Ahora cuando se avecinan nuevas elecciones de Congreso y presidenciales, pero también cuando le resta un año al actual gobierno que consideró, además de la Paz, la educación como prioridades, es necesario hacer unas breves reflexiones acerca de la importancia que tiene para el desarrollo de una sociedad y para el buen gobierno, darle prioridad real a la educación y a la investigación.
Un componente fundamental del desarrollo de una sociedad tiene que ver con lograr cada vez mayores niveles de cobertura en educación -básica, secundaria y superior-, pero igualmente una educación de la mayor calidad. En muchos ordenamientos constitucionales actuales la educación es considerada un derecho de todos los ciudadanos. Pero esto debe estar acompañado, con apoyos muy importantes en el campo de la investigación, porque el desarrollo de un país está asociado a la generación de emprendimientos productivos que generen empleo de calidad, estable y productivo y esto se asocia a tres grandes variables, educación, innovación tecnológica e inversión de capital.
La innovación tecnológica es un resultado del desarrollo del conocimiento y allí juega un papel estratégico la investigación. Es la investigación tanto en lo que se ha llamado ciencias básicas, como en ciencias sociales -esto se tiende a englobar como ciencia y tecnología-, como la aplicación de los desarrollos -patentes, innovaciones, nuevas metodologías, etc.- lo que va a facilitar y potencializar el desarrollo en una sociedad. Es verdad que el capital es una variable fundamental, pero es igualmente cierto que si existen propuestas innovadoras hay más posibilidades de implementar emprendimientos empresariales de diverso tamaño y complejidad.
Esto plantea un desafío para los gobiernos y las sociedades. A los primeros les cabe la responsabilidad de asignar los presupuestos adecuados tanto para educación, como para investigación, pero adicionalmente diseñar los mecanismos institucionales funcionales para la gestión y control de los mismos; pueden existir recursos, pero si no hay procedimientos adecuados de asignación, buena parte de los mismos se desvían o terminan en prácticas condenables. Al respecto podemos decir que si bien fue buena idea destinar un porcentaje de las regalías a la investigación, fue bastante deplorable el procedimiento de definición de prioridades de proyectos y asignación de recursos; es claro que los recursos no se pueden centralizar en la capital y es evidente que la definición de proyectos prioritarios regionales debe consultar prioridades de gobernantes territoriales, pero la toma de decisión y la gestión de recursos debe estar a cargo de mecanismos técnicos.
El sector privado empresarial debe destinar parte de sus recursos a la investigación e innovación -de hecho algunos lo hacen-, pero debe haber una relación más cercana con los centros de investigación, que en lo fundamental se sitúan en las instituciones universitarias y lograr sinergías que sean útiles para la sociedad; no se trata que las universidades se coloquen al servicio exclusivo de las empresas privadas, sino que ambas trabajen en función de contribuir al desarrollo de la sociedad.
Ojalá el actual gobierno considere que este periodo de transición y de posacuerdo requiere dar prioridad presupuestal a la educación y la investigación y contribuir a que existan procedimientos transparentes y sencillos de asignación de recursos, sin que la politiquería los vuelva su coto de caza. Los académicos, por su parte, deben de manera dialogada entender y precisar que la investigación en todos los campos del conocimiento es igualmente importante y requiere apoyo y que no se deben establecer campos investigativos prioritarios y otros de tercer nivel.
Este tema debe ser de permanente seguimiento por parte de los académicos y entender que se debe dialogar con los sectores encargados de tomar decisiones y otros sectores de la sociedad y situarlo en el contexto de las prioridades nacionales.
Vivimos en una época en la que los avances tecnológicos se dan con mucha rapidez, incluso sin tiempo suficiente para su asimilación e integración a la vida académica. No obstante, para las nuevas generaciones es normal experimentar estos cambios.
Cada vez es más común observar en un salón de clase tradicional diversos “distractores tecnológicos” como tabletas, smartphones, relojes inteligentes, juegos electrónicos y laptops, entre muchos otros. Esto provoca que el trabajo del profesor se vea afectado drásticamente con el fin de mantener la atención de sus alumnos, que en muchas ocasiones se ve perjudicada de manera importante por estos distractores, pero sin sacrificar la enseñanza y el aprendizaje fundamental de la materia que imparte.
Con alumnos ávidos de conocer el uso y la aplicación de la tecnología y con el afán de proveerles las prácticas que necesitan, corremos el riesgo de pasar a un segundo plano la fundamentación y olvidar que las bases del conocimiento se deben entender y dominar para un mejor aprovechamiento de la tecnología. La capacidad de saber aprender, de abordar un problema desde su definición hasta su planteamiento por escrito, son competencias básicas para la construcción y la aplicación del aprendizaje.
Recordemos que una competencia exige ‘saber hacer’ sin duda, pero el ‘saber hacer’ exige ‘saber ser’. El ‘saber ser’ implica a la persona, quien recibe el conocimiento, lo asimila, lo hace propio, para después aplicarlo. Por esta razón la orientación hacia una educación basada en competencias, así como también el aprendizaje basado en retos son muy prometedores, porque nos ayudan a cambiar nuestro enfoque de enseñar contenidos a desarrollar competencias y de pedir tareas a proponerles retos a los alumnos.
Estos desafíos deben ser aceptados y desarrollados por ellos mismos. Este cambio de perspectiva es clave porque ahora los estudiantes son los responsables de su aprendizaje y es una manera de motivarlos e involucrarlos más en su propio desarrollo. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de enseñar contenidos a desarrollar competencias y de pedir tareas a proponerles retos a los alumnos.
Por lo tanto, la tecnología debe ser el medio y no el fin, debe ser un apoyo para que las actividades de aprendizaje se desarrollen con mayor eficiencia y no un distractor. La tecnología debe estar siempre presente para utilizarla a favor del aprendizaje y no en contra. El alumno debe ser el centro del proceso de aprendizaje, el profesor deberá convertirse en un mentor que guíe su aprendizaje y la tecnología en un soporte para el aprendizaje.
En mi experiencia como docente esta es mi propuesta:
Las materias que se imparten debe tener una orientación total al alumno.
Los temas a cubrir deben establecerse con base en dos elementos: la competencia que el alumno logrará y el reto que deberá resolver para que la competencia pueda lograrse.
Se deben diseñar problemas a resolver que atiendan problemáticas de la vida diaria, para que los alumnos puedan aprender y afianzar su capacidad de entender un problema y diseñar una solución.
Se debe integrar la tecnología en el curso para sustentar las actividades de aprendizaje, permitiendo que se desarrollen con mayor eficiencia.
Lo propuesto anteriormente no es novedad en sí mismo, pero si el enfoque de su uso y aplicación. Considero que ahora es cuando los temas fundamentales que soportan los modelos educativos toman relevancia. Es por esto que quiero invitar a todos los profesores a que revisen los enfoques pedagógicos que menciono en este artículo, para que los comprendan, los exploren y les sirvan de apoyo en su labor docente.
Acerca del autor
Juan Raúl Esparza Martínez es egresado de la carrera de Ingeniero en Electrónica y Comunicaciones. Tiene una Maestría en Ciencias con especialidad en Sistemas de Información. Es profesor del Tecnológico de Monterrey desde 1979 y ha desarrollado múltiples proyectos educativos durante su estancia en esta Institución.
Creativa-mente empezó como un proyecto de investigación realizado por la Universidad Nacional, la Universidad Distrital y un grupo investigativo de la Universidad Los Libertadores en el 2010.
Jairo Anibal Moreno es y ha sido docente de varias universidades a nivel nacional. Realizó estudios de pregrado en psicología en la Universidad Nacional y de Licenciatura en Lingüística y Literatura de la Universidad Distrital. Realizó una especialización en psicolingüística en la Universidad de La Habana y tiene un maestría en Lingüística española del Instituto Caro y Cuervo. Desde hace 7 años, en cabeza del profesor e investigador, se creó Creativa-mente, una iniciativa que buscaba determinar los niveles de comprensión de los profesores universitarios a partir de una serie de ejercicios que desarrollan la capacidad cognoscitiva en los seres humanos.
Este mismo ejercicio se llevó a cabo en aquellos años en estudiantes de la Distrital y de Los Libertadores. Los resultados dieron la infortunada sorpresa de encontrarse con que el nivel de los estudiantes era superior al de algunos profesores en cuanto a comprensión y análisis de textos se refiere.
A partir de lo que el profesor denomina Modelo de Procesos, Operaciones, Habilidades y Desempeños Comprensivos y Creativos se configuran una serie de ejercicios que precisamente abarcan todos los elementos mencionados anteriormente, de manera que a partir del orden en que se mencionan se genera una estructura jerárquica que termina por optimizar el desempeño y mejorar las habilidades cognitivas y del lenguaje en las personas que realizan las dinámicas dictadas por el profesor. Desde hace cinco años se realiza una especie de concurso semestral, donde profesores y estudiantes de diversas instituciones de educación superior participan por premios como becas o libros. Actualmente la Escuela de Artes y Letras, institución que patrocina Creativamente, obsequia dos becas a los mejores resultados del programa.
Comprensión relacional, contextualización inferencial, comprensión inferencial y operación inductiva son algunas de las capacidades que se trabajan y se evalúan en diversos ejercicios que pueden ser de bajo o alto nivel de dificultad. A partir de estas herramientas han logrado que algunos estudiantes que no pertenecen a las mejores universidades del país superen en puntaje a algunos que sí pertenecen a las mejores universidades en las pruebas de Estado Saber Pro del ICFES.
Esta innovación pedagógica también ha querido trasladarse a la primera infancia, de manera que sea posible remediar algunas falencias en la educación desde temprana edad.
Gran parte de las teorías clásicas cognitivas forman la base de Creativamente. Sin embargo, Jairo Anibal Moreno hace énfasis en el psicolingüista norteamericano Jerry Fodor. Según el profesor Jairo, en 1983 Fodor creó un trabajo sobre la arqueología de la mente donde se explica que nuestra mente funciona por módulos. A partir de esa “modularidad de la mente” se generaron ciertas ideas para la pedagogía de Creativamente que, inclusive, ha llegado a trabajar con personas de la tercera edad para reforzar sus procesos de pensamiento y también han llegado a establecer ejercicios con la Universidad Nacional y Pedagógica para personas sordas.
“La mayoría de experimentos están situados en la práctica misma: mejorar la escritura en la habilidad escritural; mejorar la lectura sobre el texto, leyéndolo. Nosotros en nuestro modelo la lectura la evaluamos, la desarrollamos y la analizamos desde mucho antes del desempeño.” Con esto se pretende cambiar el modelo de lectura en tanto que ya no se trata de aprender a leer con el texto en la mano sino que se reafirma que la capacidad de análisis y comprensión lectora se mejoran a partir de ciertas habilidades que no son aisladas pero que sí se mejoran y se perfilan a partir de otro tipo de actividades que activen herramientas como la inferencia, la deducción, la relación de elementos y el seguimiento de un hilo conductor de un texto.
Una de las cosas que motivó a Jairo Moreno y a su grupo de investigación fue darse cuenta que en muchas pruebas de educación como las pruebas Pisa, el 98% de los jóvenes de otros países obtenían un resultado satisfactorio y superior en el total mientras que en un país como el nuestro sólo en 1% de los estudiantes eran capaces de igualar ese promedio. Es una cifra lamentable que sirve como ejemplo para promover y aspirar a la mejora de la educación, pues como él mismo lo dice: “no avanzamos mucho en la educación… seguimos siendo una sociedad reproductiva. Los maestros siguen, de alguna manera, recomendando para los trabajos de investigación temas donde haya mucho que decir: “no escoja ese tema porque de eso no se encuentra nada.” Se cree la idea de que la investigación que hay que hacer es sobre lo que ya está. No somos una sociedad constructiva del saber, no hay una idea constructiva de la enseñanza. “
De la mano del profesor Jairo, de Cuba como país que nos ha apoyado no solo en la paz sino también en casos como estos donde se generan espacios de investigación y desarrollo de la educación y la ciencia, se espera que, desde la primer infancia, se creen dinámicas lúdicas y pedagógicas que guíen mejor a los estudiantes para su desarrollo cognitivo y su capacidad de análisis y crítica.
En la pasada edición de la Feria del Libro de Bogotá, la Escuela de Artes y Letras lanzó el primero de tres volúmenes llamados Arquitecturas textuales donde se espera acercar a los lectores y enseñarles un poco sobre todo lo relacionado con este proyecto que busca incentivar la comprensión de textos y la creación de contenidos que impulsen una educación que ha sido bandera en épocas de campaña pero se ha quedado en los cuartos de sanalejo de todos los gobiernos en los últimos años.
A finales de 2016, Aurelio Nuño Mayer, titular de la Secretaría de Educación Pública, anunció la implementación de un plan para reconcentrar la matrícula estudiantil de las escuelas rurales pequeñas en centros escolares más grandes. Durante el ciclo escolar 2016-2017, profesores de primaria y secundaria de diversas delegaciones de la Ciudad de México denunciaron que en numerosas escuelas secundarias habían desaparecido turnos vespertinos, provocando una saturación de los grupos matutinos e impidiendo así un trabajo adecuado. Poco tiempo después, en vísperas del ciclo escolar 2017-2018, profesores de secundaria del municipio de Armería, Colima, se manifestaron a las afueras de su centro escolar en rechazo a los propósitos de las autoridades de fusionar grupos de su institución, no obstante, señalaron, cumplir con el número mínimo de alumnos requerido por grupo. En esa misma entidad, poco tiempo después, un dirigente sindical señaló que la Secretaría de Educación local buscaba cerrar 1,300 grupos. Hechos como los anteriores dejan de manifiesto las intenciones de las autoridades educativas por reducir la cantidad de grupos o instituciones y pone en entredicho su compromiso con el logro de la calidad educativa que tanto pregonan.
La fusión de grupos y el cierre de escuelas con baja matrícula tienen una evidente justificación económica: de ninguna manera es discutible que puedan darse ahorros en el gasto educativo a través de este tipo de acciones. Sin embargo, las razones económicas palidecen cuando se observa, por ejemplo, el estratosférico presupuesto que se asigna a la difusión de la Reforma Educativa (900 millones de pesos en los últimos tres años), lo que indicaría que el dinero no sería una excusa para sostener a los grupos y escuelas. Aunado a las justificaciones relacionadas con los recursos económicos, existen también razones desde el punto de vista de la matrícula para validar la reducción de espacios escolares: según el documento Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos, Principales cifras 2015-2016 (SEP, 2017) el número de alumnos de educación primaria ha decrecido 4.5% desde el ciclo escolar 2011-2012 hasta el 2015-2016, pasando de 14,909,419 a 14,250,425 estudiantes; mientras que en educación secundaria, a pesar de que la población no ha dejado de crecer, del ciclo escolar 2014-2015 al 2015-2016 se produjo un crecimiento casi nulo (0.1%), al pasar de 6,825,046 a 6,835,245 estudiantes, lo que deja entrever una reducción de la matrícula en un plazo muy próximo.
A pesar de las razones económicas y demográficas que se han presentado, la reducción de grupos y escuelas no goza de aceptación por parte de los docentes no sólo por, obviamente, poner en riesgo su fuente de empleo, sino por razones meramente pedagógicas. Para ningún maestro es un secreto que los grupos reducidos representan una ventaja para el trabajo académico con los estudiantes. Al respecto, un estudio de Botello-Peñaloza señala “una relación negativa entre el tamaño de la clase y el desempeño académico de los estudiantes en América Latina con base en la prueba internacional PISA de 2012” (2016, p. 106). Para el autor, los grupos reducidos suponen múltiples ventajas: posibilitan una participación activa de todos los estudiantes, una atención más personalizada por parte del docente, reducción del número de interrupciones y además una mejor oportunidad para ajustar la acción educativa a las condiciones del entorno social. No obstante que las ideas anteriores son ampliamente aceptadas por los docentes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que “en conjunto no hay pruebas determinantes acerca de la repercusión del tamaño de las clases en el rendimiento de los estudiantes” (p. 418).
Vale la pena revisar cómo está México en cuanto al tamaño de los grupos y la relación del número de alumnos y profesores, a la vista de la OCDE: en educación primaria, los grupos mexicanos son de aproximadamente 19 alumnos (dos por debajo de la media de la organización), mientras que en educación secundaria, de 28 estudiantes (cinco por encima). Es decir, en conjunto, en educación primaria y secundaria, los grupos mexicanos tienen un promedio de 23.5 alumnos, por 22 en promedio de los países integrantes de la OCDE. Así pues, el tamaño de los grupos mexicanos está ligeramente por encima de los países de la organización señalada. En cuanto a la relación entre el número de alumnos y profesores el panorama cambia radicalmente: mientras la media de la OCDE es de 14 alumnos por cada maestro de educación primaria y secundaria, en nuestro país es de más del doble: 30; de hecho, en educación secundaria, el número de alumnos (33) para cada profesor mexicano, es casi el triple del resto de los profesores de la organización (13). Considerando las cifras negativas en cuanto a los estudiantes que le toca atender a cada profesor mexicano, es inentendible la tendencia de las autoridades del país a cerrar grupos y escuelas.
Es indiscutible que la matrícula de educación primaria lleva ya seis años en un ligero pero sostenido retroceso, mientras que la de educación secundaria aparentemente está próxima a un leve declive. Sin embargo, el cristal con el que las autoridades miran esta situación dice mucho de su compromiso con la calidad educativa: si se tratara de un gobierno sensible a la causa educativa, vería en estos hechos la oportunidad propicia para formar grupos con un número razonable de estudiantes que redunden en un mejor servicio educativo; sin embargo, obstinadas en ahorrar a como dé lugar en los gastos sociales, nuestras autoridades han demostrado que, para ellas, la reducción de la población de escuelas primarias y secundarias es la oportunidad perfecta para ahorrar recursos económicas cerrando grupos y centros escolares, sin importarles la saturación de aulas y las consecuencias negativas que de ella se desprenden. Así pues, estos fenómenos desnudan el escaso compromiso de las autoridades y demuestran que su supuesto interés por la calidad educativa es únicamente parte de un discurso hueco y propagandístico. El intento por reducir lo más posible el gasto educativo irrita no sólo a los afectados directos (docentes y estudiantes) con este tipo de medidas, sino a la población en general, que ve con enojo como la austeridad impera cuando se trata de gastos sociales mientras que la abundancia, el despilfarro y los privilegios dominan en los presupuestos asignados a la clase política y gobernante.
*Docente colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.) y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
BOTELLO-PEÑALOZA, Héctor. Desempeño académico y tamaño del salón de clase: evidencia de la prueba PISA 2012. Actualidades pedagógicas (67), 97-112. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016.
OCDE. Panorama de la Educación 2016. Indicadores de la OCDE. Madrid: Santillana, 2016.
SEP. Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos, principales cifras 2015-2016. México: SEP, 2017.
El estudiante americano promedio ahora toma 112 pruebas estandarizadas a través de su carrera de K-12. En preparación para estas pruebas, demasiadas escuelas pasan horas en la preparación de pruebas o ejercicios basados en habilidades.
A pesar de esta inversión de tiempo y dinero, los estudiantes de hoy pueden no estar preparados para la universidad, carreras, o los complejos problemas que presenta la vida . ¿Cómo podemos asegurar que todos nuestros estudiantes estén preparados para estos desafíos – los académicos y los que están fuera del aula? ¿Cómo podemos ayudarles a aprender a vivir una buena vida?
En el mundo antiguo, Sócrates encarnaba la búsqueda de la verdad y la buena vida interrogando y dirigiendo discusiones con sus alumnos en lugar de enseñarlos. Este método ha llegado a ser conocido hoy en día como el aprendizaje basado en la investigación. Desde 1985, he sido parte del equipo de la Fundación Grandes Libros apoyando a los maestros a medida que aprenden a usar el método de Investigación Compartida para discutir textos complejos con los estudiantes.
Adoptando una postura «socrática», los maestros orientan a sus estudiantes, desde el jardín de infantes hasta la escuela secundaria, para leer textos complejos, hacer preguntas críticas y citar evidencias para respaldar su línea de pensamiento, mientras tienen conversaciones respetuosas y civiles con sus compañeros sobre preguntas abiertas O cuestiones potencialmente divisivas.
Las escuelas comenzaron a implementar el método de investigación compartida de la organización hace 50 años, pero las normas nacionales y estatales reflejan cada vez más los conceptos y habilidades que este enfoque ha enfatizado. Más exámenes piden a los estudiantes que escriban respuestas ampliadas y apoyen ideas con evidencia textual.
La investigación sugiere que todos los estudiantes mejoran su desempeño en las pruebas estandarizadas cuando el aprendizaje de investigación es implementado adecuadamente y los maestros encuentran que las discusiones literarias basadas en la investigación son beneficiosas para mucho más que las puntuaciones de las pruebas. También preparan a los estudiantes para la vida en la universidad, las carreras y más allá, ayudando a mejorar estas habilidades esenciales:
Pensamiento crítico y resolución de problemas utilizando evidencia del texto
Usando un enfoque de investigación, los profesores y los estudiantes se enfocan en contenido complejo y preguntas que provocan el pensamiento con más de una respuesta posible.
Las decisiones y opiniones sólidas no se basan únicamente en sentimientos o impresiones, por supuesto. El aprendizaje de la investigación y las evaluaciones educativas contemporáneas requieren que los estudiantes presenten y expliquen la evidencia del texto para apoyar sus ideas. Ellos aprenden a tomar decisiones al sopesar la validez de las demandas que compiten e incluso a incorporar las ideas de los demás a las suyas. Esta es una habilidad que tanto se está evaluando en las pruebas estandarizadas modernas y también es valiosa cuando se pesan las soluciones a los problemas del mundo real.
A medida que participan en discusiones activas sobre un texto, los estudiantes escuchan regularmente una gama de opiniones y soluciones de sus compañeros de clase y responden con sus propios pensamientos relacionados. Esto los abre a considerar posibilidades diferentes de sus propias ideas y potencialmente les hace cambiar sus mentes.
La disposición a explorar y aceptar otros puntos de vista basados en nueva información es crucial para muchas interacciones sociales y conduce al éxito intelectual y profesional.
Mientras que escuchar y hablar aún no son habilidades que se evalúan a través de pruebas estandarizadas, son cada vez más importantes en las normas para los estudiantes en el aula y más allá.
Al participar en las discusiones de investigación, los estudiantes aprenden a escuchar cuidadosamente entre sí y expresan claramente sus ideas. Los niños pequeños a menudo están aprendiendo lo que significa tener discusiones enfocadas que exploran temas en profundidad.
Los maestros pueden requerir que los estudiantes sin experiencia «miren al orador», o pregunten «¿escucharon lo que el estudiante anterior dijo? Con la práctica, los estudiantes encuentran sus voces, gradualmente superan cualquier ansiedad de hablar en público que puedan tener, y se preparan para tener confianza en presentaciones y entrevistas en el futuro.
Los estudiantes también crean sus propias preguntas para presentar a sus compañeros de clase, tanto al leer como en las discusiones.
Más allá de ganar la capacidad de tener discusiones más efectivas, los estudiantes que usan el aprendizaje de preguntas están mejor preparados para expresar sus pensamientos por escrito. Como lo exigen la mayoría de las normas estatales y nacionales, los estudiantes de los grados inferiores escriben para expresar sus opiniones apoyadas por el texto y, en los grados superiores, aprenden a escribir ensayos argumentativos bien construidos.
En un estudio escrito de nueve escuelas realizado por la Great Books Foundation con estudiantes de tercer, cuarto y quinto grado en Washington DC, los estudiantes que estuvieron involucrados en programas de investigación mostraron mayor mejoría en las nueve categorías de habilidad SAT: ideas y desarrollo; Organización, unidad y coherencia; Elección de palabras; Frases y párrafos; Gramática y uso; Y la mecánica de la escritura.
Esto es beneficioso más allá de las pruebas académicas: los empleadores informan regularmente que desean que las nuevas contrataciones sean más capaces de pensar y expresarse, especialmente por escrito .
Trabajar efectivamente con otras personas requiere activar la inteligencia emocional, así como estos pensamientos críticos y habilidades colaborativas. Y un mayor sentido de pertenencia a una comunidad es otro beneficio observado regularmente de un aprendizaje más centrado en el estudiante. Las discusiones basadas en la investigación ayudan a los estudiantes a practicar la integración trabajando con la gente y trabajando con textos e ideas.
Los estudiantes aprenden a entender sus propios sentimientos sobre un tema, consideran puntos de vista diferentes de los suyos y empatan no sólo con personajes en historias de diversas culturas, sino entre sí.
Después de participar en una discusión de la historia de la ciencia ficción distópica, «Harrison Bergeron», de Kurt Vonnegut, por ejemplo, varios estudiantes de la escuela secundaria no estaban muy de acuerdo sobre por qué el personaje principal de 14 años se declara emperador y por qué el autor ha El «handicapper general» del gobierno dispara a Harrison al final de la historia. Mientras que los estudiantes a menudo presentan sus ideas muy apasionadamente, y las discusiones pueden calentarse a veces, la meta es siempre aprender a discutir civilmente.
Cuando es necesario, los maestros instan a los estudiantes a escuchar y expresar exactamente con qué están de acuerdo o en desacuerdo. Después de muchas experiencias semejantes, un adolescente a veces combativo observó una vez: «Estoy aprendiendo a lidiar con problemas con mis palabras en vez de con mis puños».
A través de discusiones de investigación compartidas, los estudiantes son capaces de ver y entender cómo sus compañeros de clase piensan a través de soluciones y expresan diferentes puntos de vista, permitiendo el acceso a una operación mental que usualmente está oculta. Este nuevo nivel de comprensión es beneficioso en los niveles intelectual y emocional, posicionando a nuestros estudiantes para un discurso civil mejor y más efectivo.
Los educadores, los empleadores y el público en general están de acuerdo en que es esencial que todos los estudiantes estén equipados con las habilidades necesarias para lograr el éxito universal, desde las rigurosas pruebas académicas hasta las interacciones sociales cotidianas. La investigación es una manera inclusiva e igualitaria de equipar a los estudiantes con los hábitos y habilidades que les ayudan a tener éxito en todos los aspectos de la vida.
Esta historia fue producida por The Hechinger Report , una organización de noticias independiente, sin fines de lucro, centrada en la desigualdad y la innovación en la educación. Regístrese para recibir nuestro boletín.
Denise Ahlquist es vicepresidente de aprendizaje profesional de la Great Books Foundation, una organización sin ánimo de lucro de 70 años de edad.
La productividad como problema público, y por ende factible de abordar desde lo político, es un tema que se ha instalado en la agenda mediática, siendo utilizado en mayor o menor grado por todos los sectores políticos como elemento programático –a veces más latente que manifiesto- , convirtiéndolo ineludiblemente en un tema país.
Pero ante cualquier intento retórico, si vamos a hablar de productividad, mejor partamos por el dato duro. El Informe 2016 de la Comisión Nacional de la Productividad señala que entre 1990 y 2000 la productividad de la economía chilena creció en promedio un 2,3% por año, mientras que en el período que va desde 2001 hasta 2015 sólo lo hizo en un 0,1%. Es decir, la fuerza laboral chilena no ha logrado aumentar su capacidad de producir más con los mismos recursos. La evidencia indica que la productividad se estancó en los últimos 10 años, mientras que diversos estudios señalan que este fenómeno es el principal factor que incide en la desaceleración de la economía. Esta situación ha generando sospechas de que Chile esté entrando en la llamada “trampa de los ingresos medios”, concepto que alude al fenómeno de estancamiento permanente observado en muchos países en vías de desarrollo, los cuales quedan a medio camino entre la pobreza y la prosperidad.
¿Qué ha ocurrido entonces con la fuerte inversión hecha en educación en los últimos 25 años? ¿Cómo es posible que la productividad se estancara, cuando entre 1990 y 2016 la cantidad de estudiantes en educación superior pasó de casi 250 mil a más de 1,2 millones? ¿No se supone que invirtiendo en capital humano, la productividad se incrementa?
Grandes preguntas, pero para avanzar en éstas, mejor volvamos a los datos. Aquí aprovecho de señalar los resultados del “Segundo estudio de Competencias Básicas de los trabajadores chilenos” elaborado en 2013: un 44% de la población adulta en Chile no entiende lo que lee, un 42% no es capaz de redactar documentos y un 51% no es capaz de realizar todas las operaciones matemáticas básicas. Aún peor, tales cifras son relativamente transversales a todos los niveles de educación. Y como si se tratara de un tiro de gracia, estos datos son prácticamente idénticos a los de la primera medición en 1998.
Estos resultados son un balde de agua fría al paradigma de potenciar la formación terciaria como estrategia para impulsar el desarrollo. En Chile existe una fuerte sobreestimación del impacto de la inversión en Educación Superior en el desarrollo económico del país –muy internalizada por la sociedad, los privados y el Estado-, alimentado por la convicción de que individuos con mayor capital humano serán más productivos, lo que repercutirá en un mejor desempeño global de la economía.
Estos resultados son un balde de agua fría al paradigma de potenciar la formación terciaria como estrategia para impulsar el desarrollo. En Chile existe una fuerte sobreestimación del impacto de la inversión en Educación Superior en el desarrollo económico del país –muy internalizada por la sociedad, los privados y el Estado-, alimentado por la convicción de que individuos con mayor capital humano serán más productivos, lo que repercutirá en un mejor desempeño global de la economía. En otras palabras, se trata de una lógica neoliberal en la que se atribuye al individuo el éxito o fracaso del desarrollo económico, lógica bajo el cual no es infrecuente enjuiciar a amplios sectores sociales respecto al desempeño de la economía. En honor a los resultados, nada perdemos escuchando otras opiniones.
El economista surcoreano Ha-Joon Chang comparte la idea de que el desarrollo de la economía de un país depende esencialmente en hacer que sus ciudadanos mejoren sus habilidades productivas, pero indica además que necesariamente debe existir una matriz productiva que de soporte: elemento minimizado (si no ausente) en el discurso técnico neoliberal chileno. La combinación de ambos factores facilita la mejora de capacidades para organizarse en emprendimientos innovadores con el fin de satisfacer la matriz productiva –que normalmente está dominada por grandes conglomerados-, generando así un proceso de transformación de ésta. Agrega además que la evidencia internacional sindica a la actividad manufacturera como el sector económico que realmente potencia el aprendizaje de los habitantes de un país. Sólo de este modo se producen cambios en la economía, no añadiendo mayor capital humano en función de la matriz productiva ya existente, sobre todo si ésta es de carácter extractivo y enfocado a las materias primas como lo es en Chile.
Complementando lo anterior, el cientista político estadounidense Ben Ross Schneider asocia la baja productividad de los países latinoamericanos –incluyendo a Chile-, a la existencia de grandes conglomerados familiares que monopolizan la economía, en el contexto de lo que denomina “Capitalismo Jerárquico”. Si bien no considera negativa la existencia de grandes conglomerados –es más, tienen una gran y positiva incidencia en la labor de expandir las operaciones productivas-, sí considera dañino el mudus operandi de los grupos latinoamericanos, más propensos a la manipulación del mercado (generalmente mediante prácticas corruptas) y al monopolio, que a la inversión en nuevas tecnologías y la innovación para mejorar su productividad. Esta dinámica provoca que las grandes empresas prefieran dedicarse a la explotación de materias primas (normalmente bajo “reglas del juego” convenientemente “acordadas” con el poder político), en lugar de investigar y desarrollar bienes de mayor valor agregado. Su consecuencia inmediata es la proliferación de puestos laborales de baja cualificación, mal remunerados y con largas e improductivas jornadas para paliar la “improductividad”, como si de un sarcasmo se tratara. Todo en contraste con los reducidos puestos laborales de mayor cualificación, especializados y de mejor paga, cuyos accesos no tienden a caracterizarse por la meritocracia precisamente.
Este fenómeno explicaría la crisis que viven los profesionales recién egresados en nuestro país –incluyendo aquellos que cuentan con postgrados-, dado que existe un “excesivo” número de ellos en un mercado caracterizado por la poca cantidad de plazas laborales que requieren alta cualificación. En otras palabras, el exceso de individuos altamente calificados en una matriz productiva de corte primario, sólo producirá altos niveles de desempleo y precariedad laboral entre éstos, no un mejor desempeño global de la economía.
Si nuestro objetivo es dar forma a una conexión entre la gigantesca inversión en educación ya hecha y el desarrollo real del país, entonces es imperativo cambiar las reglas del juego que dan forma al capitalismo jerárquico chileno. Son nuestros técnicos y profesionales -sobre todo los recién egresados y provenientes de los sectores más vulnerables-, quienes se están convirtiendo en los grandes perdedores de la expansión de la matrícula de educación superior y su desconexión con el sistema económico chileno, haciendo inevitable que vean sus legítimas aspiraciones frustrarse ante la cruda realidad de un país que no los necesita.
La educación no es peligrosa. De hecho, los educadores respetables hacen su misión crear un ambiente cómodo y seguro para que los estudiantes aprendan adentro. A pesar de esta meta, un método educativo popular ha emergido y tiene un nombre modesto: #Gamification . ¡Quién no ama juegos! Este método llegó a mantenerse al día con los medios de comunicación y la tecnología en sus muchas formas en la era digital. El uso de la gamificación en la educación promueve cambios de comportamiento positivos y negativos a través de juegos.
Acondicionamiento
En un artículo de investigación de Huang y Soman de la Universidad de Toronto titulado «Guía para practicar la gamificación de la educación», dicen: «En la generación digital actual, la gamificación se ha convertido en una táctica popular para estimular comportamientos específicos e incrementar la motivación y el compromiso». Se convierten en un método generalizado para hacer que el aprendizaje sea divertido para atrapar y mantener un control sobre nuestra atención microscópica.
Debido a que se nos ha enseñado a utilizar la gamificación como un método para la resolución de problemas , nos dirigimos a ella como una forma fácil de salir de los problemas sociales físicos en persona .
Usando los juegos, podemos separar nuestros seres digitales de nuestros seres tangibles usando la tecnología como un método de división. Esto nos permite desconectarnos de los límites físicos que nos diferencian, dejándonos practicar virtualmente nuestras vidas de la manera que queremos que sean en lugar de cómo son. Huang y Soman dicen: «En la vida real, los individuos no sienten que son tan buenos como lo son en los juegos. Cuando se enfrentan a obstáculos, la gente puede sentirse deprimida, abrumada, frustrada o cínica; Sentimientos que no están presentes en el entorno de juego «. De esta manera, el mundo del juego puede darnos una manera de aliviarnos de las limitaciones de las interacciones personales.
El efecto
Huang y Soman dicen que este es el punto de la gamificación: «La aplicación de la gamificación a cualquier programa de educación es para impulsar algún tipo de cambio de comportamiento en el estudiante». Este cambio de comportamiento puede ser positivo en algunos aspectos, ya que crea un tipo de «normal «Estándar para los seres humanos para socializar . Sin embargo, debido a su capacidad de separar al jugador de las consecuencias a través de la naturaleza tonta y aparentemente ligera de los juegos, la gamificación proporciona resultados sociales negativos desde el punto de vista de los medios de comunicación .
Eso es porque si el jugador está separado de las consecuencias, sienten que pueden hacer cualquier cosa que sus deseos de corazón, y que puede resultar peligroso si no tienen buenas intenciones. El resultado obvio y horrible viene en forma de acoso cibernético . El mayor temor es que un mundo sin consecuencias permitirá crímenes en todo el espectro de la inmoralidad. La cultura creada por la gamificación aboga por un futuro que sea juguetón y sin consecuencias, con resultados que no sólo son involuntarios, sino también serios. Esto plantea la pregunta: ¿por qué se enseña este método a los niños?
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