Page 13 of 1641
1 11 12 13 14 15 1.641

Irlanda: TikTok multada con 345 millones de euros por la privacidad de los datos de los niños

TikTok multada con 345 millones de euros por la privacidad de los datos de los niños

Los reguladores irlandeses han multado a TikTok con 345 millones de euros (296 millones de libras esterlinas) por violar la privacidad de los niños.

La queja se refería a cómo la aplicación de redes sociales manejó los datos de los niños en 2020, particularmente en torno a la verificación de edad y la configuración de privacidad.

Es la multa más grande que TikTok ha recibido hasta la fecha por parte de los reguladores.

Un portavoz de la empresa de redes sociales dijo que «respetuosamente no estoy de acuerdo con la decisión, en particular con el nivel de la multa impuesta».

«Las críticas se centran en características y configuraciones que estaban implementadas hace tres años, y que hicimos cambios mucho antes de que comenzara la investigación, como configurar todas las cuentas menores de 16 años como privadas de forma predeterminada», dijeron.

La multa fue emitida por la Comisión de Protección de Datos (DPC) de Irlanda en virtud de la ley de privacidad del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la UE.

GDPR establece reglas que las empresas deben seguir al manejar datos.

La DPC descubrió que TikTok no había sido lo suficientemente transparente con los niños sobre su configuración de privacidad y planteó dudas sobre cómo se procesaban sus datos.

La comisionada de Protección de Datos, Helen Dixon, dijo a BBC News que la investigación también encontró que las cuentas creadas por personas de entre 13 y 17 años se hacían públicas de forma predeterminada al registrarse, lo que significa que el contenido que publicaban era visible para cualquiera.

«Eso es precisamente culpa de TikTok por la forma en que diseñaron la plataforma, y ​​decimos que infringió la protección de datos desde el diseño y los requisitos predeterminados del RGPD», dijo la señora Dixon.

La firma tiene tres meses para que su tratamiento de datos cumpla íntegramente con el RGPD.

La profesora Sonia Livingstone, que investiga los derechos y experiencias digitales de los niños en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, acogió con satisfacción la decisión del DPC.

«[Los niños] quieren participar en el mundo digital sin ser explotados ni manipulados. Y eso significa que las plataformas deben explicar cómo se tratan sus datos y, lo más importante, tratarlos de manera justa, ya que la privacidad es un derecho de los niños», dijo.

Sigue en marcha una investigación sobre si TikTok ha transferido ilegalmente datos de la UE a China. TikTok es propiedad de la firma de Beijing ByteDance.

Multas europeas

A pesar de que la multa asciende a cientos de millones, en realidad es menor que otras sanciones observadas en los últimos meses, como la multa de 1.200 millones de euros (1.000 millones de libras esterlinas) que el regulador impuso a Meta en mayo por mal manejo de los datos de las personas al transferirlos entre Europa. y Estados Unidos.

Sin embargo, es sustancialmente mayor que la multa de £ 12,7 millones que el organismo de control de datos del Reino Unido impuso a TikTok en abril por permitir que niños menores de 13 años usaran la plataforma en 2020.

La multa emitida por la DPC se refiere específicamente a 2020, y TikTok tomó varias medidas en los años siguientes para que cumpliera mejor.

Esto incluyó convertirse en uno de los primeros sitios de redes sociales en hacer que las cuentas de jóvenes de 13 a 15 años sean privadas de forma predeterminada en enero de 2021.

También introducirá un cambio este mes que significará que todos los jóvenes de 16 y 17 años que se registren en la plataforma tendrán su cuenta configurada como privada de forma predeterminada.

 

Fuente de la Información: https://www.bbc.com/news/technology-66819174

 

 

 

Comparte este contenido:

Entrevista a Natascha Strobl: Entre la extrema derecha y el conservadurismo radicalizado

Entrevista a Natascha Strobl

En su libro La nueva derecha: análisis del conservadurismo radicalizado, la politóloga austríaca Natascha Strobl indaga en la forma en la que algunos partidos conservadores clásicos han adoptado la retórica cultural y social de la extrema derecha. En esta entrevista explica cómo se produjo esa radicalización del conservadurismo tradicional y analiza, con datos y casos específicos, las derivas que esa mutación puede producir en el futuro.

Desde la segunda posguerra, los partidos conservadores clásicos constituyeron, en Europa Occidental, un pilar del consenso político construido junto a los socialdemócratas. A pesar de que ese acuerdo siempre estuvo atravesado por diversas tensiones y renegociaciones, el consenso se sostuvo, aunque modificado, a través del tiempo. Hoy la situación es diferente. Desde hace al menos una década, no son pocos los partidos conservadores que, habiendo sido pilares del consenso de posguerra, se han deslizado hacia discursos, retóricas y postulados ideológicos de la extrema derecha. La radicalización del conservadurismo rompe el pacto y establece una lógica de antagonismos diferente a la que los mismos sectores de la derecha habían planteado en el pasado reciente. Si bien entre el conservadurismo radicalizado y la extrema derecha existen posiciones divergentes, la comunión entre ambas tendencias políticas se ha vuelto, en determinados casos, indudable. ¿Cómo llegaron los partidos conservadores a usufructuar el discurso de las derechas extremas? ¿Qué papel jugaron las ideas de la Nouvelle Droite de Alain de Benoist en la radicalización de los conservadores? ¿Cómo han operado organizaciones juveniles de la nueva derecha como CasaPound en Italia en la normalización de los discursos radicales y en su introducción en el campo de los conservadores clásicos? Estos interrogantes son abordados de manera minuciosa por la politóloga austriaca Natascha Strobl La nueva derecha: un análisis del conservadurismo radicalizado, publicado recientemente en español por Katz Editores.

Natascha Strobl realizó sus estudios en la Universidad de Bergen (Noruega) y en la Universidad de Viena (Austria). Su libro, Radikalisierter Konservatismus. Eine Analyse (Suhrkamp, Berlin, 2021), publicado en español por Katz Editores bajo el título La nueva derecha. Análisis del conservadurismo radicalizado le ha valido un fuerte reconocimiento internacional.

En esta entrevista, Natascha Strobl analiza las formas de radicalización política de los conservadores tradicionales, indaga en las relaciones entre extrema derecha y conservadurismo, y desmenuza, con argumentos sociológicos y politológicos, el nuevo escenario de derechización política.

Texto:

En La Nueva Derecha: un análisis del conservadurismo radicalizado, usted realiza un análisis de los movimientos de la nueva derecha en Europa. Por un lado, examina el surgimiento de nuevos movimientos de extrema derecha, pero al mismo tiempo observa la transformación que, en diversos países, está produciendose en el interior de los partidos conservadores clásicos. En ese sentido, usted acuña la definición de «conservadurismo radicalizado» para dar cuenta de la mutación que la extrema derecha produce en las estructuras tradicionales de los conservadores. ¿Cuáles son las causas que la provocan? ¿Por qué algunos de los partidos conservadores tradicionales, que fueron fundamentales, junto a los socialdemócratas, en la construcción del consenso político y económico de la posguerra, están adoptando posiciones que los alinean más estrechamente con los movimientos de extrema derecha?

Cuando comencé a desarrollar el libro, estaba observando el giro radical que se desarrollaba en diversos partidos conservadores, sobre todo en aquellos que podríamos denominar tradicionales o clásicos, que dominaron la esfera europea desde la segunda posguerra. Podía constatarse que algunos de estos partidos históricos, pero también otros formados más recientemente, comenzaban a adoptar planteos de la extrema derecha, rompiendo así algunas de sus posiciones y estableciendo procesos de transición hacia enfoques más radicales. Entre los casos de partidos conservadores más recientes que asumían postulados de la derecha radical estaba, por supuesto, Fidesz, nacido a finales de la década de 1980 en la Hungría comunista. Se trataba de un partido que, originalmente, sostenía posiciones liberal-conservadoras, pero que, bajo las diversas administraciones de Víktor Orban había comenzado a declinarse por posiciones nacional-conservadoras, llevando a Hungría a una deriva iliberal. Algo similar sucedía con el Partido Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), un partido nacido como una escisión de Solidarność, la organización de Lech Wałęsa. Inicialmente había sostenido su vocación de constituirse como un partido de la derecha demócrata-cristiana, pero rápidamente derivó en una derecha nacional-conservadora. Por supuesto, este caso era particular, en tanto su partido era relativamente nuevo. Pero el mismo fenómeno había comenzado a operar en otros partidos conservadores clásicos. En mi propio país, el Partido Popular Austríaco (ÖVP, por sus siglas en alemán), la organización característica y tradicional de la derecha conservadora y demócrata-cristiana, comenzó una mutación de este tipo en 2017, cuando Sebastian Kurz consiguió hacerse con el mando partidario y, pocos meses después, de la Cancillería del país. Bajo el mandato de Kurz, el ÖVP vivió un proceso de desdemocratización interna, al tiempo que asumió e importó aspectos sustanciales de la agenda de la extrema derecha representada por el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ, por sus siglas en alemán). Entre esos temas se encontraban, por supuesto, el rechazo de la inmigración, la guerra contra el islam y los extranjeros, entre otras muchas materias. Aunque con características diferentes, el Partido Republicano de Estados Unidos, vivió también un proceso de acrecentamiento de sus bloques más radicales, que se expresó claramente en la elección de Donald Trump como su candidato –y luego como presidente– en 2016. En términos de partidos conservadores, hay también otros casos. El del Partido Popular Suizo es uno de ellos. A pesar de que no se trata de uno de los partidos que resultaron centrales en el acuerdo de posguerra –el partido se formó, tras una serie de fusiones, en 1971–, sí forma parte de aquellas organizaciones que se deslizaron desde un inicial conservadurismo hacia posiciones de derecha radical.

En definitiva, mi trabajo busca entender un escenario amplio del conservadurismo radical. Por un lado, la radicalización por derecha de una serie de partidos conservadores tradicionales. Por otro, la apelación al conservadurismo por parte de espacios y organizaciones de extrema derecha. Y, por supuesto, la radicalización de la tradición de los conservadores, que no necesariamente se constituye como parte de partidos, sino que es también una tradición ideológica.

Me gustaría centrarme, en principio, en el caso de los partidos conservadores que desarrollan mutaciones –en mayor o en menor grado– hacia posiciones más extremas. Si bien usted afirma que esta transformación no se produce en todos los casos, verifica este proceso en diversas organizaciones y afirma que, en estos casos, se produce una ruptura con la tradición adoptada por el conservadurismo democrático durante el período de posguerra. En el mismo sentido, aclara que muchos de los cambios y radicalizaciones se produjeron, sobre todo en el terreno económico, desde la década de 1970. ¿Es este el momento de la radicalización cultural?

Claramente, los partidos conservadores tienen una tradición extensa. Una de sus particularidades consiste en haberse apoyado en facciones muy diversas de la burguesía, pero también de encontrar apoyos entre los trabajadores calificados o de cuello blanco y en el campesinado. En buena medida, al igual que los socialdemócratas dentro de la izquierda, los partidos conservadores lograron atrapar algo más que a sus clásicos electores, desarrollando mensajes amplios y «atrapa todo». Su papel en el acuerdo de posguerra, tal como usted dice, fue clave. Ese acuerdo, siempre móvil y sujeto a cambios, se sustentó sobre el principio de que los socialdemócratas, más apoyados en las fuerzas sindicales y de los trabajadores, y los conservadores, más sostenidos en el empresariado, se reconocían entre sí y se validaban. Cada una de las fuerzas, por supuesto, intentaba desarrollar sus políticas –que se diferenciaban claramente–, pero asumiendo un compromiso con el régimen político. En ambos casos, se consideraba que, al final, debía prevalecer una política de conciliación. Este proceso no modificaba las características centrales de los partidos conservadores ni su ideología.

Es completamente cierto que el consenso de posguerra, apalancado por socialdemócratas y conservadores, siempre fue móvil y tuvo sus respectivas renegociaciones. De hecho, en mi libro hago mención a su fragilidad. En Reino Unido, durante las administraciones de Margaret Thatcher, los conservadores desarrollaron iniciativas de cambio económico y social profundas, haciendo caso omiso a los planteos de la oposición política y evitando la cooperación. Aplastaron a los sindicatos y transformaron completamente muchas ciudades de clase obrera. El neoliberalismo proviene, en buena medida, de aquella experiencia que se extendió progresivamente al resto de los países.

Sin embargo, es igualmente cierto que el consenso tradicional siguió existiendo, aun cuando tuviera ya modificaciones sustanciales. Lo que ha sucedido ahora es diferente. Y es la ruptura clara y nítida del pacto. Como usted sabe, tradicionalmente los partidos conservadores apelaban a sostener el orden existente. Cuando querían hacer transformaciones importantes, pensaban en términos bastante moderados o cautelosos. Al adoptar, en cambio, las posiciones de la extrema derecha, que busca un cambio brusco y rápido del orden, se han radicalizado en un apartado en el que no lo habían hecho anteriormente. El punto fundamental consiste en entender que este conservadurismo radicalizado rompe el equilibrio histórico de las fuerzas conservadoras. Ahora, al mismo tiempo que sostienen una cierta radicalidad económica (producto de la Revolución Conservadora thatcherista) se suma una radicalidad sociocultural (apelar a las estrategias discursivas y de batalla cultural de la extrema derecha). Esto modifica nítidamente la fisonomía de estos partidos conservadores. En los casos en los que el conservadurismo efectivamente se radicaliza y llega al gobierno, como en el caso austríaco, se rompen reglas y acuerdos que, anteriormente, los conservadores tendían a respetar.

En su libro, usted analiza acabadamente el caso austriaco y el estadounidense, pero menciona también otros. Pese a ello, hay ejemplos, como el francés, en el que la fuerza tradicional de la derecha, Los Republicanos, no desarrolla el mismo proceso y, al menos por ahora, tampoco se verifica eso en la derecha tradicional alemana. En ambos países, la extrema derecha crece, pero no necesariamente sus planteos son adoptados por los partidos conservadores tradicionales…

Es correcto. Esta situación no se produce en todos los casos, aunque en muchos partidos conservadores y de la derecha tradicional en la que esas corrientes no se han vuelto hegemónicas, sí se verifican facciones que explicitan búsquedas similares. Existen otros casos, por supuesto, en los que la radicalización conservadora se produce con escisiones, como en el caso de Países Bajos. Geert Wilders, el dirigente político del Partido de la Libertad, ubicado en la extrema derecha, proviene de las filas del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, el clásico partido liberal-conservador neerlandés. Por otra parte, en el análisis del conservadurismo radicalizado no solo se desarrolla un enfoque sobre las organizaciones tradicionales, sino sobre las capas sociales de votantes que se radicalizan (y que pueden migrar del conservadurismo clásico a la extrema derecha). Se trata no solo de un fenómeno político, sino también sociológico.

Para explicar estos procesos usted apela, de hecho, al concepto de «burguesía cruda», acuñado por el sociólogo Wilhelm Heitmeyer. ¿Qué implica este concepto y por qué es importante para comprender la radicalización no solo en términos políticos y circunscriptos a las organizaciones tradicionales del conservadurismo, sino también en torno a clivajes sociológicos y culturales?

Es importante destacar que la crudeza y la violencia atraviesan a diversos estratos sociales y no se circunscriben únicamente a la burguesía, como lo evidencian numerosos ejemplos de crudeza contra determinadas minorías que se expresan de modo transversal en las diferentes clases sociales. Pero, ciertamente, lo que nos ocupa en este caso es la crudeza burguesa, tal como la define Heitmeyer. El concepto sociológico que desarrolla Heitmeyer toma en cuenta, sobre todo, los procesos de radicalización que se producen en el interior de las clases medias en momentos críticos y de desintegración social. Cuando Heitmeyer se refiere a la «crudeza burguesa» no apela solo a la burguesía en términos económicos, sino a lo que podemos comprender como los «modales burgueses», los modales que han sido tomados como sinónimos de «civilizados». Lo que Heitmeyer evidencia es que, detrás de esos modales, se verifican actitudes fuertemente autoritarias que, en contextos menos críticos, no se expresan abiertamente. Sin embargo, cuando emergen lo hacen en forma violenta, apuntando directamente contra el contrato social y los espacios de solidaridad. Entre los estratos burgueses y las clases medias más acomodadas esta crudeza se manifiesta en fuertes sentimientos de superioridad cultural que, con anterioridad, habían estado ocultos por una fachada de suavidad exterior. Cuando esa fachada desaparece, la burguesía aparece de manera cruda, apelando a una ideología que ve a grupos y a personas como inherentemente desiguales. En ese sentido, la burguesía cruda se posiciona nítidamente contra el Estado de Bienestar y contra las prestaciones sociales a personas desfavorecidas, al mismo tiempo que sostiene una cierta posición de darwinismo social. Por otra parte, establece tipos ideales de sociedad basados en la meritocracia, despreciando a aquellos grupos a los que ve como contrarios a esta. La diferencia entre esta crudeza burguesa y otras crudezas es que esta tiende a ser socialmente aceptada.

Cuando los conservadores hacen uso de esa crudeza –que parecía reservada para expresiones más radicales de la extrema derecha– se evidencia un pasaje al conservadurismo radicalizado. O, dicho de otro modo, cuando los conservadores clásicos asumen la posición cultural de la extrema derecha y se impulsan mediante la crudeza burguesa –deslizándose hacia un discurso que ataca directamente a sectores socialmente desfavorecidos y a los extranjeros–, se ejecuta la operación del conservadurismo radicalizado.

Uno de los puntos principales de su ensayo estriba en introducir una diferencia entre el conservadurismo radicalizado y la extrema derecha. Si bien usted ve tendencias similares en términos culturales y sociales, marca una distinción en términos económicos: en algunos casos la extrema derecha sostiene todavía posiciones estatalistas (aunque aclara también que las hay neoliberales), mientras que el conservadurismo radicalizado apuesta más nítidamente por la desregulación, la privatización y la flexibilización. ¿En qué medida ese sostenimiento se deriva, ahora sí, de una tradición constituida a partir de la década de 1970 con la Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan?

Efectivamente, los conservadores han tendido más al neoliberalismo. Esto no implica que no existan partidos u organizaciones de la extrema derecha que también asuman esa posición económica neoliberal–de hecho, es claro que sucede–, aunque en ese campo hay una mayor mixtura. Si en algunos casos la extrema derecha toma posiciones neoliberales, en muchos otros se presenta como la garante del Estado de Bienestar. Esto es visible, por ejemplo, con los Demócratas de Suecia, que se han convertido en los defensores más furibundos del Estado de Bienestar desde una posición chovinista: consideran que debe ser solo para los suecos y no para los inmigrantes. Esto es bien diferente en el caso de los partidos conservadores que, como usted plantea, fueron aquellos que más se adaptaron (e incluso propagaron) la Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan. Estos partidos no están, a priori, interesados en sostener el bienestarismo, del que participaron fuertemente durante el consenso de la segunda posguerra. Es muy claro que, al radicalizarse, participan de las guerras culturales propias de la extrema derecha, pero sus posiciones neoliberales se sostienen. En los dos casos que analizo, el de Trump y el de Sebastian Kurz, esto es particularmente visible. Ambos, por supuesto, pertenecen y participan en partidos conservadores clásicos –el Republicano de Estados Unidos y el Popular de Austria– y en los dos se verifica el desarrollo de posiciones de desmantelamiento del Estado de Bienestar –o lo que haya de él en cada caso–. Conviene recordar que Trump se enfrentó al seguro de salud en su primer día de gobierno, lanzando sus dardos contra el Obammacare a través de una política que llamó Repeal and Replace (derogar y sustituir). Por supuesto, a eso sumó su reforma fiscal, claramente beneficiosa para los más ricos, y la Ley de Recortes y Empleos que se dirigió en el mismo sentido. En el caso de Kurz, este tipo de posiciones fueron visibles con la reforma del Ingreso Mínimo Ciudadano, que no solo apuntó en una dirección neoliberal, sino en términos de lucha contra los inmigrantes y los pobres, al vincular la prestación a un determinado nivel de estudios y competencias lingüísticas. De más está decir que la dirección neoliberal se verificó también en la posibilidad de que las empresas extendieran las jornadas laborales de sus empleados a 12 horas y en la reducción de las prestaciones de desempleo.

Uno de los aspectos sustanciales de la extrema derecha, pero también del conservadurismo radicalizado es su lectura de lo que se conoció, en la década de 1960, como la Nouvelle Droite (Nueva Derecha) impulsada, entre otros, por Alain de Benoist. ¿Qué implicancias ha tenido ese pensamiento?

Efectivamente, la Nouvelle Droite francesa, propiciada en la década de 1960 por Alain de Benoist ha tenido un papel clave, tanto para la extrema derecha como para el conservadurismo radicalizado. En primer lugar, la Nouvelle Droite recuperó lo que el publicista suizo Armin Mohler denominó, en 1949, como la «Revolución Conservadora». Mohler utilizaba el término para designar a una red informal de pensadores antiigualitarios y reaccionarios como Oswald Spengler, Edgar Julius Jung, Otto Strasser y Ernst Jünger, que, a diferencia de otros pensadores reaccionarios, buscaban, no ya un «retorno al pasado», sino un avance en la historia. Es decir, tenían una perspectiva de futuro. En segundo término, la Nouvelle Droite ha sido importante en tanto su planteo ha consistido, fundamentalmente, en escoger como campo de batalla principal, ya no el terreno estricto de la política, sino el de la cultura. En este sentido, asumía una actitud «prepolítica», aspirando a dar primero una «batalla cultural». Para ello se montaba sobre las posiciones teóricas de Antonio Gramsci, usufructuando su concepto de hegemonía y desplazándolo a la lucha de la derecha. Por supuesto, descartaron todos los aspectos propios de la posición comunista de Gramsci y se concentraron en la lógica procedimental planteada por el pensador italiano. Asumieron la posición gramsciana de que, para conseguir una verdadera transformación política, era preciso cumplir un requisito previo: lograr una aceptación social amplia. En tal sentido, asumieron que la derecha precisaba construir una hegemonía cultural y social, y no solo acceder al poder. Tomaron, asimismo, la noción gramsciana de «bloque histórico» y la utilizaron para sus propias motivaciones. La principal deriva de esta posición se ha centrado en el lenguaje. Aunque Gramsci entendía la hegemonía como un proceso amplio y complejo en la que el lenguaje era solo un elemento, la Nueva Derecha ha tendido a verlo como un aspecto sustancial. En su razonamiento, el lenguaje constituye un arma para destruir la discursividad democrática. Un aspecto importante a tener en cuenta para comprender la relación de la Nueva Derecha con el conservadurismo radicalizado es que, desde un inicio, se trató de un espacio mixto o superpuesto. Por un lado, operaba en la extrema derecha más claramente neofascista o neonazi. Por el otro, trabajaba intelectualmente sobre miembros de las elites cultas de derecha, principalmente conservadoras. En este sentido, cubría tanto el apartado más claramente radical, como al del conservadurismo burgués.

Al analizar la forma en la que las ideas de la Nouvelle Droite ingresaron más fuertemente en el campo del conservadurismo clásico, devenido en radical, usted hace énfasis en una serie de organizaciones a las que denomina como las herederas de aquellas ideas nacidas en la década de 1960. ¿Cuáles son esas organizaciones y qué papel han cumplido en la diseminación de estas ideas y en su «normalización»?

Cuando me refiero a las «nuevas organizaciones de la nueva derecha» pienso, puntualmente, en expresiones como las que han tenido lugar en Italia con CasaPound o en Alemania con el Instituto de Política Estatal (IfS, por sus siglas en alemán). Estas organizaciones han heredado y leído en profundidad los planteos de las Nouvelle Droite y de Alain de Benoist, pero han avanzado más fuertemente en las batallas culturales. CasaPound1, una organización nacida en Roma en 2003, ha intentado, desde un inicio, mixturar la tradición del fascismo y del neofascismo italiano con la cultura pop. La estrategia de CasaPound ha consistido, fundamentalmente, en el desarrollo de acciones «metapolíticas», desarrollando medios de comunicación, pero también actividades deportivas, grupos musicales y exposiciones artísticas. El punto fundamental de organizaciones como CasaPound es disipar la imagen vetusta y anticuada de la extrema derecha y adaptarla a un público joven y moderno. De hecho, la mayor parte de los miembros, simpatizantes y activistas de CasaPound son jóvenes, por lo general de sectores medios y universitarios. En buena medida, y así lo he analizado junto a mis colegas Julian Bruns y Kathrin Gloesel, organizaciones como CasaPound, pero también Generation Identitaire en Francia, pertenecen a lo que se conoce como el «movimiento identitario». Se trata de una generación joven dentro de la «nueva derecha». ¿Por qué es importante? Porque, desligada de sus clásicas posiciones neofascistas o neonazis, y con una imagen más adaptada a los tiempos, logran constituirse como mediadores entre el extremismo de derecha y el conservadurismo tradicional, fortaleciendo el conservadurismo radicalizado. En buena medida, permiten trazar una zona de transición entre ambas corrientes y desarrollar una cultura que oculta algunas de sus posiciones bajo argumentos relacionados con la tradición, la libertad, la identidad y la patria.

Usted trabaja sobre dos casos particulares del conservadurismo radicalizado: el de Donald Trump en Estados Unidos y el de Sebastian Kurz en Austria. En su libro no solo los define como exponentes de esa corriente, sino que evidencia una serie de rasgos comunes en sus respectivos gobiernos. ¿Cuáles son esos rasgos y por qué constituyen pilares del conservadurismo radicalizado?

Ambos personajes, Kurz y Trump, me interesaban en la medida en la que encarnan explícitamente el conservadurismo radicalizado. Los dos disputaron electoralmente por las fuerzas de derecha clásicas de sus países (el Partido Republicano y el Partido Popular Austriaco), pero conectando con dinámicas y lógicas culturales del extremismo de derecha. Una particularidad, que me permitía al mismo tiempo un análisis más situado y concreto, es que ambos llegaron al poder casi al mismo tiempo, expresando así una corriente de ascenso de conservadores radicalizados. En el libro detallo claramente una serie de rasgos comunes entre los conservadores radicalizados –que, en algunos casos pueden ser compartidos por la extrema derecha–. En primer lugar, el conservadurismo radicalizado desarrolla una violación calculada de reglas formales y de reglas informales. La razón es muy evidente: los conservadores radicalizados pretenden romper una serie de consensos establecidos en la política, borrando así algunas normas establecidas entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es correcto y lo que no lo es. Desobedecer o forzar las reglas contribuye a la idea de una ruptura, señala una diferenciación con cierto establishment guiado por una serie de normas, pero además les permite expresar, incluso dentro del gobierno, una posición de disconformidad con el sistema. Aun cuando en sus políticas estén completamente alineados con el capitalismo, la ruptura de reglas formales e informales les habilita presentarse como «incorrectos», dejando al resto –a aquellos que exigen la consecución de normas– en la posición de «lo establecido».

Tanto en el caso de Kurz como en el de Trump, esto se evidencia de modo muy nítido, aún con sus diferencias de personalidad y carácter. Kurz, un hombre más bien distante y duro, llevó la ruptura de las reglas informales a un lugar inédito en Austria cuando se negó, en 2021, a participar de la celebración oficial de la liberación en el campo de concentración de Mauthausen. Esa celebración fue llevada a cabo por todos los cancilleres austríacos, y la negativa de Kurz y de su comitiva a participar en una conmemoración que es la base simbólica de la Segunda República implicó una clara ruptura de una regla informal que, por supuesto, luego fue usufructuada por su propio partido. De hecho, al día siguiente, el parlamentario Martin Engelberg, perteneciente al partido de Kurz, declaró que la celebración en el antiguo campo de Mauthausen estaba siendo «utilizada por los partidos políticos». Trump, por supuesto, no fue menos que Kurz. Desde un inicio, utilizó las redes sociales, y especialmente Twitter, para denigrar e insultar a sus adversarios. Su intento fue normalizar este tipo de situación, pero lo cierto es que el tipo de improperios de Trump constituyen una ruptura de reglas informales. Son impropias de un político profesional. El punto fundamental es que la ruptura de esas reglas es, para sus seguidores, completamente entusiasmante. Esta ruptura de reglas, por supuesto, no se limita solo a las tácitas o no escritas, sino, como le decía, también a las formales, como lo demostró, por ejemplo, la llamada de Trump al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, pidiéndole que «encontrara» los 11.779 votos que necesitaba para ganar ese estado –hecho que luego llevó a investigaciones por manipulación electoral—.

Usted afirma que este conservadurismo radicalizado desempodera las estructuras de los partidos. ¿Por qué y cómo sucede este fenómeno?

En tanto el conservadurismo radicalizado apuesta por una polarización permanente y se sostiene sobre líderes fuertes, rompe parte de las estructuras partidarias de cambio y renovación permanentes. El conservadurismo radicalizado pone a los partidos al servicio del líder, y no al revés. La figura del líder refleja un «nosotros» que se presenta de forma homogénea, mientras que las estructuras partidarias dan cuenta, por lo general, de una cierta diversidad. Cuando los partidos conservadores se radicalizan y apuestan por un tipo de liderazgo de este tipo, rompen parte de lo que fue su tradición durante la segunda posguerra. En aquel momento, si bien los distintos líderes partidarios podían tener posiciones divergentes, se asumía que los líderes servían al partido, lo que daba cierta previsibilidad. Cuando el conservadurismo se radicaliza, y siempre lo hace a través de una figura de liderazgo fuerte y unificador, son los partidos los que sirven al líder. El caso de Trump, que encontró resistencias al inicio, es ejemplificador: a medida que fue avanzando, logró disciplinar a los distintos líderes del Partido Republicano y solo se enfrentaron a él aquellos que no tenían ninguna posibilidad real de triunfo. En 2021, luego de la derrota de Trump, Liz Cheney, la tercera persona con más poder dentro del Partido Republicano, tuvo que dejar su cargo por discutir la denuncia trumpista de que las elecciones habían sido fraudulentas. Kurz solo aceptó ser presidente de su partido si se le otorgaban plenos derechos para decidir sobre el personal y sobre asuntos asociados al presupuesto. Esto rompió completamente el orden del ÖVP, un partido conservador clásico en el que los gobernadores provinciales siempre habían tenido una posición de importancia sobre estas materias. En el caso de Kurz la transformación del partido llegó incluso a sus características estéticas y de imagen, transformando la marca del partido y cambiando su color del negro al turquesa, buscando además transformarlo de un partido a un movimiento. Además de rebautizarlo popularmente como el Nuevo Partido del Pueblo, Kurz puso ese título en la boleta electoral, identificándose así ese «nuevo ÖVP » con el propio Kurz. En este proceso hay que mirar, también, la actitud de la extrema derecha representada por el FPO, en tanto muchos de los slogans usados por Kurz y el ÖVP empezaron a parecerse nítidamente a los de ese partido.

¿Cómo modifica el conservadurismo radicalizado la posición que el conservadurismo clásico tenía con sus adversarios políticos e ideológicos?

Este es un punto importante porque, efectivamente, el conservadurismo tradicional, al formar parte de un consenso y de un pacto sobre el régimen político, antagonizaba de forma democrática –aun cuando pudieran ser duros con las palabras– con sus adversarios. Esto se modifica con los procesos de radicalización de los conservadores. En primer término, el conservadurismo radicalizado, al abonar posiciones que tienden a pensar en la existencia de una «red global» de izquierdistas y progresistas que dominan los medios y la cultura construyendo un sentido común «políticamente correcto», desarrolla un antagonismo contra enemigos que no siempre son directamente identificables. El conservadurismo radicalizado se coloca, en tal sentido, en la posición de «la gente común», la «gente trabajadora», apelando a un sentido según el cual, «los otros», los que quedan fuera de ese esquema, constituyen el enemigo. Hay gente que hace un «trabajo real» y otra que no. En tal sentido, el conservadurismo radicalizado apela a una polarización más profunda que el conservadurismo clásico, sobreexcitando a la sociedad en un antagonismo permanente. El punto sustancial es que los conservadores radicalizados pretenden que ese antagonismo permanente se constituya como una nueva normalidad. Personajes como Kurz y Trump, transforman, de hecho, la forma de debate con la oposición política, en tanto ya no buscan llegar a acuerdos (como sucedía en la lógica del conservadurismo tradicional) ni establecer mediaciones. Su intención es fidelizar mayorías. A esto se suma un segundo elemento: ya no solo tienen un enemigo político institucional (los partidos opositores), sino que buscan construir un enemigo extraparlamentario. Esto se vuelve muy evidente en el modo en el que Trump se refería, por ejemplo, a Antifa o al movimiento Black Lives Matters. Por empezar, Antifa no constituye una organización, sino solo una etiqueta general para denominar a grupos que se presentan como antifascistas. Al darle una uniformidad y plantear que se trataba de una «organización terrorista», Trump desarrollaba una imagen del enemigo extraparlamentario que permitía solidificar su vínculo con sus propios adherentes y seguidores. Kurz hacía lo propio hablando de «activistas de extrema izquierda» y vinculándolos a lo que llamaba «islam político». Creo que un aspecto fundamental para entender al conservadurismo radicalizado es tener en cuenta que su forma de antagonizar con los opositores proviene del repertorio de la extrema derecha. No solo los partidos tradicionales de la izquierda, sino también los medios, los intelectuales, los trabajadores culturales, son puestos en el lugar del «mismo poder», de un «establishment progresista». Esto construye un nuevo tipo de polarización, con adversarios políticos identificables y grupos más porosos.

En esto se ve también el papel que las batallas culturales tienen para los conservadores radicalizados…

Exactamente. No debemos olvidar que uno de los aspectos del conservadurismo radicalizado consiste en participar activamente de las guerras culturales que han caracterizado a la extrema derecha. De hecho, las llamadas batallas culturales parecían, en un principio, reducidas a las extremas derechas, que habían desplazado su terreno de acción de la política al campo de la cultura. Ese deslizamiento le permitió entender a los partidos de un nuevo modo: no ya como organizaciones que pretenden gestionar y que discuten entre sí las decisiones y las orientaciones, sino también como ordenadores culturales que preconizan un tipo de futuro y de orden. Por supuesto, el carácter de la guerra cultural tiene un sentido moral: se presenta como una lucha antagónica entre un «nosotros» y un «ellos» que se corresponde con los «buenos» y los «malos». Lo que hace el conservadurismo radicalizado no es importar simplemente la lógica del antagonismo de la extrema derecha (los nativos contra los inmigrantes o contra los islámicos que «destruyen la cultura nacional»), sino mixturarla con la perspectiva polarizadora de los neoliberales (dividiendo, por ejemplo, a los trabajadores de los perezosos o los holgazanes). En este sentido, el conservadurismo radicalizado funde posiciones, combinando cuestiones relativas a la identidad con la clase.

¿Cómo opera, en el conservadurismo radicalizado, la cuestión de la identidad nacional a la hora de producir ese antagonismo? ¿En qué medida los conservadores tradicionales de Europa que forman parte de procesos de radicalización asumen teorías conspirativas como la del «gran reemplazo»?

Desde un inicio, los llamados «identitarios» de la nueva derecha enlazaron con la teoría del «gran reemplazo». Según esa posición conspirativa, Europa se encuentra en un estado de alerta porque su población y su «identidad» serán sustituidas debido a la inmigración, sobre todo la de países islámicos. En el fundamento del movimiento identitario está la reivindicación de lo que consideran una suerte de «identidad autóctona», tanto nacional como continental. En tal sentido, se encuentra la marca de lo que se ha conocido como «etnopluralismo». Según el etnopluralismo cada cultura se corresponde con un espacio en particular, por lo que las diversas no deberían mezclarse, sino, por el contrario, «mantenerse limpias». Este proceso deriva en una homogeneización nacional y en una defensa de «valores autóctonos». Esa posición, sin embargo, ya no es patrimonio exclusivo de los identitarios, sino que ha pasado a formar parte del repertorio de los conservadores que se radicalizan. En el caso de Kurz, del que hemos estado hablando, esa tesis se manifestó muy nítidamente cuando su partido, el ÖVP, afirmó que la izquierda buscaba cambiar la composición del país a través de naturalizaciones masivas y dándole el derecho de voto a los extranjeros. A esto se sumó, con mucha claridad, la batalla de Kurz contra lo que denominó como «islam político», cuando quiso introducir, en 2020, una ley en la que sindicaba a los musulmanes como una población homogénea y les imputaba posiciones unívocas.

La extrema derecha solía tener características antisemitas. Ahora parece haber una escena de mixtura: por un lado, se manifiestan posiciones antisemitas asociadas a las teorías conspirativas sobre George Soros –a quien algunos retratan incluso con las características faciales que el nazismo les imputaba a los judíos en sus caricaturas–, pero al mismo tiempo se produce una defensa del Estado de Israel y, sobre todo, de su líder, Benjamin Netanyahu. ¿Se ha deslizado la derecha radical a la islamofobia, aun sosteniendo sustratos antisemitas?

Efectivamente, se trata de una escena compleja y hay deslizamientos desde el antisemitismo a la islamofobia. Pero, tal como usted dice, hay posiciones antisemitas que permanecen y se verifican, por ejemplo, en la personificación de Soros. Lo cierto es que parte de la extrema derecha puede tener un sustrato cultural antisemita, pero enlazar con el régimen iliberal de Netanyahu. Viktor Orbán es el ejemplo perfecto de esa situación: es alguien que no solo ha hecho campaña en relación al tema Soros, sino que ha manifestado posiciones antisemitas, y, sin embargo, sostiene que Netanyahu es un «gran líder». Pero, por otra parte, debemos agregar algo más a esta cuestión: en esta estrategia general de las derechas radicales, tampoco a Netanyahu parece importarle demasiado tener relación estrecha con líderes con trasfondos antisemitas. Hay una alianza estratégica allí y es necesario pensarla.

Permítame hacerle una última pregunta. Su libro comienza planteando una cuestión esencial: que se discute demasiado sobre la crisis de la izquierda y la socialdemocracia, y muy poco sobre la del conservadurismo tradicional. Pero, en términos muy concretos, usted relaciona una situación de crisis con la otra. ¿La izquierda ha tenido también una responsabilidad en este proceso? ¿Cuál ha sido su problema? ¿No haber conseguido unificar demandas materiales y posmateriales?

Ninguno de los líderes del conservadurismo radicalizado cayó del cielo. En buena medida, y comparto lo que usted plantea, son también una respuesta al modelo precedente. Durante demasiado tiempo, conservadores y socialdemócratas se parecieron, y se instaló una dinámica en la que parecía que ningún otro tipo de cambio era posible.   Esa idea de una imposibilidad de cambios llevó a lo que Colin Crouch denominó como una «postdemocracia». Al no producir cambios sustanciales, los socialdemócratas fueron vistos como parte de un sistema que, en sí mismo, se había vuelto conservador. La radicalización de los conservadores y su apelación a cambios y transformaciones modificó un panorama político anquilosado en algo peor. Pero, ciertamente, existe una responsabilidad de las fuerzas de la izquierda partidaria que, durante años, han ocupado un lugar en el sistema político sin desarrollar una serie de políticas coherentes desde el propio poder. Pero a este respecto, me gustaría decirle algo: volver para atrás tampoco es la solución. Creo que cierta nostalgia por el pasado puede producir incluso posiciones que no alienten una transformación. El sistema político está cambiando de forma notable y el estado que yo conocí, y sobre todo el que conocieron mis padres, no existe más. Lo hemos dicho: desde 1945, socialdemócratas y conservadores, estabilizaron el sistema político, desarrollaron una economía social de mercado y buscaron una conciliación de intereses. Pero los partidos conservadores claramente no están hoy en esa posición. Los socialdemócratas intentan, de un modo u otro, volver a esa «vieja normalidad». Si la socialdemocracia no quiere estabilizarse como una fuerza conservadora, tiene que plantear un horizonte diferente. ¿Cuál es el camino que puede proponer hacia adelante? Esa es la gran pregunta y debe atreverse a hacérsela.

Fuente de la información e imagen: https://nuso.org

Comparte este contenido:

Niñas musulmanas son enviadas a sus casas por usar abayas en Francia

Algunos sectores de la izquierda criticaron la medida a la que calificaron como una «policía de la ropa» y una decisión «característica de un rechazo obsesivo de los musulmanes».

Las escuelas públicas francesas han enviado a casa a decenas de niñas por negarse a quitarse las abayas (túnicas largas y holgadas que usan algunas mujeres y niñas musulmanas) el primer día del año escolar, según el ministro de Educación, Gabriel Attal.

Desafiando la prohibición de la prenda considerada un símbolo religioso, cerca de 300 niñas se presentaron el lunes por la mañana vistiendo abayas, dijo Attal el martes a la emisora ​​BFM.

El ministro francés de Educación confirmó que está nueva medida forma parte de la estricta prohibición que hay en las escuelas francesas de utilizar cualquier símbolo religioso.

El Gobierno considera que las abayas son un vestido de identificación religioso que se contrapone al laicismo, sin embargo varias voces críticas en Francia alzaron la voz para considerar que es una acción islamofóbica.

El debate se ha profundizado en los medios de prensa y redes sociales en Francia sobre la conveniencia de aplicar una norma tan estricta en la medida que afecta las libertades

En este sentido, el Consejo de Estado, la máxima instancia judicial administrativa en Francia, examina este martes la petición de una asociación que defiende los derechos de los musulmanes en la que pide la suspensión de una ley que prohíbe vestir abayas en las escuelas públicas, que entró en vigor este lunes.

La Acción de los Derechos de los Musulmanes (ADM), la asociación demandante, quiere una suspensión de una medida aprobada por el Gobierno de Emmanuel Macron el pasado 27 de agosto, pues alega que esta «estigmatiza» a las personas de credo musulmán y «representa una amenaza a sus derechos fundamentales en el plan social».

Se espera que el Consejo de Estado examine la demanda con carácter de urgencia, a partir de las 15H00 horas de este martes. La Corte tendrá el plazo mínimo de 48 horas y el máximo de un mes para pronunciarse.

Francia ha llevado a cabo una serie de polémicas prohibiciones y restricciones de la vestimenta islámica, que a menudo han desatado la ira de países musulmanes y organismos internacionales.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/francia-polemica-abayas-prohibicion-20230905-0009.html

Comparte este contenido:

España: Marea verde contra «el saqueo de la educación pública»

La Asamblea Marea Verde Madrid ha convocado una manifestación el próximo sábado 9 de septiembre.

La comunidad educativa está convocada a la próxima manifestación que convoca la Asamblea Marea Verde Madrid. Tendrá lugar desde Neptuno hasta la Consejería de Educación el próximo sábado 9 de septiembre a partir de las 12 horas.

La movilización, que lleva por lema “No al saqueo a la Educación Pública. Dinero público para la Pública”, ha sido compartida por redes sociales por la Plataforma Emergencia Educativa Rivas. Esta plataforma ripense denunció a mediados del curso pasado la situación del exceso de los ratios en las aulas.

«La Comunidad de Madrid no garantiza la elección de centro»

Coincidiendo con el inicio de curso, la FAPA Francisco Giner de los Ríos ha denunciado a través de una nota de prensa que «la Comunidad de Madrid no garantiza la elección de centro». Tras la presentación por parte del Consejerero Educación, Ciencia y Universidades, Emilio Viciana, del nuevo curso, la FAPA ha definido el curso como «continuista» y «plagado de titulares vacíos de contenido».

La FAPA ha denunciado el incumplimiento del artículo 27.4 de la Constitución acerca de la gratuidad de la educación. «Las familias estamos realizando constantes copagos en la pública, año tras año, y a esto debemos añadir el cobro de cuotas ilegales en un altísimo porcentaje de centros privados concertados», denuncian la FAPA.

¡Difunde la noticia!
https://zarabanda.info/marea-verde-contra-el-saqueo-de-la-educacion-publica/
Comparte este contenido:

El reparto gratuito de Barbies en escuelas causa alarma en Reino Unido

Por: Tribuna feminista

Mattel ha regalado sus famosas muñecas a 700 centros de primaria británicos dentro de un programa llamado Escuela de la Amistad Barbie. Según la empresa, está basado en investigaciones neurocientíficas para enseñar empatía a niños y niñas. Sin embargo, los críticos se muestran preocupados por la mercadotecnia manifiesta de la iniciativa, así lo afirma un artículo periodístico de investigación publicado en The BMJ.

SINC 

El reparto gratuito de muñecas Barbies en las escuelas británicas ha suscitado polémica en Reino Unido. / Pixabay

La empresa juguetera Mattel ha sido criticada por “una campaña de marketing encubierto”, tras repartir de forma gratuita muñecas de Barbie y Ken entre las escuelas de Reino Unido como parte de un programa para enseñar empatía a los niños, según un artículo publicado por The British Medical Journal (The BMJ). La polémica surge en pleno furor por el estreno de la película Barbie, dirigida por Greta Gerwig y protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling.

El periodista de investigación Hristio Boytchev ha informado de que el programa “Escuela de la amistad de Barbie” de Mattell, en el que se regalan muñecas para que los niños realicen ejercicios de juegos de roles, se ha extendido a 700 escuelas de todo el Reino Unido, “con el potencial de llegar a más de 150.000 alumnos”, según la empresa.

Mattel afirma que ha patrocinado investigaciones que demuestran que jugar con muñecas ofrece “importantes beneficios” para el desarrollo de los niños, entre ellos el fomento de aptitudes como la empatía.

Mattel dice que patrocina investigaciones que demuestran que jugar con muñecas ofrece “importantes beneficios” para el desarrollo de los niños

Pero los expertos han criticado el programa, planteando cuestiones sobre los posibles efectos negativos de las muñecas Barbie en términos de estereotipos de género, cuestionando el uso de la investigación para justificar el programa. Además, se preguntan si las empresas deberían poder promocionar libremente sus productos en las escuelas.

“El proyecto me hace sospechar que puede ser abusivo”, dijo Philippa Perry, psicoterapeuta y autora de libros sobre crianza y educación. “Me produce una ligera repulsión”, señala.

Por su parte, Mark Petticrew, catedrático de evaluación de salud pública de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, calificó el programa de “alarmante”.

“Las entidades comerciales como Mattel no son expertas en salud o educación infantil, sino en vender productos para maximizar los beneficios”, agrega May van Schalkwyk, especialista en salud pública, también de la London School of Hygiene & Tropical Medicine. “Los materiales de Mattel llevan mucha marca: ¿por qué deberían exponerse los niños a este tipo de marketing encubierto?”.

Las entidades comerciales como Mattel no son expertas en salud o educación infantil, sino en vender productos para maximizar los beneficios

May van Schalkwyk, experto en salud pública

Lisa Georgeson, profesora de la escuela primaria Lord Blyton de Tyne and Wear, que participó en el programa, señaló que la compañía había ofrecido recursos gratuitos “lo que, dada la actual falta de financiación en las escuelas, siempre es positivo”.

En múltiples ocasiones, en la información dirigida a profesores, padres y público en general, Mattel hace referencia a los estudios que ha financiado como base del programa.

La investigación forma parte de una colaboración de cinco años entre Mattel y la Universidad de Cardiff, afirma un portavoz de Mattel. Un estudio publicado en 2020 descubrió una mayor actividad cerebral en los niños cuando jugaban con muñecas de Mattel en comparación con los juegos en tabletas electrónicas.

También un reciente análisis patrocinado por Mattel del mismo grupo experimental concluyó en 2022 que los niños que jugaban con muñecas utilizaban más “lenguaje de estado interno” para describir sentimientos y pensamientos.

Investigación controvertida

Franziska Korb, psicóloga de la Universidad Tecnológica de Dresde (Alemania), declaró a The BMJ que la idea del estudio era buena y la metodología adecuada, pero subrayó que los estudios hallaron diferencias significativas entre el juego con muñecas y con tabletas cuando cada niño jugaba solo. Cuando los niños jugaban con un adulto, las diferencias desaparecían.

Korb también afirma que la investigación no puede utilizarse para hacer afirmaciones sobre efectos a largo plazo en el desarrollo o el comportamiento.

La juguetera ha afirmado que debido a los resultados positivos, estudiará la posibilidad de ampliar el programa a otros mercados

Sarah Gerson, de la Universidad de Cardiff, autora principal de ambos estudios y beneficiaria de la financiación de la investigación de Mattel, afirma que el programa le parece interesante, pero expresa algunas reservas. Describió la declaración de Mattell a los padres —que la investigación demuestra que jugar con muñecas como Barbie ofrece grandes beneficios— como “un poco fuerte”.

Ante las críticas al programa, un portavoz de Mattel envió testimonios anónimos de profesores que celebraban el programa por la respuesta positiva que ha suscitado en los alumnos y la diversidad de las muñecas, en cuanto a tipo de cuerpo, discapacidad y tono de piel.

El portavoz de la empresa también ha afirmado que, debido a los resultados positivos, la empresa estudiará la posibilidad de ampliar el programa a otros mercados.

El Ministerio de Educación británico se negó a confirmar si había evaluado el programa y declaró a The BMJ que las escuelas británicas tienen autonomía para introducir cualquier material educativo que consideren apropiado.

Fuente de la información: https://tribunafeminista.org

Fotografía: Agencia SINC

Comparte este contenido:

Niños migrantes son enviados a cárcel con delincuentes sexuales en Reino Unido

Los niños vulnerables llegados al Reino Unido en pequeñas embarcaciones son internados en una prisión para adultos, la cual alberga a un número significativo de delincuentes sexuales.

Los infantes no acompañados, muchos de los cuales parecen haber sido objeto de la trata personas, son enviados a la prisión de HM Elmley en Kent y colocados entre convictos adultos. La sección para extranjeros también incluye a depredadores sexuales arrojó la última inspección.

El personal de Humans For Rights Network identificó a 14 niños enviados a una cárcel para mayores, y uno de 14 años pasó siete meses en Elmley. Muchos de estos casos involucran a pequeños de Sudán o de Sudán del Sur, quienes llegaron a suelo británico desde Libia, a menudo después de sufrir trata o explotación.

Los niños están encerrados en sus celdas

Según se conoce, han llamado al Ministerio del Interior para que investigue este problema con urgencia y libere a los posibles retenidos.

Maddie Harris, de Human Rights, citado por la publicación The Guardian habla de los menores sin asistencia jurídica adecuada, sin capacidad para impugnar decisiones arbitrarias sobre la edad por parte de los funcionarios de inmigración al llegar a Inglaterra.

De acuerdo con sus planteamientos los mantienen encerrados en sus celdas, sin saber a quién llamar para pedir ayuda, Se trata de niños en busca de seguridad y en cambio, los ubican sin protección y expuestos a un gran daño.

Anita Hurrell, de la organización benéfica Coram, afirmó lo incorrecto y peligroso de criminalizarlos.

Quienes enfrentan esta situación son acusados de delitos de inmigración en virtud de la Ley de Nacionalidad y Fronteras, introducida hace poco para disuadir la entrada ilegal al país europeo.

Expertos jurídicos advierten sobre el aumento de esta práctica, aspecto de un sistema de asilo defectuoso con un retraso de más de 175 mil casos por analizar.

Evaluación de la edad: Un dispositivo procesal problemático

Las evaluaciones de edades realizadas por el Ministerio del Interior para clasificar a los pequeños como adultos son criticadas por ser apresuradas y arbitrarias. Algunas decisiones fueron revocadas después de investigaciones detalladas de especialistas independientes o de las autoridades locales.

Datos recientes obtenidos por The Observer revelan el trato erróneo a cientos de niños, de los cuales más de la mitad son confirmados como menores.

Syd Bolton, del departamento de  Igualdad a la Justicia para los Niños Migrantes, describió la evaluación de la edad como un dispositivo procesal problemático que, en su opinión, actúa como una barrera para el acceso a la protección y los servicios de asilo para los solicitantes.

La práctica es una «barrera deliberada al acceso a la protección y niega a los servicios para niños. Es una herramienta importante del Ministerio del Interior para desacreditar una petición de asilo», destacó Bolton.

Anita Hurrell hace referencia a una sentencia judicial lo cual dicta que los menores no acompañados deben ser atendidos por ayuntamientos donde puedan estar seguros y recuperarse. Se cree que muchos más podrían ser internados en prisiones para adultos. La Red de Derechos Humanos identificó casos de este tipo al observar el cuestionamiento de jóvenes sobre sus fechas de nacimiento.

Los niños profundamente perjudicados

Un portavoz del gobierno reconoció el desafío de evaluar con precisión la edad, pero enfatiza en la importancia de evitar que los adultos se hagan pasar por menores, razón por la cual pretende mejorar los métodos de verificación,  incluidas medidas científicas como los rayos X.

Los niños que han pasado tiempo en las penitenciarías del  Reino Unido, expresan que no pueden dormir, no entienden por qué fueron retenidos allí y les cuesta hablar sobre ese tiempo.

«Debería quedar claro nadie deben ser criminalizados por llegar al Reino y solicitar asilo, ese es un delito que contraviene claramente la convención sobre refugiados», dijo Hurrell.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/noticias/2023/08/28/ninos-migrantes-son-enviados-a-carcel-con-delincuentes-sexuales-en-reino-unido/

Comparte este contenido:

RedeSTEAM: 149 alumnas de Secundaria compiten por crear un mundo más sostenible en España

RedeSTEAM es el concurso de Redeia para aumentar la presencia femenina en las carreras científicas y tecnológicas

Un total de 149 alumnas de 3º y 4º de ESO o FP Equivalente compiten por crear un mundo más sostenible gracias a la ciencia, la tecnología, la ingeniería, el arte y las matemáticas en la segunda edición de RedeSTEAM, el concurso creado por Redeia para despertar las vocaciones científicas y tecnológicas entre las más jóvenes y aumentar la presencia femenina en las carreras STEAM, donde las mujeres solo suponen el 13% del alumnado.

«Es imposible alcanzar el desarrollo sostenible si las mujeres seguimos infrarrepresentadas en sectores esenciales como el tecnológico y el científico. Para romper este desequilibrio hay que ir a la raíz: es fundamental una educación en igualdad y libre de sesgos y estereotipos de género que fomente el estudio de carreras STEAM en las estudiantes de hoy, profesionales de mañana, y vincule estas disciplinas a la solución de los grandes retos actuales», expresa Beatriz Corredor, presidenta de Redeia, y añade: «Porque las niñas se sienten atraídas por las STEAM cuando descubren que con ellas pueden combatir el cambio climático, mejorar la vida de las personas y hacer de este mundo un lugar más sostenible, justo e inclusivo».

En RedeSTEAM, las participantes proponen soluciones a los desafíos que plantean la agenda 2030 -en especial, en ámbitos relativos a la pobreza, la desigualdad de género y el medioambiente- y los sectores de la electricidad y de las telecomunicaciones.

En esta edición participan 31 centros educativos de 13 comunidades autónomas (ver listado más abajo) y entre los proyectos que compiten hay iniciativas para generar energías limpias a partir de materiales reciclados, descontaminar el agua empleada en las viviendas con nanotecnología, mejorar la calidad del aire en espacios urbanos o reducir el riesgo de incendios forestales gracias a robots con sensores de humedad y temperatura, entre otros.

Las ganadoras recogerán su premio durante las Jornadas de Sostenibilidad que Redeia celebrará el 17 y 18 de octubre en Madrid, donde además participarán en talleres que seguirán despertando sus vocaciones STEAM. Por su parte, los centros ganadores recibirán equipos y materiales para laboratorios y aulas de temática STEAM.

Los centros participantes pertenecen a Andalucía, Castilla y León, Cataluña, Comunidad de Madrid, Comunidad Foral de Navarra, Comunidad Valenciana, Extremadura, Canarias, Euskadi, Principado de Asturias, Región de Murcia y Galicia, y la ciudad autónoma de Ceuta.

RedeSTEAM forma parte de las iniciativas nacidas en el marco de la ‘Alianza STEAM por el talento femenino. Niñas en pie de ciencia’, del Ministerio de Educación y Formación Profesional, a la que Redeia está adherida. Mediante este certamen, la compañía suma esfuerzos para configurar un sistema educativo y formativo sin estereotipos de género, que impulse el empoderamiento femenino en las disciplinas STEAM desde el sistema educativo y que contribuya a eliminar la brecha de género en el acceso a dichas disciplinas, tal como ocurre en el contexto internacional.

Fuente: https://www.compromisorse.com/rse/2023/08/29/redesteam-149-alumnas-de-secundaria-compiten-por-crear-un-mundo-mas-sostenible/

Comparte este contenido:
Page 13 of 1641
1 11 12 13 14 15 1.641