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La educación que queremos | Seres permeables en un mundo líquido

Por: Andrés García Barrios

En esta nueva entrega de «La educación que queremos», Andrés García Barrios comparte algunas reflexiones en torno al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Reflexiones en torno al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

Es de noche, vamos de regreso a casa. G ―mi esposa― está al volante. Contenta, me dice que me va a mostrar el atajo que descubrió en estos días. Con asombro, veo como poco a poco se adentra en lo que sospecho será un gran desvío. G. me pide paciencia y sin embargo llegamos a un punto en que cualquier rumbo que ella elija será una desviación: el camino más corto quedó atrás. Su atajo resulta ser un rodeo enorme; eso sí, por pasos a desnivel bastante despejados por los que el auto avanza ágilmente, dándome una sensación de vuelo, de libertad. “¿Ves? ―me dice― ¿Es una buena ruta, no crees?”. Yo me río. Trato de disimular y ser amable. Hemos recorrido varios kilómetros de más, con gasto de gasolina y tiempo. Sin embargo, con mi disposición tranquila, el viaje me ha parecido ligero y sin inconvenientes. Llegamos a casa sin discutir. G. también está a gusto, no hemos batallado por saber quién tiene la razón.

De hecho, siempre hay mil razones para tomar una ruta diferente a la “correcta”. Razones que no tienen nada que ver con los razonamientos habituales, razones que ponen en entredicho nuestro concepto de error; razones que prefieren caminos mentales ágiles, con sensación de vuelo, por espacios amplios e iluminados. donde caben la intimidad y el afecto, el respeto y la consideración, y que dan por añadidura una experiencia de aterrizaje cuando uno llega a una conclusión. Razonamientos que tienen más que ver con invitar al otro a compartir una experiencia. Razonamientos que me recuerdan aquella frase de Blas Pascal, el científico y místico francés: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”.

Darío Sztajnszrajber, popular escritor argentino y divulgador de la filosofía, propone que tomemos el significado de la palabra filosofía (amor a la sabiduría) poniendo más énfasis en el amor que en el conocimiento. Es lo que hace G. Seguro que cuando anda por ahí experimentando nuevas rutas, aprende algo y ama eso que aprende.

Al decir esto, me envuelven de súbito aquellos versos de Oliverio Girondo que se refieren a las mujeres diciendo: “No les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar”. Me envuelven, sí, y sin embargo son versos que no me gustan. ¿Quién se cree Girondo ―por muy poeta que sea― para decirles a las mujeres cómo deben ser, para pedirles que llenen sus expectativas y, a fin de recibir su perdón, se echen a volar? ¿Acaso él mismo es un ave altísima, un querubín, un veloz planeador a la espera de que las mujeres lo alcancen? Yo, la verdad, me lo imagino más bien como un gordo terrenal, apoltronado en su camastro y pidiéndoles a las mujeres que vuelen para él, que se eleven y lo diviertan con su vuelo. Sin embargo, a G. le encantan esos versos; así me lo dijo hace más de veinte años cuando la conocí. Tal vez esperaba que yo fuera ese hombre que la alentara a volar, que admirara su vuelo y la incitara a elevarse. Pero yo lo que hice en aquella primera cita fue criticar a Girondo.

Lo critiqué, sí, sin fingir el menor romanticismo. Pero bueno, al menos también le expliqué a G. por qué lo hacía. Finalmente, decir todo lo que pienso es mi debilidad. Es también ―ella y yo lo admitimos― una de las cosas que nos ha mantenido juntos. La otra es el hecho de que G. fuera más bien callada, al menos en cosas que yo consideraba esenciales. Ambas “debilidades” nos han mantenido unidos porque estando juntos hemos aprendido a escucharnos. Escuchar su silencio ha sido lo más difícil para mí. Hablar y escucharme ha sido el reto para ella. Así lo veo yo. Y juntos vamos aprendiendo y creando un espacio de habla y silencio, de comunicación.

Vamos creando un espacio de comunicación para nosotros y nuestros hijos. Tenemos dos. Deseamos que ellos aprendan de ese silencio rumoroso y parlanchín que hemos creado juntos, donde las palabras pueden hablar pero siempre intentan no decir “lo definitivo”, “lo correcto”. Lo intentan aunque no siempre lo logran: a veces rebasan la raya del silencio prudente, pero por lo general logran retraerse e incluso pedir una disculpa.

Zygmunt Bauman, el pensador polaco, describe el mundo actual como una modernidad líquida en la que todo fluye y escapa a nuestras manos, desbordando todas las verdades que podrían contenerla. En este mundo no hay dirección sino dispersión. Nada queda, nada se detiene para poder mirarlo, nada frena el tiempo suficiente para tomar un poco de ello. Me sorprende que esta imagen de la dispersión líquida sea también la que representa, según los antiguos chinos taoístas, a la necedad juvenil, que fluye por todas partes sin postura alguna ni dirección, y que sin embargo, gracias a su propia terquedad, acaba llenando todo y superando los obstáculos para seguir corriendo: así se hacen los ríos, los grandes cauces que hacen que la humanidad permanezca.

Una realidad líquida tiene la virtud de que nos enseña a ser permeables. El término permeabilidad (sinónimo, para mí, de comunicación) sirve a la idea principal de este artículo, que es despejar las telarañas ideológicas que se han fraguado en torno a las diferencias entre hombres y mujeres, efectuar un ejercicio de desaprendizaje que cuestione todos esos razonamientos contundentes que nos encierran a mujeres y hombres en nichos arbitrarios, en estereotipos “impermeables” entre sí.

Mi mente se remonta entonces al origen moderno de este tipo de cuestionamientos, es decir, más o menos al siglo XVI, cuando la humanidad comenzó a deshacerse de un sistema clerical que había convertido los misterios de cielo y tierra en reglas y obediencia, reprimiendo todo tipo de pensamiento autónomo. Al sentir que con su razón podía entender la realidad, el ser humano vio en el conocimiento matemático y científico la vía para recobrar el para entonces ya muy desgastado espíritu de trascendencia. La promesa inicial fue incluir a las mujeres en ese vuelo. Los salones de algunas ricas damas se llenaron de hombres y mujeres que discutieron juntos los importantes avances de la filosofía y la ciencia. Ellas, como figuras centrales de esas tertulias, influían ―indirectamente pero de forma contundente― en las oportunidades de los varones para entrar en los círculos académicos (que a ellas, por cierto, les estaban vedados). Además, al exigir que en sus salones se hablara sin pedantería sino con un lenguaje llano y comprensible para todos, se convirtieron en las primeras divulgadoras de la ciencia.

Pero aquel incipiente protagonismo les duró poco. El nuevo espíritu de trascendencia que se había distanciado de la religión oficial y que ahora veía a la razón como la cúspide de lo humano, no se separó sin embargo de la antigua dualidad filosófica entre alma y cuerpo. Ahora la mente, el intelecto, se elevaba sobre la naturaleza, intentando reducir el mundo material a objeto de estudio y satisfactor de las necesidades físicas. Siendo estas últimas indoblegables, resultaba necesario que alguien se hiciera cargo de ellas. La mujer, a quien se creía más apegada a la naturaleza,* era la candidata ideal para las tareas de esa materialidad cotidiana, como administrar el hogar y criar a los hijos.

Ya para el siglo XVII, las “mujeres sabias” eran objeto de burla (el gran dramaturgo francés Moliere cometió el error de ridiculizarlas en al menos dos de sus comedias). Muchas acabaron por ocultar su fuerza para conservar al menos el poder que les daba parecer débiles. Otras dieron la batalla. Sin embargo, la sociedad no era aún lo suficientemente líquida (lo suficientemente confusa e inasible) como para exigir la permeabilidad que en la época actual empieza a ser requisito de supervivencia. La ciencia apenas emprendía el vuelo y tardaría todavía mucho tiempo en alcanzar su punto más alto. Después de un siglo XIX que recrudeció tanto la fe en la verdad científica como la represión sobre la mujer (cuya inferioridad intelectual ahora estaba “científicamente comprobada”), los seres humanos vimos a la diosa Razón acercarse a su punto de mayor lucidez mientras sus alas empezaban a chorrear, como las del pobre Icaro que, sin tomar en cuenta que eran de cera, se acercó al sol demasiado.

Hoy, en nuestro mundo de alas licuadas y verdades líquidas, ya no tiene sentido que lo masculino y lo femenino (reales o estereotipados) permanezcan separados y empiezan por fin a permear uno hacia otro. Cada vez más juntos, hacen converger lo emocional/familiar con lo intelectual/social, cuya separación fuera herramienta clara del patriarcado racionalista que moldeó a la sociedad moderna. Aquí y allá, en rincones oscuros empieza a fraguar un nuevo mundo cuya principal característica promete ser una solidez moldeable. Al haberse perdido una valiosa oportunidad de igualdad, esa que fuera abierta en los inicios de la modernidad, una incipiente comunidad de seres permeables cuartea los moldes con una agresividad contenida por siglos: mujeres explosivas surgen para defenderse (a sí mismas y a todo su género) de hombres violentos que no quieren renunciar a tener la razón; otros hombres buscan y encuentran en la feminidad las cualidades que habían extraviado; algunos padres se quedan en casa a cuidar a sus hijos mientras las madres salen para dar a éstos un ejemplo de fuerza y feminidad. A nuestro alrededor, el aire mezcla todas las esencias, que vuelan quién sabe a dónde, sin dirección (todavía sin dirección), en busca de un hogar terrenal más promisorio. Van hacia él por atajos inciertos y desvíos de varios kilómetros (perdidos para la razón, pero recobrados para el corazón) antes de aterrizar.

***

Si bien, en la mitología bíblica, la mujer es la primera en desobedecer a Dios, comer del fruto que da “discernimiento” y ofrecérselo al hombre, es este último, Adán, el primero en conocer la deslealtad (característica que no se le puede imputar a la mujer): de inmediato la acusa con el creador: “Fue ella quien me lo dio”. Y reniega de Dios y de lo que antes le era propio: “Ella, la mujer que  me diste”.

Admiro más a Eva. Si bien esto puede ser visto como una forma de empatía personal, no deja de resultarme sumamente útil para tomar la postura que el mundo actual me muestra como la más justa: ponerme del lado de la mujer y de su lucha por la igualdad (algunas prefieren hablar de equidad).

Apoyar a las mujeres no es fácil para los hombres porque significa aceptar que hemos quedado en desventaja frente a ellas. Me explico. Al atribuirles durante siglos una superioridad afectiva y mayores cualidades para la crianza, hoy que demuestran su igualdad intelectual en todos los órdenes, quedan dueñas de aquellas primeras cualidades además de las de sus capacidades cognitivas y su inteligencia (nosotros nos quedamos sólo con nuestra fuerza y nuestro cuerpesote, y en muchos casos ni eso). El haberles hecho a un lado, reservando para ellas el mundo emocional, tuvo sus riesgos, y ahora vemos cómo crecen y amenazan con dejarnos a sus pies, en la sombra.

En todo caso, la importancia de impulsar la lucha por la equidad de las mujeres y en educar a nuestros hijos en ese sentido, radica en que son sobre todo ellas las que hoy ―al movilizar sus derechos corporales, intelectuales y espirituales― están enarbolando una bandera que pertenece a ambos géneros (ni modo, tenían que hacerlo, a veces con justa explosividad, y es que los hombres parecíamos dispuestos a seguir en el mismo estado de alienación durante mucho tiempo, marcando una serie de diferencias arbitrarias que no nos pertenecían de fondo, de ninguna forma).

Creo que una sociedad permeable acabará revelándonos que somos tan parecidos, que en realidad nuestro principal conflicto radica justamente en espejearnos siempre: querer, por ejemplo, que el otro sepa de antemano quién soy, qué quiero, qué necesito, todo sin tener que decírselo ni pedírselo. O bien en querer expresárselo a gritos sin dar tiempo a que el silencio lo muestre. Todo como si yo fuera un Yo repetido dos veces, un Yo mirándome al espejo (todo lo contrario de alguien permeable: más bien un Narciso).

* Parece que las mujeres siempre se han resistido mucho más que los hombres a perder su integridad y a renunciar a su naturaleza. Finalmente tenía razón Pierre Roussel cuando en un libro de 1775 decía ―creyendo señalar un defecto― que “la mujer no sólo es mujer por una parte, sino por todas las caras por las que puede ser contemplada”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-educacion-que-queremos-seres-permeables-en-un-mundo-liquido/

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Pensamiento y palabra de una mujer Guerrera

Por: Yaosiuatl PCP (Citlali Pérez Vázquez)

 

“Lo más revolucionario que una mujer puede hacer, es decir, siempre en voz alta,lo que realmente piensa, siente, observa y escucha”(Yaosiuatl PCP).

 

Por siglos las mujeres fuimos despojadas, explotadas, ultrajadas, violadas, asesinadas, encarceladas, guillotinadas, debido a un sistema político-ideológico machista, que se basa en la creencia de que las mujeres no son poseedoras de conocimiento, no tienen derechos y deben estar subordinadas a los hombres, hacer lo que sus maridos les digan, aceptar todo lo que el hombre ordene, a costa de su propia voluntad, dignidad,  su vida, su energía, su trabajo, su tiempo, su cuerpo, todo, absolutamente todo, al servicio del hombre.

Esta ideología, modo de pensar y de ser, sigue predominando en todo el mundo, hasta los rincones más alejados de la comunidad y la ciudad. Lo cual, ha originado, una relación violenta, destructiva,  antagónica entre los hombres y mujeres, pues sin darse cuenta, inician una lucha por el poder, por el control. Lo que nos lleva a perder el camino, pues nos lleva a batallas agotadoras, violentas, divididas, manipuladoras, alentadoras, en la supuesta búsqueda de libertad, justicia, amor y paz. Cuando en realidad, lo único que estamos haciendo es alejándonos de la conciencia, del amor, del respeto, de la convivencia y del equilibrio natural que emerge en el ser mismo.

En la búsqueda de libertad, de trabajo, salarios dignos y equitativos, el derecho al voto y asumir cargos públicos. Se encuentra la lucha de miles de mujeres, una lucha  larga, constante, feroz, sinuosa, aterradora. Pues muchas de esas batallas, se desarrollaron en medio de la violencia. Los hombres y el grupo político hegemónico predominante en aquellas épocas,  para aplacarlas y ejercer control sobre ellas las quemaban vivas en plazas públicas o las guillotinaban, otras las atemorizaban destruyendo su hogar, su matrimonio, su familia por el solo hecho de hablar,  protestar y participar en reuniones de sensibilización y de exigencia de sus derechos políticos, laborales, sociales,  dignos, justos y equitativos para todas las mujeres y los hombres. Ellas, trabajaban más en las fábricas y ganaban menos que los hombres, la injusticia se hacía presente en la sociedad por el solo hecho de ser mujeres, por eso, se organizaban y se reunían para luchar, exigir que fueran respetadas como seres humanos y  para dejarles un camino de esperanza a otras mujeres, para que sus hijas e hijos tuvieran una vida mejor y distinta a lo que ellas vivieron.

Quiero decirles que esos derechos políticos que hoy tenemos, no fueron gratis, por ocurrencia o porque algún hombre que dijo: ¡si, las vamos a tomar en cuenta, también las mujeres valen, hay que dejarlas que participen!, ¡no señores!, ¡eso no fue así!. Fue una batalla que se ganó con sangre, con vidas, con despojos, encarcelamientos, violaciones, torturas, destrucción de su hogar, de su matrimonio. Las primeras mujeres que se manifestaron en el mundo, fueron guillotinadas, como fue el caso de Olympe de Gouges. Muchas de ellas fueron asesinadas, ultrajadas, apedreadas, despojadas de su hogar, de sus hijos/hijas.

Cuando recuerdo,  leo su historia de vida e  imagino a esas mujeres que nos antecedieron luchando por nosotras, se me salen las lágrimas por el dolor, el sufrimiento y el daño que les hacían.  La rabia y su rebeldía eran su fuerza, pero lo que las motivaba a seguir luchando era la esperanza de dejar  una vida mejor a todas  sus hijas e hijos.  Hacer valer los derechos y libertades que nos dejaron esas mujeres en el mundo, que dieron su vida por nosotras para que viviéramos felices, es el mejor legado que nos han dejado. Gracias a esas mujeres y algunos hombres que fueron sus aliados, se lograron conquistar los derechos que hoy en día se encuentran establecidos en la constitución política.

Todo esto tuvo que pasar para que fueran escuchadas y visibilizadas sus demandas, sus sentimientos, su forma de pensar, de ver el mundo y la vida. Sin embargo, en la actualidad siguen ocurriendo algunos de estos acontecimientos, lo que hoy solemos ver y escuchar por las redes sociales y medios informativos, que muchas mujeres siguen siendo  golpeadas, encarceladas, asesinadas, violadas, vendidas, desaparecidas, traficadas, por el simple hecho de buscar una vida diferente, querer salir de una cadena de violencia que lastima, mata y destruye la existencia de una mujer.

Hoy en día, no se trata de aprovechar la situación hostil que viven muchas mujeres en todo el país, para ganar adeptos políticos, manipular, enajenar, o ganar ventaja maniobrando dichos derechos de las mujeres bajo el supuesto de hacer respetar las leyes, “haciendo entre ver que las respetan y que las toman en cuenta”, cuando en la realidad muchos se aprovechan de la situación para satisfacer un interés personal o de algún grupo político. Tan es así, que cuestionar hoy en día un gobierno, contradecirlo y pensar diferente a lo que él cree y plantea, “te convierte en su enemigo, te llama traidor al pueblo, enemigo del pueblo o bien respondes a intereses de un grupo político traidor a la patria”. Hablar con dignidad, protestar, exigir justicia por una hermana o hermano que es violentado en su integridad, por señalar un gobierno autoritario, indiferente al dolor de muchas mujeres. Pareciera que es ¡un delito!

Por eso, la lucha para romper con esas cadenas de violencia y el machismo, es dura como la roca, larga, constante, pero tenemos que ser perseverantes, conscientes, y jamás rendirnos, mantener nuestro espíritu de esperanza.

La lucha actual para derrocar un sistema machista, opresor, autoritario, hegemónico, corrupto, mañoso, manipulador y violento. Radica e inicia en luchar para despojarnos, desprendernos de nuestras creencias, hábitos, conductas, costumbres, sentimientos, que siguen alimentando el poder a los hombres.  Es decir, la lucha por la transformación de las mujeres, la libertad, la justicia y el respeto hacia las mujeres y los hombres, inicia desde abajo. Empieza por nosotras, pasa por nosotras y termina con nosotras, “Si yo cambio, todo cambia”, como lo dice la compositora y artista Mercedes Sosa en su canción: cambia todo cambia, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo…

Estoy consciente de que la lucha es necesaria, pues donde no hay lucha no hay fuerza. Pero esta lucha, es necesaria hacerla también, al interior de nosotras mismas,  con nosotras mismas, a lo que llamo una lucha por la transformación social desde abajo por la vía pacífica.

Un sistema que degrada a la mujer a una mera incubadora y que se alimenta con sus inocentes víctimas, no es un gobierno de la transformación, menos de la democracia. Por lo tanto, no hay cambio, no hay justicia, no hay  desarrollo, ni equidad, menos el ejercicio del derecho de las mujeres como seres humanos con capacidad, conocimiento e inteligencia. Estaríamos hablando entonces de un sistema político-social machista, que su elemento más violento en la sociedad nace en la ignorancia (itlanemilis uan itlajtol, Se Yaosiuatl PCP).

Por eso hoy, ¡8 de marzo 2023!,  reivindico la lucha de todas las mujeres que fueron y siguen siendo participes en todos los movimientos que se han gestado en Guerrero y en todos los rincones del mundo, para abrirnos el camino, el paso a la libertad, al derecho de vivir, existir, defendiendo la vida, la tierra, el agua, los bosques, los minerales, nuestro hogar, nuestra familia, nuestros hijos e hijas. Y Una forma de honrarlas y dignificarlas, más que haciéndoles honores, es poniendo en práctica y ejerciendo por la vía del hecho su espíritu de lucha, de rebeldía, que llevaban no solo en el cuerpo, en el alma, en la sangre, sino en el corazón.

Por ello,  hago un llamado a todas las mujeres de territorio, del campo, de los diferentes pueblos del mundo, de las colonias y de la ciudad, ha hermanarnos y unificarnos no solo para hacer la resistencia contra el opresor, sino hacer la revolución desde abajo, transformando nuestra vida, nuestro hogar, nuestro espacio y territorio comunitario. Para eso, tenemos que dar una lucha más; la más dura, la más difícil y la que pocas se atreven a enfrentarla, porque aquí se necesita no solo gritos, valía, constancia, rebeldía, sino voluntad, amor, consciencia, esperanza. Y un ingrediente más que Emma Goldman lo dejó muy claro: “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”. Ésta, si es una verdadera lucha revolucionaria que transforma desde abajo la vida de las mujeres.  Pues la lucha que hicieron nuestras ancestras, hermanas,  nos abrieron paso en este mundo, para mostrarnos el camino, la luz, la esperanza, la vida, la libertad, la justicia y el amor.

Las invito, a mantener la lucha firme y constante, hay que seguir puliendo la roca que se encuentra no solo afuera sino dentro de una misma.

Termino con esta frase de una mujer guerrera y revolucionaria: “La verdadera revolución no surgirá en las urnas ni en los juzgados, surgirá del alma de la mujer. Quienes no se muevan no notaran sus cadenas” (Rosa Luxemburgo).

Fuente de la información e imagen:  https://www.tlachinollan.org

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UAM: 50 años de la Casa abierta al tiempo

Por: Erick Juárez Pineda*

La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) se acerca a sus primeros 50 años, consolidada como una de las instituciones de educación superior más importantes de México y América Latina.

Su nacimiento, producto de luchas y movimientos sociales, marcó un parteaguas en la vida educativa del país, respondiendo a la exigencia nacional de abrir más espacios públicos para los estudios de nivel superior y colaborar a la generación de conocimientos que ayuden a resolver los diversos problemas que enfrenta la nación.

Actualmente vive un momento de transformación en medio de cambios profundos: las recientes reformas a la Ley General de Educación Superior; la iniciativa de ley en materia de humanidades, ciencias, tecnologías e innovación; el recorte a los presupuestos de las instituciones educativas y el contexto poscovid. A pesar de ello, existen avances importantes que le siguen posicionando como uno de los centros educativos de mayor incidencia.

Su plantilla académica es sólida: cerca de 90 por ciento de sus profesores cuenta con estudios de posgrado; 25.8 por ciento, con maestría, y 63 por ciento, con doctorado. Además, 46 por ciento de ellos pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Respecto a los productos de sus investigaciones, la UAM ha tenido un incremento importante. En 2022 se publicaron 4 mil 183 artículos especializados de investigación, 134 libros y se presentaron 5 mil 148 trabajos en actos focalizados.

A pesar del contexto de pandemia, en 2022 mantuvo su oferta de 82 programas de licenciatura, distribuidos en sus cinco unidades universitarias: Azcapotzalco, Cuajimalpa, Iztapalapa, Lerma y Xochimilco.

Para apoyar a sus estudiantes durante el confinamiento, se implementó el Programa de Becas en Especie dentro del Programa de Transición de Enseñanza en la Modalidad Mixta, donde otorgaron dispositivos electrónicos y acceso a Internet a estudiantes de nuevo ingreso que no contaban con esos medios digitales de comunicación.

Respecto a la comunicación y divulgación de sus actividades, la UAM impulsa un acercamiento con la comunidad interna y externa a través de diferentes frentes. Instancias como la Dirección de Comunicación del Conocimiento, UAM Radio, revista Casa del Tiempo o Semanario (órgano informativo de la UAM), forman parte de las herramientas de divulgación, incidencia y acercamiento.

Los retos son enormes: reforzar la atención a los casos de violencia de género, lograr una mayor incidencia y puentes de comunicación entre investigadores y tomadores de decisiones y enfrentar los obstáculos que se generan por los recortes presupuestales.

A pesar de ello, la UAM camina con paso firme. Son momentos de transformación, pero también de oportunidades para el desarrollo y defensa de la universidad pública.

Larga vida a la Casa abierta al tiempo.

Periodista especializado en educación.

Fuente de la información:  https://www.jornada.com

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La «vida lenta», la revolución silenciosa del hacer nada

Por: Paula Alvarado

BAJAR UN CAMBIO ES UN IMPERATIVO, TANTO PARA RESTAURAR EL EQUILIBRIO DEL PLANETA COMO PARA DOMAR NUESTRAS MENTES HIPERESTIMULADAS. ¿CÓMO HABITAMOS ESOS ESPACIOS DE OCIO? ALGUNAS PISTAS PARA RESIGNIFICAR EL VACÍO.

“La inactividad es una forma de esplendor de la existencia humana”, dice el filósofo Byung-Chul Han en su libro Vida contemplativa, editado en la Argentina este año. “La inactividad tiene su lógica propia, su propio lenguaje, su propia temporalidad, su propia arquitectura, su propio esplendor, incluso su propia magia. No es una forma de debilidad ni una falta, sino una forma de intensidad que, sin embargo, no es percibida ni reconocida en nuestra sociedad de la actividad y el rendimiento.”

Cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de ir más lento, tanto para reducir la presión de nuestros hábitos consumistas sobre la capacidad del planeta para regenerarse como para darles un descanso a nuestras mentes exhaustas de hiperestimulación tecnológica. El tiempo libre es el bien más preciado, pero cuando aparece se presenta como un problema a resolver, un espacio sobre el que operan dinámicas productivistas: hay que “llenarlo”, hacer uso de él con algún fin que demuestre provecho.

Byung-Chul Han no fue el único que cuestionó esta lógica en los últimos años. La artista Jenny Odell explora el tema ampliamente en su libro How to Do Nothing, de 2019 (en español se tradujo Cómo no hacer nada, que suena a contradicción pues la traducción literal sería “hacer nada”, bastante más correcto y poético). “El punto de hacer nada no es retornar al trabajo refrescada y lista para ser más productiva, sino cuestionar lo que percibimos actualmente como productivo”, dice.

Y propone algo sencillo para habitar ese lugar aparentemente incómodo, esa resistencia a la improductividad que tan instalada tenemos en la cabeza: prestar atención. Nada menos que al tiempo y al espacio: al sitio geográfico en el que estamos situados, al momento en la historia, a la comunidad de la que somos parte. Para Odell, hacer nada puede ser un lugar de activismo social y ambiental: “Si podemos usar la atención para habitar un nuevo plano de la realidad, es posible que nos encontremos ahí por medio del prestar atención a las mismas cosas y los unos a los otros”.

Hábitos nutritivos

Si la vida productivista y veloz que estamos experimentando hubiera dado como resultado espectaculares cifras de bienestar y felicidad, nadie estaría buscando cambiar el ritmo. Es el creciente descontento el que lleva a cuestionar este estilo, y en las raíces de ese malestar hay pistas para reorientar los hábitos. O para buscar qué hacer con el tiempo que aparece cuando bajamos la velocidad.

El profesor e investigador en ciencias del comportamiento y psicología Stephen S. Ilardi estudia las causas de la depresión y de los cambios de humor desde un enfoque holístico, observando el estilo de vida actual, e identificó seis hábitos a nutrir para mejorar el ánimo. Estos representan buenos destinos para el ocio: hacer ejercicio, exponerse a la luz solar, conectar con otros seres humanos, dormir lo suficiente, cocinar/consumir alimentos que nutran al cerebro (en especial aquellos con omega 3) y salir del rumeo mental para pasar a la acción.

Por otro lado, cada vez hay más evidencia de los efectos negativos que tiene la falta de contacto con la naturaleza y de los beneficios que trae esa conexión. El proyecto Ejercicio Verde de la Universidad de Essex viene estudiando el tema desde 2003, con diversos estudios que demuestran la importancia de moverse en entornos naturales. Por ejemplo, un estudio de 2010 concluyó que solo cinco minutos de ejercicio diario en entornos naturales (caminar, hacer jardinería, andar en bicicleta, etc.) lleva a mejoras en la salud mental y física. En otro estudio de 2020 queda claro que el ejercicio en espacios verdes puede jugar un rol importante en mejorar el bienestar, y es una herramienta que podría aprovecharse más en la salud pública. Allí hay otro destino positivo para el tiempo libre: salir a moverse en el verde.

Como un buen ayuda-memoria para tener presentes estas actividades está el proyecto Plano Humano: un póster sobre los aspectos inmateriales que hacen al bienestar, que busca desvincular la felicidad del consumo y de las posesiones materiales. Creado por BAI Cultura Ambiental e ilustrado por Sebastián Gaguin, sus símbolos, en orden de aparición en el sentido de las agujas del reloj, representan la biofilia (conexión con la naturaleza), el respeto por los tiempos y ciclos del cuerpo, la conexión humana, el estado de flow (perderse en una actividad creativa), el ejercicio, la alimentación saludable y el silencio mental (en la forma de descanso y meditación).

Felices en casa

Aunque la conexión con el mundo exterior es vital, las poblaciones de zonas con climas arduos han sido expertas en crear interiores acogedores para pasar inviernos duros e hicieron de esta práctica todo un arte. En países como Dinamarca y Noruega se usa el término “hygge” para denotar un estado de ánimo acogedor, íntimo, de bienestar y satisfacción en el hogar. En los Estados Unidos se usa el término “nesting” (anidar) en forma similar, como una tendencia que se opone al uso productivo del tiempo en actividades culturales o experiencias fuera de casa: significa quedarse en el hogar haciendo lo que una disfruta en realidad, libre del FOMO que genera el flujo de imágenes en redes sociales.

En estas tendencias también hay pistas para orientar el tiempo libre: las actividades para cultivar estos estados tienen que ver con bajar un cambio. Leer, encender velas, jugar juegos de mesa en familia, cocinar y tejer son algunas de ellas.

Más allá de si es puertas adentro o afuera, la reivindicación del tiempo de ocio como un espacio libre de los mandatos de la sociedad de consumo es clave. Como dice Jenny Odell: “Recuperar nuestra atención tiene un potencial revolucionario. Para la lógica capitalista, que prospera en la miopía y en el descontento, hay algo peligroso en algo tan ordinario como hacer nada: si escapamos literalmente los unos hacia los otros, quizá encontremos que todo lo que siempre quisimos ya estaba acá”.

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“Recuperar Nuestra Atención Tiene Un Potencial Revolucionario. Para La Lógica Capitalista, Que Prospera En La Miopía Y En El Descontento, Hay Algo Peligroso En Algo Tan Ordinario Como Hacer Nada.” Jenny Odell, Autora De Resistirse A La Economía De La Atención

Fuente de la información e imagen:  https://elplanetaurbano.com

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La ley mata, el espíritu vivifica una ley de educación ambiental

Por: Miguel Andrés Brenner

 

Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén.

Laudato Si, Alabado Seas. Párrafo 246.

 

Un eje fundamental de la institución de cualquier curricular en la escuela pública, hoy, es la educación ambiental. Desde este lugar, formulamos nuestros interrogantes.

Hay varias palabras claves que presentamos a modo de problemáticas: ¿el Norte político decide el sujeto del reclamo o de la crítica?, ¿innovación tecnológica o ecocidio?, ¿desarrollo?, ¿desarrollo sustentable?, ¿cultura-naturaleza?, ¿derechos de la naturaleza?, ¿ampliación de derechos?

Podemos plantear diferentes interrogantes.

  1. ¿Qué sentido tiene la educación ambiental y las leyes que se generen a tal efecto?
  2. Parecieran ser muy loables las mismas, y aún pertinente a las condiciones ambientales del presente histórico. Sin embargo, ¿no constituye una forma de ocultar la voracidad de ganancias y del ejercicio del poder político?
  3. Se ha escrito mucho acerca de las bondades de la educación ambiental y sus leyes, aunque poco o nulo efecto han tenido en el mundo.
  4. ¿No es un rasgo pesimista al respecto? ¿Acaso no es importante para alertar a las jóvenes generaciones acerca de una acuciante problemática?
  5. En la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático celebrada en Egipto, enero de 2022, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, advirtió: “O cerramos un pacto de solidaridad climática o un pacto de suicidio colectivo[1].
  6. Sin embargo, reiterando, ¿no resulta sumamente importante que las nuevas generaciones conozcan la problemática?
  7. Obviamente que sí, aunque a partir de las luchas de los pueblos. Las luchas pueden llegar a torcer voluntades devoradoras de la dignidad humana.
  8. ¿Qué rol, en tal sentido, puede asignarse al respecto a los líderes juveniles?
  9.  Me pregunto quién desde el ámbito juvenil lidera las mismas. ¿Será Greta Thumberg[2] – [3], sobre quien pesan algunas dudas, más allá de su personal honestidad? ¿Será desde las voces negadas de los pueblos originarios? Ninguna voz debiera ser silenciada, pero dar pantalla a una en desmedro de otras, es problemático, radicalmente discriminatorio, discriminación cuyo objetivo es la cancelación de las mismas comunidades.
  10. Cuando se habla de la innovación tecnológica como una solución para superar la incertidumbre, como rezan tantas ONGs u organismos multilaterales, nunca la referencia es al medio ambiente. ¿Por qué?
  11. Por cierto, es así, tendencialmente en el plano económico y no en el ambiental, lo que hace a un ecocidio. Valga como ejemplo a la prestigiosa consultora McKinsey, quien sostiene la importancia de la innovación para la creación de valor económico y la resiliencia a largo plazo, en tanto apostar fuerte por la innovación ahora puede ser más seguro que invertir en cambios graduales[4]. Sin embargo, la percepción de la importante consultora internacional norteamericana deja de considerar la sustentabilidad de su propuesta desde la perspectiva ambiental. Es que la noción de innovación se aplica básicamente al reditúo de las tasas de ganancias, rédito que a largo plazo ingresa en zonas de turbulencia. Además, la misma noción “sustentabilidad” resulta engañosa, por cuanto la ambición desmedida de tasas de ganancias, en el plano real, hace a la insostenibilidad, como quien escupe hacia arriba y el esputo le cae sobre la propia cabeza, con lo que amerita preguntar “¿dónde se establece el límite entre lo sustentable y lo no sustentable, pues pasado el mismo, difícil es el retorno?”
  12. Es que existe una flagrante contradicción entre desarrollo económico/tecnológico y cuidado del medio ambiente. Sería como si intentara inflar un globo introduciendo aire en él, expandiéndolo, y por otro lado, ejercer una presión opuesta sobre el mismo para evitar que se expanda, por ende, se contraiga. Así, tendemos a generar un “suicidio colectivo”.
  13. Hay un caso muy interesante en la comparativa de Argentina y Australia. Se encuentran en la llamada zona sur del mapamundi, tienen recursos similares y ambientales. ¿Por qué las diferencias en favor de Australia en el plano del desarrollo económico capitalista? A su vez, en la cuestión ambiental, considerando los rankings que se ofrecen, Australia se encuentra mejor posicionada que Argentina, aunque aquella en franca zona de desastre a futuro, mientras que esta última se halla al borde del precipicio. Aquí hay dos cuestiones a tratar, primero “el desarrollo económico”, segundo “el ecocidio”

– Primero. Ante todo, aclaremos que el término “desarrollo” proviene originalmente del desarrollismo, originado en la CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe creada por las Naciones Unidas hacia 1948- .  Es una especie de cliché incorporado en nuestras mentes, como si hubiera una especie de rollo que desplegándose alcanzaría un máximo de plenitud, prefijada anteriormente, que en realidad responde a una teoría economicista. Y desde esta consideración, valga la respuesta dada en una nota de prensa por la Universidad Torcuato Di Tella, la que sostiene entre otros, lo siguiente: Mientras la Argentina tenía una historia de conflictos (unitarios y federales, rebelión de caudillos, ausencia de institucionalización, guerra de la Triple Alianza), Australia se desarrollaba en paz (y no debemos olvidar hasta la actualidad yrigoyenistas/anti-yrigoyenistas, peronistas-antiperonistas, kirchneristas-antikirchneristas). Una diferencia es que ellos /Australia y su historia/ no tuvieron lucha por la independencia; hasta se verificó el interés de Inglaterra por el autogobierno australiano. Como es una isla, adicionalmente estaban más protegidos y aislados de posibles guerras. En ninguno de los dos casos -Argentina y Australia- hay un proceso temprano de industrialización. Lo que si hay en Australia tempranamente es una ampliación de la legislación social, del proteccionismo y de la redistribución, combinados con una consolidación institucional de la mano del parlamentarismo. En la Argentina se observa una demora social e institucional: las vacas engordaban, no se buscaban consensos y los conservadores gobernaban con baja legitimidad social.  La primera guerra mundial beneficia a Australia por su estrecha relación con Gran Bretaña. Aquel país parece tener cierta fortuna que explica parte importante de la divergencia posterior: en lo geográfico y político, le da impulso la preferencia británica, la demanda japonesa en la segunda guerra mundial, el haberse convertido en el país favorito de Estados Unidos en el Pacífico Sur (clave frente al fantasma comunista) y fundamentalmente su perfil productivo.  Los minerales e hidrocarburos australianos hacen la diferencia y generan una diversificación que la Argentina no tuvo. Además, el hecho de no producir sólo alimentos le permite -según razonan los autores del trabajo- disminuir las tensiones del conflicto distributivo. Como se sabe, el país que exporta lo que come su población tiene un problema social por el impacto de los precios internacionales[5], tendencia que, sí, se da en Argentina.

– Segundo. Sin embargo, vale recalcar la contradicción entre la perspectiva económica y la ambiental[6], aunque comparando Australia con Argentina en el cuidado del ambiente, aquel país de la región de Oceanía todavía se encuentra en mejores condiciones que aquel otro de la región de América del Sur[7], aún considerando la fuerte llamada de atención debido a sus condiciones de deterioro, las que en Argentina, empero, serían más dramáticas. Ante este panorama, vale precisar que la denominada “innovación tecnológica” no se ha hecho carne en el cuidado del medio ambiente.

7) Ahora bien, la pregunta que puede formularse es la siguiente: Dentro del presente panorama, ¿para qué sirve una ley de educación ambiental?

  • Respondo taxativamente: la ley mata, el espíritu vivifica. O sea, la ley debiera ser consecuencia de una voluntad política, real, efectiva, y no una simple promesa de dudoso cumplimiento. En particular, nuestras jóvenes generaciones dudan actualmente del derecho en tanto se relacione a cuestiones de poder. Es decir, una ley debiera ser consecuencia-de, y no meramente un a priori que no establece las condiciones de posibilidad-para.

8) Perplejidad. Entonces, ¿qué hacemos con los proclamados derechos de la naturaleza?

– Para el capitalismo actual la naturaleza no es la condición de vida de los seres humanos, sino un “recurso” para la maximización de ganancias.

– Y, al respecto, discurramos un poco más.

– Partimos de la noción del fetichismo de la mercancía, según Karl Heinrich Marx, en los “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”. De allí, el significado “alienación”. El término alienación proviene de “alienus”. En el caso de Marx, significa fuera de sí, extraño a sí, pérdida de sí mismo. Lo que produce el trabajo se enfrenta al trabajador al modo de un ser extraño que lo domina, así por ejemplo, la inflación que domina al mismo trabajo, al trabajador, que produce objetos para satisfacer sus necesidades, necesidades convertidas inmediatamente en mercancías o valores de cambio, con el indefinido motivo de lucro.

– Podríamos decir que existe un proceso de fetichización de la naturaleza o sea de la naturaleza bajo el signo de la mercancía. ¿Mas no sería, acaso, éste un concepto erróneo, pues dicha naturaleza no es producto del trabajo que se enfrenta a él como algo extraño, una mercancía que lo domina?

– Sin embargo, no lo considero un error. Ocurre que desde la modernidad se comprende a la naturaleza signándola de “recurso”, éste es un medio “para”. En el caso de las economías de mercado, un medio para obtener “ganancias”. Entonces, si bien se encuentran interrelaciones, hay una separación entre naturaleza y cultura. Y en este hiato existe un serio problema.

– Es que aquello que se denomina naturaleza, en realidad, “no se denomina”. Algunos con la fuerza del poder hegemónico la denominan así, cuestión que se generaliza dentro de un fuerte cientificismo. Cuando se asigna un nombre, se lo hace desde una perspectiva, y desde una perspectiva cultural. Por lo que la mirada sobre la supuesta naturaleza, que la definiría como tal, no es natural, sino cultural.

– Por ende, si consideramos a la naturaleza a partir de otro lugar, la cosa cambia de sentido. Precisemos el lugar: percibo que la naturaleza es matriz, condición de vida, y en particular de vida humana. Es lo que nuestros ancestros llamaron “madre tierra”, condición de toda vida, y no meramente medio para un lucro, al que hasta no le interesa el hábitat de las futuras generaciones, pues lo único que importaría es la “puta común de todo el género humano”, el dinero – al decir de Carlos Marx, que cita la obra de William Shakespeare “El timón de Atenas”, “la puta universal”[8].

– Más aún, en la narrativa de la creación, Génesis 2: 4b – 3: 24, Adam (persona), sustantivo hebreo ādām, generalmente denota “ser humano”, “humanidad”. El término también se usa para el individuo masculino en la narrativa de la creación, Génesis 2: 4b – 3: 24. Hay un juego de palabras en Génesis 2: 17 y 3: 19 entre ādām (ser humano) y ădāmâ (suelo, tierra)[9]. El ser humano (ādām) y la tierra (ādām) no están lejos de los animales, de las plantas y del humus, ya que comparten el mismo sustrato, del que se nutren y del que provienen. En el Génesis, la humanidad, como el humus, sale del suelo[10]Humildad y “humus” comparten la raíz, al igual que el ser humano y la tierra. Humilde es quien proviene del “humus”, del suelo. Humilde es quien encuentra sustento en lo pequeño, en lo oculto, en lo terreno. Humilde es, en definitiva, quien germina y crece en el “humus”, en esa capa fértil del suelo donde nace la vida. Desde la presente explicación, si bien hay diferencias entre ser humano y naturaleza, esta última no podría comprenderse como tal, sin más, pues existe una unidad constitutiva. Es en el origen del mal, como aparece en el segundo relato de la creación, capítulo 2 del libro del Génesis, donde se presenta al hombre tratando a la tierra con sentido de omnipotencia, “querer ser como dioses”, ausencia de su cuidado que redunda en la ausencia de cuidado del otro, hasta su destrucción. Esto último se patentiza a continuación, en el capítulo 3 del libro del Génesis, con el relato del asesinato de Abel por parte de su hermano Caín, cuando Dios pregunta a Caín “¿dónde está tu hermano Abel?”, y Caín le responde elusivamente afirmando “¿acaso soy yo el guarda de mi hermano?” Es que, en realidad, sí lo es.

– A partir de aquí, vemos la relación entre culturas ancestrales y las comunidades nuestroamericanas con su mito de origen, la tierra madre. Y también cómo el hiato cultura-naturaleza es un corte exabrupto, construcción de ciertos humanos que se hizo propio del “sentido común”, amén que como hiato merece su crítica.

9) Precisando. Dentro de este panorama, ¿puede asignársele a la educación ambiental en la escuela pública algún rol importante?

– Obviamente, una ley de educación ambiental no está demás. Más vale el ser que la nada. Aunque, si la norma reemplaza a la madre tierra, caemos en la crítica del mero formalismo de la ley: la ley mata, el espíritu vivifica. No es cuestión de ampliar jurídicamente derechos, mas bien de luchar comunitariamente por la dignidad del ser humano. Así, la ley o norma sería una consecuencia.

– Si la ley es producto de las circunstancias que nos acosan, y no de una lucha frontal contra quienes defecan el universo, aunque individualmente se muestren pulcros, aseándose todos los días -típica pulcritud de clase media-, esa ley poca fuerza tendría, y sería una manera para dejar “tranquilas” a nuestras conciencias.

– La conciencia educativa se concretiza en la organización y lucha en contra de los depredadores del universo, que tienen nombre y apellido, Juan Pérez gerente de “x” empresa, sita en tal lugar, con ganancias en tales y cuales paraísos fiscales, que lesionan a determinadas personas, y en determinados espacios, etc., etc.

– Si se nos enseña que todos somos responsables de la misma manera, nadie lo es. Y este nadie es una especie de chip incorporado en la mente de todos para ocultar la hiper responsabilidad de algunos. La materialización de una ley debe enfatizar que la responsabilidad de un alumno no es la misma que la de quien defeca el universo. Hacer recaer la responsabilidad del cuidado en el eslabón más débil de la cadena, es una hipocresía.

– ¿Habrá alguna institución educativa pública o privada que bregue en tal sentido? ¿Será que dicho sentido solamente interese a los movimientos sociales populares, si es que les interesa efectivamente?

– Sería auspicioso incentivar el cuidado del ambiente en las jóvenes generaciones, tanto desde el punto de vista personal y comunitario a la vez, aunque también incentivar la denuncia de los actores prioritarios en la región donde la escuela se sitúa, como en el plano más macro, movilizando a toda la comunidad educativa, a las autoridades zonales, a los medios de comunicación. La citada denuncia adquiere un carácter profético, denuncia del ecocidio-anuncio de la dignidad humana, que se convertirá en la flagrante manifestación del pecado ambiental cuando haya palabras vacías de ética en los principales responsables de matar a Abel, queriendo ser como dioses.

CONCLUSIONES

Quien haya leído el presente texto, advertirá el sesgo esperanzador que adquiere una educación ambiental auténtica, desde las raíces de nuestro suelo, desde su más prístino hedor[11]. Más que palabras vacías o huecas, se constituye en hálito de vida, porque el ser humano es “vida que crea vida”[12].


[1]https://leonardoboff.org/2023/01/28/la-crisis-de-brasil-y-del-mundo-tragedia-o-drama/  (consulta: 18 febrero 2023)

[2]https://www.elmostrador.cl/generacion-m/2019/12/09/quienes-financian-la-lucha-de-greta-thunberg/    (consulta: 15 agosto 2022)

[3]https://www.elconfidencial.com/empresas/2019-12-06/vinculo-greta-thunberg-lobbies-financieros-internacionales-656_2367291/   (consulta: 15 agosto 2022)

[4] McKinsey, consultora. Innovación: Su solución para superar la incertidumbre | McKinsey  (consulta: 27 febrero 2023)

[5]https://www.utdt.edu/ver_nota_prensa.php?id_nota_prensa=1320&id_item_menu=6   (consulta: 27 febrero 2023)

[6]  https://www.swissinfo.ch/spa/australia-ambiente_australia-tiene-un-medioambiente–pobre-y-en-deterioro—seg%C3%BAn-informe/47763194 y https://www.carbono.news/economia/las-dos-caras-de-australia-inedito-exito-economico-y-record-mundial-de-contaminacion-ambiental-per-capita/   (consulta: 15 febrero 2022)

[7] Según un ranking general mundial, Australia se encontraría en el número 17, Argentina en el número 92. Center for International Earth Science Information Network Earth Institute, Columbia University.  https://epi.yale.edu/epi-results/2022/component/epi  (consulta: 25 febrero 2023)

[8] Marx, Carlos (1844). “Manuscritos económico-filosóficos.” Pg. 179. https://pensaryhacer.files.wordpress.com/2008/06/manuscritos-filosoficos-y-economicos-1844karl-marx.pdf

[9] https://www.biblia.work/diccionario-biblia/adam-persona-hb-adam-el-sustantivo-hebreo-dm-generalmente-denota-ser-humano-hu/ para una mayor ampliación cfr. Taub, Emmanuel (2013: 281-298). “La casa desterrada: notas para una ética desde la naturaleza del judaísmo.”  En Cuda, Emilce (coordinadora) “El futuro del trabajo y el cuidado de la casa común. Reflexiones latinoamericanas y caribeñas.” Ciudad de Buenos Aires. Poliedro Editorial y CLACSO.

[10] http://jesuitasaru.org/un-suelo-fertil/  (consulta: 28 febrero 2023)

[11] “Hedor”, según la noción ofrecida por Rodolfo Kusch.

[12] Marx, Carlos. “Manuscritos económico-filosóficos de 1844.” Capítulo I: El trabajo enajenado, parágrafo XXIV. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/

 

Fuente de la información:  https://revistaaula.com

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Recuperar la capacidad de asombro para reencontrarnos con la vida y nuestra esencia biocultural

Por: Rodrigo Arce Rojas

Cuando despertamos al alma somos capaces de ver sonreír a las abejas, a las flores, al espacio y al tiempo.

Nos encontramos en un momento crítico en la historia de la humanidad y con grandes paradojas. De un lado tenemos avances gigantescos en cuanto a tecnologías de todo tipo y de otro lado graves problemas que nos revelan que estamos frente a una crisis civilizatoria. Así, según el Instituto de Resiliencia de Estocolmo hemos superado 4 de los 9 umbrales ecológicos. Estos son: la catástrofe climática, el extermino de la biodiversidad, el cambio de uso de la tierra y la alteración de los flujos bioquímicos del fósforo y el nitrógeno. Así mismo hemos superado la biocapacidad de la tierra y estamos llevando a la Amazonía al punto de no retorno a partir del cual nos espera un proceso de sabanización.

El problema de fondo es que para sectores que solo están preocupados por lograr crecimiento económico a toda costa (a toda sierra, a toda selva, a toda Amazonía, a todo planeta) estos temas no les preocupan o les preocupan superficialmente. Así se escuchan en grandes foros de crecimiento económico y desarrollo las recetas para el desarrollo fundamentalmente en términos de mercados, inversiones, competitividad, gestión, prospectiva, retos tecnológicos, entre otros, pero subestiman la grave crisis “ambiental” en la que nos encontramos. Pongo ambiental entre comillas porque en sentido estricto no hay una dimensión ambiental aislada, sino que se encuentra interrelacionada con otras dimensiones de la realidad compleja. Diríamos que prima el optimismo, pero hay que reconocer tipos de optimismo: un optimismo ingenuo, un optimismo arrogante y un optimismo energizante, este último caracterizado por reconocer los alcances de la crisis y a la vez desplegar esfuerzos, conocimientos y coraje para tratar de superar las dificultades.

El otro problema es que el sistema económico hegemónico, que se inscribe en un antropocentrismo exacerbado, nos ha llevado al individualismo, al materialismo, al consumismo y en este proceso modernizante hemos llegado a la mercantilización de la naturaleza, la naturaleza es apreciada en tanto es útil, es apropiable, es producible, puede ser cotizado y tiene mercados.  La expresión máxima de esta actitud de reduccionismo monetario es que todo se reduce a capital y los capitales pueden ser sustituibles. Bajo esta consideración hay especies y ecosistemas útiles para negocios y especies y ecosistemas “inútiles” por lo tanto sujetos a ser modificados o transformados según mejor convenga a los propósitos de acumulación. Es entonces cuando vemos pequeños o grandes procesos de deforestación para fines de producción agroindustrial, infraestructuras, vías o expansión urbana no planificada. De esta manera la deforestación se hace a nombre de la modernización, de la civilización. Los bosques aparecen, en esta perspectiva reduccionista, como fronteras de expansión económica, legal o ilegalmente, como espacios que hay que conquistar, dominar, someter para contribuir al crecimiento económico condición esencial para su propuesta de desarrollo. Cuando sólo prima la mirada de crecimiento económico toda la naturaleza se reduce a cosas, a materias primas, a insumos, a oportunidades de negocios con bosques o sin bosques.

Según el portal GEOBOSQUES del MINAM entre el 2001 al 2021 se han perdido en el país 2´754,562 ha. El 2020, en plena pandemia, se deforestaron 203,272 ha y el 2021 se deforestaron 137, 976 <Geobosques (minam.gob.pe)> Entre los principales factores que ocasionan la deforestación se mencionan: la agricultura y la ganadería, la minería, la tala ilegal de madera, la infraestructura y otras actividades ilegales. Pero es importante tener en cuenta que la deforestación no es solo causada por factores directos sino también los estructurales y subyacentes en donde se encuentran políticas, programas, proyectos, narrativas y la corrupción. La indiferencia es un factor indirecto porque pensamos, equivocadamente, que esta situación no nos afecta. Basta traer a colación los grandes ciclos biogeoquímicos o los ciclos hidrológicos para recordar que el futuro de los bosques también tiene que ver directamente con nosotros, independientemente del lugar en el que nos encontremos.

Pero más allá de aspectos utilitarios lo importante es reconocer que en gran medida la situación actual de los bosques también se debe a la pérdida de afectividad ambiental a la que nos ha llevado el sistema hegemónico. La consistencia y la persistencia del modelo económico dominante se sustenta en una desconexión afectiva con la naturaleza, así es más fácil no ver la vida y ver más bien cosas, materias primas o commodities. Valoramos lo que es útil o es bello, pero aquí lo bello también es relativo porque alude a las formas visibles, a colores y sale del radar lo que no es visible, a lo que no calza en nuestra estética convencional. Aunque importante, no basta la atención a las especies emblemáticas o carismáticas, porque la belleza de la vida se despliega más allá de nuestros sentidos o nuestra valoración económica.

Ante la primacía del materialismo y el utilitarismo, como humanidad hemos perdido nuestra capacidad de asombro por las magníficas expresiones de la vida, seres vivos y sistemas vivos, que se han generado producto de millones de años de evolución y coevolución. No nos asombran los magníficos procesos vitales que se dan desde el nivel micro y el nivel macro, las interrelaciones que se dan en la trama de la vida, las relaciones colaborativas y las relaciones competitivas, la gran capacidad de adaptación, las múltiples estrategias de los seres vivos para soportar los cambios ambientales y poder reproducirse, la comunicación entre las plantas, el rol que cumple cada organismo en un ecosistema, las relaciones mutuas entre personas, animales y plantas, la mutua modelación biocultural. Es increíblemente enriquecedor cuando uno revisa el proceso evolutivo de las plantas y nos remontamos hasta LUCA (Last Universal Common Ancestor) y reconocernos con todas las expresiones de vida como una sola gran familia. Todo esto lo perdemos cuando nos aferramos a antropocentrismos y especismos.

Por todo ello, una de las condiciones para la reconexión biocultural (ser humano-naturaleza) pasa por recuperar nuestras capacidades para asombrarnos, maravillarnos del portentoso fenómeno de la vida en todas sus expresiones. Admirar y respetar para recuperar la afectividad ambiental. No hay fórmula posible si es que no pasamos por este proceso conducente a la afectividad, vínculo que une, que compromete (Giraldo y Toro, 2020). Existe mucho conocimiento que se pierde porque no se hace la conexión con la afectividad. De ahí la importancia, primero de interesarse vívidamente por el fenómeno de la vida en todas sus expresiones, y segundo de profundizar y difundir las investigaciones que se realizan en todos los campos de la vida y los sistemas vivos. Pero también hay muchísimo campo para nuevas investigaciones para aquellos que quieran abrir los ojos y el corazón a la belleza de la vida.

Referencia

Giraldo, O.F. & Toro, I. (2020). Afectividad ambiental: sensibilidad, empatía, estéticas del habitar. Chetumal, Quintana Roo, México: El Colegio de la Frontera Sur: Universidad Veracruzana. (99+) Afectividad Ambiental | Omar Felipe Giraldo – Academia.edu

(*) Doctor en Pensamiento Complejo por la Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín de México. Magister en Conservación de Recursos Forestales por la Universidad Agraria La Molina, Perú. Docente en la Maestría de Ecología y Gestión Ambiental de la Universidad Ricardo Palma.

Fuente de la información e imagen:  https://www.pressenza.com

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Reencontrarnos

Por: Susana Espeleta Ortiz de Zarate

Imagínate un mundo donde el amor se estrena, en el que nadie sabe en qué consiste quererse y sólo cabe improvisar. Un mundo donde ser torpe no está mal visto y podemos tantearnos una y otra vez.

Hace ya tiempo que se ha vuelto prácticamente imposible el silencio. Esto nos ha desubicado, hemos perdido el espacio natural del ser. Ya “no somos”, a cambio, vemos e imitamos cómo otros “son” o, mejor dicho, cómo “aparentemente son”. “No ser” es francamente incómodo, te obliga a no parar, te agota. No hay experiencia significativa sin ser, la mayor aventura se confunde con todo lo demás. No hay deseo, hay listas de deseos. Y vivir en una lista de deseos es muy estresante, te arrastra y te consume, porque siempre te sientes culpable de lo que falta. Culpable de lo que no has hecho, culpable de lo que no has disfrutado, culpable de lo que no has sido, culpable de lo que no llegó a suceder. El resultado es que tú “sucedes” cada vez menos y todo parece perder sentido.

La felicidad quizá esté dejando de ser obligatoria, pero que esto no nos lleve a “enfermar”, aunque parezca la única forma de desesperación al alcance. Cuando nos fallan las ilusiones también podemos escapar del ruido y buscarnos problemas que merezcan la pena, refugiarnos en las grandes preguntas y no estar simplemente agobiadas. Podemos actuar pero también asustarnos, y forzar que todo se detenga. Podemos pedir socorro y socorrernos, en lugar de sobrarnos, contar con la muerte y seguir siendo humanas. Podemos oponernos y también dejar que las cosas sucedan, abrazarnos o desconectar para vérnoslas a solas con la conciencia. Podemos decidir y titubear, prestarnos al trabajo en común o ser inexpugnables. Podemos volver a enamorarnos, y confiar en que algún vacío transforme nuestra mirada. Nos debemos ese tiempo, el de la risa y el llanto, y para eso necesitamos el espacio de no saber demasiado.

Ojalá se borraran ciertas palabras, así podríamos no entendernos e intentar volver a explicarlo todo desde el principio. Deberíamos prohibirnos hablar de depresión, de ansiedad… de cualquier “enfermedad mental”, porque no nos representan. La “autoestima” no debería existir, la “asertividad”, la “procrastinación”, el “lugar de confort” … Todo debería salir por la ventana. Un ejercicio de desmemoria para que hablar de una misma no sea tan fácil, para no saber qué decir, para que la vida vuelva a ser un misterio y la ignorancia nos ayude a reencontrarnos.

Imagínate un mundo donde el amor se estrena, en el que nadie sabe en qué consiste quererse y sólo cabe improvisar. Un mundo donde ser torpe no está mal visto y podemos tantearnos una y otra vez. Un mundo donde volver a intentarlo, en el que todo deba ser inventado desde el principio. Un mundo que sólo puedes pensar tú para ti, seas quien seas. Y por las mañanas estar viva y saber para qué, dirigirte aquí y allá con la voluntad y la esperanza de estarlo en cada momento, y acostarte sabiendo que sigues ahí. Importar más que las cosas, ser radical. Dibujar una nueva infancia, en tu memoria y en lo que queda al alcance de tu mano. En la mayor libertad, soñarlo todo de nuevo. Ensoñarse convencida, estar en paz.

Qué buen momento para echarnos de menos, en primer lugar, a nosotras mismas, nuestros seres queridos vendrán después, sin atropellos. Echarse de menos, porque no ha habido tiempo ni espacio. Un momento ideal para tararear lo primero que te venga, para pescar un puñado de letras o jugar. Porque los seres humanos no nos estamos despidiendo, podemos volver a empezar. Nosotras, las personas, seguimos aquí y queremos volver a encontrarnos.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elsaltodiario.com

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