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El maestro que investiga transforma su práctica docente

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

La disposición a cuestionarnos y buscar respuesta hay que desarrollarla de manera continua. Un verdadero profesional de la enseñanza no tiene por qué esperar instrucciones de los organismos supervisores para mejorar su práctica docente.

El pasado jueves 24 de marzo, por invitación de mi muy estimada amiga Sandra González, tuve un conversatorio con un “excelente grupo de jóvenes” que están estudiando para su licenciatura en educación en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). Pensando en ellos escribo este breve ensayo, con el propósito de fortalecer una idea que deje “colgada” en las mentes y el corazón de ellos: la formación inicial docente debe ser capaz de prefigurar al maestro que tanto aspiramos y requerimos en nuestro país.

Motivado por esa idea, me anima a reflexionar y escribir acerca de la importancia de la investigación en la formación, como en el quehacer profesional, de todo aquel que quiere desarrollarse como un innovador y generador de aprendizajes significativos en el aula.

A ellos de manera especial, pero también a todos aquellos que actualmente están en su proceso de formación y, por supuesto, a los miles de maestros que están en las aulas haciendo de “tripa corazón”, para alcanzar ese sueño de muchos: que todos los niños, niñas y jóvenes adolescentes, como también, los jóvenes adultos, aprendan, desarrollen todas las competencias y habilidades que les demanda el mundo y la sociedad de hoy.

Parto del siguiente principio: un maestro que investiga tiene grandes oportunidades de transformar su práctica docente y, por tanto, para alcanzar los más altos niveles de logros de aprendizajes de sus estudiantes.

La investigación científica procura que encontremos respuestas distintas a las que la experiencia nos llega a creer. No se trata de restarle importancia a la experiencia, sino más bien, de encontrar evidencias que hagan posible ponderar nuevas posibilidades, tanto en el orden de las preguntas que debemos hacemos frente a la realidad, como de sus posibles respuestas alternativas.

La ciencia no es un saber dogmático, más bien probable, plausible, que siempre nos guía por el camino de construir nuevos conocimientos o fortalecer aquellos que son pertinentes. La investigación, desde esa perspectiva, abre puertas hacia la innovación pedagógica y, sobre todo, al convencimiento de que, así como cada estudiante es único, son únicos y característicos, cada grupo de estudiantes con que un maestro se vincula en el sagrado acto de educar. De ahí el binomio inseparable de investigar para innovar o innovar desde la investigación.

En los procesos de aprendizaje son múltiples los factores que inciden en su desarrollo, algunos referidos al propio sujeto-estudiante, como su percepción del clima del aula, su interés, motivación, valoración que tiene por la educación, además de la historia previa de aprendizaje, las capacidades desarrolladas y un largo etcétera que les dejo para su imaginación. Otro factor lo aporta el docente y que incluye, además de su motivación, el interés, las competencias y habilidades desarrolladas para enseñar, el dominio de lo que debe enseñar, las relaciones entre colegas por desarrollar buenas y novedosas prácticas docentes y otras muchas razones. El aula que genera dinámicas de relaciones que involucran a los sujetos fundamentales, maestros-alumnos, permite a su vez la aparición de otros factores importantes, como son las expectativas para aprender, la gestión efectiva del tiempo y de las oportunidades de aprendizajes, el sentimiento de valoración y aprecio, un ambiente positivo para aprender y, como esos, otros tantos aspectos que se derivan de las relaciones que le da sentido a la escuela y al sistema educativo.

Por supuesto, todos esos factores se relacionan y generan distintos ambientes de aprendizajes, algunos más favorables que otros, y que serán claves para el acto de aprender y enseñar.

En los estudios internacionales como nacionales que se han desarrollado en el país una evidencia se ha hecho notable. A pesar de que el factor predictor más potente para explicar los logros de aprendizaje de los estudiantes ha sido el quintil socioecómico en que estos y sus familias se ubican, siendo más bajos en los del quintil uno, es decir, los más pobres, sin embargo, aparecen escuelas en que dicha relación se invierte totalmente, es decir, que estudiantes del quintil más pobre muestra logros importantes. Por ejemplo, en el último estudio PISA, sale a relucir que el 12% de los estudiantes del quintil uno, su promedio en dicha evaluación está igual o por encima del promedio de aquellos que están en el quintil cinco, los más ricos. De la misma manera, en las evaluaciones diagnósticas nacionales en tercero y sexto de primaria, aparecen centros educativos del quintil uno cuyos promedios son tan altos como los del quintil cinco. Aún más, y hasta donde pude disponer de esos datos, que hay centros que muestran estos resultados tanto en las evaluaciones de tercero como la de sexto de primaria.

En mi acercamiento vivencial e investigativo que he desarrollado desde finales de los años ochenta, una evidencia es incontrovertible, el maestro es quien pone la diferencia, pues con sus capacidades, motivación, interés y gestión logran que los factores adversos pierdan el “poder” de sus efectos.

Como podrán imaginar, colocarse ante el aula y los sujetos convidados a ella como maestro e investigador, puede constituirse en una herramienta muy poderosa para lograr los propósitos de enseñar con calidad y propiciar aprendizajes, también de calidad.

Al través de la investigación-acción, el maestro como los directivos de los centros y otros docentes, pueden convertir la escuela en un espacio de innovación y desarrollo de buenas prácticas docentes y, por consecuencia, de altos logros de aprendizaje de sus estudiantes.

Los procesos educativos son muy dinámicos, como lo son los sujetos envueltos en ellos y, más aún, los contextos que actualmente vivimos en un mundo que cambia de manera continua en todos los sentidos.

Los niños, niñas y jóvenes adolescentes de hoy son muy distintos a los de ayer, están inmersos y son parte de un mundo y una realidad distinta, donde se están produciendo contantemente grandes cambios, tanto en la disposición como el contenido del conocimiento mismo. El maestro, en esas nuevas circunstancias, debe constituirse en un sujeto activo y propiciador de nuevas maneras de gestión de oportunidades para aprender. Incluso, la propia formación docente debe ser revisada desde esta perspectiva, so pena de seguir una ruta que solo conduce a la reproducción de viejos esquemas mentales de enseñar, y que hoy no muestran su utilidad en el ámbito de la enseñanza y de los aprendizajes.

Una gestión pedagógica que no sea capaz de estudiarse y valorarse profundamente tiene muy pocas posibilidades de transformación y cambio.

La escuela puede ser un buen laboratorio para responder múltiples preguntas de cotidianidad misma: ¿Qué aprenden y no aprenden mis alumnos y alumnas, y por qué? ¿Dónde están sus mayores dificultades? ¿Cuáles factores explican esos resultados? ¿Cuáles características tienen mis estudiantes que obtienen las mejores calificaciones?

Yo mismo, como maestro, ¿he desarrollado todas las competencias de lo que significa enseñar efectivamente? ¿Qué hacen los maestros de mi escuela o de mi distrito de aquellos estudiantes que tienen los mejores logros? ¿Cuáles estrategias docentes son las que producen mejores aprendizajes en las diferentes áreas disciplinares: lengua española, matemática, ciencias, etc.? ¿Cómo afecta el clima del aula y del centro los aprendizajes? Si las relaciones entre maestros, así como entre maestros y alumnos mejoran, ¿afectan de manera positiva los logros de aprendizaje? ¿Tener más o menos tareas para la casa cambia los aprendizajes de los estudiantes en matemática y otras áreas? ¿Fomenta mi escuela hábitos de lectura en la comunidad educativa? ¿Se producen cambios en los aprendizajes de mis estudiantes si los maestros intercambiamos de manera frecuente nuestras experiencias? ¿Qué características personales y profesionales tienen mis mejores maestros? ¿Experimenté yo mismo, como gerente de la escuela, cambios importantes en mi gestión por haber pasado por los talleres y cursos de formación continua?

Hay que estar dispuesto a estudiar y descubrir las brechas de la gestión institucional y pedagógica que producen cambios. Hay que disponerse a estudiar y analizar los problemas. Recoger, organizar y analizar evidencias, extrayendo conclusiones y recomendaciones que puedan ponerse en práctica.

La gestión docente en cualquiera de sus ámbitos: institucional o pedagógica, es una profesión fundada en teorías y principios científicos que deben ser continuamente revisados y analizados y, sobre todo, evaluados en su efectividad. La disposición a cuestionarnos y buscar respuesta hay que desarrollarla de manera continua. Un verdadero profesional de la enseñanza no tiene por qué esperar instrucciones de los organismos supervisores para mejorar su práctica docente. Eso es parte consustancial de su ser profesional.

El maestro investigador –innovador, es una alternativa para generar procesos de reflexión desde la práctica docente mediante la investigación – acción, que permita el desarrollo y fortalecimiento de una gestión de calidad.

No olviden nunca, si queremos nuevas respuestas, tendremos que hacernos nuevas preguntas

Fuente: https://acento.com.do/opinion/el-maestro-que-investiga-transforma-su-practica-docente-9047226.html

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SNTE: por una democracia con adjetivos

Por: Wenceslao Vargas Márquez 

Ante la falta de elecciones nacionales, avanzan las elecciones seccionales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. 

El sindicato petrolero pudo procesar sus elecciones nacionales mientras el SNTE, ante la falta de voluntad del gobierno y la ausencia de oposiciones internas sólidas que la exijan, deberá esperar hasta el año 2025 las suyas, pues si no hay la decisión de hacerlas ahora mismo (como lo fue en el caso petrolero) menos la habrá de hacerlas cuando le corresponden, en febrero de 2024, año de elecciones presidenciales.  

Ante la falta de reforma estatutaria estas elecciones han sido regidas por un Reglamento para la elección de directivas seccionales que ya tiene dos años de vida. En su artículo 4 el citado Reglamento dice que “en el proceso de elección de las directivas seccionales sindicales deben observarse los principios siguientes: objetividad, equidad, certeza”. Ninguno de estos principios se respetó en las votaciones del primero de abril. 

La objetividad no se respetó cuando la autoridad electoral interna es juez y parte en el proceso. La equidad no se respetó cuando las planillas oficiales tienen financiamiento y las opositoras no. La certeza no se respetó cuando no se conoce el padrón general y ni siquiera la cantidad de votos que se esperan en cada una de las casillas. Hubo quienes aparecieron hasta tres veces en una misma casilla con nombre, RFC y homonimia idénticos.  

Con el pretexto de proteger datos sensibles según la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares LFPDPPP, los artículos 18 y 40 del Reglamento magisterial no contemplan entregar copia del padrón a las planillas opositoras aun cuando el citado padrón es apenas un listado de nombres y RFC, es decir que no contiene ninguno de los datos que la LFPDPPP designa expresamente para proteger por ser sensibles.  

Dice el artículo 3 de esa ley: “Datos personales sensibles: Aquellos datos personales que afecten a la esfera más íntima de su titular, o cuya utilización indebida pueda dar origen a discriminación o conlleve un riesgo grave para éste. En particular, se consideran sensibles aquellos que puedan revelar aspectos como origen racial o étnico, estado de salud presente y futuro, información genética, creencias religiosas, filosóficas y morales, afiliación sindical, opiniones políticas, preferencia sexual”. Ninguno de estos datos tiene el padrón, y a pesar de ello se niega su entrega a los competidores.  

Se ha violado el Reglamento del SNTE en su artículo 4 y debe proceder la nulidad de la elección de la Sección 32 del SNTE en los términos del artículo 62 del mismo Reglamento al acreditarse “de forma plena, objetiva y material” que el Reglamento se violó y que esas violaciones “son graves, dolosas y determinantes cuantitativa o cualitativamente para el resultado de la elección”.  

De cualquier forma, en la mencionada elección, hubo cinco planillas: dos oficiales, tres opositoras, todas con salida mediática a campaña en momentos distintos. La naranja compite desde 1996, momento de la reorganización del grupo al que representa, la color vino compite desde la tarde del 12 de febrero en que anunció desde el puerto de Veracruz que competiría, la guinda tuvo dos años de recorrido por todo el estado de Veracruz, la blanca disputa un espacio desde el año 2013 en las luchas contra la reforma educativa del sexenio pasado, la roja, última en salir, comenzó campaña desde el reciente 19 de marzo en que se autorizó la difusión de propuestas. 

Los resultados oficiales, fraudulentos, que favorecieron a las planillas oficiales naranja y vino, tienen implicaciones para la elección de gobernador veracruzano en 2024. (El Comité de la 32 tendrá espías de la SEV a bordo durante cuatro años). Inmediatamente después del triunfo el nuevo comité de la 32 corrió a tomarse la foto con el diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, aspirante a gobernador, a quien le toca ocupar ahora el lugar que alguna vez ocupó Javier Duarte como referente político en la 32 del SNTE. ¿Qué sentirá Sergio Gutiérrez Luna (Morena) al ocupar la silla magisterial simbólica que alguna vez detentó Javier Duarte de Ochoa (PRI), también nombrado miembro honorario del SNTE? 

Igual que los petroleros, sin piso parejo, los trabajadores de la educación de Veracruz asistimos a un proceso (todavía inconcluso pues falta resolver las inconformidades) en el que a la supuesta democracia magisterial le faltaron los adjetivos que ofrece el artículo 4 del Reglamento sindical en vigor: no es objetiva, ni equitativa ni cierta. Krauze teorizó hace años en favor de una democracia a secas, sin adjetivos. En el SNTE la necesitamos con adjetivos.   

Twitter @WenceslaoXalapa

Fuente: http://www.educacionfutura.org/snte-por-una-democracia-con-adjetivos/

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Recordar es extrañar un poco

Por: Alfredo Grande

En una nota del diario El País leemos: “¿qué mueve a Morlachetti? “La utopía de construir un mundo justo tiene mucho de pensamiento mágico”. Alberto Morlachetti creó hace 40 años la Fundación Pelota de Trapo para niños en riesgo de exclusión. Cuenta con varios talleres, biblioteca, escuela y hasta una agencia de noticias”.

La Agencia de Noticias, que coordina Silvana Melo y Claudia Rafael, sigue sosteniendo el aporte necesario para que todo hacer se prolongue en el conocimiento de ese hacer. Y no se trata solamente de las últimas noticias. Se trata también de las primeras, es decir, de las originarias, de las fundantes.

La fundación Pelota de Trapo, 40 años después y un poco más también, sigue siendo noticia. La utopía de construir un mundo justo, al decir de Alberto, tiene mucho de pensamiento mágico. Y tiene mucho también de acciones no mágicas. El oro del anhelo, el barro de la construcción cotidiana. Para construir un mundo justo es necesario embarrarse. Pero nunca empantanarse. En el pantano, lugar preferido por nuestra dirigencia liberal y progresista, te vas hundiendo lentamente. Y necesitás pedir ayuda a los que todavía están fuera del pantano. Obviamente, sin garantía de que quieran sacarte.

Propongo entonces una recordar siempre las primeras noticias. La buena nueva, el mensaje feliz, el evangelio. Una primera noticia transforma al mundo. No lo hace mas justo, sino que lo hace justo. Que no es lo mismo, incluso es lo opuesto.

El Movimiento Nacional Chicos del Pueblo, la decisión de fundar Pelota de Trapo, siguen siendo buenas nuevas, buenas noticias. Con el riesgo de que pienses que finalmente enloquecí totalmente, como redactor de la Agencia Pelota de Trapo, mi identidad autopercibida es de evangelista. Porque hay evangelios religiosos, pero también hay evangelios laicos. A mi entender, de eso se trata. De sostener siempre la magia del pensamiento, la magia del sentimiento, y entonces inventar y ser inventado por las originarias buenas noticias.

¿Extrañamos a Alberto? ¿Recordamos a Alberto? No es lo mismo, incluso es lo opuesto. Extrañar siempre implica tristeza, nostalgia, incluso dolor. La sensación de que algo falta, algo me falta. Lugares que ya no existen, lugares que ya no están, pero lugares a los cuales siempre se quiere volver. Lugares, vínculos, personas,  experiencias. Se quiere volver, pero no se puede volver porque ya no están.

Y eso es la experiencia desgarradora de extrañar. En un proceso que un psicoanalista denomina “trabajo de duelo”, aunque siempre me pareció que era una pobre denominación, del extrañar se pasa al recordar. En el recuerdo, para decirlo de alguna manera, uno se re encuentra con esas primeras noticias.

Para mí, la buena nueva fue conocer a Alberto Morlachetti. Gratitud permanente que tengo con Laura Tafettani que es (espero que no me lo demande) otra evangelista. El 20 de abril de 2015 comencé a extrañarlo. Y pensé que iba a ser para siempre. Que nunca iba a dejar de extrañarlo. La buena nueva fue cuando me di cuenta que lo estaba recordando. Y ese recuerdo está saturado de alegría, gratitud, amor, ternura, esperanza, magia.

Entonces, querido “Morla” quiero que sepas que cada vez te extraño menos y cada vez te recuerdo más. Se que nos entendemos. Y comparto con vos y con el padre Carlos Cajade porque sé que siguen caminando juntos, unas palabras que me envió uno de los pibes del Movimiento, que para vos nunca fueron “locos bajitos” sino sujetos políticos. “Lxs que de chicos fuimos «llevados a marchas y piquetes», fue la mejor y única herencia que pudimos recibir. Mérito de lxs que luchan. Gracias por eso Cajade, gracias por eso Morlachetti. Viva el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo”.

Es la mejor noticia que hoy puedo compartir.

Fuente de la información e imagen: Pelota de Trapo

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La revocación está de moda también en educación

Por: SERGIO MARTÍNEZ DUNSTAN

 

«Los padres de familia, hablando genéricamente, adquieren el poder de elegir el futuro académico de sus hijos que trastoca la evaluación…»

 

El pasado 21 de marzo del año en curso, en este mismo espacio, se publicó el artículo de opinión de mi autoría titulado “No debo reprobar a mis alumnos”. Hice notar la normatividad oficial que obliga a los maestros a aprobar a sus alumnos. A los docentes se les ha exigido registrar una calificación mínima de seis en la boleta. También advertí ciertas consecuencias para la política pública. Entre otras, reprobación cero. Lo cual es verdad de cierta manera más no necesariamente. Los maestros no pueden reprobar a sus alumnos pero sus progenitores, sí. Así como lo está leyendo estimado lector. Ellos sí pueden lograrlo. Ellos están en condiciones de afirmar: “Yo sí puedo reprobar a mi hijo”. Cosa que los maestros, no.

Así está establecido en las Normas específicas de control escolar relativas a la inscripción, reinscripción, acreditación, promoción, regularización y certificación en la educación básica, Título IV, numeral 4.11.

“La madre, el padre de familia o tutor podrá solicitar al director de la institución educativa pública o particular con autorización se revoque la visión de promover al alumno de preescolar, primaria o secundaria, cuando así lo considere adecuado para el bienestar del educando. Asimismo, la autoridad escolar deberá tomar en cuenta el rendimiento académico del alumno y considerar medidas de seguimiento y fortalecimiento a los aprendizajes de los estudiantes que requieran esta atención específica.

Con tal propósito, la madre, el padre de familia o tutor deberá entregar por escrito al Director de la institución educativa pública o particular con autorización, su consentimiento, expresando de forma clara los motivos para que se lleve a cabo esta gestión.

Incluso, en el Anexo 8, se pone a consideración de los interesados un formato para solicitar formalmente la autorización expresa de la madre, el padre de familia o tutor para revocar la promoción de cualquier grado de su hijo. Además, se le sugiere manifestar que tiene conocimiento de las consecuencias pedagógicas, psicológicas y jurídicas. Al maestro le corresponde el “seguimiento para el logro del aprendizaje” del alumno aunque esté al margen de la decisión.

Las normas referidas fueron publicadas el veintinueve de abril de dos mil diecinueve y se mantienen vigentes actualmente. Su relevancia estriba en la posibilidad de que el alumno continúe con sus estudios en el grado, nivel o tipo educativo, o no como en este caso. Por increíble que parezca, algunos padres de familia están considerando la posibilidad.

Reitero en lo dicho en la colaboración “No debo reprobar a mis alumnos”. De manera ficticia, el aprovechamiento escolar se incrementará; los índices de deserción y ausentismo se reducirán; la tasa de promoción se incrementará y, en contraparte, la “no promoción” o reprobación como se le llamaba en tiempos pretéritos, se reducirá.

Asimismo, percibo una situación inédita. Los padres de familia, hablando genéricamente, adquieren el poder de elegir el futuro académico de sus hijos que trastoca la evaluación, acreditación, promoción y certificación de los aprendizajes. Nunca como hasta hoy. Transitamos de la atribución docente de evaluar los aprendizajes al tengo que aprobar a mis alumnos hasta “yo sí puedo reprobar a mis hijos”. La promoción automática, por decreto y sistema, ocurrirá por mas que se insista en delegarle dicha atribución a los maestros. Considero que estas medidas traerán consigo repercusiones en la relación entre todos los actores implicados en el hecho educativo amén de las implicaciones pedagógicas. Da un vuelco inesperado como venía sucediendo. Habría que estudiar sus efectos. Pero me anticipo al resultado. Indudablemente, afectará el trabajo docente. Y usted, estimado lector ¿qué opina?

Fuente de la información:  https://profelandia.com
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Crónica de un laudo anunciado

Por: Carlos Ornelas

Pido disculpas a El Gabo y a lo lectores por el título. No obstante, queda como “anillo al dedo” para ratificar que el patriarca ya dictó sentencia: se finiquita el Programa Escuelas de Tiempo Completo.

Para desplegar la trama sigo un orden cronológico y pido comprensión por citar de nuevo una frase del presidente López Obrador; el tema lo amerita, pienso.

28 de febrero: la Secretaría de Educación Pública publicó en el Diario Oficial de la Federación las “Reglas de operación del Programa la Escuela es Nuestra para el ejercicio fiscal 2022”. Éstas establecen que los fondos se destinarán a los Comités escolares de administración participativa o equivalentes para que atiendan las necesidades de infraestructura, equipamiento y materiales para el apoyo educativo en los planteles públicos de educación básica y que decidan participar voluntariamente. Nada más para ello. Fue la muerte legal del PETC.

1 de marzo: en la mañanera, la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, hizo una especie de trabalenguas: “Miren, respecto a lo que es el tiempo completo, efectivamente, ahorita ese programa estaba dentro de La Escuela es Nuestra. Haciendo una valoración… todavía faltan muchas escuelas para poder mejorar las instalaciones básicas, que es agua, que son cuestiones de aulas, que son sanitarios… que para nosotros es muy prioritario ahorita el darles la atención a esas escuelas”.

Ese mismo día y al siguiente 14 gobernantes de entidades federales, incluso la jefa de gobierno de la Ciudad de México, dijeron que verían como le hacían pero que ampararían el PETC.

8 de marzo: de nuevo en la mañanera, la maestra Delfina dio cifras de las decenas de miles de escuelas, los millones de estudiantes y maestros que regresaron a las aulas. Pero una pregunta sobre el finiquito de las escuelas de tiempo completo provocó al mandatario. Dictó su veredicto: Lo que queremos es entregar el presupuesto abajo, a las escuelas, a las madres y padres de familia, que ellos decidan qué hacer con el presupuesto, la misma cantidad, pero que en efecto ellos puedan constatar que sí había clases en las tardes o se extendía el horario y que sí había alimentos para los niños en las escuelas, no sólo de manera declarativa, eso es todo.

Sin embargo, las protestas de madres de familia, maestros, autoridades locales y organizaciones de la sociedad civil continuaron en la plaza pública.

21 de marzo: la diputada Flora Tania Cruz (Morena), presidenta de la Comisión de Educación, en representación de los 40 integrantes, declaró que, en la reunión con la secretaría de Educación Pública, que sostendrían al día siguiente, tratarían de convencerla de apoyar el rescate de las escuelas, de encontrarle el sí al tiempo completo. La secretaria los plantó.

23 de marzo: En una nota informativa, la SEP informó que, “por instrucción del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, los beneficios que incluían las Escuelas de Tiempo Completo se mantendrán en el programa de La Escuela es Nuestra”. En otras palabras, ratifica la sentencia del 8 de marzo.

24 de marzo, diputados de Morena y aliados, se congratulan de que el gobierno haya escuchado sus propuestas, ¡faltaba más!

27 de marzo, la misma diputada Flora Tania Cruz adelantó que los detalles los darán a conocer la secretaria Delfina Gómez y el presidente López Obrador: “sin duda, va a dejar con la boca cerrada a la oposición, que no hace más que decir cosas sin fundamento”. Justo contra lo que expresó unos días antes.

En mi entrega de hace una semana pronostiqué que AMLO le ordenaría a la maestra Delfina que cambié las reglas de operación de la Escuela es Nuestra. Lo hará.

Al igual que Santiago, en la novela de García Márquez, el PETC se derrumbó de bruces. Morena pagará la factura en 2024.

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Educación y discapacidad: lucha y resistencia contra la exclusión

Por: ERICK JUÁREZ PINEDA

«Lamentablemente, en la educación especial existe un paulatino pero constante desmantelamiento de servicios enfocados a esta población…»

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis, 2019), dos de cada 10 personas con discapacidad no saben leer ni escribir, apenas 40 de cada 100 terminan la primaria y sólo siete de cada 100 tienen estudios de educación superior.

El ejercicio del derecho a la educación especial enfrenta retos aún más grandes que la educación regular. La lucha por su defensa, visibilización e inclusión real en las políticas y acciones públicas se tornan cada día más complicadas, pues aunque en las leyes se ha reconocido su importancia y necesidad, en la práctica no sucede así.

Las exigencias de aquellas personas que requieren acciones y materiales específicos –ya sea por alguna discapacidad física o intelectual o, incluso, por ser sobresalientes–, aún no pueden ser cubiertas por nuestro sistema educativo.

Estas carencias se han venido revelando de manera más constante gracias a la pandemia y el modelo de educación a distancia, pues las desigualdades generadas y la poca sensibilidad de las autoridades educativas nos han llevado a un momento muy crítico.

Lamentablemente, en la educación especial existe un paulatino pero constante desmantelamiento de servicios enfocados a esta población, una enorme falta de expertos y docentes que atiendan sus necesidades en las escuelas y la insuficiencia de materiales e infraestructura escolar. Ello se agrava cuando hay nula voluntad política y administrativa para resarcir estas desigualdades y una franca invisibilización de sus resistencias y exigencias.

Además, resulta más preocupante cuando se sabe que 99 por ciento de las personas con discapacidad que asisten a la escuela en México lo hacen en una institución pública y el fortalecimiento de sus trayectorias y la construcción de entornos educativos incluyentes, parece no ser prioridad para la Secretaría de Educación Pública (SEP) (Hermidia, 2022).

La reforma educativa de 2018 trajo falsas esperanzas. Por un lado, se reconoce en la Constitución y la Ley General de Educación que la educación especial es fundamental en la búsqueda de la justicia y la equidad; sin embargo, parece letra muerta, pues las acciones emanadas desde las instancias gubernamentales caen en la omisión o la mala ejecución de las políticas públicas, lo que genera una doble victimización y la continuidad de modelos excluyentes y poco empáticos.

Esto también se ve reflejado en la reciente discusión y construcción de los nuevos planes y programas de estudio, donde no se tomaron en cuenta los amplios sectores organizados de personas con discapacidad ni hubo apertura a propuestas independientes de gran valor pedagógico.

Recientemente, el colectivo Educación Especial Hoy advirtió que, aunque la política de inclusión educativa ha transformado la percepción que se tiene del alumnado con discapacidad, lamentablemente casi todas las acciones de la SEP se han centrado en el magisterio, a cuyos miembros se les sigue utilizado para lavarse las manos y deslindarse de sus responsabilidades reduciendo la inclusión a un asunto de vocación y échaleganismo magisterial (2020).

Los retos políticos, administrativos y educativos parecen interminables. Sólo la organización colectiva e independiente puede mejorar el rumbo. No dejemos a nadie atrás.

 

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Reaprender a ser educador

Por: Carlos Aldana

Reaprender a ser educador en tiempos de pospandemia es reaprender a gozarme la relación con mis estudiantes, a descubrir sus maravillosas (o también sus angustiantes) formas de ver el mundo. Es descubrir que mientras dialoguemos, o que mientras construyamos canales de comunicación sinceros y plenos, el aula (física o virtual) será un espacio en el cual se sigan sembrando las semillas del cambio en el mundo.

¿Pasó ya la pandemia? ¿Volvemos a lo antes de esa pesadilla? ¡No, por favor!

Aprovechar los aprendizajes que tuvimos durante ese tiempo que pegó a todo el planeta, debiera ser la principal tarea o el principal esfuerzo de quienes nos dedicamos a transitar por ese camino difícil llamado educación.

Algo habremos de haber cambiado. Algo habremos de haber descubierto.

Reaprender a ser educador para poder vivir en este tiempo de pospandemia es tan necesario para nuestra tarea como para nuestra vida personal. Reaprender a ser educador es lanzar una mirada profunda y seria a lo que hacíamos antes y a lo que la vida nos exige hacer hoy. Constituye una llamada de atención a quienes hemos podido superar esta situación, para que actuemos distintos desde la gratitud, la esperanza y la emoción por sentirnos vivos. (Pienso ahora mismo en mis colegas que murieron por el covid 19 y siento que necesitamos tenerlos presente en este reaprendizaje).

Son muchos los reaprendizajes, pero lancemos una observación a tres de ellos.

  1. Descubrir que las crisis y la incertidumbre van a seguir viniendo y que necesitamos educar(nos) para ello. Ya sea del tamaño de una pandemia, o de otras formas, las crisis y un mundo sin garantías y dominios sobre todo, van a tener que constituir en ejes de cambios curriculares importantes. Esto significa cómo actuar, cómo sentir, cómo pensar o cómo crear comunidades humanas en las que se apoyen. Educar en crisis e incertidumbre es dialogar sobre lo vivido, sobre las mejores respuestas, sobre las formas cómo enfrentamos y, sobre todo, cómo podríamos usar esas habilidades en crisis futuras. Recordemos que la experiencia es lo que hacemos con lo que vivimos y haber pasado confinamientos y miedos nos lleva a nuevas conductas y prácticas en crisis.
  2. La educación no se reduce a las asignaturas duras. De manera absurda se ha considerado “habilidades blandas” a aquellas que tienen que ver con el manejo de conflictos, con el desarrollo de actitudes armónicas y sanas, con la construcción de relaciones nutritivas, la resiliencia generativa. Esas habilidades que no aparecen formalmente en asignaturas, son las que nos han permitido vivir mejor estas situaciones críticas y nos generan aires de esperanza y optimismo ante un futuro incierto. El concepto de educación ya no es posible que lo reduzcamos a la escolarización de aquello que se considera necesario para vivir y trabajar. Aprender a estar tranquilos o con optimismo en una situación estresante es mucho más importante para la vida planetaria que las fórmulas matemáticas o físicas que se ubican en la cima de los aprendizajes importantes. Por supuesto, no demerito el aprendizaje científico o tecnológico, pero sí demando que se le ubique en una posición complementaria y no superior a la formación en valores, actitudes, visiones y conductas.
  3. Soy educador porque acompaño, porque genero esperanza, porque causo tranquilidad y optimismo. En medio de los momentos más turbulentos, nuestra palabra, nuestra sonrisa, nuestros gestos, nuestra escucha, fueron elementos cruciales para niños, niñas, jóvenes y adultos que comparten con nosotros la aventura de la educación.

Fueron esos elementos los que nos conectaron con los demás, pero también los que ayudaron a construir esos muelles a los cuales, como comunidad de aprendizaje, nos aferramos en medio de la tormenta.

Reaprender a ser educador en tiempos de pospandemia es reaprender a gozarme la relación con mis estudiantes, a descubrir sus maravillosas (o también sus angustiantes) formas de ver el mundo. Es descubrir que mientras dialoguemos, o que mientras construyamos canales de comunicación sinceros y plenos, el aula (física o virtual) será un espacio en el cual se sigan sembrando las semillas del cambio en el mundo.

Reaprender a ser educador es un horizonte que me mueve y me inserta en el camino hacia la utopía, esa de dignificar toda vida en el planeta.

Fuente de la información e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com

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