México: Desigualdad, enemiga de la democracia

Por: Rosa Gómez Tovar

Este año el INE ha organizado dos conferencias magistrales que han abordado de alguna forma el problema de la desigualdad. En abril, el profesor emérito de la UNAM, Rolando Cordera, en su disertación sobre la cuestión social, nos recordaba que la desigualdad económica y social se reproduce en el sistema económico moderno y que ni siquiera la violencia, los jóvenes al servicio de la delincuencia organizada o la pérdida de credibilidad en la política habían logrado que el Estado tomara un papel central en la recomposición de la política para el desarrollo.
Los datos respecto a la situación de nuestro país son vergonzosos, el indicador de desigualdad por excelencia, el coeficiente de Gini, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es el más alto entre los países integrantes de este organismo, en 2014 el coeficiente en México era de 0.459, mientras que el promedio de la OCDE era 0.318 (entre más alto sea el indicador, más desigual el país). Peor aún, la política tributaria y de subsidios a la población mejora el coeficiente de Gini un 2.8%, mientras que en promedio en la OCDE la mejoría es de 27%. Es decir, nuestra política de gasto no tiene un impacto importante en la reducción de la desigualdad.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de la ONU, en el documento Panorama Social de América Latina 2016, nos revela un diagnóstico similar. México creció 2.6% en promedio entre 2003 y 2014, sin embargo, la riqueza lo hizo a un promedio anual de 7.9%, implicando que la riqueza se duplicó en este periodo en el país. Sin embargo, la riqueza no se reparte de forma equitativa: el porcentaje de los ingresos por el trabajo en 2002 era alrededor del 35% del PIB, mientras que en 2014 esta proporción disminuyó al 30%. No sólo la situación es desigual entre los dueños del capital y los trabajadores, el coeficiente de Gini para los activos físicos de las empresas y unidades de producción es de 0.93, esto implica que el 10% de las empresas tiene en su poder el 93% de los bienes de capital en el país.
En la segunda conferencia magistral de este año, John Keane mencionaba, como una de las tendencias que ponen en riesgo el futuro de la democracia, a la brecha que existe entre los ricos y los pobres en todas las democracias resultado del modelo capitalista. De acuerdo con Keane, la democracia se entiende como el autogobierno de la gente, donde todos son considerados iguales con los mismos derechos, entonces la desigualdad económica es un gran riesgo, ya que implica que el voto pueda perder su poder igualador. No obstante, sin elecciones libres, “entonces el acceso de los ciudadanos a los recursos fiscales, a otros poderes de gobierno, se pierden”.
Una explicación sobre el gran descontento hacia las autoridades electorales es que en el Estado de México y Coahuila no habrá cambio de gobierno y, por ende, de política. No obstante, esto no debe permear el análisis objetivo del desempeño del INE o los institutos locales en estas elecciones. Ambos han brindado de forma trasparente información sobre lo ocurrido el día de la jornada electoral y, hasta ahora, sus detractores, no han presentado pruebas de que los resultados electorales hayan sido alterados. Para aquellos que desean minar la confianza del INE ante la ciudadanía, deben recordar que la única forma pacífica para el cambio de poder, y en ese sentido, de la política social en contra de la desigualdad, siguen siendo las elecciones.

Fuente:http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1031570.html

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