Jornada escolar única en Colombia ¿Qué hay detrás?

Educación y Cultura/ FECODE/ ¿Será pertinente, de acuerdo con las dinámicas del contexto colombiano, profundizar en las áreas de  matemáticas, lenguaje y ciencias? Cuando los sujetos del país, a causa del  desplazamiento y la violencia, se enfrentan a una continua discriminación, al no ser reconocidas sus culturas de procedencia, cuando sus intereses, cada vez, se distancian más de los contenidos que se enseñan en la escuela. Hoy más que nunca es urgente cuestionarnos:

 

¿Qué tipo de educación necesitamos? ¿Qué propósito y valores es necesario priorizar que orienten la educación actual? ¿Qué posibilidades de cambio se proponen desde la pedagogía al instaurarse la jornada única escolar? ¿Quiénes son idóneos para hablar de la educación y aportar para que esta no se conciba como un sistema de reproducción de la inequidad y la injusticia, sino como un espacio de reflexión y acción que favorezca la construcción de alternativas viables que permitan observar las realidades desde otras perspectivas?

 

Preguntas que demandan un debate y consenso pedagógico. Como se puede evidenciar en el desarrollo de este artículo, no nos proponemos cuestionar si es pertinente o no instaurar la jornada única escolar, lo que nos convoca es que al llevarse a cabo este cambio sea en beneficio de estudiantes, familias y maestros. De acuerdo con Bonilla (2011) quien presenta la experiencia de Chile, que en el año 1997 llevó a cabo dicha reforma de manera gradual, hoy se reconocen los aspectos positivos que esta produjo como la disminución de la deserción escolar, la delincuencia juvenil y los embarazos en adolescentes. Pero consideramos que sus efectos pueden ser aún mayores encaminando los propósitos de la educación más allá de la instrucción, de la mejora de resultados en pruebas estandarizadas, de la seguridad alimentaria o la reducción del tiempo ante factores de riesgo.

 

Sin embargo, pareciera que nuestros líderes solo resaltan los puntos positivos que han tenido los países que ya han desarrollado este tipo de jornadas, pero estamos ignorando sus déficits y aspectos a mejorar, que nos podrían servir para hacer una adecuada y asertiva implementación. En este punto encontramos que en Chile: …No se ha producido una reestructuración del tiempo pedagógico tal como lo plantea la hipótesis central del Programa. El tiempo se sigue organizando de un modo rígido; el tiempo adicional es “extra” curricular y no se constata una mayor flexibilidad o integración del tiempo “normal” con las actividades del  tiempo “extra”. Se amplían materias básicas (refuerzos) y los talleres se definen como actividad adicional sin mayor relación con las materias básicas… (p. 128).

 

Adicionalmente, los impactos en el aprendizaje están lejos de las expectativas, lo que se atribuye a que la base teórica de la relación tiempo-aprendizaje fue pobre y que tampoco se tuvieron en cuenta los  factores sociales y culturales tanto de los docentes como de los estudiantes y de la propia escuela, por lo que se ha encontrado que no hay una relación directa entre aumento de horas y aprendizaje. Por lo que, si no se actúa sobre el conjunto del sistema de variables que inciden en el aprendizaje, el  efecto de los cambios en el tiempo de la jornada escolar es prácticamente nulo.

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FECODE

La Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación - FECODE, fundada el 24 de marzo de 1959 y reconocida por el Ministerio de Protección Social, según Resolución Nº 01204 del 6 de agosto de 1962, agrupa a docentes al servicio de la educación pública en Colombia, organizados en 33 sindicatos regionales y uno nacional, con los cuales se integra la estructura federativa. Surge a través de un proceso de fusión de sindicatos nacionales, de niveles de enseñanza y regionales. Su Comité Ejecutivo es elegido por voto directo y democrático de docentes afiliados y afiliadas a los sindicatos que la conforman