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¿Y después de las vacunas? Parte II

 David Calderón

La semana pasada comenté que no bastaba con aplicar las vacunas contra el Covid-19 a las y los docentes, lo que en sí es meritorio e imprescindible, para considerar entonces que todo está listo para una reapertura. Más rápido que el proverbial hablador que cae, ahora se ensombrece el panorama con la saturación hospitalaria en algunas zonas del país y la vuelta de Campeche a semáforo amarillo.

La propuesta para un modelo híbrido que combine actividades en presencia y en distancia cobra mayor actualidad que nunca. Lo primero es esperar que el ritmo de contagio ceda pronto y sobre todo que no se pause la administración de vacunas al personal escolar del estado designado como “pionero”.

En el artículo precedente afirmé que un modelo híbrido tiene pasos clave y mencioné cuatro: 1. Diagnóstico de salud, vacunación y previsión de sustituciones para docentes; 2. Articulación entre los centros escolares y los centros de salud, y difusión extensa del manual para montar el operativo de filtro escolar; 3. Redirigir fondos de La Escuela es Nuestra y otras partidas para que sea el Estado, y no las familias, quien costee la compra y distribución de materiales de protección y sanitización para la comunidad escolar, y 4. Diagnóstico y atención a la infraestructura del plantel para asegurar suministro de agua, ventilación y distribución de lugares con sana distancia para las actividades presenciales.

El punto 5: Verificar las rutas, horarios y “fricción” de contagio en ida y vuelta del plantel a hogares. Además de los cuidados en casa y en la escuela, cada comunidad escolar, con la asistencia y apoyo de las autoridades, debe analizar cómo evitar que el “caminito a la escuela” sea un pesado factor de riesgo. Quienes toman transporte público son estudiantes, muchas veces acompañados por un adulto, que podrían estar más expuestos, así que escalonar las llegadas, ver alternativas de camino, evitar aglomeraciones en las banquetas aledañas, propiciar “burbujas” (que un equipo de estudiantes más o menos vecinos sean quienes llegan y están en uno de los turnos designados) es una gran recomendación. 6. Hacer un ejercicio de definición colectiva entre el Consejo Técnico Escolar y la Asamblea de las familias para que se aterricen soluciones adecuadas; la apertura será un proceso sólido y sustentable si es participativo y no impuesto desde arriba y desde afuera. 7. Instalar Comisiones –con docentes y familias– de Sanidad (encargada del filtro y la verificación de salud y saneamiento), de Conectividad (para evaluar qué hay y qué se necesita para las actividades no presenciales y vía digital) y de Desarrollo Socioemocional, que puedan atender ese aspecto, realmente clave para que el reinicio sea un alivio, y prevenir y atender las situaciones para que no escalen fenómenos como el temor, desánimo, estrés tóxico o las dificultades de conducta que implica el reajuste a retomar algunos tiempos presenciales después de un largo encierro.

Los últimos tres puntos de recomendación: 8. Realizar un confiable y cuidadoso diagnóstico socioemocional, para que cada titular de grupo sepa cómo conducirse y volver a crear la confianza y naturalidad de la convivencia serena y empática, y también aplicar un diagnóstico del logro de aprendizaje –ya tiene la SEP un trabajo muy sólido a partir de la “evaluación diagnóstica” que se diseñó para que en quinto año PLANEA no fuese para la estadística estatal y nacional, sino para que las y los docentes pudiesen ajustar su intervención pedagógica– para concentrarse no en el temario, que ha quedado hace mucho rebasado como referente en esta emergencia, sino en los aprendizajes clave y las competencias básicas. Se trata de identificar lo que, como riqueza, niñas y niños aprendieron en su casa, lo que mantuvieron como continuidad de aprendizajes gracias al contacto con el libro de texto, la programación televisiva y los ejercicios encargados a distancia, así como las lagunas y barreras con las que se topan en ese momento presente de fin o inicio de ciclo escolar. Sólo con este diagnóstico personalizado se puede aspirar a revertir en el mediano plazo la exclusión y la inequidad que se produjo y se produce por el diferencial en cada hogar para aprovechar oportunidades de aprender. Sólo con un diagnóstico personalizado, individual, se puede hacer un plan, grupo por grupo de escuela por escuela, que no sea simulado o superficial y que de verdad permita la recuperación, el reforzamiento y la nivelación en el desarrollo de cada estudiante.

9. Diseñar el esquema de presencialidad cada trimestre. En efecto, es una mala fantasía y condena a posponerse indefinidamente, “reiniciar clases”. Hay que volver, pero no a lo mismo. El primer trimestre puede ser una pauta de uno o dos días por semana de actividades presenciales, y posteriormente aumentar la frecuencia. Pero eso no se puede ni adivinar ni improvisar. Se requiere diseñar una auténtica “calculadora de riesgo” que permita a cada plantel fijar el modelo más adecuado de escalonar la presencia en la escuela y de combinarla con las actividades a distancia. No nos confundamos: no es el tema sólo el regreso a clases, sino qué clase de regreso. Los países se hunden en el recontagio, alternando ciclos de apertura y cierre accidentados, si no consideraron esa gradualidad. En México vamos atrasados; salvo experiencias localizadas de Jalisco, Coahuila, Chiapas, no hay casi nada documentado sobre “presencialidad intermedia”, las formas de ir avanzando de tutorías presenciales individuales y voluntarias a algo más consistente pero una apertura indiscriminada a toda la población escolar. El punto 10: Articulación del sistema escolar con los servicios sociales para búsqueda y canalización. Para remontar la ausencia que comienza a cristalizarse en abandono, todos tenemos que tatuarnos la consigna “que no nos falte ninguna/o”. Pero la escuela y sus docentes no pueden llevar toda la carga de reconectar y reactivar a los estudiantes que ya no se inscribieron o de los que no se sabe desde agosto, cuando inició este ciclo, o en el corte de evaluación trimestral en noviembre, o después de pasar la pausa de fin de año. . Se requiere del DIF, Salud, Bienestar y las procuradurías para buscar a los que apenas se nos fueron.

Diez puntos, pero una larga conversación, necesaria, para que volver a la escuela no sea sólo nostalgia fallida.

Fuente:  https://profelandia.com/y-despues-de-las-vacunas-parte-ii/

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La sociedad global pospandémica

Traducción: César Locatelli

Todas estas crisis son internacionales. No conocen fronteras. Deben enfrentarse a la solidaridad internacional.

El pasado 25 de enero, Noam Chomsky participó en el Foro Social Mundial en una actividad organizada por Carta Maior y Forum 21. A continuación se muestra la traducción del discurso de Chomsky, realizada por César Locatelli. El video puede verse íntegramente en inglés en portugués (con traducción simultánea de Sérgio Ferreira) en TV Carta Maior .

La última vez que participé de las reuniones del Foro Social Mundial (FSM) en Brasil fue hace 20 años – maravillosos días de exuberancia, vitalidad, expectativa, entusiasta interacción de los participantes que se extendieron desde la Vía Campesina hasta los centros urbanos, unidos en la creencia de que un mundo mejor es posible y está comprometido a crearlo. Rechazaron firmemente la famosa máxima de Margaret Thatcher: » No hay alternativa «. No hay alternativa al régimen neoliberal que ella y Ronald Reagan estaban tratando de imponer al mundo. El lema del FSM era todo lo contrario: hay una alternativa y la vamos a crear.

Este no es exactamente el clima de hoy.

La emoción en el FSM no estuvo fuera de lugar. Brasil estaba a punto de entrar en su «década dorada», una expresión utilizada por el Banco Mundial en su evaluación retrospectiva de los años de Lula, que analiza los numerosos logros nacionales del gobierno, mientras que Brasil también se convirtió quizás en el país más respetado del mundo y en una voz elocuente para el Sur Global bajo el liderazgo del presidente Lula y su canciller Celso Amorim.

Una vez más, este no es exactamente el clima actual.

La acomodación del gobierno de Lula a las demandas del capital privado internacional, se piense lo que se piense, no fue suficiente para apaciguar a quienes Adam Smith llamó “los señores de la humanidad”. La reacción llegó pronto, no solo en Brasil.

No es necesario revisar los hechos ocurridos desde entonces ni abordar la forma en que se ve a Brasil ahora. Esto quizás esté simbolizado por la ayuda de Venezuela para proporcionar oxígeno para aliviar la catástrofe en Manaos, que ahora se está extendiendo a otras partes de un país famoso por su alto nivel de investigación y logros en las ciencias de la salud y un historial estelar de eficiencia de vacunación, antes del asalto actual a sociedad.

Para agregar una comparación personal, mi esposa Valeria y yo, que vivimos en Arizona, tenemos el privilegio inusual de haber obtenido máscaras de alta calidad, gracias a la generosidad de un amigo de Taiwán. Mientras tanto, Arizona acaba de ganar el campeonato mundial de infecciones per cápita de Covid.

Arizona está un poco por delante de la competencia para ser la peor del mundo. Mientras escribo, el titular del New York Times dice: «Nueva situación de pandemia: los hospitales se están quedando sin vacunas», refiriéndose a todo el país.

La historia continúa informando que “los funcionarios de salud de EE. UU. Están frustrados porque las dosis disponibles no se utilizan mientras el virus mata a miles de personas todos los días. Se han cancelado miles de vacunaciones programadas y las autoridades locales a menudo no están seguras de qué suministros tendrán a mano «. La prensa local agrega que los hospitales ya no tienen camas y que la gente muere en los pasillos. El panorama es el mismo en cualquier lugar del país más rico del mundo, con ventajas incomparables.

En la misma portada del NYT, junto al informe de la catástrofe en Estados Unidos, hay una nota titulada «Un año después del bloqueo: esto es Wuhan hoy». Retrata a personas deleitándose en «un mundo post-pandémico, donde el relieve de rostros sin máscaras, encuentros felices y viajes diarios esconde trastornos emocionales».

El número de muertes diarias por Covid 19 en los EE. UU. Es aproximadamente de tres a cuatro veces mayor que el número total de muertes en China durante el año de la pandemia, en equivalente per cápita, la medida correcta.

No podemos ser demasiado superficiales al extraer lecciones de lo que sucedió en todo el mundo en este año terrible, pero sería una tontería ignorar la historia. Es instructivo en todo el mundo. Mi estado natal, Pensilvania, tiene casi la misma población que Cuba y 100 veces el número de muertes por Covid: 20.000 en comparación con 200. Las muertes por Covid en la ciudad de São Paulo tienen una tasa similar a la de Pensilvania en comparación con Cuba. (100 veces mayor).

Es común atribuir el éxito de China, en contraste con la catástrofe estadounidense, al estricto control autoritario de China sobre la población. La conclusión no es convincente. Taiwán es tan libre y democrático como Estados Unidos. Su población de 24 millones registró siete muertes. Además, los observadores occidentales en China informan que la aceptación popular de los procedimientos muy estrictos que prácticamente han eliminado la enfermedad parece haber sido en gran parte voluntaria y de apoyo.

Un intento de revisión en todo el mundo parece indicar que los principales factores para domar la catástrofe han sido un gobierno eficaz que actúe por el bienestar de su población, combinado con una mentalidad colectivista general y un espíritu de cooperación: todos estamos juntos en esto. , al bien común.

Es útil observar más de cerca las peores actuaciones. Dejaré a Brasil en paz, un caso que es demasiado deprimente para discutirlo. Los más instructivos son Estados Unidos y su aliado británico más cercano, ambos con terribles antecedentes, resaltados por su inusual privilegio y desarrollo económico. También son poco comunes en otro aspecto. Son el hogar de los programas neoliberales que han barrido el mundo durante los últimos 40 años, dirigidos por Reagan y Thatcher, y luego por sus sucesores. Estas doctrinas contribuyeron poderosamente a crear e intensificar la crisis de Covid. Los ricos y poderosos beneficiarios de los programas neoliberales ahora están trabajando arduamente para garantizar que darán forma a la sociedad pospandémica. Las doctrinas y sus consecuencias deben examinarse de cerca.

Un impulso central del neoliberalismo es desmantelar la sociedad civil y disminuir la preocupación del gobierno por el bienestar del público en general. Como proclamó Thatcher, «no hay sociedad», solo individuos que se enfrentan solos a las fuerzas del Mercado Sagrado y, si no sobreviven a la devastación, mala suerte. Para citar uno de los famosos pronunciamientos del presidente de Brasil: «¿y qué?»

Para ser precisos, bajo la doctrina neoliberal, solo unos pocos se lanzan al mercado para sobrevivir de alguna manera. Otros tienen derecho a ser mimados por el estado, es decir, por sus desafortunados ciudadanos. No debemos olvidar nunca el dicho de Balzac, extraído de la sabiduría popular tradicional, de que «las leyes son telarañas por las que pasan grandes moscas y atrapan las pequeñas». Los programas neoliberales se han diseñado cuidadosamente para garantizar que prevalezcan estos principios, con subsidios masivos y rescates para las moscas grandes. Hemos sido testigos de esto repetidamente desde los primeros días del ataque neoliberal.

Los pensamientos de Thatcher no eran originales. Sin quererlo, estaba parafraseando a Karl Marx. Condenó a los gobernantes autocráticos de Europa por intentar convertir la sociedad en “un saco de patatas”, individuos aislados, atomizados, luchando solos, sin sociedad civil, sin organizaciones de defensa popular contra el poder concentrado.

Reagan y Thatcher siguieron el guión con atención. Sus primeros actos fueron destruir los sindicatos, en el caso de Reagan, incluso incorporando trabajadores suplentes permanentes, práctica que pronto adoptaron las empresas privadas. Los golpes de martillo contra la organización del trabajo continuaron bajo sus sucesores. Estudios recientes de destacados economistas, como Lawrence Summers, atribuyen la espectacular desigualdad creada durante los años neoliberales principalmente a la destrucción de los sindicatos, privando a los trabajadores de cualquier medio de autodefensa frente a la incesante lucha de clases.

Las doctrinas del ataque de 40 años a la sociedad se remontan a los orígenes del neoliberalismo en Viena en el período de entreguerras. El venerado padre fundador del movimiento, Ludwig von Mises, apenas pudo contener su euforia cuando el gobierno protofascista aplastó violentamente al vibrante movimiento obrero austriaco y elogió efusivamente al fascismo de Mussolini por haber “salvado la civilización europea. El mérito que el fascismo ha ganado vivirá para siempre en la historia ”, escribió Mises en su libro clásico“ Liberalismo ”, años después de que las camisas negras llevaran violentamente a los sindicatos y al pensamiento independiente a sus lugares apropiados.

Las principales luces del neoliberalismo estaban aún más entusiasmadas con la dictadura asesina de Pinochet. Por razones de principio. Se deben tomar medidas severas para salvaguardar una «economía sólida», asegurando que no habrá restricciones populares a la libertad de los muy ricos y del sector empresarial para expandir su riqueza y poder.

El ideal es la economía de «privatizar todo», citando al actual Ministro de Economía de Brasil, muy elogiado por las finanzas internacionales que desean tomar los recursos de Brasil, de su pueblo, bajo la bandera neoliberal.

Estas son consideraciones a tener en cuenta al pensar en un mundo pospandémico. Revelan que no existe conflicto entre el llamado a la libertad, de cierto tipo, y las duras medidas de represión y control. Además, como mencioné, hay fuerzas poderosas que trabajan arduamente ahora para garantizar que el mundo pospandémico mantenga las principales armas de la lucha de clases incrustadas en la doctrina neoliberal. Razón de más para examinar los principios básicos y sus consecuencias.

Las ideas esenciales quedan plasmadas en el discurso inaugural de Reagan: «el gobierno es el problema, no la solución». Esto no significa que las decisiones a nivel nacional desaparezcan. En cambio, son transferidos a manos de los “señores de la humanidad”, las grandes megacorporaciones y las instituciones financieras que explotaron en escala durante los años neoliberales. Su responsabilidad había sido explicada por los economistas responsables, principalmente Milton Friedman. La única responsabilidad de las empresas es enriquecerse.

No es difícil prever las consecuencias de entregar la toma de decisiones a instituciones tiránicas cuyo único propósito es el enriquecimiento. Algunos se revelan en un estudio reciente de Rand Corporation, una institución cuasi gubernamental. Ella estima que la transferencia de riqueza, desde el 90% más bajo de los ingresos de la población a los muy ricos, principalmente la fracción superior del 1%, fue de 47 billones de dólares. No es poco, sino una subestimación muy grave. No toma en cuenta la apertura de Reagan a la manipulación financiera previamente prohibida por la ley, como los paraísos fiscales, que agregan otras decenas de billones de dólares al robo masivo de trabajadores y la clase media.

Los resultados están ante nuestros ojos, dondequiera que haya golpeado el mazo. En los Estados Unidos, los salarios reales de los trabajadores varones disminuyeron durante el ataque de 40 años, junto con los beneficios y, como mínimo, una seguridad limitada. La democracia política, siempre profundamente defectuosa, ha disminuido aún más a medida que está cada vez más subordinada a la riqueza privada y al poder corporativo. Los estudios recientes más sofisticados muestran que el 90% de la población literalmente no está representada; sus propios representantes están escuchando otras voces, las de los financistas de su próxima campaña. Mientras tanto, el personal de sus oficinas está sobrecargado con enjambres de cabilderos que prácticamente redactan leyes.

Sin tener que avanzar, se puede llegar a comprender algunas de las raíces de la ira, el resentimiento, el desprecio por las instituciones que se han extendido por gran parte del mundo, fácilmente capturadas por demagogos que pueden pretender defender a las masas desposeídas mientras las apuñalan por la espalda , transfiriendo la culpa de su malestar a los objetivos vulnerables: personas no blancas, inmigrantes, peligro amarillo, cualquier veneno que corra justo debajo de la superficie de la vida social.

Una visión de futuro, ahora activamente perseguida por los sectores dominantes, es la perpetuación de esta monstruosidad, de formas aún más duras: vigilancia, control, atomización y precariedad más intensos para la gran masa de la población.

Otra visión es la impulsada por el Foro Social Mundial. Una visión de un mundo en el que las personas tomen el control de su propio destino en comunidades autónomas y lugares de trabajo, deshaciéndose de sus amos, dominación e instituciones represivas. Un mundo que mantiene el clásico ideal liberal, reprimido durante mucho tiempo, de que debemos reemplazar las trabas sociales por lazos sociales. Un mundo que incorpora una cultura de solidaridad y ayuda mutua, de participación directa en todos los ámbitos de ciudadanos informados y comprometidos que se dedican al bien común.

Esta visión no es utópica. Se puede lograr. Además, debe lograrse de alguna manera para que exista el experimento humano. No es ningún secreto que estamos viviendo un momento notable en la historia de la humanidad, una confluencia de crisis extremadamente graves. A menos que se superen los desafíos, y pronto, será una pérdida de tiempo contemplar los contornos de una sociedad pospandémica, porque no habrá sociedad alguna. Esto no es una exageración.

La crisis menos grave de todas es la que, comprensiblemente, está atrayendo ahora la atención y la preocupación: la pandemia. Tarde o temprano, la pandemia será contenida, a un costo terrible e innecesario, como podemos ver en las sociedades, ricas y pobres, que han logrado enfrentarla con eficacia. Pero la pandemia se superará y, si la historia sirve de guía, pronto se olvidará.

Piense en la llamada gripe española de hace un siglo. El número de muertos fue colosal. Se estima en unos 50 millones de personas. Considerando el tamaño de la población, eso sería el equivalente a 300 millones de personas hoy. Un desastre inimaginable que, sin embargo, pronto fue olvidado. Nací unos años después de que se calmara la crisis. Nunca supe de ella cuando era niño. Lo aprendí de los libros de historia.

Si revivimos esa experiencia, tendremos serios problemas. Es probable que ocurran otras epidemias de coronavirus y pueden ser más graves que esta, debido a la destrucción del hábitat y el calentamiento global. Además, hasta ahora hemos tenido suerte. Las recientes epidemias de coronavirus han sido muy contagiosas y poco letales, como la actual, o muy letales, pero no muy contagiosas, como el ébola. Puede que no tengamos tanta suerte la próxima vez. Estas astutas criaturas tienen muchos trucos bajo la manga.

En los últimos años, los científicos nos han dicho claramente lo que se debe hacer. No fue hecho. Las enormes y ricas instituciones farmacéuticas no estaban interesadas, gracias a la lógica capitalista. No es rentable prepararse para un desastre que ocurrirá dentro de unos años. El gobierno de Estados Unidos y algunos otros tienen laboratorios maravillosos, que de hecho proporcionan muchos de los descubrimientos básicos de medicamentos y vacunas que se comercializan con fines de lucro en nuestro sistema económico de subsidio público y lucro privado. Pero fueron neutralizados por la variante neoliberal destructiva del capitalismo: el gobierno debe mantenerse al margen del negocio de la empresa privada, excepto, por supuesto, cuando pueden beneficiarse de la generosidad de los contribuyentes. El desastre se vio agravado por la incompetencia y, en algunos casos,

Hoy escuchamos las mismas súplicas de los científicos, las mismas advertencias y consejos sobre lo que se debe hacer para prevenir desastres. El mero conocimiento no es suficiente. Debe ponerse en uso.

La pandemia actual y las que vendrán son una de las crisis actuales. Una crisis mucho más grave es el calentamiento del planeta. La urgencia del desarrollo de la crisis se puso de relieve nuevamente hace unas semanas, cuando la Organización Meteorológica Mundial publicó su Informe anual sobre el estado del medio ambiente mundial. El Informe advierte que en nuestro curso actual, pronto podríamos alcanzar puntos de inflexión irreversibles. Pronto seremos capaces de lograr lo que ellos llaman » Tierra de invernadero”(Terra Estufa), estabilizándose a 4-5º Celsius por encima de los niveles preindustriales, mucho más allá del nivel reconocido como cataclísmico. El estudio concluye que es «más urgente que nunca proceder con la mitigación … La única solución es deshacerse de los combustibles fósiles en la producción de energía, la industria y el transporte». El IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) marca, muy pronto, la fecha para lograr este resultado, a mediados de siglo.

Al igual que con la pandemia, sabemos cómo lograr ese objetivo. Hay medios viables que se han descrito con gran detalle y se están implementando en parte, pero solo en parte. Estos esfuerzos deben acelerarse rápidamente y pronto, o el juego terminará. Los científicos respetados nos dicen en términos inequívocos que debemos «entrar en pánico ahora». No están exagerando.

Otra crisis de escala comparable es la creciente amenaza de las armas nucleares, que recibe muy poca atención fuera de los círculos especializados, donde la crisis se reconoce como extremadamente grave. Aquí, la solución es obvia: libra a la Tierra de estas monstruosidades. Se han tomado medidas importantes. El viernes pasado entró en vigor el Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, apoyado por 122 naciones, aunque, lamentablemente, ninguna de las potencias nucleares. Eso tiene que cambiar. Incluso por debajo de eso, hay acciones muy significativas que se pueden implementar, pero no hay tiempo para discutir aquí.

Todas estas crisis son internacionales. No conocen fronteras. Deben enfrentarse a la solidaridad internacional. En ese caso, las palabras de Margaret Thatcher son correctas. No hay alternativa.

https://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Sociedade-e-Cultura/A-sociedade-global-pos-pandemia/52/49875

Fuente e imagen:  https://www.alainet.org/en/articulo/210849

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La mentalidad privatizadora de Bolsonaro

Por: Hedelberto López Blanch 

Cuando el presidente brasileño Jair Bolsonaro se enfrenta a numerosas denuncias por crímenes contra la humanidad por su desidia en controlar la pandemia de la Covid 19 que ha provocado decenas de miles de muertos, así como por destruir la Amazonía, perseguir a los indígenas, arruinar su habitad e ignorar sus derechos, el mandatario continúa impulsando la privatización en todos los lugares del país.

Las dos últimas medidas tomadas por su administración han causado enorme malestar entre la población, partidos políticos de oposición y hasta en la comunidad internacional debido a la nefasta trascendencia que tienen contra los derechos públicos.

En medio del avance de la pandemia de coronavirus en el país, Bolsonaro lanzó una propuesta para iniciar un proceso de privatización del sistema público de salud, uno de los pilares de la Constitución de 1988.

De esa forma se ordenó el inicio de los estudios sobre alternativas de asociación privada para la construcción y operación de Unidades Básicas de Salud en los Estados, el Distrito Federal (Brasilia) y los Municipios.

El decreto abre paso para que el Sistema Único de Salud (SUS), que atiende a tres de cada cuatro brasileños, sea incluido dentro del Programa de Proyectos de Inversiones (PPI) que asiste al 75 % de la población brasileña. El otro 25 % posee seguros privados.

La mano derecha de Bolsonaro para esas ejecuciones, es el ministro de Economía, Paulo Guedes definido como un ultraliberal graduado en la escuela de Chicago que trabajó para la dictadura chilena de Augusto Pinochet, la cual pone de ejemplo a seguir en Brasil.

Hasta ahora el SUS, creado por la Constitución de 1988 tras la violenta dictadura militar brasileña (1964-1985) ha sido financiado por el Gobierno federal y ejecutado por los diferentes Estados y municipios.

El otro hecho preocupante concerniente al plan integral de privatizaciones del presidente es la apertura de licitaciones para la concesión de parques nacionales a lo largo del país.

El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) firmó acuerdos con seis estados, Bahía, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, Pernambuco, Río Grande do Sul y Tocantins con el objetivo de incentivar las concesiones de 26 parques naturales públicos al sector privado.

Importantes espacios de conservación silvestre, como Jalapao, Ibitipoca, Rio Doce y Dois Irmaos, podrán ser administrados por empresas privadas.

El grupo Construcap ya ganó la licitación para los Parques Nacionales, Aparados da Serra y Serra Geral los que administrará durante 30 años e invertirá más de 51 millones de dólares en subsidios e infraestructuras para explotarlos turísticamente.

La concesión transfiere los servicios de seguridad y mantenimiento al sector privado, a cambio de la explotación comercial de la zona, lo cual le permite cobrar derechos de admisión al área de reserva, tiendas de recuerdos, cafeterías, transporte interno de pasajeros en recorridos por los ríos, vuelos panorámicos en helicóptero, administración de centros de visitantes, senderos, sitios de acampada y miradores.

La secretaria del Programa de Asociaciones en Inversiones, Martha Seillier, informó que el gobierno pretende recaudar unos 70 100 millones de dólares mediante privatizaciones y alianzas público-privadas en 2021.

La lista de empresas a privatizar o dar en concesión durante este año se elevan a 115 y en el documento aparecen la Electropaulo que provee la energía a un tercio del país, y Correios, la mayor agencia postal de América latina.

Están estipuladas subastas para otorgar licencias a 24 aeropuertos, entre ellos el de Viracopos, una de las mayores terminales aéreas de cargas del país.
Se suman otras dos subastas para entregar derechos de exploración y explotación de petróleo y gas en áreas marinas.
Desde el golpe parlamentario contra Dilma Roussef en 2015, el entonces presidente interino Michel Temer, aplicó extremas medidas neoliberales que profundizaron las privatizaciones en las ramas de la energía, los hidrocarburos, el transporte, los aeropuertos, la minería y la banca, entre otros.

Bolsonaro, seguidor en supremacía de esa tendencia de capitalismo salvaje, ha elevado esas propuestas las que afectarán a todas las esferas productivas y de servicios en el gigante sudamericano.

Denominado por muchos medios de comunicación como el  “depredador ambiental”, Bolsonaro desde el inicio de su campaña electoral enfatizó que no reconocería ni un centímetro más de tierras indígenas y tras la llegada al poder impulsó la explotación económica de los recursos naturales amazónicos sin regulaciones ni burocracia.

En los primeros seis meses del 2020 el área desbrozada por talas indiscriminadas e incendios en la Amazonía es tres veces más grande que la ciudad de Nueva York y se cuadruplicó con respecto al año anterior.

En la explotación de los recursos amazónicos se han involucrado empresarios, políticos, individuos con gran capital económico y hasta compañías transnacionales.

Unas 12 millones de hectáreas de tierras públicas, un área del tamaño de Guatemala y El Salvador juntos, han sido ocupadas ilegalmente por esos propietarios privados que desalojan sin contemplación a los nativos de esas zonas.

La arbitraria política de Bolsonaro le ha traído graves consecuencias al pueblo brasileño que deberá aprender y sacar lecciones sobre esta nefasta administración.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Fuente e imagen: https://rebelion.org/la-mentalidad-privatizadora-de-bolsonaro/

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Pandemia sobre ruedas: las dificultades del trabajo en plataformas

Por:  Andrea Rodríguez Yaben

El panorama sin precedentes que estamos viviendo encontró como su mejor aliada a la tecnología, y esta se ha infiltrado en el mundo del trabajo, provocando, por un lado, una mutación organizativa en las empresas a partir de la proliferación del teletrabajo; y, por otro, la pandemia agudizó el fenómeno del trabajo en plataformas, que irrumpió hace un tiempo como un nuevo modelo de negocios y que en el contexto actual se ha transformado en uno de los protagonistas.

La razón es obvia: el latente riesgo de contagio, sumado a las restricciones y otras medidas anunciadas por el gobierno, han provocado un aumento del tiempo en que las personas permanecen en sus hogares, y este tiempo ‒precisamente‒ se ha convertido en el horario laboral de los repartidores, que trabajan contrarreloj para entregar pedidos que van desde comida elaborada hasta productos básicos de supermercado o farmacia.

Estos trabajadores, envueltos en la ilusión que prometen las empresas de plataformas de ser “tu propio jefe”, “generar ingresos extra” y de ser parte de una “experiencia increíble”, viven una realidad muy distinta, ya que de libertad y autonomía en la prestación del servicio hay poco, y de condiciones precarias de trabajo hay bastante.

El esquema organizativo utilizado por estas empresas les permite aprovecharse del trabajo de otros, controlarlo, pero sin tener que asumir las obligaciones típicas de cualquier empleador. Por esta razón a los trabajadores los llaman “socios”, ya que los vinculan a través de formas que no son las de empleo dependiente o asalariado, bajo la premisa de que “puedes decidir cuándo conectarte y cuándo disfrutar tu tiempo libre”. Pero si se mira la realidad bien de cerca, ocurre que cuando estos trabajadores efectivamente deciden conectarse y ponerse a disposición de la empresa para prestar sus servicios, pierden la autonomía y el control de su propia actividad laboral, para ponerse bajo el control y dirección de la empresa.

Este poder y control ejercido por la empresa y la situación de sujeción en la que queda el trabajador justifican la necesidad de su protección a través de las normas laborales; no obstante, se los marginaliza.

En este sentido, el activo que podría tener esta modalidad en cuanto a derribar las barreras de acceso al empleo, complementar los ingresos o permitir la autonomía e independencia necesaria a los trabajadores para poder disponer libremente de su tiempo y así conciliar el trabajo con la vida familiar o personal, queda opacado ante la precariedad que la caracteriza, ya que el trabajo se diseña de forma tal que los repartidores o conductores quedan sometidos a una exagerada expansión del tiempo de trabajo, con largas jornadas y plena disponibilidad. Obtienen bajas remuneraciones y hay una sujeción intensa al empleador digital para que dirija y controle la prestación del servicio; y no se considera la salud y seguridad del trabajador.

El motivo detrás de esta forma de trabajo podría sospecharse. En una economía basada en la flexibilidad, la deslocalización, la reducción de costos y la maximización del beneficio, las obligaciones que se imponen desde el derecho del trabajo (como la limitación de la jornada, el pago de horas extras, descansos, etcétera) y la inserción del vínculo en un ámbito de tutelas en donde la libertad de las partes para acordar lo que quieran tiene un espacio reducido (lo cual es razonable si se considera la situación de desventaja en la que se encuentra el trabajador), hacen que el trabajo dependiente y asalariado sea costoso y poco atractivo como fórmula de vinculación.

Frente a esta situación, se ha abierto un extenso debate sobre cómo ordenar estas prestaciones de servicios realizadas a través de las plataformas digitales, y si bien en Uruguay han existido algunas acciones, estas resultan insuficientes y parciales, ya que se han centrado en aspectos tributarios o en soluciones a nivel departamental (y sólo para el caso de plataformas que brindan servicio de transporte a pasajeros), o en la presentación de un proyecto de ley que ‒además de ineficiente‒ quedó en el camino. En definitiva, en la actualidad no se terminan por adoptar acciones concretas y robustas en beneficio y respaldo de los trabajadores ante este complejo escenario en donde se entorpecen los mecanismos de protección que ‒desde principios del siglo XX en nuestro país‒ permitieron la estabilización del trabajo y lo hicieron más seguro.

Si bien esta realidad de trabajo mal protegido y atípico se reitera en los sistemas legales de otros países, de a poco se vislumbran soluciones normativas que integran a estos trabajadores a la protección que otorga el derecho del trabajo por distintas vías: o bien señalando que los trabajadores podrán ser considerados asalariados si se cumplen condiciones tales como la prestación del servicio bajo subordinación y dependencia (como en Portugal, Italia, Francia o en el estado de California); o bien diseñando una regulación especial (como se debate actualmente en el Congreso chileno).

Ante esta realidad cargada de falta de orientación política y legal que establezca una dirección determinada, el rol del ámbito judicial ha sido crucial, ya que es en este espacio en donde varios trabajadores han encontrado una vía para canalizar sus reclamos. Así, la actividad judicial sobre la calificación de laboralidad del trabajo prestado en plataformas es, en la actualidad, numerosa en varios países, y aunque no es unánime, tendencialmente predominan las decisiones que sostienen la condición de asalariado subordinado del repartidor o conductor. Un ejemplo de ello es Uruguay, ya que el año pasado la justicia zanjó ‒para el caso concreto‒ este debate sobre la naturaleza de la relación entre un conductor de Uber y la empresa, a favor de la laboralidad del vínculo.

En el contexto actual, en que el empleo escasea y nacen fenómenos llamados a transformar el modelo de producción y las relaciones laborales, se hace ineludible revisar en forma crítica las exigencias que estas formas de trabajo ‒enmarcadas en el capitalismo digital‒ ponen sobre los trabajadores.

El trabajo en un lugar o en un horario determinado ya no alcanza, cada vez se avanza más hacia la conquista de tiempos que antes quedaban bajo el gobierno del propio trabajador, y esto se hace bajo pretexto de una supuesta autonomía que en los hechos no es tal, lo que conlleva a dejar a este colectivo en la periferia de la protección.

La gran tarea pendiente es cómo se regula esta situación. Evidentemente, hacen falta acciones concretas que amparen y tutelen la actividad de este tipo de trabajadores. No obstante, no faltan las voces que ‒unidas a un discurso idealizado sobre las virtudes de este tipo de negocios‒ consideran aceptable una reducción de las medidas protectoras para poder atender los requerimientos de flexibilidad que el propio mercado reclama.

Lo cierto es que, mientras se siga en esta línea de falta de definición, seguiremos envueltos en las narrativas empresariales que insisten en ofrecer una forma de trabajo “independiente” como una experiencia para vivir al máximo la ciudad, que no hacen otra cosa que romantizar el éxito de este tipo de modelo de negocios, olvidando que la otra cara muestra la precaria situación de los trabajadores que desde abajo lo sostienen.

Andrea Rodríguez Yaben es abogada especialista en Derecho del Trabajo.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2021/2/pandemia-sobre-ruedas-las-dificultades-del-trabajo-en-plataformas/

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Nuestras vidas (se/nos) consumen

Por: Daniel Seixo

El día ha sido largo. El trabajo es una absoluta locura y desde que esta maldita pandemia ha asolado a la humanidad, todo ha cambiado de forma precipitada confundiendo y revolviendo nuestra realidad común. Son ya ocho, nueve, quizás diez horas las que hoy has pasado delante del ordenador en una habitación minúscula alquilada a cada año que pasa un poco más lejos del centro de la ciudad, un poco más apartado de lo que fue tu vida, tu barrio, las ilusiones propias de un joven que se quería comer el mundo y ha terminado devorado sin piedad por la sociedad. Realmente ya no sabes si Néstor y Ana, tus nuevos compañeros de piso, son personas que valga la pena conocer o no, tu interrelación con ellos no ha pasado en esta ocasión de un par de cervezas compartidas los primeros días, charlas acerca de las tareas comunes en este piso al que solo un irremediable optimista o un cretino podría llamar hogar y las típicas discusiones acerca de los gastos y la pesadumbre que cada inicio de mes viene acompañada con numerosas facturas que pagar puntualmente si no quieres arriesgarte al vértigo del fracaso y la pobreza.

Realmente sabes bien que no es propio del ser humano reducir tu socialización a esos parámetros, pero tras interminables mudanzas y sus posteriores decepciones inevitables cuando el sueldo recorta tus posibilidades de vida, tras el baile de compañeros de habitáculo que hace que cueste demasiado intentar ganarte la confianza o considerar amigos a personas a las que ahora apenas ves cuando entras y sales del portal o a las que intuyes por sus ruidos alguna noche, la apatía ha terminado ganando terreno a la humanidad. Por ello, sentado ante el ordenador reflexionas acerca de como todo esto comenzó mucho antes de que el virus hiciese acto de presencia, puede finalmente el Covid simplemente sea un síntoma de la verdadera enfermedad capitalista, un aviso, una última oportunidad… Se te está yendo la pinza, es eso. Te levantas, sales al salón y tras lavarte la cara con agua fría y comprobar tus ojeras frente al televisor, piensas en que quizás necesites comer algo, olvidar la presión del curro para que entregues cada vez mejores resutlados en menos tiempo y la sensación de que quizás seas el siguiente de tus amigos en pasar a engrosar la lista del paro. Todos han caído uno por uno, todos han visto como sus carreras, sus másteres, sus academias de idiomas y toda la mierda que nos vendieron como un éxito asegurado, no son más que una delicada rama a la que agarrarse mientras el suelo se deshace bajo nuestros pies. Solo los niños de papa tiene el futuro asegurado, solo la herencia de una clase social privilegiada puede aportar tranquilidad a un mundo demasiado líquido, demasiado inestable, demasiado desigual.

Hace mucho que no follas, hace mucho que no sales, hace mucho que no sientes, que no vives, que no eres realmente feliz, si es que alguna vez has llegado a serlo… Pero te han dicho que eso es lo adecuado, lo moderno, lo cool, navegar por una indefinición constante, “surfear la vida” e inventarte mil excusas oportunamente esgrimidas cada vez que acudes a un garito demasiado extraño y demasiado caro en el que nadie te entra diciendo que es fontanera, electricista o secretario, todos sus trabajos contienen mucha creatividad aderezada con anglicismos que esconden la profunda precariedad y tristeza de nuestras vidas. Sexo rápido, empleos rápidos, alineación instantánea y comida basura eficazmente puesta a nuestro servicio con una simple Aplicación electrónica. Sabes que es una mierda, una vía rápida para la explotación laboral y que algún otro pringado como tú a estas horas estará recorriendo la ciudad a toda pastilla para entregar una caja de condones a un par de críos que se han conocido por Tinder, la cesta de la compra a una anciana cuya interacción social se reducirá a esos escasos segundos de contacto visual con algún repartidor o una hamburguesa pasada, repleta de colesterol y demasiado cara destinada a ser engullida en soledad por algún fracasado. Ese es tu papel, un actor secundario en esta cadena de consumo sexual, social y alimenticio.

Hubo un tiempo en el que te consideraste un joven sofisticado, concienciado y comprometido con la sociedad, un simpatizante o incluso activista de izquierdas, por aquel entonces ni se te pasaría por la cabeza participar de esta clara máquina de explotación capitalista que fomenta la esclavitud moderna encadenando a un trabajo precario a miles de riders sin apenas derechos, por aquel entonces te calzarías las deportivas, un pantalón viejo, pero que te hacía sentirte cómodo, y saldrías a la calle a tomar algo y cenar a base de tapas. Quizás conocerías a alguna persona interesante, terminarías en un pub del centro y posteriormente camino a un after o a una casa de una desconocida a la que llamarías al día siguiente para continuar la charla acerca de los cambios sociales o literarios que ambos considerabais imprescindibles la noche anterior. Puede que todo eso se haya ido a la mierda con la pandemia o simplemente puede que ya estuviese muerto antes, la lluvia, la nevera vacía, el menú con patatas y bebida o mil excusas oportunamente desplegadas ante nuestros ojos a las que agarrarnos, para no admitir que el trabajo te está matando, para no gritar que no soportas a tu jefe y que no es que no lo soportes por sus exigencias y su pedantería, no solo por eso al menos, no lo soportas porque ese maldito cretino te está chupando la sangre sin ser otra cosa que un alienado más en esta cadena, un pobre diablo que solo obedece órdenes para poder comprarse el nuevo modelo de Audi y quizás irse de putas algún fin de semana con los jefes de las demás secciones. Vamos, nadie en este maldito edificio tiene tiempo para una familia, nuestra vida se basa en el consumo, en fomentar el consumo de otros peones del tablero, en consumir nuestro talento en un trabajo repetitivo y mal pagado, en consumir nuestro tiempo, nuestra vida, otros cuerpos, comida basura, el planeta… Todo se reduce ya únicamente al consumo.

La comida está tardando demasiado, enciendes la televisión y las cifras de muertos y contagiados bailan ante tu presencia en la pantalla, una fiesta de jóvenes adinerados, un alcalde que se vacuna saltándose su turno, burlas por la eficacia de la vacuna rusa en un nuevo capítulo de la guerra fría, acciones de alguna farmacéutica que suben ante el anuncio de su poco aprecio por la ciencia o la salud humana, mentiras del gobierno, mentiras de la oposición y un repartidor de Deliveroo que esa noche sin embargo llevaba un cajetín de Glovo y que ha perdido la vida al estrellar su moto contra un camión de basura mientras llevaba una hamburguesa pasada, repleta de colesterol y demasiado cara destinada a ser engullida en soledad por algún «fracasado». Ese ha sido su papel, el de un actor secundario en esta cadena de consumo sexual, social y alimenticio que termina en el frío asfalto de la capital mientras la vida sigue, mientras las compañías buscan a un sustituto y se desentienden rápidamente de la responsabilidad por el accidente. Mientas el ministerio le da vueltas a una problemática laboral que está muy clara, pero que nos quieren hacer creer que realmente es compleja. Mientras la esclavitud vuelve, mientras el ejército industrial de reserva crece y la rabia aumenta, mientras tú esperas tu hamburguesa y un enfermero jubilado intenta reanimar sin éxito durante más de 30 minutos a un trabajar 48 años que se suma hoy a las víctimas de la pandemia capitalista. Esa es hoy nuestra sociedad, demasiado rápida, demasiado distópica y muy poco humana.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/nuestras-vidas-se-nos-consumen/

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Pasión, amor y educación

Por: Erick Juárez Pineda*

El ejercicio pleno del derecho a la educación requiere necesariamente de prácticas educativas que estén ejecutadas por profesionales con una formación sólida y amplia experiencia en la materia. Además, de las condiciones necesarias para su desarrollo e implementación de estrategias enfocadas al aprendizaje de los estudiantes.

Sin embargo, esto no sería posible sin pasión ni amor.

En Pedagogía del oprimido, Paulo Freire advierte que el despertar de las personas y la liberación completa, sólo vendrá desde adentro, es decir, desde la noción individual de su condición de oprimidos y, posteriormente, de una visión colectiva del contexto. Esto, señala, va acompañado de procesos amorosos de reconstrucción interna que se refleja en el deseo comunitario de mejora y liberación.

Los millones de maestros y trabajadores de la educación que a diario enfrentan los contextos, situaciones e historias más complejas, deben tener una fortaleza emocional casi inquebrantable. La interminable desigualdad de condiciones, injusticia social e incertidumbre del porvenir; aunado a la crisis epidemiológica que atraviesa el mundo y los cambios radicales en materia educativa, han mermado considerablemente la salud mental de los principales actores educativos.

Como sabemos, lamentablemente son momentos de mucha frustración, tensión y tristezas. La amenaza constante a la salud, pérdidas de empleos e ingresos económicos, la débil y tardía adaptación a los dispositivos digitales y el poco acceso a los recursos tecnológicos para continuar con la tarea educativa, son factores que debilitan y transforman la tranquilidad emocional de padres, alumnos y maestros.

Sin embargo, aunque mucho se habla del cuidado mental de los alumnos, poco se ha abordado la salud emocional de los docentes.

La pérdida de familiares cercanos, la disminución de sus ingresos familiares, el incremento de tareas y el poco o nulo acompañamiento y respaldo por parte de las autoridades educativas y los grupos sindicales, han debilitado considerablemente la parte emocional de los trabajadores de la educación.

A pesar de ello, de las malas condiciones, la poca voluntad política por mejorar el contexto y la incertidumbre del futuro próximo, existe un pequeño hilo de esperanza alimentado de amor y pasión educativa.

La mayoría de maestras y maestros han sabido sortear el complicado panorama. La creatividad, el crecimiento de redes de apoyo magisterial independiente y la creciente exigencia y formulación de propuestas, han dado esperanza, aunque sea mínima, para creer que no todo está perdido.

Otras crisis profundas por las que ha atravesado la nación han dejado lecciones valiosas: la empatía, el amor propio y colectivo y la pasión por mejorar las condiciones, han demostrado que no se requiere participación gubernamental, política o de otras organizaciones para lograr mejorar las cosas. Sin embargo, es necesario, como dice Freire, despertar la inconformidad interior para generar cambios que ayuden, de verdad, a mejorar esas malas condiciones.

Ya lo decían en algún momento los zapatistas: llamamos a todos y a todas a no soñar, sino a algo más simple y definitivo: los llamamos a despertar.

Para Miriam por su interminable pasión educativa

* Periodista especializado en temas educativos. Director editorial de Educación Futura . Locutor de La Otra Educación 97.3 FM.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/02/07/opinion/014a1pol

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La era del protocolo, los debates insignificantes y la estupidez institucional

Por: Darío Balvidares*

¿Qué pasó con el quedate en casa?

La apariencia siniestra y bélica del virus comienza a transformarse; la pedagogía instrumental del acercamiento alejado (valga el oxímoron)  con los cuidados prescriptos en protocolos que mutan mas rápido que el mismísimo Covid 19, permite dejar en el museo lingüístico el sintagma “quédate en casa”.

Los jóvenes, que hasta hace veinte días eran los criminalizados y demonizados por funcionarios y periodistas por juntarse en playas y boliches, ahora, gracias a las buenas intenciones educativas que la pedagogía instrumental propone, son sacralizados por la necesidad de “recuperar los vínculos”, entonces van a poder desplazarse en el transporte público sin ninguna restricción y lo más importante: ¡volver a la escuela!

Por supuesto que la problemática vincular afectó al conjunto de la población y cuanto más a les chiques, pero sabemos, por el “diario del lunes”, es decir, lo que sucede en Estados Unidos y Europa, que las segundas y terceras olas también necesitan del mismo “semáforo” que ustedes mismos adoptaron, me refiero a los que manejan las decisiones políticas.

Pero el cinismo sistémico no tiene límites, los jóvenes son ángeles o demonios según la imagen/mundo que los gobiernos/medios pretenden crear más allá de la realidad objetiva con la que casi nunca los discursos político/mediáticos coinciden.

Deberíamos hablar de las juventudes, puesto que la fragmentación social acentúa las diferencias socioeconómicas, al igual que sucede con la niñez, con un 62.9% por debajo de la línea de pobreza, según UNICEF. Pero este tema no parece estar en la agenda, ni las muertes de niñes wichis por desnutrición o la del niño de 8 años fallecido por covid 19 de la comunidad chané de Iquira en Salta, trasladado al hospital de Tartagal[1] hace unos días.

Lamentablemente les niñes sí se contagian y es falaz lo que dice la ministra Soledad Acuña:

“Tenemos millones de papers científicos que confirman que los chicos no son un factor de transmisión masivo, que las escuelas abiertas, al revés de lo que se pensaba, son un espacio, con protocolos, no solo necesarios sino posible”[2]

Un informe de UNICEF publicado por la ONU demostraba que les niñes sí se contagian y que las consecuencias a futuro pueden ser devastadoras.

“A lo largo de la pandemia de COVID-19 ha existido un mito persistente de que los niños apenas se ven afectados por la enfermedad. Nada podría estar más lejos de la verdad”, asegura Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF.

“Si bien los niños pueden enfermarse y propagar la enfermedad, esto es solo la punta del iceberg de la pandemia. Las interrupciones en los servicios clave y las crecientes tasas de pobreza representan la mayor amenaza para los niños. Cuanto más persista la crisis, más profundas serán sus repercusiones en la educación, la salud, la nutrición y el bienestar de los niños. El futuro de toda una generación está en riesgo”[3]

 

Pero no sólo se trata de esa “punta del iceberg”, hay otra punta que ataca a niñes y jóvenes y es el síndrome multisitémico inflamatorio pediátrico  (MIS- C) como informó el Washington Times  hace pocos días.

“Aproximadamente 1,600 casos y 26 muertes asociadas con MIS-C se han identificado en todo el país a principios de enero, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.

Los expertos en salud dijeron que el reciente aumento de casos de coronavirus en todo el estado podría llevar a más casos de MIS-C.

El estado anunció sus primeros casos confirmados de la enfermedad en julio. Sus síntomas incluyen fiebre, dolor abdominal, vómitos, diarrea, dolor de cuello, sarpullido, ojos inyectados en sangre y cansancio. La mayoría de los niños con MIS-C se recuperan, anotó el departamento de salud”[4]

Una enfermedad asociada al covid-19, pero que se desarrolla en niñes y adolescentes, es probable que sea poco frecuente, pero es otro dato a tener en cuenta porque de hecho ya está instalada en los Estados Unidos, uno de los países que lleva la delantera en cantidad de muertos por covid.

En el mismo sentido y en línea con los problemas derivados del covid-19 “…según un estudio publicado en la revista médica JAMA Pediatrics, los niños, los adolescentes y los adultos jóvenes tienen un mayor riesgo de complicaciones graves por COVID-19 de lo que se pensaba anteriormente, y las personas con afecciones de salud subyacentes tienen un riesgo aún mayor[5]

El mundo alucinante

Mientras éstas y otras cientos de informaciones científicas van descubriendo efectos colaterales del covid-19 y apareciendo asociadas nuevas enfermedades; los contagios aumentan en los países centrales, las muertes también. Se vuelve atrás en las medidas de apertura de las escuelas y universidades, el virus muta y ataca de nuevo. Mientras eso ocurre de acuerdo con los datos de la realidad objetiva, acá, un puñado de funcionarios resuelve que es “seguro volver a las clases presenciales” ajustándose a los protocolos.

El alucinatorio del tándem político/mediático solo establece su enrarecida “grieta” en discusiones de almanaque, no aparecen debates de fondo que dejen de lado la “pedagogía instrumental” en la que se refugian los “engrietados” para soslayar la crisis sistémica en que las políticas educativas puestas en marcha desde hace décadas fueron devastando la educación pública con presupuestos a la baja y el abandono sistemático de la  infraestructura.

Aunque nos hablen de los porcentajes del PBI, nunca alcanzó para hacer escuelas, ni para sostener las que hay, así como los eternos discursos contra les docentes, víctimas del proceso de precarización salarial y de las condiciones de trabajo.

En el propio alucinatorio institucional, el año pasado se hablaba de la voluntad que había tenido, la docencia en su conjunto para sostener el vínculo, intentando representar o generar un vínculo pedagógico (en el distanciamiento) con sus estudiantes. Claro con los que la precaria “conectividad” les permitía y por supuesto sólo con aquellos que por lo menos, accedían, aunque fuese unas horas, a algún tipo de equipo tecnológico.

Pero en ese propio alucinatorio, en el 2021 los héroes vuelven a ser los villanos, porque exigen seguridad sanitaria en todas sus dimensiones, además de paritarias que den cuenta de los salarios deprimidos, de-preciados… Entonces, frente a la posibilidad de medidas de fuerza, absolutamente legítimas, los gobiernos responden con amenazas de descuentos salariales y diatribas propias de los patrones de estancia.

Y nos hablan de protocolos que estos mismos gobiernos no pueden cumplir, porque ni siquiera conocen la realidad de las escuelas en su dinámica diaria y mucho menos se hacen cargo de lo que se necesita en el mundo real, no en el discurso protocolar.

Y se piensan a sí mismos, “amigos” de la nueva normalidad porque alguien, en alguna parte habló de la burbujeante escuela del siglo XXI, que no contempla ni siquiera la pareja pedagógica en tiempos de pandemia, eso es la burbuja de la pedagogía instrumental, que solo sabe de ajustes y disciplinamiento.

Pero, ocurre que el virus, no sabe de burbujas, por otra parte impracticables, con el diseño que tiene el trabajo escolar; con docentes que tienen más de una escuela, que viajan en transporte público y todo lo que ya sabemos que presupone la presencialidad, que en estos momentos y justamente como dicen algunos de los infectólogos, el virus muta y tiene mayor potencialidad de contagio.

Así y todo, el convidado de piedra, el ministerio de educación nacional, que sólo sigue las “recomendaciones” de la UNESCO y otros obsoletos organismos internacionales, de donde salieron las políticas reformistas de la educación a pedido de los intereses de las grandes corporaciones, entra en cortocircuito con alguno de los “dichos” del 2020, respecto de la presencialidad en relación con la vacunación.

“No van a volver las clases con normalidad hasta que haya una vacuna contra el coronavirus[6] dijo el ministro Nicolás Trotta.

La vacuna no es condición indispensable para la presencialidad[7] dijo el ministro Nicolás Trotta.

En estos días el propio ministro está aislado por haber estado en contacto durante su gira por las provincias, con funcionarios que habían contraído el covid-19.

Acá se abre la gran pregunta…

¿Acaso el ministro de educación de la Nación infringió alguna de las normas dispuestas en los protocolos que ellos mismos diseñan?

Todo es posible, aunque es improbable que no tengan los resguardos necesarios, en esos niveles de exposición.

Ahora bien, si la ministra de educación de Santa Fe, Adriana Cantero[8], tiene covid y estuvo reunida con el ministro Trotta y por eso tiene que hacerse los test y cumplir con el aislamiento y estamos hablando de una pequeña reunión con todos los protocolos a disposición y los elementos de protección también; esa situación que están atravesando debería funcionar como alerta para las decisiones que van a tomar. ¿O lo que les sucedió a pequeña escala, también va a tener una respuesta acorde con el alucinatorio institucional?

Del alucinatorio y la estupidez

Entre otras de las cuestiones que deben ser aclaradas es que los Estados, incluso el nuestro, no fueron tomados por sorpresa con la propagación del virus pandémico, un interesante documento de septiembre de 2018 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial ya alertaba sobre lo siguiente:

 

“Si es cierto el dicho de que «el pasado es el prólogo del futuro», nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado”[9]

Es decir que ya se conocía lo que iba a suceder.  No es en este artículo en dónde vamos a poner en debate el por qué, todes sabemos lo que sucede con la degradación antrópica provocada en el planeta por su modelo de producción.

Pero, teniendo este antecedente, no es válido que nos sigan diciendo que el virus “nos tomó por sorpresa”.

Y mucho menos que ahora quieran exponer a la comunidad educativa como experimento para ver qué pasa.

Ya sabemos qué va a pasar, vamos a tener un rebrote  aumentado por la estupidez institucional, por no esperar la aplicación masiva de las vacunas, entre otras cosas.

En estos días se realizó un documento con un pronunciamiento[10] público, del cual soy firmante, al igual que miles que han adherido, porque no están dadas las condiciones de bioseguridad y no se ha debatido con el conjunto de la comunidad educativa, dando por sentado protocolos que solo fueron consensuados entre funcionarios que luego desligarán responsabilidades, como es su costumbre institucionalizada.

Dejo como cierre del artículo uno de los párrafos del documento citado:

“La comunidad educativa se construye colectivamente y todos/as sus integrantes tienen derecho a participar en la misma; nos oponemos a la decisión arbitraria e inconsulta de efectivizar el retorno a la presencialidad escolar sin condiciones suficientes para el cuidado de la vida. Solicitamos al Consejo Federal de Educación NO redefinir el Semáforo Epidemiológico, que fue aprobado en 2020 y acordado de manera nacional”.

Tal vez la producción pública de la vacuna pueda ayudar a recuperar más rápidamente la presencialidad sin que esté sospechada de otra decisión propia de la estupidez del alucinatorio institucional.

*Profesor y Licenciado en Letras (FFyL-UBA). Fue docente durante 30 años y Rector de la Escuela de Comercio 3, Hipólito Vieytes (CABA). Como investigador es autor de “La educación en la era corporativa, la trama de la desposesión”. Herramienta Ediciones y Contrahegeminía Web (2019) CABA.  Y del ensayo “La novela educativa o el relato de la alienación”  Redes Cultura (2005) CABA, con prólogo de Osvaldo Bayer. Además de decenas de trabajos y artículos publicados en Contrahegemonía Web; Rebelion.org  y Otras Voces en Educación. Durante 15 años fue productor periodístico y columnista del programa radial La Deuda Eterna.

 

Referencicias:

[1] https://www.laizquierdadiario.com/Fallecio-un-nino-originario-por-covid-19-en-el-norte-de-Salta

[2] https://www.nueva-ciudad.com.ar/notas/202102/45379-acuna-dijo-que-les-nines-no-contagian-dura-respuesta-de-especialistas.html

[3] https://news.un.org/es/story/2020/11/1484262

[4] https://www.washingtontimes.com/news/2021/jan/29/sc-reports-1st-death-from-inflammatory-pediatric-s/

[5] https://www.infobae.com/america/tendencias-america/2020/07/01/los-jovenes-y-el-covid-19-de-ser-inmunes-a-ser-el-centro-de-la-enfermedad/

[6] https://www.treslineas.com.ar/trotta-volver-clases-normalidad-hasta-haya-vacuna-contra-coronavirus-n-1602170.html

[7] http://seguinforma.com.ar/trotta-la-vacuna-no-es-condicion-indispensable-para-la-presencialidad/

[8] http://elcorreodigital.com.ar/noticia.aspx?idContent=32371

[9] “Un mundo en peligro” Informe anual sobre preparación mundial de emergencias sanitarias. Septiembre 2018.

[10] https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdRVoFCK95rDolEZimxIQuGD6AfnlVtjJdDNaT1gcN9b2nCNw/viewform

 

Fuente: El autor escribe para OVE

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