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Reformar las normales, por qué y para qué

Por: Abelardo Carro Nava

Recuerdo muy bien que hace más de una década, Justa Ezpeleta, visitó la escuela normal en la que me encontraba laborando. ¿El motivo? Realizar una investigación sobre los resultados que hasta ese momento había arrojado el PROMIN (Programa de Mejoramiento Institucional de las Escuelas Normales Públicas) en las escuelas normales del país. Estudio que permitió en ese entonces – así se dijo –, contar con los elementos necesarios para el análisis, discusión y toma de decisiones por parte de los encargados de diseñar las políticas educativas de las instituciones formadoras de docentes de México.

Al respecto, muy pocos llegamos a conocer los resultados de dicha investigación y, si los conocimos, fue porque con el paso de los años a esa misma investigadora, tuve la fortuna de encontrarla en alguno de los congresos educativos que se organizan en alguna de las entidades federativas y charlamos sobre ello. En fin.

El motivo por el que hago referencia a esta breve reseña o anécdota, tiene que ver con la reforma a la educación normal que se aproxima. Como bien sabemos, la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), tiene tal encomienda. ¿El propósito? “Armonizar” el plan de estudios de las licenciaturas de educación preescolar, primaria y secundaria, con el modelo educativo que ha propuesto la Secretaría de Educación Pública (SEP) y que entrará en vigor en agosto de año. “Armonización” que, conforme a los documentos y las constantes reuniones que se han tenido en distintas entidades federativas del país entre autoridades de la DGESPE y algunos docentes normalistas, no acabo de comprender de todo. ¿Armonizar qué, por qué y para qué? Es más, ¿qué se entiende por “amonizar”?, ¿cuál es la episteme de la palabra?

Ciertamente, en reiteradas ocasiones y en diversos espacios y foros, he hecho, como ahora lo hago, hincapié en que debe existir una vinculación muy estrecha entre lo que ocurre en educación básica con lo que acontece en las escuelas normales. Su vínculo, es algo que bien podría denominar indisoluble, si consideramos que el campo de actuación de los futuros maestros, egresados de las normales, son las escuelas de ese nivel educativo. No obstante desde mi perspectiva, la propuesta curricular que se viene elaborando, adolece de varias cuestiones que podría enmarcar en estos puntos, como generadores a su vez, de algunas propuestas:

  1. a) Una investigación/estudio que permita valorar la pertinencia del plan de estudios vigente (puesto en marcha desde el 2011 en escuelas piloto y a partir del 2012 en todo el país) y su correspondencia con lo que implica la implementación del modelo educativo en educación básica; habría que considerar entonces, las investigaciones y estudios que vienen realizando algunos colegas al interior de las normales, pero también, lo que agentes externos, como Graciela Cordero, realiza al respecto. ¿Por qué acelerar el paso y no considerar los diversos hallazgos que la misma investigación ofrece?, ¿cuál es la prisa de “armonizar” un plan de estudios con un modelo educativo que aún ni entra en funciones y ya se pretende formular una propuesta que se alinee a dicho esquema?, ¿por qué no considerar la participación de investigadores y académicos reconocidos por sus aportaciones en el medio educativo como el mismo Ángel Díaz Barriga?
  2. b) Un diseño curricular que considere el objetivo fundamental de las normales: la formación de docentes. Esto, desde la pedagogía y lo que la misma didáctica ofrece, en el entendido de que éstas son las que le brindan la posibilidad al estudiante, de apropiarse de los elementos, tanto teóricos como prácticos, indispensables para su ejercicio docente. ¿Cómo se espera que el estudiante normalista enseñe inglés en las escuelas sin los conocimientos mínimos y necesarios sobre esta lengua, su semántica, su fonética pero, sobre todo, sin apropiarse de su didáctica? Del debate profundo que puede darse en cuanto a la adquisición y desarrollo de este idioma mejor ni hablamos, éste es un tema que bien podría revisarse y debatirse ampliamente.
  3. c) Una concepción clara y expedita de lo que implica la investigación y, específicamente, la investigación educativa. Si usted observa la malla curricular que fue dada a conocer en noviembre del año pasado, ésta (la investigación) ha desaparecido de dicho esquema curricular. Se dice (o en esas reuniones se dice), que la investigación está implícita e inmersa en los cursos de práctica docente pero, ¿no acaso de esa misma práctica se desprenden infinidad objetos de estudio que pueden y deben ser tratados con todo el conocimiento de causa que implica hacer investigación? Revise usted las mallas curriculares de algunas universidades, en buena parte de ellas se considera a la investigación, la metodología de la investigación y los enfoques que de ésta se desprenden, como elementos fundamentales en la formación de los estudiantes.
  4. d) Una estrecha vinculación entre las escuelas normales y las escuelas de nivel básico, partiendo desde su nivel central hasta las entidades federativas. Obviamente, con la implementación de un mecanismo de colaboración y de reciprocidad en cuanto a la formación de los estudiantes normalistas. Para nadie es desconocido que en muchos estados, el distanciamiento que existe entre estas instancias es un hecho. ¿Y qué pasa con las prácticas profesionales de los alumnos?, ¿cuál es el papel que debe asumir el docente de educación básica?, ¿cuál es el rol del asesor, profesor normalista, en la formación de su estudiante en el momento de que éste realiza su práctica? Ciertamente hay documentos que refieren a esas cuestiones, para ser específicos, en el plan de estudios 1997 y 1999 para las licenciaturas en educación preescolar y primaria, así se establecía pero, del dicho al hecho, hay mucho trecho. Y de nueva cuenta emerge la investigación como un elemento de vital importancia para conocer sobre éste y otros aspectos.
  5. d) Capacitación, actualización y profesionalización de los formadores de formadores. Aspectos que no ocurrieron en la implementación del plan de estudios en el 2012. Se dijo en ese entonces, que las autoridades locales serían las encargadas de tal encomienda pero, lamentablemente, en muy pocos estados se logró este propósito. ¿Cómo se espera que el docente comprenda lo que desde el nivel central se construye para que sea desarrollado por el profesor normalista? Cierto, éstos son profesionales de la educación, no obstante, no debe olvidarse que, desde el plano hermenéutico, el sujeto interpreta conforme a sus propios referentes (conceptuales, procedimentales y actitudinales).

En suma, considero que la educación normal debe ser revisada porque las demandas sociales e institucionales así lo exigen. Sin embargo, habría que pensar y repensar para que se considera necesario esa revisión, ¿para alinearla a un modelo educativo que todavía ni se echa a andar o para formar normalistas que respondan a esas exigencias sociales que la misma sociedad – valga la redundancia – nos plantea de manera continua y contundente.

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Reformar las normales, por qué y para qué

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Liderazgo y Poder Local

Por: Heriberto Rivera

Indudablemente que el llamado poder local, caso de las alcaldías, esta más cerca de la gente, más cerca de su sentimiento de los problemas cotidianos de esa ciudadanía que es la expresión de lo local.

Para aspirar a ser el líder local, para investirse de alcalde, quien así lo desee debe tener tres virtudes: trayectoria, honestidad y capacidad de gobierno.

Lastimosamente, desde hace tiempo, los poderes locales fueron secuestrados por los partidos políticos y esos a su vez por la maquinarias partidistas y comenzaron a fabricar “liderazgos” que viene sustituyendo (usurpando) al liderazgo ciudadano.

En ese contexto,  la selección de los “lideres” se produce en el juego de la lucha por el poder, pacifico o violento, pero la verdadera evaluación de los mismo, corresponde hacerla  en el ejercicio del poder.

Para ejercer con propiedad y mesura un liderazgo, este debe comenzar a forjarse desde la lucha cotidiana, vivir y sentir  los problemas de los ciudadanos, debe ser un estudioso, no es suficiente haber logrado titularidad académica, sino haber obtenido una laboriosa formación integral;  entendiendo, que una cosa es ser  un líder competente para ganar elecciones y otra es ser incompetente para gobernar; así el líder puede ser guerrillero competente pero a la vez llegar a ser un gobernante mediocre.

En el campo de la política, independientemente de su signo ideológico, existen dirigentes políticos y sus aprendices, que piensan que la política es un arte puro, la ven como algo ingénito que no requiere estudio ni preparación  y conocimiento sobre la planificación.

Es un exabrupto, desvincular la gestión publica de la razón como también es una extravagancia incluir sólo la razón; toda gestión publica eficiente, siempre ha de tener su orientación  ideológica, pero jamás debe realizarse  sin el fundamento de las ciencias, del estudio y aplicación de la planificación asertiva.

Sin tener en cuenta lo anterior, hemos venido observando, como las gestiones públicas en el caso del poder local, han venido siendo  sumisas  en el fracaso a causa  de la inexistencia de métodos y herramientas que le otorguen capacidad de gobierno sobre el proyecto a liderar.

Se sabe, que todo líder lucha consciente o inconscientemente entre dos posiciones que pueden ser  excluyentes, una es ser consecuente con su pasado y la otra es ser consecuente con la búsqueda de la verdad superior a la vigente en la circunstancia que vive.

Planteada así esa dicotomía, el liderazgo local, se debate entre la lealtad versus creatividad, por un lado debe deslindarse de la lealtad al pasado o seguir rezagado en el conocimiento y dejar de lado la creatividad que significa la búsqueda constante de una verdad más pujante, mejor fundamentada en la ciencia y en la ética incluyendo la ética del discurso.

Hasta ahora, quienes han ocupado el poder local tradicional, han tenido un agente auto condicionante, pues al final de sus gestiones atribuyen sus deficiencias a otros, a  la oposición implacable, a los medios de información, a alguna conspiración imaginaria; La ceguera les impide mayor visión situacional.

El poder local requiere de un nuevo liderazgo, que sea proactivo, que tenga capacidad para ver más allá de los caminos conocidos, que asuma su responsabilidad y para ello se requiere que deje atrás el “tecnocratismo infantil”, pues la política y la gestión publica, el poder local no depende de dotes naturales que exige inteligencia, arte, una profesión universitaria si es posible y experiencia. Es más que eso.

El ciudadano que ya no es el hombre-masa del pasado, repudia de modo creciente el liderazgo político tradicional, atribuyéndole negligencia, deshonestidad  e irresponsabilidad.

hriverat1@hotmail.com

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Lancaster education leader saw mold, leaks, lack of computers in poor SC schools

While Lancaster County is building new schools, school districts in other areas of the state face leaking roofs, mold and the inability to provide technology for students.

It’s a comparison Jonathan Phipps, superintendent of the Lancaster County School District, can’t help but see. Phipps, who worked in Lancaster schools for 19 years, came back to Lancaster this year after three years leading Abbeville County School District.

In Abbeville, a rural county with a population of about 25,000, Phipps said he saw leaking roofs on high school buildings older than 60 years. He said the district often has to test for mold and has gyms with no heat or air conditioning and warped floors. Phipps said the district also doesn’t have resources to introduce students to technology or offer programs beyond the basics.

“If I had never gone to Abbeville for three years as a superintendent, I probably wouldn’t have understood the difference,” he said. “It’s disheartening to know where a child lives determines what type of education they are going to receive.”

Court decision

In November, the S.C. Supreme Court closed a 24-year-old case involving a lawsuit filed by more than 30 poor, rural school districts from across the state, including Abbeville County, which has about 3,000 students. The districts sued the state in 1993, arguing they did not have the money or resources to provide children with a quality education.

A 2014 ruling found the state was not providing all children with a “minimally adequate” education. With that decision, the Supreme Court began overseeing legislative efforts to develop policy.

The court defined “minimally adequate” as having adequate and safe facilities where students learn to read, write and speak English, receive education in math, physical science, economic and political systems and vocational skills.

The state formed the Education Policy Review and Reform Task Force, chaired by House Speaker Jay Lucas. The task force included representatives of the plaintiff districts, legislatures and business and education leaders. Phipps provided a testimony.

The task force’s 2015 finding led to passing six bills related to improving education in poorer districts, according to the S.C. House of Representatives.

The state also established additional funding to address retention and recruitment of teachers in rural districts, bus driver shortages, technology upgrades for plaintiff school districts and assess facilities in schools statewide. The state included in its 2017-18 appropriations $55.8 million for capital improvements in districts with poverty rates of 80 percent or higher.

“We’ve done a lot of appropriation work to make sure school districts have what they need,” said Caroline Delleney, spokesperson for the office of the speaker of the House.

The recent decision ends the court’s role as a supervisor over efforts to improve education that stem from the case, said Ryan Brown, spokesperson for the S.C. Department of Education. Brown said some school district leaders hoped the court would continue to oversee efforts by the General Assembly and hold them to a deadline to improve schools.

“The General Assembly has shown they are making an effort, and I think that will continue,” Brown said. “While ‘minimally adequate’ may be the language in the law, I believe everyone in the state, the legislature, our agency and districts are aiming well beyond that.”

Lucas wrote in a prepared statement: “The Supreme Court’s recent decision to dismiss the House from this case does not change our members’ commitment to our state’s children and teachers. Although more legislative initiatives and updated funding formulas are part of the House’s plan for continued improvement, the General Assembly can now focus solely on our children’s education needs rather than compliance with the arbitrary standard set forth in the Abbeville lawsuit.”

More needed?

Phipps said he does not believe enough has been done to address problems in poorer districts like Abbeville. He said even though Abbeville students perform well in academics and had a higher graduation rate than the 2016 state average, the district lacks proper facilities, does not have funding for programs and cannot offer an equal exposure to technology for students.

“They are doing so much with so little,” Phipps said. “I fell in love with Abbeville. The people there were incredible. They are such a proud group in their community, but the schools were absolutely pitiful with their facilities.”

Phipps said seeing those conditions offers perspective about what can happen in districts with a larger tax base like Lancaster County, where residents approved $199 million to build new schools and support technology upgrades.

“I’m so excited folks here are so supportive of public education, but I look at that and kind of have this sick feeling, knowing the folks I left last year don’t have anything close to this,” Phipps said.

Abbeville, and many other rural, poor districts, struggle to meet state mandates, such as online testing, Phipps said. He said it took Abbeville weeks to test students online using limited resources.

“State legislatures and the Department of Education are notorious for passing laws that I refer to as ‘unfunded mandates,’” he said. “You see the frustration in the districts like Abbeville.”

Phipps said the state put money into evaluating how ready districts were to provide testing online for all students.

“The money the state has spent, in my opinion, was more of an evaluation tool to see if the districts really were in need instead of actually helping the districts,” he said.

Statewide differences

Phipps said the money set aside for facility maintenance and other needs does not go far and more needs to be done to ensure funding is equal across school districts.

“So much of our funding and the way we operate is different from different areas of the state,” he said. “In a perfect world, the funding would be the same. Statewide, our funding is not where it should be.”

At $2,425 per student, South Carolina is not fully funding the base student cost under state law, something that affects every school district. The fully funded base student cost is $2,984 per student.

The state education department has included $278 million in its 2016-17 and 2017-18 appropriations to increase funding for the base student cost to $2,425 per student.

Phipps said it is going to take educators speaking up to make a difference.

“The mindset of teachers is, we put our kids first and do whatever we can to make them successful. That’s not exactly what our legislatures do,” Phipps said. “I have yet to hear anybody make the argument that the funding is adequate.”

Amanda Harris: 803-329-4082

Indian Land High School freshman Zoiah Aikens, 14, left, and sophomore Imoni Gordon, 15, right, complete an assignment using computers. Lancaster County School District Superintendent Jonathan Phipps said technology is not a given for rural districts like Abbeville, which he led for three years. Amanda Harris aharris@heraldonline.com

Source:

http://www.heraldonline.com/news/local/education/article193342464.html

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¿Cómo continuarán estudiando los 700.000 bachilleres del 2017?

Por: Ángel Pérez Martínez

La discusión del programa Ser Pilo Paga, SPP, ha sido muy importante para el país, porque puso en evidencia hechos como la desfinanciación de las universidades públicas, lo costoso que es destinar recursos para educación de buena calidad, la inequidad de los recursos que la nación transfiere a las universidades regionales y la necesidad de ampliar la cobertura en educación superior (cobertura del 51%), dado que SPP no crea nuevos cupos.

Miles de bachilleres del calendario A recibieron, la semana pasada, los resultados que ellos lograron en las pruebas SABER 11. ¿Cuántas expectativas y sueños para la mayoría de estos muchachos y sus familias no podrán cumplirse por falta de oportunidades?

De acuerdo con las cifras que pública el ICFES las prueba SABER 11 de 2017 la realizaron 738.782 personas (648.282 en calendario A y 90.500 en calendario B), de los cuales cerca de 690.000 eran estudiantes del grado 11°, el resto son jóvenes que presentan Pre Saber o validan el bachillerato.

 De acuerdo con los antecedentes de la matrícula en educación superior, el 40% de los 690.000 estudiantes del grado once (274.620) no tendrán posibilidad alguna de continuar sus estudios en el año 2018. Para calcular este dato utilizo la tasa de absorción que mide (en porcentaje) los estudiantes matriculados en grado 11 de determinado año y quienes continúan en el año siguiente en educación superior. La última tasa de absorción publicada por el Ministerio de Educación Nacional, MEN, año 2016, encontró que de los 484.664 estudiantes matriculados en grado 11 en el  2015, sólo 184.013 aparecían matriculados en la educación superior en 2016, con una tasa nacional de absorción inmediata del 38%, de acuerdo con el cruce que realiza el MEN de matrículas del Sistema de Matrícula Estudiantil de Educación Básica y Media (SIMAT) y el Sistema Nacional de Información de Educación Superior (SNIES).

La tasa de absorción de la educación superior, incluye SENA, se ha incrementado en los últimos años, por ello calculo una tasa de absorción para 2018 cercana al 40%. Luego se puede afirmar que para el 60% (414.000) de los bachilleres de 2017, que provienen de familias más pobres o de regiones con escaso desarrollo, sus expectativas y las de su familia de continuar el proceso educativo en forma inmediata no es posible. Algunos de ellos podrán ingresar años después a la educación superior nocturna, a programas de fines de semana o a distancia, donde la calidad de la educación y el desarrollo de competencias para los jóvenes no serán iguales, a la que tienen los afortunados compañeros de generación que continuarán en la ruta educativa.

Recordemos que el proceso educativo va descartando y sacando adolescentes del sistema, por ejemplo, en bachillerato más del 30% de los adolescentes que empiezan no terminan este nivel educativo. Según una investigación de profesores de la Universidad de los Andes, por cada 100 estudiantes que empiezan secundaria en el grado sexto, a undécimo grado llegan el 67 % de las mujeres y el 60 % de los hombres, condición que cambia por estratos, “el 70 % de los estudiantes en estrato 2, 3 o más llegan a undécimo grado, solo el 56 % de los estudiantes en estrato 1 logran dicha meta”.

En secundaria el estudio de la Universidad de los Andes señalo que “aproximadamente el 76 % de los estudiantes que en grado sexto se encontraban en Bogotá van a llegar a grado undécimo. Mientras tanto, menos del 60 % de los estudiantes observados en la región del Llano, el Pacífico y el Caribe van a ser observados en undécimo”.

A nivel regional, tanto en bachillerato como en la educación superior, el sistema también discrimina. Según el Plan Distrital de Desarrollo, 2016-2020, Bogotá mejor Para Todos, la tasa de absorción para la educación superior en el Distrito Capital fue de 48,5% en 2014; “la matrícula de grado 11 en 2013 fue de 93.204 estudiantes, de los cuales ingresaron el siguiente año a educación superior 45.244, lo que representó para ese año 47.960 jóvenes por fuera del sistema. Con diferencias por localidades, Sumapaz y Ciudad Bolívar donde viven estudiantes estrato 1 y 2 arrojan tasas de absorción inmediata equivalentes al 24% y 36%”.

Otra opción que tendrán los jóvenes bachilleres del 2017 será buscar trabajo en el 2018 y empezar a soñar con una mejor oportunidad. Sin embargo, los cerca de 400.000 bachilleres, sin posibilidades de continuar estudiando, tendrán que enfrentar la informalidad, bajos salarios y competir con otros jóvenes, sin ninguna formación especial o específica, en un mercado de trabajo donde según el el DANE, la tasa de desempleo juvenil (14 a 28 años) fue de 16,1%, en el trimestre julio – septiembre de 2017 (hombres 12,1% y mujeres 21,6%).

A la Sociedad y al gobierno parece no preocuparles este problema estructural de los más jóvenes; nadie protesta, ni lo menciona. Sigamos esperando que algún día, en tiempos de paz, estos sean los problemas relevantes que se discutan entre quienes aspiren a dirigir el país. Entretanto, los profesores de la educación oficial seguirán luchando en el 2018 con los jóvenes para tratar de mantener en ellos la ilusión de educarse, para que no deserten y realicen esfuerzos de mejora, junto con sus familias. Dura tarea cuando no hay futuro.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/como-estudiaran-los-bachilleres-de-2017-por-angel-perez/253016

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La regla de las cinco horas a la semana: el hábito cotidiano que conduce al éxito

Por: Hector G. Barnés

Benjamin Franklin, inventor y uno de los Padres fundadores de Estados Unidos, solía levantarse todos los días muy temprano, antes que el resto de su familia. Dedicaba ese tiempo arañado al reloj –una hora al día, los cinco días de la semana– a leer y estudiar, a fijar unas metas de aprendizaje y a reflexionar sobre lo que había aprendido, una costumbre que muchos otros innovadores han copiado durante los últimos dos siglos y medio. Aunque no siempre le era posible, este hábito le ayudó a convertirse, entre otras cosas, en el inventor del pararrayos y en uno de los colaboradores en la redacción de la Declaración de Independencia de EEUU. No está mal.

Durante los últimos tiempos, la regla de las cinco horas se ha convertido en uno de los lugares comunes de la literatura de crecimiento personal y éxito empresarial. Al fin y al cabo, es una fórmula sencilla y útil. En ‘Inc’, por ejemplo, el fundador de Empact y autor de ‘The Student Success Manifesto’ Michael Simmons invoca de nuevo a Franklin para recordar que se trata de “una estrategia para el éxito que todos podemos usar, y que de hecho, nos veremos obligados a emplear”. No solo porque espoleará nuestra creatividad, nos hará más felices o nos ayudará a desarrollarnos como personas, sino sobre todo porque terminará marcando la diferencia entre aquellos que consigan salir adelante y los que no.

 Nos pasamos el día corriendo porque pensamos que eso es lo que mide nuestro éxito, pero no es lo mejor que podemos hacer

Hay que hacer tiempo aunque parezca que no lo tenemos, recuerda Simmons en una entrada personal en ‘Medium’, pues incluso personas tremendamente atareadas como Bill GatesElon Musk o Warren Buffett lo han hecho. Es notorio que el oráculo de Omaha, por ejemplo, puede llegar a dedicar hasta un 80% de su jornada diaria a leer. Simple y llanamente, leer. Se puede argumentar que tan solo unos privilegiados pueden hacerlo, pero Simmons insiste en que cualquiera debería ser capaz. Tan solo hay que planificarlo.

“Muchas personas miden su jornada laboral en función de cuánto consiguen hacer”, explica el autor. “Como resultado, pasan todo el día corriendo pero cada vez mejoran de forma más lenta”. El éxito en el día a día suele medirse por la productividad inmediata, pero el experto en desarrollo personal recuerda que es un triunfo ilusorio, ya que resulta muy poco rentable a largo plazo, puesto que apenas deja poso. Por el contrario, aprender cosas nuevas, poco a poco, es mucho más inteligente. A largo plazo, es lo que nos diferenciará de nuestros competidores.

¿Cómo hacerlo?

“Aprender es la mejor inversión que podemos realizar en nuestra vida”, explica. “Es algo fundamental en nuestra economía del conocimiento, aunque pocas personas se han dado cuenta”. Por eso mismo, aprovechando esa oportunidad que tan solo conocen los lectores de Michael Simmons (y, desde ahora, de este artículo), podemos diferenciarnos del resto con apenas una hora de trabajo al día. Decirlo es fácil, objetarán algunos, pero mucho más difícil es hacerlo. Por eso el propio autor proporciona unas pautas.

Quizá leer un libro de historia sobre la Guerra de Secesión americana nos pueda ayudar a resolver un problema en nuestra empresa

Aprender no es simplemente leer y memorizar, aunque este sea un interesante punto de partida. La mayor parte del aprendizaje autodidacta comienza por la lectura. “¿Qué tal coger un libro para empezar?”, propone Simmons. Si te resulta difícil, recuerda que Bill Gates lee un libro a la semana, algo que le ayuda no solo a expandir sus horizontes, sino también a encontrar soluciones imprevistas a problemas cotidianos. La lectura es, por lo tanto, una manera de abandonar el marco mental cotidiano en el que estamos presos.

Pero no debemos quedarnos ahí. La reflexión y el pensamiento son esenciales, tanto sobre aquello que acabamos de leer como sobre otros temas que nos preocupen. Debemos tener cuidado con no caer en los pensamientos obsesivos, que nos pueden asaltar una y otra vez y conseguir que esa hora de reflexión se convierta en otro momento más para estresarnos. Más bien, deberíamos centrarnos en algo muy diferente a lo que nos consume: quizá leer un libro de historia sobre la Guerra de Secesión americana nos pueda ayudar a resolver un problema en nuestra empresa.

Benjamin Franklin por Joseph Duplessis.
Benjamin Franklin por Joseph Duplessis.

¿Habría podido Ben Franklin inventar el pararrayos si no hubiese unido un esqueleto de metal a una cometa y la hubiese hecho volar un día de tormenta? La experimentación es otro paso esencial de nuestro proceso de aprendizaje, aunque no hace falta que sea tan espectacular. Basta con probar, fracasar y fracasar mejor (como diría Beckett) o tener éxito. Es una manera de aplicar el conocimiento que hemos adquirido a la vida real. Como recuerda Simmons, “más que hacer las cosas automáticamente y no mejorar, podemos aplicar los principios de la práctica deliberada para seguir mejorando”. Es decir, debemos centrarnos en aquellas habilidades en las que tenemos un amplio margen de mejora.

El conocimiento no se devalúa

Una buena estrategia a la hora de profundizar en este proceso de reflexión es caminar, algo que han hecho a menudo los grandes pensadores. Es una manera sencilla (¡y saludable!) de recibir estímulos que nos ayuden a elaborar nuestro pensamiento y que contribuyen a que broten de manera aparentemente espontánea nuevas ideas. Otra buena opción es conversar con un amigo, un familiar o, mejor aún, un desconocido. Todo lo que alimente nuestra maquinaria cognitiva puede ser útil.

Lo peor que puedes hacer es trabajar sin parar y no sacar tiempo para ti mismo y aprender cosas nuevas, porque te sitúa en el grupo “de riesgo”

La tesis de Simmons tiene un objetivo claro (y no, no es únicamente promocionar su seminario). Vivimos en la sociedad del conocimiento, de acuerdo, pero también en la que el futurólogo tecnológico Peter Diamandisllamó de la “rápida desmonetización”, en la que productos que hasta hace no mucho tiempo eran muy caros se están abaratando sensiblemente y algunos, de hecho, pueden adquirirse de manera gratuita. De esa manera, una gran cantidad de productos que se pueden comprar con dinero se devalúan rápidamente.

El conocimiento, sin embargo, no lo hace. Como el autor recuerda, “a la gente en los peldaños de abajo de la escalera económica se le estruja más y se le compensa menos, mientas que los que se encuentran arriba tienen más oportunidades y ganan más”. ¿Lo peor que puedes hacer? “Aquellos que trabajen realmente duro a lo largo de su carrera y no saquen un poco de tiempo libre para seguir aprendiendo serán el nuevo grupo ‘de riesgo’”, cree Simmons. Un nuevo estado de las cosas en el que el esfuerzo ya no es lo importante, sino seguir aprendiendo. Nosotros somos los robots que, de no reciclarnos, podemos quedar obsoletos en cualquier momento.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-01-08/regla-cinco-horas-semana_1478127/

 

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Mi universidad

Por: Graziella Pogollotti

Renqueante y asmático, el tranvía trepaba trabajosamente la cuesta de la calle San Lázaro. Desde la distancia, yo contemplaba la escalinata universitaria presidida por el recio cuerpo mestizo del Alma Mater, madre nutricia, con sus brazos abiertos, siempre acogedora. Algún día, pensaba, iniciaré mis estudios en ese centro docente, ya legendario.

La Universidad habanera está cumpliendo sus 290 años. No es de las más antiguas, pero su trayecto marca la historia de nuestra nación. Fundada en San Gerónimo, su impronta esencial se asocia a la Colina, al batallar durante la República neocolonial y al proceso transformador impulsado por la Revolución Cubana.

Bajo la intervención norteamericana, Varona propuso su rediseño con vistas a una modernización orientada al desarrollo del país mediante la formación de profesionales encaminados al estudio de la ciencia y la técnica. No pudo percatarse el pensador positivista de que la dependencia económica condenaba al fracaso su ambicioso proyecto. Para responder a la demanda de las empresas, la Universidad egresaba contadores públicos, pero no tuvo Facultad de Economía.

Uno de los rasgos originales de la historia de nuestra América se manifiesta en el movimiento de Reforma Universitaria que, desde su aparición en 1918, se expandió desde Córdoba hacia todo el subcontinente. Por primera vez, la academia se planteaba la emergencia de romper los muros que la separaban del conjunto de la sociedad. Su función dejaba de reducirse al entrenamiento de especialistas calificados para asumir responsabilidades de mayor envergadura ante los conflictos que aherrojaban el desarrollo de cada país.

Mella comprendió el alcance del desafío. Reforma docente y revolución transformadora resultaban inseparables. La fundación de la FEU y de la Universidad Popular José Martí, orientada a la educación de los obreros, constituyeron las primeras señales de  cambios más profundos.

En el enfrentamiento contra la dictadura de Machado, el 30 de septiembre de 1930 cayó, herido de muerte, el joven Rafael Trejo. La escalinata se había convertido en centro de los grandes acontecimientos que estremecieron la ciudad.

De ahí bajaron las antorchas que rindieron homenaje al Apóstol en el año de su centenario.

Desde mis días de estudiante, el contacto con la Colina ha sido permanente. Algo aprendí en las aulas. Tuve algunos buenos maestros. Debo buena parte de mi formación al intercambio con mis coetáneos en el entorno de la galería de  los mártires y de la entonces llamada Plaza Cadenas, hoy Agramonte, a las acciones en que participé, al diálogo con los independentistas puertorriqueños y con aquellos otros que intentaron construir un proyecto liberador en Guatemala.

Entre todos, íbamos tejiendo sueños de porvenir, donde la Universidad renovada encontraría su esencial razón de ser como obra colectiva y fuente de creación al servicio de la sociedad.

Triunfó la Revolución y hubo reforma verdadera. Fue un proceso que se prolongó en el tiempo, más allá de la proclamación de sus documentos normativos.

En la base de la pirámide, el departamento vertebraba docencia e investigación. Surgieron nuevas carreras, como las de Economía y Biología, de tan promisorio futuro. Dejamos de ser meros reproductores de información anquilosada. Clave fundamental de soberanía plena, estábamos en condiciones de producir nuevos saberes, atendiendo a las exigencias de la inmediatez y a una perspectiva  de desarrollo a largo plazo. Contábamos con la colaboración de especialistas llegados de la América Latina, de Estados Unidos y de Europa. Se sentaron las bases fundacionales de los centros de investigación científica. En pocos años, el salto hacia adelante fue prodigioso. La implementación del sistema de becas favoreció el acceso de los marginados de siempre a la educación superior. De manera natural, la Universidad se integraba al proyecto de construcción de un país que comprometía a profesores y estudiantes.

En visitas frecuentes a la Colina, Fidel pulsaba la realidad de ese universo juvenil inquieto y viviente. A su lado, Chomy Miyar, rector inolvidable para los de entonces, nos convocaba a abrirnos hacia un horizonte ambicioso sin desentendernos de un contexto social heredado del subdesarrollo. Desde el anonimato del aula, nos sentíamos partícipes y, por tanto, responsables de la edificación de la obra mayor.

En medio siglo, a escala planetaria, muchas cosas han cambiado. El dominio del capital financiero tiene su contraparte en la difusión de una ideología neoliberal que permea todos los ámbitos. No excluye a la educación y la cultura. Los colonizados de ayer siguen exportando materias primas sujetas a los caprichos del mercado para recibir productos de alto valor agregado, seducidos además por imágenes que incitan al consumismo. En nombre de la racionalidad económica, se anulan conquistas obreras que parecían irreversibles.

La precarización del empleo alcanza también a los trabajadores intelectuales. Mal dotada, en América Latina la universidad pública cede el paso a la privada. Como ocurriera hace cerca de un siglo, los jóvenes empiezan a salir a las calles para reclamar facilidades de acceso a la educación superior convertida en proveedora de fuerza de trabajo hecha a la medida de la demanda de las empresas. Sometida al arbitrio de un mercado implacable, la Universidad renuncia al desempeño de su papel como fuente viva de un pensamiento renovador.

Ante la arremetida de la derecha, una izquierda fragmentada tiene que buscar las bases de una plataforma común. En ese programa, la temática universitaria habrá de encontrar el espacio que le corresponde. En el centenario del movimiento reformista de Córdoba, no podemos revisitar la historia desde una  perspectiva arqueológica. Es ocasión propicia para desatar una tormenta de ideas al servicio de los grandes desafíos de la contemporaneidad.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2018-01-07/mi-universidad-07-01-2018-21-01-21

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No vean noticieros

Por: Gloria Hurtado

 

Es estruendoso el silencio de los periodistas que laboran en los noticieros respecto al discurso del Ministro Gaviria. Es atronadora su ausencia de palabras. Si no lo comentan es porque ponen en práctica la filosofía que se maneja en varias salas de redacción: “lo que no se nombra no existe”. Invisibilizar las palabras del Ministro Alejandro Gaviria es una manera perversa de no revisar su trabajo, de no bajarse de la nube en que viven y aceptar qué tanta responsabilidad pueden llegar a tener en la salud mental de la sociedad. Porque es obvio que los Medios somos responsables de la “alimentación mental” que respira una comunidad. No es decir mentiras pero con el manejo de la información sí se contribuye a deformar la realidad para “agrandar” la catástrofe. La carroña vende mas que el aire limpio. Y esta práctica es habitual en los noticieros nacionales.

Alejandro Gaviria les dijo a los graduandos de la U. de Antioquia en Diciembre,  que sólo quería darles “una admonición. No va a cambiarles la vida. Ni va a transformar sus carreras. Pero si puede hacerlos ligeramente mas felices. Levemente mas optimistas acerca de nuestro mundo, nuestro tiempo y nuestro país. Mi único consejo es simple: no vean los noticieros de televisión. (…) esa carga de negatividad nos va convirtiendo en “espectadores sin memoria”. (…) entorpecen nuestro entendimiento de mundo. (…) se  ocupan del estruendo, del escándalo y la tragedia individual. Pero el cambio social es gradual, parsimonioso, acumulativo y por lo tanto invisible. No suscita titulares. No genera emociones. No vende. (…) han creado una suerte de pesimismo artificial. Mentiroso”. Y recalca el ministro citando a otro pensador Rolf Dobelli que habla de 100 errores que atrofian el pensamiento. El penúltimo es este mismo “no vean noticieros”.

La comunicación instantánea permite saber lo que sucede en el otro extremo del planeta. Pero cuando la información, poder absoluto, se combina con negocio, o con intereses particulares o políticos, la mezcla es explosiva. Los resultados se manifiestan en la salud mental de las gentes, en su optimismo o pesimismo, en la confianza o prevención ante el futuro. En una encuesta anual que hace Gallup Internacional sobre los países “mas felices” (independiente del concepto sobre de lo qué es la felicidad), Costa Rica, Dinamarca y Singapur resultaron los elegidos. Imposibles de comparar en cuanto a igual idea de felicidad. Lo que sí tienen en común y marca la encuesta como ilusión para ser felices, es la confianza y seguridad que les proporciona el entorno en que viven. Rico o pobre, con poder o sin él, rodeado de lujos o austeridad, profesional o asalariado, la felicidad depende sí, de la tranquilidad que brinda el ambiente en que se desenvuelve su cotidianidad. “Las noticias nos llevan a sobrestimar los riesgo y subestimar los avances. A menudo confundimos la pantalla con la realidad. Sin contexto, sin análisis y sin investigación cada tragedia se presenta como el resumen de una esencia, como la regla, no como la excepción.”. Y concluye  Gaviria “mi invitación respetuosa es al optimismo basado en la evidencia”. Cada quien entonces es responsable de su salud mental. Acostumbrados a la tragedia, nos es difícil alejarnos de ella ¿Seguiremos viendo noticieros?

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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