25 de enero de 2017 / Fuente: http://www.eltiempo.com/
Por: Ángela Escallón Emiliani
La inclusión laboral permite que poblaciones vulnerables puedan mejorar su calidad de vida.
Aunque el desempleo general en Colombia actualmente es del 9,8 %, cuando se mira esta cifra dentro de grupos poblaciones vulnerables específicos nos encontramos con un panorama aún más preocupante. Para revisar, solo un par de ejemplos: en la población desplazada el desempleo llega al 35,5 por ciento, para el caso de personas afrodescendientes alcanza el 19 y entre las mujeres, el 11,7.
La empleabilidad de los grupos vulnerables es, sin duda, uno de los temas prioritarios tanto de la agenda política como de las demandas cotidianas de la gente por mejorar su calidad de vida. Un asunto que no solo se trata de generación de ingresos, sino que también busca trabajar por la dignidad, el reconocimiento y la equidad de estas poblaciones.
Ese fue el reto que asumimos desde Fundación Corona, en alianza con el Programa para Afrodescendientes e Indígenas de Usaid, operado por Acdi/Voca, y la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi), a través de su Fundación.
Conscientes de que el proceso histórico que vive el país nos pide una alta eficiencia en lo social, por lo que tenemos que ser capaces de aprender de las experiencias ya existentes para aumentar la escala y calidad de los programas sociales, en la alianza nos dimos a la tarea de recorrer el país analizando experiencias, con el fin de identificar las características que deberían tener las acciones exitosas en pro de la inclusión laboral.
A partir de este análisis construimos el Modelo de Empleo Inclusivo para Población Vulnerable, una apuesta para el desarrollo del país y las regiones que presentamos ante el país en días pasados y que pretende orientar y articular las distintas acciones de inclusión laboral que se generan desde las regiones.
Desde el Modelo identificamos como grupos más vulnerables a las comunidades afrodescendientes, indígenas, víctimas del conflicto, personas en proceso de reintegración, en condición de discapacidad, jóvenes y mujeres; recopilando las barreras, como falta de acceso a los servicios de formación, baja formación de competencias básicas, ausencia de esquemas de orientación socioocupacional integrales, la existencia de procesos de selección excluyentes, que se basan en ideas equivocadas acerca de las capacidades laborales de la población vulnerable.
La aspiración de esta iniciativa es la de que los procesos de diseño de nuevas iniciativas y el fortalecimiento de otras vinculen iniciativas ya existentes que tienen suficiente experiencia y resultados probados con la aplicación de sus metodologías e instrumentos. El Modelo brinda los lineamientos para mejorar las prácticas de inclusión laboral desde una lógica territorial, por lo que tiene en cuenta las características y necesidades de cada región.
El lanzamiento de la primera versión del Modelo es tan solo el primer paso de una agenda común que proponemos, en la que el Modelo actúe como vehículo de articulación e impacto colectivos, y como una herramienta para la acción que logre potenciar iniciativas, alianzas y territorios. En la medida en que esto ocurra, tendremos mejores resultados al corto, pero en especial, al mediano y largo plazo.
De lograr este objetivo, el país avanzará en canalizar las mejores estrategias y metodologías, articular y mejorar la capacidad institucional de los actores relacionados con la formación, intermediación y empleo, y así promover de manera mucho más efectiva y a una mayor escala la construcción de un país con oportunidades de empleo para todos.
Fuente artículo: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/una-apuesta-de-desarrollo-para-las-regiones-y-el-pais-angela-escallon-emiliani-columnista-el-tiempo/16743692
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