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Ecuador se compromete a la transparencia

www.lahora.com.ec/11-04-2016/Tegucigalpa, EFE

Trece países de América Latina y España, entre ellos Ecuador, concluyeron ayer en Honduras un encuentro internacional sobre acceso a la información pública con el compromiso de promover mecanismos en la lucha por la transparencia en la región.
La próxima reunión de la Red de Transparencia y Acceso a la Información (RTA) se celebrará en Ecuador entre septiembre y octubre de este año.
Los países latinoamericanos requieren “solidificar la transparencia” para hacer frente de manera efectiva a la lucha contra la corrupción, dijo a Efe el comisionado del Instituto de Acceso a la Información Pública de Honduras, Damián Pineda, al concluir el evento en Tegucigalpa.
La región debe “promover mecanismos de transparencia gubernamental” basados en el libre acceso de los ciudadanos a la información pública, garantizando la rendición de cuentas, la gestión pública participativa y democrática, subrayó.
Además, es necesario procurar e impulsar “las buenas prácticas” que permitan “mejorar” la lucha por la transparencia y promuevan el derecho de acceso a la información pública, enfatizó el alto funcionario.
Destacó que la educación y un cambio cultural en la sociedad, son elementos claves para terminar con la corrupción en América Latina, uno de los flagelos que más afecta a la región.
También se requiere la participación de la sociedad civil, la construcción de instituciones fuertes de los Gobiernos y la honestidad de los funcionarios, señaló Pineda.
Apuntó que Latinoamérica ha experimentado avances a nivel legislativo en favor de la transparencia, pero considera que la región necesita “más voluntad política” para poner en práctica esas leyes.

 

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Uruguay: Según estudio revela que apenas el 12,4% de mayores de 25 años terminó la universidad.

www.elpais.com.uy/11-04-2016/

El máximo nivel educativo alcanzado es posgrado, dice INE.

Apenas 12,4% de las personas mayores de 25 años declaran que lograron terminar los estudios terciarios, según la Encuesta Continua de Hogares 2015 publicada por el Instituto Nacional de Estadística.

El relevamiento consultó sobre el nivel educativo máximo alcanzado por las personas de 25 años o más. Un 10,1% afirmó que puede incorporar en su currículum un título terciario ya que culminó la universidad. A estos se le suma un 2,3% que sostiene que el máximo nivel educativo alcanzado fue el de posgrado ya sea completo o incompleto (paso para el cual es necesario haber terminado la universidad). De la suma de los dos es que surge el 12,4%.

Al 10,1% que terminó la universidad se le suma un 7,2% de la población que dice que comenzó estos estudios, pero no logró completarlos.

En medio del cruce de críticas entre autoridades y sindicatos de la educación, y la demanda de los empresarios por personal más capacitado, las nuevas cifras del INE agregan información al debate.

Según la Encuesta Continua de Hogares, la mayor parte de la población con más de 25 años sostiene que su nivel educativo máximo alcanzado es Primaria. Más precisamente, un 21,6% sostiene que Primaria (completa) es su máximo nivel educativo alcanzado. Hay departamentos como Colonia y Tacuarembó donde ese guarismo llega a 33% y 31,5%, respectivamente. Esto es, tres de cada 10 habitantes mayores de 25 años sostienen que su máximo nivel educativo alcanzado es Primaria completa.

Pero a los que terminaron el primer ciclo se le suma un 9,6% que no logró completar hasta sexto año de escuela. En este caso, a nivel departamental, por ejemplo, en Rivera un 17,9% de los mayores de 25 años sostiene que su máximo nivel educativo alcanzado es Primaria incompleta, mientras que en Cerro Largo es 16% el que lo afirma.

Secundaria básica completa, como un nuevo mojón educativo, solo es declarado por el 9,6% de las personas de 25 años o más (hay un 13,8% que sostiene que no la completó). En Soriano ese guarismo es del 12,5%, mientras que en Colonia 12,4%.

En tanto, hay otro 9% de los mayores de 25 años que sostiene tener Secundaria superior completa (y un 15,8% incompleta). Analizado por departamentos, los únicos tres en donde más del 10% de los consultados lo afirma es en Montevideo (10,7% de los mayores de 25 años terminó), Maldonado (10,4%) y Paysandú (10%).

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El significado de la excelencia docente

Por: Blanca Heredia

Un espléndido estudio de Andreas Schleicher, Teaching Excellence through Professional Learning and Policy Reform: Lessons from around the World, publicado el mes pasado, aborda el tema de en qué consiste y cómo lograr la excelencia docente. El asunto es clave en general y especialmente relevante para México, dados los numerosos indicios sobre las limitaciones de los maestros mexicanos en lo que a calidad docente se refiere.

andreas_schleicher Andreas Schleicher

El trabajo de Schleicher nos ofrece un estado del arte sobre lo que sabemos (y no) en relación a la naturaleza y determinantes de la excelencia docente. El autor comienza señalando que, en el momento actual, un buen docente es aquel que prepara a sus alumnos para enfrentar con éxito los retos y oportunidades planteados por el mundo incierto del siglo XXI. Lo cito:

Los maestros de hoy necesitan preparar alumnos para empleos que aún no han sido creados, para usar tecnologías que no se han inventado todavía y para resolver problemas sociales que no se han presentado en el pasado.

En línea con todo el trabajo desarrollado por Schleicher en educación en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el punto de partida para evaluar, en este caso a un maestro, tiene que ver con definir un estado de cosas deseable centrado en lo que querríamos les diera a sus alumnos. Un docente excelente, nos propone, es aquel que va más allá de transmitir contenido y consigue desarrollar en sus alumnos la creatividad, el pensamiento crítico, la capacidad para colaborar con otros y las fortaleza de carácter de la que depende la convivencia productiva y civilizada. En suma, Schleicher empieza por donde hay que empezar en cualquier ejercicio de evaluación: definir un estándar compartido a partir del cual evaluados y evaluadores puedan hacer, en efecto, de la evaluación una herramienta para transformar conductas y mejorar resultados.

Uno de los motores de la reforma educativa mexicana iniciada en 2013 es, sin duda, la evaluación de los diversos actores y componentes del sistema educativo. Otro de sus motores, complemento indispensable de la evaluación en el caso de los docentes, es el impulso y renovación de fondo de la formación docente. Es de celebrar que una iniciativa centrada en ello, ambiciosa y mucho mejor fondeada que en el pasado, haya sido anunciada por el titular de la SEP, Aurelio Nuño, el lunes de esta semana.

Si de lo que se trata es de mejorar la calidad de la educación que reciben en las aulas del país los alumnos mexicanos, urgen muchas y muy variadas cosas. Destaca por su centralidad y urgencia entre ellas, sin embargo, el ofrecerles a los docentes mexicanos recursos de alta calidad y pertinencia para formarse, superar sus deficiencias y desarrollar sus fortalezas, así como para mantenerse actualizados.

Entrarle a este complicado asunto urge. De acuerdo a los resultados de Talis, 2013, encuesta a docentes desarrollada por la OCDE, México es el país con el mayor porcentaje de maestros de secundaria que manifiestan no estar en absoluto preparados para la docencia (ni en contenido disciplinario, ni en métodos pedagógicos) de entre los 34 países y regiones participantes en esa encuesta. Estos datos son consistentes con los resultados de la primera evaluación a maestros en servicio de básica y media superior dados a conocer recientemente y consistentes, también, con los muy pobres resultados de los alumnos mexicanos en pruebas estandarizadas nacionales e internacionales.

El nuevo programa de formación profesional para maestros de básica y media superior anunciado incluye muchos aspectos valiosos entre los que destacan: la elaboración de planes personalizados de formación para cada docente, el apoyo a estos por parte de ATPs, así como una nueva oferta de cursos a cargo de universidades públicas y privadas de alto prestigio.

Del anuncio al hecho hay, evidentemente, mucho trecho y habrá que ver qué tanto de todo lo anunciado logra materializarse y tener los efectos deseados en un tiempo razonable. Más allá de las interrogantes con respecto a la instrumentación, hay un faltante que valdría la pena cubrir a la brevedad. Me refiero a la necesidad insoslayable de hacer explícito el norte, la vara, de todo esto. Es decir: generar una definición clara y compartida sobre qué entendemos por un excelente docente (o dicho como lo puso Marco Fernández en una entrevista reciente: definir con precisión qué significa el que un docente sea evaluado con “insuficiente” o con “destacado”).

Básicamente, pues, para que la celebrable decisión del gobierno de darle a la formación docente una mayor prioridad surta los efectos deseados, esas definiciones resultan indispensables.

Publicado originalmente en: http://www.educacionfutura.org/el-significado-de-la-excelencia-docente/

Imagen destacada: http://www.compartirpalabramaestra.org/etiqueta/incremento-salarial

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Lograr la igualdad de genero

Por: Datin Mahathir

“Lograr la igualdad de género en la educación es fundamental para el desarrollo de un país”, dijo Mahathir, al tiempo que reconoció que está aumentando el número de mujeres formadas, activas fuera del hogar y que participan en la vida diaria de sus países, incluida la política. «Estudios internacionales han demostrado que los países con igualdad de género en la educación tienen un mejor crecimiento económico», dijo. «El hecho de formar a las niñas produce un efecto multiplicador y beneficios a lo largo de las generaciones y las comunidades», especialmente en materia de salud y seguridad para los niños.

«Si los países sólo incrementan la educación primaria, prepararán a los niños para trabajar únicamente en trabajos peor remunerados, como obreros o empleados domésticos», dijo. «Si incrementan el número de escolarizaciones y el número de estudiantes que finalizan la educación secundaria, producirán en masa trabajadores de fábrica y vendedores para elaborar productos de forma barata para los países desarrollados. A pesar de que necesitamos trabajadores de todos los niveles, son los ciudadanos con títulos de educación superior los que realmente son capaces de hacer progresar al país hacia un nivel diferente. Por eso, aunque es admirable que muchos países estén reduciendo sus índices de analfabetismo, deben centrarse en mantener a los niños en la escuela el mayor tiempo posible y apoyarles a lo largo de todos los peldaños de la escalera educativa.

El papel de la educación a la hora de fomentar la igualdad y la desigualdad

Mahathir señaló que parte de la lucha por lograr la igualdad de género dentro de la educación consiste en eliminar los estereotipos de género en el aula y los materiales educativos. Además, sostiene que si no se toma como base un enfoque sensible con el género en los programas de estudio y las reformas del sistema educativo no se podrá conseguir ningún cambio en la sociedad.

«En lo que respecta a las relaciones de género, las desigualdades en la educación reflejan y engendran desigualdades en la sociedad, especialmente entre los hombres y las mujeres», insistió Mahathir. «Desatender la educación de las niñas implica que no dejarán de ser incultas y por tanto vulnerables a la manipulación y la explotación. Su falta de conocimientos las dejará desvalidas ante aquellos mejor formados y expuestas a un abuso que en ocasiones desemboca en enfermedades e incluso la muerte».

Dio el ejemplo de Mukhtar Mai, una mujer pakistaní que fue entregada a otra familia como recompensa por el delito que había cometido su hermano y a la que violaron y golpearon. A pesar de ser analfabeta, su supervivencia dependió de su propia determinación de buscar justicia. Mukhtar identificó su falta de conocimientos como la fuente de sus problemas y con el dinero que recibió de varios simpatizantes después de que su caso se publicara en los medios abrió una escuela donde ella misma está estudiando.

Niños y niñas formados

Según Mahathir: «El primer paso es escolarizar a las niñas. Pero este éxito debe ser equilibrado. Para desarrollar el país necesitamos TANTO niñas COMO niños en la sociedad. En mi opinión, ningún desequilibrio, ya sea a favor de las niñas o de los niños, es sano».

«Contar con altos índices de niñas en las instituciones educativas no se traduce automáticamente en una mejor vida para ellas y para las mujeres si sigue habiendo actitudes arraigadas», insistió. La agencia gubernamental malaya PEMANDU, encargada de estudiar la transformación económica, descubrió que un 40% de las tituladas mujeres ni siquiera llega a trabajar una vez que deja la universidad. Otro 25% deja de trabajar tres años después de entrar a formar parte de la población activa. «Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para que un país se desarrolle, cerca del 70% de sus mujeres debe tener un empleo remunerado, así que estas cifras son preocupantes», dijo.

«Podemos suponer que el motivo de este fenómeno es que los estereotipos de género no han cambiado», dijo Mahathir. «A pesar de sus titulaciones, las mujeres consideran que hay menos puestos de trabajo para ellas. En parte, los estereotipos de género han hecho que sus elecciones de asignaturas tiendan a limitarse a las artes, algo que muchas veces no coincide con lo que el mercado laboral necesita. E incluso si optan por las ciencias, tienden a elegir profesiones consideradas como más ‘apropiadas’ para ellas».

También señaló que las mujeres se enfrentan al mismo problema al que se han enfrentado desde el momento en que comenzaron a trabajar fuera del hogar: tienen dos trabajos, uno fuera y otro dentro de él. «Para muchas mujeres, sin apoyo, es demasiado difícil. En un país como Malasia, donde la ayuda doméstica es cara y las buenas guarderías escasean, la presión sobre las mujeres es muy fuerte. Por eso, no es de extrañar que muchas empresas se quejen de que justo cuando las mujeres están dando lo máximo de sí, suelen dejar el trabajo porque también es cuando se casan y tienen hijos».

Luchar contra los estereotipos de género en la escuela

Mahathir también subrayó que el problema de la desigualdad en la sociedad no cambiará si la educación en las escuelas no cambia. Y la educación en las escuelas refleja la sociedad que la rodea. Si los programas de estudio no son sensibles con el género y se repiten una y otra vez los mismos estereotipos de género, eso es exactamente lo que absorben los niños y las niñas. Si los libros dicen constantemente que «el lugar de la mujer» está en la cocina y que los hombres siempre son los líderes y los jefes, no es de sorprender que las niñas duden en elegir asignaturas más masculinas o más difíciles en la escuela.

«Necesitamos la igualdad de género porque tiene sentido garantizar que la mitad de nuestra población participe en la sociedad plenamente, justo igual que la otra mitad» dijo.

«Un proverbio chino dice que las mujeres sujetan la mitad del cielo. Pero cuando observamos los papeles importantes que las mujeres ejercen en nuestras sociedades, creo que sujetamos más de la mitad del cielo. Sin nosotras, no habría niños, y si los hubiese, no estarían sanos. Nuestras familias no comerían si no garantizásemos que tengan comida todos los días. La experiencia de la epidemia mundial del SIDA ha demostrado que el mayor desastre de cualquier familia es la muerte de la madre, no del padre. Mientras la madre sigue viva, hace todo lo posible por mantener su familia intacta y alimentada».

Según Mahathir, si las niñas y las mujeres reciben una educación, cuando se conviertan en madres, serán mejores madres y educarán mejor a sus hijos. Asimismo, insistió en que no se podrá conseguir sin igualar la condición de los géneros, y que no se pierde nada con la igualdad de género. «Entonces, ¿cuál es nuestra excusa para perpetuar esta desigualdad?» preguntó.

Publicado originalmente en: http://worldsofeducation.org/new/spa/magazines/articles/222

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Ministra belga de Educación dimitió tras ser inculpada de fraude de fondos públicos

www.noticias24.com

(Bruselas, 11 de abril – EFE).- La ministra belga de Educación, Joëlle Milquet, presentó hoy su dimisión al Parlamento tras ser inculpada por haber contratado supuestamente, cuando era titular de Interior en el anterior Gobierno federal, a ocho colaboradores que en realidad acabaron trabajando para la campaña electoral de 2014.

La instrucción de este caso, conocido en Bélgica como el de los “empleos ficticios”, se abrió en abril de 2015, informó el diario “La Libre Belgique”.

La ministra, sobre cuya gestión pesaban sospechas desde que se abrió la instrucción de este caso en abril de 2015, ha anunciado su decisión en una rueda de prensa en la que ha explicado que su puesto depende ahora de su partido.

Se sospecha que Milquet cuando era ministra de Interior e Igualdad de oportunidades en el anterior Gobierno federal utilizó fondos del Ministerio para contratar a ocho colaboradores

“Tras varios días de vacaciones -en Bélgica concluyeron hoy las vacaciones escolares de Semana Santa- recibí una carta que ha significado mi inculpación, infundada y precipitada“, consideró Milquet.

La ministra dijo que se expresa ahora por primera vez sobre el asunto y que “he dejado a la instrucción hacer su trabajo en este asunto”, recoge la cadena pública RTBF.

“No tengo nada que reprocharme y voy a poner toda mi energía en demostrarlo”, afirmó, y añadió que, “a pesar de esta inculpación infundada, he decidido remitir mi mandato al Parlamento“.

La Fiscalía sospecha que Milquet incurrió en un conflicto de intereses en este caso al pagar con dinero público a los trabajadores de su campaña electoral.

“No se trata de empleos ficticios ya que cinco de ocho me siguieron al Ministerio de Educación“, apuntó.

Según dijo, sus cuentas han sido examinadas “a fondo” y “no se ha constatado ningún fraude”.

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Miseria en la cultura: decepción y depresión

 En 1930 Sigmund Freud escribió su famoso libro El malestar en la cultura y ya en la primera línea denunciaba: «en lugar de los valores de la vida, se prefiere el poder, el éxito y la riqueza, buscados por sí mismos». Hoy día estos factores han alcanzado tal magnitud que el malestar se transformado en miseria en la cultura. La COP-15 en Copenhague nos dio la demostración más cabal: para salvar el sistema del lucro y de los intereses económicos nacionales no se ha temido poner en peligro el futuro de la vida y del equilibrio del planeta sometido ya a un calentamiento que, si no es encarado rápidamente, podrá exterminar a millones de personas y liquidar gran parte de la biodiversidad.

La miseria en la cultura, o mejor, de la cultura, se revela por medio de dos síntomas verificables en todo el mundo: la decepción generalizada en la sociedad y una profunda depresión en las personas. Ambas tienen su razón de ser. Son consecuencia de la crisis de fe por la que está pasando el sistema mundial.

¿De qué fe se trata? Es la fe en el progreso ilimitado, en la omnipotencia de la tecnociencia, en el sistema económico-financiero, con su mercado, que actuarían como ejes estructuradores de la sociedad. La fe en estos dioses poseía sus credos, sus sumos sacerdotes, sus profetas, un ejército de acólitos y una masa inimaginable de fieles.

Hoy día esos fieles han entrado en una profunda decepción porque tales dioses se han revelado falsos. Ahora están agonizando o simplemente han muerto, y los G-20 tratan en vano de resucitar sus cadáveres. Los que profesan esta religión fetiche constatan ahora que el progreso ilimitado ha devastado peligrosamente la naturaleza y es la principal causa del calentamiento global. La tecnociencia que, por un lado, ha traído tantos beneficios, creó una máquina de muerte que sólo en el siglo XX mató a 200 millones de personas y es hoy capaz de exterminar a toda la especie humana; el sistema-económico-financiero y el mercado quebraron y si no hubiera sido por el dinero de los contribuyentes, a través del Estado, habrían provocado una catástrofe social. La decepción está estampada en los rostros perplejos de los líderes políticos, que no saben ya en quien creer y qué nuevos dioses entronizar. Existe una especie de nihilismo dulce.

Ya Max Weber y Friedrich Nietszche habían previsto tales efectos al anunciar la secularización y la muerte de Dios. No que Dios haya muerto, pues un Dios que muere no es «Dios». Nietszche es claro: Dios no murió, nosotros lo matamos. Es decir, para la sociedad secularizada Dios no cuenta ya para la vida ni para la cohesión social. En su lugar entró el panteón de dioses que hemos mencionado antes. Como son ídolos, un día van a mostrar lo que producen: decepción y muerte.

La solución no estriba simplemente en volver a Dios o a la religión, sino en rescatar lo que significan: la conexión con el todo, la percepción de que la vida y no el lucro debe ocupar el centro, y la afirmación de valores compartidos que pueden proporcionar cohesión a la sociedad.

La decepción viene acompañada por la depresión. Ésta es un fruto tardío de la revolución de los jóvenes de los años 60 del siglo XX. Allí se trataba de impugnar una sociedad de represión, especialmente sexual, y llena de máscaras sociales. Se imponía una liberalización generalizada. Se experimentó de todo. El lema era «vivir sin tiempos muertos; gozar la vida sin trabas». Eso llevó a la supresión de cualquier intervalo entre el deseo y su realización. Todo tenía que ser inmediato y rápido.

De ahí resultó la quiebra de todos los tabúes, la pérdida de la justa medida y la completa permisividad. Surgió una nueva opresión: tener que ser moderno, rebelde, sexy y tener que desnudarse por dentro y por fuera. El mayor castigo es el envejecimiento. Se concibió la salud total, y se crearon modelos de belleza, basados en la delgadez hasta la anorexia. Se abolió la muerte, convertida en un espanto.

Tal proyecto posmoderno también fracasó, pues con la vida no se puede hacer cualquier cosa. Posee una sacralidad intrínseca, y límites. Si se rompen, se instaura la depresión. Decepción y frustración son recetas para la violencia sin objeto, para el consumo elevado de ansiolíticos y hasta para el suicidio, como ocurre en muchos países.

¿Hacia donde vamos? Nadie lo sabe. Solamente sabemos que tenemos que cambiar si queremos continuar. Pero ya se notan por todas partes brotes que representan los valores perennes de la condición humana: casamiento con amor, el sexo con afecto, el cuidado de la naturaleza, el gana-gana en vez del gana-pierde, la búsqueda del «bien vivir», base para la felicidad, que es hoy fruto de la sencillez voluntaria y de querer tener menos para ser más.

Esto es esperanzador. En esta dirección hay que progresar.

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¿Dar clases?

Una reforma educativa es tan seria como su comprensión de la complejidad de factores que intervienen en el milagro de aprender a pensar y preguntar con fundamento, y da muestra de la solidez de su proyecto en relación directa con la concepción que tenga del quehacer docente. La emprendida en esta administración, si atendemos a estos dos criterios, reprueba: lejos de la complejidad, simplificó las cosas y endilgó todos los males educativos a un solo actor: el magisterio. Además, percibe a la docencia como el proceso que arranca y termina en una frase que es la antítesis del trabajo educativo: “dar clases”. Te toca tercero B… a ti matemáticas en segundo: a darle.

Los gestores de la reorganización laboral, administrativa y política del sistema escolar en el país tienen discursos largos pero miras cortas: consideran que lo crucial es que ningún niño se quede sin clases, como sean, y quien acceda a una plaza docente a eso se dedique: a impartirlas. ¿Quién no puede dar clases? Es fácil: repartir, repetir, recordar, repasar y reiterar lo que se sabe, y reprender o reprobar al que no atine a reconocerlo y rellenar el ovalito correcto del reactivo. Erre con erre, cigarro…

Esa profesión, oficio en el mejor sentido de la palabra, es lo más remoto al verbo repartir. Enseñar es la forma más alta del conocimiento, porque hay que saber, pero, a su vez, saber cómo propiciar en otros el hambre y la pasión por pensar las razones en las que se funda lo que se conoce. Por eso, ha habido en la historia instituciones dedicadas a la preparación del magisterio. Son escuelas, en nuestro caso las Normales, especializadas en la formación de lo que diferencia al que es erudito en un campo del conocimiento, del que sabe del mismo, sin duda, pero cuenta en su haber, además, con la sapiencia para ejercer el domino pedagógico del contenido a enseñar. Los distingue la perspectiva pedagógica y la capacidad para producir, de manera creativa, diversas  modalidades didácticas orientadas al aprendizaje. ¿Dar? Que den misa los curas y discursos los funcionarios. Las maestras y los profesores producen ambientes de aprendizaje en relación con sus alumnos y colegas.

Hay un programa de estudio inicial para ello, específico, que incluye prácticas docentes dirigidas y, como en las demás profesiones, en el ejercicio cotidiano y los retos que se presentan, ocurre la habilitación más profunda: no es nada más experiencia. Es experiencia reflexionada y discutida. Es lo que sabemos apreciar en la vida diaria cuando decimos: ese señor sabe bien su oficio. El que sea.

No va en este sentido considerar que, con base en la ley, a partir de este año “cualquier persona con un título universitario que obtenga el puntaje adecuado podrá acceder a una plaza docente en Educación Básica” Esta expresión relaciona un diploma y un examen, suponiendo que el diploma avala que se sabe, y el examen mide si se tienen las condiciones para ser docente. No hace referencia a la necesidad ineludible de una especialización en la labor pedagógica.

¿Tiene título y le falta trabajo? No se angustie: con la licenciatura y buen puntaje puede dar clases. ¿Y el examen? Calma: abundan negocios en que le enseñan, en un par de fines de semana, cómo sacar nota de idóneo. Garantizado. ¿Cobran? Sí: nada es gratis. Es una inversión…con lo escaso que está el empleo.

Fortalecer a las Normales y otras modalidades de formación de profesores es crucial. Urge. Suponer que la llegada de “cualquier” persona con algún título mejorará la educación ignora que la evaluación oficial reportó que el 85% de los examinados resultó satisfactorio, bueno o destacado: egresaron de Escuelas Normales. No cualquiera es capaz de llevar a cabo el oficio, salvo que dar clases sea el rumbo y objetivo. Así, la educación no avanzará pues no es idóneo el camino.

 

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