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La magia de cambiar la dirección escolar para cambiar la educación

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La educación de 2021: igualdad social y tecnología

Por: Hugo Casanova Cardiel*

La educación nacional no enfrenta un buen pronóstico para 2021. Ni los problemas estructurales de la educación, ni sus asuntos coyunturales muestran señales consistentes de mejora. Y ello no representa un vaticinio pesimista, por el contrario, hoy resulta impostergable contar con un diagnóstico realista y demandar desde la sociedad un cambio de rumbo en el que se entienda que la educación no puede continuar siendo un ámbito ideologizado y mercantilizado por los poderes político y económico, sino un espacio estratégico comprometido con la formación de la niñez y la juventud con un horizonte de justicia social y de construcción de un mejor futuro nacional.

A las insuficiencias estructurales en términos de cobertura, calidad y equipamiento que han caracterizado por décadas a nuestro sistema educativo, se sumaron, en el año de la pandemia, serios problemas que ponen de manifiesto las vulnerabilidades sociales, educativas y digitales de la sociedad. Baste recordar que, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, hoy apenas 21.9 por ciento de la población vive en condiciones de no pobreza y no vulnerabilidad social. Eso significa que en este 2021, el legado para ocho de cada 10 mexicanos será de algún déficit en términos de ingresos, salud, vivienda o educación. De manera particular el ámbito educativo seguirá siendo afectado por la crisis sanitaria que alejó de las instalaciones físicas a 36.5 millones de niños y jóvenes que son fiel reflejo de las asimetrías sociales.

Como se sabe, las estrategias gubernamentales para contrarrestar el cierre de las instalaciones escolares se apoyaron prioritariamente en las tecnologías digitales. De tal forma, las modalidades que asociaban la educación a la tecnología lograrían ubicarse como una respuesta oportuna ante una situación de clara emergencia. Sin embargo, en ese escenario también surgirían voces que llamaban a remplazar la educación tradicional por formas pretendidamente más efectivas y modernas. En tal sentido, la educación presencial comenzó a ser caracterizada por sus inercias pedagógicas y –como si ello fuera una cuestión de simple voluntad– por su falta de apego a la tecnología. En realidad, se cuestionaba lo escolar y se discutía la vigencia de la institución: cursos, programas, estrategias didácticas e incluso maestras y maestros que, esta vez, eran remplazados por la pantalla y por conductores de televisión.

Sin embargo, es necesario señalar que la educación difundida por medios digitales ha estado muy lejos de cumplir con el ideal de extenderse a grupos sociales más amplios. En vez de ello, se han hecho patentes las desigualdades de todo tipo y las mayorías volvieron a quedar al margen de los beneficios educativos. En 2020 se hicieron manifiestas las dimensiones de la brecha social y digital de los mexicanos y se pudo constatar como el estudiantado y sus familias tuvieron que asumir una parte significativa de los costos educativos en términos de equipamiento, conectividad, material documental y espacios físicos para el estudio. Eso sin contar el déficit vivido en términos afectivos, colaborativos y de socialización, difícilmente atendidos a través de la pantalla.

En el caso de la educación superior se ha hecho patente la supremacía del software propietario (Zoom, Google, YouTube) por encima de las modalidades libres. Así, las plataformas privadas han incursionado en los espacios personales e institucionales apropiándose y mercantilizando los datos de los particulares. Los corporativos informáticos fundan su acción en un modelo empresa-cliente que es transferido a la educación en una lógica en la que el conocimiento y la información devienen en mercancía. En tal sentido, se manifiesta una fuerte oposición entre las aspiraciones igualitarias de la educación pública y los intereses de los corporativos proveedores de servicios tecnológicos.

Por todo ello, hoy resulta imprescindible comprender a profundidad la racionalidad y mecanismos de operación de las modalidades digitales de enseñanza, así como su impacto real en los procesos educativos. Acaso sea posible plantear que, antes de convertirse en el remplazo de lo presencial, las herramientas tecnológicas en su conjunto pueden contribuir a su mejor desempeño. Así, el reto sería lograr que, aun tratándose de modalidades diferentes, sean orientadas hacia un fin compartido.

No cabe duda que necesitamos dar respuesta a las dimensiones estructural y coyuntural de la educación. En ambos casos las tecnologías digitales aparecen como un medio con enormes potencialidades para renovar lo educativo. Sin embargo, para atender la problemática de ese sector no basta con expresar buenas intenciones. Es preciso tomar decisiones con rigor y estrategia: estudiando las virtudes de lo digital, pero también considerando sus posibles riesgos. Es indispensable construir modalidades digitales pertinentes e igualitarias, acordes con los problemas de nuestro país –y no simplemente transfiriéndolas de otros contextos– y, por supuesto, es urgente fortalecer y renovar la modalidad presencial a la que habremos de regresar en algún momento.

¿Qué es necesario considerar para la vuelta? Sin duda debe insistirse en el tema de la cobertura en todos los niveles bajo un criterio de justicia social y exigencia académica. Es necesario contar con establecimientos educativos seguros, equipados, conectados, preparados para contingencias y situaciones calamitosas. Asimismo, deben hacerse los ajustes curriculares que permitan la plena incorporación de las modalidades digitales. Y, finalmente, ha de emprenderse un sólido programa de formación en el que maestras y maestros puedan adquirir las herramientas didácticas –presenciales y digitales– para contribuir a la educación de la niñez y la juventud mexicanas del tercer milenio. Ni más ni menos.

Director del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/01/09/opinion/014a1pol

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Documento: 17 objetivos para transformas el Mundo

Por: https://kairos-educacion.com

17 retos para la igualdad y la unión de los pueblos.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (17 ODS)
son una oportunidad muy importante
para conseguir la unión de todos los países y pueblos del mundo.

Los 17 ODS nos ayudarán a conseguir un futuro mejor
en el que todas las personas
tengan una buena calidad de vida.

En estos últimos años
estamos viviendo importantes cambios para la Historia
que afectan a todas las personas
y a todos los países del mundo.

Descargar el documento completo: https://kairos-educacion.com/descargas/17-objetivos-ods.pdf

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Vivencia y experiencia en la crisis del coronavirus

Por: Amador Fernández Savater

Todo el mundo está pensando e inventando estos días, aunque sólo circule como pensamiento lo que escriben los filósofos de renombre.

Estos días sentimos claramente el «fracaso» del pensamiento que no se da tiempo para escuchar, que no se afecta de la situación: sólo es capaz de afirmar posiciones previas.

Pero hay otros usos del pensamiento: servirnos de él para refinar e intensificar nuestra capacidad de escucha y atención, buscar en él no tanto respuestas como vías para formular mejor una pregunta. La pregunta de qué (nos) está pasando.

Intento más abajo eso mismo con el pensamiento del argentino Ignacio Lewkowicz, ayudarme de él para preguntar por el tipo de experiencia que estamos haciendo en la crisis del coronavirus, qué significa «hacer experiencia» y en qué podría consistir una experiencia colectiva, «política», de esto.

No el pensamiento como explicación, sino como llamada de atención: a ver y pensar mejor cierto «envés» de nuestra experiencia actual, todo lo que no encaja en las normas y los relatos impuestos, que es el humus donde podría cocinarse tal vez una politización inaudita.

Un amigo por Whatsapp durante una conversación matutina: «esto es lo más profundo colectivamente que nos ha pasado en varias generaciones».

Intercambiamos algunos mensajes más a partir de esta afirmación. Yo interrogo la noción de experiencia: ¿es lo que nos pasa o algo más? Y también la cuestión de lo colectivo: ¿es lo que nos pasa a todos a la vez u otra cosa?

La respuesta queda en el aire, como tantas cosas hoy. Mi amigo J. tiene que atender a su madre mayor en casa. Yo, con menos obligaciones, decido aprovechar el tiempo suspendido para seguir derivando sobre las preguntas que se nos han abierto juntos.

Recurro a otro amigo, uno de esos a los que no conoces más que a través de los libros pero que a veces hacen más compañía que tantos vivos cercanos: el pensador argentino Ignacio Lewkowicz. Busco en él no tanto respuestas como buenos términos para plantear la pregunta, mejores herramientas para escuchar y atender la realidad. Me suena que Ignacio tiene cosas sobre esta cuestión, rebusco por la biblioteca y doy con ello.

En el librito Del fragmento a la situación, que Ignacio escribió con Mariana Cantarelli y el Grupo Doce, se puede leer que «tener una experiencia es hacer algo con lo que te hace». Habría entonces una distinción entre, digamos, vivencia y experiencia. Una diferencia seguramente con su punto de abstracción, porque en la realidad está todo más mezclado, pero que puede ayudarnos a pensar y refinar la percepción.

Vivencia es lo que nos pasa, la huella o el reflejo en nosotros de lo que pasa. Vivencia colectiva es aquello que nos pasa a todos juntos o a la vez. Pero una experiencia sería distinto: no sólo una huella o reflejo, sino una marca que inscribimos nosotros, como un tatuaje, a partir de eso que pasa y no elegimos ni escogemos. Producir esa marca a través de algún tipo de «nosotros» sería una experiencia colectiva.

Esta situación de crisis por el coronavirus, ¿es pues una vivencia o una experiencia? Es decir, ¿somos contemporáneos de algo o estamos «haciendo algo a partir de lo que nos hace»? ¿Es una situación que padecemos o una situación que logramos elaborar con sentidos propios, habitar?

Hasta las 11.00 no bajo al mercado de barrio -siempre vacío, al revés del supermercado, ¿por qué?-, así que prosigo un rato más pensando con Lewkowicz.

Encuentro en el mismo libro otro juego conceptual que puede ayudarnos a precisar más aún la pregunta: la distinción entre «subjetividad instituida», «envés subjetivo» y «subjetivación», tomando la subjetividad en su sentido más general y sencillo: maneras de ver, de vivir, de actuar, de sentir y de pensar.

La subjetividad instituida es la serie de operaciones que debemos hacer para formar parte de una cierta lógica, la serie de comportamientos obligados para adaptarnos a una situación. Subjetividad instituida = adecuación.

El envés subjetivo es la distancia, el hueco o el agujero que se abre entre la norma y nosotros: dudas, malestares, preguntas, todo aquello que en nosotros no encaja, no cierra perfectamente y de alguna manera no se deja gobernar. La subjetividad instituida no es total, ni acabada o perfecta, siempre tiene un «resto». Envés subjetivo = inadecuación.

La subjetivación es equivalente a lo que antes nombrábamos como «hacer experiencia»: una reapropiación subjetiva de un dato objetivo; no solamente sufrir lo que pasa, sino cambiar la manera de relacionarnos con ello. Es un exceso, un plus, un desborde de la subjetividad instituida. La subjetivación abre un tiempo-espacio distinto al obligado, inventa otros recorridos, abre otros posibles. Subjetivación = transformación.

La subjetivación colectiva es un proceso de transformación de la situación objetiva -dada, inalterable, cerrada- en situación habitable, modificable, resignificable. A través de la aparición de un «nosotros», un espacio abierto de participación, una cierta comunidad. El nosotros de una «generación», dicen Lewkowicz y el resto de los amigos de pensar. Luego volvemos sobre esto.

Conversación con mi madre y con amigos: mi madre, sujeto de alto riesgo en zona de alta riesgo, está tranquila y serena; los amigos, a los que el peligro no ha tocado aún, andan muy nerviosos en general. Reparto consejos de impasibilidad estoica como si fuera Marco Aurelio -vivir el presente sin proyecciones, preocuparnos sólo de lo que está en nuestra mano, trabajar sobre nuestra propia interpretación de lo que pasa-, pero en realidad la procesión va por dentro.

Entonces, ¿estamos ante una experiencia colectiva? Leo en la prensa (hay tiempo hasta para leer El País…) a dos intelectuales hablar al respecto.

El escritor Antonio Scurati dice que sí, que de hecho es la primera experiencia colectiva de los nacidos a principios de los años 70, la primera vez que pueden experimentar el sentimiento de pertenencia a un destino común. Sin embargo, acaba su artículo celebrando «la decisión política que ha transformado Italia entera en una zona roja contra la arbitrariedad de las personas, su pánico e irresponsabilidad». No parece muy claro de qué «comunidad política» se trata entonces, ¿simplemente la de asentir pasivamente a la decisión de un gobierno (sea acertada o no)? ¿La experiencia de la obediencia, la comunidad de los obedientes? No me parece muy convincente.

El ensayista Byung Chul-Han dice que no, porque la situación que vivimos «nos aisla e individualiza. No genera ningún sentido colectivo fuerte. De alguna manera, cada uno se preocupa sólo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa». Han parece pensar que la situación objetiva no permite ningún tipo de apropiación subjetiva o de transformación, es una pura determinación y en ningún caso una condición que permita la acción. Tampoco me convence.

Yo por mi parte diría: no se sabe. Estamos en un proceso abierto que se trata de escuchar y en el que se puede intervenir.

Pero lo que me parece seguro es que la zona del «envés subjetivo» está hoy muy poblada. Y es justo ahí donde puede nacer el imprevisto político.

Un poco de ejercicio, limpieza, lectura… ¡No voy a derrumbarme por pasar unas semanas encerrado en una casa equipada con todo el confort moderno! Pienso en historias inspiradoras que me den ánimo, valor y ejemplo. ¡Gramsci en la cárcel! La lectura y la escritura como forma de vida, como forma de habitar creativamente el tiempo suspendido, como disciplina de la atención. Contra la dispersión, el desánimo, la entropía…

¿En qué sentido decimos que el envés subjetivo es hoy una zona muy poblada?

Las medidas de excepción decretadas suponen una interrupción radical del sentido de la vida cotidiana: el trabajo, los niños, los vínculos, las logísticas cotidianas, los cuidados, la movilidad… Nos vemos enfrentados abruptamente a mil situaciones nuevas. Es posible intentar seguir una serie de instrucciones y realizar las operaciones que nos permiten adecuarnos a la situación, pero en realidad por todas partes se abren dudas, problemas, preguntas, fisuras. No encajamos. Las singularidades de las formas de vida -condiciones, contextos, inclinaciones- no encajan en la norma universal homogénea decretada. En cada una de esas preguntas y dudas que se abren -¿cómo ocuparme de los míos? ¿Cómo no perder la cabeza? ¿Cómo entender autónomamente lo que pasa? ¿Cómo hacer algo al respecto?- se decide una forma de vida, se vislumbra un mundo. Lo ínfimo es de nuevo lo más político.

Un ejemplo entre un millón. Amigas madres, amigos padres y educadores con los que hablo estos días me transmiten esta pregunta: ¿qué hacer con los niños en casa? ¿Cómo no llenarles simplemente el tiempo vacío? ¿Cómo explicarles lo que ocurre y darle un sentido? Es posible «comprar» las respuestas prêt-a-porter -una lista infinita de tareas o deberes online, el relato de guerra contra el virus malvado que ha desplegado el gobierno-, pero tal vez ni siquiera podamos costear esa opción o simplemente no nos convenza. ¿Entonces? Hay que pensar e inventar, porque lo dado no alcanza. Todo el mundo está pensando e inventando hoy, aunque lo que más circule como «pensamiento» sean los artículos de opinión asociados a nombres conocidos.

Preguntas, agujeros, fisuras: el «envés subjetivo» está hoy más lleno que nunca. Ni siquiera la obediencia es obvia estos días. No obedecemos sólo porque lo mande el gobierno o la policía, sino que hemos escuchado también el llamamiento de los trabajadores sanitarios a quedarnos en casa para no multiplicar el contagio, no poner en peligro el sistema de salud y la atención a los más vulnerables. Sin duda los trabajadores sanitarios son estos días el polo de identificación sensible más fuerte, la voz más creíble, seguramente porque están poniendo el cuerpo al extremo, con la vida al descubierto.

La subjetividad instituida vacila. La zona de inadecuación se amplía. En el envés bullen no sólo los malestares, sino también mil prácticas -abiertas o clandestinas, grandes o minúsculas- que «hacen con lo que nos hace»: prácticas de cuidado, de apoyo mutuo, de autoorganización, de supervivencia, etc. En ese envés está el humus de una posible subjetivación colectiva o de una «politización» de la crisis, si se quiere hablar otro lenguaje. Como el 13M de 2004 se «politizó» la situación creada por la gestión mentirosa que hizo el PP del atentado de Atocha, como el 15M de 2011 se «politizó» la situación creada por la gestión neoliberal de la crisis económica por el PSOE: desafiando y desbordando los sentidos establecidos, transformando las maneras de ver y sentir, alterando los nombres y las descripciones propuestas desde arriba («¿Quién ha sido? Queremos la verdad», «No es una crisis, es una estafa», etc.)

Oigo gritos en la calle y me asomo, alguien reprende a un caminante desde un balcón. Se arma una pequeña gresca fea. ¿Son a su modo los «policías de los balcones» un proceso de subjetivación aunque sea «oscuro»? No lo creo. Más bien me parecen la cara B del relato de guerra que se ha empeñado en desplegar el Gobierno del PSOE, una especie de plus subjetivo al discurso de movilización total contra el virus (ojo con los desertores, con los malos soldados…). No veo dudas, no veo preguntas, no veo envés subjetivo, no veo invención.

Por último la cuestión generacional. Según Lewkowicz, una generación no es una cuestión cronológica, sino un nosotros que se crea a partir de un problema. Que se apropia de un dato objetivo y lo convierte en una situación habitable: alterable, resignificable, modificable. Un nosotros, es decir, no un público de votantes, de espectadores o de consumidores, sino una fuerza colectiva, una superficie sensible, una nueva piel. Un nosotros que no preexiste a sus operaciones, sino que se configura a través de ellas. Y que puede incluir por tanto, quizá paradójicamente, a gente de distintas edades. A cualquiera que se sienta interpelado por esa apropiación, por esa creación de experiencia.

Scurati piensa la generación como una especie de padecimiento colectivo de una «buena decisión», la gestión del gobierno italiano frente a la «irresponsabilidad de la gente».

Han piensa que ningún nosotros puede surgir de aquí, porque la situación que vivimos está cerrada, clausurada. No hay modo de «hacer experiencia» en ella. Sólo cabe la obediencia: aislamiento y pasividad.

Habitar la situación sería por el contrario producir un exceso: una creación de sentido más allá de los sentidos impuestos (el relato de la guerra contra el virus, por ejemplo). Un sentido que no es sólo «significado discursivo», sino que arraiga en lo sentido, en los sentidos. Esa creación de sentido es imprevisible, no se puede anticipar. No se puede conocer de antemano su contenido, la naturaleza de sus preguntas, sus modos de organización, sus estrategias y objetivos. El proceso de subjetivación es siempre una sorpresa. Podemos, eso sí, no limitarnos a denunciar al poder y sus abusos, sino estar también a la escucha y atentos a ese envés de la experiencia.

Fuente e imagen: https://www.eldiario.es/interferencias/Vivencia-experiencia-coronavirus_6_1012858742.html

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El hombre confinado

Por: Paola Ruiz-Huerta

Tal vez el hombre confinado pueda llegar a descubrir, en estos días, que salirse de la lógica productiva, patriarcal y machista genera cambios importantes y positivos en su vida y en la de quienes le rodean.

¿Qué les estará pasando a los hombres durante este periodo de encierro y confinamiento? ¿Cómo vivirán las 24 horas al día en el espacio doméstico, ese espacio privado, femenino, tan denostado por el patriarcado y que tanto amenaza su masculinidad? ¿Cómo llevarán el saberse menos productivos? ¿Cómo se sentirán los que hayan perdido el atributo identitario que es su trabajo? ¿Cómo estarán gestionando sus emociones: el miedo, la incertidumbre, la frustración, la rabia…?

¿Cómo afectarán a su identidad estos días de confinamiento en los que resulta tan complicado ser activo, racional y autónomo, los mandatos principales que determinan la masculinidad, según el sociólogo Antonio García? ¿Es posible que esta situación favorezca que algunos adopten posiciones más dominantes y aumenten su agresividad y violencia para sentirse así más masculinos y recuperar lo que Dona Haraway denomina la plusvalía de género?

Ayer, en Castellón, un hombre asesinó a una mujer. El 30º hombre que asesina a una mujer en lo que llevamos de año, según la última actualización de la plataforma Feminicidio.net. Otro, en Sevilla, intentó ayer cortarle el cuello a su pareja cuando le dijo que iba a dejarle.

La construcción de la subjetividad masculina está basada en la dominación, la crueldad y la falta de empatía. La subordinación, la complacencia y el agrado son atributos determinantes de «lo femenino». Y es sobre este orden mental de ambos géneros sobre el que tenemos que reflexionar, para deconstruirlo.

Por eso, quiero pensar también en cómo la incomodidad que para el género masculino produce este confinamiento puede ser una oportunidad para que los hombres reflexionen, se impliquen con el feminismo y hagan un proceso de transformación de sus vidas y de las relaciones de género, que tenga el consecuente impacto social.

El feminismo es imprescindible y positivo para todas las personas: para los hombres también. Les libera de esa fragilidad rígida y la carga que supone tener que liderar, competir y dominar todo el tiempo. Aunque sin perder de vista que los hombres en el Patriarcado tienen la posición privilegiada y dominante. El patriarcado oprime a los hombres, pero asfixia y mata a las mujeres.

Partiendo de la idea de Elisabeth Badinter de que la masculinidad se construye en oposición a tres grupos (mujeres, niños y homosexuales), ahora es el momento para cambiar el paradigma masculino y funcionar de otro modo. Para desarrollar, en la intimidad de la casa, habilidades que les permitan ser el hombre que querrían ser, si estuvieran dispuestos a perder privilegios. O a ser, quizás, «menos hombre».

Estas son algunas propuestas que me parecen imprescindibles para un cambio radical en las relaciones de género y el sistema patriarcal. Y que en este periodo de obligado encierro los hombres pueden ejercitar:

–Hacerse cargo de los cuidados. Es el momento para ver la cantidad de cosas que hay que hacer en un hogar y entender que los cuidados son responsabilidad de todos y todas. Los domésticos y los emocionales. Otorgarles el valor que merecen y la necesidad de ponerlos en el centro de la vida. Prestar atención a las personas con las que se convive. Ocuparse también de los padres, hermanos, amigos. Decir que les echas de menos. Que los quieres.

–Desarrollar la escucha. La empatía. Ponerse en el lugar de la otra persona tratando de entender, de verdad, lo que quiere decir. Escuchar en silencio, procurando no dar consejos ni «resolver vidas». Escuchar, además, sin ningún interés por medio, sexual o de cualquier otra índole, y sin cerrar a priori la posibilidad de aprender de la otra persona.

–Responsabilizarse de las emociones y necesidades. Estos días van a surgir muchas emociones y hay que aceptar cualquier sentimiento sin luchar contra él. Conectar con la propia vulnerabilidad, reconocer el sufrimiento y hacerse cargo de él. Puede ser un buen momento para llamar a algún amigo y compartir la ansiedad y la fragilidad.

–Descubrir la ternura: otra sexualidad es posible. Deconstruir la sexualidad patriarcal, la erotización de la dominación y la violencia y erotizar la empatía, los cuidados y el buen trato. Quizás sea momento para experimentar otras formas de placer, de explorar, sin prisas, nuevas maneras de relacionarse con el propio cuerpo y el de la compañera o compañero. Romper con la jerarquía de los placeres que nos enseña que hay unos superiores, como la cópula y el orgasmo, y otros inferiores. Dedicar más tiempo a las caricias, a la ternura y atreverse a experimentar nuevas sensaciones. A ver qué sucede.

Tal vez el hombre confinado pueda llegar a descubrir, en estos días, que salirse de la lógica productiva, patriarcal y machista genera cambios importantes y positivos en su vida y en la de quienes le rodean. Cambiar el pequeño mundo de cada uno es la única manera de cambiar el mundo. Y será sólo a través de la toma de conciencia, el propio cuestionamiento, la responsabilidad y la renuncia de los privilegios que este sistema otorga a los hombres, por el hecho de nacer varones, como podremos acabar con este virus que es el patriarcado.

Fuente e Imagen: https://www.eldiario.es/tribunaabierta/hombre-confinado_6_1008659143.html

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México: Ministras mexicanas respaldan movilización del Día de la Mujer

América del Norte/México/08-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Las funcionarias del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador se pronunciaron ante la convocatoria de organizaciones sociales para las marchas del domingo y lunes.

Las nueve ministras del Gobierno de México expresaron este jueves que las legítimas manifestaciones de las mujeres son importantes por ser protagonistas en la transformación que vive el país.

“Consideramos que las movilizaciones tienen efectos positivos, porque son y somos miles de mujeres que nos hemos pronunciado contra estas violencias”, expresó la ministra de Gobernación, Olga Sánchez.

La funcionaria destacó que el Gobierno tiene en cuenta las demandas que realizan las mujeres, así como sus reclamos al tiempo que se trabaja para lograr las mejores políticas con el fin de poder darle respuestas.

Olga Sánchez Cordero

@M_OlgaSCordero

Sí, las mujeres están muy enojadas, pero no con el gobierno, sino con el sistema patriarcal que origina las violencias que sufren en su familia, en sus centros de trabajo, en el ámbito privado y en muchos aspectos de sus vidas. (1/2)

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Olga Sánchez Cordero

@M_OlgaSCordero

El enojo es contra el machismo y la estructura patriarcal; esta deconstrucción es un tema de la sociedad, no solo del gobierno, es un tema de todos el reclamo de las mujeres; es hacia las violencias que sufren, es contra las violencias machistas. (2/2)

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“En el Gobierno de México respetamos garantizamos el pleno ejercicio de la libertad de expresión, de la libertad de asociación y de la libertad de manifestación”, destacó Sánchez.

Las titulares realizaron un llamado a la paz civilidad durante las manifestaciones de este fin de semana y el lunes, con motivo del Día Internacional de la Mujer.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/respaldan-ministras-mexicanas-movilizaciones-dia-mujer-20200306-0014.html

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Entrevista a Ndapewoshali Ashipala sobre la enseñanza del Holocausto y otros genocidios en Namibia

Por: UNESCO/04-07-2018

“Tratamos de utilizar las enseñanzas de la historia como plataforma para enseñar la tolerancia en el seno de la comunidad namibia”

Ndapewoshali Ashipala trabaja para la Asociación de Museos de Namibia. Con su compañera Memory Biwa crearon un proyecto cuyo objetivo es promover la enseñanza del Holocausto y otros genocidios en Namibia, que incluye la primera exposición sobre el genocidio de 1904 contra los Hereros y los Namas, que se presentará en las 14 regiones del país.

¿Por qué es importante enseñar las cuestiones vinculadas con el Holocausto en Namibia?

Es importante porque Namibia vivió una historia similar al Holocausto. Hubo un genocidio en Namibia en 1904 cuando el país era una colonia alemana. Existen numerosas similitudes entre el genocidio judío, fundamentalmente en los campos de concentración, la ciencia racial y la orden de exterminar a un grupo de personas, y mucho más en cuanto a las semejanzas en la manera en que el genocidio se perpetró.

El programa escolar namibio prevé la enseñanza del Holocausto, pero no incluye el genocidio en Namibia. Es por eso que queremos que los alumnos namibios comprendan la historia, en particular hoy, en el contexto de las negociaciones que se llevan a cabo entre el gobierno namibio y el gobierno alemán para obtener compensaciones. Deseamos que los alumnos conozcan esta historia, ya que el namibio medio no sabe casi nada sobre este genocidio – y algunos ni siquiera saben que tuvo lugar. Como los educandos tienen algunos conocimientos sobre los crímenes atroces perpetrados por la Alemania Nazi, queremos vincular los cursos sobre el genocidio en Namibia y el Holocausto, con miras a que los alumnos entiendan mejor lo que sucedió en el país en 1904 y lo que sucede actualmente.

Para nosotros esto significa también una forma de sensibilizar en lo tocante a otras formas de discriminación, de racismo y de tribalismo que han existido también en Namibia, debido a nuestro pasado colonial, en particular durante el gobierno del Apartheid, un régimen que agravó las barreras étnicas. Incluso entre los negros estábamos divididos en tribus y grupos étnicos según enfoques que consideraban que ciertos grupos “se acercaban más a los blancos”. Mientras “más cerca” de los blancos eras considerado, más privilegios tenías. Esto influía en el modo de vida, el trabajo al que se podía aspirar y el tipo de educación que se podía recibir. Todo esto se encuentra, incluso 28 años después de la independencia de Namibia, enraizado en nuestra sociedad. El sistema [colonial] logró convencer a personas que eran más o menos semejantes y que vivían juntos, que debían detestarse y que algunos de ellos eran superiores a los otros.

Esto ha sido siempre un problema subyacente en Namibia. Recientemente, dos miembros del Parlamento tuvieron que dimitir de sus funciones por comentarios de tipo tribal, y ocurrieron ciertos actos violentos, violencia de carácter tribal, en el sur del país. Esto se convierte en un problema grave para la comunidad namibia también, y el conflicto comienza a despuntar otra vez.

Mediante nuestra exposición titulada “El genocidio namibio – Sacar provecho de las lecciones del pasado” tratamos entonces de enseñar el Holocausto y el genocidio [en Namibia] para mostrar lo que puede ocurrir si continuamos respaldando los discursos de tipo “nosotros contra ellos”.

¿Qué papel puede desempeñar la educación al abordar los acontecimientos difíciles y violentos en la historia de Nambia? Y, en este sentido, ¿qué puede mejorarse en el sistema educativo namibio?

Los planes de estudio nacionales namibios no abordan mucho las cuestiones vinculadas con el genocidio en Namibia, pero abarcan los crímenes perpetrados por la Alemania nazi. La historia es una asignatura obligatoria hasta el décimo grado, pero es bastante general y más bien factual, algo así como “tal acontecimiento ocurrió tal día”. Sólo en onceno y duodécimo grados, en donde la historia es una asigantura facultativa, el programa comienza a ser más profundo, obliga a que los educandos participen y exige de ellos una reflexión más crítica.

El sistema educativo namibio se centra fundamentalmente en las materias STEM tales como ciencias, tecnología y matemáticas. Es el modelo que nuestro país ha seguido para propiciarnos la independencia económica. Por ello, la historia se considera como ese tipo de asignatura que sólo escogen los niños que no pudieron seguir los estudios en materia de STEM. La historia es a menudo la última opción de la mayor parte de los educandos. Sólo un pequeñísimo número escoge la historia en onceno o duodécimo grados y, por consiguiente, descubren nuestro pasado de violencia. No obstante, estos cursos se centran principalmente en nuestra lucha por la independecia y menos en el Holocausto o el genocidio en Namibia.

[Con nuestro equipo de la ICEH] tratamos de completar el programa de historia. Es por ello que colaboramos con diferentes entidades, tales como el Instituto Nacional de Educación y Desarrollo (NIED, por sus siglas en inglés), que se encargan de elaborar el programa escolar namibio. Colaboramos con ellos para que nuestra exposición deje de ser algo que se visita “y nada más” para convertirse en algo que se integre a las aulas.

¿Qué medidas toman en colaboración con su equipo de la ICEH 2017 para contribuir a la promoción de la enseñanza del Holocausto y otros genocidios en Namibia?

El equipo de antes había preparado ya una exposición [sobre el genocidio contra los hereros y los namas en Namibia]. Lo que hacemos ahora es actualizarla, ya que hemos recibido contibuciones de parte del gobierno. Dado que se trata de una época y de un tema muy sensibles, debemos garantizar la utilización de la terminología adecuada y lograr que la exposición se ajuste a las exigencias legales del gobierno y los donantes. Acabamos de participar en un taller con las personas responsables de la elaboración del plan de estudios y los responsables de la educación en todo el país, y revisaron nuestro contenido. Asimismo, introdujeron algunas modificaciones, por lo que estamos trabajando en estos ajustes antes de que reimprimamos la documentación sobre la exposición.

Disponemos de la financiación del Ministerio de Relaciones Exteriores y de Cooperación para que nuestra exposición recorra todo el país, al mismo tiempo que la exposición “Deadly Medicine” (La Medicina Mortal) del Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos. Habrá una presentación oficial en cada una de las 14 regiones de Namibia. Invitaremos a los docentes y a los alumnos a visitar la exposición. Cada docente que visite la exposición recibirá un manual que contiene la versión impresa de la exposición y preguntas suplementarias para debatir en las clases. El manual también estará a disposición de los departamentos regionales de educación y será de mucha utilidad para completar el programa escolar actual hasta que nuestros materiales pedagógicos queden integrados al plan de estudios oficial. Por último, es posible que la exposición regrese a la Asociación de Museos de Namibia, donde la prestaremos para eventos puntuales. No obstante, nuestro objetivo es, ante todo, presentarla en todas las regiones, y como nuestro país es muy extenso nos llevará aproximadamente dos años recorrerlo.

¿En qué medida la iniciativa conjunta de la UNESCO y el USHMM les ayudaron a realizar su proyecto?

El genocidio de 1904 es un tema muy sensible para el público, en particular actualmente en el contexto de las negociaciones entre el gobierno namibio y Alemania. Debido a los debates actuales necesitamos tiempo para crear la exposición. El apoyo y patrocinio de la UNESCO y del USHMM nos ha ayudado a darle legitimidad internacional a la exposición y ahora debemos recibir el respaldo oficial del gobierno namibio para presentarla.

¿Qué resultados esperan obtener con este proyecto?

Nuestro proyecto y nuestra exposición se titulan “Learning from the past” (Sacar provecho de las lecciones del pasado) y es esto lo que esperamos lograr. Tratamos de utilizar la enseñanza de la historia como plataforma para enseñar la sensibilidad y la tolerancia en el seno de la comunidad namibia. Y no sólo la tolerancia con respecto a la raza, sino también sobre otras cuestiones sujetas a debate en nuestras comunidades, tales como la violencia basada en cuestiones de género, el sexismo, la homofobia y toda forma de “ismo” o de fobia. Tratamos de sanar una comunidad que se encuentra muy dividida sobre las cuestiones religiosas y tradicionales. Es por ello que tratamos de construir una comunidad que se perciba como un todo, antes que dividida en “nosotros contra ellos”; una comunidad que comprenda la belleza de la diversidad en lugar de exacerbar las diferencias. Tratamos de construir una comunidad multicultural, en la que cada cual desempeñe un papel. En este contexto, hablar de enseñar “la tolerancia” es incluso poco, ya que se trata de enseñar a apreciar al otro por su diferencia y a querer sus diferencias antes que convertirlas en objeto de miedo o de odio.

*Fuente: https://es.unesco.org/news/tratamos-utilizar-ensenanzas-historia-como-plataforma-ensenar-tolerancia-seno-comunidad-namibia

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