El PRI requiere maquinaria magisterial. Críticas de Nuño, aplican al SNTE también.
Por: Gustavo Santin Nieto.
Se requieren a pesar de los señalamientos con los que Aurelio Nuño Mayer pretendiera descalificar acciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), atribuibles desde su origen al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), nuevas consideraciones que enfoquen mejor lo que pasa. A pesar de su insistencia en negarlo, la alianza entre el gobierno, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el SNTE persisten. El PRI sigue requiriendo de la maquinaria electoral que significaran maestros y maestras desde 1946, primero como empleados electorales al servicio del gobierno y ahora como aliados que podrían determinar a través del Partido Nueva Alianza (PANAL), el triunfo de una coalición encabezada por los representantes del PRI. Responsables de la organización política en los municipios, de los festejos patronales, de las fiestas cívicas, de la administración municipal y de gran parte de la vida cotidiana de la comunidad, maestros y maestras han encumbrado a más de un político a los primeros sitios de la administración pública.
La alianza entre el Estado y la organización oficial de los trabajadores de la educación permitió que la administración de Ávila Camacho minara la influencia de su antecesor y que en ese entonces, la nueva organización gremial se consolidara como la única representación magisterial. Alberto Arnaut Salgado, investigador del Colegio de México, puntualiza que para «la década de los cuarenta se configuró una especie de co-gestión entre el Estado y el SNTE de las condiciones de trabajo del personal docente y no docente de educación básica, que conformó, no un servicio profesional de carrera, sino una especie de servicio sindical de carrera para los maestros de educación básica».
La alianza entre el Estado y el SNTE asumiría el control político sindical del gremio magisterial. Beneficiaría lo mismo al gobierno que a los representantes de los trabajadores de la educación. Precisaría de una real capacidad de gestoría que el SNTE ejercería mediante la tramitación de diversas «prestaciones» a las que por ley, tendrían derecho los y las trabajadoras de la educación. Sin embargo, las nuevas reglas emitidas por la administración de Enrique Peña a la luz del «Pacto por México» y el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo Morales, minaron la confianza de los trabajadores en sus representantes. No pocas son la voces magisteriales que cuestionan qué a la representación magisterial, maniatada al momento de defender los derechos laborales adquiridos. El ingreso, la permanencia y la promoción son asumidas como un acto unilateral por la autoridad gubernamental, ignorando el papel que jugaran las comisiones mixtas.
Denostado por funcionarios de la administración y por organizaciones civiles de corte neoliberal, el SNTE paso de ser un aliado, al patito feo de la «tragicomedia» educativa. Lejos quedaron los días en los que participara activamente en el diseño y en la instrumentación de políticas públicas educativas. Reivindicado ante el crecimiento y la radicalización de la Coordinadora Nacional (CNTE), oficialmente expresión sindical del SNTE, sirve de comparsa que justifica el actuar del encargado del despacho educativo sin mayor éxito puesto que maestras y maestros, incluso los que reconocerían no participar en política, muestran simpatías por la CNTE, organización a la que le reconocen el aplazamiento en la aplicación de la evaluación de permanencia en el servicio profesional docente y por la muerte anticipada de la reforma educativa.
La conseja popular comenta que la burra no era arisca, los palos la hicieron. Los palos se iniciaron desde la cesión de derechos otorgados a una reforma elaborada de acuerdo a los cánones impuestos por organismos internacionales, alentada por organizaciones como Mexicanos Primero y solapada por partidos políticos. La burra no era arisca.
Fuente: http://www.e-consulta.com/opinion/2017-01-01/la-burra-no-era-arisca
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