México/Agosto de 2016/Siempre.com
El pensamiento de Iván Illich (1926-2002) sigue suscitando pensamiento. Tan es así que la Universidad Autónoma de Morelos, México, con el invaluable apoyo de Jean Robert (amigo y discípulo de Illich en Cuernavaca), ha organizado un encuentro internacional el 30 y 31 de agosto y el 1 y 2 de septiembre.
Al llamado a seguir pensando juntos han respondido pensadores europeos, norteamericanos, mexicanos y de otras partes quienes expondrán sus investigaciones y cuestionamientos en torno a diversos temas relacionados con aquello que motivaba e interrogaba al pensador de origen vienés: la crítica a las instituciones, a la modernidad, al pensamiento unívoco, a la destrucción de lo vernáculo, a la tecnologización del mundo, a la pérdida de los sentidos.
Iván Illich abrió gran brecha en los años setenta por su cuestionamiento de certezas que para los “modernos” son axiomáticas, por ejemplo la bondad de la escuela obligatoria, de los servicios de salud, de los avances tecnológicos… Algunos libros, que posteriormente él mismo calificó como panfletos, pero cuyo contenido no desconoció en relación con obras suyas que tenían apoyos documentales más consistentes, fueron La sociedad desescolarizada (1971), La convivencialidad (1973), Energía y equidad (1974), La némesis médica (1975), Educación sin escuelas (1976)… Estos textos le dieron una gran visibilidad en el mundo de la crítica al pensamiento tecnocrático todopoderoso. Así mismo la lucidez con la que señaló “la institucionalización” de la Iglesia lo llevó a un juicio en Roma que, a pesar de haber ganado, le hizo abandonar el ejercicio del sacerdocio.
Uno de los fundamentos de su pensamiento en cuanto historiador era ver el presente “en el espejo del pasado”. El presente de nuestras sociedades globales es una construcción histórica, mental y de actitudes sujeta a una evaluación que pocos son capaces de realizar por una especie de ceguera epistémica. Por ello, su búsqueda consistía, en gran medida, en estudiar y mostrar la etiología de ciertas instituciones, averiguar el cómo y el porqué de su formación para percibir el para qué.
Además de sus libros, el alcance de la crítica illichiana, que no carece ciertamente de predecesores que el mismo autor reconoce, se dio por la fundación del Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) en Cuernavaca, en los mismos años setenta. A este Centro llegaban los misioneros estadounidenses a los que se les quería dar una formación para evangelizar América Latina. Illich percibió cómo a partir de la evangelización se podían también introducir formas de ver el mundo que no eran inocentes, por ello el CIDOC se transformó en un lugar de diálogo y reflexión crítica de los presupuestos invisibles de los evangelizadores.
Termino mencionando a algunos de los ponentes invitados a este Seminario: Bill Arney, David Barkin, Humberto Beck, Marite Breton, David Cayley, Daniel Cérezuelle, Julien Demade, Barbara Duden, Jean-Pierre Dupuy, Martina Kaller, Sylvia Marcos, Carl Mitcham, Thierry Paquot, Jean Robert, Javier Sicilia, Miguel Valencia, Étienne Verne, Verónica Villa…
Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés y la Ley de Víctimas, que se investigue el caso de Ayotzinapa, que trabajemos por un Nuevo Constituyente, que Aristegui y su equipo recuperen su espacio, y que se dialogue a fondo con los maestros.
Fuente: http://www.siempre.com.mx/2016/08/simposio-internacional-ivan-illich/