para divulgar la ciencia, y se inaugurará la exposición 45 años de ciencia en la Educación Superior en el territorio de Matanzas; a la que seguirá una mesa redonda.

Tendrán lugar también los paneles: Servicios Tecnológicos en la Restauración Ecológica de Ecosistemas Costeros; y Aportes para el crecimiento y desarrollo de la producción de alimentos.

En el cierre de la décima edición del CITAtenas está concebido un intercambio dedicado al acceso abierto y estrategia de comunicación para divulgar la ciencia, en tanto el Citma destacó que medio centenar de ponencias se discutirán durante las sesiones de trabajo.

‘Desde su génesis en el 2007, la realización cada año del Taller ha constituido un espacio de gran importancia para la comunidad científica’, comentó la convocatoria de la citada cartera.

La reunión -añadió el texto del Citma- será oportuna para el intercambio de experiencias en temas asociados a la Ciencia e Innovación Tecnológica, en función del desarrollo territorial sobre bases científicas sólidas.

Fuente de la noticia: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=135973&SEO=dialogos-sobre-universidad-y-desarrollo-local-abriran-taller-en-cuba
Fuente de la imagen: http://noticias.universia.es/net/images/educacion/g/gr/gra/graduacion-que-deb
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Libro: El papel de la universidad en el desarrollo

El papel de la universidad en el desarrollo

María Eugenia Martínez De Ita. Fernando Julio Piñero. Silvana Andrea Figueroa Delgado. [Coordinadores]

Víctor Manuel Figueroa Sepúlveda. Miguel Ángel Aguilar Aguilar. Óscar Crisanto Campos. Germán Sánchez Daza. Nerina Sarthou. Cristian Guglielminotti. Romina Loray. Alonso Bajo. Leonel Álvarez Yáñez. José Francisco Sarmiento Franco. José María Araya. M. Fernanda di Meglio. Elizabeth López Bidone. Pilar Uriarte Bálsamo. Ma. Julia Morales González. Raúl E. Porras Lavalle. Pablo Sigfrido Corte Cruz. Yobanni Cuahutle Zamora. Guillermo Campos Ríos. Yannet Paz Calderón. Irma Lorena Acosta Reveles. Claudia Esther Aguilar Torres. Ana María Taborga. María Paz López. M. Soledad Oregioni. Julieta Abba. Verónica Nava Mozo. [Autores de Artículo]

Secretaría Ejecutiva.
ISBN 978-607-487-631-4
CLACSO. BUAP. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
Enero de 2014

Los artículos que integran este libro se proponen conocer la manera en que las instituciones universitarias se han planteado (o no) su incidencia en el desarrollo regional, profundizando, a partir de la presentación de casos, en los vínculos que se establecen con base en sus actividades docentes, de investigación y de extensión. El libro está integrado por artículos de estudiosos de diferentes países; en ellos, los autores analizan, reflexionan y nos ofrecen un panorama en el que se abordan temas centrales en el quehacer cotidiano de las universidades considerando el papel que éstas juegan en el desarrollo de los países de América Latina.
Descargar .pdf
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=857&campo=titulo&texto=desarrollo
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Educación y desarrollo

Por: Rosalía Nalleli Pérez-Estrada

Cuando se piensa en la educación para el desarrollo no puede uno evitar pensar en la propuesta inicial que se hacía en los años 50´s cuando se invitaba a considerar a la educación en sus diferentes vertientes:  formal, no formal e informal  y  pensar en cómo ha ido evolucionando y que entre sus objetivos se encuentra el que se logre a ciudadanos que estén informados, que creen conciencia y que participen en sus comunidades contribuyendo con sus fortalezas para que el proceso educativo siga evolucionando constantemente.

La propuesta intentó adaptarse en los diversos contextos y niveles educativos  pero ha faltado profundizar en algunos de sus factores importantes, como buscar explicar la realidad mediante la investigación  aplicada y que esta sea un fenómeno total, de mayoría;  que tenga el mismo impacto de repetitividad como lo tienen el rumor y el caos que se generan en las redes sociales, por gente sin escrúpulos que busca un beneficio directo.

Otra manera de saber que hace falta profundizar en los objetivos para actualizarlos y cumplirlos, es cuando descubrimos que todavía el pensamiento crítico permanece, en algunos contextos,  en su etapa arcaica de pensamiento criticón, y que falta dar un paso gigante para poder analizar, reflexionar y actuar ante cualquier situación que genera incertidumbre. Todavía existen millones de personas que repiten rumores sin cerciorarse de su veracidad porque es más fácil repetir que dedicar tiempo a la indagación mediante la lectura.  Por otro lado, a pesar de que esta educación busca también que exista la igualdad y que se eviten las diferencias sociales,  y que el proceso educativo busque reforzar los conocimientos, las actitudes y los valores que llevan al ciudadano a  convivir y a insertarse de mejor manera en el ámbito laboral,  reforzando las competencias cognitivas, procedimentales y actitudinales para lograr la movilidad social, aún predomina el discurso abierto, poco concreto o asertivo, que lleva a la discusión e incluso a veces hasta a la guerra. Prueba de esto es la publicación reciente de la UNESCO,  del 2015 en el que muestra que aún hace falta que se atiendan aspectos como una mayor inversión educativa que en armas, pues reporta que el gasto militar mundial es el mismo desde el año 2000, y son 1742,000 millones de dólares que se invierten en EEUU y que muchos países dedican gran parte de su PIB a gastos militares que a su educación.

Otro aspecto que no se ha logrado completar en esta educación para el desarrollo es la atención a grupos vulnerables, sugiriendo que se atiendan aspectos de género, pero retomando nuevamente el escrito de la UNESCO, este presenta que la mayoría de las personas viviendo en pobreza extrema son mujeres. Menciona también, que ocupan menos del 20% de los escaños parlamentarios del mundo entero y que tienen menores oportunidades de empleo, con empleos precarios y no cuentan con ninguna protección frente a conmociones de tipo económico. Todo esto se suma a la discriminación contra la mujer en materia de salarios y de desarrollo profesional, Con estos resultados, se pierde el saber ser que proponen seguir considerando,  para que se atiendan en todo el planeta los valores y actitudes relacionados con la solidaridad, la justicia social, la búsqueda de vías de acción para alcanzar el desarrollo humano  y lograr así la posibilidad de una ciudadanía global, donde exista Justicia, equidad y  ordenamiento en  los derechos humanos, pero seguimos inmersos en una brutalidad que asusta, al leer encabezados de periódicos sensacionalistas que prefieren vender que informar.

Si esto continua así, se seguirán repitiendo  patrones del que manda y obedece sin que haya propuesta, pues jamás se logrará profundizar en una educación que verdaderamente desarrolle en todos los aspectos propuestos, y será mucho más difícil lograr resultados positivos, que atiendan problemáticas que se han repetido tras varias generaciones;  por lo que se hace necesario revisar y trabajar en el curriculum desde educación básica y en todos los niveles,  que haga que se respeten sus propuestas iniciales y se les de atención, pero además que se incluyan aspectos urgentes del siglo XXI, como son desarrollar el liderazgo, la toma de decisiones, la inteligencia emocional, la inteligencia financiera, el emprendimiento o el aprendizaje de una lengua extranjera.  Mientras tanto, los que amamos la docencia, debemos de dar nuestro mayor esfuerzo, rebelándonos y trabajando mejor y el doble, mediante la motivación y la actualización constante, en un diálogo que mueva conciencias y que genere actitudes; para lograr mejores resultados en los que si confían en nosotros: los alumnos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/educacion-y-desarrollo/

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Las Economías del Co-

Isabel Benitez

¿Estamos aprovechando todo el potencial que nos brinda la colaboración?

He de reconocer que desde el primer momento me inquietó esa parte. Me refiero al uso de la palabra ‘colaboración’. Ese término, a la vez olvidado y sobreprotegido, comenzaba a aparecer por doquier y, para más inri, lo hacía asociado a un (casi) antónimo (‘economía’) y encabezando las listas de Tendencias.

Lo más parecido a ese colaborar que había llegado a mis oídos era el cooperativismo. Sin embargo, desde el principio, parecía evidente que hablábamos de realidades distintas ­─sobre todo porque aquí, en España y en según qué círculos, las cooperativas sonaban ya a propuesta añeja, condenada a un segundo plano por sus propios tropiezos.

¿Cuál es entonces la propuesta de esa nueva economía co-(laborativa) y en qué se parece y se distingue de sus co- predecesores?

Lo cierto es que poco y mucho a la vez. O, al menos, esa es la reflexión que podría extraerse de la presentación de Marc Arthur Gauthey, representante de OuiShare Francia, el think and do-tank de la economía colaborativa, en su última visita a nuestro país.

 “Las plataformas son sólo una parte de lo que llamamos colaboración.”

Al sonido de economía colaborativa, se nos vienen a la mente los gigantes dominantes del sector; empresas que, por otro lado, están siendo duramente juzgadas por quienes guardaban el término colaboración para ocasiones especiales –a muchas se les acusa de ser lobos capitalistas con piel de cordero. Pero el proyecto colaborativo en esencia, y aquí viene lo interesante, es mucho más ambicioso y complejo.

Superada una primera fase de aproximación superficial y tecnocéntrica (el simple hecho de ahorrar dinero o financiar un proyecto con la ayuda de desconocidos a través de una aplicación móvil) ese co- se traduce en un concepto absoluto de sociedad, en el que las personas vuelven a ser fin además de medio. Es en ese instante cuando se vuelve a llenar de significado un vocablo que, ya sea por desconocimiento o por desidia (no voy a hablar de frivolidad aunque también la habrá por ahí), se había adulterado y aligerado para evitar atragantarnos.

Economía colaborativa cooperativa

En sentido estricto, una economía y sociedad colaborativas nos hablan de comunidades reales que se involucran en la toma de decisiones y están empoderadas; de personas que participan del capital y los beneficios de distintos proyectos, que comparten la propiedad y los procesos creativos, que tienen voz, que tienen voto. Nos recuerdan a la flexibilidad, la capacidad de adaptación y la motivación propios de los modelos de organización en los que los individuos están en el centro. Muy cooperativo también, pero más moderno, con un lenguaje adaptado a los oídos que habitan este siglo.

“No se trata ya de competición sino de cuidar a los otros a través de la colaboración.”

Casualmente, el consumo colaborativo (una de las ramas de la economía colaborativa) se empeña en repetir en su definición que se trata de “volver a lo ya hacíamos antes” (al compartir, a las relaciones de confianza entre iguales) pero aprovechando las oportunidades de redefinición que brinda la tecnología. Yendo un paso más atrás, cabe recordar que el origen del modelo cooperativo estuvo en grupos de consumidores asociados para obtener bienes a mejores precios y eliminar intermediarios. Mi primer contacto con los hoy populares espacios de co-working fue precisamente a través de una cooperativa de autónomos que compartían y gestionaban juntos un espacio común. Por no hablar de las finanzas P2P, otro área englobada bajo el paraguas de la economía colaborativa, que mucho antes se manifestaron en la forma de cooperativas de vecinos sufragando el despegue de las energías renovables.

Nueva o vieja, con sus paralelismos y todos sus matices, lo cierto es que la economía colaborativa está adentrándose e inoculando sus ideas en espacios donde ni las cooperativas ni la economía social han conseguido entrar en años. ¿Diferentes barcos, misma dirección? Después de todo, ambas son en potencia economías en las que el co- (unión) pesa más que el yo individual: lo co-mún, el co-crear, y, con la misma raíz, el com-partir, la com-unidad, la con-fianza… Tal vez lo único que sobran son las etiquetas. Desde luego, la popularidad y el predicamento alcanzados hasta ahora son dignos de envidiar para quienes lo han intentado antes. Me pregunto si sabremos aprovechar la oportunidad.

“La colaboración siempre ha estado ahí; la gente se organiza porque juntos somos más fuertes.”

Fuente del articulo: https://isabelrbenitez.wordpress.com/2015/10/29/economia-colaborativa-economia-cooperativa/

Fuente de la imagen:https://isabelrbenitez.files.wordpress.com/2015/10/trust-johnhain-pd.png?w=625&h=390&crop=

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Entrevista a a Joaquim Sempere:»Tenemos que aprender a controlar nuestras expectativas a lo psíquicamente razonable y ecológicamente posible. La palabra clave es autocontención»

18 Diciembre 2016/Fuente: Rebelion/Autor: Nuria del Viso FUHEM Ecosocial

Joaquim Sempere (Barcelona, 1941) es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona y licenciado en Sociología por la Universidad de París-X. Ha trabajado como director de la revista Nous Horitzons y forma parte del consejo editorial de la revista Mientras tanto. Es profesor emérito de Sociología de la Universidad de Barcelona, especializado en temas de medio ambiente. Ha desarrollado su pensamiento en torno a las necesidades humanas, el papel de la ciencia y los conflictos socioecológicos. Entre sus libros más recientes figura Mejor con menos (Crítica, 2008) y, en coautoría con Jorge Riechmann, Sociología y medioambiente (Síntesis, 2014). En esta entrevista desgrana su visión sobre la calidad de vida.

Nuria del Viso (NV): Para abrir este boletín sobre calidad de vida, nos gustaría primeramente que nos ayudaras a acotar conceptos y relaciones entre calidad de vida y bienestar; y entre buena vida y su equivalente del buen vivir en América Latina.

Joaquim Sempere (JS): “Bienestar” y “calidad de vida” se usan a menudo como sinónimos, aunque con acentos distintos. Bienestar alude más bien a los elementos “objetivos” o utilitarios, como la satisfacción de necesidades básicas objetivables: alimentación adecuada y suficiente, buen estado de salud, acceso a vivienda digna, vestido, protección ante los imprevistos de la vida, etc. Calidad de vida alude a aspectos más cualitativos y subjetivos, es decir, a los niveles de satisfacción experimentados, que incluyen presupuestos culturales distintos para las distintas sociedades consideradas, así como la adecuación a los tipos y niveles de expectativas de las personas consideradas. De todos modos, las diferencias son pequeñas y los dos términos a menudo se usan indistintamente para designar lo mismo.

Entiendo que el “buen vivir” de las comunidades autóctonas de América Latina es más que lo que nosotros consideramos “vida buena” porque incluye una relación armónica con el medio natural que supone también armonía social, esto es, justicia, reciprocidad en los derechos y deberes, vida humana adaptada a ritmos menos artificiales que los de las ciudades modernas. Es obvio que se trata de un planteamiento de vida del que tenemos mucho que aprender.

Quiero insistir en el tema de las expectativas. La sociedad productivista-consumista genera incesantemente expectativas materiales cada vez más altas, lubricando así la tendencia al crecimiento, pero con efectos psicológicos y morales devastadores porque reproducen sin cesar la insatisfacción (que a su vez realimenta el deseo de más cosas). Tenemos que aprender a controlar la formación de nuestras propias expectativas, a adaptarlas a lo que es psíquicamente razonable y ecológicamente posible. La palabra clave en esto es autocontención.

NV: Desde tu óptica, ¿cuáles son los ejes principales de la calidad de vida?

JS: En la calidad de vida creo que debe incluirse la satisfacción suficiente y adecuada de las necesidades básicas materiales (alimentación, vivienda, vestido, salud) junto con ciertos parámetros que dan a la vida humana una densidad de significación satisfactoria. Comer, vestirse y cuidar la salud son, en definitiva, bienes instrumentales: necesarios para “estar bien” pero no suficientes para una vida buena. Se dice, con razón, que estamos físicamente bien cuando no sentimos el cuerpo, porque funciona como debe: es al enfermar o sufrir dolor cuando nos apercibimos de que “tenemos” cuerpo. Con las necesidades materiales pasa algo parecido: si están bien satisfechas no las sentimos y podemos dedicar nuestras energías a construir nuestra vida, nuestra persona, nuestras relaciones con los demás. “Calidad de vida” viene a ser esta conjunción de unas necesidades básicas adecuadamente satisfechas con una panoplia de actividades y relaciones humanas que dan sentido e interés a nuestra existencia.

Conviene precisar que “necesidades materiales” es un término que a veces se usa de manera restrictiva, olvidando que en su satisfacción propiamente humana se juega una gran variedad de aspectos. La comida no es mero metabolismo animal, sino arte, gastronomía, cultivo de la riqueza sensorial, búsqueda y experimentación, y comer es también un acto social donde juegan elementos de reciprocidad, compañía, intercambio de dones y de afectos, etc. Algo parecido puede decirse del alojamiento: la vivienda no sólo nos protege de la intemperie, sino que es el espacio que organizamos a nuestra manera, proyectando nuestra personalidad en la decoración y en la búsqueda de algún confort vital, etc. Y lo mismo de otras necesidades materiales.

Pero la calidad de vida no se detiene ahí. Incluye todo lo que da a nuestra vida sentido, relieve, riqueza emocional, artística e intelectual, incluyendo las experiencias relacionales de amor, amistad y otras interacciones, como las comunitarias, políticas, recreativas, ceremoniales, deportivas…

NV: Todas estas actividades implican tiempo. Precisamente, una de las percepciones más repetidas actualmente es la sensación de falta de tiempo con la aceleración de los ritmos de vida. En este contexto, ¿qué significa la aparición del movimiento slow? Y en el ámbito laboral, ¿cómo incidir para una mejora de la calidad de vida?

JS: El movimiento slow es una rebeldía contra la prisa que invade la vida moderna en casi todas sus facetas. La sensación de falta de tiempo y la prisa que se deriva de ella proceden de la lucha fáustica contra la finitud de la vida humana, la reacción desesperada para lograr este imposible que es detener el tiempo, otra manera de experimentar la ilusión de la eternidad imposible. Naturalmente, se refuerza con la dinámica capitalista de la acumulación indefinida de capital que requiere una ampliación permanente de la demanda de mercancías; el resultado de esta dinámica es la demanda incesante de más bienes y servicios para consumir, que se disputan entre sí el tiempo de que disponemos, que es limitado. No puedo trabajar mis ocho horas al día, preparar la comida, comer, aprender idiomas, jugar al tenis, ir al cine, ver televisión, usar mi teléfono móvil para mil y un usos, y así al infinito en las 24 horas que dura un día. El mensaje del movimiento slow lo interpreto así: el tiempo que nos es asignado es, en cualquier caso, limitado; como no nos permite abarcarlo todo, tenemos que autolimitarnos; es mejor hacer menos cosas y dedicar más tiempo a cada una de ellas, experimentándolas con la máxima intensidad posible, en lugar de mariposear superficialmente sobre un montón excesivo de actividades y estímulos, para descubrir, al final, la vaciedad y la frustración de tantas experiencias veloces, acumulativas, abundantes y superficiales. Más vale saborear con detenimiento y atención pocas experiencias que nos dejen huella.

NV: Nos hallamos inmersos en una profunda crisis ecológica y social. Sin embargo, las políticas económicas al uso continúan situando la meta del bienestar en el crecimiento (para “tener más cosas”), lo que implica no sólo mantener, sino aumentar, el ritmo de extracción de energía y materiales, alimentando estilos de vida que no son generalizables. ¿En qué consiste la calidad de vida en este contexto?

JS: La calidad de vida que se nos vende en estas circunstancias es una estafa. No digo que no se pueda vivir bien teniendo más cosas, pero cuando se descubre la profundidad de la crisis ecosocial, cuando se le cae a uno la venda de los ojos, ya no se puede ser feliz sin tratar de detener esta carrera hacia el desastre. La respuesta tiene dos vertientes, a mi juicio. Por un lado, la lucha política (en sentido amplio) para detener la carrera hacia el abismo, tratando de influir en la cultura, en la vida pública, en la política, para encaminar nuestras sociedades hacia la sostenibilidad. Por otro lado, adoptar personalmente, y con la gente que te rodea, estilos de vida congruentes con la consciencia de la crisis, tratando de reducir el impacto ecológico propio: andar, ir en bicicleta, viajar poco o nada en avión, prescindir del coche particular, instalar fotovoltaicas, vigilar lo que comes y lo que consumes en lo que atañe al despilfarro de recursos y energía, etc. El cambio personal de estilo de vida no resuelve el problema, que es de dimensiones colectivas inmensas, pero determina la ejemplaridad de la conducta adoptada como conducta deseable: en este sentido tiene que articularse con la acción política contribuyendo a señalar el camino correcto. Y a la vez, es una manera de avanzar en calidad de vida congruentemente con la toma de conciencia del desastre ambiental.

NV: En un artículo anterior para Boletín ECOS, relacionado con tu libro Mejor con menos (Crítica, 2008), apuntabas que “hace falta una reconsideración de muchos parámetros de la vida social”. ¿En qué consistiría este cambio de paradigma?

JS: Consistiría en no superar la biocapacidad de la biosfera para que podamos vivir dignamente en ella todos los seres humanos y el máximo número posible de especímenes de otras especies animales. En otras palabras: no superar la huella ecológica media por habitante que la biosfera puede soportar sin degradarse. ¿Cómo se arbitra esto? Ahí radica la dificultad, dado que hemos construido un mundo no sólo insostenible ecológicamente, sino encadenado por unas dinámicas incontrolables. Las interdependencias son tan densas y tan fuertes que no se puede intervenir en un lugar sin que tengan lugar efectos en otros lugares. Y como la oligarquía mundial del dinero controla los mecanismos esenciales, procura que ninguna comunidad, ningún país, escape a la lógica dominante, y puede conseguirlo. El ahogo de Grecia por la UE es un ejemplo. Para que la ciudadanía recupere capacidad de autogobierno, tendrá que producirse, a mi entender, un desmontaje de estas interdependencias, una transición a comunidades más autárquicas (permitidme esta palabra maldita) o más autosuficientes. No pienso en autarquía plena, sino en reorganizar el metabolismo entre sociedades humanas y medio natural cercano para lograr un aprovechamiento eficaz y no destructivo de los recursos que proporciona la naturaleza. Así sería más fácil ajustar las necesidades humanas al entorno ecológico cercano, materializando una cierta armonía entre ser humano y naturaleza.

Lo ideal sería conservar los adelantos de la tecnociencia que pueden enriquecer la vida humana, y para ello la autarquía propuesta debería combinarse con una “mundialización espiritual” que permitiera compartir los saberes y las otras expresiones espirituales sin limitación. Las técnicas de comunicación de que disponemos hoy hacen posible esta mundialización. Pero esto requeriría también una estructura industrial muy sofisticada: ¿cómo hacerla compatible con un metabolismo simplificado? Esta compatibilidad es uno de los retos importantes para “salvar” el progreso tecnocientífico sin sacrificar la biosfera.

NV: ¿Alguna pista sobre las medidas necesarias para implantar ese cambio de paradigma?

JS: El capitalismo desregulado que impera en el mundo es, en las actuales circunstancias, lo peor que nos podía suceder, pues las tareas necesarias para salvar la civilización humana requieren dosis importantes de intervención deliberada en la vida pública, regulación y planificación (con todos los correctivos que se desprenden de los fracasos del siglo XX en materia de planificación). Pero no se ve cómo introducir cuñas en un sistema tan compactamente interdependiente para introducir regulaciones conscientes. A mí, este sistema capitalista, asociado a una megamáquina, como decía Mumford, se me aparece como invencible. Sin embargo, se me aparece tan invencible como inviable: creo que camina hacia su autodestrucción. Si esto es así, tras la autodestrucción del capitalismo tecnológico desregulado surgiría la oportunidad de reconstruir una sociedad nueva desde las ruinas de la vieja. Pero esto sólo sería posible si hubiese una masa crítica de personas con la suficiente consciencia ecosocial (y la suficiente mochila de experiencias alternativas previas, aunque fueran modestas y locales) para tomar el relevo y marcar la dirección a seguir. Si en el momento oportuno no existe esa masa crítica, la ruina de la megamáquina puede desembocar en el caos más espantoso, en una “nueva Edad Media” dominada por grupos armados y mafias que impongan la ley del más fuerte en un planeta devastado. Por eso creo en las pequeñas acciones, en las intervenciones modestas para construir desde hoy embriones de futuro en los intersticios de la sociedad existente. Estas experiencias pueden parecer insignificantes hoy, pero pueden ser decisivas mañana. El futuro no está escrito en ninguna parte: dependerá de lo que hagamos desde hoy mismo. Y no debemos despreciar ningún ámbito de acción: ni esta construcción de experiencias locales que sean embriones de futuro, ni la acción política, ni la acción cultural, ni el desarrollo del saber, ni la transformación personal.

Fuente de la entrevista: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220492

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La sociedad del cansancio y del abatimiento social

Leonardo Boff

Hay una discusión en todo el mundo sobre la “sociedad del cansancio”. Ha sido formulada principalmente por un coreano que enseña filosofía en Berlín, Byung-Chul Han, cuyo libro con el mismo título acaba de ser publicado en Brasil (Vozes 2015). El pensamiento no siempre es claro y, algunas veces, discutible, como cuando afirma que el “cansancio fundamental” está dotado de una capacidad especial para “inspirar y hacer surgir el espíritu” (cf. Byung-Chul Han, p. 73). Independientemente de las teorizaciones, vivimos en una sociedad del cansancio. En Brasil además de cansancio sufrimos un desánimo y un abatimiento atroces.

Consideremos, en primer lugar, la sociedad del cansancio. Ciertamente, la aceleración del proceso histórico y la multiplicación de sonidos, de mensajes, la exageración de estímulos y comunicaciones, especialmente por el marketing comercial, por los teléfonos móviles con todas sus aplicaciones, la superinformación que nos llega a través de los medios sociales, nos producen, dicen estos autores, enfermedades neuronales: causan depresión, dificultad de atención y síndrome de hiperactividad.

Efectivamente, llegamos al final del día estresados y desvitalizados. No dormimos bien, estamos agotados.

A esto hay que añadir el ritmo del productivismo neoliberal que se está imponiendo a los trabajadores en todo el mundo, especialmente el estilo norteamericano exige de todos el mayor rendimiento posible. Esto es la regla general también entre nosotros. Tal exigencia desequilibra emocionalmente a las personas, generando irritabilidad y ansiedad permanente. El número de suicidios asusta. Se resucitó, como ya mencioné en esta columna, el dicho de la revolución del 68 del siglo pasado, ahora radicalizado. Entonces se decía: “metro, trabajo, cama”. Ahora se dice: “metro, trabajo, tumba”. Es decir: enfermedades letales, pérdida del sentido de la vida y verdaderos infartos psíquicos.

Detengámonos en Brasil. Entre nosotros, en los últimos meses, crece un desaliento generalizado. La campaña electoral realizada con gran virulencia verbal, acusaciones, deformación y el hecho de que la victoria del PT no haya sido aceptada, suscitó ánimos de venganza por parte de las oposiciones. Banderas sagradas del PT fuero traicionadas en altísimo grado por la corrupción, generando una decepción profunda. Tal hecho nos hizo las buenas costumbres. El lenguaje se canibalizó. Salió del armario el prejuicio contra el nordestino y la descalificación de la población negra. Somos cordiales también en el sentido negativo dado por Sergio Buarque de Holanda: podemos actuar a partir del corazón lleno de rabia, de odio y de prejuicios. Tal situación se agravó con la amenaza de impeachment a la Presidenta Dilma, por razones discutibles.

Descubrimos el hecho, no la teoría, de que entre nosotros existe una verdadera lucha de clases. Los intereses de las clases acomodadas son antagónicos a los de las clases empobrecidas. Aquellas, históricamente hegemónicas, temen la inclusión de los pobres y la ascensión de otros sectores de la sociedad que han venido a ocupar el lugar antes reservado solo para ellas. Hay que reconocer que somos uno de los países más desiguales del mundo, es decir, donde campean más las injusticias sociales, la violencia banalizada y asesinatos sin cuenta que equivalen en número a la guerra de Irak. Y todavía tenemos centenares de trabajadores viviendo en condiciones equivalentes a la esclavitud.

Gran parte de esos malhechores se profesan cristianos: cristianos martirizando a otros cristianos, lo que hace del cristianismo no una fe sino solo una creencia cultural, una irrisión y una verdadera blasfemia.

¿Cómo salir de este infierno humano? Nuestra democracia es solo de voto, no representa al pueblo sino los intereses de los que financian las campañas, por eso es de fachada o, a lo sumo, de bajísima intensidad. De arriba no hay nada que esperar pues entre nosotros se ha consolidado un capitalismo salvaje y globalmente articulado, lo que aborta cualquier correlación de fuerzas entre clases.

Veo una salida posible a partir de otro lugar social, de aquellos que vienen de abajo, de la sociedad organizada y de los movimientos sociales que poseen otro ethos y otro sueño de Brasil y del mundo. Pero necesitan estudiar, organizarse, presionar a las clases dominantes y al Estado patrimonialista, prepararse para eventualmente proponer una alternativa de sociedad aún no ensayada, pero que tiene sus raíces en aquellos que en el pasado lucharon por otro Brasil con proyecto propio. A partir de ahí formular otro pacto social vía una constitución ecológico-social, fruto de una constituyente inclusiva, una reforma política radical, una reforma agraria y urbana consistentes y la implantación de un nuevo modelo de educación y de servicios de salud. Un pueblo enfermo e ignorante nunca fundará una nueva y posible biocivilización en los trópicos.

Tal sueño puede sacarnos del cansancio y del desamparo social y devolvernos el ánimo necesario para enfrentarse a las trabas de los conservadores y suscitar la esperanza bien fundada de que nada está totalmente perdido, que tenemos una tarea histórica que cumplir para nosotros, para nuestros descendientes y para la misma humanidad. ¿Utopía? Sí. Como decía Oscar Wilde: «si en nuestro mapa no aparece la utopía, no lo mires porque nos esconde lo principal». Del caos presente deberá salir algo bueno y esperanzador, pues esta es la lección que el proceso cosmogénico nos dio en el pasado y nos está dando en el presente. En vez de la cultura del cansancio y del abatimiento tendremos una cultura de la esperanza y de la alegría.

Fuente del articulo: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=749

Fuente de la imagen:https://i.ytimg.com/vi/GvBmKeWguWM/hqdefault.jpg

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Riesgo creciente de exclusión social entre los jóvenes que abandonan los estudios prematuramente, señala la OCDE

18 de octubre de 2016/Fuente: OCDE

Los jóvenes que abandonan los estudios sin completar la educación secundaria y tienen pocas competencias enfrentan cada vez mayores dificultades para encontrar un empleo, y sus posibilidades quizá no mejoren aunque la economía repunte, según un nuevo informe de la OCDE.

La edición Panorama de la Sociedad 2016 señala que alrededor de 40 millones de jóvenes en los países de la OCDE, equivalente al 15% de los jóvenes de entre 15 y 29 años, no trabajan, no estudian, ni se capacitan; los llamados Ninis . Dos terceras partes de ellos ni siquiera buscan trabajo. Si bien es cierto que hasta el 40% de todos los jóvenes experimentan al menos un periodo de inactividad o desempleo durante un lapso de cuatro años, para la mitad de ellos ese periodo durará un año o más tiempo y puede llevar al desaliento y la exclusión.

Casi uno de cada diez empleos ocupados por trabajadores menores de 30 años desapareció durante la crisis. En España, Grecia e Irlanda, el número de jóvenes empleados se redujo a la mitad entre 2007 y 2014. Pese a la recuperación, en toda la OCDE la tasa de empleo juvenil se estancó desde el 2010 y actualmente sigue siendo inferior a los niveles anteriores a la crisis.

El elevado número de Ninis también representa un costo económico importante, que se puede estimar entre 360 y 605 mil millones de dólares americanos, equivalente a entre 0.9% y 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB) de la OCDE.

Los jóvenes que dejaron la escuela sin completar la educación secundaria integran más del 30% de los que no trabajan, no estudian, ni se capacitan. Los jóvenes nacidos en el extranjero tienen, en promedio, 1.5 más probabilidades de ser Ninis que los nacidos en el país; esta probabilidad aumenta a 2-2.25 en Alemania, Austria, los Países Bajos y Noruega.

“Cada vez se hace más difícil para los jóvenes con pocas competencias el encontrar trabajo, y más difícil aún un empleo estable en el mundo laboral actual”, comenta Stefano Scarpetta, Director de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE. “A menos que se haga más para aumentar las oportunidades en educación y capacitación para todos, hay un riesgo creciente de tener una sociedad cada vez más dividida.”

Es indispensable combatir la deserción escolar prematura, dice la OCDE. Los gobiernos deben garantizar que los jóvenes obtengan por lo menos el certificado de educación media superior, para que puedan seguir estudiando o adquieran capacitación tecnológica. A pesar del progreso observado en los últimos años, una de cada seis personas entre 25 y 34 años en los países de la OCDE dejó de estudiar antes de completar la educación media superior.

En promedio, las mujeres tienen 1.4 veces más probabilidades de ser Ninis que los hombres. Muchas de ellas cuidan a hijos pequeños y el alto costo de las guarderías es un fuerte obstáculo para el empleo: en Estados Unidos, Irlanda, el Reino Unido y Nueva Zelanda, los costos de guardería para una madre o un padre solos pueden representar hasta una tercera parte a la mitad del ingreso neto.

También es fundamental mejorar la calidad de la capacitación tecnológica y colaborar más estrechamente con los empleadores para crear programas de aprendizaje. Más países deberían ofrecer incentivos financieros a las empresas para crear suficientes plazas para aprendices, sobre todo para los jóvenes más desfavorecidos.

La edición bienal de Panorama de la Sociedad ofrece una perspectiva de las tendencias sociales y las novedades de política pública en los 35 países de la OCDE así como en Argentina, Brasil, China, la India, Indonesia, Rusia, Arabia Saudita y Sudáfrica.

Los datos y aspectos destacados de los países pueden consultarse en http://www.oecd.org/social/society-at-a-glance-19991290.htm

Para mayor información, los periodistas deben ponerse en contacto con División de Medios de la OCDE (teléf. + 33 1 45 24 97 00).

Al trabajar con más de cien países, la OCDE es un foro de políticas mundiales que promueve políticas para mejorar el bienestar económico y social de la gente en todo el mundo.

Fuente: http://www.oecd.org/centrodemexico/medios/riesgo-creciente-de-exclusion-social-entre-los-jovenes-que-abandonan-los-estudios-prematuramente-seala-la-ocde.htm

Imagen: files.periodismolibre.com.mx/system_preview_detail_200039027-52d6154c97/Desempleo%20en%20jóvenes.CTM%20Sonora.jpg

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