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Talentum-Universidad, tercera edición

Blanca Heredia

Hace unas semanas, el programa Talentum-Universidad 2017 –que tiene como propósito contribuir a encontrar y formar a una nueva generación de líderes para México– tuvo su clausura. Al igual que en las dos ediciones anteriores, este año participaron en el programa 60 estudiantes universitarios (30 mujeres y 30 hombres), seleccionados de forma competitiva y rigurosa, de entre miles de universitarios de todo el país.

Si bien toma tiempo hacer un balance de lo caminado y lo alcanzado, aquí unas primeras notas.

El principal objetivo de Talentum-Universidad: los líderes que nos hacen falta –programa del área de educación y política educativa del CIDE, apoyado y hecho posible por la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP y por Santander Universidades– es dual. Primero, identificar e impulsar el desarrollo de alumnos universitarios con alto potencial de liderazgo transformador, destacados en lo intelectual y fuertemente comprometidos con su comunidad y su país.

Una nueva generación de líderes, diversos en su origen social y geográfico, que –al cabo del tiempo– accedan a posiciones de responsabilidad e influencia con base en el mérito y el esfuerzo, no por el color de su piel o los ‘contactos’ y redes sociales de sus padres. Segundo, abrir un espacio para que México pueda empezar a volverse a ‘pegar’. Es decir, un espacio que sirva para que jóvenes universitarios provenientes de distintas regiones del país y de diferentes estratos sociales convivan, se conozcan y construyan un lenguaje, una sensibilidad y un conjunto de valores en común para pensar el país y para contribuir activamente a actualizar sus muchas potencialidades.

Talentum-U consta de varias etapas y componentes. Entre otros: conferencias y talleres de altísimo nivel –en una primera etapa en el CIDE y posteriormente en universidades de muy alta calidad y prestigio fuera del país (este año: Universidad Carnegie Mellon y Universidad de Pittsburgh). También hay mentorías personalizadas; desarrollo de un proyecto en equipo a distancia durante tres meses, y prácticas profesionales sombra con líderes de los sectores público, privado y social.

El tema paraguas del programa este 2017 fue: “México: ¿Qué hacer ante un mundo cambiante?”. Las preguntas de fondo detrás de todas las actividades de la tercera edición del programa fueron las siguientes. Primero, ¿cuáles son, de dónde vienen y qué implican para México las grandes transformaciones políticas, económicas, culturales, geoestratégicas y tecnológicas que está viviendo el mundo? Segundo, ¿qué factores explican la condición de alta vulnerabilidad en la que se encuentra México frente a esas transformaciones globales, en general, y frente a la forma en la que se están expresando esos cambios en los Estados Unidos, en particular? Tercero, ¿cómo enfrentar con éxito un mundo para el que, en tantos sentidos, México no pareciera estar adecuadamente preparado?

Las conferencias, brillantes, de académicos y especialistas como Gerardo Esquivel, Carlos Elizondo, José Antonio Aguilar, Marusia Musacchio y Celia Toro, entre muchos otros, nos ayudaron a distinguir entre lo realmente nuevo de las transformaciones en curso y lo que no lo es tanto. También resultaron clave para dimensionar y priorizar distintas corrientes y puntos de cambio.

Finalmente, la mayoría de esas exposiciones coincidieron en subrayar la centralidad de los factores internos para explicar la condición de vulnerabilidad en la que se encuentra México para enfrentar los enormes retos que tiene delante y la imposibilidad de superarlos si no atendemos, por un lado, el frente doméstico y escudriñamos con inteligencia, por otro, lo que está ocurriendo en el mundo.

El viaje de estudio a Pittsburgh, ciudad que logró literalmente levantarse de entre las cenizas, contribuyó a devolvernos la esperanza. Es posible, sí se puede. Sí se puede remontar la desolación de una comunidad que habiendo sido grande y poderosa, atravesó un periodo de crisis terrible –inseguridad y desempleo rampantes, desastre ecológico, emigración masiva con pérdidas de hasta 90 por ciento de la población en barrios o condados aledaños– y  que ha conseguido con el liderazgo conjunto del gobierno y el sector privado (basándose en la inversión en su gente, el concurso de grandes universidades y la presión de organizaciones sociales creativas, pragmáticas y vibrantes) no sólo salir del atasco, sino sembrar las bases de una nueva etapa de prosperidad, justicia y fuerza.

Ya en México, los mentores, los guías del trabajo en equipo y los líderes dispuestos a ser ‘sombreados’ por nuestros estudiantes nos aportaron ejemplos de grandeza y de éxitos concretos, en contra y a pesar de un entorno que pareciera diseñado para impedir que todos, más allá de unos cuantos, logren desplegar al máximo de su potencia. Ellos nos dieron, también, enormes muestras de generosidad, solidaridad y responsabilidad.

Toca y tocará a los 60 alumnos universitarios Talentum de este año, y a los 120 de las dos ediciones anteriores, mostrar con hechos y resultados qué tanto el programa logró sus objetivos. Por lo pronto, los cambios que me tocó ver en ellos, aunados a la disposición de tantos mexicanos y mexicanos (así como del equipo PIPE/CIDE) que hicieron posible esta experiencia única para 60 jóvenes universitarios llenos de sueños y de hambre por hacer de México una mejor experiencia para estar vivos, me permite creer que no todo está perdido. Si nos avocamos un grupo suficientemente grande y potente, podremos devolverle a México perspectiva y ganas de futuro.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/talentum-universidad-edicion.html

Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/08/02/598164fbe9807.jpg

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Desafíos para la formación docente en tiempos de neoliberalismo

Liliana Sanjurjo

En año y medio de gestión educativa nacional sólo se conocen propuestas de achicamiento y de un Estado ausente

Con la intención de justificar el tema que hoy nos convoca comenzamos reiterando nuestro convencimiento acerca de que la formación docente es el corazón del sistema educativo, pues se trata de la formación de quienes estarán a cargo de todos los otros niveles. Es por eso que las políticas que se precian de progresistas, democráticas e inclusivas depositan allí muchos esfuerzos. También sentimos la necesidad de justificar por qué decimos «en tiempos de neoliberalismo». Podríamos fundamentar teóricamente por qué consideramos que las políticas del gobierno nacional se encuadran conceptualmente en lo que las investigaciones y las teorías políticas consideran neoliberalismo; podríamos hacer una larga lista de todas las medidas tomadas desde el inicio del 2016 que responden claramente a las recetas neoliberales; podríamos, también, remitirnos a las historias personales y partidarias de quienes conforman el gobierno nacional. Pero dado el espacio con el que contamos, nos remitiremos sólo a enunciar decisiones relativas a la formación docente que no dejan lugar a dudas a qué proyecto económico y político responden.

Uno de los problemas más graves que atravesó el subsistema de formación docente en los 90 fue, precisamente, el abandono por parte del Estado de su responsabilidad al respecto. La formación docente dejó de ser considerada una política estatal, como lo fue desde el mismo surgimiento del sistema educativo, y pasó a ser responsabilidad de las instituciones, de los propios docentes y estudiantes. La evaluación prevista en la tristemente célebre Resolución A 14, eximía tanto al Estado nacional como a los provinciales, de sus responsabilidades en cuanto al sostenimiento y mejora de la formación docente. Los directivos eran considerados los responsables de ampliar bibliotecas, informatizar las instituciones, los docentes de hacer posgrados, entre muchas otras exigencias. Los alumnos eran responsables de llegar al nivel superior con un capital cultural «ideal», sin tener en cuenta que éste tenía directa relación con lo que el mismo Estado les había ofrecido en los niveles anteriores y/o con las condiciones materiales, también directamente relacionadas con las políticas económicas. El instrumento privilegiado para implementar ese modelo de transferencia de la responsabilidad del Estado a las instituciones y personas fue, como es habitual, la evaluación estandarizada, con parámetros economicistas, exigiendo requisitos que, aunque eran claramente responsabilidad estatal, nunca se habían garantizado. La finalidad, no sólo oculta sino explícita, también fue la esperable: justificar el cierre de instituciones, es decir de lugares de trabajo para los docentes y lugares de estudio para los jóvenes. Nadie duda, ya, que las políticas de los 90 fueron claramente neoliberales.

Ministro ausente

¿En qué consisten las políticas nacionales actuales dirigidas a la formación docente? Para demostrar la ausencia total del Estado nacional bastaría con señalar que el ex ministro de Educación, Esteban Bullrich, fue el más ausente de toda la historia del sistema educativo. Asumió una cartera tan nodal para el sistema democrático a sabiendas que su único interés iba a ser preservar su propia figura para llegar a su candidatura como senador sin atravesar conflicto alguno. A tal fin, decidió no cumplir con la ley de financiamiento educativo, no llamar a paritarias, provincializar todo problema inherente a su cartera. La única idea que se conoce del ex ministro es la del emprendedurismo y la importancia que la escuela tiene al respecto, concepto peligroso y que desenmascara una filosofía que también intenta claramente transferir las responsabilidades de las malas políticas económicas a las personas.

Pero hay más datos de la realidad que nos permiten afirmar el nuevo avance de la ausencia del Estado en materia de formación docente. El Instituto Nacional de Formación Docente (INFD), creado en 2007 con la intención de volver a posicionarla como política del Estado —después del desmantelamiento de los 90— cerró o dejó caer todos los programas a través de los cuales la Nación apoyaba el fortalecimiento de esta formación en las provincias. Es más, hubo rumores, en los inicios de la nueva gestión, que el INFD se iba a transformar en un instituto de evaluación docente, rumores desmentidos por las autoridades.

Propuesta de achicamiento

Sin embargo, en más de un año y medio de gestión sólo se conocen propuestas de achicamiento del sistema formador y de desreponsabilización del Estado, típicas de las políticas neoliberales: el Estado deja de ser el responsable de las instituciones públicas y pasa a cumplimentar sólo una función evaluadora. Cabe insistir que no se trata de que la docencia no quiere ser evaluada, como dicen siempre los medios hegemónicos con la intención de desprestigiarla. Antes de la creación del INFD se llevó a cabo una intensa investigación sobre los institutos de formación docente de todo el país, dirigida por la prestigiosa pedagoga María Cristina Davini. La información reunida sirvió de base para que el INFD defina qué áreas debía contribuir a fortalecer. En cambio, las evaluaciones estandarizadas, descontextualizadas y que sólo miden resultados y no procesos, siempre tienen la finalidad de hacer ránkings, sin explicar la multiplicidad de factores que intervienen en los procesos y con la finalidad de desprestigiar instituciones y profesionales, de transferir responsabilidades y de justificar achicamientos.

En consonancia con las conocidas políticas neoliberales, el gobierno nacional insiste con la propuesta de cierre de los institutos pequeños que funcionan en zonas alejadas desconociendo, una vez más, la importante función académica y social que estas instituciones cumplen: forman a un porcentaje altísimo de docentes para todos los niveles y modalidades desde una tradición pedagógica reconocida como fortaleza y llegan a lugares a los que otras instituciones no logran llegar, lo que permite que muchos más jóvenes estudien y luego se queden a trabajar en su lugar de origen. La otra propuesta es nuevamente implementar la tristemente célebre evaluación estandarizada sin trabajarla con las jurisdicciones, con las instituciones y con los propios implicados.

Compromiso militante

Pero teniendo en cuenta que uno de los efectos que buscan las políticas neoliberales es la paralizar la resistencia (al respecto léase «La doctrina del shock. El auge del capitalismo desastre», de Naomi Klein), la mejor reacción es el compromiso militante de asumir desafíos posibles. Enumeraremos brevemente algunos. A los gobiernos provinciales que dicen oponerse a las políticas neoliberales les corresponde la difícil tarea de concretar esa oposición con decisiones claras. ¿Qué se hará frente a la propuesta de evaluación nacional estandarizada? ¿Se aceptará sin condicionamientos, como se hizo con el reciente operativo Aprender? ¿Se desistirá de participar? ¿Se mostrará cómo y cuánto ya se evalúa en los distintos niveles del sistema educativo? ¿Se hará circular toda la información que a través del mismo sistema o de investigaciones que utilizan dispositivos pertinentes y validados se ha logrado reunir? ¿Se convocará a las instituciones a discutir un proyecto de evaluación alternativo? También les caben otros desafíos: avanzar en el cambio de diseños curriculares, en los modelos de gestión institucional, asegurar las condiciones materiales —por ejemplo edificios propios—, articular con las universidades la formación continua de sus docentes.

Las instituciones de nivel superior no universitario también pueden ofrecer resistencias a las políticas neoliberales. En primer lugar revisando sus propios modelos de gestión secundarizados, escasamente participativos y que atentan contra la autonomía necesaria en las instituciones de nivel superior. Destacamos este desafío como problemática institucional porque conocemos las propuestas ministeriales para modificar los modelos de gestión y también las resistencias que ofrecen algunos directivos ante esos cambios. Otro modo de resistencia es la concreción de proyectos académicos, de extensión, de investigación, si es posible en articulación con otros institutos y/o con la universidad. También cabe mencionar como desafío para los profesores y estudiantes fortalecer permanentemente la propia formación y participar de todas las instancias posibles: institucionales, gremiales, políticas. No dejamos fuera de estos desafíos a la universidad que deberá, cada vez más, abrir sus puertas a los docentes de todos los niveles y modalidades, con propuestas académicamente valiosas como son los posgrados.

Fuente del articulo: http://www.lacapital.com.ar/educacion/desafios-la-formacion-docente-tiempos-neoliberalismo-n1445349.html

Fuente de la imagen: http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/021/155/0021155148.jpg

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¿Para qué sirven las humanidades y las ciencias sociales?

Pablo Gentili

Para qué sirven las humanidades y las ciencias sociales? La pregunta la formuló el pedagogo Pablo Gentili en el lugar indicado y en un buen momento: el martes pasado en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), que este año celebra los 70 años de su creación. Para responderla, Gentili también apeló a un referente histórico y en un momento clave para valorar su legado: Ernesto «Che» Guevara, de quien pronto se cumplirán 50 años de su asesinato. «El Che se subió a una moto y salió a recorrer América latina porque pensaba, con creatividad y con esa enorme fuerza que el optimismo le da a la militancia, que era posible entender el mundo para transformarlo. Ese es el gran desafío de las ciencias sociales y de las humanidades, para hacer un mundo más justo, más democrático y más igualitario», provocó el educador.

Pablo Gentili es doctor en educación (UBA), está radicado desde hace más de 25 años en Brasil, donde es profesor universitario. Actualmente es el director ejecutivo de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), y es autor de libros y publicaciones, reconocido por su compromiso intelectual y social en todo el mundo, en particular en América latina. Así y todo, al iniciar su conferencia se propuso como «un aspirante a rosarino» para mostrar su reconocimiento por los músicos, futbolistas, académicos y luchadores que ha producido esta ciudad.
«Las humanidades y las ciencias sociales sirven para cuestionar, para interrogar, para hacer preguntas incómodas y meter el dedo en la llaga, para decir lo que falta y lo que sobra, también para reconocer lo que se hace bien, como cuando, por ejemplo, América latina pasó de tener 220 millones de pobres a 126 millones, hay que reconocer esto como una gran conquista democrática», argumentó Gentili sobre las razones de por qué estas disciplinas son clave siempre, pero más en tiempos de neoliberalismo.
Y sumó que se trata de las ciencias que enseñan lo fundamental para hacer cuando se mira la realidad social: «Hacer preguntas, interrogarla, cuestionarla, analizarla, a no creer en absolutamente nada de lo que parece natural y mucho menos a conformarse en lo que parece ser una gran conquista. Ante las grandes conquistas democráticas las humanidades y ciencias sociales nos imponen interrogaciones que nos ayuden a transformar lo que parece natural en un hecho político, lo que parece normal en un hecho social, lo que parece una tendencia en un proceso contradictorio y lo que parece una conquista en un enorme desafío».
Agendas impuestas
Gentili recordó que es esa fuerza de cuestionamiento que tienen estas disciplinas la que molesta a los gobiernos. «El gran problema es cuando nosotros decidimos no molestar más y decidimos no hacerlo asumiendo las agendas que nos ponen».
En los momentos más terribles de la historia, los sectores más conservadores apelaron a las detenciones y hasta las desapariciones y muertes de los cientistas sociales para callarlos. Gentili dice que ahora se han dado otras estrategias más sofisticadas para anular el pensamiento crítico, como por ejemplo los ránkings. Un mecanismo tan perverso como exitoso por el cual las universidades son ranqueadas en función de la producción académica, de indicadores de productividad que califican el nivel. Así, los textos publicados en inglés y en revistas especializadas pensadas en esta lógica miden «los niveles» de las universidades. Son datos bibliométricos que calculan en qué medida la producción académica de un país o de sus intelectuales es citada en otros países o por otros intelectuales.
El investigador se detuvo a desandar el circuito que se genera en esta práctica de citar textos, donde muchos publican en un inglés que ni siquiera hablan, por tanto tampoco pueden leer ni sus propios textos. Un circuito que «va creando comunidades científicas parecidas a los grupos de WhatsApp», ironizó.
Esos criterios que se imponen en las universidades —remarcó— tienen que ver con una lógica de producción de conocimiento cada vez más alejada de los problemas cotidianos de la gente, que nada tienen que ver con la posibilidad de producir conocimientos que interpelen, que se comuniquen, que dialoguen con lo que son los temas propios de investigación de estas ciencias humanas y que son la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la violencia, la memoria, el sufrimiento, la discriminación: «Contamos las historias de los que no pueden hablar pero también aprendemos de los que hablan cuando nos cuentan sus historias. Nosotros hablamos de los olvidados, de las mujeres que luchan, de los campesinos que luchan; contamos las historias de las escuelas que nadie cuenta y vamos a buscar las escuelas que nadie vio. Vamos tras las semillas que pueden producir cosas diferentes que no van a contaminar o matar. Vamos a ver con las ciencias sociales conocimientos, saberes, sueños, ideales, utopías, perspectivas, narrativas que relatan e inventan mundos diferentes».
También acusó que esos ránkings que califican el conocimiento académico generan en las universidades competitividad y falta de solidaridad en el desarrollo de proyectos de investigación y producción colectiva de conocimientos. Además de la máquina burocrática a la que se somete a los intelectuales rindiendo cuenta de lo que hacen: «Los académicos de América latina pasan un 40 por ciento del tiempo llenando formularios, rindiendo cuenta de la plata que les dieron y en ningún momento se pregunta para que sirvió lo que investigamos porque no le interesa a nadie».
«Cuando nosotros perdemos de referencia para qué sirve lo que hacemos, en definitiva dejamos de cuestionar, acompañamos las agendas que nos imponen para poder sobrevivir en un lugar cada vez más competitivo. Las ciencias sociales y las humanidades dejan de ser un espacio de diálogo e interrogación para transformarse en un mecanismo burocrático y gerencial, cada vez más despolitizado», llamó a reflexionar.
«Es la investigación social lo que ayuda a pensar —citó como ejemplo— cómo puede ser que hay más y mejores leyes para defender a la mujer pero más violencia de género ¿Qué me muestra esto? Que el patriarcado es una institución difícil de derribar».
«Desconfíen cuando no se nombra la palabra política» en las ciencias sociales, en los discursos de quienes gobiernan, subrayó Gentili una y otra vez desde el arranque y hasta el final de su presentación, marcando el riesgo que significa «despolitizar la política».
El título de la conferencia con el que la Escuela de Ciencias de la Educación (UNR) trajo a Pablo Gentili a Rosario fue «El laberinto de la desigualdad. Educación y justicia social en América latina». Antes de profundizar sobre el reto de las ciencias sociales y de las humanidades, analizó qué pasó en esta región para que luego de tantos años de gobiernos progresistas, que impulsaron políticas públicas y sociales decisivas, indiscutidas, para cambiarles la vida a millones de personas, y volvieron mejores y más inclusivas las democracias, otra vez la derecha y el conservadorismo estén en los gobiernos.
Habló entonces de la no transformación de la matriz productiva primaria, la ausencia de una reforma tributaria de peso que afecte los intereses económicos de los más poderosos y de las corporaciones, además de la concentración de los medios de comunicación en pocas manos que conspiraron (y lo siguen haciendo) sobre las conquistas populares. Razones que siguen haciendo de América latina una región tan desigual como injusta.
Una oportunidad para reflexionar sobre qué pasa en la región
Antes de la disertación del pedagogo Pablo Gentili, el decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), José Goity, habló de la oportunidad que representaba esta presencia, en el marco de los 70 años de la creación de esta facultad. También la directora de la Escuela de Ciencias de la Educación, Verónica Zamudio, hizo notar la ocasión de esta visita, sobre todo como una oportunidad valiosa para reflexionar sobre la coyuntura que vive Latinoamérica.
Pablo Gentili expresó su satisfacción por haber sido invitado a Rosario, en los 70 años de Humanidades, en los 50 de Clacso, consejo del cual es el actual secretario ejecutivo, y a poco de cumplirse el 50 aniversario del asesinato en Bolivia del Che Guevara (el 9 de octubre). Una figura que invitó a mirar en tanto ejemplo de compromiso social. El educador valoró además su vínculo profesional con pedagogos locales, en tiempos que se forma en la UBA como académico.

 Fuente: http://www.lacapital.com.ar/educacion/las-ciencias-sociales-sirven-incomodar-y-meter-el-dedo-la-llaga-n1441422.html. Registro realizado por: Marcela Isaías.

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La educación en Informática: los profesores, su formación y los cambios

Por: Javier Sellanes

Estos días hemos seguido muy atentos a los chicos que fueron a Estados Unidos a competir en robótica, estudiantes de Secundaria, apoyados por el Plan Ceibal y guiados por su profesora de Informática, una egresada en esta especialidad del Consejo de Formación en Educación (CFE). La informática está cambiando.

La formación de profesionales en educación en el área específica de la informática o ciencia de la computación, de acuerdo con su perfil de egreso, es bastante reciente: recién en 2008 surgió el profesorado en el CFE. Con altas y bajas, este profesorado ha transcurrido estos años, y hasta el momento ha logrado un interesante número de egresados a nivel nacional.

Ya desde sus comienzos, el profesor de Informática, formado para desempeñarse en educación media, ha encontrado dos realidades bien distintas a la hora de desarrollarse profesionalmente. Estas realidades son, por un lado, los cursos que se imparten en el Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP), en donde la existencia del bachillerato de Informática, entre otros cursos, ha permitido que los profesores puedan desarrollar todo lo que les brindó su formación en relación a conocimientos y competencias vinculadas a lo específico; otra realidad ha sido el ciclo básico del Consejo de Educación Secundaria (CES).

En el caso del CES, los primeros programas, surgidos en la década del 90 para primero y segundo (únicos dos años en los que hay cursos de informática), vigentes hasta hoy en día, han apuntado a la idea de la informática como algo meramente instrumental, es decir, al servicio de, pero no como un objeto de estudio en sí mismo. Para ejemplificar, hasta ahora hemos formado a los estudiantes para que aprendan a usar un botón de enviar; esto ha sido importante, ya que les ha servido, en algunos casos, para aprender a manejar el correo electrónico. Esto sigue siendo útil, pero ahora viene la etapa, sin descuidar lo anterior, de empezar a pensar qué pasa, qué procesos se desarrollan en un dispositivo y en las redes cuando hacemos clic sobre un “enviar”, vinculando esto fuertemente a la seguridad informática y personal. También debemos empezar a formar en la idea de dejar de ser meramente usuarios consumidores de software, y comenzar a visibilizar la posibilidad cierta de ser usuarios de nuestra propia creación de software.

A pesar de la desactualización de los programas del CES, algunos agregados recientes los han aproximado a lo que hemos esperado de ellos quienes nos hemos formado y quienes pensaron este profesorado, y, mucho más importante aun, a lo que la sociedad debería esperar de ellos. Esto ha permitido, entre otras cosas, experiencias como la de los estudiantes de Tala, quienes han podido llevar adelante sus proyectos de programación y robótica, con una profesora egresada de este profesorado al frente. También debo decir que sin el estímulo, el incentivo y apoyo continuo que ha brindado y brinda el Plan Ceibal, llevar adelante este tipo de proyectos sería bastante más difícil. Con relación a esto último, desde mi punto de vista, parece notorio que se han encontrado caminos comunes entre Ceibal y los profesores de Informática egresados de formación docente, que necesariamente debían encontrarse.

Para adelante. ¿Y la formación, qué?

Más allá de estos logros puntuales del profesorado, actualmente nos encontramos en una etapa de cambios más fermental, tanto en el CES, en el que se está trabajando en una reforma más profunda de los programas, como en lo que refiere a la formación de profesores, ya que estamos en medio de la transformación de la formación docente en universitaria, oportunidad que los profesores de Informática hemos encontrado para realizar adaptaciones y actualizaciones a la carrera.

Sobre el proceso de transformación de la formación docente, el caso de Informática dentro del CFE es un caso particular. Dada su “juventud” en el profesorado, hoy no cuenta con un departamento académico específico; por lo tanto, no existe una coordinación institucional que pueda conducir los cambios.

En este punto es importante recordar que, en el marco de las transformaciones de los planes y programas de las carreras del CFE, las autoridades decidieron crear comisiones de carrera que diseñen los planes y programas, adaptados a lo que la nueva realidad universitaria esperaría de ellos. La creación de estas comisiones ha sido algo novedoso y estimulante para los actores de formación docente, ya que son comisiones en las que participan docentes, egresados y estudiantes de las diferentes carreras, los tres órdenes que para cualquier carrera universitaria son moneda corriente, pero que para formación docente no lo han sido.

Una de las comisiones creadas fue la Comisión Nacional de Carrera de Profesorado (CNCP). Ante la ausencia de la coordinación en Informática, como se mencionó, convocó, con el aval de las autoridades del CFE, a salas nacionales para la especialidad. A estas salas asisten docentes, estudiantes y egresados de Informática de todo el país, lo que permite empezar a trabajar de forma organizada, ya que la de informática es una carrera que al día de hoy se imparte en cuatro centros de formación de profesores del país, y todos debían participar en la discusión, diseño e implementación de los cambios en los planes y programas. A partir de esta decisión de la CNCP, estas salas han comenzado a producir para la nueva currícula y vienen siendo muy importantes en cuanto al número de participantes y al compromiso con la formación, pero sobre todo en lo que refiere a la calidad de los documentos elaborados como síntesis de los encuentros realizados hasta el momento.

Otro aspecto relevante de los nuevos planes de formación docente, en tanto formación universitaria, es que incluirán en sus carreras tanto la extensión como la investigación.

La extensión universitaria abrirá nuevas posibilidades formativas para todos y en particular para Informática. Por lo tanto, en este proceso han participado en las salas nacionales la Inspección de Informática del CETP y la coordinación de Informática del CES (en CES no existe la inspección de Informática, lo cual es una necesidad cada vez más importante). También se ha invitado al Plan Ceibal y a otros actores vinculados al área a participar en el proceso, para estudiar en qué aspectos podemos fortalecernos trabajando juntos. En este sentido, hemos encontrado importantes puntos de contacto con Plan Ceibal, ya que actualmente se encuentran trabajando fuertemente el tema del pensamiento computacional, es decir, la forma en que pensamos y resolvemos los problemas quienes somos formados en Ciencias de la Computación; también trabajan en otras áreas comunes, como la programación y la robótica, por lo que estamos pensando cómo vincularnos por medio de la mencionada extensión universitaria. Plan Ceibal tiene para aportar al profesorado desde este espacio, y el profesorado, para aportar a Ceibal.

Este ámbito de discusión permitió también que en la coordinación del CES encontráramos una gran receptividad en cuanto a la necesidad de cambios en los programas, y se nos informó que se está trabajando en ellos. La inspección del CETP expresó la necesidad de formar a los profesores en una mayor cantidad de áreas, punto en el que también hemos hecho acuerdo, sin perder de vista que un profesor de Informática tiene que estar formado para adaptarse al cambio y el surgimiento de nuevas tecnologías, competencia fundamental que un profesor formado en Ciencia de la Computación tiene que tener para desarrollar su profesión, a futuro, con éxito.

Lo esperable

El objetivo es llegar con la nueva propuesta a formar una cantidad de profesores superior a la actual, hacer crecer el número de profesores titulados y empezar a brindar la posibilidad de formar profesores en todo Uruguay de manera semipresencial, aspecto en el que ya existía una propuesta de formación de los profesores de Informática que se está rediscutiendo en estas salas nacionales, para hacer una propuesta acabada a las autoridades del CFE.

Otro de los objetivos, tan importante como los anteriores, y que se ha expresado en las salas realizadas, es lograr una mayor conexión entre la formación y el contexto de desarrollo profesional, pensando en el CES y en el CETP, pero sobre todo pensando en los nuevos paradigmas de la enseñanza de la informática a nivel mundial, que ya no hablan de una informática meramente instrumental para la educación media; paradigmas que el profesorado ha recogido desde sus inicios, pero que tiene que lograr imponer, sobre todo en el CES.

También en medio de la discusión de la nueva currícula, hemos visualizado que las herramientas que proporciona el Plan Ceibal han sido motivadoras, por lo que la nueva propuesta buscará que los estudiantes de profesorado, ya en sus primeros años de formación, logren las competencias y conocimientos que les permitan trabajar temas como programación y robótica, al mismo tiempo que formas de pensar propias de la ciencia de la computación, como el pensamiento computacional. Este logra que el estudiante desarrolle no sólo competencias relacionadas a la informática. Por el contrario, se ha extendido a otras áreas de la educación, ya que tiene que ver con competencias para la vida del futuro ciudadano, que se enfrentará a un mundo globalizado, complejo y cambiante, en el que deberá resolver situaciones que exijan no sólo el pensamiento crítico, sino, sobre todo, la capacidad del trabajo en equipos que permitan resolver problemas de manera algorítmica y, por lo tanto, eficientes.

En definitiva, hay un presente y un futuro llenos de desafíos, pero con el optimismo de tener una carrera de profesor de Informática que gana en estabilidad y en presencia en todo Uruguay, que está reformulándose y preparada para aportar a la formación en educación media. Al mismo tiempo, vemos felizmente que asoma el cambio de planes de estudio en el CES, que tienden definitivamente a superar anteriores paradigmas.

 

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Las escuelas normales: rostro del fin de una institución

Por: Oswualdo Antonio González

Escribo estas líneas pensando más que en el lector presente, en un hipotético lector futuro que intente comprender cómo es que una generación permitió que las Escuelas Normales (donde se formaban maestros para la educación pública) desaparecieran, fueran destruidas sin poner “un poco” de resistencia.

2025, padres de familia y estudiantes protestan en calle.

De los cuatro hijos que tenía, sólo el más pequeño estudiaba la educación primaria. Había decidido con su esposa que era el que más tenía posibilidades de “salir adelante”, es el más “vivo” decía ella y los demás integrantes de la familia parecían coincidir en este diagnóstico. Con evidente “miedo” avanzaban junto con otras familias, que desesperadas se habían atrevido a realizar esta “caminata” para “pedir” algún apoyo al gobierno. Ellos sabían que esto era ilegal, que las anteriores manifestaciones habían sido reprimidas violentamente. El desenlace fue el esperado, miles de “militares” ya los esperaban con la instrucción de darles un “escarmiento”, pero como otras veces, en esta ocasión también se les “pasó la mano”. Litros de sangre alimentaron el frío asfalto. En minutos los equipos de limpieza, “limpiaron”, perfumaron y montaron un escenario para que el gobierno de la Coalición hiciera un anuncio en cadena nacional: una nueva bolsa de recursos económicos para dar “crédito” a estudiantes a tasas muy competitivas y a un plazo nunca antes visto, 40 años para pagarlos.

Cuaderno del pasado.

Puso el punto final a su texto. Estaba emocionado. Había logrado armar una historia coherente e interesante. Pensaba que si lograba reconstruir puntos clave del pasado, podía iluminar el presente y así diseñar estrategias para destruir a un gobierno que parecía invencible. Él, como muchos, sabía que cada nueva matanza de “civiles” significaba más miedo y mayor aceptación de esta realidad como inevitable. Por su formación de maestro en una Escuela Normal, sabía cómo narrar temas complejos para que los niños lo comprendieran y decidió seguir la misma lógica.

El documento de apenas tres “hojas” se dividía en pequeños temas y se denominaba Cuaderno del pasado, el cual se usaría en las reuniones clandestinas con las familias.

Tema 1: Las Escuelas Normales: contrapesos de los gobiernos.

Cuando se diseñó la educación pública, decía el “Cuaderno del pasado”, se cuidó que los gobiernos no pudieran utilizarla para perpetuarse en el poder. La educación pública, le fue encargada al Estado, es decir, las decisiones clave debían tener el aval del poder legislativo federal en armonía con las legislaturas locales, en consecuencia era muy difícil que un gobierno encabezado por un Presidente católico, por ejemplo, pudiera echar abajo su carácter laico. Para garantizar la independencia de los maestros de escuelas públicas, se crearon las Escuelas Normales, en cuyas aulas se formaban con un perfil de compromiso comunitario. Pero en el 2012, este diseño fue roto por la creación de un “Pacto” entre los tres principales partidos del país, los cuales representaban la derecha, el centro y la izquierda del espectro político y que tenían en común sus fuertes intereses económicos. Este “Pacto” tuvo como primera tarea desmantelar la educación pública, lo cual lograron y en su lugar nos dejaron este sistema educativo que hoy tiene endeudado a nuestros hijos.

Tema 2. Construir conocimiento propio desde las Normales.

Una cuestión que se cuidó en las Normales fue que no se convirtieran en reproductoras de modelos pedagógicos, para ello, existían escuelas Anexas donde se “practicaba” pero también se “experimentaban” con otras pedagogías, las cuales posibilitaban la actualización constante y la alimentación de las propuestas de Reforma educativa. Esto fue destruido de manera abierta durante los 12 años de los gobiernos panistas en el año 2000, al imponer un Modelo centrado en Competencias y reducir los planes y programas a la “enseñanza de didácticas”. Igualmente los anexos agropecuarios poco a poco fueron olvidados, enviando el mensaje implícito que los egresados ya no serían “maestros del y para el campo”. Siguen existiendo las escuelas anexas, como fantasmas de lo que un día fue un modelo educativo de vanguardia a nivel mundial. Igualmente siguen existiendo los terrenos donde se ubicaban las Normales, solo que ahora cuentan con edificios de última generación, con todos los avances tecnológicos, sostenidos por una asociación público-privada que cotiza en la Bolsa de Valores y que se hizo de estas instituciones en el marco de un Programa llamado “Normales al CIEN”. El nombre de las Normales sufrió un pequeño cambio ahora se denominan Incubadora de Emprendimientos para la Enseñanza Eficaz.

Tema 3. Existieron Normales rurales: escuelas del campo para el campo.

Panistas, Priistas y Perredistas en su “Pacto” del año 2012, tuvieron claro que si querían que su Reforma neoliberal avanzara deberían acabar con las Normales y así lo hicieron. Primero fueron las rurales, las ahorcaron financieramente, redujeron su matrícula y cuando salieron a protestar fueron violentamente reprimidos, con saldo de estudiantes desaparecidos, asesinados, encarcelados y hospitalizados. Ante estos hechos sangrientos, las Normales urbanas, no apoyaron a sus pares rurales en su lucha, lo que a la larga implicó la desaparición de todas las Normales, urbanas y rurales. En el ciclo escolar 2025-2026 ninguna Normal rural abrió sus puertas a nuevos solicitantes, ya desde el ciclo escolar 2018-2019 ninguno de sus egresados se tituló debido a los nuevos estándares y requisitos. Las Normales rurales, no solo se definían por el lugar en el que se ubicaban sino por el tipo de formación que se les proporcionaba a los maestros que a ella acudían, al grado de ser llamados “revoltosos” por los medios de comunicación afines al gobierno.

Tema 4. Los directivos de las Normales al servicio del gobierno.

No se explicaría la caída de las Escuelas Normales sin la complicidad que en este proceso tuvieron los cuadros directivos sobre todo de las denominadas “urbanas”. Esa complicidad tomó diversas formas dependiendo de los niveles de organización de los estudiantes y los docentes por fuera de la institucionalidad: amenazar, controlar e infiltrar a los estudiantes para evitar que protestaran; encabezar cualquier intento de protesta pública y con ello encauzarlo por la vía del “diálogo” con la autoridad; a cambio obtuvieron puestos públicos de “mayor importancia” en la estructura de los diversos gobiernos; impulso de modelos de gestión centrados en la “calidad”, con lo cual obtuvieron más recursos financieros y fueron usados como ejemplos para las Normales rurales a las cuales se les quitaban sus presupuestos por defender “el normalismo histórico”; subordinación total a los gobiernos federal y estatal, aunque en varios casos manteniendo un discurso “revolucionario”, pero con acciones totalmente contradictorios a esa postura.

Tema 5. La institucionalización de los estudiantes de las Normales urbanas.

Ser estudiante es sinónimo de rebeldía, de abrazar causas y enamorarse de teorías y autores, pero esto no fue así en las Normales urbanas, algo pasó. Los estudiantes fueron incapaces de defender logros que habían acumulado otras generaciones, tal vez por miedo, no se solidarizaron con sus hermanos rurales, sólo observaron y en algunas ocasiones marcharon de manera muy “civilizada”.  Los estudiantes normalistas fueron incapaces de defender derechos laborales del gremio docente al cual pertenecerían.

La despolitización de los normalistas implica reconocer que la estrategia contra la educación pública se tejió varias décadas atrás, en la década de los setenta, afirman algunos.

Tema 6. La trampa de ser universitarios, para los maestros de las Normales.  

Estudiantes normalistas pasivos, despolitizados, son consecuencia del actuar de una mayoría de maestros de las Escuelas Normales que concibieron a la educación sólo como “enseñanza” y lo revolucionario moderno, como sinónimo de “maestro excelente”, “maestro innovador”, “maestro competente” y “maestro individualista”.

Institucionalmente estas dinámicas fueron reforzadas por la incorporación de prácticas y mecanismos neoliberales de productividad a las Escuelas Normales, el ideal que se impuso fue el del “docente universitario”. El compromiso con el pueblo, característico del normalismo, fue sustituido por la “acumulación de puntos” para “ganar más”, la medición de la calidad mediante estándares y parámetros y la certificación de competencias.

Martes 5 de agosto del 2025.

22:00 horas

Terminó la primera sesión con el “Cuaderno del pasado”, asistieron 15 maestros. Todos se veían muy cansados, la mayoría cubría cuatro turnos para poder ganar el mínimo para sobrevivir. No hubo comentarios finales, solo silencio. Acordamos una siguiente reunión clandestina para seguir recordando lo que habíamos perdido. Todos sabían que en el horizonte se dibujaba una única salida.

24:00 horas

Llegaba el último integrante de esa Célula de coordinación, la reunión empezó. Antes, un reporte avisaba que todo estaba en calma y que se procedía de acuerdo a las instrucciones. El tiempo de las marchas había quedado atrás.

02:00 horas

Tomó el lápiz e inició la redacción de un nuevo Cuaderno para usar en las reuniones. Una tarea urgente era recuperar la memoria y decirles a los más jóvenes que las cosas no siempre fueron como ahora son.

Escribió: El hambre de las trasnacionales no se detiene, devoraron nuestros recursos naturales y convirtieron en productos nuestra historia, nuestras instituciones ahora son controladas por ellos, deciden quien gobierna y quien imparte la justicia; ahora se comen nuestros cuerpos y llenan nuestros corazones de rutinas. Su primera tarea cuando nacemos es dominar nuestros cuerpos y matar nuestra posibilidad de imaginar…

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/las-escuelas-normales-rostros-del-fin-de-una-institucion/

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Nicaragua, tecnología, cooperación genuina

Tecnología y educación

Por: Ana Lilia Herrera

Es cierto. Muchas de nuestras escuelas públicas no cuentan con la infraestructura necesaria para aprovechar la conectividad a internet, y muchas otras requieren incluso de algo tan básico como la electrificación, mobiliario o hasta un techo.

También es cierto que hay decisiones que México no debe seguir postergando: en la actualidad fuera de las aulas, la tecnología ya está al alcance de todos y necesitamos contenidos y capacitación adecuados.

En el año 2000 muchos consideraron irrisoria la propuesta visionaria, hay que reconocerlo, de un candidato presidencial para que la educación pública incluyera inglés y computación. Hoy el destino nos alcanzó y aunque tarde, nuestro país ha dado pasos firmes para enfrentar la brecha digital que ha generado nuevas desigualdades sociales, estructurales y educativas, vinculadas al uso de internet y las nuevas Tecnologías de Información (TIC’s).

La educación en México hoy cuenta con las bases constitucionales y legales necesarias que, en el camino hacia su consolidación, están plasmando calidad en el proceso de aprendizaje que reciben millones de niñas, niños y jóvenes, además de la transformación cualitativa en las relaciones entre autoridades, maestros, alumnos, padres de familia y la sociedad en general.

El presupuesto del sector tiene niveles históricos destinados a infraestructura y equipamiento, lo que debe traducirse en escuelas dignas, donde la incansable gestión de los maestros y maestras se centre en el proceso de enseñanza-aprendizaje y no en las condiciones mínimas necesarias de la infraestructura.

Sin embargo, la tarea no estaría completa si no emprendemos acciones que aseguren, como lo establece el texto constitucional, que los materiales y métodos educativos abonen al máximo logro de aprendizaje de los niños, jóvenes y adultos inscritos en alguno de los niveles de enseñanza.

Con el propósito de hacer realidad el derecho humano a la educación de calidad de los mexicanos, el acceso al internet y a las TIC’s son un factor que coadyuvará a la sociedad del conocimiento, en una era global donde la alta competitividad, el flujo y tránsito de la información son la estructura de una nueva manera de entender y participar en el mundo actual.

De ahí que senadores de todas las fuerzas políticas apoyaron en forma unánime la reforma a la Ley General de Educación que propuse en 2014, para facultar a la autoridad educativa federal a que al inicio de cada ciclo lectivo, ponga a disposición de la comunidad educativa y de la sociedad en general los libros de texto gratuitos y demás materiales educativos, a través de plataformas digitales de libre acceso.

Con cambios al artículo 12 del ordenamiento jurídico, se garantiza que todos los niños y jóvenes tengan acceso a la información de preescolar, primaria, secundaria, telesecundaria, educación indígena y media superior, independientemente del extraordinario esfuerzo que se realiza en México para llevar los libros impresos a cada escuela.

Información publicada por el Inegi señala que el acceso a las tecnologías digitales es predominante (80 por ciento) entre la población de los 12 a los 17 años, mientras que en niños de entre 6 a 11 años, el acceso es igualmente significativo (42.2%). Para el grupo de 18 a 24 años, la proporción se reduce a dos de cada tres, mientras que la mitad de los adultos jóvenes, (de 25 a 34 años) dispone de las habilidades y condiciones para realizar tareas específicas en Internet.

En congruencia con las reformas educativa y en telecomunicaciones, el Senado dio un paso firme para posicionar a nuestro país como referente internacional en el acceso educativo a través de medios tradicionales y tecnológicos preservando la gratuidad y el acceso a los contenidos a través de plataformas digitales.

Muy seguramente la Colegislatura encaminará sus esfuerzos a la consecución del logro de oportunidades para la inclusión de los educandos, lo que sin duda, repercutirá en la innovación, el desarrollo del capital humano y el perfeccionamiento del conocimiento para las nuevas generaciones.

Fuente: https://www.debate.com.mx/opinion/Tecnologia-y-educacion-20170803-0347.html

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Escuelas normales: lo que les falta

Por: Gilberto Guevara Niebla

Muchas veces he escuchado esta pregunta: ¿Por qué un maestro normalista no dirige la SEP? En efecto, han sido muy pocos maestros normalistas los que han logrado ocupar la silla de José Vasconcelos —quien, por cierto, no era maestro. Los dos maestros de profesión que han tenido el privilegio de ser secretarios fueron José Ángel Ceniceros (1952-1958) y José Ángel Pescador (1994), aunque ambos completaron su formación con estudios universitarios.

Hay molestia cuando el magisterio advierte que algunos puestos de dirección educativa —tanto federales como estatales—son ocupados por personas que provienen de fuera del sistema educativo. Esto sucede porque los gobernantes —presidentes o gobernadores—suelen conceder las posiciones directivas de la educación a sus amigos o a sus compañeros de partido, pero siempre siguiendo criterios políticos y no criterios de experiencia académica o educativa.

Esto ocurre frecuentemente, pero no hay que perder de vista otro motivo que actúa en esas circunstancias: el hecho cierto de que no hay maestros normalistas técnicamente preparados para dirigir la educación nacional. Esta afirmación seguramente indignará a algunos docentes, pero es incuestionable. Los maestros están preparados para enseñar y cumplen muy bien con su trabajo en la escuela, pero casi ninguno ha adquirido las competencias para dirigir la empresa social más grande del país (2 millones de empleados, 25 millones de clientes). Para ser secretario (me refiero, claro, a un buen secretario) se necesita tener, no solo habilidad política, la cual es indispensable, sino también verdadera vocación por la educación, estar empapado en la cultura (o las culturas) de México, conocer en sus pormenores el sistema educativo, dominar en su intimidad la materia educativa, saber la historia de la educación nacional, tener excelentes habilidades para el liderazgo y para la gestión pública, etc., etc.

Tomar el timón de este barco no es cualquier cosa. Cabe, sin embargo, preguntarse: ¿qué institución de México está formando cuadros técnico-políticos con el conjunto de virtudes que se requieren para tomar el mando de la educación nacional? En mi opinión, ninguna. Deberían ser las escuelas normales, pero ellas fueron pensadas por los políticos del siglo XX para entrenar a maestros de banquillo, pero no para capacitar a las personas que habrían de dirigir la empresa educativa: por añadidura, las normales han vivido durante mucho tiempo tanto abandono y descuido, que algunas se encuentran en franca declinación. Ha faltado en nuestro escenario, una visión mayor, más ambiciosa, más grande, de la escuela normal y han faltado autoridades educativas —federales y estatales— con voluntad para impulsar el crecimiento de estas instituciones.

Lamentablemente en las escuelas normales se ha instalado el academicismo formal como ideología dominante. ¿Qué es el academicismo formal? Es la visión que propone hacer crecer a las normales a través de la mera creación de posgrados, sin importar muchas veces el contenido y la utilidad práctica que esos posgrados puedan tener. Antes de pensar en posgrados, hay que pensar en funciones. Y las grandes funciones que las escuelas normales no cumplen satisfactoriamente son: 1) Formar cuadros expertos de alto nivel para dirigir la educación; 2) Impulsar la investigación educativa con orientación pragmática y utilitaria (a saber, una investigación que produzca conocimientos que retroalimenten la práctica educativa) y 3) Desarrollar políticas en materia de formación continua para involucrarlas directamente con el quehacer de las escuelas (después del entrenamiento profesional, debe venir la formación continua, tal y como como lo hacen las mejores universidades).

He aquí, resumido, todo un programa de acción que debería ponerse en práctica lo más pronto posible, aunque sabemos muy bien de la negligencia, de la dispersión, y de los pequeños intereses que, frecuentemente, mueven a las personas que toman las decisiones en este país.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/escuelas-normales-lo-que-les-falta/

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