El Mostrador Braga conversó con Karla Donoso, psicóloga infanto juvenil especialista en sexualidad, quien expone la realidad chilena en torno a la educación sexual en infancia, adolescencia y adultez, las principales problemáticas derivadas de las carencias en educación y comunicación en esta materia, el adultocentrismo y los caminos hacia la construcción de una relación con el cuerpo sexuado autónoma y responsable.
“Llegamos tarde a la educación sexual de nuestras hijas e hijos”, dice Karla Donoso, psicóloga del equipo docente del CESCH (Centro de estudios de la sexualidad de Chile) para manifestar que en el país existe una deuda en torno a este tema. La salud sexual y reproductiva es otra arista de la salud pública que se ha remecido en este periodo. La educación juega un rol central en su prevención, diagnóstico precoz y tratamiento. ¿Nos ha faltado tiempo o espacio para conversar? ¿Cómo, cuándo y quién nos educa para hablar sobre sexualidad? La respuesta a estas preguntas a continuación en reportaje para El Mostrador Braga.
Es un hecho que en los últimos años y en un país que se transforma minuto a minuto, ha existido una apertura a poner sobre la mesa temas que por muchos años fueron cubiertos por el pudor, sin embargo es probable que esta apertura no alcance para establecer programas Ministeriales que fortalezcan la intimidad, autoconocimiento y autonomía de nuestras niñas y niños, por tanto la educación sexual se ha transformado en una verdadera tradición oral, en la que los padres son quienes ponderan la opinión “creo ciertamente que aún para muchos es un tabú. El mundo adulto que hoy está a cargo de hablar sobre estas temáticas fue criado bajo estrictas reglas morales y religiosas que han impactado negativamente en la capacidad de abrirse a estas temáticas”, opina Karla sobre el adultocentrismo aún presente en sexualidad.
Sin miradas reduccionistas, “debemos entender que la sexualidad se refiere a cómo nos relacionamos con un otro y consigo mismos, a las formas en que entendemos el cariño, a cómo son nuestros apegos y vínculos primarios. Implica también el cómo nos comunicamos, cómo resolvemos conflictos, cómo les hablamos a nuestros hijos, todo eso habla de sexualidad. Creo que cuando entendamos la sexualidad desde allí, ese será el momento en que podremos educarnos realmente para tener una vida sexual responsable”, explica.
Carencia de educación sexual en Chile
La psicóloga expone que la existencia de una “seria carencia a nivel país”, esto ya que no existe un programa unificado por el Ministerio de Educación que se encargue de cubrir temas como educación sexual y sexualidad, “muchas veces tiende a confundirse o tratarse como si fueran conceptos sinónimos siendo que la sexualidad es mucho más amplia”, subraya y aclara que en actualmente existen siete programas reconocidos por el Ministerio de Educación organizados por universidades y centros particulares u otro tipo de programas a los que los colegios pueden acceder, sin embargo esta oferta no es suficiente de acuerdo a la evaluación de la especialista, ya que no incluyen a los tres estamentos básicos que son estudiantes, progenitores y profesores y “sino se trabaja con los tres al mismo tiempo finalmente la educación sexual se vuelve difusa y poco práctica porque, en ocasiones, difiere con los valores morales o creencias familiares, creando un conflicto en los y las adolescentes”, examina.
En este orden, Karla se refiere a los adultos, quienes no se encuentran al margen de esta situación, existiendo muy pocas instancias de formación en esta materia dirigida a ellos, quedando a merced de “algunas charlas que los establecimientos educacionales pudieran entregar”, por tanto plantea que el capital cultural en torno a la sexualidad que los adultos manejan es lo aprendido en su núcleo familiar, quedando sujeto a “las conversaciones, creencias, criterios morales y mitos asociados y que impide la transmisión de información certera hacia los adolescentes”.
Y vislumbra el problema general de la cuestión y el que radica en el foco que se da a la educación sexual, hoy volcado hacia “lo biologicista”, dice y explica“se reduce al coito, las ITS, el uso del preservativo y los anticonceptivos, pero sin un marco que entregue la real importancia del uso de estos dos últimos elementos”.
Así, la comunicación se encontraría debilitada, ya que a su juicio, las inquietudes no están centradas en las reales necesidades de los adolescentes, abandonándolos al uso de internet en busca de respuestas lo que representa un peligro, puesto que “ellos tienen acceso a mucho contenido desde la pornografía, el internet o desde lo que sus amigos o amigas les cuentan”, de esta forma el desconocimiento se profundiza como “una bola de nieve”, reduciéndolo al básico uso de preservativos y la falsa creencia de que “a ellos jamás les ocurrirá nada, que es incómodo y no se le toma el real peso en su vida sexual cotidiana”, enfatiza.
“Finalmente, hoy en contexto de pandemia, esta temática ha quedado relegada al olvido pese a su importancia, pues los colegios deben enfrentarse a otras temáticas más urgentes”, sentencia.
Intimidad y autonomía sexual: una mirada desde el adultocentrismo
“No podemos hablar sobre autonomía en ésta área si partimos hablando de educación sexual a los 15 – 16 años, hoy hay niños que ven pornografía desde los 9 o 10 años por lo que tenemos que orientarnos a la realidad actual del país”, dice Karla para iniciar este punto. “También, es importante considerar que la edad de inicio en la vida sexual en nuestro país es muy precoz”, señala y comenta una experiencia obtenida a partir de estudios realizados en establecimientos educacionales donde se ha observado que la actividad sexual se inicia alrededor de los 12 o 13 años, “sin mucho contexto, pero con harta curiosidad y por supuesto sin ningún tipo de protección: ni anticonceptiva, ni de preservativo. Por lo tanto, creo que desde los 12 años es necesario hablar con nuestros hijos e hijas respecto de estos temas, esto con objeto de que puedan tomar decisiones informadas y acompañadas por nosotros como adultos”.
La autonomía es relativa, la especialista no considera pertinente “dejar a un adolescente ser completamente autónomo en esta materia”, siendo fundamental el acompañamiento y la supervisión de los adultos, ya que “la adolescencia es una etapa donde se vive al límite creyendo que a otros les ocurrirán cosas y no a mí, por lo tanto, tienden al descuido, a olvidarse de las pastillas anticonceptivas o del preservativo. Además, aún se tiende a polarizar que en una relación de pareja la mujer debe velar por su anticoncepción y el hombre por el uso del preservativo cuando se debería instar a que ambas partes mantengan una preocupación por la temática de manera global”.En esta línea “Autonomía no es sinónimo de dejarlos sin un soporte”.
Tal vez nos ha faltado tiempo y espacio para conversar, de acuerdo a la opinón de la psicóloga “no es común que las familias hablen abiertamente sobre sexo, prevención y anticoncepción”, es así entonteces que “nunca se trabajó la educación sexual propiamente tal, no se daba espacio a la discusión sobre esta temática”, agrega la especialista para reflexionar que la sexualidad es un tema que “se trataba como algo más bien oculto que se debía aprender desde la experiencia”. Es esa la raíz por la que los adultos“hoy no tienen las herramientas apropiadas para poder hablar sobre sexo, se sienten inexpertos en el tema, les da vergüenza, no saben cómo afrontar las preguntas de sus hijos y se quedan sin responder”, dijo.
Por tanto el adultocentrismo que se vive en torno a la sexualidad no sería sinónimo de orientaciones a la medida de las necesidades de las y los adolescentes que inician su vida sexual. La realidad indica lo contrario, siendo altamente probable que ni la gran mayoría de las madres y padres y/o los adultos a cargo en los colegios se encuentren preparados para abordar incluso su propia educación sexual.
Por otro lado, la psicóloga señala que “los padres se niegan a una realidad que ocurre y que es que la edad de inicio sexual es muy baja en el país y aún así muchas veces prefieren evitar la temática y confiarle al establecimiento educacional ese trabajo, el problema es que allí tampoco se aborda la temática y los adolescentes siguen quedando con las mismas dudas.
Finalmente, la clave estaría en la comunicación y la búsqueda de equilibrios “contar con la opinión de los adolescentes, de lo que ellos quieren saber y también incorporar los conocimientos que como adultos formados en el área tenemos y que son relevantes a la realidad país.Mientras el adulto no considere la opinión de los adolescentes en la temática muchos programas de educación sexual están destinados al fracaso y pasarán a ser otra clase expositiva más”.
Y todo se inicia en casa, la educación sexual en la adultez no es un detalle, “es muy difícil que los adolescentes puedan tener una vida sexual responsable, ya que son los adultos quienes tienen el control de los anticonceptivos y preservativos por un tema económico, quedando a criterio (o descriterio) de los padres, el cómo se incorporará ese tema en la vida de sus hijos”, puntualiza y finaliza manifestando que “Muchos creen que con comprar las pastillas es suficiente, pero no explican cómo usarlas o cuál es la verdadera importancia de su uso, así como también se cree que porque no vemos a la pareja podemos dejar de usarlas y luego volver a ellas, eso sólo habla del desconocimiento que hoy presentamos como sociedad y estamos poniendo en riesgo a nuestros adolescentes por la falta de formación de los adultos”, finaliza.
Fuente: https://www.elmostrador.cl/braga/2020/07/17/hablar-sobre-sexualidad-continua-siendo-un-tabu-los-pendientes-de-la-educacion-sexual-en-chile/