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OCDE: La educación preescolar mejora los resultados posteriores y favorece la igualdad

22 junio 2017/Fuente: El Mundo

  • Nueve de cada 10 profesores de eduación preescolar son mujeres
  • La OCDE aboga por mejorar sus sueldos y condiciones laborales

La educación desde la más tierna infancia mejora los resultados escolares posteriores, en especial para los niños de las clases más desfavorecidas, según la OCDE, que aboga por una universalización de este tipo de enseñanza y por aplicar medidas para atraer a buenos profesionales para ese cometido.

En un informe publicado este miércoles, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) destaca que en prácticamente todos sus países, los alumnos que habían pasado por la Educación y Atención de la Primera Infancia (EAPI) tuvieron mejores resultados a los 15 años en las pruebas PISA. «Los niños desfavorecidos son los que más se benefician y centrarse en ellos aportaría los mejores rendimientos», señala el documento.

A los tres años de edad, de media un 70 % de los niños estaban registrados en la educación preescolar en los países miembros, aunque con notables diferencias. Bélgica, España, Francia, Islandia y Noruega figuraban en cabeza, con porcentajes superiores al 95%, mientras que en Australia, Grecia, Suiza y Turquía el porcentaje era del 20% o incluso inferior.

A los cuatro años, el porcentaje en la OCDE subía al 90% (97% en España), lo que llevó a los autores del estudio a felicitarse de que el acceso universal o casi sea una realidad en la mayoría de los Estados de la OCDE porque significa «un avance significativo hacia las metas en materia de educación incluidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible».

También hicieron notar que un inicio de la educación precoz, si es abordable en términos económicos y de alta calidad -con un número de horas semanales «adecuado»- contribuye a incrementar la integración de las mujeres en el mercado de trabajo.

Para demostrarlo, señala que países donde la tasa de empleo entre las mujeres de 15 a 64 años es superior al 70%, como Dinamarca, Luxemburgo, Holanda, Portugal, Eslovenia y Suiza, son también donde se constatan las mayores proporciones de niños con menos años en dispositivos formales de educación.

El gasto en esta enseñanza representa un 0,8% del PIB en la OCDE y más del 80% procede de fondos públicos.

Los responsables del estudio lanzaron una serie de recomendaciones, como establecer mejores salarios y condiciones laborales para retener a los profesores que se ocupan de estos niños, ya que constataron un elevado porcentaje de jóvenes que no se quedan en la profesión.

Estos profesores ganan menos que sus colegas de educación secundaria y superior y sólo el 74% del salario promedio de un trabajador que está a jornada completa y ha hecho estudios universitarios. Y nueve de cada diez son mujeres.

Para los más desfavorecidos, poder estar en estructuras educativas desde la más tierna infancia les ofrece «una base para una formación continua exitosa», además de promover «el desarrollo de habilidades socio-emocionales».

La OCDE puso el acento en el carácter «fundamental» que tiene la implicación de los padres. «Su ayuda para el aprendizaje de los niños en el hogar y el establecimiento de un mayor contacto entre el personal docente y los padres de familia se relaciona estrechamente con el éxito académico superior y el desarrollo socio-emocional de los niños»

Fuente: http://www.elmundo.es/sociedad/2017/06/21/594a5c19468aeb447f8b45a5.html

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Cómo ayudar a tus hijos para que aprendan jugando

Por: Redem

Como todo buen padre, deseas que tu hijo cuente en la vida adulta con las herramientas necesarias para vivir una vida positiva y alcanzar el éxito. Por esta razón, debes saber que el juego, precisamente es una de las herramientas más poderosas para lograr el aprendizaje, ya que todo lo que el cerebro perciba mientras ejecuta esta divertida actividad se aprende de forma mucho más sencilla.

Entre las infinitas razones por las cuales es importante el juego hay cuatro que son principales, y te indicarán por qué el niño aprende tanto mientras las practica. ¡Descúbrelas!

Dentro del mundo de los pequeños, el juego es un actividad innata que ejecutan cotidianamente, no requiere de ni ningún esfuerzo y por si fuese poco, les permite activar la imaginación y colocar su cuerpo en movimiento. Esta actividad es de gran ayuda para su desarrollo y aprendizaje a nivel lingüístico, social, sensorial, físico y motor.

El juego, además de fantástico, es ​un elemento importantísimo en la esfera educativa, pues a través de él se pueden producir aprendizajes significativos, durante la etapa infantil, impregnados además de componentes afectivos y motivadores que les permite a los padres y a los maestros llevar a cabo un aprendizaje efectivo.

Todo aquello que se aprende mientras se juega, queda grabado en la memoria. De acuerdo con el psicólogo americano y escritor KayRedfield James: “los niños necesitan tiempo y espacio para jugar. Jugar no es un lujo, es una necesidad”. Y ahora comprendemos que jugar además de una necesidad, aporta grandes beneficios.

  1. Multiplica la felicidad

Realmente, los niños son más felices mientras juegan, pues en ese momento se divierte, y hace uso de sus capacidades para comunicarse y comprender el mundo exterior; experimenta nuevas sensaciones y aprende de la misma situación que vive.

Por ello, los educadores y maestros dedicación al sector de la educación infantil, saber perfectamente que el juego es una herramienta indispensable por medio de la cual los niños aprenden, no sólo lo pautado en la programación escolar, sino también en otros aspectos de su vida cotidiana.

  1. Entrena la constancia

Mientras los niños juegan, no hay espacio para los errores, por eso puedes ver a tu niño intentar una y otra vez, casi de manera incansable, construir una torre de 5 bloques hasta conseguirlo, y mientras no lo ha logrado, podrás de igual forma observar que tu hijo no se da por vencido ni se siente frustrado.

Este tipo de situaciones les enseña a entrenar su constancia, persiguiendo sus objetivos y metas hasta conseguirlo, de forma que estarán también trabajando su tolerancia al estrés.

  1. Fomenta la sociabilidad

El juego es un medio imprescindible del que disponen los pequeños para la socialización con sus iguales. A medida que vayan adquiriendo más edad, van adoptando y asumiendo distintos roles. Por esta razón, el juego se convierte en una fuente inagotable de infinitas experiencias en común con otros niños.

  1. Desarrolla la imaginación

Cuando permitimos que los niños jueguen de forma libre, podemos notar la cantidad de roles que asumen en mismo juego. A medida que van siendo mayores, su creatividad e imaginación también va en aumento hasta el punto de llegar a inventar sus propios juegos con sus normas y formas de jugar. Es importante concederles ese espacio para que experimenten por sí mismos el  mundo exterior, sientan y disfruten  sus propios logros.

Fuente: http://www.redem.org/como-ayudar-a-tus-hijos-para-que-aprendan-jugando/

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Por qué se ríen los niños

Por: Ana Camarero

Durante la fase fetal, la sonrisa no es una actividad consciente, sino un reflejo automático que ejerce el músculo risorio.

La risa es fundamental. El ser humano nace preparado para sentir las emociones, algunas negativas como la tristeza, el miedo, la ira o el enfado, pero también muchas positivas, como pueden ser la alegría que se exterioriza a través de la sonrisa. Según los expertos, los beneficios de reír contribuyen al bienestar y a la salud del bebé y, además, ayuda a construir la relación de los padres con el niño y de este con su entorno: abuelos, primos, tíos o amigos. El desarrollo de estas primeras emociones va a originar en un futuro la afectividad del recién nacido. Muchos padres, incluso, a través del desarrollo de los métodos de diagnóstico prenatal en tiempo real en movimiento – las conocidas ecografías 4 D-, han podido ver, disfrutar y emocionarse al ver la sonrisa que mostraba el rostro de su bebé en la pantalla del ecógrafo.

La risa es un fenómeno que resulta agradable, relajante y saludable. Para lograr esa carcajada, el ser humano dedica un gran esfuerzo (con participación de más de una docena de músculos), lo que entraña un notable gasto de energía. Durante la fase fetal, la sonrisa no es una actividad consciente, sino un reflejo automático que ejerce el músculo risorio, presente en los hombres y ausente en animales, que pasa a ser voluntario cuando el ser humano nace.

Elena Santos, psicóloga de la Unidad de Personalidad y Comportamiento (Orientación familiar y Prevención) del Hospital Ruber Juan Bravo-Grupo Quirón Salud, indica que “durante las últimas fases de la vida del feto y ya incluso desde la semana 11 de gestación, el feto empieza a sonreír. Pero no es hasta los primeros meses de vida cuando esta risa es el resultado de estímulos externos o internos”. Según señala Santos, “esto nos da información acerca de la evolución de la risa en el bebé. Estos primeros actos reflejos en los que aparentemente el feto sonríe, y que se mantienen en los primeros días de vida, empiezan a transformarse. Entre el primer y el tercer mes son una reacción social o exógena; es decir, suceden como consecuencia de estímulos del entorno y ayudan a la consolidación social del bebé. Después de los tres meses de vida, la sonrisa empieza a ser útil, es decir, se emplea como una herramienta o mecanismo para provocar respuestas sociales de los adultos que lo rodean. Más adelante, el niño va a tener respuestas faciales mucho más elaboradas”.

El catedrático de Psicología y de la Emoción y la Motivación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Enrique García Fernández-Abascal, manifiesta que en las primeras semanas de vida el bebé realiza una “protosonrisa”, una sonrisa que “es muy rudimentaria y va dirigida a las personas que conoce como respuesta a ver cubiertas sus necesidades. En realidad”, matiza el especialista, “el bebé estaría ensayando los músculos. A partir de los dos meses aparece un esbozo de sonrisa más social, que consigue captar la atención. La sonrisa verdadera, emocional, aparece al tercer mes, porque todo el aparato psíquico está maduro”. Esta sonrisa, según el catedrático de la UNED, viene acompañada por unas arrugas que aparecen debajo de los ojos, conocidas como la mirada Duchenne – que es un tipo de sonrisa que involucra la contracción de los músculos cigomáticos mayor y menor cerca de la boca, los cuales elevan la comisura de los labios, y el músculo orbicular, cerca de los ojos, cuya contracción eleva las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos-. Estos elementos, según explica Enrique García, “nos permiten diferenciar una sonrisa emocional genuina de una sonrisa artificial, que es aquella que ponemos, por ejemplo, cuando nos hacemos una foto, que se trata de una sonrisa más social”.

Pero esta capacidad de reír que empezamos a incorporar entre nuestras habilidades, incluso antes de nacer, la vamos perdiendo según vamos madurando. Así, algunos investigadores han contabilizado que los bebés se ríen entre 300 y 400 veces al día, frente a las 20 veces o ninguna que lo hacen los adultos. Elena Santos explica que el motivo por el que disminuimos el número de veces que reímos conforme vamos madurando “puede estar relacionado con el hecho de que los niños más pequeños responden a estímulos externos e internos y estos, a estas edades, son muchos y, sobre todo, muy novedosos. Además, utilizan la sonrisa de manera instrumental para conseguir algo y como medio de comunicación, al contrario que en los adultos que no necesitan comunicar o conseguir algo solo a través de la sonrisa”. Asimismo, Santos destaca el arraigo que tiene en la personalidad del ser humano la necesidad de causar buena imagen, por lo que, según afirma la psicóloga, “mientras los adultos se preocupan por este constructo, y en consecuencia modulan más sus interacciones con los otros, los niños sonríen sin pensar en la adecuación o no del acto en sí de reír”.

En lo que la mayoría de los estudios coinciden es en que la risa tiene numerosos beneficios para la salud de las personas, porque, como dice el refranero, “reír alarga la vida”. Por tanto, podemos encontrar tanto beneficios fisiológicos como psicológicos, emocionales y sociales y, por supuesto, un fuerte impacto en la calidad de vida de las personas. En este aspecto, Elena Santos recalca que “uno de los beneficios más positivos de la risa reside en el hecho de que ayuda a expresar emociones y a eliminar pensamientos negativos. Cuando la persona se ríe de sí misma aumenta su autoestima y desarrolla una actitud de reto o desafío que consiste en hacer frente a tensiones y a situaciones difíciles. La risa promueve el afecto, el entendimiento, el apoyo y el diálogo, y favorece una relación cercana con los otros. Quedarían reflejados por tanto los beneficios tanto a nivel interpersonal como intrapersonal”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/05/13/mamas_papas/1494658074_671083.html

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Gritar a los niños daña su cerebro

Por: Jennifer Delgado Suárez

Alzar la voz no hará que tengamos más razón. Además, utilizar esta estrategia como recurso educativo puede ser completamente contraproducente. De hecho, cuando le gritamos a los niños solo estamos reconociendo que los pequeños están fuera de control, y nosotros también. Gritar es una señal de que la situación se nos ha ido de las manos y no tenemos estrategias para resolverla.
En Estados Unidos se dice que gritar a los hijos es como usar el claxon para conducir el coche, y suele generar los mismos resultados. Además, normalmente no gritamos después de una cuidadosa y profunda reflexión porque consideremos que se trata de la táctica más eficaz, simplemente gritamos porque no sabemos qué otra cosa hacer.
Las situaciones que provocan los gritos son muchas y diversas, pero se ha apreciado que el aislamiento materno y el agotamiento son las causas principales. De hecho, muchos padres reconocen que detrás de sus gritos se esconde el estrés y el cansancio. En práctica, lo que nos lleva a gritar no es tanto el mal comportamiento del niño, sino nuestra incapacidad para lidiar con la situación, probablemente porque nuestros recursos cognitivos y emocionales están agotados.

Los gritos afectan el desarrollo psicológico y cerebral de los niños

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Pittsburgh reveló que gritar a los niños con regularidad, como una forma de disciplina, encierra numerosos riesgos para su desarrollo psicológico, entre ellos la posibilidad de que desarrollen conductas agresivas o, al contrario, híper tímidas.

Estos psicólogos analizaron a 976 familias y sus hijos durante dos años, y descubrieron que los gritos cotidianos, que formaban parte de la crianza, podían predecir la aparición de problemas de conducta en los adolescentes de 13 años o de síntomas depresivos a los 14 años.

Además, descubrieron que en vez de minimizar los problemas, los gritos solían agravar la desobediencia. Y también constataron que la “calidez” de los padres; es decir, su amor y el grado de apoyo emocional no disminuían el impacto psicológico de los gritos. Esto significa que la marca que dejan los gritos no se borra después con un abrazo o un gesto de cariño.
Otra investigación realizada por un grupo de psiquiatras de la Escuela de Medicina de Harvard fue un paso más allá: sus resultados alertan que el maltrato verbal, como los gritos y la humillación, puede alterar de forma significativa y permanente la estructura del cerebro infantil.
Estos investigadores analizaron el cerebro de 51 niños que recibían tratamiento psiquiátrico y los compararon con el de 97 niños sanos. Descubrieron que el abandono, el castigo físico e incluso la disciplina verbal causaban una reducción significativa en el cuerpo calloso, una especie de “cable” compuesto por células nerviosas que conecta ambos hemisferios del cerebro.
Un cuerpo calloso más pequeño conduce a una menor integración de las dos mitades del cerebro, lo que puede causar cambios dramáticos en el estado de ánimo y la personalidad. En el estudio también apreciaron una disminución de la actividad en partes del cerebro relacionadas con las emociones y la atención. Estos niños tenían menos flujo sanguíneo en una parte del cerebro conocida como vermis cerebeloso, el cual es fundamental para mantener un buen equilibrio emocional.
¿Por qué los gritos pueden afectar tanto a los niños?
Cuando los niños son muy pequeños, no son capaces de identificar la diferencia entre los gritos y el cariño. En práctica, no comprenden que si sus padres les gritan, no significa que no les quieran sino que pueden estar estresados o que están reprendiendo un mal comportamiento. No conocer esa diferencia puede generar una gran sensación de angustia y estrés. De hecho, los investigadores creen que los cambios en la estructura del cerebro se deben a la liberación excesiva de cortisol, la hormona del estrés, durante los primeros años de vida.
Es curioso, pero los niños y adolescentes que han crecido en un ambiente donde los gritos son pan cotidiano, también tienen el doble de probabilidades de presentar una actividad eléctrica cerebral anormal. En algunos casos esta actividad incluso se ha llegado a comparar con la de personas que sufren epilepsia.

¿Cómo dejar de gritarles a tus hijos?

– Asume que gritar es sinónimo de perder el control. Los gritos no son una estrategia educativa  ni disciplinaria sino el signo de que la situación se te ha ido de las manos. Si eres consciente de esa diferencia, lograrás regularte mucho mejor.
– Descubre cuáles son las situaciones o momentos en los que más gritas. Los investigadores han descubierto que los padres suelen gritar más durante algunos momentos específicos del día, como a la hora del desayuno antes de ir al colegio o por la noche. Detectar ese patrón te permitirá descubrir la causa que se encuentra en la base de los gritos, que generalmente suelen ser las prisas, el estrés o el cansancio.
– Tómate el tiempo que necesites para calmarte. Es importante que los padres se mantengan atentos a las señales que indican que están perdiendo el control. Antes de dejar que el cerebro emocional asuma el mando, tómate unos minutos para calmarte. Respira profundamente y, si lo necesitas, sal de la habitación.
– No alimentes expectativas demasiado elevadas. A veces la frustración proviene de la diferencia entre tus expectativas y la realidad. Puedes frustrarte porque esperabas que tu hijo hiciera solo los deberes, por ejemplo, y no los ha hecho. Por eso, a veces es conveniente que recuerdes que es solo un niño y que no hace las cosas para molestarte sino porque aún necesita madurar.
– No te culpes. En cualquier caso, no te culpes porque sentirte mal solo aumentará la tensión. A cualquiera se le puede escapar un grito de vez en cuando, solo tienes que asegurarte de que no se convierta en la norma. Ser padres no es fácil, y tampoco es necesario que seas perfecto/a, solo asegúrate de intentar mostrar siempre la mejor versión de ti.
Fuentes:
Wang, M. T. & Kenny, S. (2014) Longitudinal Links Between Fathers’ and Mothers’ Harsh Verbal Discipline and Adolescents’ Conduct Problems and Depressive Symptoms. Child Developmental; 85(3): 908–923.
Teicher, M. H. et. Al. (1993) Increased prevalence of electrophysiological abnormalities in children with psychological, physical, and sexual abuse. J Neuropsychiatry Clin Neurosci; 5(4): 401-408.

Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2017/04/gritar-los-ninos-dana-su-cerebro.html

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Entrevista a Javier Tourón: «No podemos coartar la curiosidad de los alumnos»

13 abril 2017/Fuente: webdelmaestrocmf

JAVIER TOURÓN: NO PODEMOS COARTAR LA CURIOSIDAD DE LOS ALUMNOS

Recientemente ha sido distinguido con el premio European Talent Support Networking Award por su labor de cooperación en el desarrollo del talento. Es una cualidad codiciada…

Todos podemos tener talento si desarrollamos correctamente nuestras capacidades. Todos los niños y niñas tienen capacidad para ser buenos en algo, si bien es verdad que no todos tenemos el mismo grado de capacidad. Lo importante es atender las necesidades de cada individuo para desarrollar todo su potencial reforzando a aquellos que tengan necesidades especiales.

¿El talento no es algo innato?

En absoluto. La capacidad puede ser innata pero es necesario trabajar, esforzarse y sacar rendimiento de esta cualidad para que haya talento. Cuando no se desarrollan estas capacidades aparece la frustración y el fracaso.

La frustración es un mal que acecha las aulas. ¿Cómo gestionarla?

Lo ideal sería no llegar a ese estado. Detectar altas capacidades (y, por lo tanto, desarrollar talentos) es fácil si queremos hacerlo. El problema es que la escuela no está orientada a ello. Si continuamos como hasta ahora quedarán muchos talentos por desarrollar fomentando así la frustración y el desapego de los niños y niñas que necesitan una atención especial.  A día de hoy cuando a un alumno le cuesta resolver un problema de matemáticas, se detecta su necesidad y se refuerza. Sin embargo nadie se plantea proponer a los alumnos ejercicios complicados a propósito para descubrir si alguno de ellos es capaz de resolverlos por capacidades propias. Sería interesante realizar este tipo de ejercicios.

¿Deberíamos evaluar a todos los alumnos para detectar altas capacidades?

Todos los centros deberían sistematizar pruebas periódicas para evaluar el potencial de todos los alumnos para conocer las necesidades específicas de cada uno. Es algo más complejo que etiquetar a unos y otros, algo que, por cierto, deberíamos desterrar: El objetivo es que el sistema educativo se adapte a los alumnos y no al revés como sucede ahora.

Para desarrollar todos los talentos potenciales la escuela debería…

Darse la vuelta como un calcetín. La competencia debería primar sobre la edad y la estructura de los cursos académicos como la entendemos ahora debería desaparecer. Las escuelas de hoy en día son centros de enseñanza cuando deberían ser de aprendizaje.

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¿Cómo formularía usted este sistema educativo?

Yo creo en los planes personalizados, en el aprendizaje adaptativo. Cada alumno tiene su ritmo y no se puede forzar ni a unos a ir más rápido ni a otros a ir más lento, porque de esta forma fracasan unos y otros. El alumno debe gobernar sobre su aprendizaje porque los profesores no podemos aprender por ellos. El aprendizaje es algo radicalmente personal.

¿Y qué papel le queda al profesor?

El más importante, el de guía. En un centro con aprendizaje adaptativo las paredes de las aulas deberían desaparecer, los niños deberían interrelacionar materias y conocimientos y desarrollar el trabajo en equipo. El profesor se convierte en un mentor que señala el mejor camino para cada alumno estimulando el desarrollo de sus capacidades de forma individual.

¿Cómo participaría el profesor en este aprendizaje?

Enseñando al alumno a encontrar la información que necesita y que quiere conocer, enseñarle a valorarla y a sintetizarla. No podemos coartar la curiosidad de los alumnos como ha sucedido hasta ahora, que hemos estado limitados por los conocimientos ofrecidos por un libro de texto. El profesor debe estimular a cada alumno a desarrollar sus intereses y su capacidad para brillar en el área que él desee.

¿Debemos otorgar entonces un mayor grado de autonomía a nuestros alumnos?

Los niños y niñas deben dominar una serie de competencias básicas, pero a partir de aquí debemos permitir que cada uno tenga su propio itinerario. Los alumnos avanzarán en función de sus propias necesidades. La educación es un proceso de desarrollo personal y hay que habilitar carriles que permitan ir a cada uno a su velocidad.

¿Las TIC pueden ser una buena herramienta para ello?

Las TIC son la clave de esta vuelta de calcetín. A través de ellas se puede trabajar sobre un mismo tema a diferentes ritmos y niveles, es la esencia de la enseñanza adaptativa. Poder proponer a unos alumnos un tipo de trabajo y otro distinto a otros compañeros es la clave de esta adaptación del sistema que no implica en ningún caso separar físicamente a los niños y niñas como sí pasa ahora en muchas aulas de nuestras escuelas. Muchos profesores ya utilizan las TIC en este sentido, pero aún hay profesionales que sencillamente han sustituido el papel por el soporte digital, sin explotar el potencial que tienen las nuevas herramientas.

¿Cómo cree que las plataformas educativas como Tiching pueden ayudar a mejorar la educación?

Son fundamentales para encontrar materiales adecuados a cada niño y a cada necesidad. Es una pieza clave en la enseñanza adaptativa y la personalización del aprendizaje. Además su estructura facilita el trabajo a quien busca material ya que está todo clasificado y valorado por otros profesionales.

Y en cuestión de notas… ¿evaluamos a nuestros alumnos de acuerdo a sus capacidades?

No, porque el sistema está pensado para que todos los alumnos adquieran las mismas competencias al mismo tiempo, lo que implica condenarlos a limitar su desarrollo personal. El rendimiento de las personas debería equipararse a su potencial. Ser el primero de la clase pero estar rindiendo al 10% de tu capacidad es un puro fracaso. Debemos transmitir a nuestros alumnos un mensaje muy claro: nadie es nada, todos estamos en proceso de ser.

Fuente:http://webdelmaestrocmf.com/portal/no-podemos-coartar-la-curiosidad-de-los-alumnos/

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Los 4 excesos de la educación moderna que trastornan a los niños

Por: Jennifer Delgado Suárez

Cuando nuestros abuelos eran pequeños, tenían solo un abrigo para el invierno. ¡Solo uno! En aquella época de vacas flacas, incluso tener un abrigo se consideraba un lujo. Por eso, los niños lo cuidaban como un bien precioso. En aquellos tiempos se solía tener lo mínimo indispensable. Y los niños eran conscientes del valor y la importancia de sus cosas.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces y nos hemos convertido en personas más sofisticadas. Nos gusta tener muchas opciones e intentamos que nuestros hijos tengan todo lo que desean y, si es posible, mucho más. Sin embargo, no nos damos cuante de que al mimarles excesivamente contribuimos a crear un ambiente en el que pueden proliferar los trastornos mentales.
De hecho, se ha demostrado que un exceso de estrés durante la infancia aumenta las probabilidades de que los niños desarrollen problemas psicológicos. Así, un niño sistemático puede ser empujado a desarrollar un comportamiento obsesivo y un pequeño soñador puede perder su capacidad para concentrarse.
En este sentido, Kim Payne, profesor y orientador estadounidense, llevó a cabo un experimento muy interesante en el cual simplificaron la vida de los niños diagnosticados con un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Al cabo de tan solo cuatro meses, el 68% de estos pequeños habían pasado de ser disfuncionales a ser clínicamente funcionales. Además, mostraron un aumento del 37% en sus aptitudes académicas y cognitivas, un efecto que no pudo igualar el medicamento más prescrito para este trastorno, el Ritalin.
Estos resultados son, en parte, extremadamente reveladores y, por otra parte, también son ligeramente atemorizantes ya que nos hace preguntarnos si realmente les estamos proporcionando a nuestros hijos un entorno sano desde el punto de vista mental y emocional.
¿Qué estamos haciendo mal y cómo podemos arreglarlo?

¿Cuándo mucho se convierte en demasiado?

A inicios de su carrera, este profesor trabajó como voluntario en los campos de refugiados, donde tuvo que lidiar con niños que sufrían estrés posttraumático. Payne apreció que estos niños se mostraban nerviosos, hiperactivos y continuamente expectantes, como si algo malo fuera a pasar de un momento a otro. También eran extremadamente cautelosos ante la novedad, como si hubieran perdido esa curiosidad innata de los niños.
Años más tarde, Payne apreció que muchos de los niños que necesitaban su ayuda mostraban los mismos comportamientos que los pequeños que provenían de países en guerra. Sin embargo, lo extraño es que estos niños vivían en Inglaterra, por lo que su entorno era completamente seguro. Entonces, ¿por qué mostaran síntomas típicos del estrés postraumático?
Payne piensa que aunque los niños de nuestra sociedad están seguros desde el punto de vista físico, mentalmente están viviendo en un entorno similar al que se produce en las zonas de conflictos armados, como si su vida peligrara. Estar expuestos a demasiados estímulos provoca un estrés que se va acumulando y obliga a los niños a desarrollar estrategias para sentirse a salvo.
De hecho, los niños de hoy están expuestos a un flujo constante de información que no son capaces de procesar. Se ven obligados a crecer deprisa ya que los adultos colocan demasiadas expectativas sobre ellos, haciendo que asuman roles que en realidad no les corresponden. De esta manera, el inmaduro cerebro de los niños es incapaz de seguir el ritmo que impone la nueva educación, y se produce un gran estrés, con las consecuencias negativas que este provoca.

Los cuatro pilares del exceso

Como padres, normalmente queremos darle lo mejor a nuestros hijos. Y pensamos que si un poco está bien, más será mejor. Por eso, ponemos en práctica un modelo de hiperpaternidad, nos hemos convertido en padres helicóptero que obligan a sus hijos a participar en una infinidad de actividades que, supuestamente, les preparan para la vida.
Por si no fuera suficiente, llenamos sus habitaciones de libros, dispositivos y juguetes. De hecho, se estima que los niños occidentales tienen, como media, 150 juguetes. Es demasiado, y cuando es demasiado, los niños se sienten abrumados. Como resultado, juegan de manera superficial, pierden el interés fácilmente por los juguetes y por su entorno y no desarrollan su imaginación.
Por eso, Payne afirma que los cuatro pilares del exceso sobre los cuales se erige la educación actual de los niños son:
1. Demasiadas cosas
2. Demasiadas opciones
3. Demasiada información
4. Demasiada velocidad
Cuando los niños son abrumados de esta forma, no tienen tiempo para explorar, reflexionar y liberar las tensiones cotidianas. Demasiadas opciones terminan erosionando su libertad y les roba la oportunidad de aburrirse, que es fundamental para estimular la creatividad y el aprendizaje por descubrimiento.
Poco a poco, la sociedad ha ido erosionando la maravilla que implica la infancia, hasta tal punto que algunos psicólogos se refieren a este fenómeno como “la guerra contra la infancia”. Basta pensar que en las dos últimas décadas los niños han perdido una media de 12 horas semanales de tiempo libre. Incluso los colegios y las guarderías han asumido una orientación más académica.
Sin embargo, un estudio realizado en la Universidad de Texas ha desvelado que cuando los niños juegan deportes bien estructurados se convierten en adultos menos creativos, en comparación con los pequeños que han tenido mucho tiempo libre para jugar. De hecho, los psicólogos han notado que la forma de jugar moderna genera ansiedad y depresión. Obviamente, no se trata solo del juego más o menos estructurado sino también de la falta de tiempo.

Simplificar la infancia 

La mejor manera de proteger la infancia de los niños es decir “no” a las pautas que la sociedad pretende imponer. Se trata de dejar que los niños sean simplemente eso, niños. La vía para proteger el equilibrio mental y emocional de los niños consiste en educar en la simplicidad. Para lograrlo es necesario:
– No atiborrarles de actividades extraescolares que, a la larga, probablemente no le servirán de mucho.
– Dejarles tiempo libre para que jueguen, preferentemente con otros pequeños o con juguetes que puedan estimular su creatividad, no con juegos estructurados.
– Pasar tiempo de calidad con ellos, es el mejor regalo que pueden hacerles los padres.
– Crear un espacio de tranquilidad en sus vidas donde puedan refugiarse del caos cotidiano y aliviar el estrés.
– Asegurarse de que duermen lo suficiente y descansan.

– Reducir la cantidad de información, asegurándose de que esta sea comprensible y adecuada a su edad, lo cual implica hacer un uso más racional de la tecnología.

– Simplificar su entorno, apostando por menos juguetes y cerciorándose de que estos estimulan realmente su fantasía.
– Disminuir las expectativas sobre su desempeño, dejándoles que sean simplemente niños.

Recuerda que los niños tienen toda la vida por delante para ser adultos, mientras tanto, deja que sean niños y disfruten de su infancia.

Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2016/03/educacion-moderna-trastornos-infantiles.html

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Los hermanos gemelos en la escuela: de separarlos siempre a tener en cuenta sus necesidades

Por: Pau Rodríguez

La tradición de separar a los hermanos gemelos en clases diferentes topa con la investigación científica, que no lo avala, y con las quejas de las familias. Expertos dicen que la decisión debería depender de las necesidades educativas.

¿Se deben separar los hermanos gemelos en la escuela? ¿O deben ir juntos? En la mayoría de países del mundo no hay normativa al respecto. Son los centros educativos los que deciden, y tradicionalmente han optado por separarlos, aduciendo que así se fomenta su autonomía. Pero ¿es cierta esta creencia? En las últimas décadas, cada vez más familias reclaman que sus hijos gemelos vayan juntos a clase, y están consiguiendo sus pequeñas victorias: un juez de Badajoz ha dictado una sentencia sin precedentes que da la razón a una de estas familias, y la Comunidad de Madrid ha sido pionera en decretar que la decisión deberá tomarse teniendo en cuenta la opinión de padres y madres. Por último, la ciencia también dice: no hay evidencias de que la separación sea beneficiosa en sí misma. Al contrario, algunos estudios observan por lo menos algunos riesgos.

El auge de los embarazos múltiples, sobre todo debido a la popularización de la reproducción asistida, ha hecho ganar centralidad al debate sobre la escolarización de los gemelos. Y ha amplificado la voz de familias como la de Pablo, que a la hora de llevar a sus hijos gemelos a una escuela pública de Barcelona se topó con una dirección que les separó forzosamente. Él y su esposa querían mantenerlos a la misma clase, sobre todo los primeros años de escolarización, ya que llevaban toda su vida juntos, incluso en la guardería, y se temían que una separación de repente y durante tantas horas les causaría estrés. Y fue así. “Sufrieron un retroceso, sobre todo uno de ellos, que se detenía siempre a la puerta de cristal que separa las dos aulas para observar su hermano; lloraba sin parar y perdió control de esfínteres “, explica Pablo. Lo recuerda con la frialdad de los nueve años que han pasado desde entonces, pero en ese momento reconoce que estaba muy “enfurecido”.

¿Qué dice la investigación?

Una de las investigaciones más reconocidas es la del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres, que siguió la evolución de más de 1.000 parejas de gemelos de los cinco a los siete años, distinguiendo entre los escolarizados juntos, los separados y un tercero grupo: los separados al cabo de un tiempo. El objetivo era encontrar evidencias de si los caminos tenían efecto sobre su comportamiento, su progreso académico o su competencia lectora. El estudio también diferenciaba entre los hermanos gemelos monocigóticos -provienen del mismo óvulo y, por tanto, son idénticos- y los dicigóticos, -de óvulos diferentes-, aunque entre estos últimos no contempló a su muestra los que son de sexo opuesto.

La conclusión más destacada es que los gemelos separados a los 5 años sufrían en general más problemas de conducta interna (miedo, llanto, ansiedad) durante el primer año. Y, en el caso concreto de los monocigóticos, las afectaciones, que podrían ir desde la tristeza hasta la ansiedad, perduraban en el tiempo. Otra consecuencia negativa que observaba en la separación es que, de nuevo en el caso de los monocigóticos, en este caso cuando se separan más adelante, pierden competencias lectoras. Con todo, los autores de la investigación puntualizaban que estas diferencias, aunque estadísticamente significativas, son menores. Contra el alarmismo, también constataban que los gemelos en clases diferentes no sufren más problemas de conducta externos -como la rebeldía, el déficit de atención o la hiperactividad- que los que iban juntos.

“Los descubrimientos del estudio corroboran la necesidad de reevaluar las prácticas escolares de separar todos los gemelos”, concluye el estudio. Es decir, que al menos se debe poner sobre la mesa, con evidencias científicas, un debate que oficialmente no ha existido nunca. Los autores, de hecho, tampoco abogan por defender una normativa que estipule que deben ir forzosamente juntos, sino que consideran que las políticas deberían ser más flexibles y tener en cuenta la voluntad de las familias y las necesidades educativas y de desarrollo los niños.

La separación se recomienda en algunos casos

Hay algunos casos en que los diversos profesionales consultados para este reportaje coinciden en que sí hay que separar los gemelos: cuando uno ejerce la voluntad del otro, cuando uno de ellos tiene mucho más desarrollado el lenguaje, cuando ambos son muy nerviosos y se retroalimentan, cuando tienen una relación conflictiva, cuando se comparan continuamente y son competitivos… “Si se toma esta decisión, entonces el profesorado debe ser sensible y estar atento a la evolución de los niños; y la mayoría lo hace”, defiende María Rosa Gil, profesora de la UAB y asesora piscopedagógica en la zona de Terrassa.

Un motivo de peso para mantenerlos juntos de entrada, según Rosa Sellarés, psicóloga y directora de la Fundación PRESME, es si no han sido nunca separados antes. Así lo argumentaba en un artículo de la revista Infancia (Rosa Sensat) de 2014. El proceso madurativo de los bebés gemelos tiene sus particularidades: a diferencia del resto de niños, tienden a desarrollar la conciencia propia -el yo- un poco más tarde , y lo mismo les pasa con algunos aspectos del desarrollo lingüístico. Que necesitan atención especial a la hora de fortalecer su autonomía es, por tanto, un diagnóstico compartido.

El estudio del King’s College no analiza el desarrollo de la autonomía. “Es una variable muy difícil de medir; decir que la autonomía es buena o mala para un niño es una opción personal”, expone Terrie Moffitt, autora de la investigación, a preguntas de El Diari de l’Educación. “Algunas culturas creen que las relaciones más cercanas y la interdependencia entre los hermanos es buena para los niños”, precisa. Moffitt también diferencia entre hermanos monocigóticos y dicigóticos. “Otras investigaciones muestran que los gemelos monocigóticos tienden a ser más cercanos emocionalmente; en la nuestra se ve que estos sufren la separación en la escuela; los dicigóticos no”, concluye.

Participación familiar y flexibilidad

Ninguno de los psicólogos consultados reclaman una política estricta en favor de la escolarización juntos. Tampoco en Pablo, que sufrió en primera persona la separación de sus hijos. Lo que reclaman sobre todo es que las familias tengan algo que decir y que la decisión no sea irreversible. “Lo que sería idóneo es que la decisión fuera consensuada, y que además cada año se evaluara el progreso y el maestro y las familias pudieran c0mentar la evolución”, expone Feenstra. Gil reivindica por su parte que la relación, cada vez más estrecha entre familias y escuelas, hace que este tipo de decisiones se tomen, en mayor medida, de forma dialogada.

Esta psicopedagoga también apuesta por romper la dicotomía juntos-separados en un contexto de cambio educativo en el que defiende que pueda haber momentos para todo. “Las escuelas, sobre todo en infantil que es la edad más crítica, trabajan cada vez más para rincones, y esto hace que los niños puedan circular más libremente y encontrarse en caso de que haya gemelos”, ejemplifica Gil. También es cierto que un número creciente de centros apuestan por mezclar los grupos-clase e incluso las edades, por lo que la separación en estos casos ya no sería tan drástica.

Con todo, siempre habrá casos en que familias y centro no se pondrán de acuerdo. En el caso de la Comunidad de Madrid -la primera en regular este tema-, si se da una situación de disparidad de opiniones la última palabra quedará en manos de la Consejería. Es decir, probablemente de la Inspección Educativa. En cuanto a la sentencia de Badajoz, el juez dio la razón a la familia gracias a un informe pericial de una psicóloga que recomendaba que fueran a la misma clase.

En estos extremos ya no hay tanto consenso sobre cuál debería ser la forma de proceder. “Entiendo que pueda haber una especie de arbitraje de un psicólogo”, expone en Pablo, “pero la última palabra debería ser de la familia: es responsabilidad nuestra si nos equivocamos”, sostiene. Una opinión similar tiene Feenstra, al menos cuando se trata de la primera escolarización a P-3. “A esta edad los maestros no conocen a los niños tan bien como los padres”, sentencia. Esto, sin embargo, supondría abrir la puerta a una legitimidad de las familias a decidir sobre lo que ocurre en la escuela. Y no complacería a todos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/07/los-hermanos-gemelos-en-la-escuela-de-separarlos-siempre-a-tener-en-cuenta-sus-necesidades/

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