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Quererse bien: Autoamor y autoestima

Por Coral Herrera Gomez

La guerra contra mi, la guerra contra todas

Quererse bien a una misma es un acto de desobediencia civil, y una forma de resistencia política ante la guerra que el capitalismo y el patriarcado sostienen contra nosotras.

La guerra contra las mujeres está basada en dos objetivos estratégicos: uno, que todas batallemos contra una misma, dos, que luchemos también contra las demás. El primer objetivo se logra minando nuestra autoestima para convencernos de que somos imperfectas, feas, viejas, gordas, o peludas. El segundo, se logra fomentando la competitividad entre las mujeres, haciéndonos creer que nosotras somos nuestras peores enemigas, que lo normal es compararnos y competir por la atención de los hombres, y que somos malas personas que no sabemos comportarnos cuando estamos juntas. Por eso es tan frecuente escuchar cosas como: «no hay nada peor que trabajar con mujeres, son todas unas chismosas», «las mujeres se tratan fatal entre ellas». Y es cierto: esta guerra es real, y cotidiana, y está basada en el lema: «divide y vencerás».

La industria de la belleza nos lanza bombardeos a diario, y por todas las vías posibles: cuñas publicitarias de radio, reportajes en revistas «femeninas», anuncios en vallas publicitarias, programas de televisión, anuncios en redes sociales… en todos ellos nos animan a auto torturarnos voluntariamente bajo la amenaza de que sin belleza no valemos nada, y que estando feas nadie nos va a querer.

 Los medios de comunicación tratan de convencernos de que nos faltan muchas cosas que pueden comprarse con dinero, y de que tenemos muchos problemas que pueden arreglarse si una realmente lo desea y se esfuerza lo suficiente. Por eso nos animan a luchar contra los kilos, las arrugas, los pelos, las imperfecciones ofreciéndonos diversas soluciones para ganar la batalla contra nosotras mismas. Y por eso nos arrancamos los pelos, pasamos hambre, compramos medicinas milagrosas y productos mágicos, sudamos en el gimnasio, y nos sometemos a todo tipo de tratamientos de belleza y cirugías invasivas.

Como cualquier religión, la tiranía de la belleza nos asegura que el dolor, el gasto y el sacrificio merecen la pena: «para ser bella hay que sufrir». El sufrimiento te lleva al paraíso, que es aquel lugar en el que seremos admiradas por los hombres y envidiadas por las mujeres. El premio es el amor de un hombre que caerá rendido ante nuestros encantos, un Salvador que al elegirnos nos hará sentir especiales, un varón exitoso que pagará nuestras operaciones y tratamientos para que sigamos bellas hasta la eternidad.

El infierno es la soledad: la amenaza constante es que nadie te va a querer si no luchas contra la fealdad, contra la edad y la grasa. La publicidad de la industria de la belleza fabrica las inseguridades, los complejos y los miedos que interiorizamos sin darnos cuenta (el miedo a envejecer, el miedo a quedarte sola, el miedo al fracaso personal y profesional, el miedo a la invisibilidad social…). A los publicistas no les falta razón: en el capitalismo patriarcal las mujeres guapas, jóvenes, y delgadas tienen muchas más posibilidades de encontrar un buen trabajo (especialmente si es de cara al público), y ganar más dinero que las demás.

Además, las más bellas son las que consiguen emparejarse con los hombres más exitosos del planeta: futbolistas millonarios, actores famosos, empresarios y políticos situados en a cúspide del poder y la riqueza. No importa si ellos son gordos, viejos y feos: lo que importa es que tienen recursos de sobra para mantenerte, y eso es lo que les hace deseables: si te eligen para acompañarlos, te contagias de su poder y su fama, y dejas de ser pobre y desconocida. Como las princesas Disney cuando son elegidas por el príncipe azul.

Desde pequeñas nos inculcan el deseo de ser especiales y diferentes al resto para que no se nos ocurra sentirnos iguales a las demás (para que jamás nos veamos como hermanas, ni como compañeras, y estemos siempre en guerra ). Por eso las protagonistas de los cuentos están siempre solas, sin amigas, y muy necesitadas de amor y protección: son tan débiles que ni se salvan a sí mismas, ni se ayudan entre ellas.

El objetivo final de esta guerra contra una misma y contra las demás, es tenernos solas y aisladas, y muy entretenidas con nuestra salvación personal. Cuanto más divididas estamos y más nos comparamos entre nosotras, más débiles y vulnerables somos. Cuanto más insatisfechas y frustradas estamos, más consumimos (productos de belleza, medicamentos, gimnasios, clínicas, peluquerías, centros de adelgazamiento, psicólogos, coachers, etc).

Cuanto más centradas estamos en nuestros problemas, y cuanto más nos deprimimos, más recursos invertimos en terapias con profesionales cuya principal tarea es subirnos la autoestima y hacernos creer que somos las mejores, que los demás no nos comprenden, que los que se equivocan son los demás. Nos irresponsabilizamos de nuestros actos creyendo que nosotras somos las buenas, y los demás son los malos. Nos dicen que todo está dentro de nosotras, y que para alcanzar la perfección sólo tenemos que tener fe en nosotras mismas, y en nuestra capacidad para transformarnos (como el cuento del patito feo que llega a ser cisne, o el cuento de la muchacha pobre que llega a princesa).

La super mujer y otros mitos patriarcales

La mayor parte de nosotras hemos sido educadas para ser las mejores en todo, por eso nuestros niveles de auto-exigencia son tan altos. No nos conformamos con estar sanas y tener un buen aspecto físico: además queremos ser las mejores estudiantes en el colegio y en la Universidad, ganar todos los concursos deportivos, de belleza o de inteligencia, tener las mejores calificaciones y destacar por encima de las demás en todas las áreas posibles.

Queremos conseguir un buen trabajo y escalar puestos dentro del mismo, queremos ser buenas amantes, novias y esposas, queremos ser las mejores hijas, las mejores madres, las mejores nietas, las mejores hermanas, las mejores amigas de nuestras amigas, por eso cuando fallamos nos sentimos culpables. Especialmente cuando creemos que las demás si pueden y nosotras no.

El mito de la super woman es tremendamente dañino porque nos hace creer que es posible hacerlo todo: trabajar 8 horas o más como una leona, ir al gimnasio y darlo todo, dedicar tiempo a tus hijxs y ayudarles a hacer las tareas, hacer lavadoras, planchar y cocinar la cena y la comida del día siguiente, pasear al perro y llevarlo al veterinario, hacerle terapia a tu amiga que está pasando un mal momento, visitar a tu madre y comprobar que está todo bien, ir a clases de inglés, visitar al dentista, hacer el amor con tu pareja aunque estés rota de cansancio, y todo ello sin perder el buen humor y la alegría de vivir.

La super mujer es un mito porque no es cierto que podamos con todo, y tampoco es cierto que nos alcancen las horas del día. De ahí que nos frustremos tanto: nunca cumplimos cien por cien  con los mandatos de género ni con nuestras propias expectativas sobre lo que nos gustaría ser o deberíamos ser, porque es materialmente imposible. Nunca damos la talla por mucho que tratemos de impresionar a los demás, lo que nos genera aún más frustración e impotencia. Estas imperfecciones nos hacen sentir culpables (no me esfuerzo lo suficiente), nos llevan a sentir envidia de las demás (cómo harán ellas para ser tan divinas), nos hacen sentir poca cosa, nos provocan una constante ansiedad, y nos deprimen profundamente.

Así nos quiere el patriarcado capitalista: tristes, pequeñitas, solas, en guerra con el mundo y contra nosotras mismas. ¿Por qué nos necesitan así?, porque una mujer centrada en lo suyo (en sus necesidades, en sus miserias, en sus frustraciones, en sus sueños), es más obediente y dócil que una mujer empoderada, alegre, combativa y unida a otras mujeres. Una mujer que compite por «ser la mejor» es más patriarcal que una mujer que dedica su tiempo y sus energías a luchar por «un mundo mejor para todas». Una mujer que no se somete a los mandatos de género es una mujer peligrosa porque revoluciona la sociedad entera. Por todo ello, es fundamental que paremos la guerra y nos rebelemos contra un sistema que nos quiere hundidas, deprimidas y entretenidas en la búsqueda de soluciones individuales.

 Auto-estima y  auto-reconocimiento

En la búsqueda de la perfección y la felicidad, ahora se ha puesto de moda trabajarse la autoestima, o sea, quererse mucho a una misma sin dejar de guerrear contra las demás. Quererse bien es fundamental, pero no es posible si no sabemos querer bien a las demás personas.

Para aprender a valorarnos y para reconciliarnos con nosotras mismas tenemos que dejar de repetirnos una y otra vez: «Soy la mejor, yo puedo hacerlo». Nos sentiríamos mucho más libres si pudiésemos eliminar las jerarquías y las comparaciones con las demás mujeres: «Ninguna de nosotras es la mejor, somos todas estupendas».

 Y es que no podremos aprender a practicar el auto-amor, si estamos en guerra con los demás.Quererse bien a una misma es querer también bien a los demás, porque el amor no puede reducirse a una sola persona, y porque el amor es en realidad una forma de relacionarnos con el mundo entero. Por eso cuando nos tratamos mal a nosotras mismas, es más difícil tratar bien a las demás personas, y viceversa: si odiamos a los demás, es más fácil desarrollar sentimientos negativos hacia una misma.

Para querernos bien, necesitamos ser nuestras mejores amigas, y tratarnos con el mismo amor con el que las tratamos a ellas. Sin embargo, nos cuesta mucho darnos cariño porque nos han enseñado que todo (el orgullo, el reconocimiento, los halagos) vienen de fuera: desde pequeñas nos enseñan a buscar la aprobación en los demás, especialmente en los hombres.

Las mujeres perdemos mucho tiempo y energías en resultar atractivas y encantadoras porque no sabemos valorarnos a nosotras mismas: el valor personal nos es siempre dado por otros. Nos enseñan que somos valiosas si tenemos la capacidad para generar admiración, orgullo, envidia y sentimientos de inferioridad en los demás. En la publicidad explotan al máximo esta necesidad de admiración, por eso es tan frecuente que en los anuncios haya gente mirando con envidia a la dueña de esa cabellera larga y hermosa que usa tal o cual champú, o al dueño del auto deportivo al que todo el mundo vuelve a ver como si fuese una divinidad del Olimpo.

Si no logramos el reconocimiento de los demás, las que nos sentimos inferiores somos nosotras: la autoestima se nos baja cuando, por ejemplo en una fiesta, es otra persona el centro de todas las miradas. Cuanto más dependemos del reconocimiento externo, más vulnerables somos. No nos enseñan a obtener el reconocimiento de una misma, y mucho menos a decirlo en voz alta delante de los demás: se me da bien esto, soy buena en lo otro, qué bien he hecho el examen, qué bien se me da aprender idiomas, qué rica me queda la paella, qué bien me he portado hoy, qué generosa estoy siendo, qué valiente fui aquel día…

Cualquier auto-alabanza es inmediatamente señalada como falta de humildad por parte de quien la emite, de manera que hay que esperar siempre a que alguien más nos felicite para poder sentirnos satisfechas, o para poder sentirnos orgullosas de nosotras mismas. El Ego y la autoestima son cosas diferentes, pero las confundimos a menudo. Las alabanzas de los demás pueden hincharnos el Ego, pero no necesariamente nos lleva a querernos más a nosotras mismas. El Ego es el que nos mueve a competir con otras mujeres, a compararnos y a exigirnos la victoria, y a castigarnos a nosotras mismas cuando no logramos ser las mejores.

Auto-castigo y auto-boicot

El auto-castigo es la peor arma en la guerra contra nosotras mismas, pero la utilizamos a diario sin ningún tipo de pudor. La práctica del auto-boicot es de lo más corriente en nuestra cultura patriarcal: nos construimos muros y barreras al disfrute porque tenemos miedo a ser felices y estar bien, y porque nuestra cultura sublima el placer sadomasoquista del sufrimiento.

Una mujer que se auto-destruye es una mujer poética, como Virgina Woolf, como Janis Joplin, como Amy Winehouse. Ellas son ejemplos de mujeres hiper-sensibles que sucumben ante la dureza del entorno, que pese a tener enormes cualidades no creían en sí mismas, y no tenían herramientas para sobrevivir a un mundo tan competitivo como el que les tocó vivir. Nuestra cultura ensalza a este tipo de mujeres porque se las considera románticas y especiales: se matan ellas solitas, no hace falta que nadie las aniquile. Es la guerra contra las mujeres librada en el interior de cada una de nosotras.

El auto-boicot entonces puede parecer bello a la par que sublime, pero en realidad no nos sirve para nada: la crítica destructiva contra nosotras mismas incrementa nuestro sufrimiento, nuestra dependencia, nuestra vulnerabilidad. La clave es que cuanto peor nos tratamos a nosotras mismas, peor nos sentimos y más tristes estamos (por eso necesitamos que llegue alguien a convencernos de lo maravillosas que somos).

Nos insultamos, nos minusvaloramos, nos hablamos mal y nos empequeñecemos, y por eso necesitamos que alguien nos trate bien, nos quiera y nos salve de nosotras mismas. Es un círculo vicioso: cuanto más tristes estamos por nuestra inutilidad, nuestra estupidez, nuestra fealdad, etc, más necesitamos la atención y las alabanzas de los demás. Nosotras mismas nos fabricamos el sufrimiento, y nosotras buscamos a alguien que nos salve de nuestro infierno y nos de amor.

Por eso las mujeres utilizamos tanto el victimismo para obtener reconocimiento externo: nuestro Ego siempre rechaza las muestras de auto-amor, y prefiere recibir lo que necesita de otras personas. Por eso pagamos a alguien para que nos lleve la contraria y nos anime (tú eres especial, claro que puedes), por eso buscamos a alguien que nos ame de un modo total (y ese alguien nunca somos nosotras mismas)

 Cuánto has adelgazado, qué bien te sientan los pechos nuevos que te has puesto, qué bien te sienta esa falda, qué guapa estás con ese bronceado divino, qué bien te lucen esas joyas, qué pedazo de novio te has echado, qué gran trabajo has hecho este año en la oficina… nos es mucho más fácil creer a los demás que creernos a nosotras mismas.  Nos gusta despertar admiración y envidia en los demás porque así se construye el status y el prestigio: en base al reconocimiento externo.

El máximo reconocimiento viene siempre del príncipe azul: si El nos ama y nos elige entre todas las mujeres, es una prueba de que valemos mucho, de que somos especiales, o de que somos las mejores.

Si no nos ama, es porque no valemos lo suficiente (ante lo cual podemos hundirnos y resignarnos, o esforzarnos más para ser deseables y atractivas). Frente a estos absurdos pensamientos, urge destronar al príncipe azul y encontrar compañeros y compañeras con las que poder relacionarnos horizontal e igualitariamente.

Auto-conocimiento y auto-crítica

La alternativa al castigo y el auto-boicot, es mucho amor del bueno, y la auto-crítica constructiva. Si trabajamos para conocernos bien, podremos identificar todas las virtudes y los defectos, las potencialidades y las debilidades, y las cosas que no nos gustan y que podríamos mejorar de nosotras mismas. No para alcanzar la perfección, sino para ser buenas personas, estar más a gusto, y hacerle la vida más fácil a la gente que nos rodea. Confundimos ser buenas personas con ser perfectas, por eso le damos más importancia a la apariencia o la imagen que ofrecemos, que a nuestra manera de relacionarnos con los demás.

 A las niñas les pedimos que sean encantadoras, pero no les animamos a que sean solidarias o generosas. Por eso todo el mundo corre al gimnasio para quitarse la grasa pero a nadie le molesta esas miserias personales que todo el mundo tiene que trabajarse. Según los mandatos de género, las mujeres han de esforzarse primeramente en ser atractivas y agradar a los hombres. Por eso no nos educan para ser personas solidarias, generosas, inteligentes, valientes, honestas, coherentes, sinceras, igualitarias, comprensivas, empáticas, sensibles, y no violentas.

La gente emplea muchas horas en desarrollar sus músculos, en rebajar la grasa o en cuidar su cabello, pero apenas hay gente cuyo objetivo en la vida sea trabajarse el egoísmo, el afán de dominar, la codicia, la insensibilidad ante el dolor ajeno, la envidia, la violencia, la capacidad para manipular o para mentir a los demás…

Muchas mujeres se avergüenzan por tener los pechos caídos o las caderas demasiado anchas, pero pocas se sienten mal cuando se han portado horriblemente con la persona que limpia la mierda en su casa, por ejemplo. Muchas quieren curarse la tristeza y el vacío existencial, pero pocas piden ayuda para curarse de todas esas enfermedades sociales que nos llevan a discriminar y a tratar con desprecio a las personas por ser de un país diferente, por tener otra orientación sexual, por profesar una religión diferente a la tuya….

En las películas, las únicas batallas que libran las mujeres son contra si mismas, y contra las demás (la violencia de las madrastras contra las hijastras, por ejemplo). Nunca aparecemos luchando por un mundo mejor, y apenas hay mujeres poderosas que construyen alianzas con otras mujeres para salir de su encierro en la torre o para salvar a la Humanidad. La violencia femenina siempre se dirige contra una misma: nos suicidamos, nos sacrificamos, nos obligamos a pasar hambre, nos auto-torturamos mediante los más variados métodos, y podemos llegar a ser terriblemente crueles y despiadadas con nosotras mismas (qué gorda me veo en el espejo, qué mal me sienta este vestido, qué mediocre soy, qué ignorante me siento, qué indisciplinada soy, qué vaga soy, qué tonta soy, qué mal me veo, nunca me van a querer, no me merezco que me amen…).

Es urgente, entonces, que las mujeres nos rebelemos ante la guerra contra nosotras mismas y las demás mujeres. Tenemos que independizarnos de esta necesidad de reconocimiento externo, y aprender a tratarnos a nosotras mismas con el mismo amor y el mismo cariño con el que tratamos a los demás.

Quererse bien a una misma es un acto transformador y revolucionario: el auto-amor nos permitirá desviar nuestro foco de atención desde el ombligo propio, al mundo que nos rodea. Emplear nuestro tiempo y nuestras energías en el bienestar personal y en el colectivo es mucho más placentero y gozoso que dedicarse a la autotortura o la autodestrucción: no le hagamos ese favor al capitalismo patriarcal.

Para disfrutar de la vida es esencial que podamos disfrutar de nosotras mismas, cuidarnos, mimarnos, dedicarnos tiempo y atenciones como lo hacemos con nuestros seres queridos. Para relacionarnos con amor con nuestros cuerpos y nuestras mentes, tenemos que parar la guerra contra las demás mujeres, y contra nosotras mismas. Cuidarnos y trabajar por nuestro bienestar es un acto político, porque así contribuimos a la lucha contra el patriarcado: es una batalla diaria, personal y colectiva, para empoderarnos individual y colectivamente.

Cuidarnos y querernos contribuye a que las demás también se quieran y se cuiden, y toda esta energía genera amor del bueno para todas nosotras… de ahí la importancia de querernos bien, de tratarnos con amor, de querernos mucho, y de expandir el amor desde dentro hacia fuera, y desde fuera hacia dentro…

Sigamos luchando, chicas, desde nuestros cuerpos, desde nuestro placer, desde nuestro gozo, desde nuestro derecho al bienestar y a la felicidad…

Tomado de: http://haikita.blogspot.com/2016/04/quererse-bien-autoamor-y-autoestima.html

Fuente de la imagen: https://pixabay.com/static/uploads/photo/2014/04/05/11/32/beautiful-316287_960_720.jpg

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Una escuela vinculada a la vida

Por CARLOSMAGRO

“Hace medio siglo, cuando los soviéticos nos superaron con el lanzamiento del Sputnik no teníamos ni idea de cómo íbamos a superarles en la carrera espacial hacia la Luna. Aún, no teníamos la ciencia y la NASA no existía. Pero la gran inversión que se hizo entonces en investigación y educación no solo nos permitió superar a los soviéticos sino que desató una ola de innovación que creó nuevas industrias y millones de nuevos puestos de trabajo”.

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“Ha llegado el momento Sputnik de nuestra generación. Hace dos años afirmé que teníamos que alcanzar un nivel de investigación y desarrollo no visto desde los tiempos de la carrera espacial. En unas semanas enviaré un presupuesto al Congreso que nos ayudará a cumplir con este objetivo. Vamos a invertir en investigación biomédica, en tecnologías de la información y en tecnologías limpias. Una inversión que incrementará nuestra seguridad, protegerá nuestro Planeta y creará un sin número de nuevos puestos de trabajo para nuestro pueblo.”

Con estos vehementes y patrióticos términos se expresaba Barak Obama el 25 de enero de 2011 durante su discurso a la Nación. Obama reclamó entonces un nuevo momento Sputnik para salvar al país y también ¡cómo no! para salvar de paso a todo el Mundo.

El momento Sputnik al que se refería Obama fue más conocido en su época como la crisis del Sputnik. El Sputnik fue lanzado al espacio el 4 de Octubre de 1957 convirtiéndose en el primer satélite artificial en la órbita terrestre. El problema, para Estados Unidos, es fue la Unión Soviética quien lo puso en órbita. A éste primer lanzamiento, le siguió el 3 de noviembre del mismo año, el Sputnik II, conocido por llevar por primera vez un pasajero, la perra Laika. Los lanzamientos de satélites soviéticos continuaron durante los siguientes años. La reacción por parte de Estados Unidos no se hizo esperar. La crisis del Sputnik provocó que Eisenhower incrementara notablemente la inversión en el programa espacial, creara la NASA y una agencia de proyectos de investigación y desarrollo (A.R.P.A) que en 1972 pasaría a llamarse D.A.R.P.A (Defense Advanced Research Projects Agency).

A.R.P.A. sería desde entonces la responsable de gran parte de la investigación en computadores. En 1969 se constituye la primera red científica y académica conocida como ARPANET, antecedente directo de Internet.

circa 1934: Shoppers admiring a fortune-telling robot at Selfridges Store, London. (Photo by London Express/Getty Images)
circa 1934: Shoppers admiring a fortune-telling robot at Selfridges Store, London. (Photo by London Express/Getty Images)

En ese mismo discurso a la nación Obama también habló de “ganar el futuro” y de ganar la carrera por la educación proponiendo la creación de una agencia especial para la educación llamada ARPA-ED, un guiño a la historia que dejó intranquilos a más de uno y que en el borrador de los presupuestos para 2015 ha supuesto una partida de 50 millones de dólares de los 2.900 millones previstos para STEM.

La crisis del Sputnik puso en evidencia un retraso científico frente a la Unión Soviética y las carencias, por tanto, de la formación científica y cuestionó la enseñanza de las ciencias, abriendo un debate para cambiar tanto los curriculums como las metodologías o quiénes debían recibir formación científica.

Han pasado casi 60 años del lanzamiento del Sputnik pero desde hace al menos una década vivimos de nuevo muy preocupados por la escasez de personas formadas en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM usando el acrónimo en inglés). El argumento de la brecha en competencias STEM (STEM Skills Gap) recorre los despachos de los gobiernos. Los principales países occidentales abogan de nuevo hoy, como hace 60 años, por una modernización de la enseñanza de las ciencias en los centros escolares, que sirva para motivar a un mayor número de estudiantes a seguir carreras de ciencias.

Ilustración de un libro infantil. Owen Davey
Ilustración de un libro infantil. Owen Davey

En la Unión Europea, la Estrategia Horizon 2020 dedica un capítulo especial a la ciencia bajo la rúbrica de Ciencia por y para la sociedad con el que se pretende involucrar a la sociedad en la ciencia y en las actividades de investigación e innovación; incrementar el acceso a los resultados de la investigación; asegurar igualdad de género; tener en cuenta la dimensión ética en la ciencia y promover la educación formal e informal en ciencia. Este último punto busca hacer las carreras de ciencia atractivas a los jóvenes y de paso aumentar sensiblemente el nivel de alfabetización científica de la sociedad en general.

El debate, como no podía ser de otra manera, es intenso, abierto y lleno de matices. No falta quien considera que no existe tal brecha y que la carencia de personas formada en ciencia y tecnología no deja de ser un mito.

En la misma década de los años 50, en concreto el 7 de mayo de 1959 en Cambridge, C.P Snow impartió una conferencia titulada Las dos culturas, en la que sostenía que la “ruptura de comunicación entre las ciencias y las humanidades y la falta de interdisciplinariedad es uno de los principales inconvenientes para la resolución de los problemas mundiales.” Desde entonces, son miles las páginas que se han escrito sobre el tema de la incomprensión entre ciencias y letras. El texto tuvo y sigue teniendo muchos críticos pero no dejaba de plantear una cuestión real que lejos de solucionarse para que ha ido a más. No parece que hayamos avanzado mucho. La escuela de hoy con una estructuración del conocimiento muy fragmentario y curricular y una organización departamental parece sigue respondiendo en muchos casos a una visión del mundo escindida al menos en dos culturas. Muy lejos en todo caso de las necesidades multidisciplinares que exigen los problemas actuales.

Laboratorio de ciencias hacia 1950
Laboratorio de ciencias hacia 1950

En los últimos años, uno de las derivadas de las políticas STEM ha sido la incorporación de la A de Arts (STEAM) como medio para fomenta la creatividad y desde ahí favorecer la innovación que esperamos traigan las políticas STEM. Un intento quizá de superar la división entre las dos culturas que señalaba Snow y de ir más allá de la cerrada división de materias para de adecuarnos a lo que entendemos hoy por aprender y educar.

Hoy cada vez es más claro que aprender es adquirir competencias que nos sirvan para interpretar y dar sentido al mundo que nos rodea. Interpretar el mundo es una tarea compleja que nos pide poner sobre la mesa muchos y diversos conocimientos (no solo de un tipo); nos demanda mezclar espíritu crítico y constructivo; y nos exige mucha capacidad de trabajo en equipo. Como dice Daniel Innerarity, debemos ser conscientes de nuestros no-saberes. Debemos asumir que progresamos, más que aumentando nuestros conocimientos, aprendiendo a gestionar el desconocimiento en sus diversas manifestaciones: inseguridad, verosimilitud, riesgo e incertidumbre. Aprender hoy es aprender a gestionar incertidumbres.

Educar, por su parte, dice José Manuel Pérez Tornero, “es informar, formar, conformar, transformar, trasladar, difundir, divulgar, aprender, enseñar a aprender, aprender a enseñar, aprender a aprender. No importan tanto los objetos de conocimiento, como los procesos. No importan tanto los procesos como los métodos. No importan tanto los métodos como los sistemas. No importan tanto los sistemas como los contextos. Y lo importante es crear y proporcionar oportunidades para el aprendizaje, para el diálogo creativo y educativo. Critico y constructivo.”

PerezTornero
PerezTornero

Ayer, en el marco de los #direcTIC mensuales de Educalab (Ministerio de Educación), tuve la suerte de poder conversar durante una hora con Neus Sanmarti. Neus lleva toda una vida vinculada a la educación y a la ciencia. Hace años que decidió aprender ciencias y enseñar ciencias.

Es Doctora en Ciencias Químicas, Profesora emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona y Catedrática de Didáctica de Ciencias Experimentales. Durante años fue también directora del Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Entiende la didáctica de las ciencias como una manera de provocar un aprendizaje significativo que responda a los cambios que se están produciendo en la ciencia, en la sociedad y en las maneras de aprender y enseñar. De aprender y educar.

En 2007 publicó un excelente libro, cuya lectura recomiendo, titulado 10 ideas claves. Evaluar para aprender en el que, entre otras cosas, sostenía que aprender es revisar las maneras en las que hacemos las cosas y que en ese sentido la reflexión y la evaluación son el motor del aprendizaje; que la finalidad de la evaluación es la regulación tanto de la enseñanza como del aprendizaje; que lo más importante es aprender a autoevaluarse y que evaluar es una condición necesaria para mejorar la enseñanza (puedes ver aquí y aquí un resumen).

Ayer con Neus, hablamos del Sputnik y me hubiera gustado también hablar con ella de coches voladores y tecnologías poéticas, pero no encajó. Hablamos, claro, de didáctica de la ciencia y de las políticas STEM vistas desde la escuela y desde los especialistas precisamente en didáctica de la ciencia. Nos habló de la importancia de promover el interés por las ciencias pero también de los recelos existentes antes unas iniciativas que surgen en su mayoría fuera de la Escuela, desde la industria, fundaciones privadas y gobiernos y que tienen, para algunos, un enfoque excesivamente utilitarista y economicista. Hablamos también del impulso actual hacia un aprendizaje de la ciencia mucho más centrado en hacer, construir e inventar y no solo en adquirir conocimientos.

Hablamos de competencias, de transversalidad y multidisciplinariedad y, por tanto, de aprendizaje basado en proyectos. Le preguntamos si estábamos preparando a los alumnos a abordar problemas complejos. Y hablamos de cambio educativo y de las dificultades para cambiar las prácticas del aula. De la importancia de los primeros años de práctica docente. Hablamos también de competencia científica y de la importancia de aprender a hacerse preguntas y desarrollar el pensamiento crítico. De la capacidad de evaluación y de reflexión. Y la necesidad de contextualizar los aprendizajes para vincularlos a la vida. También de lectura y de la importancia de leer para aprender ciencias.

Diapositiva1
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Y terminamos hablando de la situación actual de la educación que ella considera positiva (se ha producido un giro importante en los dos últimos años, sostiene) y de la escuela del futuro que debe ser ante todo una escuela muy relacionada con la comunidad. Una escuela que atienda a sus contextos y que esté integrada con su entorno. Una escuela que sea crítica pero no esté aislada. Que responda a las necesidades de la comunidad. Que sirva para resolver los problemas de la vida. Una Escuela, en definitiva, vinculada a la vida. Una escuela, si me permiten, muy deweyana: “¿Aprender? sí, pero antes que todo vivir. Aprender a través y en relación con la vida.”

Os dejo el vídeo de la conversación. Aprovecho para agradecer a Neus Sanmarti que aceptara conversar con educacontic.

Fuente: https://carlosmagro.wordpress.com/2015/12/24/una-escuela-vinculada-a-la-vida/

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Formación del Pedagogo: ¿Pedagógica o Andragógica?

Por: Flavio de Jesús Castillo Silva
doctor.flaviocastillo@gmail.com
México

Resumen
En varias escuelas normales de México, donde forman al futuro Licenciado en Educación Básica, quienes en algún momento podrán estar frente a grupo de estudiantes de cualquier año de la educación primaria (ciclo básico), tienen en común los docentes como estrategia didáctica el hecho de tratar a sus estudiantes como si fueran los niños con los que éstos al egresar interactuarán en algún momento. Significa que existe un porcentaje considerable de infantilización de la formación del pedagogo.

Abstract
In several normal schools in Mexico, where they form the Graduate future in Basic Education, who at some point will be in front of group of students in any year of primary education (basic cycle), have in common teachers as a teaching strategy the fact treat students as if they were the children with whom they interact to graduate at some point. It means that there is a considerable percentage of childishness of teacher training.
Keywords
Pedagogy, Andragogy, training process, childishness.

Introducción
Los estudiantes de las Licenciaturas en Educación Preescolar y de Educación Primaria – a quienes denominaré en este artículo como pedagogos – en algunas escuelas normales de México ingresan prácticamente a los 18 años al igual que otros jóvenes en otras áreas de conocimiento a lo largo y ancho del país. la formación de estos futuros profesores consta de ocho semestres o cuatro años (ciclos), su campo de acción al término de su carrera será integrarse al sistema educativo frente a grupo, en el caso de los Licenciados en Educación Preescolar (o educadoras como las conocemos generalmente y generalmente son mujeres quien estudia en este nivel educativo) en cualquiera de los tres años en el nivel preescolar, en cualquier jardín de niños tanto públicos (la gran mayoría de los licenciados) como particulares en el país, para el caso de los Licenciados en Educación Primaria, estos se incorporarán a las escuelas primarias públicas y privadas del país.

Durante su formación, las actividades diseñadas por sus facilitadores tienden a hacerlos sentir como si ellos fueran los escolares con los que irán a tratar cuando egresen, bajo el argumento que deben contextualizarse a su futuro campo de acción, los ponen a realizar actividades didácticas simulando al niño que tendrán en el aula y entonces, el pedagogo llega en su momento a conocer por vivencias propias a sus estudiantes dejando en un segundo plano la preparación docente, por lo que al incorporarse al ejercicio docente repetirá las mismas prácticas vividas durante su formación profesional, denotando deficiencias por no tener sustentos teóricos que le dicten hacia dónde dirigir su práctica docente.

La Pedagogía conduce las acciones a desarrollar en preescolar y educación primaria, en donde el profesor se erige como un mediador entre la generación adulta y la nueva generación, el proceso educativo es vertical ya que el profesor sabe qué estudiar y qué hacer y los estudiantes reciben las indicaciones directas de él. El proceso de Enseñanza-Aprendizaje (PEA) sucede con énfasis más en el proceso de enseñanza que el de aprendizaje.

Los estudiantes se vuelven diestros en recibir órdenes y ejecutarlas, pocos promueven el desarrollo básico de las operaciones mentales como: observación, comparación, clasificar, definir, abstraer, análisis, síntesis, inducción y deducción, entre otras.
Ante este panorama, el pedagogo en formación aprenderá las actividades usadas por sus facilitadores, recreando en cada clase situaciones netamente pedagógicas, sin embargo, el pedagogo que está en proceso formativo es al final de cuentas un adulto en cualquier momento de su ciclo vital, ergo, sus cursos debiesen ser atendidos desde la Andragogía, llego a esa idea debido a que siendo la Pedagogía la ciencia que atiende a los niños en situación de aprendizaje, los pedagogos en formación debiesen utilizar la Pedagogía para las prácticas con poblaciones similares a las que atenderá cuando estén frente a grupo en una escuela primaria o preescolar de acuerdo a su licenciatura, pero lo que es indiscutible es que ellos, como adultos que son, su proceso debiese ser de manera andragógica.

Para Knowles citado por Adam (1977), “la diferencia fundamental entre el niño y el adulto está referida al concepto de sí mismo; la personalidad de aquél es un apéndice de éste y toda la conducta del niño gira alrededor de la vida del adulto” (p. 26), por lo que, si los estudiantes de Licenciatura en Educación Preescolar y de Educación Primaria son adultos jóvenes, la ciencia de educación para atenderlos es por consecuencia la Andragogía aunque los contenidos de sus asignaturas tengan que ver con Pedagogía, por lo que según Adam (1987), los principios andragógicos de horizontalidad y participación se aplican sin problema alguno.

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Figura 1. Procesos andragógico y pedagógico

En esta representación se aprecian los dos momentos que un pedagogo en su formación debiese tener, en la situación de su aprendizaje y en otro momento que pueden ser prácticas o ya su vida laboral, andragógico y pedagógico respectivamente, en otras palabras, “…el acto pedagógico está centrado en el maestro, por cuanto es el poseedor del conocimiento y experiencia, en cambio, el acto andragógico el centro de los aprendizajes es el educando o participante en cualquier nivel del sistema educativo” (Adam, 1987, p. 22).

¿Qué ventajas traería a las escuelas normales utilizar la Andragogía para formar a los futuros pedagogos?, en primer lugar, se reconocería en capacidades y cualidades al ser humano que está en formación, eso significa, que ya no serían válidos los tratos infantiloides al pedagogo en formación, por ello se considerarían cuatro factores importantes en el proceso de aprendizaje andragógico: (a) autenticidad, (b) respeto mutuo, (c) comportamiento ético y (d) factor empático (Adam, 1987).

Esto tendría como implicación en el resignificado del participante:

  • Altos niveles de responsabilidad durante el proceso de aprendizaje.
  • Énfasis en la creatividad y criticidad objetiva.
  • Apertura sostenida hacia los procesos de innovación y cambios.
  • Utilización de la auto-evaluación para estimular el crecimiento personal.
  • Reconocimiento al crecimiento individual como vía para afianzar los logros personales.
  • Aceptar la co-evaluación como un proceso de retroalimentación permanente y altamente participativo.
  • Énfasis en la producción continua de trabajos de investigación significativa (Adam, 1987, p. 38).

El re-encuentro entre un andragogo facilitador con sus participantes – adultos jóvenes en su mayoría -, fortalecería definitivamente el proceso de aprendizaje de dichos participantes, en donde a éste le quedaría claro cuándo está presente la Andragogía y cuando haría uso de la Pedagogía.

Conclusiones
Aunque pareciera inicialmente un tanto atrevido hacer la reflexión si al pedagogo se le forma con Pedagogía o Andragogía, partiendo de un análisis desapegado a la situación y contenidos, queda claro que la Andragogía promovería mejores procesos de aprendizaje con los participantes por todo lo que conlleva el uso de ésta, en cambio, continuar formando a los pedagogos utilizando la Pedagogía sería continuar manteniendo una tradición de formación infantilizada del adulto, hecho que no debiese ser de peso específico para mantenerlo en el aula.

Referencias
Adam, F. (1987). Andragogía y docencia universitaria. Caracas: FIDEA.
Adam, F. (1977). Andragogía. Ciencia de la educación de adultos. Segunda edición. Caracas: Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez.

Artículo enviado por su autor a la redacción de OVE

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Semiótica de los “Locutores” Burgueses

Por Fernando Buen Abad Domínguez

Todas las patologías del capitalismo se notan, de las maneras más odiosas, en sus “locutores”. Entiéndese aquí, por “locutores”, a todos aquellos que venden su voz como mercancía para vender las mercancías del capitalismo. Algunos de ellos, incluso, contra su voluntad o su conciencia.

El abanico de tonos, inflexiones, acentos, gritos, quejidos, susurros y sentencias, ideados permanentemente para alentar el consumismo, constituye una galería inmensa de creatividad saturada de subordinación y decadencia. Muchos “locutores” lo padecen, paradójicamente, en silencio.

Y así como el concepto “mercancía”, bajo el capitalismo, abarca al trabajo, a las noticias, a los gustos, a las emociones, a las tradiciones… así abarca a las voces, a sus tonos, a sus palabras y a las ideas -explícitas e implícitas- con que insufla cualidades impertinentes a objetos, sujetos y valores burgueses. A eso se le llama “publicidad” y para ella el uso de las voces, manipuladas de mil maneras, es indispensable. El resultado es escalofriante, abrumador y odioso. Veamos.

Junto a la manía publicitaria, insoportable, de exagerarlo todo, se inocula al discurso mercantil de los “locutores”, el repertorio de supuestos fonéticos que emblematizan al “buen gusto”, al confort, al prestigio… al poder del dinero. No se habla con naturalidad, han naturalizado la idea bobalicona de que lo engolado, lo chillón, lo enfático y lo meloso son, entre otros, recursos impecables para fijar en las cabezas de los pueblos un lugar privilegiado para las mercancías de ocasión. El resultado es un pastiche nauseabundo y deprimente, tributario voluntarioso del ridículo. El colmo es que cuando se usan las voces “populares” se las usa para ridiculizar algo o a alguien. Hay millones de ejemplos insufribles e inefables.

No pocos proyectos de comunicación emancipadora, al excluir o al no haber desarrollado una crítica científica al modelo de “locución” burgués, repiten algunos de sus peores vicios. Como, por ejemplo, confundir la seriedad con la solemnidad. Como permitir que la forma reine sobre el contenido. Como imitar el “prestigio” de las formas “exitosas” como gancho para las ideas revolucionarias. Hay una lista larga de ejemplos fallidos impregnados por la lógica de que imitando lo que al capitalismo le da “llegada”, será posible hacer llegar los mensajes emancipadores. Así hemos escuchado a no pocos voceros de la revolución hablando como “locutores” de la contra-revolución. Lo viejo no termina de morir donde lo nuevo no termina de nacer.

No existe un manual mágico para dar voz a la Revolución. Nada en una Revolución nace mágicamente y lo más probable es que nos tome tiempo liberanos, realmente, de los atavismos formales, del imperio de las formas, que la burguesía nos ha inyectado hasta en los rincones más insospechados de nuestras existencias. Las manías burguesas que se nos han infiltrado no son invencibles, es falso que no se pueda cambiar, y nosotros tenemos bien claro que la práctica revolucionaria es nuestra mejor escuela, sin empirismos bobalicones. Necesitamos impulsar la formación de cuadros científicos, cuya habilidad y fortaleza consista en interpretar a la revolución y darle voz a sus mensajes, hay que organizar y movilizar escuelas de formación revolucionaria en comunicación emancipadora. Desde abajo y desde la lucha de clases.

No podemos, ni por chantaje ni por inconciencia, ser vehículo reproductor de miserias burguesas, tan sonoras como las ridiculeces que vomitan, a cada instante, sus “locutores” en nuestras propias casas y narices. Y aunque algunos trabajadores de los medios crean que es muy “nice”, muy “chic”, muy “maquetinero” el modito burgués para la vendimia de su basura, no silenciaremos nuestra denuncia cuando a miles de trabajadores de la “locución” se los usa para drenar con sus voces, hacia los mercados, el veneno de la sobre-producción capitalista que, no sin guerras inter-burguesas, se les pudre en las bodegas.

No silenciemos el daño laboral, ni el daño moral, ni el daño cultural que nos causa el modelo burgués de “locución” mercantil. No aceptemos ninguna de sus payasadas. Impulsemos una semiótica emancipadora y una red internacionalista de escuelas para la formación de cuadros revolucionarios en comunicación que asuman su responsabilidad socialista en la búsqueda de nuevas voces, nuevos vocablos, nueva dicción y nueva locución… hacia la liberación veredera de los caudales expresivos nuevos. La libertad de expresión socialista. Del dicho al hecho.

Tomado de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=119084

Fuente de la imagen: https://pixabay.com/static/uploads/photo/2015/05/09/11/30/microphone-759587_960_720.jpg

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¿Cuál es el estado que guarda el proceso de reforma educativa?

Miguel Ángel Pérez

La propuesta y el proceso de reforma educativa mexicana no da muestras de avances en este momento. El titular de la SEP no ha tenido una postura educativa ante el sistema, ni tampoco ante la sociedad. Su postura pública ha sido de amenaza, de intimidación y últimamente de esquirolaje.

La reforma educativa mexicana se encuentra estancada dentro del forcejeo político, por un lado están actores que pretenden impulsar a todo costa todo tipo de imposiciones administrativas (dentro del sistema), pero también dentro del sistema hay personajes que dicen que es necesario corregir el rumbo y bajarle al exceso beligerante en las acciones y en la postura autoritaria en la que ha incurrido el actual secretario.

Un debate verdaderamente educativo en el marco de la reforma, no puede darse sobre la base del forcejeo político de la provocación, de recurrir en el abuso de las posiciones de fuerza, ni tampoco sobre la base del abuso de la posición gubernamental.

La reforma educativa mexicana en ningún momento ha abierto el debate verdaderamente educativo, el titular de la SEP al no ser educador de carrera dicho debate lo copla en una posición en desventaja. El responsable de atender los asuntos educativos en nuestro país, lo ha reducido todo a la racionalidad política y administrativa. Un debate educativo lo concebimos los investigadores y los pedagogos, como aquel de discusión e  intercambio de ideas, que pone en el centro de la discusión y de las propuestas las necesidades educativas por atenderse, los recursos con los que se cuenta para lograrlo, la reorientación de los contenidos de estudio con la finalidad de definir los fines y valores del tipo de ciudadano y de mexicano que queremos formar, los retos para garantizar adaptaciones de un currículum nacional y adaptarlo a las necesidades regionales y contextuales de los diversos ámbitos en que está dividido nuestro país, etcétera. Un debate pedagógico inicia con calibrar hasta dónde los educadores mexicanos podrán adaptarse e involucrarse en un ambicioso proceso de reforma. Todo esto no pasa en nuestro país, intencionalmente.

Hasta la noción de reforma educativa comienza a prostituirse, incluso las malas acciones se hacen en su nombre, la utilización de la fuerza pública, el uso intimidatorio del discurso, y las amenazas, ¿realmente una reforma educativa deberá llevar este proceso tan agobiante y poco esclarecedor o es sólo la etapa más crítica del proceso? Se está presentado un abuso en el manejo de la reforma educativa mexicana, al querer inscribir todo lo que se hace en este rubro mencionar que todo es la reforma.

El estado actual de la reforma se encuentra paralizado en el mismo punto en donde inicio. Al considerar que todo deberá evaluarse, todo lo que se aparezca en el camino para conocer cómo marcha o cómo funciona el sistema, poniendo especial énfasis en la evaluación del trabajo de los docentes debido a que en ellos descansa la mayor parte de la responsabilidad en la tarea educativa. ¿Y luego? Si esto ya lo conocíamos desde el inicio, ¿por qué no se brincan la página y llegamos al capítulo de lo que realmente necesita la educación de México? Parece que al actual gobierno no le interesa avanzar en educación, su interés verdadero está puesto en darle vueltas a la noria y seguir así aunque no pasemos del punto cero.

En el estado actual de reforma educativa, no se han incluido las visiones alternativas y marginales que se mueven en educación, el hegemonismo y la tendencia a querer monopolizar todo lo relacionado con la reforma ha generado que el Estado pierda la perspectiva de diferenciar de lo hecho en dónde realmente hay avances en dónde hay estancamientos y retrocesos. Las voces de los actores no han sido incluidas suficientemente y son los docentes los que más autoridad tienen a través de sus voces y sus propuestas, para darle un mejor curso al proceso de reforma. El gobierno aún tiene la oportunidad de corregir su camino, de lo contrario la crispasón seguirá subiendo y bajo un clima de tensión institucional todas las partes salimos perdiendo.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/cual-es-el-estado-que-guarda-el-proceso-de-reforma-educativa/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/05/evaluacion-extraordinaria-michoacan2-300×199.jpg

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¿Pueden el sistema educativo y los deberes ser una fuente de falta de atención e hiperactividad?

Miguel Jara

El Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un problema social que no para de crecer. Existen factores familiares, ambientales o ecológicos, económicos, que lo potencian pero no se ha planteado si el sistema educativo y el “abuso” de los deberes y tareas pueden influir en esta “epidemia” consentida.

Juan Pundik, es presidente de Filium (Asociación para la prevención del Maltrato al Niño), de la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia y director de la Escuela Española de Psicoterapia y Psicoanálisis. En esta entrevista que le hizo El País Semanal lo primero que responde es sobre que el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) no es una patología.

Y pone en cuestión el actual sistema educativo:

No atender en clase no es una enfermedad. Los que derivan a los chicos a un especialista son, normalmente, los profesores que tienen que manejar a 35 alumnos, lo que, naturalmente, no es fácil. Tenerlos quietos y callados puede hasta cuestionarse que sea sano, pero las características de la escolaridad así lo requieren y, en consecuencia, lo mejor es tenerlos drogados. Es lo que se hace con los ancianos en algunos geriátricos”.

En la revista le preguntan:

XL: Pero el niño que no consigue un rendimiento escolar adecuado porque es disperso o hiperactivo tiene más posibilidades de enfrentarse a un fracaso no ya escolar, sino social, con lo que eso supone de traumático…”.

Y responde:

Querrá decir que no consigue el rendimiento escolar que se le quiere imponer. Yo tengo un largo historial de gente que fue diagnosticada y hasta medicada como hiperactiva simplemente porque esa escolaridad que querían imponerle no le servía, porque quería ser bailarina o jugador de fútbol. El problema es porqué les imponemos a todos los niños un menú fijo, cuando cada uno tiene habilidades diferentes. No todos valemos para lo mismo”.

Y en parte ese rendimiento escolar puede estar condicionado por las propias tareas, los deberes que hacen los niños y que si no los terminan en la escuela han de hacerlo en sus casa por la tarde.

Una exhaustiva revisión del máximo especialista en tareas, Harris Cooper, profesor de la Universidad de Duke, concluyó que las tareas no mejoran significativamente el desempeño académico de los niños en la escuela primaria. Es más, demasiadas tareas resultan contraproducentes y los críos que hacen menos tareas van mejor en la escuela. Quizá resulte provocador pero no lo es: ¿Puede ser la escuela una fuente de falta de atención e hiperactividad?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó el pasado mes de abril de que los deberes perjudican la salud. El estrés de las tareas escolares desemboca en dolores de cabeza, abdominales y de espalda y causa nervios, tensión y tristeza. Un 70% de las chicas españolas de 15 años aseguran sentirse presionadas por el trabajo que los profesores mandan hacer en casa.

Vivimos en una sociedad compleja en la que cuando hay un problema de salud multitud de causas pueden estar detrás.

Esas causas pueden ser familiares, ambientales (los productos tóxicos pueden causar hiperactividad), comerciales (hay toda una industria que intenta sobrediagnosticar y sobremedicar con fines económicos) y ahora, uno de los espacios donde comienza la sobremedicación, la escuela, puede estar también en el epicentro del problema.

Y este asunto no para de crecer, de aumentar de tamaño según pasa por diferente estamentos o ámbitos como una bola de nieve. Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han alertado esta semana de que el exceso de nuevos diagnósticos de TDAH en los menores de cuatro a 17 años ha propiciado que en los últimos 10 años los supuestos casos aumenten un 53% en el país, de acuerdo con el Centro de Prevención y Control de Enfermedades.

Sobre Pundik y conmigo y mi compañero abogado en el Bufete Almodóvar & Jara podéis ver esta entrevista en la que también tratamos sobre el TDAH:

 

Fuente del articulo: http://www.migueljara.com/2016/05/26/pueden-el-sistema-educativo-y-los-deberes-ser-una-fuente-de-falta-de-atencion-e-hiperactividad/

Fuente de la imagen: http://www.migueljara.com/wp-content/uploads/2013/08/TDAH1-229×300.png

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Un nuevo rumbo para la educación en América Latina

México/26 de Mayo de 2016/panampost

Por: Rafael Ruiz Velasco

El sistema educativo en México y América Latina en general está fallando y reconocerlo es el primer paso para comenzar a cambiarlo.

La educación es el medio más eficaz de un país para salir adelante. No es mentira que entre más educado sea un pueblo, más difícil será  controlarlo o engañarlo, como tampoco lo es el hecho de que una sociedad sin educación está condenada al estancamiento económico y humano.

Actualmente es muy común aceptar la idea de que la educación debe ser proporcionada por el Estado. En México, por ejemplo, el artículo tercero de la Constitución Mexicana nos habla de que la educación tiene que ser “laica, gratuita, obligatoria y de calidad” y hemos crecido repitiendo dicho principio y dándolo por hecho sin siquiera poder atrevernos a cuestionarlo.

Aunque de modo moral y legislativo, garantizar la educación universal pareciera ser un proyecto válido y de elemental justicia, en la práctica terminan por imponerse argumentos de mayor peso en el mundo real como lo son la simple lógica económica o la baja efectividad generalizada por parte de las instituciones gubernamentales.

Lo “gratuito” no existe. Cuando un Gobierno nos ofrece alguna solución o apoyo, no se está financiando por arte de magia ni por las generosas aportaciones de losfuncionarios públicos; es sólo a través de nuestros impuestos que dichas iniciativas pueden llevarse a cabo y la educación no es la excepción a esta aseveración.

Por más que quisiéramos que la educación fuese gratuita, la realidad es que no lo es. Para poder brindar educación es necesario pagar salarios de profesores, construir y mantener infraestructura y contratar prestadores de servicios administrativos entre muchos gastos y costos más.

Tenemos pues que la educación pública parte del principio de quitarle a alguien una parte de su riqueza a través de impuestos para entregársela después a un tercero en forma de educación. Si bien se puede argumentar que tal vez la importancia del tema en cuestión podría justificar dicho intercambio involuntario, lo que no se puede negar es que el sistema no está funcionando como debería: en un estudio realizado por la OCDE, en el año 2015, México ocupó el lugar 36 de 36 países evaluados en materia educativa y al resto de países latinoamericanos no les fue mucho mejor.

Todo pareciera indicar que el tema tiene que ver con asuntos presupuestarios y es verdad en parte, pero no por falta de recursos como se podría suponer. El presupuesto que México invierte per cápita en educación, es similar al que invierte un país puntero en el rubro como lo es Corea del Sur. La diferencia radica en la efectividad del presupuesto: mientras que en México el presupuesto se gasta mayoritariamente en salarios, lujos y burocracia ejercida por líderes sindicales, maestros y administrativos, en el país asiático se invierte en infraestructura, tecnología y en el desarrollo de modelos educativos eficientes.

Otro factor relevante es el hecho de que el tiempo formativo típico para los alumnos en México es de 562 horas al año, mientras que en otros países comoCorea del Sur es 1.195, en Finlandia 1.172, en Estados Unidos 710 y en Francia 875.

El monopolio de los programas de estudio por parte del Estado es otro factor a considerar. Sin importar si la institución educativa es privada o pública, las mismas no pueden brindar servicios de educación oficialmente si sus programas de estudio no han sido previamente aprobados por la Secretaría de Educación Pública. Esto genera el sometimiento de las instituciones educativas a las ocurrencias y decisiones de algunos pocos funcionarios públicos y un constante cambio de rumbo de acuerdo al periodo político en el que el país se encuentre.

El adoctrinamiento institucional es otro tema preocupante. Algunos ejemplos claros son la excesiva carga de oficialismo que manejan los libros de historia en los niveles de primaria y secundaria o el adoctrinamiento estatista en las universidades públicas por parte de carismáticos y queridos profesores “revolucionarios” que promueven la importancia de luchar contra un sistema del que ellos mismos forman parte.

La educación pública es financiada por todos, sin importar si el contribuyente hace uso de ella o no. Por eso nadie debe ser indiferente ante el mal uso que se dan a los recursos en dichas instituciones cuando sin ninguna clase de remordimiento, deciden irse a huelga en respuesta a la más mínima provocación.

Las instituciones privadas no se van a huelga, porque entienden que sería comprometer su prestigio como organización y el de sus alumnos egresados, y sobre todo porque saben que se vería reflejado en una pérdida significativa de alumnos matriculados y eventualmente en pérdidas económicas. Mientras tanto, en las instituciones públicas se crea una falla de mercado artificial, porque políticos y burócratas saben que se pueden ir a paro por un tiempo indefinido sin dejar de recibir presupuesto ni salarios y que los alumnos no abandonarán la institución porque no tienen otra opción realmente viable.

Lo más grave, desde un punto de vista cultural, es el tipo de formación y el ejemplo que están recibiendo miles y miles de alumnos, quienes crecen defendiendo este tipo de sistemas y personajes, y cuando salen al mercado laboral están acostumbrados a lograr objetivos a través de la fuerza o negociaciones políticas y no a través de capacidades y méritos propios.

Estamos formando luchadores sociales en un país que necesita de forma desesperada un sinfín de científicos, ingenieros y sobre todo emprendedores que se atrevan a materializar sus metas a través de una vida productiva.

Es importante no cerrar los ojos ante lo evidente: el sistema educativo en México yAmérica Latina en general está fallando y reconocerlo es el primer paso para comenzar a cambiarlo.

Necesitamos encontrar mecanismos para dar incentivos a los alumnos para escoger y dar su mejor esfuerzo por formarse en carreras productivas y crear métodos de sanción para aquellos profesores e instituciones que no cumplan con su misión principal, que es dar herramientas a sus alumnos para competir y valerse por sí mismos. Liberalizar el mercado educativo proveería de ambos.

Fuente: http://es.panampost.com/rafael-ruiz-velasco/2016/05/26/nuevo-rumbo-educacion-america-latina/

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