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Limpieza étnica en las bibliotecas de Ucrania

La magnitud del bibliocidio es tal que luego de expurgar los cien millones de ejemplares de todo lo que esté escrito en ruso, el contenido de las bibliotecas quedará reducido a la mitad.

«¿Ser ruso es un problema? ¿Incluso siendo un ruso muerto? Lo que está pasando en Ucrania es horrible, y tengo ganas de llorar solo de pensarlo. Pero estas cosas aquí son ridículas»

-Paolo Nori, traductor italiano.

La limpieza étnica es una característica del fascismo y todas sus variantes de extrema derecha a nivel planetario. Se basa en el supuesto de que hay culturas superiores e inferiores y estas últimas deben desaparecer de la faz de la tierra, para que no quede ni una huella de su presencia histórica. Contra las culturas proclamadas como inferiores se utilizan todos los mecanismos de destrucción física y simbólica, como herencia duradera de la expansión de Europa por los cinco continentes.

El ejemplo más terrible de limpieza étnica fue adelantado por el nazismo en Alemania primero y luego en todos los territorios que conquistó durante la Segunda Guerra Mundial, entre ellos los de los pueblos eslavos, empezando por los ubicados en la entonces Unión Soviética. Y la limpieza étnica incluyó a los judíos, pero no solo a ellos como se ha establecido como verdad oficial por el estado sionista de Israel y los creadores de la industria del holocausto (el lobby judío en los Estados Unidos), sino a todos los pueblos que el nacionalsocialismo alemán consideró como inferiores, en los que cabe mencionar al pueblo rom (los gitanos).

Después de la experiencia nazi se pensó en forma optimista que la limpieza étnica era cosa del pasado y nunca más se volvería a presentar como política de Estado. Fuera de Europa siempre se siguió llevando a cabo en diversos lugares del mundo, y en buena medida con el apoyo de Europa y los Estados Unidos, en los cuales fueron sistemáticamente eliminados diversos grupos étnicos ‒así ha acontecido en América Latina con comunidades indígenas, en Brasil, Colombia, Ecuador…‒ o ha habido intentos fallidos de exterminar a grupos humanos y de expulsarlos de sus territorios ancestrales, como acontece con los palestinos en Israel o los kurdos en Turquía.

Pese al regreso de la limpieza étnica en Europa a finales de la década de 1980 y comienzos de la de 1990, concretamente en los Balcanes, se insinuó en forma falsa que esa situación había sido superada con los bombardeos de la OTAN y la injerencia de la Unión Europea, El Vaticano y Estados Unidos que llevó a fomentar la creación de estados étnicamente puros (como resultó siendo el caso de los nuevos países reconocidos después de 1991, entre ellos esa entidad fantasma que se llama Kosovo). De esta forma, los europeos creían que la limpieza étnica ya no formaba parte de su mentalidad colonialista e imperialista y ahora se habían civilizado plenamente, cuando lo que hicieron fue legitimar una nueva limpieza étnica, consentida por ellos, como la de los criminales que gobiernan a Kosovo que trafican con órganos humanos de sus enemigos étnicos.

Ahora, cuando la guerra está de regreso a Europa, vuelve a reivindicarse abiertamente la limpieza étnica de los rusos, como lo han hecho los europeos desde hace varios siglos y como lo intentó concretar en la práctica el nazismo. Esa limpieza étnica imperante hoy en Europa se manifiesta como rusofobia y adopta los mecanismos criminales que se exhiben con impunidad desde Ucrania, por parte de las clases dominantes de ese país y reproducida por partes significativas de su población, y emuladas por gran parte de los europeos. No extraña que desde la televisión ucraniana locutores, médicos y científicos exaltan la doctrina de la solución final nazi para aplicarla a los rusos y llamen a matar a los niños rusos y castrar a los soldados de Rusia porque son “cucarachas y no humanos” y de cancelar todo lo que tenga que ver con la cultura rusa sin importar su trascendencia para la humanidad.

Pero lo que está sucediendo en Ucrania, con la complacencia de Europa, en cuanto a la reivindicación de la limpieza étnica ‒algo que, además, se viene llevando a la práctica desde el 2014 en los territorios de población rusa de Ucrania‒ no se limita a exaltar los procedimientos tradicionales de esa “purificación étnica”, tales como el llamado abierto a matar rusos por el hecho de serlo, prohibir el idioma ruso, destruir las estatuas de la Segunda Guerra Mundial que recuerdan la lucha contra el nazismo y el sacrificio de millones de rusos, prohibir la lectura de autores clásicos de la literatura universal como Fedor Dostoievski, Alexander Pushkin y de grandes compositores de música clásica como Chaikovski, prohibir bailes tradicionales rusos como la balalaika, denigrar de las comidas rusas y obligar a que ya no se escriba en los menús que ofrecen los restaurantes “Ensalada Rusa o Tártara”, sino que se le cambie el nombre por el de “Ensaladilla Kiev”, que al cuadro del pintor francés Edgar Degas (muerto en 1917) le cambien el título de “Bailarinas rusas” por el políticamente correcto de “Bailarinas ucranianas” y mil ridiculeces por el estilo, que sonrojarían de vergüenza a los grandes pensadores y humanistas de todos los tiempos que han nacido en Europa.

Junto con todo ello, ahora en Ucrania se ha inventado una nueva forma de limpieza étnica, hasta donde sepamos sin antecedentes históricos en ningún lugar del mundo. Es una limpieza étnica de tipo bibliográfico, un bibliocidio con nuevos ingredientes. Veamos en qué consiste. Lo anunció sin eufemismos la directora del Instituto Ucraniano del Libro Aleksandra Koval quien, siguiendo las instrucciones de Ministerio de Cultura ha dado la orden de limpiar las bibliotecas de su país de todos los libros rusos que allí se encuentren. La cifra es asombrosa: se ordenó sustraer de esas bibliotecas cien millones de libros (en números, para que no quepa duda, 100.000.000) y luego destruirlos. Esta burócrata-censora, que tiene más que ver con la muerte que con los libros, ha dicho que se trata de limpiar las bibliotecas de Ucrania, porque no se puede aceptar la “propaganda rusa”, por lo cual en su pobreza mental entiende todo lo que esté escrito en ruso y eso se hace porque según su concepción bélica los libros son “un arma tanto para atacar como defender”. (La entrevista con Oleksandra Koval puede leerse en https://bit.ly/3LEnx4r).

Esta burócrata, que parece que en su vida jamás ha leído un libro, sostuvo que se trata de eliminar antes de que termine este año la literatura de propaganda, con contenido antiucraniano, que comprende todos los libros editados en rusia y escritos en rusia, incluyendo a los clásicos de la literatura universal de todos los tiempos, porque son “ideológicamente dañinos”. Nada se salva de la limpieza bibliográfica ya que en ella se incluyen los libros infantiles, novelas, cuentos y obras policiales. La limpieza bibliográfica no tiene límites cronológicos y se incluyen los libros rusos y soviéticos producidos en cualquier momento, antes y después de 1991 cuando desapareció la Unión Soviética.

En cuanto al argumento de erradicar los clásicos de la literatura rusa vale citar su “sofisticada argumentación”, porque la misma habla por sí sola de la limpieza étnica de índole bibliográfica que está en marcha. Comienza señalando que esos clásicos hacen mucho daño porque los primeros que los leen son los niños y resulta nefasto decirle que un escritor ruso, digamos alguien como Alexander Pushkin, es un autor universal:

“¿Por qué el clásico es tan inquietante? Todos leímos estos libros, en mis años escolares había un sólido clásico ruso, que se consideraba el pináculo de la escritura mundial. Debido al hecho de que conocíamos a los clásicos del mundo de manera bastante mediocre, muchos se quedaron con la convicción de que esta es realmente la literatura sin la cual es imposible desarrollar inteligencia y sensaciones estéticas, ser una persona educada. De hecho, este no es el caso. Por ejemplo, para estudiar literatura extranjera, y el ruso es solo eso, necesitas un cierto equilibrio. Ahora ya estamos convencidos de que tanto la literatura británica, francesa y alemana, la literatura estadounidense y los pueblos orientales han dado al mundo muchas más obras maestras que la literatura rusa”.

Sí, pero que todo el mundo haya dado obras maestras, como las generadas acá desde Nuestra América, no da derecho a desautorizar la de otras latitudes (Rusia en este caso), así se esté en guerra en este momento con ese país. Eliminemos entonces a los literatos rusos, que han dejado de ser clásicos, porque Rusia está en guerra con Estados Unidos y la OTAN en territorio de Ucrania. Tamaña tontería no solo refleja una redomada ignorancia, sino que es un crimen cultural, con consecuencias funestas para el futuro de Ucrania, un país que luego de que termine la guerra deberá pensar sobre su identidad y ella, gústeles o no, está ligada históricamente a Rusia. Que eso lo asuman críticamente es una cosa, pero que pretendan negarlo y hacerlo desaparecer no solo de la historia sino de la vida cotidiana es una estupidez criminal.

Más adelante, la burócrata del Instituto del Libro de Ucrania dice una sarta de tonterías que vale citar con detalle:

“En cuanto a tan queridos por nuestros bibliotecarios y algunos lectores Pushkin y Dostoievski, hay que decir que fueron estos dos autores quienes sentaron las bases del «mundo ruso» y el mesianismo. Desde la infancia, llena de estas narrativas, la gente cree que la misión del pueblo ruso no es involucrarse en sus vidas y en su país, sino «salvar» el mundo en contra de su voluntad. En realidad, es una literatura muy dañina, realmente puede influir en los puntos de vista de las personas. Por lo tanto, mi opinión personal es que estos libros también deberían eliminarse de las bibliotecas públicas y escolares. Probablemente deberían permanecer en las bibliotecas universitarias y científicas para estudiar las raíces del mal y el totalitarismo por expertos. Creo que se escribirán muchas reflexiones científicas e investigaciones sobre cómo los clásicos rusos influyeron en la mentalidad de los rusos”

De tal manera, que una burócrata de poca monta que se encuentra al frente del Instituto Ucraniano del libro viene a descubrir que los clásicos rusos son perversos, a diferencia de los alemanes, estadounidenses o de otras latitudes, y lo son solamente por su origen nacional, y en ellos están las “raíces del mal y del totalitarismo” y por eso debe prohibirse a los habitantes de Ucrania que los lean, sin importar que gran parte de los ucranianos hablen el ruso e incluso que para una porción importante de su población esta sea la lengua cotidiana y no sepan una palabra de ucraniano.

Con esta lógica tan xenófoba y chovinista en ningún lugar del mundo se deberían leer libros de autores “extranjeros”, porque en algún momento han tenido una guerra o han sufrido una agresión por parte de otros países o potencias imperialistas. Con esa lógica de pureza étnica en Argentina se debieron prohibir los libros ingleses (Shakespeare entre ellos) y expurgarlos de sus bibliotecas tras la guerra de las Malvinas de hace 40 años; en Cuba extraer de sus bibliotecas los libros de autores de la talla de Ernest Hemingway, o William Faulkner o John Steinbeck por el bloqueo y las agresiones que soporta desde hace 60 años por parte de los Estados Unidos; de África erradicar la literatura clásica escrita en francés, inglés, portugués, italiano, castellano, alemán… porque esos son las lenguas originales de las potencias colonialistas e imperialistas; en Ecuador de deberían retirar los libros de autores colombianos (como el que escribe estas líneas) tras el brutal ataque a Sucumbíos por el gobierno criminal de los uribeños el primero de marzo de 2008, y así ad nauseam.

La limpieza étnica cultural que se adelanta en Ucrania no tiene que ver con la guerra que se lleva a cabo en estos momentos con Rusia, sino con un proyecto de negar sus propias raíces, que tienen que ver directamente con la historia del pueblo ruso y su vasta cultura, en el mundo de las artes, las letras, el teatro, la poesía, la novela, el ensayo, el pensamiento político (entre el que se cuenta a Lenin, Trotsky, Bakunin, Kropotkin, Herzen, Chernishevski y un largo etcétera.)

Para darse cuenta de lo que está en juego con este nuevo tipo de limpieza étnica de índole bibliográfica esta censora agrega que fue un gran problema recibir obsequios de libros de Rusia sin examinar previamente su contenido, hasta el punto de que “los bibliotecarios estaban contentos con los nuevos libros, pero nadie pensó en su contenido”.

Sobre la literatura científica, la funcionaria apuntó que no es un tema simple, por lo que “se discutirá en mesas redondas de expertos. Si hay literatura puramente médica sin matices ideológicos, entonces no veo ninguna razón para eliminarla en primer lugar hasta que los autores ucranios o extranjeros creen algún tipo de remplazo”. Se evidencia que, como siempre, el problema es de ideología, la de los otros, los enemigos, porque la censora no tendría ideología, estaría por encima del bien europeo y del mal ruso.

La magnitud del bibliocidio es tal que luego de expurgar los cien millones de ejemplares de todo lo que esté escrito en ruso, el contenido de las bibliotecas quedará reducido a la mitad. Es decir, se liquidarán de un tajo el cincuenta por ciento del contenido de las bibliotecas. Y esos cien millones de libros han sido declarados por el Ministerio de Cultura de Ucrania como papel de desecho, lo cual da paso al bibliocausto, a la destrucción pura y simple de libros.

Los burócratas del libro de Ucrania pretenden que la cancelación de las letras de Rusia sea mundial y se vanaglorian de que el boicot a los libros de aquel país en ferias internacionales se debe a su influencia. Pero piden más: que en el resto de Europa se apliquen sus medidas de limpieza étnica bibliográfica y desaparezcan de las bibliotecas (porque ya han desaparecido de las librerías) los escritos de seguidores incondicionales de Vladimir Putin que respondan a los nombres de León Tolstoi, Antón Chejov, Leonid Andreiev, Máximo Gorki…

La burócrata del libro agrega que, aunque por desgracia no puede incidir en ello como si lo hace en Ucrania, afirma que existe “un público que puede ponerse en contacto con todas las bibliotecas locales y exigir que se retiren ciertos libros. Desafortunadamente, es muy difícil para nosotros desde aquí, desde Ucrania, averiguar qué libros rusos hay en cada biblioteca de alguna pequeña ciudad europea”. Por ello, pide a los migrantes ucranianos que donde se encuentren se vuelvan censores e inquisidores de los libros rusos para que estos desaparezcan de las bibliotecas y librerías de las ciudades europeas, porque “en cuanto a las bibliotecas extranjeras, creo que solo la persistencia de la diáspora ucraniana y nuestros movimientos sociales puede llevar al hecho de que habrá menos libros rusos allí, y más ucranianos”.

El precepto central de la caza de libros es que tengan un contenido antiucranio, algo tan vaporoso en lo que cabe todo, comenzando por el idioma ruso en que estén escritos los libros y luego de los autores, incluyendo a los nacidos en Ucrania que se atrevan a criticar a los nazis de su país y planteen la búsqueda de la paz, un acuerdo con Rusia y que su país no se convierta en una base terrestre de la OTAN.

Los lectores de esta nota podrán pensar que no hay nada de nuevo en este bibliocidio, si recordamos los momentos trágicos de destrucción de libros, entre ellos los de la Alemania Nazi, o de la última dictadura argentina o el arrasamiento de las bibliotecas de Irak y el saqueo de sus recursos bibliográficos que eran patrimonio cultural de la humanidad tras la invasión de los Estados Unidos en 2003, o la destrucción de escuelas y bibliotecas palestinas por las fuerzas genocidas del estado sionista de Israel. Pero, que yo sepa, en ninguno de esos casos, aunque se haya llegado al bibliocausto ‒quema de libros‒ se practicó la política sistemática y planificada de expurgar en cada biblioteca hasta el último rincón para eliminar todos los libros que se consideraban perniciosos, perjudiciales y enemigos de un determinado proyecto nacional. Eso es lo que se está haciendo en Ucrania de manera generalizada e impune y con el apoyo de ese círculo de delincuentes que se llaman a sí mismos Comunidad Internacional y Unión Europea.

Que se esté presentando una guerra entre Rusia y Ucrania en lugar de llevar al paroxismo del odio nacional y de la xenofobia, debería conducir a reflexionar sobre la importancia de la cultura, y en especial para el caso que tratamos, de los libros. Porque si algo contribuye a fomentar aún más el odio es la ignorancia, la destrucción de libros y el ocultarles a los habitantes de un país, en este caso de Ucrania, las múltiples influencias culturales que han tenido a lo largo de la historia y la manera como las nuevas generaciones deberían repensar su propia identidad, sin despreciar ni ignorar a una cultura, en especial a la extraordinaria cultura rusa, que es algo completamente distinto a un régimen político en particular.

En estas condiciones ahora tendremos que la riqueza bibliográfica de las escuelas y bibliotecas de Ucrania será cosa del pasado al fomentar el plan que propone la burócrata mencionada en estas páginas que consiste en que “la restauración de Ucrania incluirá tanto la reforma del sistema de bibliotecas como la cuestión de llenar los fondos de la biblioteca después de la incautación de literatura rusa”. Este es un paso seguro hacia la ignorancia, el odio, la sed de venganza que llenara a Ucrania y a Europa de batallones de nazis, para los cuales su máxima es la de “muera la inteligencia”. Y esta acción de perseguir libros adquiere un sentido especial, extra si se quiere, si tenemos en cuenta que vivimos en un mundo donde cada vez se lee menos por la dictadura digital y en tal sentido casi que cualquier libro en la actualidad (con independencia de su contenido) debe considerarse como un artefacto inofensivo para un público amplio, en la medida en que el círculo de lectores cada vez es más reducido. En esas condiciones, si que se nota a las claras el verdadero sentido de limpiar las bibliotecas de Ucrania de literatura rusa: es un proyecto de limpieza étnica y de cancelación absoluta de una cultura multiforme y compleja.

Así, vamos a ver que en las bibliotecas de Ucrania van a desaparecer autores tan perversos y malévolos como Tolstoi, Dostoievski, Pushkin… y en su lugar los estantes se van a llenar de libros no ideológicos, clásicos de la estupidez universal como los que regala Estados Unidos, entre los que se incluyen el Ratón Mickey, Superman, Batman y revistas tan serías como Reader’s Digest y toda la basura anticomunista que se publica en las usinas universitarias y en los laboratorios del pensamiento reaccionario de los Estados Unidos.

Y en el caso de las letras y las artes, veremos como los artistas ucranianos pueden hacer abstracción del teatro de Chejov, de las novelas de Pushkin, de las reflexiones de León Tolstoi, de la crítica literaria de Vladimir Propp o del análisis textual de Mijaíl Bajtín. Una de las ilusiones más terribles es suponer que puede prescindir de esos autores, sin perder una parte de su propia humanidad, todo a nombre de la limpieza étnica de índole bibliográfica que está en marcha en Ucrania.

Paradójicamente, y eso no lo prevén los censores, la literatura rusa adquiere nuevo sentido e importancia al ser prohibida, ya que llevará en el futuro a muchos ucranianos a preguntarse por las razones que conducen a la prohibición y esa literatura seguirá siendo leída en forma clandestina en la “democrática” Ucrania. Sencillamente, una cultura no puede matarse a punta de censura y prohibiciones, por mucho que intenten justificarse a nombre de una absurda rusofobia y de la limpieza étnica de la cultura rusa que se adelanta en Ucrania y que cuenta con el respaldo de la “grande y civilizada Europa”, con sus nuevos tribunales de inquisición y de persecución de autores y libros. Esta medida tiene, además, un tono sombrío de otros tiempos en una época en que la comunidad de lectores de libros se ha reducido drásticamente y en la que predomina la seudo lectora digital, que no es lectura en sentido estricto tal y como lo han demostrado los psicólogos cognitivos. De tal manera, que en Ucrania se pretende eliminar a los pocos lectores de libros que puedan existir para que sus mentes queden en manos de la escuela nazista del Batallón Azov y compañía.

Fuente: https://rebelion.org/limpieza-etnica-en-las-bibliotecas-de-ucrania/

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El Juez Gálvez y su cita con la Historia

Por: Carolina Vásquez Araya

Un juez guatemalteco cuyo compromiso con la justicia reta a las mafias.

La captura del Estado del Guatemala, perpetrado por las mafias en el poder, es total y pública. Los tres poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- ya han sido invadidos por quienes pretenden transformar una débil democracia en una dictadura, pero no con el propósito de gobernar, sino con la perversa intención de destruir por completo su institucionalidad en pleno. Para ello, cuenta con un sicariato organizado desde oscuras huestes militares y empresariales, cuyo empeño consiste en revivir los violentos tiempos que llevaron a ese país al conflicto armado interno que duró más de 36 años.

Las amenazas contra quienes todavía intentan detener esa debacle, cruzan todos los espacios públicos con un absoluto descaro; y los atentados contra la vida de operadores de justicia, periodistas, activistas sociales y organizaciones civiles son parte de un nuevo orden de cosas. Como consecuencia inmediata está el exilio de muchos de ellos, obligados a abandonar su hogar y su país para salvar su vida.

En medio del caos, el honorable juez Miguel Ángel Gálvez se ha transformado en uno de los últimos bastiones del estado de Derecho en Guatemala. Armado con su sólido conocimiento de las leyes, una rectitud a toda prueba y un profundo compromiso con la justicia, enfrenta algunos de los procesos de mayor impacto de los últimos años. Entre ellos, los dolorosos casos de las mujeres indígenas violadas en Sepur Zarco y del Diario Militar -el archivo de la muerte con las fichas de miles de detenidos, desaparecidos y asesinados entre 1983 y 1985- los cuales involucran a ex miembros del Ejército y constituyen estremecedoras evidencias de los horrendos crímenes cometidos por el Estado con la complicidad de la cúpula empresarial, ante el silencio de la comunidad internacional.

El hecho de ligar a proceso a un grupo importante de ex militares de alta graduación representa un acto de valentía extrema en un país invadido por las mafias en todas sus instancias, pero especialmente en aquellas como el Ministerio Público y las Cortes de justicia, desde donde se apaña la corrupción y la impunidad. Esto ha significado la condena a muerte -hecha pública por uno de los allegados al poder- para un juez íntegro como Miguel Ángel Gálvez, así como significó el exilio de operadores de justicia cuyo impecable desempeño puso en evidencia a las redes de corrupción que socavan al estado de Derecho.

La pérdida de las bases institucionales no ha sido totalmente evaluada por la ciudadanía. Si los sectores de mayor poder y los estratos urbanos de clase media creen que con la impunidad y la vía libre para perpetrar toda clase de actos de corrupción el país puede sobrevivir, están equivocados. Las últimas dos administraciones rompieron récord y acabaron con cualquier posibilidad de retorno de la democracia.

Lo que ahora corresponde es una rotunda reacción ciudadana ante semejante pérdida. Acompañar al honorable juez Miguel Ángel Gálvez es un deber ciudadano. Este Quijote de la justicia ha tenido más de una cita con la Historia durante el desempeño de su difícil labor como jurista, dejando la marca indeleble de la honorabilidad, la ética y el amor por el país. Para Guatemala, la posibilidad de su exilio sería como cerrar el último capítulo, declarar oficialmente la muerte del Estado y entregar así todo el mando a sus peores enemigos.

El honor reside en el compromiso, la ética y la convicción de hacer lo correcto.

Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com

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Libro(PDF): Experiencias participativas en el sur global ¿otras democracias posibles?

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

En este libro se estudian, analizan y comparan algunos mecanismos de participación implementados recientemente en diferentes partes del mundo: Uruguay, Argentina, México, España e India. El tema de fondo es la democratización en la toma de decisiones políticas y en concreto, cómo la participación ciudadana contribuye a estos procesos de democratización. Para ello, el trabajo se centra en formas de participación -tanto institucionalizadas como no institucionalizadas- desarrolladas a través de experiencias participativas que, en unos casos son promovidas por el Estado y en otros, impulsadas desde la ciudadanía pero que implican, en mayor o menor medida, un cierto grado de colaboración con agentes gubernamentales

Autoras(es): Mariano Suárez. Gisela Signorelli. Juan Mérida. Leonel Del Prado. [Coordinadores]

Tomás R. Villasante. Rosa Pinto Berbel. Rosa Ynés Alacio. Ángeles Espadas. Vicente Manuel Zapata Hernández. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. Universidad Nacional de Rosario.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: ISBN 978-987-813-188-7

Idioma: Español

Descarga: Experiencias participativas en el sur global ¿otras democracias posibles?

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2485&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1625

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La mujer marcada

Por Carolina Vásquez Araya

La intolerancia religiosa impuesta a las mayorías asemeja otra forma de fascismo.

La condena a 30 años de prisión contra una mujer salvadoreña por un aborto involuntario, revela de modo explícito el profundo desprecio de un Estado -bajo régimen dictatorial- por los derechos de una parte mayoritaria de su población. El solo hecho de marcar una administración con el sello del autoritarismo extremo, persiguiendo a los jóvenes y castigando a las mujeres, constituye una peligrosa señal para otras naciones latinoamericanas que siguen esa tendencia.

En nuestro continente, el tema del aborto ha ido imponiéndose en las agendas como un modo de rescatar los derechos de las mujeres, tradicionalmente sometidos a la imposición machista e intolerante de las instituciones eclesiásticas y legislativas. Pero, sobre todo, como un intento de colocar el tema en la agenda de salud pública que le corresponde, en países en donde supuestamente existe separación entre iglesia y Estado. Sin embargo, el poder inquisitorial de estos sectores ha permeado en otras instancias y va dejando su huella en un debate ciego, según el cual ninguna mujer es dueña de su vida ni de su cuerpo.

Ya lo afirmó hace tiempo el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, quien aseveró en un documento oficial que: “Es una aberración y una ignorancia culpable, afirmar que la mujer es dueña de su cuerpo y que se puede deshacer del feto que lleva en su seno. Este no es responsable de los deslices de la madre”. Con ello, el obispo Arizmendi automáticamente asume varios conceptos, dándoles el carácter de válidos e irrebatibles.  El primero, es que la mujer no es dueña de su cuerpo. De ese modo, el religioso legitima toda política de sometimiento de la mujer como sujeto de la sociedad a un papel subordinado, negándole por principio su derecho al libre albedrío y al goce de todos los derechos inherentes al ser humano sin distinción de sexo, raza ni condición social. Y luego, que el embarazo es producto de un “desliz».

El debate sobre la despenalización del aborto, por tanto, polariza a las sociedades por el poder emanado de los púlpitos, estableciendo un vínculo estrecho entre las doctrinas religiosas y las leyes que rigen a las sociedades desde sus textos constitucionales. De este modo, se pretende establecer de manera tajante la condición subordinada de la mujer como ente reproductor, sin mayores derechos sobre su propia existencia como ser humano.

La separación entre Iglesia y Estado es una condición fundamental en la democracia.

Uno de los pretextos para condenar el aborto es calificarlo como una “solución fácil”, para eliminar los resultados de una vida de excesos, o como un método de control de la natalidad, pasando un conveniente borrador por las escandalosas cifras de pedofilia, violaciones sexuales de niñas, adolescentes y mujeres, víctimas de trata y de otras formas de violencia. Tampoco parece tener un espacio, en las reflexiones de los sectores más conservadores, la escandalosa cifra de abortos inseguros en Latinoamérica, que según la OMS alcanzan a 3 millones 700 mil cada año.

La negación del derecho de la mujer sobre su cuerpo es un tema antiguo y de enorme impacto social. Unos de sus más reveladores capítulos fueron los ensayos sobre reproducción obligatoria con el propósito de “perfeccionar” la raza, perpetrados contra víctimas inocentes durante el régimen nazi en Alemania. Pero no son los únicos. La postura radical y absoluta contra la práctica del aborto -sin distinción de causales- en algunos de nuestros Estados, no se aleja mucho de esa imposición, también ella dictada bajo el amparo de la ley.

Blog de la autora: www.carolinavasquezaraya.com

@carvasar

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Entrevista a Enrique Díez: “Para educar en la democracia, tenemos que educar en el antifascismo”

Por: Pablo Gutiérrez de Álamo
  • Enrique Díez reivindica el uso de la palabra antifascista y antifascismo como elemento de prestigio social cuando en media Europa lo es desde el final de la II Guerra Mundial. De ahí el título de su último libro, Pedagogía antifascista (Octaedro 2022). 200 páginas de análisis del complejo entramado que utiliza la extrema derecha, el neofascismo, para construir un relato en contra de los derechos humanos y de cómo, con algunas herramientas, podemos combatirlo desde las aulas.

Enrique Díez es muchísimas cosas. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León, miembro del colectivo Uni-Digna, ha sido responsable de educación en Izquierda Unida, participa y ha participado en todo tipo de movimientos sociales, desde feminismos hasta de memoria histórica democrática.

Acaba de publicar un libro, Pedagogía antifasciata (Octaedro 2022) en el que hace un repaso de las palancas que el neofascismo utiliza desde hace tiempo para meter la cabeza en la educación para, acto seguido, hacer un repaso de las palancas que las y los demócratas tienen en sus manos para luchar contra ese neofascismo desde los centros educativos.

Es un momento muy acertado para la publicación del libro. No sé si lo teníais en el radar, pero la coincidencia con el acuerdo de gobierno en Castilla y León y la entrada de la extrema derecha en un gobierno…

Realmente esperábamos que no sucediera, pero lo teníamos previsto de alguna forma. Es el primer gobierno de ultraderecha en la región más extensa de Europa y parece un hecho significativo como para publicar, y más porque en educación nos tenemos que involucrar en el combate del fascismo. No podemos quedar al margen pensando que es una cuestión solo política, o social. Tiene que ser también desde la educación.

A esto, precisamente es a lo que dedicas la segunda mitad del libro. En la primera haces un análisis de cómo entra el neofascismo en la educación y la segunda la dedicas a hablar de qué hacer frente a esto.

Sí, justamente. La primera es el análisis de cómo se está organizando el neofascismo, más vinculado al neoliberalismo. Se introduce en el relato, en la batalla ideológica que desarrollan de forma intensa. Y uno de los espacios centrales es el educativo.

En la segunda parte recojo herramientas y estrategias que podemos utilizar en la escuela para combatir el neofascismo. Lo que hago, en el fondo o es lo que me parece, es caminar a hombros de gigantes, como decía Newton, es decir, recojo lo que han hecho mucha gente de las comunidades educativas, parte del profesorado, MRP, Mareas Verdes… que se asientan en lo que considero que son las auténticas revoluciones en educación y no estos modelos de venta de la innovación que se hacen ahora, tipo marketing, sino algo asentado en grandes pedagogos y pedagogas. Gracias a ellos podemos pensar en otro modelo más allá del que se está implantando de neofascismo, y plantear alternativas realizadas desde una línea de educación crítica desde siempre.

¿Qué es lo que no hemos hecho en España en los últimos 40 o 45 años para evitar este auge del neofascismo?

En educación lo que hemos hecho ha sido banalizar el fascismo, por una parte, pero sobre todo, hemos invisibilizado o desprestigiar la política. Este es el error mayúsculo. Te pongo una anécdota de hace dos días. Estaba en clase, en la Facultad de Educación de la Universidad de León, impartiendo Organización escolar, en donde abordamos las leyes educativas. Al preguntar a mi alumnado quién había decidido y porqué esas leyes, a qué ideología respondían, quiénes las habían diseñado un altísimo porcentaje respondió con un “yo no quiero saber nada de política”. Esa respuesta permanente como si la educación viviera al margen de la política, como si educar no fuera un acto esencialmente político como decía Paulo Freire o que dice Jaume Carbonell en su libro La educación es política. La educación es una concepción del mundo y de la sociedad y eso, creo, la educación formal ha tratado de ocultarlo, por una presión muy fuerte de la derecha.

Para la derecha y ahora para el neofascismo, todo lo que no sea su doctrina ideológica es adoctrinamiento. Siempre están acusando de adoctrinar a los demás si no practican su doctrina ideológica. La escuela pública y su profesorado seleccionado por igualdad, mérito y capacidad representan la pluralidad social que tenemos, y esto no lo admiten. Tiene que ser su doctrina; la religión católica no es adoctrinamiento como sí lo es hablar de derechos humanos o de igualdad entre hombres y mujeres. Esto es lo que me preocupa.

Hablar de cualquier cosa que tenga que ver con la vida real, para la derecha y la derecha radical, es politizar la educación. Creo que buena parte de la escuela le ha comprado ese discurso a la derecha

Tanta presión de la derecha para hablar de esa falsa neutralidad ideológica. Algo que se ha infiltrado de manera perniciosa diciendo: “No, no, no se puede educar en democracia; no se puede educar en derechos humanos porque eso es politizar”. Hablar de cualquier cosa que tenga que ver con la vida real, para la derecha y la derecha radical, es politizar la educación. Creo que buena parte de la escuela le ha comprado ese discurso a la derecha y hemos dejado de ejercer una labor fundamental: educar en derechos humanos y de tal forma que defendamos radicalmente esos derechos humanos frente a todos los ataques.

No podemos admitir en la escuela aquello que va en contra de los derechos humanos, lo que hemos adoptado la comunidad internacional como principios y valores básicos. Eso es fundamental. ¿Que pueden ser mejorables desde el feminismo, desde los discursos decoloniales y las críticas interculturales e interseccionales? De acuerdo. Podemos mejorarlos, pero al menos esos son fundamentales.

Esa abdicación de ese compromiso con una sociedad más justa y mejor que es la esencia fundamental para la que educamos es crucial. Creo que la escuela ha abdicado de esa parte y se ha centrado en la parte de formación técnica. Formar para el mundo del trabajo; meterles en el sistema y reproducir el modelo neoliberal de forma prácticamente inconsciente como el único modelo que hay.

Revertir esto me parece uno de los pasos más importantes a la par que complicado.

Por eso el libro. La ultraderecha tiene un discurso sin complejos; ha inaugurado una agenda mediática sin complejos; para decir las mayores barbaridades no tiene ningún complejo mientras que las personas que se preocupan por el bien común, la gente que defiende la solidaridad, la justicia, siempre habla como pidiendo perdón y permiso. Un ejemplo: tras la II Guerra Mundial, todos los países europeos se constituyeron desde el antifascismo. España fue esa anomalía que se constituyó desde el olvido del pasado, como en la transición. Cuando aquí hablamos de antifascismo parece que la imagen que se nos viene es un grupo de chavales con cresta, okupas tirando piedras a la policía, mientras que en cualquier país de Europa, el antifascismo es un elemento básico de prestigio. Aquí somos una anomalía y por eso creo que es fundamental recuperar el término antifascismo. Tenemos que hacer una pedagogía antifascista. Tenemos que educar en el antifascismo igual que educamos en la inclusión, en la diversidad, en los derechos humanos, en el bien común, en la interculturalidad, en el feminismo. Porque no se puede ser demócrata sin ser antifascista. Para educar en la democracia, tenemos que educar en el antifascismo si no, estamos educando en el pensamiento único.

Uno de los puntos que desglosas en la segunda parte del libro y que me pareció particularmente importante es el relacionado con la memoria histórica democrática. Parece uno de los debes más importantes de nuestra democracia.

Por eso el libro que publiqué antes que este se titula La asignatura pendiente. Lo que se ha hecho es un memoricidio, una amnesia histórica que se impuso durante la dictadura que pervivió durante la transición. La Ley de Amnistía se convirtió realmente en una ley de punto final. Nadie enganchó, claro, con la memoria democrática de los republicanos, de la que somos herederos.

Leyendo los libros de texto, parece como si la primera democracia que existiera en España fuera la de ahora. ¿Cómo es posible que esto se implante en los planes de estudios? Me preocupa esencialmente porque vemos que la nueva ministra de Educación no tiene intención ni voluntad política para introducir la represión franquista, la lucha antifranquista o la de las asociaciones de memoria histórica en el currículo escolar.

Tenemos que educar en el antifascismo igual que educamos en la inclusión, en la diversidad, en los derechos humanos

Hemos tenido reuniones en el Ministerio, se lo hemos planteado reiteradas veces para que no pasase lo mismo que en las normativas de las CCAA en las que aparece que se incluirá la memoria democrática, pero las tímidas iniciativas que había se eliminaron cuando llegó en neofascismo en Andalucía, ahora en Castilla y León… O han quedado en declaraciones. La Ley de Memoria Democrática dice que es obligatorio introducirla, pero luego vas a los decretos de currículo y en el de primaria y en el de secundaria o bachillerato prácticamente no aparece.

El 31 de marzo vamos a reunirnos con la ministra para entregarle las 34.643 firmas que se han recogido exigiendo que se incluya la memoria histórica democrática en el currículo: sin falsas equidistancias, sin excusas, que se ponga en práctica.

La equidistancia es otra de esas herramientas que este neofascismos han utilizado para evitar según qué contenidos, no solo relacionado con la memoria, también temas de igualdad de derechos entre hombres y mujeres, otro de los temas que defiendes.

En un instituto de secundaria, un profesor de filosofía, amigo y compañero que me lo contó, para explicar la construcción literaria de los textos, comparó la Biblia con Harry Potter. El alumnado lo denunció y el equipo directivo le dijo que pidiera perdón al alumnado, que se retractara en clase. Lo más sorprendente fue que la jefa de estudios le explicó que ella, como profesora de Historia, cuando llega al tema de la guerra civil procura tenerlo en cuenta y ser cuidadosa “porque aquí hay de ambas partes y no podemos herir a ninguna de las partes”. Lo que hace la teoría de la equidistancia es equiparar al torturador con la persona torturada. No podemos molestar a ninguna de las partes. Pero ¿cómo puedes equiparar al victimario con la víctima?

En democracia, el fascismo no es pensable ni admisible. Y esto es lo que se ha hecho: blanquearlo y admitirlo

La teoría de la equidistancia maneja este modelo. Equiparar el fascismo con el comunismo. La defensa del bien común no puede ser equiparable al exterminio de las razas inferiores; no puede ser equiparable aquello que dice que tiene que haber un líder autoritario frente a quienes dicen que tiene que repartirse el modelo de sociedad y compartir los recursos. No hablo de las concreciones históricas, sino de las filosofías. No puedes decir que el fascismo es otra opción política más. Porque en democracia, el fascismo no es pensable ni admisible. Y esto es lo que se ha hecho: blanquearlo y admitirlo.

Pasa lo mismo con el combate que tiene con la igualdad y el feminismo. Que es terrible. No hablo de una pedagogía de la igualdad, sino del feminismo, lo digo claramente. Que también eduque a los chicos; no solo en decirle a las chicas que tienen los mismos derechos que los chicos, sino que estos debemos dar un paso atrás en nuestros privilegios, que es lo que más nos cuesta. Porque, al final, dicen “eso de la paridad”. He estado en discusiones sobre la paridad, y al final la solución después de tres horas de discusión, “se amplía la reunión” para que haya más chicas, pero los chicos no nos bajamos de la reunión. No damos nunca un paso atrás. Esto es una de las cosas que en general más incomoda a los chicos cuando hablamos de igualdad. Por el hecho de haber nacido hombre tenemos privilegios de los que ni siquiera somos conscientes.

¿Qué papel tiene el profesorado?

El profesorado no puede simplemente dedicarse a la labor técnica: “Ahora la formación que se pide es, a ver, digitalización, gamificación, mindfulnes,…”. El profesorado no puede limitarse a ser una parte del sistema, técnicamente solvente en resolver lo que le manda la administración. Eso ya se hizo, aquello del currículo a prueba de profesorado. Para eso, los sustituimos por Google o por las grandes multinacionales digitales.

Yo siempre les digo a mis alumnos que el profesor, luchando también está enseñando. Esos lemas del 15M deben asumirlos como propios porque el profesorado es ciudadano y ciudadana también; y como responsable de la sociedad en la que vive y del modelo que quiere construir, también elige a sus representantes, reivindica una serie de mejoras, de formas de hacer las cosas en nuestra sociedad. Esto es fundamental. La educación es política y, en nuestra labor, debemos implicarnos activamente en conseguir la mejor educación posible para nuestro alumnado, la mejor organización posible para nuestro alumnado y que mejor le ayude en su proceso de desarrollo personal y social.

La educación es política y, en nuestra labor, debemos implicarnos activamente en conseguir la mejor educación posible para nuestro alumnado

¿Y la administración?

También la administración. Elegimos a nuestros representantes y debemos exigirles que apliquen sus programas. Cuando gobierna el PP y, ahora, Vox, aplican sus programas a sangre y fuego. Un ejemplo, el PP en 12 días implantó la reforma laboral. Cuando gobiernan partidos más progresistas, como este gobierno de coalición o la socialdemocracia, marean la perdiz. Iban a derogar los acuerdos con el Vaticano; recuerdo cuando firmaron en el parlamento ese acuerdo. Era un postulado de Pedro Sánchez. Pero cuando llegan al gobierno, parece que les haya abducido la derecha, y donde dije, digo, digo Diego.

Es una de las razones del auge del neofascismo, la gestión de la socialdemocracia cuando ha gobernado en Europa. La socialdemocracia ha gestionado el capitalismo en vez de aplicar sus programas de socialdemocracia. Desde Felipe González. ¿Qué pasa con la clase trabajadora cuando ve que aquellos a quienes vota hacen lo contrario? Que se siente defraudada. “Si cada uno se la tiene que componer como pueda porque vosotros nos abandonáis, para eso los míos los primeros”. Y se vota a quien dice esto.

El gobierno de la socialdemocracia en Europa y España es una de las causas que explica el auge del neofascismo, dicho por la mayoría de los especialistas en este campo. A parte de todo el tema del miedo del discurso de odio, etc. Por eso quiero que la ministra Pilar Alegría diga: “Señores, en los decretos de currículo vamos a introducir la memoria histórica”. Quiero que diga que la inclusión se va a llevar a cabo y que van a invertir cifras escandalosas no en rescatar bancos, ni armamento, sino en educación. Quiero esto, porque es lo que venía en los programas y para lo que les votamos. Las administraciones educativas tienen un alto grado de responsabilidad en el auge del neofascismo actualmente.

Es duro esto que acabas de decir.

Sí, sí, lo digo y no hablo solo de esta ministra, hablo exactamente igual de la anterior. Puede ser duro, pero es la realidad. Me parece tan evidente que el problema es que la derecha habla sin complejos y la izquierda, la progresía mejor dicho, siempre habla acomplejada, gobierna acomplejada, están en negociaciones y cesiones permanentes.
Que se hagan políticas claras. La administración educativa está haciendo unas políticas de cesión a la derecha absolutamente impresentables y las declaraciones de esta ministra y de la anterior son, en este sentido, lamentables y sus prácticas, peores.

¿Qué le queda al profesorado, qué puede hacer un profe solo?

Un profe solo, nada. Una comunidad educativa unida, mucho. Tenemos que recuperar lo que hicieron los MRP, aprender de cómo trabajaban. Dejar de vendernos estas motos de superprofe que le dan premios y luego va de divo por la vida haciendo estrenos mediáticos, diciendo cosas de perogrullo que no tocan al poder… que son parte del sistema.

Frente a esas recetas de innovación pedagógica como el mindfulnes, de marketing, coaching o emprendimiento, recuperar los Movimientos de Renovación Pedagógica, lo que pusieron en marcha las mareas verdes por la educación pública, todos los movimientos de resistencia. Hacer pedagogía de resistencia ante esta doctrina neoliberal y neofascista y, también, empezar a contarnos las alternativas educativas que se están desarollando.

La educación es inseparable de la vida, del modelo social y político que queremos defender. Y por eso creo que debemos implicarnos hasta mancharnos, como decía el poeta

Creo que la comunidad educativa tiene una responsabilidad enorme en dejar de estar tan centrada en las puntuaciones, en las notas de mates o ciencias e implicar a la generación siguiente en el mantenimiento de una democracia real y la construcción de una sociedad más justa para los que más la necesitan. Esto es uno de los elementos fundamentales. Creo que el desafío fundamental para las comunidades educativas, dentro de esta época de auge del neofascismo, es facilitar las condiciones y dotar de las posibilidades de conocimiento imprescindible para reconocer las formas antidemocráticas de poder.

¿Cómo se hace esto?

Esto significa que tenemos que conectar el trabajo escolar con los asuntos de la vida social, política y real de nuestra sociedad. La educación es inseparable de la vida, del modelo social y político que queremos defender. Y por eso creo que debemos implicarnos hasta mancharnos, como decía el poeta. Tomar partido, comprometernos con una pedagogía claramente desobediente, democrática, ecosocial, decolonial, de la igualdad… porque no podemos permanecer indiferentes ante la barbarie.

Sé que hay gente que dirá que es difícil. Siempre recuerdo que en el siglo IV Séneca dijo: “No nos atrevemos a hacer cosas porque aseguramos que son difíciles, pero lo son porque no nos atrevemos a hacerlas”. Tenemos que atrevernos a soñar y esto es uno de los elementos fundamentales. Nos estamos jugando el futuro de las próximas generaciones y de la sociedad en su conjunto.

Fuente de la información: https://eldiariodelaeducacion.com

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La Democracia amenazada de muerte

Maldito sea el soldado que apunte sus armas contra su propio pueblo, lo dijo Bolívar, pero más execrable aquel que desde las sombras lo atiza, lo envenena porque de paso mata la democracia y la fornica sin pudor, mientras su hipocresía le proporciona el aplauso de la turba ignorante e inane que lo reelige una y otra vez en cuerpo ajeno, embrujada por tambores de guerra que llaman a la muerte a sus propios hijos.

 

No hay que ir muy lejos, ni buscar mucho para entender que pasa en Colombia. Las siguientes situaciones pueden servirle amigo lector para sacar sus conclusiones:

Número uno: Cali, ciudad epicentro del estallido social del 2021, escenario de violencia y paramilitarismo urbano que fue denunciado en múltiples videos, en uno de ellos el ciudadano Andrés Escobar, (que ha aparecido en algunos videos en reuniones con María Fernanda Cabal),  dispara en presencia de la policía  contra los manifestantes con total impunidad, hoy  está citado a audiencia  para imputación de cargos pero a su favor tiene la impunidad y falta de diligencia del aparato judicial colombiano Hace pocos días en esa misma ciudad un grupo de ciudadanos simpatizantes de la campaña del candidato Federico Gutiérrez en medio de un evento de campaña, llaman a armarse el día de elecciones ¿ contra quién? ¿para qué? ¿con el aval de quién? Ante la gravedad del hecho “Fico” el candidato uribista emitió una opinión irrelevante para evadir el tema.

Número dos: El ejército nacional asesina a 11 personas en Putumayo y ni bien se había secado la sangre, cuando el ministro de defensa Diego Molano y el presidente Ivan Duque salen a alardear de la masacre, mostrándola como un trofeo de guerra… Sin embargo, la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC), le solicitó a Min. Defensa que “aclare que las personas asesinadas no eran guerrilleros sino población civil”, haciendo alusión a un nuevo caso de “falsos positivos”, eufemismo utilizado en Colombia para disfrazar los crímenes de Estado mediante los cuales se hacen pasar por “bajas guerrilleras” los asesinatos que las fuerzas armadas hacen de población civil, práctica generalizada durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez

El cuestionado ministro que ya a levantando polvo en el pasado a cuenta de referirse a niños bombardeados por el ejército como “máquinas de guerra” dijo que el “operativo no fue contra campesinos, sino disidencias Farc. No fue contra inocentes indígenas, sino narco – cocaleros”. Sin embargo la Defensoría del Pueblo, terminó confirmando lo que señaló la OPIAC y dio a conocer que entre las víctimas se encontrarían, el presidente de la Junta de Acción Comunal, Divier Hernández Rojas, su esposa, un adolescente de 16 años y el gobernador indígena Pablo Panduro Coquinche.

Número tres: Este fin de semana la  periodista Cecilia Orozco, columnista de El Espectador y directora de Noticias Uno (uno de los únicos medios independientes del país) fue perseguida al salir en su vehículo  de las instalaciones del medio televisivo, por un coche fúnebre, en una clara estrategia de amedrantamiento y amenaza contra su vida, la situación aún se encuentra en investigación pero es evidente la persecución en contra de los periodistas críticos y ajenos a la influencia de quienes han estado en el poder los últimos 20 años.

Número cuatro: Ayer circuló un “pasquín” firmado por las “águilas negras” grupo terrorista de derecha, en donde se amenaza de muerte a varios integrantes del Pacto histórico y otras fuerzas de izquierda, incluyendo a los candidatos Petro Y Francia Márquez, lo mas grave es que la propia lideresa afro denuncia que en menos de un mes es la tercera amenaza que recibe contra su vida.

Es decir, además de todo lo anterior, el pacto histórico debe lidiar con  el matoneo político en que se convirtieron los debates presidenciales y las entrevistas,  auspiciado por los periodistas del establecimiento, la manipulación de encuestas, los actos terroristas para infundir miedo y condicionar al elector, la intervención descarada del presidente Duque en campaña a favor del candidato de derecha, la manipulación mediática del expresidente Uribe a pesar de los enredos jurídicos en los que se encuentra, todo lo que se convierte en una muestra clara de lo que está pasando en el país de la eterna violencia.

El país y la comunidad internacional no pueden olvidar los magnicidios de Jorge Eliecer Gaitán, Álvaro Gómez Hurtado, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, entre otros, además de una larga lista de masacres que no termina y del genocidio político de la UP (Unión Patriótica), sucesos que están en la total impunidad y que siempre han beneficiado a los mismos, a esos que dan la orden de hostigar, matonear, intimidar y apretar el gatillo. Son esos “señores de la larga noche” los que, amparándose en su enorme poder, vienen condenando a generaciones de colombianos y colombianas a la violencia sin fin, bárbara, lapidaria, deshumanizante, bailada a punta de vallenato, disfrazada en el grito de un gol o el pirobo de un reinado, perfumada con eufemismos y decorada de una falsa democracia que ha condenado a toda una nación al ostracismo, con la farsa de ser “la democracia mas estable de América latina”.

Frente a esto se alza la voz de los “nadies” esos que Galeano describía, esos a los que la Cabal les grita “estudien vagos”, esos que son tachados de vándalos por los noticieros, en donde esos piratas del micrófono les colgaron una lápida en el cuello, esos “nadies” que son bombardeados por que no tuvieron otra opción, la escuela no existía o no tenía profesores. Aquellos que caminan con las suelas gastadas, llevando al hombro una bandera patria, al igual que el ejército libertador de Bolívar, mientras los descendientes de esos criollos que traicionaron al héroe americano, escupen sobre su legado y se toman la foto con los reyes, los “místeres” y los “misius” entregándoles la soberanía ganada, queriendo purificar su estirpe con la sangre de sus compatriotas.

Maldito sea el soldado que apunte sus armas contra su propio pueblo, lo dijo Bolívar, pero mas execrable aquel que desde las sombras lo atiza, lo envenena porque de paso mata la democracia y la fornica sin pudor, mientras su hipocresía le proporciona el aplauso de la turba ignorante e inane que lo reelige una y otra vez en cuerpo ajeno, embrujada por tambores de guerra que llaman a la muerte a sus propios hijos.

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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El cerebro como campo de batalla

¿Qué hay de nuevo, doc?

Dicen en la OTAN que en esta guerra “nueva”, además de manipular pensamientos, se manipulará el modo de producirlos. ¡Por nuestro bien!. Tras esas revelaciones, atribuidas a Francois du Cluzel, entre otros, una lista larga de analistas y expertos piensa que se trata de una “nueva” fase de combate. ¿Pero es realmente nueva? Por qué llama tanto la atención la declaración del informe de la OTAN Innovation for Defence Excellence and Security (IDEaS), también conocido como Innovation Hub, que tiene su sede en Canadá, y dice: “La guerra cognitiva es una guerra ideológica que busca erosionar la confianza sobre la que ha sido construida la sociedad… La desinformación se aprovecha de las vulnerabilidades cognitivas de sus objetivos, especialmente las ansiedades o creencias que predisponen a sus objetivos a considerar como verdadera toda clase de información falsa. Todo ello requiere que el agresor posea un vasto conocimiento de las dinámicas sociopolíticas de su enemigo, al igual que saber cuándo y cómo atacar con tal de explotar las vulnerabilidades de su oponente”. Lo único “nuevo” es su cuota de cinismo y ni con mucho se acerca a los clásicos de este género en agencias de publicidad, o de propaganda burgueses. Aquí el esperpento de la OTAN: https://www.canada.ca/en/department-national-defence/campaigns/fall-2021-nato-innovation-challenge.html

Estos “genios” dicen que usarán, combinadas, ciertas “armas” con capacidades no cinéticas y cibernéticas para manipular la información, la psicología y los vínculos sociales. Dicen que así ganarán todas las luchas sin necesidad de “interacción física”. De paso es más barato, pensarán relamiéndose. Insisten en que es un nuevo tipo de guerra que se vale de la “opinión pública” como arma para desestabilizar una nación. Anhelan abarcar mucho mediante muy poco, llevando su lógica productivista al extremo de realizar el sueño imperial: dominar mucho pero con costos cero. Dicen que eso lo lograrán si influyen no sólo en el pensamiento sino en el modo de producirlo. Los “targets” son poblaciones enteras y también individuos, comunidades u organizaciones incómodas. Anhelan con su novedad bélica sembrar modos del pensar, el pensamientos, el sentir y el actuar capaces de modificar la realidad material.

Dicen que es una manera distinta de actuar, que no son los métodos tradicionales de guerra, para controlar a la población, porque esta novísima versión de guerra busca controlar cómo piensa y actúa una población ante acontecimientos específicos. Es una guerra para atacar los sistemas de información/influencia y para alcanzar a dominar al adversario mediante un ataque directo a su sistema nervioso. Esto se parece mucho a la desesperación vocinglera de los vendedores de “Control Social”, empeñados en enamorar inversionistas burgueses para experimentar anhelos de manipulación “in extremo”. Pero a bajo costo y casi invisible, los responsables se notan menos.

Suena a “paraíso de la alienación” y suena a lo ya visto hasta el hartazgo. No es suficiente que el cliente compre compulsivamente los productos monopolizados por un solo dueño, hace falta que crea que es lo mejor que pudo pasarle y además consuma con la necesidad del vendedor antes que con la razón de su bolsillo. Incluso que maneje, por sí mismo, la “caja registradora” que le cobra las mercancías super inflacionarias. Que crea que la violencia de los supermercados burgueses es un paraíso del progreso; que está muy bien que vendan caro; que es necesaria la vigilancia para que nadie le robe al capital ni un céntimo. Que debemos ser agradecidos y fieles a las marcas, que el crédito siempre es una dádiva generosa… que cumplir con las deudas (usureras) es honrar la vida. ¿Qué hay de nuevo?

Han ametrallado inclementemente a los pueblos con guerras psicológicas para convencerlos y convencernos de que bombardear a Hiroshima y Nagasaki, Irak, Afganistán… estuvo rete bien, que lo hicieron para democratizarlos, traerles el “bienestar” norteamericano y acompañar su desarrollo “feliz” como buenos hermanos. Así aceptamos el hambre del mundo, la miseria, el hurto, la exclusión y la expulsión de pueblos enteros. Así aceptamos que un puñado de millonarios posean las riquezas de la inmensa mayoría de los seres humanos. Así aceptamos al capitalismo con sus horrores bélicos, financieros y mediáticos. Así nos tragamos este “pastel de carne humana”, ametrallada y miserabilizada, como si fuese la gran fiesta del “progreso”. El fin de la historia. La Guerra Cognitiva está en marcha desde hace mucho tiempo. No nos duerman.

No nos digan que manipular los modos y medios de producción del pensamiento es una “novedad bélica” ideada por la OTAN. No nos digan que, con eso, pretenden eclipsar siglos de manipulación ideológica que ya hemos padecido hasta la náusea. No nos digan que es “nueva” la vieja receta de infiltrarse en las cabezas, sembrar estereotipos mentales y fabricar conductas cliché. No nos digan que sus genios mercenarios han aparecido en la mesa de las novedades científicas con una mercancía ideológica inédita, perfeccionada, para fabricar esclavos de conciencia y serviles a su propia destrucción, mientras defienden rentablemente al amo. No nos vendan como “nueva” la estulticia rancia de la burguesía imperial. A otro perro con ese hueso. Ni las más asustadas de las burguesías se tragan semejante historia, aún siendo compradoras compulsivas de baratijas represivas. La OTAN vende “pescado podrido”.

Facebook, Google, Amazon, Microsoft y otros, usan y abusan de los datos personales para la elaboración de perfiles individuales y así anticipar el comportamiento mientras van manipulándolo. ¿Qué son si no, las compras en Amazon? Ese es un problema estratégico. Esa economía política del comportamiento burgués, subordina los métodos de la investigación psicológica a los modelos económicos y con ello crea modelos más precisos para el modo de producción y las relaciones de producción capitalistas. Incluyendo al pensamiento y a las conductas. Su guerra fusiona a la psicología con la cibernética bajo el reino de su economía.

Ellos persiguen el esclarecimiento de los mecanismos que hacen posible al pensamiento, (lo que ellos entienden e imponen como pensamiento). Su ciberpsicología es una amasijo de mercenarios vendiendo conocimiento al mejor postor. Tomarán por asalto la semántica y fabricarán palabrejas nuevas y conceptos de secta, para adornar (y esconder los efectos visibles) sus “nuevas teorías” de la interacción entre seres humanos y las máquinas que ellos fabrican. Pero no es la conciencia lo que determina la realidad sino la realidad objetiva la que determina a la conciencia. Les llevamos años de avance científico en eso. Pero no lo aprovechamos para unirnos.

Su prototipo novísimo de seres humanos, apunta a crear una “psicología” de la subordinación productiva y barata, basada en la relación con las máquinas. Trabajan para desarrollar, además, una psicología de las máquinas, con software esclavista, lleno de inteligencia artificial mercantil y de los robots híbridos, ebrios de monopolio imperial. Dicen estar trabajando en una “ciberpsicología” que es un campo de guerra, científico y complejo, que abarca todos las formas de sometimiento de masas con fenómenos psicológicos manipulados con tecnológicamente. La guerra ciber-psicológica que anuncian pergeña la forma en que los humanos y las máquinas serán una sola entidad productiva feliz, mansa y auto reprimida. A bajo costo. Mientras nosotros seguimos sin meter en agenda seria, el problema de la Información, la Comunicación y la Cultura. Las cosas por su nombre.

Si la OTAN gasta fortunas en esas payasadas publicitarias de guerra, basadas en “avances científicos”, nosotros debemos responder con la organización de una Revolución Semiótica. El escenario vuelve a darse con más y peores amenazas, esta vez cínicas en extremo. Especialmente usando una tecnología que no llega a todos en un planeta de inequidad y analfabetismo tecnológico. Un mundo en el que los monopolios cierran toda posibilidad de igualdad instrumental, sin hablar de la complejidad cultural asimétrica de todo el planeta.

¿Qué hay de nuevo? Se olvidan de que los pueblos desarrollan capacidades de defensa consciente, con organización y lucha revolucionaria. Se trata de una guerra (OTAN dixit), entendámoslo correctamente, y en esos términos también los pueblos deben luchar y defenderse con sus herramientas semióticas, históricas y actualizadas. No caigamos en la emboscada de que ellos todo lo pueden. La última palabra será dicha por los pueblos que se organicen y consoliden su dirección revolucionaria. Nosotros no seremos cómplices bobos difundiendo el plan publicitario de la OTAN para que venda mejor su novísima canallada. No seremos tontos útiles propagandistas de la “genialidad” perversa de manipular pensamientos y modos de producirlos. No serviremos al plan de manipulación implícito en tomar en serio las emboscadas científico-publicitarias de la OTAN. Nosotros diremos que lo único nuevo es la lucha que construye un mundo sin capitalismo.

El cerebro como campo de batalla

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