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Pensar el dilema de la caída del humanismo

Por: Adrián Cangi*

¿Qué problema político enfrentamos ante una caída del humanismo?

El humanismo convivió y convive con el terror. Tanto “humanismo” como “terror” son términos que han asumido en nuestra época valores distintos a los que revestían en el siglo pasado. Opuestos durante la modernidad, servían para designar dos movimientos del “espíritu humano contrapuestos”. Hoy en día difícilmente puedan separarse ambos, o pueda obtenerse para ellos una definición que sea reconocida universalmente. Se ha producido un verdadero deterioro en la concepción clásica que los oponía sin reservas. O, si se quiere, nuevas concepciones imponen una revisión absoluta en las ideas del “hombre contemporáneo”, con el objeto de que concuerden mejor con su propia realidad. Una realidad que —no lo neguemos—, se nos oculta, o que preferimos cubrir con un velo. Merleau-Ponty descubre en el ensayo Humanismo y terror (1947) todos los velos, y va descifrando el significado de tantos actos de violencia como se han ido sumando en las caras políticas de la tradición moderna del pensamiento y que tienen vigencia hasta estos últimos años. Prefiere polemizar respecto de todas las estructuras sólidamente constituidas en el campo del pensamiento, revisarlas criticándolas, y exigiendo una actitud más lúcida, más digna y más realista de todos aquellos que participan, aunque sólo sea con su existir, en este tiempo de la violencia.

¿Son las humanidades un acto de resistencia al terror?

El ensayo de Merleau-Ponty, editado en fragmentos desde 1946, aborda el doblez paradojal del humanismo en clave política: “Nos encontramos pues en una situación inextricable. La crítica marxista del capitalismo sigue siendo válida y es evidente que la condición anti-soviética reúne hoy la brutalidad, el orgullo, el vértigo y la angustia que han encontrado su expresión en el fascismo. Por otro lado, la revolución se ha inmovilizado sobre una posición de repliegue: mantiene y acrecienta el aparato dictatorial al mismo tiempo que renuncia a la libertad revolucionaria del proletariado en sus Soviets y en su Partido y a la apropiación humana del Estado. No se puede ser anticomunista, no se puede ser comunista”. Se plantea a pocos años de los campos de exterminio y de la fabricación de la muerte en serie en manos del hombre por el hombre, un acto de resistencia a una “humanidad sin humanidades”. Coincido con Diego Tatián en su “Manifiesto en favor del humanismo”, donde plantea el humanismo en clave del doblez de Merleau-Ponty: resistencia a un mundo sin custodia de lo amenazado en la humanidad, sin memoria, sin imaginación narrativa –indispensable para una justicia que no confunda imparcialidad con inhumanidad–, sin crítica, sin obstáculos a la “atrocidad que castiga con la miseria planificada a millones de personas” y las destina a una vida dañada, sin protección de lo raro en la cultura y de lo diverso en la sociedad. Un mundo sin humanidades es también uno en el que las humanidades cumplen una “función compensatoria” en el saqueo de las vidas.

¿Es posible cuidar la vida y el mundo por el humanismo?

Creo como Tatián que con la palabra humanidades evocamos las preguntas que alojan el ser y el estar en común, sus retóricas inventivas para declarar la plena existencia de nuevos cuerpos en el acto performativo de convocarlos, junto con los “derechos civiles” que consideramos aún imprescindibles para sus prácticas humanas. Las humanidades interpelan a las generaciones no solo como una “disciplina” sino como un “diálogo” que renueva el “cuidado de la vida” y el “cuidado del mundo”, en el sentido mesiánico-crítico como katéchon, término que indica el acontecimiento que detiene, retiene y posterga la imposición de su destrucción total como “mundo de la vida”. La locución “cuidado del mundo de la vida” pone en obra un dislocamiento tanto de la “vida” como del “mundo”. ¿Qué implica cuidar la vida y el mundo? “Vida” y “Mundo” son nociones indeterminadas y opacas que revelan su significado a la experiencia solo por las ideas e intensidades que constituyen las prácticas que la experimentación vital despliega. Las expresiones “cuidar la vida” y “cuidar el mundo”, abren una tarea incomprensible sin un trabajo del pensamiento. La política, el arte, el conocimiento y las humanidades son formas de cuidado de la vida y del mundo, si velamos atentos a lo que no está ahí, a lo que no hay, a lo que hubo alguna vez y se perdió o a aquello por venir: a lo que es singular, anómalo e insiste como raro. “Vida” y “Mundo” son las nociones que ahuecan la realidad, las que permiten entrever detrás, las que des-totalizan y mantienen alerta frente al abismo. Cuidado de la “Vida” y del “Mundo” consiste en un acto de protección de lo que está bajo amenaza por fragilidad, para la memoria de lo que efectivamente se perdió y para la preservación de la pregunta por lo que difiere, o llega de otra parte.

¿Es necesario cuidarse del humanismo para el mundo de la vida?

“Humanismo” también es el sinónimo moderno de un “Sujeto” patriarcal, colonial y especista; de un “Yo” racional, unitario y totalizante; de un “Individuo” concebido como ya constituido por asociaciones causales. El principio de individuación dominante en occidente, privilegia al individuo como una relación estable entre materia y forma que lo presenta como inmutable a la luz de la figura “del hombre blanco, adulto, hetero-normativo y habitante de las ciudades”. “Sujeto”, “Yo” e “Individuo” emergentes de esta lógica de la individuación, han sido criticados por el ejercicio de una razón suficiente y afectados por la herida narcisista infligida por Freud; han sido desplazados por la crítica a la razón instrumental, en tanto violencia y opresión con fines de dominio objetivo en la época de la imagen del mundo, cuestionada por Heidegger; han sido problematizados por la crítica a la filosofía del lenguaje como constituyente del sentido, realizada de distintos modos por Foucault, Deleuze y Derrida; han sido descentrados por teorías de la ontogénesis que privilegian los procesos de individuación antes que las formas individuadas, como lo ha planteado Simondon. Las lógicas antropológicas han visto su reverso fatal en los proyectos coloniales y en los campos de exterminio. Sendero que solo nos conducen hacia “la vergüenza de ser hombres”, como supo decirlo Primo Levi. Con plena conciencia de esta vergüenza, Michel Foucault ha sido preciso al dudar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como fuente del valor de los humanismos antropocéntricos y de su jerarquía sostenida en una construcción del saber de un sujeto universal, que se quiere esencial, racional y autónomo en relación al medio en el que concibe los dispositivos de su dominio.

¿Qué problema ontológico y político arrastra la transformación de la identidad humana?

Nuestro siglo es el efecto de transformaciones ineludibles sobre la llamada “identidad humana”, conformada por “Sujeto”, “Yo” e “Individuo”. Transformaciones que provienen de cuestionamientos por parte de la ciencia con efectos en la filosofía entre los siglos XIX y XX. El conjunto del drama de los juegos políticos se expresan sobre el horizonte de lo humano y la crisis de la frontera de la “identidad humana”. Es aquí que debería distinguirse con cautela el “no-humanismo” del sistema constituido por las democracias contemporáneas, a partir de los efectos que aún perduran de la fabricación de la muerte en serie, tanto en las migraciones forzadas como en los campos de refugiados que atraviesan el planeta, en las hambrunas territoriales de los condenados de la tierra como en las violencias desiguales entre etnias, razas, géneros y clases. Distinto es considerar el “no-humanismo” como un más allá del hombre que conocimos antropológicamente, donde el “no-humanismo” del sistema democrático actual de flujos, informaciones y ultra-codificaciones, supone su aniquilación por los propios dispositivos de maquinación. El “no-humanismo” como un más allá del hombre implica su desborde ilimitado. Es en la diferencia entre ambas alternativas que se juega la historia de nuestro tiempo como el que experimenta la caída del humanismo como un problema ontológico-político.

¿Qué transformaciones y metamorfosis resultan ineludibles para pensar la identidad-humana?

Como lo plantea Donna Haraway a lo largo de su obra: nos hemos convertido en productos tecnológicos en niveles más profundos de lo que nos es dado comprender. Parece absurdo separar las tramas orgánicas, técnicas, textuales, míticas y políticas del tejido semiótico tecno-científico. Los laboratorios del mundo de la tecno-ciencia de diseño transgénico, propios de los imperios tecno-científicos y biotecnológicos han reducido las “metáforas vitales” a tecnologías de ingeniería genética y los “entes” a culturas tecnológicas. Somos parte de estos entes y formamos el sistema de coordenadas cartesiano de un espacio virtual de numerosos programas de investigación. Las fronteras entre animales, humanos y máquinas han sido franqueadas por la cibernética que ha homologado modelos matemáticos, informacionales y biológicos buscando la llamada “inteligencia artificial”; los límites biológicos han sido traspasados por las ciencias de la vida que han revelado “regiones de incertidumbre” o de “inestabilidad morfogenética” al pensar los umbrales entre especies; los límites de la tierra han sido puestos en cuestión por una biogeofísica que expone la “intrusión de Gaia” y su reverso en la figura del mayor depredador energético conocido como “Antropoceno”. A pesar de todos estos torbellinos de fondo, el fin de lo humano como “identidad humana” tal vez no sea deseable cuando pensamos en el optimismo de la evolución genética de la vida sintética del diseño de clones a la que nos conducimos junto al agotamiento de la tierra. Aunque tampoco parece deseable una defensa de una humanidad con pretensiones jerárquicas, coloniales y especistas que ha extendido su dominio hasta agotar lo viviente o disponerlo a su servicio, liquidando a su paso otros modos de vida humana y no-humana que despliegan otra ecología social con el medio. Ante este escenario parece posible abordar la caída del humanismo en tiempos de antropodicea como una deconstrucción arqueológica de los discursos del “humanismo” y una problematización genealógica del problema del “Yo” en los campos del diseño de sí y de la vida.

*Ensayista, editor y filósofo. Enseña en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad Nacional de Avellaneda, donde dirige la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de San Pablo, Brasil. Es autor de Gilles Deleuze. Una filosofía de lo ilimitado en la naturaleza singular (2010, 2014); co-autor de Filosofía para perros perdidos. Variaciones sobre Max Stirner (junto a Ariel Pennisi, 2018), y compilador y autor de Linchamientos. La policía que llevamos dentro (junto a Ariel Pennisi, 2015), de Imágenes del pueblo (2015); Meditaciones sobre el dolor (junto a Alejandra González, 2019); Vitalismo. Contra la dictadura de la sucesión inevitable (en colaboración con Alejandro Miroli y Ezequiel Carranza, 2019) y Meditaciones sobre la tierra (junto a Alejandra González, 2020).

Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org

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Estados Unidos y su rol en el golpe de Estado en Perú

Por: Vijay Prashad y José Carlos Llerena Robles

Este artículo fue producido para Globetrotter.

Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. También es miembro senior no-residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of U.S. Power (con Noam Chomsky).

José Carlos Llerena Robles es educador popular, miembro de la organización peruana La Junta y representante del capítulo peruano de Alba Movimientos.

Fuente: Globetrotter

El 7 de diciembre de 2022, Pedro Castillo se sentó a trabajar en su despacho, durante el que sería su último día como presidente de Perú. Sus abogados revisaban los documentos que mostraban que Castillo triunfaría sobre una moción en el Congreso para destituirlo. Iba a ser la tercera vez que Castillo se enfrentaba a una impugnación del Congreso, pero sus abogados y asesores – entre ellos el ex primer ministro Aníbal Torres – le decían que tenía ventaja sobre el Congreso en las encuestas de opinión (su índice de aprobación había subido al 31%, mientras que el del Congreso apenas rondaba el 10%).

Desde hacía un año, Castillo estaba sometido a una enorme presión por parte de una oligarquía que no veía con buenos ojos a este antiguo profesor. Sorpresivamente, el 7 de diciembre anunció a la prensa que iba a “disolver temporalmente el Congreso” y a “establecer un Gobierno excepcional de emergencia”. Esta medida selló su destino. Castillo y su familia corrieron hacia la Embajada de México, pero fueron detenidos por los militares en la Avenida España, antes de que pudieran llegar a su destino.

¿Por qué Pedro Castillo dio el paso fatal de intentar disolver el Congreso cuando estaba claro para sus asesores – como Luis Alberto Mendieta – que se impondría en la votación de la tarde?

La presión pudo con Castillo, a pesar de la evidencia. Desde su elección en julio de 2021, su oponente en las elecciones presidenciales, Keiko Fujimori, y sus asociados han tratado de bloquear su ascenso a la presidencia. Ella trabajó con hombres que tienen estrechos vínculos con el Gobierno de los Estados Unidos y sus agencias de inteligencia. Un miembro del equipo de Fujimori, Fernando Rospigliosi, por ejemplo, había intentado en 2005 implicar a la embajada estadounidense en Lima contra Ollanta Humala, quién se presentó en las elecciones presidenciales peruanas de 2006. Vladimiro Montesinos, ex agente de la CIA que cumple condena en una prisión de Perú, envió mensajes a Pedro Rejas, ex comandante del ejército peruano, para que fuera “a la embajada de los Estados Unidos y hablara con el oficial de inteligencia de la embajada”, para intentar influir en las elecciones presidenciales peruanas de 2021. Justo antes de las elecciones, EE. UU. envió a una ex agente de la CIA, Lisa Kenna, como embajadora en Lima. Se reunió con el ministro de Defensa de Perú, Gustavo Bobbio, el 6 de diciembre y al día siguiente envió un tuit de denuncia contra la medida de Castillo de disolver el Congreso (el 8 de diciembre, tras la destitución de Castillo, el Gobierno estadounidense – a través de la embajadora Kenna – reconoció al nuevo Gobierno de Perú).

Una figura clave en la campaña de presión parece haber sido Mariano Alvarado, oficial de operaciones del Grupo de Asistencia y Asesoramiento Militar (MAAG), que funciona efectivamente como agregado de Defensa de los Estados Unidos. Se dice que funcionarios como Alvarado, que están en estrecho contacto con los generales militares peruanos, les dieron luz verde para actuar contra Castillo. También es sabido que la última llamada telefónica que Castillo tomó antes de abandonar el palacio presidencial provino de la Embajada de los Estados Unidos. Es probable que le advirtieran que huyera a la embajada de una potencia amiga, lo que le haría parecer débil.

Este artículo fue producido para Globetrotter.

Fotografía: Globetrotter.

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SEP: Libros de Texto y Políticas Editoriales

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

Más que una productora de libros, hoy, la Conaliteg (SEP) es una compradora/consumidora gigantesca de obras, señala Juan Carlos Miranda Arroyo en su columna.

Este 4 de diciembre estuvimos en el cierre de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL-GDL, 2022). Ese fue prácticamente el último día del evento. Fue un domingo por la tarde. Bella como siempre la Perla Tapatía y su gente.

Ahí, como es costumbre, observamos que la variedad de publicaciones es explosiva, abrumadora e impresionante. Dos grandes pabellones o patios enormes con libreros nacionales e internacionales componen la FIL, aparte de salas de eventos y demás recintos diseñados para profesionales de la industria editorial. Me pregunto ¿Cómo sobrevive esta industria si el libro no es un producto de la canasta básica en México?

Como sucede en cada edición anual de la feria del libro en la perla de occidente, pudimos observar una gran oferta de publicaciones donde la palabra escrita y el diseño gráfico fueron (y son) los protagonistas; sin embargo, lo que más nos sorprendió durante la visita fue la participación ciudadana en el recinto expositor. Además, una buena noticia: Había una gran cantidad de niñas, niños y jóvenes.

Al salir del recinto, por ejemplo, nos tocó ver una fila de más de 200 jóvenes y niñas-niños con sus familias en espera para obtener la firma de un libro, de esos que están de moda, de aventuras y personajes con dibujos.

La oferta de libros de todas las variedades, temas, contenidos, tamaños, colores, formas y diseños se vivía con emoción en cada uno de los sitios (stands) donde se exhibían las obras. Durante el caminar por horas rodeados de libros surgieron preguntas, como parte de la magia editorial de este año (la FIL/GDL es considerada, por cierto, una de las más grandes ferias de libros en América Latina y el Caribe). ¿Cuál es la situación de los libros de texto gratuitos y de las políticas editoriales de la Secretaría de Educación Pública (SEP), ejecutadas a través de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg)?

Según la página oficial de la SEP: “La Comisión Nacional de Libros de Texto adquiere o produce, en su propia planta o a través de terceros, los libros de texto gratuitos para la educación básica en México. Así es como los libros que la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP edita conforme a los planes y programas de estudio son entregados oportunamente cada año a las autoridades educativas de los 32 estados, para que éstas a su vez los hagan llegar a los estudiantes desde el primer día de clases.”

Así continúa la información de la dependencia educativa: “La Conaliteg cuenta con una imprenta en Querétaro donde se producen alrededor de 30 millones de libros al año. Los programas de preescolar, primaria y telesecundaria requieren de la producción de cerca de 140 millones de libros. Los que no se producen en la planta se hacen con las empresas de artes gráficas establecidas. La SEP es la mayor editorial de México y el mayor cliente para las empresas que producen libros. También es la editorial que más papel para impresión de libros consume. La producción de los libros para cada ciclo requiere de alrededor de 60 mil toneladas de papel.”

Impresionantes cifras, pero las políticas públicas editoriales en México ante tales dimensiones y a efecto de atender a las necesidades educativas y didácticas de millones de niñas, niños y jóvenes ¿Qué problemas enfrentan? ¿Cuáles son los desafíos mayores y las prioridades de la gestión de libros en la SEP-Conaliteg?

“El programa de secundaria y de bibliotecas escolares se nutre con los libros editados por la industria editorial mexicana. En el caso de secundaria, la Secretaría de Educación Pública evalúa las propuestas que los editores privados hacen para las 17 materias y con ellas conforma un catálogo de donde los maestros y las autoridades educativas de los estados seleccionan los libros que se usarán en los salones de clase. Cada año alrededor de 400 títulos son puestos a disposición de los maestros para que escojan aquel que consideran más adecuado para ayudarlos a dar sus clases. Se reparten alrededor de 33 millones de libros que son adquiridos en parte por la Conaliteg y en parte por los estados.”

Cabe recordar que la SEP es la principal dependencia del gobierno federal que coordina, edita, imprime o publica el mayor volumen de libros educativos al año, sobre todo si pensamos en la producción editorial de libros para niñas, niños y jóvenes que se utilizan en las escuelas públicas de nivel básico (y en menor medida en las escuelas privadas de ese mismo nivel educativo que, aunque reciben los libros de la SEP, no siempre los utilizan como apoyo didáctico durante sus jornadas escolares).

La participación de la industria editorial, como empresa privada, siempre ha sido significativa en el sector educativo. Recuerdo que cuando me inicié como docente en el sistema educativo, en secundaria, las agencias y empleados de la industria editorial repartían libros en forma gratuita a las maestras y maestros durante las reuniones de academia (1984-1985), con intenciones e intereses de promoción y venta. Tengo entendido que esa misma forma de trabajo de las empresas editoriales privadas continúa.

“La inversión de la Conaliteg representa 75 por ciento del total de esta compra. Algo similar sucede con los acervos de las bibliotecas. La Secretaría de Educación Pública lanza una convocatoria a los editores para invitarlos a participar con títulos que cumplan con las especificaciones generales de las bibliotecas: ser libros adecuados para los niveles de enseñanza y la capacidad lectura de los alumnos de los distintos niveles educativos. Se forman consejos estatales que escogen de esta oferta los títulos que les gustaría tener en sus acervos y se conforma el pedido que la Conaliteg adquiere.”

Más que una productora de libros, hoy, la Conaliteg es una compradora/consumidora gigantesca de obras.

“La Comisión también produce libros accesibles para niños con baja visión o ceguera en los niveles de primaria y secundaria. Para los niños ciegos que estudian la primaria existen las versiones de 41 títulos. La Conaliteg produce también para los estudiantes de primaria con baja visión 73 títulos en macrotipo, que son libros de gran formato adaptados para ellos, entre los que se incluyen los 32 títulos de “La entidad donde vivo”. (Información tomada de: https://www.gob.mx/conaliteg/acciones-y-programas/programa-de-produccion )

Además esa instancia gubernamental, la Conaliteg, rectora de las políticas editoriales de la SEP, entrega millones de libros a maestras/os, directivas/os escolares y asesoras/es técnicos de la educación básica, entre otras figuras educativas.

Sin duda, la existencia de la Conaliteg es un acierto de las políticas públicas educativas transexenales, es decir, del Estado mexicano. Sin embargo, hoy en día se han registrado algunos problemas en el ejercicio de dichas políticas que conviene analizar.

Según una nota de la revista Expansión/Política, “La producción de materiales educativos ha caído hasta 80 por ciento en la planta industrial de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), debido a la antigüedad de la maquinaria y a la falta de mantenimiento, reveló la Auditoría Superior de la Federación (ASF).” (Nota firmada por Dulce Soto. “ASF: la producción de libros de texto gratuitos cayó 80% en planta de Conaliteg”, Expansión/Política, 8 de noviembre, 2022).

“De acuerdo con el organismo auditor, la Conaliteg reportó que su planta industrial de Querétaro trabaja al 35 por ciento de su capacidad y, pese a ello, en 2021 no se autorizó ningún plan de ampliación o modernización del equipo y maquinaria.”

“Entre 2012 y 2021, el presupuesto de la Conaliteg aumentó 58 por ciento, al pasar de mil 968 millones de pesos a 3 mil 108 millones de pesos.”… “Sin embargo, la entidad paraestatal no cumplió el año pasado con la totalidad de las acciones de mantenimiento previstas para la planta industrial de Querétaro, pues solo realizó 65.6 por ciento (de lo programado).”

“La ASF expuso que se superó la meta de producción de libros programada para 2021. Sin embargo, de los 183 millones de libros de texto gratuitos producidos para el ciclo escolar 2021-2022, la planta industrial de la Conaliteg contribuyó con apenas 2.9% (5 millones de libros); mientras que la producción externa alcanzó 97.1% (178 millones de libros).”

¿Quién resulta beneficiada económicamente con la baja producción editorial de la planta impresora de la Conaliteg (SEP) en los talleres de Querétaro? Sin duda, la industria editorial mexicana.

El cuadro que se presenta en la principal dependencia del Estado mexicano responsable de la compra y distribución de libros para estudiantes de educación básica, indica la existencia de una situación conflictiva debido a la baja producción. Aparte de constituir una sensible adversidad para la autonomía editorial del gobierno federal (SEP) en este sector clave de generación de libros, dicha situación y el contexto que prevalecen, resultado de administraciones inoperantes, pueden plantear el inicio de una etapa de privatización de la plataforma editorial de la SEP.

¿Esa condición conviene a la nación? Pienso que no. Conviene, sí, a los intereses empresariales, para quienes el libro es una mercancía, no un bien público.

Fuente de la información e imagen:  https://www.sdpnoticias.com
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La escuela de Jauretche

Por: Arturo Jauretche

El pensamiento y la prosa de Arturo Jauretche (1901-1974), atraviesan la historia, la cultura, la política y los comportamientos argentinos. De su vasta obra, repartida entre la crítica, la historiografía y la polémica, hemos elegido dos pasajes, uno de Los Profetas del Odio y otro de Pantalones Cortos, en donde señala rasgos de la escuela argentina que aún hoy pueden ser observados.

“La campana que llamaba a clase era un cotidiano corte entre dos mundos y la formación intelectual tuvo así que andar por dos calles distintas a la vez, como la rayuela, con las piernas abiertas entre los cuadros. La escuela no continuaba la vida sino que abría en ella un paréntesis diario. La empiria del niño, su conocimiento vital recogido en el hogar y en su contorno, todo eso era aporte despreciable. La escuela daba la imagen de lo científico; todo lo empírico no lo era y no podía ser aceptado por ella; aprender no era conocer más y mejor, sino seleccionar los conocimientos, distinguiendo entre los que pertenecían a “la cultura” que ella suministraba y los que venían de un mundo primario que quedaba más allá de la puerta… Era la preferencia de Sarmiento por la montura inglesa, olvidando que el recado era una creación empírica nacida del medio y las circunstancias. Este desencuentro entre la escuela y la vida producía un desdoblamiento en la personalidad del niño: ante los mayores y los maestros, se esmeraba en parecer un escolar cien por cien; frente a sus compañeros y fuera de los límites de la escuela, defendía su yo en una posición hostil a lo escolar, como un pequeño Frégoli que estuviera cambiándose constantemente el paquete traje de los domingos y las ropitas de entrecasa”.

Arturo Jauretche, “Los profetas del odio”

“la escuela nos enseñó una botánica y una zoología técnica con criptógamas y fanerógamas, vertebrados e invertebrados, pero nada nos dijo de la botánica y la zoología que teníamos por delante. Sabíamos del ornitorrinco, por la escuela y del baobab por Salgari, pero nada de bagualas ni de vacunos guampudos e ignorábamos el chañar, que fue la primera designación del pueblo hasta que le pusieron el nombre suficientemente culto de Lincoln… ¿Cómo extrañar entonces que mirásemos despectivamente a las cigüeñas de nuestros bañados, al compararlas con las muy literarias y europeas que anidan en las torres de las iglesias? ¿Cómo comparar al indígena zorro, que acabamos de trampear, con el respetable ‘Maitre Renard’ mencionado en la escuela? De esa formación han salido luego las navidades con nieve y los Papás Noel de nuestros niños y las primaveras abrileñas de nuestros poetastros”.

“Nunca se nos habó de la laguna del Chancho, donde íbamos a bañarnos y a pescar en las siestas robadas y en las rabonas, como tampoco de la laguna de los Gómez o Mar Chiquita, más allá, cerca de Junín, que nunca supimos que se llamó ‘Federación’ y su pago ‘El Petroso’.” … “El pueblo había sido treinta años antes territorio ranquelino, pero la escuela ignoraba oficialmente a los ranqueles. Debo a Búfalo Bill y a las primeras películas de cowboys mi primera noticia de los indios norteamericanos. Esos eran indios y no esos ranqueles indignos de la enseñanza normalista.”

“Nosotros éramos chicos de pueblo, no gauchitos. No teníamos los recursos de los muchachos camperos, pero ocasionalmente podíamos volver de la laguna, ya oscureciendo, perseguidos por los gritos de teros y chajáes y vigilados por los ojos de las lechuzas, o sobrevolados por los chimangos y los caranchos, casi tan despreciados como los abundantes cuervos, todos estos prevalidos de la inmunidad que da el no servir para nada (se decía ‘no gastar pólvora en chimangos, animal que no se come’)… En los enormes cañadones he conocido no menos de veinte variedades de patos: picasos, silbones, sarcetas, siriríes, barcinos… Allí encontrábamos las grandes bandadas de rosados flamencos y las de las blancas y negras cigüeñas, las garzas moras y blancas y los mirasoles… asimismo, está vivo el recuerdo de un cielo cubierto de alas y el bochinche, la algabaría, con que se alzaban de pronto las bandadas que asustábamos con nuestra falta de baquía… Siempre nos acompañaba algún paisanito y aprendíamos de él una sabiduría prohibida que debíamos mantener oculta porque perjudicaría nuestra reputación intelectual de buenos alumnos. Sin embargo, esta sabiduría de los primitivos es más difícil de aprender que la nuestra. Muchas veces he dicho que de un gaucho se puede hacer en poco tiempo un tractorista, pero en ningún tiempo se puede hacer, de un tractorista, un gaucho”

“A las clases de carpintería, encuadernación, modelado en arcilla y otras artes menores, tuve prohibida la entrada porque si usaba la garlopa y el cepillo, en lugar de virutas, sacaba alfajías y si me mandaban a un menester menos delicado como el de encender el ‘primus’ para calentar la cola, la explosión no tardaba en producirse. Así, poco a poco, fui siendo excluido de las clases dedicadas a ‘educar la mano’, según los principios pestalozzianos. Esta incapacidad manual y el privilegio que la consolidó, se tradujo, fatalmente, en mi letra, cosa de la que luego pagué las consecuencias (…) No sabiendo escribir a máquina, pero tampoco a mano, lo que escribo de esta manera yo sólo puedo leerlo unas horas después, cuando el recuerdo de lo escrito está suficientemente fresco para servirme de clave interpretativa de mis jeroglíficos”

“Fui escolar mimado, convencido de la superioridad que, bajo el guardapolvo, se uniformaba en una visión del mundo que era la visión de lo que se llamaba ‘cultura’, ésa de Spencer, Smiles, Orison Sweet Marden, el darwiniano, el creyente en la evolución que profesaba la certidumbre de la ciencia como camino ascendente y único del hombre, el que trabajosamente había leído los clásicos, sin gustarlos, en malas traducciones, pero como una exigencia de la civilización…”, iba conformándose así una concepción filosófica y política en “la que se conciliaban un total individualismo con ciertas ideas que podían decirse socialistas, según las figuras rectoras de la política y la cultura. En esa formación se le imponían las ideas económicas de Adam Smith, a través de sus divulgadores como Juan Bautista Say y la superstición del progreso que conciliaba las mayores contradicciones -como la del batiburrillo libresco que acabo de mencionar- porque todos partían del supuesto de que sólo teníamos que profundizar la política establecida después de Caseros y consolidada por la generación del ochenta. El estudiante destacado no podía pensar de otra manera, que era como pensaban la casi totalidad de sus maestros y sus propios padres, porque ellos también, maestros y padres, habían sido educados al toque de la misma campana… Los chicos, por el contacto con la realidad, podían zafarse de esa presión ‘cultural’ y eso ocurría con los más, que tuvieron la suerte de no ser precoces… pero mi situación no era la corriente por mi condición de escolar destacado y por la consiguiente soberbia y seguridad que ella me comunicaba”. No obstante, “cuando ingresé en el curso secundario de la Escuela Normal y aprendí los principios pestalozzianos (y a pesar de que mi sentido crítico estaba embotado por esta formación), percibí la contradicción que había con aquellos de pasar de lo particular a lo general, de lo simple a lo compuesto y de lo sencillo a lo complejo, en relación con lo que se practicaba en la escuela pues se proponían los objetivos antes de estudiarse las condiciones que podían o no corresponder a ello y se invertía el orden natural del razonamiento.”

“Bastante después de los primeros largos o de mi primer bigote (…) reaccioné contra la formación recibida (…) Creo que recién empecé a pensar desde mí mismo y no desde una hipótesis previamente construida. Y como no tenía hipótesis, tuve que sacarme los anteojos prestados para empezar a ver el mundo que me rodeaba, mi país, mi pueblo, sin teorías, ideologías o cartabones preestablecidos y cuidando que lo poco que sabía, me sirviera para seleccionar y no para rechazar, como anticientíficos y anticulturales, los datos que me ofrecía la realidad”. Hasta esa época, “la formación educacional del medio nos había llevado a elaborarnos una ‘cultura’ a pelo y otra, a contrapelo, o dos culturas paralelas. Una, a la vista, que identificábamos con el guardapolvo escolar, era la que exhibíamos ante los mayores y en la escuela. La otra, secreta. Este conflicto íntimo lo llevamos todos los argentinos. En mí, creo que ganó la cultura paisana -o si usted quiere ‘la barbarie’- que, seguramente, será poca, pero buena, porque está hecha a base de sentido común y contacto con la realidad (…) Ese conflicto se revela en las contradicciones de esa doble personalidad: por un lado, el que mira al país desde afuera y según convenciones que ya le vienen establecidas desde lo que llama ‘civilización’ y que no comprende que es sólo la irradiación del pensamiento rector de los grandes centros, elaborado al margen -y muchas veces, en contra- de nuestra realidad; del otro, la posibilidad de partir desde nosotros mismos, según somos, para adquirir lo que es verdaderamente universal después de una filtración, a través de lo propio. Es la diferencia que hay entre adoptar y adaptarse”.

“El otro chico, el lagunero, el de las rabonas y sobre todo el amigo de los paisanitos, había quedado latente en mí. Estuvo esperando con su realismo, con su humildad, a que yo me sacara el guardapolvo, me desnudara de un ropaje que era como una arquitectura que dificultaba el contacto con el mundo concreto. Es así como empecé a comprender que el progreso no era un fin en sí mismo sino un instrumento de realización de hombres concretos en un mundo concreto, sustituyendo el amor a la humanidad por el amor a mis paisanos, a los hombres de la comunidad en que se vive, que es la humanidad efectiva y no la abstracción propuesta como tal.”

Arturo Jauretche, “Pantalones cortos”

Fuente de la información e imagen:  https://pelotadetrapo.org.ar

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Derechos humanos, democracia y otras yerbas…

Por: Vásquez Araya Carolina

Nos tomaron por ingenuos y nos vendieron caro el cuento de la democracia. 

Esta semana volvemos a experimentar las fallas de un sistema impuesto por gobiernos poderosos, aliados de corporaciones multinacionales, cuyas cabezas se ocultan en los entresijos de un marco aparentemente legal de aplicación forzosa. Ya lo hemos visto antes, durante la dura historia de golpes de Estado patrocinados por la Casa Blanca y sus servicios de inteligencia, pero seguimos soñando con que esos ataques arteros del pasado son, valga la redundancia, cosa del pasado.

Las imágenes de Pedro Castillo y de su familia saliendo del palacio de gobierno traen a la memoria las de Jacobo Árbenz, en Guatemala. En ellas, queda plasmado el odio de las castas criollas, cuyo desprecio ancestral hacia cualquier intento de rebeldía política con acento en la búsqueda del cambio, se traduce de inmediato en un plan de emergencia para detener con un golpe certero las posibilidades de una transformación social, económica y política capaz de aproximarse a los anhelos del pueblo.

Digamos que Pedro Castillo tenía los días contados; era evidente. Su formación de maestro no le dio acceso al aprendizaje de los trucos utilizados durante décadas por los políticos de la oligarquía y eso le puso fecha de caducidad. Si a eso se añade la influencia decisiva del Departamento de Estado para revertir -país por país- el giro continental hacia la izquierda, el paquete estaba listo, atado y con dedicatoria. También en Chile ha comenzado a presionar la maquinaria centrando sus tiros en el texto constitucional y, sin duda, maquinando estrategias para incidir en todo el marco político del nuevo gobierno. Bolivia ya pasó por la experiencia y también Venezuela, con sus cuentas  embargadas. Ahora falta que dirijan sus tiros a Brasil.

Lo más ilustrativo del cinismo con el cual se mueve Estados Unidos en nuestro continente, con la OEA como su lacayo, es su hipócrita discurso por los derechos humanos y la democracia, valores que viola reiteradamente cada vez que le conviene a su política y a sus aliados corporativos. El caso mas ilustrativo de esa doble cara se manifiesta en sus relaciones con Guatemala: un narco Estado cuyos dirigentes han destruido, pieza por pieza, todo el marco institucional arrasando de paso con su sistema de justicia; pero al estar el control en manos de una oligarquía ignorante, obsoleta y de corte colonialista -lo que al sistema neoliberal le viene de perlas- mira para otro lado.

Nos vendieron la preeminencia de los derechos humanos, la democracia y la autodeterminación como una aspiración legítima, pero en cuanto actuamos por conquistarlos viene el golpe de puño para recordarnos cuál es nuestra verdadera realidad. Vale decir, el engaño descarado y la píldora política gorda que nos hemos tragado en largos períodos de nuestra historia. Lo que no le toleraron a Castillo en Perú, se lo aplaudieron a Zelenski en Ucrania, demostrando que todo depende de qué color es el protagonista.

No podemos seguir ignorando la sombra funesta del imperio con sus aliados locales, capaces de utilizar el universo mediático para divulgar sus mentiras y convencernos del cuento de la libertad democrática de los pueblos. La realidad nos enseña, a golpes de Estado y bloqueos económicos, cómo los intereses de un puñado de naciones poderosas dependen de nuestro subdesarrollo y nuestra enorme capacidad para caer en las trampas del sistema, una y otra, y otra vez.

La libre determinación de los pueblos no es mas que un deseo insatisfecho.

Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com

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Semana de taller intensivo de formación continua: ¿la desorganización?

Por: Abelardo Carro Nava

Hace unos días – yo lo encontré en Facebook el 7 de diciembre –, a través de las redes sociales, se conoció un documento firmado por la Subsecretaria de Educación Básica, Martha Velda Hernández Moreno, mediante el cual informaba que, con base en el Acuerdo número 9/06/22 por el que se establecen los calendarios escolares para el ciclo lectivo 2022-2023, aplicables en toda la República Mexicana para la educación preescolar, primaria, secundaria, normal y demás para la formación de maestras y maestros de educación básica, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 3 de junio de 2022, del lunes 2 al 6 de enero de 2023, tendría lugar el “Taller intensivo de formación continua para docentes: plan y programas de estudio de la educación básica 2022”.

Para ello, a decir de este documento, el día 2 de enero de 2023 trabajarían los supervisores y directivos con la finalidad de conocer lo que abordarían con los colectivos docentes en lo sucesivo, y del 3 al 6 de ese mismo mes, lo harían las maestras y maestros de educación básica, acompañados de los primeros, motivo por el cual, de acuerdo a lo programado al inicio del ciclo escolar, esta jornada se realizaría sin la presencia de estudiantes en las escuelas y, días más tarde (no se especifica en el cuerpo del documento la fecha) se harían llegar los materiales a través de los responsables de los Consejos Técnicos Escolares, Formación Continua y Enlace Educativo de cada entidad federativa.

Un poco más adelante, para ser preciso, en el cuarto párrafo de dicho documento, se señalaba de manera enfática, que se “solicitaba que se difundiera esta información a la comunidad educativa, a fin de que directivos y directivas, maestros y maestras estén en sus centros escolares durante la primera semana del próximo mes de enero para dar continuidad con las acciones de formación continua”.

Como era de esperarse, los comentarios que podían leerse en las páginas que compartieron ese documento, fueron diversos; algunos de ellos referían la falta de planeación para el desarrollo de estas actividades por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), otros, se preguntaban cómo era posible que todo lo que se abordaría en cuatro días, se iba a dar a conocer en un solo día a directivos y supervisores, y unos cuantos más, señalaban los escasos días de descanso que tendrían los colectivos docentes en esta temporada decembrina para que, en dichos días, se les dieran a conocer las orientaciones que marcarían la ruta de trabajo y, en consecuencia, preparan los productos o actividades que tendrían que realizarse en esa semana de formación.

Desde mi perspectiva, es preocupante la simplicidad con la que la SEP está viendo proceso formativo de tal envergadura que, obliga a pensar, que en lugar de atender la formación del profesorado mexicano con relación al plan y programas de estudio 2022, se intente cumplir, burocráticamente, con los tiempos y acciones que estipula el calendario escolar, aprobado por la misma SEP. Me explico.

Para quienes hayan sido formados en alguna institución formadora de docentes, y aun cuando no hayan cursado sus estudios en éstas, saben que la planeación es un ejercicio fundamental para el logro de los propósitos, en este caso, educativos. De hecho, por ejemplo, si se revisan los planes de estudio de las escuelas normales, se podría observar que en varios de éstos se incluye alguna, o varias asignaturas relacionadas con la planeación de la enseñanza, gestión escolar, etcétera. Desde luego que, en sus contenidos, se abordan algunos temas vinculados con la organización de los aprendizajes o del proceso administrativo donde la planeación, organización, ejecución, control y evaluación, son elementos esenciales para el desarrollo de las planeaciones didácticas, o bien, para la conformación de lo que se conoce como Programa Escolar de Mejora Continua (PEMC). En ambos casos, ya sea para la planeación de los aprendizajes o para la construcción del PEMC, el tiempo es fundamental, porque permite establecer las estrategias didácticas o acciones de gestión a desarrollar, pero también, los recursos y materiales a emplear, los objetivos de aprendizaje o las metas y acciones a lograr, en fin, un cúmulo de cuestiones que forman parte de un proceso que, visto así, puede ser sencillo de escribir, pero que, ponerlo en marcha implica un cierto grado de complejidad importante, dada la cantidad de factores que inciden o influyen en éstos; supongo que esto lo saben, o al menos lo deberían saber, en las oficinas de la SEP.

Por ello es que resulta “extraño” que, a unos días de salir de lo que se conoce como vacaciones decembrinas, la misma SEP “informe” sobre el desarrollo de un proceso formativo como el que ya he señalado. ¿Incapacidad o ignorancia? Podría ser alguna de estas cuestiones, sobre todo si es que se desconoce lo que ocurre en los centros escolares durante la semana previa al periodo vacacional de los estudiantes y trabajadores de la educación. ¿Acaso la maestra o el maestro no tendría que disfrutar de un derecho que está contemplado en ese mismo calendario escolar como lo es el referido en diciembre?, ¿acaso no ha sido suficiente toda la carga administrativa que se les ha asignado en lo que va del ciclo escolar como para que no se les permita estar con su familia o seres queridos en estas fechas que, como se sabe, traen un cúmulo de emociones, encuentros y sentimientos?, ¿acaso la revalorización docente no contempla los espacios que puede tener cualquier trabajador de la educación con los suyos?

No tengo la menor duda de que la educación de los individuos es un tema trascendental para el desarrollo de los pueblos, sociedades y naciones. Es un tema incuestionable. Sin embargo, pienso, que también las maestras y maestros, directivos y supervisores son seres humanos. Supongo que la empatía no cobra mucho sentido cuando se trata de cumplir con tiempos y actividades, sin que éstas estén debidamente planeadas para ser desarrolladas.

En suma: ¿cuándo la SEP podría ser empática con los docentes?, ¿acaso alguna vez esta dependencia, que hoy día la encabeza una profesora, le habrá preguntado a una maestra o a un maestro cómo se siente en estos momentos?, ¿hasta cuándo dejará de ser visto al profesional de la educación como mero sujeto ejecutor de las políticas educativas, aunque no estén planeadas como debiera?, ¿acaso no se le podría exigir y/o demandar una mayor y mejor organización a esta Secretaría?

Al tiempo.

Con negritas:

Cierro estas líneas revisando el portal de la Subsecretaría de Educación Básica y, aún no se encuentran disponibles, los materiales que habrán de orientar los trabajos de esa semana de formación continua.  ¿Desorganización entonces?

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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Cortázar y el ser latinoamericano

Por Cristóbal León Campos

Unas horas atrás, finalicé la lectura de una entrevista que le realizará Rosa Montero a Julio Cortázar en 1982, el texto vio la luz originalmente en el periódico El País, y ahora forma parte del libro El arte de la entrevista (2019), donde se reúne la evolución periodística y como entrevistadora de la escritora española.

En la conversación dos años antes de la muerte de Cortázar, entre varios tópicos, uno de los temas que resalta es el relativo al exilio del escritor argentino en París, Francia, debido a que fue en esa ciudad en la que dio vida a sus más célebres obras como Rayuela (1963), cuya esencia parisina se respira en cada página. Pero, al mismo tiempo, es en su escritura donde se reafirma lo que Julio aseverara ante el cuestionamiento de Montero sobre sus razones para dejar su patria: “yo creo que me volví más argentino estando en París, porque allí descubrí algo que los argentinos, en general, no saben, y fue el hecho de ser latinoamericano”.

La respuesta de Cortázar no sorprende si recordamos que años antes, el 10 de mayo de 1967, escribió una carta al escritor cubano Roberto Fernández Retamar, que se publicó en el número 45 de la Revista Casa de las Américas, donde el cronopio mayor reflexionó sobre su papel como intelectual y la transformación que vivió como persona y escritor al acercarse a procesos revolucionarios como el de Cuba, triunfante en 1959, y, posteriormente, al de Nicaragua, con la llegada al poder de los sandinistas en 1979. Así, Julio narrándole a su amigo, afirma que: “Cuando digo que aquí [París] me fue dado descubrir mi condición de latinoamericano, indico tan sólo una de las consecuencias de una evolución más compleja y abierta”.

La sinceridad y ese juego entre sarcástico y fantasioso que caracterizó a Cortázar, se puede percibir en las formas que utiliza para abordar las preguntas de Montero, ese diálogo contribuye también a corroborar el sentimiento antidogmático del autor de libros como Historias de cronopios y de famas (1962), Todos los fuegos el fuego (1966) o Nicaragua tan violentamente dulce(1983). Esas mismas posturas, le valieron una serie de murmuraciones y descalificaciones de algunos críticos que, junto a grupos políticos, vieron en la postura reivindicativa del ser latinoamericano que Julio asumió ya radicado en París, una “falsa actitud”, ya que se le cuestionó que sus reflexiones sobre la realidad de América Latina las realizara desde el continente europeo.

Estas injurias llevaron a Cortázar a sostener infinitos debates con sus críticos, de los que se puede extraer la verdad inobjetable de que el compromiso intelectual con las causas de los desposeídos no puede tener lugar de residencia, sino que debe desarrollarse en cualquier parte del mundo, sin importar el lugar de origen de quien suscribe a favor de la justicia. Lo anterior, lo comprendió bien Julio, y esa es la esencia de su autoevaluación como intelectual que se puede leer en los documentos aquí referidos.

En el último párrafo de su carta a Retamar, Cortázar afirma que: “Estoy convencido de que sólo la obra de aquellos intelectuales que respondan a esa pulsión y a esa rebeldía se encarnará en las conciencias de los pueblos y justificará con su acción presente y futura este oficio de escribir para el que hemos nacido”. La comprensión de su papel como ser e intelectual latinoamericano, llevó a Julio Cortázar a despertar consciencias y afrontar tormentas a favor de la humanidad hasta el fin de sus días.

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