Por: marta Borraz/Rebelión
– Profesor de Sociología y Estudios de Género de la Universidad Libre de Bruselas (ULB), Paternotte lleva años investigando cómo se ha construido el discurso contra la llamada ‘ideología de género’ que enarbola Vox en España
– Asegura que se trata de un movimiento internacional, una «constelación» de diversos actores, entre ellos, asociaciones, partidos y miembros de la Iglesia cuyo objetivo es «frenar lo que se ha conseguido en materia de derechos de las mujeres y LGTBI»
– «Estamos comprobando que tienen capacidad para influir en las agendas políticas e incluso en países como Italia, Brasil o Hungría han llegado al poder»
Lo usan los sectores más conservadores, algunos obispos de la Iglesia Católica, Vox o colectivos como HazteOír. El término ‘ideología de género’ ha arreciado con fuerza en los últimos años para hacer referencia al feminismo y a los derechos LGTBI con el objetivo de desacreditarlos. Sin embargo no es solo una palabra. Se trata de un discurso y una estrategia enarbolada internacionalmente para imponer una agenda política ultraconservadora. Así lo explica el investigador David Paternotte, profesor de Sociología y Estudios de Género en la Universidad Libre de Bruselas (ULB). Autor de varias publicaciones sobre el tema, Patternote lleva años analizando «el entramado internacional» que hay tras esta retórica, que, asegura, «no debemos minusvalorar».
Tiene su origen en el Vaticano, en la época de Juan Pablo II y tras las conferencias internacionales de Naciones Unidas en El Cairo sobre población y desarrollo (1994) y Beijing sobre mujeres (1995). En la primera se reconocieron los derechos sexuales y reproductivos y en el 95 se introdujo la palabra género. La Iglesia Católica se había opuesto mucho a estas reuniones, pero perdió, así que comenzó a construir este discurso achacando los avances de las mujeres a una supuesta radicalización. Lo que vienen a decir es que tras el discurso de igualdad y de no discriminación habría una peligrosa conspiración a manos de gente que querría tomar el poder.
¿Cómo evoluciona a partir de ese momento?
Esta es una primera fase. Poco a poco se va convirtiendo en una estrategia formal de acción a la que se van uniendo otros actores que pertenecen a redes de la Iglesia, pero no solo. También hay grupos de extrema derecha, partidos políticos, asociaciones ultraconservadoras y, más recientemente, Estados como Hungría, Rusia o Brasil. Se articula así un movimiento internacional que comparte estrategias, referentes y discursos. Según estos actores, la izquierda dominaría el mundo de las ideas y, frente a eso, lo que dicen es: «si queremos ganar la batalla, tenemos que luchar en el mundo de las ideas y tenemos que sustituirlas por otras». Ahí entraría, por ejemplo, la insistencia de Vox en España de no nombrar violencia de género y llamarlo constantemente violencia intrafamiliar. A mediados de los años 2000 comienza a haber movilizaciones contra determinados avances legales y más o menos a partir de 2010 comienza moverse por varios países al mismo tiempo.
¿Cuál es el objetivo?
El primero es frenar lo que se ha conseguido en materia de derechos de las mujeres y LGTBI. Para ilustrar sus objetivos, claramente vimos en España, con el obispo Rouco Varela a la cabeza, cómo se opusieron al matrimonio igualitario aprobado en 2005 o cómo ahora Vox denuncia las que llama «leyes adoctrinadoras», que son las leyes contra la homofobia y la transfobia. En 2013 en Francia se erige también una movilización similar contra el matrimonio homosexual y en Croacia los conservadores ganan el referéndum para precisar en la Constitución que el matrimonio era la unión entre un hombre y una mujer.
No obstante, ahora este discurso se usa también por muchos actores de extrema derecha y populistas, como Putin en Rusia o Bolsonaro en Brasil, que lo emplean como estrategia para movilizar a la población. Han entendido que son temas muy potentes simbólicamente para encarnar el proyecto político que tienen.
Se trata de un movimiento internacional con diferentes agentes, pero ¿quiénes son?
Hoy en día la red es cada vez más importante y no hay un actor central, sino más bien una constelación de varios tipos de agentes y muchas asociaciones que aquí han encontrado un campo común. Tienen redes específicas sobre ello. Una importante y de las más activas es CitizenGo, una organización internacional vinculada a HazteOír que aglutina a representantes y grupos de todo el mundo. En su web se pueden firmar peticiones de este tipo, pero en la práctica es un lobby que canaliza esta agenda política conservadora. También están otras como la estadounidense Alianza para la Defensa de la Libertad, Ordo Iuris (en Polonia y Croacia) o One of Us, una federación antiaborto presente en muchos países de Europa y a la que pertenecen colectivos españoles.
Uno de sus espacios importantes es el Congreso Mundial de las Familias, un evento anual en el que se juntan y definen la agenda. Este año fue en Verona (Italia) y la elección del lugar no es casual. De hecho fue un encuentro apoyado por la ultraderechista Liga de Matteo Salivini, que acudió al congreso junto a otros dos de sus ministros, entre ellos, el de Familia.
¿Seguimos lo suficiente la pista a este tipo de grupos y de discursos?
La verdad es que no se han seguido mucho los pasos de estos actores. En España, por ejemplo, apenas se ha vigilado el asunto y la impresión de la población y de los a nalistas ha sido «vale, ya hemos superado todo esto. La página del franquismo está lejos. Tenemos el matrimonio igualitario o la ley de violencia de género» y al mismo tiempo se olvida que estos actores todavía existen y se movilizan. Ahora la gente se ha despertado mirando lo que pasa con Vox como si fuera algo nuevo, pero tiene una larga historia. Se nos olvida que el discurso de la ideología de género que enarbola va más allá de este partido, que no ha inventado sus argumentos y que no ocurre solo en España. Hay todo un entramado y una estrategia internacional que lo respalda.
En un momento como el actual, marcado por el auge del movimiento feminista, ¿qué grado de influencia está teniendo todo este discurso?
Para empezar, condicionan los términos del debate y van introduciendo sus ideas poco a poco. No son mayoritarios, pero si a los partidos que defienden estas ideas y tienen vínculos con estas organizaciones se les necesita para formar gobiernos, van a estar ahí. Lo estamos viendo. Con Vox en España, pero no solo. Estamos comprobando que tienen capacidad para influir en las agendas políticas e incluso en algunos países han llegado al poder, como en Brasil, Italia, Hungría o Polonia. En estos dos últimos países se están debatiendo ahora los derechos LGTBI y por ejemplo en Hungría el presidente Viktor Orban ha suspendido las acreditaciones de estudios de género. Si llegan al poder pueden cambiar leyes. En muchos de estos países lo que ha pasado es que se ha quitado financiación a asociaciones que apoyan los derechos LGTBI o de las mujeres y se ha empezado a dar recursos a las que fomentan la natalidad, por ejemplo.
Son discursos claramente ultraconservadores y contrarios a derechos fundamentales, pero existe el riesgo de que calen entre la población. ¿Qué tipo de estrategias siguen?
Utilizan varias ideas. Parten del supuesto de que hay reivindicaciones feministas buenas y malas. Y estas últimas son las que llaman «las ideas del género». Se venden como defensores de la igualdad, pero se oponen a ese feminismo que consideran que se ha radicalizado. Insisten, además, en que se trata de una conspiración política. Ahí emerge el discurso que muchas veces usa Vox de que se trata de algo totalitario, que «ya no se puede pensar ni decir nada» y que las feministas y los LGTBI quieren tomar el poder y adoctrinar a la sociedad. En este sentido utilizan el victimismo como estrategia.
Mónica Cornejo-Valle y J. Ignacio Pichardo Galán apuntan en una investigación que España fue una especie de «laboratorio» europeo sobre este tema.
Ha jugado un papel muy relevante. En España a partir de 2005, más o menos, empezó a haber movilizaciones encabezadas por estos grupos y parte de los obispos. No nos dimos cuenta de que no era solo que la Iglesia estuviera oponiéndose a las leyes de Zapatero porque se tenía que oponer, sino que en España, y también en Italia, Croacia o Eslovenia, se probaron estrategias contra esta agenda de derechos feministas y LGTBI.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259444