Page 4 of 5
1 2 3 4 5

José Navalpotro: “No se puede enseñar sin aprender”

01 de noviembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

José Navalpotro

Lleva muchos años involucrado en iniciativas para la mejora de la educación a través del cambio y el aporte de valor. ¿Qué le llevó a ello?
Me gustaba la educación y no me veía solamente en el aula, quería aportar algo más. Para mí, el cambio en la educación viene desde la organización: por eso me dediqué al cambio en el entorno organizativo.

Según su experiencia, ¿qué competencias debe tener un buen director de centro?
Es algo que ha ido variando con el tiempo. Pasamos desde capacidad de organización, control y capacidad de gestión, a que en la actualidad, y con el escenario de disrupción en que vivimos, un director de escuela debe tener visión, gestionar bien el cambio e intentar involucrar a su gente en el proyecto. Tengo muy claro que sin el equipo de trabajo es imposible llegar al cambio organizacional que requieren los colegios para el siglo XXI.

Con un proyecto compartido y un equipo docente cohesionado podemos conseguir grandes cambios en educación. ¿Cómo lo logramos? 
Con personas que vivan para la educación y con un proyecto pedagógico diseñado de forma estratégica. Son las grandes claves, creo que de siempre: profesores que quieran aprender y un proyecto sobre el que apoyarse. Cuando los profesores realmente sienten su profesión, aprenden para enseñar, y si tienen un proyecto sobre el que crecer, mejor. Es el punto del cambio, uno de los grandes problemas de la escuela actual es que los profesores están aprendiendo de forma autónoma, la celeridad de los cambios han propiciado este modelo de aprendizaje. Creo que nos ha pillado el toro en el modelo de cambio de escuela.

¿Qué consejos le daría a un director de centro que quiera mejorar la educación?
¿Consejo? No soy hombre de consejos, y sí de ideas personales. Yo hablaría de que haría yo… y definitivamente la clave es no tener miedo al fracaso. Estamos en un momento en el que hay que arriesgar, buscar, proponer. El riesgo, el cambio, y también el fracaso, suponen parte del crecimiento y el avance en la escuela.

¿Qué labor lleva a cabo desde el proyecto Maecenas?
Llevo más de 20 años en entidades sin ánimo de lucro. He dirigido varias fundaciones y en este momento, MAECENAS supone definir un proyecto que acumula mi experiencia en la educación de hace ya un par de décadas. La Fundación pretende ayudar e impulsar proyectos que ayuden a la escuela a su cambio, a la adaptación a este siglo XXI, que será el siglo de la velocidad y de la disrupción. Poner orden y aportar valor en esto es una labor apasionante.

Para aportar este valor que comenta, ¿qué proyectos llevan a cabo?
Hemos ido avanzando a lo largo de los años. Nuestro objetivo fundacional siempre ha sido la innovación y gestión del cambio. Cambio en la escuela, en los directores, en la formación del profesorado… Ahora hemos iniciado un proyecto importante en Estados Unidos y Latinoamérica con la formación y seguimiento de escuelas innovadoras.

¿Cuáles son las claves para conseguir que las personas que tienen menos recursos accedan a la educación?
Hoy tenemos acceso a la educación, eso no me cabe la menor duda, sobretodo en los países civilizados. Otra cosa es acceder a una buena educación, que es más complicado. Y una buena educación pasa porque haya buenos administradores, buenos directores que gestionan y buenos profesores que son capaces de personalizar y adaptarse a la diversidad de este alumnado.

La crisis ha sido un contratiempo para las perspectivas de educación y futuro de muchos jóvenes. ¿Puede ser, sin embargo, una oportunidad?
Las crisis son momentos de cambio y de inestabilidad: en ella radica el cambio. Hay un dicho que dice que cuando aparecen las dificultades, las grandes personas se ponen de pie y empiezan a andar. Así lo he concebido siempre, y ahora, desde hace unos años, los grandes se han puesto ya a andar. Impresionante ver el esfuerzo que están haciendo muchos jóvenes por seguir adelante y enfrentarse a una sociedad tan cambiante como exigente. Una exigencia sin precedentes.

¿Qué cambiaría de las aulas?
A estas alturas, muchas cosas. Sobre todo cambiaría tres grandes aspectos: cómo aprender, cómo evaluar lo que se aprende y el concepto del espacio de aprendizaje. Grandes retos para una nueva educación. Y si a esto le añades la tecnología y los recursos del Mobile Learning…

Hablando de cambios, ¿cómo mejora la tecnología la educación?
La tecnología es un instrumento de trabajo. Lo importante es lo que está debajo de la tecnología, es decir, cómo optimizar esa tecnología. Ya tenemos bastante avanzado todo este concepto, te diría que para mí ya es obsoleto. Ahora mismo tenemos otros retos por delante.

¿Cómo contribuyen plataformas educativas como Tiching a mejorar la educación?
En una época de red e intercambio como la que vivimos, iniciativas como Tiching son un crisol de encuentro que promueve la educación y el conocimiento del profesorado y de los alumnos, y eso es algo muy importante y necesario. Tiching aporta un valor fundamental hoy en día, y es que permite compartir y gestionar el conocimiento de manera abierta y plural.

¿Cómo ve la educación del futuro?
Incierta y apasionante, porque que en la incertidumbre hay también una parte de pasión. Me preocupa como la tecnología va entrando en nuestras vidas, y se van perdiendo aspectos humanistas y de carácter emocional. Por eso es importante, como comentábamos al principio, desarrollar bien la estrategia en un centro escolar. En nuestras manos está el futuro de la humanidad, y ahora más que nunca.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/jose-navalpotro-se-puede-ensenar-sin-aprender/

Comparte este contenido:

Escuelas que (se) transforman

09 de agosto de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Julián de Zubiría

Pese a que han cambiado las maneras de enseñar y evaluar, las innovaciones tienen una trascendencia en escenarios más amplios relativamente baja. 

«Las experiencias innovadoras específicas, al desequilibrar la rutina del sistema educativo e introducir elementos conflictivos, van corriendo permanentemente el límite de lo posible.» Inés Aguerrondo

Con estas palabras, Inés Aguerrondo, investigadora argentina, invita a sus seguidores a reflexionar sobre la naturaleza de las innovaciones educativas. Innovar es repensar la estructura y el sentido de la escuela. Innovar es iniciar un viaje hacia un destino varias veces pensado, pero sin que tener la certeza ni la claridad de cuál será el camino que se va a recorrer. Al fin y al cabo, nadie lo ha recorrido de manera previa. Los innovadores suelen ser rebeldes, idealistas, arriesgados, creativos y poco normativos. Están inconformes con el orden de cosas que se vive en las escuelas. Por eso, quieren transformarlas, luchan por el cambio y convocan a las comunidades a que los acompañen en su intento. Sin duda, las innovaciones deberían ser la antesala de las reformas educativas. Sin embargo, hasta el momento, no ha sido así.

Pese a que han cambiado las maneras de enseñar y evaluar, y a que se han consolidado con el paso del tiempo, las innovaciones tienen una trascendencia en escenarios más amplios relativamente baja. Aun así, corren con suerte, porque la mayor parte de las transformaciones desaparecen en el camino. Se las traga no la selva sino la tradición. Según Reich (1993), 95% de las innovaciones no logran subsistir más allá de su quinto año.

Es necesario ayudar a los maestros de América Latina a repensar sus prácticas educativas e invitarlos a que conozcan algunas de las escuelas alternativas que desafiaron los lineamientos de los ministerios de educación y pusieron en práctica nuevos currículos y novedosos sistemas de evaluación. Una innovación necesariamente implica una ruptura, en tanto transforma de manera significativa las formas como se venía trabajando la educación en un contexto específico y en un tiempo determinado. Las innovaciones son frágiles porque desconocen las respuestas a sus preguntas novedosas y porque deben dar explicaciones a las inquietudes de los padres, estudiantes y maestros que se acercan a ellas. Por ello, sólo subsisten las que se acompañan de buen seguimiento y de programas de investigación que les permitan evaluar sus impactos y reorientar sus estrategias. Transformar esas ideas y prácticas es una de las tareas más complejas que tienen que llevar a cabo quienes se la juegan por las innovaciones. Por ello, sin formación constante y sin consolidar la comunidad educativa es imposible que subsista una innovación.

Llegó el momento de conocer el camino que de tiempo atrás han explorado y puesto a prueba innovadores que desafiaron las normas y el destino. Aquí están las ideas y prácticas alternativas de algunas de las voces más innovadoras en América Latina. Conocer sus principios, estrategias y maneras de entender la educación puede ser algo que ayude a impulsar el cambio que demanda la educación en América Latina. Por esta razón, la Revista Internacional Magisterio ha invitado a algunos innovadores de América Latina y les ha pedido que caractericen en unas pocas líneas los procesos transformadores que han puesto en práctica en sus países.

Lea el contenido original en este enlace.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/alianza-editorial-magisterio-fundacion-compartir-columnas/escuelas-que-se-transforman

Comparte este contenido:

Cambiando los roles, enseñando se aprende: el alumno profesor

12 de julio de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Ingrid Mosquera Gende

Cuando se me ocurrieron diversas formas de hacer a mis alumnos partícipes activos del proceso de enseñanza, creí estar aportando ideas muy novedosas, hasta que comencé a realizar una búsqueda por internet, pudiendo ver muchos ejemplos de experiencias similares:

  • En el colegio Ábaco, los alumnos de Primaria proponen sus propios problemas de matemáticas para los compañeros.
  • En el colegio Los Sauces, los estudiantes de cuarto de Educación Secundaria Obligatoria recorrieron todos los cursos, inferiores y superiores, para explicar a sus compañeros la Constitución de 1978.
  • En el colegio El Regato, los alumnos de Bachillerato enseñaron a los más pequeños todo lo relacionado con el mundo de las abejas, por medio de talleres.
  • En el Instituto Superior de de Formación Docente 127, los estudiantes de grado de profesorado de inglés, matemáticas y lengua brindan apoyo a estudiantes en riesgo de exclusión social, económico o académico, de entre doce y diecisiete años, durante todo un curso académico.
  • En diferentes universidades, como las de LeónSalamancaBarcelona o Granada, existen proyectos de tutorización, evaluación entre pares, trabajo en grupo o exposición de temas a los compañeros.

En mi caso particular, el interés de la iniciativa radica en dos aspectos concretos. Por un lado, se trata de alumnos de los grados de maestro en educación Infantil y Primaria, por lo que van a ser profesores, así que, no solo consiguen mejorar su aprendizaje, sino que también ponen en práctica su labor docente. Y, por otro lado, se trata de una universidad online, por lo que debo ser creativa a la hora de proponer medios, recursos e ideas para que los estudiantes colaboren de forma activa en la enseñanza y, consecuentemente, en el aprendizaje de sus compañeros. Algunos ejemplos concretos de mi experiencia están recogidos más abajo.

Esta metodología puede tomar el formato de peer tutoring o responder a los nombres de aprenseñar, aprendizaje entre iguales, coenseñanza o coaprendizaje, pero el objetivo es, en todo caso, que el alumno aprenda enseñando y ayudando a compañeros o a terceros. Como ya adelantamos, la idea no es novedosa, en gran medida, todos los profesores somos conscientes de que aprendemos junto a los estudiantes y gracias a ellos. Como docentes, todos podemos recordar alguna materia que hemos tenido que estudiar previamente con cierta profundidad para poder explicársela de forma adecuada a nuestros alumnos. Así también nos lo dicen los porcentajes que indican que sólo recordamos un 10% de lo que leemos, frente a un 90% de lo que enseñamos.

Ventajas de aprender enseñando 

Algunas ventajas de aprender enseñando son las siguientes:

  • Motivación y autoestima: Los estudiantes ven que su aprendizaje tiene una finalidad práctica y que sirve para ayudar y mejorar la vida de otros. Se sienten útiles y protagonistas.
  • Empatía, observación y experimentación: Mejora el conocimiento entre compañeros y la comprensión de los problemas de los demás. Los alumnos se ponen en lugar del docente, entendiendo mejor su papel, sus obligaciones y sus responsabilidades. La inversión de roles ofrece al discente una perspectiva diferente del aula, del profesor, de los compañeros e incluso del propio centro.
  • Interacción, comunicación, colaboración y difusión: La necesidad de tener que comunicar y explicar los conocimientos ayuda a desarrollar las competencias comunicativasy sociales de los alumnos, mediante una interacción y una colaboración activas. Por otro lado, en la actualidad, casi cualquier tipo de iniciativa lleva implícito el uso de las nuevas tecnologías, posibilitando que el material creado, la explicación dada o la actividad corregida sean fácilmente transferibles y, consecuentemente, útiles y reutilizables.
  • Profundidad: El aprendizaje no es pasivo o receptivo, sino que se convierte en activo, al tener que explicarlo posteriormente a otros, por lo que el alumno suele realizar un estudio más completo, detallado y amplio de los contenidos, sin memorizar, comprendiendo para poder explicar y responder a preguntas y dudas que puedan plantearse. De este modo, se emplea una metodología activa en la que los estudiantes son los protagonistas, no solo de su aprendizaje, sino también de la enseñanza.
  • Reflexión, autonomía y desarrollo del pensamiento crítico: Los alumnos reflexionan sobre su papel docente, sobre el contenido, sobre la metodología, la asignatura y sobre la educación en general. Al  mismo tiempo, elaboran su propio material para impartirlo y compartirlo y, por lo tanto, para aprenderlo. De esta forma, los alumnos tienen que entender el contenido a explicar, discerniendo lo principal de lo secundaria, así como siendo capaces de localizar y distinguir fuentes fiables de no fiables.

Ideas para el aula

En cuanto a cómo implementar estas propuestas en el aula, ofrecemos algunas ideas para hacer a nuestros alumnos protagonistas de la enseñanza:

  • Explicaciones: Los alumnos preparan un tema o un material concreto para explicar a los compañeros de forma presencial o virtual. En este sentido, algunos de mis estudiantes preparan vídeos sobre temas de las asignaturas, que posteriormente visionamos en nuestras clases grupales online.
  • Elaboración de material didáctico: Los alumnos preparan contenido de la asignatura, para que los compañeros puedan ampliar sus conocimientos o entender el material desde otra perspectiva. Puede ser material impreso o trabajar usando las nuevas tecnologías. En mi caso concreto, los estudiantes colaboran conmigo en UNIR Revista para, de este modo, profundizar en temas de las asignaturas, mejorando sus conocimientos, al mismo tiempo que se ofrece una explicación más detallada y ampliada a los compañeros. Algunos ejemplos de sus colaboraciones hacen referencia a clasificaciones de los estilos de aprendizaje, diferentes destrezas de la lengua (expresión oralexpresión escrita o comprensión oral) u otros aspectos relevantes de carácter educativo.
  • Preparación de exámenes: Los alumnos proponen preguntas para los exámenes, deciden el formato o debaten sobre la puntuación.
  • Preparación de actividades: Los estudiantes preparan actividades o juegos para los compañeros.
  • Corrección de actividades entre iguales y coevaluación: Los alumnos se corrigen, justificando sus puntuaciones. Los estudiantes suelen disfrutar poniendo nota a los compañeros. Por norma general, suelen ser más estrictos que los propios docentes.
  • Supervisión del aula y actividades: En el aula presencial, los alumnos pueden moverse por el aula para resolver las dudas de los compañeros, como haría el docente. En la educación online, se pueden emplear foros, chats o redes sociales, por ejemplo.
  • Trabajo cooperativo: En muchas técnicas de aprendizaje cooperativo, los estudiantes enseñan a sus compañeros de grupo. Esto se puede dar en cualquier tipo de actividad en la que estemos trabajando con grupos heterogéneos, tanto presencialmente como online.
  • Docencia compartida: Profesor y alumno se turnan para presentar  contenido o lo presentan desde diferentes perspectivas. Igualmente, el docente puede estar junto al alumno para completar su exposición.
  • Tutoría entre iguales y apoyo académico: Los estudiantes aconsejan o  ayudan con la comprensión de la asignatura a alumnos de cursos inferiores o del mismo curso, siendo un aprendizaje, no solo para el estudiante que recibe el apoyo, sino también para el alumno que lo imparte.

Personalmente, el resultado ha sido excepcional, la implicación de los alumnos es extraordinaria y su motivación máxima. El hecho de que sus compañeros vean sus vídeos les hace trabajar mucho la edición, la presentación y el contenido. En cuanto a las colaboraciones en la Revista, a los estudiantes les hace muchísima ilusión ver sus trabajos publicados. Todo ello supone un aprendizaje directo y profundo del tema tratado, sin necesidad de estudiarlo de forma memorística. Ellos aprenden enseñando, sus compañeros hacen una valoración muy positiva, infundiendo también una gran dosis de autoestima a los creadores. Además, los materiales quedan disponibles para posteriores cursos, con permiso de sus autores, y nosotros, como docentes, también aprendemos de la experiencia, sorprendiéndonos de los resultados obtenidos. En mi caso concreto, el hecho, como decía, de que sean alumnos de grados de profesorado de Infantil, Primaria o Secundaria añade más relevancia a la experiencia, preparándoles y ofreciéndoles la oportunidad de poner en práctica su labor docente. Igualmente, la búsqueda activa a través de internet les introduce en el mundo de la investigación, enseñándoles a localizar información adecuada y a discernir fuentes fiables de no fiables, como se comentaba anteriormente.

En relación con este tipo de iniciativa, también debemos plantearnos qué tipo de apoyo vamos a suministrarles: podemos ofrecerles enlaces, una estructura o índice de partida, mantener una comunicación constante con ellos para responder sus preguntas, corregirles bocetos o ayudarles con la redacción académica, entre otras cuestiones.

Con todo ello, una vez se haya decidido llevar a cabo la experiencia, se debe valorar cómo se va a evaluar, algunas posibilidades serían las siguientes:

  • Coevaluación por parte de los compañeros: La forma debe determinarse de antemano.
  • Reducir la materia de examen: Si todos los alumnos participan y preparan diferentes aspectos de un mismo tema, este contenido podría quedar fuera del examen.
  • Porcentaje de la nota final: El trabajo podría suponer un tanto por cien de la nota final de la asignatura.
  • Puntuación extra: Se podría sumar una puntuación determinada a la calificación final de la asignatura.

Son solo cuatro ejemplos de los muchos posibles, debiendo ser adaptados a las circunstancias concretas de enseñanza y aprendizaje. Además, teniendo en cuenta las diversidad en el aula y los diferentes estilos de aprendizajeno todos los alumnos tendrían por qué realizar el mismo tipo de aportaciones (algunas podrían ser clases en directo, otras grabaciones, otras entradas en un blog, entre otras muchas opciones). Sea como sea, es importante que el método de evaluación sea claro y conciso para los alumnos antes de que se pongan a trabajar.

Si permitimos que nuestros estudiantes tomen la iniciativa, nos sorprenderán, aprenderemos todos juntos, formando personas autónomas, críticas, seguras de sí mismas y emprendedoras.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/cambiando-los-roles-ensenando-se-aprende-alumno-profesor/

Comparte este contenido:

Entrevista a Mariano Martín: «Educar es mucho más que enseñar: es humanizar»

Entrevista realizada por Manuel Crespo. OEI-IBERCIENCIA a Mariano Martin Gordillo.

 Mariano Martín Gordillo es profesor de educación secundaria desde hace casi 25 años. Trabaja en Avilés, una ciudad del Principado de Asturias, en el norte de España, donde da clases de Filosofía, Ética y también sobre temas relacionados con ciencia, tecnología y sociedad. Sobre su propia experiencia como estudiante, recuerda lo siguiente: «Cuando yo era alumno, los pupitres estaban clavados en el suelo y formaban filas de a dos, mirando siempre a la pizarra, donde estaba el profesor. Él hablaba siempre, nosotros pocas veces. Él preguntaba y nosotros debíamos responder. Eso era lo que se esperaba de nosotros: el silencio, las respuestas y, si se daba el acaso, alguna pregunta pertinente. Aquello no me gustaba. A mí me gustaba y me gusta hablar. Por eso ahora tiendo a hablar mucho cuando me invitan a hacerlo con otros profesores y a hablar menos cuando estoy con mis alumnos, para que sean ellos quienes lo hagan».

Alrededor de esta inquietud giran algunos de los conceptos que el profesor expondrá durante la entrevista, dedicada en su mayor parte a la inclusión de las nuevas tecnologías en el aula. Martín Gordillo, que también es miembro de la Comisión de Expertos de la OEI, dice que está de acuerdo con la llegada de ordenadores, entornos virtuales y libros-computadora, siempre y cuando estos progresos nunca dejen de ser lo que son: una herramienta para asegurar la participación cada vez más integral del alumno en la clase y la construcción de un espacio en el que primen el diálogo y el intercambio como principales métodos de enseñanza.

PREGUNTA: El aula de la escuela no ha cambiado en muchísimo tiempo. Siguen estando el pizarrón y la tiza, mientras que afuera las tecnologías evolucionan sin cesar. ¿Cómo puede hacer la escuela para capturar la atención del alumno de hoy, que está muy pendiente de los actuales cambios tecnológicos?

RESPUESTA: Creo que hay que pensar en términos de metáforas. Me refiero a la lógica 2.0 de la que tanto se habla, a la integración no mediada por el espacio y el tiempo. Sería interesante verla como una metáfora de la relación educativa. Durante un tiempo Internet fue 1.0. Hubo unos poquitos años de redes escaparates, de páginas que mostraban cosas y se suponía que uno era un mero espectador. Y en ese sentido el 2.0 es una metáfora de lo que puede ser el ámbito escolar. No es tanto cómo entran las TIC como artefactos en el aula, sino de qué manera podemos hacer que el aula recupere la dimensión dialógica que siempre debió tener. Porque en los orígenes de la educación estaba el diálogo. Parece que eso se nos ha olvidado. Las primeras reflexiones de la educación están en Platón. El espacio público que era el ágora, el espacio de encuentro en las polis griegas, donde se intercambiaban y se compartían razones. Es aquello lo que podemos y debemos recuperar en el ámbito escolar. Hoy en día, muchas aulas son un escenario demasiado contemplativo donde alguien habla y alguien escucha, pero podría ser un espacio dialógico que tuviera además una ventaja frente a los otros entornos: junto a los alumnos hay un adulto. Y ese adulto, que teóricamente tiene contacto con un conocimiento que viene de antes, es una oportunidad que en otras redes sociales los jóvenes no van a tener. En el mundo de la comunicación virtual, la comunicación intergeneracional no es tan fácil. El aula es una oportunidad para ello se produzca.

P: ¿Qué beneficios podrían traer innovaciones como el e-book a la enseñanza?

R: Respondo a esta pregunta a comienzos del 2010, cuando se anuncia la llegada del iPad, y con eso me excuso de que con el tiempo lo que ahora digo pueda resultar ingenuo o descaminado. Sin embargo, tengo ciertas expectativas hacia estos nuevos cacharros, no sólo por lo que tienen de novedad, sino también por lo que tienen de viejo. Para los nativos digitales puede ser novedoso un artilugio que les pone adelante la inmensidad de la cultura del libro. Para los inmigrantes puede ser amigable un dispositivo digital con el que pueden interactuar sin perder algunos de los códigos del mundo comunicativo del que proceden. Creo que, sobre todo en las aulas, las TIC pueden ser un interesante lugar de encuentro entre ambas especies generacionales. Al menos como escenario de transición, me interesa ver la forma en que esos nuevos artefactos pueden llegar a ser útiles para que las lógicas 1.0 y 2.0 puedan encontrar un puente en las aulas.

P: ¿Y qué piensa de iniciativas como las de «una laptop por niño»?

R: No seré yo quien se oponga a que todos los niños del mundo accedan a recursos de los que yo disfruto desde hace tiempo. Es evidente que nunca debe ser visto como problema que todos los niños tengan un ordenador, pero tampoco creo que deba ser considerado como la única solución. Como mucho es una parte de las soluciones que requieren los muchos problemas educativos existentes en los entornos más carenciados. Me gusta esa imagen de los niños, y sus familias, disfrutando con el mundo al que acceden a través de esos pequeños ordenadores, pero no me gusta ese discurso que a veces acompaña a estas iniciativas, según el cual los niños pueden ser educados casi sin maestros. También me preocupa la sostenibilidad de esas iniciativas: su visibilidad inmediata no siempre se conjuga con suficientes garantías de reposición y continuidad.

P: ¿Cuál será, en lo específico, el rol del maestro dentro de un esquema que integre a las nuevas tecnologías?

R: Será el artesano del diálogo. Tendrá que generar el contexto y hacer posible un espacio donde se pueda intercambiar, crecer y aprender intercambiando. Más que preocuparse por qué conocimientos debe llevar al aula -eso es una cuestión superada: los conocimientos están constantemente en todos los lugares-, deberá preocuparse por cómo crear dispositivos y situaciones de organización que favorezcan el acceso al conocimiento y su discusión. Otra cuestión que está presente es que el aula se concibe como un lugar donde sólo ocurre una transmisión de conocimientos, pero no se plantea como un espacio de cuestionamiento de conocimientos, de intereses, de valores.

P: Cuando habla de educación unidireccional, ¿por qué cree que hasta el momento se ha educado así?

R: Desde que existe la escolarización masiva, todos hemos sido educados en un aula. Todos tenemos una idea de lo que es o debe ser un aula. La transformación de esa tecnología supondría una renuncia a los preconceptos que uno tiene sobre cómo debe ser la educación. Nuestra aula no era dialógica, de modo que tenemos que crear escenarios de relación que no tenemos en nuestra memoria. Creo que esto es un obstáculo importante para el cambio. Haber sido educados de cierta manera supone un lastre muy grande para todos. Por eso los modelos son tan importantes. Aprender como docentes a crear otros escenarios de participación en el aula es vital. Si no lo haces, no te das cuenta de cómo se puede hacer. No es una cuestión teórica.

P: Dentro de un potencial esquema dialógico, ¿no hay riesgo de que se produzca una descentralización de la autoridad?

R: ¡Hombre, la descentralización nunca es mala! La autoridad concebida como el espacio donde yo hablo y tú te callas es una autoridad no democrática. La superación de este modelo autoritario -que no es autoridad sino autoritarismo- me parece perfecta. La autoridad es otorgada por la legitimidad que tiene tu rol. Es una legitimidad en ejercicio, en la medida en que el maestro sea capaz de crear situaciones y aportes a los alumnos. Se trata de un rol muy importante: en un espacio de debate la voz del profesor siempre es una voz autorizada, pero no solamente porque sea la del profesor, sino porque aporta o incorpora objetos que no están en el escenario mental de los niños. La voz del maestro debe ser respetada por lo que dice, no por quién lo dice. Claro, esto supone un paso previo que es muy importante: el profesor tiene que contar con una densidad cultural que esté por encima del nivel medio de las familias de sus alumnos. Esto es crucial. Sin un cierto nivel cultural, sin un cierto interés por la cultura en el rol del profesor, el aula es un escenario problemático. Y eso tiene que ver con algunos contextos nacionales, donde la formación del profesorado está en baja.

P: ¿Cómo se puede establecer un diálogo horizontal entre maestro y alumno si se tiene en cuenta que las competencias de uno y otro no son las mismas?

R: Es evidente que las competencias no son las mismas, pero el que yo planteo no es sólo un diálogo entre dos sujetos, sino entre muchos más. El diálogo más vivo, y quizá más rico educativamente, es el que se da en el aula entre los propios alumnos. Ellos también son diversos en competencias, intereses y actitudes, pero esa diversidad es muy fértil si se sabe aprovechar educativamente. Ahí es donde entra el docente como organizador crucial de la comunicación en el aula, como experto competente en propiciar espacios para la interacción y la cooperación. Su competencia epistemológica en las materias que enseña es muy importante, pero no lo es menos su densidad cultural general o su capacidad para generar espacios propicios para el diálogo, la colaboración y el aprendizaje. Ser un docente competente es, por tanto, mucho más que ser un docente bien formado en una disciplina. Son competencias que se adquieren con una sólida formación inicial. Y también con una formación continua que permita al docente aprender con sus compañeros y aprender de las mejores experiencias que ellos le puedan aportar.

P: Llegado un momento, también se discutirán los contenidos de enseñanza…

R: Si, pero eso será tan sencillo como abrir un poco las ventanas a la vida. Los contenidos que tradicionalmente estaban presentes en los libros de texto tenían que ver con saberes disciplinados tradicionalmente por la academia, por la escuela, por la historia. Es el formato de la enciclopedia del siglo XVIII: un saber ya estructurado en cada escuela, con un currículo ordinario. Pero si miramos cómo es y cómo se difunde el saber, en los medios de comunicación encontramos una metáfora muy clara de lo que podemos hacer en la escuela. En el contexto de la ciencia, por ejemplo, el contenido científico no es un contenido de saber puro: hay un saber que tiene que ver con el hacer, con la tecnología, y también con la controversia, con los problemas. Es decir, sobre todo el contenido científico, un porcentaje altísimo de lo que los medios de comunicación incorporan no tiene que ver sólo con cuestiones de hecho o de saber, sino también con cuestiones de deber, con controversias de carácter valorativo. Incorporar en el aula toda la ciencia real -no solamente la ciencia conceptual, sino la ciencia controvertida, la ciencia que está en la agenda de las decisiones macro y micro, aquellas que tienen que tomar tanto el ciudadano particular como el conjunto de la sociedad- es una buena forma de hacerlo. Llevar los periódicos al aula y ver cómo se maneja el conocimiento científico en la prensa, cuándo la prensa lo hace bien y cuándo lo hace mal, es una de las herramientas más útiles para entender cómo debería ser el cambio de los contenidos.

P: ¿Se debería poner en duda la obligatoriedad de la educación formal?

R: ¡Hombre! Jamás deberíamos poner el acento en esa idea. La educación ha sido y es un bien social indiscutible. Los pueblos que han apostado por escolarizar a más gente, durante más tiempo y en mejores condiciones, son los pueblos que más han progresado. La extensión de la obligatoriedad -no en el sentido del encerramiento, sino simplemente de la obligación de los Estados de proveer servicios educativos a todos los ciudadanos, de la obligación de los padres de manejar el tiempo para que sus hijos estén en las aulas y de la obligación de los niños de asistir a clase- no debe ser relativizada bajo ningún aspecto.

P: Algunas TIC ya se usan en las escuelas, pero aún no hay un programa que explique los cambios que implican esas nuevas tecnologías. ¿Los estudios CTS podrían ayudar en ese sentido?

R: Sí, creo que son fundamentales. En el enfoque CTS hay una nueva mirada que es muy positiva. Muestra qué son la ciencia y la tecnología y cómo están afectadas por la historia y la vida social. Las sociedades están presentes en la propia construcción de la verdad, así que no hay verdades puras y aisladas del contexto en las que han nacido. Los estudios CTS, para la ciencia que se muestra en las aulas, también evidencian que la ciencia es humana e incorpora las condiciones que permitieron su gestación. Incluso la otra parte de los estudios CTS -aquella más involucrada en temas como la participación pública, el cambio social y demás- sería de mucha utilidad en el aula. La clase debe convertirse en un escenario donde los chicos puedan aprender a tomar decisiones en relación con la ciencia y la tecnología. Yo suelo hablar de dos paradigmas en educación. De un lado estaría el escenario siempre conocido, el paradigma narrativo y contemplativo, donde el aula es un espacio físico en un sentido tradicional y donde se construyen relatos que se transmiten. Aquí estamos hablando de narraciones y de una actitud contemplativa por parte del educando. Del otro lado nos encontramos con el paradigma dialógico-participativo. El que va a llevar la organización del espacio tiene que promover el diálogo, mientras que el alumno es un sujeto que se educa participando. Allí está la clave del cambio, pero vuelvo a lo de la memoria que dije antes: en el tránsito del paradigma narrativo-contemplativo al dialógico-participativo, no hay que descontar que todos hemos sido socializados en el primero. Este punto debe ser tenido muy en cuenta, ya que implica un obstáculo que no es menor a la hora de modificar el esquema tradicional de enseñanza.

P: En definitiva, ¿está de acuerdo con la implantación de TIC en las escuelas?

R: Una respuesta negativa a esta cuestión sería tan patética como seguir aferrado a la pluma y al tintero cuando ya se dispone de bolígrafos, o como oponerse al uso de los libros tras la invención de la imprenta. Pero más allá de lo obvio, conviene que nos demos cuenta de que asistimos a un cambio histórico descomunal. No se trata sólo de la entrada de cacharros digitales en las aulas. La escuela tuvo durante mucho tiempo funciones alfabetizadoras y ése fue el saber hacer propio que la hacía socialmente imprescindible. Sin embargo, el mundo digital no requiere tanto, al menos no como el mundo académico, de enseñanzas específicas para entrar en él. Pero sí puede seguir siendo relevante una educación para las nuevas formas de socialización en los nuevos entornos virtuales. Sigue siendo importante diferenciar entre enseñar y educar. Al aludir a una educación para los nuevos entornos virtuales no quiero referirme a esas ñoñas cantinelas llenas de prevenciones que insisten en educar frente a los peligros de esos nuevos entornos. Se trata, más bien, de instalar un nuevo contrato educativo en el que sea posible entender que, para muchas de las competencias que los nativos digitales necesitan, siguen siendo funcionales las aulas presenciales. El diálogo en el ágora, la participación cooperativa en el aula y la interacción en las redes sociales forman un continuo históricamente coherente. Lo que no es coherente es imaginar tarimas 2.0 o insistir en perpetuar formatos de aulas como la de la película Entre les murs. Si nos enrocamos, como muestra esa película, en el rancio paradigma narrativo-contemplativo, la escuela tendrá poco futuro y se quedará petrificada, añorando un tiempo que ya no existe. Los pesimistas disfrutan de esa película porque confirma su visión apocalíptica sobre el presente y sus pronósticos agoreros sobre el futuro. Bienvenidas sean pues las redes digitales y las TIC en las aulas, aunque sólo sea para que nos enredemos buscando la manera de disolver esos muros simbólicos que a veces han aislado a la escuela del mundo.

P: Recién dijo que «enseñar» y «educar» son dos conceptos distintos. ¿Podría decir algo más al respecto?

R: Efectivamente, hay diferencias significativas. La educación es más que la enseñanza. Incorpora ese valor añadido que le da sentido a ésta última. Educar es humanizar, favorecer el desarrollo de las potencialidades de las personas. Antes se consideraba que ese proyecto podría lograrse sumando las enseñanzas de los distintos campos del saber, pero hoy sabemos que eso no es suficiente. Siendo muy importante, la mera instrucción no conduce a una educación integral. De la suma de los saberes conceptuales no emergen las actitudes que permiten a las personas valorar el mundo en el que viven y apreciarlo. A valorar se aprende valorando y a participar se aprende participando. Quizá en esos verbos se sitúe ese valor añadido que tienen los buenos sistemas educativos sobre los buenos sistemas de enseñanza.

P: ¿Cuál es hoy el rol del examen en la escuela?

R: Muchas veces les digo a mis alumnos que la lógica de los exámenes se parece a la de un simulacro teatral: ellos hacen como que dominan ciertos contenidos en una fecha determinada y yo hago como que lo constato para siempre. Todo se basa en que nadie se salga del guión ni de la fecha. Si se pregunta o se responde lo que no toca o cuando no toca, todo se desmorona. ¿Aprobaríamos el último examen que hicimos si tuviéramos que repetirlo sin aviso un año después? La lógica del examen no es la de la buena educación, ni siquiera la de la verdadera enseñanza ni la del verdadero aprendizaje. Es la lógica de la acreditación, la del valor de cambio de lo que la escuela certifica frente al valor de uso de lo que la escuela promueve o debería promover. El problema es que esa escenificación impregna nuestra cultura escolar desde que somos alumnos y hace que un mecanismo tan simple como el del examen monopolice muchas veces la interpretación de lo que es, lo que puede ser y lo que debe ser la educación. Usando términos chomskianos, los exámenes muestran actuaciones, pero no siempre demuestran competencias. Lo educativo está en lo potencial, en las competencias, mientras que lo instructivo está en los actos, en las pruebas. El examen se ha convertido en un artefacto escolar que condiciona muchas otras cosas, pero esa pretendida objetividad acaba condicionando los roles y las posibilidades de interacción de los sujetos de la relación educativa. Cuando el alumno le pregunta al docente «Profe, ¿esto entra en el examen?», está haciendo, sin saberlo, una lúcida denuncia de lo que sucede: lo único que tiene valor es lo que se evalúa.

P: ¿Considera que algo debería cambiar?

R: Sí. Para empezar, convendría cambiar las actitudes hacia la escuela y hacia lo que sucede en ella. Últimamente parece que está de moda decir que la escuela está en crisis, que las nuevas generaciones son intratables y que los docentes no podemos hacer nada. Esa es una buena forma de intentar convertir un mal diagnóstico en un pronóstico peor. Pero la realidad de las aulas no es así. Y lo que es más importante: no debe ser así. Las nuevas generaciones son lo más importante que tiene una sociedad. A diferencia de muchos de los que opinan sobre los jóvenes desde lejos y con desconfianza, quienes trabajamos cada día con ellos podemos constatar que los de hoy no son peores que los de otros tiempos. Al contrario, nacen en un mundo mucho más ancho y abierto a sus inquietudes y, por ello, son muchos más los que pueden formarse y hacerlo en sentidos mucho más variados. Yo tengo confianza en estas nuevas generaciones que se mueven con desparpajo en los nuevos entornos virtuales. Las escuelas que tienen problemas no requieren discursos pesimistas o excusas para no afrontarlos. Pero también pienso que en la escuela hay cosas muy importantes que conservar. Por ejemplo, la voluntad de educar: esa vocación de los docentes, esas decisiones de los políticos y esa complicidad de la sociedad que han permitido durante décadas que en todos los lugares del mundo donde se ha ensayado sea siempre cierto que más educación es igual a más progreso social y a más felicidad individual. La novedad en los últimos tiempos es que podemos hacer que ese proyecto alcance a todos.

Fuente entrevista: http://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/?Mariano-Martin-Gordillo-Educar-es&utm_content=bufferbb7c5&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer

Comparte este contenido:

Entrevista a Humberto Maturana: “El futuro de la humanidad no son los niños, son los mayores»

Fuente: culto.latercera./Autor:Alejandra Jara

De visita en la Región del Biobío, el Premio Nacional de Ciencias conversó sobre la importancia de que los niños crezcan en un espacio que acoja, escuche, se diga la verdad y donde sus preguntas sean contestadas. “Sólo así se transformará en una persona reflexiva, seria y responsable”, aseguró.

“Cuando uno aplaude a alguien sin haber escuchado nada, entonces uno aplaude las expectativas”, dijo un sorprendido Maturana apenas subió al escenario de la escuela Hipólito Toro y Salas de Chiguayante, en la región del Biobío, donde fue invitado ayer miércoles a inaugurar el año académico.

La noticia de que visitaría la región se masificó rápido y decenas de personas, ajenas a la comunidad educativa del establecimiento, llegaron hasta el colegio para escuchar al Premio Nacional de Ciencias, arriesgándose incluso a que no las dejaran entrar.

Bastó que lo mencionaran como el invitado de honor de esta ceremonia, donde también se premió a los profesores destacados de Chiguayante, para que el público estallara en aplausos mientras las cámaras, que transmitieron en directo su presentación vía streaming, enfocaron a varios jóvenes y adultos que se acomodaron como podían al interior del auditorio donde reinó el silencio durante los poco más de 20 minutos que duró su presentación.

“Pero las expectativas nunca se cumplen, ni las propias, ni las ajenas. Lo cual es bueno. Uno puede escuchar sin prejuicios, sin supuestos, sin exigencias y uno puede hablar también desde la espontaneidad”, recordó el biólogo y autor de El árbol del conocimiento (1984), antes de comenzar a hablar de “Amar educa”, el tema central de su ponencia.

El futuro de la humanidad

“Los niños, niñas y jóvenes se van a transformar con nosotros, con los mayores, con los que conviven, según sea esa convivencia. El futuro de la humanidad no son los niños, somos los mayores con los que se transforman en la convivencia”, dijo Maturana en la mitad de su presentación.

El biólogo se dio cuenta de lo sorprendidos que quedaron los auditores con esta aseveración y continuó: “Nosotros hoy somos el futuro de la humanidad. Los niños se transforman con nosotros. Van a reflexionar, van a mentir, van a decir la verdad, van a estar atentos a lo que ocurre, van a ser tiernos, si nosotros los mayores, con los que conviven, decimos la verdad, no hacemos trampa, o somos tiernos”, explicó.

Por lo tanto, el enseñar, como parte de la convivencia, es indicar, apuntar la mirada, guiar la reflexión, pero “en cualquier caso los niños se van a transformar con los mayores con los cuales conviven”, agregó el biólogo.

“Cuando decimos que amar educa, lo que decimos es que el amar como espacio que acogemos al otro, que lo dejamos aparecer, en el que escuchamos lo que dice sin negarlo desde un prejuicio, supuesto, o teoría, se va a transformar en la educación que nosotros queremos. Como una persona que reflexiona, pregunta, que es autónoma, que decide por sí misma”, sostuvo.

Maturana explicó que una de las cosas que surge del lenguaje es la conciencia. Y que existen dos preguntas fundamentales que los niños viven. Una de ellas es “¿mamá cómo se hace?, lo que revela que el niño quiere hacerlo bien. “Todos queremos hacer bien las cosas que sabemos y por eso preguntamos”, aclaró el biólogo.

Y la otra pregunta es la que le hace la mamá o el papá al niño: “¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?”. “Esa es una pregunta maravillosa, lleva la mirada sobre sí mismo. Abre el espacio de la reflexión”, dijo Maturana.

Y enfatizó: “Amar educa. Si creamos un espacio que acoge, que escucha, en el cual decimos la verdad y contestamos las preguntas, nos damos tiempo para estar allí con el niño o niña, ese niño se transformará en una persona reflexiva, seria, responsable que va a escoger desde sí”.

Porque el acto de escoger es fundamental y constituye un acto de conciencia, aseguró el Premio Nacional de Ciencias Exactas. “El poder escoger lo que se hace, el poder escoger si uno quiere lo que escogió o no, ¿quiero hacer lo que digo que quiero hacer?, ¿me gusta estar dónde estoy?”, son algunas de las preguntas que aparecen”, explicó Maturana.

El origen de los problemas

En su ponencia, Maturana también abordó que los problemas humanos nunca son de inteligencia, sino corresponden a conflictos de emociones. “Son todos conflictos de deseos y se resuelven con la reflexión”, dijo el experto.

También explicó que los humanos hacemos teorías, es decir, constructos lógicos que se fundan en premisas básicas aceptadas a priori desde la emoción. Y para resolver las discrepancias con los otros “hay que ver las coherencias del ámbito en el cual estamos hablando”, agregó el Premio Nacional de Ciencias.

Si no nos podemos poner de acuerdo, es porque estamos en ambos teóricos distintos. Estamos argumentando desde premisas básicas diferentes. “Y la única solución es mirar desde donde estamos diciendo lo que estamos diciendo”, sostuvo Maturana.

En este tema, el ex académico del MIT fue consultado por uno de los asistentes sobre cómo transformar la política pública en educación que está volcada a los indicadores.

“Conversando”, respondió el experto y agregó que “El colegio de profesores se transformó a lo largo de la historia en un sistema gremial, pero en su origen era un sistema de reflexión académica sobre la educación. Un modo de conversar sobre lo que hacemos. Porque si no conversamos ¿qué diremos ante las autoridades gubernamentales?”, se preguntó.

Por lo tanto, lo que hoy hay que responder es “¿qué queremos con la educación”, dijo el biólogo. Es decir, saber si queremos formar jóvenes que se preparen para la competencia del mercado laboral o para una convivencia democrática, honesta, de mutuo respeto, en la colaboración, en la reflexión.

“Ese es nuestro tema, tenemos que conversar. Pero no tenemos que tratar la conversación como algo banal (…) Tenemos que atrevernos no en una huelga, sino en la conversación y la reflexión”, aseguró el Premio Nacional de Ciencias.

Amar educa

“Para que el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar aparecer. Darle espacio al otro para que tengan presencia nuestros niños, amigos y nuestros mayores”, sostuvo Maturana.

Por eso, la educación es la tarea más importante de un país. “Define el ámbito de convivencia en el que ese país se va constituyendo, momento a momento, día a día”, agregó el biólogo.

Como yo lo había mencionado anteriormente, en este ámbito la reflexión juega un rol fundamental porque permite mirar dónde estamos. “Si no reflexionamos vamos a caer en un fanatismo, en un ámbito de autoridad absoluta para el que otro obedezca”, aseguró Maturana.

Pero a nadie le gusta obedecer, porque es una negación de sí mismo. Sin embargo, en el colaborar “tengo presencia, soy libre, escojo”, lo que recordó que es importante aplicar en la crianza de los niños.

“La educación es una transformación en la convivencia y seguirá un camino u otro según la teoría desde las cuales actuemos. Las teorías no son superfluas, definen el espacio en el que nos movemos y las aceptamos. Pero si aceptamos las teorías aceptamos las premisas básicas desde donde se constituyen, de modo que tenemos que ser siempre, o deberíamos ser capaces, de preguntarnos las premisas básicas desde donde se construyen las teorías, el sistema lógico con el cual fundamentamos lo que hacemos”, concluyó el Premio Nacional de Ciencias.

Fuente de la entrevista: http://culto.latercera.com/2017/03/23/maturana-la-humanidad-los-ninos-los-mayores/

Fuente de la imagen:http://culto.latercera.com/wp-content/uploads/2017/03/maturana.png

 

Comparte este contenido:

Abuelos digitales, las nuevas estrellas de YouTube

26 Marzo 2017/Fuente y Autor: http://gestion.pe

No hay edad para alcanzar la fama. Y los abuelos youtubers lo saben muy bien. Algunos superan los ochenta años sin embargo, enseñando y disfrutando lo que hacen, han encontrado miles de seguidores y un trabajo divertido.

¿La Internet es terreno de jóvenes? Por favor. Uno de cada cinco usuarios web en Latinoamérica son ancianos. Es más, su padre o abuelo podría estar navegando tranquilamente YouTube en este instante, en donde el 10% de público pertenece a la tercera edad.

Y es precisamente acá en donde los patriarcas del mundo comienzan a resaltar. La categoría senior en YouTube es un fenómeno creciente, y no piensa detenerse.

Esperanza Rosas es una vecina limeña de 74 años, y desde hace siete publica religiosamente y todas las semanas una edición más de “Tejiendo Perú”, su videoblog sobre, adivinen, costura.

“Tejiendo Perú” ya tiene alrededor de 744,000 suscriptores en YouTube, y sobrepasa las 260 millones de reproducciones. ¿De qué trata? Esperanza se graba enseñando las técnicas ancestrales del tejido con palillos, crochet y demás.

Pero Esperanza no es la única ‘abuelita virtual’, como la llaman sus seguidores. Al otro lado del Atlántico, en España, encontramos a Juan José Cañas, el abuelo viajero.

A sus 80 años, Cañas decidió perseguir su sueño de conocer Cuba. Pero tuvo la incréible idea de tomar el camino largo.

Entonces, podemos encontrar vídeos del español en Vietnam, Venecia o Barcelona. Todo gracias a su canal: “Atrapatuabuelo”.

Estados Unidos, por supuesto, tampoco se podía quedar atrás. Shirley Curry es una youtuber gamer, y sí, tiene 80 años.

Esta divergencia tan curiosa ha provocado la curiosidad y atracción de sus seguidores, que ahora suman más de 270,000.

Fuente de la noticia: http://gestion.pe/tecnologia/abuelos-digitales-nuevas-estrellas-youtube-2185245

Fuente de la imagen:http://d2mcuc4z4njy7y.cloudfront.net/ima/0/0/2/1/1/211184.jpg

Comparte este contenido:

Enseñar a aprender

15 de febrero de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org

Por: Ángela Escallón Emiliani

Es clave comprender cuáles son las motivaciones de los niños y jóvenes actualmente, para reconocer los nuevos desafíos que le corresponde al maestro como inspirador, motivador y mentor.

Muchas veces nos preguntamos ¿cuáles son las motivaciones de los niños y jóvenes del siglo XXI?, ¿qué los lleva a actuar de la manera en que lo hacen y a tomar sus decisiones? ¿Cuáles son sus intereses y qué es lo que los mueve?

Estas preguntas las consideramos de gran relevancia para poder entender el rol activo que tienen los estudiantes en su aprendizaje, y para reconocer -al mismo tiempo- los nuevos desafíos que le corresponde al maestro como inspirador, motivador y mentor.

En un artículo anterior hablábamos de la importancia de que, dentro del contexto actual, el maestro sea ejemplo vivo para sus alumnos (lee aquí el artículo). Es decir, una combinación entre el conocimiento, las capacidades y un ser humano íntegro, integral y ético que inspire a quienes enseña. En esta ocasión, para complementar esta visión, queremos hablar de la importancia del rol del estudiante en su aprendizaje, y de uno de sus principales interlocutores: el docente como catalizador de este proceso.

Hoy niños, niñas y jóvenes están creciendo en una era con referentes distintos, en una cultura digital, con fácil acceso a grandes cantidades de información. Hoy su desarrollo se hace bajo un concepto diferente de tiempo y espacio, de cambios constantes y muy rápidos, con nuevas formas de comunicación y aprendizaje que mezclan imagen, palabra y sonido.

Es en este contexto donde cada vez cobra mayor importancia el planteamiento de enseñar a aprender, que parte de depositar la confianza en el estudiante y en su capacidad de construir su propio conocimiento y organizar sus estructuras mentales; reconociendo que lo que éste requiere para propiciar su desarrollo, son ambientes abiertos de aprendizaje significativo que lo orienten a aproximarse a esa gran cantidad de información disponible, de manera que desarrolle su capacidad de recoger todo lo que está recibiendo y pueda integrarlo en pro de su beneficio personal, el de su entorno y el de la sociedad en general.

Enseñar a aprender no se trata sólo de pasar el conocimiento que se tiene, no es únicamente transmitir un saber. Es ayudar a que el alumno, ávido de conocimiento y con muchas preguntas, aprenda por él mismo. Más que transmitir información, se trata de contagiar el amor por el conocimiento, de motivarlos y guiarlos. Es desarrollar la capacidad en el alumno de acceder, gestionar, analizar y aplicar eficazmente la información. Es tener la capacidad de valorar los aportes de los estudiantes y promover que compartan sus ideas e inquietudes, para inspirarlos a partir de sus propios descubrimientos e interrogantes.

«Enseñar a aprender es ayudar a que el alumno, ávido de conocimiento, aprenda por él mismo…donde el maestro es quien cataliza, abona, orienta e inspira este proceso»

Se trata de acompañarlos en la creación de aprendizajes significativos para su vida y para su entorno social, creando las oportunidades para que explore, experimente, indague y descubra. Pero para lograr esto, el maestro además de entender cómo funcionan los factores que forman parte de los procesos cognitivos del alumno, debe hacerse las preguntas que mencionamos al inicio de este texto, y abrirse a la posibilidad de comprender el porqué del comportamiento del estudiante actual, para saber aplicar las estrategias adecuadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Desde esta perspectiva es el propio estudiante quien produce su aprendizaje y el maestro es quien cataliza, abona, orienta e inspira este proceso. Un aprendizaje que emerge en un ambiente de confianza, libertad, autonomía, liberado de presiones y represiones, facilitando que la creatividad surja y permitiendo que el estudiante sea más partícipe y responsable de su propia formación.

Sin embargo, nos queda una pregunta final, ¿qué tanto las formas actuales de gestión de la educación en nuestro país y de la medición de los resultados están ayudando a que estos cambios se gesten en el aula de clase?

Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/ensenar-aprender

Comparte este contenido:
Page 4 of 5
1 2 3 4 5