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Los trucos del discurso

Por: Carolina Vásquez Araya

El tráfago incesante de información nos tiene al borde de un total escepticismo.

El mundo se encuentra sumido en una lucha solapada, en cuyos frentes no existe el fuego ni se observa caer a las víctimas. Es un escenario producido para desconcierto de los más avispados y estructurado de tal modo, que identificar a los verdaderos contendientes resulte una tarea imposible. Apoyado por un sistema de tecnología de punta a cuyos entresijos jamás podremos acercarnos los seres normales, se invaden nuestros espacios físicos, nuestras percepciones de la realidad y nuestra capacidad de comprensión ante un cuadro plagado de trampas conceptuales. Las relaciones humanas también han entrado en ese juego perverso de suposiciones y miedos fabricados a propósito, dificultando aún más la tarea de practicar la sensatez.

Quizás nuestra dependencia de la tecnología y las comunicaciones globales nos haya quitado una buena parte de la capacidad de análisis, esa habilidad que en las buenas universidades nos enfrentaba a la tarea de separar -intelectualmente- la paja del grano. Hoy estamos condicionados a tragar la píldora entera de aquello elaborado por los más sofisticados centros de poder, con el propósito de creer. Así, simplemente. Creer en verdades sobre las cuales nada nos consta. Creer en la bondad de los “buenos” y en la maldad de los “malos”, sin acercarnos siquiera a las fuentes de esas certezas, tal como Hollywood nos hacía creer en un mundo bipolar, en donde el bien estaba siempre de un solo lado.

Es probable que en nuestro adn esté grabada esa urgencia de creer, por la facilidad con la cual solemos responder a los trucos del discurso. Cuestionarlo todo se considera un signo de rebeldía incompatible con los valores sociales y la buena conducta cívica. La obediencia se impone como conducta ejemplar desde las instituciones consideradas “nobles”, como las doctrinas religiosas y las castrenses, desde cuyos centros se santifica la sumisión y la guerra. En ambos, el heroísmo se vincula a la muerte. La guerra, entonces, se transforma en un acto rayano en la divinidad.

Este sistema de imposición ideológica en el cual se han sumido los hemisferios del planeta, solo produce víctimas. El dominio de las comunicaciones, con su cauda de pérdida de confianza en la verosimilitud del discurso y de la información periodística, se ha convertido en una de las peores formas de la dictadura. Mientras nos cuentan la historia de la libertad y la democracia, nos quitan la libertad de acceder a esos valores supremos, imponiendo sistemas de inequidad y sometiendo a los pueblos a regímenes carentes de oportunidades, condenados a sostener la pirámide del poder.

El enigma planteado para el futuro de la Humanidad resulta, entonces, imposible de descifrar. Cuando un solo hombre -como es el caso de Elon Musk- tiene la capacidad material para ofrecer acabar con el hambre del mundo utilizando su fortuna personal, deberíamos ser capaces de analizar ese hecho con la sagacidad suficiente para distinguir su monstruosidad implícita y no admirar semejante acaparamiento de la riqueza. Programados para creer en la palabra de quienes poseen mayor poder y en quienes reproducen sus discursos, en el fondo sabemos que este universo comunicacional es reflejo del mundo concreto, con sus verdades y falsedades, con sus ventajas y riesgos. Aprender a navegarlo es un ejercicio nuevo y complicado, sobre todo por ser un recurso inevitable de supervivencia.

Distinguir la verdad entre tanta falsedad es un recurso elemental de supervivencia.

Fuente de la información e imagen: www.carolinavasquezaraya.com

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El arte en la escuela

Por: Manuel Gil Antón

Como al Olmo Seco de Machado, al que “algunas hojas verdes le han salido”, a deshoras de la vida dirán los cortos de vista, he vuelto al prodigio de sentarme en un pupitre y aprender. Párvulo a pesar de los surcos en la cara —en la escuela que volví eso no importa— me afano a trazar en el cuaderno bosquejos distintos del alfabeto de antaño, y deletreo, con torpeza, lo leído, mientras se apila en ese estante, herencia del abuelo, lo que habrá por leer.

“Muestra, Manuel, no digas”. Es la voz de mi maestro. Sí, es cierto, pues un abismo separa cuando afirmo que un perro está exhausto, a mostrar que camina rengo, con la lengua de fuera, y deja pequeñas huellas de sangre en la acera incendiada por el sol de un mediodía severo. “Mira: en lugar de informarnos que en Comala estaban a 48 grados centígrados, Rulfo escribe: “Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al Infierno regresan por su cobija”.

Esta experiencia me ha llevado a reflexionar en el papel que en la educación el arte tiene. No solo la literatura, aunque pensar desde ella me es accesible.

En la escuela aprendemos a leer y escribir, en general, de un modo plano: para descifrar manuales; hacernos de las instrucciones que permiten mecánicamente resolver problemas; como vehículo para “tomar notas”, o entender, es un decir, preguntas de exámenes de confusión múltiple. Incluso, en no pocas ocasiones, se llama lectura de comprensión a redactar lo que se lee de otra manera, sin advertir que no se quiebra el eco equidistante de lo literal: si coincide con lo establecido por la autoridad, palomita, y si no, tache. ¡Prohibido imaginar!

Para sobrevivir y trabajar tal vez sea suficiente. Pero más allá de aprobar las materias y pasar a otro curso, o ser adiestrado con el fin de ingresar al mercado de trabajo cuando existe empleo, hay, siempre, harto espacio: si de aprender a vivir, con todo lo que significa, se trata la educación, entonces no basta. Quedamos instruidos, no educados.

Acercar a las niñas y los niños a la literatura y, más aún, propiciar que la hagan suya, no es común en las escuelas del país. Tampoco a las artes plásticas, la música, la danza y otras formas de expresión artística. Mientras en el prescolar este proceso sí ocurre, en cuanto se deja ese nivel y se ingresa a “la escuela de verdad” —para nuestro infortunio— esa vereda formativa se angosta y luego cesa. Casi no hay teatro, menos fotografía o cine; tampoco el prodigio de dar forma al barro.

Camus decía: “Todo lo que yo sé de moral se lo debo al futbol y al teatro”. Hace años se discute el tema de la formación cívica y ética: ¿no será momento de dejar los cursos formales, y abrir el aprendizaje al contacto vivo con los escenarios donde aprendemos a ser otras, y al deporte que tanto contribuye a formar un nosotros; a saber perder, pero sobre todo a saber ganar, que es más difícil?

¿Cuántas preguntas brotan luego de una novela que atrapa y sacude, del lienzo que se resiste a dejar plasmada una emoción de muy adentro? Aprender a dudar, a cuestionar este mundo indecente y fundamentar la crítica, son todo un horizonte educativo. ¿El camino del arte no es uno de los más propicios para ello?

No sé cómo hacerlo, pero habrá quienes tengan ideas para ello. Hay que escucharlos y abrir las ventanas de las (j)aulas para que entre, con su dolor y luz, el arte que nos hace humanos. De nuevo volvamos a Machado: le brotaría, al edificio escolar, hendido por el rayo de la monotonía, gris y seco, “otro milagro de la primavera”.

Fuente de la información: https://www.educacionfutura.org

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Mundo: No queremos un planeta dividido, queremos un mundo sin muros

No queremos un planeta dividido, queremos un mundo sin muros

Vijay Prashad

o queremos un mundo dividido. Queremos un mundo realista: un mundo de la humanidad que se ocupe adecuadamente de la catástrofe climática. Un mundo que quiera acabar con el hambre y el analfabetismo.

Mientras Estados Unidos iniciaba su guerra ilegal contra Irak en 2003, el presidente de Cuba, Fidel Castro, hablaba en Buenos Aires, Argentina. “Nuestro país no lanza bombas contra otros pueblos, ni manda miles de aviones a bombardear ciudades (…) Las decenas de miles de científicos y médicos con que cuenta nuestro país han sido educados en la idea de salvar vidas», dijo en esa oportunidad. Cuba tenía un ejército, sí, pero no un ejército de guerra; Castro lo llamaba «un ejército de delantales blancos». Más recientemente, la Brigada Henry Reeve de médicas y médicos cubanos ha trabajado desinteresadamente en todo el mundo para ayudar a detener el avance de la pandemia de COVID-19.

Castro nos recuerda que hay dos formas de vivir en este mundo. Podemos vivir en un mundo lleno de armas y sumido en la intimidación, un mundo que se prepara continuamente para el combate. O podemos vivir en un mundo en que todas las personas puedan desempeñarse en la educación y la medicina, la ciencia y el trabajo social, las artes y la cultura. Podemos depositar nuestra confianza en personas que nos ayuden a crear un mundo mejor que el actual, este miserable mundo de guerras y lucro, en el que la maldad amenaza con aplastarnos.

En la superficie de nuestra piel late el temor de que descienda un nuevo telón de acero, de que se presione para encajonar a China y Rusia, para dividir el mundo en campos. Pero eso es imposible, porque —como se señaló en el boletín de la semana pasada— vivimos en un nudo de contradicciones y no en un mundo de certezas claras. Incluso los aliados más cercanos de Estados Unidos, como Australia, Alemania, Japón e India, no pueden romper sus vínculos económicos y políticos con Rusia y China. Hacerlo los sumiría en una recesión, trayendo el tipo de caos económico que la guerra y las sanciones ya han traído a Honduras, Pakistán, Perú y Sri Lanka. En esos países —ya maltratados por el Fondo Monetario Internacional por la codicia de las élites y por las embajadas extranjeras— el aumento de los precios del combustible ha transformado una crisis económica en una crisis política.

Las guerras terminan con la destrucción de las instituciones políticas de un país y de su capacidad social o terminan con ceses al fuego y negociaciones. La guerra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Libia en 2011 terminó con el país tambaleándose con el olor a pólvora en el aire y un orden social fracturado. El destino de Libia no debería repetirse en ningún lugar, y ciertamente no en Ucrania. Sin embargo, es un destino ordenado para los pueblos de Afganistán, Somalia y Yemen, que han sido asfixiados por guerras incitadas por Occidente, guerras armadas por Occidente y que han sido rentables para Occidente.

Cuando la Rusia contemporánea emergió de la caída de la URSS, Boris Yeltsin dirigió un golpe de Estado contra el parlamento ruso, con los tanques desplegados. Los actuales gobernantes de Rusia actúan a la luz de estos violentos comienzos y de las experiencias de otras naciones azotadas por la guerra. No se permitirán sufrir el destino de Libia, Yemen o Afganistán. Las negociaciones entre Rusia y Ucrania se están llevando a cabo en Homyel Voblasts (o región de Gomel) de Bielorrusia, pero la confianza debe reforzarse antes de que un alto el fuego pueda convertirse en una posibilidad real. Cualquier alto el fuego no solo debería aplicarse a la guerra dentro de Ucrania —lo que es imperativo— sino que también debería incluir el cese de la campaña de presión más amplia impuesta por Estados Unidos en toda Eurasia.

¿Qué es esa campaña de presión y por qué molestarse en hablar de ella ahora? ¿No deberíamos decir solamente “Rusia fuera de Ucrania”? Ese eslogan, aunque correcto, no aborda los problemas más profundos que provocaron esta guerra en primer lugar.

Cuando la URSS se derrumbó, los países occidentales esgrimieron sus recursos y su poder a través de Boris Yeltsin (1991-1999) y luego de Vladimir Putin (desde 1999). Primero, Occidente empobreció al pueblo ruso destruyendo el tejido social del país y permitiendo que las élites rusas devoraran la riqueza social. Después, atrajeron a los nuevos multimillonarios rusos para que invirtieran en la globalización impulsada por Occidente (incluidos los equipos de fútbol ingleses). Occidente apoyó la sangrienta guerra de Yeltsin en Chechenia (1994-1996) y luego la de Putin (1999-2000). El ex primer ministro británico Tony Blair (1997-2007) firmó permisos para que Rusia comprara armas británicas hasta que le dolió el brazo y recibió a Putin en Londres en el año 2000, diciendo: «Quiero que Rusia y Occidente trabajen juntos para promover la estabilidad y la paz». En 2001, el ex presidente estadounidense George W. Bush dijo que al mirar a los ojos de Putin veía su alma, y lo calificó de «directo y digno de confianza». Ese mismo año, Thomas Friedman, del New York Times, animó a sus lectores a «seguir apoyando a Putin». Fue Occidente quien ayudó a la clase multimillonaria rusa a capturar el Estado y a cabalgar a horcajadas sobre la sociedad rusa.

Una vez que el gobierno ruso decidió que la integración con Europa y EE.UU. no era posible, Occidente comenzó a presentar a Putin como diabólico. Esta película se repite una y otra vez: Saddam Hussein de Irak fue un gran héroe de EE.UU. y luego su villano, lo mismo con el ex líder militar Manuel Antonio Noriega de Panamá. Ahora lo que está en juego es imperdonable, los peligros son mayores.

Bajo la superficie del momento actual subyace una dinámica que ya adelantamos en nuestro décimo boletín de este año. Estados Unidos dañó unilateralmente la arquitectura internacional de control de armas, retirándose del Tratado de Misiles Antibalísticos (2001) y del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) (2018), y destruyendo así la política de disuasión. En diciembre de 2018, Estados Unidos presionó a sus aliados para impedir, por un estrecho margen, que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara una resolución para defender el INF. Putin comenzó a hablar de la necesidad de garantías de seguridad, no de Ucrania o incluso de la OTAN, que es un caballo de Troya hinchado de las ambiciones de Washington: Rusia necesitaba garantías de seguridad directamente de Estados Unidos.

¿Por qué? Porque en 2018, el gobierno de Estados Unidos anunció un cambio en la política exterior que señalaba que intensificarían su competencia con China y Rusia. Los ejercicios navales liderados por la OTAN cerca de ambos países también dieron a Rusia motivos de preocupación por su seguridad. La belicosidad de Estados Unidos está plasmada en su Estrategia de Defensa Nacional de 2022, en la que se afirma que Estados Unidos está «preparado para prevalecer en un conflicto cuando sea necesario, dando prioridad al desafío [de China] en el Indo-Pacífico, y luego al desafío ruso en Europa». La frase clave es que Estados Unidos está preparado para prevalecer en el conflicto. Toda la actitud de dominación y de derrota es una actitud de macho contra la humanidad. La campaña de presión impuesta por Estados Unidos en torno a Eurasia debe terminar.

No queremos un mundo dividido. Queremos un mundo realista: un mundo de la humanidad que se ocupe adecuadamente de la catástrofe climática. Un mundo que quiera acabar con el hambre y el analfabetismo. Un mundo que quiera sacarnos de la desesperación y darnos esperanza. Un mundo con más ejércitos de delantales blancos en lugar de ejércitos con armas.

En el Instituto Tricontinental de Investigación Social, amplificamos las vidas y las voces de personas que construyen un mundo de esperanza contra el miedo, un mundo de amor contra el odio. Una de esas personas es Nela Martínez Espinosa (1912-2004), el eje del tercer estudio de nuestra serie Mujeres de Lucha, Mujeres en Lucha. Nela, como la llamamos, fue una figura destacada en el Partido Comunista de Ecuador y una constructora de organizaciones que infundieron confianza a las masas, entre las que encontramos frentes antifascistas y alianzas de mujeres, federaciones indígenas y plataformas de defensa de la Revolución Cubana. En 1944, durante la revolución conocida como “la Gloriosa”, Nela dirigió brevemente el gobierno. A lo largo de su vida, trabajó incansablemente para construir las bases de un mundo mejor.

En 2000, como presidenta del Frente Continental de Mujeres por la Paz y contra la Intervención, Nela luchó contra la creación de una base militar estadounidense en la ciudad de Manta. “La colonización regresa», dijo Nela. “¿Cómo saldremos de esta colonización? ¿Cómo justificarnos ante nuestra cobardía?”.

Esta última pregunta se cierne sobre nosotros. No queremos vivir en un mundo dividido. Debemos actuar para evitar que descienda el telón de acero. Debemos luchar contra nuestro miedo. Debemos luchar por un mundo sin muros.

Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/ucrania-3/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/no-queremos-un-planeta-dividido-queremos-un-mundo-sin-muros/

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Guatemala: Cristianismo y pueblos indígenas, entre el suplicio y la memoria

Cristianismo y pueblos indígenas, entre el suplicio y la memoria

El colonizador, para instaurar su supremacía racial y cultural sobre los pueblos originarios, mañosamente esculpió y pintó la imagen de Dios semejantes a él. Por eso Dios es oficialmente representado como varón (macho), blanco, barbudo. Jesucristo (judío de tez trigueño, pómulos pronunciados y nariz achatada) es pintado y esculpido con el mismo rostro, porte, contextura muscular y cabello de los colonizadores europeos. De igual modo, las imágenes de la virgen María, santos/as, ángeles, etc. Todos/as, blancos, con nariz respingada…

Los pueblos originarios de Abya Yala y el cristianismo tienen históricos “asuntos inconclusos” por redimir.

El colonialismo continuado (y la colonialidad sobrevenida) contra nuestros pueblos fue posible, en buena medida, gracias a la eficiencia de doctrineros/misioneros que lograron “extirpar” nuestros espíritus e espiritualidades, y nos “implantaron” su doctrina monoteísta hasta en las estructuras psicológicas colectivas más profundas de nuestros pueblos.

Aprovechando sus marcadas diferencias fenotípicas, y procedencia desde tierras lejanas, hicieron creer a los aborígenes de Abya Yala que los cristianos (europeos) eran los hijos predilectos y enviados del Dios desconocido. Así fue cómo naturalizaron su supremacía cultural (modernidad) y genética (blancos) sobre los cobrizos y los negros.

No nos vencieron en el campo de batalla, fue en el confesionario

No fue la espada del invasor la que nos colonizó. Fue el auscultamiento espiritual/moral en los confesionarios de los doctrineros cristianos el que nos “vació espiritualmente”, anulándonos en nuestras capacidades de agencia y de resistencias, al grado que terminamos “repudiando lo nuestro” y aprendimos a amar y a cargar en andas efigies del patrón cristiano blanco, barbudo y con pelo rizado.

Relatos de cronistas de la época de la invasión narran que los “secretos indígenas” que los suplicios y las armas no pudieron arrancar, fueron confesados en confesionarios a doctrineros, bajo la promesa de “secreto de confesión”. Así dieron no sólo con los escondidos yacimientos de oro, sino con los “cabecillas indígenas” a quienes dieron muerte.

Es más, los territorios de los pueblos originarios que los invasores militares no lograban “tomar o controlar”, eran encomendados a las órdenes o congregaciones religiosas. Así nacieron, en muchos casos, las encomiendas, los pueblos indios, las reducciones indígenas a cargo de doctrineros y/o misioneros, siempre bajo la nominación y “protección” de algún santo patrono con facciones europeas

El colonizador cristiano esculpió la imagen del Dios desconocido a su imagen y semejanza: blanco, barbudo, nariz respingada, crespos.

Uno de los principales logros de las encomiendas y/o de las reducciones fue el haber instalado en el imaginario individual y colectivo del colonizado la certeza de: Así como hay un solo Dios en el cielo, hay un solo Rey en la tierra. Todo colonizado converso o no debe obediencia ciega a la voluntad del Rey y/o a las de sus lugartenientes. Y quien desobedeciere o levantare la cerviz ante los colonizadores sería castigado con el suplicio hasta morir, y una vez muerto, condenado al fuego eterno.

El colonizador, para instaurar su supremacía racial y cultural sobre los pueblos originarios, mañosamente esculpió y pintó la imagen de Dios semejantes a él. Por eso Dios es oficialmente representado como varón (macho), blanco, barbudo. Jesucristo (judío de tez trigueño, pómulos pronunciados y nariz achatada) es pintado y esculpido con el mismo rostro, porte, contextura muscular y cabello de los colonizadores europeos. De igual modo, las imágenes de la virgen María, santos/as, ángeles, etc. Todos/as, blancos, con nariz respingada…

Hicieron esta mañosería antropomórfica con la finalidad de ser reconocidos y reverenciados como hijos predilectos del mismísimo Dios desconocido. Y, ¡Pobre de quien se atreviese a desobedecer o rebelarse contra los colonizadores, predilectos de Dios! Sería severamente castigado por sacrilegio (pecado contra el mismo Dios).

Este proceso de la colonización continuada, que en los primeros siglos generó procesos de resistencia, consistentes incluso en suicidios colectivos de originarios, en el transcurso del tiempo configuró la conducta, el ser, el sentir y el pensar del colonizado.

La colonialidad se convirtió en una cultura hegemónica orgullosamente reproducida y defendida por las y los originarios colonizados. Al grado incluso de corporizarse. Por eso el originario o la originaria colonizada se hinca o se encorva ante la presencia del colonizador. Y cualquier presencia real o simbólica del colonizador será motivo de ritualidades o cuasi litúrgicas.

Indígenas cargando en andas estatuas con fenotipos del patrón colonizador

Cinco siglos después del inicio de la colonización cristiana, las y los originarios colonizados continúan reproduciendo y/o ansiando los vicios del colonizador como virtudes loables. Muy a pesar de las evidencias históricas de lo brutal que fue y es la colonización cristiana, sobrevivientes/as del mega holocausto indígena continúan cargando en andas, sobre alfombras de flores, las esculturas e imágenes de varones y mujeres blancas, con cabello rizado y nariz respingada. Son las imágenes sagradas impuestas por el colonizador genocida, hechas a su imagen y semejanza.

Sobrevivientes al holocausto indígena continúan cargando las estatuas del colonizador creyendo que son estatuas del Dios desconocido, sólo porque el colonizador los adoctrinó/configuró sus creencias de esa manera. ¡Pobre del originario despierto que se atreva a cuestionar las procesiones o reverencias cristiano coloniales. Es lapidado socialmente por los mismos originarios colonizados.

Fuente de la Información: https://ollantayitzamna.com/2022/04/17/cristianismo-y-pueblos-indigenas-entre-el-suplicio-y-la-memoria/

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España: Marxismos y cristianismos

Marxismos y cristianismos

Los primeros socialistas de la Europa del siglo XIX, ya fuesen Saint-Simon y sus seguidores, Cabet y los comunistas franceses, Wilhelm Weitling, el fundador de la Liga de los Justos alemana, eran creyentes y reivindicaban la herencia cristiana. Sólo con Marx y Engels surgiría un socialismo no religioso, o incluso ateo. El texto fundacional de este punto de inflexión es un artículo de Marx publicado en 1844 en el Deutsch-franzözische Jahrbücher.  

Acaba de publicarse por primera vez la traducción completa al francés de los Annales franco-Allemandes. Incluye no solo los escritos de Marx y Engels, sino toda la revista, lo que permite ubicar sus textos en su contexto histórico e intelectual. Como sabemos, esta revista, publicada en París en febrero de 1844, bajo la dirección de Arnold Ruge y Karl Marx, fue originalmente un proyecto orientado a forjar una alianza franco-alemana, filosófica y política. Los Jóvenes Hegelianos, iniciadores del proyecto, eligieron París tanto para escapar de la censura en Alemania como para establecer la colaboración con los demócratas y socialistas franceses. Sin embargo, estos – Lamennais, Etienne Cabet, Pierre Leroux, Louis Blanc – rechazaron cortésmente su invitación, desanimados por el ateísmo de los alemanes.

Además de Marx y Engels, los autores fueron Arnold Ruge, Johann Jacoby, Moses Hess, Lazarus Bernays, Heinrich Heine, Georg Herwegh. Llama la atención que la gran mayoría de ellos fueran de origen judío: este es el caso de Marx, Hess, Jacoby, Bernays, Heine: ¡cinco de los ocho participantes! Ciertamente, Marx y Bernays provenían de familias conversas y no tenían conexión con la tradición judía. Serían «judíos no judíos», según el famoso concepto de Isaac Deutscher. Los editores no informan sobre este aspecto. Hasta cierto punto, los Anales son un episodio en la larga historia del radicalismo de izquierda de los intelectuales judíos, que comienza en el siglo XIX y que tendrá su máxima expresión en el siglo XX.

En uno de los dos artículos publicados por Marx en esta revista, la «Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Introducción”, aparece la pequeña frase que sancionará el divorcio entre el marxismo y la fe religiosa; «La religión es el opio del pueblo». Considerada por partidarios u opositores como una especie de resumen de la concepción marxista de la religión, esta fórmula irónica no es en absoluto específica de Marx: la encontramos, con algunos matices, antes de él, en Moses Hess, Heinrich Heine, Bruno Bauer y varios otros autores de este período. Además, la concepción de la religión que tenía Marx a principios de 1844 era neohegeliana (Feuerbach) y ahistórica: la religión como alienación de la esencia humana. Fue sólo más tarde, a partir de La ideología alemana (1846) que surge un análisis propiamente «marxista» de la religión como una de las formas de ideología, para ser puesta en relación con las clases sociales y las condiciones históricas.

De hecho, Marx prestó muy poca atención a los fenómenos religiosos. Fue su amigo Friedrich Engels quien se interesó por el desarrollo histórico del cristianismo, en particular en su libro sobre las guerras sociales y religiosas en Alemania en la época de la Reforma. La pequeña obra de Nicos Foufas es el primer análisis, en francés, de este texto “clásico” de Friedrich Engels, Las guerras de los campesinos en Alemania (1850). Se trata de una serie de artículos publicados por Engels en la Nueva Gazeta Renana (revista económico-política) editada por los dos amigos en Londres, donde se refugiaron tras la derrota de la revolución de 1848-49 en Alemania.

Nicos Foufas destaca con razón la novedad radical de este texto, que de hecho es el primero y ¡uno de los más exitosos! a la hora de aplicar el materialismo histórico a un acontecimiento del pasado, el levantamiento campesino (1524-25) en el Sacro Imperio Romano Germánico. El estudio de Engels, observa Foufas, es bastante original, por su intento de explicar los conflictos religiosos por los conflictos de clase, pero también porque no reduce la religión a un factor de oscurantismo y conservadurismo: es también, bajo ciertas condiciones históricas, capaz de expresar aspiraciones subversivas. Este fue el caso de varios movimientos heréticos de la Edad Media y, en particular, de la revuelta campesina del siglo XVI, donde la fe religiosa, en la forma de la teología revolucionaria del predicador anabaptista Thomas Münzer jugará un papel determinante. Si Engels consideró necesario escribir sobre este hecho en el contexto de los años 1848-1850, es porque fue el levantamiento revolucionario más importante de la historia de Alemania.

La principal debilidad del análisis de Engels -en nuestra opinión- fue analizar ciertas creencias religiosas como un mero «reflejo» o incluso «máscara» de los intereses de clase. Sin embargo, en ciertos pasajes, que Foufas no cita, Engels irá más allá de este tipo de reduccionismo socioeconómico. Refiriéndose al comunismo de Münzer, Engels escribe:

«Su doctrina política correspondió exactamente a esta concepción religiosa revolucionaria y fue más allá de las relaciones sociales y políticas existentes de la misma manera que su teología fue más allá de las concepciones religiosas de la época. (…) Este programa fue menos la síntesis de las reivindicaciones de la plebeyos de la época, que una brillante anticipación de las condiciones de emancipación de los elementos proletarios que germinan entre esos plebeyos (…) ”.

Lo que se sugiere en este asombroso párrafo no es sólo la función protestante e incluso revolucionaria de un movimiento religioso, sino también su dimensión anticipatoria, su función utópica. Estamos aquí en las antípodas de la teoría del «reflejo»: lejos de ser la simple «expresión» de las condiciones existentes, la doctrina político-religiosa de Münzer aparece como una «genial anticipación» de las aspiraciones comunistas del futuro. Encontramos en este texto una nueva pista, que no es explorada por Engels, pero que será, más tarde, ricamente trabajada por Ernst Bloch, desde su ensayo juvenil sobre Thomas Münzer hasta su obra principal sobre «El principio esperanza».

Ernst Bloch representa un importante punto de inflexión en la historia de la reflexión marxista sobre la religión: es el primero que tiene como objetivo no tanto la «crítica de la alienación religiosa – aunque esta dimensión no esté ausente en sus escritos – como el rescate del excedente utópico». de las tradiciones religiosas y, en particular, del cristianismo. Su ateísmo religioso lo coloca en una posición filosófica singular, en oposición tanto a las teologías institucionales como al materialismo vulgar.

Nadie estaba más calificado para tratar este tema que el filósofo franco-alemán Arno Münster, discípulo y biógrafo de Ernst Bloch y autor de varios ensayos notables sobre su pensamiento. El presente trabajo es un poco desordenado: los capítulos no siguen un orden cronológico, ni una organización temática, lo que da lugar a un cierto número de repeticiones. La primera parte es una breve historia de la relación entre socialismo y religión, desde Auguste Blanqui hasta la URSS, pasando por Jean Jaurès (¡pero sin Marx!), lo que la hace inevitablemente un poco esquemática. Pero el análisis de la filosofía de la religión de Ernst Bloch propuesto por Münster es una contribución muy importante al debate sobre marxismo y religión.

Georg Lukacs; compañero de viaje del movimiento comunista, se exilió en 1933, tras la toma del poder por los nazis, primero en Francia y luego en los Estados Unidos. Al regresar a Europa después de la guerra, se instaló en la República Democrática Alemana, donde fungió como filósofo semioficial de 1949 a 1956. Su oposición a la intervención soviética en Hungría hizo que fuese condenado como «revisionista» y se le prohibió enseñar. Cuando se empezó a construir el muro en 1961, decidió establecerse en Tübingen, en la Alemania Federal, donde se convertiría en un disidente marxista ampliamente escuchado por la juventud rebelde de la década de 1968.

La filosofía de la religión está presente en cuatro momentos de la obra del filósofo judeo-alemán:

*Su obra temprana El espíritu de la utopía (1918), notablemente en el capítulo final con el sorprendente título “Karl Marx, la muerte y el Apocalipsis”; pero también en un Excursus «Símbolo: los judíos».

*El libroThomas Münzer, teólogo de la revolución ( 1921), su primer trabajo comunista, que renueva profundamente el enfoque marxista de la religión.

*El capítulo 53 del volumen III de su obra magna El principio esperanza, dedicado a las tres grandes religiones monoteístas, desde el punto de vista de su contribución a la utopía del No-Aún-Ser.

*El ateísmo en el cristianismo ( 1968), una exégesis materialista de la Biblia, que ha generado mucha controversia y debate, especialmente entre los teólogos cristianos.

Hostil a lo que él llama «ateísmo vulgar indigente», pero también a las teologías conservadoras de todas las religiones, Bloch estaba fascinado por el mesianismo, el apocalipsis, la escatología, la Cabalá, el misticismo, las herejías. Celebra con entusiasmo al profeta Amós, Jesús de Nazaret, Joachim de Flore, Meister Eckhart, Jan Huss, Thomas Münzer, Wilhelm Weitling y… Dostoyevsky. Pero fueron Karl Marx y Friedrich Engels quienes proporcionan el hilo conductor: lucha de clases, praxis revolucionaria, utopía comunista.

Como muestra Arno Münster con gran inteligencia y sensibilidad, el ateísmo religioso de Bloch se manifiesta sobre todo en una lectura crítica, heterodoxa y materialista de la Biblia, en busca de sus momentos utópicos, subversivos y emancipatorios. Una lectura «con los ojos del Manifiesto Comunista», que le llevará a un diálogo crítico con la teología protestante más avanzada: Rudolf Bultmann, Albert Schweitzer, Jürgen Moltmann y especialmente su amigo Paul Tillich, socialista cristiano y antifascista alemán, que se exilió también en los Estados Unidos. Por supuesto, los teólogos cristianos no pueden aceptar la proposición central, paradójica y algo provocativa de Bloch: «sólo un ateo puede ser un buen cristiano y sólo un cristiano un buen ateo».

Con Moltmann, también socialista cristiano, la manzana de la discordia será el rechazo categórico de Bloch a la “teología de la cruz” de Pablo y Lutero, que lleva, a sus ojos, a la aceptación del sufrimiento como destino humano. Uno de los teólogos protestantes, Carl-Heinz Ratschow, profesor de la Universidad de Marburg, incluso dedicó un libro completo en 1972 a la discusión de las tesis heréticas de Ernst Bloch. A pesar de su simpatía por él, rechaza su compromiso marxista y opone a la esperanza de Bloch, basada en el combate, la esperanza cristiana, basada en la certeza. Ratschow también rechaza, como era de esperar, la polémica interpretación de Bloch del Libro de Job, como una rebelión contra Dios, culpable de tolerar la injusticia en el mundo.

En última instancia, la recepción más favorable de Bloch será la de los teólogos de la liberación latinoamericanos (en particular, Gustavo Gutiérrez). Sin aceptar su ateísmo, comparten plenamente la apuesta que se encuentra en la conclusión de su libro de 1968: «La unión de la revolución y el cristianismo en la guerra de los campesinos no será la última».

Si los pensadores marxistas se han interesado por el cristianismo, ¿no hay también cristianos atraídos por el marxismo? Por supuesto, se pueden encontrar varios ejemplos a lo largo de la historia moderna. Un libro reciente, publicado en los Estados Unidos, relata un caso bastante sorprendente: una joven católica, Grace Carlson (1906-1992), que se «convirtió» al marxismo, convirtiéndose en una de las principales dirigentes del Socialist Workers Party (Partido Socialista Obrero), organización trotskista asociada a la IV Internacional.

El libro de Donna T. Haverty-Stacke es una biografía bien documentada de este inusual viaje espiritual y político. Nacida en una familia católica de clase trabajadora de origen irlandés, criada por las Hermanas de San José, la joven Grace Holmes está interesada en la condición de la clase trabajadora, pero desde la perspectiva de Rerum Novarum y la doctrina social de la Iglesia. Estudiante de la Universidad de Minesotta, se movilizará, junto con su esposo Gilbert Carlson y su hermana Dorothy, en apoyo de una gran huelga obrera en Minneapolis en 1934, que fue liderada – bastante excepcional en ese momento – por militantes trotskistas. Los tres empezaron a asistir a encuentros políticos, que no consideraron incompatibles con su fe religiosa: podían ir a misa y a un encuentro socialista el mismo domingo … En los años siguientes, las dos hermanas se irán acercando cada vez más a los trotskistas y en 1936 se suman a esta corriente comunista disidente, que va a fundar, en 1937, el Socialist Workers Party, que reclama a Marx, Lenin y Trotsky. Alrededor de 1938, Grace deja de ser católica practicante, lo que provocará su separación (pero no el divorcio) de su esposo Gilbert Carlson.

¿Cuáles son las razones de lo que el autor llama «la conversión»? Sugiere una hipótesis interesante: la afinidad electiva  – en el sentido weberiano del término – entre la conciencia católica de Grace de la clase trabajadora y el socialismo de clase trabajadora del SWP. Pero esta intuición no se desarrolla en el libro …

En los años siguientes, Grace se convertiría en la única mujer en el Comité Nacional, la dirección del SWP (1942). Después de haber pasado un año en prisión (1945), acusada de «querer derrocar al gobierno de los Estados Unidos por la fuerza», en 1948 fue candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos por el SWP – el candidato presidencial fue uno de los líderes de la huelga de 1934, Farrell Dobbs.

Sin embargo, en 1952 se producirá una segunda conversión: Grace Carlson decide dejar el Partido y volver a la Iglesia Católica … lo que la lleva a reconciliarse con su marido, todavía católico, Gilbert Carlson, pero a romper con su hermana Dorothy, quien permaneció en el Partido, con su amante Ray Dunne, y con sus muchos amigos socialistas, con quienes había formado una red de «sororidad». James P. Cannon, el fundador y principal líder del SWP, quien se había convertido en un amigo personal, trató de explicarle a Grace que la Iglesia Católica era «la fuerza más reaccionaria y oscurantista del mundo entero», pero sin mucho éxito. …

Desconcertados, sus amigos marxistas intentan explicar este cambio de rumbo por la fatiga frente a la represión y la caza de brujas del macartismo, pero para Grace se trata de otra cosa: un punto de inflexión espiritual, una necesidad de Dios. He cambiado, dice, mi actitud religiosa pero no mi política: «He seguido siendo marxista a mi manera». Será recogida por las Hermanas de San José y enseñará en una Escuela de Enfermería en el Hospital Saint Mary’s, no sin cooperar con Slant (Point of View), un grupo marxista cristiano de Inglaterra, y denunciar la Guerra de Vietnam.

Es, en el caso de Grace Carlson, un viaje singular y personal. Lo que encontraremos, una generación después, en América Latina, fue de otra dimensión: todo un movimiento social, especialmente entre la juventud católica, se apropiará de ciertos conceptos marxistas y formulará una nueva visión cristiano-socialista. Este movimiento, nacido en Brasil a principios de la década de 1960, después de la Revolución Cubana, pero antes del Concilio Vaticano II, tomará diferentes formas, incluida la formación, en 1962, por militantes de la Juventud Universitaria Cristiana, de un partido político socialista / humanista, Acción Popular (AP). Fue solo mucho más tarde, después de 1971, que la teología de la liberación se desarrolló a partir de esta experiencia sociopolítica., no solo en Brasil sino en toda América Latina.

Uno de los episodios más llamativos de esta convergencia entre catolicismo y marxismo fue el compromiso, hacia 1968-70, de un grupo de frailes dominicos del Convento de Perdizes, en São Paulo, con la resistencia armada contra la dictadura militar establecida en 1964 en Brasil. El libro de Leneide Duarte-Plon es la biografía de uno de estos dominicanos brasileños, el hermano Tito de Alencar, quien pagó con su vida este compromiso social y político.

Militante de la Juventud Estudiantil Cristiana, ingresó en la Orden de los Dominicos en 1966. Tito compartió con sus hermanos del Convento de Sâo Paulo, la admiración por el Che Guevara y Camilo Torres, y el deseo de asociar a Cristo y Marx en la lucha por la liberación del pueblo brasileño. Tito era cercano a Acción Popular, que era hegemónica en el movimiento estudiantil, y contribuirá a la organización clandestina, en 1968, del Congreso de la Unión Nacional de Estudiantes en la aldea de Ibiuna. Como todos los delegados, será detenido por la policía en esta ocasión, pero pronto será liberado.

Tras el endurecimiento de la dictadura militar en 1968 y la imposibilidad de cualquier protesta legal, el ala más radical de la oposición a la dictadura tomó las armas. La principal organización de la lucha armada contra el régimen fue la Acción de Liberación Nacional (ALN), fundada por un líder comunista disidente, Carlos Marighella. Un grupo de jóvenes dominicos – Frei Betto, Yvo Lesbaupin, Fernando Brito y otros – se comprometerá con la ALN, sin tomar las armas pero brindando apoyo logístico; Sin pertenecer a quienes trabajan directamente con Marighella y sus compañeros, Tito de Alencar es solidario con su compromiso. Como ellos, cree que el Evangelio contiene una crítica radical de la sociedad capitalista; y como ellos, cree en la necesidad de una revolución. Como escribió más tarde, “la revolución es la lucha por un mundo nuevo, una forma de mesianismo terrenal, en el que existe la posibilidad de encuentro entre cristianos y marxistas”.

El 4 de noviembre de 1969, durante la noche, el Comisionado de Policía Fleury invadió el Convento de Perdizes y arrestó a varios dominicos, entre ellos Frei Tito. La mayoría serán torturados y sus confesiones permitirán a la policía tenderle una trampa a Carlos Marighella y asesinarlo. Tito no tuvo contacto con la ALN y respondió negativamente a todas las preguntas. Fue sometido dos veces a torturas (descargas eléctricas) a fines de 1969 y principios de 1970, primero por Fleury y luego en las instalaciones del servicio de inteligencia del Ejército, designado por los militares como «la sucursal del infierno». Para escapar de sus torturadores, intenta suicidarse con una cuchilla de afeitar. Internado en el Hospital Militar, recibió la visita del Cardenal de São Paulo, D. Agnelo Rossi, figura conservadora, que se solidariza con los militares y se niega a denunciar las torturas a los dominicos. Finalmente es enviado a una prisión «ordinaria», donde Tito escribe un relato de sus sufrimientos que será publicado por la revista estadounidense Look y distribuida en Brasil por activistas de la resistencia, con considerable impacto. El Papa Pablo VI termina condenando «un gran país que aplica métodos de interrogatorio inhumanos» y reemplaza a D. Rossi por Paulo Evaristo Arns, nuevo cardenal de São Paulo, conocido por su compromiso con la defensa de los derechos humanos y contra la tortura.

Unos meses después, los revolucionarios secuestran al embajador suizo y lo canjean por la liberación de 70 presos políticos, entre ellos Tito de Alencar. El joven dominico duda en aceptar, tan ajena le resulta la idea de salir de su país. Los 70 serán expulsados ​​del país y no podrán regresar. Tras una breve estancia en Chile, Frei Tito se instaló con los dominicos del Couvent Saint-Jacques de París. El exilio es para él un gran sufrimiento: “Es muy duro vivir lejos de su país y de la lucha revolucionaria. Debemos soportar el exilio como soportamos la tortura”. Participó en campañas de denuncia de los crímenes de la dictadura y comenzó a estudiar teología y los clásicos del marxismo: “Acepto el análisis marxista de la lucha de clases. Para aquellos que quieren cambiar las estructuras de la sociedad, Marx es fundamental. Pero la visión del mundo que tengo como cristiano es diferente a la visión del mundo marxista”. El dominico francés Paul Blanquart, conocido por sus opciones “a la izquierda de Cristo”, lo describe como “el más comprometido y el más revolucionario de los dominicos”.

Sin embargo, con el paso del tiempo, Tito muestra signos cada vez más inquietantes de desequilibrio mental. Cree que está siendo seguido y perseguido por su torturador, el comisario Fleury. En 1973 se le ofreció, por tanto, un lugar más tranquilo: el Convento de los Dominicos de l’Arbresle. Se hace amigo del hermano dominico Xavier Plassat, quien intenta ayudarlo, y sigue un tratamiento psiquiátrico con el doctor Jean-Claude Rolland. En vano. Después del golpe de Estado en Chile en septiembre de 1973 se puso cada vez más ansioso, convencido de que Fleury todavía lo perseguía y que los dominicos, o las enfermeras del hospital psiquiátrico, eran sus secuaces. Finalmente, exhausto, desesperado, el 8 de agosto de 1974, se suicida ahorcándose.

Su amigo dominico, el hermano Xavier Plassat, finalmente se instalará en Brasil, donde se convertirá en el organizador de la campaña contra el trabajo esclavo de la Comisión Pastoral de la Tierra: según su testimonio, “mi trabajo aquí es un legado dejado por Tito”.

Como sabemos, el Vaticano, bajo Juan Pablo II y Ratzinger, rechazó la teología de la liberación como un “error”, principalmente por su uso “indiscriminado” de conceptos marxistas. Con la elección de Bergoglio, Papa Francisco, de origen argentino, parece abrirse una nueva etapa. Gustavo Gutiérrez no solo fue recibido en el Vaticano, sino que el Papa decidió, durante un encuentro en 2014 con Alexis Tsipras y Walter Baier, dos líderes de la izquierda europea, abrir un diálogo entre marxistas y cristianos. Diálogos de este tipo habían tenido lugar en la posguerra, en ciertos países europeos (Francia, Italia, Alemania), pero una iniciativa bajo la égida del Vaticano no tiene precedentes.

El Papa ha delegado en el arzobispo Angelo Vincenzo Zani, secretario de la Congregación Vaticana para la Educación Católica, y al movimiento de los Focolares, una red laica fundada por Chiara Lubich en la Italia de la posguerra, este diálogo. El libro Europa en común es la primera publicación de este intento de explorar una “ética social transversal”. Dos de los editores del libro, Franz Kronreif y Luisa Sello, pertenecen a la red Focolari, y los otros dos, Walter Baier (exsecretario general del Partido Comunista de Austria) y Cornelia Hildebrandt, de la Fundación Rosa Luxemburg de Berlín representan ¡Transform! , red de Fundaciones de Investigación Marxista vinculadas a la Izquierda Europea.

El diálogo tuvo lugar primero en las instalaciones del Instituto Universitario Sophia, del movimiento Focolari, ubicado en el pueblo de Loppiano, cerca de Florencia, donde los participantes fueron recibidos por el sociólogo belga Bernard Callebaut. Otros simposios tuvieron lugar en Catelgandolfo, ¡la residencia de verano del Papa! – y en Viena. En septiembre de 2018, sin embargo, se llevó a cabo una universidad de verano conjunta, en las instalaciones de la Universidad del Egeo, ubicada en la isla de Siros, sede de una comunidad católica tradicional. La mayoría de los documentos reunidos en la colección Europa en común (primer volumen) son las presentaciones realizadas durante esta iniciativa. Durante sus estudios, los alumnos de ambas corrientes redactaron conjuntamente un documento, “El Manifiesto de Hermoupolis”, que también aparece en el libro.

En su introducción, los cuatro editores de la colección recuerdan que el objetivo del diálogo no es la conversión mutua, ni la producción de sincretismo, sino la búsqueda de lo común sin desconocer diferencias fundamentales. Tres intervenciones iniciales sirven como punto de partida:

Franz Kronreif, del movimiento de los Focolares, habla de “consenso en la diferencia” y sugiere que los puntos de referencia iniciales para el diálogo sean la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco y las Tesis sobre el concepto de historia de Walter Benjamin. Walter Baier, de la red Transform! recuerda la necesidad de los marxistas de una reflexión autocrítica sobre los crímenes cometidos en nombre del socialismo en la URSS y encuentra en los escritos de Karl Polanyi elementos para una convergencia entre socialismo y cristianismo. Finalmente, Mons. Zani, en un saludo dirigido a la Universidad de Verano 2018, rinde homenaje a los ideales de justicia, fraternidad y solidaridad de los jóvenes participantes en este encuentro.

Durante los diálogos y debates de la Universidad de Verano pudimos presenciar debates entre puntos de vista bastante opuestos, como por ejemplo entre Leonce Bekemans, profesora de la Cátedra Jean Monnet de la Universidad de Padua, partidaria convencida de la Unión Europea «realmente existente», y Luciana Castellina, exdiputada comunista europea, que sueña con «otra Europa», no sujeta a los mercados capitalistas. Sin embargo, los interlocutores de las dos partes lograron redactar un documento común, como fue el caso de Cornelia Hildebrandt y Pal Toth, profesor del Instituto Universitario de Sophia, sobre «Una estrategia no-violenta en un mundo plural». Lo mismo ocurre con la contribución de Petra Steinmair-Pösel, teóloga vinculada a los Focolares, en colaboración con Michael Brie,de la Fundación Rosa Luxemburg de Berlín, sobre “Los Comunes: ¿nuestro terreno común? «.

Europa como común también contiene contribuciones de Piero Coda, rector del Instituto Universitario de Sophia, de Bernard Callebaut, sociólogo de la misma Institución, de Spyros Syropoulos, profesor de la Universidad del Mar Egeo, de Alberto Lo Presti, de la Universidad Católica Lumsa de Roma, de José Manuel Pureza, profesor de la Universidad de Coimbra y miembro del Bloque de Izquierda en el Parlamento portugués, de la teóloga musulmana Adnane Mokrani – un llamamiento a favor de «un estado laico como una necesidad religiosa» -, del psicólogo social Thomas Stucke, del politólogo colombiano Javier Andrés Baquero (quien relata su experiencia en la gestión “verde” de la ciudad de Bogotá), y el autor de esta nota. El conjunto, que da testimonio de la pluralidad de perspectivas comprometidas en esta iniciativa «transversal», se complementa con una conferencia del Papa Francisco sobre “La opción preferencial por los pobres, criterio clave de la autenticidad cristiana” (19/8/2020).

¿Qué podemos concluir de este itinerario bibliográfico bastante desigual, que nos lleva del joven Marx al Pontifex Maximum Bergoglio? La única conclusión es que la relación entre marxistas y cristianos sigue siendo un libro abierto, cuyos próximos capítulos se escribirán menos sobre la base de las Sagradas Escrituras de los demás, que en respuesta a los desafíos ecológicos, sociales y éticos del siglo XXI.

Referencias
Friedrich ENGELS et Karl MARX Annales franco-allemandes,  Edition complète préparée par Alix Bouffard et Pauline Clochec. Traduction par J-C Angaut, V.Beguin, A.Bouffard, J-M Buée, P.Clochec, C.Fradin, M. L’Homme et J.Quétier. Présentation et annotation par P.Clochec,  Paris, Editions Sociales,  Geme (Grande Edition Marx et Engels), 2020, 328 pages;
Nicos FOUFAS, Friedrich Engels et la Guerre des Paysans  Allemands,  Paris,  L’Harmattan,  «Ouverture Philosophique», 2020,  117 pages.
Arno MÜNSTER, Socialisme et religion au XXe Siècle. Judaisme, Christianisme et athéisme dans la philosophie de la religion d’Ernst Bloch, Paris, L’Harmattan,  coll. «Ouverture Philosophique», 2018, 175 pages;
Donna T. HAVERTY-STACKE, The FieRce Life of Grace Holmes Carlson,  New York,  New York University Press,  2021, 289 pages;
Leneide  DUARTE-PLON et Clarisse MEIRELLES,  Tito de Alencar (1945-1974). Un dominicain brésilien martyr de la dictature, Paris,  Karthala, Collection  «Signes des Temps»,  2020, 308 pages. Traduit du portugais par les auteures.  Préface de Vladimir Safatle,  Avant-Propos de Xavier Plassat ;
Walter BAIER, Cornelia HILDEBRANDT,  Franz KRONREIF, Luisa SELLO  (Eds.),  Europe as a Common.  Exploring Transversal Social Ethics, Zürich,  LIT Verlag, 2021,  Vol. I,  267 pages.

Publicado originalmente en el blog del autor en Médiapart. Traducción de G. Buster en Sin Permiso.

Fuente de la Información: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/marxismos-y-cristianismos/

 

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Brasil: Peligro de destrucción de nuestro futuro

Peligro de destrucción de nuestro futuro

Leonardo Boff*

En julio de 2021 el gran pensador de la complejidad Edgard Morin cumplió 100 años. Observador atento del curso del mundo, nos entregó un libro Réveillons-nous! – ¡Despertemos!, lleno de sabias y serias advertencias. Resumió su pensamiento en una entrevista a Jules de Kiss, publicada el 26 de marzo de 2022 en Franceinfo y reproducida en portugués por el IHU el 4/4/22. Lector asiduo de sus escritos, esta entrevista inspiró el presente artículo.

Morin advierte lo que vengo repitiendo desde hace mucho tiempo: debemos estar atentos, intentar ver y entender lo que está ocurriendo. La gran mayoría, inclusive jefes de estado, no son conscientes de las graves amenazas que pesan sobre el planeta Tierra, sobre la vida y sobre nuestro futuro. Parecen sonámbulos o zombis, obcecados con la idea del crecimiento económico sin fin y también con la seguridad y con más construcción de armas de destrucción masiva.

Estamos viviendo varias crisis, todas ellas graves: la más inmediata es la pandemia que afecta a todo el planeta, cuyo sentido último no ha sido identificado todavía. Para mí es una señal que la Tierra viva ha enviado a sus hijos e hijas: “no pueden seguir con el pillaje sistemático de la comunidad de vida en la cual se encuentran los hábitats de los distintos virus que en los últimos años han asolado regiones del planeta”. La Covid-19 ha alcanzado todo el planeta, pero no a otros seres vivos y domésticos. Es una señal que no está siendo leída por la mayoría de la humanidad, ni tampoco por los analistas, centrados en las vacunas y en los cuidados necesarios.

¿Quién se pregunta en qué contexto apareció el virus? Él es consecuencia del asalto de los seres humanos a la naturaleza, especialmente por la deforestación de vastas regiones, destruyendo la casa donde habitan los virus, que pasaron a otros animales y de ellos a nosotros.

La crisis climática es grave, pues si no tenemos cuidado

hasta 2030 el calentamiento global puede aumentar 1,5 grados centígrados o más, lo que comprometería a la mayoría de los organismos vivos y a gran parte de la humanidad. Junto a esto está la Sobrecarga de la Tierra (Earth Oveshoot), constatada el 29 de julio de 2021: los bienes y servicios importantes para la vida se están agotando. Ya ahora necesitamos 1,7 Tierras para atender el tipo de consumo principalmente de las clases opulentas. Arrancamos de la Tierra lo que ella ya no nos puede dar. Ella reacciona aumentando el calentamiento, los eventos extremos, la erosión de la biodiversidad y más conflictos sociales.

Lo que funciona como una espada de Damocles es la posibilidad de una guerra nuclear que puede destruir toda la vida y gran parte de la humanidad. Morin escribe: “Pienso que hemos entrado en una nueva fase. Por primera vez en la historia, la humanidad corre peligro de aniquilación, tal vez no total –habrá algunos supervivientes, como en Mad Max –, pero una especie de ‘reinicio‘ desde cero en condiciones sanitarias sin duda terribles”. 

La guerra en Ucrania ha suscitado este fantasma, pues Rusia, como ya decía Gorbachov, puede destruir toda la vida con solo la mitad de sus ojivas nucleares. Pero, lleno de confianza en que la historia anda, no está cerrada, Morin afirma esperanzado: “Precisamos esperar lo inesperado para saber como navegar en la incertidumbre”.

Es de todos conocida la erosión de las ideas democráticas en el mundo entero. En muchos países, como en Brasil, se está imponiendo un espíritu autoritario y fascistoide, que hace de la violencia física y simbólica y de la mentira directa una forma de gobernar. La democracia ha dejado de ser un valor universal y una forma de vivir civilizadamente en comunidad. Este espíritu puede provocar un tsunami de guerras regionales de gran destrucción.

No olvidemos la advertencia del Papa Francisco en la Fratelli tutti (2020): “estamos en el mismo barco, o nos salvamos todos o nadie se salva”. Somos responsables de nuestro futuro y de la vida en el planeta.

Tenemos la confianza de Morin de que, como la historia ha mostrado, lo inesperado y lo improbable pueden ocurrir. Ya nos enseñaba un pre-socrático: “si no esperamos lo inesperado, cuando venga, no lo percibiremos”. Y así lo perderemos.

Esta es nuestra confianza y esperanza: estamos en medio  de crisis que no  tienen por qué terminar en tragedias fatales. Pueden ser el  despertar de una nueva conciencia y entonces, la ocasión para un salto cualitativo hacia un tipo de convivencia pacífica dentro de la única Casa Común. ¿Será este el próximo paso de la humanidad? ¡Bienvenido sea!

*Leonardo Boff es teólogo y filósofo y ha escrito: Cómo cuidar de la Casa Común, Vozes 2017.

Traducción de María José Gavito Milano

 

Fuente de la Información: https://leonardoboff.org/2022/04/07/peligro-de-destruccion-de-nuestro-futuro/

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México: La educación por la paz vs. las amenazas de guerra.

La educación por la paz vs. las amenazas de guerra.

Miguel Ángel Pérez Reynoso

En solidaridad con toda la afición del club Atlas

Por los incidentes en Estadio La Corregidora de Querétaro

y a favor de la paz tanto dentro

como afuera de los estadios deportivos.

 

La guerra siempre ha sido letal y destructiva, es una de las acciones más in-humanas que hacemos las y los humanos. Hoy la humanidad de nueva cuenta está ante la amenaza latente de un entorno de guerra. La guerra (cualquiera que esta sea) está asociada a la destrucción, a la amenaza, a la intimidación, a partir de las disputas por expansión territorial, por ganar un mercado por imponer medidas sobre todo de tipo económico o imponer un bloqueo o restricciones de un país a otro, o por cualquier cosa absurda.

El siglo XX, también referido como el siglo pasado, ha sido testigo de dos guerras mundiales, hay una generación llamada entre guerras, las personas nacidas después de la década de los 20 y antes de los 40 (por decir algo muy genérico); dicha generación vivió -y sufrió- en carne propia lo que se le lama el trauma de guerra.

Pero la guerra no es nueva, es decir el afán de dominio, de expansión de hegemonizar y controlar territorios o mercados, viene desde mucho tiempo atrás, nos remitimos al imperio romano, (tal vez desde mucho antes), pero ahí puede ser fecha de referencia. En el siglo XV asociado a los llamados grandes descubrimientos, se vive fuertemente desde occidente un deseo de expansión, por dominar el mundo nuevo, (España y Portugal primero y más adelante Francia Inglaterra y Holanda) se encargarían de conquistar, colonizar e imponer su visión sobre los pueblos recién “descubiertos”.

La historia nos ha enseñado que la guerra está asociada al abuso de los imperios, a partir de la creencia de que existen países mas poderosos que otros que tienen el derecho (dado por ellos mismos), y que pueden y deben hacer valer su supremacía.

El siglo XXI ha llegado con esta nueva edición entre vínculo conquistadores y conquistados, los imperios ahora ejercen su dominio a partir del control financiero, ejerciendo bloqueos económicos, o en última instancia a partir la invasión y el control militar.

La reciente amenaza de guerra entre Rusia en conta de Ucrania no es solo un conflicto territorial. No, ahora en un mundo globalizado la amenaza de guerra es para todas y para todos. Efectivamente Rusia y Ucrania nos quedan distantes en términos de lejanía geográfica y cultural pero la amenaza cada vez está más acerca, porque al norte de nuestro país tenemos a otro imperio, igualmente sanguinario y devastador.

Rusia es un imperio (nunca ha dejado de serlo), pero también lo son los EU, y China, es paradójico que los 5 países más poderosos del mundo y que están encargados de salvaguardar la paz y la seguridad mundial, son los países mejor armados y con el terrible deseo de apostarle a la guerra cuando se habla de paz o hasta firman tratados al respeto. Y porque ahí hay un componente adicional, el negocio de la guerra, la producción masiva y el armamento que deberá venderse es otra de las aristas del mundo de la guerra. En la contraparte la paz no vende, no es rentable, no genera ganancias a las grandes empresas multinacionales, ¿Entonces?

Aspirar a la paz es desplazar a la guerra de otra manera. La paz edifica, armoniza, humaniza los entornos, el mundo ya fue repartido y dividido muchas veces a lo largo de una larga historia; la geografía y sus divisiones políticas se suponen ya han sido actualizadas. Entonces ¿por qué este afán de guerra para seguir invadiendo territorio y dominar a pueblos distintos al que invade? Porque la tendencia de muerte y el afán y poder no tiene límites.

Educar en y para la paz no es un asunto idílico, conlleva cruzar las dimensiones del individuo, las relaciones con el entorno y llegar hasta la aldea global. Una amenaza de guerra no solo sirve para derrotar a las y los otros a los supuestos enemigos, también hay una garantía de destrucción propia. Todas y todos salimos perdiendo con un entorno de guerra, de ahí que la educación por la paz sea una más de las alternativas. El problema es complejo porque además no existe una mediación mundial que sirva para poner orden y para garantizar (como sucedió después de la segunda guerra mundial) un alto al fuego, entrega de las armas y desmantelamiento de las bases militares. Hoy parece que los imperios y los poderosos no aprenden las lecciones de la historia o más aprenden en sentido contrario, su afán es continuar haciendo más grande su poderío. El problema es el choque de trenes cuando dos imperios se confrontan entonces la humanidad corre peligro y esto sí, es de pronóstico reservado.

Firmemos, por la paz, actuemos por la paz, manifestémonos por la paz, con congruencia, desde la escuela. A partir del deseo de paz, de las y los niños pequeños debemos hacer que los grandes aprenden. Todas y todos los ciudadanos el mundo no queremos un entorno de guerra entonces ¿Por qué la paz no se impone de una vez y para siempre?

 

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/la-educacion-por-la-paz-vs-las-amenazas-de-guerra/

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