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El charrismo (porrismo) sindical se hizo presente

Una característica del charrismo es el uso de la violencia irracional cuando el peso de los argumentos, de la justicia, los empieza a acorralar. Así era el actuar de Vanguardia “Revolucionaria”, grupo de choque de la asesina Elba Esther Gordillo, que amenazaba, golpeaba y boicoteaba las asambleas cuando los acuerdos no estaban a su favor o algunos de sus aliados estaba a punto de que la base lo ajusticiara.

El día 2 de febrero de 2024, en la Asamblea de Nivel de Secundarias Técnicas, se dio una muestra de dignidad sindical ya que se denunció la corrupción de Helmer Noé Mateos Hernández, titular de la secretaría de conflictos de ese nivel. Los auxiliares manifestaron su desaprobación con la convocatoria de dicha asamblea, mencionaron que estaba a modo para que el grupo de Helmer tuviera la fuerza suficiente para romper la mesa. También la Escuela Secundaria Técnica 84 se quejó de un acto de venganza por parte de Mateos Hernández contra la planilla que desplazó para sustituirla por otra afín a los intereses del secretario de conflictos, una clásica maniobra de compra de conciencias al estilo del charrismo. También hubo otras cinco denuncias donde se mencionaban preferencias de cambios y negociación de horas con la condición de subordinarse a la autoridad de Helmer Mateos.

Con la presencia de la profesora Yenny Pérez Martínez y del profesor Luis Alberto López Pazos, secretaria general y titular de la Secretaría de Prensa y Propaganda de la Sección XXII CNTE-SNTE respectivamente, varios oradores argumentaron que no se podía permitir que siguiera en funciones un personaje que laceraba la lucha histórica del Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación de Oaxaca. Después de la instalación de la asamblea, la orientación fue el nombramiento de una comisión de honor y justicia y la inhabilitación de Helmer Mateos en lo que se aclaraban las denuncias que ya se habían presentado en la mesa, denuncias con rostro y nombres, no como los panfletos anónimos que ocultan a sus autores, ya que la mentira avergüenza.

Parte de la base gritaba desde el exterior “¡Fuera Helmer!” Los oradores charros intentaron argumentar la permanencia de su dueño, entorpecieron la continuación de la asamblea tomando una y otra vez la palabra, y cuando la Secretaria General pretendía seguir con el orden del día, interrumpían con discursos estériles. El profesor López Pazos leyó el procedimiento del Principio Rector 20 con lo cual, al ver que el peso de los Principios Rectores aplastaba sus galimatías, el grupo que defendía a Helmer Mateos se acercó a la mesa.

La Secretaria General orientó que nos dividiéramos en regiones para el nombramiento de una comisión de honor y justicia, en ese momento los charros corrieron hacia la mesa. Alguien que identificaron como Salomón de la D-II-40, levantó la mesa aventándola hacia la profesora Yenny Pérez. Los ánimos se caldearon; los gritos de “¡Fuera Helmer!” sofocaron a los de “¡Fuera Pazos!” Quienes rompieron la mesa reclamaban receso, quienes asistimos permanecimos sentados esperando que se calmara la situación para continuar. La violencia charra esperaba la dispersión de los compañeros democráticos, pero prevalecimos. Al grito de “¡Siéntese, continuemos!”, los charros seguían escupiendo su violencia hacia la Secretaria General. Helmer Mateos ordenó que retiraran bocinas y micrófono mientras los charros argumentaban que la asamblea no podía seguir bajo esas condiciones.

A pesar de que la Secretaria General solicitaba al grupo que defendía a Helmer Mateos, tomara asiento, éste no lo hizo. La asamblea entró en receso.

¿Cómo es posible que prácticas charriles contra las que lucharon Misael Núñez Acosta, Genaro Vázquez, Enedino Jiménez, prevalezcan? ¿La base permitirá la legitimidad de Helmer Mateos y del grupo que lo defiende o caerá en la misma pasividad que mantuvo impune al CES traidor? La base democrática tiene la última palabra.

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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La planeación didáctica en la Nueva Escuela Mexicana

Por: Jaime Bustos Ochoa

La planeación didáctica, como instrumento para lograr la emancipación de las y los estudiantes, es un tema escasamente discutido en los Consejos Técnicos Escolares y Talleres de Formación docente. Cabe recordar que “emancipar” es un concepto que recupera el Plan y los programas de estudio de preescolar, primaria y secundaria para señalar que la escuela y el Sistema Educativo Mexicano deben guiar sus acciones hacia la liberación de los sujetos, sin embargo, esto no ocurre.

Por el contrario, el colegiado de docentes centra su mayor atención hacia los asuntos de la planeación relacionados con el formato, contenidos, metodologías, evaluación, campos formativos, procesos de desarrollo de aprendizaje, actividades didácticas, temporalidad y materiales (como libros de texto); además, llevan a cabo algunas consideraciones referentes a los aciertos y obstáculos de su actividad didáctica, por ejemplo, se preguntan cómo pueden mejorar sus clases o cuáles son las “áreas de oportunidad” (eufemismo del modelo neoliberal) que se requieren atender.

Así, el profesorado se aleja de una visión de la enseñanza que sirva para la formación de ciudadanos emancipados, es decir, sujetos capaces de participar en la transformación y superación de las relaciones desiguales que existen en su territorio. Por ello, resulta conveniente analizar (en colegiado) cómo la planeación didáctica favorece, esencialmente, la instrucción de hombres y mujeres que efectivicen, a través de la praxis, una lucha permanente en favor de las clases explotadas, para procurar la liberación, contra la deshumanización y opresión de la sociedad capitalista.

En todo caso, el profesorado requiere cambiar su concepción acerca de planeación didáctica y, en lugar de ello, encaminarse hacia un modelo de enseñanza no-alienante, pues las políticas educativas anteriores generaron dinámicas en la manera de diseñar y estructurar la organización y programación escolar, ya que dieron prioridad, principalmente, al dominio de contenidos (bajo un perfil por competencias) -situación que, de acuerdo con el documento “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro. Fase 4”, convirtió a las y los docentes en operadores pasivos de un currículo definido-.

Ahora, para la Nueva Escuela Mexicana es deseable que las y los docentes consideren la diversidad cultural, social y económica de sus estudiantes, que reconozca las hegemonías y las dinámicas de poder y control que se ejercen sobre las subalternidades y, a partir de ello, deben estructurar una planeación didáctica que contribuya a la emancipación de los sujetos. Por ello, el actual modelo educativo acoge la problematización de la realidad como estrategia para impulsar la transformación social; es aquí donde vale la pena reflexionar la planeación más allá de sus aspectos técnicos al reconocer en qué medida (lo planeado) contribuye a transformar la realidad.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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Capitalismo y derechos humanos, dos términos incompatibles

Por: Javier Tolcachier

Pensar en lograr un ejercicio pleno de los derechos humanos en el marco de un sistema capitalista es un error garrafal y una ingenuidad absoluta. Error de apreciación que no es espontáneo sino inducido intencionalmente por los detentores de la hegemonía del mismo sistema, faltos de toda ingenuidad.

Es innegable que los derechos humanos, en tanto concepto, tienen una vigencia moral inobjetable, aunque su efectiva realización diste mucho del canon teórico. El abismo entre ambas es, además de la constatación de realidades preexistentes, una emboscada semántica y reside, como es habitual, no en el declamado discurso, sino en los diferentes significados que a este fundamental significante se le atribuyen.

El occidente dominado por la ética anglosajona, sucesora de los anteriores poderes imperiales, restringe la concepción de los derechos humanos al ámbito de los derechos civiles individuales, las prácticas de una devaluada democracia liberal, y sobre todo, el derecho a la propiedad. Mientras que el espíritu condensado en los treinta artículos de la Declaración Universal reconoce de modo extendido los derechos sociales y la necesidad de entornos dignos para la existencia humana.

La acepción estrecha no solo relativiza y condiciona la aplicación universal, irrestricta, equitativa de los derechos humanos en su sentido pleno, sino que no juzga y por ende no condena la violencia sobre la que se asienta la injusta relación de fuerzas previamente existente, que estos derechos son llamados a modificar.

Aun así, la sola afirmación del carácter de “derechos” y la aceptación colectiva por parte de todas las naciones y los pueblos de la Tierra confieren a estos postulados el carácter de una conquista cultural invalorable.

Dinero contra derechos humanos

La ineficiencia del capitalismo para asegurar un mínimo bienestar a cada ser humano se aprecia con claridad cada día. La endeble sustentación del sistema es la lejanísima ilusión de las mayorías de pertenecer al ínfimo núcleo adinerado y “triunfador”, más parecida a la posibilidad de ganar la lotería, o la simple resignación de sobrevivir aceptando un modelo depredador, competitivo y excluyente.

Los derechos humanos quedan entonces recluidos a las posibilidades de lograr lentos avances progresivos desde los esfuerzos colectivos, estatales y comunitarios, a contracorriente de los deseos y las fuerzas con las que cuentan los grupos empresariales corporativos multinacionales y la banca de inversión.

Es una lucha despareja en la que el capital compra, alquila o manipula los resquicios de la voluntad política ciudadana, vulnerando por completo esa “democracia” que suelen esgrimir sus personeros formados en universidades adeptas.

Tal es el desquicio en el uso del término, que aquellos que osan desafiar las modalidades impuestas son vilipendiados en la esfera diplomática justamente por la fechoría de “violar sistemáticamente los derechos humanos”.

Como lo señala Silo en su novena Carta a mis amigos: “Una vez más se está comprometiendo la soberanía y autodeterminación de los pueblos mediante la manipulación de los conceptos de paz y de solidaridad internacional.”

Esto no quiere decir que aquellos pueblos que optan por construir sus vidas de un modo más equilibrado e igualitario no padezcan estas violaciones, como también puede constatarse a diario. Lo que se afirma es que el capitalismo hoy predominante es fuente de violencia económica, por tanto, en flagrante oposición al cumplimiento de los derechos humanos.

Muestra cabal de la contradicción radical entre capitalismo y derechos humanos son las guerras, un anacronismo que se sigue instigando y librando para apropiarse de recursos, destruir infraestructuras, conquistar mercados, doblegar adversarios políticos o más llanamente, para continuar llenando las arcas de los inversores en empresas armamentistas. Es indudable que nada de ello dice relación con la supuesta y tan remanida defensa de “derechos humanos”, retórica envenenada esgrimida por los belicistas del Norte global.

Capitalismo y subjetividad

Lejos de quedar restringido a la materialidad, el capitalismo no puede subsistir sin operar permanentemente sobre los psiquismos, propagando actitudes y conductas absolutamente reñidas con la concreción de derechos universales consagrados.

Sentidos vitales como la posesión y la apropiación promueven el despojo y la diferencia, lo que realimenta sociedades de apropiadores y expropiados, contrarias al usufructo colectivo del producto generado socialmente. Obtener bienes y placeres a cualquier costo degradando la existencia ajena, hasta el límite incluso de su eliminación física, es fuente de máxima violencia, inimaginable en un real régimen de derechos humanos.

La lógica de la competencia, el lucro y la acumulación de poder, consustanciales al capitalismo, son la exacta contracara de la colaboración, la acción desinteresada y la autodeterminación personal y colectiva, elementos insustituibles para avanzar hacia sociedades protegidas por estos derechos.

La concreción de los derechos humanos en un futuro humanista

De lo expuesto hasta aquí podría inferirse – erróneamente – que bastaría con modificar las condiciones de organización socioeconómica para arribar automáticamente a la plena vigencia de los derechos humanos.

Dicha tesis, formalizadas doctrinariamente en la Europa industrialista del siglo XIX, junto a la brutalidad y negación del sector dominante ante los justos reclamos de los desposeídos de todo derecho, animaron violentos levantamientos populares en la creencia de que el control centralizado de los medios de producción y de la actividad social traería consigo los cambios deseados.

Haciendo uso de las proposiciones bicondicionales de la lógica, puede afirmarse que la distribución armónica de los recursos es condición necesaria pero no suficiente para que se verifique la implementación de los principios expuestos en la Declaración Universal. La condición suficiente es la instalación de nuevos preceptos éticos irrenunciables como ejes de relación social, intersubjetivos y de conducta personal.

Preceptos cuya instauración, a gran distancia de la moral impuesta por designio de grupos particulares que causaron indecible violencia y la entronización de poderes ajenos al bienestar de los pueblos, no puede ser forzada verticalmente.

Esta nueva ética, en una etapa de mundialización e interconexión total entre las distintas culturas de la Tierra, no puede tener otra base que aquella que justamente constituye el alma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es decir, el reconocimiento del Ser Humano como sujeto primordial de derechos, como lo señala su segundo artículo, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”

El afianzamiento y extensión de esta moral revolucionaria humanista es tarea de los pueblos, partiendo de una aspiración y conducta cotidiana extendida a expresiones políticas colectivas, en la que debiera afianzarse la convicción de que no habrá progreso para nadie sino es para todos y todas.

Para ilustrar en concreto estas valoraciones, puede aclararse que seis conceptos han sido posición común de los humanistas de las distintas culturas, a saber: la ubicación del ser humano como valor y preocupación central; la afirmación de la igualdad de todos los seres humanos; el reconocimiento de la diversidad personal y cultural; la tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado o impuesto como verdad absoluta; la afirmación de la libertad de ideas y creencias y el repudio a la violencia.

Lo cual refuerza la necesidad de crear entornos mentales y sociales humanistas para la efectiva aplicación de la Declaración que ahora cumple 75 años. Declaración a la que podríamos sugerir como epígrafe el lema: “Nada por encima del Ser Humano y ningún ser humano por debajo de otro”.

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La Ley del hielo

La Ley del hielo

Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

En septiembre de este año 2024 cumplo cincuenta años de militancia social, educativa y política. Ha sido un largo camino, pleno de experiencias construidas con aciertos y errores, vivencias y situaciones inesperadas, alegrías y tristezas, aprendiendo de manera estoica a valorar lo vivido. En este largo transitar miro las cicatrices con picardía, recordando como salimos del trance, como una forma hermosa de recuperar la memoria.

A partir de hoy, todas las semanas escribiré una capsula que contiene una experiencia, no como una forma de alimentar el ego, sino de comunicar a las nuevas camadas de luchadores y luchadoras sociales, que mucho de lo que hoy les angustia lo vivimos e invitarles a usar la creatividad popular para salir de los pantanos en los cuales quisieron (y quieren) colocarnos.

  • La ley del hielo como respuesta a la irreverencia

Nuestra generación pensaba “hagamos la revolución que algo queda”, impulsando el cambio radical en cada cosa que hacíamos. En muchos modos éramos realmente insoportables (y lo seguimos siendo), no solo para quienes representaban el orden y el poder, sino incluso para las generaciones precedentes que enarbolaban la idea de cambio.  Si ganábamos el centro de estudiantes lo disolvíamos y creábamos los consejos estudiantiles revolucionarios, avanzábamos en los sindicatos con los delegados de base y toda dirección la considerábamos burocrática (casi siempre con razón), si hacíamos cultura no era en los teatros sino en las calles y las bibliotecas no eran estáticas, sino que circulaban debajo de nuestras axilas.

Entonces, alguien (nunca he sabido quién) leyó el manual de guerra psicológica de los servicios de inteligencia y encontró una solución mágica para devolver con astucia el fastidio que les causábamos. Y así como se hablaba de la “ley el oeste”, surgió la “ley del hielo”.

¿Qué era la ley el hielo? No era otra cosa que dejarnos de hablar, ignorarnos, no responder a ninguno de nuestros argumentos y opiniones para hacernos sentir “culpables” y producir un retroceso en nuestras actuaciones. Era como una adaptación de la ley gringa de garrote y zanahoria. Debo confesar que al inicio la cuestión causaba tribulación, pero decidimos hacer un “congreso” para analizar, la cosa, saber de que venia la “vaina” esa; la conclusión fue que estábamos avanzando porque los adversarios se habían visto obligados a diseñar una estrategia para debilitarnos y … sonreímos!!! (la sonrisa es signo de los revolucionarios). Multiplicamos nuestros esfuerzos y nos concentramos allí donde veíamos que el hielo comenzaba a descongelarse, a volver a su estado líquido natural.

Aprendimos a sobrevivir a la “ley del hielo” con constancia, ternura, alegría y muchas sonrisas. Muchas veces terminamos ganando los espacios y algunos de nuestros adversarios se nos sumaban, narrando como en su momento no entendían la razón por la cuál éramos capaces de sobreponernos al pretendido aislamiento. Respondíamos a la “ley del hielo” con el calor de la voluntad y la conciencia.

Años después, como estudiantes de la docencia aprendimos que la “ley del hielo” es una forma de abuso psicológico, algo oscuro y vil, que no limita su esfera de actuación al ataque a las resistencias, sino que hace metástasis en el tejido social, especialmente en las relaciones humanas más íntimas. Y ahí entendimos porque los personajes que las representan siempre son tan infelices. Pero es que no puede ser de otra forma la reproducción del poder.

  • ¿La ley del hielo desapareció?

Que va, aún está vivita a pesar de los numerosos fracasos recibidos; siempre hay un idiota que la relanza. Quizá se alimenta con las pequeñas derrotas, esas que sufrimos cuando un compañero o compañera sucumbe y no soporta el ocasional aislamiento social que promueve la “ley del hielo”.

Hoy la “ley del hielo” se mueve no solo en las aulas y pasillos de las universidades, en los talleres y laboratorios de las empresas, en los teatros y lugares que pretenden homologar las resistencias al orden y la opresión con la etiqueta de «antisociales» «trasnochados» o «problemáticos», en las callejuelas de algunas comunidades, en múltiples escenarios.

Algunos de los burócratas y adversarios que derrotamos en los lugares de lucha han escalado posiciones y aplican la ley del hielo en oficinas, ministerios, fundaciones, organismos multilaterales y hasta en algunas organizaciones sociales. Nuevamente nuestro fuego abrazador, suma candelitas, hasta construir una gran fogata que derretirá las intenciones de aislarnos. A la estupidez se le responde con creatividad.

Las nuevas generaciones seguramente tendrán nuevas formas de superar la “ley del hielo”, pero al final compartirán con la nuestra la sonrisa de la constancia. Adelante irreverentes que el futuro les pertenece.

 

Fuente de l Información: https://luisbonillamolina.com/2024/02/04/la-ley-del-hielo/

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Palestina: La educación después del genocidio de Gaza

La educación después del genocidio de Gaza

Renán Vega Cantor

A la memoria de los miles de profesores, estudiantes, poetas, artistas y científicos asesinados por el Estado genocida de Israel.

“Las historias que llegan de Gaza son dignas de pesadillas. Si no actuamos ahora, la historia nos juzgará a todos. […] Los niños son asesinados a un ritmo devastador, familias enteras son borradas del registro. Las cifras son desgarradoras y, con la violencia no solo continuando, sino expandiéndose, muchos más niños siguen en grave riesgo. Se trata de graves violaciones de proporciones épicas”. -Jason Lee, director de Save the Children para los territorios palestinos ocupados, diciembre 12 de 2023.

El Sindicato de Profesores y Empleados de la Universidad de Birzeit (Palestina ocupada), Todos y todas somos palestinos (octubre 11 de 2023) sostiene: “En estos momentos todos y todas somos Palestinos y es nuestro deber actuar sin demora contra los verdaderos criminales, gritando frente a este monstruo y su barbarie. […] Hablar de libertad, ya sea política, académica o social, caerá en oídos sordos mientras que los verdaderos criminales no sean calificados y tratados como tal. Nosotros, en Palestina ocupada y exiliados, no nos hacemos ilusiones con sueños poéticos sobre la victoria de la pluma sobre la espada. La espada, blandida por un enemigo apoyado por la comunidad internacional, ya ha penetrado muy profundamente nuestra carne en una historia imperialista en la que el enemigo, que sostiene la espada asesina, tiene también la pluma que narra su asesinato. Como intelectuales y académicos trabajando en Palestina ocupada usamos nuestra voz, sin importar cuan fútil sea en (este) momento crítico, confiando en la abnegación y resistencia de nuestro pueblo. Creemos plenamente en el triunfo de nuestra libertad y de nuestros derechos inalienables. Declaramos, en este momento histórico y urgente, que venceremos y que la justicia triunfará. No somos víctimas pasivas, aunque hayamos sido asesinados, desfigurados y expulsados por un Estado colonial animado por una ideología de odio frenético y de violencia sangrienta. Nadie nos callará. Nuestra resistencia abrirá una de las grandes alamedas de la historia por las que transitará el hombre libre. Permanecemos firmes y venceremos”.

El título de este texto parafrasea a La educación después de Auschwitz (el campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi), el ensayo que escribió el filósofo alemán Theodor Adorno en 1966, en cuyas primeras líneas se dice: “La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación. Hasta tal punto precede a cualquier otra que no creo deber ni poder fundamentarla. No acierto a entender que se haya dedicado tan poca atención hasta hoy. Fundamentarla tendría algo de monstruoso ante lo monstruosidad de lo sucedido. […]. Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente en comparación con este: que Auschwitz no se repita. Fue la barbarie, contra la que se dirige toda educación”[1].

Desafortunadamente, hoy nos encontramos ante la repetición de la barbarie genocida contra el pueblo palestino por parte de Israel. Por supuesto, no es la primera vez que se repite Auschwitz. Incluso eso ya se había dado en el momento en que Adorno publicó el texto mencionado, el cual, hay que resaltarlo, tiene dos problemas de fondo: es tremendamente eurocéntrico y ahistórico. No nos referimos al conjunto de la obra del autor alemán en lo relativo a sus consideraciones sobre el nazismo y el genocidio en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, sino a lo que dice en el artículo reseñado, considerado acá como una unidad analítica. Adorno es eurocentrista porque en su texto no aparece ni una sola mención a la barbarie capitalista e imperialista fuera de Europa, que en los momentos en que escribe ya era evidente y sobre la cual ya existía información a la mano. Nos referimos a hechos como la guerra de Corea (1950-1953), la guerra de Vietnam, que escalaba por la incursión de los Estados Unidos durante la década de 1960, la masacre de Indonesia (1965-1966), el etnocidio en Guatemala (que comenzó en junio de 1954), de todos los cuales fue contemporáneo Adorno. Pero también su visión es eurocéntrica porque desconoce genocidios anteriores llevados a cabo por los poderes colonialistas en América, África, Asia y Oceanía, entre los cuales sobresale el de la población del Congo por parte de Bélgica y su rey Leopoldo II (entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX), el de los Armenios por parte de los Turcos, entre 1915 y 1918, para no hablar del genocidio de los indígenas en las Américas después de 1492. Adorno, al parecer, asumió como válido el supuesto que el genocidio de los judíos ‒porque tampoco menciona el de los gitanos, los comunistas, los homosexuales, los incapacitados‒ es un hecho especial, dotado de un significado único y excepcional.

Hay otra limitación en el texto de Adorno, su ahistoricismo, que supone no explicar las razones por las cuales entraron en juego intereses concretos e intervienen determinadas fuerzas sociales, económicas y políticas en el caso del genocidio en Alemania. Es ahistórico, además, no considerar ese mismo suceso en una perspectiva amplia, del antes y el después, que supone involucrar el colonialismo, un concepto que no es mencionado ni una sola vez en el escrito referenciado, como responsable directo de diversos genocidios en los últimos siglos. Por eso, ni siquiera se menciona el genocidio del pueblo herero en la actual Namibia, realizado por los colonialistas alemanes a comienzos del siglo XX.

En definitiva, para Adorno el llamado de alerta para que no se repita Auschwitz parece restringirse a Europa occidental, porque no se notan preocupaciones por el resto del mundo. Estas críticas no suponen desconocer los aportes que presenta el escrito aludido, algunos de los cuales nos sirven como soporte a este ensayo, entre otros su crítica a la racionalidad instrumental y mecánica que condujo al asesinato industrial de millones de seres humanos y el hecho de enfatizar que la barbarie es un derivado de la civilización moderna, de sus fuerzas productivas-destructivas, de sus productos tecnológicos y de su orden racional y burocrático. Claro, ahora ante la tragedia en curso podemos decir que nuestra lucha como seres humanos y educadores deber ser para detener el genocidio en Gaza y para que este no se repita nunca.

EL GENOCIDIO EDUCATIVO EN GAZA

Los crímenes de Israel abarcan todos los aspectos de la vida de los habitantes de Gaza y Cisjordania y, por supuesto, la educación, la ciencia, la cultura, la poesía, la literatura y las artes no se libran de esa vocación genocida, la cual debería conmover a cualquier habitante de este planeta, empezando por nosotros, los educadores.

Al respecto, las cifras del genocidio educativo son aterradoras, como lo indican datos cuantitativos y cualitativos que, desde luego, no pueden dar cuenta del drama humano, físico y sicológico que afrontan profesores y estudiantes de la Palestina histórica. Como parte del genocidio de los palestinos que realiza Israel debe resaltarse que este es, al mismo tiempo, un memoricidio, un infanticidio, un juvenicidio y un feminicidio, siendo uno de sus objetivos principales, aparte de matar a seres humanos, destruir sus valores culturales y su sistema educativo, todo con la finalidad de hacer imposible la vida en Gaza.

Para empezar, debe recordarse que, pese a los bloqueos, asesinatos sistemáticos y bombardeos continuos que soporta Gaza desde hace varias décadas, el nivel educativo de su población es sorprendente, con un bajo índice de analfabetismo (del 0 o el 2% según las fuentes). Gaza tiene uno de los niveles más altos de matrícula escolar en el mundo, que alcanza la cifra de un 95% de niños cursando la educación básica.

En medio de cierres periódicos, por el ciclo de bombardeos por parte de Israel, las escuelas, universidades y centros culturales volvían a funcionar rápidamente, con más ahincó y energía como forma de recuperar lo que pierden en cada nueva incursión del ejército de Israel, que suele ensañarse con los bienes culturales y educativos. Eso ahora va a ser más difícil y demorado, casi imposible, por la destrucción de la infraestructura educativa, sanitaria y residencial en Gaza.

Los resultados de esta nueva oleada criminal de Israel han supuesto dejar de la noche a la mañana a 625 mil estudiantes sin escuela en Gaza; 90 mil estudiantes universitarios ya no van a clase; el 60% de las escuelas han sido destruidas y el 90% de las universidades; las librerías y bibliotecas han sido arrasadas;entre el 7 de octubre y el 15 de enero de 2024, el ejército de Israel había matado a 94 profesores universitarios; también han sido asesinados en forma premeditada más de cincuenta científicos, poetas e investigadores.

Desde el inicio de la agresión directa, unas 95 escuelas e inmuebles universitarios de Gaza quedaron totalmente destruidos y en forma parcial otras 295. Han sido asesinados en los tres primeros meses del ataque criminal de Israel 4.300 estudiantes y 231 profesores y trabajadores de la educación básica. Otros 7.259 estudiantes y 619 profesores resultaron heridos. En total, en los primeros 100 días de la brutal agresión de Israel han sido destruidas 390 instituciones educativas, incluyendo escuelas y universidades. La destrucción de las escuelas es un objetivo prioritario de Israel y eso explica que ese país se haya negado a firmar (junto con los Estados Unidos) el Acuerdo Internacional sobre Escuelas Seguras, ratificado por 185 países.

En tiempo de bombardeos, las escuelas se convierten en refugios y cesan las actividades educativas. Eso ha sucedido en Gaza, con el agravante de que las escuelas también son bombardeadas con la gente que allí se refugia, pensando que eran lugares seguros.

Si en junio de 2022, Save the Children informó que el 80 por ciento de los niños de Gaza vivían en estado permanente de tristeza, depresión y sufrimiento, por la violencia y la pobreza, ahora ese porcentaje es del 100%.

Ese millón de niños que sobreviven en Gaza han estado expuestos a bombardeos durante cinco guerras de agresión por parte de Israel: 2008, 2012, 2014, 2021 y 2023-2024. Imaginémonos por un momento el brutal impacto de los bombardeos en la vida de los niños. Un solo testimonio nos ayuda a entenderlo, el de la niña Dana Shamiya, de 11 años, quien en el momento de comenzar los bombardeos escribió una conmovedora carta a su madre: “Todo es aterrador y da miedo. Ha sido mi cumpleaños y no he soplado las velas. No recibí regalos ni nada. Echo de menos a mi padre y a mis hermanos. Me siento como si estuviera ardiendo. Casi me vuelvo loca”[2].

Este es solo un caso de los miles de niños que sufren traumas psicológicos, como producto directo de la guerra que llevan y viven en sus frágiles cuerpos y en sus tiernas mentes, tales como depresión, ansiedad, miedo, trastornos psicológicos, soledad, impotencia y, hacia el futuro, un ferviente deseo de venganza.

Y esto último no sorprende, porque el arrasamiento de la infraestructura educativa ha formado parte sustancial de los efectos de la campaña bélica, pero también la destrucción del tejido educativo, cultural y científico. Y eso se hace con el asesinato de poetas, artistas, investigadores, escritores, médicos, abogados, científicos connotados en diversos campos del saber… Todo ello tiene fines claros y no es resultado de “daños colaterales”: se busca eliminar lo que pueda significar un resquicio de pensamiento y de resistencia, hundiendo a la población de Gaza en la ignorancia absoluta y de esa forma negarles cualquier posibilidad de un futuro digno.

En una de las escenas más pavorosas en materia educativa, que debe quedar registrada en la historia universal del genocidio cultural, el 17 de enero de 2024 las fuerzas armadas de Israel destruyeron con explosivos el edificio principal de la Universidad Al-Israa de la ciudad de Gaza. Esa atroz destrucción quedó registrada en video y fotografía, como una instantánea del triunfo de la barbarie y de apoteosis del grito fascista de “muerte a la inteligencia”. Israel también hizo estallar el edificio donde se encontraba el único hospital universitario de Gaza.

Para salir de los datos estadísticos, muy fríos y poco vitales, digamos que entre los estudiantes asesinados se encuentra Al-Shaima Akram Saidam, la alumna con mejor puntaje en los exámenes de secundaria en Palestina en 2023, quien fue triturada, junto con su familia, por una “bomba inteligente” del ejército invasor de Israel lanzado sobre un campo de refugiados el 16 de octubre de 2023. En el mes de julio, cuando ella se había enterado de su alto puntaje hubo una fiesta, en que sus familiares celebraban con cantos y tambores su alegría por su logro académico. En esa ocasión ella misma había dicho que «incluso durante las agresiones [israelíes] nunca dejé de estudiar», mientras acariciaba las flores que le habían regalado. Entre sus planes estaba convertirse en traductora de inglés y estudiar en la universidad Islámica de Gaza, cuyo edificio fue destruido por las tropas de Israel[3].

Al-Shaima Akram Saidam, asesinada por Israel

El genocidio cultural de Israel lo expresa una joven graduada, Eman Alhaj de 22 años, quien nunca ha estado fuera de Gaza, siempre ha vivido en esta gran prisión. Cuenta su historia: “Terminé la carrera hace algunos meses, quería hacer un posgrado, pero mi universidad ha sido bombardeada. Israel ha convertido mis proyectos en cenizas. Todo se ha esfumado […] Mi universidad, mi campus, mis recuerdos. Yo creo que Israel hace todo esto conscientemente: quiere atacar nuestro derecho a ir a clase, que es en definitiva nuestro derecho a creer en el futuro. Me desespera estar viviendo todo esto. Estoy aterrada. Los tanques nos rodean, de norte a sur y ningún lugar es seguro. Puedo morir ahora mismo, mientras hablamos”[4].

Israel pretende destruir, de una vez por todas, dos cosas, vitales para cualquier sociedad y grupo humano: su historia y memoria [y aquí se realiza un memoricidio], con la destrucción de museos, bibliotecas, universidades, centros culturales, archivos históricos; y el futuro, porque al arrasar con todo el entramado material y espiritual que hace posible el funcionamiento de cualquier sistema educativo está intentando dejar sin presente y sin futuro a los palestinos.

Para muchos palestinos de Gaza estudiar era la única ventana abierta al mundo y esa ventana ha sido destruida. Lo que les queda es, si pueden, irse de su territorio, y es lo que pretende Israel, o unirse a la resistencia contra los ocupantes, que es lo que va a hacer la mayoría de ellos, tras la destrucción de lo poco que les quedaba en la cárcel en que viven de manera cotidiana. Y que otra cosa pueden hacer, si en las ofensivas anteriores de Israel, los estudiantes y profesores pudieron regresar a clases pocas semanas después, ahora eso es imposible por la destrucción de la infraestructura educativa y civil en general.

En esas condiciones, “es muy problemático plantear la posibilidad de construir paz en la región mediante la destrucción de escuelas y centros de cultura, y el asesinato de estudiantes, docentes y familias. Resulta muy difícil pensar que una sociedad en armonía puede ser forjada a raíz de la cotidianidad de la infancia palestina, víctima de un sinnúmero de injusticias como currículo oculto que experimenta a diario por fuera de las escuelas”[5].

EL IMPACTO EDUCATIVO DEL GENOCIDIO DEL PUEBLO PALESTINO

Los educadores del mundo tenemos que actualizar la preocupación de Theodor Adorno, diciendo que el genocidio de la segunda Guerra Mundial ‒que no es sinónimo de Holocausto, porque fue más amplio que la persecución de los judíos‒, simbolizado con Auschwitz o el Gueto de Varsovia se ha repetido en varios momentos después de 1945 y ahora está ante nosotros. Sí, estamos soportando en vivo y en directo un nuevo genocidio, trasmitido por los propios seres humanos que lo sufren y soportan. En este sentido, hay una diferencia con lo acontecido hace 80 años y es que los nazis alemanes nunca quisieron mostrar el genocidio ni hablaban de él, por el contrario, lo escondían y lo negaban. Solamente fue posible establecer la magnitud de los crímenes cometidos cuando estaba terminando la guerra y se encontraron los campos de concentración y miles de famélicos sobrevivientes. Esto podía convertirse en un pretexto o una justificación para que los habitantes de la época, de Estados Unidos y otros lugares del mundo, dijeran que ellos no sabían nada de lo que estaba sucediendo.

Ahora, las cosas son completamente distintas, puesto que hasta el último rincón del planeta se han visto imágenes del exterminio del pueblo palestino. Y los ideólogos criminales del estado nazi-sionista de Israel ya no lo ocultan; por el contrario, se regocijan de la muerte y sufrimiento de los palestinos. Alardean, con toda impunidad, de sus concepciones racistas y despreciativas de palestinos y árabes para tratar de justificar sus crímenes. Y el genocidio no ha terminado ni es reciente, sino que se viene realizando desde hace décadas, solamente que en los últimos tres meses se ha acentuado. Incluso, ni siquiera las hordas hitlerianas se atrevieron a bombardear el gueto de Varsovia, a diferencia de lo que hoy hacen las nazi-sionistas de Israel que bombardean sin miramientos a los habitantes del gueto de Gaza, la cárcel a cielo abierto más grande del planeta. Y, a diferencia de Auschwitz, estamos ante un hecho en marcha, que puede y debería ser detenido.

Los educadores del mundo no podemos mantenernos indiferentes ni permanecer en silencio con respecto al genocidio en marcha, puesto que lo que sucede en Palestina nos interpela directamente sobre nuestro papel en la sociedad, por supuesto si decimos que hablamos de maestros críticos, reflexivos, y sujetos políticos activos que encaran los grandes problemas de nuestro tiempo, y el principal en estos momentos, por su magnitud y carácter de urgencia, es el genocidio en Palestina. En esa perspectiva, hacemos nuestra esta sugerencia: “La pedagogía puede abordarse como un discurso político y moral que permite que los estudiantes relacionen el aprendizaje con el cambio social, la erudición y el compromiso con el saber adquirido en el aula con la vida pública. Esta tarea supone que los educadores no callen la verdad ante el poder, que den muestras de coraje cívico y que asuman los riesgos de su papel como intelectuales públicos”[6].

Por ello, debemos involucrar en nuestras actividades cotidianas y en nuestras prácticas educativas asuntos cruciales sobre el pasado, el presente y posibles futuros, como los que se desenvuelven en Palestina, y que son una clara expresión de las injusticias y desigualdades del capitalismo realmente existente. En esa dirección, algunas cuestiones adquieren una urgencia para la reflexión educativa y pedagógica.

¿Cómo y por qué razones nos negamos a afrontar y enfrentar el genocidio de los palestinos? ¿Por qué el asesinato sistemático de niños y jóvenes, por parte de Israel es legitimado a nombre de su supuesto derecho a la autodefensa? ¿Por qué la vida de los palestinos no vale nada y se les puede masacrar a diario? ¿Qué pensar y sentir al contemplar las imágenes de niños y mujeres de Palestina aplastados por “bombas inteligentes” Made in USA o Alemania? ¿Cómo permanecer indiferentes ante las muestras de deshumanización extrema a que ha llegado Israel, tales como desplazar a dos millones de personas de sus propios territorios y bombardearlos a medida que los expulsa, sin que estos tengan la más mínima posibilidad de defenderse? ¿A dónde ha ido a parar la pretendida sensibilidad europea con respecto al genocidio nazi, que ahora se replica por los nuevos nazis de Israel, al cual apoyan en el terreno militar, financiero, culturar y diplomático? ¿Cómo explicar que el Estado de Israel y gran parte de su sociedad, que se autoproclama heredera del Holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial, esté llevando a cabo el holocausto del pueblo palestino con una impresionante impunidad? ¿Qué intereses se encuentran detrás del apoyo incondicional del occidente imperialista a la masacre de miles de seres humanos en Gaza y Cisjordania? ¿Por qué un pequeño enclave imperialista en el occidente de Asia, el estado sionista de Israel, que solo cuenta con nueve millones de habitantes, puede matar, destruir, aplastar a los palestinos cuando se le venga en gana? ¿Cómo ha sido posible que a ese país artificial que es Israel se le haya permitido armarse con bombas atómicas y poner en peligro a toda la humanidad? ¿Qué nos dicen los actuales acontecimientos de Palestina sobre la historia del colonialismo y del imperialismo de Europa y de los Estados Unidos? ¿Por qué en varios países europeos (Inglaterra, Francia, Alemania entre ellos) han sido declarados delitos el apoyo a los palestinos y la denuncia del genocidio del Estado de Israel y se ha llegado hasta el extremo de penalizar el uso de banderas o símbolos que aluden a Palestina? ¿Qué le da derecho a Israel para llevar la barbarie a niveles que hacen retroceder a la humanidad a los peores momentos de la criminalidad nazi? ¿Por qué el doble rasero del occidente imperialista con respecto a Rusia e Israel, al primero de los cuales se bloquea y sanciona, mientras que al segundo se respalda incondicionalmente? ¿Qué sentido tiene seguir educando en derechos humanos si la impunidad criminal reina en Palestina, con la participación directa de países que a sí mismos se califican de “democráticos” y faros de la libertad en el mundo, como los Estados Unidos o los de la UE?  ¿Cómo explicarle a los niños y jóvenes de hoy que los valores de inhumanidad de que hace gala Israel (terrorismo de Estado, limpieza étnica, masacre de población indefensa, destrucción de hospitales y escuelas, torturas, aplastamiento de niños, provocar hambruna, contaminar las aguas de uso cotidiano…) que son exaltados como grandes logros de la “única democracia de oriente próximo” no deberían ser normalizados ni olvidados? ¿Cómo dejar de considerar que lo que acontece en Palestina, con los niveles inusitados de muerte y destrucción, es un anticipo de lo que nos espera a gran parte de los habitantes del planeta, si no hacemos nada para impedirlo? ¿Por qué ese culto a la tecnología al servicio de la muerte y el dolor con las alabanzas a la inteligencia artificial, a los aviones supersónicos que lanzan a diario centenares de “bombas inteligentes” de una tonelada sobre zonas urbanas? ¿Por qué se niega el derecho a la resistencia del pueblo palestino y a sus combatientes que luchan por su liberación nacional se les califica de terroristas? ¿De qué sirve la existencia de la ONU o la Corte Internacional de Justicia [CIJ], aparte de ser vehículos del genocidio y la criminalidad de los Estados Unidos, Israel y la Unión Europea?

Estas y muchas otras preguntas deberían nutrir nuestras actividades pedagógicas si es que todavía creemos que la educación debe desempeñar algún papel para enfrentar los problemas de nuestro tiempo y de nuestro mundo y si pensamos que los maestros al ser sujetos políticos deberíamos convertirnos en la conciencia crítica de nuestro tiempo y máxime en momentos en que, como lo ha dicho Angela Davis, “la cuestión palestina se ha convertido en un test moral para el mundo”.

Solamente habría que decir que es claro que la existencia de dos pesos y dos medidas desnuda la hipocresía criminal de Israel y el Occidente imperialista, en que unos genocidios son importantes y otros no, y en que unos muertos valen más que otros. Hay una respuesta magistral, la del poeta de Martinica Aimé Césaire, cuando aludiendo al racismo propio del colonialismo afirmó: “En el fondo lo que no le perdona a Hitler no es el crimen en síel crimen contra el hombre, no es la humillación del hombre en sí, sino el crimen contra el hombre blanco, es la humillación del hombre blanco, y haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas que hasta ahora sólo concernían a los árabes en Argelia, a los coolies de la India y a los negros de África”[7].

EL TRASFONDO EDUCATIVO DEL GENOCIDIO

Adorno al hablar de la educación después de Auschwitz incluye dos aspectos: “en primer lugar, educación en la infancia, sobre todo en la primera; luego, ilustración general que establezca un clima espiritual, cultural y social que no admita la repetición de Auschwitz; un clima, por tanto, en el que los motivos que condujeron al terror hayan llegado, en cierta medida, a hacerse conscientes”[8].

A partir de estos presupuestos podemos examinar el impacto educativo del genocidio de Palestina, que es una repetición casi al pie de la letra de Auschwitz, teniendo en cuenta desde luego los diferentes contextos históricos en que cada uno de ellos se produce.

En cuanto a la primera infancia debemos decir que la educación que se imparte a los niños de Israel está encaminada a prepararlos mental, ideológica, cultural, psicológica y políticamente para el genocidio de los palestinos. Y, sin entrar en mayor medida en materia sobre las características de esa educación, algunos hechos que se difunden desde Israel, con carácter aprobatorio cuando deberían producir vergüenza, son altamente reveladores. Hablemos solamente de dos.

De una parte, contemplar con desazón a niños de menos de diez años entonando un himno bélico en el que se glorifica a las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) y se pide el exterminio de los palestinos, la expulsión de sus tierras y la colonización y apropiación por parte de los invasores sionistas. Su letra, como prueba del terrible sentimiento de inhumanidad a que han llegado los asesinos del Estado de Israel, dice entre otras “gratificantes cosas”, lo siguiente:

Somos los hijos
de la generación de la victoria
Cae la noche de otoño
en la playa de Gaza
Destrucción de
aviones de bombardeo
Aquí, Tsahal
cruza la frontera […]
Dentro de un año
Acabaremos con todos
Y luego volveremos
A arar nuestros campos

Y cuidaremos
de todos ellos. […]
El amor se santifica
en la sangre […]
Hoy nuestra alma
También es guerrera
Un pueblo
Un pueblo eterno
para siempre 
[…]
Mostraremos al
mundo
cómo destruimos
a nuestros enemigos hoy
 […]
El amor se santifica
en la sangre[9].

Suficientemente ilustrativa la letra de este himno guerrero y macabro, y más impactante aún si tenemos en cuenta que se difunde masivamente en el mismo momento en que las “heroicas” tropas de Israel bombardean en forma inmisericorde a los palestinos, entre ellos a niños de brazos recién nacidos. Una educación genocida de este tipo explica que los niños adiestrados en Israel, luego cuando sean adultos se conviertan en asesinos de los palestinos, empezando por niños de Gaza.

Y el segundo ejemplo es el de los niños de Israel firmando “con amor” las bombas que el ejército va a lanzar sobre gentes inermes. Esta imagen es de 2006, cuando se presentó la agresión de Israel al Líbano. Y recientemente en un programa de televisión en Israel, exclusivamente dirigido a los niños para adoctrinarlos sobre la guerra de agresión que libran contra Gaza, se exalta su apoyo y se exhibe un tanque con dibujos infantiles, con el fin de mostrar la manera en que los niños apoyan al ejército sionista. Es claro que, con esta lógica asesina difundida entre los niños, poco puede esperarse para suponer que los ciudadanos de Israel puedan ser pacíficos y bondadosos con los palestinos.

Y no estamos especulando sobre lo que podría suceder, sino que tenemos evidencias concretas, terribles por lo demás, de la violencia ejercida por niños de Israel contra palestinos, niños y adultos. En 2003, en Hebrón sucedió este hecho, como lo relato un soldado de Israel: “Un niño encantador que visitaba con regularidad nuestro puesto decidió que no le gustaba que los palestinos pasaran por debajo de sus ventanas, así que cogió un ladrillo y se lo tiró a la cabeza a la niña. Los niños allí hacen lo que se les viene en gana. Nadie hace nada por evitarlo. A nadie le importa. Más tarde, sus padres simplemente lo celebraron. Los padres alientan a sus hijos a portarse así. Hubo muchos casos como ese. Chicos judíos de once, doce años que les dan palizas a palestinos y sus padres acuden a ayudarlos, azuzan los perros para que los ataquen”[10].

Y, por otro lado, en el caso de los niños palestinos, que sufren directamente los rigores de los bombardeos de Israel, que soportan la destrucción de sus casas, que escuchan de día y de noche el trepidar de los aviones y las bombas atronadoras que rompen todo lo que encuentran y matan a sus padres, hermanos y amigos y, a menudo, mata infantes, y a muchos de los que sobreviven los deja inválidos porque esos artefactos les arrebata alguna parte de su cuerpo… Qué futuro espera a los niños que quedan vivos, a veces huérfanos y sin ningún familiar que los acompañe, porque Israel arrasa con familias completas de varias generaciones (frecuentemente en los bombardeos mueren 40 personas de la misma familia). Es obvio que una gran parte de ellos se integraran en la resistencia armada que enfrenta valientemente a los ocupantes. Qué futuro pueden tener los niños de Gaza, tras soportar la violencia física y mental, que deja secuelas de por vida, aparte de dirigir su dolor contra los colonialistas de Israel.

Fotograma del documental Nacidos en Gaza.

Y a los niños del resto del mundo, sobre todo a los de nuestro Sur Global, los educadores les deberían mostrar el impacto de la guerra genocida, con las duras imágenes de los niños masacrados, pero también sus imágenes de resistencia y esperanza, que plasman a veces en sus dibujos. Estos niños, nacidos en la antesala del infierno, aparecen registrados en la película-documental Nacidos en Gaza, del periodista Hernán Zin. Esta película se debería mostrar ahora mismo en todas las escuelas del mundo, incluyendo a las de Israel ‒aunque el régimen sionista no lo permita. Es el testimonio de los niños sufrientes y héroes de Gaza que soportan y sobreviven a los bombardeos, a partir de los ataques de Israel de 2014, cuando fueron asesinados 500 palestinos.

Como comenta el periodista mexicano de La Jornada Hermann Bellinghausen: “En Gaza, donde el mar, el desierto y los túneles no llevan a ningún lado, la población está atrapada en el centro concentracionario más grande del mundo, y quizá de la historia. Los niños que hablan para la cámara de Zin, heridos del cuerpo y la mente, abrasados por sentimientos demoledores, perdieron amigos, hermanos, tíos o son huérfanos, y cuentan sus historias peripatéticamente, pues en Gaza no parece haber dónde sentarse o yacer que no sean ruinas. […] Aquí jugábamos. Aquí dormíamos. Aquí comíamos. Aquí estudiábamos. Aquí nos curaban. Aquí hacíamos pan. El recorrido de Hernán Zin, director y fotógrafo, avanza sobre bloques de concreto, ladrillos rotos, columnas, techos caídos, grandes boquetes en los muros, cráteres en el suelo, eriales incesantes, varillas retorcidas, calles destrozadas, polvo. Ruinas que delatan el fin de un mundo”[11].

En cuanto al segundo aspecto mencionado por Adorno, el referido al clima general de conciencia para que no se repita Auschwitz, podemos decir que, en Israel, Estados Unidos y la Unión Europea sí que se crean las condiciones para esa repetición, y es lo que hoy estamos viendo con el genocidio de Gaza, explicable si se tiene en cuenta que se sustenta en aspectos que se reiteran hasta la saciedad. Entre esos asuntos vale mencionar algunos de los más importantes: Israel encarna la civilización, la luz, el progreso, mientras que los árabes y los palestinos son la barbarie, la oscuridad, el salvajismo y esto hace que los primeros sean superiores y eso les de la prerrogativa de eliminar a los otros; esos otros, en la lógica colonial que viene de Europa y Estados Unidos, son animales, bestias, que deben borrarse de la faz de la tierra para que no afeen el bello jardín de orden y prosperidad que representa Israel en tierras palestinas; en lugar de llevar educación, salud, cultura a los pueblos del Sur del mundo, Israel y las potencias imperialistas traen armas, guerra, muerte para sostener la injusticia y desigualdad planetaria; el orden mundial al estilo estadounidense exalta la guerra y la destrucción de los “países canallas” (paisitos de mierda los llaman ciertos politólogos en Estados Unidos) que se niegan a plegarse al orden imperialista, como se ha visto en las últimas décadas en Irak, Afganistán, Libia, Siria y en Palestina3.

Dos casos bastan para ilustrar por qué razones se reproduce a diario Auschwitz en Israel y esa es la base ideológica del genocidio de Gaza. El primer ejemplo es el de un ministro del gobierno de Israel, Bezalel Smotrich, que calificó a los palestinos de mosquitos, diciendo que eso significaba lo siguiente, en términos de la lógica genocida del Auschwitz de ayer y el de hoy en Gaza: “Ese es el problema de los mosquitos. Si aplastas mosquitos y golpeas quizás 99, será el número 100, que no aplastaste, el que te matará. La auténtica solución es secar el pantano” y “cuando se le preguntó si eso podría significar erradicar familias enteras con mujeres y niños, Smotrich respondió: ‘La guerra es la guerra’”[12].

Y el segundo es el del periodista israelí Simón Riklin, quien sin inmutarse afirmó que está “a favor de los crímenes de guerra” en la Franja de Gaza y en un programa televisivo sostuvo en forma cínica que “no puedo dormir si no veo casas destruidas en Gaza”. Añadió que quiere que el Ejército de Israel destruya todas las casas y edificios de Gaza para que los habitantes no puedan regresar[13].

Con este tipo de apología del genocidio y la limpieza étnica por parte de voceros e ideólogos del Estado de Israel lo que queda en evidencia es que el espíritu genocida de Auschwitz que tanto preocupaba a Theodor Adorno, ha germinado nuevamente en Israel, donde se justifica el exterminio industrial de seres humanos, los palestinos, tal y como se hizo en la Alemania hitleriana.

LA TECNOLOGÍA CONVERTIDA EN UN INSTRUMENTO DEL GENOCIDIO

Un aspecto central a la hora de analizar el genocidio pasa por considerar el papel que desempeña la tecnología, a partir de la razón instrumental y la frialdad burocrática, para la cual matar seres humanos termina siendo un trabajo rentable que debe desempeñarse con la máxima precisión y sin parpadear. Y este asunto es crucial, para pensar el impacto de las nuevas tecnologías en la educación, donde soportamos, acentuada tras la pandemia, la dictadura de lo digital y de la Inteligencia Artificial, para recordar la manera en que esas tecnologías son un instrumento de guerra y de muerte, algo que se suele olvidar.

Adorno contribuye a desnudar el papel de la tecnología en la instrumentalización del genocidio. Al respecto sostiene: “En la relación actual con la tecnología hay algo excesivo, irracional, patógeno. Ese algo está vinculado con el velo tecnológico. Los hombres tienden a tomar la técnica por la cosa misma, a considerarla un fin autónomo, una fuerza con ser propio, y, por eso, a olvidar que ella es la prolongación del brazo humano. Los medios ‒y la técnica es un conjunto de medios para la autoconservación de la especie humana‒ son fetichizados porque los fines ‒una vida humana digna‒ han sido velados y expulsados de la conciencia de los hombres. […] No sabemos con precisión como el fetichismo de la técnica se apodera de la psicología de los individuos, dónde está el umbral entre una relación racional con la técnica y aquella sobrevaloración que lleva, en definitiva, a que quien proyecta un sistema de trenes para conducir sin tropiezos y con la mayor rapidez posible las victimas a Auschwitz, olvide cuál es la suerte que aguarda a estas allí[14].

El autor solamente menciona, a manera de ejemplo, el sistema de trenes que conducen rápido a los prisioneros al matadero, pero desde luego que allí intervinieron otros aspectos técnicos, tales como los alusivos a la misma organización administrativa de los campos de concentración, la división interna del trabajo, la experimentación biológica con los prisioneros, la utilización de instrumentos de tortura y muerte (como las cámaras de gas), la organización de equipos que dirigían los mejores científicos y técnicos en investigaciones encaminadas a destruir seres humanos… Pues bien, hoy tenemos todo eso mismo, multiplicado exponencialmente por los notables desarrollos tecnológicos que se han producido en los últimos sesenta años, cuando Adorno escribió el texto que comentamos.

Así, la Alemania nazi era lo más adelantado de su tiempo en términos tecnológicos ‒y por esa razón es que no pueden separarse el genocidio de la modernidad técnica‒ y hoy Israel presume de ser un baluarte de los desarrollos tecnológicos no solo en el mundo árabe sino en el planeta entero. Sus propagandistas se esfuerzan por convencernos de sus importantes contribuciones tecnológicas. Así, por ejemplo, en un curso de propaganda del Estado sionista dirigido a sus estudiantes que viajen al extranjero se dice:

“Si no fuera por Israel, tú nunca podrías levantarte por la mañana, porque el chip en tu teléfono celular que funciona como alarma se produce en Israel. No podrías encontrar la manera de llegar a tu trabajo, porque la aplicación WAZE es un producto israelí, y entonces te perderías en el camino. Y si lo hicieras (llegar al trabajo), no tendrías una computadora porque Intel produce sus partes en Israel, y luego tu cuenta sería pirateada porque la seguridad cibernética está hecha en Israel. Incluso, ni siquiera podrías comer pepinos, porque Israel inventó los sistemas de riego que hacen posible cultivarlos”[15].

Parafraseando esta verborrea propagandista que rinde un culto fetichista a la tecnología podemos mencionar otras cosas, que se cuida de nombrar la propaganda sionista, y que ponen de presente la utilización de las modernas tecnologías al servicio de la muerte y la destrucción: si no fuera por Israel y Estados Unidos los aviones F-15 y F-16 no volarían en el aire de Gaza para lanzar bombas de hasta dos mil kilos que destruyen todo lo que encuentran a su paso; si no fuera por Israel los habitantes de Gaza y Cisjordania no tuvieran en su territorio un infernal muro, dotado de sofisticados sistemas de control, vigilancia y represión; si no fuera por Israel, con sus bombas “inteligentes”, dotadas de sensores y chips, no hubieran sido asesinados hasta el momento, en esta última ofensiva genocida, 26 mil personas; si no fuera por Israel y el despliegue militar de la Inteligencia Artificial no se hubieran bombardeado y destruido el 90% de las viviendas de Gaza, que son atacadas a partir de los “objetivos militares” que dictan los logaritmos, los cuales “ordenan” bombardear todo lugar donde haya un habitante de Hamas; si no fuera por Israel y sus drones asesinos, teledirigidos desde pulcros laboratorios altamente tecnologizados, no se mataría a diario a los que Israel considera sus enemigos, y sobre los cuales lanza misiles que arrasan con viviendas y sus habitantes; si no fuera por Israel y sus aplicaciones tecnológicas no se le robaría el agua a los palestinos, para irrigar la agricultura de los colonos ocupantes; si no fuera por Israel y el uso de fosforo blanco en sus proyectiles, guiados “inteligentemente”  no perecerían quemados niños, mujeres y hombres de Palestina, ni se destruirían sus tierras, aguas y cultivos; si no fuera por Israel, sus retroexcavadoras de último modelo no derribarían las casas de los palestinos para que esos terrenos sean robados por los colonos sionistas; si no fuera por Israel no se hubieran asesinado con precisión milimétrica a los cien periodistas en Gaza en estos últimos cuatro meses, muertos o por bombas o por la acción de francotiradores que accionan armas sofisticadas de última tecnología…

En cuanto a lo que dice Theodor Adorno de los conductores de los trenes de la muerte, eso mismo puede señalarse con respecto a los miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel [FDI] (llamadas Tsahal, un acrónimo en hebreo). Los gobernantes del estado de Israel y sus militares presumen del profesionalismo y preparación de los miembros de ese ejército, con estudios universitarios e incluso con maestrías y doctorados. Esos hombres y mujeres ‒ya que Israel alardea de tener el ejército más feminista del mundo‒ con títulos universitarios, con estudios en el exterior, que hablan varios idiomas, que no saben nada de los palestinos (a los que han aprendido a considerar animales, cucarachas, mosquitos, alimañas y otros calificativos de tan alto nivel humano) son los que pilotean los aviones desde los cuales se lanza en forma impune bombas de 1000 kilos que matan a los palestinos por miles. Esos mismos soldados-asesinos son los que conducen los tanques con los que se arrasan las casas y cultivos de Gaza y aplastan sin misericordia a los palestinos, incluyendo niños. Esos mismos soldados-asesinos son los que colocan los explosivos que vuelan escuelas, hospitales y universidades. En Israel la industria de la muerte y la racionalización burocrática se ha sofisticado a un nivel que nunca logró la Alemania Nazi.

Entre paréntesis, hay que decir que estos asesinos cuentan con respaldo en el mundo académico de Israel. Por ejemplo, un científico social y profesor universitario, geógrafo para más señas, de nombre Arnon Soffer, realizó una abierta apología del asesinato de los palestinos, en la que recalcaba la importancia de asegurarse una generación joven y de relevo de los asesinos sionistas: “[…] si queremos seguir vivos, tendremos que matar y matar y matar. Todos los días, cada día […] Si no matamos, dejaremos de existir. Lo único que me preocupa es asegurar que los chicos y hombres que tendrán que llevar a cabo todas esas muertes podrán volver a casa con sus familias como seres humanos normales[16].

Pues, esos chicos y chicas que vuelven normalmente con sus familias, y viven una vida “normal y confortable” en sus hogares, son los mismos que asesinan y masacran a los palestinos e incluso muchos de ellos alardean con sus crímenes y muestran las mortíferas tecnologías que emplean, para confirmar que el anuncio del geógrafo genocida antes citado se ha confirmado. Por supuesto, estos asesinos ‒igual que los diseñadores del sistema de trenes que menciona Adorno‒ no tienen ningún nivel de conciencia, con unas cuantas y honrosas excepciones. Claro, hay que decir que estos son los asesinos “manuales”, los ejecutores, pero los verdaderos criminales y genocidas son los de tipo “intelectual” que programan los asesinatos desde sus confortables sillas y escritorios de burócratas civiles y militares del Estado sionista de Israel.

De otro lado, Adorno no menciona un elemento, que no puede pasar desapercibido por la actualidad que tiene en Israel, y es el relativo a los límites de la tecnología. A pesar de su sofisticado aparato tecnológico de guerra, Israel no pudo evitar los ataques de Hamas el 7 de octubre de 2023, cuando el movimiento palestino recurrió a tecnologías elementales para dejar en ridículo a la FDI. Durante meses los combatientes prepararon la operación, nunca usaron ningún celular ni computador o algún medio digital que pudieran dejar huella virtual, que pudiera se rastreada por el sistema de comunicación de Israel. Pacientemente, de boca en boca se daban los mensajes y las órdenes y hasta el día del asalto, un sábado, se usaron bicicletas, y parapentes para adentrarse en territorio de Israel (o mejor, robado por este) y atacar una fortín militar de Israel, en el que murieron centenares de militares y colonos (que son paramilitares) y otros fueron tomados como rehenes. Eso demuestra que la tecnología bélica, con su culto a la muerte y a la destrucción, no es ni mucho menos omnipotente ni puede detener el deseo de lucha, independencia y liberación nacional de los palestinos.

EL DERECHO A LA RESISTENCIA DE LOS PALESTINOS

El derecho a la resistencia existe para los palestinos y para todos los seres humanos que enfrentan al capitalismo y al imperialismo. Para los palestinos por una razón principal, son un pueblo sometido a la dominación colonial e incluso las normas básicas del derecho internacional establecen como legítimo el derecho a la resistencia contra los ocupantes coloniales, en este caso contra Israel. Esta es una premisa básica para entender el fondo del asunto de la lucha de los palestinos, porque ellos son los agredidos y no los agresores. Esa es la imagen que Israel ha vendido desde siempre, basándose en ficciones bíblicas, y ratifica después del 7 de octubre, cuando dice que fue atacada alevemente por terroristas y violada su soberanía territorial por parte de los comandos de Hamas. Es como si ese día hubiera empezado la historia y no existiera una continuada agresión sionista contra los palestinos que se prolonga durante más de un siglo.

No, las cosas son claras. Israel es un ocupante colonial, que oprime, persigue, masacra, discrimina, bestializa a los palestinos y estos tienen todo el derecho a resistir a los ocupantes sionistas, y resistir de todas las formas posibles, incluyendo la lucha armada. Ese es un derecho que no se lo puede quitar nadie y eso es lo que ha hecho Hamas en su extraordinaria acción del 7 de octubre. La importancia estratégica de lo acontecido ese día radica en que volvió a poner en la palestra mundial la existencia de Palestina y los palestinos, para recordarnos que lo que allí se presenta es un problema colonial, como el que soportaron pueblos de África, Asia y América y dieron pie a importantes luchas de liberación nacional.

Ante la complicidad de Estados Unidos y de la Unión Europea, como baluartes del colonialismo blanco de ocupación de los últimos siglos, Israel se ha erigido como el último bastión de la dominación colonialista occidental, con sus mismos métodos racistas de pretendida superioridad moral y civilizacional.

En ese orden de idas, son los colonialistas de Israel y sus patrocinadores de Europa y Estados Unidos los que califican de terroristas a los palestinos y a quienes los apoyan y, a nombre de la supuesta democracia, libertad y derechos humanos, respaldan el terrorismo de Estado de Israel y sus prácticas genocidas. En últimas, así lo que se pretende es legitimar a los ocupantes sionistas y desconocer la justeza histórica y política de los palestinos a la autodeterminación. Finalmente, la proclamada guerra contra el terrorismo es la justificación de la dominación imperialista, siendo Israel uno de sus soportes principales.

Esto indica para nosotros los educadores entender la importancia del lenguaje y de la historia para no caer en las trampas y sofismas de la propaganda de falsimedia occidental, vocera de Israel y de sus crímenes. No es terrorismo la lucha legitima de los palestinos por su liberación nacional, como si es terrorismo lo que hacen Israel, Estados Unidos, la Unión Europea al atacar, por ejemplo, a los hutíes de Yemen, los únicos que están realizando acciones prácticas para tocar a Israel y al mundo occidental donde más les duele, en su comercio y flujo de mercancías.

En ese contexto, no estamos ante una guerra entre Israel y Hamas, como se repite de manera poco crítica, sino de una brutal agresión genocida por parte de Israel y esto no es producto de ningún conflicto entre el Estado de Israel y el mundo árabe en general, sino una típica acción colonial en la que los ocupantes suelen masacrar a los pueblos colonizados, como lo han hecho los Europeos en todos los rincones del globo en los últimos cinco siglos.

En estas condiciones, es un sofisma aquello de que Israel tiene derecho a existir y a la autodefensa, que les sirve para presentarse como pobres victimas que soportan las agresiones de sus enemigos del mundo árabe en general y de los palestinos en particular. No, lo que hace Israel no es autodefensa, es una brutal agresión genocida, y quienes si tienen derecho a la defensa son los palestinos. Bien lo dice Norman Finkelstein: “Israel no puede pretender un derecho a una defensa propia si el ejercicio de este derecho se remonta a una ocupación injusta o ilegal o la negación de un derecho de autodeterminación”[17].

También se debe cuestionar la idea etérea de una paz nebulosa como la que busca Israel, Estados Unidos y la Unión Europea que supone la entrega incondicional de los palestinos, como lo que hoy representa vergonzosamente la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, puesto que tal paz no es sino la sumisión abyecta al poder colonial de Israel, muy al estilo de los lacayos que Europa siempre tuvo en los territorios colonizados. Y esto es importante resaltarlo en el ámbito educativo porque pone de presente la relación que existe entre paz y justicia, una relación fundamental en cualquier proyecto educativo emancipador. En ese sentido, adquieren gran valor las palabras de Paulo Freire:

“De la gente anónima, de la gente sufrida, de la gente explotada aprendí que la paz es fundamental, indispensable. Pero la paz requiere luchar por ella. La paz crece y se fortalece en y por la superación de realidades sociales perversas. La paz se construye en la incesante construcción de la justicia social. Por eso no creo en ningún esfuerzo, por mucho que se autodenomine ‘educación por la paz’, que en lugar de revelar las injusticias del mundo, las devuelva opacas e intente miopizar a sus víctimas”[18].

La resistencia de los palestinos es bienvenida y debe ser tomada por los educadores críticos y pensantes del mundo como un antídoto contra el conformismo, la pasividad y la resignación, que tanto imperan en nuestro tiempo. Si la población gazatíe se enfrenta heroica y solitariamente a Israel es “para proclamar, en primer lugar a ellos mismos y después al mundo entero, que, por muy alto que fuera el precio por pagar, por infinito que fuera el sacrificio, el pueblo de Palestina vivía aún. ¡Fuimos, somos y seremos!”[19].

Esto nos recuerda la importancia de la dignidad, un valor central de cualquier educación crítica y emancipadora. La dignidad de los palestinos debe ser exaltada, porque “en un mundo cruel, lleno de atrocidades y actos egoístas, es posible encontrar hombres y mujeres que piensen y actúen en forma honorable, personas que creen en la capacidad humana de construir un mundo mejor y más justo. Estos hombres y mujeres se disponen a desmantelar los conceptos establecidos, destruyendo los prejuicios criminales y elitistas de la supremacía blanca […]”[20].

LOS EDUCADORES DEBEMOS EXPRESAR NUESTRA INDIGNACIÓN MORAL

En el aula de clase y en todos los espacios donde nos encontremos, los profesores debemos expresar nuestra indignación moral ante el genocidio llevado a cabo por Israel, ante el cual no podemos permanecer callados, y frente a la desinformación y las mentiras propaladas por falsimedia mundial, al servicio de los sionistas. Debemos elevar nuestra voz, proporcionado elementos de reflexión filosófica, ética, histórica y política que permita a niños y jóvenes ayudar a entender la magnitud de los crímenes que se comente en Palestina, para que ellos se formen como sujetos libres y conscientes y no se muestren indiferentes ante el dolor y el sufrimiento de millones de seres humanos, que son aplastados por una poderosa máquina de guerra hecha en occidente y usada para mantener el dominio del imperialismo en una zona rica en hidrocarburos y estratégica para el comercio mundial.

En tal dirección, es necesario presentarle a nuestros estudiantes, familiares y amigos el panorama conceptual que permite entender lo que acontece en Gaza, como forma de acercarse a la comprensión de la criminalidad de Israel. Debemos, en consecuencia, precisar el sentido y alcance de los términos genocidio, limpieza étnica, sionismo, terrorismo de Estado, colonialismo, imperialismo, entre los más importantes. No se trata de desplegar un sofisticado análisis teórico, sino en suministrar herramientas básicas de comprensión del proceso histórico que pueda contribuir a discernir los intereses que están en juego en la masacre de los palestinos y las razones que explican el apoyo irrestricto del occidente imperial a Israel, representado por Estados Unidos y la Unión Europea.

Una pedagogía crítica debe comprometerse con desnudar los múltiples mecanismos que mantienen y reproducen la injusticia, la opresión, el racismo y la desigualdad en el mundo, de lo cual es un micro laboratorio Gaza. Una pedagogía crítica debe enfrentar la pedagogía del miedo y de la muerte que personifica el estado de Israel y gran parte de sus ciudadanos y que expresan a viva voz sus ideólogos, dentro y fuera de Israel. En efecto, si las fuerzas armadas de Israel y sus colonos disparan contra la población civil, asesinan y torturan a combatientes de Hamas o Hezbolá, destruyen las casas de la gente común y corriente, matan los animales domésticos de los gazatíes, contaminan los suelos y aguas de la zona…. es porque eso tiene una misión “educativa”: aterrorizar a la población para que se someta y acepte el dominio colonial de Israel. Así lo justifica el columnista del New York times, el pro sionista Tomas Friedman, quien dice que Israel actúa a partir de un criterio pedagógico sólido: “Intentar ‘educar’ a Hamas, provocando un elevado número de muertos entre sus militantes y gran dolor entre la población de Gaza”[21].

LO QUE PODEMOS Y DEBEMOS HACER LOS EDUCADORES CRÍTICOS

Ante el terrible panorama descrito puede suponerse que no podemos hacer nada y debemos dejar que los palestinos sigan siendo masacrados y expulsados de los pocos territorios que les quedan. Nada de eso, nosotros tenemos mucho qué hacer, en medio de todas las limitaciones que enfrentamos a diario.

En primer lugar, está la labor de denuncia y concienciación sobre el genocidio en Gaza y sobre sus responsables directos: Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, así como los cómplices del sufrimiento del pueblo palestino, encarnado en todas las monarquías y gobiernos corruptos del mundo árabe (entre ellos Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Catar…). Ante el genocidio no podemos permanecer callados, y nuestro grito de denuncia no debe apagarse, porque una pedagogía crítica no teme llamar a las cosas por su nombre, hablar de genocidio y señalar a los genocidas. Como parte de la denuncia se debe desenmascarar a los medios de desinformación que operan abiertamente al servicio de Israel, para lavarle la cara genocida y justificar sus crímenes. En Colombia, los medios tradicionales tienen esa característica, más acentuada y descarada en un medio que es propiedad de capital judío-sionista, que responde al nombre de la Revista Semana.

Un elemento importante en nuestra labor pedagógica radica en posicionar lo que sucede en Palestina como un crimen histórico, un concepto central para recalcar que lo que está haciendo Israel no es un crimen de guerra más, sino que es de otra naturaleza, es un crimen de lesa humanidad, que debe permanecer en la memoria de los seres humanos, de esta y de las próximas generaciones como un acontecimiento incomparable, inadmisible, y que se le de el mismo nivel que tiene el genocidio de los nazis o lo acontecido en Ruanda en 1994. Pensarlo como crimen histórico es indispensable para terminar, de una vez por todas, con la falsa imagen de Israel como víctima, que se arropa con el relato sionista del Holocausto. En este sentido, considerar al genocidio de Israel un crimen histórico supone visualizar al régimen sionista como una aberración social que alcanzó los peores niveles de la Alemania nazi y condenarlo y denunciarlo por siempre, para que su existencia quede registrada con el baldón del oprobio y emblema de la acción genocida del colonialismo europeo. Llegará un día en que el tenebroso historial del martirio de Gaza y de los crímenes de Gaza nos parecerá algo increíble y, como profesores, debemos contribuir que ese momento llegué lo más pronto posible.

En segundo lugar, debemos recordar el ejemplo histórico reciente de la forma cómo fue derrotado el apartheid en Sudáfrica, un régimen similar a Israel, y amparado entre otras cosas por los sionistas. Esa derrota fue posible por una campaña internacional de boicot y saboteo de todo lo relacionado con ese oprobioso sistema de apartheid. Esto mismo puede y debe hacerse contra Israel, un saboteo a sus productos y marcas, así como a las de Estados Unidos y la Unión Europea que apoyan el genocidio del pueblo palestino. Como parte del aislamiento de Israel, hay que presionar para que los gobiernos cesen los acuerdos militares, tecnológicos, educativos y culturales que tengan con Israel y rompan relaciones diplomáticas y de cualquier índole con el régimen sionista, tal y como ya lo ha hecho, en forma ejemplar y digna, Bolivia. En el caso de Colombia, debe exigirse al gobierno de Gustavo Petro rompa todos los acuerdos militares que han convertido a nuestro país en el Israel de Sudamérica. En cuanto a las universidades hay que suspender los acuerdos y contratos de índole académica que tengan con universidades de Israel y vetar la venida de académicos procedentes del estado sionista. Eso mismo debe hacerse con los artistas y deportistas de Israel, que son propagandistas del genocidio.

En tercer lugar, como educadores críticos debemos indagar sobre la historia del pueblo palestino, su lucha centenaria para preservar su existencia, e incentivar en el conocimiento de esa gesta, con el fin de promover y defender su justa lucha. Esta debería inscribirse en el contexto más amplio del colonialismo, uno de cuyos últimos representantes es Israel, para recordar las luchas de liberación anticolonial, que destruyeron a los grandes imperios europeos. Máxime que eso ocurre en un momento histórico en que está declinando irremediablemente el dominio europeo del mundo, que comenzó el 12 de octubre de 1492.

En tercer lugar, hay que enfatizar que la condena de Israel no es un asunto diplomático, jurídico y ni siquiera político, es una cuestión moral, que pone de presente la imperiosa urgencia de defender a la humanidad. Hoy, oponerse, denunciar y condenar al Estado de Israel es una cuestión de responsabilidad moral para no ser cómplices o coparticipes del genocidio de los palestinos. No puede ser que nosotros como profesores caigamos en la resignación sumisa ante Israel y nos carcoma aquello que denunció el recientemente fallecido periodista y cineasta australiano John Pilger: “La población de Gaza se hunde en el genocidio y los que se sientan a mirar se hunden en el silencio”[22].

Y, por último, debemos enarbolar, pese a todo, la esperanza que nos transmiten los palestinos que heroicamente resisten y luchan. Esa esperanza está afincada en la justeza histórica de su lucha, y dicha esperanza también alienta nuestra existencia como profesores críticos que sienten con dolor y angustia la masacre de miles de seres humanos, entre ellos los niños de Gaza, muchos de los cuales son asesinados el mismo día en que nacen por los genocidas de Israel.  Contra esa lógica asesina, reivindicamos la pedagogía de la vida y de la lucha, como lo dice un poeta palestino Yasser Jamil Fayad, con breves pero elocuentes palabras: “Correr/ Bailar/ Llorar/ Abrazar/ Amar/ Sufrir/ Ayudar/ Gritar/ En la vida caben muchos y muchos verbos./ Yo Soy Simplemente palestino/  ¡Mi verbo es luchar!”

El maestro palestino Tareq al Enabi dice que su escuela fue destruida en los bombardeos y que algunos de sus estudiantes murieron.

NOTAS:

[1].  Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, en Consignas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1973, p. 80.

[2]. Disponible en: https://brecha.com.uy/ya-no-quiero-dormir-no-soporto-mas-pesadillas/

[3] Guerra entre Israel y Palestina: el principal estudiante de Palestina muere en ataques aéreos israelíes | Ojo de Oriente Medio (middleeasteye.net)

[4]. https://elpais.com/planeta-futuro/2023-12-10/las-bombas-israelies-pulverizan-el-sistema-educativo-de-gaza-y-el-futuro-de-una-sociedad-donde-no-habia-analfabetismo.html

[5]. Mauro Jarquín Ramírez, “Gaza: con escuelas en ruinas, jamás habrá paz”, en La Jornada, enero 19 de 2024. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2024/01/19/opinion/015a2pol

[6]. Henry Giroux, La guerra del neoliberalismo contra la educación superior, Herder, Madrid, 2019, p. 93.

[7]. Aimé Césaire, Discurso sobre el colonialismo, Editorial Akal, 2006, p. 15. [Énfasis en el original].

[8]. T. Adorno, op. cit., p. 83.

[9] https://piensachile.com/2023

[10]. Breaking the Sience, El libro negro de la ocupación. Testimonios de soldados israelíes en los territorios ocupados 2000-2010, El Viejo Topo, Barcelona, 2015, pp. 324-325. [Énfasis nuestro].

[11]. Hermann Bellinghausen, “Nacidos en la antesala del infierno”, La Jornada, octubre 20 de 2023. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2023/10/20/opinion/a04a1cul

[12]. Citado en Henry Giroux, “Guerra en Gaza: matar niños y la carga de conciencia”, en Znet, diciembre 10 de 2023. Disponible en: https://znetwork.org/es/znetarticle/war-on-gaza-killing-children-and-the-burdens-of-conscience

[13]. Disponible en: https://www.aa.com.tr/es/mundo/periodista-israel%C3%AD-estoy-a-favor-de-los-cr%C3%ADmenes-de-guerra-/3086015

[14]. T. Adorno, op. cit. p. 91. [Énfasis nuestro].

[15]. https://www.elciudadano.com/mundo/israel-adoctrina-a-menores-para-mentir-sobre-genocidio-palestino-por-el-mundo-entero/07/11/

[16]. Citado en Virginia Tilley, Palestina/Israel: un país, un Estado. Una iniciativa audaz para la paz, Editorial Akal, Madrid, 2007, pp. 206-207. [Énfasis nuestro].

[17]. Norman Finkelstein, Gaza. Una investigación sobre su martirio, Siglo XXI Editores, Madrid, 2019, p. 304.

[18] Citado en Cécile Barbeito y Georgina Casas, “Abordar el conflicto Israel-Palestina en las aulas”, en El Diario de la Educación, enero 7 de 2024. Disponible en: https://eldiariodelaeducacion.com/2024/01/07/abordar-el-conflicto-israel-palestina-en-las-aulas/

[19]. N. Finkelstein, op. cit., p. 303.

[20]. Alipio Casali y Ana María Araujo Freyre, “Peter McLaren, el disenso creativo”, en Luis Huerta-Charles y Marc Pruyn, De la pedagogía crítica a la pedagogía de la Revolución. Ensayos para comprender a Peter McLaren, Siglo XXI Editores, México, 2007, p. 73.

[21]. Citado en Noam Chomsky e Ilan Pappe, Gaza en crisis, Editorial Taurus, Madrid, 2011, p. 116.

[22]. Citado en N. Chomsky e I. Pappe, op. cit., p. 262.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-educacion-despues-del-genocidio-de-gaza/

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México: La super-explotación del trabajo docente

La super-explotación del trabajo docente

 

 

COLUMNA CORTOCIRCUITOS

Un calendario escolar interminable. Largas horas de preparación de clase. Actividades fuera del horario de trabajo. Reducción de los salarios reales. Revisión de exámenes. Planeación. Evidencias y más evidencias. Atención personalizada. Compra de materiales. A veces compra de comida para estudiantes. Talleres, reuniones y otra vez talleres. Sesiones con padres y madres de familia. Atención a los riesgos de violencia. Vigilancia y más vigilancia. Portafolios. Fiestas, despedidas y efemérides. Preparar decoraciones y festejos para la Navidad, día de la madre, día del estudiante, fiestas patrias, día de muertos, graduaciones. Calificar trabajos. Subir evidencias. Seguimiento de estudiantes. Periódicos murales. Reuniones. Programas analíticos. Proyectos de aula. Proyectos escolares. Proyectos comunitarios. Planeación didáctica. Desfiles. Consejos Técnicos. Convocatorias en sábados; más lo que se le vaya ocurriendo a la SEP en la semana, en el fin de semana o en vacaciones, que ya no son tales, sino recesos escolares.

Ese es el quehacer habitual de les, las y los maestros de educación básica en México. Es su pasmosa cotidianidad, conocida pero no reconocida, menos aún pagada. Al contrario, es muy frecuente que paguen de su bolsillo mejoras en la escuela, fiestas escolares, comida para sus estudiantes, entre tantas otras cosas.

Las maestras la tienen más difícil: dar de desayunar, preparar comida para la semana, realizar el trabajo doméstico, lavar ropa, atender hijos e hijas, cuidar el gasto familiar. Y además labores burocráticas, relaciones sindicales, atención a riesgos, gestiones, entre tantas cosas más.

El universo del trabajo docente es infinito. Nunca se acaba: empieza en la escuela, sigue en la casa, invade la familia, los recreos, los domingos y días festivos; es tan demandante que ya no se sabe -como dicen las maestras- dónde termina o cuándo acabará. Además, se ha normalizado tanto que no se cuestiona, si acaso solo una parte, como aumento de requerimientos administrativos al magisterio. Nada más. Es lo que se ve, lo que se siente, incluso lo que se dice y se demanda.

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/la-super-explotacion-del-trabajo-docente/

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República Dominicana: El gran poder de las redes sociales

El gran poder de las redes sociales

 Rafael Gómez

Empoderamiento para defender no al 1% que tiene toda la riqueza del mundo, sino al 99% de la población mundial excluida y desfavorecida por gobiernos desaprensivos, indolentes y corruptos.

Las redes sociales y las plataformas informativas que operan con independencia en el internet son, hoy en día, un fuerte dolor de cabeza para la élite que, con gran poder económico y político, controla la mayoría de los gobiernos a nivel global.

La influencia que ya ejercen las redes sociales en las clases sociales de todos los países las hacen indestructibles, y consideradas enemigo público número uno, por atentar contra los intereses de las clases dominantes, que conforman el 1 por ciento de los más ricos del planeta.

Para combatirlos, podrían utilizar “hackers” contra plataformas y medios alternativos interactivos, bloquear informaciones, así como la creación de nuevas leyes de censura a la libertad de expresión, para acallar las voces de “influencer rebeldes” que manifiestan críticas perjudiciales al ”stablishment” y el nuevo orden mundial.

Para ellos, ha sido un gran error permitir que esa poderosa herramienta de comunicación masiva como el internet fuera liberada de la privacidad y hermetismo de que gozaba, para entregar su uso al mundo de forma libre, por el bien de la nueva tecnología de la comunicación electrónica.

Las redes sociales se iniciaron en 1996, y el impacto de esta nueva modalidad de intercambiar mensajes electrónicos con facilidad y rapidez ha crecido con tal magnitud que para finales de 2023 más de la mitad de las 7,888 millones de personas en el mundo las utiliza de forma activa y/o permanente.

El número de usuarios de redes sociales en 2010 era de 970 millones, luego pasó a 1,482 millones en 2012 y para finales de 2023 la cifra superó los 4,888 millones, un poco más de la mitad de la población mundial.

De acuerdo al informe estadístico conjunto de las empresas mercadológicas Worldometers, OurWorldlnData, DataPortal, Social media Platforms y Kepio’s Analysis, el 72,3% de la población total de Estados Unidos, unas 240 millones de personas, están activas en internet, de las cuales el 54,4% son mujeres y el 45.6% hombres.

Aseguran que el 99% de los usuarios entra a estas plataformas por medio de dispositivos móviles, y solo el 1.32% utiliza los ordenadores de escritorio.

De todas las redes sociales, Facebook es la número uno, con 2,900 millones de usuarios activos, seguido de Youtube, con 2,300 millones, y WhatsApp, con 2 mil millones de usuarios.

La empresa Motorola fue la pionera de poner en el mercado la primera unidad de teléfono inalámbrico y portátil en 1973, con lo que dio un salto cualitativo a la comunicación satelital, que vino a favorecer en grande la expansión del Internet.

La empresa de comunicación Ericsson lanzó en el año 2000 su unidad inalámbrica con Bluetooth con el modelo EricssonT36. Luego, en 2006 Samsung lanzó al mercado el primer teléfono móvil con WiFi.

La revolución del mercado de celulares y teléfonos inteligentes ha hecho de estos aparatos el compañero inseparable de los ususarios, el cual lo utilizan constantemente revisando las redes sociales, conversando telefónicamente, enviando mensajes de texto, fotos y videos, o realizando juegos electrónicos de forma adictiva.

La combinación de celulares e internet ha creado una dependencia generalizada e ilimitada muy difícil de controlar.

Ambas tecnologías son las principales herramientas de transmisión de información de todo tipo en tiempo real y en combinación con las redes sociales, plataformas y medios interactivos.

La élite globalista podrá lograr regularizar, controlar y hasta censurar las redes sociales, pero jamás podrá eliminarlas para evitar que siga fluyendo el intercambio de información colectiva como hasta hoy se está produciendo a nivel mundial.

Temen que en los “influencers” se produzca un movimiento de empoderamiento para defender, no al 1% que tiene toda la riqueza del mundo, sino al 99% de la población mundial excluida y desfavorecida por gobiernos desaprensivos, indolentes y corruptos.

Buscan evitar que por las redes sociales se inicie la lucha por la conquistas de mayores oportunidades de trabajo, de salud, educación y facilidades de alimentación, forzando con ello la creación del verdadero nuevo orden mundial que necesita la humanidad.

Fuente de la Información: https://acento.com.do/opinion/el-gran-poder-de-las-redes-sociales-9299910.html

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