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Los mapas de la educación

Por: Guillermo Busutil.

La vida es una continua educación. Lo dijo Flaubert. Un escritor al que casi nadie lee hoy. Ni siquiera las mujeres Bovary. Ignoro si acaso lo hacen algunos alumnos de Literatura francesa. Los que la aprenden en nuestras universidades y los que en las suyas tienen más orgullo de sus clásicos que de los nuestros nosotros. Supongo que debido a que los franceses hacen causa común de su cultura general y están menos obsesionados con la ebriedad de los nacionalismos, en su caso el corso y el bretón. La vieja fiebre que tantos corazones de un mismo mapa ha desgarrado reiteradamente y sin cicatriz que no se abra con el tiempo, a pesar de ese bisturí y punto de sutura que es la educación. Nunca he entendido, a causa de la inmigración que cruza por mi sangre y sus culturas sumándose, la insistencia en dividir y excluir, en significarse mejores unos por encima de otros. La etiqueta de posesión acotada en lugar de la universalidad de la misma esencia del paisaje, de su agua, del sol y de la luna en la cúpula de todo. Ese mediterráneo cantado por Serrat y que enhebra el espíritu de tantas culturas en lugar de disfrazarlas de adversarias en pugna por borrar lo que tienen heredadas unas de las otras. Negar lo que el mundo tiene de caleidoscopio y de mestizaje es un empecinamiento del egocentrismo que mueve al individuo y también la ideología del dinero y de las religiones. Todo aquello que las Humanidades y La Ilustración combatieron con la palabra, la imprenta, el pensamiento y el debate.

Lo absurdo de esta tendencia enquistada lo acaba de corroborar el informe presentado esta semana por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) pidiendo reflexionar a la comunidad educativa sobre la necesidad de alcanzar cuanto antes un pacto de Estado por la Educación. El propósito es poner fin al dislate que significa tener 17 sistemas educativos distintos -uno por cada comunidad- y que exijan según sus criterios que en los manuales de Geografía de Canarias no se hable de los ríos o que en los de Cataluña se obvie la figura de los Reyes Católicos. La pareja cuya presencia impresa podrían igualmente exiliar de su historia los andaluces y en especial los granadinos. No sucede porque ni en Andalucía ni en Extremadura han arraigado los nacionalismos porque, entre otros resortes, ese ideal se ha sustentado y se sustenta en dos antiguos poderes como son el de la Iglesia y el de la burguesía económica, y en este suroeste español la religión sólo mueve cosas en dirección hacia el arriba y abajo del otro mundo, y el dinero no se invierte en utopías de clase, en fronteras territoriales ni en empresas que no sean el beneficio propio y Dios en la casa de cada cual. Lo contrario que en el resto de los gobiernos territoriales a los que Antonio María Ávila, director ejecutivo de la FGEE, acusa de presionar políticamente para que los manuales académicos «digan lo que ellos quieren y no lo que la ciencia dice». Viriato, el Cid, Abderramán, Pedro de Aragón y conde de Barcelona, El Empecinado, José Manso y Solá, Bailén, Brihuega y Barcelona, un héroe y una batalla para cada uno y a escote el olvido.

Hace tiempo que se confunde la educación con adoctrinamiento. Las viejas estrategias de Stalin, de Hitler, de Franco, de Mao, del islamismo radical desde la que se ejecutaron toda clase de purgas, y de las que luego todos reniegan o esconden su militancia según los vientos del mercado. Lo mismo que en los partidos políticos en los que se cierra la posibilidad de la duda, se pone bajo sospecha la libertad de pensamiento y se sustituyen la argumentación y el diálogo por la fe en quien adoctrina. Muchos ejemplos a diario y más desde los numerosos intentos de consensuar un gobierno de alianzas. En un sentido similar el adoctrinamiento ha exorcizado conceptos de la educación como excelencia, rigor y disciplina al demonizar que siempre habrá alumnos más inteligentes o aplicados que otros; que el aprendizaje requiere el hábito del trabajo y que al educador también se le ha de pedir mayor rigor y exigencia a la hora de impartir conocimientos. Se ha olvidado que el educador mediocre habla, que el buen educador explica, que el educador superior demuestra y que el buen educador inspira. La tabla rasa todo lo allana como si se tratase de lo mismo. Es el triunfo actual de la mediocridad que impera en tantos ámbitos -magníficamente explicados en el libro de moda Mediocracia de Alain Deneault–, abanderando errores como confundir la igualdad de oportunidades con la uniformidad de capacidades; permitiendo acceder a la Universidad con pocos conocimientos en muchas materias, sin saber redactar ni escribir con una ortografía correcta, y especialmente las manipulaciones ideológicas que diseñan su propia Historia del mapa de su identidad y la suma de agravios de sus enemigos.

Cualquier profesor con largo curriculum puede certificar con desencanto el mucho tiempo que hace que a los estudiantes españoles no se les ha exigido una formación notable en argumentos humanísticos y científicos, que los conviertan en individuos capaces de expresarse con solvencia desde la creatividad, que les fomente la responsabilidad de pensar y de generar respuestas desde la independencia. Entre otras causas porque la enseñanza es un círculo vicioso al que ha ido llegando un preocupante número de formadores incapaces de proporcionarle a los alumnos argumentos filosóficos, conocimientos rigurosos y plurales para desarrollar o enriquecer sus habilidades o talentos. El resultado es que tenemos más de un 25% de abandono escolar –duplicamos las cifras de la Unión Europea–, que sólo el 3% de los estudiantes son extraordinarios y que generamos pocos profesionales competentes para crear un conocimiento innovador. No es extraño tener entonces una sociedad como empresa que convierte en lastre a las personas de experiencia y talento en favor de quienes manejan mejor la publicidad de sí mismos o el Principio de Peter, según Deneault, por el que los mediocres se juntan para rascarse la espaldas, cimentar el poder de su clan y cerrar el paso a quiénes poseen competencias más solventes y acreditadas. Es lo habitual en una sociedad cuyos medios de opinión cambió a los intelectuales por contertulios, la cualificación pagada por la gratuidad de la voluntariedad prêt-à-porter de las ideas prefabricadas.

Hay muchas voces que han ahondado en este tema. Ricardo Moreno Castillo La conjura de los ignorantes y Breve Tratado sobre la estupidez; Joan Domènech Elogio de la educación lenta; José Antonio Marina La inteligencia que aprende; Remedios Belardo La educación repensada o Inger Enkvist con La buena y la mala educación. Voces autorizadas que coinciden en que la educación tendría que abordar una auténtica reconversión amplia, diversa, coherente y eficaz que contemplase la conveniencia de inculcar desde la infancia la predisposición a aprender; a perfeccionar las asignaturas más necesarias y los tiempos de formación que demandan, y que los alumnos sepan vincularlas entre sí para articular un discurso global, en lugar de entenderlas como compartimentos estancos; a potenciar la creatividad y el pensamiento divergente. Su resultado sería una educación instruida que no adoctrinase; que tuviese la consciencia de ganarse la respetabilidad con la argumentación y de abrir un espacio para escuchar al otro; que reconociese el valor del conocimiento sobre las camarillas y las habilidades sociales, y en la que no cupiesen el insulto ni la descalificación personal de quien habla. Lo habitual en las comparecencias de nuestros políticos con su precaria oratoria pugilística.

El pacto de Estado en Cultura y en Educación no se debate ni se considera. No es extraño que sea la asignatura que nunca se aprueba. Da igual la cercanía de la grave metamorfosis tecnológica del universo laboral. No hay rastro de las inteligencias múltiples de Gardner: la lingüística, la lógica-matemática, la espacial, la musical, la corporal, la intrapersonal, la interpersonal y la naturalista, con las que llevar a cabo la urgente revolución educativa del siglo XXI. Lo que prima en política es el patio particular donde llueve y no se moja, y cuyo mapa de la identidad niega nuestra Historia, la de Europa y la del Mundo. Un tipo del analfabetismo cuyo día se celebra hoy y me recuerda a uno de mis maestros Jürgen Habermas, cuando afirma que la reflexión filosófica y el compromiso social son dos partes de la medalla de la Ilustración. También de ella aprendió la importancia del movimiento del pensamiento. Qué solo debe sentirse.

Fuente del artículo: https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2019/09/08/mapas-educacion/1112586.html

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Lecciones del sistema educativo finlandés

Por: Luis Durán.

 

n el sistema educativo finlandés no hay exámenes estandarizados, ni tareas, y el gasto por alumno no es tan alto como el de otros países. Sin embargo, consistentemente es clasificado como uno de los mejores del mundo. Con el inicio de un nuevo ciclo escolar, vale la pena reflexionar sobre algunos de los componentes de la política educativa en este país nórdico que han sido fundamentales para su éxito.

La primera razón por la cual los alumnos finlandeses sobresalen es porque tienen docentes altamente capacitados. Ingresar a los programas de formación docente es un proceso competitivo. En 2016, las tasas de aceptación de la Universidad de Helsinki para esta profesión(6.8 por ciento) fueron más bajas que su programa de leyes (8.3 por ciento) y la escuela de medicina (7.3 por ciento).La preparación de los maestros es tan demandante, que a menudo no hay razón para tener un sistema riguroso de acreditación.

La evaluación docente en Finlandia suele ser un ejercicio grupal, reflexivo y participativo, con el objetivo de crear comunidades de aprendizaje profesional entre docentes y directivos. Un aspecto fundamental de la excelencia docente en Finlandia es la confianza y autonomía de la que gozan los maestros. De acuerdo con Pasi Sahlberg, ex ministro de Educación en Finlandia y escritor de varios libros sobre el sistema educativo de su país, existen tres elementos críticos que hacen de la enseñanza una profesión autónoma e independiente. Uno es poder tomar decisiones sobre la planificación curricular: lo que enseñan los maestros y en qué orden. El segundo es la pedagogía: la libertad de elegir la mejor manera de enseñar.

El tercero es la evaluación: medir el progreso del aprendizaje de los estudiantes. Finlandia no tiene pruebas estandarizadas. Su única excepción es el Examen Nacional de Matriculación, que es una prueba voluntaria para estudiantes al final de la educación media superior. Todos los niños de Finlandia se califican de forma individual y cada maestro establece su propio sistema de calificación. El Ministerio de Educación realiza un seguimiento del progreso general, que muestrea grupos en diferentes rangos de escuelas.

El sistema educativo de Finlandia no se preocupa por los sistemas arbitrarios basados en el mérito. No hay listas de escuelas o maestros de alto rendimiento, se fomenta la cooperación antes que la competencia. De acuerdo con la OCDE, los estudiantes de Finlandia son los que menos tarea tienen de todo el mundo, con menos de tres horas por semana, en comparación con el promedio de los países de la OCDE que es de alrededor de 5 horas por semana. De igual forma, se reconoce a la actividad física como crucial para el aprendizaje sustancial. Finalmente, la política educativa en Finlandia se ha enfocado sistemáticamente en incrementar la equidad y la igualdad educativa, para atender a los estudiantes que poseen necesidades educativas especiales. La educación diferenciada incluye servicios educativos y psicológicos para los alumnos en estas circunstancias. Lo anterior bajo la premisa de que, con el reconocimiento temprano de las dificultades de aprendizaje y de los problemas sociales, es posible brindar un apoyo adecuado lo antes posible. Con la suma de estos elementos, no es de extrañar que el sistema educativo de Finlandia figure, año con año, entre los mejor evaluados del mundo.

Fuente del artículo: https://www.milenio.com/opinion/luis-duran/columna-luis-duran/lecciones-del-sistema-educativo-finlandes

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La apuesta real por la pública ¿para cuándo?

Por: Enrique Javier Díaz Gutiérrez.

 

En el denominado “programa común progresista”, que Pedro Sánchez ha presentado como “oferta de acción de Gobierno”, en su punto 76, y como primer punto del apartado de educación, se compromete a “aprobar una Ley Básica de Educación, que derogue la LOMCE y sus consecuencias negativas, que blinde la educación pública como eje vertebrador del sistema educativo e incorpore los acuerdos alcanzados por la comunidad educativa en estos años”.

Palabras y promesas, que lleva repitiendo desde hace tiempo, pero que no ha cumplido en su anterior legislatura, teniendo oportunidad y posibilidades para ello, aunque no voluntad política. Porque realmente no ha derogado la LOMCE, tal como se había comprometido ya en 2013, y firmado por escrito con el resto de grupos parlamentarios de la oposición, asegurando que sería una de las primeras medidas si llegaba al gobierno: «Los grupos parlamentarios firmantes acuerdan que en el primer periodo de sesiones de la próxima legislatura procederán a derogar la LOMCE”. Solo ha escenificado una propuesta de modificación superficial de algunos aspectos (Ley Celaá), la mayoría como declaraciones de buena voluntad, encomendadas además (la mayor parte) a las comunidades autónomas, pero que, ¡oh casualidad!, tras largas vacilaciones y postergaciones, la convocatoria de elecciones generales impidió que llegara a prosperar en el Congreso de los Diputados.

No solo no ha derogado la LOMCE, incumpliendo una vez más sus promesas y compromisos firmados, sino que asegura en este “programa común” que va a blindar la educación pública como eje vertebrador del sistema educativo. La primera pregunta que se nos viene inmediatamente a la cabeza es: cómo lo va a hacer, si en el segundo punto de su “programa” sólo se compromete a “situar la inversión educativa en España en un 5% del PIB en el año 2025”.

Cúan largo me lo fiáis, amigo Sancho”, que diría Cervantes, en boca del Quijote, o tantos escritores del siglo de oro, para referirse a que las promesas o proyectos a largo plazo suelen olvidarse con facilidad, e incumplirse posteriormente argumentando las cambiantes circunstancias del futuro. Y, en esto, el PSOE parece que tiene larga experiencia en sus programas (desde la OTAN a la LOMCE).

Si Sánchez no asegura hasta el 2025 llegar al 5% de inversión educativa, lo que está haciendo realmente es no comprometerse él, sino comprometer “supuestamente” al próximo gobierno. No su gobierno, que es para el que presenta el programa, sino el siguiente, que puede ser otro gobierno completamente distinto. Esto se llama “tener una cara de cemento armado” o “tomar a la ciudadanía por imbéciles”.

Lo cual supone, en primer lugar, que no va a revertir los recortes en educación, que aplicaron tanto PP como PSOE (segunda parte de la legislatura de Zapatero), a educación en estos años (9.000 millones de euros). Además, implica que, por muchas declaraciones y promesas que haga, si no va a haber aumento de la financiación real en esta legislatura, la bajada de ratios en las aulas no será posible y el alumnado en la pública seguirá estando masificado; que la atención a la diversidad y la inclusión seguirá posponiéndose sine día con el reiterado argumento de que no hay recursos; que la renovación y mejora de los edificios e instalaciones escolares públicas seguirá languideciendo y retrasándose; que no se podrán hacer desdobles, que se reducirán los refuerzos, que seguirá la política cicatera en becas, que se mantendrá la interinidad y precariedad del profesorado, etc.

En segundo lugar, cómo se va a blindar la educación pública como eje vertebrador del sistema educativo, si no hay incremento sustancial e inmediato de la financiación a la educación pública. Los países de la OCDE que tienen una buena educación, sí que han blindado la educación pública con un presupuesto de más del 7% del PIB, y la media de la OCDE es del 6,5%. Por el contrario, en España, lo que sí está creciendo es la escuela concertada y aumentando sus ingresos y la financiación que se le otorga por parte de los poderes públicos, con el dinero de todos y todas. Aunque las consecuencias de ello son reiteradamente denunciadas (crece la desigualdad educativa, crea colegios gueto, destroza la cohesión social, segrega a minorías y migrantes y por clase social e incluso por sexo, etc.), parece que el PSOE no tiene voluntad política real de iniciar un proceso de reversión y supresión definitiva de esta anomalía española en el panorama europeo.

Pero lo más preocupante, de este primer punto, es la expresión que ahora el PSOE utiliza de forma constante y sistemática: “la educación pública como eje vertebrador del sistema educativo”. Lo cual da por supuesto que ha asumido los conciertos educativos como algo inevitable e irremediable en la política educativa española. Y que van a legislar en este sentido. Si en los años 70 se promovieron como “complemento” a una red pública que no podía cubrir todas las necesidades educativas, ahora su incremento únicamente se justifica por razones de apuesta ideológica neoliberal (actualmente se estén concertando unidades en zonas donde hay unidades públicas que se cierran).

Si Sánchez y el PSOE realmente quisieran blindar la educación pública eso supondría tener voluntad política para establecer una moratoria inmediata de los conciertos educativos, y su progresiva supresión (como proponen partidos políticossindicatos, movimientos sociales y de renovación pedagógica) y destinar toda la financiación pública a la escuela pública.

Por eso sorprende aún más su enésima promesa incumplida sólo en este primer punto. Porque si asegura, en este primer punto de su “programa común”[1], que “incorporará los acuerdos alcanzados por la comunidad educativa en estos años”, recordarle a Pedro Sánchez, que estos acuerdos están recogidos, desde hace tres años (y firmados por su grupo político también), en el Documento de Bases para una nueva Ley de Educación.

Y poco coinciden con sus “declaraciones de intenciones”: solo los referidos a este primer punto manifiestan la clara voluntad de la comunidad educativa progresista de este país de que haya una “oferta suficiente de escolarización pública y gratuita de 0 a 18 años que garantice que todo alumno y alumna disponga de una plaza asegurada en el sistema público, de titularidad y gestión pública”, la “supresión progresiva de la financiación pública de los centros privados concertados; una red única de centros de titularidad y gestión pública que, progresivamente, y de manera voluntaria y negociada, integre los centros privados concertados. Mientras tanto, ni un solo concierto más para la educación privada y supresión inmediata de financiación a centros que practiquen cualquier tipo de discriminación o no aseguren la gratuidad”.

Quizá otro día analizaremos el resto de los puntos, que parecen más bien promesas electorales o declaraciones de intenciones, más que un programa de compromisos concretos respaldados presupuestariamente, y que no apuestan por una educación laica, como es obligatorio por la Constitución en un Estado aconfesional; que olvidan la supresión de las reválidas o la reducción de la interinidad del profesorado, etc., etc. Pero eso será otro día, porque parece que su lista de promesas incumplidas va para largo.

Fuente del artículo: https://www.tercerainformacion.es/opinion/2019/09/08/la-apuesta-real-por-la-publica-para-cuando

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El tiempo pasa y no hay leyes secundarias

Por: Carlos Ornellas. 

 

El Presidente se esfuerza en cumplir con sus promesas

En sus famosas tesis sobre la dominación legítima, Max Weber argumentó que la credibilidad es la base de esa legitimidad. Si la gente no acepta como buenas las propuestas del gobernante y su cuadro administrativo (burocracia, partido y afines en el parlamento), disminuye su confianza en el gobierno.

El presidente López Obrador se esfuerza en cumplir con sus promesas, “soy un hombre de palabra”, y hasta el momento su técnica le reditúa frutos; las encuestas recientes muestran que su grado de aprobación es alto, la menor le concede el 62 por ciento. Ergo, la mayoría confía en él, pero ¿qué de su cuadro administrativo?

Se supone que la racionalidad política de un Estado emana de su orden jurídico y el Congreso es el responsable de dictar leyes que disponen el andamiaje institucional para esa dominación (o gobernabilidad para aligerar el lenguaje de Weber) legítima. Pero el Congreso es irracional, muchos legisladores se la pasan en pleitos vulgares, les interesa el poder, legislar es una tarea subsidiaria.

Si el Presidente goza de carisma, el Congreso carga con desprestigio (tal vez esa sea su tradición) porque, además de las querellas, siempre andan con rezagos. Hoy, Morena tiene mayoría y puede aprobar leyes sin necesidad de consensos y parece que quiere agradar al Presidente.

Por ejemplo, el artículo quinto transitorio de la reforma constitucional del 15 de mayo ordena que a más tardar en 120 días el Congreso deberá expedir las leyes del Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación y la General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros. El plazo se vence este jueves 12 y si bien ya hay iniciativas, no han discutido más allá de pequeños corros.

Los textos que ya se conocen, con todo y que acaso tengan virtudes, generan desconfianza por todos lados. Organizaciones de la sociedad civil y académicos les ponen peros porque eliminan criterios de mérito para ingreso, promoción y recompensa de los docentes. Además de que se corre el riesgo de que, como en el pasado, sean las camarillas sindicales las que determinen la trayectoria profesional de los maestros.

En tanto, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación —con todo y que obtiene canonjías— ve fantasmas neoliberales y los combate con paros y gritos. Dice que las iniciativas de leyes secundarias mantienen las propuestas de los organismos internacionales y asegura que la intención es privatizar la educación pública. Pocos le creen.

Y es aquí donde entra el quid. El presidente López Obrador insiste en mantener una alianza con la Coordinadora. Le concede plazas, reinstalación de rescindidos, reconocimiento ideológico y hasta fotografías con sus líderes en el Palacio Nacional.

Aunque quizá no de inmediato, conjeturo que la mezcla de un mandatario carismático con una organización sin credibilidad le restará puntos a su legitimidad. Y más si el Congreso con la mayoría que ya tiene Morena saca leyes a modo y en el último momento.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/el-tiempo-pasa-y-no-hay-leyes-secundarias/1335052

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Miradas: Es la educación, estúpido

Por: Ricardo Braginsky.

Los países que más crecen y mejoran su calidad de vida son los que mejoran los aprendizajes. Sin embargo, el tema está ausente del debate público argentino.

Como un perro que se muerde la cola, los argentinos parecemos ir de crisis tras crisis en círculos concéntricos. Siempre igual. Siempre al borde del abismo y con la tentación, siempre, de dar un paso al frente.

Lo pusimos de manifiesto, de alguna manera, tras la última campaña electoral, quizás en la que menos se debatió acerca del problema de la educación.

Está claro: las encuestas se empecinan en indicarnos que la educación está entre los temas que menos le preocupan a los argentinos. Está la inflación, el trabajo (o la falta de trabajo), la inseguridad, otros tantos temas. Y bien al fondo, la educación.

Y los políticos y sus asesores, obedientes a las encuestas, entonces eluden debatir sobre educación. Es un terreno en el que nadie se siente del todo cómodo. Y entonces mejor postergarlo, mirar para otro lado.

Pero hay suficiente evidencias de que los países que más crecen y mejoran su calidad de vida son los que hicieron reformas efectivas en educación y mejoraron los aprendizajes. Están los casos de Corea, de Israel, de Finlandia o de Singapur. Cada uno con sus modelos educativos distintos, y algunos de ellos incluso contrapuestos con otros. Porque no se trata de modelos, sino de prioridades. Mucho más que el cómo es el qué.

Mientras sigamos pensando que la cotización del dólar es lo único relevante no haremos más que dejar que pase al tiempo… hasta una nueva crisis.

Un debate y una oportunidad

Por primera vez, en la elección presidencial de octubre los candidatos presidenciales estarán obligados, por ley, a hacer un debate. Hasta ahora ese debate era voluntario o impulsado por una ONG como sucedió en el año 2015.

En 2015. Macri, Rodríguez Saá, Stolbizer, Massa y Del Caño, en el último debate presidencial con todos los candidatos. Scioli no había querido ir.

Para el próximo debate ya se reunieron los equipos técnicos de los candidatos junto a especialistas para definir cuáles serán las reglas de juego y los temas a debatir. Y la cuestión educativa está entre los últimos temas del último bloque.

Faltan más de 60 días y todavía estamos a tiempo de cambiar, de dar una señal -tan importante como un llamado telefónico entre dos candidatos- sobre el país que queremos y el que imaginamos para nuestro futuro.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-estupido_0_BSBemHYOU.html

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Barracones escolares

Por: El País.

España inicia un nuevo curso escolar con 50.000 alumnos en barracones y la misma precariedad y provisionalidad que ha marcado los anteriores. Los recortes provocados por la crisis no se han revertido y las instalaciones siguen acusando la caída de las inversiones, que en diez años ha sido de 7.000 millones. El resultado es que una solución de emergencia y por naturaleza provisional como son los barracones, se alargue en el tiempo y devenga estructural, hasta el punto de que ya hay estudiantes que han cursado toda la etapa obligatoria en ellos. En los últimos cinco años solo se han reducido en 15.000 las plazas en barracones, y de seguir a este ritmo se necesitarían dos décadas para eliminarlos. A ello hay que añadir la degradación de edificios e instalaciones por falta de un adecuado mantenimiento.

Igualmente crónicas son las carencias en el capital humano del sistema educativo. La reciente oferta pública de empleo paliará la precariedad, ya que permitirá regularizar la situación de muchos profesores interinos, pero no será suficiente para dimensionar las plantillas a las necesidades educativas. Fuentes sindicales estiman en más de 25.000 el déficit de profesores.

El contexto político en el que comienza el curso es de incertidumbre, con una ley educativa, la LOMCE, ampliamente cuestionada y sin que se vislumbre la posibilidad de un pacto de Estado sobre la educación que permita abordar las reformas necesarias para mejorar la calidad de la enseñanza y reducir los niveles de fracaso y abandono escolar. Entre las medidas de gobierno que el PSOE propone para la próxima legislatura figura aprobar una nueva ley general de educación. Está claro que la aprobada en solitario por el Gobierno del PP en 2013 debe ser derogada. Era tan parcial y deficiente que el propio PP tuvo que dejar sin efecto parte de su contenido. Pero el sistema educativo no puede permitirse nuevos fiascos legislativos. Necesita estabilidad, un horizonte normativo consensuado y estable, y un incremento presupuestario que acerque el gasto educativo al 5% del PIB para poder abordar con garantías las reformas pendientes.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/09/07/opinion/1567867079_855783.html

 

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Políticas en educación

Por: Jesús Montero Tirado. 

Hay consenso universal en que la educación se ha convertido en el factor principal para el desarrollo humano integral a nivel personal y social; consecuentemente, la base fundamental necesaria para los demás desarrollos: cultural, moral, científico tecnológico, económico, político, etc.

Esta situación es anormal, porque normalmente cuando los candidatos se presentan a elecciones para presidencia de la República tienen definido lo que quieren hacer y cómo hacerlo y suelen exponerlo en sus campañas electorales para motivar los votos a su favor. En nuestro caso actual satisfizo que el presidente Mario Abdo Benítez garantizó y lo confirmó desde los primeros días de gobierno que la educación sería la prioridad número uno.A estas alturas, pasado un año de gobierno, resulta que el ministro Eduardo Petta y su equipo dirigente del MEC no saben con qué política educativa llevar adelante su responsabilidad de poner en marcha la prioridad número uno.En el contexto presente, en el que los cambios en el mundo se suceden a velocidad vertiginosa y afectan sustancialmente a la educación constantemente, perder un año y seguir consultando sobre con qué política llevarla es un grave daño a toda la sociedad y sobre todo a los niños, adolescentes y jóvenes.La famosa curva de velocidad de producción de conocimientos en el mundo da como resultado que en la actualidad los conocimientos se duplican cada dos años y muy pronto será cada pocos meses. Perder más de un año en definir las políticas con las que se va a dirigir la educación de un país es un grave daño a la nación, porque además del tiempo perdido, cuando se tome la decisión de cómo educar, es probable que los conocimientos usados, las circunstancias, los datos y condiciones tenidos en cuenta para definir, sean ya distintos, si no a nivel país, sí a nivel mundial, los cuales pueden exigir otras políticas y estrategias.La complejidad del sistema educativo nacional está descrita breve y legalmente en los artículos 7 al 11 inclusive de la Ley 1264/98 General de Educación y ahí se puede observar que no es posible afrontar la transformación de la educación con una sola política, sino con varias y muy diversas políticas interrelacionadas todas ellas entre sí y bien planificadas sistémicamente. Por ejemplo: política legislativa y de fidelidad a la Constitución Nacional y las leyes (fidelidad que actualmente no se da), política financiera y administrativa de eficacia y eficiencia, política real de educación universitaria y superior en general, política revolucionaria de profesorado en todos los niveles, política social en el sistema para satisfacer el derecho humano de calidad de educación también a los pobres, política de infraestructura digna y específica para la función educativa en escuelas, colegios, instituciones superiores y universidades, política de relaciones internacionales en educación (empezando por replantear las relaciones con la UNESCO), política cultural y lingüística, política curricular en todos los niveles, política de “educación no formal y refleja”, política de coordinación entre humanidades, ciencias y desarrollo humano integral personal y social, política anticorrupción, etc. Desde luego que entre tantas políticas necesarias, dado el estado lamentable de nuestra calidad educativa, hay que jerarquizarlas y evitar la dispersión y superficialidad en sus planteamientos y en su ejecución.

Tengo entendido que el Comité Estratégico para la transformación de la educación con el ministerio preparan una consulta a la ciudadanía en varios (4?) departamentos del país, para recoger su opinión sobre la política que debe ejecutarse en la educación por parte del las autoridades. Ojalá acaben pronto y el MEC empiece a trabajar en serio. A este paso, pueden pasar los cinco años del gobierno actual con solo reuniones sin producto alguno.

Siempre es importante y necesario conocer y respetar lo que piensa y quiere la ciudadanía, porque el pueblo es soberano, pero también es necesario que los profesionales técnicos traduzcan la voluntad popular a términos y pautas que respondan a las exigencias de las ciencias de la educación y de la administración educativa de un sistema nacional.

Fuente del artículo: https://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/2019/09/09/politicas-en-educacion/

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