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Posverdad, democracia y filosofía

Por: Leonardo Díaz

Hoy, tercer jueves de noviembre, Día Mundial de la Filosofía, deseo recalcar la imperiosa necesidad de promover la actividad filosófica entendida como actitud crítica y dialógica ante la vida, como advertencia ante las implicaciones de la posverdad y de los fundamentalismos.

Uno de los problemas más acuciantes de nuestro tiempo es lograr que los proyectos democráticos no sean lesionados por la posverdad.

En la medida que la ciudadanía se hace más indiferente a las evidencias y al pensamiento racional, reforzada sus opiniones partidarias y sus prejuicios a partir del filtro burbuja generado por las redes sociales, el socavamiento del diálogo democrático es cada vez más profundo.

El politólogo David Held considera que las sociedades democráticas se caracterizan por ser un espacio para el debate justo de los valores y por su capacidad para la negoción de conflictos.

Entonces, una sociedad democrática se configura a partir de espacios para la discusión crítica y racional sobre nuestras formas de vida, los principios en que se sustentan y los procedimientos que permiten concretizar esos supuestos.

¿Cómo llevar a cabo ese debate si existe una inconmensurabilad de mundos entre los ciudadanos? ¿Si no existen unos referentes comunes para llevar a cabo una conversación?

Este es el grave daño que la posverdad realiza a la democracia. Si se acrecienta el número de personas que da la espalda a las evidencias en función de sus deseos y creencias, si no se comparte un conjunto mínimo de referentes, no es posible iniciar una conversación ni arribar a ciertos acuerdos mínimos necesarios para la coexistencia pacífica y sostenible.

Hoy, tercer jueves de noviembre, Día Mundial de la Filosofía, deseo recalcar la imperiosa necesidad de promover la actividad filosófica entendida como actitud crítica y dialógica ante la vida, como advertencia ante las implicaciones de la posverdad y de los fundamentalismos.

En un momento donde las redes sociales se han convertido en fuente de insumo para la charlatanería y las fake news, donde la radicalización política promovida oficialmente por líderes autoritarios irresponsables obnubila la atmósfera intelectual dificultando la comprensión de los problemas y fenómenos sociales, se hace más necesario la exposición de nuestros niños a la reflexión filosófica.

Porque, si bien la discriminación de la información está mediatizada por nuestras emociones, podemos educarlas a través de un ejercicio temprano y constante que nos permita desarrollar hábitos de pensamiento crítico. Son estos hábitos los que hacen viable el proyecto inacabado de la democracia.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/posverdad-democracia-y-filosofia-8884571.html

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Entrevista a Miguel Ángel Forte: «La democracia, hace tiempo, viene demostrando que está de espalda a los intereses de las mayorías populares»

Entrevistas/Noviembre 2020/Autor: Camilo Carbonelli/rebelion.org

¿Qué enseñanzas nos deja la pandemia de coronavirus?

Agencia Paco Urondo dialogó con Miguel Ángel Forte, sociólogo y profesor de sociología general (UBA). Master en Ciencias sociales, con mención en Ciencia Política en FLASCO. Además, es investigador de Gino Germani y especialista en la obra de Niklas Luhmann y Byun-Chul Han. Autor de los libros Modernidad: Tiempo, forma y sentido Sociología, sociedad y política en Auguste Comte (ambos editados por Eudeba). Transmite un programa llamado “Reflexiones al sur de la pandemia” en You Tube, donde con humor  y un lenguaje común explica desde la sociología diversos temas de la agenda pública. Cierra cada programa con el lema: “Estudiar, pensar, resistir y no aflojar”.

APU: ¿En términos sociológicos, cuando se dice que la situación actual es compleja qué se quiere decir?

M. F.:  Vamos a tomar un poco la dinámica del pensamiento clásico, que tiene una característica fundante que es el principio de reducir toda explicación a una regla de la naturaleza, es decir, el mundo era comprendido de acuerdo a la naturaleza. Lo que sucedió con la Modernidad es que rápidamente el conocimiento se puso como problema principal del conocimiento, entonces la complejidad quiere decir que cuanto más sabés menos sabés… Es como paradójico, cuanto más sabes de las cosas le vas agregando complejidad al mismo tiempo que tratar de reducir la complejidad, esto es la sociología sistémica. La reducción de la complejidad implica que cada vez que vos quereé saber más, el mundo se te hace más amplio, más diverso, más dinámico.

Y acá ha pasado algo así. Vos fíjate que si vos tomás a la sociedad de Luhmann como modelo teórico del caso (la sociedad como el conjunto de comunicaciones posibles), fíjate qué interesante es que una pandemia sucede en una sociedad que es la sumatoria de todas las comunicaciones posibles, nos enteramos de lo que pasa en China al instante, es un virus comunicativo que se expande con la misma velocidad que se expanden las comunicaciones. Entonces se produce un fenómeno interesante, porque mientras tanto se expanden también las investigaciones científicas aunque no se lean todas las investigaciones sino solamente el encabezado del papper, lo cual crea más problemas…

APU: ¿La vacuna es la solución?

M. F.: Cuando empezamos a hablar de la vacuna agregamos complejidad, es decir qué vacuna y cuándo va a estar.  Y ahí empieza otro tema con el tiempo de los sistemas, eso lo podemos ver en Durkheim, por ejemplo, que decía que la política tiene un tiempo y la ciencia tiene otro. No se le puede pedir a la ciencia el tiempo de la política, no puede operar en el mismo ritmo, no tiene ahora la solución. Lo interesante de esta pandemia es que es un virus que te dice “paren muchachos, frenen porque están muy acelerados”. La sociedad del rendimiento de Byung Han (filósofo surcoreano): están tan acelerados que no ven lo que le está pasando y un virus les complicó el universo y ahora no sabemos cómo salir de esto. Y no sabemos cómo salir de esto porque la situación es cada vez peor, cada vez es más crítica.

Mientras tanto estamos oscilando entre una cuarentena estricta y una apertura abusiva; esa apertura abusiva se fundamenta en una crítica a la cuarentena, lo cual es un razonamiento muy loco, eso de decir que la culpa la tuvo la cuarentena. Es absolutamente absurdo porque en realidad los contagios comenzaron cuando empezó a ablandar la cuarentena, ese es el punto. Al principio de la crisis todas las sociedades tenían el reflejo de abroquelarse. Es decir apoyemos al presidente que está, pero a los quince días la gente empezó a hacer cualquiera. Al comienzo, cuando no había muchos contagios, no había un alma en la calle mientras todos hablábamos de una distopia, esto es, una película de ciencia ficción que era terrible. Lo llamativ es que cuando empezó a pasar lo terrible salimos todos a la calle.

APU: Mientras tanto se sostiene que no se puede seguir la cuarentena porque hay que fortalecer la economía, mientras la actividad no deja de caer a pesar de la apertura. Apertura que multiplica los focos de contagios y exige nueva cuarentena… 

M.F.: El sistema capitalista es un sistema que impuso la economía por delante de la sociedad, es decir la sociedad no organiza su economía, va al pie de la economía. La cosa marxista de que la economía es el determinante de última instancia es cierta. Y también desde el punto de vista de Luhmann, que dice que la economía es el sistema más dinámico en creación de valor. Entonces, estamos todos atrás de la economía, no tenemos una economía que se ponga al servicio de lo que está pasando, por ejemplo, que se ponga al cuidado de la gente. Seguimos yendo a laburar, no hay cuidados en los laburos, la gente se contagia en sus trabajos.

APU: ¿El neoliberalismo es un obstáculo para enfrentar la pandemia?

M. F.:  El  neoliberalismo instala que el problema es el confinamiento, pero en los países donde menos confinamientos se hizo están más complicado. Es decir, los países de mayor control estatal como China, Corea del Sur o controles en otros sentidos como los países nórdicos o como Nueva Zelanda, por ejemplo, ahí te das cuenta que fueron muy útiles. El neoliberalismo plantea eso de que nadie te puede decir lo que podés o no hacer de tu vida. Yo soy libre de hacer lo que quiero…

O mirá lo que pasa en Argentina, donde tenemos el conflicto entre macrismo y kirchnerismo, que funciona como válvula de escape para no resolver el problema de fondo. Hay una dicotomía que evita que agarres el problema en serio. Por ejemplo, la burla a la “infectadura” terminó con que la “infectadura” se instaló en el sentido común de la sociedad, cuando al principio parecía que no tenía ninguna racionalidad. Si vos no trabajás sobre el sentido común, alguno se va a instalar; creo que hay un gran déficit comunicacional por parte del Estado sobre esta situación de pandemia, porque no sabemos dónde estamos parados. Mirá lo que pasa con Uruguay, que era el ejemplo de las libertades y cierra las fronteras en el verano, mientras que acá se abre todo en verano. Estamos haciendo al revés de todo. Lo que se dice que no está funcionando es el síndrome del miedo, esto es cierto, todavía no se instaló el miedo, pero el miedo respetuoso, no digo un miedo paralizante.

APU: ¿Por qué sociedades como China y Corea del Sur pudieron controlar la pandemia mejor que otras (de hecho, ya está creciendo sus economías)?

M. F.: Corea y China están apoyadas en culturas donde la idea de sujeto es una idea menor, o sea no tenés una cosa tan instalada en la libertad individual, razón por la cual es más sencillo desarrollar tecnología para el control. Decía Byung Han algo interesante al comienzo de la pandemia: China nos está mostrando a Occidente formas de control susceptibles de ser exportadas.

APU: Como plantea Byung Han: ¿Pasamos del panóptico de Foucault al panóptico digital (del domino de los cuerpos al dominio de los pensamientos)?

M. F.: Si, absolutamente. Hay una discusión entre Zizek y Byung Han en la cual Byung Han planteaba lo que iba a pasar en esta situación de que el capitalismo se iba a reforzar y que era posible que las formas de control exitosas se expandan como  forma de control efectivo. Mientras que Zizek hablaba de que se venía  el momento de un comunismo oscuro. Parece ser que la posición de Byung Han es la posición más cercana al punto tal que en términos de economía China está creciendo. O sea, no solo han logrado aparentemente parar la pandemia, sino que a su vez están creciendo, razón por la cual está instalada la problemática de una nueva guerra fría. Esto es de Chomsky: hay tres grandes peligros. Uno es la pandemia, el otro es el desastre ecológico, y el tercero es la problemática de la guerra fría, fíjate que ya hay despliegues militares en el océano, hay agrupamientos militares que se están armando por bloques.

APU: En ese contexto de supuesta guerra fría: ¿Qué importancia tienen las elecciones de EE.UU? 

M. F.: Es muy interesante la elección de Estados Unidos; estamos en una situación con China que está bastante relacionada con el triunfo de quien gane las elecciones en EE.UU. Sabemos que Donald Trump es un tipo bastante duro sobre esto. Es muy interesante: a propósito de liberalismo, la identidad de clase es más fuerte entre los votantes de Trump que la identidad de género y de raza; el rico negro o el rico blanco vota a Trump; negro pobre o blanco pobre, vota contra Trump.

APU: ¿Va a haber una decadencia de las democracias occidentales como consecuencia de la crisis económica y pandemia?

M.F.: La democracia, hace tiempo, viene demostrando que están bastante de espalda a los interés de las mayoría populares. Este es un problema serio. Y las formas de resolver las crisis pasan por líderes autoritarios como Trump o Bolsonaro, que son elegidos por las mayorías. Es un mundo muy delicado..

APU: ¿Cómo juegan las redes sociales y los algoritmos en ese control de los pensamientos del que hablábamos?

M. F.: Hay algo que dijo Weber mucho antes de las redes sociales, que sigue vigente: la legitimidad del orden se apoya en tanto y en cuanto a aquello que es obligatorio sea una máxima de la propia actitud individual. Si no hay una coincidencia entre lo que se está pidiendo y la creencia subjetiva, es muy difícil mantener cualquier orden. Con las redes pensamos que no estamos controlados y no es así, es muy aparencial esto; no nos vemos, no nos tocamos, no nos olemos. Fabricamos un mundo que en última instancia es artificial. Es un mundo de una gran incertidumbre y va a haber grandes cambios como hay grandes cambios en el mundo del trabajo, donde las formas de exclusión son brutales, sobre-capacitación con sueldos miserables. Las reacciones contra estas formas del mundo son violentas pero sin norte.

Como en Chile van y queman una iglesia pero para qué, después qué hacés… Porque además en Chile lo que se produjo es un bienestar generalizado muy amplio con un endeudamiento personal brutal, donde gran parte de la población no accedió a ese bienestar artificial; aquel que no accedió quiere ese bienestar artificial y queman las iglesias.

APU: ¿Qué aporte puede hacer la sociología a la situación que vive la Argentina?

M. F.: Hay algo que dice Luhmann en lo que estoy de acuerdo: la función de la sociología es alarmar a la sociedad.  Que quiere decir esto: la sociología puede colaborar si ayuda a generar una forma de disciplinamiento social que tenga un objetivo comunitario. Es la única forma de que vamos a poder salir de esta situación tan complicada. Disciplina social, pero no una disciplina social para estar encerrados simplemente sino para cuidarnos mutuamente, que es una cosa muy difícil de instalar. El sociólogo puede explicarle a la sociedad que la ciencia no es un botón que apretás y sale la solución. La ciencia tiene un tiempo y la sociología de la ciencia implica comprender la dinámica de las ciencias duras porque tienen una dinámica propia. Soy de los que piensan que si hay algo que pueda salvar a la humanidad es la ciencia, no creo que sea la política, la ciencia es la única que puede salvarnos, las sociedades políticas dejan bastante que desear. Definitivamente el tema ecológico tiene que ver con la cuestión científica.

Fuente: https://rebelion.org/la-democracia-hace-tiempo-viene-demostrando-que-esta-de-espalda-a-los-intereses-de-las-mayorias-populares/

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¿De qué democracia están hablando?

Por: Aram Aharonian

Las mayores barbaridades, fraudes, golpes de Estado y genocidios de los últimos 200 años se han realizado en nombre de la sacrosanta democracia, que pareciera ser el escudo protector de las intereses de las grandes empresas trasnacionales y su cohorte de políticos y gobernantes de nuestro mundo tan poco occidental como cristiano.

En cada pantalla de televisión del mundo, en todos los idiomas, uno puede ver al aún presidente estadounidense Donald Trump desarrollando su plan lleno de mentiras y amenazas (fakes) en vivo y en directo en nombre de la democracia.

Se proclama vencedor sin serlo y denuncia fraude electoral por si el voto por correo le da la victoria a Joe Biden, impugna las elecciones en los estados donde pierde y si los tribunales estatales aceptan, apela al Supremo, donde acaba de asegurarse amplia mayoría y completa su golpe mientras envía a su masa fascistoide a intimidar a  quienes protesten.

Desde el gabinete presidencial se ha difundido el bulo, la mentira, de que la izquierda quiere derrocarlo con un golpe de Estado en las calles, construyendo el relato para justificar su maniobra y su previsible represión. Pero hay que entender el sistema deductivo: en realidad no existe tal izquierda, pero para ellos todo el que no vote a Trump es de izquierda o terrorista.

Trump y los republicanos entienden que su mejor respuesta es suprimir el voto en una democracia que gobiernan sin gozar del apoyo de una mayoría. Esta no es una contienda normal, sino un referendo sobre el ocupante de la Casa Blanca. O como repite el senador demócrata Bernie Sanders, sacado de la contienda antes que se volviera demasiado peligroso, es una elección entre la democracia y Trump.

Sólo un presidente republicano ha ganado el voto popular desde 1988. Trump ganó con 46 por ciento en 2016 y nunca ha logrado obtener 50 por ciento de apoyo durante su gestión. No sería la primera vez que los republicanos y el poder militar y empresarial impidan asumir al ganador de unas elecciones (Gorge Bush contra Al Gore, Trump contra Hillary Clinton). Nadie descarta el fraude trumpiano: para ganar hace cuatro años requirió la ayuda de los rusos.

Pero llamar progresista de centro-izquierda a Biden y sus huestes demócratas es una atropello a la inteligencia. Las grandes empresas que apostaron por cualquiera de los dos candidatos asisten con nervios a ver cuál de sus mandados será el presidente en un escenario difuso, electoralmente hablando. El que está ganando y ganará es el gran capital.

Ambos (Trump y Biden) se proclaman presidente en un sistema electoral complejo, hecho a medida para que las minorías o cualquier movimiento social y político que nazca de las raíces del pueblo, sea abortado, ahogado, sin posibilidad alguna de acceder a las instituciones que están perfectamente acorazadas y armadas por un capitalismo imperialista que ambos, demócratas» y republicanos practican desde hace un siglo.

Más allá de todo, queda la reflexión de los más de 65 millones de personas que votaron a Trump aún sabiendo de su ideario y prácticas fascistas. No solo es la  América profunda, sino también la superficial. Trump, el presidente más antidemocrático de la historia estadounidense, conecta con las clases populares más que los expertos, encuestas y los liberales.

El fascismo vuelve a ser la respuesta a la incertidumbre de mucha gente como ocurrió en los años 1930 en Europa. “Te vendo miedo al otro para que compres mi seguridad. Por eso aunque pierda, el trumpismo seguirá, porque él es el síntoma, la enfermedad es el neoliberalismo que provoca las desigualdades”, nos recuerda Javier Gallego en eldiario.es.

Y aunque pierda y Biden logre asumir, deja un tsunami global, basado en la legitimización del odio –machismo, homofobia, racismo, clasismo-. Es una guerra contra el progreso y la igualdad en la que la clase dominante lanza a la clase trabajadora contra sí misma para mantener el orden vigente. Tu enemigo es el pobre, el inmigrante, el okupa, las feministas, los homosexuales, no el empresario que los explota y explota el planeta.

Impuso en estos cuatro años de gobierno, la cultura del matonismo fascista en su discurso político hacia dentro y hacia afuera y le dio carta blanca a los violentos y fascistas del mundo para intimidar no sólo a sus oponentes sino también a los diferentes. Es el niño abusador del colegio, el matón que desaloja a los pobres de los pisos de su padre, el histrión mussoliniano que triunfa en la tele.

Ha banalizado el mal. No ha tenido empacho en lanzar a las masas contra la prensa, contra las mujeres, contra los supuestamente rojos, contra los negros, contra los progres. Incendia las calles para expulsar al disidente, limitar las libertades, imponerse. Y, lamentablemente, su modelo “democrático” es imitado en muchos países europeos y, también  latinoamericanos.

Ha popularizado la hegemonía de la mentira, con falsedades, bulos o bolas, (fake-news al por mayor), en una propaganda fascista multiplicada por medios de comunicación y redes sociales, en manos de pocos grandes empresarios. Al igual que en la época del nazifascismo, creó hegemonía engañando, enfrentando, polarizando.

David Sherfinsky señala en el Washington Times, que se trata de un demagogo desatado, poseído por una nietzschiana voluntad de poder que exalta como patriotas a los automovilistas que acosaron y bloquearon al bus en que viajaba Joe Biden por Texas; que desafía la legislación electoral y cualquier otra, incluida la tributaria; que se burla de la “corrección política” tan cultivada por sus rivales.

Indica que maneja con perversa maestría las redes sociales, que se enfrenta e insulta a los medios concentrados (CNN, el New York Times, el Washington Post y toda la prensa “culta”), que se construye como el gran defensor del “little guy”, de la gente común, olvidada por el elitismo gerencial de los republicanos tradicionales y el globalismo neoliberal de los demócratas y que cristaliza el apoyo de un imponente bloque social pulsando las potentes cuerdas del resentimiento, el odio, el temor que abren la Caja de Pandora del racismo y la xenofobia.

El discurso de Trump exalta la perdida grandeza de su país amenazada por los pérfidos chinos que “inventaron al coronavirus para poner a Estados Unidos de rodillas”, grandeza que él se propone recuperar a cualquier precio.

Sí, fue capaz de negar el coronavirus aunque haya matado “apenas” haya contagiado a 10 millones de personas y matado a 235 mil en su propio país. Impunemente denigra la ciencia y la verdad científica para imponer sus “verdades alternativas”. Mentir sirve para conseguir –y mantener- el poder. De eso se trata.

Lamentablemente, el trumpismo no se acaba con Trump. Se ha convertido en una fuerza traslocal, en el símbolo del ultranacionalismo de derecha, del negacionismo científico y climático, numen de los conspiranoicos.

El escenario de la crisis del coronavirus ha sido propicio para los populismos ultraconservadores. La que estamos librando –aunque nuestros “grandes pensadores” ni se hayan dado cuenta- es una batalla cultural que evite el retroceso al pasado, en un mundo que gracias a Trump y al coronavirus, no es ya ni será el mismo..

Hace 15 años, en Mar del Plata, cinco presidentes latinoanericanos (de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) gritaron “ALCArajo”, haciendo trizas el patoteo de Bush y el proyecto del Área Económica de las Américas, de Miami a Tierra del Fuego. Vale la pena recordarlo.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

http://estrategia.la/2020/11/

Fuente: https://rebelion.org/de-que-democracia-estan-hablando/

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Estados Unidos o la democracia simulada

Por: Edgar Isch L.


Por décadas se presentó a Estados Unidos como ejemplo de democracia avanzada. Todos los medios propagandísticos sirvieron para ese fin y se reforzaba por la idea de elecciones libres y la inexistencia de golpes de Estado liderados por fuerzas militares, lo que en América Latina servía para explicar que “allá no hay golpes porque no hay embajada norteamericana”.

Aquí ya se ve la primera debilidad del “espíritu democrático” de las élites de Estados Unidos: apoyaron siempre las peores dictaduras, los golpes más sangrientos, las guerras de dominación simuladas como guerras civiles, siempre que fueran útiles a sus intereses.Elecciones en EEUU 2020: Últimas noticias y sondeos | DIRECTO

Pero hacia adentro, el hecho es que lograron un consenso que destruyó la promesa de modernidad inspirada en la Revolución Francesa: igualdad, libertad y fraternidad. Colocando la libertad individual como el único rasgo sobreviviente, que incluye libertad de expresión, de voto y otras, se desechó la igualdad y la fraternidad desde el lado oficial. Por supuesto, en su vida cotidiana la mayoría del pueblo trabajador expresaba esas características, se muestra solidario y comprometido, e incluso se mostraba muchas veces ingenuo.

La igualdad fue el mayor mito. Igualdad ante la Ley, pero se trata de un régimen teocrático en el que en actos públicos se jura ante la Biblia, en el que en siete Estados se prohíbe a los ateos ser profesores o funcionarios públicos, y sufren discriminación en el ejército, si logran ingresar.

El 2 de octubre de este año, el servicio de inmigración establece en su guía de políticas que un miembro a un partido comunista no puede ser admitido como ciudadano porque “es incompatible con el juramento de lealtad a los Estados Unidos”, lo cual ataca también a los nacidos allí, que son discriminados igualmente en una serie de empleos si se los identifica como comunistas (pero si nacionalizaron a científicos y colaboradores del gobierno de Hitler, sin ningún problema).

Se podría seguir señalando las brutales diferencias entre el 1% de millonarios en el poder y el 99% de “clase media” y pobres. Donald Trump es un ejemplo de como muchos de los millonarios ni siquiera pagan impuestos, pagan por no ser reclutados, con dinero burlan los mecanismos de ingreso a las universidades o tienen un sistema de salud negado para las mayorías. De manera que el principio democrático de igualdad, al menos ante la Ley, no es muy defendible.

A confesión de parte

Todas las claves de las elecciones de EEUU: cómo funcionan y qué estados  serán decisivos - elEconomista.esEn 2013 el expresidente de Estado Unidos Jimmy Carter y su fundación para la “democracia y los derechos humanos”, expresaron abiertamente: “En la actualidad Estados Unidos no tiene una democracia que funcione», según recogió el diario alemán Der Spiegel y varios otros documentos. Señaló como factores muy graves la excesiva influencia del dinero en las campañas electorales, donde los ricos compran los compromisos de los candidatos, las normas electorales confusas y la invasión a la privacidad de los organismos de seguridad.

Tras trabajar en todo el mundo pobre, este año el Centro Carter decidió monitorear las elecciones norteamericanas. Señalan abiertamente que: Aunque hace tiempo que EE.UU. no ha estado a la altura de los estándares electorales internacionales en asuntos clave, hasta hace unos 10 años no habríamos concluido que la calidad de su democracia y las elecciones iba en retroceso”… “Dada la escala de los problemas hoy en día (la profunda polarización, la falta de confianza en las elecciones, los obstáculos a la participación de grupos minoritarios y otras injusticias raciales, además de la pandemia de la Covid-19, hemos decidido que el centro intente mejorar las elecciones en casa…

La denuncia a su sistema electoral

El derecho universal al voto es un rasgo de un sistema democrático. Pero en Estados Unidos no se cumple. Históricamente se han construido trabas para impedir la igualdad del voto y la participación. Por ejemplo, cuando la reforma constitucional (Enmienda) número 15 dio derecho al voto a los afroamericanos, rápidamente se implementó un impuesto electoral que impedía la participación de los pobres, o controles de ser alfabetizado, igualmente a los que sometían solo a los pobres.

Aún con las reformas logradas por el movimiento por los derechos civiles en 1965, no supusieron que terminen los impedimentos para ir a votar. Y hay varias como inscribirse para constar en el padrón o que la elección sea en martes, poniendo a los trabajadores en una disyuntiva de asistir o ir a trabajar.Elecciones EEUU: ¿Por qué se dice que próximo presidente podría no  conocerse hoy? - Diario Financiero

El año 2000 ganó George Bush hijo a pesar de que el candidato Al Gore tuvo más votos. Además, para beneficiar al conservador, se suspendió el reconteo de votos en La Florida gracias a que los republicanos tenían mayoría en la Corte Suprema de Justicia, lo que hace que la justicia tampoco guarde principios básicos de independencia, sino que está atada a los dos partidos.

Entonces, el reconocido cineasta Michael Moore publicó un libro que trata de estos y otros temas de la injusticia social en Norteamérica. Lo tituló “Estúpidos hombres blancos” y en él resalta también mecanismos de fraude que son una constante en USA. En tono realista y satírico a la vez, dirá: “He cursado una solicitud personal al secretario general de la ONU, Kofi Annan, para que atienda nuestra petición. Ya no somos capaces de gobernarnos ni de celebrar elecciones libres y limpias. ¡Necesitamos observadores, tropas y resoluciones de la ONU!

Una forma es la Ley, en gran parte de estados, para que exconvictos jamás puedan votar, sin importar la causa por la que cayeron presos (¿robar un pan?). De esa manera, dice Moore, los Bush pagaron 4 millones de dólares para impedir a su presencia, especialmente del 31% de negros y miles de latinos pobres de La Florida, como resultado del sistema racista de las cortes y policía norteamericana.

Claro, los que llegan a la cárcel y no los asesina la policía antes de arresto, como ha pasado múltiples veces este año. Pero lo hicieron también con los que nacieron el mismo día, tenían nombres parecidos o un 80% de coincidencia.

Y miles más fueron impedidos en votar por tener coincidencias con exconvictos de otros estados que “pudieron” haber ido a vivir en La Florida Su impedimento para votar fue legal, pero nada democrático.Luego vinieron irregularidades al recibir una mayoría de votos defectuosos desde el extranjero, anular papeletas enviadas correctamente por correo.

Ese es un ejemplo de lo dudosamente democrático del sistema. Otro caso es lo que sucedió en la elección de Trump, aunque Hillary Clinton tuvo 3 millones de votos más, pero perdió. El mecanismo electoral hace que, con excepción de dos estados, quien gana en un Estado, aunque sea con un voto, lleva todos los votos electorales, es decir los representantes que realmente nombran al presidente.

Se desconoce de esta manera a las minorías y el voto deja de tener representación igual. Es conocido el siguiente ejemplo: en California hay 57 veces más población que en Wyoming, pero solo nombra 18 veces el número de electores. Esto demuestra que no hay igual peso del voto de cada ciudadano, pero es un mecanismo que brinda más importancia electoral a las zonas con menor diversidad humana y de pensamiento, donde dominan los políticos más conservadores. Y de paso, las zonas con menor educación y mayor ignorancia.

Una campaña para garantizar el gobierno de los millonarios

La política de Estados Unidos está construida para tener un régimen de dos partidos de las clases dominantes turnándose en el poder. Los republicanos, generalmente más conservadores en temas fiscales (impuestos) y sociales, y los demócratas que sostienen ciertos derechos y la intervención del Estado en algunos asuntos.

Día de elecciones en el estado más grande de EEUU: 22 millones de votantes  y muchas precauciones - InfobaeEn lo demás, son casi iguales y, para su patio trasero, como llaman a América Latina, prácticamente son los mismo. Demócratas y republicanos han sostenido el infame bloqueo a Cuba, atacan a pueblos como Venezuela, se han entrometido en la política de los gobiernos de la región, han organizado golpes de Estado militares o como el último en Bolivia, buscan explotar al máximo nuestras riquezas naturales.

Pero hay otros partidos y candidatos, solo que la “democracia” norteamericana impide conocerlos. Al momento, según la cadena de noticias BBC de Londres, hay 1.200 candidatos a la presidencia que no son tomados en cuenta. La mayoría de ellos o ellas solo consta en la papeleta de uno o dos estados, en varios otros, los electores deben conocer de su candidatura y escribir el nombre de su preferencia para que el voto sea tomado en cuenta y, finalmente, hay otros Estados en los que no existe ninguna forma de darles el voto.

¿Pero cómo hacerse conocer? Muy difícil si se considera que se estima que una campaña requiere de mil millones de dólares y que estos deben venir solo de fuentes privadas. Es así como los grandes empresarios y financistas apuestan a los dos caballos, entregando recursos a ellos para comprar sus posteriores acciones gubernamentales.

Por otra parte, para participar en los debates presidenciales el requisito previo es que los dos partidos lo acepten y esto solo sucedió cuando un megamillonario(Ros Perot en 1992) presentó una candidatura independiente y no tenía ninguna oportunidad de ganar. Para los demás, su participación está negada.

Así, puede parecer que el pueblo elige, pero las cartas ya están marcadas.

En pocas palabras, no hay democracia social y no hay democracia electoral. ¿Será que, con diferencias de forma, nuestro país se parece? Claro, uno y otro está pasando el capitalismo, periodo histórico que terminará por la acción de las clases trabajadoras, en Estados Unidos, el Ecuador y el mundo. Las elecciones, entre otras cosas, demuestran la ausencia de una verdadera democracia.

*  Académico y ex ministro de Medioambiente de Ecuador. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/11/03/estados-unidos-o-la-democracia-simulada/

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Sectarismo político y democracia

Por: Leonardo Díaz


Contra esta tendencia tiene que luchar la formación democrática, que debe ser una educación emocional, esto es, un entrenamiento sobre nuestros hábitos con el propósito de forjar una “segunda naturaleza” para forjar una convivencia social abierta, diversa y pacífica.

En mi pasado artículo “mentira, charlatanería y posverdad”, https://acento.com.do/opinion/mentira-charlataneria-y-posverdad-8876863.html relaciono la charlatanería y la posverdad con el retorno de los fundamentalismos políticos. Un ejemplo marcado de ello es la sociedad estadounidense, que desde hace décadas viene experimentando un preocupante proceso de radicalización del sectarismo político.

Los fundamentalismos han existido desde los inicios de la civilización humana, pero resulta alarmante cómo sociedades consolidadas como comunidades democráticas muestran prácticas autoritarias aparentemente superadas, alimentadas por líderes populistas y charlatanes, el efecto burbuja de las redes sociales y una atmósfera cultural afín caracterizada por la posverdad.

Las lecciones recientes del espectro político internacional indican que no estamos ante un fenómeno accidental o frente a una anomalía política de las sociedades abiertas.  En parte, porque los fundamentalismos tienen una base biológica y psicológica que los ha hecho constitutivos de la condición humana.

Evolucionamos siendo parte de clanes que combatían de modo violento contras otras tribus por tierras, alimento o supremacía. Y nuestra sobrevivencia está muy relacionada con la capacidad de nuestro cerebro para generar sesgos cognitivos que nada tienen que ver con adaptar nuestras creencias a una realidad independiente de nuestras apetencias y emociones, sino para reforzarlas como mecanismo de adaptabilidad y autoafirmación.

La cultura es la batalla permanente contra esas imposiciones de la biología y la psique. Por ello, resulta más natural la tendencia a desconocer las afirmaciones que contradicen lo que deseamos creer, así como la tendencia a percibir al integrante de otro grupo (étnico, religioso, ideológico) como una amenaza.

Contra esta tendencia tiene que luchar la formación democrática, que debe ser una educación emocional, esto es, un entrenamiento sobre nuestros hábitos con el propósito de forjar una “segunda naturaleza” para forjar una convivencia social abierta, diversa y pacífica.

Una educación de toda la vida, que implica la práctica diaria de la culttura democrática. La amenaza de los fundamentalismos y autoritarismos estará siempre latente, podrá emerger cíclicamente, ya sea con la elección de líderes políticos sectarios y autoritarios, o socavando las instituciones democráticas y el espacio público mediante un ejercicio cotidiano de negación dialógica.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/sectarismo-politico-y-democracia-8879630.html

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Fernando Savater: “El problema no es el político demagogo o ignorante, sino la gente que lo elige”.

Por: Laura Ventura. La Nación

SEGOVIA

Cuando la conoció, ella llevaba una cresta punk. En la vieja Facultad de Filosofía de Zorroaga, en el País Vasco, en cuyos pasillos se vendían vino y bocadillos de tortilla, la muchacha se acercó una mañana al joven profesor. Destacaba entre la multitud y no por su cabellera excéntrica que le valió el nom de guerre Pelo Cohete. Llamaba la atención de modo tan natural, recuerda su gran amor, “como perfuman las flores o sobresaltan los truenos”. Fernando Savater (San Sebastián, 1947) describe este momento clave de su existencia. “He estado en tu clase. ¡Y no me ha gustado nada!”, le dijo Sara Torres. Lejos de irritarse con esta impertinencia, él entendió que era solo una manera de entablar conversación. Así nació una relación que se extendió durante 35 años hasta que ella murió de un cáncer fulminante. La peor parte. Memorias de amor (Ariel) es el himno de un sobreviviente, la carta de amor sin cursilería de una pluma excelsa, una oda a la desolación, un perfil sobre el motor que desde las sombras del anonimato enciende una lúcida voz del pensamiento, la biografía de una mujer desconocida por la historia, una pancarta contra el escepticismo y las bondades de los fármacos y del psicoanálisis para sobreponerse al dolor. “Con la pérdida de mi amada, perdí también el afán de futuro y sobre todo el regocijo de la vida, pero seguí sintiendo la habitual antipatía por la muerte. Es como cuando padecemos un fuerte catarro nasal que embota nuestro sentido del gusto: seguimos teniendo apetito y nos atrae el aspecto de los platos preferidos, pero al probarlos vemos que han perdido su sabor y así nos aburrimos pronto de comer”, escribe en el libro que demoró en publicar casi cuatro años.

Es domingo por la mañana y la voz de tenor de Fernando Savater inunda el living del hotel donde se encuentra. Es uno de los invitados estrella del Hay Festival Segovia, que se celebra en la ciudad castellana, uno de los oradores más convocantes, que junto con el historiador polaco Adam Michnik indaga sobre las amenazas nacionalistas que azotan Europa.

Durante los meses en los que se extendió el confinamiento por el Covid-19, Savater estuvo recluido en su casa en San Sebastián, donde algunas ventanas miran al mar. El filósofo es autor de Ética para Amador, con el que tantos jóvenes hispanoamericanos han estudiado, y muchos otros ensayos sobre la ética (Invitación a la éticaÉtica de urgenciaÉtica como amor propioÉtica para la empresa, etcétera). Su compromiso político y el amor por su esposa no son esferas divisibles. Era Pelo Cohete quien estimulaba a Savater a escribir sus ideas políticas, a combatir contra el atropello de los violentos, de los nacionalistas, y en particular contra la agrupación terrorista ETA.

Define al populismo como “la democracia de los ignorantes”. ¿Se refiere a los líderes o a los votantes?

Son los ciudadanos. La mayoría de las personas no sabe hacer una operación a corazón abierto y eso no tiene nada de malo. El problema es si tú vas al hospital y tienes que hacerte una operación y te toca una de esas muchas personas que no saben hacerlo. El problema no es el político en sí, que suelen ser demagogos e ignorante, sino el problema está en la gente que lo elige. Hay otras formas de populismo, los que se imponen por la fuerza. Hay dictadores que se imponen por medios populistas, por ejemplo, pero el problema es cuando los ciudadanos eligen al populista.

¿De qué modo se puede educar para no votar al populismo?

Se puede educar ciudadanos con sentido de su libertad y de sus posibilidades, derechos y deberes. Algunos nos hemos pasado 35 años tratando de educar a la gente.

También interviene la ética a la hora de votar. Por ejemplo, ¿voto a un corrupto, a pesar de que lo sea, si me beneficiará con una política?

Sí. Claro. Ahí está la libertad de cada uno y por eso hay que educar sobre la ética.

Hay una figura, la del militante. ¿Es dañino? ¿Atenta contra la libertad en una sociedad?

No, ser militante está bien si hay una buena causa. Me gustan las personas que se comprometen y no las que ven pasar las ideas, como las vacas ven pasar el tren, y no se mueven. Me gusta la gente que viaja en el tren.

Cuando hay una sociedad tan polarizada, ¿qué se puede hacer para proponer el diálogo, para acercar posiciones y que no haya un abismo?

En una democracia, la unanimidad es sospechosa. La polémica no es mala, siempre que esté sometida a las pautas de la democracia, que no tiene que crear la armonía, sino civilizar la desarmonía y las discrepancias. Una cosa es que uno discrepe con el otro y otra que el otro le pegue un tiro. Lo malo también en este caso no es la discrepancia, sino el tiro. La democracias se llaman parlamentarias porque están basadas en la palabra. Dice Montesquieu: “Si uno acerca al oído a un país y no oye nada, puede estar seguro de que es una dictadura. Si uno se acerca y escucha gritos, insultos y polémicas, es una democracia”.

Fernando Savater
Fernando Savater Fuente: EFE – Crédito: Cézaro de Luca

¿De qué modo se puede recomponer un tejido social?

Con educación y libertad, pero lo importante es que entendamos que somos, a pesar de todas nuestras diferencias, seres semejantes. ¿En qué? Somos seres vulnerables, somos frágiles, un mecanismo con grandes posibilidades, pero que se estropea fácilmente. En sociedad nos defendemos mejor, es nuestro mejor instrumento para luchar contra nuestra vulnerabilidad. Somos tan sociales que las enfermedades son sociables, como las epidemias, y por eso hay que separarnos.

Pero también hay muchedumbres, un concepto que usted estudia.

La muchedumbre es cuando cada cual se dedica a sí mismo, cuando se atropella, patea, y también se deja asustar, porque son personas inseguras las que la integran. La solidaridad es lo que convierte a una muchedumbre en una sociedad.

Hay algunos líderes que utilizan las redes sociales para despotricar, para acusar de modo nada diplomático.

Sí, hay algunos muy conocidos…

¿Cómo interpreta esta acción?

Cuando los líderes son malos lo que hay que hacer es cambiarlos. Votar a otros. Y si el líder sigue siendo malo, la culpa es tuya porque no lo has cambiado.

Decía Éric Vuillard en el Hay Festival, parafraseando a Voltaire, que cuando surgen estas expresiones populares, generalmente hay un líder en las sombras con resentimiento y frustración. ¿Está de acuerdo?

Hay momentos donde los movimientos populares expresan un descontento objetivo. La gente se queja porque la economía va mal, la salud va mal, se pisotean derechos colectivos o individuales. No hace falta rascar mucho. Pero a veces se lanza un falso pretexto, que parece vital, pero quiere cambiar la democracia. Así ocurre a menudo en la historia.

Usted ha expresado siempre de modo muy valiente su voz y repudio ante las acciones de ETA.

Ya menos, estoy bastante jubilado.

¿Vio el polémico cartel que anticipaba la serie Patria, basada en la novela homónima de Fernando Aramburu [se equiparaba a un terrorista con una víctima]? ¿Qué sintió?

Un poco de rabia, porque traicionaba la novela. La novela no es eso. Es excelente. Eso fue una operación comercial, probablemente hecha con esta intención de ahora “Aquí todos somos malos para que no sea malo ninguno”. La novela no es así, sino todo lo contrario. Me fastidió. Afortunadamente la serie responde a la novela y no al cartel.

Usted habla y cita a menudo, desde hace décadas, a Celia Amorós. Ella es una referente indiscutida del feminismo. ¿Ha sido atacado por el feminismo?

Celia ha sido compañera mía mucho tiempo. He tenido ataques por todas las razones que puedas imaginar. Di una y seguro he tenido un ataque. Con Celia ambos compartíamos en un momento un gran interés por Sartre. Actualmente no nos vemos, pero siempre le he tenido un gran respeto intelectual y procuro respetar intelectualmente a quienes se expresan intelectualmente. Pero extender ese respeto a esas encuestas que hace el Ministerio de Igualdad, a veces, no puedo.

Hablaba de los sartreanos, y pienso en Mario Vargas Llosa, que también lo fue en un momento. Junto a él ha adherido al manifiesto de un grupo de intelectuales de Estados Unidos, publicado en la revista Harper’s, donde condena la intolerancia de algunas esferas, así como también la hoy denominada “política de la cancelación”. ¿Alguna vez la ha practicado?

Personalmente, sí. Lo que no me gusta, lo cancelo, pero no por eso voy a tirar la estatua. Tengo en el mundo muchas personas canceladas, pero es a nivel personal. En fin, es inevitable. Tener cierta capacidad de eliminar cosas que uno no quiere es un poco limpiar el desván de la cabeza.

Me gusta esa metáfora, sobre el “desván de la cabeza”. La memoria es limitada.

Es que tienes que vaciar a veces tu cabeza para que tenga sentido todo lo demás.

¿A qué autores no quiere sacar nunca del desván?

Ídolos literarios, Borges o Samuel Beckett. Luego, como soy muy aficionado a las carreras de caballos, soy muy burrero, Jorge Valdivieso. Y algunos ídolos cinematográficos.

¿Quiénes son sus héroes del cine?

Charles Laughton, John Wayne, Gene Kelly.

En 2012, en la televisión argentina, tuvo un programa que vinculaba la literatura y lo urbano [Las ciudades y los escritores, por TN]. En la actualidad estamos en un escenario donde la autoficción, o la ficción del yo, ocupa un papel relevante. ¿Qué dice este fenómeno, no tanto en términos literarios, sino del contexto en el que estamos?

Ahora hay mucha más gente que escribe que gente que lee. Lo difícil es encontrar lectores. Aunque siempre ha sido así, no es algo exclusivo del presente. Los buenos lectores son más preciosos que los escritores. A mí me gustan mucho estos libros, la literatura del yo. Según qué “yo”, claro.

La peor parte, su último libro, está dedicado a su mujer. Allí escribe que usted muchas veces escribía para que ella lo quisiera más.

Sí, me suelen preguntar qué es el amor. Y pienso que es dejar de vivir para algo y vivir para alguien. Hacía las cosas que sé hacer, que no son muchas, no pensando que me iban dar el Nobel, sino que ella me iba a sonreír. Con eso me bastaba. Las cosas que vienen del amor no tienen precio, mientras que todo lo demás está en venta.

Entonces, ¿qué es el amor?

Es un giro que da tu vida. Tu vida funciona en un cauce de rutina, de imitación, y el amor hace que veas al mundo con otros colores, para bien y para mal. El amor te da una intensidad nueva en el mundo, y por otra parte te deja un poco inerme ante muchas cosas, sobre todo ante el miedo de perder al amado. De perder al objeto de amor, porque si se muere la persona que amas, el amor sigue.

¿El amor platónico realmente existe?

No, no. Esa es una tontería que se inventaron los provenzales. Es como la gente que ahora dice que está en contra del amor romántico. ¡Pero si es que no hay más que amor romántico!

Se habla de las relaciones y del amor tóxico…

No. Hay gente a la que todo se le vuelve tóxico porque no ha nacido para vivir, sino solamente para padecer. Entonces la literatura, el amor, la religión, la política, se les vuelven tóxicos.

¿Cuál es su opinión sobre el concepto de las relaciones líquidas y el amor líquido [una tesis que propone el sociólogo Zygmunt Bauman]? ¿Piensa que realmente existe algo así?

A mí eso del amor líquido… No hay que hacer caso. Son cosas que nos inventamos los profesores.

¿Teme a la muerte?

Creo que mucho no estoy pensando en ella. Spinoza en su Ética dice:. “El hombre libre nada piensa menos que en su muerte y todas sus reflexiones son sobre la vida”. He procurado aplicar esa norma. La muerte propia no me preocupa, la de los demás sí. Para mí la muerte siempre ha sido eso que les pasa a los demás. Aquello que dice la tumba de Marcel Duchamp, en Ruan: “Por otra parte, son siempre otros los que mueren”.

¿Qué podemos sacar como positivo de este momento tan complejo en lo social y en lo personal, marcado por la pandemia?

De todos los males puede sacarse algo provechoso. Tenemos libros que se nos olvida leer, tenemos tiempo para hacerlo, y para ver películas y series. Y también está la conversación, porque a veces vivimos con personas a las que apenas saludamos. No hay que perder tiempo lamentándose sobre aquello que no podemos hacer. También debemos desarrollar una virtud que hemos perdido: la gratitud.

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Fotografía: Diario de la Cultura.

Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/fernando-savater-el-problema-no-es-el-politico-demagogo-o-ignorante-sino-la-gente-que-lo-elige/

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Chile y La Esperanza Renovada

Por: Cristóbal León Campos

La voluntad del pueblo chileno se ha expresado en las calles cubiertas de dignidad y conciencia arrebatando a la historia su lugar usurado, el voto por una nueva Constitución es apenas el inicio de un camino largo que corona y significa en cierta forma el fin de otro oscuro sendero atravesado, Chile ha dado el gran paso para finalizar con los resabios legales de la dictadura de Augusto Pinochet sustentados en la vigente Constitución de 1980, y que sin importar cuantas reformas haya tenido, sigue representando a la estructura económica-social del capitalismo neoliberal. La demostración del poder popular que hemos presenciado con la Rebelión de Octubre iniciada en 2019 es en realidad continuación de la resistencia a la opresión cuyo saldo registra miles de vidas arrancadas por la represión, la pobreza y la desaparición forzada, el voto emitido significa cuestiones profundas que no se resumen con simplicidad pero que explican el anhelo y la esperanza renovada de una mejor sociedad.

Un fragmento del último discurso de Salvador Allende a su pueblo resume con poética revelación lo acontecido: “mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Las alamedas se abrieron y dieron paso a las nuevas generaciones de la primera línea, vanguardia en las horas calcinantes del reclamo popular, acompañadas por la voz de Allende que retumba en el sentir proletario-popular y en la celebración de millones de chilenos, latinoamericanos y pobladores del mundo que hoy desde nuestros humildes rincones nos emocionamos y congratulamos por tan grande demostración de razón y humanidad.

El gran paso comienza a consumarse sin importar la obstinada vocación de Sebastián Piñera por perpetuar la opresión, la represión que su gobierno ha ejercido sirve al final para refrendar la necesidad de un nuevo orden con una lógica diametralmente opuesta a la que el imperialismo y la oligarquía-burguesía quieren sostener, la ruptura propiciada por una nueva Constitución será la alameda por donde pase el pacto de vocación social. El pueblo chileno ha sorteado todo tipo de adversidad y tendrá que seguir asiéndolo pues este es apenas el paso del reinicio, pero tal y como tantas veces cantó Víctor Jara, hoy reproducido en las protestas de su pueblo; “No me asusta la amenaza/patrones de la miseria/la estrella de la esperanza/continuará siendo nuestra”.

El fin de los resabios de la dictadura es un tránsito complejo que el pueblo chileno deberá asumir para constituir una verdadera Asamblea Constituyente, y para ello, requiere garantizar que sea justamente la representación proletaria-popular los sujetos primordiales en la toma de las decisiones y la guía hacia el definitivo adiós a la dictadura, sus leyes y su sistema económico-social. Nuevamente el socialismo se advierte como el camino de esperanza para andar en la búsqueda de concretar un Chile mejor. El reto sigue siendo grande, hacer del triunfo por la constituyente una realidad necesita no suspender las movilizaciones y sí incrementar la batalla de ideas, la voz de los pueblos latinoamericanos y del mundo acompaña y aprende de la fuerza proletaria-popular chilena que hoy tiene mucho para celebrar, pues como Pablo Neruda dijera en su Canto general: “Está mi corazón en esta lucha/Mi pueblo vencerá/Todos los pueblos vencerán[…]Aquí está mi ternura para entonces/La conocéis, no tengo otra bandera”.

¡Viva el pueblo chileno!

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