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Hasta que la dignidad se haga costumbre

Por: Luis Hernández Navarro

Tres mujeres otomíes, Jacinta Francisco Marcial, Teresa González Cornelio y Alberta Alcántara Juan, recibieron en febrero de 2017 una disculpa pública del gobierno mexicano, por encarcelarlas injustificadamente. La entonces Procuraduría General de la República (PGR) la ofreció ocho meses después de que el tercer tribunal colegiado en materia administrativa del primer circuito se lo ordenó.

Las indígenas fueron a prisión acusadas falsamente de secuestrar a seis agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Fueron detenidas en 2006 en Santiago Mexquititlán, municipio de Amealco de Bonfil, Querétaro (https://bit.ly/31lzwQ6).

En la ceremonia oficial de disculpa, tomó la palabra Estela Hernández Jiménez, hija de Jacinta, quien luchó incansablemente junto a su hermana Sara por la libertad de su madre, desde que fue detenida en 2006. En un discurso memorable, denunció: “Es lamentable, vergonzoso e increíble que a seis meses de cumplirse 11 años del caso, por fin la PGR reconoce de manera forzada, no por voluntad, que el caso fue un error.

“Este caso –concluyó– nos cambió la forma de ver la vida. Hoy sabemos que no es necesario cometer un delito para ser desaparecido, perseguido o estar en la cárcel. Por los que seguimos en pie de lucha por la justicia, la libertad, la democracia y la soberanía de México, para nuestra patria, por la vida, para la humanidad, quedamos de ustedes, por siempre y para siempre, la familia Jacinta, hasta que la dignidad se haga costumbre.”

Desde que comenzó a luchar por la liberación de su madre, Estela (al lado de su hermana, enfermera de profesión) cayó en la cuenta de que los pueblos originarios en México están abandonados institucionalmente. Cobró conciencia de su historia, cultura y patrimonio.

A partir de ese momento no hubo marcha atrás. Se involucró activamente en la promoción y defensa de los derechos de los pueblos originarios en su comunidad, Mexquititlán, y en la resistencia a los proyectos de gentrificación. Rechazó la reforma educativa de Enrique Peña Nieto. Se volcó en la elaboración de un proyecto alternativo de educación indígena. Se metió de lleno en la recuperación de su lengua y los saberes ancestrales. Impulsó la inclusión en las boletas electorales de 2018 de María de Jesús Patricio como candidata presidencial. Es integrante del Concejo Autónomo de Santiago Mexquititlán y del Congreso Nacional Indígena (CNI).

Su compromiso tiene una línea de acción muy clara. “La dignificación de nuestros pueblos es lo más urgente y lo más importante, porque estamos en vías de extinción –dice Estela–. No estamos dispuestos a morir. Existimos y queremos seguir existiendo, queremos seguir viviendo. Queremos mejores condiciones de vida no sólo para Santiago Mexquititlán, sino para todos los pueblos originarios del país (https://bit.ly/3kcQhnN).” Y añade: Dejar de hablar, vestir y ser otomí no garantiza el éxito. Nuestra meta, nuestro objetivo principal, es el trabajo comunitario, rencontrarnos. Que se nos reconozca nuestro autogobierno y nuestra autonomía como pueblo indígena.

Estela es una de las intelectuales indígenas más brillantes del México contemporáneo. A un tiempo defensora comunitaria, profesora en educación indígena y doctora, es autora del libro, fruto del conocimiento generado en el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, El otomí de Santiago Mexquiti­tlán: guía para aprender y enseñar otomí, publicado por la Universidad Autónoma de Querétaro.

La doctora Hernández Jiménez apoya activamente la ocupación del edificio del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), realizada por la comunidad otomí en la Ciudad de México el pasado 12 de octubre. “Esta toma –dijo en el encuentro Nuestra lucecita de resistencia y rebeldía, sigue encendida, efectuado en las instalaciones de la institución el pasado sábado– no es nada comparada a lo que nos han hecho en estos largos años. Esta toma significa que aún existimos, que aún seguimos vivos y que nos resistimos a morir. No nos queda ya mucho: o resistimos o morimos, como cultura, como identidad, como esa dignidad que nos caracteriza. En esta toma les acompañaremos, porque la lucha que ustedes están dando en México también la estamos dando en Santiago Mexquititlán, en contra de la obra de gentrificación, del despojo, en terrenos del templo histórico.

Vamos entrando a este edificio y vemos que nos tienen en las paredes. Nos tienen como objetos de presunción. Es la misma dinámica de explotación a la que nos han sometido: te tengo decorada y ya existes. Existir no es estar en los aparadores. Existir no es que hablen bonito de nosotros o de nosotras. La realidad dista mucho del discurso. Nosotros sabemos el dolor que tenemos en común en todos los pueblos originarios. No hay de otra más que organizarnos, alzar la voz, hablar, ya no callar lo que por muchos años nos han venido oprimiendo, señaló Estela en el evento, recogiendo el sentir de la comunidad otomí en la Ciudad de México y muchos otros representantes indígenas que acompañan la ocupación del edificio.

La biografía y las palabras de Estela Hernández Jiménez, su insistencia en no cesar la lucha hasta que la dignidad se haga costumbre, son la prueba palpable de que, detrás de la ocupación de las oficinas del INPI, hay una causa legítima. Un conflicto que se tiene que resolver por la vía del diálogo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/10/20/opinion/017a2pol

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La responsabilidad de los intelectuales, de Noam Chomsky

Por: Noam Chomsky

En este nuevo ensayo, Noam Chomsky escribe sobre la responsabilidad que tienen los intelectuales de posicionarse en ciertos conflictos, contar la verdad, denunciar la mentira y cuestionar los discursos de poder.

Extracto del nuevo libro de Noam Chomsky ‘La responsabilidad de los intelectuales’ 

Traducción de Albino Santos Mosquera

PREFACIO

El concepto de «intelectuales» es bastante curioso. ¿A quiénes podemos considerar como tales?

He aquí una pregunta que fue abordada de un modo muy instructivo en un ensayo clásico que Dwight Macdonald escribió en 1945, titulado La responsabilidad de los intelectuales. Ese texto es una sarcástica e implacable crítica a aquellos pensadores distinguidos que pontificaban sobre la «culpa colectiva» de los refugiados alemanes cuando éstos sobrevivían a duras penas entre las ruinas catastróficas de la guerra. Macdonald comparaba allí el desprecio farisaico que tan distinguidas plumas manifestaban hacia los desdichados supervivientes con la reacción de muchos soldados del ejército vencedor, que, reconocedores de la humanidad de las víctimas, se compadecían del sufrimiento de éstas. Y, sin embargo, los primeros son los intelectuales, no los segundos.

Macdonald concluía su ensayo con unas sencillas palabras: «Qué maravillosa es la capacidad de poder ver lo que se tiene justo delante»

¿Cuál es, entonces, la responsabilidad de los intelectuales? Quienes entran en esa categoría disfrutan de ese relativo grado de privilegio que tal posición les confiere, lo que les brinda oportunidades superiores a las normales. Las oportunidades conllevan una responsabilidad, la cual, a su vez, implica tener que decidir entre opciones alternativas, algo que, a veces, puede entrañar una gran dificultad.

Así, una posible opción es seguir la senda de la integridad, lleve adonde lleve. Otra es aparcar esas preocupaciones y adoptar pasivamente las convenciones instituidas por las estructuras de autoridad. La tarea, en este segundo caso, se limita a seguir con fidelidad las instrucciones de quienes tienen las riendas del poder, a ser servidores leales y fieles, no como resultado de un juicio reflexivo, sino por una respuesta refleja de conformismo. Ésta es una forma muy sutil de eludir las complejidades morales e intelectuales inherentes a una actitud de cuestionamiento, y de rehuir las potenciales consecuencias dolorosas de esforzarse por que la bóveda del firmamento moral termine curvándose hacia la causa de la justicia.

Estamos familiarizados con esa clase de alternativas. Por eso distinguimos a los comisarios y los apparátchiki de los disidentes que asumen ese desafío y afrontan las consecuencias (unas consecuencias que varían en función de la naturaleza de la sociedad en cuestión). Muchos disidentes alcanzan la fama y un merecido reconocimiento, y el duro trato que reciben o recibieron es debidamente denunciado con fervor e indignación: ahí están Václav Havel, Ai Weiwei, Shirin Ebadi y otras figuras que componen una larga y distinguida lista. También es justo que condenemos a los apologistas de la sociedad mala, aquellos que no pasan de la ocasional crítica tibia a los «errores» de unos gobernantes cuyas intenciones califican global y sistemáticamente de benignas.

Hay otros nombres, sin embargo, que se echan en falta en la lista de los disidentes reconocidos: por ejemplo, los de los seis destacados intelectuales latinoamericanos, sacerdotes jesuitas, que fueron brutalmente asesinados por fuerzas salvadoreñas que acababan de recibir instrucción militar del Ejército estadounidense y actuaron siguiendo órdenes concretas de su Gobierno, satélite de Estados Unidos. De hecho, apenas si se les recuerda. Muy pocos conocen siquiera cómo se llamaban o guardan el menor recuerdo de aquellos sucesos. Las órdenes oficiales de asesinarlos no han llegado aún a aparecer en ninguno de los grandes medios de comunicación en Estados Unidos, y no porque fueran secretas: se publicaron con total visibilidad en los principales rotativos de la prensa española, por ejemplo.

No estoy hablando de algo excepcional. Se trata, más bien, de la norma. Aquellos hechos no tienen nada de inextricables. Son de sobra conocidos para los activistas que protestaron contra los horrendos crímenes promovidos por Estados Unidos en América Central, y también para los expertos que han estudiado el tema. En una de las entradas de The Cambridge History of the Cold War, John Coatsworth escribe que, desde 1960 hasta «la caída soviética en 1990, las cifras de presos políticos, de víctimas de torturas y de disidentes políticos no violentos ejecutados en América Latina superaron con mucho a las registradas en la Unión Soviética y sus satélites del este de Europa».

Sin embargo, ese mismo panorama se dibuja justamente a la inversa según aparece tratado en los medios de comunicación y en las revistas de los intelectuales. Por poner sólo un ejemplo llamativo de los muchos posibles, diré que Edward Herman y yo mismo comparamos la cobertura que The New York Times había realizado del asesinato de un sacerdote polaco –cuyos asesinos fueron prontamente localizados y castigados– con la de los asesinatos de cien mártires religiosos en El Salvador –incluyendo al arzobispo Óscar Romero y a cuatro religiosas estadounidenses–, cuyos perpetradores permanecieron mucho tiempo ocultos a la justicia mientras las autoridades de Estados Unidos negaban los crímenes y las víctimas no recibían de su Gobierno más que el desprecio oficial. La cobertura informativa del caso del sacerdote asesinado en un Estado enemigo fue inmensamente más amplia que la dispensada al centenar de mártires religiosos asesinados en un Estado satélite de Estados Unidos, y también su estilo fue radicalmente diferente, muy en sintonía con las predicciones del llamado «modelo de propaganda» de explicación del funcionamiento de los medios de comunicación. Y ésta sólo es una ilustración entre muchas posibles de lo que ha sido un patrón constante a lo largo de muchos años.

Puede que la mera servidumbre al poder no lo explique todo, desde luego. En ocasiones –muy escasas–, sí llegan a consignarse los hechos, aunque acompañados de un esfuerzo por justificarlos. En el caso de los mártires religiosos, el distinguido periodista estadounidense Nicholas Lemann, corresponsal de nacional de The Atlantic Monthly, revista de línea editorial «liberal» (de centroizquierda), aportó una explicación alternativa en una respuesta pretendidamente sarcástica a nuestro trabajo: «Esa discrepancia puede explicarse diciendo que la prensa tiende a concentrarse sólo en unas pocas cosas en cada momento concreto», escribió Lemann, y «la prensa estadounidense estaba entonces centrada sobre todo en Polonia».

La tesis de Lemann es fácil de contrastar examinando el índice de The New York Times, donde se puede ver que la duración de la cobertura informativa dispensada a los dos países fue prácticamente idéntica en ambos casos, e incluso un poco mayor en el de El Salvador. Pero, claro, en un contexto intelectual donde tienen cabida los «hechos alternativos»,* detalles como ése poco parecen importar.

En la práctica, el término honorífico «disidente» está reservado a quienes son disidentes en Estados enemigos. A los seis intelectuales latinoamericanos asesinados, al arzobispo y a los otros muchos que, como ellos, protestan contra los crímenes de Estado en países satélites de Estados Unidos y son asesinados, torturados o encarcelados por ello, no se les llama «disidentes» (si es que llegan a ser mencionados siquiera).

También dentro del propio país hay diferencias terminológicas. Hubo, por ejemplo, intelectuales que protestaron contra la guerra de Vietnam por razones diversas. Por citar un par de destacados ejemplos que ilustran lo limitado que es el espectro de visión de la élite, el periodista Joseph Alsop se quejó en su día de que la intervención estadounidense estaba siendo demasiado contenida, mientras que Arthur Schlesinger* replicó que una escalada probablemente no funcionaría y terminaría siendo demasiado costosa para nosotros. No obstante, añadió, «todos rezamos» por que Alsop tenga razón al considerar que la fuerza de Estados Unidos tal vez se imponga, y si lo hace, «puede que entonces todos reconozcamos la prudencia y el sentido de Estado del Gobierno estadounidense» para conseguir la victoria, aun a costa de dejar a aquel «desdichado país destruido y devastado por las bombas, calcinado por el napalm, convertido en un erial por los defoliantes químicos, reducido a ruinas y escombros», y con un «tejido político e institucional» reducido a cenizas.

Y, sin embargo, a Alsop y a Schlesinger no se los llama «disidentes». Más bien, se les considera un «halcón» y una «paloma», respectivamente: dos figuras que marcan los extremos opuestos del espectro de lo que se entiende que es la crítica legítima a las guerras de Estados Unidos.

Por supuesto, también hay voces que caen fuera del espectro por completo, pero a ésas tampoco se las considera «disidentes». McGeorge Bundy, consejero de Seguridad Nacional de Kennedy y de Johnson, dijo en un artículo para Foreign Affairs, una revista del establishment, que se trataba de «salvajes entre bastidores» que se oponen por principio a las agresiones estadounidenses, más allá de las cuestiones tácticas sobre su viabilidad y su coste.

Bundy escribió esas palabras en 1967, en un momento en que el implacablemente anticomunista historiador militar y especialista en Vietnam Bernard Fall, muy respetado por el Gobierno estadounidense y los círculos de opinión dominantes, temía que «Vietnam como entidad cultural e histórica […] esté corriendo peligro de extinción […] [ahora que] el campo se está muriendo literalmente bajo los impactos de la mayor maquinaria militar jamás desplegada contra un territorio de esa extensión». Pero sólo los «salvajes entre bastidores» tenían la desfachatez de cuestionar la justicia de la causa estadounidense.

Al término de la guerra en 1975, intelectuales de todo el espectro de opinión dominante dieron sus interpretaciones de lo sucedido. Abarcaban todas las franjas del espectro Alsop-Schlesinger. Desde el extremo de las «palomas», Anthony Lewis escribió que la intervención comenzó con una serie de «torpes esfuerzos bienintencionados» («torpes» porque fracasaron, y «bienintencionados» por principio doctrinal, sin necesidad de demostración), pero hacia 1969 ya era obvio que la intervención era un error porque Estados Unidos «no podía imponer una solución sino a un precio demasiado costoso para sí mismo».

Al mismo tiempo, los sondeos mostraban que en torno a un 70 % de la población no consideraba que la guerra fuera «un error», sino «intrínsecamente injusta e inmoral». Pero, claro, como aquellos soldados de 1945 que empatizaban con el sufrimiento de los desdichados refugiados alemanes, los encuestados no son intelectuales.

Los ejemplos son los típicos. La oposición a la guerra alcanzó su pico máximo en 1970, después de la invasión de Camboya orquestada por el dúo Nixon-Kissinger. Justo entonces, el politólogo Charles Kadushin llevó a cabo un extenso estudio de las actitudes de los «intelectuales de la élite». Y descubrió que, a propósito de Vietnam, éstos adoptaron una postura «pragmática» de crítica a la guerra por considerarla un error que acabó saliendo demasiado caro. Los «salvajes entre bastidores» ni siquiera contaban, perdidos entre el margen de error estadístico.

Las guerras de Washington en Indochina fueron el peor crimen de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial. El peor crimen del actual milenio es la invasión británico-estadounidense de Irak, con horrendas consecuencias en toda la región que aún distan mucho de llegar a un final. La élite intelectual también ha estado a su acostumbrada altura en esta ocasión. Barack fue muy elogiado por los intelectuales liberales de centroizquierda por posicionarse con las «palomas». Según las palabras del presidente, «durante la última década, las tropas estadounidenses han realizado extraordinarios sacrificios para brindar a los iraquíes la oportunidad de reclamar para sí su futuro», pero «la dura realidad es que todavía no hemos asistido al final del sacrificio americano en Irak». La guerra fue un «grave error», una «metedura de pata estratégica» con un coste más que excesivo para nosotros, una valoración que bien podría equipararse a la que muchos generales rusos hicieron en su día sobre la decisión soviética de intervenir en Afganistán.

Se trata de un patrón generalizado. No hace falta citar ningún ejemplo, pues hay sobrados estudios publicados al respecto, aunque éstos no parecen haber tenido el menor efecto en la doctrina de la élite intelectual.

De fronteras para dentro, no hay disidentes, ni tampoco comisarios ni apparátchiki. Sólo salvajes entre bastidores, por un lado, e intelectuales responsables –los considerados como los verdaderos expertos–, por el otro. La responsabilidad de los expertos la ha detallado uno de los más eminentes y distinguidos de todos ellos. Alguien es un «experto», según Henry Kissinger, cuando «elabora y define» el consenso de su público «a un alto nivel» (entendiéndose como «público» aquellas personas que establecen el marco de referencia dentro del que los expertos ejecutan las tareas a ellos encomendadas).

Las categorías son bastante convencionales y se remontan al uso más temprano del concepto de «intelectual» en su sentido contemporáneo, durante la polémica del caso Dreyfus en Francia. La figura más destacada de los dreyfusards, Émile Zola, fue condenado a un año de cárcel por haber cometido la infamia de pedir justicia para el acusado en falso Alfred Dreyfus, y huyó a Inglaterra para evitar una pena mayor. Fue entonces duramente reprobado por los «inmortales» de la Academia Francesa. Los dreyfusards eran auténticos «salvajes entre bastidores». Eran culpables de «una de las excentricidades más ridículas de nuestro tiempo», por decirlo con las palabras del académico Ferdinand Brunetière: «la pretensión de alzar a escritores, científicos, profesores y filólogos a la categoría de superhombres» que se atreven a «tratar de idiotas a nuestros generales, de absurdas a nuestras instituciones sociales, y de insanas a nuestras tradiciones». Osaban entrometerse en asuntos que debían dejarse a los «expertos», a «hombres responsables», «intelectuales tecnocráticos y políticamente pragmáticos», según reza la terminología contemporánea del discurso liberal de centroizquierda.

Pues bien, ¿cuál es, entonces, la responsabilidad de los intelectuales? Siempre pueden elegir. En los Estados enemigos, pueden optar por ser comisarios o por ser disidentes. En los Estados satélites de la política exterior estadounidense, en el período moderno, esa elección puede tener consecuencias indescriptiblemente trágicas para esas personas. En nuestro propio país, pueden elegir entre ser expertos responsables o ser salvajes entre bastidores.

Pero siempre existe la opción de seguir el buen consejo de Macdonald: «Qué maravillosa es la capacidad de poder ver lo que se tiene justo delante», y tener simplemente la honradez de contarlo tal como es.

Nota:

* Chomsky alude aquí a la expresión que Kellyanne Conway, asesora del presidente Trump, utilizó en una entrevista televisiva en enero de 2017 para referirse a unas declaraciones falsas del secretario de prensa de la Casa Blanca por no llamarlas «mentiras». [N. del T.]

Fuente: https://rebelion.org/la-responsabilidad-de-los-intelectuales-de-noam-chomsky/

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Gracias a la pandemia, más ricos que antes

Por: Sergio Ferrari

Revelador informe de la Unión de Bancos Suizos (UBS)

Mientras la crisis actual aumenta aceleradamente los niveles de pobreza y de indigencia en todo el planeta, un selecto grupo de multimillonarios ve crecer sus riquezas de una manera impresionante.

Son las 2.000 personas más ricas del planeta. Exactamente, 2.189 multimillonarios (31 más que en 2017), quienes a fines de julio de este año ya contaban con una fortuna total de 10.2 billones (10.200 mil millones) de dólares estadounidenses. Cifra equivalente a lo que poseen 4.600 millones de personas en el mundo entero.

COVID 19, negocio apetitoso

Una parte de esta elite, especialmente aquellos activos en los sectores tecnológico, sanitario e industrial, aprovecha oportunistamente los beneficios adicionales generados durante la crisis. Los 37 multimillonarios que residen en la pequeña Suiza ejemplifican esta tendencia de enriquecimiento acelerado: entre abril y julio aumentaron su patrimonio en un 29% para alcanzar, entre todos, los 123.500 millones de francos suizos (unos 135.000 millones de dólares).

Estas cifras siderales, que escapan a la imaginación del ciudadano medio, han visto la luz a principios de octubre a través de un informe elaborado conjuntamente por el banco helvético UBS (Unión de Bancos Suizos), el más grande del mundo en cuanto a gestión de fortunas, y la firma británica PricewaterhouseCoopers, una de las cuatro más importantes en el sector de consejo financiero y contable.

Se trata del séptimo estudio promovido por el UBS sobre la riqueza de los super ricos. El de 2020 analiza las fortunas de 2.000 multimillonarios en 43 mercados diferentes, lo que significa, prácticamente, todas las grandes fortunas del mundo. Es decir, el 98% de la población minoritaria super rica  a nivel internacional.

Los empresarios del sector de la salud vieron cómo su patrimonio fue aumentando hasta un 50% en estos últimos meses gracias a sus apuestas a los nuevos tratamientos, las innovaciones de diagnóstico y, en especial, la investigación sobre el COVID-19. Siguen siendo, sin embargo, los de la tecnología, los que concentran la mayor fortuna, con 1.8 billón de dólares.

Según France24, Elon Musk, director general de Tesla y SpaceX, también se benefició económicamente de la pandemia. “Mientras criticaba el distanciamiento social en Twitter, cuadruplicó su fortuna, la que creció de 76 a 103 mil millones de dólares”, señala la cadena francesa.

Las empresas tecnológicas fueron las que más se privilegiaron en los últimos meses, según el informe de la Unión de Bancos Suizos. Aunque el mismo no cita nombres, la televisora gala asegura que Jeff Bezos (Amazon), Mark Zuckerberg (Facebook), Jack Ma (Alibaba) y Steve Ballmer (ex-CEO de Microsoft) se encuentran entre los grandes ganadores en esta coyuntura. Según el informe conjunto de UBS y PwC, las nuevas ganancias provienen prácticamente en su totalidad de transacciones financieras. Los potentados del sector tecnológico se han beneficiado gracias a los profundos cambios que la crisis sanitaria y el confinamiento “han provocado en los hábitos de consumo y trabajo. El éxito de las aplicaciones de videoconferencia, como Zoom, y las plataformas de compras en línea, como Amazon, han convencido a los inversores a apostar por cualquier cosa que brille tecnológicamente”, explica la cadena francesa.

En abril del año en curso, la revista Forbes incluyó a siete latinoamericanos en la lista de los que poseen más de mil millones de dólares. Entre esos siete, el mexicano Carlos Slim, el más rico del continente, con 49 mil millones de dólares de patrimonio; Joseph Safra, de Brasil; Iris Fontbona, de Chile; Luis Carlos Sarmiento, de Colombia; Carlos Rodríguez, de Perú, y Juan Carlos Escotet, de Venezuela. El séptimo en la lista de potentados de la región es el empresario petrolero argentino Alejandro Bulgheroni, con una fortuna de 2.8 mil millones de dólares.

Caras de una misma moneda

Riqueza y pobreza, multimillonarios e indigentes, actúan en una misma probeta planetaria y se entrelazan a través de vasos comunicantes. La brecha entre los más ricos del mundo y el resto de la sociedad planetaria sigue siendo abismal. Como lo señala en su informe de enero pasado la ONG Oxfam, la riqueza de – en ese momento- los 2.153 multimillonarios era mayor que todo lo que poseen los 4.600 millones de habitantes del planeta, es decir, aproximadamente, el 60% de la población total.

Para explicar pedagógicamente esta relación de desigualdad creciente, la organización calcula que los 22 hombres más ricos del mundo poseen más riquezas que todas las mujeres del continente africano. El 1% más rico de la Tierra concentra más del doble de la riqueza que 6.900 millones de personas. Para ilustrarlo, la confederación internacional Oxfam, la cual reúne a una veintena de ONG en 90 países, explica que si “cada persona se sentara sobre el dinero que posee, apilado en billetes de 100 dólares, la mayor parte se sentaría en el suelo. Una persona de clase media de un país rico lo haría como en una silla. Los dos individuos más ricos del mundo estarían sentados en el espacio”. (https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/620928/bp-time-to-care-inequality-200120-es.pdf).

La crisis agudiza la desigualdad 

Los estudios más recientes de instituciones internacionales, desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hasta la Conferencia Económica para América Latina (CEPAL), anticipan el marco calamitoso de la situación internacional y regional pospandémica.  El Banco Mundial, por su parte, en un estudio de inicios de octubre, concluye que, debido a la actual crisis, entre 88 millones y 115 millones de personas contarán en 2020 con menos de 1.90 dólar por día, cifras que las llevarán a una extrema pobreza. Debido a la actual recesión económica, estimada en un 5.2% para el año 2020, estas podrían convertirse en 150 millones en el 2021.

“La paradoja es que esta crisis no afecta a todos por igual”, afirma la ONG Oxfam en su informe ¿Quién paga la cuenta?. “Desde el principio de los confinamientos” han aparecido 8 nuevos milmillonarios (o billonarios) en América Latina, es decir, uno nuevo cada dos semanas. En otras palabras: la fortuna de los 73 milmillonarios de América Latina aumentó en 48.200 millones de dólares desde el comienzo de la pandemia hasta fines de julio. Paradójico, advierte la Oxfam, si se estima que 52 millones de personas se convertirán en pobres y 18 millones perderán sus empleos este año en el continente. Para comprenderlo mejor, este aumento de la riqueza de la élite privilegiada equivale al 38 % del total de los paquetes de estímulo que el conjunto de gobiernos nacionales ha activado, y a nueve veces la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) con préstamos de urgencia hasta el momento en el continente latinoamericano.

¿Quién paga la factura?

Un desbarranco planetario de esta dimensión es difícil a conceptualizar y pone en cuestión las políticas de Estados y las recomendaciones monetaristas y fiscales emanadas de las organizaciones internacionales para paliar la crisis.
Punto clave del debate general -ya en marcha en muchos países-, es el del impuesto a las riquezas.

En su análisis de la situación latinoamericana, a fines de julio Oxfam lanzó propuestas concretas que van en la dirección de “aplicar en 2020 un impuesto al patrimonio neto de entre el 2% y el 3,5 % a quienes tengan más de un millón de dólares”. Con este impuesto, los gobiernos latinoamericanos podrían recaudar hasta 14.200 millones de dólares, los que se podrían invertirse en salud pública y protección social. En la segunda semana de octubre, portavoces del nada progresista Fondo Monetario Internacional anticiparon la necesidad de avanzar en una política impositiva particular. “El FMI llama a subir los impuestos a los más ricos y a las empresas rentables para pagar la factura de la crisis”, titulaba el cotidiano El País de España en su edición del pasado 14 de octubre.

Aunque no es algo nuevo, la realidad de fortunas multiplicadas y riquezas aceleradas astronómicamente en tiempos de pandemia agudiza la reflexión sobre la redistribución de los ingresos en cada nación. Esto implica reexaminar temas sensibles como los impuestos a las fortunas y a las ganancias, así como la necesidad de recuperar la transparencia activa y el coraje político para enfrentar la evasión fiscal y la fuga de capitales y también para definir una postura firme de parte de los Estados con respecto a la deuda externa.

Fuente: https://rebelion.org/gracias-a-la-pandemia-mas-ricos-que-antes/

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DIGNIFICAR A LA NIÑEZ Y A LA JUVENTUD AFROVENEZOLANA. UN TEMA PRIORITARIO DE AGENDA PARA LOS DIPUTADOS A LA NUEVA ASAMBLEA NACIONAL

Por: Ana Isabel Márquez

Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

Cátedra Libre África  Josefina Brigtown

La situación actual de pandemia producto del Covid-19 ha devenido en una reflexión histórica de  la centralidad  del ser humano y su estar en el mundo para y por la vida. En medios de  esta agitada e incierta realidad, se desarrollan a nivel mundial procesos electorales donde los mandatarios deberán priorizar en sus agendas sus visiones de humanidad para el mundo que deviene.  A pocos meses de las elecciones en diversos países del continente Africano y en particular en América Latina,  se reflexionan sobre  estos aspectos que, sin lugar a dudas,  incidirán notablemente en la creación de un mundo más justo y equitativo para todas y todos.

El presente escrito centra su interés en la Niñez y Juventud Afrovenezolana, en la dignificación de sus derechos ciudadanos a vivir en un mundo más humano, donde sea reconocida su voz silenciada, y que las intersecciones que atraviesan sus mundos de vida societal, como: Racismo, Sexismo, Adultocentrismo, Clasismo y todos los ismos denigrantes sean develados  y combatidos socialmente. Para efectos  de esta producción escritural, se realizará en primer lugar una descripción de la población afrovenezolana, de sus infancias y juventudes, en segundo lugar la descripción de  experiencias educativas transformadoras emprendidas desde una militancia situada y por último una serie de peticiones a los  diputados para la nueva Asamblea Nacional a los fines de que este grupo poblacional sea tema central de sus agendas y discusiones.:

Los afrodescendientes conforman uno de los grupos más numerosos de la enorme diversidad etnocultural de la región en América Latina y El Caribe, se estima  que  en este lugar epistémico alcanzan un 30% de la población;, es decir unos 150 millones de personas .( Antón y Del Popolo 2009 ) citado en  Bidaseca, K, 2011. La proclamación del Año Internacional de los Afrodescendientes, por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas (RES 64/169 de 2010) ha otorgado un renovado impulso al reconocimiento étnico, político y cultural de la población afrodescendiente,   y  en particular las características históricas, poblacionales,  sociales y culturales  en nuestraamérica.

Mi interés con y desde las infancias  afrovenezolanos/as viene en principio desde mi posicionamiento histórico cultural identitario como afroguaireña, de mis vivencias en estos territorios ancestrales,  donde  la mar  nos arrulló y cobijo como madre protectora junto a Yemayá, por la esperanza de un mundo mejor, de mis huellas corporales del racismo,  y su continuidad en las generaciones que veo crecer y vivencio en estos territorios de  la Costa Caribe, hoy desfiguradas por la tragedia reciente en Vargas; desde mis experiencias del compartir colectivo en las parroquias de Caruao y sus comunidades de la costa desde  temprana edad junto a mi familia, desde el reconocimiento de mis lugares de privilegio, de mis vivencias como maestra de educación inicial y madre, desde mi compromiso y activismo con las infancias afroguaireñas inquietas y en movimiento como el oleaje del mar ubicado en el Barrio Corapal sector  Vista al Mar l, patio de mi infancia y vivencias, donde construyo sueños  compartidos por un mañana mejor junto a ellos/as; también desde mis vulneraciones de derechos y experiencias de racismo, en distintos contextos donde he habitado  y  desde el espejo, donde miro y reconozco la  lucha de los que han transitado caminos con sus Dioses y Orishas en las distintas organizaciones sociales afrovenezolanas,  conformadas por  mujeres y hombres comprometidos con la causa afro, por el reconocimiento de nuestra identidad étnica.

La niñez y juventud afrovenezolana y la intersección de opresiones

La Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia  y las formas conexas de intolerancia(…) pide a los Estados que en colaboración de ser necesario con organizaciones internacionales y teniendo presente ante todo el interés superior del niño, ofrezca protección contra los actos de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia a los niños” Declaración y Programa de Acción de Durban.

Asimismo, La UNICEF en su documento final: La Situación de los Derechos de la Infancia y Adolescencia Afrodescendiente en América Latina y El Caribe, se constata la existencia de profundas asimetrías existentes entre la niñez afrodescendiente con respecto a los promedios nacionales, incluso en el cumplimiento de las metas mínimas adoptadas por los Estados,  sometidos a estados de pobreza, educación y salud..

En la XX Reunión de altas autoridades competentes en derechos humanos y cancillerías del Mercosur y estados asociados se consideró vital la valiosa contribución del movimiento afrodescendiente de las regiones para focalizar políticas y acciones a favor de los derechos de los niños, niñas y adolescentes afrodescendientes, generando instancias adecuadas, de forma que actúen como portavoces de sus propias demandas.

En Venezuela existen más de 20 mil comunidades afrovenezolanas distribuidas en todo el territorio nacional con mayor concentración en 14 estados, cerca de 50 municipios marcadamente afro y más en el eje costero área centro-occidental.  Según el censo de población y vivienda de 2011, el 0,7% de los venezolanos se considera a sí mismo afrodescendiente, mientras que el 2,9% se identifica como negros.  Aún está pendiente en nuestro país, la Visibilidad Estadística de los niños, niñas y los adolescentes afrovenezolanos, a los fines de diseñar políticas públicas que partan situadamente desde sus contextos,  además de  la articulación necesaria que debe darse entre la sociedad civil, la academia, los movimientos sociales y demás actores gubernamentales  a los fines de generar reflexiones y sistematizaciones que conlleven a  la generación de conocimientos  de este grupo poblacional en el ejercicio de sus derechos.

En el marco, de éste grupo étnico poblacional; las niñas, los niños  afro,  continúan siendo los más afectados  debido a su invisibilidad estadística. grupos subalternos, silenciados y oprimidos por su condición generacional y étnica, hasta el momento “silenciados y soterrados” (Foucault, .24: 1997). Su continua  y exponencial situación de pobreza y prácticas discriminatorias en la estructura social en que se desenvuelven, conlleva el  desafío y la tarea aún pendiente que se tiene de articular acciones integrales para el desarrollo de políticas públicas.

En tal sentido, plantear el diseño y la implementación de políticas, programas y presupuestos que respondan al perfil, las características y necesidades de la niñez  afrolatinoamericana y del Caribe, es un reto en la región. Por cuanto en la realidad estos grupos sociales han sido los más vulnerados históricamente, portando en sus corporalidades, el marcador racial de su piel y  fenotipo, como asociación directa con la pobreza y marginalidad.

Sus experiencias en la cotidianidad nos revela la vivencia  de racismo y discriminación racial, como formas de opresión y violencia, vulnerando de este manera el desarrollo psicosocial y afectando el ciclo de su desarrollo,  por tanto, se hace necesario promover su capacidad de agencia, el empoderamiento de sí mismos como sujetos históricos de su propia transformación, ejerciendo acciones desde su contexto y cotidianidad,  desde lo educativo, reafirmando los saberes tradicionales presentes en  nuestras comunidades, desde una episteme distinta que se fragua en la cotidianidad, en un convivir  en una dimensión discursiva de saberes.

La valoración del Patrimonio Sociocultural e Identitario de los niños/as  Afrovenezolanas/os y su incorporación en el  Sistema Educativo y en particular desde el Curriculum de Educación Inicial  en Venezuela,  es un desafío social pendiente que nos interpela y compromete  académicamente en la reconstrucción actual de nuestra identidad nacional.   Desde el ámbito educativo específicamente en Educación Inicial, el curriculum vigente (2005) construido colectivamente y aplicable tanto en  instituciones públicas, como privadas; reproduce una educación eurocentrada, y homogeneizadora  de las infancias.  En la Consulta Educativa Nacional realizada en el año 2014,  y en específico la consulta con organizaciones y movimientos afrovenezolanos para conocer  la percepción de nuestro sistema educativo,  se concluyó que tenemos la presencia de:

1.-Una historia blanqueada y fragmentada.

2.-Existe exclusión y discriminación en nuestras escuelas.

3.-Poco conocimiento por parte de los y las docentes para abordar la

afrovenezolanidad.

4.-Poca vinculación de la escuela con la comunidad y su realidad

local.

Desde el punto de vista legal,  y a  los fines de reafirmar la centralidad de nuestras raíces africanas y su legado cultural en nuestro sistema educativo,  se cuenta con instrumentos legales que tributan hacia la concienciación nacional  étnico-cultural; el reconocimiento en la  Constitución de 1999 de Venezuela, como una sociedad multiétnica y pluricultural, legitimada en su preámbulo   Asimismo,  la Ley Orgánica de Educación (2009) contempla en el artículo 14:

La educación    es    un   derecho  humano y un deber social   fundamental

concebida como un proceso de formación integral, gratuita, laica, inclusiva y de calidad, permanente, continua e interactiva, promueve la construcción del conocimiento, la valoración ética y social del trabajo, y la integralidad y preeminencia de los derechos humanos, la formación de nuevos republicanos y republicanas para la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación individual y social, consustanciada con los valores de la identidad nacional, con una visión latinoamericana, caribeña, indígena y afrodescendiente y universal.

Adicionalmente,  a este instrumento legal, el docente de educación inicial  emplea la Guía Elementos curriculares para la educación intercultural (Subsistema de Educación Básica), contemplando  4 pilares: Aprender a Reflexionar, Aprender a Valorar,  Aprender a Convivir y Participar, Aprender a  Crear.  Sin embargo, persiste la ausencia  de lineamientos pedagógicos estructurales que, desde  la etapa maternal y preescolar  de forma sistematizada y durante todo el año escolar, contemple  el abordaje integral de áreas de aprendizaje, contenido, objetivo, aprendizajes esperados y estrategias didácticas acerca del  estudio de la historia del continente africano  y de la afrovenezolanidad, del racismo y la discriminación racial, que en mayor medida afecta a niños y niñas, victimas silenciosas de este fenómeno social.

Desde estas problematizaciones, se cuentan los  innumerables esfuerzos sociales y pedagógicos que se han venido emprendiendo  en nuestro país, por una pedagogía descolonizadora, desde la mirada de la afrovenezolanidad,  fundamentando en una ontología relacional del convivir, del aprender haciendo, del interexistir, en forma armoniosa y respetuosa con la naturaleza, sustentado en los principios de los Cumbes y en la Filosofía Africana del Ubuntu y  del Muntu Latinoamericano.

En este transitar, y en la creación de un modelo educativo propio fundamentada en una educación social respetando  la idiosincrasia del pueblo en su conjunto sin someterse a la mera reproducción del modelo eurousacentrico, se cuenta con los aportes que desde un pensamiento filosófico ofrece nuestro maestro popular Simón Rodríguez, para él la educación popular deber ser una herramienta  para hacernos americanos y no europeos,  y así crear un proyecto sin limitaciones. Entendiendo la educación popular como un “proceso colectivo, mediante el cual los sectores populares llegan a convertirse en sujetos históricos, gestor y protagonista  de un proyecto liberador que encarne sus propios intereses de clase” (Peresson, Cendales, Mariño, 1985: 46)

Tomar en consideración desde una educación popular transformadora los aportes que desde  América Latina construyó Simón Rodríguez con su propuesta de Educación Social vinculada a la cotidianidad de la vida a  Paulo Freire con su pedagogía emancipadora quien bebió de las aguas de sus experiencias en  para en África (Guinea Bissao, Angola, Sao Tomé y Príncipe)  para construir los postulados  opresor-oprimido desde las meditaciones Fanonianas de los condenados de la Tierra, cabe señalar la cita Freiriana  en este apartado que refiere a la Madre África;  mi primer contacto con África fue “un encuentro amoroso, con un continente rico en experiencias, con una extraordinaria historia, ignorada conscientemente por occidente, con pueblos que llevaban a cabo una lucha contra la opresión, a veces en forma silenciosa y desapercibida ante los ojos extraños, pero no por ello menos difícil y valiente” (Freire,1984:9).

Y la militancia necesaria de codo a codo con los pies en la tierra en las comunidades, que ha venido reclamando a los activistas intelectuales,  de los movimientos sociales afrovenezolanos desde su andar Jesús Chucho García con su propuesta en la  (Afroepistemología) o Pedagogía Cimarrona y  la del maestro Luis Bigott, con su pedagogía de la descolonización, para el rescate necesario de los saberes y haceres situados desde las comunidades afro con sus cosmovisiones de vida y su incorporación a los saberes de la escuela.  Así mismo, es meritorio reconocer, el trabajo pedagógico cultural comunitario que ha venido desarrollando  la hermana cimarrona Prof. Luisa Madrid en Barlovento, a quien cariñosamente se le llama “Mae Luisin” quien desde hace 42 años desde la militancia barrial construye mundos posibles con su muchachera de Curiepe.

Por lo antes expuesto , es necesario aproximarnos a la Subjetividad de los niños/as  afrovenezolanos/as desde la mirada de sus corporalidades situadas, a los fines de  reconocer formas otras de encuentro cultural desde/con la niñez , para construir nuevas narrativas, todo un desafío ético y político en la reivindicación de su protagonismo y voz como sujetos/as sociales y en la  producción de conocimiento situado para la generación de una epistemología propia. La identidad, por lo tanto, no sólo no nos viene dada por la naturaleza, sino que se debe luchar por constituirla política y culturalmente, por apropiarse de la historia, conocer los legados y combatir la desmemoria, el olvido, la invisibilización, el silenciamiento y recuperar la capacidad de nombrarse, de definir la identidad colectivamente.

En función de las descripciones antes expuestas,  cierro este escrito proponiendo  a los nuevos diputados/as aspirantes a la Asamblea Nacional una  serie de peticiones para la atención directa de la niñez y juventud afrovenezolana:

1.-Reglamentar mediante ley  la obligatoriedad de enseñar la historia de África y la afrovenezolanidad en todo el sistema educativo Venezolano desde la educación inicial  y hasta el postdoctorado., como una forma de generar una identidad común entre los afrovenezolanos.

2.-Priorizar la voz de los niños, niñas y adolescentes afrovenezolanos  en los espacios de discusión, desde sus demandas  situadas en cada contexto comunitarios y no como meros ejercicios de participación, a los fines de que estos,  traten aspectos vinculados a sus mundos de vidas, por cuanto ellos/ellas son cuerpos actuantes agentes constructores de ciudadanía.

3.-Visibilizar en los Curriculums de los niveles del Sistema Educativo Venezolano  la historia de la presencia y contribución africana en la sociedad venezolana como una forma de generar una identidad común entre los afrovenezolanos.

4.-Desde los movimientos sociales estructurar agendas de atención para las niñeces y juventudes afrovenezolanas que partan de su realidad situada y desde sus voces.

5.-Construir colectivamente programas, proyectos de acción colectiva con metodologías horizontales participativas orientadas a la prevención del racismo y la discriminación racial desde el momento de la gestación.

6.-Contar con espacios sociales seguros y saludables donde se haga valer el derecho a la recreación, al ocio y el esparcimiento.

7.-Contar con medios de comunicación que visibilicen nuestras realidades, identidades, sueños y creencias mágico-religiosas familiares

8.-Presentar datos desagregados estadísticos desde los Censos de Población, a los fines de formular políticas públicas para las infancias y juventudes afrovenezolanas.

9.-Promover experiencias de vinculación de los niños,niñas y juventud de las poblaciones y comunidades  afros e indígenas

10.-Derechos a ser tomados en cuenta para  el diseño de visiones utópicas de país y comunidades otras, de humanidad paz y vida desde la cosmovisión y conocimientos ancestrales de los Cumbes,  y el Cimarronaje como Filosofía Política de vida.  Tomando como experiencia  las  vinculaciones interétnicas que tuvieron lugar en nuestros territorios para hacer de cada hogar-escuela-comunidad sitios seguros de  valoración,reconocimiento y justicia social de la niñeces y juventudes afrovenezolanas.

Artículo enviado por la autora a OVE

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La inocencia interrumpida

Por: Carolina Vásquez Araya

Las consecuencias de un embarazo temprano repercuten por el resto de la vida.

Los embarazos en niñas y adolescentes –de entre 9 y 18 años- cuyas cifras alarmantes se mantienen al alza en todos nuestros países, constituyen una de las más graves patologías sociales y la segunda causa de muerte en ese grupo etario. Dada la visión estrecha y patriarcal de quienes establecen la pertinencia de las políticas públicas, así como de sociedades cuyos marcos valóricos manifiestan una fuerte influencia de doctrinas religiosas, este sector de la población es uno de los más desatendidos y, por lo tanto, carente de palancas políticas para hacer valer sus derechos. Una de las principales causas de la vulnerabilidad en la cual se desarrolla la infancia es la preeminencia de la absoluta autoridad de los adultos en su entorno y, consecuentemente, la total indefensión de la niñez.

La inmensa mayoría de mujeres adultas –si no la totalidad- aun cuando muchas intenten negarlo, hemos sufrido el impacto de un sistema cuyas normas marginan a niñas y mujeres como si fuera una ley de la naturaleza. Los acosos y agresiones sexuales, tanto dentro del hogar como en el vecindario, en las calles o en la escuela, han sido una constante de abrumadora incidencia al punto de transformarse en una especie de maldición inevitable para esta mitad de la población. De tales agresiones, una de las más graves consecuencias son los embarazos en una etapa precoz del desarrollo.

Las instituciones encargadas de salvaguardar la seguridad de este importante segmento, sin embargo, han sido incapaces de protegerlas; ya sea por falta de políticas públicas o, simplemente, nulo interés por la integridad de un sector caracterizado por su escaso poder de incidencia política. Cautivas en un sistema que las castiga por su condición de niñas, las condena a embarazos, partos y maternidades para los cuales no están preparadas física ni psicológicamente, con riesgo de muerte y el desafío de afrontar una marginación familiar y social cuyo impacto les causará aislamiento, pobreza, pérdida de autoestima, patologías físicas y emocionales irreversibles y un sinnúmero de amenazas contra su normal desarrollo de vida.

A pesar del trabajo de algunas organizaciones preocupadas por hacer de este sensible tema un motivo de acción, resulta evidente la ausencia de mecanismos de protección para evitar los abusos y las consecuencias devastadoras de tales agresiones. Las sociedades aún son incapaces de captar las dimensiones de su responsabilidad en un problema de tal trascendencia y se hacen a un lado cuando se plantea la urgente necesidad de establecer parámetros legales –como el derecho al aborto y a la oportuna educación sexual y reproductiva- frente a esta terrible pandemia de embarazos tempranos, todos ellos resultado de violaciones.

Una niña no es un juguete sexual ni un objeto a disposición de los hombres de su entorno, pero miles de ellas terminan por perder su inocencia de golpe en una de las formas más crueles imaginables y sus victimarios –la mayoría de veces personas “de confianza”, como padres, hermanos, tíos, pastores y sacerdotes, maestros y vecinos- las transforman en sus esclavas sexuales bajo amenaza, sin la mínima posibilidad de defenderse. Es de preguntarse ¿en dónde están las instancias supuestas a protegerlas? ¿En dónde la justicia, los sistemas de educación y salud, en dónde sus familias? El drama persiste y las cifras aumentan a diario; las niñas desaparecen en redes de trata o sus cadáveres son desechados como basura en cualquier barranco, sin que a la sociedad eso le sea motivo suficiente para reaccionar.

Los derechos de la niñez continúan como tema pendiente.

Fuente: https://rebelion.org/la-inocencia-interrumpida/

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Masculinidad y violencia

Por: Miguel Lorente Acosta

Sobre propuesta formativa y sensibilizadora hacia los hombres sobre masculinidad y violencia


El 95% de los homicidios del planeta son cometidos por hombres (ONU, 2013), el 93’2% de las personas en prisión son hombres (WPL, Universidad de Londres, 2018), el 75% de los suicidios son llevados a cabo por hombres (600.000 cada año)… Son ejemplos que reflejan una realidad objetiva que indica que “la violencia es cosa de hombres”.

Sin embargo, a pesar de esa evidencia, la respuesta de una sociedad androcéntrica ha ido dirigida a desviar la mirada de la realidad para ocultar ese protagonismo de los hombres en la violencia. Y lo ha hecho con dos argumentos contrapuestos, por un lado, afirmar que la violencia es multicausal, y por otro, reduciendo la violencia al peso de la biología bajo la influencia de la testosterona.

Y resulta llamativo, porque cuando se habla del protagonismo de los hombres en la creación literaria o en las grandes obras de arte, nadie dice que la creatividad, escribir o pintar son conductas multicausales. Todo lo contrario, se entiende que la amplia y variada “condición masculina” da para eso y para mucho más, y se rechaza que haya habido un sesgo en la crítica literaria, ni discriminación alguna de las mujeres para que no aparezcan en los grandes museos y catálogos. Todo obedece, según se dice, a esa mayor capacidad masculina.

Con ese tipo de argumentos y razonamientos lo que pretende el machismo es hacer desaparecer la voluntad de los hombres en el uso de la violencia, y en la creación de las circunstancias adecuadas para su utilización. De ese modo, dejan a los hombres como si fueran hojas flotando en el vendaval de los acontecimientos, para que luego se posen en la violencia como consecuencia de los elementos de esa multicausalidad, no de su voluntad. Sería como decir que la decisión de una persona al acudir a un restaurante con una estrella Michelin y pedir su plato favorito, en lugar de ser producto de la voluntad y decisión de quien lo hace, es la consecuencia del proceso de deglución, digestión, absorción y metabolismo. Nadie niega que todos esos procesos intervengan cuando alguien ingiere alimentos, sea en un restaurante de lujo o en uno de comida rápida, pero la decisión de ir a uno u otro lugar y pedir un plato u otro, depende de la voluntad.

Con la violencia que ejercen y protagonizan los hombres se actúa de modo similar; por una parte, se fragmenta entre los diferentes elementos que intervienen en la conducta (biológicos, psicológicos, ambientales…) y por otra, se esconde entre los procesos que forman parte de la neurofisiología o del contexto, para que desaparezca voluntad y todo quede como una especie de determinismo en algunos hombres, o como consecuencia de un escenario que esconde la intencionalidad.

Pero los datos son claros y la realidad muy nítida: los hombres protagonizan la violencia en cualquiera de sus formas y a lo largo y ancho de todo el planeta, y la ejercen contra otros hombres y contra las mujeres. El análisis debe partir de este hecho objetivo para avanzar en el estudio del resto de elementos que influyen en una conducta multicausal, como es la violencia, no perderse en las circunstancias teóricas.

La Universidad de Granada inicia un MOOC (Massive Open Online Course) gratuito, donde se analiza esta realidad de la violencia y el protagonismo de los hombres, y lo hace integrando las teorías biologicistas sobre la violencia en sus diferentes planos (genético, humoral, neurológico, psicológico, psiquiátrico…), y las teorías ambientalistas centradas en los elementos sociales y culturales que influyen en los contextos donde se desenvuelven las personas que recurren a la violencia.

Pero también se analiza la violencia como conducta, no sólo como resultado, y todos los elementos que le dan sentido como parte de una decisión elaborada desde una posición determinada y dirigida a lograr unos objetivos concretos, no como una especie de pérdida de control o accidente, como con tanta frecuencia se presenta.

En este sentido, el concepto de “violencia racional” desarrollado por Maxim y Whitehead, refleja esa construcción voluntaria e interesada de las conductas violentas, las cuales pueden verse facilitadas por diferentes factores y elementos de cualquiera de los dos grandes grupos comentados, el biologicista y el ambientalista. En el curso también se analiza esa instrumentalidad y “utilidad” de la violencia, y cómo su resultado encaja en un sistema social que integra los “beneficios de la violencia” en los propios circuitos de la sociedad. No hay una economía, ni un mercado, ni unas finanzas propias para canalizar las grandes sumas de dinero que se obtienen a través de la violencia criminal, todo se integra en mismo sistema androcéntrico liderado por hombres a nivel formal, y en el que son principalmente hombres quienes entienden que la violencia es un recurso válido para resolver problemas y conflictos, y con ello obtener beneficios de diferente tipo.

Esa congruencia entre el modelo de sociedad androcéntrico y la conducta individual de los hombres que recurren a la violencia para obtener beneficios y solucionar sus problemas, está relacionada con las referencias que establece la cultura para organizar la convivencia y articular las relaciones dentro de ella, así como con la definición de una identidad masculina en la que violencia se presenta como un recurso que refuerza la idea de hombre y virilidad.

En este sentido, el MOOC incide en esa construcción de la identidad masculina, y cómo esa doble referencia, violencia e identidad, es la responsable de una forma específica de violencia, como es la que se dirige contra las mujeres y las niñas a través de múltiples expresiones.

El curso finaliza con un estudio sobre los elementos capaces de cambiar esta realidad a través de la transformación de la masculinidad, es decir, de esa idea de hombre que ve en la violencia una opción válida para resolver los problemas y, al mismo tiempo, sentirse más hombre, tanto por la sensación personal como la percepción de reconocimiento por el resto de las personas, especialmente otros hombres, que forman parte de la misma sociedad y cultura. La transformación debe ser cultural, pero han de hacerla las personas que forman parte de la sociedad, de ahí la importancia del posicionamiento individual.

El MOOC ha sido muy bien acogido a nivel nacional e internacional, y en el momento de escribir este artículo ya se habían matriculado más de 3400 personas.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/masculinidad-y-violencia/

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La escuela antártica

Por: Carmelo Marcén

La aventura podría haber comenzado por un mensaje a través de WhatsApp que escribiría un pingüino al que podríamos llamar Javi, nombre prestado momentáneamente por uno de nuestros amigos científicos, catedrático de Ecología en la UAM. Podríamos haber replicado el nombre de Ana, una exploradora polar, investigadora en la UAM galardonada en 2019 con eI “I Premio Margarita Salas a la mejor trayectoria científica”. Ambos viajan hacia el continente helado cada pocos años para estudiar, entre otras cosas, la evolución de especies invasoras que ya están alterando la biodiversidad propia de esas latitudes. Por cierto, las escuelas deberían dedicar un tiempo a conocer y reconocer el papel de mujeres y hombres que se desplazan desde varios países hasta allí en los meses de nuestro invierno para investigar: leer e interpretar el pasado y adivinar algo el futuro, pues los hielos antárticos guardan señales diversas de ambos estadios.

Desconocemos si el pingüino aludido es un ejemplar de la especie adeia, emperador, barbijo, macaroni o juanito, de las cuales se puede saber algo más en esta entrada de Greenpeace. Estas aves siempre despiertan curiosidad, con sus movimientos aparentemente torpes en tierra y ágiles en el mar; tanto que se han instalado cámaras para seguir su vida, especialmente reproductiva, a lo largo del año. Una recomendación: no se pierdan La Marche de l’empereur (El viaje del emperador) de Luc Jacquet, un delicado y admirable ejemplo de la lucha de esta especie de pingüinos por la supervivencia en un medio extremadamente difícil. Está disponible en varias plataformas de televisión.

Podríamos llevar mentalmente la escuela a la Antártida. Nos serviría de vehículo emocional el libro Antártida. El continente de los prodigios, de Mario Cuesta, por lo que allí cuenta, maravillas extraordinarias, y las preciosas ilustraciones de Raquel Martín. Por cierto, en la portada aparecen nuestros admirados pingüinos. Además convendría conocer un poco de la historia de la exploración de estos territorios. National Geographic nos acerca de forma resumida la carrera que emprendieron Scott y Amundsen para ver quién llegaba el primero al Polo Sur.

Cerramos los ojos y nos imaginamos que nuestra escuela está emplazada allí. Veríamos pingüinos, de especies diversas como cuenta la entrada de Greenpeace que antes hemos mencionado, si recalábamos en alguno de sus santuarios. Aquí incluimos una puerta para entrar en BBC Earth. Planeta vivo II. La mayor colonia de pingüinos del mundo. Seguro que por ahí andarían los imaginariamente renombrados Javi y Ana, o algunos amigos suyos.

Sin duda, ellos y otros nos contarían que este año han vivido el invierno más caluroso de los últimos 30 años; en esos meses hemos tenido un tórrido verano en muchos lugares del Hemisferio Norte. Esa sensación de los pingüinos se corresponde con la realidad pues así lo ha comprobado una investigación de la Universidad de Santiago de Chile, en su zona de administración. Hay que decir, para quienes no lo sepan, que el Tratado Antártico que entró en vigor en 1961 –el 4 de octubre de 1991 se firmó en Madrid un “Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente” para reforzarlo– asigna a una serie de países ciertas responsabilidades sobre diferentes partes del continente helado. Tanto calor ha hecho que el 7 de junio se midió en la Isla Jorge una temperatura máxima de 2,2 ºC, que para allí y en invierno es una auténtica barbaridad. Otra curiosidad: cayeron más de 250 ml en forma de agua a lo largo del invierno, que supone un hecho insólito. Los científicos opinan que detrás de estas anomalías está el cambio climático. Habrá que recordar que en esa zona llueve muy poco anualmente; hay mucho hielo porque la precipitación nivosa se acumula año tras año, siglo tras siglo. Hasta ahora.

A ninguna escuela se le ocurriría viajar de verdad hasta allí. Está muy lejos y harían falta cantidad de medios que suponen un gasto ecológico tremendo. Además, su llegada allí sería un desastre ambiental, habida cuenta de la fragilidad del espacio; llevarían contaminantes varios que harían peligrar mucho su futuro. Quizás se podría conocer algo más de la Antártida escribiendo a alguna escuela chilena o argentina emplazada en el extremo sur de América, no demasiado lejos del estrecho de Magallanes. Es más, la contaminación ya ha llegado a la Antártida y los mares circundantes como denuncian investigadores del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas). Han encontrado contaminantes sólidos llevados por las pocas personas que visitan el continente antártico –los científicos cuidan mucho pero también llegan algunos turistas–, otros contaminantes van por el aire en forma de aerosoles o los llevan las corrientes marinas, como los microplásticos.

En febrero de 2019 publicamos en este mismo blog “Antártida en deshielo, presagio de problemas” invitando a llevar esos territorios a la escuela para trabajar por ellos. Ahora que nos sentimos una escuela antártica, allí emplazada con la imaginación, comprobaríamos con preocupación que dos de los grandes glaciares de la Antártida –el de la isla Pine y el Thwaites en el Mar de Amundsen- se debilitan con extraordinaria rapidez. Es más, parece que el mayor deshielo de los últimos 12.000 años se producirá durante este siglo. Esperemos que el alumnado de las escuelas que nos siguen desde Latinoamérica y España, que recorrerán mes a mes este siglo, no lo vea hecho realidad. Si el hielo de la Antártida incrementa las aguas de los mares…

Para acabar queremos dejar una nota de color que anime a que las escuelas se hagan protectoras de la Antártida, por las maravillas que guarda y se pueden perder. elDiario.es publicaba el 1 de octubre pasado “¿Hay glaciares que sangran?”, pues una catarata suelta aguas rojas. ¿Será verdad o no? Lean el artículo.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/10/16/la-escuela-antartica/

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