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Inteligencia artificial, ¿el futuro llegó?

Por: La tinta

La foto del papa Francisco con un camperón blanco se hizo viral, la de Trump siendo arrestado también y ambas fueron creadas con inteligencia artificial. Circulan noticias, discursos, pruebas de actividades y preguntas hechas al chatbot GPT. Las redes estallaron con debates de todo tipo sobre esta transformación tecnológica que hace tiempo llegó. Conversamos con Javier Blanco, doctor en Informática y docente en la UNC, para que nos oriente acerca de dónde poner el foco en esta discusión. 

Cada época tiene sus avances tecnológicos que ponen en dudas el futuro, que traen la incertidumbre de cómo será la vida con tal desarrollo. La Inteligencia Artificial (IA) es el tema central de muchas conversaciones por estos días y las redes están estalladas. Hay notas que titulan: “Los 10 empleos que la inteligencia artificial eliminará primero y los que están a salvo”. Como si no tuviéramos frentes sobre los que preocuparnos, ahora esto. ¿Sirve escandalizarnos de los posibles impactos negativos que trae la IA o necesitamos enfocar el debate? ¿Cancelamos y nos subimos a la ola apocalíptica, o buscamos elementos para una postura más reflexiva? Adivinen.

En noviembre pasado, la compañía OpenAI de Elon Musk presentó el chat GPT y, rápidamente, fue probado por muchísimos usuarios. Google también anunció el lanzamiento de una herramienta similar. ¿Pero cuáles son las novedades que traen estos chatbot? Ya existen algunos que son usados por distintas instituciones, por ejemplo, Boti, empleado por el gobierno de CABA. Rápidamente, también, surgieron las reflexiones vinculadas al reemplazo de funciones que hacemos los seres humanos. ¿Será? Hay miles de ejemplos circulando en las redes sobre preguntas formuladas al GPT. Asusta, en principio, el tono alejado de lo que imaginamos como un robot o máquina; respuestas coherentes, precisas, argumentadas y reflexivas. En las últimas semanas, se hicieron virales imágenes creadas con IA: la del papa Francisco usando un camperón blanco, Trump siendo detenido, entre otras. Esto desató debates éticos y sobre el impacto en la construcción de la verdad a futuro y la reproducción de fakes.

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Y como estamos en un mood todo es confusión y nos empantanamos en discursos del colapso, conversamos con Javier Blanco, doctor en Informática por la Universidad de Eindhoven, Países Bajos, profesor titular de FAMAF y director de la Maestría en Tecnología, Política y Culturas de la UNC. Lo primero que destaca es que el sintagma inteligencia artificial es problemático, ya que representa cosas diferentes y en ningún caso es algo lineal o simple. El especialista advierte que las connotaciones tanto de lo artificial como de la inteligencia son pregnantes, suele ser difícil pensar bien el concepto y se gasta tiempo en discusiones ociosas acerca de si la inteligencia es solo humana, qué es lo de artificial y cuestiones del estilo.


“No hace falta discutir si es inteligencia o no, son programas o artefactos cognitivos sin duda. La inteligencia humana como tal no es ningún paradigma de nada y es lo que la evolución pudo hacer. Yo hablaría de inteligencias, de un paisaje de inteligencias posibles donde las inteligencias artificiales y las humanas son parte. Lo interesante es pensar el acoplamiento de esos sistemas cognitivos. La inteligencia humana es y siempre fue en parte artificial y extendida, las mentes son tales en tanto disponen de andamiajes externos: pensamos porque podemos ver, tocar, porque tenemos un ábaco, un papel o un algoritmo. Todo pensamiento es originariamente híbrido y distribuido técnicamente”.


—Se plantea que el GPT transformaría las aulas y los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como la desaparición de profesiones. Se instala la pregunta de si hay que temerle o no, de si puede ser o no una aliada. ¿Qué cambia en la educación la presencia de ese tipo de tecnología? ¿Se puede aprovechar para los procesos de enseñanza y aprendizaje? 

—Los sistemas de producción de textos como el chat GPT y otros que van a surgir, así como bifurcaciones de estos sistemas -ya que se pueden instalar de manera local y desarrollar habilidades específicas, con datos o tipos de conversaciones restringidas a un área determinada-, tendrá sus propias consecuencias. A mí me parecen herramientas fascinantes, transforman una de las actividades, hasta ahora, privativas del humano: el diálogo y la producción de textos inteligibles en lenguajes humanos. Los sistemas aprenderán con humanos y aquellos humanos que estén investigando de esos sistemas, es un vínculo virtuoso que debe ser explorado, sobre todo, los ámbitos educativos. Así como hoy ya nadie piensa -digámoslo así- sin usar Google y los buscadores integran a la posibilidad de pensar e investigar, de manera tal que se transformó completamente lo que significa investigar.

Integrar estas nuevas maneras cognitivas es la gran novedad. Las instituciones se resienten con ese tipo de cosas, pero -como vengo diciendo- es altamente positivo, a la vez que es un desafío para el cual las instituciones no siempre o, mejor dicho, seguramente no estén preparadas. Estas tecnologías evolucionan a un ritmo completamente inédito y si para algo los humanos no están preparados es para vivir y comprender ese ritmo de evolución. Es una complicación de difícil resolución -institucionalmente-, a la vez que abre a futuros posibles e inciertos. La pérdida de habilidades de parte de docentes y estudiantes es uno de los riesgos, a la vez que el requisito de encontrar nuevas habilidades relevantes para desarrollarse en estos nuevos ambientes técnicos es una condición necesaria y urgente.

—En una reciente nota de Página/12, mencionan que, en Francia, la Universidad Sciences Po fue pionera al prohibir a sus estudiantes el robot conversacional Chat GPT, porque lo considera una copia que puede derivar en sanciones severas y la expulsión de quien lo use sin permiso. Y puede ser usada con autorización del docente para la búsqueda de información y redacción. También fue noticia que, en algunas escuelas de New York, bloquearon el sitio web. ¿Hay que regular el uso del chatbot? ¿Está en riesgo el uso de la información sin chequear? ¿Qué impactos a futuro podrían darse?

—Las regulaciones son necesarias, pero no son suficientes. Más que regular, lo que hace falta es construir proyectos colectivos socio-tecnocognitivos o tecnopolíticos que sirvan para el desarrollo y orientación del uso, integración y formas de apropiación de estas nuevas tecnologías. Se necesita un desarrollo transdisciplinar de las tecnologías digitales y e-learning, que son una etapa, no son la etapa final, porque habrá otras que las superen y en breve. Regular no es el mejor camino para una orientación técnica apropiada y, mucho menos, para que estas tecnologías estén en el camino de la transformación progresiva política.


Lo que está pasando es una transformación radical del mundo, no solo por la aparición de chat GPT -que es un ejemplo-, lo que hay son unas transformaciones tecnológicas interesantísimas, profundas y aceleradas. Y eso implica que los futuros posibles son completamente diversos y contradictorios entre sí, algunos son distópicos y otros más interesantes que pueden encontrar nuevas formas de integración entre humanos y no humanos en los procesos cognitivos, colectivos, políticos, sociales e, inclusive, biológicos.


Y claro que esto produce inquietud, que se puede traducir en un temor conservador o puede asumir un desafío, con todos los cuidados del caso, del concepto mismo de lo humano, de la distribución técnica de la cognición, de la percepción, de la acción colectiva e individual que entran en nuevas etapas, con desafíos inéditos.

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—Circulan noticias y posteos sobre las profesiones que ya no van a ser necesarias, no sólo a partir del chatbot, sino a partir del sistema Dall-e de creación de imágenes. ¿Cómo aportamos un debate más útil y menos apocalíptico?

—Hay y habrá una gran transformación de la manera en que se desarrollan ciertas profesiones. Cuando yo era chico, mi primo estudiaba arquitectura y gran parte del trabajo era hacer planos con una fibra en papel, a mano. Hoy, trabajan con distintos sistemas Computer aided design (CAD) que producen los renders de todo el edificio final. Nadie va a pensar que eso mató a la arquitectura, se producen nuevas maneras de construir formas e imágenes, y ciertos trabajos dejan de ser relevantes, por ejemplo, el dibujante de planos. O, por ejemplo, ya nadie hace cálculos a mano desde que está la calculadora. Efectivamente, se transforma el mercado laboral y ciertas profesiones cambiarán su formato usual. Cada vez será más necesaria una alfabetización y comprensión de cómo funcionan estas tecnologías para integrarlas.

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Por otro lado, fotos trucadas siempre hubo. Ahora, hay métodos nuevos para construir imágenes con mucha más facilidad. No es que, antes de la IA, una foto era un gran documento inalienable. Dall-e es un sistema que crea imágenes a partir de descripciones lingüísticas y está online hace un año, por lo menos, y resulta divertido jugar con él, generando imágenes a partir de descripciones. Por ejemplo, un pibe creó imágenes con las letras de Los Redondos. Esto no invalida el rol de fotógrafos, para nada, sigue habiendo una necesidad de recuperar imágenes del mundo para comunicar gráficamente cosas. Sólo que ahora tenemos nuevas maneras de producir esos productos, lo mismo pasa con la capacidad de producir textos.

—A raíz de la imagen creada con IA del papa Francisco con camperón, Hernán Brienza posteó: “Hace unos días escribí que con la IA entrábamos en un mundo -ya no de la posverdad- en el que el valor mismo de la verdad no tiene importancia. Posiblemente sea el signo de los tiempos: un mundo sin importancias. Todo análisis político que no parta del impacto de la IA ha quedado obsoleto”. ¿Qué reflexiones podés aportar respecto de este debate? 

—Emerge un diagnóstico de algo que ya se sabe hace tiempo, pero que se ve más claro a partir de eso. Comparto lo que dice Brienza; que toda política actual, toda forma de interpretación subjetiva tiene que partir del hecho de que las IA son una forma de mediación, que tiene su propia capacidad de agencia y debe ser entendida en esa clave. No hay ninguna transparencia, pero eso no significa que no haya verdad. La verdad está mediada por una tecnología, no atenta contra la verdad, da nuevos formatos y técnicas que pueden servir para resaltar formas de la verdad o para ocultarla y mentir. Decir la verdad siempre fue una técnica e implicó una manera de pensar y construir esas verdades; hoy, eso se transforma también. Y así como hay muchas formas de mentir, hay otras formas de resaltar, decir y entender las nuevas verdades de este tiempo.

No suscribo una posición distópica o apocalíptica, si bien estamos en un mal momento, todas nuestras instituciones y espacios de reflexión política parten de supuestos que no son más ciertos y, a la vez, no son capaces de dimensionar las enormes posibilidades que estas tecnologías ofrecen en términos de una buena acción política y ética del discurso, y no de usarlas para mentir. Las posibilidades a futuro y de reconstruir proyectos emancipatorios dentro de este marco tecnopolítico, me parece, es uno de los desafíos más interesantes que enfrentamos.

Fuente de la información e imagen: https://latinta.com.ar

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Demonización de la nueva malla curricular

Por: Drina Ergueta

Algunas organizaciones de padres y madres de familia han decidido rechazar la nueva malla curricular educativa que, bajo interpretación libre, interesada e ideologizada -tal como se analiza en este artículo-, está siendo demonizada a través de las redes sociales en lo que toca a la “educación sexual integral”. De esa forma, respaldan al magisterio que inicia movilizaciones con una serie de demandas añadidas.

“Rezo todos los días para que a mi niña de cinco años no le muestren imágenes pornográficas en el colegio”, dice una mujer representante de padres y madres de familia en la ciudad de Santa Cruz. No se refiere a imágenes que corren por internet entre el alumnado, no. Se refiere a imágenes que el profesorado podría enseñar a ese alumnado gracias a la nueva malla curricular que enseña “la ideología de género”, “la despatricarcalización y la descolonización”.

Así, con confusión de conceptos, juntos y revueltos, este discurso se difunde por las redes y no es el único: también se explica cómo se cambiará la lógica “natural” de la división sexual entre hombres y mujeres, incluyendo una serie de variantes “aberrantes” y llaman a la movilización en defensa de la infancia y la juventud sana. Por ello, se suman a la protesta del magisterio. Aquí se intentará desmenuzar y analizar uno de los discursos, el de esta madre (a quien no mencionamos porque lo relevante es su discurso), que circulan, además, en un momento clave.

Esas instituciones naturales

“La familia es la institución por naturaleza que ha estado mucho antes incluso de la política”

La familia es evidentemente una institución y eso quiere decir que es algo socialmente creado, instituido y que tiene una relevancia en la sociedad porque permite que ésta funcione tal como está consolidada; sin embargo, no es por naturaleza. Esa idea viene fundamentalmente del pensamiento religioso judeocristiano y asentado en la Modernidad y el mundo occidental. La Antropología tiene una rama enorme de estudios del parentesco que demuestran que en distintas sociedades puede haber distintas formas de organización parental (y maternal), donde el padre, la madre y su descendencia no es el centro. Por otra parte, actualmente, la familia tradicional está dejando paso a la familia diversa y extendida a más personas que la incluyen.

Respecto de la política, ésta forma parte de la vida de las sociedades humanas desde que nuestra especie apareció porque tiene que ver con la forma de gestionar el poder.

Pérdida de la patria potestad

“El Ministerio de Educación está cimentado sobre la idea de que van a despatriarcalizar y descolonizar a toda la sociedad y eso es un atentado en contra de la patria potestad”.

“Por lo tanto, estamos en contra de que se apliquen este tipo de políticas de prevención porque están invadiendo incluso la vida privada de las familias. Somos las familias las que debemos educar a nuestros hijos en los valores y no el Estado”.

Despatriarcalizar tiene que ver con un proceso de eliminación del patriarcado donde, a su vez, expresa que el patriarcado es un sistema de opresión en el que toda la sociedad, sus instituciones, símbolos y organización de poder están constituidos para favorecer a lo masculino. Descolonizar se refiere al proceso de eliminación de rastros del poder colonial o de romper la influencia neocolonial en los territorios y pueblos invadidos y colonizados por las potencias europeas. Tiene que ver con la valorización de lo local en todos los aspectos.

Desde el gobierno actual se difunde los conceptos de “despatriarcalización y descolonización”, aunque hay sectores que ven que lo que lleva adelante es insuficiente, tanto en la lucha contra el patriarcado y sus violencias como en el enfoque de la descolonización. En todo caso la relación que se hace con la pérdida de la patria potestad está agarrada por los pelos.

Antes de la Modernidad, en Europa que es el referente para la cultura occidental y clases altas de pueblos conquistados, la patria potestad era total del padre (no la madre) respecto de hijos e hijas. Él era quien decidía el destino de su descendencia, tanto con quién se casaría o la actividad laboral que realizaría. La Modernidad da derechos a las personas y concretamente al individuo y es lo que hoy tenemos. Derechos que no son iguales para las mujeres, pero que adquiere fundamentalmente el hijo varón, y es por eso con la Modernidad nace el movimiento feminista que pide los mismos derechos que tienen los hombres.

Las leyes regulan los derechos y, principalmente en los estados de bienestar europeos y también en estados socialistas, el Estado asume mayor relevancia para el cuidado de sus ciudadanos, siendo así que norma un mínimo de cuidados para niños, niñas y adolescentes, como la obligatoriedad de su escolarización. En Bolivia esto no es estricto por sus limitaciones como Estado. También se establece que la paternidad o maternidad no da derecho a hacer lo que sea sobre la descendencia, la patria potestad da fundamentalmente responsabilidades sobre quienes la tienen y quien no es responsable la puede perder. Los niños y niñas son personas, no propiedad de nadie ni siquiera de sus padres, por el ello el Estado les debe proteger.

En todas las sociedades, todo Estado imprime los valores sociales hegemónicos y las personas se mueven en ese marco. La vida privada de las familias es algo relativo porque forman parte de una sociedad y las diferentes formas de pensar al interior se mueven dentro de un marco posible de esa sociedad. Puede haber disidencias y ello puede crear conflictos, lo que es normal en una sociedad viva.

Imagen de la madre que hace el discurso de rechazo a la nueva malla curricular.

Educación sexual, “esa aberración”

“La educación sexual integral es la aberración más fuerte que podemos tener en la malla curricular, detrás de las políticas que nos plantean de que vamos a poder solucionar los temas de los abusos en niños y adolescentes vienen una mucho peor, que al final el remedio es peor que la enfermedad”.

“Lo que queremos es dejar en claro que la violencia no es estructural, es circunstancial, dejar en claro es que la educación sexual integral viene a corromper la inocencia de nuestros hijos y les dejará un daño en su mente y su educación que será irreparable”.

Antes de entrar en este tema, habría que preguntarse: ¿Qué sentido tiene que desde el Estado se pretenda “pervertir” a la niñez? La respuesta es que simplemente es una idea absurda.

Nos guste o no, los tiempos cambian y la forma de relacionarse en el aspecto afectivo también: las familias hoy son diversas, las relaciones son “fluidas”, la sexualidad es más abierta, las opciones sexuales aparecen en todas las series de televisión ¿Es posible, entonces, encerrar a hijos e hijas en casa y taparles los ojos y oídos? Todo eso les llegará y el problema está en cómo lo hará. Por eso, el hecho que desde la escuela se enseñe de manera correcta y cuidadosa, evidentemente, es una necesidad y una gran ventaja. Lo que habría que pedir y vigilar es que lo hagan con parámetros de calidad.

Los maestros no necesitan mostrar al alumnado imágenes pornográficas, ya que gran parte de niños y niñas de 12 años ya han visto pornografía por internet, entonces hay que guiarles. Esa visión de pornografía, de la que no se escabullirá prácticamente ningún hijo o hija, con seguridad, enseña formas violentas de relación sexual y normaliza las violaciones. Por otra parte, a partir de esa edad son especialmente vulnerables para ser captados por pederastas o redes prostituyentes a través de internet. Deben estar advertidos y saber actuar.

La falta de educación sexual se observa en el alto índice de los embarazos adolescentes en Bolivia, muchos de ellos producto de violaciones. La prevención, la enseñanza es necesaria. Finalmente, el acoso y discriminación a quienes tienen otras opciones sexuales se inicia desde muy temprano, es algo que también hay que evitar.

Todas estas violencias son estructurales y son parte del patriarcado porque las producen personas, fundamentalmente hombres, que responden a esas condiciones favorables para que las cometan.

Alfred Kinsey y Judith Reisman

Las fuentes científicas

“Los padres hemos investigado y analizado esta situación en varios países y nos hemos dado cuenta que esta filosofía nace con Alfred Kinsey, sexólogo en boga, que ha lanzado la Tabla 15, que nos dice el nivel de sexualidad u orientación sexual que ellos se pueden encontrar, si son heterosexuales, homosexuales, bisexuales, etc”.

“Esta educación sexual integral que viene cimentada por Alfred Kinsey y que viene abalada por medio de un experimento que hizo este señor, en el libro ‘El desarrollo sexual del ser humano”, la persona que lo leyó puede constatarlo. Hizo experimentos para constatar que los seres humanos disfrutamos de los orgasmos desde que nacemos. Tiene unas tablas en sus libros en que se estimulaban a menores de edad desde los cinco meses. Se puede apreciar también que hay un niño de 4 años que fue estimulado durante 24 horas”.

“Dice Judith Reisman, una escritora y activista en contra de la pornografía y de la educación sexual integral que vive peleando por estos derechos que nos corresponden a los padres esta enseñanza, que ‘toda educación sexual es pornografía progresiva’”.

Kinsey no es cualquiera y no es que esté en boga, es un biólogo considerado el padre de la sexología y a partir de él estos estudios se han desarrollado. Plantea que casi nadie tiene una orientación sexual 100% definida y para ello utiliza un escala. Esta afirmación levantó mucho revuelo. Para sus estudios hizo miles de entrevistas, incluidos pedófilos lo que generó una serie de cuestionamientos (en su tiempo, hoy sería algo normal y necesario para un estudio de ese tipo) y entre las personas que más lo criticaron está Judith Reisman, quien luego de que él muriera lo denunció, pero ante una demanda legal lo retiró. En todo caso, ella es una de las fuentes científicas de los movimientos del fanatismo religioso. A quien le interese este tema con seriedad, puede buscar en Google académico: “Janssen, Diederik F. Kinsey, el ‘desarrollo sexual’ y la angustia americana por la infancia. Anuario, 2008, p. 59” u otros.

Reisman también es conocida por su postura anti-pornografía, aunque el fondo de su postura no es compartido por las feministas que rechazan también esta actividad. Ellas no centran la crítica en la moralidad, sino que señalan que se trata de explotación sexual de mujeres, adolescentes y niñas y niños; que se les trata como objetos y se les degrada, humilla y violenta; que los vídeos e imágenes están dirigidas a un público masculino; y que el contenido normaliza prácticas de dominación y cosificación hacia las mujeres en el acto sexual, lo que puede conducir a ejercer violencias hacia las mujeres. Existe una parte del feminismo que no rechaza la pornografía siempre que ésta trasmita otro tipo de condición, de igualdad y desde los deseos femeninos, en las relaciones.

El uso de estas fuentes en el discurso que se analiza muestra que detrás hay una ideología (evidentemente siempre hay alguna) que está relacionada con los movimientos considerados de fanatismo religioso cristiano, ya que son en éstos donde circula dicho discurso y se dan por ciertas aseveraciones no siempre bien contrastadas científicamente.

Imagen de una de las movilizaciones del magisterio urbano.

El contexto y la oportunidad

Este tipo de discursos se dan cuando la Confederación de Trabajadores de la Educación Urbana de Bolivia plantea al gobierno lo que llama “cinco puntos fundamentales”, que son: presupuesto para el sector de educación, ítems nuevos, y reducción del déficit histórico (de los primeros dos puntos), nivelación de horas, un congreso nacional de educación para participar en las decisiones y rechazo a la nueva malla curricular 2023. Al no llegar a un acuerdo con el Ministerio de Educación, este sector determinó empezar una huelga de hambre este martes 28 de marzo y realizar un paro nacional de 48 horas este 30 y 31 de marzo. Además, los dirigentes agradecen el respaldo de grupos de padres y madres, con el simple criterio de cuantos más seamos, mejor.

Las razones del magisterio tienen que ver con las condiciones laborales, fundamentalmente, a las que se añade en uno de los puntos el contenido de la malla curricular, al que consideran “improvisado”. En lo práctico, todo docente se molesta porque le cambien los contenidos que debe enseñar, ya que implica que lo que tenía preparado ya no sirve y debe volver a elaborarlo y, en ese caso, a formarse para poder enseñar. En este sentido, posiblemente sea necesario un tiempo de adaptación. Además, demandan condiciones adecuadas para implementar los cambios.

En este contexto de movilización de maestros y maestras, surge el discurso (que se analiza) que se atribuye la representación de padres y madres de familia y que propone:

“¿Entonces qué podemos hacer los padres de familia? ¿Reunirnos en la Asamblea Legislativa y sólo pelear por los padres cruceños?, no me parece correcto. Nuestra lucha es a nivel nacional, estamos hablando con todos los padres de Bolivia”.

“Que sean los padres quienes, por ejemplo, salgan el día jueves a la rotonda y se manifiesten en contra de la malla curricular”.

Por un lado, estos grupos aprovechan la protesta del magisterio urbano nacional para mostrarse y difundir sus posturas conservadoras, que esperan sean a nivel nacional; por otro, al magisterio, que enarbola el conocimiento y la ciencia como bandera, al parecer, no le interesa el discurso con bastante fundamentalismo cristiano incorporado que hay detrás de ciertos grupos de padres y madres de familia con tal de que les respalden en sus demandas. Tendrían que marcar la diferencia.

La experta en Ciencias de la Educación, Mónica Olmos, en una entrevista en un medio de comunicación, señala que “cuando se leen los nuevos contenidos se puede advertir que se trata de una propuesta reflexionada que, en gran medida, intenta atender las recomendaciones del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) 2019 (que mide los logros de aprendizaje de estudiantes de sistemas educativos de América Latina y el Caribe). Varias de las observaciones y sugerencias de este estudio regional del currículo, llevado a cabo por el Laboratorio Latinoamericano de la Evaluación de la Calidad de la Educación (Llece) con sede en Santiago de Chile, que es parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), están reflejadas en estos aproximadamente 60 nuevos contenidos”.

Olmos, que es enfática en aclarar en las redes sociales que no es militante ni simpatizante del partido de gobierno, a quien más bien rechaza, señala que esta nueva malla curricular no es de ninguna manera improvisada.

El gobierno asegura que la nueva malla curricular, que de manera resumida se ha difundido en algunos medios, ha sido consensuada con 75 instituciones.

Fuente de la información e imagen: https://www.bolpress.com

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La educación que queremos | ¿Amor o adicción al conocimiento?

Por: Andrés García Barrios

«Conocer es lo mismo que amar cuando nos permite vernos a nosotros mismos y a los demás como un fin y no como un medio para algo».

En mi primer artículo de esta serie dedicada a La educación que queremos, prometí hablar algún día sobre el amor en la educación. Lo cierto es que no pensé que llegaría tan pronto el desafío: sin embargo, hoy me veo en la obligación de hacer por lo menos un primer intento. Explicaré por qué. En textos anteriores he propuesto que el fundamento de toda experiencia humana es la identidad de la persona, pero ahora me doy cuenta de que al pensar en ella (en esa identidad), ésta se me escapa por completo de las manos, de la misma manera que a todos se nos escapa ―no seré el primero en decirlo así― nuestra propia imagen en el agua.

¿Cómo puede mi identidad ―eso que me define― escapárseme? Hay algo raro en decir “yo soy” y no poder decir a qué me refiero exactamente. Tal vez bastaría con entregarme a la vivencia sin intentar explicarla, y sin embargo llevo una piedra en el zapato que me impide hacerlo. Se trata de algo que he mencionado también en textos anteriores, a saber, la reciente aparición de teorías científicas que dicen que nuestra tan llevada y traída identidad no es más que un efecto secundario de los procesos cerebrales (un efecto secundario y prácticamente inútil; sin decisión propia, dice el neurocientífico Joaquín N. Fuster en su libro Neurociencia, los cimientos cerebrales de nuestra libertad). Entrar en contacto con estas teorías me ha estremecido profundamente. Y me ha llevado ―después de un gran tormento intelectual, lo confieso― a aferrarme al claro sentimiento de que soy más que una especie de excrecencia de la mente, mucho más que un yo que ingenuamente cree que puede incidir sobre la realidad cuando lo único que hace es testificar, como pasivo observador, el entorno que lo rodea y los actos que ejecuta el cerebro.

El claro sentimiento

El vocablo amor tiene varias peculiaridades: es de los pocos que se ha mantenido intacto desde su precursor latino, Amor, que proviene del indoeuropeo Amma, que significa mamá (palabra que, como se puede ver, tampoco ha sufrido tantos cambios). Neil deGrasse Tyson, el famoso astrofísico que sucedió a Carl Sagan en la serie Cosmos, explica que el proceso evolutivo generó el sentimiento amoroso cuando aparecieron los mamíferos; es decir, que las mamás surgieron cuando por primera vez una animala amamantó a sus crías (la verdad es que, aunque las palabras mismas así lo sugieren, no puedo dejar de pensar que los pollitos también sienten amor por mamá gallina, amor que corresponde al que ella les da al incubar el huevo, como en un vientre exterior).

La palabra Amor también es una de las más manoseadas del idioma, de las más traídas y llevadas. Y así debe ser. Está hecha para eso, para que la usemos hasta el descuido, pues después de todo ―como el lector sabe― jamás ha perdido ni perderá su esencia. Ella misma es una esencia: una esencia más concreta que cualquier materia.

Sin embargo, es también una palabra que a quienes intentamos reflexionar de manera más o menos racional ( y que a veces queremos ser “poéticos”), nos molesta usar: ¡resulta muy poco teórica, muy poco “académica”! Y en cuanto a su poesía, por lo general suena cursi.

Quizás el problema con la palabra Amor sea que, para no mencionarla en vano, uno debe aludir a aquello que le da su valor esencial, y para eso no queda otra que mencionar también la más profunda tragedia humana.

El dolor de ser

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo…

Rubén Darío

Cuando tenía veinte años me propuse escribir un libro de poemas que parodiaría el muy famoso Odas Elementales del poeta chileno Pablo Neruda. El mío se llamaría Jodas Elementales (perdón por vocablo de tan fina estirpe) y hablaría de todas las cosas que podían atribular de forma cotidiana a un joven como yo. Recuerdo que el primer poema se titulaba Joda por ser uno mismo y empezaba diciendo, en franco tono de lamento: “Llevarse todo el tiempo, ¡todo el tiempo! ¡No ser más que uno mismo! ¡Pensar lo que uno piensa, decir lo que uno dice, sentir lo que uno siente! ¡No ser los otros nunca!” (el poema seguía así, gimiendo versos, mientras que el libro nunca fraguó y quedó sólo en intento).

Aquel lamento no era sino una forma de decir que a veces “no me aguantaba ni a mí mismo”, cosa que todos conocemos. Sin embargo, si algún lector llegara a compadecer a aquel joven que era yo, escuche ahora esa misma idea corregida y aumentada en belleza y dolor en una frase del poeta portugués Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego. Dice así: “Envidio a todos no ser yo”.

Sabemos que el dolor insondable que estas seis palabras expresan no se refiere solo a la interminable hilera de problemas que puede acarrear un individuo sino también a algo más profundo: al dolor típicamente existencial de ser uno mismo, de ser un yo que vive como si le hubieran separado de algo “esencial”, como si se hubiera desprendido de un suelo primordial y ahora estuviera cayendo en un pozo sin fondo, sin poder asirse a algo que le dé certidumbre (o que por lo menos le brinde un descanso, como a la maravillosa Alicia de Walt Disney, que, durante su caída inicial, se sienta a reposar un instante en una mecedora que también cae).

Incluso en condiciones no tan extremas como las de Fernando Pessoa, los seres humanos buscamos resolver ese sentimiento de búsqueda infinitamente inútil que a veces nos embarga (“sentimiento de completud/incompletud”, le llama Erich Fromm; también podemos decir que somos “una totalidad a la que algo le falta”, con palabras de Ortega y Gasset).

Nacer una y otra vez

 No somos seres materiales aprendiendo a ser espirituales
sino seres espirituales aprendiendo a ser materiales.

Atribuido a Pierre Teilhard de Chardin

El amor maternal nos rescata del primer dolor. El amor de la madre, y por supuesto también del padre (el amor maternal del padre: llamémosle así para explicarlo aunque sea de forma estereotipada), el amor maternal, digo, nos rescata del primer dolor, permitiéndonos recuperar un poco del apacible abrazo anterior al nacimiento, Así nos pone también por primera vez en contacto con ese sentimiento que un día sabremos que se llama “confianza”. El amor maternal nos enseña que podemos confiar en nosotros mismos. Simultáneamente, el amor que llamamos “paternal” (otra vez de forma estereotipada, pues también está en manos de la madre) nos enseñará a confiar en el mundo.

Algo que interesa sobremanera en el hecho educativo es que mientras el nacimiento y la infancia son etapas en que uno empieza a conocer el dolor y lo va admitiendo, la adolescencia da paso a la primera exploración de las maneras de enfrentarlo y hallarle una solución. La adolescencia es la etapa del viaje en que uno toma plena conciencia de que va cayendo y puede aprender a crear grupos de amigos para despeñarse todos juntos… o puede entrar en pánico e intentar huir.

El escape tiene muchas formas; ya sabemos, drogas, dinero, fama, poder, sexo, comida… pero también obsesión por las buenas calificaciones, la información, el conocimiento. Sí, incluso el conocimiento, la información y todo tipo de proceso racional pueden ser formas de huida, no muy lejanas a lo que llamamos adicción, que en latín significaba adherirse a alguien o a algo con un claro trasfondo de esclavitud. Creo que el vicio que se apodera de nuestra razón puede resumirse como ansia de verdad, o más precisamente ansia de certidumbre. El arquetipo de esta falla humana es el doctor Fausto, quien vende su alma al diablo para que éste le revele los misterios del universo.

Sí, el conocimiento, la razón, la ciencia, pueden despertar en nosotros una voracidad semejante a la de cualquier buen pan dulce. Y en nuestras manos ansiosas, ese proceso por demás loable llamado Aprendizaje para toda la vida puede convertirse en un placebo lleno de certidumbres, las cuales tenemos que estar renovando interminablemente, vorazmente, a riesgo de dejarnos en un vacío peor que el que sentíamos en un inicio.

El paracaídas

Así pues, aprender puede ser amor a la sabiduría o adicción. Creo que la diferencia está en que con el primero aprendemos verdaderamente a caer; es decir a soltarnos y a abandonar la ilusión de que aparezca de pronto una rama del conocimiento de la que podamos asirnos. Igual que en el caso del amor materno, enseñar es despertar confianza.

Cuando alguien nos enseña amorosamente lo que es la física, la química, la biología o cualquier otra ciencia o conocimiento, nos abre a una experiencia en la que podemos sentir la simpatía del mundo. Quizás ese era el sentido que daba Madame Curie a sus palabras cuando decía que: “En la vida no hay que temer nada, sólo comprender”.

Hay muchas cosas buenas en este mundo, pero todas empiezan por aceptar nuestro misterio.  Una vez que uno se coloca en ese punto, deja de huir y se deja caer. Entonces puede descubrir el paracaídas que trae puesto. Hablar aquí de “el paracaídas del amor” puede dejar ver lo cursi que soy (siempre he dicho que más que un intelectual soy un sentimental), así que mejor traeré a colación un gran poema que habla de lo mismo. Se trata de Altazor o el viaje en paracaídas de Vicente Huidobro, cuyo personaje central ha perdido su “primera serenidad”, y sin embargo descubre que puede alentar el descenso cayendo “de sueño en sueño”, meciéndose al ritmo de campanas/golondrinas (Golón… golón… drina, golón… trina), ante la quieta luz de los amantes (La montaña y el montaño con su luna y con su luno) y reconociendo a la mujer amada (¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos? ¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?).

Abrir el paracaídas amoroso es requisito indispensable para que aparezca la realidad.

Un fin que no termina

Conocer es lo mismo que amar cuando nos permite vernos a nosotros mismos y a los demás como un fin y no como un medio para algo. Sí, nadie es una vía para llegar a nada (yo no soy nunca “un medio”, ni siquiera para llegar a mi propio futuro).

Pero ¿cómo es posible que seamos un fin en sí mismo si un fin es justamente una conclusión, algo que después de una larga carrera se ha quedado quieto, y nosotros ―según lo dicho― vamos cayendo (con o sin paracaídas)?

Si después de todas estas disertaciones aún quedan lectores que me sigan, seguramente abandonarán este texto al escuchar mi respuesta: porque los seres humanos somos un fin que no termina nunca (ésta es, según yo, la parte fundamental de nuestro ser inexplicable).

Nuestra identidad ―ese “alguien” y no “algo” que somos― es tan real como insondable. No pertenece a ese tipo de cosas asibles y demostrables (ni siquiera a esas que la ciencia apuesta “a demostrar algún día”). El ser un “yo” y al mismo tiempo no poder asirme a mí mismo, es uno de los grandes misterios que la espiritualidad trata de resolver. Para el judeo-cristiano que suelo ser, todo se remonta a la pérdida de un estado inicial paradisiaco, a una caída. Para quienes sentimos así (aunque pensemos diferente), la caída no comenzó en este mundo y no es con explicaciones de este mundo que podremos entenderla.

Ni modo, ya sé que me estoy metiendo en teología, pero a estas alturas del partido es imposible no hacerlo. Y con “alturas del partido” me refiero a la desolación en la que muchos hemos caído por haber desterrado al amor trascendente de nuestras teorías ―ya sea por cursi o poco serio― y tratar de explicar el misterio humano con disertaciones áridas, entre las cuales las más “humanas” reconocen que somos islas de certeza en océanos de incertidumbre, pero todavía intentan rescatarnos con complejas explicaciones (véanse la teoría de la complejidad de Edgar Morin); otras de esas disertaciones proponen que cada quien es dueño de su verdad y que eso nos da sentido (véase la filosofía posmoderna, en cuyo caso las explicaciones no son complejas sino múltiples e impermeables unas a otras). También hay ideas francamente inhumanas, como esas que he mencionado y que afirman que sólo somos efectos secundarios de los procesos cerebrales.

Amor y conocimiento

Es la posibilidad de reunir amor y conocimiento lo que hace que la caída se vuelva algo vital y trascendente. En otras palabras, es la posibilidad de “ir más allá de la razón sin perder la razón” (como dice el filósofo Karl Jaspers) lo que nos permite caer en paz en la plenitud del misterio, y sustituir el ansia de certidumbre por ese otro tipo de experiencia que Albert Einstein describe en su respuesta a cierto crítico literario que no podía creer que el descubridor de la relatividad fuera religioso: “Si, puedes decir que lo soy. Intenta penetrar con nuestros limitados medios en los secretos de la naturaleza y encontrarás que, detrás de todas las leyes y conexiones discernibles, permanece algo sutil, intangible e inexplicable. La veneración de esta fuerza que supera todo lo que podemos comprender es mi religión. En ese sentido soy religioso.”

Espero, con todo lo anterior, haber mostrado ―al menos un poco― cómo participa el amor en la educación que quiero. Seguiré haciéndolo en textos subsecuentes, no porque crea que con mis palabras puedo rozar siquiera las alas del amor (habíamos quedado, más bien, que era un paracaídas, ¿verdad?) sino porque si algo tengo claro es que hablar de educación sin hablar de amor es imposible.

Fuente de la información: https://observatorio.tec.mx

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La inteligencia artificial en la encrucijada: qué hay detrás del ruido sobre ChatGPT

Por: Pablo Jiménez Arandia

La popularización y el hype en torno al software generador de textos ha llevado los riesgos de la IA al debate público. Voces expertas reclaman que su desarrollo se aleje de una vez por todas del afán de lucro.

“Creemos que la inteligencia artificial prácticamente no tiene límites cuando de hecho es extremadamente limitada”. Ramón López de Mántaras describe así en un artículo reciente qué podemos esperar de una tecnología que desde hace semanas está en boca de todos. De Mántaras no es precisamente un cualquiera: el científico catalán, profesor del CSIC, investiga este campo desde la década de 1970 y ha sido premiado por asociaciones de investigadores en todo el mundo. “Y lo que es muy importante: [la IA] no tiene nada que ver con la inteligencia humana”.

En noviembre pasado la compañía estadounidense OpenAI lanzó la última versión de ChatGPT, un software de generación de textos al que cualquiera puede acceder sin coste aparente —los usuarios sí han de ceder a la empresa datos como su edad o teléfono móvil, además de la información ofrecida durante la conversación—. A partir de la pregunta o indicación adecuadas, la herramienta es capaz de devolver un texto generalmente bien escrito y coherente. Aunque si la charla se complica es fácil que el programa caiga en errores en sus respuestas.

La popularización de estos robots conversacionales plantea muchas preguntas. Muchas de ellas tienen que ver con sus riesgos, pero también con sus limitaciones. ¿Tienen algo de inteligentes estos programas informáticos?
Desde su lanzamiento los usuarios mundiales de este programa se han disparado. También los titulares en los medios de comunicación especulando sobre las supuestas capacidades de este producto para replicar la inteligencia y creatividad humanas. Algunas empresas incluso han justificado despidos bajo el argumento de que esta rama de la IA puede ya llevar a cabo tareas hasta ahora hechas por trabajadores de carne y hueso.

Las grandes tecnológicas de Silicon Valley están tirando del carro de esta perfecta campaña de marketing. Microsoft, tras inyectar 10.000 millones de dólares en OpenAI, ya ha anunciado que integrará ChatGPT en su buscador Bing. Mientras que Google hará lo mismo con Bard, su propio chatbot generativo. Su objetivo, según han declarado, es ir incorporando versiones de esta tecnología a otros de sus servicios, desde el correo electrónico a los procesadores de texto que diariamente usan millones de personas en todo el mundo.

Los riesgos de los “loros estocásticos”
La popularización de estos robots conversacionales plantea muchas preguntas. Muchas de ellas tienen que ver con sus riesgos, pero también con sus limitaciones. ¿Tienen algo de inteligentes estos programas informáticos?

Citando al filósofo de la ciencia Daniel Dennet, De Mántaras explica que lo que ChatGPT y otras herramientas similares tienen “no es inteligencia sino habilidades sin comprensión”. Estas habilidades se podrían comparar por ejemplo con el montaje de un tren de juguete en el que hay que acertar la posición en la que va cada vagón del tren que queremos ensamblar.

Softwares como ChatGPT son muy buenos combinando secuencias de palabras a partir de la probabilidad de que tenga o no sentido ubicarlas en un lugar determinado de la frase. Pero carecen de referencia alguna sobre el significado de cada una.

Son por tanto sistemas —en palabras de De Mántaras— “muy hábiles llevando a cabo tareas concretas” pero que no comprenden nada sobre la naturaleza de estas tareas, “debido a la ausencia de conocimientos generales sobre el mundo”. Esta habilidad para encadenar palabras se construye a partir de patrones detectados en la ingente cantidad de información con la que estos programas han sido entrenados.

Softwares como ChatGPT son muy buenos combinando secuencias de palabras a partir de la probabilidad de que tenga o no sentido ubicarlas en un lugar determinado de la frase
En 2021 varias investigadoras publicaron un artículo sobre los peligros de estos modelos de lenguaje, a los que bautizaron como “loros estocásticos”. O lo que es lo mismo, máquinas capaces de repetir aquello que han observado muchas veces, pero sin atender a su veracidad.

En el texto las autoras, entre otras recomendaciones, exigían un mayor cuidado al trabajar las bases de datos con las que estos algoritmos se construyen y no volcar en ellos toda la información presente en Internet —precisamente lo que hace ChatGPT—. O realizar pruebas controladas de los sistemas antes de abrirlos al público, para asegurarse de que su uso no infringe daños o va en contra de los valores éticos de quien lo impulsa.

En las últimas semanas, al mismo tiempo que la IA generativa ganaba terreno en las conversaciones en el ascensor, el trabajo o el bar, se ha sucedido también un goteo de historias inquietantes en torno a la utilización de estos programas.

En EE UU, un profesor universitario explicó a comienzos de abril a The Washington Post cómo se sintió después de que ChatGPT le acusara de haber abusado de un alumno en un viaje de estudios. Algo que, en el mundo real, nunca ocurrió. El programa incluso usó como fuente de su acusación un artículo del citado medio. Un artículo, de nuevo, que nunca ha existido. “Fue bastante escalofriante”, aseguró el docente. “Una acusación de este tipo es increíblemente dañina”.

Su capacidad para vestir como cierta información engañosa o directamente falsa no es la única preocupación en torno a estas tecnologías. También lo es el impacto que su uso pueda tener en contextos determinados o frente a personas vulnerables. En Bélgica, un ciudadano se quitó la vida después de mantener largas conversaciones con un bot de IA que le envió mensajes confusos.

El argumento habitual de las tecnológicas creadoras de estos productos es que estamos todavía ante modelos en fase de desarrollo, cuya precisión y fiabilidad irá mejorando con su uso. Pero cada vez más voces piden que en ese mientras tanto los gobiernos fijen límites o directamente prohíban su uso.

Italia ha sido el primero en Europa en bloquear el uso de ChatGPT en su territorio, mientras investiga si el tratamiento que la aplicación hace de los datos de sus usuario
Este último paso es el que ha tomado la agencia italiana de protección de datos. El país transalpino ha sido el primero en Europa en bloquear el uso de ChatGPT en su territorio, mientras investiga si el tratamiento que la aplicación hace de los datos de sus usuarios —y que sirven para su entrenamiento— se ajusta a la ley europea.

Entre otros argumentos el regulador alega que la información suministrada por la aplicación no siempre es verídica —lo que ”da lugar a un tratamiento inexacto de los datos personales”— y critica que no haya un control real de la edad de los usuarios que la utilizan, abriendo la puerta a “la exposición de los menores a respuestas totalmente inadecuadas con respecto a su nivel de desarrollo y autoconocimiento”. A pesar de que OpenAI desaconseja su uso entre menores de 13 años, cualquiera puede acceder a la aplicación.

España podría seguir los pasos de Italia en las próximas semanas. La agencia española de protección de datos (AEPD) ha pedido a la Unión Europea que evalúe las implicaciones de ChatGPT en la privacidad de los usuarios. La AEPD entiende que las operaciones de procesamiento global que “pueden tener un impacto significativo en los derechos de las personas y requieren decisiones coordinadas a nivel europeo”, señaló un portavoz de la agencia.

¿Qué camino seguir?
El debate sobre cómo aplacar los riesgos de la IA no es nuevo. Desde hace años investigadores, activistas y comunidades afectadas por estas tecnologías alertan sobre sus peligros. Estos no se reducen a los errores o imprecisiones que el software pueda cometer, sino que incluyen cuestiones relacionadas con las decisiones humanas detrás de su diseño y quién toma éstas —casi siempre grandes corporaciones occidentales en busca del máximo lucro—.

Los efectos negativos de la IA han sido ampliamente documentados. Y van desde el deterioro de los derechos laborales de trabajadores en todo el mundo a la datificación de los sistemas de control en las fronteras que castigan a la población migrante. Los gobiernos también usan herramientas de este tipo para castigar a las capas sociales más pobres y policías y empresas insisten en utilizar el reconocimiento facial, una técnica poco precisa que discrimina a las personas por su origen étnico.

A finales de marzo la controvertida organización Future of Life Institute publicó una carta abierta reclamando una pausa de “al menos seis meses en el desarrollo y pruebas de sistemas de IA más poderosos que GPT4”, la última versión del popular algoritmo. La misiva, que ya lleva cerca de 20.000 adhesiones, incluyó la firma de un variado grupo de personalidades. Entre ellas la del segundo hombre más rico del mundo, Elon Musk, uno de los fundadores e inversores de OpenAI. De Mántaras, además de otros muchos investigadores de prestigio, también figura en la lista.

Los firmantes reclaman un desarrollo seguro de estas herramientas y que no se abran al público hasta garantizar que sus efectos serán positivos para la ciudadanía global. Y advierten de la “carrera sin control” en la que han entrado los grandes laboratorios de IA para crear “poderosas mentes digitales que nadie —ni siquiera sus creadores— puede entender, predecir o controlar de forma fiable”.

La carta en cuestión ha sido ampliamente recogida en medios de comunicación de todo el mundo. Pero también ha recibido matizaciones y críticas desde algunas de las voces que más tiempo llevan remando a favor de un desarrollo ético de la IA.

The Distributed Artificial Intelligence Instiute (DAIR), fundado por la investigadora Timnit Gebru —ex miembro del equipo ético de Google, de donde fue despedida por sus denuncias contra la discriminación de la compañía, y una de las autoras del artículo sobre los “loros estocásticos”—, ha respondido criticando que la carta alimenta “el alarmismo y el hype” en torno a estas herramientas y deja de lado los “daños reales” que el despliegue de estos sistemas ya infringe en la actualidad.

Desde diversos sectores atribuyen a estos chats conversacionales una autonomía que, por ahora, no tienen. “La responsabilidad no recae en los artefactos, sino en sus creadores”, argumentan
Para Gebru y el resto de autoras el lenguaje utilizado en la carta “infla las capacidades de los sistemas automatizados y los antropormofiza”, engañando a la gente “haciéndole creer que hay un ser sensible” detrás de estos modelos. Esto “induce a confiar acríticamente en los resultados de sistemas como ChatGPT” y les atribuye una autonomía que, por ahora, no tienen. “La responsabilidad no recae en los artefactos, sino en sus creadores”, argumentan.

“La actual carrera hacia ‘experimentos de IA’ cada vez más potentes no es un camino preestablecido en el que nuestra única elección es la velocidad a la que correr, sino un conjunto de decisiones impulsadas por el afán de lucro. Las acciones y decisiones de las empresas deben estar reguladas para proteger los derechos e intereses de las personas”, concluyen.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elsaltodiario.com

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¿Todo iba a cambiar en la escuela?

Por:  

Se dijo que después de la pandemia sería distinta la educación. Que una vez terminado el prolongado confinamiento y como resultado de las estrategias, diversas en sus modalidades y eficacia, para intentar sostener vínculos con la escuela cerrada, no volveríamos a lo mismo. ¿Ha sido así?

Por lo que sabemos hasta hoy, el cambio y la permanencia se han combinado —como es normal que acontezca en los procesos sociales— y ha sucedido de maneras diferentes, aunque probablemente ha habido un elemento que no ha variado, o lo ha hecho muy poco.

Por supuesto, no ha ocurrido lo mismo en los distintos niveles escolares ni en todas las condiciones que la desigualdad socialy educativa produce en nuestro sistema escolar, pero se pueden expresar algunas tendencias que se advierten, sobre todo, en los niveles en que los y las estudiantes tienen mayores grados de libertad.

Desde el punto de vista de quienes van a estudiar, ocurren al menos cuatro actitudes: ir a los planteles o preferir modalidades a distancia, a las que se suman asistir sin entrar a clases o hacerlo por un rato y retirarse, o un retorno a los establecimientos y las aulas de manera “normal”.

Las experiencias derivadas de la temporada no presencial, a mi juicio, generan estas modalidades. Para una proporción de estudiantes, regresar ha sido muy valorado porque, afirman, no hay como las relaciones cara a cara, pero para otra cantidad —no menor— la vivencia de la escolarización remota, además de reducir los costos de todo tipo que implica el desplazamiento, les parece equivalente, e incluso mejor que la asistencia física.Quienes aprecian el retorno como algo positivo, lo hacen privilegiando la relación con sus amistades en un entorno distinto al de sus hogares e inmediaciones, por ser más ancho, agradable, libre y seguro, y el subgrupo que ha vuelto a la asistencia esperada: “tomar” clases como antes, a veces por un rato (encuentran imposible o muy incómodo estar una hora, o más, sentados escuchando una perorata y, a veces, trabajando aburridos en grupos) o de la forma tradicional: asiduos, puntuales y atentos durante los lapsos programados.

Por otro lado, no son pocos ni pocas las y los profesores que consideran más efectivo y cómodo continuar con las actividades a distancia, pues estiman que las posibilidades de aprendizaje son idénticas o mejores, y tampoco es un conjunto vacío quienes prefieren la relación remota pues les permite realizar otras actividades en lugar de perder el tiempo en ir a los planteles: preferirían trabajar desde “la comodidad de su hogar y hacer otras cosas que valoran más.

Hay aprendices y mentores que opinan que se pueden combinar las modalidades, dado que una asesoría personal, digamos, no requiere lo presencial, pero las actividades en un laboratorio de química o en el salón de artes plásticas sí.

Valgan, sin pretender abarcar todas las posibilidades, estos ejemplos para advertir la variabilidad de actitudes entre las personas involucradas, con distintos roles, en la escuela. Hay que atender y entender lo que significa.

Y, sobre todo, tomar en cuenta que, en general, lo que no ha variado es la modalidad escolar previa, heredera acrítica de muchas décadas: la escuela —de la primaria al posgrado— solicita que todo regrese a como era antes. ¿No es momento de hacernos cargo que, luego de lo sucedido, es menester pensar en modificar la experiencia educativa escolarizada y la actividad docente? No poco está en juego en este dilema. ¡Vaya reto imprescindible! Y urgente.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. mgil@colmex.mx @ManuelGilAnton

Fuente de la información: https://revistaaula.com

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Educación para una América unida y desarrollada

Por: David Auris Villegas

 

La educación es un poderoso instrumento para el desarrollo social y realización humana y, es clave para erradicar la pobreza, la desigualdad y la exclusión social en nuestra América. Para construir un futuro sostenible y esperanzador, es forzoso invertir en una educación que promueva el desarrollo económico, social y tecnológico, con la finalidad de erigir una América unida y próspera, de no hacerlo, perpetuaremos nuestro naufragio entre la inequidad y la pobreza.

En ese sentido, el 14 de abril de cada año, celebramos El Día de las Américas y tiene como objetivo, promover la unidad y la cooperación entre los países del continente, pero, en la realidad, no hemos cimentado una sola América y como tampoco tenemos una agenda común de desarrollo que, en cierta manera, hace inviable un futuro compartido.

Desde entonces, el Día de las Américas, es un espacio para reflexionar sobre los desafíos que enfrentamos, dado que contamos con dos hermanos mayores, Estados Unidos y Canadá, quienes están en la obligación moral de liderar la cooperación y la transferencia tecnológica a través de la educación al resto de los países, para construir un sólido continente, así como ha logrado consolidar la comunidad europea, de lo contrario nuestro sueño común se convertirá en pesadilla y fragmentados seremos blanco fácil en estos tiempos de alta desconfianza entre países.

Otro de los desafíos, en América Latina, es la polarización política, la gobernanza y la democracia, debido a la inestabilidad política manchada de corrupción que asola al continente, en países como el Perú, con dos expresidentes presos y una Venezuela en bancarrota en nombre de una política del despilfarro, por lo que es perentorio que los gobiernos de cada país, impulsen educación para todos, más allá de ideologías políticas que solo han empobrecido y dividido al continente.

Asimismo, como consecuencia de la corrupción, florecen la delincuencia, el narcotráfico y la migración, que están esparciendo dolor y más pobreza en casi todos los países, por lo que es urgente endurecer las leyes para sancionar a los desadaptados, antes que los malos se apoderen de los gobiernos y envilezcan a nuestra región.

Ahora bien, si es posible asumir estos retos, porque somos una sociedad joven que poseemos sueños y enormes riquezas naturales y, a través de una educación digital, es viable redibujar el rostro de América, como dice Rebeca Grynspan, la educación debe desarrollar las habilidades en todas las personas para construir una sociedad desarrollada.

En resumen, en El Día de las Américas, es significativo reflexionar desde los gobernantes hasta el hombre común, sobre la importancia de la educación científica, como una herramienta para construir una América desarrollada, unida y próspera, con una agenda compartida y libre tránsito desde Alaska a Tierra de Fuego.

© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.

Fotografía: Banco mundial

Fuente de la i9nformación: https://insurgenciamagisterial.com

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De La Sobrexplotación Magisterial A Los Microfascismos En La Escuela

Por: Marcelino Guerra Mendoza, Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro

El crimen de Norma Lizbeth[1] ocurrido hace unas semanas, ha desatado un sinnúmero de reflexiones y análisis sobre lo que está sucediendo al interior de las escuelas en la actualidad. No es solamente la secundaria del estado de México; también en planteles de Veracruz, Puebla, Michoacán, Guanajuato, Morelos, Zacatecas y demás entidades federativas, es común que ocurran actos de violencia similares, no solo en secundaria, también en primaria y educación media superior.

Desafortunadamente, los casos se invisibilizan, no trascienden y es imposible seguirlos, en gran parte porque la lógica para gestionar la violencia en el sistema educativo es precisamente ésta: ocultar, mirar hacia otro lado, banalizar lo ocurrido en el territorio escolar esperando que los hechos sean sepultados por el olvido.

Desde la tribuna de palacio nacional, el titular del ejecutivo federal alienta esta banalización moralizando el tema: “Es muy importante que no se desintegren las familias y que no abandonemos nuestras costumbres, nuestras tradiciones, que no aceptemos una malentendida modernidad de que ya nuestros padres son mayores y tienen ideas conservadoras o son anacrónicos y que ahora la buena onda es el destrampe y los excesos y los antros” [2]. Sin ningún asomo de preocupación o interés para actuar concreta y contundentemente por parte del Estado que representa, sin aludir a la responsabilidad de las autoridades educativas nacionales, estatales y municipales al respecto y cuando es él quien desde la tribuna, incita a la violencia contra los “conservadores”.

La reproducción de las múltiples violencias ocurre en todas las instancias del Sistema Educativo Nacional involucradas, comenzando por un modo de gestionarlas que las oculta e invisibiliza. Como lo hemos dicho en otros Cortos, las respuestas comunes son: “son casos aislados”, “es cuestión de adolescentes”, “las familias no están educando”, “los valores se pierden”; las acciones habituales, una vez ocurridos los hechos, son llamar a las partes involucradas -aunque estén involucrados muchos- y suspender a quienes participan de la violencia. Son remedios para aparentar que se hace algo; la violencia no cesa, continuamos siendo testigos de hechos irreparables en las escuelas, cada día más cercanos al crimen y la muerte.

Pensamos que las condiciones en que trabajan los docentes, cada día más deplorables, es una línea de análisis importante para explicar por qué para las maestras y maestros, es cada día más difícil contener las múltiples violencias que ocurren en las escuelas. ¿Cuáles son las características del contexto escolar que contribuyen a mantener esta situación? Trataremos de desmenuzarlas enseguida.

Comenzaremos por recordar la situación de sobre explotación de la magisteria durante el confinamiento debido a la pandemia, ejemplifica y muy bien, la intensa carga de trabajo a la que se encuentra expuesta y es cada vez mayor. La SEP nunca tomó en cuenta todo el trabajo que realizaron maestras y maestros a lo largo de un año y medio para salvar los ciclos escolares 20-21 y 21- 22; no solo desconoció este esfuerzo, tampoco emprendió acciones ni destinó recursos para mejorar sus condiciones laborales y económicas; con las escuelas cerradas, las jornadas de trabajo del magisterio se extendieron notablemente, mucho más en el caso de las maestras que son madres.

Pese a trabajar en circunstancias completamente adversas para mantener la cercanía, vínculos pedagógicos y el tejido social mediante la atención y cuidado hacia los estudiantes y sus familias, hoy continúan desvalorizados, con una carga de trabajo creciente, hacen cada vez más actividades a cambio del mismo salario. Pongamos por caso a las maestras de primaria; su salario es de aproximadamente nueve mil pesos mensuales por trabajar cinco horas y media diarias de lunes a viernes. Evidentemente, estamos hablando de la jornada formal, siempre insuficiente para terminar los pendientes, por lo que terminan llevándose el trabajo a casa, sin ningún ingreso económico adicional. De esta forma, la jornada se duplica o triplica, invadiendo los periodos de descanso obligatorio, cumpliendo otras funciones más allá del trabajo de enseñanza frente a grupo o atención a los estudiantes.

El sistema educativo exige a las maestras atender ocurrencias, imposiciones tales como desahogar agendas para las sesiones de los consejos técnicos programadas para todo el ciclo escolar, dedicar tiempo a evaluar a los estudiantes, subir calificaciones a una plataforma como parte de la supuesta descarga administrativa -recarga administrativa, como se le conoce en el argot magisterial-; elaborar planeaciones didácticas semanales, aplicar evaluaciones estandarizadas diseñadas ahora por MEJOREDU, organizar y conducir reuniones con las madres de familia o tutores del alumnado, administrar programas de infraestructura, asumir comisiones y formar parte de comités, resolver problemáticas de operación cotidiana, de infraestructura escolar etc. etc. etc.

En este ciclo escolar, como parte del proceso de cambio curricular que impulsa la SEP, se suman obligaciones adicionales, como es el co-diseño para la elaboración de programas analíticos. Y aunque todavía no ha comenzado la aplicación del nuevo Plan de Estudios 2022, existen autoridades que, sin ninguna claridad sobre su contenido y desconociendo el proceso de apropiación, han impuesto agendas de trabajo adicionales en días de descarga administrativa, e incluso han comenzado a solicitar a las maestras la entrega de dichos programas ya terminados.

Desde hace algunos años, las maestras tienen que revisar materiales y preparar “productos” a presentar en las reuniones de Consejo Técnico que se llevan a cabo el último viernes de cada mes. En el actual ciclo 22-23 y por determinación de la SEP, en los días destinados al Consejo Técnico, una parte de la jornada se dedica a actividades de formación continua sobre el nuevo Plan de Estudios, la otra a revisar los avances del Programa Escolar de Mejora Continua que elaboraron al inicio del ciclo escolar y a atender las problemáticas propias de cada escuela, entre las cuales estarían precisamente, las relativas a las múltiples violencias.

En resumen: en la magisteria se depositan cada vez más y más responsabilidades, por tanto, son exigidas a realizar un número creciente de actividades. No se trata únicamente de una intensificación de actividades dentro de la escuela, sino de la extensión de la jornada de trabajo formal reflejada en las múltiples tareas que realiza la magisteria fuera del lugar y horario de trabajo, que sin duda representan un cuantioso número de horas extras de trabajo que convendría contabilizar, y así saber a cuántas horas asciende la jornada real.

¿Qué tiene que ver todo esto con las múltiples violencias que ocurren en las escuelas? Veamos: si por la vía de los hechos se ha intensificado y extendido el trabajo de las maestras hacia una multiplicidad de responsabilidades y tareas, no es difícil imaginar sus consecuencias: sometidos a una sobre explotación que se ha vuelto estructural, no es de extrañar que estén en consecuencia agotadas, desgastadas, desmotivadas, desencantadas, enfermas, como cualquier otro trabajador en estas condiciones. ¿Cómo pueden reconocer y atender a tiempo las señales de las violencias que siempre emergen mucho antes de que se conviertan en tragedias?, ¿Cómo pueden ser sensibles a las señales de riesgo a la integridad física y psicológica de sus estudiantes cuando ellos mismos se sienten vigilados y sometidos todo el tiempo a presiones del propio sistema educativo que los violenta de múltiples maneras, comenzando por los bajos salarios por trabajar el doble o más de las horas pagadas?

Es aquí donde resulta necesario detenerse un poco; no se trata solamente, de una extrema carga de trabajo aislada para las maestras sin repercusión alguna en los alumnos; esta situación produce subjetividades que el neoliberalismo potencia en todo tipo de trabajadores frente al trabajo que realizan. El empresario de si, la competitividad e individualismo, subjetividades previas al momento actual, se encuentran instaladas en la práctica docente de las maestras; en eso contribuyó y mucho, la reforma educativa de Peña Nieto. Hoy en día, estas subjetividades detonan otras, con base en la exigencia para realizar un sin fin de acciones cotidianamente dentro de la jornada de trabajo más los encargos no concluidos que se llevan consigo, así sea en la mente, para que a la siguiente jornada lo tengan presente y se concentren en esas rutinas administrativas burocráticas de un trabajo que simula ser colectivo, pero está altamente controlado. Es así que poco a poco, se abandona el esfuerzo por pensar y sentir la realidad, y actuar en consecuencia. En síntesis: la sobre explotación impide, reduce o de plano cancela la posibilidad de pensar, reflexionar o analizar lo que ocurre con el proceso de formación de las nuevas generaciones, en el que la violencia está cada vez más normalizada, porque así está ocurriendo también en la sociedad. 

Ésta es la paradoja: para conservar el empleo hay que cumplir con eficacia y eficiencia la productividad de las actividades impuestas del codiseño, y obtener su respectivo producto, que son los programas analíticos, finalmente absurdos si soslayan o dejan fuera una realidad cada vez más lacerante. Lo mismo ocurre con los tan llevados y traídos ejes articuladores; deben estar presentes en los programas analíticos junto con los campos formativos, sin embargo, chocan de frente y se descarrilan con los brutales hechos de violencia y crimen que ocurren en las escuelas, a fin de cuentas, síntomas de la discriminación, homofobia, racismo, aporofobia que adoptan la forma de abusos y actos violentos cometidos en contra de los cuerpos de mujeres, niñas, niños y jóvenes por el solo hecho de ser diferentes.

Vinculando esta situación con los planteamientos de Lazzarato (2020)[3], al capitalismo imperante hoy día, compuesto por la triada productividad-producto-producción, le es inmanente el binomio producción-destrucción; ambas series constituyen los ejes de la sobreexplotación magisterial en la actualidad pero a diferencia de otras ocupaciones, las maestras realizan un trabajo inmaterial que tiene su anclaje en quienes son los destinatarios directos: los estudiantes, ésas niñas, niños y jóvenes a quienes se pretende formar integralmente mediante estrategias diseñadas y planeadas ex profeso, supuestamente de una manera distinta a la que se establecía en la reforma 2013, relacionada con el nuevo capital humano orientado a responder a los requerimientos del mercado laboral.

Trabajar con miras a lograr un perfil de egreso, unos ejes articuladores y unos campos formativos vinculados a problemas concretos de la comunidad, cuando por otro lado tenemos un magisterio sobre explotado, que trabaja incesantemente para cumplir con una sobrecarga de tareas que obturan la posibilidad de desarrollar su propio pensamiento crítico y reflexivo para participar, interactuar e intervenir en el contexto escolar, familiar y comunitario de manera relevante, parece una quimera. ¿Cómo pretende la SEP que el magisterio enseñe a pensar críticamente a otros, cuando ellos mismos no disponen de tiempo ni condiciones para hacerlo sobre sí mismos, sus propias prácticas y los efectos que producen en les alumnes?

Es duro decirlo, pero el racismo, discriminación, homofobia, aporofobia, xenofobia y demás formas de segregación, exclusión y exterminio de las poblaciones diferentes, distintas al modelo patriarcal de hombre fuerte, exitoso y proveedor y mujeres sometidas, nacidas para procrear y servir, toman la forma de micro fascismos que penetran y horadan los procesos educativos.

Los micro fascismos nuestros de cada día se ceban sobre poblaciones migrantes que tienen que desplazarse a otros territorios para sobrevivir, mas no para vivir. Se desplazan por mar, rio, desiertos, carreteras, selvas y demás senderos llenos de riesgos y peligros para ellos y sus familias. Al lugar que llegan, además de ser extorsionados, son expuestos como los diferentes, débiles, vulnerables, mugrosos, enfermos que ponen en riesgo al normal dictado desde el modelo patriarcal. Solo veamos lo sucedido el 27 de marzo pasado en la estación de migración de Ciudad Juárez, Chihuahua, en donde fallecieron 41 migrantes de Centro y Sudamérica debido a un incendio en un sitio en el que estaban encerrados bajo candado, sin que nadie, absolutamente nadie se inmutara para abrir la celda y evitar la tragedia[4].

Encerrados por fuera para evitar su fuga, encontraron la muerte bajo el título 42, un acuerdo migratorio entre Estados Unidos y México para evitar la propagación del Covid-19 que autoriza a expulsar a personas migrantes hacia México o a sus países de origen, sin derecho alguno para los afectados. Es decir, una política migratoria creada bajo el argumento de garantizar la salud pública y bienestar de la sociedad norteamericana[5], es utilizada para justificar atrocidades contra personas cuyo único delito es huir de la violencia, pobreza y falta de trabajo en sus países de origen. Así circulan y se recrean los micro fascismos: frente a los diferentes, se activan y ejercen inmediatamente respuestas de acoso y violencia. En la escuela, estos comportamientos están camuflados y son más sutiles, por lo mismo, mucho más peligrosos, porque se van larvando cual fantasmas en el cotidiano escolar.

¿Acaso no tendrían que ser éstos los temas a discusión en las escuelas?, ¿no habría que ponerlos en el centro del proceso de formación como motor de análisis y reflexión con las y los estudiantes, para sensibilizar(nos) sobre la urgencia del cuidado y atención de los otros en todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos, dentro y fuera del territorio escolar, respetando la diferencia de todas, todos y todes?

¿Acaso se desconocen intencionalmente las causas de la violencia en la escuela? ¿No se perciben e identifican actos de violencia sistemática y cotidiana al interior del territorio escolar? ¿Qué se produce con toda esta manera de gestionar? ¿las autoridades educativas y escolares tienen la consigna institucional de no intervenir oportuna y expeditamente ante hechos de bullying, agresión o violencia?


[1] La historia de Norma Lizbeth, la menor que murió tras ser agredida en su secundaria: detienen a su presunta agresora (telemundo.com).

[2] AMLO llama a fortalecer valores familiares para enfrentar el bullying tras muerte de Norma Lizbeth – Proceso

[3] Lazzarto, M (2020) El capital odia a todo el mundo. Fascismo o revolución. Buenos Aires, Eterna Cadencia editora.

[4] Atrapados en incendio, 41 migrantes mueren en estación del INM en Ciudad Juárez – La Verdad Juárez (laverdadjuarez.com)

[5] Título 42: Qué es y cómo funciona para migrantes que buscan llegar a Estados Unidos | Heraldo USA

 

Fuente de la información: https://insurgenciamagisterial.com

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