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Educación y Escolarización en tiempos de Pandemia.

Hace algunos días por esta misma red compartí un artículo del profesor Jaime Retamal en el que exponía una visión muy crítica sobre cómo desde la educación se está enfrentado esta coyuntura sanitaria, en una primera lectura estuve bastante de acuerdo con lo planteado por Retamal, pero con el transcurrir de los días y ayudado también de otras lecturas he intentado procesar de mejor forma lo que está ocurriendo.

En ese sentido es necesario que desde el profesorado tengamos la capacidad de hacernos cargos de nuestras ventajas, cómo así también de nuestras falencias, por lo mismo  es importante que conceptualmente seamos claros con respecto a temas bastante manoseados en estos últimos días y a su vez capaces de responder con argumentos sólidos a la contante improvisación del Ministerio de Educación frente a esta pandemia, pero seamos honestos también, desde nuestros espacios no hemos estado muy alejados de una dinámica más o menos similar, en esa línea improvisar se ha transformado en una constante.

El Mineduc a través de su plataforma web puso a disposición de las y los estudiantes “actividades pedagógicas” desarrolladas desde organismos que en los últimos años han sido el sustento teórico para la consolidación de un modelo educativo neoliberal, no es de extrañar que dicho material disponible sea el “producto” de empresas como Elige Educar, entre otras.

Así también hemos sido bastante duros al momento de criticar la “educación a distancia” como herramienta de estudio en tiempos de “aislamiento social”,  bajo esa lógica estaríamos invalidando todo curso o especialización que nosotr@s mismos hemos realizado.  Por tanto creo que la crítica no va por ahí, si bien los argumentos del contexto, acceso y conectividad son reales, también es cierto que nuestro propio conservadurismo en ocasiones nos limita a ver un poco más allá.

No estábamos preparados para esto, no fuimos formados para tiempos en los cuales la información circula en forma instantánea, las universidades chilenas enclaustradas en sus paradigmas tradicionales, no fueron capaces de anticiparse a cómo sería esta cuarta revolución, donde el saber sobrepasó el límite de los libros y se movió rápidamente en modalidad wi fi.

Por lo mismo no debemos tener miedo a estas nuevas herramientas de “educación”, teniendo claridad de lo que son: un método, no un fin en sí mismo. Cómo Profesores de la “era de la información” debemos ser capaces de desarrollar las herramientas y competencias que nos permitan dar a esta modalidad sentido crítico y liberador y que a su vez sea una alternativa al intento desesperado del Mineduc de continuar “escolarizando” sin escuela, entendiendo la “escolarización” como un proceso que busca estandarizar ideológicamente a nuestros niños , niñas y jóvenes.

La Escuela  como tal, será siempre el centro del proceso de enseñanza – aprendizaje, es el crisol donde se funden identidades y se construye la sociedad, jamás podrá ser reemplazada, pues la relaciones humanas y afectivas son y  serán un elemento central, no vivimos aislados.

Así también el o la Profesora jamás podrán ser reemplazados, somos nosotros los encargados de orientar dicho proceso, sin embargo lo anterior dependerá única y exclusivamente de la capacidad que tengamos de reinventarnos desde nuestra práctica docente  en tiempos inciertos como el actual.

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Islas Canarias: A disposición de los docentes herramienta de videoconferencia para educación virtual

La Consejería ha gestionado con la empresa Cisco la puesta en marcha de Webex, un recurso que permite desarrollar una clase virtual con comunicación en tiempo real, y en la que el alumnado participa como invitado sin necesidad de disponer de una cuenta.

La Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias ha gestionado con la empresa Cisco la puesta en marcha de la herramienta de videoconferencia Webex para educación virtual a distancia.

El personal docente de centros públicos de Canarias recibirá en los próximos días una invitación para comenzar a usar dicha herramienta a través de una notificación que le llegará al correo electrónico que haya dado de alta para la gestión docente.

La dirección general de Ordenación, Innovación y Calidad educativa recomienda al profesorado su uso a nivel interno, es decir, entre el propio personal docente durante los primeros días, para hacer pruebas y familiarizarse con sus funcionalidades. Igualmente, en los próximos días se pondrá a disposición de los profesores y profesoras de Canarias tutoriales para su manejo, así como orientaciones pedagógicas para su uso con el alumnado.

El director general de este departamento, Gregorio Cabrera, ha indicado que el objetivo de esta iniciativa es facilitar, en la medida de lo posible, la continuidad educativa.

Webex es una solución óptima de videoconferencia para la educación a distancia, que permite trabajar de forma intuitiva en dos escenarios principales: el de clase virtual, con comunicación en tiempo real, compartiendo audio, vídeo, escritorio, etc. (en el que los y las estudiantes pueden participar en modalidad de invitados, sin necesidad de una cuenta de usuario) y el de reuniones de coordinación o de información, entre profesorado y personal de la comunidad educativa (reuniones de equipos educativos, claustros, etc.)

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El paradigma educativo de la administración Trump

 

A muchos colegas pareció sorprenderles el triunfo de Trump, como si el sistema político norteamericano permitiese “sorpresas”. Otros, más despistados o ingenuos llegaron a inclinar su opinión a favor de la “alternativa Clinton” frente al temperamental presidente norteamericano. Los análisis basados en “estilos personales” y “carismas individuales” mostraron la hegemonía del “enfoque tipo farándula” para interpretar las elecciones presidenciales norteamericanas del año 2016.  Cualquier reflexión política de fondo parecía, incluso, amenazar la tranquilidad para quienes, ubicados en antípodas ideológicas, querían una continuidad del modo de vida americano.  Lo que sí es cierto, es que Trump desafió las rutinarias y adormecidas categorías de análisis de la sociología política americanista.

Ciertamente, en las recientes elecciones presidenciales norteamericanas a nivel público se confrontaron dos modelos de capitalismo del siglo XXI, el neoliberal producto de la globalización versus el capitalismo proteccionista que acuerda entre pares empresariales, regiones de influencia y mercados; los capitales golondrinas versus el capital con fronteras delimitadas; el modo de producción de mercancías clásicas versus su combinación con el trabajo inmaterial y la producción de mercancías virtuales: el capital especulativo versus la inversión en procesos productivos concretos.  En ambas propuestas, es visible el afán desmedido por obtener mayores márgenes de ganancia, sobre la base de la explotación del mundo del trabajo. Sin embargo, lo que realmente estaba en juego en los Estados Unidos eran las tensiones entre un sector de la burguesía trasnacional que quiere resolver sus contradicciones por la vía militar y económica y otra que empuja una integración y asociación del capital mundial abriendo paso al primer imperio extraterritorial y por lo menos tricéfalo en la historia de la humanidad.  Estas tensiones han continuado y hoy emergen con fuerza a raíz de la recesión económica en marcha y el Coronavirus.

Muy pocos comentarios y análisis vincularon el triunfo de Trump con el curso de instauración de la cuarta revolución industrial y los requerimientos de definición de las contradicciones interburguesas planetarias. Contrariamente a lo que muchos piensan, considero que Trump representa a la fracción burguesa que quiere llegar a un acuerdo económico global entre las distintas facciones del capital trasnacional.  La incomprensión de las tensiones y definiciones que impulsa la dinámica de puesta en marcha de la cuarta revolución industrial, tuvieron –y tienen- un capítulo especial en los gremios y sindicatos docentes, en la intelectualidad educativa, en las escuelas de educación e incluso en la burocracia de ministerios de educación.

Este “despiste” no es una cuestión menor, pues tiene y tendrá tremendas repercusiones en el análisis de las contrarreformas educativas de nueva generación que se están implementando y que parecieran ir tomando “corpus” más definido con la crisis del Coronavirus como ensayo del Apagón Pedagógico Global[1] [2].  Solo ignorancia supina de intelectualidad y gremios educativos permitiría hoy hablar de cambios educativos sin tocar ni analizar su relación con las mutaciones del modo de producción capitalista en el siglo XXI.  En ese contexto debemos entender y valorar, no sólo el triunfo del señor Trump, sino la gestión de su secretaria de educación la Sra. Betsy DeVos.

Pero ¿Quién es Betsy DeVos? La actual Secretaria de Educación Norteamericana nacida el 8 de enero de 1958, no es solo una empresaria sino una destacada líder del Partido Republicano. Hija del fundador de la Corporación Prince, Edgar Prince, su nombre de nacimiento es Elisabeth Prince. Actualmente está casada con el Director Ejecutivo de la multinacional Amway Dick DeVos, heredero del emporio Amway perteneciente –en buena parte- a su padre Richard DeVos. La señora DeVos estudio en la conservadora Holland Christian High School, para graduarse posteriormente de Licenciada en Artes en el Calvin College in Grand Rapids, ambos de Michigan. Pertenece a una de las familias más ricas de ese Estado.  Su suegro Richard DeVos fue elegido por la Revista Forbes en 2016 como una de las personas más ricas de los Estados Unidos. El aporte de la Familia DeVos, al partido y los candidatos republicanos desde 1989, se estima en aproximadamente 17 millones de dólares.  DeVos pertenece a la Iglesia Reformada Cristiana de América del Norte y, al parecer sus ideas religiosas están muy influenciadas por el teólogo neo-calvinista Abraham Kuyper. La familia de DeVos ha desarrollado el Consorcio Nuerocore, dedicado a la “estimulación” cerebral basada en la industria cultural; una especie de programación neurolingüística centrada en películas. La señora DeVos se ha desempeñado como presidenta, tesorera e integrante del Consejo del Instituto Acton, institución dedicada al estudio de la relación entre libertad y religión.  Entre los años 2004 y 2010 integró la junta directiva del Kennedy Center, experiencia que le permitió crear el DeVos Institute of Arts Management y, el ArtPrize, un importante concurso internacional de arte.

Pero, ¿Cuál es su trayectoria Política? Con treinta y ocho años de militancia en el Partido Republicano, la señora DeVos ha desarrollado la mayor parte de su trabajo político en Michigan.  En una meteórica carrera que la llevó de delegado local, a integrante de la Comisión Nacional Republicana hasta ocupar el cargo de presidenta del Partido en Michigan entre 1996 y el año 2000 –y posteriormente en otro periodo-  la señora DeVos ha desarrollado un perfil, que la identifica con los valores más conservadores de su organización.  La señora DeVos es el resultado de los valores de la homofobia, la industria de las armas a través de la libertad de uso de armas de fuego, el antiaborto, la discriminación racial, entre otros sustentos del republicanismo. Los rasgos que distinguen su accionar político son: excelente recaudadora de fondos y relacionista pública.

¿Cuáles son sus ideas en Educación?  La señora DeVos no es educadora de profesión ni de ejercicio en el aula.  En sus propias palabras considera que el énfasis de las reformas educativas, no es otro que el “avanzar en el Reino de Dios”, sumándose a la larga lista de políticos republicanos que se auto conciben como delegados del ·Seño” para llevar a buen puerto la administración pública y especialmente la educativa. Desde hace más de una década es una abierta opositora de la educación pública presencial, de la escuela y del sistema escolar.  Defiende la libertad de elección de centro escolar, la educación en casa en oposición a la escolarización presencial, el programa de “vauches” escolares, el desarrollo de escuelas a “la carta”.  Como defensora de las llamadas escuelas de Excelencia ha sido presidenta de la Fundación para la Excelencia en la Educación.

La Fundación de la familia Dick&Betsy DeVos (1989) concentra su acción en cinco agendas que expresan su interés: educación, comunidad, artes, justicia y liderazgo.  Su influencia en materia educativa ha crecido en la medida que se incrementan las donaciones de su fundación al sistema escolar norteamericano. En el periodo 1999-2014, esta fundación familiar entregó 8.6 millones de dólares para el desarrollo de escuelas cristianas de administración privada, 5.2 millones de dólares a las llamadas “escuelas charter” a lo cual le sumó 59.750 dólares a escuelas públicas para el impulso de los valores que ella promueve.  A partir de esta dinámica la “voz educativa” de Betsy DeVos se hizo cada vez más conocida en los Estados Unidos.

Es evidente su interés en el sector privado de la educación y por ende en la privatización de la educación; para ello ha construido una discursiva que impulsa la libertad de elección de centros educativos, cuyas características estén determinadas por el mercado. Como defensora de los “vales” o “vauchers” escolares y de los créditos fiscales a los estudiantes y sus familias, los concibe como el finiquito de la obligación del Estado con los ciudadanos, respecto a la educación, mediante el otorgamiento de un monto a cada uno de los estudiantes para co-financiar su educación privada.  Considera que los dineros del Estado deben ir dirigidos al fortalecimiento de la educación privada y no al sector público.  Es una defensora a ultranza de las escuelas charter, al punto que diseñó un sistema de supervisión para ellas, que las exime de responsabilidad cuando salen mal en sus evaluaciones.   Es promotora de un sistema de evaluación de los centros escolares que les clasifica en A, B, C, D o E para atraer o distanciar a los padres de ellas. En los últimos años ha impulsado el discurso de la educación en casa, apoyada en los elementos virtuales.

¿Cómo fue la votación en el Senado Norteamericano para su designación y las resistencias que ello generó? El 23 de noviembre de 2016, Donald Trump anuncia que la señora DeVos será la Secretaria de Educación de su administración. Su nominación generó inmediato rechazo en los sectores más progresistas y los gremios docentes de ese país.  Una veintena de gobernadores de la Unión expresaron inmediatamente su apoyo a DeVos.  La presidenta de la Asociación Nacional de Educadores (NEA) la profesora Lily Eskelsen García declaró que “considera a DeVos una mala opción para el cargo y, hasta ahora, no ha demostrado un compromiso con el fortalecimiento de la educación pública” (31-01-2017).  Por su parte, el dirigente de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dijo que DeVos es “una de las peores nominadas en ser jamás considerada para el puesto”(07-02-2017). Su designación continuó generando polémicas en el Congreso norteamericano ya que diputados demócratas se opusieron abiertamente a su designación; siendo hasta el 31 de enero que se lograron los votos suficientes para elevar al Senado la consulta sobre su nombramiento. Cuando todo parecía indicar que la señora DeVos no lograría la mayoría necesaria para su designación, el 7 de febrero de 2017, con el voto del vicepresidente Mike Pence, logró romperse el empate generado, siendo aprobada su moción por el estrecho margen de 50-51 votos.

¿Qué explica este impase con la señora DeVos?  Primero, esta resistencia hay que entenderla, como parte de la conmoción de la clase política norteamericana, ante el triunfo de alguien, que hasta hace poco, era visto más como un financista del mundo político, que cómo un presidente de la capital del imperio del siglo XXI.  Segundo, el temor de esa clase política a ser desplazada abiertamente por empresarios, amigos del nuevo presidente, de cuyo clan la señora DeVos es una clara representante. Tercero, las evidentes contradicciones de un sector empresarial que quiere controlar el “mercado” educativo norteamericano y, que ante la resuelta posición de la Sra. DeVos, ve el riesgo, que la balanza privatizadora se incline para el lado de los allegados, amigos y colegas de los Dick&Betsy DeVos. Cuarto, la inestabilidad que genera la señora DeVos al ser tan mal vista por sectores progresistas, los sindicatos docentes, los defensores de la educación pública y sectores organizados de los estudiantes y los padres y representantes.

Entonces, ¿Por qué finalmente resulta aprobada su designación?  Porque ella, muy a pesar del escarceo parlamentario, representa puntos claros de coincidencia en materia de lo que hay que hacer en educación a favor de los intereses del capital, desde el punto de vista de las dos facciones imperiales en disputa en la arena política norteamericana: la proteccionista y la neoliberal.  Esta coincidencia no es otra que la convicción respecto a la urgencia de la privatización de la educación, la destrucción del sistema escolar unificado, la desaparición de la profesión docente, la reconfiguración de la casa de familia como el espacio de aprendizaje en sustitución de la escuela pública.

Si bien cerca del 90% de los estudiantes estadounidenses estudian en “escuelas públicas” y sólo un 6% están en las escuelas charter o privadas, la Señora DeVos ha intentado profundizar la tendencia privatizadora de la educación. Para ello, impulsa una matriz de opinión, desde la secretaria de educación, que señale que la “pública” no genera educación de calidad y es un gasto innecesario para el Estado.  Para ello, enfatiza en las pruebas estandarizadas, en la interpretación descontextualizada y sesgada de sus resultados y la destrucción de la imagen de los maestros. En este último sentido, recordemos las declaraciones de la Sra. DeVos al culminar la visita a la escuela Jefferson, cuando señaló que “los maestros no tenían iniciativa y sólo esperaban que les dijeran que hacer”, lo cual es parte de una elaborada campaña contra el magisterio estadounidense.

A pesar de las “diferencias” locales, existe plena convergencia entre las orientaciones de la administración Trump y el Ministerio de Educación Mundial en el que se ha convertido la OCDE, por lo cual es previsible un fortalecimiento a las políticas estandarizadoras, la cultura de la evaluación punitiva escolar y la estratificación de centros educativos; al final lo que se procura es abrir paso al modelo de educación en casa.

 

[1] https://www.youtube.com/watch?v=zZ79h4Zu4SE

[2] https://rebelion.org/las-reformas-educativas-en-clave-de-resistencias/

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La escuela y la universidad en el capitalismo de la primera y segunda revolución industrial

El capitalismo significó un reordenamiento extraordinario de la economía, la cultura, las sociedades y en el plano educativo. A la escuela feudal, clasista y exclusivista para los nobles, tenían acceso muy pocos proletarios y cuando lo hacían eran estrictamente hombres. El orden y el poder funcionaban con ese modelo de apropiación del saber. Los textos religiosos eran la fuente primaria para el aprendizaje de la lectura y escritura de la plebe, quienes, consideraban los instalados en el poder, requerían ese “conocimiento” para sostener el estatus quo.

A las antiguas escuelas catedralicias, la reforma Carolingia les amplio su formato, permitiendo el ingreso de los “civiles” a la instrucción de la fe; ello estaba orientado a garantizar la influencia cultural en los territorios dominados, algo que permanecería con variantes hasta la reforma del Sínodo de 1059 que ampliaría un poco más el ingreso a la formación escolar. Sin embargo, la educación de ese periodo era la que requerían las sociedades feudales, enfatizando en el método memorístico. Acceder al conocimiento era lo importante, la comprensión del conocimiento era una cuestión divina y de la iglesia de Dios. Conocer permitía saber cómo actuar socialmente para sostener el orden de las cosas; comprender podría ser peligroso.

En la larga transición del feudalismo al capitalismo la escuela adquirió un nuevo rostro, una nueva conceptualización. La ilustración y el desarrollo científico de los siglos XVIII y XIX permitieron el emerger de la primera y segunda revolución industrial, con impacto directo en la conformación e impulso del capitalismo industrial. El aprendizaje basado en la memoria ya no resultaba suficiente, se requería memoria + comprensión de su génesis y líneas de expansión, para seguir ampliando y especializando el conocimiento que requería en ese momento el capital y que demandaba la aceleración de la innovación tecnológica.

El capitalismo estructuró los saberes conforme a su utilidad para mejorar, optimizar y potenciar, las máquinas sobre las cuales se estructuraba la producción y la sociedad. El capitalismo fortaleció la división del conocimiento en campos (Ciencias naturales, ciencias sociales, ciencias humanísticas, ciencias duras, filosofía) y estos a su vez en disciplinas. Los principios que orientaron esta estructuración fueron los prolegómenos de lo que hoy conocemos como la eficiencia y la eficacia del conocimiento. El capitalismo estructuró el mundo y sus instituciones a la imagen y semejanza de las maquinas que surgieron en la primera y segunda revolución industrial.

La lógica de la máquina newtoniana impregnó a la implementación de las pedagogías y la escuela, liceo y universidad. Mientras la enseñanza se fundamentó en la pedagogía vista como componentes ensamblables (didáctica, currículo, evaluación, planeación, gestión), el aprendizaje fue valorado como productos que se replicaban y evaluaban conforme a la lógica de producción de las mercancías generadas en las fábricas (escuelas). Los sistemas escolares se estructuraron a partir de las premisas de Comenio (maternal=preescolar, común=primaria, gimnasio=bachillerato y academia=universidad) como segmentos de producción separados pero ensamblables, estructurados según su complejidad (edad, desarrollo físico). La premisa de Comenio que señalaba que la educabilidad estaba en la naturaleza de los seres humanos se convirtió en el correaje de la lógica capitalista sobre la escuela.

La perspectiva de Comenio se fue enriqueciendo por otras propuestas, las cuales he trabajado en otros momentos. El conocimiento requería entonces memoria, información, comprensión y manejo contextual de procesos mecánicos, abriendo la posibilidad para la experimentación y los desarrollos conceptuales que eran valorados bajo el prisma de la utilidad para el sistema, para algunas de las maquinas del capitalismo económico, político, social, cultural y tecnológico.

La idea que para mejorar cada todo (máquina) había que perfeccionar las partes (ensamblables) y evolucionar al detalle los mecanismos (sistemas), facilitó la construcción de una epistemología disciplinar de la educación, de los procesos de enseñanza-aprendizaje, de los sistemas escolares.

Las dinámicas de las escuelas se estructuraron conforme a la mirada de la organización escolar de Comenio y la lógica disciplinar reforzó la idea de los nodos como materias. Las materias se dividían en objetivos secuenciales, a la usanza de una cadena de producción y, las evaluaciones cumplían la función de control en la producción de conocimientos (mercancías). La correlación de objetivos surgió como la expresión de especialización con complementariedad con otros conocimientos.

La formación docente se especializó al interior de los componentes de las pedagogías, surgiendo especialistas en cada una de las partes, a tal punto que al final apenas si conocían el todo; la idea era que, a los directores, supervisores y autoridades educativas en general, les correspondería coordinar el ensamblaje de los procesos. Surgieron los especialistas en currículo, evaluación, planeación, didácticas, innovaciones, gestión del aula, gestión de plantel. El todo se fragmentó en las partes y la pedagogía dejó de comprenderse en su relación con el todo social. Pero esto era lo que necesitaba el capitalismo de la primera y segunda revolución industrial. En los preludios de la tercera revolución industrial, la especialización en pedagogía derivaría en autonomía de las partes de la máquina pedagógica, sin que llegaran a ser nuevas máquinas, sino prototipos que competían entre si (curriculum versus didácticas, evaluación versus gestión, etc.).

 

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La educación de mala calidad, mal de piedra

La educación de mala calidad, mal de piedra

Fuentes: Rebelión

La falta de calidad engendra la falta de calidad. Contiene un potencial subversivo, de verdadera disolución social, puesto que propicia el cinismo y la frustración colectiva, la simulación de todos contra todos.

Miguel Ángel Granados Chapa

Preámbulo

¿Cómo situar un concepto de calidad que escape a la tentación de sucumbir ante los jaloneos del mercado y el Estado? Entre cortinas de humo se asoman unas manos que jalan de las ropas a la educación hacia sus propios dominios. El mundo natural se repone a sí mismo independientemente de nosotros. Nosotros hemos pretendido reponernos independientemente del mundo natural. Pero no es lo mismo. Somos de la naturaleza y no a la inversa. Y el mal avanza tierra adentro. El metabolismo social sufre actualmente serios trastornos que empobrecen la riqueza cualitativa de la vida humana, es decir, todas las cosas y todos los procesos. Abogar por una educación de calidad, enriquecer sus cualidades, implica situar el problema desde otro punto de vista.

La educación no sucede exclusivamente en la escuela. En la escuela no aprenden sólo los alumnos. La educación es mucho más que capacitación para el trabajo. Las escuelas no deberían quedar entre las patas de los caballos. En la globalización se requiere de la localización de las problemáticas. Y situarlas implica reconocer a las comunidades que están involucradas en los procesos que pueden, merecen, ser mejorados.

Primer acto: La calidad

La vida es un equilibrio dinámico entre formas particulares de esa misma vida. Cada ser humano es parte de la existencia social que la hace posible. Nuestra existencia “implica un proceso constante de metabolismo o intercambio de materias entre la forma de lo humano y la forma de lo puramente natural”.1 Es decir, cada uno de nosotros participa en un juego de reciprocidades, primero, con el conjunto variado de seres humanos y, segundo, con la vida natural de la que formamos parte. Todo al mismo tiempo. Así, al organizarnos para obtener los elementos para la subsistencia, modificamos a la naturaleza. Ésta, a su vez, aceptando a su modo esa modificación, nos la devuelve, transformándonos nuevamente. Así pues, los seres humanos vivimos en un diálogo cósmico.

El trabajo que se requiere en este “metabolismo” necesita determinados instrumentos o herramientas. Tanto el instrumento de trabajo como el objeto a ser trabajado deben ser naturaleza transformada para ser usadas o consumidas; cosa inventada. Cuando al trabajar obtenemos un objeto para nuestro consumo se suele requerir de ciertos instrumentos para apropiarnos del fruto de nuestro esfuerzo. De este modo, el ser humano, al repetir incansablemente los pasos necesarios para reponer su existencia, elige una y otra vez la materia, los instrumentos y los procedimientos más adecuados para satisfacer no sólo su necesidad sino su gusto.2

El pan, por ejemplo, sería el vehículo de una preferencia gustativa, calada repetidamente a través del tiempo. Si algo se modificara en el proceso, el pan no sabría igual. Si se empobrecen los ingredientes o se descuida su elaboración se alteraría su riqueza cualitativa. Podría decirse que disminuiría su calidad. Si se cuida con detalle el proceso, para las ocasiones especiales, diríamos que se altera para bien. Del mismo modo, cuando la alteración ocurre en negativo, sucede un empobrecimiento cualitativo. Es malo ese pan.

La noción de “calidad” como empobrecimiento de las cualidades es lo que quisiéramos poner a prueba al interrogarnos sobre la consistencia de otros productos sociales, acaso mucho más complejos, como la educación. Pero haría falta enfocar detenidamente este hecho. Por ello vale la pena preguntarse: ¿Cuáles son los instrumentos, la materia, los objetos y los sujetos que entran en juego en la educación? ¿Qué implicaría, en este sentido, un mejoramiento de la calidad en la educación?

La educación no es un pan, ni son enchiladas. Se “producen” seres humanos; seres humanos “produciendo” seres humanos. En este sentido, no se produce un objeto llamado educación; éste sería el proceso. El medio es la escuela. Por lo tanto, convendría situar las cosas de la siguiente manera: la educación es el proceso mediante el cual el ser humano se reproduce a sí mismo a través de las generaciones. Pensar una mejora cualitativa de dicho proceso exige reconocer sus elementos para someterlos a revisión crítica.

Segundo acto: la educación

Que los niños, actualmente, vayan todos los días a la escuela, o que se piense que deben hacerlo, es una realidad histórica. No hay sociedad humana que no se las haya arreglado para transmitir la experiencia y el conocimiento acumulado para garantizar la sobrevivencia y cierta forma particular de humanidad. Pues no sólo es la continuidad biológica de la especie sino fundamentalmente la continuidad de una determinada forma de vida para ella misma. Lo que se fomenta y se “entrega” a las nuevas generaciones es una identidad.

Las diferentes aventuras históricas que se han vivido persiguiendo ese fin han contado con espacios y procesos dedicados especialmente a sistematizar y transmitir el conocimiento y la experiencia requeridos para conservar una identidad, una determinada figura política. Aun así, esos lugares no son los únicos momentos en donde las comunidades “se hacen” a sí mismas. Los personas, desde los primeros años, encuentran en el trabajo, en las ritualidades festivas, en la vida religiosa y la vida cotidiana misma, múltiples filamentos con los que hallan pertenencia y participación en esa transmisión. Viven en el marco de una “realidad cultural” en donde “todo proceso de trabajo está siempre marcado por una cierta peculiaridad en su realización concreta” de la que depende su capacidad política.3

Pero en el mundo moderno más reciente, es decir, el de la historia asociada al proceso de expansión y universalización de la civilización occidental, el medio a través del cual esta transmisión de saberes ha tenido lugar es el de la educación escolar a cargo del Estado nacional. La concepción, la implementación y las diferentes transformaciones en las que ha debido darse, son una historia que puede entenderse mejor a la luz de un proceso que le antecede y que está por debajo de los acontecimientos, sobredeterminándolos y encauzándolos en un cierto sentido, que prioriza “el plano puramente racional-eficientista de la técnica”, como promesa de acumulación de riqueza abstracta.4

La función histórica del Estado nacional ha sido la de gerente y/o capataz de los distintos territorios que albergan en su interior realidades con matrices culturales diversas. Ha sido el dispositivo para la reproducción de una identidad artificial que otorga legitimidad y estabilidad a las distintas empresas de acumulación de capital. Pero vivimos la falta de vigencia del Estado nacional, en la medida en la que el territorio ha dejado de ser la mercancía encargada de administrar la acumulación de riqueza. La democracia se ha vuelto un juego donde se elige una determinada versión de obediencia al mercado. Este fenómeno se constata en la nueva centralidad que ocupa la tecnología como pivote del desarrollo económico, es decir, lo determinante ya no es la productividad de un determinado territorio sino la productividad de tal o cual tecnología, consolidada como realidad pos-nacional.5 Hablar de calidad poniendo en el centro las necesidades de legitimación o capacitación del estado o del mercado es tocar apenas el punto de partida de una problemática enorme.

Ahora que la era de la globalización requiere una nueva forma de división internacional del trabajo, los Estados nacionales aparecen como impedimento, como artefactos obsoletos que están siendo debilitados y sustituidos por otros mecanismos de estandarización, más allá de las fronteras nacionales, minando también desde las regiones, por omisión o por conveniencia, la soberanía nacional que en otro tiempo fue funcional.6

Tercer acto: La comunidad educativa

Sylvia Schmelkes ha explorado una ruta de mejoramiento de la calidad de las escuelas que sin confrontar abre perspectivas.7 Plantea, primero, que el cambio cualitativo “es asunto de cada escuela, de las personas que ahí trabajan, y de las relaciones que éstas establezcan entre sí, con los alumnos y con la comunidad a la que sirven”. Para ella la calidad está en el proceso que involucra a toda la comunidad. La calidad implica y asegura el mejoramiento continuo de todas las personas involucradas.8 Es una forma de hacer lo que se tiene que hacer a pesar del mercado y el Estado.

La revisión de los capítulos II y V del tomo de Shmekel centra dos cuestiones: primero, la necesidad del reconocimiento de las problemáticas en el proceso educativo, la solución de las causas que las originan y la construcción de criterios que permitan estabilizar el cambio y fincar sucesivas posibilidades de mejoramiento; y segundo, reconocer a todas las personas involucradas en la construcción del ambiente educativo como parte del proceso y, por lo tanto, como parte del equipo que puede llevar adelante el diagnóstico, las propuestas, la supervisión y la evaluación de las acciones emprendidas.9

En ambos momentos (el reconocimiento de la problemática y el de la construcción de trabajo en equipo)10 lo más difícil parece ser la transformación personal y colectiva de quienes están involucrados. Pone a prueba el tipo de identidad que se reproduce en nuestros días. Como si nos hubiésemos tornado estructuralmente conservadores, opositores de la transformación, defensores de una identidad pétrea; estamos malos de mal de piedra. Por desventura, el peso recae, por ahora, en los docentes. Es así en la medida en que no se asuma colectivamente la función educativa dentro de las escuelas (lo que incluye también a los padres y madres de familia). Es necesario un “cambio de actitudes, y estar dispuestos a modificar las mismas y a ser consecuentes con esta decisión de cambio”.11 Esto significa abrirse al camino de las mutaciones que no cesan. Y da vértigo. No sabemos vivir en la incertidumbre. Pero si no cambian los procesos no cambiarán los seres humanos.

La discusión acerca de la calidad está atrapada en el campo que disputan las necesidades del mercado o del Estado. Seres humanos de “mejor calidad”, en esta disyuntiva, no se definen a partir del análisis del proceso de formación sino en atención a la funcionalidad inmediatista que solicitan estos campos, es decir, en el resultado. Un conformismo estatal o mercantil, se contenta con obtener del proceso ciudadanos acríticos, por un lado, o trabajadores y consumidores activos, por el otro. El crecimiento cuantitativo de la oferta educativa “se mantiene e incluso crece” y sin embargo, “cualitativamente la educación se deteriora”.12

Sin embargo, el concepto de calidad es progresivo, “está en constante construcción y evolución […] a medida que pasa el tiempo se van agregando más elementos a su conceptualización”. Es en este campo de batalla que argumentar en favor de un concepto de calidad como enriquecimiento cualitativo del proceso, aboga por la necesidad de recuperar la capacidad de darle forma a nuestra identidad desde nuestras propias comunidades. Podemos estar de acuerdo con que

Estas necesidades abarcan tanto las herramientas esenciales para el aprendizaje como los contenidos mismos del aprendizaje básico necesarios para que los seres humanos puedan sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de su vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo…13

O, finalmente, con las palabras de la misma Schmekel:

la educación verdadera es la que ocurre en el interior de cada sala de clases, en cada plantel educativo. Su calidad depende de la calidad de las relaciones que se establezcan entre las personas que ahí laboran, con los alumnos y con la comunidad inmediata a la que sirven. Por eso, la calidad de la educación sólo podrá mejorarse, en forma real, en la medida en que se generen desde cada plantel educativo, de manera participada y compartida, las condiciones que ese plantel necesita para lograr resultados de calidad en la educación impartida a esos alumnos, en las condiciones específicas de la comunidad concreta a la que presta sus servicios.

Epílogo

En los procesos de producción industrial el cálculo de una corta vida útil para los productos ha sido denunciada como “obsolescencia programada”. Al fenómeno que se ejemplifica con esa ropa que sólo tiene cierres o bolsitas aparentes ha sido conceptualizado como “modernidad americana”. Estos dos hechos, la caducidad controlada y la mera apariencia, no se agotan en la producción de objetos para el consumo. Son dos rasgos de una manera de producir que ha alcanzado y trastornado el proceso de reproducción de la vida social; la reproducción de la vida humana misma.

La educación no es ajena a este fenómeno. El empobrecimiento cualitativo del mundo de la vida humana sobre la tierra tiene en la educación una ventana y un grillete. Es allí donde podrían aleccionarse otras formas de relación entre seres humanos y con el mundo natural. Pero es también el semillero de una forma de vida que se aleja de la necesidad de sostener un diálogo armonioso con el mundo. Al hablar de calidad no debemos pensar solo en la vida individual que pueda tener cada uno sino en el tipo de vida al que podemos dar lugar como civilización humana.

Bibliografía

Ceceña, Ana Esther. Derivas del mundo en el que caben todos los mundos, CLACSO ediciones, Siglo veintiuno editores, México, 2008.

Echeverría, Bolívar, Definición de la cultura, FCE, México, 2001,

Oliva, Carlos, “¿Qué es la izquierda? Notas sobre las definiciones de Bolívar Echeverría”, 2017. Consultado en http://www.laotrarevista.com/2017/10/que-es-la-izquierda-carlos-oliva-mendoza/ por última vez el 20 de enero de 2020.

Schmelkes, Sylvia, Hacia una mejor calidad de nuestras escuelas, SEP, México, 2001.

Notas:

1 Bolívar Echeverría, Definición de la cultura, FCE, México, 2001, p. 47.

Cf. Ibid. p. 51-54. El mismo autor escribe más adelante: “El alimento del animal es perceptible para él como más o menos apto para llenar una determinada carencia del mismo; el alimento humano, en cambio, es perceptible no sólo como capaz de satisfacer un determinado tipo de hambre, sino también, y sobre todo, como más o menos sabroso y como diferentemente sabroso”. p. 64.

3 Bolívar Echeverría, “Lección I. La dimensión cultural de la vida social”, Op. Cit. p. 22.

Ibid. p. 20.

Cf. Carlos Oliva, “¿Qué es la izquierda? Notas sobre las definiciones de Bolívar Echeverría”, 2017. Consultado en http://www.laotrarevista.com/2017/10/que-es-la-izquierda-carlos-oliva-mendoza/ por última vez el 20 de enero de 2020.

Cf. Ana Esther, Ceceña. Derivas del mundo en el que caben todos los mundos, CLACSO ediciones, Siglo veintiuno editores, México, 2008.

7 Sylvia Schmelkes, Hacia una mejor calidad de nuestras escuelas, SEP, México, 2001. p. 9.

Cf. Sylvia Schmelkes, “Capítulo VII. La calidad conduce al mejoramiento continuo de las personas involucradas”, Op. Cit. pp. 73-83.

9 Sylvia Schmelkes, “Capítulo II. La calidad parte del reconocimiento de que hay problemas” y “Capítulo V. La calidad depende de todos los que participan en el proceso” Op Cit. pp. 29-40 y 53-62, respectivamente.

10 Al respecto dice la autora: “El equipo se complementa, se forma y se refuerza. Los equipos deben identificar el problema, conocer sus causas, diseñar soluciones, vigilar su puesta en práctica, evaluar, evitar que se vuelvan a presentar situaciones que conduzcan al proceso anterior, y buscar nuevas formas para lograr niveles aún mayores de resultados” Ibid, p61.

11 Ibid. p. 53.

12 Cf. Ibid. “Se ha llegado al término de un proceso educativo mediante el cual se han obtenido abundantes logros cuantitativos a expensas de menoscabar la eficiencia, la calidad y la equidad”. p. 10.

13 Artículo 1 de la Declaración Mundial sobre Educación para Todos. Satisfacción de las Necesidades de Aprendizaje Básico. Jomtien, Tailandia, marzo de 1990.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-educacion-de-mala-calidad-mal-de-piedra/

 

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Los cambios que se avecinan para acreditar la alta calidad de las universidades

Por: Semana Educación

El Ministerio de Educación presentó los lineamientos de actualización del Modelo de Acreditación en Alta Calidad. Rectores de instituciones de educación superior le explicaron a Semana Educación cuáles son los beneficios y retos de este acuerdo.

El Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) indica que hay 302 instituciones de educación superior (IES) en Colombia, pero solo 66 están acreditadas. De estas, 56 son universidades, siete son instituciones universitarias o escuelas de tecnología y tres son instituciones tecnológicas. Además, de 12.789 programas académicos con registro calificado vigente, solo el 27 por ciento (3348) están acreditados y cuentan con al menos una renovación.

Esta acreditación evalúa el cumplimiento de los objetivos y la pertinencia de la oferta académica, el bienestar, el desarrollo de la investigación, la innovación y la creación artística y cultural. Con el fin de actualizar la manera como se ha medido la actividad en su nivel superior, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) convocó en 2018 y 2019 a 29 talleres en los que participaron al menos 600 representantes de 247 IES del país. A dichos encuentros también asistieron el Consejo Nacional de Educación Superior (Cesu), el Consejo Nacional de Acreditación (CNA) y la Comisión Nacional Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Conaces).

Como resultado, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, en calidad de presidente del Cesu, presentó ante más de 500 rectores y directivos los lineamientos que actualizan el Modelo de Acreditación en Alta Calidad para las instituciones de educación superior en Colombia.

El cambio más significativo, de acuerdo con la jefe de la cartera educativa, es que las IES que decidan iniciar el proceso de acreditación, que es de carácter voluntario, contarán con un concepto de calidad que reconoce la diversidad de instituciones, su naturaleza jurídica, así como los diferentes niveles y modalidades de formación académica.

“En el proceso de actualización se introdujeron temas claves entre los que figuran los resultados del aprendizaje como indicador del logro de la alta calidad; la inclusión de dimensiones como el seguimiento, evaluación, autoevaluación y la promoción de los sistemas internos de aseguramiento de la calidad, de forma que atiendan, de manera articulada, los procesos del registro calificado y de la acreditación de alta calidad y se fomente el mejoramiento continuo al interior de las instituciones de educación superior”, explica Angulo.

Para reconocer la acreditación, también se incluyen nuevos factores de evaluación tales como la identidad; gobierno institucional y transparencia; los indicadores de permanencia y graduación y aspectos académicos y resultados de aprendizaje.

«No podemos limitarnos a formar mano de obra, tenemos que formar ciudadanos críticos y capaces»

A propósito, el padre Jorge Humberto Peláez Piedrahita S.J., rector de la universidad Javeriana, considera que este paso es fundamental para que todos los estamentos de la educación superior se articulen y tengan en cuenta las diferencias geográficas, culturales y poblacionales del país.

“En esta articulación los rectores expresamos sinsabores y descontentos, por ejemplo, que los diferentes organismos como el Cesu y el CNA exigían diferentes cosas a las universidades. Con el acuerdo, vamos hacia un mismo rumbo y se establece una calidad modulada, que reconoce las diferencias de las IES y de las regiones. Antes, estábamos completamente fuera de la realidad”, afirma Peláez, quien también se desempeña como representante de los rectores ante de las universidades privadas antes el Cesu.

Lorenzo Portocarrero Sierra, rector del Tecnológico de Antioquia y representante de los rectores de las Instituciones universitarias o escuelas tecnológicas estatales u oficiales ante el Cesu, recuerda que “214 instituciones de las 302 no tienen categoría de universidad”, por lo que aplaude que ahora existan criterios de acreditación para valorarlas a todas las IES.

“Era casi obligatorio tener que parecerse a un solo modelo, al de la universidad, pero era ilógico que en un país diverso no se reconociera la singularidad de las IES. Estos lineamientos dan cuenta de que cada institución puede definir cuáles son sus intereses y su enfoque de investigación”, apunta por su parte José Consuegra Bolívar, rector de la universidad Simón Bolívar de Barranquilla.

Otro cambio sustancial presentado por el MEN es que solo podrán someterse al proceso de acreditación los programas que cuenten con funcionamiento continuo de por lo menos ocho años. Se modifica también el tiempo de vigencia de la acreditación de alta calidad, que ahora será de 6, 8 o 10 años, según el grado de consolidación y sostenibilidad que demuestren las IES y sus programas.

Para Ivaldo Torres Chávez, rector de la universidad de Pamplona y representante de las instituciones públicas ante el CESU, con estas directrices ganan todos los sectores. “Ganan los estudiantes y familias porque las universidades estamos armándonos para entregar la mejor educación; también gana el sector empresarial porque van a tener profesionales más idóneos y enfocados en el desarrollo del país”, dice.

¿Cómo evaluar, por ejemplo, los resultados de aprendizaje y potenciar esa calidad de las IES? El rector de la universidad Javeriana propone reforzar el diálogo con el sector empresarial, que se ha venido realizando, para cuestionar si el capital humano sí responde a la misión de las universidades y genera transformación e innovación.

“En estos diálogos puede haber tensión entre la visión inmediatista del empresario, que busca egresados con ciertas competencias útiles para el mercado, pero desde las universidades tendremos que completar ese discurso, porque no podemos limitarnos a formar mano de obra, tenemos que formar ciudadanos críticos y capaces. No podemos caer en la trampa de una función instrumental de la educación superior, debemos centrarnos en el aporte de valor para transformar las regiones a partir de la misión de cada institución”, puntualiza Peláez.

Se debe subrayar que la apuesta por asegurar la calidad resulta ambiciosa si se tienen en cuenta otros aspectos. Entre estos, la tasa de cobertura en educación superior –que se ubica en 53 por ciento– y la tasa de desocupación en América Latina, que fue de casi 20 por ciento en el tercer trimestre de 2019, lo que significa que uno de cada cinco jóvenes no consigue empleo en la región. Este es el porcentaje más alto registrado en la última década, según la Organización Internacional del Trabajo.

A propósito, Javier Duván Amado Acosta, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Instituciones de Educación Superior con Formación Técnica Profesional, Tecnológica o Universitaria (Aciet), hace énfasis en apoyar la vida laboral de los estudiantes mediante la integración del Servicio Público de Empleo con el trabajo de las IES.

“Las vacantes no llegan a las universidades, y las universidades tienen sus propias bolsas de empleo, es decir que no dialogan entre sí. Los jóvenes deben vincularse a una vacante desde que son estudiantes, pero, mientras estemos dispersos, no lo vamos a lograr”, añade Javier Amado.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/universidades-alta-calidad-colombia-proceso-de-acreditacion-educacion-superior/655169

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Are Australian students receiving the school education they deserve?

Are Australian students receiving the school education they deserve?

When people overseas ask me about Australian schools, I tell them that we have some of the best schools in the world — but they are not for all of our children.

International reviews have proved that the Australian school system is one of the most unequal and socially segregated among the rich countries of the world.

This is not a recent finding. During the last decade, evidence from abroad and findings in our own studies have called for a change of course in policies — and the politics behind them — that drive school education in Australia.

The question is: why do we continue to believe that schools will get better by doing things that all successful education systems have found to be ineffective?

Australian education used to be admired

Not so long ago, Australian education was admired by many countries as a forward-looking and inspiring model for them and others.

When the OECD’s PISA study first appeared in 2000, all eyes were turned on the UK, Denmark, the Netherlands, New Zealand and Australia.

Sadly, today we are not anymore among those progressive and future-looking education systems that lead the way and provide good learning for all children.

Instead, we are seen as having a conservative, ineffective and outdated school system moving backwards in time.

The reason for Australian education to drop from the world class to the second league in international outlook is not because of declined student achievement in reading, mathematics and science in PISA and other comparative studies.

A more important reason is a steady decline in social equality and growing inequity in school education.

Evidence from the OECD that regularly compares the world’s education systems shows that successful education systems invest much more in equity of education outcomes than we do.

A young student raises his hand in a classroom setting.

In other words, they focus on the education of children with special educational needs, support child wellbeing and health in every school, and allocate resources and targeted help to schools based on their true needs.

World-class education nations don’t do what seems to be our main strategy: Insist schools compete against one another, use toxic accountability measures to control and measure what schools do, and hold teachers as scapegoats for plunged education rankings.

Teachers and kids are not the problem

Teachers are often the first ones to blame when we look for reasons why schools don’t get better.

Therefore, solutions to fix the learning crisis often start there.

Recently school reformers have suggested that teachers should be allowed to use only evidence-proof teaching methods, they should be paid based on student outcomes, and that «superstar» teachers should be sent to teach in the most disadvantaged schools.

Indeed, there is a learning crisis in Australia. But it is not a crisis of students’ learning and teachers’ teaching in schools.

The real learning crisis is the education system’s inability to learn — via existing evidence and from other education systems — how to improve teaching and learning in every school.

Students and teachers suffer from these systemic learning difficulties that we must fix before things overall will get any better.

One of the first things our education systems need to learn is that the most important factor in improving the quality of education is not its teachers.

Half a century of systematic research has shown that teachers account for about 10 to 15 per cent of the variability in students’ test scores.

A child reads a book in a classroom.

A similar amount of variability is associated with other school factors, such as curriculum, resources and leadership.

This means that most of the influence on students’ educational achievement lies outside school — in homes, communities, peer groups and students’ individual characteristics.

Make no mistake, teachers are the most influential part of school.

We should stop thinking that teachers have the power to overcome all those inequalities that many children bring to school with them every day.

As soon as we accept this fact, then we also understand that the majority of opportunities for improving quality of education are found in the system-level conditions.

Equity is the answer

Strengthening equity in education has become a common strategy in most successful education systems today.

These measures include high-quality early childhood education as a basic right for all children, preventive support for children and families in their health and wellbeing, allocating money to schools to offer individualised help to all children, and investing in teacher collaboration and professionalism to advance school improvement.

There is a lot to learn from around the world about how to build fairer and more inclusive education systems here at home.

But our education systems must be much better in learning how to do that.

Accepting that to continue using the same old policies that have taken us to this miserable situation is a bad idea would be a good start.

Then, we should adopt coherent education policies that are supported by evidence and research, rather than the current haphazard intervention efforts that are often rejected by world-class school systems.

Pasi Sahlberg is professor of educational policy and deputy director at the Gonski Institute for Education in the School of Education at the University of New South Wales.

Fuente de la Información: https://www.abc.net.au/news/2020-03-09/education-policy-learning-problem-australia-schooling-funding/12034350

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