Por: Lucía Etxebarria/www.elperiodico.com
Minerva Mirabal había sido una de las primeras licenciadas en Derecho en la República Dominicana. Pero no la permitieron ejercer. El Día de la Hispanidad de 1940, le invitaron a un baile que, según se decía, había organizado el «presidente» Rafael Leónidas Trujillo («elegido democráticamente» en unas elecciones más falsas que un euro de madera) con el expreso propósito de bailar con ella. Minerva no quería ir, pero la advirtieron que, de no hacerlo, su familia sufriría represalias.
En una de las versiones, Trujillo intenta propasarse, y ella le pega un bofetón. En otra, el dictador le dice que va a intentar conquistarla, y ella le dice que antes reconquistará ella el país.
En cualquier caso, Minerva y sus dos hermanas, Patria y María Teresa (las tres en la foto que encabeza este artículo), se convirtieron en firmes opositoras al régimen de Trujillo. Las tres estuvieron encarceladas en varias ocasiones en las prisiones del régimen, donde fueron violadas y torturadas.
El 25 de noviembre de 1960, unos sicarios interceptaron al jeep en el que viajaban las hermanas Mirabal. Las apalearon a ellas tres y al chófer, luego metieron los cuerpos en el vehículo y los despeñaron por un barranco. En el juicio, uno de los verdugos que testificó contó que cada uno de los asesinos había elegido a una de las mujeres. Dijo que él se llevó a «la más alta».
Tampoco Trujillo las mencionaba, ni a Minerva ni a sus hermanas, por su nombre. Decía que traía mala suerte. Incluso en el telegrama que la familia recibió, emitido por la policía, se decía que habían muerto «Minerva, Patria y otra hermana» en un accidente.
En 1981. los movimientos feministas latinoamericanos decidieron que el 25 de noviembre sería el Día Latinoamericano de la Violencia contra la Mujer, como homenaje a las hermanas Mirabal. En 1999, la ONU se sumó a la iniciativa, y el 25 de noviembre es un Día Internacional.
En Latinoamérica mueren asesinadas 12 mujeres al día víctimas de la violencia machista. La zona más violenta del mundo para ellas fuera de un contexto de guerra, según la ONU.
Mientras escribo esto, en menos de mes y medio en Chile ha habido 23 muertos y 2.200 heridos. En Bolivia, 23 muertos, dos centenares de heridos. Cuando aumenta la violencia, aumenta la violencia contra las mujeres y sus hijos. Además, en Latinoamérica, las mujeres suelen ser las portavoces de las comunidades indígenas o las más desfavorecidas, y eso las convierte en el primer blanco de quienes atentan contra los derechos de estos grupos.
Los brutales asesinatos de las líderes indígenas Berta Cáceres y Lesbia Yaneth, o de la política Marielle Castro han sido los más mediáticos, pero no –ni de lejos– los únicos. Cerca del 95% de los homicidas en todo el mundo son hombres. Da igual de qué país o región sea el estudio o cuál sea el tipo de araña empleada. Como principales receptoras de violencia, y como principales cuidadoras de niños y ancianos, las mujeres suelen ser las primeras interesadas en la paz. En palabras de la ONU, «el aumento de la presencia de mujeres entre los negociadores y las fuerzas mantenedoras de la paz mejoraría notablemente la resolución de conflictos». Sin embargo, en la ONU, las mujeres ocupan únicamente el 6,5% de las posiciones de alto rango relacionadas con la paz, y en la UE no hay ninguna mujer entre los mediadores de alto nivel.
Y sin mujeres habrá más violencia, y más violencia contra las mujeres. Eduardo Galeano ya dijo que el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Por un mundo sin miedo, demos más voz a las mujeres.
*Fuente: https://www.elperiodico.com/es/opinion/20191123/25-de-noviembre-dia-mundial-contra-violencia-machista-lucia-etxebarria-7743421