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Clases presenciales en Italia se reanudarán en septiembre

Europa/Italia/30 Abril 2020/eldinamo.com

La decisión, según el primer ministro, se tomó tras considerar los “riesgos muy elevados de contagio” que prevé el comité científico que asesora al gobierno.

Italia ha sido uno de los países más afectados por la pandemia del coronavirus (COVID-19), y por lo mismo, el 4 de marzo se optó por suspender las clases presenciales en todos sus recintos educacionales.

Dentro de este contexto, y en entrevista con el diario La Reppublica, el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, afirmó que “la escuela está en el centro de nuestros pensamientos y reabrirá en septiembre“. Es decir, en el inicio de un nuevo año académico según el calendario del hemisferio norte.

Desde el gobierno ya habían anticipado que, de no volver a clases antes del 18 de mayo (cuando tan sólo restarían cuatro semanas para terminar el año), todos los alumnos pasarían de curso de manera automática. Esto, con el propósito de terminar el año escolar 2019-2020.

La decisión, según comunicó el primer ministro, se tomó tras considerar los “riesgos muy elevados de contagio” que prevé el comité científico que asesora al gobierno.

“Está en juego la salud de nuestros hijos, sin descuidar que la edad media del personal docente está entre las más altas de Europa”, agregó Conte.

Por otro lado, y en relación a cómo lo harán los padres que deberán ir retornando al trabajo presencial, el primer ministro italiano destacó que se destinarán ayudas para el pago de niñeras y también se habilitarán permisos extraordinarios.

Asimismo, Giuseppe Conte afirmó que “no estamos todavía en las condiciones de reestablecer una plena libertad de movimiento, pero estamos estudiando una reducción de las normas actuales más rígidas”.

Fuente: https://www.eldinamo.com/educacion/2020/04/27/italia-coronavirus-clases-presenciales-en-italia-se-reanudaran-en-septiembre/

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Alemania: «No habrá clases normales antes del verano»

Europa/Alemania/30 Abril 2020/noticierodigital.com

Las autoridades educativas alemanas reconocieron este martes que la normalidad no volverá a las aulas antes del verano, aunque los 16 «Länder» acordaron que todos los alumnos tendrán alguna clase presencial antes de las vacaciones.

Los responsables de Educación de los estados federados cerraron este martes la hoja de ruta común para la reapertura de los colegios con un alto grado de ambigüedad y discrecionalidad, para permitir que cada «Land» pueda ejercer sus competencias, pero también para adaptar la regla general a la situación de la pandemia en cada región.

«No habrá clases normales antes del verano, aunque sólo sea por la necesidad de mantener las distancias y las normas de higiene», explicó al anunciar que se había ya acordado la hoja de ruta, la responsable de Educación de Renania-Palatinado, Stefanie Hubig.

No obstante, agregó, «todos los alumnos volverán algún día o algunas semanas a las aulas para tener clases presenciales antes de las vacaciones de verano».

La fórmula que se elija para la vuelta a las aulas dependerá de la evolución de la COVID-19 en cada Land, de las necesidades educativas de cada grupo de alumnos y de las posibilidades de los colegios.

En los medios alemanes se han apuntado las distintas opciones sobre la mesa que incluyen, entre otras, dividir las clases, extender la semana lectiva al sábado y ampliar la oferta digital.

Lo que es seguro es que los colegios deberán implementar en sus instalaciones las medidas de distanciamiento social e higiene. La prioridad, subrayó Hubig, es la salud, pese a la importancia del derecho a la educación.

Señaló además que algunos podrían regresar a un ritmo «semanal» al colegio, mientras que otros alumnos acudirán «días» sueltos a su centro educativo.

Fuente: https://www.noticierodigital.com/2020/04/alemania-no-habra-clases-normales-antes-del-verano/

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Entrevista a María Novo: «La lógica del beneficio inmediato ha destruido la lógica de la vida»

Entrevista/30 Abril 2020/Autora:Rosa M. Tristán/eldiariolaeducacion.com

La catedrática Emérita de Educación Ambiental, María Novo apuesta por repensar la globalización para que buena parte de los procesos que hoy se desarrollan entre países puedan darse en territorios más cercanos. «Tenemos que decrecer, no para vivir peor sino para aprender a vivir mejor con menos», asegura esta experta que cree que esta es una primera de las crisis que viviremos en el futuro.

María Novo, catedrática Emérita de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible en la UNED, escritora y poeta, es desde hace décadas el ‘alma mater’ de infinidad de iniciativas que buscan acercarnos a unos valores de la naturaleza de los que, en general, nos hemos ido alejando. Desde su casa, donde estos días termina su próximo libro, nos recuerda que estamos viviendo tiempos que son una oportunidad para una ‘nueva realidad’ basada en lo que denomina “autosuficiencia interconectada”. Siempre con el optimismo por bandera, Novo apuesta por un futuro en el que el hedonismo que promueve el actual sistema dé paso a otro en el que se imponga la solidaridad global con la casa que todos compartimos: la Tierra.

¿Qué está suponiendo para María Novo este confinamiento obligado?

Como a tantas otras personas que trabajamos en temas ambientales, ciertamente no me sorprendió demasiado que surgiera una crisis. Los informes científicos llevan tiempo alertando de que el sistema podía colapsar, aunque no se sabía ni cómo ni cuándo. Lo que, para mí, ha sido una sorpresa es que haya sido un coronavirus, aunque en el fondo una zoonosis como la que se ha producido tiene mucho que ver con la pérdida de biodiversidad y también con la ‘hipermovilidad’ humana de las últimas décadas, es decir, con el modelo de sociedad que se ha impuesto y su relación con la naturaleza.

¿Ve una relación clara entre la crisis ambiental y la pandemia?

La realidad es que hemos alterado los procesos de la biosfera en lo que se refiere a la atmósfera, los usos del suelo, del agua, en cuanto al mantenimiento de la biodiversidad…. Ahí estaba el riesgo de una crisis. Pero es que, además, hemos concentrado gran parte de la producción en China, que tradicionalmente ha sido un foco de zoonosis, lo que ha provocado que mucha gente tuviera que ir y venir desde allí al resto del mundo. De hecho, no es casualidad que las ciudades más afectadas sean aquellas donde la gente viaja más, como Madrid, Barcelona, Nueva York… Ambos factores han sido claves en esta crisis sanitaria.

¿Cree que la sociedad es consciente de que medio ambiente y coronavirus están en conexión?

No creo que exista una conciencia generalizada de la conexión de zoonosis y la pérdida de biodiversidad. Hay científicos que lo están contando muy bien, como el biólogo Fernando Valladares, pero el eco que le dan los medios a estas reflexiones no es suficiente. Tampoco se está explicando con énfasis en los medios que la del coronavirus es una primera gran crisis pero que, si no nos centramos en actuar contundentemente ante la emergencia climática, las próximas pueden ser mucho más duras que esta. Ahora han funcionado los canales de comunicación, todos usamos los móviles, hay agua potable, energía, alimentos… Es verdad que estamos en confinamiento y, sobre todo, que tenemos el tremendo drama de la pérdida de vidas humanas, pero es que en la próxima crisis puede haber tantos o más fallecimientos y podemos tener condiciones mucho más duras si no cambiamos el rumbo. No quiero ser alarmista, pero toca decir la verdad a la gente.

Mirando al futuro ¿Esta crisis podemos verla como una oportunidad que vamos a aprovechar o volveremos a lo mismo de antes?

Creo que es una oportunidad. Las crisis son momentos para aprender personal y colectivamente. Este es el momento de comenzar a vivir de otra manera, con más sobriedad y con menos gasto en cosas inútiles. Como la globalización ha distorsionado las relaciones productivas y comerciales, abarcando el mundo entero, en mi opinión tenemos que reubicarnos para fortalecer los recursos propios y vivir más en lo local. Eso no quiere decir que nos quedemos aislados, porque hoy estamos conectados con el mundo a través de múltiples redes. Eso se describe bien con el concepto de lo “glocal” que venimos utilizando. Se trata de conseguir una autosuficiencia interconectada en una escala más humana. Relocalizarse supone, en la vida cotidiana, volver a comprar productos de proximidad, recuperar el disfrute del parque que está al lado de casa… Lo que teníamos era un sinsentido. Por ejemplo, hubo un año en el que exportamos a Irlanda la misma cantidad de patatas que importamos de Irlanda… También se trata de retomar placeres que habíamos olvidado, para volver a serenarnos. Y sin tanto ir y venir tendremos más tiempo, porque en estas semanas hemos descubierto que el tiempo es un intangible de gran valor, que podemos disfrutar de estar más horas con nuestros hijos o dedicarlas a conocernos mejor a nosotros mismos. Cuando dejemos de ir con prisa, tendremos tiempo para escucharnos… En definitiva, se trata de redescubrir el valor de lo pequeño, lo descentralizado, e ir fortaleciendo la industria estratégica y la agricultura y ganadería de nuestro país para ir atenuando progresivamente la gran dependencia del exterior.

¿Sabremos aprovechar esa oportunidad?

Soy optimista. Por ello me gusta escuchar al presidente cuando habla de una ‘nueva normalidad’, porque está claro que lo que teníamos antes de la pandemia no era normal. Vivir con una biosfera desbordada y en un mundo donde el 1% de la población tiene el 90% de la riqueza global, no puede ser la normalidad. Así que estoy esperanzada. Quiero pensar que hemos aprendido a valorar lo importante de la vida, tanto a nivel general como personal, incluso en el mundo de los afectos: hemos recordado el valor los abrazos, los besos, cosas que dábamos por sentadas. Además, en esa ‘nueva normalidad’ no empezaremos de cero, porque ya tenemos muchas cooperativas agrícolas, iniciativas de consumo compartido, pymes… Lo importante es buscar el tamaño óptimo de cada comunidad y cada proyecto. Porque está claro que crecer y crecer desordenada e infinitamente no es progreso. Sí es importante procurar ser lo más autosuficientes posible en energía, alimentos, material sanitario y estratégico… Pero para ello no hace falta volver a la Edad Media. Con las pautas de vida que teníamos en los años 80 del siglo pasado, unidas a los actuales avances tecnológicos, podríamos vivir razonablemente, no creo que fuésemos menos felices. Son los errores de la globalización los que tenemos que corregir. Tenemos que decrecer, no para vivir peor sino para aprender a vivir mejor con menos. Porque la realidad es que tampoco vivíamos bien hasta ahora en términos de calidad de vida, inmersos en unas sociedades en las que muchos de nuestros jóvenes enfermaban prematuramente de ansiedad y estrés.

Un cambio ya visible es el de la cooperación comunitaria, con muchas personas volcadas en la solidaridad ¿Cómo interpretas este cambio?

Esa solidaridad es extraordinaria. Yo misma la vivo en mi comunidad, con el vecindario más cercano. Se están creando redes que no existían. Y están apareciendo porque hemos perdido lo que nos impedía practicarla: las prisas. Las gentes, en general, tenemos buenas intenciones, pero lo que no había era tiempo para ayudar a la persona que vivía al lado, ni para conocerla siquiera. Esa es otra parte positiva de esta crisis, en medio del drama de tantas pérdidas humanas. Ahora, tenemos tiempo para mirar, escuchar, compartir… Y eso que hemos recuperado debe florecer para que permanezca. Este es el reto. Incluso veo lecciones dentro del dolor: el aprendizaje de que nuestros actos no son inocuos, que nuestro comportamiento con la naturaleza tiene graves consecuencias. Si somos capaces de construir desde esa solidaridad y esa cooperación, con respeto a la naturaleza, confío en que los aprendizajes que hemos hecho permanezcan.

Incluso hay quien descubre ahora la fuerza de la naturaleza, con imágenes que no se habían visto antes.

A todos nos está dejando sorprendidos su capacidad de recuperación, solamente con retirarnos de ella. La naturaleza no necesita a la humanidad para nada. Somos nosotros los que la necesitamos, pero eso es algo que no se nos ha enseñado ni en las familias ni en las escuelas. En nuestra cultura occidental se debe a un pensamiento que nos viene ya desde Descartes, que planteó una visión dual del mundo escindiendo mente y cuerpo, razón y emoción, persona y naturaleza, como si fueran cosas opuestas en lugar de complementarias, que es como se incorporan en el pensamiento oriental. Desde esa dualidad de opuestos, la modernidad se desarrolló con mecanismos de dominación de la naturaleza en lugar de una coevolución razonable. No se nos enseñó que somos parte de ella. Esto también hay que corregirlo porque el daño que le hacemos a ella nos lo hacemos a nosotros mismos.

¿Cómo enfocar en este asunto la educación, que es por donde debería empezar esa corrección imprescindible?

Tendría que iniciarse desde la infancia, pero no se trata de que los niños pequeños aprendan lo que son las partes de un árbol en una pantalla en la escuela. Se trata de que toquen el árbol y aprendan a amarlo y cuidarlo, que sepan que ese árbol es parte de un todo en el que ellos también están incluidos. En otras palabras, recuperar el vínculo con la naturaleza con todos los sentidos: la vista, el olfato, el tacto…

¿Qué otros aprendizajes podrían sacarse de este periodo de confinamiento?

Sin obviar las dificultades económicas y de espacio de muchas familias, el dolor por las pérdidas humanas o por la enfermedad, en general, los niños han disfrutado de mucho más tiempo con sus padres que antes. Este es también un aspecto positivo dentro de la tragedia que es una pandemia. Lo natural para los niños sería pasar muchas horas con sus padres pero, debido a los horarios de trabajo, eso muy pocas veces es posible. Los horarios que tenemos en España, sobre todo en las grandes ciudades, son una locura…, algo que se nota mucho cuando se conocen los de otros países de Europa (y de algunas pequeñas ciudades españolas) donde gran parte de la gente vive más relajada, a las cinco o seis de la tarde dejan el trabajo y hacen vida de familia sin necesidad de escapar los fines de semana a otro sitio. En este confinamiento, muchos niños españoles han estado más tiempo en familia que nunca, así que esa ‘nueva normalidad’ que queremos pasa también por nuevos horarios laborales.

En el caso del coronavirus ha habido cambios sociales y de comportamiento que hemos aceptado todos. ¿Por qué no hacemos lo mismo con otros cambios necesarios para evitar las crisis ambientales?

La realidad es que, en el caso del medio ambiente, mucha gente ha preferido mirar para otro lado porque implica romper rutinas y comodidad. Nos hemos olvidado de que la vida es cambio. Y lo cierto es que hemos tenido muchas oportunidades para cambiar: desde los reportajes científicos, libros, conferencias, artículos, redes sociales, etcétera, se nos ha avisado reiteradamente de lo que estaba pasando. Este olvido rompe con unas actitudes que fueron importantes para la evolución del ser humano como especie: la previsión y la anticipación, que en estos momentos no funcionan correctamente. La razón hay que buscarla en que, desde la globalización económica, el mundo ha dejado de estar guiado por los sabios, los filósofos, los científicos o los líderes morales para estar dirigido por un modelo económico que no se somete a nada y al que sólo le interesa el beneficio inmediato. Esa lógica del beneficio inmediato ha destruido la lógica de la vida. Si ahora se ha conseguido un cambio de rutinas drástico ha sido por el miedo.

¿Es necesario ese miedo para ser conscientes de la que se avecina a nivel ambiental?

No debería ser necesario si tuviésemos la cordura suficiente para escuchar a quienes nos alertan. Ahora, si preferimos mirar a la lógica del beneficio inmediato, vamos mal. Seguiremos igual para que sean nuestros hijos quienes peleen y malvivan en un planeta esquilmado. La lógica del beneficio inmediato no solo se manifiesta en la economía sino también en el hedonismo, en el afán de primar nuestros deseos sin preguntarnos si son auténticas necesidades y cómo afectan al bien común. De momento, en estas semanas hemos descubierto la cantidad de cosas que comprábamos que no eran necesarias.

En mi opinión, hay tres cuestiones fundamentales para abordar con éxito la ‘nueva normalidad’ tras el coronavirus. La primera es recuperar el concepto de la familia humana, es decir que somos seres interdependientes, no aislados, y, por tanto, se imponen la empatía y la cooperación al máximo; la segunda, comprender que la naturaleza es la casa común de todos, no de unos pocos. Eso supone estar dispuestos a un mejor reparto en el acceso a los bienes comunes (alimentos, agua, energía…), y la tercera es que los recursos naturales están para satisfacer necesidades, pero no todos nuestros deseos. Tenemos que aprender a desear conscientes de los límites de la biosfera y de cada sociedad humana.

Las tres cuestiones podrían abordarse si nos hacemos, individual y colectivamente, la pregunta: ¿cuánto es suficiente? Esa pregunta debería estar en el frontispicio de nuestras escuelas, institutos y universidades… Es importante aprender a pensar y decidir en función de ella desde la infancia y dejar que nos guíe en la edad adulta.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/28/la-logica-del-beneficio-inmediato-ha-destruido-la-logica-de-la-vida/

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Entrevista a Pedro Alonso: “Eso de ‘aquí no llegará’ y ‘lo sabremos controlar’ era de una arrogancia notable”

Entrevista/30 Abril 2020/Autora: Patricia Peiró/elpais.com

El director del programa de malaria de la Organización Mundial de la Salud advierte de que la humanidad puede retroceder 20 años en la lucha contra esta enfermedad si queda postergada por el coronavirus y rechaza el uso político de la nueva pandemia

Pedro Alonso (Madrid, 1959, médico y epidemiólogo) dirige el Programa Mundial de Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Acaba de finalizar una de las decenas de reuniones en estos días de teletrabajo cuando atiende la llamada de EL PAÍS al hilo de la celebración del Día Mundial de la Malaria o Paludismo este 25 de abril. Esta vez era con el equipo técnico que ha analizado cómo va a afectar la covid-19 a la lucha contra la malaria que mata cada año a más de 400.000 personas en el mundo. El escenario más optimista deja los números como están. El más pesimista, pronostica que la humanidad va a retroceder 20 años en apenas unos meses y África (la región que acumula el 90% de los casos de paludismo) va a pasar de 360.000 muertes anuales, a 768.000 y de 215, a 260 millones de casos diagnosticados. El golpe es durísimo. La drástica reducción de muertes por malaria en los últimos 20 años es uno de los mayores logros médicos del último siglo.

Sobre la pandemia actual de coronavirus, Alonso afirma que ningún país, incluidos los ricos, se prepararon correctamente para la amenaza, defiende la gestión de la OMS y asegura que cualquier utilización política de esta tragedia es “inaceptable”.

Pregunta. ¿Se sabe cómo va a afectar la covid-19 a la lucha contra la malaria?

Respuesta. Podemos retroceder a niveles de hace 20 años. Llevamos semanas trabajando con modelos matemáticos pero hay muchas cosas difícilmente predecibles. No sabemos cómo se va a comportar en algunas zonas de menor densidad de población y, por tanto, menos conectividad y donde la estructura de edad es distinta. Luego están los efectos indirectos. Si a las poblaciones se las obliga a reducir su movilidad, puede que no lleven a un enfermo con fiebre al hospital, lo que dificultaría el diagnóstico. Estas restricciones también pueden afectar al reparto de mosquiteras.

¿Estamos aún a tiempo de reducir el impacto de la covid-19 en este tipo de enfermos?

Lo importante es mantener lo que hay y eliminar esa tendencia casi automática de suspenderlo todo. Hemos lanzado una serie de guías específicas para que se puedan seguir aplicando tratamientos de forma segura, hay países que ya las cumplen como Benín o República Democrática del Congo. En lo que se refiere a los suministros estamos trabajando casi a nivel diplomático con India, donde se fabrican la mayoría de los antipalúdicos.

Hablando de antipalúdicos, las agencias norteamericana y europea del medicamento han alertado de que no se ha demostrado que la hidroxicloroquina y la cloroquina sean efectivas para el tratamiento de la covid-19. Estos dos medicamentos contra la malaria en un principio se recomendaron para tal fin.

La OMS ha tenido una posición muy clara. Varios antipalúdicos han tenido efecto dentro de los laboratorios contra los virus, incluyendo la covid-19. En concreto esos dos medicamentos los empezaron a usar los colegas chinos y después un investigador francés creó una enorme expectativa en base a un estudio con muy mala calidad. Después Trump lo amplificó. No hay evidencias formales de la eficacia del tratamiento con estos medicamentos. La OMS recalca la necesidad de estudios para evaluar la eficacia de estos fármacos. A día de hoy no hay suficiente evidencia para recomendar un tratamiento u otro.

Pedro Alonso: “Eso de ‘aquí no llegará’ y ‘lo sabremos controlar’ era de una arrogancia notable”

La media de edad africana es de 18 años y el continente se ha enfrentado a grandes epidemias como la del sida, el ébola o la propia malaria. Normalmente se señalan estos dos elementos como las fortalezas del continente para afrontar el coronavirus.

Sabemos que una parte de la mortalidad viene dada por la existencia de otras enfermedades, pero no cómo va a afectar por ejemplo a niños con malaria o con neumonías. En Europa los niños se infectan pero el riesgo de que evolucione es bajo; en África podría ser muy distinto. Yo he vivido el ébola en Sierra Leona, la crisis humanitaria de Boko Haram en Nigeria… Es cierto que en los países africanos son conscientes y han adquirido experiencia de lo que es tener una emergencia sanitaria, pero esto es distinto. No sabemos bien cómo se va a comportar este virus. Como vemos en Europa o Estados Unidos es focal: no es lo mismo el brote en Madrid que en Ciudad Real o el norte de Italia y el sur. En los sistemas de salud africanos no es extraño enfrentarse a una emergencia, pero eso no quiere decir que estén necesariamente preparados. No soy pesimista, pero se corre un enorme riesgo de ver un efecto devastador en la salud y en la economía.

Y en el caso de Europa ¿los países van a aprender lecciones de esta crisis?

Me gustaría pensar que sí pero no estoy seguro. Ya sabíamos que esto iba a ocurrir, hay múltiples informes que alertaban de que íbamos a sufrir una pandemia, pero no sabíamos cuando. Era evidente pero ni siquiera aquellos con más medios estaban preparados ni han sabido reaccionar de forma adecuada. Se ha demostrado que los esquemas mentales humanos no reconocen la globalidad del mundo. Desde enero sabemos que había un brote de una enfermedad rara en China y en cuestión de días se secuencia el virus y se publica. Sabíamos que tenía potencial de transmitirse de humano a humano. Es bastante evidente que desde Europa se veía como un problema lejano. Ha habido declaraciones en las que se afirma que ‘aquí no llegará’ y que si llega ‘lo sabremos controlar’. Declaraciones de una arrogancia notable. Estos son esquemas mentales tipo ‘nosotros estamos en nuestro país y estas cosas no nos van a llegar’. ¡Y aún peor! Decimos que si nos llegan somos tan capaces que lo resolveremos sin ningún problema y en dos días. Estos esquemas mentales son difíciles de romper. ¿Cuántos años llevamos clamando que las enfermedades infecciosas no son del pasado? ¿Qué si hay una enfermedad que tiene capacidad de paralizar el mundo y suponer un reto existencial a la humanidad no es el cáncer, sino una infecciosa?

LOS DATOS DE MALARIA, HOY

– Se estima que hay 228 millones de casos de malaria en todo el mundo, en comparación con los 251 millones en 2010.

– 213 millones de estos se encuentran en África

-En el último informe, 2108, un total de 405.000 personas murieron por malaria. En 2010 fueron 585 000.

– Mas de la mitad de todos los casos de malaria se dan en seis países: Nigeria (25%), República Democrática del Congo (12%), Uganda (5%) y Costa de Marfil, Mozambique y Níger (4% cada uno)

Ahí entra en juego la desigualdad

África está a 14 kilómetros de Europa y nos comportamos como si fuera un planeta distinto. En este mundo tan globalizado con esta increíble capacidad de comunicación seguimos operando con esquemas localistas de nuestras pequeñas fronteras, algo que nos impide ver y anticiparnos a los problemas incluso aunque los tengamos muy cercanos. Esta sería la clave para mí: si esta pandemia nos hace reconocer que estamos en el mismo planeta y que tenemos el deber moral de abordar los problemas de salud en el mundo y superar las desigualdades, entonces esto habría servido de algo. Ahora estamos preocupados porque es un reto a nuestra civilización pero en amplias zonas del mundo se enfrentan a sus pequeñas pandemias desde hace cientos de años, o no tan pequeñas, como la malaria con 200 millones de casos al año, pero eso no nos afecta en nuestro pequeño mundo rico occidental, desarrollado y confortable.

Líderes políticos como Donald Trump han criticado la actuación de la OMS ante esta crisis. ¿Cómo afectan dentro de la institución estás críticas? ¿Qué tiene que decir ante ellas?

Es una enorme equivocación politizar el virus y me resulta inaceptable tratar de sacar ventaja política de esta tragedia. Usar esto para pequeñas luchas políticas o para atacar a un Gobierno no es aceptable. Lo cual no es óbice para que no se pueda criticar y decir no se ha actuado de forma correcta, algo que deberá ser objeto de análisis cuando llegue el momento para entender y aprender. Personalmente creo que en general la respuesta de la OMS, que es una organización mal financiada, ha sido excelente, en tiempo real, ha emitido guías técnicas para los países… La OMS ya aprendió mucho de las críticas durante la epidemia de ébola.

¿Cómo saldremos de esta? ¿En qué se convertirá la covid-19?

La pandemia se superará desde el punto de vista sanitario, la ciencia tiene enormes capacidades y acabará desarrollando tratamiento y vacunas, pero nos olvidaremos de aquellos que sufren todos los días sus pandemias y que no nos afectan a nosotros… El virus es relativamente sencillo, quiero decir, que desde luego es más fácil hacer vacunas para virus que para bacterias o parásitos. Luego existirá el riesgo de que mute o no, pero lo dudo. Lo más complicado va a ser que la vacuna llegue a los que más lo necesitan y que no haya acopio en los países ricos y que el que no lo pueda pagar mala suerte… La OMS va a estar pendiente de que esto no ocurra.

¿Y qué herramientas tiene la OMS para evitarlo?

La OMS tiene poder moral pero no financiero ni coercitivo. Pero ese poder moral puede mover montañas y hay varios ejemplos de ello. Creo que estamos en un punto en el que a todos nos tendría que costar muchísimo imaginar que se pudiera desarrollar una vacuna pero que no pudiéramos aportársela a todo ser humano que lo necesite independientemente de dónde esté. La OMS tomará un papel muy activo en asegurar que no nos deslizamos por esa pendiente.

Hace unas semanas se constituyó una coalición científica para que los países del Sur no se queden atrás

Hay más de 300 ensayos clínicos de diferentes fármacos contra la covid-19 y sin embargo tenemos las enfermedades olvidadas: malarias, tuberculosis, leishmaniasis… Incluso para desplegar una primera generación de vacunas de malaria nos cuesta un horror conseguir los apoyos para poder hacerlo. Ahora llevamos más de 50.000 niños africanos vacunados en la implementación piloto de la vacuna. ¿Habría algún problema para financiar una vacuna del coronavirus? No. Cuando son problemas que nos afectan a nosotros somos capaces de lo que haga falta: paralizar el país, hibernar la economía… Pero no somos capaces de hacerlo por nuestro continente hermano más cercano.

LOS ÚLTIMOS AVANCES CONTRA EL PALUDISMO

La malaria ha encontrado a lo largo de las décadas diferentes caminos con los que evadir insecticidas, tratamientos y vacunas. Pero los científicos también exploran vías novedosas para acabar con esta enfermedad. La pandemia de coronavirus pone en riesgo muchos de estos proyectos. Estos son algunos de ellos:

Mosquirix, la primera vacuna contra el paludismo. Tras 30 años de investigación, la RTS,S también conocida por su nombre comercial, Mosquirix, tiene como objetivo el Plasmodium falciparum, la más común y letal de las cuatro especies de parásitos que provocan la malaria. La eficacia y la durabilidad del Mosquirix son insuficientes: cuatro dosis ofrecen solo un 30% de protección frente a la malaria severa, durante no más de cuatro años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió poner en marcha un programa piloto de vacunación en Malawi, Ghana y Kenia, donde la vacuna se ha administrado a cientos de miles de niños.

El pueblo africano que modificará los mosquitos genéticamente para combatir la malaria. Burkina Faso trabaja en un sistema nuevo y radical de lucha contra la malaria: los mosquitos modificados genéticamente. «Estamos desarrollando un mosquito que solo pueda tener crías macho, las cuales, a su vez, solo engendren crías macho, de manera que la población de hembras, que son las que pican, se reduzca hasta que la especie se extinga», explica el investigador Moussa Namountougou.

‘Insecticidas humanos’ contra la malaria. Un experimento español trata de eliminar a los mosquitos que transmiten el paludismo administrando un fármaco a las personas que corren el riesgo de ser picadas por ellos. Ya se han hecho decenas de experimentos en laboratorio que muestran que podría ser parte de la solución. Consiste en tomar ivermectina, un medicamento que funciona como veneno para el insecto. Los voluntarios, tras ingerirlo, alimentaban a mosquitos en laboratorios y se ha comprobado cómo las facultades de los insectos se veían mermadas.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/22/planeta_futuro/1587547394_050504.html

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Kenia amplía el cierre de colegios

África/Kenia/30 Abril 2020/elpais.com

La pandemia ha provocado en todo el continente más de 32.000 casos de coronavirus y 1.420 fallecidos. Siguen las medidas de confinamiento

Las cifras de fallecidos y contagios de coronavirus confirmados en el continente africano aumentan lentamente. La realización de tests y la recogida de datos es complicada. La pandemia ha provocado ya en todo el continente africano más de 32.000 casos de coronavirus y 1.420 fallecidos. Los expertos médicos advierten que los frágiles sistemas de salud frágiles de muchos países africanos están en riesgo de verse abrumados si la ola de contagios acaba descontrolándose.

Sudáfrica, con 4.546 casos confirmados el país más afectado, le siguen Egipto (4.534), Marruecos (4.065) y Argelia (3.382) son los países que confirman más contagios. El confinamiento sigue siendo una de las misiones casi imposibles en un continente con millones de viviendas informales. Las ciudades han sido reconocidas como pieza clave para afrontar la covid-19, pero las africanas, con la urbanización más acelerada del mundo, no están recibiendo mucha atención científica o social. Un peligro para todos.

En Sudáfrica el uso de mascarillas de protección será obligatorio a partir del 1 de mayo, cuando comience la desescalada del cuasi imposible confinamiento. Por su parte, Camerún ha decidido excarcelar a sus presos por orden de su presidente, Paul Biya, tras constatar un aumento significativo de los casos de coronavirus en el país, donde ya más de 1.621 casos y 56 fallecidos. El Gobierno de Kenia ha anunciado este domingo que prorroga durante un mes el cierre de colegios a causa del coronavirus, una medida que entrará en vigor el 4 de mayo, cuando se esperaba la reapertura de los centros. Los colegios fueron cerrados a mediados de marzo en el país africano, momento en el que se lanzaron programas para dar clases a través de programas de radio y televisión.

Desde todas partes del mundo llegan iniciativas que tratan de hacer más llevadera esta crisis sanitaria y social. La artista beninesa Angélique Kidjo ha versionado Pata Pata, la melodía que popularizó Miriam Makeba contra el apartheid en Sudáfrica, para transmitir ahora información y esperanza sobre el coronavirus.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/25/planeta_futuro/1587798290_299817.html

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Los niños y las niñas corren por la casa para ayudar a las familias que más lo necesitan

Por: Nacho Meneses

La iniciativa ‘Metros de Solidaridad’ promueve una divertida actividad hogareña para educar a los menores en valores y mejorar la cuarentena de quienes están en una situación más precaria

 

Para las más de 2.000 familias en situación de pobreza o riesgo de exclusión social a las que Save the Children venía asistiendo en España, las consecuencias de la pandemia y del confinamiento generalizado son sin duda mucho más dramáticas. Familias viviendo hacinadas en una sola habitación, madres solteras con hijos a cargo y sin empleo alguno y niños, muchos niños para los que la falta de recursos (tanto económicos como digitales) ha hecho que a la brecha social y tecnológica que ya sufren pueda sumarse otra educativa, y que la propia precariedad en la que viven genere incluso problemas de convivencia. Con la intención de paliar esta situación, y para que sean los propios niños los que ayuden a estas familias, la oenegé ha puesto en marcha Metros de Solidaridad.

La iniciativa es, en realidad, una manera de apoyar A tu lado, la intervención de emergencia de Save the Children en España para mitigar la vulnerabilidad de todas estas familias, cuya situación no ha hecho sino empeorar con la pérdida de sus trabajos. “Como, además, muchas se dedicaban a la economía informal, no hay ERTE ni desempleo que valga. Y hay familias monoparentales que, aun conservando el trabajo, no tienen con quién dejar a sus hijos”, cuenta Beatriz Tejada, especialista en comunicación de la oenegé. “Muchos niños no tenían acceso a Internet, ordenador o tablet. A lo mejor, en la familia solo tenían los móviles de sus padres, y no es lo más adecuado para que los niños puedan estudiar”.

Pero ¿en qué consiste Metros de Solidaridad y cómo pueden participar las familias? El objetivo es llevar a cabo una actividad deportiva y divertida en familia sin salir de casa, recorriendo metros de solidaridad y proporcionando a los niños una valiosa lección en valores. Cada familia decide cómo: “Puedes usar el pasillo, la terraza, el patio o el jardín; pueden ser relevos, una carrera, yincana, un circuito, zumba… Cualquier actividad aeróbica es válida”, argumenta Nieves García, coordinadora de programas en centros educativos de la oenegé. Los niños descargan e imprimen el material necesario, un dorsal y una plantilla para colocar varios hitos métricos por el recorrido que ellos montarán y decorarán, asignando a cada uno un valor que estén poniendo en práctica con esa actividad: compromiso, responsabilidad, empatía, solidaridad, respeto…

“Una vez realizada la actividad, es importante que lo difundan por redes sociales como Facebook y Twitter (mencionando a @EducaciónSave y el hashtag #Atulado), para que lo vean otras familias y cree una movilización”. Luego, solo queda hacer la donación que hayan acordado hacer en familia, a través de la página web de Save the Children. De esta manera, señala García, se consigue sensibilizar a los niños sobre la situación que otros niños y sus familias están viviendo estas semanas, dando ejemplo de solidaridad, compromiso y responsabilidad.

El dinero recaudado servirá para comprar cestas básicas de alimentos, ofrecer acompañamiento psicológico e incluso adquirir tablets y tarjetas de conexión a Internet para los niños que las necesiten, de manera que no se queden descolgados en sus clases. Y si no se dispone de impresora en casa, la oenegé pone a disposición de las familias un documento con ideas para realizar un circuito alternativo con la familia y que no por ello dejen de participar. Por otro lado, Acción Contra el Hambre también ha puesto en marcha una iniciativa para ofrecer ayuda a las familias más vulnerables por la crisis de la COVID-19, a través de tarjetas solidarias con las que comprar alimentos o artículos de higiene.

Metros de Solidaridad no es sino la adaptación a la cuarentena de un programa veterano de Save the Children, Kilómetros de Solidaridad, una carrera que lleva celebrándose 16 años en los centros educativos españoles en las que los niños, a través de microdonaciones conseguidas gracias a los patrocinios de los adultos que les rodean, apoyan un proyecto de solidaridad internacional. “El año pasado, 700.000 menores en edad escolar participaron en una carrera de Save the Children. Y este año, todo lo recaudado hasta el cierre de las escuelas irá a parar a los refugiados Rohingya, de Bangladesh”, explica García.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/20/mamas_papas/1587344308_523218.html

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Mi héroe eres tú: Como pueden los niños luchar contra la COVID-19

Reseñas/23 Abril 2020

Este libro fue un proyecto desarrollado por el Grupo de Referencia del Comité Permanente entre Organismos sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Situaciones de Emergencia (GR IASC SMAPS). El proyecto contó con el apoyo de expertos mundiales, regionalesy nacionales de los Organismos Miembros del GR IASC SMAPS, además de padres, cuidadores, profesores y niños de 104 países. Se distribuyó una encuesta mundial en árabe, inglés, italiano, francés y español para evaluar la salud mental y las necesidades psicosociales de los niños durante el brote de COVID-19. Con los resultados de la encuesta se elaboró un marco de temas que
se abordarán en la historia. El libro fue compartido a través de cuentos a niños de varios países afectados por COVID-19. La retroalimentación de los niños, padres y cuidadores se usó luego para revisar y actualizar la historia.

Más de 1.700 niños, padres, cuidadores y profesores de todo el mundo se tomaron el tiempo de compartir con nosotros cómo estaban enfrentando la pandemia de COVID-19. Un gran agradecimiento a estos niños, sus padres, cuidadores y profesores por completar nuestras encuestas e influir en esta historia. Esta es una historia desarrollada por y para los niños de todo el mundo.

Este GR IASC SMAPS reconoce a Helen Patuck por escribir el guión de la historia e ilustrar este libro.

©IASC, 2020. Esta obra se publicó en virtud de la licencia IGO Creative Commons Attribution-NonCommercialShareAlike 3.0 (CC BY-NC-SA 3.0 IGO; https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/igo). En virtud de
los términos de esta licencia, usted podrá reproducir, traducir y adaptar este trabajo con fines no comerciales,
siempre y cuando el trabajo esté citado correctamente.

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Imagen tomada de: https://www.unicef.org/mexico/sites/unicef.org.mexico/files/styles/hero_mobile/public/mi%20heroe%20eres%20tu.PNG?itok=lgEvXObO

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