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Promoviendo la Inclusión y la Equidad en la Educación: Avances y Retos en América Latina y el Caribe

Por UNESCO Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe

 

Promoviendo la Inclusión y la Equidad en la Educación: Avances y Retos en América Latina y el Caribe

Luis Eduardo Pérez Murcia
Consultor

 

Fuente del documento: http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/12-Murcia-Equidad-Inclusion-HighLevel-Cochabamba-2018-ES.pdf

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Columna de Educación: El mito de la educación basada en el cerebro

Por Paulo Barraza Rodríguez

Uno de los mayores problemas que enfrenta hoy la educación chilena en términos de calidad, es la proliferación e inserción en la práctica escolar cotidiana, en la academia y en políticas educativas, de técnicas pedagógicas pseudocientíficas basadas supuestamente en el estudio del cerebro

¿Estoy dispuesto como apoderado a que el dinero que gasto en la educación de mis hijos sirva para financiar una educación basada en creencias pseudocientíficas? ¿Estoy dispuesto como directivo de establecimiento educacional a pagar grandes sumas de dinero por seminarios o talleres que van a desinformar o peor aún mal-informar a mis docentes? ¿Están dispuestas las universidades a contratar académicos que transmitan contenidos sin sustento empírico a futuros profesionales de la educación? ¿Está dispuesto el Ministerio de Educación a que la política pública en educación se base en conjeturas y no en evidencia? Estas preguntas reflejan muy bien uno de los mayores problemas que enfrenta hoy la educación chilena en términos de calidad: la proliferación e inserción en la práctica escolar cotidiana, en la academia y en políticas educativas, de técnicas pedagógicas pseudocientíficas basadas supuestamente en el estudio del cerebro.

Para que se haga una idea de cuál es la situación actualmente, al año son muchos los docentes que asisten a seminarios de “neurociencia y educación” y varios los establecimientos educacionales que pagan mucho dinero por charlas y talleres dictados por personas sin formación alguna en el área, pero que se autodenominan “especialistas en neurociencias”, en los que se promete explicar cómo lograr en simples pasos que los alumnos aprendan “más” o cómo enseñar “mejor” en base a supuestos hallazgos neurocientíficos.

Un ejemplo prototípico del negocio detrás de estos cursos, se refleja en un taller de “neuroeducación” dirigido a docentes que se ofreció hace un tiempo atrás en Santiago, con contenidos que mezclaban psicología popular y pseudociencia, a un valor de 10 UF por asistente (con un promedio de 80 asistentes, calcule Ud.). Súmele a esto el perjuicio educacional que significa mal-informar a profesores que volverán a sus aulas a aplicar estos supuestos conocimientos neuroeducativos con sus alumnos, perdiendo tiempo y recursos valiosos.

Para ser aún más claro, lo que habitualmente se vende como técnicas educativas basadas en hallazgo neurocientífico no son más que una sarta de neuromitos o creencias pseudocientíficas que afectan negativamente el quehacer educacional (Pashler, McDaniel, Rohrer, & Bjork, 2008). De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 2002) los neuromitos se definen como un error de interpretación que encuentra su origen en malas citas o un mal entendimiento de hallazgos científicos, los cuales generalmente son aplicados en educación u otros contextos. Ejemplos de neuromitos que actualmente están insertos en nuestros colegios son los “estilos de aprendizaje”, la “gimnasia cerebral” (BrainGym), la idea de que hay estudiantes “cerebro-izquierdo o cerebro-derecho”, el “efecto Mozart”, entre otras excentricidades (Howard-Jones, 2011).

Aunque cueste creer, la penetración de estas creencias pseudocientíficas no solo llega a los colegios, sino también a las universidades. En Chile existen planteles de educación superior que ofrecen Diplomados y Magíster en Neurociencias con aplicación a la Educación. Aunque llamativas, estas ofertas académicas hay que tomarlas con pinzas. Las razones de tal precaución son diversas: la nula formación o trayectoria profesional en neurociencias de algunos docentes de estos programas y la debilidad de sus contenidos. Solo como ejemplo, en uno de estos programas se imparte la asignatura “antroposofía y neurodesarrollo”. De más está decir que el concepto “antroposofía” no tiene nada que ver con el ámbito investigativo de las neurociencias.

Como guinda de la torta, tenemos que los neuromitos en la educación chilena incluso están presentes en decretos ministeriales. Concretamente, los decretos 170 y 83 (Mineduc, 2009; 2015) mencionan los “estilos de aprendizaje” y sugieren adaptar las prácticas educativas a los “estilos” de los estudiantes. Al respecto, la evidencia científica acumulada desde hace más de cinco décadas (Arbuthnott & Krätzig, 2015; Cuevas, 2015) es enfática en demostrar que adaptar las clases según el estilo de aprendizaje de los estudiantes no tiene ningún efecto sobre el rendimiento académico. A pesar de la gran cantidad de evidencia científica existente, cada año cientos de profesores asisten a cursos de capacitación para aprender a detectar diferentes estilos de aprendizajes y conocer las últimas técnicas para hacer clases adaptadas a cada estilo, y así poder dar cumplimiento a los decretos del Mineduc.

El mensaje final es poner fin de una vez por todas al negocio de la pseudociencia en educación. Es crucial que docentes y directivos de colegios denuncien a quienes, aprovechándose del gran interés que despierta la neurociencia en el público general y en la educación en particular, quieran lucrar con sus anhelos ofreciendo recetas mágicas vestidas de cientificismo para aprender y enseñar mejor. Se insta a la cautela y a cultivar una actitud crítica respecto de este tipo de intervenciones fraudulentas que sobre-simplifican un problema muy complejo como es el aprendizaje en contextos escolares. Tal como señala Hyatt (2007), es tiempo de que los educadores y otras entidades formativas en el ámbito educativo –sean universidades u otras entidades– se aseguren de que las prácticas que no estén basadas en evidencia se dejen de usar con niños, con la esperanza de mejorar aprendizajes. Esto último es también una invitación al Mineduc a revisar el sustento empírico de las intervenciones educativas que mandata por decreto, con el objetivo de derribar falsas creencias y construir entre todos una educación de calidad, a escala humana y basada en evidencia.

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/tendencias/noticia/columna-educacion-mito-la-educacion-basada-cerebro/280421/

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12 datos curiosos del exitoso sistema educativo japonés

Chile / 19 de agosto de 2018 / Autor: Camila Londoño / Fuente: Elige Educar

¿Qué hace que los estudiantes japoneses aprendan de una manera diferente? ¿Por qué sus resultados académicos siempre son sobresalientes? Aquí te contamos por qué.

Calidad, no cantidad: esta es quizás una de las principales características del sistema educativo japonés. Aunque tiene un enfoque bastante tradicional, el sistema, del cual se enorgullecen todos los japoneses, ha permitido sobresalir a niños y niñas. De hecho, numerosos estudios han comparado que los estudiantes de esta nación, son quienes lideran en alfabetización y en habilidades matemáticas. ¿Cómo lo han logrado?

1. Matemática

La clase comienza con saludos al profesor, quien más adelante pregunta a los estudiantes si saben cómo resolver un problema que previamente había puesto en la pizarra. El primer estudiante que termina el problema, levanta la mano. El profesor se acerca, echa un vistazo al problema y rodea al estudiante para indicar que es correcto. El alumno se levanta y se aleja de su asiento. Otra mano se levanta, pero, esta vez, el primer alumno asume el papel de profesor. Los japoneses dicen que si enseñas lo que aprendes, recordarás aproximadamente el 90%.

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2. Lenguaje

Los padres japoneses saben lo difícil que puede ser ayudar a sus hijos a aprender caracteres para usarlos en la comunicación oral y escrita. Sin embargo, debido al enfoque de alta calidad de la enseñanza, cuando salen de la escuela primaria, los niños japoneses conocen 1.006 caracteres kanji. A la edad de 15 años, cuando finalizan su educación obligatoria, sabrán 1.130 adicionales. Además de los kanji, los japoneses tienen dos conjuntos de escrituras fonéticas, hiragana y katakana. Cada conjunto tiene 46 caracteres que se comportan como sílabas (generalmente incluyen una consonante y una vocal, como “ka”). Combinado con puntos específicos utilizados para marcar los cambios de los sonidos originales, estos son suficientes para expresar todos los sonidos del japonés moderno. La escritura hiragana se usa con kanji para escribir palabras japonesas comunes. Katakana se usa para escribir palabras introducidas de otros idiomas, nombres de personas y lugares extranjeros, sonidos y llantos de animales.


3. Las clases

Las asignaturas que estudian incluyen japonés, matemática, ciencias, estudios sociales, música, artesanía, educación física y economía doméstica (para aprender habilidades simples de cocina y costura). Un número creciente de escuelas primarias también han comenzado a enseñar inglés. Los estudiantes también aprenden artes japonesas tradicionales como shodo (caligrafía) y haiku. Shodo implica mojar un pincel con tinta y usarlo para escribir kanji (caracteres que se utilizan en varios países de Asia oriental y tienen sus propios significados) y kana (caracteres fonéticos derivados de kanji) en un estilo artístico. Haiku, por otro lado, es una forma de poesía desarrollada en Japón hace unos 400 años que tiene 17 sílabas en forma de verso, que consta de tres unidades métricas de cinco, siete y cinco sílabas. Utiliza expresiones simples para transmitir emociones profundas a los lectores.


4. El almuerzo

En las escuelas públicas primarias y secundarias, el almuerzo escolar (kyuushoku) se ofrece en un menú estandarizado y se come en el aula. De esta manera, los alumnos y los profesores logran forjar mejores relaciones mientras comen juntos.


5. Asistencia

Los estudiantes no se saltan las clases, ni llegan tarde a la escuela. Además alrededor del 91% de los niños en Japón expresa que nunca o sólo en algunas clases, ignoran lo que el profesor explicaba.

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6. Pertenencia

Los estudiantes en Japón tienen un fuerte sentido de pertenencia en la escuela, no se sienten ajenos. El 85% de ellos se sienten felices en la escuela.


7. Talleres

Un alto porcentaje de estudiantes japoneses asisten a talleres después de la escuela donde pueden aprender más cosas.


8. Educación inicial

La educación inicial es de suma importancia en Japón. El 99% de los niños japoneses asiste a la educación inicial.


9. Modales

En las escuelas japonesas, los estudiantes no rinden exámenes hasta 4º básico. Sólo hacen pequeñas pruebas. La meta durante los primeros tres años de colegio no es juzgar el conocimiento o el aprendizaje, sino establecer buenos modales y desarrollar el carácter. Por eso, a los niños se les enseña a respetar a otras personas y a ser gentiles con los animales y la naturaleza.

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10. El inicio de año y las vacaciones

El primer día de colegio ocurren el 1 de abril, fecha que suele coincidir con el florecimiento de los cerezos. El año académico se divide en tres semestres: del 1 de abril al 20 de julio, del 1 de septiembre al 26 de diciembre y del 7 de enero al 25 de marzo. Los estudiantes japoneses tienen seis semanas de vacaciones durante el verano, y tienen dos en invierno y primavera.


11. Limpieza

En los colegios japoneses, los estudiantes deben limpiar los salones de clases, cafeterías, e incluso los baños. Cuando limpian, los estudiantes se dividen en pequeños grupos y se les asignan deberes que van rotando a medida que pasa el año. Con esto, aprenden a trabajar en equipo y a ayudarse unos a otros.


12. Uniformes

Todos usan uniforme y el objetivo de esto es intentar remover las barreras sociales entre estudiantes. Se cree además que usar el uniforme ayuda a promover el sentido de comunidad entre los niños.

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Fuentes:Novakdjokovic Foundation /10 distinctive features of the Japanese education system that made this nation the envy of the world.

Fuente del Artículo:

http://www.eligeeducar.cl/12-datos-curiosos-del-exitoso-sistema-educativo-japones

ove/mahv

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Columna de Educación: El mito de la educación basada en el cerebro

Autor: Paulo Barraza Rodríguez

Uno de los mayores problemas que enfrenta hoy la educación chilena en términos de calidad, es la proliferación e inserción en la práctica escolar cotidiana, en la academia y en políticas educativas, de técnicas pedagógicas pseudocientíficas basadas supuestamente en el estudio del cerebro.

¿Estoy dispuesto como apoderado a que el dinero que gasto en la educación de mis hijos sirva para financiar una educación basada en creencias pseudocientíficas? ¿Estoy dispuesto como directivo de establecimiento educacional a pagar grandes sumas de dinero por seminarios o talleres que van a desinformar o peor aún mal-informar a mis docentes? ¿Están dispuestas las universidades a contratar académicos que transmitan contenidos sin sustento empírico a futuros profesionales de la educación? ¿Está dispuesto el Ministerio de Educación a que la política pública en educación se base en conjeturas y no en evidencia? Estas preguntas reflejan muy bien uno de los mayores problemas que enfrenta hoy la educación chilena en términos de calidad: la proliferación e inserción en la práctica escolar cotidiana, en la academia y en políticas educativas, de técnicas pedagógicas pseudocientíficas basadas supuestamente en el estudio del cerebro.

Para que se haga una idea de cuál es la situación actualmente, al año son muchos los docentes que asisten a seminarios de “neurociencia y educación” y varios los establecimientos educacionales que pagan mucho dinero por charlas y talleres dictados por personas sin formación alguna en el área, pero que se autodenominan “especialistas en neurociencias”, en los que se promete explicar cómo lograr en simples pasos que los alumnos aprendan “más” o cómo enseñar “mejor” en base a supuestos hallazgos neurocientíficos.

Un ejemplo prototípico del negocio detrás de estos cursos, se refleja en un taller de “neuroeducación” dirigido a docentes que se ofreció hace un tiempo atrás en Santiago, con contenidos que mezclaban psicología popular y pseudociencia, a un valor de 10 UF por asistente (con un promedio de 80 asistentes, calcule Ud.). Súmele a esto el perjuicio educacional que significa mal-informar a profesores que volverán a sus aulas a aplicar estos supuestos conocimientos neuroeducativos con sus alumnos, perdiendo tiempo y recursos valiosos.

Para ser aún más claro, lo que habitualmente se vende como técnicas educativas basadas en hallazgo neurocientífico no son más que una sarta de neuromitos o creencias pseudocientíficas que afectan negativamente el quehacer educacional (Pashler, McDaniel, Rohrer, & Bjork, 2008). De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 2002) los neuromitos se definen como un error de interpretación que encuentra su origen en malas citas o un mal entendimiento de hallazgos científicos, los cuales generalmente son aplicados en educación u otros contextos. Ejemplos de neuromitos que actualmente están insertos en nuestros colegios son los “estilos de aprendizaje”, la “gimnasia cerebral” (BrainGym), la idea de que hay estudiantes “cerebro-izquierdo o cerebro-derecho”, el “efecto Mozart”, entre otras excentricidades (Howard-Jones, 2011).

Aunque cueste creer, la penetración de estas creencias pseudocientíficas no solo llega a los colegios, sino también a las universidades. En Chile existen planteles de educación superior que ofrecen Diplomados y Magíster en Neurociencias con aplicación a la Educación. Aunque llamativas, estas ofertas académicas hay que tomarlas con pinzas. Las razones de tal precaución son diversas: la nula formación o trayectoria profesional en neurociencias de algunos docentes de estos programas y la debilidad de sus contenidos. Solo como ejemplo, en uno de estos programas se imparte la asignatura “antroposofía y neurodesarrollo”. De más está decir que el concepto “antroposofía” no tiene nada que ver con el ámbito investigativo de las neurociencias.

Como guinda de la torta, tenemos que los neuromitos en la educación chilena incluso están presentes en decretos ministeriales. Concretamente, los decretos 170 y 83 (Mineduc, 2009; 2015) mencionan los “estilos de aprendizaje” y sugieren adaptar las prácticas educativas a los “estilos” de los estudiantes. Al respecto, la evidencia científica acumulada desde hace más de cinco décadas (Arbuthnott & Krätzig, 2015; Cuevas, 2015) es enfática en demostrar que adaptar las clases según el estilo de aprendizaje de los estudiantes no tiene ningún efecto sobre el rendimiento académico. A pesar de la gran cantidad de evidencia científica existente, cada año cientos de profesores asisten a cursos de capacitación para aprender a detectar diferentes estilos de aprendizajes y conocer las últimas técnicas para hacer clases adaptadas a cada estilo, y así poder dar cumplimiento a los decretos del Mineduc.

El mensaje final es poner fin de una vez por todas al negocio de la pseudociencia en educación. Es crucial que docentes y directivos de colegios denuncien a quienes, aprovechándose del gran interés que despierta la neurociencia en el público general y en la educación en particular, quieran lucrar con sus anhelos ofreciendo recetas mágicas vestidas de cientificismo para aprender y enseñar mejor. Se insta a la cautela y a cultivar una actitud crítica respecto de este tipo de intervenciones fraudulentas que sobre-simplifican un problema muy complejo como es el aprendizaje en contextos escolares. Tal como señala Hyatt (2007), es tiempo de que los educadores y otras entidades formativas en el ámbito educativo –sean universidades u otras entidades– se aseguren de que las prácticas que no estén basadas en evidencia se dejen de usar con niños, con la esperanza de mejorar aprendizajes. Esto último es también una invitación al Mineduc a revisar el sustento empírico de las intervenciones educativas que mandata por decreto, con el objetivo de derribar falsas creencias y construir entre todos una educación de calidad, a escala humana y basada en evidencia.

Fuente: https://www.latercera.com/tendencias/noticia/columna-educacion-mito-la-educacion-basada-cerebro/280421/

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Mi hospital es mi colegio: la vida de los niños que estudian entre pizarrones y fármacos

Entrevista  a: Isidora Galleguillos

Por: Diario La Tercera

En Chile hay 47 escuelas que funcionan dentro de hospitales y clínicas. Sólo en los últimos tres años, más de 59 mil niños se matricularon en ellas. Reconocidos por el Ministerio de Educación, a estos colegios asisten niños y jóvenes que están internados o que siguen tratamientos largos en esos centros de salud. Muchas veces es más que enseñanza: es sobre todo un espacio de compañía y vínculos. Así ocurre en el Calvo Mackenna. Así lo siente la pequeña Isidora Galleguillos.

¿Por qué te gusta tanto estar hospitalizada?, preguntará la madre.
Porque así no me siento tan sola, contestará la hija.

Para conversar con Isidora Galleguillos (12) hay que seguir cuatro pasos: ponerse un traje celeste desde el cuello a los tobillos, lavarse las manos y muñecas en el lavamanos a la entrada de su habitación en el Hospital Luis Calvo Mackenna, ponerse guantes quirúrgicos y correr las dos mamparas que anteceden su cama. Recién entonces se puede escuchar el tono grave y fuerte con el que la niña recibe a sus invitados, como les dice ella, que en realidad son su madre, algunos familiares y los doctores que van a examinarla o a mirar que el oxígeno llegue bien por las mangueras.

El cubículo donde está Isidora tiene vista a los edificios aledaños de Providencia, en los que de noche ella ve la vida que se hace afuera de un hospital. Al otro costado de la pieza están las camas vecinas de dos adolescentes aislados, como ella, separadas por puertas de vidrio. Los tres niños, que no tienen contacto entre sí, forman parte del “sector agudo”. Ese donde habitualmente llegan pacientes oncológicos graves. Pero hay excepciones médicas, e Isidora es una de ellas: su diagnóstico no es cáncer, sino una fibrosis quística severa, que perjudica progresivamente sus pulmones y el páncreas.

Un resfriado o una infección pequeña en Isidora pueden convertirse en un caos de salud que a veces culmina en una hospitalización de no menos de 14 días. Junto a la niña siempre está Elizabeth Mardones (36), su madre. Hoy le trajo una caja con 25 lápices de colores y una bolsa de útiles escolares para que su hija menor se entretenga en esta primera hospitalización del año.

El aspecto de la niña no es de alguien que tiene un mal crónico. “La Isi es enérgica, habla, se mueve harto. A veces se cansa, pero no parece estar enferma”, dice su madre. La fibrosis quística, la mayoría de las veces, es asintomática en ella, pero cuando hay síntomas la niña sufre vómitos, fatiga y falta de oxigenación. Esta vez el ingreso fue porque el malestar era evidente, aunque nunca invalidante hasta el punto de no hacer las tareas que le asignan en séptimo básico.

Ese dato no es trivial: para Isidora, el hospital es su colegio.

Educación, también compañía

Sólo una calle interior los divide. A un costado, el Hospital Calvo Mackenna. Al otro, el colegio Con todo el Corazón. La profesora Macarena Cid cruza de un lado a otro para visitar a Isidora cuando está hospitalizada.

Macarena Cid sabe de memoria los cuatro pasos antes de entrar a ver a Isidora, e Isidora sabe que puede obtener fácilmente la atención de su profesora enviándole al menos cinco WhatsApps para saber a qué hora pasará a verla en su día 13 de hospitalización. “¡Menos mal que llegó!”, le dice su alumna al verla entrar .

La niña usa unas orejas de conejo hechas de tela rosada con brillos y lentejuelas del mismo color. Las enciende con un dedo para alumbrar su cara mientras empieza la revisión de las tareas. Ha avanzado bien, por lo que la menor, ahora alumna, recibe una felicitación de su maestra. Ambas se abrazan. Entra el infectólogo José Cofré, médico tratante de Isidora, que está haciendo ronda de despedida, porque no trabajará más en el Calvo Mackenna. La niña, ahora paciente, lo echa: “Todavía no termino la carta que le estoy haciendo, ¡váyase!”.

La visita de la profesora dura una hora. Luego sale de la habitación, camina por el hospital, cruza la calle interior y entra de nuevo al colegio. No tarda más de dos minutos. Con todo el Corazón es un establecimiento de madera pintada de colores. En el patio delantero hay taca-taca, una mesa de pimpón, una bodega y, a la entrada, un muro con dibujos hechos por los niños que han sido alumnos del lugar, que desde 2009 -año de su creación- suman 1.030 estudiantes matriculados. Frente al muro de entrada, hay dos salas: la oficina de la directora, Constanza Labbé, y el comedor donde las madres esperan a que avance la jornada escolar de sus hijos. De 9 a 14 horas. De lunes a viernes.

Entre los años 2000 y 2008 existía aquí otro establecimiento que funcionaba bajo la tutela de la Sociedad Pro Ayuda del Niño Leucémico. Luego la pedagoda Constanza Labbé formó un nuevo proyecto que es el colegio que hoy tiene el Calvo Mackenna y que es parte de las 47 escuelas intrahospitalarias que existen en Chile (ver recuadro*). Según cifras del Ministerio de Educación, entre 2014 y 2017 se matricularon 59.583 niños en todas estas escuelas.

Las clases tienen un ritmo distinto a los colegios tradicionales, aunque nunca dejan de ceñirse a las bases curriculares que entrega el Mineduc. En Con todo el Corazón, si un niño está en horario de clases y no quiere estudiar o no se concentra, no hay reproches. Al contrario, los profesores se adaptan al momento que ellos viven. “Si están hospitalizados y cansados, o tienen la guata revuelta después de una quimioterapia y no se sienten bien, o simplemente quieren hacer otra cosa, lo hacemos y les leemos un cuento, o pintamos mandalas, o vemos tele y conversamos”, dice la directora.

En el colegio hay salas de clases para cada ciclo: de prekínder a kínder, de primero a cuarto básico, de quinto a octavo y otra para alumnos de primero a cuarto medio. En todas abundan los colores; y algunas, incluso, tienen pizarrón con tecnología touch. Hay una biblioteca con autores como José Luis Borges, Roberto Bolaño y Julio Cortázar, y una sala de computación. En el pasillo que da a las salas hay siempre jabón líquido para las manos, porque la higiene es vital con los pacientes-alumnos.
Este año, Constanza Labbé creó un espacio que llama la Sala del Alma. “Aquí los niños pueden venir durante o fuera de clases a pensar, pintar, reflexionar. Pondremos un altar para honrar a los niños que se han ido o para que los niños recen si son creyentes”, dice.

Actualmente, el colegio tiene 72 alumnos. Sólo se pueden matricular niños que se atienden en el Calvo Mackenna y que por indicación médica no están aptos para ir a colegios tradicionales. La mayoría tiene enfermedades crónicas o terminales y, según la directora, quienes padecen insuficiencia renal o fibrosis quística son los que reciben una educación hospitalaria más prolongada. “Su tratamiento es extendido y se les dificulta más ir a un colegio normal”, dice. Cuando los alumnos son hospitalizados y no pueden asistir al colegio, son los 13 profesores de la escuela los que se mueven hasta ellos.

Los estudiantes no sólo son de Santiago; en muchos casos vienen de regiones, porque el tratamiento que necesitan sólo se puede hacer en el Calvo Mackenna. “Muchas de esas familias tienen que dividirse. Los hogares y casas de acogida reciben sólo a las mamás con el hijo enfermo, entonces empiezan una nueva vida muy solitaria. En esos casos, el colegio les sirve también para hacerse amigos y compañía”, dice la profesora Macarena Cid.

Todos graduados

ALUMNA MARTINA AGUILERA, 10 AÑOS. FOTO: MARCELO SEGURA

En 2017, varios alumnos del colegio del Calvo Mackenna fueron dados de alta. Otros fueron reenviados a sus colegios de origen. Otros, cerca de 15, fallecieron. “Este colegio nos aporta una sensibilidad maravillosa que nos hace bien como hospital. Son nuestros socios para fortalecer a los niños y niñas en su lucha frente a la enfermedad”, dice Jorge Lastra, director de hospital.

Cuando un niño lleva muchos días hospitalizado o empeora su salud, las madres corren la voz y sus hijos se organizan para ir a visitarlos. Sergio Ramírez (20) vivió esa solidaridad de cerca. Llegó al colegio en 2006, cuando éste aún no era reconocido por el Ministerio de Educación. Entró a cuarto básico, con un problema congénito al corazón. Tuvo que someterse a múltiples cirugías. A los 10 años, incluso, le instalaron un marcapasos. “Entrar en este colegio me sirvió mucho, porque uno ve cosas que otros niños de colegios normales nunca van a ver. Se valora distinto la amistad, porque en un colegio hospitalario un niño puede morir en cualquier momento”, dice el joven, que en diciembre egresó de cuarto medio y hoy estudia Trabajo Social en la Universidad Alberto Hurtado.

Ramírez es un caso emblemático en el colegio. Es el estudiante que más tiempo ha estado aquí. Que haya ingresado a la universidad es una muestra, dice la directora, de que el colegio funciona como cualquier otro en cuanto a la educación que entrega.

Nueve estudiantes se han graduado de cuarto medio. Sin embargo, aquí todos los alumnos se gradúan a fin de año, sin importar el curso que estén ni si continuarán el siguiente. “Lo hacemos porque le han ganado a todo en un año. Es simbólico”, explica Labbé.

Paola Góngora, madre de Martina Aguilera (10), quien está en tratamiento por un sarcoma de Ewing, agradece la dedicación del colegio: “A los niños los tratan como si fueran sus propios hijos y eso es una ayuda enorme”. Las madres son las que generalmente acompañan y esperan a sus hijos mientras estudian. Conversan entre ellas, generan vínculos. Casi todas llevan una pulsera roja en su muñeca.

Deja vu

La mamá de Isidora, Elizabeth Mardones, ha delegado la tarea de explicarle el desarrollo de su fibrosis quística a la sicóloga que la atiende desde los cuatro años en el Calvo Mackenna. Una vez, la niña llegó a la casa preguntándole a la madre por qué era ella la que se había enfermado y no su hermano mayor. Lo que aún no sabía era que había existido Antonia, una hermana que nació antes que ella y que murió de esa misma enfermedad. A los cuatro meses de vida.

Dos meses después de esa muerte, Elizabeth quedó embarazada de Isidora. “Me morí de miedo, no quería pasar por lo mismo”, recuerda. El embarazo no tuvo sobresaltos. La complicación fue después del parto: Isidora nació con un reflujo severo, aunque sin sospechas de que podía padecer fibrosis quística. A los dos meses tenía cuadros de vómitos y fiebre esporádicos, y pese a que se alimentaba correctamente, no subía de peso. Hasta que en el Calvo Mackenna le dieron un diagnóstico.

Entonces Elizabeth y su marido vivieron un deja vu. El médico les dijo que Isidora tenía fibrosis quística severa. Pero, a diferencia de su hermana, había optimismo: con buena alimentación y tratamiento, podía durar muchos años. Para acortar los riesgos, sus padres se compraron un departamento al lado del hospital. Elizabeth, hoy separada, es quien lleva a la niña a los controles médicos y al colegio Con todo el Corazón. Isidora llegó allí a primero básico.

Faltar un día a clases, hasta hoy, hace llorar a Isidora. De este colegio han salido sus mejores amigos. También sus primeros signos de líder. “La Isi llena de vida el colegio. Tiene mucha energía y es muy buena liderando cosas”, dice Sergio Ramírez, quien coincidió varios años con ella.

Como los zorros

TODOS LOS ESTUDIANTES DEL COLEGIO CON TODO EL CORAZÓN. FOTO: MARCELO SEGURA

La muerte de un zorro viejo y querido remece a todos los animales del bosque. Poco a poco, cada uno llega para rodear el cadáver de su amigo al que lloran hasta que uno de ellos toma la palabra y cuenta una historia que vivieron los dos. El ejercicio se replica y de la pena se pasa a la alegría de haber conocido a su amigo zorro.

Esa historia aparece en el libro El árbol de la vida, de Britta Teckentrup y es la elegida por Constanza Labbé para reflexionar con sus alumnos de básica sobre la muerte. Un tema necesario en un lugar como éste, donde la lucha por la vida es diaria y no siempre con éxito.

El domingo se cumplieron tres meses de la muerte de Sebastián San Martín, el mejor amigo de Isidora. Tenía 12 años y hace cinco se conocieron mientras se hacían los mismos exámenes y tratamientos para la fibrosis quística. Eran cuatro amigos inseparables: tres niñas y él. “Cuando falleció, no sabía cómo decirle a la Isidora. Cuando lo hice, ella se quedó callada”, recuerda Elizabeth. La niña no habló con nadie en el colegio ni en el funeral. Días después, le explicó a su mamá que era mejor así para evitar la pena.

Cuando muere un niño del colegio Con todo el Corazón, hacen algo parecido a la historia de los zorros. Se juntan todos en la sala en la que estudiaba el niño, forman un círculo, encienden una vela y conversan sobre las travesuras y alegrías que vivieron con él. Luego escriben cartas, las queman y las depositan en un árbol del patio delantero para que, simbólicamente, el niño se convierta en vida.

“Tuve que darle la vuelta a la perspectiva que tenía sobre la muerte para poder ser un aporte y no hundirme con los niños”, dice la profesora Macarena Cid. Pese a eso, siempre la muerte duele. “Muchos niños en estado terminal vienen en las últimas a vernos; y si no pueden, nosotros vamos y los acompañamos en lo que queda”, dice Constanza Labbé. La última partida fue hace casi dos semanas: una niña de prekínder con una leucemia fulminante. “No tengo cuero de chancho con esas cosas -explica la directora- y cuando lo tenga voy a irme, porque nosotros no somos sólo un colegio: somos un sostén emocional”.

De salida

EL EX ALUMNO SERGIO RAMÍREZ (20), ISIDORA GALLEGUILLOS Y CONSTANZA LABBÉ, DIRECTORA DEL COLEGIO CON TODO EL CORAZÓN.

Antes de que Macarena Cid abandone el cubículo donde Isidora está internada, la niña le dice que está triste porque el rumor, dice ella, es que le van a dar el alta.
La niña acierta.

Al día siguiente, Elizabeth Mardones firmará los papeles que le devolverán a su hija la vida fuera del hospital. Pero Isidora se pondrá a llorar. Entonces la madre le hará esa pregunta:

-Ay, Isidora, ¿por qué te gusta tanto estar hospitalizada?

Y la niña le responderá:
-Porque así no me siento tan sola.

 Ya son 47

A lo largo de Chile existen 47 escuelas hospitalarias, las cuales dependen de la Unidad Especial de Educación (UEE) del Mineduc. De ellas, 23 se concentran en Santiago; 14 en el sur -en lugares como Talca, Cañete, Osorno y Puerto Montt, entre otros-; siete en el norte -Copiapó, La Serena, Ovalle, Calama, Iquique y Antofagasta-, y 3 en la Región de Valparaíso.

El colegio del Hospital Calvo Mackenna es el más grande y con mayor flujo de estudiantes, indica Tomás Arredondo, director de la UEE.

Sólo cinco de estas escuelas funcionan de manera privada. El resto depende de una subvención entregada por el Mineduc, que varía de acuerdo a la asistencia de los alumnos. “El problema es que eso es algo que no podemos controlar. A veces los niños dejan el colegio en el camino, se van porque les dan el alta o mueren”, explica Constanza Labbé, directora del colegio Con todo el Corazón.

El promedio de subvención mensual que cada escuela recibe por alumno, según la Coordinación Nacional de Subvenciones del Mineduc, es de $ 258.597.

Las escuelas hospitalarias son unidades de apoyo cuyo objetivo es proporcionar atención educativa y garantizar, según explica Arredondo, “la continuidad del proceso educativo de los escolares de educación parvularia, básica, especial y media que estén hospitalizados, en tratamiento médico ambulatorio o domiciliario”. El impulso para fomentar estas iniciativas partió el 15 de agosto de 1990 cuando Chile adhirió al artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos del Niño, donde se reconoce el derecho a la educación en igualdad de oportunidades para todos los niños, independiente de su estado de salud. Nueve años después esto se formalizó y se dio reconocimiento oficial a las escuelas y aulas hospitalarias.

La administración de los colegios depende de cada sostenedor, que puede ser una fundación, una corporación, una asociación sin fines de lucro o un municipio. Cada escuela debe funcionar en el mismo recinto hospitalario y contar con la aprobación por escrito del director del hospital. El trámite de creación se realiza en la Secretaría Ministerial de Educación de la respectiva región donde va a funcionar el proyecto educativo. Cada aula debe disponer de mobiliario, equipamiento, elementos de enseñanza y material didáctico adecuados al nivel y modalidad que se imparta en cada curso, además de ceñirse a las bases curriculares por las que se rige todo el sistema educativo chileno.

En la última década, dice el director de la UEE, “se han creado 30 escuelas y aulas hospitalarias y se han atendido cerca de 200 mil niños y jóvenes”.

Fuente: http://www.latercera.com/tendencias/noticia/mi-hospital-es-mi-colegio/110251/

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Chile: “Nobel de la Educación” recibe más de 22 mil postulaciones locales

Chile / 12 de agosto de 2018 / Autor: Fuente Externa / Fuente: Elige Educar

Especialistas revisarán las nominaciones y elegirán cinco representantes para la edición global.

Un número de 22.773 profesores fueron postulados por alumnos, familiares o conocidos a la versión chilena del Global Teacher Prize (GTP), competencia organizada por la Fundación Varkey y que busca reconocer a los mejores docentes del mundo.

La edición local, organizada por Elige Educar desde 2016, recibió postulaciones entre el 11 de junio y el 30 de julio. Luego fueron los mismos docentes los que tuvieron que completar el proceso, contando su historia y sus méritos para ganar el título del mejor profesor de Chile, además de un viaje y 10 mil dólares. 739 profesores realizaron esa inscripción y ahora serán evaluados por un jurado de siete figuras relacionadas con la educación, incluyendo a Eligio Salamanca, ganador del GTP Chile 2016, y a Beatrice Ávalos, Premio Nacional de Educación 2013.

Del total de postulados, 60,4% proviene de la Región Metropolitana, mientras que tanto la Región del Bíobío como la de Valparaíso aportan 6,9% de los casos. 37,8% trabaja en recintos municipales, siendo 33,9% de instituciones particulares subvencionadas y 13,6% de particulares pagadas.

Ahora el jurado deberá elegir a un ganador y cuatro finalistas que serán postulados al Global Teacher Prize internacional. Este premio, en el que compiten docentes de todo el mundo, selecciona en una primera etapa a 50 semifinalistas. Desde la creación de la versión local, tres chilenos han llegado a esta instancia.

Tras una segunda selección de 10 personas, el reconocimiento, también llamado el “Nobel de la Educación”, finalmente es entregado en una conferencia en Dubái, junto con un premio de un millón de dólares.

Fuente de la Noticia:

http://eligeeducar.cl/nobel-la-educacion-recibe-mas-22-mil-postulaciones-locales

ove/mahv

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Estudio de académico de UDA detectó estrecha relación entre Obesidad, Educación, Pobreza y Desarrollo Económico

América del Sur/Chile/.uda.cl

El académico del Departamento de Industria y Negocios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Atacama (UDA), Dr. Planck Barahona Urbina, presentó su investigación en el reciente XXXII Congreso de Economía Aplicada ASEPELT celebrado en la Universidad de Huelva, España.

El Dr. Planck Barahona explicó que la investigación presentada se titula “Factores Asociados a la Obesidad Infantil en Chile» y que el propósito de la investigación fue determinar, a partir de distintas variables macroeconómicas, los factores asociados a la prevalencia de la obesidad infantil en Chile en el periodo 2001-2009 para una muestra de 533.044 niños y niñas”.

La Asociación Internacional de Economía Aplicada (ASEPELT), corresponde a una entidad que agrupa a investigadores, docentes y profesionales, así como a instituciones interesadas en el trabajo científico o en la promoción del mismo.

Para dar contexto, el académico explicó que Chile se halla dentro de los países con mayor sobrepeso infantil.Según un informe de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) del año 2016, sólo cuatro de cada diez escolares estaban en su peso ideal, esto es; el 50,3% de niños de pre-kinder presentaban sobrepeso u obesidad y en Kinder un 52%. El pre-kinder fue el nivel de mayor aumento de la prevalencia de la obesidad y en 20 años se duplicó la tasa de obesidad en primero básico.

“En el estudio se incluyeron variables tales como; el índice de GINI (como una medida de la desigualdad del ingreso), el Índice de Desarrollo Humano (IDH, como una medida de bienestar de las naciones), la escolaridad promedio de la población (en años), el gasto en educación y salud realizado por el gobierno como porcentaje del PIB”, detalló el profesional.

El Doctor en Economía Aplicada comentó que “el estudio de la obesidad, y sus causas, ha sido objeto de estudio desde la disciplina de la Economía Aplicada. En este sentido, la evidencia científica ha observado que la prevalencia de la obesidad es multifactorial y en muchas ocasiones está ligada a la pobreza y la desigualdad económica de los hogares. Distintos estudios internacionales han puesto de manifiesto que la obesidad se da con mayor fuerza en los estratos sociales de menores ingresos y de menor educación”.

CONCLUSIONES

En cuanto a las conclusiones, Planck Barahona indicó que “el resultado de la investigación econométrica determinó que la obesidad está fuertemente relacionada con el nivel educativo de las personas, es decir a menor escolaridad mayor es la prevalencia de la obesidad. Igualmente se encontró que la desigualdad en la distribución del ingreso socaba el bienestar de las personas e igualmente tiene un efecto negativo sobre la obesidad de los infantes”.

El economista agregó que “todo parece indicar que la obesidad se da con mayor fuerza en los estratos sociales de menores ingresos. Otro hallazgo interesante fue que el aumento del gasto en salud de parte del gobierno tiende a disminuir la prevalencia de la obesidad infantil”.

Cabe señalar que, el artículo de profesor Barahona, ha sido sometido a una revista científica indexada en el área de la Economía aplicada a la salud.

Fuente: http://www.uda.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=3817:estudio-de-academico-de-uda-detecto-estrecha-relacion-entre-obesidad-educacion-pobreza-y-desarrollo-economico&catid=15:noticias-uda&Itemid=253

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