Hasta 2017 eran 10 las infancias trans reconocidas legalmente. Para las instituciones, el reconocimiento e integración de niños y niñas trans representa un desafío para el que no suelen estar preparadas
América del Sur/Argentina/
A fines de 2014 Eliana Vasquez (46) conoció a Gabriela Mansilla, la mamá de Luana, la primera niña trans que logró el cambio de identidad en su DNI sin haber mediado un proceso judicial. En ese entonces, y desde 2011, Eliana era directora de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social en la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, cargo que asumió hasta el 2015.
En esas reuniones que Eliana y su equipo llevaron adelante con Gabriela y con la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), se llegó a la conclusión de que, si bien se había avanzado en el otorgamiento del DNI con el nombre que Luana había elegido, no había una política institucional en las escuelas de la provincia que asegurara el cuidado de los procesos en los que niños y niñas expresan que perciben una identidad de género distinta al sexo que le asignaron al momento de nacer.
EN LA PUERTA DEL NORMAL 1, LOLA Y JONÁS CONVERSAN COMO REPRESENTANTES DE LOS CENTROS DE ESTUDIANTES DE LAS ESCUELAS A LAS QUE ASISTEN
Entonces comenzaron a trabajar en una comunicación. “Nos parece que en ciertas ocasiones las escuelas hacemos cosas mal, y eso no está vinculado con malas intenciones, sino con que no sabemos cómo hacerlas”, dice Eliana. A partir de la historia de Luana, que desde los dos años se autopercibió como niña, y de tomar contacto con la expresión de otras formas de sufrimiento de las infancias, se pensó en una política educativa para el abordaje de la identidad de género en la escuela.
Después de varios meses de trabajo interdisciplinar, en 2015 se elaboró la “Guía para el abordaje de la diversidad sexual e identidad de género en las instituciones educativas de la Provincia de Buenos Aires”, una herramienta escrita para la escuela por personas que eran parte de las escuelas, lo que facilitaba la comprensión de los procesos.
ELIANA VASQUEZ COORDINÓ LA ELABORACIÓN DE LA “GUÍA PARA EL ABORDAJE DE LA DIVERSIDAD SEXUAL E IDENTIDAD DE GÉNERO EN LAS ESCUELAS
También se trabajó con escenas del libro “Yo nena, yo princesa. Luana, la niña que eligió su propio nombre”, que Gabriela Mansilla escribió a partir de la situación vivida con su hija en la búsqueda del reconocimiento de su identidad de género. En una de las escenas, Gabriela relata lo que fue para Luana ingresar al jardín, porque aún no había afirmado su identidad legalmente, jugaba con las nenas y las mamás le decían que su hijo era un Don Juan.
Eliana, desde su oficina en la Dirección de Género, Diversidad y Derechos Humanos de la Prosecretaría de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de la Plata, es clara en su postura a la hora de llevar adelante esta guía: si un niño o niña no se identifica con el sexo asignado al momento de nacer, la escuela tiene que poder reconocer esa decisión y ese deseo como un derecho, porque existe la ley de identidad de género pero también la ley que dice que garantizar el derecho a la educación es responsabilidad indelegable del Estado. “Te encontrás con que la población trans en un mínimo porcentaje termina la escuela. Esto no tiene que ver con la disposición de asistir a la escuela, sino con las posibilidades institucionales de alojar lo novedoso”, explica Eliana.
La población trans en un mínimo porcentaje termina la escuela y no tiene que ver con la disposición de asistir a clases”
Eliana Vasquez
Vivir en tal o cual sociedad implica hacer los deberes para ser aceptado, pero convivir no se trata sólo de tolerar sino de reconocer, porque cuando uno reconoce le está dando lugar al otro. Esta guía surgió de la necesidad de que “las chicas y los chicos empiecen a sumarse a un modo de mirar las relaciones entre las personas, las construcciones identitarias y que lo vayan haciendo porque ellos mismos van permitiéndose ese proceso”, afirma.
EL INVALUABLE ROL DE LOS EQUIPOS DE ORIENTACIÓN ESCOLAR
En los pasillos de la Escuela Industrial Albert Thomas, ubicada en 1 entre 57 y 58, hay algunos alumnos que vinieron a rendir materias en las mesas de exámenes de febrero. Hace calor y el ruido incesante de los autos y colectivos que pasan por calle 1 es una especie de banda de sonido permanente.
Leticia Argemi (29), Verónica (37) y Romina Oholeguy Zárate (36) están sentadas alrededor de un escritorio inmenso en una oficina también enorme del colegio. Leticia y Romina forman parte del equipo psicopedagógico, y Verónica es preceptora. La primera cuestión que mencionan como importante es la ley de Educación Sexual Integral (ESI). Y en esta escuela –como en muchas otras, sino en todas-, que tiene la particularidad de tener doble jornada con talleres, pareciera que falta una bajada de los contenidos de esa ley y una capacitación a los docentes.
El Albert Thomas, con una matrícula de 1800 alumnos y aproximadamente mil docentes, tiene, para Romina “una cantidad de profes, mínima, que intenta generar el espacio para trabajar ciertos temas relacionados con ESI”. El material necesario existe y los cuadernos están al alcance de todos para ser descargados en la página del Ministerio de Educación, pero no hay información sobre qué hacer.
Aceptar la diferencia cuesta y aun cuando lo hayas aceptado internamente, deconstruirse es un momento importante”
Lola Escudero
Las integrantes del equipo dependen de una inspectora de psicología y ahí saldan sus dudas, pero los que no son del equipo o los docentes, preceptores o directivos que pertenecen a una escuela que no tiene uno, no saben dónde ni cómo conseguir esa información. “Tenés que hacerte el camino de buscar el material”, dice Romina.
Eliana Vasquez considera a la ESI como una experiencia/acontecimiento porque no se trata de lo que pasa si no de lo que “nos pasa”. Cuando las tres se propusieron buscar los cuadernillos de ESI, porque el material no había llegado a la escuela, les costó conseguirlos. Verónica, en línea con las palabras de Eliana, dice que la educación sexual no es a partir de la experiencia propia: “Es en el marco de la ley, los temas estás enmarcados en la ley; podés hablar de anticoncepción, de identidad de género, en ese marco”.
Los profesores de esta escuela saben que cuentan con el gabinete psicopedagógico para abordar ciertos temas, pero para ellas es necesaria una capacitación para todos los docentes y equipos. La mayor parte de las dudas vienen de entender la sexualidad desde la genitalidad: “Se piensa que son temas como anticoncepción, aborto, y que lo tienen que dar las profes de biología, justamente cuando lo que queremos es despegar lo sexual de lo genital y trabajar con la definición de sexualidad que da la ESI, que es una construcción histórica, social y cultural y no solo biológica”, indica Romina.
KRISTINA: DOCENTE TRANS Y CATÓLICA
A Kristina Espinosa (50) le gustaba contar la leyenda de la papisa Juana en sus clases de Historia de la secundaria: una mujer supuestamente nacida en Alemania en el año 822, hija de predicadores ingleses, que accedió al estudio de los libros santos y a textos que les estaban vedados a las mujeres, pero que para poder desempeñarse como docente debió vestirse con ropas varoniles y cambiar su nombre a Johannes Anglicus.
Cuenta la incomprobable leyenda que Johannes fue presentado al Papa León IV quién la hizo su “secretario” y al fallecer este, fue elegida Papa por el pueblo y el clero. Kristina es creyente y piensa que la Papisa existió. Actualmente es subcomisaria, trabaja de administrativa en la biblioteca del Centro de Altos Estudios en Especialidades Policiales y está tomándose un descanso de la docencia.
En 2013, Kristina, que había vivido 46 años como varón heterosexual, reconoció su deseo de ser mujer. Trabajaba como docente de Historia en dos institutos privados de La Plata y comenzó a trasvestirse para salir de noche. Pero fue un mes que pasó en Paraguay saliendo a la calle como mujer lo que hizo que tomara la decisión: en febrero de 2014, después de hablar con sus superiores, apareció en las instituciones en las que trabajaba con una nueva identidad de género.
Kristina recuerda que tenía que elegir un nombre para iniciar los trámites de cambio de DNI, en los títulos analíticos y en la obra social. Tomó la lista de mujeres de uno de sus cursos, cerró los ojos y bajó con su dedo índice hasta detenerse en un nombre: Antonella. Para el segundo nombre hizo lo mismo y le tocó el de una hija de posibles fanáticos de Tolstoi: Karenina. Kristina se llamó durante un mes Antonella Karenina Segura, pero cuando tuvo que completar la planilla para gestionar su DNI eligió Kristina Eva.
Kristina recuerda que cuando era chica le preguntaban si era nene o nena: “A mí me confundían porque mi mamá me dejaba los pelos como los Beatles. Me ponía la ropa de mi hermana, pero automáticamente me autoreprimía”. Entonces, reflexiona sobre la pregunta que más se hacen los adultos cuando un menor decide cambiar su identidad porque se autopercibe de manera diferente al género asignado al momento de nacer: ¿y si se arrepiente?
Y responde: “Entre mis dos matrimonios estuve casi dos años sola y potencié la figura de varón, pero una vez que arranqué como mujer, no paré. Yo creo que no hay una vuelta atrás, una vez que tomás la decisión es muy difícil volver atrás. Puede pasar, hay variantes. Y si hay vuelta atrás, no pasa nada. Solo que legalmente necesitás una autorización judicial para volver a tener tu nombre anterior”.
LA EXIGENCIA DEL ABORDAJE DE LA ESI
Jonás (12) y Lola (17) están sentados bajo un árbol en Plaza Moreno. No se conocen, pero forman parte de centros de estudiantes agrupados bajo la misma coordinadora, la CEB (Coordinadora de Estudiantes de Base).
Jonás García Leri, representante desde el 2017 de la Comisión de Género de UPLE, la lista que conduce el centro de estudiantes del Colegio Padre Castañeda y Lola Escudero, representante de Incongruencia, que dirige el centro de estudiantes de la Escuela Normal Superior N° 1, reflexionan sobre la aplicación de la ley de ESI. Y si bien saben que no es la manera directa de abordar la cuestión de las identidades de género, saben que es una herramienta introductoria que pocos docentes se animan a poner en práctica.
En ocasiones las escuelas hacemos cosas mal, porque no sabemos cómo hacerlas”
Cuando Jonás entró al centro de estudiantes, desde la comisión de género comenzó a insistir para que en su escuela hubiera educación sexual integral. Sugirió la idea al Director General y a la Directora del nivel secundario: “Les dije que existía una ley que decía que en cada escuela tenía que haber educación sexual integral y que en esta escuela no se estaba cumpliendo”. Jonás explicó qué temas era necesario que se abordaran, planteó unos puntos para destacar y los directivos le prometieron que el proyecto se iba a armar para este año, en conjunto con los estudiantes.
Desde la comisión de género del centro de estudiantes del Normal 1 también se comenzó a movilizar respecto a este tema y organizaron charlas. Pero se encontraban con la barrera de que debían pedir autorizaciones a los padres para que sus hijos pudieran escuchar información sobre la educación sexual integral como marco de una actividad extraescolar.
Sin embargo, los docentes abordaban los contenidos sin haber recibido ninguna formación específica. “Estaría bueno que los docentes se informaran y que no sea una cuestión de ‘tengo que dar este tema y lo doy como puedo, como sé, y como me enseñaron a mí hace 30 años, porque no sirve’”, asegura Lola.
Tanto ella como Jonás son conscientes de la importancia de hablar de sexualidad, género e identidades en las escuelas, ya que son ámbitos de formación donde propiciar el debate y formarse en todos los aspectos para el futuro. Como refería Eliana Vasquez, los jóvenes comienzan a sumarse a una manera de ver las identidades y las diferencias, desde el respeto. “Aceptar la diferencia cuesta y aun cuando lo hayas aceptado internamente, deconstruirse es un momento importante. Es, por ejemplo, no quedarse mirando a dos chicas o dos chicos que se están besando. Son cosas que nos enseñan de chicos y nos quedan”, reflexiona Lola.
Fuente: https://www.eldia.com/nota/2018-3-10-3-31-10-identidades-de-genero-como-se-vive-la-diversidad-en-las-escuelas-platenses-la-ciudad