Page 1035 of 2434
1 1.033 1.034 1.035 1.036 1.037 2.434

La naturaleza a la escuela o viceversa; pero algo habrá que hacer

Por: Carmelo Marcén

La educación reglada debe ser en buena parte un contexto de naturaleza en donde se representen pasajes de vida real.

Cada vez son más los niños y niñas que viven todo el año en un entorno totalmente urbano, tanto que el contacto con la naturaleza se está reduciendo al mínimo. La ven un poco en parques y jardines, domesticada, o por la televisión; a veces tienen la suerte de que en su escuela se la muestren. La naturaleza vivida es biodiversidad múltiple, diferente según dónde y cómo, lugar donde aprenden muchas cosas que ayudan a crecer personalmente, rica en afectos si se sabe sentir, y también escenario con alguna incógnita. Por eso, la educación reglada debe ser en buena parte un contexto de naturaleza en donde se representen pasajes de vida real.

No pretendemos crear escuelas al estilo del Emilio de Rousseau ni atiborrar cada día a los estudiantes con capítulos de National Geographic –por cierto, no dejen de ver Planeta Tierra y Planeta azul con David Attenborough en la BBC– pero, al menos, sugerimos que la naturaleza tome presencia activa en la escuela o, mejor, que la escuela salga de vez en cuando a la naturaleza. Lo tiene más fácil el alumnado del medio rural pero, incluso, este ha sucumbido al influjo de las pantallas electrónicas y es raro que salga de su clase al campo a observar, hacerse preguntas, sentir el influjo del viento y los colores, escuchar los sonidos de los pájaros o, simplemente, dejarse llevar por el conjunto y sentir emociones.

Estar en contacto con la naturaleza es obligado en un sistema escolar que tiene –desde los primeros cursos de primaria hasta secundaria– una materia que se llama Ciencias de la naturaleza o Biología. Hay que salir a buscarla para que lo abstracto aprendido se vuelva concreto vivido. Quizás una buena parte del profesorado “teme” salir del aula por los problemas de logística que se crean, por las responsabilidades que lleva consigo. Convendría buscar la forma de limitar estos inconvenientes y adentrarse en el mundo vivo y desconocido. Se puede empezar a experimentar visitando un enclave próximo al centro, un parque serviría, para encontrar el aliciente emocional, para escuchar a la vida y obrar en consecuencia; así evitaríamos que nos suceda como a Víctor Hugo, a quien embargó la tristeza por la pérdida de interrelación entre personas y naturaleza. A la vez, lograríamos admirar la belleza del verde que da paso a la hermosura, como le sucedió a Calderón de la Barca.

En tiempos se practicaba la educación al aire libre, se conectaba a menudo con la biodiversidad, pero se desvanecieron una parte de aquellos vínculos tradicionales. Seguro que entonces se estaba más a salvo de lo que Richard Louv –autor entre otros de libros como El último niño en el bosque o El principio de la naturaleza– llama “el trastorno por déficit de naturaleza”, la pérdida de comunicación de los urbanitas con ella, con el conjunto de seres vivos. Lo contrario ayudaría a fomentar la creatividad y la salud, a pasar de la toma de conciencia a la acción personal y colectiva. Habrá que escuchar con atención lo que dice Heike Freire. Defiende acercar a los niños al medio natural –fomentar el razonamiento y la capacidad de observación– para mejorar el desarrollo cognitivo y disminuir los impactos por estrés, además de desarrollar otras habilidades como la sociabilidad. Asegura que este contacto necesita un enfoque más ecológico por parte de las escuelas, rediseñando los patios escolares para que sean lugares verdes, así como transmitir en las clases respeto y compromiso por el planeta. De todo ello habla en http://educarenverde.blogspot.com/, y en el libro que, con el título Educación en verde, editó Graò. Practicar el descubrimiento guiado al principio para no perderse detalles poco visibles dará paso a la búsqueda particular de referentes que ayuden a asumir acciones, a implicarse más en el cuidado del entorno. En cierta manera, por caminos similares transita la educación en el desarrollo sostenible (EDS) algo urgente si queremos hacer la necesaria transición ecológica y social. ¡Hay que educar en verde! Ya hay movimientos de este estilo en marcha en varios países. Dense una vuelta por Children & Nature para conocer más detalles de esta apuesta educativa.

Atentos a la nueva serie Nuestro planeta que Netflix estrenará el 5 de abril de la mano de David Attenborough, a quien en este artículo queremos hacer un reconocimiento especial por sus 50 años de dedicación a la divulgación de la educación –observación y acción formativa y positiva– en el medio natural; con su imágenes pasamos horas y horas viendo crecer a plantas y animales, a seres de otros reinos. Su palabra y su forma de contar las cosas seguro que atraen a jóvenes y adultos.

En este asunto, madres y padres tienen mucho que decir. Practicar las relaciones con el mundo natural, aunque sea en el fin de semana, es más educativo y vivencial que pasar la tarde en un gran centro comercial. Mejor todavía si varias familias se unen y transitan por recorridos o enclaves naturales que cuentan con proyectos pedagógicos, tipo espacios protegidos, que tanto han proliferado en la mayor parte de los territorios y países. Esas vivencias permiten la interconexión con mundos nuevos a la vez que se aprende –de forma lúdica, emocional y compartida– la asignatura vital que es el mundo silvestre. Si no pueden salir, vean en familia las películas que aquí recomendamos, comenten lo que sienten y disfruten descubriendo los tesoros que encierra el medio natural. Al final, de lo que se trata es de compartir pensamientos, de experimentar recorridos hacia una conciencia ecológica; quizás esta llegue a convertirse en una forma personal de ser y estar en el mundo.

Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2019/03/01/la-naturaleza-a-la-escuela-o-viceversa-pero-algo-habra-que-hacer/

Comparte este contenido:

¿Insubordinación político electoral de indígenas y campesinos?

Ollantay Itzamná   2 de marzo de 2019

Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos

 

Guatemala, al igual que el resto de los bicentenarios estados republicanos de América Latina, se construyó sobre los hombros de indígenas y campesinos obedientes y esquilmados. Aquí, como en el resto de los países, el sistema político electoral estuvo ideado para que únicamente pudiesen participar y ganar elecciones los ciudadanos plenos (blancos, ricos, y con estética urbana).

Indígenas y campesinos, muy a pesar de haber adquirido formalmente la condición de “ciudadanos”, jamás tuvieron derechos políticos (ser elegidos gobernantes, y administrar los estados). Ellos y ellas sólo nacían y morían con obligaciones. Nunca con derechos.

Es en este marco histórico ideológico que se debe valorar la insubordinación plebeya emergente en la Guatemala actual. Un acto irreverente que ni la propia izquierda clásica pudo abonar, ni quiso, ni quiere comprender.

Centenares de comunidades en resistencia ante el avasallamiento/despojo por parte del las empresas transnacionales, en 2016, decidieron impulsar un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional para crear un Estado Plurinacional. Y, para avanzar en esta agenda, decidieron conformar una organización política propia, porque según ellos, la narrativa ideológica de la izquierda tradicional no recoge, ni acoge, estas, ni otras demandas de los movimientos indígenas campesinos actuales.

Importante considerar que estas comunidades, desde la primera década del presente siglo, ya se encontraban en procesos de resistencia, y ya planteaban la necesidad de la nacionalización de los bienes y servicios privatizados (mediante la revisión de los contratos de concesión).

Fue así que, para finales del 2018, luego de un proceso asambleario participativo inédito, sin financiamiento ajeno, sin orientación ideológica por parte de las vanguardias “revolucionarias”, lograron inscribir legalmente su organización política denominado Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP). Y,  a esta su organización política la denominan instrumento político (para marcar la diferencia con el resto de los partidos políticos del país).

Y así, sin recursos financieros millonarios, con candidatos/as propias, con propuestas post neoliberales y post Estado criollo, estos vilipendiados de la Colonia y de la República criolla disputarán el poder político, en las urnas, el próximo 16 de junio. Un hecho sin precedentes.

Es la primera vez en la historia de Guatemala, y quizás en la región centroamericana, que poblaciones indígenas y campesinas se auto organizan políticamente, y se encaminan a participan en elecciones generales. Existen experiencias locales, pero de carácter nacional es la primera.

En este sentido, el próximo proceso electoral será, y ya es, toda una escuela de aprendizaje y de desmitificación del quehacer político electoral como un acto reservado y exclusivo para ricos-blancos-urbanos.

¿Por qué denominan instrumento político a su organización política, y qué proponen?

Lo hacen para diferenciarse de las otras 27 organizaciones políticas (partidos) que estarán en contienda electoral en las próximas elecciones. Sostienen que los partidos son de los ricos, tienen dueños y son electoreros (sólo activan en épocas electorales), y MLP es un instrumento político de los pueblos porque es hechura de comunidades en resistencia, sin patrones, ni dinero, asamblearios.

A diferencia de los otros 27 partidos políticos, MLP propone la necesidad de revisar los contratos de privatización de los bienes y servicios. Ningún partido de derecha, ni de la izquierda tradicional plantea esta agenda urgente. Además, MLP propone impulsar un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional para redactar una nueva Constitución Política, y crear un Estado Plurinacional. Así mismo, siempre a diferencia del resto de organizaciones políticas, MLP plantea la necesidad de restituir territorios a los pueblos, recuperar tierras y agua para garantizar la producción y soberanía alimentaria.

Estos planteamientos los vinieron debatiendo y anunciando, desde antes incluso de la creación de MLP, en las redes sociales y en sus asambleas. Pero, por el racismo “normalizado” en los agentes de la cultura oficial, analistas y opinadores que grafican la coyuntura del mapa político electoral no les prestaron, ni les prestan atención alguna.

Para sorpresa e incomodidad incluso de la izquierda clásica, las comunidades en resistencia que crearon MLP decidieron que sus candidatos/as electos/as a cargos públicos renunciarán al derecho de antejuicio (que actualmente asiste y protege a autoridades políticas de elección popular), y al secreto bancario. Es decir, los funcionarios electos por MLP no se escudarán en el “antejuicio” para no ser investigados, ni esconderán sus patrimonios económicos con el “secreto bancario”.

Además, las y los diputados de MLP no contratarán asesores, ni secretarios innecesarios, indican.

Otra determinación que desafía al resto de las organizaciones políticas es que MLP decidió y publicó que sus candidatos/as, de ser electos como funcionarios públicos, percibirán un sueldo máximo equivalente a cinco salarios mínimos (Q. 15 mil, o 2 mil dólares). Esta determinación, de llevarse acabo, será un acto de “revolución cultural” en un país donde el Presidente cobra un salario no menor al equivalente a 18 mil dólares. Alcaldes y diputados reciben ingresos equivalentes entre 5 mil a 10 mil dólares por la función pública que cumplen.

Según el listado y fotografía publicadas de sus candidatos y candidatas locales y nacionales, MLP tiene fisonomía y estética diferente al resto de las y los candidatos políticos. Es probable que anuncien la candidatura de una mujer indígena rural para la presidencia. De ser así, también allí marcaría la diferencia con el resto de los otros 27 organizaciones políticas.

Habrá que ver si MLP logra colocar diputados o alcaldes en los intersticios del Estado criollo. Y, si efectivamente las comunidades en resistencia contarán con los mecanismos necesarios para hacer cumplir sus determinación de hacer otra política diferente a lo acostumbrado, y si verdaderamente desafían al sistema neoliberal, y al Estado criollo.

Ollantay Itzamná

Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos

 https://ollantayitzamna.wordpress.com/

Comparte este contenido:

El desafío de ser universitario de escasos recursos

 Autor: Christian Guijosa / Fuente: Observatorio ITESM

Mientras que para los universitarios de clases media y alta es provechoso estudiar y trabajar al mismo tiempo, para los alumnos de clase baja resulta ser un obstáculo más en su formación profesional, sugiere una investigación realizada por la Universidad de Georgetown, EE. UU. ¿A qué se debe esta discordancia?

Según el reporte Balancing Work and Learning: Implications for Low-Income Students, los estudiantes estadounidenses de escasos recursos necesitan trabajar largas jornadas y generar ingresos en empleos alejados de sus áreas de estudio, como cafeterías o restaurantes de comida rápida, además de cumplir con la demandante carga académica. A diferencia de los alumnos de familias de estratos sociales medio y alto que gozan de apoyo económico y pueden realizar prácticas laborales más provechosas.

Puntos clave del reporte

  • En EE.UU. existen 14 millones de universitarios que combinan el estudio y el trabajo, de los cuales 6 millones son de escasos recursos, y  de estos 3.5 millones son mujeres.
  • El 60% de estudiantes de escasos recursos que trabajan más de 15 horas semanales obtienen calificaciones más bajas (C o menos, de acuerdo al sistema de calificación estadounidense) a comparación de sus similares de clases medias y altas (B o más).
  • El 14% de los estudiantes con mayores ingresos tiene pasantías bien remuneradas en campos profesionales de STEM, negocios o atención médica, en comparación del 6% de los estudiantes de bajos ingresos que se emplean en actividades como el de servicio de alimentos, ventas o apoyo administrativo.
  • Los estudiantes de bajos ingresos son menos propensos a completar su carrera universitaria.
  • En Estados Unidos el 69% de los estudiantes de bajos ingresos se matricularon en la universidad en el 2015, en comparación con el 83% de los estudiantes de mayores ingresos.
  • Al menos en Estados Unidos, es menos probable que los estudiantes de bajos ingresos tengan seguridad financiera, como cuentas corrientes o de ahorro, y es más probable que elijan tarjetas de crédito para pagar sus estudios. Los estudiantes de mayores ingresos a menudo tienen acceso a más herramientas financieras y es más probable que dependan de préstamos estudiantiles para pagar su carrera.

¿Cómo rectificar el camino?

Aunque los datos anteriores representan la realidad educativa de Estados Unidos, la problemática es global. Las universidades necesitan asesorar de mejor forma a los estudiantes acerca de qué tipos de experiencias laborales tienen más probabilidades de producir resultados positivos. Los estudiantes deben ser guiados para sincronizar mejor lo que están estudiando con los trabajos y con sus objetivos profesionales a largo plazo.

Por otro lado, se debe enfocar más atención en construir conexiones más sólidas entre la educación y el trabajo a partir de los niveles educativos previos a la universidad.

Es cierto que los expertos educativos demandan mayor conexión entre el trabajo y la educación superior; la mayoría de los empleos de nivel inicial requieren una rica combinación de habilidades y experiencia laboral. En este escenario ¿dónde quedan los estudiantes de escasos recursos si viven atados a deudas y trabajos ajenos a sus intereses profesionales?

Sin duda, para un estudiante de nivel socioeconómico bajo es más complicado tener acceso una carrera universitaria y lograr aprovecharla. Las instituciones educativas, gobiernos y los empleadores necesitan colaborar para crear experiencias educativas más equitativas.

Fuente del Artículo:

https://observatorio.itesm.mx/edu-news/el-desafio-de-ser-universitario-de-escasos-recursos

ove/mahv

Comparte este contenido:

La educación popular, apuesta política por la transformación de la realidad

Por: Rosa Elva Zúñiga López

El contexto de la educación popular

La Educación Popular es una apuesta política que plantea la transformación radical de la realidad a partir de la lectura crítica del mundo.  Nace en el seno de los procesos de liberación de los pueblos de América Latina y el Caribe contra el sistema opresor colonial–patriarcal que vivimos desde hace más de quinientos años, y que hoy experimentamos de forma salvaje.

Desde su nacimiento y hasta la actualidad, la educación popular apuesta por la integración y liberación de los pueblos desde la diversidad.  Adquiere mayor presencia y visibilidad en América Latina y el Caribe en la década de 1960, cuando Paulo Freire escribe la Pedagogía del Oprimido exiliado en Chile, en el año 1968.

La educación popular nace en un contexto convulso y sus principales promotores son perseguidos por diversos países durante dos décadas, obligándolos a pensar en estrategias creativas para no ser eliminados, por ello migran y se exilian en diversos países.  La Revolución Cubana es un fuerte aliciente para creer que la liberación de los pueblos es posible.

Así es como, en Centro América, a partir del triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, confluyen diversos actores del mundo, no sólo de América Latina y el Caribe, a partir de lo cual nacen apuestas regionales y continentales para hacerle frente la embestida imperialista que en aquellos años existía.

En la década de 1980, se llevan a cabo acalorados debates, reflexiones y acciones que permiten construir claras apuestas políticas para darle vida a la educación popular en Mesoamérica, con la Red Alforja, y en América Latina, con la CEAAL, entre muchas otras apuesta colectivas.

La cumbre de Río en 1992 y el levantamiento zapatista en 1994, nos sacuden y reconocemos que aún nos faltan muchos caminos por andar, que la digna rabia está presente y que otros mundos son posibles y urgentes, que los sin voz han hablado y hacen retemblar la tierra.

El siglo XXI, es marcado por las movilizaciones globales contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle, marco en el cual nace el Foro Social Mundial, la lucha se globaliza y se plantea que otros mundos son posibles.  La segunda década del siglo XXI está plagada de injusticias y desigualdades, nos exige resistir y crear, resistir y transformar.

Qué es la educación popular hoy

En palabras de Carlos Núñez, diríamos que “la educación popular constituye una corriente de pensamiento y acción dentro del campo de las ciencias sociales, particularmente de la pedagogía…  es una propuesta teórico – práctica, siempre en construcción desde cientos de prácticas presentes en muy diversos escenarios de nuestra América (y más allá).  Su visión es integral, comprometida social y políticamente.  Asume una posición epistemológica de carácter dialéctico, rechazando por tanto el viejo, tradicional y todavía ‘consagrado’ marco positivista.  … desarrolla una propuesta metodológica, pedagógica y didáctica basada en la participación, en el diálogo y en la complementación de distintos saberes” (2005; 8) [1].

La educación popular, en el contexto actual nos exige partir desde los territorios, cuerpos–tierra para sentir–pensar nuestras prácticas y experiencias, las feministas nos invitan a reflexionar y actuar desde nuestros cuerpos.  Porque si la reflexión no pasa por el cuerpo, la transformación no puede ser posible.  Está reflexión y acción debe hacerse junto con las personas que habitan esos cuerpos–tierras–territorios, para que desde las diversas estrategias de acción, procesos y conflictos busquemos alternativas posibles, necesarias y urgentes.

Esta apuesta implica que nos demos el tiempo para contar nuestras historias y las reescribamos.  Compartir entre pares y entre diversos nuestras andanzas a partir de mediaciones pedagógicas y políticas, para reconocer: los condicionamientos sociales, económicos y políticos que existen; que somos múltiples, complejos y contradictorios; que nos vamos haciendo y vamos siendo con la vida.  Saber que tenemos todas las posibilidades para reinventarnos.

Al reconocer nuestras historias y las de otras personas, pueblos y movimientos estamos ante la posibilidad de construir procesos de autoafirmación y la construcción de sujetos colectivos críticos.  Parafraseando a Simón Rodríguez diríamos que al reconocer el porqué de nuestras circunstancias, nuestra acción adquiere sentido político, porque nos duele lo que hemos vivido y vemos que lo que le pasa a una persona, también les pasó a otras.  Nos llenamos de rabia y nos indignamos.  Reconocemos que el racismo, el clasismo y el machismo siguen presentes en pleno siglo XXI.

La educación popular como paradigma de transformación sociopolítico, asume una opción ético política, a favor de los intereses de los sectores excluidos y dominados.  Respeta los miedos, pero también los toca.  Nos provoca, nos invita a cuestionar de fondo los privilegios patriarcales que ejercemos y con los cuales hemos vivido por siglos como si fueran naturales.  Para concretar este cambio radical, es necesario hacer una lectura crítica de nuestras prácticas y contextos.

Desde la educación popular, se produce conocimiento colectivo a partir de la Sistematización de Experiencias y la Investigación Acción Participativa.  Implica tomar como punto de partida nuestra realidad; profundizar sobre ella, comprenderla, conceptualizar y teorizar; para volver a nuestra realidad con nuevos aprendizajes y desafíos.  Se trata de poner en práctica la concepción metodológica dialéctica.

Una de las claves estratégicas para construir procesos de liberación desde pueblos en clave de educación popular en estos tiempos, es la necesaria construcción de espacios para compartir la vida cotidiana, así como la construcción de espacios en los que podamos debatir, construir y decidir el proyecto de país que queremos.  Esto implica la necesaria condición de construirlos en libertad para rehacer, redanzar, recantar, reinventar nuestros caminos.

Por ello es necesario y urgente que desde los procesos que llevamos a cabo denunciemos cualquier acto de opresión.  Hacerle frente a la desigualdad, el racismo y hacer lo necesario para construir contrapesos de poder popular, que nos permitan concretar otras hegemonías posibles.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/la-educacion-popular-apuesta-politica-por-la-transformacion-de-la-realidad/

Comparte este contenido:

Pobreza y educación: ¿quién gana la batalla?

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

Se cuenta con admiración la hazaña del indio oaxaqueño analfabeta que cuidaba ovejas en un pueblo miserable y después de estudiar leyes llegó a ser presidente del país. Más recientemente, se narra con asombro la historia de la niña de origen precario que tomaba clases al lado de un basurero y maravilló al mundo con sus aptitudes matemáticas, siendo catalogada como la sucesora de Steve Jobs. ¿Por qué estos dos hechos, tan distantes en el tiempo, son recordados con tanta fascinación? ¿Son su admiración un reconocimiento a que, generalmente, la pobreza a impide la trascendencia a través de la educación? Los discursos oficiales no dudan en presentar a la educación como el principal factor de cambio para el logro del bienestar individual y colectivo. Es indiscutible tal afirmación, sin embargo, los discursos soslayan una situación adversa: es la misma pobreza la que impide que los individuos puedan acceder a oportunidades educativas que les permitan superar la miseria; desafortunadamente, casos como los mencionados son excepciones a una generalidad confirmada por los principales indicadores educativos. Tal vez por eso llegan a ser noticia y hasta proezas legendarias que trascienden los siglos.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, realizada por el INEGI en el 2016, las tres entidades con mayor pobreza en el país son Guerrero, Oaxaca y Chiapas, en las que más del 40% de su población se encuentra ubicada en el nivel más bajo de ingreso, es decir, con un paupérrimo promedio de $825 mensuales per cápita. Lo anterior contrasta radicalmente con entidades como Nuevo León, Baja California o Ciudad de México, en las que más del 30% de su población se encuentra en el nivel más alto de ingreso ($10,542 mensuales, per cápita) (INEE, 2018, pp. 53-54). Las adversidades económicas de las primeras entidades mencionadas se trasladan, también, a la realidad educativa. Para confirmar que la pobreza es el principal impedimento precisamente para que los habitantes de estos gocen cabalmente de su derecho a la educación basta observar algunos indicadores: años de escolaridad, extraedad grave y abandono.

En cuanto a la escolaridad de personas mayores de quince años, Guerrero, Oaxaca y Chiapas tiene un promedio de 7.6 años, es decir, si se considera que se estudia al menos un año de preescolar, las personas de estas entidades federativas apenas estarían rozando la educación secundaria. Por el contrario, la media nacional es de 9.2 años de escolaridad (INEE, 2018, p. 126) PANORAMA. Otro indicador que refleja las penurias de las entidades pobres mencionadas es la presencia de alumnos con extraedad grave, es decir, aquellos que tienen dos o más años de edad que la edad idónea para el grado escolar que cursan. En ese sentido, la media de porcentaje de alumnos con extraedad grave en primaria, secundaria y media superior es de 1.4%, 2.8% y 12.3%, respectivamente. En el caso de la media de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, los porcentajes se incrementan considerablemente: 3.6%, 6.6% y 12.5%. Se observa entonces que el fenómeno de la extraedad grave en las escuelas se duplica en los niveles de primaria y secundaria, mientras que es prácticamente el mismo en bachillerato, quizá explicado esto último debido a la falta de cobertura generalizada en toda la geografía del país.

En lo referente al abandono, a nivel nacional, el porcentaje es de 0.7% para educación primaria y 4.4% para educación secundaria. Al igual que en los casos anteriores, las tres entidades a las que se ha aludido sobrepasan los niveles nacionales promedio: en educación primaria, el nivel de abandono es del doble con respecto a la media nacional, situándose en 1.5%, mientras que en secundaria el abandono tiene un porcentaje de 5.7%. De esta forma, se observa una coincidencia en los indicadores analizados: tienden a ubicarse en niveles desfavorables cuando se trata de entidades pobres, como las que se han analizado.

Se observa pues que la pobreza es un mal que impide el goce a plenitud del derecho educativo. Su erradicación es una condición esencial para que los individuos puedan asistir a una escuela y cosechar frutos a partir de esta experiencia. La pobreza, al igual que otras condiciones como la discapacidad o el origen étnico, constituyen obstáculos que propician que la marginación y las desigualdades no puedan ser superadas a través de la educación. El mismo indio oaxaqueño al que se hacía alusión al inicio de este texto, Benito Juárez, emblema de la superación de condiciones adversas a través de los libros, reconocía que “el hombre que carece de lo preciso para alimentar a su familia, ve la instrucción de sus hijos como un bien muy remoto, o como un obstáculo para conseguir el sustento diario” (Salmerón, 2015, p. 40). Incluso, señalaba que la educación “no resolvería los problemas del pueblo, si no se atendía antes a la miseria pública” (Salmerón, 2015, p.39), dejando así en entredicho la tan aceptada idea de que, por sí sola, la educación representará el detonante del bienestar entre los pueblos. Las estadísticas demuestran pues que casos como el del pastor indígena que llegó a ser presidente o “la próxima Steve Jobs” desafortunadamente no son generalizables: las oportunidades educativas son difíciles y de menor calidad para quienes provienen de estratos sociales bajos, siendo esto una expresión más de la lamentable vocación discriminatoria de nuestro sistema educativo. 

Twitter: @proferoger85

REFERENCIAS

INEE. La educación obligatoria en México. Informe 2018. México: autor, 2018a.

INEE. Panorama educativo de México 2017. Indicadores del Sistema Educativo Nacional. Educación Básica y Media Superior. México: autor, 2018b.

SALMERÓN, Pedro. Juárez. La rebelión interminable. México: Para Leer en Libertad, 2015.

Imagen: https://3.bp.blogspot.com/-ysBVN5EvCnw/XHcTkxWUJqI/AAAAAAAAdvo/0BeUADjKnTIBt3Wt2as6mZw0fG_G3O5hwCLcBGAs/s320/istockphoto-465496623-612×612.jpg

Fuente: http://proferogelio.blogspot.com/2019/02/pobreza-y-educacion-quien-gana-la.html

Comparte este contenido:

Una ley para promover la formación política en los colegios

Por: Julián de Zubiría

El pedagogo Julián De Zubiría sustenta un proyecto de ley para promover la formación política en los colegios del país. Su propuesta es la respuesta al proyecto del parlamentario Edward Rodríguez, del Centro Democrático, el cual busca restringir la libertad de cátedra.

En los Diálogos de Platón, Sócrates hace una pregunta especialmente original y pertinente: ¿Qué pasaría –dice– si la población careciera de la educación suficiente para elegir adecuadamente a sus gobernantes? ¿Qué efecto generaría en la democracia el que los votantes no pudieran, por debilidades en su formación, ejercer de manera libre el derecho al voto?

En el hermosísimo texto ¿Qué es la ilustración?, E. Kant concluye que el fin último de la educación es alcanzar la mayoría de edad, es decir, formar un individuo que tenga criterio propio para enfrentarse en la vida a la toma de complejas decisiones políticas, sociales, éticas y personales. Al hacerlo, vuelve a poner sobre la mesa el fin último que los principales filósofos en la historia humana le han asignado a la educación: fortalecer la libertad y la autonomía.

Sin duda, podemos decir que, en Colombia, hay muchas personas mayores de dieciocho años, pero que todavía son pocos los “mayores de edad”, en el sentido kantiano del término. La conclusión es evidente: mientras no mejoremos estructuralmente la calidad de la educación, nuestra débil democracia seguirá amenazada.

Evoco a Sócrates y a Kant, en momentos en que el Centro Democrático ha presentado un proyecto de ley para prohibir a los docentes promover el pensamiento crítico y la reflexión política en las aulas. El proyecto –similar al que impusieron los paramilitares en el Cesar y Córdoba en los años ochenta– busca restringir la libertad de expresión y el pensamiento de los docentes, al tiempo que coacciona el derecho a pensar, interpretar y disentir por parte de los estudiantes. De allí que fuera demandada ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos una ley casi idéntica impulsada por Bolsonaro en Brasil, denominada “Escuela sin partido”, pero conocida como “Ley Mordaza” por parte de los docentes brasileros. La CIDH les dio la razón a los demandantes.

La democracia exige una educación pública democrática, masiva y de calidad. De no alcanzarla, las nuevas generaciones no consolidarán la libertad y la autonomía, condiciones necesarias para que la población elija de manera independiente a sus gobernantes.

En Colombia, la educación pública no es democrática, ni masiva, ni de calidad. Actualmente en las aulas, los jóvenes no aprehenden a pensar, a leer o a argumentar. Más triste aun: cada vez se aumenta la brecha entre lo que alcanzan los egresados de la educación pública y los de los colegios privados de élite. Eso empequeñece la democracia y eleva la inequidad. Estas notables debilidades convierten a las nuevas generaciones en presa fácil de la manipulación, de las noticias falsas y del engaño. Con facilidad, los políticos los atemorizan para que voten según su conveniencia y no según la de los electores.

La propuesta que quiero defender en estas notas es exactamente la contraria a la presentada por el Centro Democrático. Se trataría de una ley que promoviera la formación política en los colegios, una ley que invitara a todos los docentes de todas las áreas a fortalecer el pensamiento y la lectura crítica. La ley que propongo establece que en todos los colegios del país se celebrarán elecciones parlamentarias y presidenciales y que, previamente, se organizarán diversos debates entre los estudiantes que asuman la defensa de los múltiples partidos que participen en la contienda electoral a nivel regional y nacional. Los estudiantes deberán documentarse previamente sobre los postulados políticos que defenderán en los debates y en las elecciones simbólicas. Las visiones diversas y la confrontación de ideas son condiciones necesarias y enriquecen el pensamiento crítico. De allí que hay que hacer todo lo posible por realizar clases conjuntas entre docentes, que, de ser posible, tengan posiciones diferentes ante la ciencia, el arte, la literatura, el deporte y la política.

Así mismo, se exigirá que todos los colegios del país queden a cargo de los estudiantes mayores, por lo menos durante un día por semestre. No podemos formar mejores ciudadanos en instituciones tan autoritarias, formales y poco participativas, como hoy lo son las instituciones educativas. Como bien lo destacan Kohlberg y Dewey, para que la escuela nos ayude a construir una sociedad más libre, ética y justa, previamente es necesario construir escuelas más democráticas. Por ello es conveniente entregar a los estudiantes durante un día la institución educativa, para que se ejerciten en la práctica educativa, en la toma de decisiones reflexivas, pertinentes y contextualizadas, y en la mediación y resolución de conflictos. De esta manera asumirán durante un día los roles de los docentes y los directivos de la institución. La democracia no se aprehende con discursos, sino que se construye por medio de prácticas mediadas. Los colegios deben convertirse en lugares de formación de ciudadanos más críticos, más éticos y más independientes; es decir, de mejores ciudadanos.

 

El proyecto de ley también exigirá que, en todos los colegios del país, una vez al mes se suspendan las clases para garantizar un debate amplio y libre sobre una temática que sea elegida de manera autónoma por los estudiantes de bachillerato en la institución. Orientados por sus docentes, los estudiantes prepararán las temáticas y conformarán de manera respetuosa, reflexiva y argumentada, grupos para cohesionar el trabajo en equipo y para defender sus posiciones. Al concluir, un conjunto de estudiantes elegidos y preparados para tal fin, determinarán quiénes presentaron los argumentos más claros y sustentados.

Un ejercicio análogo se realiza en diversos colegios públicos y privados del país, cuando se lleva a cabo el simulacro de las Naciones Unidas. Al hacerlo, se fortalece el pensamiento relativo y el multiperspectivismo, algo esencial en la formación de mejores ciudadanos, pero desafortunadamente muy poco consolidado en nuestros jóvenes, por una historia demasiado marcada por la intolerancia, la cultura del vivo y el fanatismo, heredados de la guerra y de las mafias, y acentuada por los grupos políticos que han sacado provecho del odio y del fanatismo.

Según el proyecto de ley, todos los colegios del país deben participar en ejercicios de simulación análogos a los realizados en las Naciones Unidas, ya que la formación política, debe involucrar un contexto más amplio y trascendente; al fin y al cabo, ellos son esencialmente, ciudadanos del mundo.

Respetando los principios pedagógicos de la transversalización y la integralidad, se debe exigir que dichos debates sean liderados por docentes del área de Ciencias Sociales, pero que en la preparación de los mismos participen docentes de todas las áreas.

Un voto más libre y más independiente fortalece la participación y la democracia. Hoy los jóvenes votan poco y tienen poco criterio e interés para hacerlo, precisamente porque desconfían de las elecciones, del sistema político y de los partidos políticos. Es así que, en el plebiscito del 2 de octubre del 2016, una de las elecciones más importantes de las últimas décadas, tan solo salió a votar el 19% de los jóvenes entre 18 y 24 años. El resto, por diversos motivos, se abstuvo de hacerlo y permaneció en su casa o en los parques, mientras otros decidían el futuro de la nación.

En el país no hay exceso de politización de las aulas, como sostiene el Centro Democrático; por el contrario: falta formación política de los jóvenes y de sus propios docentes. Si logramos fortalecerla, nuestros hijos vivirán en un país menos corrupto y más participativo. La democracia la construimos todos al respetar las filas, al no pagar sobornos y al no evadir los impuestos; se vive en las familias, cuando respetamos la voz de nuestros hijos y promovemos la diferencia de opiniones, credos y personalidades; o en los debates con los amigos al enriquecermos y no atropellar las diferencias. La democracia es una construcción cultural y, por ello, debemos cuidarla y construirla entre todos.

El fanatismo y los dogmas son la antítesis del pensamiento crítico. Por ello hay que excluir el proselitismo y el sectarismo de las aulas, al tiempo que fortalecemos el debate político argumentado y la diversidad de ideas. Hay que defender las ideas de la Ilustración y no las del oscurantismo. Hay que fortalecer la razón y los argumentos, y no las creencias dogmáticas o la “policía del pensamiento” –como la llamó Orwell–, que tenía como propósito castigar a quienes se atrevían a cometer el “crimen del pensamiento”, que describe en su novela 1984.

Un voto libre, independiente y reflexivo ayudará a que nuestro destino sea más humano, más sensible y más feliz. Por ello, todos debemos protegernos de la enfermedad de votar a ciegas. Eso se logra con mejor formación política y no con leyes que amordazan a los docentes, la libertad de cátedra y la libertad. Ya lo tenía claro Sócrates en el siglo V antes de Cristo. Un buen texto y un buen maestro nos hacen más autónomos, al tiempo que la ausencia de educación y de lectura nos hace creer ciegamente en lo que digan los demás.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/ley-para-promover-la-formacion-politica-en-los-colegios-por-julian-de-zubiria/603171

Comparte este contenido:

Las huelgas escolares por el cambio climático son inspiradoras, pero deberían avergonzarnos

Por: Jonathan Freedland

Traducido por Eva Calleja

Greta Thunberg marcó el camino. Que los niños se estén saltando las clases para tomar la iniciativa moral es una denuncia a la complacencia adulta.

Tal es el caótico estado de nuestro mundo al revés que los niños son ahora los adultos y los adultos son los niños. En Westminster, nuestros supuestos líderes –hombres y mujeres maduros añejos- siguen pataleando y pidiendo lo que nadie puede darles.

Insisten en que les deberían permitir devorar todo el pastel de cumpleaños y que todavía les quede pastel para comer, amenazan con marcharse enfadados de la Unión Europea y dar un portazo tras ellos. Como dijo muy acertadamente Dominic Grieve, el anterior fiscal general: “Amenazar con irse es el mismo comportamiento que el de un niño de tres años que dice que no va a respirar si no consigue lo que quiere”.

Mientras tanto en Washington Donald Trump, de 72 años y tres cuartos, ha chillado y chillado hasta vomitar, golpeando su pequeño puño en la mesa mientras demandaba dinero para el gran muro de ladrillos que quiere construir y, hoy mismo, ha declarado el estado de emergencia nacional para salirse con la suya. La Presidenta de la Cámara de Representantes, la Demócrata Nancy Pelosi, valoró el mes pasado la situación con bastante precisión, cuando Trump estaba cerrando el Gobierno: “Es una rabieta del presidente. Tengo cinco hijos y nueve nietos. Sé lo que es una rabieta cuando la veo”.

Pero quizá estas comparaciones son injustas –no para Trump o los brexiters, sino para los niños. Porque mientras Trump se ha inventado una emergencia completamente falsa –no hay ninguna amenaza de invasión inminente de inmigrantes en la frontera sur de EE.UU.– y mientras la amenaza de una derrota sin acuerdo en la UE es, si acaso demasiado real, totalmente evitable a través de un simple voto en la Cámara de los Comunes, ha recaído sobre los niños el peso de llamar la atención sobre una emergencia que no es falsa ni fácilmente evitable. Ha recaído sobre aquéllos que son tan jóvenes que no se confía en ellos para que decidan lo que pueden comer o cuándo pueden irse a la cama, dar el toque de alarma sobre la crisis que más importa: la crisis del clima.

¿Qué tenemos que sacar en claro de la huelga de escolares de hoy, en Gran Bretaña y por todo el mundo, parte de un movimiento que está creciendo rápidamente y que pretende celebrar una huelga global para el 15 de marzo? ¿Cómo debemos reaccionar ante un fenómeno que comenzó con una sola niña, una adolescente de Estocolmo llamada Greta Thunberg, que se saltó las clases un viernes el pasado agosto para sentarse a protestar en los escalones del Parlamento sueco, y que hoy vio a niños de primaria, y también a adolescentes, seguir su camino blandiendo carteles mientras marchaban en Parliament Square y en las calles de docenas de pueblos y ciudades británicas?

Seguramente, a primera vista, la reacción tiene que ser de alegría liberadora. Muchos compartirán el entusiasmo de aquellos medioambientalistas veteranos que lo reciben como el suceso más emocionante, más esperanzador del que han sido testigos después de décadas de campañas. La generación joven, que tan fácilmente ha sido caricaturizada como desconectada y egocéntrica, con sus cabezas permanentemente inclinadas sobre sus teléfonos, publicando fotos de sí mismos en Instagram, está tomando la iniciativa moral.

Los padres liberales han estado a su lado con orgullo, abrigando a sus pequeños con bufandas y guantes mientras les ven saltarse las clases para salvar el planeta. Sospecho que habrá muchos lectores del Guardian que comparten el dilema al que me he enfrentado esta semana. No es si permitir o no a sus hijos saltarse las clases en un año de exámenes para abordar la importante causa del cambio climático: ese es evidente. No, el dilema que tengo en la cabeza entra más en el detalle. ¿Deberían los padres liberales concienciados mostrar su emoción al ver a sus hijas e hijos posicionarse o deberían pretender que lo desaprueban, dando así a los jóvenes la emoción de una rebelión de principios?

Los profesores han peleado contra el choque entre la ley, que dice que los niños deben estar en la escuela, y la evidencia de que este es un “momento de enseñanza”, una experiencia de aprendizaje. De hecho la ley dice que los niños deben estar en la escuela a no ser que existan “circunstancias excepcionales”. Como me dijo la única parlamentaria del Partido Verde, Caroline Lucas, mientras se maravillaba de las protestas infantiles en las calles de su distrito de Brighton: “Que David Attenborough alerte de que el futuro de la civilización está en riesgo, cuenta como ‘circunstancias excepcionales’”.

Y no es solo el problema con las emisiones de carbono lo que este momento puede enseñarnos. Thunberg también está demostrando el poder de los actos individuales. Es muy fácil sentirse impotente ante la enorme magnitud de la crisis climática, pero Thunberg, cuya cuenta de Twitter la describe como una “activista por el clima de 16 años con síndrome de Asperger”, es la viva imagen de la causa contra el derrotismo. El rabino Jonathan Wittenberg, un antiguo e incansable defensor del medio ambiente, tiene razón al decir que el movimiento #ViernesPorElFuturo (#FridaysForFuture) “no es el primer gran cambio que comienza con la acción de una sola persona”: de Abraham en adelante, nuestra historia y tradición está llena de gente que, sola al principio, cambió el mundo.

Todas estas razones nos dan esperanza. Y sin embargo, nos enfrentamos a una verdad mucho más dura. Estas manifestaciones de los jóvenes son una crítica terrible al resto de nosotros. Son una señal de nuestro fracaso. Su acción solo es necesaria porque nosotros no hemos actuado. Como un cartel en una de las protestas en Bélgica les decía a los políticos: “Haré mis deberes cuando vosotros hagáis los vuestros”.

Esta semana ha sido el primer aniversario del tiroteo en la escuela Parkland de Florida, una masacre de 17 jóvenes que dio paso a un movimiento de jóvenes estadounidenses que demandaban el control de las armas de fuego. Esa reivindicación también es producto del fracaso, de niños teniendo que actuar porque los adultos han fracasado en su tarea básica: proteger a la juventud. Hubo una gran vehemencia en las palabras de Thunber en la conferencia de la ONU sobre el cambio climático en Polonia en diciembre: “No sois lo suficientemente maduros para contarlo tal y como es, hasta esa carga nos la dejáis a nosotros los niños”. Cualquier placer u orgullo que sintamos por estas protestas debe enfriarse al comprender el fracaso del mundo adulto.

Hay una última cuestión, una que parece injusta dado el idealismo escrito en las caras de esos niños. ¿Servirán de algo sus esfuerzos? Los escépticos dirán que no, especulando que la atención de los jóvenes es voluble, que esto será –como los padres han dicho a sus hijos a lo largo del tiempo- solo una etapa. También puede que añadan que los poderosos son muy hábiles apropiándose de los jóvenes y por tanto neutralizándolos: Como la reciente invitación de Thunberg a Davos.

Además, las encuestas sugieren que no hay una mayor concienciación medioambiental entre los jóvenes. Según Ipsos Mori, solamente el 12 % de los jóvenes entre 18 y 24 años nombraron al medioambiente o a la contaminación como un problema importante, o el más importante, al que se enfrenta el país, ni más alta ni más baja que la media total. Ben Page de Ipsos Mori cree que hasta que los niños no bloqueen las carreteras de la mayoría de las ciudades, este último intento “no calará”.

Es mucho más esperanzador que todo eso. Hay señales de que la crisis del clima finalmente está recibiendo la atención que merece. Veremos a los próximos candidatos demócratas contra Trump en 2020 hacer todo lo posible para aprovechar el “New Deal verde”, una visión de transformación de la economía para salvar el planeta, atractivo no solo para los que ya tendían a priorizar el medioambiente. Veremos también la manera en la que Extintion Rebellion ha capturado la imaginación; o la reacción a noticias como que la población de insectos en el mundo se está desplomando, una destrucción que amenaza con el colapso de la naturaleza misma.

Page alerta de que los humanos son excepcionalmente malos para detectar los peligros lentos y a largo plazo: “Estamos programados para los dientes de sable”, dice. Podemos encontrar difícil imaginar el futuro. La única manera en la que podemos visualizarlo, quizás, es a través de nuestros hijos. Cuando nos dicen que estamos incendiando su futuro, como estamos haciendo ahora, debemos superar nuestra vergüenza por haberles fallado y escucharles.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=252991

Comparte este contenido:
Page 1035 of 2434
1 1.033 1.034 1.035 1.036 1.037 2.434