Estados Unidos/24 de Febrero de 2018/Autora: Carolina Martín/El Mundo
Una semana después del tiroteo masivo en el instituto Marjory Stoneman Douglas de Parkland (Florida), en el que murieron 17 personas y 14 resultaron heridas, supervivientes, familiares y padres compartieron con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cómo vivieron la tragedia entonces y cómo se sienten hoy.
«Cumplí 18 años el día después [del tiroteo]. No entiendo porque aun puedo ir a una tienda y comprar un arma de guerra», decía Sam Zeif, que se encontraba en la segunda planta del instituto cuando Nikolas Cruz abrió fuego. En medio del pánico escribió mensajes a sus padres y a tres de sus hermanos para contar lo que estaba pasando con el temor de no volver a verles.
Contrariado y sin apenas poder contener las lágrimas, Zeif explicó que había perdido a su mejor amigo en el tiroteo y que no sabe cómo va a poder volver a poner un pie en el instituto. «¿Cómo es tan fácil comprar este tipo de armas y cómo no frenamos esto después de Columbine, después de Sandy Hook?, se preguntaba mirando a la izquierda, donde estaba sentada Nicole Hockley.
Ella perdió a uno de sus dos hijos en la masacre del colegio de primaria de Newton (Connecticut) en diciembre de 2012. Allí murieron 20 niños y seis profesores. «Estas muertes son evitables», decía recordando que han pasado más de cinco años desde que Adam Lanza le arrebató a su hijo Dylan, de 6 años, durante el tiroteo. «Considere a su propio hijo. No quiere ser yo. Ningún padre quiere y usted tiene la capacidad de hacer una diferencia y salvar vidas». Entre las medidas para hacer las aulas más seguras, Hockely mencionó la dotación de más fondos para la salud mental y programas de prevención.
Las peticiones a Trump para que introduzca cambios que hagan las escuelas seguras llovían de todos los rincones del salón de la Casa Blanca. Entre las más emotivas estuvo la de Andrew Pollack, que perdió a su hija en el tiroteo de Florida. Sin contener su rabia, se preguntaba por qué no puede pasar una botella de agua en el aeropuerto, pero si se puede ir a una escuela con un arma. «Protegemos aeropuertos, conciertos, estadios, embajadas, el departamento de Educación», repasó mostrando su malestar porque hasta en el ascensor del departamento había un guardia, pero no se protegen igual las escuelas.
Cuántas más tiene que haber atacadas y cuánto niños disparados, se preguntaba Pollack que llevó a la Casa Blanca la voz que le había sido arrebatada a su hija, para frenar estas masacres. «Estoy cabreado», dijo alzando la voz en la sala. Rodeado de sus tres hijos varones y puestos los cuatro en pie, aseguró que esto «se acaba aquí. No voy a descansar hasta que se arregle».
Pollack quiso dejar claro que no estaba hablando de más control de armas sino de la seguridad de los niños. Para los otros debates ya habrá tiempo. Uno de sus hijos, sin embargo, tomó el micrófono para defender que debería haber más armas en los colegios -en manos de personas autorizadas para llevarlas- para proteger a los estudiante.
Una solución con la que no pareció estar de acuerdo Mark Barden, que perdió a su hijo en Sandy Hook. «Los profesores tienen bastantes responsabilidades ahora como para tener la increíble responsabilidad de la fuerza letal de matar», señaló explicando que hablaba en nombre de él y su mujer, que trabaja como maestra.
Las diferencias en el debate sobre las armas se manifestaron en esta sesión organizada por el presidente. A diferencia de Pollack, el padre de Justin Gruber Cory, sí creía que había que hablar ya cambios legislativos. «Si no es lo suficientemente mayor para comprar una cerveza, no debería serlo para comprar un arma a los 18», dijo sentado junto a su hijo de 15 años, que sobrevivió al tiroteo de Florica. «Es una cuestión de sentido común», subrayó después de recordar que no es un tema político. «La gente está muriendo y tenemos que hacer algo para pararlo», apostilló.
Antes de que comenzasen las historias personales, el presidente insistió en que su Administración iba a ser muy «estricta con la revisión de antecedentes» a la hora de adquirir un arma y que iban a trabajar en el terreno de la salud mental.
Un mensaje que volvió a retomar casi al final de la sesión antes de asegurar que «encontremos una solución». En la casi hora y media que duró el encuentro, Trump apuntó que está viendo la opción de que haya profesores con «armas ocultas» en las escuelas, como una medida para frenar los tiroteos.
Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2018/02/22/5a8e0b64ca4741607f8b4580.html