Por: Carolina Freire.
Pocos momentos en la vida son tan críticos como los primeros cinco años. La evidencia científica demuestra de manera irrefutable que esta etapa es una auténtica ventana de oportunidad en la que se cimentan el lenguaje y otras habilidades cognitivas, y se establecen las bases del desarrollo social y emocional.
La evidencia también es clara al señalar que la educación preescolar de calidad genera un círculo virtuoso de desarrollo, aprendizaje y productividad que perdura a lo largo de la vida.
Unicef, en su informe Un mundo listo para aprender, publicado el pasado mes de abril, señala que los niños que cursan al menos un año completo de educación preescolar entre 1 y 5 años de edad tienen mayores competencias en lectura y matemáticas y aumentan su permanencia en la primaria. El BID, en su publicación Los primeros años, sustenta con evidencia regional mejoras en las habilidades de participación, disciplina y colaboración entre los niños como resultado de completar un año de preescolar. Los efectos positivos perduran a lo largo del ciclo escolar: en prácticamente todos los países de la OCDE, los niños de 15 años que tuvieron acceso a la educación temprana mostraron un mejor desempeño en la prueba PISA 2015 que sus pares sin educación temprana.
En Panamá, sin embargo, 3 de cada 10 niños en edad preescolar están actualmente fuera del sistema educativo y en riesgo de entrar en el ciclo nocivo de bajo rendimiento y deserción escolar. Entre los niños que sí asisten, un cuarto cursa el preescolar en la modalidad no formal y que no siempre cumple con estándares mínimos de habilitación y calidad pedagógica. Además, la modalidad preescolar no formal tampoco cuenta con recursos del Fondo de Calidad Educativa (FECE) para alimentación y material pedagógico.
Los efectos de esta brecha se evidencian en los bajos niveles de aprendizaje que tienen los niños en primaria. Según la prueba CRECER 2017-18, divulgada hace escasas semanas por el Ministerio de Educación y apoyada por el BID, un tercio de los estudiantes de tercer y sexto grado no tiene los conocimientos básicos en español y matemáticas, una situación que prácticamente no ha variado desde 2015. Aún más preocupante es el hecho de que el 80% de los niños de poblaciones indígenas carecen de las competencias básicas en lenguaje, lo que evidencia la escasa adecuación intercultural de los contenidos curriculares.
Mejorar la calidad de la educación como base del desarrollo sostenible de Panamá requiere poner primero lo primero y redoblar esfuerzos hacia el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible #4 de la ONU, cuya meta es universalizar la educación preescolar de calidad. Llegar a todos los niños con esta oferta educativa generaría varios beneficios: permitiría mejorar su rendimiento escolar, contribuiría a mejorar la eficiencia del sistema educativo al ahorrar esfuerzos y recursos en programas remediales, y elevaría a la competitividad del país, ampliando la base productiva y a la vez brindando la oportunidad a los cuidadores de los niños de integrarse al mercado laboral.
La pregunta es, ¿cómo podemos lograr este objetivo? Alcanzar esta meta en el próximo quinquenio implica una inversión aproximada de 50 millones de dólares en infraestructura para habilitar los más de 45 mil cupos requeridos, más unos 20 millones de dólares anuales adicionales para cubrir los gastos de funcionamiento. Para expandir los servicios con calidad, Panamá puede mirar el ejemplo de Finlandia, Suecia, Noruega, Reino Unido y Bélgica que, según un ranking de la fundación Lien de Singapur, son los líderes en calidad, acceso y disponibilidad de la educación preescolar entre 45 naciones de la OCDE y del mundo, así como a nuestros vecinos en Chile y Uruguay que impulsan políticas de atención integral.
Más allá de proveer infraestructuras seguras, estos países han establecido un marco legal sólido para garantizar la provisión de los servicios universales, priorizando el desarrollo de sistemas de entrenamiento y cualificación docente, el diseño y monitoreo de estándares de calidad, prácticas pedagógicas que fomentan las interacciones frecuentes, positivas y significativas entre niños y adultos, y la participación activa de la familia en el desarrollo infantil.
Lograr que todos los niños y niñas asistan a preescolar de calidad y desarrollen las bases para el aprendizaje que los posicione para el éxito en la escuela y en la vida está a nuestro alcance.
Es, sin duda, la mejor inversión no solo para el futuro de todos los niños panameños, sino para el futuro de Panamá.
Fuente del artículo: https://www.prensa.com/opinion/priorizar-educacion-preescolar_0_5349215064.html