Argentina/12 de julio de 2016/ Fuentes: el liberal
Los chicos que hoy están cursando primer grado terminarán la escuela en año 2027, se jubilarán alrededor del año 2080 y muchos de ellos estarán con vida en el año 2116. La posibilidad de celebrar el Tricentenario en una Argentina desarrollada social, cultural y económicamente depende de las acciones que realicemos hoy. Fundamentalmente, de aquellas que llevemos adelante en el seno de la escuela.
Ante un mundo que cambia permanentemente y de manera vertiginosa, no sabemos cómo será la realidad de las próximas décadas. En este contexto, debemos preguntarnos cómo tiene que ser la escuela que prepare a nuestros chicos de la mejor manera para afrontar ese futuro cargado de incertidumbre y enormes desafíos. Y está claro que no hay posibilidad de ser libre e independiente si no se accede a una educación de calidad.
Lamentablemente, en nuestro país la situación educativa es alarmante y se agrava en los sectores sociales de mayor vulnerabilidad social. A pesar de que por la Ley Nacional de Financiamiento Educativo N° 26.075 la inversión en educación alcanzó el 6,5% en el 2011 (Cippec), los resultados de desempeño siguen siendo preocupantes.
El 44% de los niños y jóvenes en el país no terminan el secundario. Y de los que terminan, la mitad no comprende correctamente textos. Prueba de ello es que llegamos al punto el año pasado de que la Universidad de Buenos Aires abrió talleres de comprensión lectora para sus alumnos.
Además, según el Operativo Nacional de Evaluación (ONE) de 2013, uno de cada cuatro alumnos desfavorecidos se ubica en los niveles más bajos de la prueba nacional. En las pruebas Pisa de 2012, Argentina quedó en el puesto 59 de 65 naciones evaluadas, dejando en evidencia que las brechas por nivel socio-económico son de las más altas del mundo. Más aún, cuando observamos las cifras de graduados universitarios, nos encontramos con que la Argentina tiene una tasa de graduados cada 10.000 habitantes muy baja: 431 ingresan y sólo 28 se gradúan. Por eso la situación empeora en sectores de mayor vulnerabilidad social, en un país donde el 34,5% de la gente vive bajo la línea de pobreza, según la última medición del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.
Ante este duro y complejo diagnóstico, se nos plantean cinco grandes desafíos desde la educación, en los siguientes ejes:
Innovación. Debemos construir una escuela que nos lleve al futuro. Para ello, desde el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación hemos lanzado una Red Federal de Mejora de los Aprendizajes. En ese sentido, tenemos que apasionarnos con la siguiente consigna: Todos los chicos pueden y deben aprender. Independientemente de dónde se nazca, todos los niños tienen derecho a acceder a una educación de calidad.
El rol del docente. Hay que realzar la figura del docente. Resulta imperioso reconocer que el rol del docente como líder de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, para poder gestar una escuela del Siglo XXI, precursora del Siglo XXII. Por ello, es ante todo imprescindible pensar consecuentemente los institutos de formación docente, fortaleciendo la formación continua y en servicio, además de seguir mejorando las condiciones salariales y de trabajo.
Evaluación. En línea con el compromiso con la verdad asumido por el Presidente Mauricio Macri, hemos creado una Secretaría de Evaluación de la Calidad Educativa. En octubre se llevará a cabo un Operativo Nacional de Evaluación, llamado Argentina Aprende. Eso nos permitirá darle muchísima más claridad a los datos que disponemos y generar otros nuevos. Vamos a publicar un resultado censal educativo por municipio, tanto para la educación de gestión pública como privada. Conocer la realidad nos permitirá tomar las mejores decisiones para transformarla.
Primera Infancia. Necesitamos articular las políticas de Primera Infancia para generar condiciones de educabilidad. Acompañar a la mujer embarazada y al niño desde el nacimiento en materia de nutrición, salud y hábitat. A su vez, debemos abrir centros de desarrollo infantil para la estimulación temprana de nuestros niños y construir 3.000 jardines de infantes a lo largo y ancho de nuestro país.
Relación con el mundo del trabajo. Es central establecer un diálogo entre el sistema educativo y el mundo y la cultura del trabajo, para de esa forma lograr que la escuela hable con la realidad socioproductiva del lugar. Es nuestro deber comprometernos con la educación como único camino para resolver las desigualdades e inequidades sociales estructurales de nuestro país.
Fuente: http://www.elliberal.com.ar/noticia/272022/situacion-desafios-educacion-argentina
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