Page 225 of 230
1 223 224 225 226 227 230

Venezuela: Se han asignado mas de 317.000 plazas para centros de educacion superior

Venezuela/16 Julio 2016/Fuente: Noticias 24

El viceministro para la Educación y Gestión Universitaria, Andrés Eloy Ruiz Adrián, aseguró este viernes que han sido asignadas 317.683 plazas para estudiar en los centros de educación superior oficiales y que para 2016 existen más de 400.000 solicitudes de ingreso.

“Para este año 2016 tenemos un total de 410.783 solicitudes de ingreso a la educación superior, y quienes quedaron fuera se repartirán entre la Misión Sucre y los estudios de Medicina Integral Comunitaria”, dijo.

Ruiz Adrián mencionó en este sentido que en el país “hay una mala leyenda respecto a la formación de médicos comunitarios”, destacando que quienes se forman bajo esta modalidad tienen dos etapas.

El viceministro para la Educación y Gestión Universitaria aseguró que todos los graduados “van al sistema público de salud para realizar prácticas profesionales”; indicó también, que para este año se habían presupuestado cerca de 56 mil millones de bolívares para las universidades, pero este presupuesto aumentó a más de Bs. 124.000.000.

Finalmente, Ruiz Adrián informó que el Ministerio sufrió a caída de la plataforma para actualización de los títulos universitarios, pero que si se carga la cita por Cancillería su despacho garantiza que se completará el trámite.

Fuente: http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/320175/se-han-asignado-mas-de-317-000-plazas-para-centros-de-educacion-superior-oficiales/

Comparte este contenido:

Chile: Calidad en la educación superior: ¿qué indican los indicadores?

América del Sur/Chile/14 de Julio de 2016/Fuente: Entorno Inteligente

La mercantilización del sistema de educación superior en Chile y el afán de lucro que lo alimenta ha generado en muchas instituciones el alejamiento de criterios académicos de excelencia y ha instalado la demanda por mejorar la calidad de la educación y puesto en evidencia la débil regulación y lo mucho que requerimos avanzar en este ámbito.

En el ámbito universitario, el concepto de calidad es de origen relativamente reciente y deriva de la irrupción del lenguaje de la economía y el «management» en las distintas esferas de la vida social. La entrega de capitales a los países para reformar la educación, a través del Banco Mundial o del BID, al inicio de la década de los 90, implicó introducir criterios de control de su uso y evaluación de la calidad de resultados de las innovaciones y mejoras, instalándose criterios de evaluación a partir de las definiciones establecidas por estos organismos y su lógica.

En nuestro país, uno de los dispositivos principales para la incorporación y aplicación de estos lineamientos han sido los Programas MECESUP. Para muchas universidades, el acceso a estos fondos ha resultado necesario para el logro de mejoramientos institucionales que exigen los procesos de acreditación.

De esta forma, la calidad en el ámbito del sistema educacional ha sido definida por el Mineduc y la CNA en términos operacionales, es decir, a partir de un conjunto de indicadores y estándares a cumplir, no contextualizados e historizados y que no dan cuenta del carácter procesual de la formación.

Ahora, cuando hablamos de calidad necesariamente tenemos que entender que alude a una cierta noción o entendimiento de lo que es una universidad, cuál es su carácter, su papel, las funciones que cumple y que le dan su especificidad como institución.

Es decir, la calidad es una construcción social que «hace sentido» en la sociedad o en ciertos grupos en determinado momento histórico: no es algo dado, ni para siempre, ni que tenga existencia independiente de un relativo consenso en una determinada comunidad.

A partir de esta mirada, resulta evidente que algunos indicadores de calidad utilizados por la CNA o por el Ministerio de Educación son discutibles. Desde una perspectiva más amplia, urge una mirada crítica, capaz de analizar la calidad y su relación -o no- con la reproducción de la desigualdad social.

Si observamos la realidad del mundo universitario del país, constatamos la existencia de algunas grandes universidades privadas que tienen la mayor cobertura del sistema, de «menor calidad», según lo indica la acreditación, y cuyos alumnos pertenecen a los estratos socioeconómicos de menores ingresos; y algunas universidades públicas y tradicionales de «mejor calidad», según lo indica la acreditación, que siguen siendo elitarias en términos de la composición social de su alumnado, reproduciendo así la desigualdad social.

En el escenario actual, algunos sostienen que habría universidades docentes, reducidas a la formación de profesionales; y universidades complejas, las que incorporan investigación y extensión o vinculación con el medio.

Las universidades han sido definidas históricamente no solo como una instancia de formación de profesionales de alto nivel, sino también y muy esencialmente, como el espacio social por excelencia para el desarrollo de la creación, del pensamiento reflexivo, la distancia crítica y el interrogarse respecto de lo dado; el desarrollo de la investigación y la generación de conocimientos; la innovación; y al servicio de los grandes temas nacionales.

Las universidades estrictamente docentes no serían entonces universidades. Coincidiendo con esta definición, los criterios e indicadores de calidad a partir de los cuales evaluarlas, en un determinado momento y a través del tiempo, deberían ser concordantes.

Extrañamente, para nosotros, hoy no constituyen indicadores de calidad en las universidades la mirada de género, la dimensión relativa a la participación de los distintos estamentos en su gobernanza, la capacidad efectiva de mayor inclusión, la relación entre la condición académica inicial de los estudiantes y el egreso, que estaría indicando hasta qué punto una universidad ayuda a disminuir la exclusión y la crónica desigualdad social.

En este contexto, la PSU como criterio de selección, así como otros indicadores de calidad de la docencia en lo referido a los estudiantes -como índices de deserción/retención, tasa de titulación oportuna y empleabilidad- resultan regresivos, pues son descontextualizados, en el sentido que valoran y consolidan lógicas discriminatorias que reproducen la desigualdad social estructural, perjudicando a aquellos estudiantes de menores ingresos y/o que han tenido menos oportunidades de aprendizaje.

Extrañamente, para nosotros, hoy no constituyen indicadores de calidad en las universidades la mirada de género, la dimensión relativa a la participación de los distintos estamentos en su gobernanza, la capacidad efectiva de mayor inclusión, la relación entre la condición académica inicial de los estudiantes y el egreso, que estaría indicando hasta qué punto una universidad ayuda a disminuir la exclusión y la crónica desigualdad social.

Así las cosas, es altamente valorable la exigencia de calidad como un criterio prioritario de la reforma, planteada por los estudiantes, el mundo universitario y las propias autoridades políticas, y debería ser un aspecto central de esta; pero es fundamental remirar el concepto de calidad y el tipo de indicadores con el que se la evalúa, entendiendo a la universidad como una institución que debiera incidir en la disminución de las profundas desigualdades sociales que caracterizan a nuestro país.
Fuente: http://www.entornointeligente.com/articulo/8692262/–

Comparte este contenido:

Canada: More people with PhD, master’s degrees working for low wages Number of university grads has doubled since 1997

 América del Norte/Canadá/Julio de 2016/CBC News Posted

RESUMEN: El número de personas con grados avanzados de post-secundaria que realizan trabajos de bajos salarios ha aumentado en un 60 por ciento en Canadá desde 1997, según una nueva investigación por el Centro para el Estudio de Niveles de Vida.
Los hallazgos fueron publicados el miércoles en el informe amplio del grupo sobre la evolución del empleo de bajos salarios en Canadá: incidencia, intensidad y Gap, 1997-2014. «Las personas con [másters y doctorados] – sólo el ocho por ciento de ellos en 1997 tuvieron un trabajo de salario bajo, ahora se ha ido hasta un 12 por ciento,» dijo Andrew Sharpe, director ejecutivo del centro. «Básicamente las posibilidades de las personas con educación superior para conseguir un buen trabajo han disminuido con el tiempo.»

By Jackie Sharkey,

The number of people with advanced post-secondary degrees doing low wage work has increased by 60 per cent in Canada since 1997, according to new research by the Centre for the Study of Living Standards.
The findings were released Wednesday in the group’s wide-ranging report on Trends in Low Wage Employment in Canada: Incidence, Gap and Intensity, 1997-2014.
«People with [master’s degrees] and PhDs – only eight per cent of them in 1997 had a low wage job, now it’s gone up to 12 per cent,» said Andrew Sharpe, executive director of the centre. «Basically the chances of highly educated people getting a good job have fallen over time.»
For the purpose of the study, low wage work was defined as work that paid $16 an hour or less.
That’s something Stefan Jackowski knows all too well. He graduated with a PhD in kinesiology in 2013 from the University of Saskatchewan.
«I didn’t think it would be easy, but I didn’t think it would be as difficult as it’s proving to be,» Jackowski said. «It just seems these days there are lots of strong candidates with PhDs in the health sciences field … all vying for a limited pool of jobs.»
Jackowski said kinesiology was his second post-doctoral program. He said he’s applied for 10 jobs since the beginning of 2016. He’s had three interviews, but no job offers.
Supply vs. demand
Part of the problem is the supply of highly-educated workers is outpacing the demand for their expertise, Sharpe said.
«The number of people with a university education has literally doubled in Canada between 1997 and 2014,» he said.
«We’ve expanded our educational facilities and our programs significantly. We always think that education is the ticket to a good job and it is … but it’s increasingly not a guarantee.»
Still, Sharpe said the numbers shouldn’t discourage people from pursuing higher education and suggested the onus should be on employers to create more jobs for highly-skilled workers.
Fuente: http://www.cbc.ca/news/canada/kitchener-waterloo/kw-high-education-low-wages-1.3678873

Comparte este contenido:

Colombia: Brecha salarial de género

Colombia/14 de julio de 2016/ Fuente: la discusión

El último Índice de Ocupación y Remuneraciones de la Asociación de AFP reveló que en el primer trimestre de 2016 la remuneración imponible promedio de las mujeres representaba un 85% de la de los hombres, a diferencia de lo que ocurría en los años noventa, en que el sueldo promedio de las mujeres solo alcanzaba al 68,5%.
Asimismo, se observa que a marzo, las tasas de crecimiento de renta imponible han crecido, llegando a niveles de 1,7% y 2,8% real, para hombres y mujeres, respectivamente.
El informe reveló también que el 55% de los hombres cotiza por rentas más altas (desde $500 mil en adelante), mientras que solo el 44% de las mujeres contribuyen por este mismo rango de ingresos. Lo contrario ocurre si se observan los aportes por ingreso imponible menor o igual a $500 mil, donde son las mujeres quienes muestran mayor proporción.
Lo anterior da cuenta de un fenómeno positivo que ha tendido a reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres, un tema en el que ha puesto especial interés el Gobierno, generando incentivos y programas de capacitación y certificación orientados a mujeres, principalmente jefas de hogar.
En opinión del economista Alejandro Puente, de la Universidad Santo Tomás, esta disminución en la brecha salarial se puede atribuir, en parte, a un cambio cultural, pues en los últimos 30 años la composición de la matrícula universitaria ha cambiado notablemente, de ser una dominada por los hombres, a una prácticamente paritaria, lo que si se traslada al mercado del trabajo, se traduce en una mayor proporción de mujeres con mejor calificación y por tanto, mejor remuneración.
En ese sentido, las cifras, sin bien son alentadoras, plantean el desafío de seguir apuntando a uno de los orígenes de la brecha salarial, que es el acceso a la educación superior, razón por la cual es clave continuar avanzando en la eliminación de las barreras de entrada a la universidad, que son principalmente económicas, mediante el aumento de la cobertura de la gratuidad.
Sin embargo, también es importante que el Estado asegure el acceso efectivo para las mujeres a la enseñanza superior, facilitando, por ejemplo, la participación de las embarazadas y las madres, que muchas veces ven limitadas sus posibilidades de seguir estudiando. Para ello, si bien se valora el esfuerzo desplegado por el Estado en las últimas décadas, con el aumento de cobertura de salas cunas y jardines infantiles, todavía es insuficiente.
De igual forma, es urgente trabajar en materia de flexibilización laboral, lo que permitiría aumentar la participación femenina en el mercado laboral, un tema relevante en la Provincia de Ñuble, donde apenas el 47,7% de las mujeres trabaja, versus el 72,1% de los hombres.
Por lo anterior, se lamenta que el Gobierno haya vetado los pactos de adaptabilidad que estaban contenidos en la reforma laboral que frenó el Tribunal Constitucional, pues una medida como ésa hubiese permitido a las trabajadoras pactar jornadas más flexibles, que se adecuen a las necesidades de los empleadores, pero también de mujeres que estudian. Quienes se oponen a esto argumentan que ello contribuiría a precarizar aún más el empleo y por tanto, los salarios, sin embargo, dicha postura pretende negar la existencia de esta realidad y coartar las opciones de las mujeres que se ven obligadas a trabajar y estudiar.
Finalmente, otro desafío relevante dice relación con combatir la fuerte discriminación que enfrentan las profesionales en el mundo laboral, pues a igual función, las mujeres perciben, en promedio, un ingreso inferior al de los hombres.
Desde una perspectiva económica, la mantención de las actuales brechas representan una distorsión en el mercado que debe ser corregida, una tarea que deben acometer en conjunto el Estado y el sector privado.

Fuente: http://www.ladiscusion.cl/noticia.php?id=4382#

Imagen:http://portal.ladiscusion.cl/getimage.php?img=//lib/kcfinder/upload/images/_MG_9775.jpg&w=1200&h=630&exact

Comparte este contenido:

Senegal: Global academic collaboration: a new form of colonisation?

África/Senegal/Julio 2016/Autor: Hanne Kirstine Adriansen / Fuente: theconversation.com

Resumen:  La educación superior en África es tan antigua como las pirámides de Egipto. Pero las instituciones más antiguas del continente desaparecieron hace tiempo. El tipo de educación superior que se entrega hoy en África, desde el curriculum a las estructura de los estudios y de las lenguas de instrucción, tiene sus raíces en el colonialismo. Esto ha llevado a muchos a preguntarse si las universidades africanas siguen sufriendo una especie de colonización – de la mente.

Higher education in Africa is as old as the pyramids in Egypt. But the continent’s ancient institutions have long disappeared. The type of higher education that’s delivered in Africa today, from curriculum to degree structure and the languages of instruction, is rooted in colonialism. This has led many to question whether African universities are still suffering from a sort of colonisation – of the mind.

The story of renowned climate change researcher Cheikh Mbow is an example. Mbow was born in Senegal in 1969 and studied there. Looking back at his experiences during his first years of university, Mbow observes: “I knew all about the geography and biology of France but nothing about that of Senegal.”

Mbow also happens to be my friend, and together with one of his colleagues we wrote a book chapter about the production of scientific knowledge in Africa today. The chapter is based on Mbow’s life story – which I’ll return to shortly.

In recent years a new consciousness has emerged about higher education’s historical roots. People are calling strongly for a decolonised academy. This feeds into a broader debate about the role of modern universities.

There’s little doubt that Africa’s universities need to be locally relevant – focusing their teaching and research on local needs. Unavoidably, though, they’re simultaneously expected to internationalise and participate in the heated global higher education competition. Standardisation is the name of the game here. Universities compete to feature on global ranking lists, mimicking each other.

Internationalisation also sees African researchers like Mbow travelling North in search of research environments with better resources. These international collaborations can be hugely beneficial. But all too often it’s organisations, universities and researchers in the global North that call the shots.

So how can the continent’s universities manage the tricky balance between local relevance and internationalisation? How can they participate in international collaboration without being “recolonised” by subjecting themselves to the standards of curriculum and quality derived in the North? How can they avoid collaborative programmes with the North that become mere tick-box exercises that only benefit the Northern researchers and organisations?

International collaboration grows

Over the past 20 years, international interest in African higher education has intensified. Aid agencies in the North have developed policies that are designed to strengthen Africa’s research capacity. Scandinavian countries were among the first to do so: Denmark has the Building Stronger Universities programme. Norway and Sweden have similar collaborative programmes.

Such initiatives are important. Research funding is very limited at African universities. National higher education budgets are quite low, especially compared with universities in the North. In their bid to educate rapidly growing populations, African universities tend to emphasise teaching rather than research. So these institutions rely heavily on external funding for research and depend on support from development agencies via so-called capacity building projects. These projects engage researchers from the North and South in joint activities within teaching and research, ideally to create partnerships based on mutual respect.

Many researchers from universities in the North and South are involved in these collaborative projects, usually as practitioners. Only rarely do we turn these collaborative projects into a research field, turning the microscope on ourselves and our own practice. After participating in a capacity building project in Africa, some colleagues and I became interested in understanding the geography and power of scientific knowledge.

We wanted to know how this power and geography is negotiated through capacity building projects. We also sought to understand whether such projects functioned as quality assurance or a type of neo-imperialism.

Simply put, our research explored whether capacity building and the tendency towards increased international collaboration in higher education is helping or hindering African universities. The answer? Both.

‘Monocultures of the mind’

The problem with such projects is that they might create what Indian activist Vandana Shiva calls “monocultures of the mind”. Shiva argues that these make diversity disappear from perception and consequently from the world. People all end up thinking in the same ways.

International collaboration can cause African universities to become more dependent on the North. Their dependence is on funding; through publication in journals from the North; and through technology that only exists in the North. It also manifests in thinking mainly using concepts and solutions developed in the North.

Another problem is that this international collaboration may draw African universities into the competition fetish that dominates higher education today. This may help them to become globally competitive. But they risk losing their local relevance in the process.

Capacity building projects risk creating Shiva’s monocultures of the mind. But they can also have the opposite effect: they can empower African researchers and help them to become more independent.

Empowerment through capacity building

For Cheikh Mbow, the North represented both an imposed curriculum through colonial heritage and the chance to acquire the skills needed to become an emancipated academic capable of creating new knowledge.

His PhD project explored natural resource management in Senegal “but using methods designed in the global North, in particular from France”. During his project he travelled from Senegal to Denmark and was exposed to another way of behaving. At his home institution, the Université de Cheikh Anta Diop in Dakar, questioning the knowledge and methods of older professors was perceived as misbehaviour. In Denmark he experienced a different system. There he was asked to question what was taken for granted even if it meant questioning older professors.

Paradoxically, the Danish system enabled Mbow to become an independent researcher. He became aware of how knowledge and methods inherited from the North were used in an African context without being questioned.

This is precisely what the African academy – and its societies more broadly – require.

Collaboration to decolonise

I would argue that collaborative projects such as capacity building programmes can be a means to assist African universities in producing contextualised knowledge. These projects can even lead to some sort of decolonisation of the academy if they are based on long-term partnerships, a close understanding of historical, political and geographical context, and not least a common exploration of knowledge diversity.

Fuente de la noticia: https://theconversation.com/global-academic-collaboration-a-new-form-of-colonisation-61382

Fuente de la imagen: https://62e528761d0685343e1c-f3d1b99a743ffa4142d9d7f1978d9686.ssl.cf2.rackcdn.com/files/128962/width926/image-20160701-18306-1fjureg.jpg

Comparte este contenido:

Políticas de educación superior en Iberoamérica

redem.org/08 de julio de 2016

Reseña: Políticas de educación superior en Iberoamérica

El presente estudio identifica y analiza las políticas públicas de educación superior o terciaria desarrolladas en Iberoamérica durante el quinquenio 2009-2013. Da cuenta de los resultados de una investigación realizada por el Centro de Políticas Comparadas de Educación (CPCE) de la Universidad Diego Portales y la Cátedra UNESCO de Políticas Comparadas de Educación Superior, ambas con sede en Santiago de Chile, investigación que contó con el patrocinio del III Encuentro de Rectores Universia (Río de Janeiro 2014). Además de los autores y colaboradores, participaron en ella quince investigadores expertos de la región, todos de reconocida trayectoria académica, que proporcionaron los materiales de base y prepararon los informes nacionales de política de educación terciaria que aparecerán publicados próximamente en otro libro.

Tomado de: http://www.redem.org/politicas-de-educacion-superior-en-iberoamerica/

Comparte este contenido:

Bolivia: Firma del convenio en beneficio de Normalistas de portachuelo

América del Sur/ Bolivia/02 de Julio2016/ noticia/El Mundo

El objetivo del convenio es “fortalecer la formación profesional de los estudiantes de la Escuela Superior de Formación de Maestros “Rafael Chávez Ortiz de Portachuelo concordante en la educación superior intercultural, intracultural y plurilingüe”, puntualizó Melfy Parada, directora General de la normal de Portachuelo. Además, se busca “refrendar las certificaciones de talleres y cursos de capacitación, desarrollar capacitaciones, talleres complementarios y seminarios de formación integral para la formación de los futuros maestros”, añadió Freddy Ticona Alvarez, Director Tecnológico Agropecuario De Portachuelo (TAP). También, se pretende “establecer mecanismos de interacción que permitan el aprendizaje y preparación constante del conjunto de la Escuela Superior Rafael Chavez Ortiz”, expuso Salomón Morales Fernández, Director Departamental de Educación de Santa Cruz de la Sierra. Asimismo, estos convenios buscan una “inclusión en cursos de formación académica curricular y extracurricular, actualización con actividades formativas y otros conocimientos y realizar el seguimiento a los procesos de interacción institucional educativa”, enfatizó Melfy Parada Gutiérrez, directora General de la normal de Portachuelo. El compromiso de las instituciones involucradas es gestionar la promoción, acreditación y certificación de toda capacitación para los estudiantes, maestras y maestros en ejercicio del SEP.

Fuent: http://elmundo.com.bo/web2/index.php/noticias/index?id=firman-convenio-en-beneficio-de-normalistas-de-portachuelo

 

Comparte este contenido:
Page 225 of 230
1 223 224 225 226 227 230