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Las niñas quieren ser líderes… si las dejan

Por: Alejandra Agudo

Una encuesta a 10.000 chicas de 19 países revela que el 76% aspira a ocupar altos puestos en su comunidad, carrera o país, pero creen que tendrán que esforzarse más que los varones

Una carrera de obstáculos. Así ven las niñas su camino hacia el liderazgo. Una encuesta a 10.000 jóvenes de 19 países revela que el 76% de ellas aspira a ocupar altas posiciones en sus comunidades, carreras y países, pero creen que lo tendrán muy difícil, al menos, más que los varones. «El clavo que sobresale se aplasta», respondía una joven japonesa que ha participado en el estudio de la ONG Plan Internacional y el Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios.

«Las niñas nombran a la discriminación de género, el sexismo flagrante y los estereotipos como barreras», escriben las autoras del informe, titulado Tomamos la iniciativa: las niñas y jóvenes cambian los rostros del liderazgo. El 60% piensa que las mujeres tienen que trabajar más duro para ser respetadas. Prácticamente todas, el 93%, cree que las que alcancen el liderazgo habrán tenido que experimentar «contacto físico no deseado», y una vez en la cima no serán tratadas igual que los hombres.

Para Anne-Birgitte Albrectser, directora ejecutiva de Plan Internacional, estas respuestas son el resultado de «la dura verdad» que ven las niñas. Solo el 24% de los parlamentarios en el mundo son mujeres, según datos de la Unión Interparlamentaria. El mismo porcentaje que han alcanzado roles ejecutivos en el mundo empresarial. Y eso que en los últimos años se han producido progresos en ambos casos, si bien con altibajos y a un ritmo lento.

Pese a su confianza en su capacidad de liderazgo —solo el 5% dijo no tener ninguna—, este tipo de percepciones sobre lo que les espera y lo que la sociedad considera apropiado para ellas, suponen un freno para las jóvenes. «Todas son conscientes de que las sociedades reconocen a los hombres como líderes. Y perciben que cuando una mujer alcanza algo de poder, son criticadas», apunta Jacqueline Gallinetti, unas de las autoras del estudio, en una conversación telefónica.

La clave para superar la parálisis o desazón es «no callarse, no tener miedo». Así lo cree la antropóloga Mercedes Fernández-Martorell, profesora en la Universidad de Barcelona. En su opinión, el temor que durante siglos han experimentado las mujeres está desapareciendo. «Antes nos quemaban vivas, nos decían que fuéramos buenas porque de lo contrario se nos consideraría prostitutas, como si ellas fueran enemigas», explica. Pero ahora «algo se está haciendo bien», opina, si las chicas se atreven a expresar sus aspiraciones como hacen las encuestadas para el estudio.

Erika, ecuatoriana de 19 años, pudo saltarse las barreras de los estereotipos y culturales. No fue fácil pues su comunidad, asegura, es muy patriarcal. Ella dice que lo consiguió porque cree en ella misma. Aunque como mujer, indígena y sin recursos no se suponía que debía llegar a la universidad, hoy estudia Arquitectura. Escogió esta formación porque le gusta, pero tenía además otro incentivo. «Para desafiar los patrones de que esta carrera es para hombres y gente con dinero», explica por teléfono desde Vancouver, donde participa en la conferencia internacional sobre los derechos de las mujeres Women Deliver como miembro de la red de jóvenes de Plan Internacional. «De nosotras se espera que estemos con los animales y los hijos, que son los que nos cuidarán en el futuro», lanza. «Pero aquí estoy, soy el claro ejemplo de que las niñas podemos cambiar el mundo».

Ese ímpetu por transformar sus sociedades es lo que explica, en opinión de Jacqueline Gallinetti, unas de las autoras del estudio, de que las niñas de los países menos desarrollados tengan más ansias de liderazgo que las de países ricos. «El contexto influye mucho, las dificultades que enfrentan, las motiva para querer cambiar sus países desde dentro», explica. Esta es una de las diferencias geográficas que encontraron entre los 19 países analizados: Benín, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Filipinas, Finlandia, Honduras, India, Japón, Países Bajos, Perú, República Dominicana, Senegal, Sierra Leona, Sudán del Sur, Suecia, Vietnam, Uganda y Zimbabue. «Me parece inaceptable que el lugar de las mujeres solo esté en la casa. Deben estudiar y participar en el cambio de su país», respondió una de las senegalesas encuestadas.

Las niñas quieren ser líderes... si las dejan

Otro factor que influye en las ganas de llegar más alto es la formación. «Cuanto más educadas, más ambición tienen para el futuro», apunta Gallinetti. Por eso, subraya la experta, es clave que las chicas tengan acceso a la mejor educación posible si se las quiere ayudar a conseguir sus sueños de poder.

El informe apunta que el apoyo de la familia, las campañas contra el sexismo desde el sector público y el privado, así como tener modelos femeninos a seguir alientan a las chicas a superar las barreras y perseguir el futuro que desean. «Las niñas aprenden a una edad más temprana que no es apropiado que sean ambiciosas. (…) Los niños reciben más estímulos para ser política ambiciosos por parte de sus familiares, amigos y compañeros», citan las autoras. «La visibilidad de mujeres en posiciones de poder también es un factor importante», agregan. Si otras lo han conseguido, ¿por qué no ellas? «El cambio tiene que empezar en los hogares y las comunidades», razona Erika.

«Mi modelo es mi madre. Siento que no soy nada sin su apoyo. Quiero introducir cambios en mi sociedad inspirándome en ella, ya que también una trabajadora social», dijo una joven india a los investigadores. «En la vida, necesitamos personas nos den ejemplo y nos digan: ‘Tú puedes hacerlo’. Alguien que nos anime», pedía una menor de República Dominicana a sus entrevistadores.

Qué es un líder: controlador, asertivo… ¿compasivo?

«Las características que se asocian con ser un líder son los mismos rasgos de carácter que las sociedades asocian con los hombres (controlador, dominante, enérgico, asertivo)», detalla el informe. Las chicas, según los hallazgos del estudio, no solo desean alcanzar posiciones de poder para cambiar sus sociedades, sino que además defienden hacerlo a su manera. «Ellas piensan que las buenas cualidades de un líder son la empatía, que sea alguien comprensivo y compasivo. Estas no son necesariamente las características masculinas del liderazgo», detalla Gallinetti.

Fernández-Martorell asegura que el verdadero líder es quien crea e innova «porque el ser humano tiene que inventar continuamente» para adaptarse. «Aunque nos hagan ver que lo importante es otra cosa» porque para ellos no es fácil asumir que las mujeres son creativas y, por tanto, líderes. De hecho, lo que prueba su argumento es que continuamente, ellos se apropian de las ideas de sus compañeras.

«Quiero ser una lideresa que pueda escuchar y respetar cada opinión y, sin embargo, no ceder ante los demás y dar una buena solución», sentenció una adolescente japonesa.

Gallinetti considera clave que se reconozca que las niñas y mujeres jóvenes «tienen características específicas para el liderazgo, que no son más débiles o peores, que pueden ser tan eficaces como la forma en que los hombres mandan». De hecho, agrega, la diferencia entre unos y otras no es mala, sino que se complementan.

El problema, continúa, es que ellas no tienen las mismas oportunidades, ni el mismo espacio para ser escuchadas y tomar las riendas. «Es muy bueno que tengan estas aspiraciones, pero deben ver que pueden lograrlas. Cuando te topas constantemente con una pared, no te respetan ni escuchan, obviamente, esas aspiraciones van a morir. Depende de las ONG, de los gobiernos y los medios de comunicación permitir que las niñas y mujeres jóvenes tengan un espacio donde sus voces sean escuchadas», zanja Gallinetti.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/06/04/planeta_futuro/1559641010_179826.html

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Cómo ser una profesora lesbiana visible y disfrutar en el intento

Nuestra cultura heterosexista ha generado la idea de que las mujeres lesbianas no podemos ser felices y esa idea hay que desterrarla de una vez por todas.

Por Ana Ojea

Tomando como referencia el título de la novela de Carmen Rico-Godoy Cómo ser una mujer y no morir en el intento he sustituido ese “no morir” por disfrutar, ya que generalmente las lesbianas es lo que hacemos: disfrutar.

Disfrutamos de nuestra sexualidad, de nuestros afectos, de nuestras experiencias vitales… también sufrimos, claro, ¡somos humanas! Quizás pueda llamar la atención, pero aún a día de hoy es importante recordar esas facetas placenteras de nuestras vidas porque nuestra cultura ha construido un estereotipo para nosotras, que poco o nada tiene que ver con el disfrute; de hecho, la mayoría de las ficciones lésbicas tradicionalmente terminaban en muerte, en locura o en cualquier otro trágico final. Nuestra cultura heterosexista ha generado la idea de que las mujeres lesbianas no podemos ser felices y esa idea hay que desterrarla de una vez por todas, en todos los ámbitos pero, por supuesto, también en las aulas.

Para comenzar a erradicar los estereotipos negativos y prejuicios sobre las lesbianas, para neutralizar el estigma que se nos atribuye y desactivar el tabú -que se refleja en detalles tan sutiles como bajar el tono de voz cuando se pronuncia la palabra lesbiana, haced la prueba-, es imprescindible la visibilidad. De ahí proviene la necesidad y la importancia de un día como hoy, 26 de abril, para la visibilidad lésbica.

La invisibilidad de las lesbianas es la estrategia por excelencia de la lesbofobia, la no-representación es la forma tradicional de representación del lesbianismo y esa invisibilidad desactiva toda posibilidad de existencia ya que sólo lo que se ve, existe, sólo lo que se nombra, existe. Pero, como dice Beatriz Gimeno en su lúcido libro La construcción de la lesbiana perversa, invisibilizando a las lesbianas, no sólo se niega nuestra existencia, sino que desaparecen, al mismo tiempo, las posibilidades de resistencia a la lesbofobia.

Ser visible ha cambiado mi vida laboral. Aunque he sido visible en el resto de ámbitos vitales, he tardado 16 años de docencia en decir en un aula: “Soy lesbiana”, y aunque no pretendo flagelarme por mi tardanza, ya que la asumo como un proceso vital que ha seguido su propio ritmo, a veces una vocecilla interior me reprocha mi lentitud ya que he perdido un tiempo precioso en el que podría haber disfrutado de este cambio tan positivo para mí misma, para mi alumnado y para el día a día en mi trabajo.

Antes de aquel comienzo del curso 2015-2016 en el que el primer día de clase les dije a mis 140 alumnes de Cultura Audiovisual en 1º de Bachillerato de Artes, que estaba casada con mi mujer; antes de tomar esa decisión, que hizo que me temblaran las piernas en aquel momento pero que después reforzó todos mis cimientos como profesora y apuntaló mi autoestima, mi invisibilidad laboral cotidiana consistía en no hablar de mi vida personal con casi nadie, ni con el resto del profesorado ni mucho menos, con el alumnado. Nunca me había inventado una doble vida, un novio o marido, pero no hablaba de ello, o sólo hablaba en primera persona del singular, por lo que durante 16 años parecía no tener pareja, cuando no era así. Todas mis compañeras y compañeros heterosexuales hablaban libremente de sus parejas, incluso algunxs casi no hablan de otra cosa; sin embargo, yo seguía silenciando mi vida personal.

Ese silencio era lesbofobia, el silencio es el armario, ese mecanismo de control y opresión del sistema heteronormativo que nos somete a una invisibilidad que se termina asimilando en forma de lesbofobia interiorizada que mina nuestra autoestima, infravalora nuestras relaciones de pareja y nos asfixia poco a poco mientras nos auto engañamos con una falsa idea de protección.

Pero es un espejismo. El armario no protege de la lesbofobia, el armario es la materialización directa de esa lesbofobia que construye todos los prejuicios que tememos reproducir. Nuestro silencio, el armario, alimenta el tabú y reafirma los estereotipos heterosexistas, además de confirmar la presunción de heterosexualidad que campa a sus anchas en la vida, en general y en los centros educativos, en particular.

Por tanto, sólo desde la visibilidad podemos desactivar esa carga negativa y demostrar que los prejuicios son erróneos y, de ese modo, podremos generar referentes positivos y reales para nuestro alumnado.

Es necesario superar ese miedo. Por nosotras mismas, para dignificar nuestra propia existencia y por la responsabilidad que tenemos respecto a nuestro alumnado, sobre todo hacia nuestras alumnas lesbianas que están viviendo lo mismo o probablemente situaciones mucho más difíciles y en edades infinitamente más complicadas.

Los beneficios de ser una profesora lesbiana visible son todos, como dice mi alumna María, “libera mucho vivir sin la máscara”. Ahora no tengo que preocuparme por cruzarme con mi alumnado por la calle si voy cogida de la mano de mi mujer, ya no tengo que hablar en primera persona del singular, puedo comentar anécdotas cotidianas o domésticas con mi alumnado o mis compañeres, con la misma naturalidad que la que lo hacen ellos y ellas, en resumen, mi vida es mucho más relajada y eso se traduce en felicidad, en orgullosa felicidad.

Pero no sólo los beneficios se encuentran en lo cotidiano, sino que mi visibilidad como profesora lesbiana me ha permitido avanzar un paso más: ejercer esa resistencia a la lesbofobia y desarrollar una labor en defensa de los derechos humanos en mi instituto y de lucha contra la discriminación y el acoso LGTBfóbicos. De ese modo, junto a mis compañeras del Equipo de Igualdad y Diversidad del IES Politécnico de Vigo llevamos un año desarrollando un Programa de Atención a la Diversidad LGTB y el consejo escolar del instituto aprobó recientemente mi nuevo cargo de Tutora LTGBIQA+ del centro.

Cuando comencé a pensar en este artículo, le pregunté al alumnado que pertenece al grupo de apoyo LGTB que hemos creado en el instituto, qué había supuesto para ellxs el haber tenido una profesora lesbiana visible.

Para Peter, que está en 3º de ESO: “Tener una profesora tan visible como ella me ha ayudado a sentir menos miedo por abrirme, por salir del armario”.

Según me ha escrito mi ex alumna Antía: “Las consecuencias positivas de haber tenido una profesora del colectivo visible fueron innumerables, pero las más importantes fueron quizá las siguientes:

  1. Saber a quién recurrir cuando hay algún problema relacionado con el tema.
  2. Ayuda al feedback y a un buen conocimiento de alumno-profesor.
  3. Ayuda a visibilizar el colectivo y a eliminar prejuicios y acoso/abuso y demás en las aulas.
  4. Ayuda a poder ser una misma en plenitud sin esconderse y ser respetada.

Ha marcado un antes y un después el haberte tenido como profesora. Pues cuando dije que era bisexual en clase era la primera vez también que salía del armario a lo grande y me sentí arropada, podía hablar con libertad sin ser juzgada y eso me ayudo indudablemente a conocerme mejor a mí misma. Si no fuese por eso, creo que a día de hoy seguiría escondiéndome y negándome a mí misma”.

Poco puedo añadir, salvo un llamamiento al profesorado LGTBI: rompamos los armarios en la docencia y dignifiquemos orgullosamente esta profesión.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/04/26/como-ser-una-profesora-lesbiana-visible-y-disfrutar-en-el-intento/

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Colombia: El escándalo en los Andes por supuestos casos de acoso sexual

América del sur/Colombia/04 Abril 2019/Fuente: Semana

Según la institución educativa, ya se están adelantando los procesos disciplinarios correspondientes y se están generando medidas de protección a las víctimas.

En los últimos días ha sido noticia una situación puntual de supuesto acoso sexual en la Universidad de los Andes. El caso involucra al director de Ciencias Biológicas, Adolfo Amézquita.

El tema surgió después del evento público ‘La olla comunitaria de denuncias’, en el que algunos estudiantes de la universidad se reunieron el Día de la Mujer para leer una serie de denuncias anónimas sobre casos de violencia sexual y concientizar a la comunidad sobre la importancia de destapar este tipo de casos.

Coincidencialmente, en seis denuncias apareció el mismo nombre: Adolfo Amézquita. Según las acusaciones, el profesor habría abusado de su posición y la confianza que se habría generado con algunas alumnas para hacerles insinuaciones y acercamientos incómodos.

“En una salida de campo en el 2016, él me dijo que estaba preciosa por una camisa rosada que estaba usando. Luego, recostados en una roca viendo las estrellas, me tomó una fotografía. Ahí decidí dejarle en claro que no quería tener nada con él, porque para mí él era casi una figura paterna”, decía uno de los testimonios.

El tema se hizo viral días después, con un video del evento público dado a conocer en redes sociales.

Por su parte, el profesor negó las acusaciones. “Jamás tuve ni expresé algún interés personal por ella (denunciante), no recibió una propuesta de mí, jamás una invitación, insinuación ni cualquier otro comportamiento inapropiado de mi parte”, dijo a El Tiempo.

La universidad respondió en un comunicado firmado por el rector, Pablo Navas, en el que dice que se iniciaron “los procesos disciplinarios y de generación de medidas de protección que fueron del caso” e hizo énfasis en que “la universidad, de forma coherente con su misión, respeta el debido proceso y los derechos de todos los involucrados, incluyendo los principios de dignidad y reserva”.

De hecho, la universidad recién empezó a aplicar este año unos nuevos protocolos para casos de maltrato, acoso, amenaza, discriminación o violencia sexual.

En julio del año pasado, la Corte Constitucional emitió una sentencia en la que exhortó al Ministerio de Educación a crear unos lineamientos donde establezca las obligaciones de las instituciones de educación superior frente a un caso de violencia sexual.

Esta emitió dichas orientaciones en agosto, y algunas universidades, como los Andes, adaptaron sus protocolos. Este y el protocolo de la Universidad Nacional, publicado en 2016, son de los más completos en el sentido que abordan el tema de forma integral.

El asunto es que este todavía es un tema nuevo para la educación superior.Según el informe ‘Pasó en la U’, publicado por el medio Distintas Latitudes y la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas, solo 6 de cada 10 universidades en América Latina tienen dichos protocolos.

En Colombia, de las seis instituciones consultadas, cinco contaban con los protocolos y el de mayor antigüedad -el de los Andes, justamente- apenas empezó a regir desde 2016. Por otro lado, una universidad colombiana no los había hecho públicos (la Uniminuto) y otra reporta no tener dichos protocolos (la Universidad de Antioquia).

Imagen tomada de: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2019/1/28/599474_1.jpg
Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/supuestos-casos-de-acoso-sexual-en-la-universidad-de-los-andes/607886
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Malasia dice que corregirá el sesgo de género en sus libros de texto

El año pasado, las redes sociales ayudaron a difundir una infografía que estudiaban los niños de nueve años en un libro de texto de educación física y salud de 2° año en Malasia, que muestra que las niñas deben proteger su modestia o arriesgarse a que se cuestione el honor de su familia.

Screenshot 2019-02-12 at 11.00.24La infografía ya se cubrió en los libros de texto, con una página de corrección publicada en las escuelas.

El gráfico de la izquierda del libro de texto en cuestión es sobre una niña llamada Amira que dice que sería humillada si no cuidara la “modestia de sus genitales” vistiéndose con modestia, si fuera sola a lugares tranquilos y no se cambiara detrás de puertas cerradas.

El contenido llamó la atención por la forma en que perpetuó el hecho de culpar a la víctima por el asalto sexual entre las jóvenes. Como resultado del clamor, el Ministerio de Desarrollo de la Mujer, la Familia y la Comunidad anunció en enero que analizaría más detalladamente la falta de educación sexual en las escuelas de Malasia.

Esta no es la primera vez que los padres y la comunidad han logrado usar el poder de sus voces para cambiar el contenido de los libros de texto. El Informe GEM 2017/8mostró que los esfuerzos de promoción en los EE. UU. por la Texas Freedom Network, por ejemplo, hicieron que los editores revisaran un texto cuestionable que distorsionaba los hechos del cambio climático.

En Sudáfrica, un libro de texto de Pearson en circulación durante cinco años, que incluía un escenario de agresión sexual que parecía promover el culpar a la víctima, también se revisó gracias a las redes sociales. Mientras que en Malasia la campaña viral comenzó en Twitter, en el caso sudafricano fue una pregunta de un padre publicada en Facebook en julio de 2016 que inspiró una petición en un sitio web y condujo a que se imprimiera una nueva edición del libro de texto.

Malasia no es la única que tiene contenido obsoleto en sus libros de texto, como hemos estado mostrando desde un documento de política publicado en 2016, Los libros de texto abren el camino al desarrollo sostenible.

Nos complace la noticia que Malasia va a revisar sus libros de texto adoptando una perspectiva de género. Para lograr la igualdad de género, los libros de texto no deben limitar a las mujeres a los empleos que son una simple extensión de sus actividades domésticas y maternas. Además de eliminar las representaciones discriminatorias de género, los libros de texto deben exponer formas comunes de discriminación de género en la sociedad y promover los derechos de las niñas y las mujeres y el derecho a la igualdad de género. Los libros de texto deben garantizar la paridad entre hombres y mujeres, niñas y niños en:

  • textos e ilustraciones;
  • la representación de personajes “héroes” y figuras menores;
  • la posición y el tamaño de los personajes en las ilustraciones;
  • como se presenta o refiere a figuras conocidas en los campos de la política, la ciencia, la literatura, el deporte, las artes y la economía.

Fuente:https://educacionmundialblog.wordpress.com/2019/02/12/malasia-dice-que-corregira-el-sesgo-de-genero-en-sus-libros-de-texto/

Imagen tomada de archivo OVE

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Libro: Discriminación de género. Las inconsecuencias de la democracia

América del Norte/ México/ 11.02.2019/ Fuente: www.conapred.org.mx

Discriminación de género. Las inconsecuencias de la democracia.

Autor: Serret Bravo, Estela
Año: 2006
Clasificacion: Ediciones Conapred
Grupo en Situación de Discriminación: Mujeres
Colección: Cuadernos de la Igualdad 06.
Edición: Primera Reimpresión 2008. México, D.F., México: Conapred, 2008, p. 59. ISBN: 970-9833-31-6.
Archivo: CI006.pdf abre en nueva ventana
Sinopsis: 
En todas las sociedades con historia -como documenta con fina erudición la autora de este libro- la mitad de la especie humana ha sido sometida sistemáticamente a todo tipo de vejaciones, sólo en razón de su sexo.

Link para la descarga: https://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/CI006.pdf

Fuente de la reseña: https://www.conapred.org.mx/index.php?contenido=documento&id=110&id_opcion=147&op=147

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Comparten campaña de respeto e inclusión para jóvenes LGBT en Francia

Europa/Francia/31 Enero 2019/Fuente: Huffpost

Los chicos de secundaria y preparatoria tendrán información para respetar a la diversidad sexual.

Francia lanzó una campaña para luchar contra la discriminación de personas LGBT en todas las secundarias y preparatorias del país.

La iniciativa se presentó por las redes sociales el 28 de enero, esta iniciativa la apoyada por el Ministerio de Educación y Juventud. Esta campaña que llevará pósters se distribuirá en todas las instituciones educativas públicas del país, la idea es darles información tanto a profesores como estudiantes de la diversidad sexual.

La asociación SOS Homophobia inició esta campaña, su objetivo es que los estudiantes LGBTI franceses se sientan más incluidos en la vida escolar y no sean blanco de violencia.

En el país se han detectado que los índices de homofobia en las escuelas se han incrementado un 38%

Fuente: https://www.huffingtonpost.com.mx/2019/01/28/comparten-campana-de-respeto-e-inclusion-para-jovenes-lgbt-en-francia_a_23655471/

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