Cuando yo era adolescente, iba a menudo al cine “de arte y ensayo” (es un decir) con un amigo de mi edad, compañero de colegio: Javier Martín Arrillaga, precoz pintor, músico y explorador cultural.
En las sesiones de Filmoteca o Cinestudio Griffith (tantas tardes en la Plaza de San Pol de Mar, donde estuvo el Griffith de 1977 a 1982), jugábamos a un juego. Viendo aquellas películas norteamericanas de los cincuenta (por ejemplo, ciclos de melodramas de Douglas Sirk), estábamos atentos a cuándo iba a surgir una frase casi infaltable en el guión: “Tienes que afrontar la realidad”. Nos regocijaba cuando aparecía: como quien dice, hacíamos otra muesca en la pared.
Ahí estamos nosotros/as: diciendo a nuestros conciudadanos/as que tienen que afrontar la realidad, sin el menor éxito. ¡Recuerda que hay límites biofísicos! ¡Recuerda que la entropía existe! ¡Recuerda que el planeta es finito! Pero este es el memento mori que nadie desea escuchar…
Lástima que para el radiante futuro de alta tecnología que nos prometen sobre la mitad de la humanidad, y falten los recursos de cuatro o cinco planetas Tierra adicionales.
Para que la Tierra siga siendo habitable, hemos de cuestionar el capitalismo. Y sin embargo la incuestionabilidad del capitalismo sigue siendo el axioma central de la cultura política dominante.
¿Qué desea la gente –el 99%, en todas partes? Crecimiento, prosperidad, desarrollo social y smartphones:[1] una sociedad de la mercancía bien ordenada. Deseo de socialdemocracia, en una palabra –que se verá fatalmente frustrado… Como sociedad, no somos sino una pandilla de adolescentes malcriados que no quieren crecer. El desenlace será catastrófico.
Las clases medias urbanas (venidas a menos) que se creen la propaganda del “no te conformes con menos”, the sky is the limit y “lo mejor está por venir”, en un mundo de recursos escasos que se precipita al colapso ecológico-social, ¿podrán evitar convertirse en nazis? Es la tragedia política del Siglo de la Gran Prueba.
“Queremos ser Dinamarca”… “Queremos vivir como antes, pero pudiéndolo pagar”… Así se eleva la fantasía colectiva en España. Cuando deberíamos estar construyendo Arcas de Noé para el colapso ecológico-social hacia el que avanzamos.
La única meta política suprema que se reconoce desde la cultura dominante es “cómo hacer que los españoles les vaya bien en la globalización”.[2] No se ve nada más.
Tendríamos que estar debatiendo cómo producir alimentos para la supervivencia –pero la cultura dominante sólo nos habla de videojuegos y negocios multimillonarios…
[1]“Le tocó a la izquierda esta derrota [como la de Evo Morales en el referéndum de febrero de 2016] porque había muchos gobiernos de izquierda y porque prometía desmantelar la desigualdad, erradicar la pobreza. En Bolivia los avances son enormes en movilidad social e inclusión pero no están a la velocidad que quieren los pueblos. A Bachelet y a Roussef les pasa lo mismo, la gente dice hacen mucho pero no lo que quiero (…). En el Latinobarómetro vemos que el 20% de jóvenes menores de 25 años que solo tiene una comida al día, que son pobres, prefieren gastar su dinero en un smartphone antes que una segunda comida. Porque saben que en esa pantallita pequeña esta su futuro, ven el mundo y dicen quiero estar ahí.” Marta Lagos (directora del Latinobarómetro) entrevistada por C.E. Cué, “No es derecha o izquierda, la gente va contra las élites”, El País, 28 de febrero de 2016.
[2]José Luis Álvarez, “Nostalgia atávica de liderazgos”, El País, 28 de febrero de 2016.
– See more at: http://tratarde.org/tienes-que-afrontar-la-realidad/#sthash.TPgMjw6h.dpuf