Los datos del Banco Mundial apuntan que esos cinco están en el mismo continente: África
De los 736 millones de personas que vivían en pobreza extrema en 2015, 368 millones —casi la mitad— están concentrados en cinco países. Todos en África y todos con una larga historia de conflictos civiles.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, la media decena está integrada, en orden descendente, por India, Nigeria, la República Democrática del Congo, Etiopía y Bangladesh. Además de estar en el mismo continente, estas naciones comparten la característica de ser las naciones más pobladas en las regiones del sur de Asia y la África subsahariana.
Ambas regiones, a su vez, concentran el 85%, unos 629 millones, de las personas en situación de pobreza.
El Banco Mundial aseguró que trabajar intensamente en esos cinco países será«crucial» para continuar con la meta de reducir la pobreza entrema en, al menos, 3% para el 2030.
Sin embargo, no debemos perder de vista a otros numerosos países con altas tasas de pobreza», recomendó el Banco Mundial, que pronostica que la extrema pobreza en India y Bangladesh se reducirá drásticamente en 2030, pero crecerá en países como Nigeria, la República Democrática del Congo y Etiopía.
El falso discurso que presenta a los migrantes como causantes de todos los males desvía la atención de las razones reales del deterioro de la calidad de la educación, la atención sanitaria, el transporte o el saneamiento
Su nombre es George. Cada mañana, este empleado de la Agencia del Agua del Norte del Líbano se despierta con la obsesión de proporcionar agua potable a todas las familias de la aldea de Wadi Khaled. Un reto gigantesco, porque la población de la aldea se ha duplicado desde 2011 con la llegada de decenas de miles de sirios que huyen de los bombardeos. Incluso antes de la guerra, pocos hogares tenían acceso a agua corriente. Desde entonces, el número de refugiados ha superado al de los ciudadanos libaneses, lo que ha exacerbado las tensiones en esta región desfavorecida.
Se llama Moradeke, pero todos la llaman Abi. De niña, ya soñaba con ser enfermera, para salvar vidas. Desde 2009, esta vocación tiene más sentido que nunca, en una Nigeria donde millones de personas se ven obligadas a exiliarse, aterrorizadas por la secta islamista Boko Haram. Se encuentran en campamentos improvisados, asolados por la desnutrición y el cólera. Las enfermeras trabajan día y noche en este contexto de crisis humanitaria, a menudo arriesgando sus vidas: Boko Haram ha secuestrado y asesinado a docenas de ellas.
Su nombre es Luciana, es directora de una escuela en Talismán, en la frontera entre México y Guatemala. Con un pequeño equipo, la funcionaria decidió ayudar a algunos de los miles de niños que llegaron, a veces solos, desde Guatemala, Honduras o El Salvador, huyendo la miseria y la violencia de las pandillas. Ella les permite mezclarse con los niños de Chiapas, construyendo una vida todavía pobre, pero más normal.
George, Moradeke, Luciana… Como ellos, una legión de héroes desconocidos se enfrenta cada día a la realidad de los que tienen que huir sus países. No se piensa mucho en ello, pero son los empleados del servicio público los que están en primera línea en la hora de atender a los inmigrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados. Son responsables de la distribución de agua y alimentos, el saneamiento, la atención de la salud, la vivienda, la educación y la asistencia social. También ellos que responden a las emergencias, los desastres y la reconstrucción.
Alrededor de 258 millones de personas (una de cada 30) vivían fuera de su país de nacimiento en 2017
Los desplazamientos forzados de población son ahora un fenómeno mundial que ya no puede tratarse como una crisis puntual. La inestabilidad política, la violencia, la pobreza y el cambio climático son responsables de los mayores movimientos migratorios jamás registrados. Alrededor de 258 millones de personas (una de cada 30) vivían fuera de su país de nacimiento en 2017. Muchos otros han perdido la vida en viajes cada vez más peligrosos. Este fue el caso de 30.000 en los últimos cinco años, según el proyecto Migrantes desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones.
El cambio climático está haciendo que las perspectivas sean aún más sombrías. Según un informe reciente del Banco Mundial, es probable que más de 140 millones de personas de tres regiones del mundo en desarrollo emigren dentro de sus países de origen para el año 2050, sumándose a los ya de por sí abarrotados barrios pobres.
Es un regalo del cielo para los dirigentes políticos de extrema derecha, que presentan al extranjero como la fuente de todos los males. Estos candidatos nacionalistas y populistas, cuyas campañas se basan en la propaganda racista y xenófoba, llegan cada vez más al poder en los países desarrollados y en vías de desarrollo. No es casualidad que más de una docena de países ya hayan rechazado el Pacto mundial por una migración segura, ordenada y regular, más conocido como el Pacto de Marrakech, que debe ser validado por los jefes de Estado y de Gobierno en Marruecos los días 10 y 11 de diciembre.
La hostilidad de los ciudadanos ordinarios hacia los migrantes se alimenta de la sensación de tener que compartir recursos cada vez más escasos con ellos. Les dicen que los recién llegados no solo son criminales en potencia, sino que también toman los mejores puestos de trabajo. Y agregan que debido a ellos, los alquileres están subiendo, el nivel de la educación pública baja, y la fila en el hospital se está haciendo más larga. En las zonas más pobres, se les considera responsables del racionamiento, especialmente del agua. Pregúntenle a George en el Líbano, tiene mucho que decir al respecto.
Este discurso xenófobo desvía la atención de las razones reales del deterioro de la calidad de la educación, la atención sanitaria, el transporte o el saneamiento. En realidad, este declive se debe principalmente a las políticas de austeridad, ya que la mayoría de los gobiernos atacan sus propios servicios públicos, reduciendo sus presupuestos o privatizándolos. Los migrantes no son responsables de esta situación.
Comprender la importancia de los servicios públicos y darles presupuestos adecuados es la única manera de evitar que empresas codiciosas se beneficien de la miseria
También hay que mencionar las empresas privadas que aprovechan lo que se presenta como una crisis migratoria. En Estados Unidos, la política de inmigración Cero toleranciade Donald Trump significa mucho dinero para el sector privado, desde las prisiones y las compañías tecnológicas hasta las empresas de defensa y transporte. En toda la Unión Europea, los gobiernos contratan a empresas privadas para gestionar la detención, el seguimiento y el trato diario de los refugiados y migrantes. Y no hay ningún incentivo financiero para que proporcionen servicios decentes en los refugios – atención de la salud, alimentación, educación o incluso acceso a agua caliente.
En la Internacional de Servicios Públicos, una federación sindical internacional, estamos convencidos de que, en una sociedad democrática, el acceso al trabajo, a la educación, a la salud, a una jubilación digna, a una infraestructura de calidad, a la movilidad de las personas, a la igualdad entre mujeres y hombres, a la cultura, todo ello respetando el medioambiente, no son solo servicios, sino derechos.
Como George, Moradeke, Luciana y muchos otros muestran cada día, los empleados de los servicios públicos y sus sindicatos tienen un papel crucial que desempeñar en la gestión de los movimientos migratorios en todo el mundo. A través de su trabajo, luchan contra la desigualdad y contribuyen a la construcción de sociedades inclusivas.
Comprender la importancia de los servicios públicos y darles presupuestos adecuados es la única manera de evitar que empresas codiciosas se beneficien de la miseria en todas sus formas. También es la mejor respuesta para los que propagan el miedo, la mentira y el odio. Los servicios públicos son la base de la solidaridad. Los servicios públicos son derechos humanos.
El Gobierno nigeriano reubica en escuelas de todo el país a 2.300 jóvenes afectados por la violencia terrorista
No fue de repente, sino poquito a poco, pero a Mohamed Abdulai se le fueron llenando los ojos de muertos y de miedos. Con solo 11 años se pasó dos días escondido en el bosque cuando aquellos locos de Dios de entraron en Gulani, su pueblo, raptando niñas y matando a destajo. La familia se mudó a Damaturu, pero poco después se presentaron en su nuevo colegio y degollaron al director. Porque sí, porque la educación occidental es pecado, dijeron ellos. Ahora, por fin y gracias al Gobierno nigeriano, Abdulai estudia en lugar seguro y sueña con ser abogado, no tanto por quitarse los muertos de la cabeza, sino por tratar de hacerles justicia.
El proyecto al que se acoge Abdulai, que ahora tiene 15 años, se llama Safe School Initiative (SSI) y nació poco después del secuestro, en abril de 2014, de 276 niñas de un centro educativo en Chibok, en el noreste de Nigeria, por parte del grupo terrorista Boko Haram. Los radicales se han fijado como objetivo la educación y han destrozado o provocado daños a unas 1.400 escuelas en los estados de Borno, Yobe y Adamawa. Según Unicef, hay un millón de niños con problemas para continuar con sus estudios. Ante este problema, el Gobierno nigeriano promovió un plan para rehabilitar colegios, apoyar la educación de los desplazados y transferir a los jóvenes a escuelas seguras por todo el país, con una inversión de 10 millones de euros de los que la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ) —que colaboró con la logística de este reportaje— aporta 2,5.
En el instituto público de Kwali, en Abuja, la capital de Nigeria, estudian 33 de los 2.300 chicos y chicas acogidos al programa SSI. Binta Abdul Kadir, la directora del centro, no tiene ninguna duda al respecto: “Ahora estos pueden ejercer su derecho de tener una educación que les permita acceder a una vida mejor”. Eso sí, la integración no es siempre fácil. En primer lugar, los jóvenes llegan con un historial de violencia y huida a sus espaldas que no siempre es sencillo de superar. Luego está el problema del idioma: la mayoría de los desplazados hablan hausa y apenas inglés. Además, su nivel educativo está muy por debajo de los chicos de su edad y deben hacer un esfuerzo por ponerse a la altura.
Boko Haram se ha fijado como objetivo la educación y ha destrozado o provocado daños a unas 1.400 escuelas en los estados de Borno, Yobe y Adamawa
“Tienen muchas ganas de aprender y gradualmente los vemos cómo se van aceptando unos a otros y juegan juntos, se hacen amigos y a partir de ahí todo es más fácil”, remata Abdul Kadir. Al frente de ese proceso, con la intención de engrasar las bisagras de la integración, se encuentra Hadjara Yakubu, que se ha convertido en una madre para todos ellos. “Son muy buenos, pero traen historias terribles”, explica. Como el pequeño Abderramán Aba, de 16 años, que vio morir a varios de sus familiares a manos de los terroristas. “Le preguntaron a mi padre si quería que yo viniera aquí y aceptó. Quiero estudiar Contabilidad en la Universidad de Kaduna”, explica.
El 70% de los estudiantes acogidos al programa SSI son chicas. Como Rosemary Ismaya, natural de Chibok, de 18 años. “Mis padres también se han trasladado a Abuja para que todos podamos estar cerca”, asegura. El Estado se hace cargo de todos los gastos de desplazamiento, manutención, matrícula y material escolar. Casi todos los adolescentes proceden de familias humildes y muchos de ellos se hubieran visto forzados a abandonar los estudios incluso sin la violencia de Boko Haram por medio, así que lo consideran una gran oportunidad. A Sudibu Baba Kano, de 18 años, le gustaría ser soldado. “Boko Haram atacó mi pueblo y toda mi familia tuvo que huir a Michika, allí no pude continuar con los estudios así que me ha tocado ponerme al día en esta escuela”, apunta.
Los jóvenes están en régimen de internado. No salen del centro educativo entre semana y allí tienen a su disposición un comedor, salas de juego, una televisión y un teléfono para llamar a sus padres. “Jugamos mucho al fútbol”, dice Aba. Los fines de semana, con un permiso especial y si viene a recogerles algún familiar, pueden salir y darse un paseo pero no es lo habitual. Hoy hay clase de Inglés y Rosemary está especialmente atenta porque ella quiere ser profesora. “Tengo cinco hermanas y un hermano y me gustaría ayudarles a ellos en cuanto pueda ganar algo de dinero. La vida en el pueblo es muy dura”, dice con una media sonrisa.
Tienen muchas ganas de aprender y gradualmente los vemos cómo se van aceptando unos a otros y juegan juntos, se hacen amigos y a partir de ahí todo es más fácil
El sol aprieta sin piedad, pero los jóvenes no se quitan la chaqueta verde del uniforme y los calcetines. “Debemos ir bien vestidos a la escuela, no de cualquier manera, esta es una de las primeras cosas que aprendemos aquí”, dice Kayki Mallum, también de Chibok que sueña con encontrar trabajo en Abuja y quedarse en la capital cuando acabe sus estudios. “Hay de todo, grandes autopistas y edificios, centros comerciales, lugares donde ir a pasear sin miedo. Al principio se hace cuesta arriba, pero luego te das cuenta de que somos unas privilegiadas”, comenta.
La insurgencia de Boko Haram se ha reactivado en los últimos meses y ha provocado una nueva ola de desplazados internos y refugiados hacia los países vecinos. Los dos brazos armados de la organización se han atrincherado en la zona fronteriza con Camerún y en los alrededores del Lago Chad y siguen contando con capacidad operativa para golpear a la población. Más de 20.000 muertos y unos tres millones de personas huidas de sus hogares en la última década no son cualquier cosa. Sin embargo, no parece que vayan a poder doblegar el empeño y las ganas de salir delante de los jóvenes de Borno, Yobe y Adamawa que ya han dibujado un sendero por el que quieren transitar y que pasa, inevitablemente, por ir a la escuela.
La ONG Harambee ha publicado un nuevo informe sobre la enseñanza superior en África subsahariana.
Para realizarlo ha estudiado las características de la educación superior en países como Nigeria, República Democrática del Congo, Costa de Marfil y Sudáfrica.
ROSELLA MIRANDA
Harambee Italia “Hay desigualdad de género, faltan infraestructuras, los profesores están malpagados o no pueden actualizar los planes de estudio. Hay tanto que hacer, pero lo que se registra en este estudio es que hay una gran fuerza de trabajo, más instruida y capaz de hacer el bien a la sociedad”.
Harambee promueve un proyecto cultural de comunicación y sensibilización sobre África. Por eso también ayuda a proyectos que los propios africanos realizan en sus países.
RAQUEL RODRIGUEZ
Harambee España “Harambee lucha por la escolarización sobre todo de las niñas, y de los niños también, hay muchos proyectos de salud materno infantil, para que ninguna mujer tenga que morir por estar embarazada dando a luz”. “En Costa de Marfil se ha ayudado a sacar de los problemas de malnutrición severa a más de 500 niños. Cada tratamiento contra la malnutrición severa cuesta menos de cien euros. Ochenta y tantos euros es salvar la vida de un niño”.
Desde 2002 Harambee ha ayudado a más de 80 proyectos educativos y de desarrollo. El año que viene apoyará otros 10 proyectos nuevos. Cada año, Harambee España otorga el premio “Africana del año” a la mujer que haya dirigido o puesto en marcha un proyecto de desarrollo importante.
RAQUEL RODRIGUEZ
Harambee España “Lo que más me impresiona es lo que son capaces de hacer los africanos con los pocos medios que les damos, es decir que hacen multiplicar todo por mil”.
La buena noticia es que hay países como Nigeria o Sudáfrica donde el desarrollo educativo y económico está mejorando y Harambee trabaja para que esas mejoras se consoliden.
Según la UNESCO el número de estudiantes matriculados en enseñanza superior en África se ha duplicado en los últimos 15 años y ha pasado de 6 millones a 12 millones. Sin embargo, el acceso a la educación superior, en particular para las mujeres, sigue siendo la media regional más baja del mundo.
Autoridades deportivas de Nigeria anunciaron hoy aquí los nuevos programas para promover la enseñanza del karate en las escuelas.
El presidente de la Federación de Karate de este país, Silas Agara, explicó a la prensa que en estos momentos se trabaja en un proyecto para introducir en las instituciones secundarias y terciarias nuevos planes de estudio para el aprendizaje de ese milenario arte marcial.
La medida, explicó el funcionario, está encaminada a desarrollar ese deporte en el currículo académico de educación de Nigeria para despertar el interés de los jóvenes y adolescentes.
Puntualizó que en la misma medida en que se introduzca esa actividad en las escuelas, los estudiantes se interesarán mucho más y comenzarán a practicarla, lo cual permitirá en un futuro que puedan representar a África en competiciones internacionales.
Agara aseguró que la federación de karate se está preparando para ocupar un lugar destacado en el próximo Festival Nacional de Deportes y en otras fiestas deportivas internacionales, como los juegos de África y las olimpíadas.
Fuente de la noticia: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=230515&SEO=nigeria-promovera-ensenanza-del-karate-en-las-escuelas
Hamsatu Allamin fue el alma de la campaña “BringBackOurGirls” por el secuestro de las niñas de Chibok. Esta educadora media por la paz entre los terroristas y el Estado nigeriano
Solo unas pocas lograron huir de aquellos hombres que habían irrumpido en el dormitorio de su escuela diciendo ser policías, una ficción que se hizo añicos cuando prorrumpieron en alabanzas al Todopoderoso: “Allahu al Akbar” (Dios es el más grande). Aquellos gritos sonaban a sentencia y algunas de las niñas, quizá las más decididas, supieron que la única salida era escapar. En un descuido de sus captores, se escondieron tras unos arbustos. Luego, corrieron; corrieron en la noche sin luz eléctrica de las planicies de África. Otras saltaron en marcha de los camiones donde aquellos hombres las habían obligado a subir, o se engancharon a las ramas de los árboles bajo los que pasaban los vehículos, explicaron luego a la organización Human Rights Watch.
Era el 14 de abril de 2014 y 276 adolescentes, estudiantes de la escuela estatal de Chibok, en el nordeste de Nigeria, se habían convertido en botín de la organización terrorista Boko Haram (“la educación occidental es pecado” en lengua haussa), que se opone a la escolarización de las niñas. No eran las primeras ni serían las últimas y, como ha sucedido otras veces, su secuestro sólo hubiese sido un drama para sus seres queridos si al día siguiente el teléfono de la profesora Hamsatu Allamin no hubiera sonado en Maiduguri, la capital del estado de Borno, uno de los feudos de Boko Haram. Al otro lado de la línea, un habitante de Chibok le relató cómo más de 200 jóvenes – cristianas y musulmanas- habían sido raptadas de una escuela; cómo pese a que parece fácil seguir el rastro a un convoy de camiones atestados de adolescentes en una tierra semidesértica, nadie les estaba dando caza.
Los padres de las adolescentes eran pobres, pobres de solemnidad, como el 70% de nigerianos –unos 112 millones de personas- que subsiste bajo el umbral de la pobreza en la primera potencia petrolífera de África, un maná que sólo ha beneficiado a las multinacionales y a esas élites políticas y económicas que ahora se mostraban indiferentes a la suerte de las alumnas de Chibok. Tras el secuestro, el gobierno nigeriano transitó de las promesas vanas de rescatar a las niñas a la negación del rapto, quizá porque las autoridades sabían que se iba a producir el ataque y no habían hecho nada para evitarlo, ni siquiera enviar a unos cuantos soldados armados al colegio, como declararon después a Amnistía Internacional altos funcionarios nigerianos. Las niñas estaban solas.
Secuestrada por Boko Haram: «Mi miedo era inimaginable»
Loveth consiguió escapar del grupo yihadista, que la hizo prisionera junto a su familia en el norte de Nigeria. Ahora trata de recuperar su vida y tener un futuro, ayudada por la ONG Plan Internacional
Hamsatu Allamin fue quien se interpuso entre ellas y el olvido. Al comprobar que cuatro días después su gobierno no había movido un dedo, esta educadora convocó una conferencia de prensa para la que reunió a 18 activistas locales -todas mujeres- e invitó a periodistas nigerianos y de medios internacionales. Con la ayuda de una de las ONG con las que colabora, la británica “Programa para la Reconciliación y la Estabilidad de Nigeria”, de aquella rueda de prensa salió una campaña internacional y un lema: el #BringBackOurGirls (Devolvednos a nuestras niñas).
Ese grito se convirtió en trending topic mundial cuando personalidades como Michelle Obama, la activista Malala Yousafzai, la actriz Angelina Jolie o la modelo Cara Delevigne se fotografiaron con la frase escrita en una hoja de papel. Dos semanas después, 3,2 millones de usuarios habían utilizado el hashtag (etiqueta) en la red social Twitter. La llamada de auxilio de unas familias desheredadas de Nigeria resonó en todo el planeta gracias a una profesora a la que medios de comunicación y organizaciones humanitarias pronto bautizaron como “la mujer que se atreve a hablar con Boko Haram”.
El apodo surgió porque, pese a haber denunciado públicamente las atrocidades del grupo terrorista, esta educadora sigue viva para contarlo y además ha negociado en diversas ocasiones con integrantes de la organización para lograr un acuerdo de paz, algo que requiere mucho arrojo teniendo en cuenta que a Boko Haram se le atribuyen alrededor de 20.000 víctimas mortales. Eso sin contar con que al menos 2 millones de personas han tenido que abandonar sus casas convirtiéndose en desplazadas o refugiadas para ponerse a salvo de la guerra entre los fundamentalistas y el Estado, sobre todo en Nigeria, pero también en otros países ribereños del lago Chad, como Níger, Camerún y Chad.
¿Una de ellos o una poderosa “bruja”?
¿Por qué una organización tan brutal como Boko Haram no ha matado a esta profesora que no sólo defiende todo lo contrario de sus postulados sino que además denuncia sus crímenes? Un nigeriano citado por el portal de noticias Ozy resume una sospecha que algunos de sus conciudadanos puede que tengan: “Si esta mujer no fuese una de ellos, ya habrían acabado con su vida…Si no, debe de ser una bruja poderosa que usa un polvo que los deja impotentes ante ella”.
Allamin efectivamente reconoce “ser una de ellos”, pero en otro sentido. Nacida hace 60 años en Maiduguri, pertenece a una familia de estudiosos del Corán que practica una versión tolerante del islam. Su padre era miembro de la tribu kanuri, la etnia más representada en la organización terrorista, mientras que su madre era haussa, otro grupo étnico considerado un vivero de reclutamiento para Boko Haram.
En 2002, cuando un erudito islámico formado en Arabia Saudí, Ustaz Muhammad Yusuf, funda lo que nació como una secta islámica que cometía ataques esporádicos contra las fuerzas de seguridad, Hamsatu Allamin era ya una profesora divorciada y casada en segundas nupcias, que se desplazaba conduciendo su propio coche y que podía presumir de una larga experiencia como mediadora comunitaria y activista en favor de la educación, el diálogo ecuménico, los derechos de las mujeres y en contra del matrimonio precoz. Allamin no sólo abogaba por educar a esas niñas que según Boko Haram deben limitarse a ser esposas y madres, sino que para colmo –a ojos del grupo criminal- fue funcionaria de su principal enemigo, el Estado, hasta 2016. Ese año se jubiló después de tres décadas trabajando como profesora, tras licenciarse y obtener un máster en la universidad de Maiduguri.
Alianzas, cismas y mucha violencia: la historia secreta del yihadismo en África
En 2017, los atentados yihadistas dejaron más de 10.000 muertos en el continente, donde estos incidentes han crecido más de un 300% en siete años. La amenaza se expande, pero no como crees
En 2009, tras un enfrentamiento de miembros de la secta con la policía en Maiduguri, el aparato militar y de seguridad nigeriano desencadenó una oleada de represión que terminó con el asesinato del fundador de Boko Haram durante un interrogatorio y de entre 700 y 1000 militantes o supuestos simpatizantes de la organización, muchas veces en plena calle.
Esta campaña de represión precipitó la deriva terrorista de un grupoque ya había reclutado a muchos jóvenes gracias a su discurso denostando la rampante corrupción y desigualdad en el país africano, argumentos que germinaron en el norte musulmán de Nigeria, no por casualidad la región más pobre y que registra unos peores índices de acceso a la sanidad, educación y de mortalidad materna e infantil de todo el país. En este contexto, la profesora Allamin fue testigo de cómo amigos de alguno de sus ocho hijos y adolescentes que eran sus vecinos se unían a la organización insurgente, algunos tras ejecutar un acto de enorme carga simbólica: quemar unos diplomas universitarios que de todas formas no les servían para nada.
Estos chicos que Allamin había visto crecer se echaron así en los brazos de una organización que, tras el asesinato de su líder, empezó a atacar también a civiles. En 2011, Boko Haram cometía ya sin freno masacres indiscriminadas utilizando a niñas como suicidas, poniendo bombas en mercados y arrasando pueblos enteros. El Ejército nigeriano no le iba a la zaga e incluso bombardeó su propio territorio desde el aire so pretexto de impedir una fuga masiva de yihadistas de la cárcel clandestina de Giwa.
Las mujeres como puerta de entrada
En un devastador informe, Amnistía denunció cómo, entre 2011 y 2015, al menos 7.000 hombres y niños -hasta de nueve años- fueron masacrados en prisiones clandestinas -ejecutados sin juicio o de hambre y sed y con señales de torturas atroces- tras ser detenidos simplemente por vivir en los estados feudo de Boko Haram. En medio de una guerra con dos contendientes que rivalizaban a la hora de cometer posibles crímenes de guerra, Hamsatu Allamin optó por denunciar los abusos de ambos para poder negociar la paz: “En la guerra contra la insurgencia, yo no tomo partido”, resume.
¿Cómo llegar hasta los terroristas sin ser asesinada? La respuesta a esta pregunta se la dieron a la educadora las mujeres. Cuando Allamin empezó su trabajo de mediación, optó por desplazarse a las comunidades donde Boko Haram estaba reclutando a más jóvenes, unos viajes que describe como “muy peligrosos”, pero cuyos riesgos minimizaba dirigiéndose en primer lugar al colectivo más proclive a la paz: las mujeres. “Al principio me amenazaban pero poco a poco empecé a comunicar con ellas. Al mismo tiempo, contacté con el gobierno, especialmente con las fuerzas de seguridad, que no saben quién es Boko Haram. Para ellos, cualquier joven de la zona pertenece a la organización”.
Su imparcialidad y el valor que demostraba al penetrar en la guarida de la organización, le valieron el respeto de unos terroristas que no sólo ya no amenazan su integridad física sino que incluso hablan con ella pese a saber, por ejemplo, que Allamin está detrás de iniciativas como la que ha bautizado “Boko Halal”. Boko Halal quiere decir “la educación está permitida” –halal es el antónimo de “haram”- un proyecto que financia gracias a donaciones privadas y de organizaciones internacionales y que consiste en ofrecer formación en oficios a un centenar de antiguos niños soldados del grupo terrorista.
“Si una parte de tu cuerpo coge una infección, ¿te la amputas y la tiras o intentas curarla? Ésta es la forma en la que yo veo lo que está sucediendo a los jóvenes en mi sociedad. A estos jóvenes hay que reinsertarlos en la sociedad a través del diálogo intracomunitario”, explicó en una entrevista. Allamin ha creado también una asociación, bautizada como “Movimiento Knifar”, compuesta por 1.600 mujeres y niñas cuyos maridos y padres han sido encarcelados de forma arbitraria. Este movimiento pretende forzar la liberación de los inocentes que siguen en prisión pero también que se procese a los miembros del Ejército que han violado a mujeres y niñas en el norte de Nigeria amparados en la guerra contra Boko Haram.
En 2015, la educadora estuvo a punto de lograr su objetivo al reunirse con 12 combatientes de Boko Haram en la ciudad de Lagos con el fin de organizar unas negociaciones de paz con el gobierno. La reunión fracasó debido a la “falta de interés” de las autoridades, explicó después la profesora. Previamente, había logrado convencer a la organización terrorista de suspender un atentado en la localidad de Damaturu, tras ser informada de sus planes por Ba’a Kaka, un comandante del grupo terrorista. Invocando su fe musulmana y su pertenencia a la etnia Kanuri, Allamin logró que desistieran.
Mallam Musa Mohamed, uno de sus colaboradores, describe a esta mujer como “un icono de paz”. La profesora, mientras tanto, se niega a publicar un libro con sus vivencias pese a que desde hace años recoge el catálogo del horror en el norte de Nigeria en unos “Diarios de Maiduguri”, que quizás verán la luz tras su muerte. En ellos, da cuenta de asesinatos, masacres, violaciones y otras atrocidades que, como en el caso del secuestro de Chibok, quizás de otro modo estaban destinados a quedar en el olvido.
África/Nigeria/22 Noviembre 2018/Fuente: Prensa Latina
Nigeria se ubica a la cabeza de los países de África con la más alta tasa de matrimonios infantiles, reveló hoy Bhanu Pathak, Jefe de la Oficina de Campo de la Unicef en esta nación.
Al menos el 44 por ciento de las nigerianas se casan antes de cumplir 18 años y el 18,5 antes de los 15, actualmente hay cerca de 23 millones de féminas que contrajeron matrimonio en la infancia, dijo el funcionario en declaraciones públicas.
Esta es la causa de la deserción escolar, el embarazo en la adolescencia, que además provoca la alta mortalidad materna y la desnutrición, entre otros problemas, recalcó.
Debemos luchar para que se protejan los derechos de los infantes a vivir vidas sanas, seguras y felices, es hora de que los niños vuelvan a estar en la agenda de los gobiernos, hay que invertir en educación, asegurarnos de que reciben la alimentación adecuada para evitar que mueran por desnutrición o enfermedad, puntualizó.
A propósito de las jornadas de celebraciones por el Día Internacional de la Infancia, Pathak, instó a los gobiernos a acelerar la implementación de la Ley de Derechos del Niño, la cual aseguró es una inversión en el futuro.
Explicó que durante los próximos cuatro años, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) pretende incrementar la matrícula de los infantes en las escuelas de Nigeria, fortalecer la igualdad de género, mejorar la calidad del aprendizaje, aumentar la inmunización y apoyar a las mujeres a tomar decisiones empoderadas, incluido el embarazo.
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!