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Chile: Proyecto de ley propone eliminar notas de primero a cuarto básico

América del Sur/Chile/07.08.18/Fuente: www.eldinamo.cl.

El Liceo Manuel de Salas lleva implementando esta modalidad hace un año

El senador Jaime Quintana (PPD) propuso un proyecto de ley que busca eliminar la evaluación con notas desde primero a cuarto básico, y que todos los establecimientos educacionales adopten esta modalidad.

“La experiencia comparada muestra que para llevar calidad al aula es necesario evaluar cualitativamente. Las notas agobian a estudiantes y padres. El mecanismo de calificación y promoción que tiene Chile no contribuye en nada en la calidad educativa”, señaló a La Tercera.

Quintana se basó en la experiencia del Liceo Manuel de Salas de Santiago. Hace un año dicho colegio dejó de evaluar a los niños de primero básico a través de un sistema cuantitativo, es decir, sin notas.

“Esta metodología permite descomprimir la presión que tienen los niños con las notas, que implican competitividad, estigmatización y demasiado interés por obtener un número más que por aprender”, explicó la jefa de UTP, María Correa.

Durante este 2018 la medida se expandió a segundo básico y la idea es que sea así hasta sexto. “A esa edad los niños han adquirido madurez, capacidad para preguntar, habilidad para buscar información con sus profesores respecto de lo que les falta para aprender y están preparados para que el uso de las notas no se transforme en un elemento de estrés”, aseguró Correa.

Países como Finlandia y Dinamarca, conocidos por su desarrollado nivel educacional, han ocupado este sistema de evaluación hace años. A juicio del senador, “si al gobierno le interesa de verdad el aula, este proyecto es una oportunidad para iniciar un debate y cambiar un modelo de evaluación retrógrado”.

Por su parte, desde el Ministerio de Educación señalaron que los colegios pueden implementar este tipo de iniciativas, “ya que tienen la libertad para decidir cómo reportar las evaluaciones hacia su comunidad educativa. Lo único obligatorio al respecto es entregar al Mineduc una calificación final en la escala de notas del 1,0 al 7,0”.

Fuente de la noticia: https://www.eldinamo.cl/educacion/2018/08/07/proyecto-de-ley-propone-eliminar-notas-de-primero-a-cuarto-basico/

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Columna de Educación: Conicyt y la desigualdad de género, ¿cómo estamos construyendo conocimiento en las universidades?

Por Ana Luisa Muñoz García y Juan Pablo Queupil

En los medios de comunicación ya se instaló la idea de la desigualdad entre géneros como una realidad. Todo esto impulsado por las demandas de la calle que han sido lideradas por las y los estudiantes y grupos feministas articulados fuera y dentro de las universidades. Una realidad que hace eco en todos los espacios del país, y el mundo académico no está exento ni de las denuncias de desigualdad y cuestionamientos a la institucionalización del patriarcado, ni de las demandas por interrumpir la violencia machista en todas sus formas. Un hecho que CONICYT no ha reparado y se ha hecho cargo sólo a medias. Consideramos relevante discutir el rol de CONICYT en la desigualdad de género en la carrera académica, dado que es la encargada de brindar apoyo financiero para la investigación avanzada y de frontera en el país.

¿Quiénes están detrás de generar conocimiento en el país? ¿Cómo se genera este conocimiento? ¿De qué manera el financiamiento de la investigación se vincula a las demandas de una universidad sin violencia de género? La investigación ha sido históricamente un espacio masculinizado y dominado por hombres. Eso es un hecho. Sin embargo, desde las últimas décadas la presencia de académicas en las universidades, donde se realiza más del 90% de la investigación, ha llegado a tensionar la naturalizada marginalización de las mujeres en la construcción de conocimiento. Eso visibilizaba, en parte, la carta enviada por más de 130 investigadoras y estudiantes en enero de este año a un medio de prensa. El objetivo de esa carta era denunciar el bajo monto de financiamiento entregadas a mujeres investigadoras, la necesidad de un pronunciamiento de parte de CONICYT sobre financiar académicos acusados de violencia de género y la necesidad de la creación de un grupo de estudios de género. La carta fue respondida en apenas un par de líneas, planteando la creación de una unidad de género en CONICYT y aludiendo al Gender Summit desarrollado en diciembre del 2017 para subrayar los avances desarrollados por CONICYT. En esta carta se omitieron cifras sobre el financiamiento para las mujeres en la investigación, así como la forma en que CONICYT podria contribuir a la erradicación de la violencia de género en las universidades. Algo que hemos aprendido durante estos meses es que la violencia de género no es un tema solo jurídico: es un tema cultural, político y ético.

Las cifras hablan por sí sola. Si hacemos un análisis simple, entre el 2005 y el 2015 se aprobaron un total de 8.378 proyectos del programa Fondecyt (regular, iniciación, y postdoctorado ). De esos proyectos, el 28% fue liderado por mujeres investigadoras y el 72% por hombres investigadores. Los porcentajes son similares en cuanto a la presencia de co-investigadores (31,7% mujeres vs 68,3% hombres). Si analizamos estos números con lupa disciplinar, encontramos que existen áreas del conocimiento donde el porcentaje de mujeres liderando investigación con financiamiento de Fondecyt (regular, iniciación y postdoctorado) es cercano al 15% o 10%, como por ejemplo en Astronomía o Física. Incluso más dramático es notar que no existe una área que tenga una presencia mayor de mujeres.

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/tendencias/noticia/columna-educacion-conicyt-la-desigualdad-genero-estamos-construyendo-conocimiento-las-universidades/264076/

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El primer androide educativo chileno para enseñar a los hijos

Chile / 5 de agosto de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: MSN Noticias

La tecnología bien utilizada en manos de los niños entrega la posibilidad de acceder a distintas formas de conocimiento, aprendizaje y diversión. Pensando en estos tres conceptos, una pareja de emprendedores creó el primer robot social educativo chileno con 8 grados de movimiento: SIMA.

Gracias a las bondades de la impresión 3D, Virginia Días (educadora) y Felipe Araya (ingeniero) decidieron entregar un robot educativo a todo quien tuviera acceso a un smartphone. “Creamos a SIMA porque queríamos acercar el mundo de los robots a los niños, transformando sus celulares en robots sociales, educativos y accesibles”, explican.

SIMA Robot (www.simarobot.com) funciona a través de una aplicación instalable en cualquier teléfono inteligente, Android o iOS. Los dispositivos electrónicos se instalan dentro del cuerpo plástico y móvil de SIMA, permitiendo su funcionamiento e interacción social, pudiendo escuchar, moverse y -sobretodo- enseñar, brindando una experiencia lúdica única, que une el juego con el aprendizaje.

El principal beneficio de SIMA Robot es que es absolutamente personalizable en sus contenidos: todo papá y mamá que haya adquirido el robot social tiene acceso liberado a una plataforma digital, desde donde se pueden programar los parámetros de funcionamiento del androide. Temáticas, respuestas, lenguaje y movimientos, son totalmente adaptables para interactuar de mejor manera con sus pequeños usuarios.

“Nuestra intención es que SIMA sea un compañero de juegos y aprendizaje. ¿Por qué en los niños?, porque creemos que son los más pequeños quienes requieren de especial atención e interacción”, asegura la emprendedora, quien adelanta que para durante agosto y con motivo del #DíaDelNiño2018, este compañero tecnológico estará a un precio rebajado de $120.000 en la página web del proyecto y en Ripley.cl.

SIMA Robot, startup alojada en la incubadora de negocios de la Universidad Técnica Federico Santa María, Instituto 3IE, cuenta con el apoyo de Corfo y es el primer robot social nacido en Latinoamérica.

Además, fue el primer proyecto chileno con una campaña exitosa en Kickstarter.com (plataforma de levantamiento colaborativo de dinero estadounidense).

Fuente de la Noticia:

https://www.msn.com/es-cl/noticias/tecnologia/el-primer-androide-educativo-chileno-para-ense%C3%B1ar-a-los-hijos/ar-BBLhJJa

ove/mahv

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Chile: Presentan proyecto que impulsa creación de universidades indígenas culturales

América del sur/Chile/02 Agosto 2018/Fuente: Insurgencia Magisterial

Los diputados de la Federación Regionalista Verde Social (FREVS), encabezados por Esteban Velásquez y Jaime Mulet, presentaron este jueves un proyecto que modifica la ley sobre Universidades Estatales para promover la creación de universidades indígenas interculturales, iniciativa que se desarrolló y fundamentó en conjunto con la Fundación Instituto de Desarrollo del Liderazgo Indígena de Chile.

Al respecto, el diputado por la Región de Antofagasta, Esteban Velásquez, señaló que “en el marco del permanente refuerzo por reconocer a los pueblos originarios que como regionalistas hemos impulsado, buscamos con esta iniciativa establecer la creación de la Universidad Andina en Calama, la Universidad Diaguita en Vallenar y la Universidad Mapuche en Purén, en tierras y territorios donde efectivamente desarrollamos el trabajo con nuestros pueblos originarios”.

Por su parte, el diputado por la Región de Atacama y primer vicepresidente de la Cámara Baja, Jaime Mulet, destacó la relevancia del proyecto pues “estamos exigiendo al Estado de Chile que cumpla con todas sus obligaciones del Convenio OIT 169 que Chile firmó en 2008, para reconocer, promover y proteger los derechos de los pueblos originarios”.

“Dentro de las disposiciones de este acuerdo internacional, se establece también la obligación del Estado de promover las instituciones de enseñanza superior indígenas, de manera que tengan todos los pueblos, todas las naciones en Chile, sus propias universidades en la lógica de la interculturalidad, y hoy día en nuestro país estos acuerdos no se están cumpliendo. Y como regionalistas que buscamos y promovemos la multiculturalidad y la plurinacionalidad en nuestro país, creemos que es un paso significativo para que el Estado de Chile se ponga al día y cumpla”, resaltó Mulet.

En la oportunidad, el presidente de la Fundación Instituto de Desarrollo del Liderazgo Indígena de Chile, Diego Ancalao, señaló que “esta es una reivindicación que lleva 100 años planteada al Estado y que no ha respondido, por ello es que hemos ingresado este proyecto de ley que además fue planteado dentro de las demandas estudiantes por FEMAE, y es una oportunidad para que Chile avance sustancialmente en la interculturalidad de verdad, dando oportunidad a los no indígenas a conocer los pueblos indígenas, ya que la discriminación y el racismo nacen del desconocimiento y la ignorancia, para la cual la educación superior intercultural es el remedio. Y por eso, es una responsabilidad del Estado y debe ser pública, estatal y sin discriminación, no es un problema de privados, es un problema de política pública y de la deuda del estado, este es el camino a la solución y no gastarse el dinero en comandos Junglas, en una región que no hay terrorismo ni tampoco existen junglas”.

Ancalao, fue el principal impulsor de la iniciativa, junto con los dirigentes de la Comisión Regional para las Universidades Indígenas, Francisco Huircaleo y René Trangulao, entre otros dirigentes de comunidades indígenas.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/chile-presentan-proyecto-que-impulsa-creacion-de-universidades-indigenas-interculturales/

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Entrevista: Carlos Peña.»La modernidad parece hostil a la reflexión filosófica»

Por Juan Rodríguez

¿Por qué dicha reflexión parece no cuadrar con el mundo técnico, utilitario? De la mano de Heidegger y Ortega y Gasset, entre otros, Peña entrega no solo una respuesta a la pregunta que hace el libro, sino también una introducción a la radicalidad de la filosofía; como muestra, por ejemplo, el feminismo. Además, en esta conversación, aboga por una disciplina al alcance del lector medio: «Los filósofos tienen como tarea hacer el esfuerzo de claridad», dice. 

Tales de Mileto, un filósofo griego que vivió entre los años 624 y 546 a. C., dos siglos antes que Sócrates, caminaba con su mirada embelesada en el cielo, en la bóveda celeste. Tanto, que no vio un pozo que había delante suyo y cayó en él. Una sirvienta que presenció la escena se rió del filósofo, y le dijo que mientras quería conocer las cosas del cielo, se le ocultaba lo que estaba frente a su nariz y bajo sus pies. «La misma burla vale para todos aquellos que se introducen en la filosofía», escribe Platón en uno de sus diálogos, el «Teeteto», donde cuenta la anécdota.

La moraleja de la historia es que la filosofía vive justificándose. Más de dos milenios después, en 1926 en Alemania, un joven filósofo, que todavía no llegaba a sus cuarenta años, recibe la visita del decano de Filosofía de la Universidad de Marburgo, quien le pregunta si tiene algún manuscrito que se pueda publicar. El profesor responde que sí. El decano le dice que debe ser de inmediato, pues como no había publicado nada en 10 años, se había rechazado su nombramiento como sucesor de Nicolai Hartmann. «El profesor Heidegger (1889-1976) se inclinó a un costado de su escritorio, abrió una de las gavetas, cogió un grueso manuscrito que tenía por título ‘Ser y tiempo’ y lo entregó al decano».

Tal como la primera, la segunda historia la relata Carlos Peña en su nuevo libro, «Por qué importa la filosofía» (Taurus), para ratificar los problemas que tiene la llamada «ciencia primera» para validarse socialmente. La historia, escribe Peña, «muestra la forma en que, a falta de indicios mejores, se exige a la filosofía mostrar su utilidad».

Tras el sentido

Rector de la Universidad Diego Portales, abogado y doctor en Filosofía, el nuevo ensayo de Peña ya está en librerías, y se suma a otros títulos suyos, como «Ideas de perfil» (Hueders, 2015) y «Lo que el dinero sí puede comprar» (Taurus), publicado el año pasado. Una prodigalidad que asombra y que, entre su trabajo como rector, profesor y columnista, lleva a preguntarse ¿en qué momento Peña escribe sus libros? «La escritura material del texto no es muy difícil -responde- y seguramente ayuda a ello un cierto oficio adquirido en la escritura periodística y en la sala de clases. Una clase es también una forma de escritura. Escribo temprano, todos los días dos o tres horas. Ahora mismo estoy trabajando ya en otro proyecto. No me salto ningún día del año. Leo y escribo con la regularidad con que otros rezan o van al analista (y quizá leer y escribir tienen para mí la misma función… ja ja). Y luego dedico mi tiempo a mis otros deberes».

El nuevo libro, que apela al lector medio, es a la vez una introducción a la filosofía y al pensamiento de Heidegger -«quizá el pensador más relevante de todo el siglo XX»-, pero primero que todo es una defensa de la necesidad de esta disciplina en el mundo contemporáneo. Y si no una defensa, sí una reflexión sobre las tensiones y hasta contradicciones entre filosofía y modernidad y, no obstante, el lugar que le cabe a la primera en nuestra época. De la mano de Heidegger y Max Weber, Peña entiende la modernidad como la época de la racionalización del mundo, como época técnica, donde todo es pasado por el tamiz de la utilidad, donde incluso el ser humano es un recurso. Y, claro, razona Peña -siguiendo en este caso al propio Heidegger, Ludwig Wittgenstein y José Ortega y Gasset-, si la filosofía es un quehacer casi por definición improductivo, que no genera valores positivos, que, al contrario, cuestiona nuestras certezas o ilusiones y hasta pone en duda nuestras seguridades más cotidianas, nos recuerda la fragilidad de la existencia, entonces no debe extrañar que se la vea como inútil y progresivamente vaya siendo desplazada no solo de la consideración pública, sino también de la enseñanza escolar y universitaria.

Detrás del asunto de la modernidad y la filosofía hay un problema que moviliza la reflexión de Peña, y que vincula este libro con «Ideas de perfil» y «Lo que el dinero sí puede comprar», a saber: la falta de sentido en la modernidad capitalista y técnica y, a la vez, la circunstancia tan humana de preguntarse por ese sentido, de buscar algún significado. En palabras del propio Peña: «Todos los autores de ‘Ideas de perfil’ se preguntaban si era posible el sentido en la modernidad; el libro sobre el dinero, por la forma que adquiría ese problema, el del sentido o significado, en la autonomía abstracta del mercado. Y en este texto se trata de vincular la reflexión radical de la filosofía -como una investigación sobre la estructura originaria que hace posible la pregunta por el sentido (Heidegger, Ortega, Wittgenstein)- y la manera en que la modernidad (caracterizada por Weber) parece hostil a ella».

-Si la modernidad es la época de la aceleración, de la liquidez, de la falta de fundamento o sentido, y si, a su vez, la filosofía nos revela la contingencia de toda certeza, ¿no es la filosofía, entonces, moderna por antonomasia? ¿No debería campear en nuestro mundo?

«Hoy día se intenta desalojar a la filosofía de todas partes porque, en efecto, no parece prestar utilidad alguna. Pero, como explico en el libro (la frase en cualquier caso es de Heidegger), si con la filosofía no puede hacerse nada, ella quizá pueda hacer algo con nosotros: ayudarnos a comprender la contingencia del mundo, entender que el mundo moderno, el mundo de la técnica, a pesar de su carácter aparentemente absoluto e irrefutable, es contingente, apenas una forma de comprender o interpretar la realidad, por hablar así, que nos constituye. Y ese no es un servicio menor: mostrar que vivimos en medio de una red de interpretaciones que se disfraza de realidad final. La filosofía (Heidegger, Wittgenstein, Ortega) subrayan eso una y otra vez: lo que llamamos realidad es un disfraz de una respuesta que, sin darnos cuenta, inventamos para una pregunta que no podemos eludir. ¿Cuadra eso con la modernidad? No del todo, porque, como explico en el libro, la filosofía muestra que si bien la verdad es histórica, el relativismo no tiene sentido y que la aceleración del tiempo, el apuro, que parece proyecto, es en verdad una forma de huida. Las sociedades se constituyen sobre ciertas preguntas que pueden olvidar u ocultar, pero no eludir. Y eso también vale para la modernidad. Por eso la modernidad, como expliqué en otro libro, parece una mezcla de progreso y desilusión».

-Para defender la permanencia de la filosofía en la educación, se suele decir que desarrolla el pensamiento crítico y que sería el fundamento del conocimiento. Usted difiere. ¿Por qué?

«Me parece que esas dos formas de justificar la presencia de la filosofía no son muy fuertes. Si por pensamiento crítico se entiende la capacidad de argumentar y debatir, ese es un objetivo que también se alcanza con una sociedad de debates o despertando el gusto por leer (puesto que leer es comprender a otro y en ocasiones, discrepar de él). Y eso de que la filosofía es el fundamento del conocimiento no se sostiene. Si la filosofía garantizara el conocimiento, ¿acaso no buscaríamos una garantía a la propia filosofía y así hasta el infinito? No; más bien creo que la filosofía es el intento permanente por dilucidar la estructura originaria que nos constituye y que hace que no podamos dejar de formular preguntas que, paradójicamente, no podemos responder. La filosofía se esfuerza por develar esa estructura originaria que nos hace formular preguntas radicales y, a la vez, ella es la muestra de nuestra relativa incapacidad para responderlas».

Género y sexo

Para ejemplificar la radicalidad y necesidad de la filosofía, de sus preguntas, Peña le dedica un apartado del libro al feminismo, y en particular a la filósofa estadounidense Judith Butler, autora de «El género en disputa». «El feminismo de Butler es un buen ejemplo, porque es un esfuerzo (ya veremos si acertado o no) de comprensión radical. Suele creerse que el género es una construcción cultural adosada sobre el sexo que sería biológico o natural; pero ¿qué ocurre -esto es lo que sugiere Butler inspirándose en algún sentido en Simone de Beauvoir- si pensamos que la diferencia de orientación sexual es culturalmente construida?», dice Peña al preguntarle por qué eligió ese ejemplo. «Parece demasiado, pero ¿acaso ese tipo de pensamiento no nos ayuda a dilucidar mejor lo que queremos decir cuando hablamos de diferencia sexual y la importancia que ella está poseyendo para la política? La filosofía no ayuda a saber más, decía Wittgenstein, sino que ayuda a saber mejor».

-¿Qué puede decirnos la filosofía respecto de la «ola feminista» chilena y de polémicas como el uso del lenguaje inclusivo?

«Lo que llamamos feminismo tiene dos versiones y creo que las dos se entrelazan en el debate en Chile. Una es el feminismo como reclamo de un trato igual con prescindencia del género y la orientación sexual. Otra versión es el feminismo como comprensión de la diferencia sexual y el poder, tipo Butler. El primer tipo de feminismo reclama construir ámbitos de interacción libres de abuso en razón de género o la orientación sexual; el segundo tipo de feminismo sostiene que la diferencia sexual se ha construido como forma de dominación y se ha instalado en el lenguaje, en el cuerpo y en el deseo, etcétera, motivo por el cual habría que revisar las formas en que se transmite culturalmente desde el lenguaje al currículum, pasando por las bibliografías universitarias. Cuando se advierte esta distinción entre feminismos, se comprende que es absurdo hablar de feminismo a secas y es ingenuo creer que hay un amplio consenso en torno a sus demandas. Porque si pensamos en la sociedad chilena, el consenso cubre el primer tipo de feminismo, pero no el segundo, que posee un alcance teórico mucho mayor. Quizá en torno a ese debate (que es también generacional) se estructure este problema en el futuro».

La cortesía del filósofo

Si bien es Heidegger el autor que guía el ensayo de Peña, también ocupa un lugar importante -y muchas veces coincidente con el de Heidegger- el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955). Lo que tal vez sea un homenaje de Peña al intelectual que reivindicó la claridad como la cortesía del filósofo, y el ensayo y la prensa como medios de expresión de la misma. «Sí, hay algo de eso», dice Peña. «Ortega es, en mi opinión, el más grande pensador en español que ha existido desde el XVI con (el filósofo, teólogo y jurista) Francisco Suárez: un hombre anegado de talento. Y es además un intelectual que nunca olvidó que para influir hay que ser intelectual en la plazuela, que para él era el periódico. Creo que tenía toda la razón. Se suma a ello que él pensó en paralelo muchas tesis heideggerianas. Desde luego, ‘Meditaciones del Quijote’ (1914) se publica trece años antes de ‘Ser y tiempo’ (1927). Él mismo se quejó de eso en un texto póstumo: ‘La idea de principio en Leibniz’. Lo dijo en una frase magnífica (como casi todas las suyas): ‘encandilados por mis imágenes, resbalaron sobre mis pensamientos'».

-Más allá de la tensión entre filosofía y modernidad, ¿qué responsabilidad les cabe a los filósofos en la poca valoración social que parece tener su disciplina? ¿Qué le parece la enseñanza de la filosofía en Chile?

«Los filósofos, desde luego, tienen responsabilidad en todo esto. A veces cultivan un lenguaje que confunde la profundidad con la oscuridad; otras veces confunden la filosofía con la historia de las ideas o la simple erudición; y, en fin, hay quienes creen que la filosofía es una rama del misticismo o un sucedáneo religioso. Todo eso le hace daño a la filosofía, por supuesto. Los profesores de los colegios tienen aquí una tarea importante: enseñar a reflexionar acerca de problemas, más que instruir acerca de las respuestas disponibles. Enseñar que cada época hace el esfuerzo de comprender lo que tiene delante suyo y de inventarse un mundo y, al hacerlo, interpretarse a sí misma».

-Si esa es la tarea de los profesores, ¿cuál es la de los filósofos?

«Los filósofos, creo, tienen como tarea ante todo hacer el esfuerzo de claridad (como usted recordaba, la claridad era la cortesía del filósofo) y poner su reflexión al alcance del lector medio, que es lo que yo mismo intento en este libro. No veo otra forma de mostrar su importancia y su atractivo. Es verdad que la filosofía exige a veces complicadas reflexiones; pero quienes cultivan la filosofía no deben olvidar que (como dijo Wittgenstein) todo lo que puede ser dicho, puede ser dicho claramente».

»La filosofía no ayuda a saber más, decía Wittgenstein, sino que ayuda a saber mejor».

»El feminismo de Butler es un buen ejemplo (de la labor filosófica), porque es un esfuerzo de comprensión radical».

»A veces los filósofos cultivan un lenguaje que confunde la profundidad con la oscuridad».

»Ortega y Gasset nunca olvidó que para influir hay que ser intelectual en la plazuela, que para él era el periódico».

Fuente de la entrevista: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=491377

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Entrevista: Rector del Duoc UC. “La brecha entre lo universitario y lo técnico se está reduciendo”

Por Michel Nahas y Camila Mardones

Como “un muy buen momento”. Así define Ricardo Paredes, rector del instituto profesional Duoc UC, el período que vive la educación técnico-profesional (TP) en Chile. Pese a reconocer que aún existen barreras pendientes, como el acceso a financiamiento y becas, el mejoramiento de la calidad y la discusión en torno a la continuidad de estudios, la autoridad aseguró, en conversación con La Tercera, que ha existido una evolución en esa modalidad, y que en el último tiempo “la discriminación sistemática que había contra la educación TP se ha reducido fuertemente”, atrayendo cada vez a más alumnos.

¿En qué momento se encuentra la educación TP?
Está en un camino propio, distinto del universitario, que no es un escalón ni un paso previo para seguir en la universidad. Muchas veces los alumnos del mundo técnico-profesional aprenden cosas parecidas a lo que se aprende en la universidad, pero la metodología es distinta. Ellos pueden aprender perfectamente la ecuación del calor, pero sin un libro de ecuación del calor, sino que con un soplete, un ladrillo, un termómetro.

¿Ha cambiado la visión en torno al mundo TP?
Yo creo que lo que veíamos hace poco años como una formación mucho más de oficio, como el soldador o el matricero, está evolucionando, porque la obsolescencia de lo técnico es enorme; entonces, las personas necesitan progresivamente ir caminando a una formación que desarrolle competencias más genéricas; como reflexión, abordar problemas, trabajo en equipo, liderazgo. La brecha entre lo universitario y lo técnico se está reduciendo. Por ejemplo, yo pienso que una profesión como odontólogo es una profesión esencialmente técnica y nadie diría en Chile que esto es algo peyorativo. Algo importante es mirar a países que les va bien en esto, como Australia o los europeos, donde la visión es bastante contradictoria con la “universititis”. Creo que esa línea no es promisoria. Pero sí está cambiando la visión; hay que recordar que en Chile más de la mitad de los estudiantes que salen de cuarto medio entran al mundo técnico.

¿Por qué cree que pasa eso? ¿Puede ser que la gente los elige porque son carreras más cortas, más baratas o también es porque hay mayor conocimiento de que existe un mercado amplio en esa área?
Creo que los tres puntos previos, pero también hay otra cosa: la mayoría de la gente aprende más fácil mirando, en la práctica. La duración de las carreras también es clave. Hay muchos jóvenes que progresivamente quieren carreras más cortas para trabajar y para servir a la familia. Otro punto es que antes los profesionales que salían de la universidad eran una elite intelectual y económica. Hoy las personas se dan cuenta de que entrar a la universidad no garantiza nada, cada vez es un mundo más abierto y ya no tiene esa connotación que tenía antes.

¿Qué dificultades enfrenta en ese sentido la educación TP?
Hay algo que complica todo esto, que es que hay un grupo de instituciones que, pese a que tienen una matrícula pequeña, son muchas y de pésima calidad; eso ocurre en todo nivel, pero en el técnico existe un desafío mayor.

Mencionó el punto de la “universititis”. ¿Cree que hoy el Duoc es una mejor opción que algunas universidades?
Definitivamente. La gente se está metiendo más acá y uno podría pensar que la masividad viene de los estratos de más bajos ingresos o de gente que no alcanzó a entrar a la universidad. Hay algo de eso, pero definitivamente no es lo único. Hicimos un estudio con alumnos que ingresaron al Duoc habiendo rendido la PSU, miramos el puntaje de esos alumnos, las carreras que decidieron y sus posibilidades. Lo que hallamos fue que hay un grupo reducido de universidades -en las que están las tradicionales, así como universidades nuevas y buenas- que los alumnos prefieren, pero para la mayoría de la matrícula el Duoc resulta ser una alternativa completamente equivalente al de universidades más masivas, como la UDLA o la Andrés Bello.

Usted planteó la situación de la carrera de odontología, que hoy es exclusivamente de carácter universitario. ¿Cree que se puede abrir esa discusión?
Yo creo que hoy nadie tendría ningún problema en discutir esto y que ningún odontólogo tendría un problema en reconocer que su labor tiene mucho de técnica. Pero creo que se ha generado un círculo. Hay carreras de la salud muy específicas que tienen que tener algún control, pero ese control no me parece que lo dé el hecho de ser universitario. Hay otras cosas que son muy negativas en términos de política pública que van en el mismo carril.

¿Cuáles?
Primero, que hay un conjunto de carreras que solo se pueden impartir en universidades, lo que no tiene ningún sentido porque son muy parecidas y hermanas al mundo técnico, como kinesiología, y donde hay lobby de ciertos colegios o grupos para que carreras como fisioterapia, por ejemplo, no sean aceptadas en el mundo de la salud. Hay otras cosas que ocurren en la misma línea y que son peores. Las Becas Chile, por ejemplo, solo financian posgrados para carreras con licenciatura; en el mundo técnico-profesional no podemos dar carreras con licenciatura. Entonces, pese a que nuestros alumnos pueden ingresar a algunos programas de posgrado, no pueden acceder a financiamiento. Otro absurdo es que el Estado frecuentemente requiere profesionales con carreras de cinco años o más, y ahí se está poniendo una barrera que va absolutamente en contra de la intuición de que las carreras son demasiado largas.
Ley de educación superior

¿Se encontró con un lobby muy fuerte durante la aprobación de la Ley de Educación Superior?
Más que lobby, había una forma de legislar con trauma. El trauma fue las universidades que se cerraron, la Universidad del Mar, la Arcis, ello llevo a una súper regulación. Hubo además una discusión por el gusto de lo estatal, de darle condiciones especiales, algo que la verdad yo nunca le he encontrado mucho sentido. En ese gusto por lo estatal se planteó el tema de los CFT estatales. Yo he visto el del Maule, donde hay una rectora trabajando súper aperrada, pero enfrentando 80 alumnos en tres carreras. Ahora viene el CFT de Aysén, que se hizo con mucha voluntad, soñando poner una pata estatal coordinada.

Usted tiene una mirada pesimista sobre los CFT estatales…
Creo que es bueno tenerla hoy, para que en cuatro años más, cuando estén desfinanciados, no se les eche la culpa a la U. de Aysén o a la U. Austral, sino que se sepa que esto es lo que va a ocurrir a menos que se haga algo; como por ejemplo una reforma, donde se hagan alianzas para apoyar este tema. En la ley de CFT estatales se establece que tienen que quedar vinculados a una universidad, siendo que la continuidad lógica es a un instituto profesional. Es algo muy realista y urgente. Me gustaría ver más empoderado al Ministerio de Educación, llamando a mesas amplias para reformar las cosas. Lo de los CFT tenemos que repensarlo.

¿Qué tan representativa de Chile es la educación TP?
En sus orígenes, la educación técnico-profesional era para resolver un problema de analfabetismo y de oficios muy precarios. Pero se ha ido transformando y hoy los laboratorios y talleres que tienen las buenas instituciones son de punta. Esa infraestructura, ese esfuerzo, se ha visto progresivamente en más y más gente de distintos estratos. Hoy tenemos prácticamente un 10% de alumnos de cada decil, lo que quiere decir que la foto del Duoc, y me imagino también de otras instituciones, como Inacap, es la foto de Chile. La educación superior técnico-profesional tiene una estampa, una silueta mucho más parecida a Chile que la de cualquier universidad.

¿Qué planes tiene el Duoc en materia de ampliación de sedes?
Estamos enfocados en dos líneas. Por un lado, en el crecimiento con sentido, el llegar a lugares con necesidad de progreso. Tenemos proyecciones para sedes en Puerto Montt y Villarrica. Por otro lado, queremos enseñar habilidades que son escasas y que son las que los comités empresariales nos dicen que echan más de menos, como el trabajo en equipo, liderazgo, pensamiento crítico.

Se acercan a cumplir el segundo año en gratuidad. ¿Qué evaluación hay de esa política?
Teníamos mucho temor de que la gratuidad nos disparara la deserción y que llegaran alumnos sin compromiso y sin esfuerzo. Pero la verdad es que ha ocurrido lo contrario. Nuestras tasas de deserción han caído fuertemente, estamos reteniendo más alumnos. Eso en parte tiene que ver con un sistema de ingreso que estamos aplicando, que premia la nota del alumno en enseñanza media y la procedencia del mundo técnico-profesional. Vimos que los alumnos de mejor nota y que provienen del mundo TP están motivados y les va mejor, entonces se quedan. Eso ha significado incrementar la retención. Eso sí, estamos preocupados con el sistema global de financiamiento donde el límite de tiempo que financia la gratuidad está acotado a un período relativamente corto, ya que nuestros alumnos se demoran más, particularmente los vespertinos.

Desde el punto de vista económico, las universidades se han quejado del déficit que les genera la gratuidad. ¿Tienen ese problema?
El aporte por gratuidad es bastante cercano -en el caso del Duoc- al arancel que cobramos, un pelito más bajo. Ahora, ese pelito, multiplicado por 55 mil alumnos, nos da un déficit del orden de $ 1.500 millones al año. No es algo que nos produzca problema de caja resolverlo, pero sí es dinero que no tenemos respecto de otras actividades que queríamos hacer.

¿Han visto la discusión en torno al nuevo CAE?
Sí, el nuevo CAE tiene un diseño muy inteligente. De hecho, es muy parecido como concepto a la idea que salió en una comisión en la que participé en 2012.
Hay rectores que están hablando de fijación de precios.
Efectivamente, algo de fijación de precios tiene. Pero ojo, que no es una fijación literal de precios, porque la institución, si quiere, cobra más. El nuevo crédito acepta hasta un 50% más, entonces tiene una flexibilidad relativamente alta. La pregunta es ¿por qué cobran tanto más las instituciones? ¿Es algo que se lo van a retornar a los alumnos en posibilidades de empleo y trabajo? Si no es así, claramente, el Estado tiene el derecho a decir “yo no pongo plata ahí”. Hay algo sensato en la propuesta. Donde veo el mayor problema es que es tan buena la propuesta del nuevo CAE respecto del financiamiento por gratuidad, que lo mejor que puede hacer una institución es salirse de la gratuidad.

¿Por qué puede producirse eso?
Como a las instituciones en gratuidad les restringen el crecimiento, entre otras cosas, uno tiene una asimetría, y lo que veo es que las instituciones que están fuera de gratuidad tienen una situación sustancialmente mejor que las que están dentro.

Fuente de la entrevista: https://www.latercera.com/nacional/noticia/rector-del-duoc-uc-la-brecha-lo-universitario-lo-tecnico-se-esta-reduciendo/261346/

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La Historia es Nuestra: De Quilicura a Camboya, la profesora chilena nominada al Global Teacher Prize (Audio)

Chile / 29 de julio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Cooperativa

Paula Molina entrevista a Catherine Berríos, profesora de francés de la UMCE sobre el camino que la llevó a trabajar en un orfanato en una localidad cercana a la frontera con Tailandia. La docente habla de la enseñanza como negocio en Chile y de la propuesta del Ministro de Educación, de arreglar los techos de los colegios con “bingos”.

Fuente de la Entrevista:
https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/educacion/colegios/la-historia-es-nuestra-de-quilicura-a-camboya-la-profesora-chilena/2018-07-23/164514.html
ove/mahv
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