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¡Buen viaje, Camarada, Jefe y Mejor Amigo!

Mediando la década de los sesenta del siglo pasado redescubrimos un instituto, pese a que éste ya había rebasado la mayoría de edad. En efecto, el primer centro de formación docente superior del país, que había sido creado apenas expiró el viejo geronte, constituyó para nosotros todo una novedad; de cuya existencia no teníamos la menor noción en la Venezuela profunda donde, hasta entonces, nos habíamos desenvuelto. El encuentro, casi inopinado, con el –para entonces- Instituto Pedagógico Nacional, nos puso en contacto con una visión mucho más dinámica de asumir la educación, con una manera raigalmente más comprometida de hacer política y nos permitió cultivar unas amistades, para toda la vida, como la de Gustavo González.

De este joven lo desconocíamos todo, pero nos sedujo su manera integral de asumir la militancia y la forma vertebral como desarrollaba su compromiso de transformar la realidad, sin duda, absolutamente injusta que nos circundaba. Luego supimos que su gracia completa era Rafael Gustavo González Pérez, que era sancarleño, que había estudiado en el liceo más combativo de la valencia señorial, y que –buscando protegerlo de los excesos de los organismos de inseguridad de la época- sus profesores de secundaria lo habían remitido al instituto que aloja el otrora bucólico El Paraíso, en el que lo habían encomendado a una sociedad de luchadores, entre los que –para el beneficio particular- se encontraba nuestro Maestro. Ese caballero, proveniente de los llanos centro occidentales, fue nuestro Primer Presidente de Centro de Estudiantes, en el actualmente octogenario pedagógico.

Su paso por las aulas fue brillante. Recordamos varias anécdotas de él. En una oportunidad, por tener que atender los compromisos que se derivaban de su condición dirigencial, no asistió a una prueba escrita; la docente de la asignatura le ofreció, como única opción, que la presentara en la clase sub siguiente y con todo el temario completo como materia a examinar. Gustavo aceptó, la rendición que comentamos le exigió varias horas y pliegos de escritura y, para orgullo de sus seguidores, obtuvo la máxima calificación. En otra ocasión se decidía la representación de los estudiantes en una comisión de mucho interés para el sector, nuestro Presidente se negó a negociar con un grupo ideológicamente opuesto, perdimos el cargo, pero él –para nuestra satisfacción- se mantuvo fiel a los principios que siempre defendió. Porque así fue toda su vida, un ser de una sola pieza.

Una vez graduado, como tantos otros, apareció en las famosas listas negras; adonde eran reducidos los “enemigos de la democracia representativa”; pero su excelente desempeño como estudiante no pudo ser negado por los adláteres del sistema por mucho tiempo y tuvo que ser incorporado a las aulas, donde se desenvolvió con excelsitud. Estuvo entre los fundadores del Instituto Pedagógico de Maracay, en el que marcó huella en el Área de Pensamiento Crítico. Luego fue becado, por estricto reconocimiento a sus méritos académicos, para que cursara estudios doctorales en la patria de Chopin, de donde egresó como uno de los primeros especialistas en la novedosa Educación Comparada, especialidad en la que, siguiendo los pasos de sus maestros, sentó cátedra en los planos nacional e internacional.

La Ciudad Jardín, la Reina del Cabriales, la Ciudad Pontálida, la Capital de los Crepúsculos, la consentida del Guarapiche, la cuna del Príncipe de las Letras y la patria del Apóstol nuestro americano, entre otras; fueron testigos de sus desvelos por propugnar la pedagogía comprometida con la liberación de los pueblos del continente de la esperanza. En ellas impulsó, organizó y desarrolló cursos de pre y postgrado, desde los niveles propedéuticos hasta los post doctorales. Con los cuales abrió brecha primigenia, en el referido campo, a escala americana. Sus más recientes preocupaciones giraban en torno a lo que llamó “la pedagogía realenga”, que fue como apellidó las proposiciones, siempre irreverentes e iconoclásticas frente al maniqueísmo de lo establecido, que impulsaba desde el aula extendida y entendida como instrumento para el conocimiento más profundo y la verdadera transformación de la sociedad.

En el frente político nunca rehuyó sus responsabilidades. Desde muy temprano se identificó con el marxismo como instrumento de liberación y de construcción de la sociedad justa que todos merecemos y necesitamos. Su militancia lo condujo a desempeñar peligrosas funciones en la llamada época dura, en la que hubo de enfrentar la saña de los cuerpos represivos. Cuando el mundo se abría hacia formas más liberales de interpretación de la ortodoxia, se unió a quienes creyeron en los que –más temprano que tarde- demostraron sus verdaderas intenciones. Las últimas décadas las invirtió en crear, desde la docencia revolucionaria, las condiciones para que el modelo encarnado por Chávez se materializara en la concreción de la utopía.

En esta vía, nuca cejó. Muestra de ello fueron sus conferencias inter activas, sus artículos utilizando el internet, sus clases a sus alumnos en distintas localidades a través de las redes, su adscripción al Centro Internacional Miranda y a las diferentes sociedades, venezolanas e internacionales, de la disciplina en la que fue –al menos para nosotros- un brillante precursor. Permanentemente defendió la tesis de que el mayor y mejor conocimiento de otras realidades educativas, sería el azimut que de manera más eficiente podría orientarnos en el diseño, ejecución, evaluación y reelaboración del proyecto educativo que –indefectiblemente- ha de conducirnos al mejor proyecto de país.

Hoy Gustavo; nuestro Camarada, Jefe y mejor amigo; decidió adelantársenos en el viaje definitivo. Aunque creemos que fue una partida apresurada, sabemos que pudo emprenderla sintiéndose contento con la obra que desarrolló. Desde el sector cojedeño en el que vio la primera luz, logró elevarse hasta las cumbres más empinadas de lo mejor del pensamiento y la acción de la pedagogía continental. Acompañamos a sus hijos y a su señora esposa en el duelo que los aflige. Nos unimos al pesar que invade a sus centenares de alumnos y a sus numerosos amigos. Compartimos las voces que identifican su tránsito con una enorme pérdida para la educación nacional. Pero nos reconfortamos sabiendo que podremos consultar su abundante producción y que estaremos en capacidad de proyectar su obra de manera permanente, manteniendo vivos los numerosos proyectos políticos y educativos en los que, gracias a su perseverancia e ilimitada paciencia, nos involucramos.

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Avances y retrocesos de la reforma educativa “a la mexicana”

Miguel Ángel Pérez

Me encuentro profundamente sorprendido con el actual estado de cosas y con la última etapa del proceso de la llamada “reforma educativa a la mexicana”. Si bien el mes de mayo siempre había sido un mes de movilizaciones magisteriales por las demandas históricas de los maestros democráticos: mas salario a los maestros, democracia sindical y profesionalización digna. El mayo del 2016 ha dado muestras de escenarios inéditos en la historia por la disputa del proyecto educativo en México. Quiero en esta ocasión, ir un poco más allá del recuento de coyuntura y hacer un poco de análisis en cuatro planos:

  1. ¿Cuál es la representación de reforma educativa (RM) que tiene para los jerarcas de la SEP?

Aquí comienzan las dificultades de todo tipo, parece que la concepción sobre educación y sobre reforma que subyace a los principales funcionarios de la SEP (incluyendo al titular de dicha dependencia), está sesgada a la realización de posturas t acciones de confrontación con las personas que no comparten sus formas de pensar o de actuar.

Parece que la reforma educativo (si nos dejamos llevar por los últimos acontecimientos) es un ajuste de cuestas cuyo objetivo es someter a los maestros a toda costa a la racionalidad burocrático – autoritaria bajo una perspectiva descaradamente neoliberal. Con ello se demuestra que al actual gobierno no le interesa la educación sino el sometimiento de sus educadores, bajo este galimatías mal llamado reforma educativa.

  1. ¿Qué es lo que se debate en educación? O ¿cuál es la verdadera disputa del proyecto educativo en nuestro país?

La disputa actual teniendo como pretexto la imposición de la reforma educativa, ha servido para esconder en el fondo finalidades maniqueas, ello encierra las verdaderas aspiraciones de país al que aspiramos. El gobierno de Enrique Peña Nieto inventó una idea provocadora de “reforma educativa” con la intención de encubrir un proyecto político para derrotar y colocar de rodillas al amplio destacamento de maestros y maestras que tienen aspiraciones verdaderamente democráticas y que están convencidos en sus principios y acciones que a partir de una educación diferente es posible y deseable que la educación tiene una función ideológica en estar siempre al lado de las causas del pueblo.

  1. ¿Cuál es el rumbo que toma la reforma?

Las posiciones de fuerza no han concluido, ha hecho falta una mejor interlocución, un referí, un garante que haga las veces de árbitro y que se coloque en el centro para mediar verdejamente y la única forma de avanzar es que las partes cedan un poco.

  1. ¿Cuál son los escenarios que se visualizan y cual sería el escenario deseable?

En escenario de lo que está por venir es impredecible. Pero un escenario deseable, es que el actual gobierno ceda o que la SEP encuentre un relevo pronto y llegue una nueva figura de titular para la SEP. Un secretario que sea un personaje con una visión diferente. Que desmantele todo lo construido hasta ahora para dar lugar al diseño de una verdadera reforma que tanto le falta al país y a los mexicanos pero una reforma que se construya con los maestros y sus propuestas.

No es posible continuar bajo este clima de presión, chantaje y hostigamiento. Una reforma educativa no se traza de esta manera, lo que vemos ahora es la más burda forma de manipulación política.

 

Fuente del articulo:http://www.educacionfutura.org/avances-y-retrocesos-de-la-reforma-educativa-a-la-mexicana/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/05/cnte-bucareli-300×182.jpg

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Educación… ¿a punta de reglazos?

 Abelardo Carro Nava

Quienes tuvimos la fortuna de haber vivido en la década de los setenta, podremos traer a nuestra mente un sinfín de acontecimientos que marcaron esa época; sin embargo, algo que deseo rescatar en este momento, está relacionado con la emancipación de las ideas y la expresión de éstas en buena parte de los seres humanos de los países que conforman el mundo que conocemos.

Pues bien, una de esas expresiones, la música, cobró un auge importante, sobre todo a finales de la década señalada. Grupos de diverso género musical, se convirtieron en menudos héroes de una juventud que ansiaba libertad. Los excesos y las drogas circulaban al por mayor y cada uno de estos jóvenes, a su modo, deseaba escapar de una realidad que por años les había sido impuesta por una sociedad cuyas normas, rígidas y apegadas a ciertos valores morales y éticos, eran hasta cierto punto “normales” dadas las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales que reinaban en la época.

Problemas sociales y sentimientos encontrados, se acompañaron con el compás de las notas que los músicos emitían. Recuerdo muy bien a una banda británica de rock progresivo, Pink Floyd era su nombre, y un misterio cada concierto. ¿Lo recuerda? Pues bien, dicho grupo lanzó a finales de los 70’s, un álbum doble cuyo título “The Wall” – el muro – se difundió rápidamente entre sus seguidores y escuchas, así como también, “Another brick in the wall” – otro ladrillo en el muro–, una canción compuesta en tres partes por Roger Waters. Todo un suceso musical, aunque debo reconocer que no fue de sus mejores éxitos.

Sin entrar a detalle en la descripción de esta canción, diré que en su segunda parte – ya que está compuesta de tres –, se aborda el tema de las normas tan estrictas que existían en la escuela en los 50’s. De hecho la película y video que también se elaboraron, muestra con claridad este hecho: un profesor que apunta de “reglazos” pretendía hacer que sus estudiantes aprendieran lo que a su juicio le parecía importante no obstante que éste sufría cierta agresión psicológica cuando llegaba a casa.

Las escenas magistralmente dirigidas – aunque a algunos no les agrade del todo –, muestra precisamente a la escuela como el centro a través del cual, la sociedad esperaba lograr las metas que se había fijado. La autoridad residía en el maestro y punto. Sin embargo, ¿qué pasó cuando los alumnos optaron por emanciparse? En las imágenes se muestra el caos, la violencia, el desorden, todo un cúmulo de sucesos que de cierta manera pueden entenderse, pero que bajo ningún pretexto pueden emplearse. En fin.

Traigo a coalición este breviario cultural para dar cuenta de lo siguiente:

En días pasados, el Secretario de Educación en nuestro país, ha hecho valer “su autoridad” de la forma menos esperada: “a punta de reglazos”. Como si en verdad los seres humanos no pensáramos ni entendiéramos cuando se nos habla.

Para el logro de tal propósito, ha utilizado a una de las Secretarías que, curiosamente, su finalidad estriba en “…elevar la calidad de la educación nacional por medio del reconocimiento e impulso de las profesionalización del magisterio… Mejorar las condiciones de vida, laborales y sociales de los docentes… Valorar la actividad docente fortaleciendo el aprecio por la función social del profesor…” ¿Qué pensaría Vasconcelos, Bodet o Sierra sobre ello?

No obstante que estos objetivos son claros, al parecer, Aurelio Nuño no los ha considerado como tal, porque en repetidas ocasiones, ha amedrentado al magisterio estigmatizando sobre todo al docente y lo que éste representa socialmente, cuando se supone tendría que hacer lo contrario.

De los exámenes, la forma en qué se dieron, los resultados que esperan darse a conocer en próximos días, mejor ni hablamos. Tal parecer que éstos se han convertido en mero “populismo y trampolín político” para un 2018 que se vislumbra, más que en verdaderos esfuerzos para hacer que la educación cambie. Y es que mire usted, si es que realmente pretende transformarse algo, debería comenzarse por la escuela, como organización, con las condiciones que permitan precisamente lograr eso, transformarlas en el más amplio sentido de la palabra.

Y es que la escuela como centro tal y como él lo ha propuesto, no es nada nuevo, aunque lo anuncie con bombos y platillos ante los medios de comunicación y redes sociales, no, nada de eso es nuevo

¿Estamos hablando de un “nuevo modelo educativo” cuyo origen se encuentra en dicha Secretaría?

Hace unos años Santos Guerra en su libro “Enseñar o el oficio de aprender: organización escolar y desarrollo profesional. Capítulo cinco: el archipiélago estratégico” daba cuenta de ello, lo cual me lleva a preguntar ¿si se hace necesaria o no la inclusión de expertos en el tema para desarrollar un modelo educativo acorde a las necesidades que el mismo entorno internacional y nacional impone? Desde luego, así como también, la participación de sus principales actores: los maestros, los alumnos y padres de familia.

No obstante lo anterior, los primeros han sido completamente olvidados, por no decir marginados. Y, lo que es peor aún, han sido estigmatizados, amedrentados, vapuleados y demás adjetivos que han sido repetidos por varios colegas, analistas e investigadores en la materia.

No, no se trata de una defensa a ultranza. Tengo claro que hay muchas cosas que deben mejorarse. Con el paso del tiempo el sistema educativo se ha conformado de esta manera –Carlos Ornelas sabe mejor de ello–, y los docentes, no han sido responsables de esto.

Que se entienda bien, el sistema está conformado por una serie de elementos que son fundamentales para su desarrollo, el maestro es uno de éstos y la escuela, ha sido el espacio donde puede lograrse el objetivo fundamental de la educación; pero cómo hacerlo si no hay las condiciones para ello.

Ya lo decía Santos Guerra: “…un contexto organizativo nefasto (rígido, empobrecido, conflictivizado, impermeable, balcanizado) hará difíciles las relaciones entre las personas y escasamente eficaz su esfuerzo para alcanzar los logros que se pretende conseguir… y, a su vez, unas condiciones organizativas favorables, una cultura enriquecida, unos medios abundantes ayudarán a crear y mantener un clima favorable y a conseguir unos resultados más satisfactorios” (Guerra, 2006).

Siempre he creído que los extremos son malos, ni tanto apapacho es bueno, ni tal rigidez es viable. Los seres humanos entendemos, la pedagogía habla de ello y las canciones… las canciones sueles ser una representación de lo que vivimos en cierto momento. Tiempo al tiempo.

 

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/educacion-a-punta-de-reglazos/

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La cultura de la violencia de género

Ilka Oliva Corado

Existe,  lo vemos todos los días, está enraizada en los patrones de crianza, en el sistema patriarcal, en los factores socioculturales: la violencia contra las mujeres es real y también se acepta algo  como natural en  nuestra sociedad misógina y machista. Para la violencia de género no existen fronteras territoriales ni distinción de clase social, color, credo y grado de escolaridad. Es imperceptible debido a que es  solapada.

Una violencia que se ejerce a todo nivel,  que es ilimitada y que no sorprende. Que no  asombra, no indigna, no encoleriza. La cultura de la violencia de género tiene sus cuñas en los estereotipos, en las religiones creadas para oprimirla, en una educación patriarcal, en un sistema que  invisibiliza a la mujer como ser humano y la denigra constantemente: que la abusa en sus derechos y la excluye de la justicia.

Esa cultura que va desde la negación a  los derechos laborales, a la igualdad social, al aborto. A la educación, salud, progreso.  Que a la víctima la re victimiza, que al victimario lo aplaude por macho alfa. Normas establecidas que tienen que ver con la doble moral, hipocresía,  miedo y el vivir de apariencias. Razones por las cuales no se denuncian los abusos emocionales, físicos, sexuales y en consecuencia los  feminicidios.

Y cuando una víctima se atreve a denunciar resulta siendo juzgada por la sociedad que la acusa de culpable. Ni qué decir de un sistema de justicia que la sentencia y deshonra acusándola de mentirosa, dejando libre al agresor. Mismo agresor que en venganza va y la asesina en los terribles e innumerables feminicidios que a ninguna sociedad importan.

La cultura de la violación sexual, también naturalizada que como toda respuesta nos dice: es mujer. Es mujer no pasa nada, es tan solo una mujer: un objeto, un rastrojo, una esclava.  Esa cultura que va desde la asignación de roles, colores. Que nos dice cómo debemos pensar,  cómo comportarnos, qué sí y qué no hacer conforme a nuestro género. Y que si nos salimos de la norma entonces lo que nos suceda es completamente nuestra culpa. Aún viviendo bajo los parámetros marcados por el patriarcado también nos acusa y nos culpa. A nivel mundial la existencia de leyes que esclavizan a la mujer.

La cultura de la violencia de género que nos dice que las mujeres somos el sexo débil, que no podemos practicar deportes asignados para hombres, que no podemos ejercer profesiones  u oficios que milenariamente han sido asignados a hombres. Que nos dice que nuestro rol en la vida es el de ser madres, limpiar la casa y cuidar de nuestros hijos. Satisfacer sexualmente a nuestros hombres. Vivir para ellos.  ¡Y pobre de la que decida salir de la norma y amar a otra mujer! Porque se le denigra, se le golpea, se le viola y asesina. Y peor aún: era tan solo una lesbiana que no llegaba siquiera a ser mujer. Caso cerrado desde que entra el cuerpo a la morgue.

Esa violencia que está en la escuela, en la televisión, en la radio, en el arte, en todo. En todo lo que nos rodea.

La forma en que los noticieros manejan la información en casos de violencia de género: con sesgo, estereotipos y patriarcado. Mujeres que a conveniencia personal apoyan el patriarcado, decidiendo con esto vivir en la sumisión de por vida y en las sombras.

Esa cultura que nos niega la realización personal y a vivir en nuestro propio albedrío.

Hay mucho qué decir de la cultura de la violencia de género desde cualquier plataforma, y sus razones y sus consecuencias y a quiénes beneficia. ¿Qué es lo que no nos permite reaccionar ante esta atrocidad? ¿Qué es lo que no nos permite denigrarnos y despertar en masa cada vez que se viola a una niña, adolescente o mujer? ¿Cuando se le golpea y asesina? ¿Qué es lo que no nos permite crear la cultura de la prevención? ¿La reestructuración de la sociedad y de los patrones? ¿Qué es lo que no nos permite respetarnos? ¿Valorarnos como seres humanos iguales en derechos?

¿Qué tan profunda es nuestra indiferencia que no nos duele y  no nos enfurece cada vez que sabemos de un feminicidio? ¿De una mujer agredida? ¿De una injusticia en los derechos laborales? ¿De un Estado que no invierte en políticas de desarrollo para la mujer? ¿Cuándo dejaremos de vivir con estereotipos, con religiones misóginas y opresoras?  ¿Cuándo vamos a cambiar normas patriarcales para criar niños sanos que no violenten en ninguna de las etapas de su vida?

 ¿Cuándo vamos a vernos con la certeza de ser tan solo una partícula en la inmensidad del tiempo? ¿Y que tan fugaz es nuestro paso por la tierra que vamos a poner todo nuestro empeño en que la equidad y el derecho a ser y a vivir en el libre albedrío no se castiguen?  ¿Cuándo tendremos la entereza para cambiar la cultura de la violencia de género por la  del respeto?

Son tantas las maneras, los arquetipos en que todos ejercemos la violencia de género que muchas veces no nos damos cuenta que lo estamos haciendo, porque es algo que está ahí de planta,  tan naturalizado como el aire que respiramos, como el pulso cardiaco, el parpadear.  Pero la violencia de género es  algo aprendido por lo tanto se puede cambiar.  Por supuesto que tenemos la capacidad para  eliminar el patriarcado, el machismo, la misoginia y la indiferencia. La pregunta es: ¿cuándo lo haremos?

Fuente del articulohttps://cronicasdeunainquilina.com/2016/06/02/la-cultura-de-la-violencia-de-genero/

Fuente de la imagen: http://tribunainterpretativa.com/wp-content/uploads/2013/11/violencia-de-g%C3%A9nero_elefectogalateacom.jpg

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¿Habría que blindar la reforma educativa?

Blanca Heredia

Sólo tiene sentido blindar algo cuando se considera valioso y se estima pudiera correr peligro. Evidentemente, todos los que se oponen a la reforma educativa en su conjunto, no tendrán ningún interés en evitar el que se revierta. Su interés estará, más bien, en aprovechar cualquier oportunidad para echarla abajo. En ese campo se ubican, los liderazgos de la CNTE y un número decreciente, pero significativo de sus bases.

Conviene no olvidar, sin embargo, que estos grupos cuentan con aliados potenciales latentes nada despreciables tanto dentro del magisterio como entre los políticos opuestos al gobierno actual.

En contraste, para todos los que pensamos que con limitaciones y todo, la transformación institucional en materia educativa apunta en la dirección correcta y debe ser continuada en sus aspectos centrales, el asunto de blindarlo de cara al 2018, resulta de vital importancia.

Crucialmente importante por varias razones, entre ellas, el que la reforma educativa requiera mucho más de dos años para consolidarse; el que las leyes no sean blindaje suficiente, y el hecho de que vivamos una situación política potencialmente muy amenazante para la continuación de esa reforma.

El tema de la temporalidad es bastante obvio. Un cambio educativo de fondo requiere tiempo, continuidad y persistencia para madurar y arrojar mejoras efectivas en calidad y equidad. Lo mismo para el caso de las leyes: en México, no son obstáculo para nada (excepto si eres pobre y no conoces a ningún poderoso). Lo tercero, si bien menos evidente, es clave. Enlisto a continuación, los principales riesgos y amenazas que enfrenta la supervivencia de la reforma educativa frente al cambio de gobierno del 2018.

Primero, los elementos nodales –fin al reparto discrecional por parte de líderes gremiales de plazas, promociones y canonjías para el personal docente y directivo– de la reforma del 2013 amenazan privilegios y hábitos de larga data de actores sociales con enorme poder electoral y político (en concreto: el magisterio organizado). Dado que, desafortunadamente, no hay todavía una masa crítica dentro de ese grupo comprometida (es decir, que le vaya la identidad y el salario en ello) con la reforma, la posibilidad de que pudieran apoyar su reversión es grande.

Segundo, la mayor parte de la sociedad mexicana no parece valorar mucho la calidad educativa ni interesarle especialmente el tema. Dado que, además y hasta el momento, la reforma no le ha aportado beneficios tangibles, no puede contarse con ella para defender su continuación.

Tercero, uno de los punteros, según las encuestas, para las presidenciales del 2018 –Andrés Manuel López Obrador– ha hecho público su apoyo a los opositores más recalcitrantes de la reforma educativa y de resultar electo, las probabilidades de que eche por la borda lo alcanzado hasta el momento en la materia es alto.

Cuarto, otra puntera –Margarita Zavala– para presidenta en el 2018, esposa de Felipe Calderón, durante cuyo mandato el poder discrecional y arbitrario del magisterio organizado alcanzó su punto culminante. Con base en ello y la incapacidad de su partido, cuando ha gobernado, para hacer algo distinto que exacerbar lo peor de la “gobernabilidad a la mexicana”, lo único esperable es que actúe desde la debilidad, o sea: termine echando la reforma a la basura.

Quinto, existen nulos indicios de que el puntero del PRI –Osorio Chong– mantenga el ímpetu actual a favor de la reforma educativa. Véase, por ejemplo, la centralidad y el comportamiento del subsecretario Miranda frente a la CNTE previo al cambio de titularidad en la SEP el año pasado.

Sexto, el “mal humor” de la sociedad mexicana provocado por tantos hechos abominables no aclarados por el actual gobierno, muy probablemente resultará en la generación de una alianza –formal o informal– antigobierno, dentro de la cual los opositores más directos a la reforma educativa tendrán enorme peso.

Séptimo, los apoyadores de la reforma son pocos y están muy divididos. Separados por ideología, pertenencia institucional, y aspectos que valoran y no de la reforma.

En suma, un panorama repleto de amenazas para que los alumnos mexicanos puedan adquirir y desarrollar los conocimientos y las habilidades para ser dueños de sus vidas y para contribuir a armar un país más justo y más próspero. Importa por ello y mucho, preguntarse sobre qué y cómo blindar la reforma educativa en curso. Interesa, pues de ello depende minimizar la probabilidad de que el que o la que llegue a la Presidencia de México en 2018 nos regrese a un país en que sea normal heredar plazas y no ocuparse de que los alumnos aprendan lo requerido para sobrevivir en el siglo XXI.

Fuente del articulo:http://www.educacionfutura.org/habria-que-blindar-la-reforma-educativa/

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Otras formas de quererse son posibles

Por Coral Herrera Gómez

El amor es una construcción (cultural, social, política), y por eso, lo mismo que se construye, se puede deconstruir, reformar, eliminar, reconstruir, y transformar.  El amor es una energía que mueve el mundo, y cambia con las épocas históricas y las culturas que se expanden a lo ancho del planeta, de modo que cambia, muta y se transforma como cualquier otra construcción humana. Otras formas de relacionarnos son posibles: ya es hora de que asumamos el reto colectivamente, con alegría y desparpajo, que liberemos al amor del patriarcado y del capitalismo, que inventemos otras formas de querernos, que reivindiquemos los afectos y los sentimientos como un espacio político, y que nos permitamos explorar otras formas de organizarnos.

Pese a que nos quieren hacer creer que el romanticismo es un asunto privado e individual, lo cierto es que el amor no es un virus ni una enfermedad a la que una ha de enfrentarse en solitario. No estamos condenados a padecer el hechizo del amor que nos roba el juicio y la sensatez, que nos quita horas de sueño, que nos hace infelices y desgraciados, que nos enloquece y nos enajena sin que podamos hacer nada por evitarlo.  Se puede sufrir menos y disfrutar más del amor, es cuestión de ponerse manos a la obra.

Tenemos que desmontar el amor para volver a reinventarlo, y así transformar también nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. Para acabar con este sistema jerárquico basado en la explotación de la naturaleza, los animales y las personas, y en la violencia de todos contra todos, necesitamos una transformación política, económica, social, afectiva, sexual, y cultural.

Necesitamos un cambio radical profundo en nuestras formas de relacionarnos con las personas, con los animales, con la naturaleza, con los pueblos y los países. Para lograrlo, necesitamos crear redes de solidaridad y ayuda mutua, acabar con la cultura del “sálvese quien pueda”, y trabajar colectivamente para mejorar las vidas de todos y todas.

Necesitamos derribar la desigualdad de género para poder construir relaciones basadas en la libertad, no en la necesidad y el interés egoísta de cada sexo.  Tenemos que desaprender lo que significa ser mujer o ser hombre, para poder ser como queramos sin tener que someternos a las “normas de género” que nos imponen un estilo de vida, unos estereotipos y unos roles, y nos encierran en una identidad inmutable.

Despatriarcalizar el amor nos permitirá amarnos y querernos de tú a tú, sin jerarquías, sin dominación y sin violencia. Desmitificar todas nuestras historias de amor nos permitirá querernos los unos a los otros tal y como somos. Para poder desmontar el romanticismo patriarcal y capitalista, tenemos que ensanchar el concepto de amor a toda la comunidad, sin reducirlo a una única persona.

Tenemos que contarnos otros cuentos e inventar otros finales felices, mostrar la diversidad amorosa y sexual del mundo real, construir protagonismos colectivos y crear personajes capaces de salvarse a sí mismos, alejados de la masculinidad o la feminidad hegemónica.

Es necesario derribar las antiguas estructuras de dependencia e inventarnos otras formas de relacionarnos basadas en la solidaridad, la empatía, la libertad y la ternura social. Así podremos acabar con las guerras románticas, aprender a juntarnos y a separarnos con cariño, relacionarnos con amor con todo el mundo, y diversificar afectos.

Queriéndonos bien podremos acabar con las fobias y las enfermedades sociales como el machismo, la misoginia, el racismo, la xenofobia, la homofobia, o el clasismo. Con las guerras que hacemos contra los vecinos o los compañeros de trabajo, contra los raros y los diferentes… con más amor común, tendremos más herramientas para construir un mundo más pacífico y habitable.

Para aprender, organizarnos, celebrar, y transformar colectivamente el mundo que habitamos necesitamos mucho amor del bueno: es un asunto político que nos concierne a todos y todas, por eso es tan importante sacar el debate a las calles y a las plazas, a los congresos y las academias, a las asambleas y a los bares, a los medios de comunicación y a los espacios de discusión pública. Ya es hora de reivindicar el buen trato, el derecho al placer y al gozo, el respeto mutuo, las relaciones entre iguales, la expresión de nuestras emociones, la alegría de vivir y construir con más gente.

Tenemos que repensar colectivamente el amor, liberarlo de las estructuras que lo constriñen, romper con las normas del romanticismo tradicional y la doble moral sexual, derribar el régimen heterosexual, acabar con la sacralidad del dúo, cuestionar todos nuestros tabúes.

El reto es apasionante, porque una vez analizado y desmontado el amor, tenemos que lanzarnos sin referencias ni fórmulas mágicas a construirlo de nuevo, a probar nuevas vías de relacionarnos sexual, afectiva  y sentimentalmente, a crear otros romanticismos que nos permitan sufrir menos, y disfrutar más.

Sí, otras formas de querernos son posibles… hay que lanzarse sin miedo, apostar por la revolución de los afectos y las emociones, construir nuestras propias utopías para querernos bien, más y mejor.

Coral Herrera Gómez

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Este post es un fragmento del capítulo que Coral ha escrito para el libro colectivo (H)amor, de la editorial Con Tinta Me Tienes. Puedes leer el texto completo aquí.

Fuente: http://haikita.blogspot.com/2015/06/otras-formas-de-quererse-version-corta.html

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Transformemos la pedagogía: Contrarréplica a Fernández Liria

Luis S. Villacañas de Castro *

Luis-S-Villacanas

Fue menos la distancia que la cercanía lo que me llevó a publicar una columna el pasado mes de abril criticando el uso que Carlos Fernández Liria hacía de términos como “los pedagogos” o “la pedagogía”. El objetivo de aquel texto era sugerir que la condena genérica que el autor dirigía hacia todos los pedagogos era injusta e inefectiva, porque otra pedagogía era posible; y que las ideas que el propio Fernández Liria esgrimía como alternativas eran, de hecho, argumentos pedagógicos en sí mismos, hasta el punto de que planteamientos similares fueron y siguen siendo defendidos por aproximaciones diferentes a las que imperan en la actualidad. De ahí que mi texto se esforzara por reformular sus tesis y propuestas, no como tesis y propuestas “anti-pedagógicas” sino como argumentos pedagógicos de pleno derecho. 

La misma cercanía me anima ahora a seguir escribiendo. De hecho, en su respuesta doble a mi texto, Fernández Liria también se mostró medianamente receptivo a mis argumentos. Sin embargo, la frase con la que cerró la primera parte de su réplica reflejó que no por ello había reconsiderado su apuesta: “quizá los pedagogos interesantes (que los hay) deban emprender una revolución contra sus peores enemigos, los otros pedagogos. Pero, por el momento, y para evitar confusiones, sería mejor que dejaran a los profesores en paz.” No suelo incluir detalles personales en mis textos, pero la afirmación de Fernández Liria es tan rotunda que tiene consecuencias inevitables sobre mi persona. Pues, para dejar en paz al profesorado —tal y como él propone—yo mismo tendría que abandonar los proyectos de colaboración que mantengo con los maestros de dos centros públicos de Primaria, instalados en dos de los barrios más desfavorecidos de mi ciudad. Espero que Fernández Liria comprenda que lo haré sólo cuando los profesores con los que colaboro me lo pidan.

En cualquier caso, no sé a qué tipo de revolución pretende animar Fernández Liria si a la vez reclama que los pedagogos interesantes dejen en paz al profesorado. ¿De qué otra manera podría cambiarse la correlación de fuerzas dentro de la pedagogía si no es estableciendo contacto con centros de Primaria, Secundaria y universitaria? Por esto y por otras razones, considero que la apuesta estratégica de Fernández Liria (su frase plantea una política de alianzas) es equivocada e ineficaz. Porque desestima que pedagogos interesantes puedan ayudar a transformar la realidad educativa en un sentido adecuado. Y porque, a la postre, reclamar que los pedagogos (buenos y malos) dejen en paz al profesorado no soluciona nada. Es como si una víctima reclamara piedad al palo que aferra el sujeto que le está golpeando.

Puede que malos pedagogos se hayan ofrecido como arma, llenando de conceptos vacíos reformas educativas que no eran sino recortes encubiertos y convirtiendo la planificación del curso (que podría ser un ejercicio creativo sobre el diseño y el desarrollo del currículum) en un acto farragoso y burocrático. Pero detrás de ellos, quien golpea es el neoliberalismo. Y si se le retira la mala pedagogía, el neoliberalismo cogerá otra cosa (por ejemplo, a filósofos del tipo de José Antonio Marina). De hecho, en su mayoría —y esto lo menciona el propio Fernández Liria—, las ideas que se han usado para justificar las diversas reformas educativas han sido reconversiones del pensamiento empresarial, que con el tiempo han acabado naturalizándose en conceptos pedagógicos. Incluso las llamadas competencias, que parecían más enfocadas hacia el proceso educativo que hacia los objetivos, participan de un esquema en el que al alumnado no se le pretende dar más que retazos de conocimiento y know-how (listados infinitos de contenidos, listados infinitos de competencias) pero ningún armazón conceptual desde el que poder ordenar, entender y valorar dichos saberes y aptitudes. De este modo, el horizonte de sentido de la educación tanto como en la vida adulta se establece únicamente alrededor de las necesidades puntuales y esporádicas del capitalismo.

Además de equivocada desde un punto de vista estratégico, creo que la apuesta de Fernández Liria es teóricamente insolvente y por eso mismo contradictoria con otras afirmaciones esenciales que desarrolla en su respuesta. La solución no está en separar a los pedagogos y al profesorado, en lograr que unos dejen en paz a los otros y viceversa, sino en defender que no puede haber separación entre ellos. Lo dije en mi anterior artículo: “el saber de la pedagogía no pertenece a las facultades de educación solamente sino que es tesoro común de todos los educadores (también de los que trabajamos en facultades de educación)”. Esa es la principal razón por la que las ideas de Fernández Liria no pueden dejar de ser de naturaleza pedagógica. Hay que lograr que el profesorado tome consciencia y profundice en su saber pedagógico y no admita la división de trabajo según la cual unos (los pedagogos) ponen la teoría y otros (los profesores), la práctica. Esta separación es epistemológicamente falsa y sus efectos son nefastos para toda comunidad educativa. A los pedagogos, se les debería empujar a relacionarse con los centros educativos de forma directa en vez de hacerlo solamente a través de la jerga que, con cada nueva ley educativa, logra colarse en el BOE. Al profesorado, se le debería facilitar las condiciones para que, si lo desea —y me consta que muchos profesores lo desean—, pueda profundizaren su reflexión pedagógica, también en contacto con la universidad.

Denunciar que la separación entre los pedagogos y el profesorado es conceptualmente falsa, dañina y que debe ser evitada (como la que separa a la gente corriente de los representantes políticos) es la única estrategia adecuada para combatir los efectos del neoliberalismo en educación. Creo que todo lo que no sea esta opción implicará, sencillamente, esperar a que el neoliberalismo elija su próxima arma entre nosotros. Por eso lamento que Fernández Liria opte por insistir en su separación; incluso establece una división ulterior entre didactas y pedagogos, mediante la cual los primeros merecen su respeto pero los segundos, no. En parte me alegro, porque yo pertenezco a un departamento de didáctica (de lengua y literatura). Pero justo por ello sé que entre didactas también hay de todo, profesionales interesantes y algunos que no lo son tanto (y una de las causas más frecuentes del segundo caso, a mi parecer, tiene que ver con el desinterés por ir más allá de su disciplina y pensar las realidades donde su enseñanza se integra: el alumno, el aula y la sociedad; es decir, con una carencia de reflexión pedagógica).

La conveniencia de que pedagogos y docentes, docente y pedagogos, colaboren en pie de igualdad a través de iniciativas conjuntas de innovación e investigación educativa no sólo guía mi propia práctica (como docente, didacta y pedagogo) sino que fue algo propuesto hace más de 40 años, en el Reino Unido, por el paradigma del ‘maestro como investigador’ que hace Lawrence Stenhouse —pedagogo—. Para él, la pedagogía era lo que debía resultar de la reflexión sistemática que los docentes desarrollaran sobre su propia enseñanza. Este modelo tomó impulso durante los años setenta y después fue derrotado. Y no por cualquiera: por el mismo gobierno que derrotó a los sindicatos mineros. Con todo, sigue vigente en círculos minoritarios a un nivel internacional y no quisiera terminar este texto sin destacar su sintonía con al menos dos de las propuestas que realizó Fernández Liria en sus dos artículos: sobre la libertad de cátedra y la enseñanza de contenidos.

Primero, el esquema del maestro como investigador demanda plena libertad de cátedra para el profesorado como condición de posibilidad de que éste pudiese desarrollar su dimensión investigadora y reflexiva. Sólo así podrá tomar decisiones acerca del currículum y experimentar con hipótesis de innovación que asumen la forma de “estrategias de enseñanza”. Precisamente —y en segundo lugar— una de las estrategias que más favorece este modelo es la de lograr que el alumnado experimente qué significa ser científico, artista, poeta, o filósofo, dentro de las diferentes asignaturas. No se trata, pues, de asumir una lista de contenidos inconexos, ni tampoco de desarrollar solamente competencias ajenas al núcleo interno de las materias. Antes bien, se busca que el alumnado asuma los contenidos esenciales de cada asignatura a través de las epistemologías propias y específicas de las disciplinas que representan: en Historia, pensar y actuar como historiadores; en Filosofía, como filósofos; en biología, como Biólogos; en Literatura, como escritores, etc.

Si bien los ecos del paradigma del maestro como investigador llegaron a España (léase elDocumento de Carboneras de 1987), también fueron derrotados. El modelo perdura hoy, sin embargo, como una oportunidad para transformar y democratizar la comunidad educativa a través de las mismas líneas de acción que deberían guiar la transformación y democratización de nuestra sociedad.

(*) Luis S. Villacañas de Castro es doctor en Filosofía y profesor de la Facultad de Magisterio de la Universidad de Valencia

Fuente: http://www.cuartopoder.es/tribuna/2016/04/26/transformemos-la-pedagogia-contrarreplica-fernandez-liria/8505

Imagen tomada de: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/fa/Evaluar%C3%A1n_las_distintas_estrategias_para_ense%C3%B1ar_a_leer_en_los_establecimientos_subvencionados_chilenos.jpg

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