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Pagos retrasados de maestros de Prepa en Línea se resolverán en septiembre: SEP

Por:  Erick Juárez Pineda

«Hubo problemas con los pagos de maestros de Prepa en Línea por políticas de austeridad, pero SHCP resolvió y en la primera semana de septiembre todos los maestros tendrán sus pagos adeudados», señalaron  el titular de la SEP Esteban Moctezuma Barragán y el Subsecretario de Educación Media Superior, Juan Pablo Arroyo.

Durante la Conferencia Vespertina realizada este martes, los funcionarios detallaron que aún quedan muchas dudas de docentes que se encuentran en esta situación, sin embargo los inconvenientes se irían resolviendo.

Sobre educación media superior, explicaron que las inscripciones y reincripciones en este nivel serán del  del 25 al 28 de agosto

También puntualizaron que los alumnos de educación media que aún deban más de tres materias podrán inscribirse en el siguiente ciclo escolar, y se procurarán acciones para que puedan pasar de año. Aquellos que sigan reprobando no se pondrán notas negativas en su expediente

«Se van a dar opciones de regularización de asignaturas con calidad académica y también se valorarán aspectos integrales de los alumnos: repetición para quienes lo soliciten y regularización extraordinaria para los que opten por ella»

Finalmente dijeron que las cuotas escolares son completamente ilegales y el Estado Mexicano no puede permitir que se realicen. «La SEP hace un llamado a que denuncien al Órgano Interno de control de la SEP o a la Secretaría de la Función Pública», concluyeron

Fuente e Imagen: http://www.educacionfutura.org/pagos-retrasados-de-maestros-de-prepa-en-linea-se-resolveran-en-septiembre-sep/

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Ecología de los Saberes para la Democracia Cognitiva, Participativa y Protagónica

La Interacción Socioeducativa como práctica para Civilizar la Ciencia y Cientifizar la Ciudadanía.

Oswaldo Espinoza

La Democracia del Siglo XXI, exige una educación del siglo XXI con escuelas y universidades del nuevo milenio, por esta razón en el marco del proceso Bolivariano en Venezuela se ha impulsado la transformación de las relaciones entre las instituciones educativas y la sociedad de la que forman parte, es así como surgen las políticas vinculadas con la triada Escuela – familia – comunidad en el proyecto educativo nacional de educación básica y media y el Proyecto Socio-comunitario, socio-integrador o socieducativo en las universidades nacionales nacidas en el marco del proceso político Revolucionario.

Para la Universidad Bolivariana de Venezuela esta práctica se designa originalmente como Interacción Socioeducativa, el cual en opinión del autor resulta el término adecuado en comparación con el que se asume ahora dentro de la institución: Integración Socioeducativa; la razón es muy sencilla y es que si bien la interacción con las comunidades debería procurarse armoniosa y buscar la integración, la comunidad no es el único actor de la sociedad con las que la institución educativa deberá interactuar en su transformación de torres de marfil e islas académicas en sujetos plenos del proceso de desarrollo y construcción del proyecto de país consagrado en la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela; de hecho con algunos de estos actores la interacción puede ser de necesaria confrontación y denuncia, como por ejemplo con grandes corporaciones que atenten contra la salud de la humanidad o la naturaleza producto de sus prácticas industriales.

Más allá del asunto de la designación de esta práctica socioeducativa, la misma se ha convertido en una forma ciertamente revolucionaria de estrechar los vínculos entre las instituciones educativas, sus estudiantes y docentes con la realidad de sus comunidades de origen para la solución participativa de las problemáticas locales, el aprovechamiento sustentable de sus potencialidades y la producción de conocimiento pertinente y creíble, en tanto contextualizado en la realidad y legitimado por la participación ciudadana. No obstante, las aseveraciones expresadas en estas últimas líneas sufren los embates de dos formas de producción de no existencia de la razón metonímica, de acuerdo a la definición de las Sociologías de las Ausencias realizada por el Boaventura de Souza en el Milenio Huérfano, estas formas son la monocultura del saber y de las clasificaciones sociales, de las cuales la sociedad venezolana, y especialmente los actores académicos no pueden o no quieren desprenderse, reproduciendo dichas lógicas consciente o inconscientemente.

De esta forma, por una parte las escuelas y universidades siguen asumiendose como centros de saber y guardianes del conocimiento único y verdadero produciendo en consecuencia la no existencia de las comunidades como ignorantes e inferiores; esto se evidencia cuando o bien se asume a la comunidad como simple objeto de estudio y fuente de información (riesgo academicista) y por lo tanto necesitada de la iluminación científica, o bien como víctimas incapaces (riesgo asistencialista) necesitada de las soluciones que solo el estado y las instituciones educativas pueden brindar. Ante estos riesgos la comunidad termina no teniendo una participación real, por cuanto no es reconocida como un actor cognoscente, completamente capaz de poseer y producir conocimiento  válido y legítimo a partir de su vivencia, de su experiencia y contacto permanente con su propia realidad; la consecuencia es que se imposibilita un diálogo real de saberes perdiéndose la oportunidad de enriquecimiento mutuo.

Si bien los riesgos citados han provocado sus efectos negativos en la interacción socioeducativa la experiencia en líneas generales ha permitido abrir los canales de diálogo y comunicación, sobre todo para la atención de la realidad comunitaria relacionada con sus problemas locales, sin embargo  se hace necesario profundizar la interacción para la producción de conocimientos en el espíritu de lo expresado por Vaz Moniz (2005) de civilizar la ciencia y cientifizar la ciudadanía; para ello resulta imprescindible en primer lugar el reconocimiento de las comunidades como entidades cognoscentes, al tiempo que las instituciones educativas reconozcan sus propias ignorancias e incluso pongan en duda algunas de sus certezas heredadas del positivismo dominante; también es fundamental para las instituciones educativas dejar de asumirse como actores separados e independientes de la realidad y menos aún como centros de la sociedad, siendo esto último un  error del propio estado nacional que afirma que la escuela es el centro del quehacer comunitario.

Otro aspecto al que se le ha prestado relativamente poca atención tiene que ver con la sustentación y construcción teórica del enfoque de la Interacción Socieducativa, razón por la cual quien escribe ha dedicado hasta ahora dos trabajos de investigación sobre el tema: La Interacción Socioeducativa, una relectura de las relaciones Universidad – Comunidad (2008), y Aportes Teóricos para los procesos de Interacción Socioeducativa Universidad – Comunidad (2013); en este sentido los aportes del trabajo: Ciudadanía, Conocimiento, Ciencia y Educación CTS, Rumbo a Nuevas Dimensiones Epistemológicas (Moniz, 2005), resultará de utilidad para el nuevo proyecto de trabajo de investigación: La Interacción Socioeducativa como Ecología de los Saberes para la Universidad del Siglo XXI.

Volviendo sobre la Interacción Socioeducativa como práctica histórica del proceso bolivariano, es pertinente preguntarnos ¿qué se hace y que es necesario implementar a partir de las lecturas del trabajo de Moniz?; en primer lugar esta experiencia ya vincula a todos los estudiantes de las universidades experimentales y las nacidas en revolución con sus realidades locales a través de Proyecto Socioeducativo a lo largo de todo su proceso formativo, un trabajo que se realiza en, para y sobre todo con la comunidad (aunque este aspecto se ve afectado por los riesgos citados en párrafos anteriores); en este misma dirección los trabajos de investigación de grado surgen de la experiencia de proyecto, evitando de esta forma la fobia TMT (Todo menos tesis) y la perversa práctica de las tesis por encargo; de esta forma se contribuye a la solución de problemas reales comunitarios al tiempo que se promueve la investigación directamente en el entorno social.

Lo expuesto en el párrafo anterior sin lugar a dudas que constituye un logro en el camino correcto, no obstante atendiendo los desafíos de civilizar la ciencia y cientifizar la ciudadanía es necesario profundizar la participación ciudadana y comunitaria, en la toma de decisiones sobre el proceso investigativo y evitar caer en imposiciones incoherentes con el proyecto nacional, como por ejemplo cuando se trató de establecer como orden vertical que todos los proyectos, del Programa de Formación de Grado en Comunicación Social de la UBV, fueran sobre medios de comunicación alternativos sin tomar en cuenta las diversas realidades con las se pudieran encontrar los investigadores en nuestro amplio territorio y nuestra multicultural sociedad. Participar en las decisiones de política académica y de investigación va desde la definición participativa del diseño de líneas de investigación hasta la decisión de cambiar el título o un objetivo en el informe del trabajo final de grado; es decir,  se trata de asumir a la comunidad como Co-investigadora con todas sus implicaciones.

Por otro lado resulta imprescindible reforzar el papel de la comunidad como contralora de la acción política del estado y sus instituciones incluyendo a las universidades con sus “expertos y especialistas”, no solo como una función de vigilancia sino también como acompañamiento calificado, tanto desde el conocer del entorno y su realidad, como desde sus conocimientos y saberes científicos o ancestrales de los que los académicos podemos (y debemos) aprender mucho.

Finalmente es cierto que la participación ciudadana y comunitaria en los proyectos técnicos e investigaciones científicas puede tener sus límites producto de toda una tradición pública centrada históricamente en el asistencialismo y paternalismo de estado que desestimula la participación en los procesos, e incluso en una cultura consumista e individualista heredada del capitalismo y la transculturación que no permiten a la ciudadanía identificar problemas reales y graves, ocultos tras necesidades creadas convertidas en prioridad producto de la colonialidad; en todo caso es allí donde debe intervenir el proceso de cientifizar la ciudadanía, reconociendo y certificando sus conocimientos y saberes, acompañándolos en los procesos de sistematización y tecnificación sustentables de sus experiencias y conocimientos, a la par de brindar las oportunidades para adquirir o crear juntos nuevos conocimientos en el marco de una Ecología de los Saberes.

Referencias:

Castillo-Cubillos, Mónica. El papel de la participación ciudadana en las políticas públicas, bajo el actual escenario de la gobernanza: reflexiones teóricas. CS [online]. 2017, n.23, pp.157-180. ISSN 2011-0324. Disponível em: http://dx.doi.org/10.18046/recs.i23.2281

Vaz Moniz dos Santos, Maria Eduarda. Cidadania, conhecimento, ciência e educação CTS: Rumo a «novas» dimensões epistemológicas. Revista Iberoamericana de Ciencia, tecnología y sociedad, Ciudad Autónoma de Buenos Aires , v. 2, n. 6, p. 137-157, dic. 2005.

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Preguntas antipedagógicas a la televisión

Por: Daniel Sixtos

Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión

Paulo Freire

Al menos diez años para que una vacuna efectiva permita vencer (¿podría?) al SARS-COV2 sería posible. Tal vez dentro de 10 años este artículo pierda total vigencia al dirigirse a una industria reprogramada, de inteligencias artificiales en nacimiento y algoritmos instrumentales que poco o nada comprenderán de la memoria histórica. A diez años de una transfiguración social, modificación de esquemas cognitivos y con ello, patrones de conducta sumamente asequibles a las ideas del emprendedurismo, la idea de la producción de riqueza y la desaparición del área de humanidades como distractor del proyecto de progreso y avance tecnológico hacia más allá de la modernidad (posmodernidad, hiperrealidad, escoja la que mejor le ajuste). Voltear a ver el panorama de las decisiones de Shinzo Abe, ministro de Japón y la apuesta a olvidar los horribles sucesos de Hiroshima y Nagasaki, olvidar la paciencia del cucú para golpearlo hasta que cambie de opinión.

Reconfiguración del panorama geopolítico internacional: presidentes impunes en la imagenología y con órdenes de aprehensión o procesos en turno para aprehenderlos; la comunidad afroamericana (en todo el conjunto de Nuestra América) reescribiendo y tomando su historia en las manos y escribiéndola de frente al sol; mujeres de muchos colores y memorias insípidas, áridas, violentadas y repudiadas alzándose como una gran marea, una muy verde, que recuerda su capacidad de romper entre olas, las piedras más imperiosas que tratan de colocarse en su camino y dictarle lo que se debe de hacer y no con sus cuerpos y, aún peor, con sus vidas; las grandes segregaciones en Nuestra América donde el color de la piel rige los mandatos de una nación, donde ocupa cargos de privilegios, donde se escribe la historia estética y ética de acuerdo a las costumbres de lo “civilizado” y aquello que represente suciedad, pobreza, debe ser relegado a la flojera, lo inaceptable, lo ridículamente vivo; países y empresas que se permiten así mismas administrar el país para el beneficio de muy pocos particulares y mantener viva su estirpe hasta el final de los tiempos sin importar que en medio de esos procesos violentos, en su mayoría, sean lxs de siempre, los que pongan el cuerpo y las lágrimas; desaparecidxs que nadie en las estructuras sociales les importan, cuyas indagatorias corren a favor de sus familias con la suerte de encontrar la muerte a su paso por la incompetencia o simplemente, por la indiferencia del Estado ante la división de clases; la historia de cientos, miles de hombres que creen en la idea irracional de transgredir la integridad de la mujer por un instinto involucionado de superioridad y cuyas muertes, sin importar donde sea: centros comerciales, baldíos, residencias y/o departamentos lujosos, casas, donde sea porque “no supieron lo que hacían en ese momento”, como si la inconsciencia cognitiva fuera la justificación para callar una vida; una historia de más de 500 años de explotación, hegemonía sobre aquéllos cuya forma despectiva de “indios” recuerda el pasado del cual uno desea olvidar y vivir bajo la idea modernizante del constructo eurocentrista, aplastando el pasado de cosmovisiones que un día vieron el amanecer de los de siempre y caminaron en la tierra, contando y construyendo su propia historia. Países donde no importan las palabras y la silueta que los transmuta de oídos en odios para endulzar la vida y generar alegría, sino la producción desmedida, la acumulación de riquezas, el consumo personalizado y específico, transitorio de un sistema de objetos modernizantes y de un standing respetable; mitomanía egocentrista para vender la idea de que la vida de unos vale más que la de otros y por eso merece el exterminio, que recorre prácticamente todos los continentes, derramando mares de sangre, sufrimiento, indiferencia; veladas de información y análisis del por qué uno debe de emprender para avanzar, lxs que puedan, lxs que quieran, lxs que tengan lo que se necesita, porque, debemos empezar por aceptar lo que se guarda en el silencio del olvido: el éxito no es para todxs.

Y si Estaban Moctezuma, Jenaro Villamil, o el propio presidente del México, Andrés Manuel López Obrador, han encontrado una respuesta ante la inoperancia que representa colocar la educación en manos de los particulares mercantes de los medios de comunicación, otrora los “traidores de la patria, la mafia en el poder”, las siguientes preguntas a esos personajes serán justas y necesarias para conciliar un diálogo con maestrxs, madres y padres de familia que no han sido llamado al concilio (tal vez porque sencillamente, no les interesa su presencia) de la nueva propuesta de un híbrido sin pies ni cabeza, pero que refleja a los tigres de papel, probablemente puedan responder cómo le mostrarían la historia, la historia de los pueblos a las generaciones en su intento de privatización completa de la educación (tal vez a través de una nueva muy reformada educación muy a lo 4.0) como lo vienen intentado desde hace años para reproducir al servicio de las empresas una educación sin un criterio científico, análisis críticos, sentipensantes de la realidad, aventureros de la vida y experimentadores de la realidad, de las emociones del apoyo social, de la compartición del principio de la reproducción de aprendizaje social, de la solidaridad. Una educación exclusiva de su contenido y visualizando que la forma es fondo, una educación de modelo mecanizado empresarial.

¿Cómo la TV podría mostrarles a lxs estudiantes que han sido los medios de comunicación el gran artista hegemónico dictador de las realidades donde se vale reír y ver lo positivo de la vida, sin un análisis crítico de los sistemas de telecomunicaciones?

¿Cómo explicarles que su educación sexual y muchas más corren el riesgo de verse atadas por la razón instrumental y la despersonalización de cada individuo hacia repetidores banales del discurso y sin capacidad de análisis, justificados por un pin parental de cogniciones reaccionarias y temores injustificados?

¿En qué curricular o programa de televisión o radio les mostrarán las violaciones hacia los derechos humanos cometidas por el Estado, avalada y protegida por la televisión y despojados de todo derechos y garantía individual en los tiempos presentes?

¿Cómo les decimos que prefirieron sacrificar a quien pudiera salvarse, en su nueva versión de darwinismo social con el objetivo de construir una nueva normalidad donde las clases atrasadas queden en el pasado y las castas privilegiadas sigan dominando la agenda nacional?

¿Cómo les decimos a esxs estudiantes que ellos son lxs olvidados en esta readaptación de Buñuel?

¿Cómo explicarles que los feminicidios se han desarrollado por las condiciones de corrupción, impunidad y las desigualdades sociales si la televisión se ha encargado de naturalizarlas y perseguirlas como un objeto de explotación comercial a través de la hipersexualización?

¿Cómo explicar que su futuro se encuentra delimitado sobre las competencias, un riguroso proceso de selección donde los menos competentes tendrán que ser sacrificados para poder avanzar en una sociedad progresista, tecnológica, innovadora malinterpretada por el beneficio de unos pocos y su necesidad inconscientemente automática de acumulación de poder, en relaciones de poder?

¿Cómo decir que la memoria es importante si apuestan por la repetición de contenidos a sangre y fuego, al pie de la letra de una suerte antipedagógica constante?

¿Cómo hablar de una educación donde el privilegio de su apertura solo será a una población de condiciones privilegiadas de internet y luz, en tanto que un grueso de la población tendrá que abandonar la educación por una economía precaria, por la falta de internet, electricidad, es decir, por el olvido sistemático del Estado?

¿Cómo hablar de una enseñanza, si en sus presupuestos está la apuesta de herramientas pedagógicas de la opresión y de la rigidez instrumental?

¿Cómo explicarles que, en los intentos de la desvalorización de la necesidad de lxs maestrxs, pese a lo que diga Moctezuma, intentan modificarlos por ideas de facilitadores muy a lo new age entrepreneur y decirle adiós a esa docencia presencial?

¿Quién y en qué momento se anunciará a todxs ellos que el futuro se vendió a particulares para salir de una situación complicada para colocarse en la situación indicada para la oligarquía del país?

¿Instruirán en sus clases que el mal llamado Tren Maya acabará con ecosistemas de forma gradual, impulsará el desplazamiento de decenas de comunidades para respetar acuerdos con particulares privados que no les importa la vida sino la ganancia de dólares y de pesos?

¿Cómo le enseñamos a los educandos la importancia de escuchar si se unifican criterios en base a empresarios, mas no a especialistas en educación, maestros, padres de familia?

¿Se enseñará que fueron las televisoras las que ocultaron las masacres de Tlatelolco, violación tumultuaria de mujeres en Atenco o la caída sorprendente de las elecciones de 1988?

¿Se les dirá que hay un trueque sobre pensamiento crítico por medidas de obediencia social?

¿Acaso se comentará en los programas de tv y de radio la gran muerte de la tv pública por la tv privada y los acuerdos de tiempo escritos en la memoria y arreglados en la eterna realidad del juego político?

¿En qué momento se perderá la motivación, la interacción social, las alegrías, las bromas, las risas, las tristezas en medio de los inicios de la digitalización de la educación en todo su contexto?

¿Sabrán las mamás y papás que sus hijos son ahora clientes digitales y con ello un intento de deshumanización en marcha?

¿Sabrán la problematización de la conversión de la educación presencial en una digital donde se desvanece el proyecto de educación por el proyecto de competencia, de servicio hacia los de arriba?

¿Sabrán que ahora sus mentes les pertenecen, su vida será observada y su futuro inexistente?

¿Sabrán que se cambia el Conde de Montecristo por la Rosa de Guadalupe 2.0?

¿Algún día conocerán que la historia de sus pueblos fue olvidada por la sociedad del entretenimiento? ¿Vendrá en alguna cápsula de Televisa, Tv Azteca, Milenio o Imagen? ¿Sabrán quiénes y qué representan estas empresas de monopolio de más de un giro comercial? ¿Les inculcarán el conocimiento de la genealogía política y porque ganan siempre los de apellido raro, cara blanca, y elitistas socialmente responsables?

¿Se enseñará las luchas constantes y fundamentales de las universidades que pelearon para conseguir una educación gratuita, pública y en beneficio de la sociedad, no de las empresas?

¿Se rendirá pleitesía a Gates, Jobs, Musk como los paladines de la nueva libertad, democracia y héroes de la tecnología y su entramado espionaje de información?

¿Intentarán una vez más ahogar el recuerdo de Cabañas, Vázquez, Freire, Gramsci, Galeano?

¿Les dirán que los sueños se luchan frente a una hiedra capitalista que no le interesan los sueños, sino muerte y destrucción?

¿Enseñarán en la tv que la solidaridad, la organización comunitaria, la autogestión seguirán siendo nuestras herramientas para contrarrestar la manipulación digital?

¿Algún día podrán hacer que olvidemos nuestro rostro?

¿Sabrán que lo importante, fundamentalmente importante es un sentido nóstrico para saber cómo avanzamos en lo colectivo? ¿O simplemente seguirán siendo pragmáticamente disfuncionales?

¿Sabrán que para Esteban Moctezuma la idea de una pedagogía de liberación, de pueblos indígenas es inaceptables como lo demostró en su acción en el 1995?

¿Se mostrará en las currículas empresariales lo sucedió en Acteal, ¿Aguas Blancas, Tlatelolco, Ayotzinapa, Atenco como medidas de control social de la superestructura del Estado?

¿Se enseñará que la dignidad no tiene precio y que por ella vale la pena luchar para quitar las cadenas invisibles de opresión?

Tantas preguntas antipedagógicas a la televisión que solo cambia de canal para mostrar las respuestas que, creen, nos gustaría escuchar…

Fuente: https://rebelion.org/preguntas-antipedagogicas-a-la-television/
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Crítica a las Neurociencias

Síntesis
Hoy día vivimos una invasión de neurociencias. Todo el campo de lo psicológico hace un tiempo que está dominado por esta tendencia “neuro”, con lo que ha ido quedando de lado la dimensión social, histórica, “humanística” en sentido amplio. Lo “neuro-científico” se presenta como expresión acabada de “la” ciencia, como saber riguroso y sistemático, con lo que se pretende dejar a un lado ese campo de lo histórico-social, lo que se tiene por “no científico”, dudoso, por tanto, inexacto, casi rayano en la habladuría. De ahí a la chabacanería, un paso. Las neurociencias, en tal sentido, intentan ser la expresión más acabada de la seriedad.

En esa apreciación se transmite un modelo de ciencia que, en términos epistemológicos, ya está totalmente rebatido y superado: el “saber” no es solo el que ofrece la medición, el laboratorio con el control de todas las variables, la fría asepsia. Las modernas teorías físicas o matemáticas, incluso, arquetipo primero del saber científico, hoy día apuntan también a la indeterminación, al caos, a la incertidumbre (véase la física cuántica, o la teoría de los fractales, por ejemplo, donde siempre hay algo misterioso en juego). El criterio (o prejuicio) positivista de la hiper-medición como criterio determinante no aplica para los complejos vericuetos de lo humano. Si el macrocosmos social es tan “raro”, incierto, cambiante, mucho más lo es el microcosmos de lo psicológico, de la subjetividad.

Reducir las complejas, intrincadas, en numerosos casos incomprensibles reacciones
humanas -eso es lo que estudia la Psicología- a procesos neuronales, a instancias físicoquímicas, a asociaciones sinápticas en la corteza cerebral, es cuestionable. Los fenómenos humanos, individuales o sociales, no se agotan en explicaciones biológicas. Pero hoy, con una fuerza creciente, se asiste a un posicionamiento de las llamadas “neurociencias” que se erigen como la llave explicativa de la conducta humana. Tal explosión tiene causas bien determinadas: habría una “normalidad” en juego, y por tanto una desadaptación. Para esto último, para “corregir” esas disfuncionalidades, está esperando una larga batería de psicofármacos listos para su consumo.

Dicho de otro modo: las neurociencias responden al posicionamiento de la industria
farmacológica global que, amparándose en una pretendida cientificidad rigurosa (resabios de un pensamiento decimonónico ya descartado por Freud en los inicios de su producción intelectual) intenta hipermedicalizar el ámbito Psi, llenando de psicofármacos aquello que, en realidad, no se arregla con “pastillas” sino con significaciones humanas. Es decir: ¡buen negocio para los fabricantes de pastillas!

Estas neurociencias pretenden explicar todo lo humano, la tristeza y la felicidad, las
relaciones sociales, el poder, la violencia…. Y para eso están los medicamentos como
“solución”. Con esta exposición se pretende abrir una discusión al respecto, porque
entendemos que nuestro gremio, ganado cada vez por este espejismo de la “ciencia exacta”, debe reflexionar críticamente al respecto.
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ENSAYO
“Si usted quiere, puede”, “Todo depende de usted”, “Ser exitoso es una cuestión de
actitud”, “No se estrese, maneje adecuadamente su ansiedad”, “¡Sea positivo!”, “¡Eleve su autoestima!”. A lo que se podría agregar, necesariamente en lengua inglesa: “Don’t worry! Be happy!”, tan representativo de los tiempos que corren, cuando se habla insistentemente de “resolución pacífica de conflictos” y rechazo a todo tipo de manifestación violenta.
Expresiones como todas estas se han hecho cosa habitual en nuestra vida cotidiana; una psicologización, bastante cuestionable en términos epistemológicos o, mejor dicho: una vulgarización de saberes que atañen a la subjetividad, recorre nuestro sentido común, llenando de “tips” (hay que decirlo en inglés) el vocabulario diario. Según nos dice (nos obliga) esta andanada de directrices, hay que ser resilientes, políticamente correctos y buscar superarse continuamente, tener emociones positivas y sonreírle a la vida con optimismo.

¿Qué significa esta proliferación de “sanos consejos”, o “recetas para ser feliz y triunfar en la vida” que ahora nos inunda? ¿Cómo entender este auge de “técnicas” que parecen servir para todo (para individuos y para empresas, o sea: para estas grandes familias con “colaboradores” y no “trabajadores”), tips que resuelven problemas y marcan el camino hacia una pretendida aurora beatífica llena de éxito? Más allá de toda esta parafernalia psicologista que se ofrece como llave para un mundo libre de conflictos y problemas, conviene preguntarse si esto es posible (el único paraíso es el paraíso perdido, se ha dicho por ahí), si realmente podremos entrar al edén que todos estos dispositivos parecen ponernos a nuestra disposición, o si hay aquí un puro espejismo insostenible (engañoso).

O más aún, debemos intentar averiguar si este auge de “buenas prácticas” que nos promete una homeostasis sostenida se agota en buenos deseos, o si hay allí agenda oculta, si existen otros intereses tras todo esto, no explícitamente formulados. Rápidamente debemos preguntarnos, al hacernos estos planteamientos, si no pecamos de “paranoicos”, para usar una terminología del ámbito de la salud mental ya que estamos hablando de esto; es decir, si no vemos fantasmas donde no los hay. “Conspiranoicos”, como se ha dado en llamar últimamente. El análisis sopesado mostrará que no: hay engaño en juego.

¿Qué significa esta avalancha de “Psicología positiva”?, para usar un término tan a la moda actualmente. Si hay una tal psicología “positiva”, evidentemente debe haber una “negativa”, de ahí la necesidad de marcar la diferencia. Según la definiera Martin
Seligman1 en 1999, la misma consiste en “el estudio científico de las experiencias
positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras
previene o reduce la incidencia de la psicopatología”. Existe un enorme campo en esta
siempre mal definida y problemática ciencia llamada Psicología donde, en estos últimos tiempos, pudiera decirse que hay una avanzada para borrar lo que tiene connotaciones negativas, apestosas. Recordemos la frase de Freud -pareciera que en realidad nunca efectivamente pronunciada- al acercarse a la costa neoyorkina para dictar sus famosas Cinco Conferencias en la Clark University en 1909, cuando le habría dicho a su acompañante Carl G. Jung: “no saben que les traemos la peste”.

Todo este esfuerzo de entronizar la felicidad, lo “positivo”, podríamos decir “la buena
onda”, en detrimento de esa “peste” que abriría el Psicoanálisis, huele raro, despierta dudas. No está de más mencionar -porque, sin dudas, hay una articulación en ello- que esa cosmovisión triunfalista y glamorosa reniega radicalmente de la idea de conflicto. No por casualidad en estas pasadas décadas de políticas neoliberales a ultranza se enaltecieron los Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos; o sea, se dejó visceralmente de lado a Marx para pasar a Marc’s (Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos). Del mismo modo se deja ¡visceralmente! de lado la “peste” introducida por la revolución freudiana (el inconsciente) para endiosar esa “ciencia” de la subjetividad (ahora rebautizada con el “muy científico” prefijo neuro), especialmente preocupada por la superación de lo “negativo” (¿léase “conflicto”?). O sea: glorificación del Yo, de la conciencia, de la razón, de la “adaptación” a la “normalidad”, con la base “rigurosa” que otorgan las neuro-ciencias.

Algo llama la atención en todo esto: ¿por qué ese énfasis tan marcado en tapar, negar,
superar lo conflictivo? ¿Por qué esa casi obsesiva necesidad de construir esa Felicidad con mayúscula, esa machona insistencia en el optimismo, en el “Don’t worry, be happy!”? ¿Acaso la dimensión humana se marca solo por esa faceta? Las dos máscaras del teatro, comedia y tragedia, parece que lo expresan mucho mejor. O lo dicho por Antonio Gramsci, que con mucho tino llamaba a “actuar con el pesimismo de la razón y el optimismo de la pasión”.

La tendencia que parece marcar todo lo Psi contemporáneo es esa búsqueda casi desaforada de hacer a un lado lo “molesto”. Ahora bien: ¿molesto para quién? Resuena ahí, tras esa declarada y nunca oculta intención, una idea adaptacionista, normativizante. Habría una “normalidad” determinada, y junto a ella “desviaciones” (enfermedades, incomodidades, rarezas). Siguiendo esa cosmovisión, hay un patrón homeostático, un equilibrio, una media normal. ¿Y el conflicto? Es un molesto cuerpo extraño, hay que eliminarlo. La antigua idea de “instinto” (adaptación en el reino animal) no ha desaparecido. Aunque lo humano supera con creces el instinto.
1 Autor famoso en este campo, creador del método PERMA para alcanzar la felicidad por medio de cinco pasos: Positive Emotions (Emociones Positivas), Engagement (Involucramiento), Relationship (Relaciones), Meaning (Significado) y  Accomplishment (Logro).

Estamos ante un planteo del más rancio corte biológico positivista. En ese sentido las hoy tan “a la moda” neurociencias brindan el soporte directo para ese paradigma de todo el campo Psi. La “peste” del Psicoanálisis fue muy bien combatida en Estados Unidos, y gracias a la inoculación de ese poderoso antídoto de la “normalidad”, los países que son su caja de resonancia natural en lo concerniente a la Academia, como es el caso de Guatemala, repiten similares patrones de Psicología adaptacionista. Las neurociencias -“objetivas” por excelencia-, encumbradas en lo más alto del pináculo de las “ciencias de la mente”, pasaron a ser entre nosotros un elemento fundamental. Para ser “científicos” con todas las de la ley, hay que adentrarse en ellas dejando de lado esas “oscuras cavilaciones” subjetivas, supuestamente indemostrables. ¡El inconsciente no se puede medir en laboratorio!

Los prejuicios epistemológicos decimonónicos no parecen haberse retirado. En absoluto. De acuerdo a esos anacrónicos planteos, solo es un saber riguroso aquél que pasa por el laboratorio. En otros términos, se sigue equiparando lo humano a ratas experimentales, a los perros de Pavlov. Ciencia, en tal sentido, es solo lo que se puede medir fehacientemente. Lo demás no deja de ser charlatanería. Los manuales experimentales de John Watson de principio del siglo XX no han variado en lo sustancial en cuanto a compresión de qué somos (y qué hacer al respecto).
Evidentemente Freud sabía lo que decía cuando llegaba al puerto de Nueva York: en el país modelo del capitalismo, donde todo es mercancía para la compra-venta, donde el american way of life implica necesariamente el final feliz, donde el ícono por antonomasia es el “triunfador” de alguna fantasía hollywoodense, hablar de discordia es sacrílego. Y justamente esa visión de lo humano dada por la Psicología de la felicidad -para el caso, amparada en las neurociencias-, no puede tolerar el disenso, la desarmonía, el conflicto.

El paradigma en cuestión puede parecer trivial (o lo es), pero mueve toda la estructura que esa forma de hacer Psicología puede llamar alegremente “ingeniería humana”. Como paradigmático ejemplo, un reputado estudio en la materia2
lo permite ver con claridad: “La activación prolongada de una región del cerebro llamada estriado ventral está directamente relacionada con mantener emociones y recompensas positivas. La buena noticia es que podemos controlar la activación del estriado ventral, lo que significa que disfrutar las emociones más positivas está en nuestra mano.” De lo que concluye inmediatamente que “las emociones positivas promueven una mejor conexión social.” Por tanto, con “acciones positivas” todo va mejor (suena a campaña publicitaria de alguna marca afamada, ¿verdad?).

La cuestión es definir qué son esas acciones positivas, ese optimismo con el que hay que enfrentar las cosas. ¿Olvidarse que hay conflicto? “El psicoanálisis no promete ni puede  prometer armonía alguna entre y para los hombres. Solo le cabe alertar acerca de la inevitabilidad de una discordia eterna, de un malestar insalvable que, por una parte, es inherente a la cultura y lo atormenta, pero que, por otra, es motor fundamental de ella, de su posibilidad de vivir y sobrevivir, riesgosamente, siempre más o menos próxima al límite de su autodestrucción. De ahí que el calificativo más común para el psicoanálisis sea el de obra pesimista. Pero la reacción es comprensible: la cultura no puede sobrevivir sin ilusiones, los hombres necesitan creer imperiosamente en un futuro venturoso, que los libere de las privaciones del presente”, dice bellamente Daniel Gerber.

El conflicto, la desavenencia, el desencuentro, el choque de contrarios, la contradicción (todos elementos negativos que horrorizan a nuestra Psicología positiva) son la esencia misma de la dinámica humana. A su turno, y de diversas maneras, profundos pensadores de la tradición occidental lo han expresado, desde el griego Heráclito de Éfeso en el siglo Vantes de nuestra era (“La guerra es padre de todas las cosas”) hasta Hegel en el siglo XIX (“La dialéctica no es un método sino la forma de ser de la realidad”, “La historia es un altar sacrificial”), desde Marx (“La violencia es la partera de la historia”) hasta Freud (de ahí su formulación, ya con la teoría bien solidificada, de una pulsión de muerte). Es decir: el manso paraíso libre de diferencias no existe, es un mito, una ilusión.

Si se quiere decir de otra forma: la “normalidad” entre los humanos (considerados en su dinámica individual o colectiva) implica el desorden, algo que se escapa de control, el elemento de la discordia. Hay siempre, forzosamente, un nivel de incertidumbre, de
malestar. Lo racional, el sujeto bienpensante hacedor de su voluntad, el Yo como centro supremo de la vida psíquica, caen. “Nadie es dueño en su propia casa”, dirá Freud. Lo interesante, lo que la Psicología de raigambre biologista no puede procesar -y su filosofía concomitante tampoco-, es que ese supuesto “caos” tiene un orden, una lógica. Lo aparentemente “irracional” no es tal. No es un cuerpo extraño invasivo; tiene un porqué, admite una lectura sistemática. El inconsciente se mueve por procesos claramente identificables: condensación y desplazamiento, dirá Freud en los albores del Psicoanálisis.

“Estructurado como un lenguaje siguiendo los modelos de la metáfora y la metonimia”, agregará posteriormente Lacan amparado en la ciencia lingüística. La dinámica social, del mismo modo, tiene una lógica intrínseca, descubierta y formulada a su manera por Hegel, o por Adam Smith, resituada revolucionariamente luego por Marx: “El trabajo es la esencia probatoria del ser humano, y la lucha de clases es el motor de la historia”.

Esa es la pieza fundamental de estas dos grandes visiones de lo humano dadas por estos dos grandes pensadores, continuamente vilipendiados y tenidos por muertos: Marx y Freud. El presente texto no pretende ser un panegírico de ellos, sino mostrar que son… cadáveres muy raros, eternamente insepultos, pues su obra sigue produciendo mucho escozor. ¿Por qué? Porque ponen el conflicto en el centro de lo humano. Y si hablamos de temas humanos: de la angustia, del deseo, de la explotación, de las miserias varias, del malestar, no hay experimento de laboratorio con control de todas las variables que pueda dar cuenta de ellos. El estudio del cerebro no explica la complejidad de lo humano, que es siempre social, pues no existe el “individuo” aislado. Eso es un artificio didáctico para estudiar el cadáver en la mesa de disección. Y ese es el modelo que siguen las neurociencias. Pero lo humano es más que un cadáver: es un ser social, sexuado, deseante.

Las neurociencias, con su pretendido sello de cientificidad indubitable -las llamadas
“ciencias duras” trasmiten esa ilusión-, más allá del supuesto rigor que exhalan, quedan cortas, tremendamente cortas para entender las complejidades humanas. Los experimentos de laboratorio son manipulaciones tecnológicas: los conceptos fundamentales de las ciencias no salen de observaciones con todas las variables controladas. La ilusión en juego es que una medición rigurosa (la fría asepsia del laboratorio es su ícono fundacional) otorga conocimientos rigurosos. Debe recordarse, sin embargo, que las elaboraciones científicas (la ley de la inercia, o de la gravitación universal, la física cuántica, la teoría del Big Bang, la relatividad o los fractales, así como el inconsciente o la plusvalía, solo para poner algunos connotados ejemplos) surgieron de la construcción conceptual, y no mirando atentamente por un microscopio.

Las neurociencias, en tanto pegadas a la tradición biomédica, no pueden superar la noción de equilibrio, de homeostasis. En definitiva: de adaptación. Esa categoría es válida en lo concerniente a la dimensión físico-química de la materia viva. La dimensión que ahora nos interesa, de la que pretende hablar la Psicología en tanto lectura de la subjetividad, no se explica por mecanismos biológicos. Freud, neurólogo como era, desechó rápidamente un abordaje neurofisiológico para acercarse al dolor psíquico. Su recomendación, dada desde tempranas épocas y mantenida a lo largo de toda su vida, fue siempre que para navegar en las profundidades de lo humano lo más pertinente era tener una formación humanista.

Lacan lo complementará invitando a estudiar Semiótica o Topología. ¿Cómo explicar desde la homeostasis el deseo, siempre errático e insatisfecho, o la guerra, o el racismo, o el patriarcado? El estudio del cerebro no explica la transgresión, que es algo que nos define como especie. ¿Y el chiste, o el poder? ¿Lo explican solo asociaciones neuronales? El prejuicio biologista es funcional, en definitiva, a una visión psiquiátrico-normativista de la conducta humana. Eso es lo que hacen las neurociencias. Su punto de llegada es un manual descriptivo de sintomatología observable, empíricamente constatable, que arroja una cantidad (siempre creciente) de “psicopatologías”. Curioso lo que sucede con esas “enfermedades”. Años atrás la homosexualidad era considerada un trastorno psíquico, una enfermedad, o un delito (en Gran Bretaña, por ejemplo, estuvo prohibida hasta 1967). Hoy día ya no lo es. ¿Y el rigor científico? ¿Qué conexión sináptica la explica?

Del mismo modo podríamos preguntar por las “epidemias” psicopatológicas de moda: años atrás ni siquiera existía en los manuales el hoy día tan difundido “trastorno bipolar”. En la actualidad es uno de los diagnósticos más frecuentes. Y otro tanto se puede decir de lo que se llama Trastorno de Hiperactividad -TDH- en la niñez. Anteriormente esto no existía.

¿Cómo es que ahora resulta una “patología” tan frecuente? Esos cambios en la diagnosis hacen pensar más en ¿modas? o, mejor aún, en estrategias mercadológicas impulsadas por las grandes corporaciones farmacéuticas que, continuamente, van descubriendo “nuevas” patologías. Sumamente curioso, porque eso no mejora sustancialmente la práctica clínica, pero sí sirve para la acumulación de capital en estas grandes empresas. Como dato nada insignificante: los ansiolíticos -producto sumamente consumido en todo el mundo- están entre los medicamentos de mayor venta. ¿Mejora eso la salud mental de las poblaciones?

Curioso también esta proliferación de “enfermedades”, que obviamente necesitan de un enorme arsenal psicofarmacológico para ser atendidas, aumentando ventas en forma exponencial, en tanto el Psicoanálisis usa solo tres categorías para abordar lo humano (neurosis, psicosis y psicopatías; alguna de esas “cosas” somos todos, no hay “normalidad” por fuera de esas estructuras).

En ese orden de ideas, las descripciones de síntomas observables que arrojan esos
estandarizados manuales (en Guatemala el más usual es el legado por la Academia
estadounidense, como no podía ser de otra forma, conocido por sus siglas en inglés: DSM – Manual Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales-, hoy en su versión número V), sirven como guía de acción (¿libros sagrados?) de la práctica clínica en el ámbito Psi.

Curioso que, a sideral distancia de lo recomendado por el fundador del Psicoanálisis y por su más connotado seguidor, Jacques Lacan, quienes llamaban a estudiar historia, filosofía, arte, semiótica, humanidades en sentido amplio, lo que prima en la formación del personal del campo Psi (psiquiatras y psicólogos, con algunos otros advenedizos que venden “curas milagrosas”) es el sumergirse en las neurociencias. ¿Por qué será que un manual como el DSM es libro de cabecera obligado de los psicólogos? Si, como dirá Freud, la Psicología es siempre social3, ¿por qué no priorizar eso en vez de la visión biológico-individualista que prima actualmente en la formación académica?

Sin dudas, hay mucho que discutir allí. Hoy vemos un aluvión de “prácticas” Psi, siempre amparadas en la idea de conciencia, razón, voluntad, fuerza del Yo. Así tenemos desde coaching hasta counseling, terapias energéticas, aromaterapias, libros de autoayuda y un sinfín de acciones que llaman a pensar qué hay detrás de todo eso. Como mínimo, y para cerrar el presente texto a modo de conclusión: 1) el terror a reconocer que el conflicto hace parte vital de nuestra humana existencia, revelador de los límites infranqueables: muerte y sexualidad, por lo que son infinitamente más tolerables toda esta suerte de “apapachoterapias” que acarician buenamente al ego, y 2) el aluvión de bio-medicalización que intenta copar el campo Psi es un gran negocio para los fabricantes de psicofármacos.

Al mundo de los psicólogos a quienes va dirigida la presente publicación se les invita a
reflexionar críticamente sobre todo lo dicho. El debate está abierto.

1 Autor famoso en este campo, creador del método PERMA para alcanzar la felicidad por medio de cinco pasos: Positive Emotions (Emociones
Positivas), Engagement (Involucramiento), Relationship (Relaciones), Meaning (Significado) y Accomplishment (Logro)

2The Neurodynamics of Affect in the Laboratory Predicts Persistence of Real-World Emotional Responses , de Aaron S. Heller, Andrew S. Fox, Erik
K. Wing, Kaitlyn M. McQuisition, Nathan J. Vack y Richard J. Davidson. En Journal of Neuroscience, 22 July 2015, 35 (29) 10503-10509; DOI:
https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.0569-15.2015

3 “En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado”, en Psicología de las masas y análisis del yo, 1921

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Los hijos de la violencia

9 de agosto día Internacional de los Crímenes Estadounidenses contra la Humanidad.

¿Hay un plan para encubrir los crímenes contra la Humanidad? Sí, se llama Capitalismo.

Quedarse quieto es hacerse cómplice. Ésta no es una denuncia cómoda para tranquilizar conciencias pequeño-burguesas. Es denuncia y es autocrítica. Mientras Trump y sus jaurías criminales reprimen, humillan y encarcelan a familias de “inmigrantes”; todos los Crímenes Estadounidenses se coagulan en las injusticias fronterizas, la inmensa mayoría de nosotros aporta su cuota de ignorancia, indolencia e inutilidad funcionales. Algunos claman a cielo y oran, otros se subliman mentando madres, algunos hacen donativos, limosnas y gestos compungidos. Otros más, alzan los hombros y siguen viendo sus noticiero favorito.

La única solidaridad concreta ocurre desde abajo, de la mano del pueblo que mira en el que sufre sus propios sufrimientos. Para no importunar al magnate de La Casa Blanca, cientos de funcionarios se cosen la boca con hilos de burocracia y silencian lo que les queda de consciencia para que el horror no les quite el sueño. Algunos abogados fabricaron trincheras de “jurisprudencia” a prueba de toda vergüenza, desde ahí pontifican deyecciones leguleyas expelidas por el “Estado de derecho” y los “tratados internacionales”.

Se exhiben muy pulcros para el tecnicismo y muy puntuales para la cobranza. Van y vienen de congreso en congreso, de conferencia en conferencia, de burocracia en burocracia… mientras los niños aprenden, tras las rejas, que viven en un mundo donde ser pobre se castiga, no importa de dónde vengas ni qué edad tengas. Castigo inclemente sin delito, sin juicio sin defensa. “La única forma de salvar la vida de las personas detenidas es su liberación”, dice el periodista Jacob Soboroff, que ingresó a estas cárceles del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) donde, ya en 2008, vio niñas y niños encerrados en jaulas. Soboroff lo relata en su nuevo libro “Separated: Inside an American Tragedy” (Separados: una tragedia estadounidense).

Es uno más de los Crímenes Estadounidenses contra la Humanidad, convertido en mercancía “mediática”. Mercancía del horror prefabricado por intereses de clase a cuyo servicio está el Estado, para venderla en el mercado de la dominación de una clase sobre otra. Esta vez usando a los niños, sin clemencia, sin defensa, sin piedad. En el alma de esa violencia la complacencia de gobiernos reformistas y oportunistas escupiendo a mansalva discursos legalistas. Se descargan, minuto a minuto, ráfagas de violencia ideológica para esconder la tortura a que son sometidos los más indefensos en el imperio oligarca de la indefensión social. No importa el horario, no importa el tema y no importa el impacto… siempre hay violencia a destajo contra niñas y niños victimados tras las rejas del imperio. Y parece tan “natural”. “Según diferentes cables, en mayo ICE tenía a unos 184 menores, pero los activistas creen que pueden ser más, después de trascender que el gobierno federal está deteniendo a los niños en hoteles de Texas y Arizona antes de deportarlos a sus países de origen.”

Esto no es una arenga contra la solidaridad genuina, es una reflexión contra esa violencia infiltrada en las cabezas de los pueblos para naturalizar todo lo que  el capitalismo impone como modelo para mentalidades dóciles, cómplices de las aberraciones del saqueo y la explotación que reinan planetariamente. “Casi 2.000 niños han sido separados de sus padres desde que el fiscal general, Jeff Sessions, anunció la política que determina que los funcionarios de seguridad interna deriven todos los casos de ingreso ilegal a los EE.UU. para procesamiento.

Esto es un llamado de atención no sólo sobre el papel que cumple el aparato de Estado y gobiernos gerenciadores de esclavitudes a diestra y siniestra, sino también contra las jaurías de burócratas que, con toda impunidad, violan los derechos humanos. El plan de exterminio contra las “familias de inmigrantes”, desatado por Trump, es una declaración de guerra a la que debemos presentar frentes de lucha de todo tipo y a toda costa. Los niños y las niñas enjaulados no pueden defenderse y menos si encuentran otra forma de violencia agazapada en la indiferencia, la ignorancia y la apatía nuestras.

Fuente: https://rebelion.org/los-hijos-de-la-violencia/

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Hacia la normalización del autocuidado de los docentes

Los profesionales deben desarrollar estrategias de protección ante los malestares de la escuela, la universidad, los museos o cualquier otro escenario donde la educación suceda

María Acaso

Desde hace unos años, el término cuidado ha pasado de ser usado de manera excepcional a ser usado de manera repetida en muchos y muy variados contextos. Partiendo de una acepción médica y del entorno de lo corporal, lo que entendemos por “cuidados” se ha ido extendiendo a campos donde con anterioridad era poco o nada utilizado, como el arte contemporáneo, la arquitectura o la ecología. Resulta desgraciadamente ejemplificador lo que ocurre cuando tecleamos en Google cuidados + mujeres o cuidados + hombres: mientras que en el primer caso las imágenes hacen casi todas ellas referencia a procesos de crianza, en el segundo caso las imágenes hacen referencia al autocuidado corporal, en concreto al cuidado de la piel, el afeitado y consejos de belleza masculina. Es decir, cuando cuidan las mujeres, cuidan de los demás, y cuando cuidan los hombres, se cuidan a ellos mismos.

El término se amplía desde las acciones que realizamos en beneficio de nuestra salud física hasta los beneficios de nuestra salud mental y es rescatado por las teóricas feministas, quienes expanden el significado comenzando a hablar del autocuidado como una estrategia política de resistencia ante una vida en malestar. Todas las fuentes feministas insisten en la importancia de que los pensamientos entorno al autocuidado se desliguen explícitamente de la idea de que cuidarse a una misma es un ejercicio que podríamos calificar de egoísta.

En el terreno de la educación, los cuidados ya se entienden como un proceso necesario, especialmente hacia los estudiantes, como se refiere el colectivo Zemos 98 en su texto Pedagogía de los cuidados, pero lo que todavía no encontramos normalizada es la idea del autocuidado docente.

Cuando hablamos de autocuidados docentes, podemos hablar de cuando las profesionales de la educación nos cuidamos a nosotras mismas tanto a nivel físico como a nivel mental y desarrollamos estrategias de protección ante los malestares de la escuela, la universidad, los museos o cualquier otro escenario donde la educación suceda.

Estrategias que pueden ser infinitas como ser capaces de decir no ante la sobrecarga laboral, destinar parte del tiempo escolar a actividades aparentemente improductivas y alejadas del currículum (como compartir con los estudiantes el proceso de transformar y hacer más agradable el espacio de aprendizaje), o aprender a realizar actividades más allá del ámbito de la educación, disfrutando experiencias que repercutan en nuestro bienestar personal, como no hacer nada, ir a un concierto, leer una novela o hacer una cena lenta.

En un escenario vital donde los quehaceres de profesoras han quedado profundamente alterados por las consecuencias de la covid-19, quizá sea el mejor momento para demandar la necesidad de potenciar y normalizar los autocuidados docentes, tanto a las administraciones educativas, como a la comunidad escolar como a nosotras mismas.

En los próximos meses, entender estos autocuidados como acciones tan necesarias como el aumento de los salarios o la formación continua va a ser importante porque si no nos autocuidamos los y las profesionales que llevamos a cabo las acciones sobre las que se sostiene la vida, esa vida quedará destruida y no será posible ni siquiera cuidar a los otros.

María Acaso es investigadora en arte y educación

Fuente: https://elpais.com/educacion/2020-08-05/hacia-la-normalizacion-del-autocuidado-de-los-docentes.html

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Televisión y educación bancaria

Miguel Ángel Rodríguez

Desde 1950 la televisión privada modela la política cultural de las emociones del pueblo de México. Pablo Latapí solía decir que lo que la escuela teje, por las mañanas, lo desteje la programación vepertina y nocturna de una televisión sensiblera, gimoteante, sufridora, chabacana, misógina, homófoba y clasista. En realidad, si pasamos revista a los programas humorísticos y a las propias telenovelas, también se puede concluir el ejercicio de una política discriminadora y racista en las cadenas privadas de telecomunicación.

El indígena y el afrodescendiente, cuando aparecían en la programación, eran reducidos, casi siempre, a desempeñar el papel de patiño, bufón o sirviente pícaro: un ser sin voz propia. La narrativa contaba la historia de una supremacía racial blancay rica, quizá por ello los cuatro representantes de las cadenas televisoras firmantes del acuerdo, prósperos empresarios, encajan en ese estereotipo.

La televisión privada destrozó cualquier pretensión del sistema educativo mexicano por formar estudiantes críticos, reflexivos, autónomos. En sentido contrario a la idea kantiana de la Ilustración, más bien contribuyó a construir mentalidades y disposiciones afectivas sin el ímpetu y el temple necesarios para ejercer la crítica y, mucho menos aún, la autocrítica; por el contrario, las programaciones norteamericanas exaltaban la violencia y el éxito a cualquier precio, las telenovelas negaban la voluntad de vida, para premiar la servidumbre de la protagonista con una boda lujosa y con muchos hijos. Eran las virtudes platónicas de las mujeres, que siempre, después de un largo, lacrimógeno y aburrido calvario, triunfaban sobre las rudas villanas del horario de lujo.

Una política cultural de las emociones que concluye en dejar todo en la mano invisible de Dios, él sabe por qué unos, los menos, son ricos, rubios y sanos y, otros, la enorme mayoría de los mexicanos, son pobres, prietos y enfermos. Así se modeló la moral del rebaño, la moral de la servidumbre, la cobardía y la pereza de pensar por uno mismo.

Por ello es que resulta un cólico hepático –como el que sufrió mi admirado Manuel Gil Antón–, escuchar a Emilio Azcárraga Jean, Presidente de Televisa, solicitar, desde Palacio Nacional, en la firma de concertación de las televisoras privadas con la Secretaría de Educación Pública, el agradecimiento de los mexicanos por los 70 años de entretenimiento y diversión. Y, por si fuera poco, en este tiempo oscuro nos harán el favor de darnos también la educación.  ¿Por qué, cómo, uno se pregunta, el empresario más poderoso de la televisión mexicana subestima de tal manera ofensiva la inteligencia y la memoria histórica de la ciudadanía mexicana?

Considero que en estos momentos es muy pronto para saber qué contenidos educativos se transmitirán por televisión, cuáles por plataformas digitales, Facebook, What’s App, etc., hasta las heroicas jornadas de los profesores de México que en cadenas humanas, «muy bien controladas» – me dicen una profesora de la Sierra Morena y una pareja de docentes de la Mixteca– llevan y traen las planeaciones didácticas y los trabajos de los estudiantes e incluso los visitan en sus casas, para motivarlos a no abandonar la escuela.

En materia educativa, como en casi todas las áreas del conocimiento, la pandemia desnuda, desfundamenta verdades de granito, por eso el mundo está invirtiendo tanto dinero en una vacuna contra el Covid-19, porque el virus mostró la fragilidad del soberbio espíritu científico – que sometido a la verdad de la técnica se olvidó de la verdad del ser. Cada vez es más claro que la destrucción de la naturaleza por el progreso técnico es el origen de una respuesta tan violenta de ésta contra la humanidad. Hoy, 5 de agosto, aparece un estudio científico en la prestigiada revista Nature en la que un equipo de investigadores de la University College London (UCL) descubrió, como resultado de 184 estudios en el mundo que analizaron 6 mil 801 grupos ecológicos y más de siete mil especies, entre las cuales 376 albergan agentes biológicos patógenos, capaces de transmitir alguna infección a la biología de los seres humanos, que las transformación de las tierras para el cultivo beneficia a muchos de esos patógenos que son potenciales pandemias para la humanidad. Ese es el destino del mundo bajo el dominio de la verdad de la técnica.

Con todo, hay un fundamento que no debe ser olvidado en este tremor universal del género humano: el cuidado del ser: la dignidad. En ese sentido tiene razón Manuel Gil Antón cuando observa con agudeza, recordando al maestro Paulo Freire, que estamos frente al riesgo de ingresar al circuito de la educación bancaria si dejamos todo el proceso educativo en la televisión.

La educación bancaria concibe solo un lado activo de los procesos de enseñanza y aprendizaje: el profesor que sabe y transmite, es él quien deposita los conocimientos, en este caso los contenidos de los programas de estudio por televisión, a las y los estudiantes, recipientes vacíos que reciben pasivamente, y durante varias horas al día, el discurso de los sabios de la aldea. En ese proceso los conocimientos se memorizan y «regurgitan» mecánicamente. Como monos y máquinas sin sentido, los estudiantes son privados de la facultad de cuestionar e, incluso, dudar, y someter a la crítica, los fundamentos y principios de las ciencias y las humanidades. La educación bancaria forma seres humanos a la mano, siempre a la disposición de los poderosos, seres domesticados: “Sí señor, a sus órdenes …”

Eso significa, piensa Gil Antón, arrancarles de cuajo la dignidad, porque les arrebatan la posibilidad de ser ellos mismos, de alcanzar a distinguir la voz propia. La crítica es una pasión antes que un concepto o un pensamiento, el magisterio mexicano mostró esa pasión en los hechos, cuando nadie en el mundo sabía cómo superar la pandemia sin suspender los procesos educativos, ellos, las profesoras y los profesores, se organizaron para evitar que la nave se fuera a pique, ese fue un hecho en la Sierra Norte, en la baja Mixteca, Sierra Negra y en las grandes ciudades de Puebla –mis fuentes primigenias de aprendizaje e información–, pero es necesario enfatizarlo, los docentes escribieron esta hazaña en todo el país.

Por ello creo que es el mejor momento para impulsar una campaña de pensamiento crítico en el sistema educativo nacional, aprovechemos las fisuras de la verdad de la técnica para promover el cuidado del ser, la solidaridad, los afectos: la comprensión de los otros, que somos nosotros mismos.

Después de todo poco se puede argumentar en favor de los fundamentos de la ciencia, de la verdad de la técnica que mueve los resortes internos de la educación, la economía y la política del mundo, si somos incapaces de salvar el sentido de la existencia, el derecho a la búsqueda de la voz propia entre nuestros estudiantes y profesores, entre los mexicanos.

Y sí, no queda la menor duda, es necesario desplazar la verdad fría de la técnica, y, para ello, necesitamos consultar, escuchar a los que saben, al magisterio de México, que enfrentó con valentía e imaginación, con pasión crítica, a la bestia coronada en el primer round, pues se convirtieron en el dique que hizo posible la permanencia mayoritaria de los estudiantes en las aulas, de no ser por ellos el abandono escolar hubiese alcanzado magnitudes catastróficas para el sistema educativo nacional.

¿Será posible que el dispositivo (televisión) mute su naturaleza domesticadora por una segunda naturaleza, la crítica, sin morir en el intento…?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/television-y-educacion-bancaria/

Imagen tomada de https://www.compartirpalabramaestra.org/actualidad/columnas/la-television-educativa-frente-los-millenials-y-los-zs

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