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Las protestas en Colombia abandonan la cuarentena

En Colombia, las protestas han salido de la cuarentena. Y ya muestran su nueva normalidad: el lunes pasado, en una jornada nacional avisada con antelación por el Comité Nacional de Paro, conformado, entre otros, por centrales obreras, colectivos de jóvenes, maestros y pensionados, el país volvió a marchar.

La convocatoria, temida por los gobiernos locales y el nacional luego de los violentos hechos del pasado 9 y 10 de septiembre principalmente en Bogotá, aunque también con impacto en otras ciudades, para sorpresa del país transcurrió en casi total calma, si se la compara con lo sucedido a principios del mes tras el asesinato de Javier Ordoñez a manos de policías, conformando un caso más de exceso de la fuerza pública que desembocó en dos días de violencia, muerte y caos que no se veían en la ciudad desde hacía décadas.

El saldo, 13 muertos, 202 civiles heridos –buena parte de ellos por la propia fuerza pública, como está en investigación-, 194 policías heridos y la destrucción de estaciones de policía en diferentes partes de la ciudad, en especial en las zonas más populares, además de comercio, transporte público y hasta las fachadas de casas en zonas residenciales. Y, ante todo, un rechazo generalizado en el país por los abusos de la fuerza pública y su comportamiento vandálico, pero también un repudio a la violencia de grupos de vándalos que se infiltran para arrasar con todo.

Por eso, las marchas de 21S –como se denominaron- parecían generar mayor atención por lo que podría suceder que por las demandas al gobierno nacional que llegaban nuevamente a la calle. Cabe recordar que el pasado mes de noviembre el país vivó una serie de marchas de protesta por el asesinato de líderes sociales, el incumplimiento del Acuerdo de Paz y por reivindicaciones salariales y sociales estancadas o afectadas por la reforma tributaria y pensional propuesta por el gobierno de Iván Duque.

Todo quedó congelado con el fin de año, unas mesas de diálogo instaladas para tratar cada tema y la llegada del Covid-19, lo que le pudo dar tiempo para avanzar al gobierno y concretar resultados que disminuyeran la presión desde ese flanco. Pero, por el contrario, la pandemia trajo un impacto económico que se suma a los reclamos previos, el asesinato de líderes sociales no ha tenido respiro y el número de masacres ha aumentado de manera pavorosa.

El cuadro clínico de la salud económica y social del país luce hoy más riesgoso que el virus. De ahí las nuevas protestas, a las que se suman las exigencias para la reforma de la policía y los métodos de represión utilizados para sofocar la legítima protesta social. La propia Corte Suprema de Justicia, en respuesta a una tutela presentada en abril pasado por ciudadanos y facultades de derecho de prestigiosas universidades del país por los excesos de la fuerza pública durante las marchas de noviembre de 2019, sentenció el martes que los escuadrones antidisturbios deben dejar de usar la escopeta calibre 12, entre otros esquemas, hasta tanto no se revisen protocolos y garantías en su uso.

El gobierno respondió con su determinación de llevar la sentencia a la Corte Constitucional para su revisión. En todo caso, las marchas seguirán su curso amparadas por esta sentencia que los expertos y defensores de derechos humanos colombianos e internacionales consideran crucial para el ejercicio de la protesta social, a la que cada día más se le trata de poner el rótulo de acciones de grupos subversivos o similares para cuestionarla o sofocarla con métodos muy distantes de los derechos constitucionales. El debate, entonces, ya no solo dará en las calles sino en los estrados.

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Colombia, ESPECIAL: Colegios de Bogotá avanzan en proceso de apertura gradual de clases

América del Sur/Colombia/27-09-2020/Autor: César Mariño García/Fuente: spanish.xinhuanet.com

Una maestra que porta una mascarilla y una careta participa en el proceso de toma de temperatura como parte del protocolo de bioseguridad en el Colegio Rochester, en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, el 23 de septiembre de 2020. Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19. (Xinhua/Jhon Paz).

Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19.

Los lineamientos trazados por el gobierno de la ciudad para garantizar la apertura gradual de los centros educativos incluyen el uso obligatorio de cubrebocas, el lavado permanente de manos y la desinfección con productos químicos, entre ellos el alcohol, antes de ingresar a las aulas o a las zonas compartidas.

De acuerdo con el Ministerio de Comunicación colombiano, 21 municipios adelantaron los requisitos para que sus colegios privados ingresen a la reapertura gradual que comenzó el 27 de agosto.

De su parte la secretaría de Educación del distrito de Bogotá señaló en un reciente comunicado que durante la emergencia devenida por la pandemia la ciudad ha fortalecido sus estrategias para continuar garantizando el acceso y la permanencia y prevenir la deserción escolar.

«Durante la crisis, la matrícula oficial en Bogotá aumentó en al rededor de 4.409 estudiantes, pasamos de 789.000 estudiantes matriculados en el 20 de marzo y ya tenemos más de 793.566 finalizando el mes de junio. Esta es la cifra más alta en matrículas de colegios oficiales en los últimos años», dijo Carlos Reverón en conferencia de prensa virtual del 23 de septiembre, subsecretario de Acceso y Permanencia de la secretaría de educación de Bogotá.

El funcionario agregó que para conseguir ese aumento en medio de la pandemia las autoridades educativas del distrito se han concentrado en «la búsqueda de población desescolarizada tanto de forma presencial, búsqueda casa a casa o de forma virtual y telefónica».

«Sabemos que la pandemia COVID ha impactado y continuará impactando los sistemas educativos en el mundo afectando las condiciones de permanencia y acceso escolar pero en Bogotá trabajamos para mitigar sus efectos y preservar las trayectorias educativas en el mediano y largo plazo», agregó Reverón.

A estas acciones se suma la estrategia del retorno gradual a las clases que comenzó a finales del mes de agosto y contempla tres etapas: en septiembre la reapertura presencial de los colegios privados, instituciones de educación superior y de educación preescolar; la reapertura en octubre de los colegios oficiales del distrito y en noviembre una consolidación de la estrategia a seguir para la reapertura total de los centros educativos en 2021.

Colegios como el Rochester de Bogotá, ubicado al norte de la ciudad, estuvieron entre los aprobados para la reapertura gradual tras cumplir con los requisitos de las secretarías de Educación y Salud y han visto el beneficio en la salud integral de sus alumnos con el reingreso a las aulas.

«Desde el primer día los niños llegaron un poco retraídos, tímidos, llevaban mucho tiempo en sus casas y esta parte de la socialización es muy importante para la salud integral. A medida que han pasado los días, el cambio fue increíble. Nosotros estamos muy felices de tenerlos acá, ellos están muy felices de estar en el colegio», dijo a Xinhua Taniana Leguizamón, médica y coordinadora del comité de bioseguridad de la institución educativa.

«Es muy importante para ellos estar en un campus como este, compartir con sus amigos, hablar con sus maestros, estar en las zonas de recreo, en las zonas compartidas, para ellos ha sido muy importante y para nosotros también, ellos son nuestra razón de ser», agregó.

Entre los requisitos para la reapertura está la realización de una encuesta pormenorizada que da cuenta del estado de salud de cada uno de los estudiantes, así como de la planta docente y demás trabajadores del centro educativo.

También deben estar al tanto de todos los procesos para la realización de cercos epidemiológicos eficientes que eviten la propagación de posibles casos de contagio del nuevo coronavirus.

«Esta encuesta de salud identifica si el estudiante o el docente ha tenido síntomas de salud un mes antes, si ha estado en contacto con personas con COVID-19, si le han realizado o no pruebas, si tienen alguna comorbilidad porque también es muy importante para nosotros conocer las comorbilidades de los alumnos para poder protegerlos y ser más enfáticos en su protección», informó la docente.

Para las directivas del colegio Rochester, institución educativa con más de 60 años de existencia y varios reconocimientos por permanecer a la vanguardia de los procesos escolares a nivel mundial, ha sido de vital importancia la sinergia y los acuerdos con padres de familia que tienen la potestad de decidir si sus hijos regresan a las aulas o continúan recibiendo las clases de manera virtual.

Aseguran que las medidas ordenadas por las autoridades educativas del país han proporcionado garantías de seguridad que cada vez son más respaldadas por los padres de familia.

«Hemos recibido muchas solicitudes de un cambio de aprendizaje en casa a aprendizaje presencial, pero muchas no las hemos podido aceptar porque nosotros tenemos un aforo máximo en cada salón y debemos respetar y cumplir todas estas medidas», concluyó Leguizamón.

Actualmente en Bogotá existen 2.181 colegios de educación media, 1782 son de carácter privado y 399 oficiales, además 128 instituciones de educación superior. En total se estima que más de 2.300.000 personas hacen parte de la comunidad educativa de la capital colombiana.

 

COLOMBIA-BOGOTA-COVID 19

BOGOTA, 23 septiembre, 2020 (Xinhua) — Una maestra cumple el proceso de distanciamiento social junto a varios alumnos como parte del protocolo de bioseguridad en el Colegio Rochester, en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, el 23 de septiembre de 2020. Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19. (Xinhua/Jhon Paz)

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 BOGOTA, 23 septiembre, 2020 (Xinhua) — Un trabajador que porta una mascarilla y una careta desinfecta los pupitres como parte del protocolo de bioseguridad en el Colegio Rochester, en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, el 23 de septiembre de 2020. Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19. (Xinhua/Jhon Paz)

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BOGOTA, 23 septiembre, 2020 (Xinhua) — Una alumna que porta una mascarilla y una careta se lava las manos como parte del protocolo de bioseguridad en el Colegio Rochester, en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, el 23 de septiembre de 2020. Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19. (Xinhua/Jhon Paz)

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 BOGOTA, 23 septiembre, 2020 (Xinhua) — Alumnos que portan mascarillas y caretas asisten a una clase en un aula cumpliendo el protocolo de bioseguridad en el Colegio Rochester, en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, el 23 de septiembre de 2020. Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19. (Xinhua/Jhon Paz)

COLOMBIA-BOGOTA-COVID 19

BOGOTA, 23 septiembre, 2020 (Xinhua) — Alumnos que portan mascarillas y caretas asisten a una clase en un aula cumpliendo el protocolo de bioseguridad en el Colegio Rochester, en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, el 23 de septiembre de 2020. Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19. (Xinhua/Jhon Paz)

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BOGOTA, 23 septiembre, 2020 (Xinhua) — Una maestra que porta una mascarilla y una careta da instrucciones a un alumno cumpliendo el protocolo de bioseguridad en el Colegio Rochester, en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, el 23 de septiembre de 2020. Desde la entrada a las instalaciones, los colegios certificados por las secretarías de Salud y Educación de Bogotá deben tener implementados estrictos protocolos de bioseguridad para que los estudiantes de la ciudad retornen a clases después de seis meses del aislamiento obligatorio ordenado por el gobierno nacional en atención a la emergencia de la COVID-19. (Xinhua/Jhon Paz).

Fuente e Imagen: http://spanish.xinhuanet.com/2020-09/24/c_139392623_2.htm

 

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Colombia: ¿Peligra el proyecto de ley que prohíbe el castigo físico a los niños?

América del sur/Colombia/24 septiembre 2020/semana.com

Esta semana será el tercer debate del proyecto de ley que busca prohibir el castigo físico y los tratos humillantes en la crianza. Algunos sectores religiosos se oponen a esto, ya que consideran que les están imponiendo la ideología de género y modelos educativos a los padres.

El castigo físico sigue siendo el método más usado por los colombianos a la hora de corregir y educar a sus hijos, a pesar de que es una práctica muy controvertida. Un estudio realizado por la Universidad de La Sabana y la Alianza por la Niñez Colombiana evidenció que el 52 por ciento de los niños y niñas en el país recibe algún tipo de golpe como castigo.

Causar dolor, por mínimo que sea, es un acto de violencia. Palmadas, pellizcos, empujones, coscorrones, lavar la boca con jabón o forzar a comer picantes son actos que las personas creen que en su contra son violentos, humillantes y degradantes. Pero cuando son en contra de niñas, niños y adolescentes los justifican como forma de corrección”, explica Gloria Carvalho, secretaria ejecutiva de la Alianza por la Niñez Colombiana.

Buscando cambiar este panorama, la Alianza por la Niñez, el ICBF y algunos congresistas vienen batallando desde hace casi un año para prohibir mediante un proyecto de ley el castigo físico a los niños, con lo que Colombia se convertiría en el país número 57 en el mundo en acabar con esta práctica. El Código Civil tiene una ventana abierta para que los padres castiguen “moderadamente” a sus hijos.

Este martes se desarrollará el tercero de los cuatro debates que debe cursar el proyecto de ley. No obstante, existe preocupación de que el proyecto no pueda seguir su camino legislativo, ya que en las últimas semanas se han presentado fuertes opositores, principalmente del sector religioso, quienes consideran que con este proyecto de ley se les está quitando autonomía a los padres y se imponen modelos de crianza, así como ideología de género.

El representante a la Cámara Carlos Acosta asegura que el proyecto de ley es innecesario, porque se está tratando de crear un derecho a partir de una ley ordinaria y que ya existen mecanismos y leyes de protección a la niñez.

Adicionalmente, varios grupos religiosos han hecho llegar cartas a los senadores solicitándoles archivar el proyecto porque consideran que no refleja real protección de la niñez. “De ser así, incluiría la prohibición de violencia contra los niños que están por nacer, dado que de nada sirve promulgar una ley que dice abanderar la no violencia contra los niños, pero no promueve la protección del niño en el vientre, es decir, desde su concepción”, aseguran.

Además, sostienen que esa ley podría convertirse en un instrumento para que el Estado entre a determinar la orientación y los lineamientos que los padres deben seguir en el proceso de educación de sus hijos, “lo cual atenta directamente contra los derechos establecidos en nuestra carta constitucional”.

No obstante, los defensores de este proyecto aseguran que hay desinformación alrededor del objetivo del proyecto de ley, asegurando que es completamente falso que se le quiera quitar autoridad y autonomía a las familias, o inculcar la ideología de género.

La secretaria ejecutiva de la Alianza por la Niñez, Gloria Carvalho, indicó que el articulado claramente dice que las personas al cuidado de los niños tienen la facultad de vigilar su conducta, corregir y sancionar. “Lo que enfatiza es que no pueden usar ningún tipo de violencia. El límite de la autonomía solo viene dado por el respeto de los derechos humanos”.

Carvalho precisó que lo que se busca es modificar el artículo 262 del Código Civil, que quedaría de la siguiente manera: “Las familias y/o personas encargadas del cuidado personal de los niños, niñas y adolescentes tendrán la facultad de vigilar su conducta, corregirlos y sancionarlos, excluyendo cualquier forma de violencia garantizando su desarrollo armónico e integral».

¿Sirve para corregir?

En Colombia el tema también ha sido examinado. Dos estudios en los que participó Jorge Cuartas, investigador de la Universidad de Harvard y experto en el tema de violencia en la niñez, analizaron a más de 7.000 niños colombianos entre 0 y 16 años, e identificaron el efecto negativo del castigo físico en el desarrollo cognitivo.

Uno de los estudios encontró que niños castigados físicamente a la edad de 2 años tienen un desarrollo cognitivo menor para cuando cumplen 4 años, con una diferencia que es equivalente a 4 meses de desarrollo.

Otro estudio de la Universidad de Harvard también concluyó que los padres que viven en zonas más afectadas por el conflicto armado tienen un mayor riesgo de utilizar el castigo físico.

La evidencia sugiere que ambientes violentos incrementan el riesgo de uso del castigo físico, pero a su vez que la exposición al castigo físico aumenta el riesgo de un desarrollo atípico que puede generar la violencia y fomentar más ambientes violentos.

Sobre los castigos que podrían recibir quienes continúen con este tipo de castigo, el proyecto no contempla sanciones adicionales a las ya existentes en contra de los agresores.

No hay sanciones y sí pide en su artículo 4 crear una estrategia nacional que convoque al Estado en el acompañamiento a las familias –que lo soliciten– en pautas de crianza que no involucren la violencia. No se obliga, no se sanciona, solo se orienta. “No toda prohibición implica una sanción penal”, concluyó Carvalho.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/peligra-el-proyecto-de-ley-que-prohibe-el-castigo-fisico-de-los-ninos/202019/

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Colombia: Indígenas colombianos derrumban estatua de conquistador español

América del Sur/Colombia/20-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

El senador indígena Feliciano Valencia dijo que “cae un símbolo de 500 años de humillación y dominación a los pueblos originarios”.

Decenas de indígenas colombianos derribaron este miércoles la estatua del conquistador español Sebastián de Belalcázar instalada en el Morro de Tulcán, en la ciudad de Popayán, departamento del Cauca, en el oeste del país suramericano.

La imagen del conquistador español (1480-1551) fue derribada en medio de una protesta que llevaban a cabo comuneros de los pueblos Misak, Nasa y Pijao.

La escena quedó registrada en un video, en el cual puede observarse la manera en que es enlazada la estatua de quien fuera nombrado adelantado y gobernador propietario vitalicio de Popayán en 1540, y luego tumbada hacia un costado.

En un mensaje colocado en la red social de Twitter el senador indígena Feliciano Valencia publicó el video y escribió al respecto: “cae un símbolo de 500 años de humillación y dominación a los pueblos originarios”.

“Mis respetos para los hermanos y hermanas Misak. Como Estado pluriétnico y multicultural otras simbologías deben florecer y adornar el paisaje libertario”, agregó el legislador.

El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), por su parte, publicó un tuit en el cual afirma: “Si al Gobierno le indigna la violencia contra las estatuas, a nosotros nos duelen las vidas existentes que nos arrebata la violencia de carne y hueso”.

En otro mensaje, la entidad indígena explicó que las personas que derribaron la estatua lo hicieron porque estaban “cansados de que la muerte en los territorios pase en caballo, en moto, en camionetas, en helicópteros y se lleve vidas, sentires, personas”.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/colombia-indigenas-derribo-estatua-conquistador-espanol-20200917-0001.html

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Se estrenó el documental “el sindicalismo cuenta”. Colombia

“El sindicalismo cuenta” es el nombre del documental que estrenó la Escuela Nacional Sindical esta semana. El lanzamiento se hizo en el marco del evento virtual de entrega de informes del movimiento sindical a la Comisión de la Verdad. El video hace un recuento de las luchas de los sindicatos y de la violencia que han enfrentado.

Quienes estaban conectados al acto virtual pudieron apreciar los 20 minutos que dura el documental el cual narra parte de la historia del sindicalismo en Colombia. Desde ese mismo momento, “el sindicalismo cuenta”, también está disponible en el canal de Youtube de la ENS.

“El sindicalismo colombiano ha vivido lo que ningún movimiento sindical en el mundo. Una violencia histórica, sistemática y selectiva. Al menos 15.245 violaciones a la vida, la libertad y la integridad cometidas contra sindicalistas entre 1971 y 2020, son muestra de ello.” Dice uno de sus apartes el documental “el sindicalismo cuenta”.

De la misma manera, el documental también incluye múltiples testimonios de dirigentes sindicales que narran la violencia que han sufrido sus organizaciones. Queda claro que con las muertes de los sindicalistas se ha perdido la oportunidad de construir una mejor sociedad.

“El movimiento sindical colombiano representa una historia de fuerza y resistencia, es ejemplo para un país que, en medio de los esfuerzos por transitar hacia la paz, sigue sufriendo violencia. Su voz sigue presente en todas las luchas que hoy siguen vivas en el país. A pesar de los intentos por silenciar su voz, acallarla, olvidarla y extinguirla, ¡seguimos hablando, gritando, defendiendo derechos, exigiendo verdad, justicia y reparación!” dice finalmente “el sindicalismo cuenta”.

El sindicalismo cuenta

El documental hace parte del proceso de construcción de informes que el movimiento sindical entregó a la Comisión de la Verdad. Este trabajo fue apoyado por diversas organizaciones como Codhes, la ENS, el Cajar, Viva la Ciudadanía, la ENS y la propia Comisión. Durante más de un año se recogieron los testimonios que finalmente se plasmaron en los informes, y algunos de ellos, en el documental.

Para la realización de “El sindicalismo cuenta” la ENS contó con el apoyo del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el sostenimiento de la paz y el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.

Fuente: https://ail.ens.org.co/noticias/se-estreno-el-documental-el-sindicalismo-cuenta/

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Colombia: Así es el regreso a clases en uno de los colegios de Chía

América del Sur/Colombia/18-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

Los estudiantes del Colegio Rochester, ubicado en Chía (Cundinamarca), retornaron a clases presenciales desde el 1 de septiembre, con un modelo de alternancia y cumpliendo las medidas implementadas por los Ministerios de Salud y Educación.

Una de las principales preocupaciones sobre la reapertura de colegios después de la cuarentena es el regreso a clase de los niños y las niñas. Después de seis meses de confinamiento, algunas instituciones ya están retornando a las aulas de manera presencial siguiendo los lineamientos propuestos por los Ministerios de Salud y Educación.

El Colegio Rochester, ubicado en Chía (Cundinamarca), es uno de ellos. El plantel educativo abrió sus puertas desde el primero de septiembre para los estudiantes de los grados de preescolar y primaria.

A partir del 22 de septiembre el colegio contará con el 47 % de sus estudiantes en el campus y el 53 % continuará en aprendizaje virtual.
A partir del 22 de septiembre el colegio contará con el 47 % de sus estudiantes en el campus y el 53 % continuará en aprendizaje virtual. / Natalia Pedraza Bravo

Iliana Aljure, vicerrectora de la institución, explicó cómo será la reapertura de la institución. “Será por etapas. Los niños de preescolar y primaria entraron primero y los estudiantes de bachillerato regresarán a partir del 22 de septiembre y sólo asistirán los martes y los jueves», añadió.

Según las directivas, el principal motivo de la apertura es que consideran que los estudiantes son seres integrales que necesitan desarrollarse en diversos ámbitos.

El recreo es dirigido para garantizar que los estudiantes cumplan con las medidas de distanciamiento social.
El recreo es dirigido para garantizar que los estudiantes cumplan con las medidas de distanciamiento social. / Natalia Pedraza Bravo

“Nosotros entendemos que la salud física y el desarrollo cognitivo son importantes, pero también es importante la salud mental. Con la pandemia vemos a diario las cifras de contagio del coronavirus, pero las cifras de las afectaciones y consecuencias en salud mental no son tan evidentes”, explicó Tatiana Leguizamón, médica del colegio.

Para garantizar el cumplimiento del distanciamiento social y las demás medidas de bioseguridad que son necesarias para evitar el contagio del coronavirus, las directivas realizaron diversas adecuaciones en la infraestructura del colegio.

Luego del 22 de septiembre, unos 440 estudiantes regresarán a la institución de manera presencial.
Luego del 22 de septiembre, unos 440 estudiantes regresarán a la institución de manera presencial. / Natalia Pedraza Bravo

Además, tienen nuevas rutinas de aseo para que los niños ingresen a la institución. Cuando se bajan de la ruta sus maletas son desinfectadas con alcohol al 70%. Luego, pasan por las cámaras que miden su temperatura corporal y atraviesan por unas hendiduras en el suelo llenas de amonio cuaternario para desinfectar los zapatos.

Aunque las directivas reconocen que estas adecuaciones significaron una importante inversión económica que no todos los colegios están en capacidad de hacer, Alehia Bogoya, rectora del Colegio Rochester, hace una invitación a las demás instituciones educativas del país.

“Regresen a la presencialidad. Muchas investigaciones muestran la correlación que hay entre el nivel de desarrollo educativo de un país y su nivel de desarrollo económico y social. Si no volvemos pronto a las aulas esas pérdidas van a ser muy grandes”, dijo.

Una profesora dicta clase de manera presencial, mientras que los estudiantes que se encuentran en sus casas se ven en la pantalla del televisor en videollamada.

Una profesora dicta clase de manera presencial, mientras que los estudiantes que se encuentran en sus casas se ven en la pantalla del televisor en videollamada. / Natalia Pedraza Bravo

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/asi-es-el-regreso-a-clases-en-uno-de-los-colegios-de-chia/

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Colombia es un cementerio, en donde se sepulta a la juventud

Por: Carlos Alberto Munevar 

La pasada semana, las redes sociales han dejado al descubierto como nunca antes, la guerra abierta y brutal que las fuerzas policiales colombianas tienen contra la juventud, utilización de armas de fuego a discreción, golpes, asesinatos, detenciones arbitrarias, violencia desmesurada, muestra no de autoridad sino de un odio irracional y un cinismo absurdo. El detonante de esta ultima oleada de protestas que terminaron con una masacre los días 9 y 10 de septiembre, fue el asesinato de Javier Ordoñez un abogado de 45 años que fue destrozado a golpes dentro del CAI (Centro de Atención Inmediata)  de Villa Luz a manos de alrededor de 9 policías luego de ser detenido brutalmente  por dos agentes que lo inmovilizaron con descargas eléctricas que duraron más de 2 minutos.

Pero no voy a profundizar en el problema de la reestructuración  de la Policía que desde muchos sectores se pide a gritos y que en mi opinión es una asignatura pendiente  a nivel histórico, teniendo en cuenta que la Policía colombiana tiene más el carácter de un ejército, más aún cuando  no depende del Ministerio del interior sino del Ministerio de defensa y así las faltas cometidas por sus integrantes son procesadas por la justicia penal militar y no la ordinaria, lo que en la práctica tiene serios problemas de transparencia en los procesos disciplinarios e investigativos; mi reflexión va mas hacia la decisión manifiesta que tomaron  el gobierno nacional, el uribismo, la cúpula de la policía nacional, el periodismo uribista – con esto dejando claro que ciertos periodistas ya se desligaron de la imparcialidad que se supone  deberían tener-  y amplios sectores de la sociedad civil, de criminalizar a la juventud colombiana y volverla el enemigo interno a quien además de negarle un futuro, hay que estigmatizar, masacrar, criminalizar, rotular como parte de la guerrilla o rebajarla a su mas mínima expresión con el alias de “vándalos”.

Habría que aclarar que los vándalos fueron una tribu bárbara que llegaron en el siglo V a la península ibérica dominada en ese entonces por el imperio romano y allí se asentaron durante algunos años fundando un reino que luego se extendió a algunas zonas del norte de África. Quizá ese vocablo se empezó a utilizar en aquellas épocas por los romanos  para  de manera peyorativa  hacer referencia a esos que eran tachados de  invasores salvajes, analfabetos e irracionales y de esa manera, como costumbre muy eurocéntrica  diferenciar a los “otros”, a los “diferentes”, que se supone no poseen cultura o esta es inferior y por tal motivo deben ser vencidos, eliminados, asesinados, derrotados y olvidados de  la historia porque no tienen “nada” que decir o por el “bien” de la civilización. Luego con el tiempo el vocablo debió llegar a nuestro país durante la conquista y hoy en día se generalizó su uso para describir a las y los jóvenes colombianos.

Pero adentrémonos en el tema, históricamente el gobierno colombiano no ha tenido una política clara en beneficio de la niñez y la juventud colombiana, más allá de estar esbozada en la constitución nacional y en algunas otras leyes, entre ellas, como el código del menor y la ley de la juventud, la desprotección hacia la niñez y la juventud es total. Los recursos para cultura, arte y tiempo libre son ínfimos y muchos se quedan por el camino, pero más grave aún es el descuido y estigmatización que la escuela pública ha sufrido a través de décadas. Pero ¿Cuál es la relación que este tema tiene con la estigmatización y persecución que sufre la juventud actualmente?, En Colombia esa “vandalización” de la juventud es la expresión de un imaginario cultural de la sociedad creado a su vez por un modus operandi que los gobernantes de turno han institucionalizado para “mantener el orden” establecido, es decir, cercenar de raíz la posibilidad para que nuevas generaciones de colombianos década tras década. puedan incidir en cambios estructurales que el país necesita con grave urgencia.

El olvido y abandono que la escuela pública ha sufrido a través de la desfinanciación estatal de carácter estructural, como también su transformación en un escenario de negocios para entregar jugosos contratos a “empresas educativas” con el pretexto de elevar la “calidad” educativa, la ha condenado a una profunda crisis en donde muchos niños y niñas terminan desertando al no encontrar un ambiente escolar humanizante. Articulado a esto el empobrecimiento de las comunidades, la destrucción de las familias, los fenómenos de desplazamiento producto de décadas de conflicto interno, la incidencia de actores armados de distinta índole y el microtráfico desbordan la capacidad del sistema educativo público para responder a las necesidades de miles de estudiantes.

Si esto pasa en las grandes ciudades, en el campo las condiciones son peores, las escuelas son pocas y con muchas carencias, en muchas zonas no existe ni siquiera un cine o una cancha de microfutbol, las oportunidades de acceder a la educación superior son ínfimas y tras años de conflicto armado a los jóvenes les queda solo participar en uno de los bandos o morir.

En el caso bogotano, la universidad pública cada vez es mas inaccesible para la juventud de los barrios populares, tras años de contrarreformas educativas de carácter neoliberal, la escuela pública cada vez  la tiene más difícil para que quienes se puedan graduar (usualmente en muchos colegios públicos inician la básica secundaria  más estudiantes en  grado sexto que los que  inician  el grado once) puedan ingresar a la universidad pública, lo que deja a una  gran cantidad de jóvenes sin acceso a una carrera profesional lo que se evidencia en el aumento del desempleo, la informalidad o simplemente la desocupación de miles de jóvenes que pululan  en los parques de los barrios o en las zonas de rumba de las localidades, a merced de la drogadicción o el alcoholismo, muchas veces terminan viviendo en el mejor de los casos con sus padres y madres, muchos parte de esa generación ochentera muy diferente en sus referentes de autoridad a generaciones anteriores.

Pero el tema no se puede quedar en ese análisis, las condiciones políticas y económicas del país a treinta años de la constitución de 1991 aunque han variado en su forma y protagonistas, permanecen inamovibles en el fondo y los problemas se han profundizado. El conflicto interno y la coexistencia con grupos armados que ocupan territorialmente zonas en donde el Estado no llega ya sea por incapacidad o por simple “cuestión de negocios” continúa, la brutalidad de la guerra sigue azotando a los jóvenes y reclutándolos para la barbarie; La dependencia con respecto a Estados Unidos sigue siendo una constante, obviamente los E.U no son la sombra de esa potencia que saboreaba la caída de la URSS, pero aún conservan el poderío militar y nuclear, producto  de esto,  el modelo económico neoliberal desarrollado en este lapso de tiempo quebró a la industria y al agro nacional, hasta el punto de que hoy en día no hay soberanía alimentaria, el desempleo campea en un 20%, el restante es disfrazado con el eufemismo de ”informalidad” y al empleo formal se le cambiaron las reglas de juego, flexibilizando la legislación laboral y precarizando las condiciones laborales, prestacionales, pensionales y de protección social,  además que orientó el modelo hacia el extractivismo que solo deja ganancias para las grandes transnacionales mineras y produce así mismo graves problemas ambientales y sociales (Colombia el país con mas lideres ambientales asesinados )

 Así mismo la oligarquía nacional confabulada con sectores mafiosos, durante 30 años ha estructurado poco a poco una “dictadura disfrazada” con el velo de unas elecciones amañadas y cuestionadas por su corrupción. En ese orden de ideas, el mismo gobierno ha llevado a un camino sin salida a la juventud colombiana, desfinancia la universidad pública, no adopta transformaciones económicas que ofrezcan la posibilidad de desarrollo humano, los condena al desempleo, a la calle, a la drogadicción, a la delincuencia, al rebusque, a la desesperanza, a no contemplar una pensión. Agudizando la situación la pandemia mostró la farsa de un sistema político diseñado para que los mas poderosos se enriquezcan a costa de la sangre y el sufrimiento de millones, la juventud está en las calles porque no tiene otra opción, les quitaron todas las salidas y además los asesinan, la ultraderecha los trata como “vándalos” porque se sigue perpetuando la idea de que no tienen nada que decir, de que valen igual muertos que vivos, para eso esta la policía… para “hacer justicia y eliminar a todo ese lumpen de vagos”,  en palabras de una vecina que justificaba el asesinato de 13 personas a manos de los “héroes” de la patria que a su vez también son víctimas de un régimen que a muchos de sus miembros los ha “barbarizado”, hasta el punto de no ser un problema de unas “pocas manzanas podridas” sino de una concepción institucional de impunidad y violencia desmesurada contra la población civil.

El objetivo perseguido en contra de esos “jóvenes vándalos” es  invisibilizarlos, estigmatizarlos, desaparecerlos, “barrer la mugre debajo de la alfombra”, para esto utilizan las balas, pero también todo un ejército de mercenarios del micrófono, fratricidas de la dignidad humana, que están dispuestos a utilizar toda serie de eufemismos y manipulaciones, incluso acusándolos con titulares capciosos y denigrantes, para descalificar las reivindicaciones de millones de jóvenes colombianos que buscan respuestas de un gobierno de “viejos”  al mismo tiempo que  protegen esa realidad paralela creada tras años de gobierno impune, en donde las familias son idiotizadas a través de realities triviales , telenovelas de narcos,  un torneo de futbol mediocre, reinados, bares y zonas de rumba exóticos para gente VIP, para que evadan la cruda realidad que viven ellos y sus propios hijos.

Pareciera ser que para todos esos sectores, los jóvenes son ahora los enemigos, algunos hasta casi que celebran cada asesinato como una victoria personal, la justifican repitiendo la matriz informativa oficialista y en su tono que a veces suena más a una sentencia, quieren demostrar una autoridad moral que prueba la legalidad del asesinato, la chapa  es lo de menos: son disidencias de las FARC, son columnas urbanas del ELN, son vagos, deberían estar en sus casas, algo malo estarían haciendo, son delincuentes, son “Vándalos” es decir utilizando cualquier argumento, se legaliza de manera informal la pena de muerte. Así de mal estamos, la juventud hoy al igual que en los días de Gonzalo Bravo Páez y Uriel Gutiérrez,  asesinados por la policía el 8 de junio de 1929 y el 8 de junio de 1954 respectivamente, continúa siendo el objetivo militar, además de que el gobierno no le da salidas y posibilidades, la elimina, la masacra y la exhibe como trofeo de guerra.

De esa manera no se construye país, asesinando el futuro, condenándolo a la pobreza y los problemas sociales derivados de ella, estigmatizándolo, poniéndole la “lápida en el cuello” a cada joven que grita desde lo profundo de su vientre por justicia social, perfilándolo en las redes sociales, dejándolo sin salida y obligándolo a enlistarse en las máquinas de muerte creadas para perpetuar la barbarie y naturalizar una sociedad salvaje, enferma y decadente. Colombia es un gran cementerio juvenil, es una vergüenza mundial, la semana pasada la masacre eterna que vive nuestro país y que aún no escandaliza a la ONU ni mucho menos al gobierno estadounidense,  fue en vivo y en directo por las redes sociales y los canales privados de televisión, el saldo: más de 80 heridos de bala y 13 jóvenes fueron asesinados en las calles bogotanas, estos últimos,  no fueron encontrados con las botas al revés, ni con camuflados, no murieron en Samaniego, ni en alguna vereda antioqueña y aún así la justificación de su asesinato por parte de algunos, es la misma,  en el fondo, “eran ellos, los vándalos” los invisibles, los sin voz… ¿y si los jóvenes no son el futuro, quiénes son?.

Una de las asesinadas fue Julieth Ramírez, de 19 años, una bala perdida pero muy certera fue disparada en su tórax, su muerte fue instantánea, su historia podría ser el icono de la juventud colombiana, fue asesinada dos veces, la primera vez la mató el policía que le disparó y la segunda vez fue asesinada su memoria, cuando agentes de la misma institución pintaron de verde oliva, color del uniforme de la institución señalada – vaya ironía- un mural con su rostro que otros jóvenes pintaron en el CAI de La Gaitana. La juventud colombiana es victima y revictimizada, los gobiernos y sus agentes la persiguen, la asesinan, la estigmatizan, la masacran, no le dan opciones, y los medios de comunicación, sectores políticos y sociales afectos al regimen, la deshumanizan presentándola como “un ejército de vándalos y desadaptados”, de esta manera le dan muerte nuevamente, matan su dignidad, matan sus sueños, los vuelven invisibles.

Cualquier alternativa política que pretenda llegar al poder debe pedirle perdón a los jóvenes y a los niños de Colombia por toda una historia de abandono y muerte, el gobierno actual no lo hará nunca, es un regimen que representa el pasado e hizo de la necropolitica su “política de Estado” y eso no tiene nada que ver con los jóvenes y con la vida. La oposición deberá demostrar que infancia y juventud son los ejes de su  propuesta, si quieren gobernar sin mirar el retrovisor deberán mirar hacia el futuro y eso implica que niños, niñas y jóvenes deben ser el núcleo, en esa medida la guerra perpetua, la corrupción, el negocio con la educación y la salud no son una opción, deberán invertir en un sistema educativo público y cambiar el modelo económico de desarrollo para que la niñez y juventud de hoy puedan construir una nueva realidad en donde el conocimiento, el cuidado del medio ambiente, la solidaridad y el desarrollo sostenible permitan una nueva generación que no tenga que asistir al funeral de sus hijos y escuchar los eternos estertores de guerra emitidos por fusiles y micrófonos al servicio de los mismos “viejos” de siempre que nos están legando un país no viable.

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