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La pandemia a través de los ojos de las niñas adolescentes (II): perder la escuela es perder la vida

Noticia/17 septiembre 2020/elpais.com

Más de 700 millones de jóvenes menores de 18 años no podían ir al colegio en el pico de la pandemia. Esta serie documental recoge, de la mano de Unicef, el testimonio de 16 de ellas sobre cómo les ha afectado. La segunda entrega, de cinco, llega desde Indonesia, India, Malí, Chad, Bangladés y Ghana. La ofrecemos en castellano en exclusiva

El cierre de las escuelas en 194 países dejaron a 1.600 millones de niños, aproximadamente el 90% de los estudiantes del mundo, sin escolarizar a principios de abril. La vida de niñas como Fikoh ha cambiado mucho. En el pico de la pandemia de covid-19, más de 700 millones jóvenes de todos los continentes no podían ir al colegio, lo que las ha obligado a reorganizar unas vidas cotidianas muy diferentes. Muchas adolescentes corren el riesgo de no regresar nunca al aula, ya que las familias recurren al matrimonio infantil o al trabajo forzado para aliviar sus cargas económicas.

Igual que en otros países del mundo, los centros educativos de Mali están cerrados, y Adiaratou ha tenido que encontrar nuevas formas de realizar sus tareas escolares. Para otras niñas, los obstáculos para acabar este curso son otros. Aparte de los problemas logísticos del aprendizaje a distancia, ellas también tienen que enfrentarse a la pérdida de las ventajas añadidas que supone ir al colegio. En los últimos meses, la escuela ha cambiado para casi todo el mundo, y empezamos a ser más conscientes de lo que supone una interrupción de la enseñanza. Pero para muchas estudiantes, la covid-19 no es la única causa de que sus posibilidades de estudiar se hayan interrumpido.

Laetitia forma parte del Parlamento Infantil de Chad, un programa extraescolar en el que participan gran número de jóvenes ambiciosos con ideas sobre cómo hacer frente a algunos de los mayores problemas del país. Para Laetitia, algunos de ellos tienen repercusiones muy personales. La desigualdad de género y la estigmatización impiden que la educación de las niñas progrese en todo el mundo. Esta situación puede cambiar, pero tenemos que asegurarnos de facilitar a las jóvenes centros de enseñanza seguros en los que puedan aprender y avanzar, y de empoderarlas para que tomen sus propias decisiones.

Si queremos proteger las capacidades, la ambición y el futuro de estas niñas, tenemos que actuar conjuntamente. Sin embargo, quizá el primer paso sea, sencillamente, escuchar.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/09/16/planeta_futuro/1600247518_952217.html

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Las buenas prácticas ante las tres pandemias más mortales del mundo salvan 38 millones de vidas

Reseñas/17 septiembre 2o2o/Autora: Lola Hierro/elpais.com

Juntas matan a más de tres millones de personas cada año, pero los resultados publicados por el Fondo Mundial contra el sida, la malaria y la tuberculosis revelan el progreso de las últimas décadas. Todo está ahora amenazado por la covid-19

Si se quiere, se puede. Este es el mensaje que lanzan los resultados publicados hoy por el Fondo Mundial (The Global Fund) contra la malaria, la tuberculosis y el sida. Desde el inicio de su actividad en 2002 hasta 2019 se salvaron 38 millones de vidas en la lucha contra estas tres grandes pandemias, que juntas matan anualmente a casi tres millones de personas. Es un mensaje positivo y esperanzador que llega en un momento en el que el impacto de la covid-19 en la sociedad, la economía y, muy específicamente, en los sistemas sanitarios, está haciendo temer que se pierdan décadas de progreso en la lucha contra estas enfermedades, entre otros muchos problemas a los que el mundo se enfrenta.

Esta nueva revisión «muestra todo el camino recorrido y lo que podemos lograr», opina en una conversación telefónica Francoise Vanni, directora de relaciones externas del Fondo Mundial, sobre lo que considera unos datos «extraordinarios» por la cantidad de vidas salvadas. «Muestra lo que se puede hacer cuando se trabaja de manera colectiva, coordinada y conla participación de las comunidades; y por otro lado dice que necesitamos movilizarnos ya si no queremos perder todo ese progreso en una cuestión de meses», advierte.

El Fondo Mundial es la herramienta de las Naciones Unidas para acabar con el sida, la tuberculosis y la malaria como tarde en 2030, en cumplimiento con los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados en 2015 y adoptados por casi la totalidad de países del mundo. Está formado por organismos públicos, entidades privadas y Estados; entre ellos, España, que hace ahora un año regresó a su seno después de ocho años de ausencia, aportación de cien millones de euros mediante. Este último informe recoge los logros en la lucha contra las tres enfermedades por separado y casos de éxito concretos que ponen de relieve cómo sí es posible acabar con ellas.

VIH en Esuatini: la escuela como arma de protección

Las huérfanas del sida Pumelele Ndlangamandla (10, derecha) y su hermana Nosipho Ndlangamandla (11) caminan a la escuela en Bhanganoma, en la zona rural de Esuatini. Las cuotas escolares para los huérfanos ahora las paga el Estado, financiado por varios donantes, incluido el Fondo Mundial. Su escuela les enseña tanto materias académicas como habilidades prácticas.
Las huérfanas del sida Pumelele Ndlangamandla (10, derecha) y su hermana Nosipho Ndlangamandla (11) caminan a la escuela en Bhanganoma, en la zona rural de Esuatini. Las cuotas escolares para los huérfanos ahora las paga el Estado, financiado por varios donantes, incluido el Fondo Mundial. Su escuela les enseña tanto materias académicas como habilidades prácticas. GIDEON MENDEL PARA THE GLOBAL FUND CORBIS A TRAVÉS DE GETTY IMAGES

El pasado mes de julio la ONU advirtió que se estaban ralentizando los progresos en la lucha contra el sida, pero no es menos cierto que los esfuerzos globales han logrado reducir la mortalidad por este virus y otras enfermedades relacionadas con él en un 61% desde el año 2000. «Hemos aprendido mucho por el camino, y cada vez más vemos que hay que focalizar esfuerzos, sobre todo, en prevención», subraya Vanni.

El ejemplo de buen hacer del que puede tomar nota el resto del mundo está en Esuatini, antes Suazilandia. Este país diminuto del sur de África, con apenas un millón de habitantes, arrastra una de las tasas de prevalencia de VIH más altas del mundo: un 27% de la población adulta. Y entre mujeres, aún más: un 63%. La buena noticia es que ha sido el primero, junto a Suiza, en alcanzar la meta 95-95-95 de la ONU diez años antes de lo previsto, es decir: el 95% de los afectados por el VIH conoce su estado serológico, el 95% de ellos está en tratamiento y el 95% no presenta carga viral en sangre o esta es indetectable.

La clave del éxito ha sido centrarse en la prevención de uno de los grupos más vulnerables al contagio: las adolescentes y mujeres jóvenes. Ellas, en particular en África subsahariana, tienen una probabilidad de contraer el VIH mucho mayor que sus pares hombres. «El año pasado estimamos que cada día se contagiaban mil mujeres», apunta Vanni. En Esuatini se pensó en cómo reducir la vulnerabilidad de este colectivo, y la respuesta fue desde un enfoque no solo sanitario, sino también educativo. Uno de estos programas se llama Girl Champ y se desarrolló para enseñar a las niñas y adolescentes cómo proteger su salud mediante la creación de espacios seguros y exclusivos para ellas, donde pueden charlar sobre cuestiones de salud vitales, incluida la prevención del VIH. «Hemos visto que, ayudando a las jóvenes a quedarse en la escuela a través de programas educativos y de incentivos económicos, se ha reducido su vulnerabilidad de manera muy exitosa. Lo de Estuatini es un ejemplo muy inspirador, pues se ve cómo a pesar de ser un país con una problemática extremadamente compleja, han podido cambiar la dinámica», celebra Vanni.

Tuberculosis en India: tecnología punta puerta a puerta

Con más de un millón y medio de muertes solo en 2018, la tuberculosis es la enfermedad que más mata, y uno de los principales frentes en la batalla contra esta enfermedad infecciosa es el infradiagnóstico: la inmensa cantidad de gente que vive con ella sin saberlo y que, además de que puedan morirse, también contagian a su alrededor. Pues bien, entre 2014 y 2018 (último año del que se tienen datos) la brecha entre la incidencia que se estima real y los diagnósticos se redujo de un 49% a un 33%, y muy especialmente en algunos de los países donde es más endémica. En esta categoría, India se lleva la palma. «Estamos muy orgullosos del ejemplo de India, porque tienen una carga enorme de tuberculosis en volumen y en proporción hasta el punto de que si no logramos acabar con la enfermedad en este país, no lo lograremos a nivel mundial», avisa Vanni.

Con ayuda de la Organización Mundial de la Salud y del consorcio mundial contra la tuberculosis Stop TB, se puso en marcha un programa para acelerar la detección de aquellos casos no identificados, y el resultado es que en 2018 se encontraron 344.000 más que durante el año anterior. Este logro se ha alcanzado mediante la participación de todos los actores —Gobierno, socios a nivel nacional, sector privado, sociedad civil, OMS, Stop TB…— y también mediante el buen uso de la tecnología y las carreteras porque, como subraya Vanni, «hay que ir hacia los casos, no esperar a que los casos vayan a ti».

Así, una flota de furgonetas bien equipadas recorre las zonas rurales remotas y de difícil acceso de India para realizar pruebas diagnósticas pueblo a pueblo y puerta a puerta a cada vecino. La tecnología molecular empleada es más precisa y produce resultados más rápidos que los métodos tradicionales: se ha podido reducir el tiempo de espera de los resultados de ocho días a unas pocas horas y de esta manera, en cuanto se identifica a un paciente se le puede atender inmediatamente.

Malaria en Myanmar: desplegando la red de redes

En la lucha contra la malaria, el número de muertes en el mundo continúa disminuyendo, pero esta caída de la mortalidad y también la rapidez en la reducción del número de casos se ha ralentizado «notablemente», alerta el Fondo Mundial. De hecho, la OMS advirtió recientemente que las muertes se pueden multiplicar e, incluso, doblar con respecto al año anterior por los efectos de la covid-19.

Naw Htay Htay Myint, trabajadora sanitaria de su comunidad, supervisa y registra a un voluntario para trabajar en la campaña contra la malaria en la aldea de Xwe Lay, estado de Kayin, Myanmar.
Naw Htay Htay Myint, trabajadora sanitaria de su comunidad, supervisa y registra a un voluntario para trabajar en la campaña contra la malaria en la aldea de Xwe Lay, estado de Kayin, Myanmar. QUINN MATTINGLY FONDO MUNDIAL

En la otra cara de esta moneda está Myanmar. Hace una década, un millón de personas cada año se contagiaba por la picadura de algún mosquito del género Anopheles y más de 300.000 morían. Hoy, esa cifra se ha reducido a 108.000 infecciones anuales y 170 muertes. La clave está en el reparto masivo de mosquiteras, otra vez casa por casa, familia por familia. Es una iniciativa que se realiza desde hace años en los países endémicos pero que aquí, en este Estado del sureste asiático, ha tenido especial éxito gracias al despliegue de 17.000 voluntarios sanitarios que fueron capacitados y dotados con herramientas para proteger a sus comunidades. Entre estas, pruebas rápidas de malaria y recursos para poder enviar los casos más graves al hospital. Estos voluntarios fueron capaces de llegar a los lugares de más difícil acceso de todo el país y suministraron a sus vecinos mucha información vital y hasta seis millones de mosquiteras tratadas con insecticidas de larga duración.

El impacto de la covid-19

«Las buenas prácticas con las tres enfermedades tienen que seguir, pero además hay que atender la crisis de la covid-19», alerta Francoise Vanni. Desde el estallido de la pandemia se han sucedido los llamamientos internacionales alertando de un retroceso en el progreso conseguido. Las restricciones al movimiento, tanto de personas como de transportes, y el cierre de los colegios están impactando directamente en la labor de quienes persiguen acabar con estas dolencias. En abril, durante el pico mundial de confinamientos, 1.600 millones de estudiantes en todo el mundo no podían acudir a sus escuelas porque estaban clausuradas. Y esto afecta directamente a las labores de prevención y sensibilización que con tanto éxito se han llevado a cabo en lugares como Esuatini.

En el caso de la malaria y la tuberculosis, es fundamental que los trabajadores sanitarios comunitarios puedan seguir yendo puerta por puerta con información, pruebas diagnósticas, mosquiteras y medicamentos. Vanni resalta que la protección de estos trabajadores de la salud es indispensable para mantener los programas. «Si no tienen protección adecuada, pues o no van a querer ir o van a enfermar si van; ahí es donde se tiene que actuar inmediatamente», indica la portavoz del Fondo Mundial. «Si el personal sanitario enferma y se muere, se desploma totalmente el sistema, así que estamos insistiendo mucho en que no todo es tecnología al final; es tener a hombres y mujeres que presten estos servicios de prevención de salud».

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/09/13/planeta_futuro/1599983668_229131.html

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“Este curso, el tema cero debería ser conectar con los niños antes de trabajar cualquier otro contenido”

Por: Ana Camarero

El objetivo es ayudar a los menores en las distintas etapas educativas de Infantil, Primaria y, sobre todo, Secundaria a “reengancharse” al nuevo curso

Marina acaba de cumplir ocho años y en breve iniciará el nuevo curso escolar. Este año cursa 3º de Primaria. Está nerviosa y, al mismo tiempo, feliz, de reunirse de nuevo con sus compañeros. Este comienzo de curso no será uno más. Posee algunos elementos diferenciadores con respecto al resto de años: primero, comienza seis meses después de que el pasado 14 de marzo las clases se cerraran tras declararse el Estado de Alarma en todo el territorio español para afrontar la situación de emergencia sanitaria originada por la covid-19; segundo, a causa del coronavirus, el alumnado se mantuvo en sus casas finalizando el curso anterior de manera digital, sin ninguna presencialidad en las aulas; tercero, la apertura de las aulas se inicia en la “nueva normalidad”, manteniendo la distancia de seguridad entre los estudiantes, el uso obligatorio de la mascarilla y la higiene de manos continua con gel hidroalcohólico. Una serie de pautas a las que se suma todo un protocolo de recomendaciones a desarrollar a lo largo de la jornada escolar. Pero… y los aprendizajes. ¿Dónde quedaron? ¿Se recuperarán los contenidos que el coronavirus despreció? ¿Cuáles serán las materias a las que habrá que dar mayor importancia?… Y los alumnos y alumnas, ¿cómo se encuentran? ¿cómo les ha afectado física, social y emocionalmente esta nueva situación? En definitiva, ¿qué perdieron durante estos meses y cómo ayudarles en las distintas etapas educativas de Infantil, Primaria y, sobre todo, Secundaria a “reengancharse” al nuevo curso?

Pedro Molino, tutor y creador de contenidos de la Universidad de Padres online, considera que el confinamiento ha afectado tanto al aprendizaje como a las relaciones interpersonales, a la vez que ha agravado las contradicciones de cada familia o escuela: “Los niños desobedientes se han vuelto más retadores, los hipersensibles más miedosos, los padres sobreprotectores lo han sido más aún y los niños adictos a las pantallas les han dedicado más tiempo. Los colegios sin unidad de estilo educativo han improvisado más y han pasado del exceso de deberes a la impotencia con respecto a los alumnos no conectados (brecha digital) generando una gravísima exclusión social”. Pero, señala este tutor de la Universidad de Padres online, que “curiosamente, algunos alumnos, con más capacidad de aprendizaje por sí mismos, han ganado autonomía y nivel en su aprendizaje online”.

En cuanto a los alumnos de Educación Infantil, Pedro Molino comenta que “ha afectado a los aprendizajes que requerían un nivel más preciso de psicomotricidad corporal, a la lógica del cálculo y a la socialización (como respetar turnos o compartir)”. Sin embargo, en aquellos que cursan Educación Primaria, este tutor apunta que “ha habido un retroceso en la atención, en la escritura y en conocimientos generales (salvo en niños lectores). También ha disminuido la confianza en el otro y la capacidad de realizar tareas en equipo”. Por eso, continúa Pedro Molino, “esta crisis debería servirnos para replantearnos el modelo de escuela tradicional predominante (transmisiva y pasiva) y renovarla con urgencia hacia una escuela más activa y participativa. Repensarnos y vertebrar qué enseñar, cómo enseñar y qué relaciones se establecen en el proceso enseñanza-aprendizaje, algo que requiere la formación urgente y permanente de familias y docentes”. Para lograrlo, Pedro Molino considera necesario “podar” el currículum y ofrecer esquemas de conocimiento esenciales donde, “a modo de mapas conceptuales o perchas clave, los niños puedan ir colocando en su mente todo lo que descubren en clase, en los libros, en el entorno y en Internet”.

El creador de contenidos de la Universidad de Padres afirma que el modo de “reenganchar” y motivar a los niños de Primaria es educarlos con emoción y sentido de pertenencia: “el tema cero debería ser conectar con ellos antes de trabajar cualquier otro contenido. Hay que dedicar el primer mes a hablar mucho con y entre ellos, a escucharlos, a recoger sugerencias y propuestas para crear conexión de aula, organizando pequeños equipos que, tanto en clase como fuera de ella (online), se apoyen en un sistema de aprendizaje compartido”. Además, continúa este tutor, “la realidad del virus puede tratarse desde muchos ángulos: educar a los niños en los principios del pensamiento científico (observar, medir, comparar, establecer hipótesis, comprobar); estimular la creatividad inventando cuentos literarios e imaginativos para que se sientan héroes; fomentar los valores de cooperación, creatividad y superación… La escuela es una microsociedad en pequeño”.

En el caso de los estudiantes de ESO, Domingo Hernández García, director y profesor de Biología y Geología del IES de Sahagún (Sahagún-León), expone que las consecuencias del confinamiento no son tan importantes respecto a la pérdida de contenidos y de estándares de aprendizaje, (“siempre se pueden recuperar en el siguiente curso y, en muchos casos, los programas de las distintas materias se repiten”), como a la pérdida de los otros aprendizajes, (“adquirir hábitos de trabajo, interacción con el medio y aplicación práctica de lo aprendido, el aprendizaje individual… Todo esto se ha perdido en estos meses y las consecuencias las veremos durante el curso”). Por ello, Hernández García es partidario de comenzar con la parte no trabajada durante el último trimestre. “Esto va a suponer un esfuerzo importante del profesorado, dedicando parte del primer trimestre a trabajar la parte de la materia no consolidada el curso anterior, respetando en todo momento los ritmos diferentes de aprendizaje de los alumnos”, señala el profesor de Biología.

Un planteamiento con el que coincide el director del Colegio Trilema El Pilar, Miguel García Morell, quien apuesta por realizar un trimestre 0 “para afianzar los contenidos menos trabajados durante el curso anterior. Durante este periodo se trabajará #SiempreListos para prepararnos ante un posible confinamiento, trabajando las competencias: digital, ejecutiva y la autonomía personal”. Una acción necesaria, según manifiesta García Morell, sobre todo “en el caso de los alumnos con escasa motivación para quienes el confinamiento, sumado a la imposibilidad de seguimiento por parte de las familias, ha supuesto una desconexión y descuelgue”. También, para aquellos alumnos con Necesidades Educativas Especiales (NEE) que “no han podido seguir las clases de forma adecuada junto a sus compañeros, teniendo que realizar sesiones individuales. O aquellos alumnos sin competencia digital que no han podido hacer un aprovechamiento óptimo de las asignaturas, y han sufrido una ralentización de su aprendizaje”.

Para evitar este “descuelgue” de los estudiantes, sobre todo de Secundaria, la gestión de las emociones debe ser el punto de partida, en opinión del director y profesor de Biología y Geología del IES de Sahagún (Sahagún- León). “La escuela pública tiene que ser el elemento que sirve para igualar y garantizar las mismas oportunidades. Durante la pandemia nos hemos dado cuenta que los alumnos de familias más desfavorecidas socialmente han sufrido mucho a nivel emocional por no poder contar con los medios y con la ayuda en casa que si han tenido otros alumnos; por eso es fundamental la enseñanza presencial. Tenemos que sumar las situaciones vividas por los hijos de los sanitarios y de las profesionales que han estado en primera línea de batalla contra el virus, las familias que han perdido su trabajo o que han perdido a un familiar. Todo esto necesita de un trabajo importante en los primeros días del curso; hablar de lo ocurrido es prioritario”.

El director del colegio Trilema El Pilar también apuesta por “trabajar la parte emocional de la realidad de la COVID-19: infoxicación, compromiso, responsabilidad y metacognición a partir de su porfolio del confinamiento. A partir de este, hacer un planteamiento de cómo afrontar un posible confinamiento durante el curso 20/21, los objetivos y las expectativas para este curso. No solo en el plano académico, sino también en la gestión de las emociones”. Con un objetivo esencial, destaca García Morell, que es “mantener un compromiso de colaboración y una comunicación constante, así como generar vínculos estrechos entre familia y escuela”. Porque, explica Pedro Molino, “las familias son fundamentales para poner los cimientos de la educación, pero no puede recaer todo el esfuerzo en ellas. Necesitan formación, apoyo educativo y ayudas para la conciliación… Los logros académicos son fruto de un estilo de crianza educativa responsable. La motivación por aprender de los niños se forja con un amor incondicional –estimulante, responsable y exigente– de los padres. Formar a los padres para educar mejor a los hijos es prioritario, porque necesitamos una sociedad más consciente, más colaboradora y más creativa”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/09/13/mamas_papas/1599991563_216253.html

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México: Desvanecida noción de escuela como unidad de cambio

Jesús González Alcántara/IBERO

La académica del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana y coordinadora del Faro Educativo, Arcelia Martínez Bordón, considera que el programa sectorial anterior colocaba la escuela al centro, lo que lograba involucrar varias dimensiones que se articulaban, tales como mejora de la infraestructura, mejora de la gestión, mejora de la participación social y mejora de la planeación escolar, a partir de la evaluación.

Ahora, afirma, se ha desvanecido la idea de la escuela como unidad de cambio donde confluyen varios actores en un trabajo coordinado y colaborativo.

Lo anterior se dio a conocer a través de una nota informativa que distribuyó el Faro Educativo y en la cual se recogen las discusiones de especialistas que participaron en las mesas 3 y 4 del Seminario “Programa Sectorial de Educación 2020-2024: Diagnóstico, propuestas y retos para su implementación” convocado por el Faro Educativo del INIDE, el Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia, el Campo Estratégico de Acción en Modelos y Políticas Educativas, y el Departamento de Educación de la IBERO.

Durante su intervención, Cimenna Chao Rebolledo, coordinadora de la Especialidad en Educación Socioemocional en el Departamento de Educación de la IBERO, señaló que en el Programa Sectorial de Educación los factores intangibles de la convivencia escolar están desdibujados, toda vez que en el programa sectorial se menciona un deseo de generar entornos favorables para el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero éstos se enmarcan únicamente en la infraestructura educativa.

No se habla propiamente de la creación de entornos que pongan en marcha actitudes, habilidades y competencias que generen un entorno favorable, tampoco se habla en términos de la formación que requieren los docentes respecto a los elementos intangibles.

Ello es preocupante, señaló Chao Rebolledo, porque la invisibilidad de lo intangible incide en que no se tenga claridad respecto a cómo se va a dar seguimiento y a evaluar el impacto que podría tener, por ejemplo, la inversión de infraestructura deportiva en el bienestar y en la sana convivencia, es decir, cómo vamos a saber si ese dinero que se va a invertir tendrá o no algún tipo de repercusiones.

Por su parte, Alejandra Luna Guzmán, maestra en Investigación y Desarrollo de la Educación por la IBERO y doctorante en Educación por esta misma institución, destacó que a la fecha no se tiene una base de datos con información y montos de las escuelas beneficiadas por el programa La Escuela Es Nuestra, por lo que, dijo, hay muchas incógnitas respecto a cómo se va a realizar la asignación presupuestal. También comentó que los montos de presupuesto que se tienen previstos (7,280 millones de pesos) no alcanzarán para cubrir las necesidades de infraestructura educativa de todas las escuelas, por lo tanto, señaló que se tiene que reducir el monto o bien, la cantidad de escuelas beneficiadas.

A pesar de advertir que en el Programa no se menciona a las Normales Rurales, el académico e investigador de la IBERO, Raúl Romero Lara, quien además es docente en el Instituto Superior Intercultural Ayuuk y asesor en la Universidad del Medio Ambiente, dijo estar de acuerdo en lo que llamó “la principal ruptura de este programa sectorial con los anteriores” y que es de tipo narrativo, al concebir que la escuela ha sido reproductora de desigualdades sociales, que el docente es un agente de transformación, y, por lo tanto, requiere ser revalorizado, y que debe privilegiarse la mejora por encima de la sanción.

En este encuentro también participaron especialistas del Tecnológico de Monterrey, del Instituto Tecnológico Autónomo de México y de la Universidad Autónoma de Baja California.

Consulta aquí el Programa Sectorial de Educación

https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5596202&fecha=06/07/2020

Este material se comparte con autorización de la IBERO

 

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Un profesor único para una escuela de altura

Reseñas/08 septiembre 2020/elpais.com

Gonzalo Durand Zamalloa tiene 58 años y es profesor en Markuray, una comunidad indígena de Perú. Los inicios para él no fueron fáciles, pero su vocación ha podido con todos los obstáculos que ha encontrado a su paso. Y estos han sido muchos. Una historia inspiradora

    • Su nombre es Gonzalo Durand Zamalloa, tiene 58 años y nació en Urubamba, uno de los pueblos más grandes del Valle Sagrado de los Incas ubicado en Cuzco, en el sur de Perú. Gonzalo pisó por primera vez estas tierras al poco de nacer, y nunca se ha separado de ellas. Su sueño desde que comenzó a tomar conciencia del mundo en el que vivimos es hacer algo para que éste sea un poco mejor.Gonzalo estudió para ser docente y opositó hace 21 años por una plaza de profesor en el sistema educativo público peruano. Obtuvo buenas notas, así que pudo elegir destino. Se quedó con la escuela de Phiri, un pueblo cercano a Ollantaytambo, a media hora de donde él residía por entonces, y a pie de carretera.

      Un día estaba charlando con una compañera que no había sacado buenas calificaciones, y esta se lamentó de que le había tocado aceptar la escuela de Markuray, una alejada comunidad indígena cuyo centro educativo no tenía medios y cuyos pobladores apenas habían salido de ella. Por aquel entonces, Gonzalo tenía esposa y cuatro hijos, pero comprendió que para cambiar el mundo un ser humano no puede estar encadenado a nada y decidió, para sorpresa de su compañera, proponerle un cambio de destino. Ella no dudo ni un solo segundo en aceptar la proposición.

    •  En Perú, las tasas de analfabetismo de hombres y mujeres indígenas de las áreas rurales oscilan del 2,8% de ellos al 7,3% de ellas (frente al 0,6% y 1% respectivamente en las áreas urbanas) según datos de la División de Población de la Comisión económica para América Latina y El Caribe (Cepal). Los comienzos no fueron fáciles para Gonzalo, pues Markuray, ubicada a 3.700 metros sobre el nivel del mar, le quedaba a unas cuatro horas de camino desde su casa en Urubamba. Este hecho hacía inviable para Gonzalo llevar una vida normal, ya que no podía pasar siete u ocho horas viajando a Markuray cada día. Entonces, tomó la decisión de quedarse a vivir allí de lunes a viernes, a pesar de que eso implicaba alejarse de su mujer e hijos y que, a largo plazo, le acabaría costando su matrimonio. Otro problema que encontró es que la escuela de Markuray apenas contaba con material para la enseñanza, así que Gonzalo decidió invertir su sueldo en mejorarla, convirtiéndola así en una apuesta personal a la que dedicar su vida. Actualmente los niños de Markuray ven en este colegio un hogar y en Gonzalo a un padre y a un amigo.
      2En Perú, las tasas de analfabetismo de hombres y mujeres indígenas de las áreas rurales oscilan del 2,8% de ellos al 7,3% de ellas (frente al 0,6% y 1% respectivamente en las áreas urbanas) según datos de la División de Población de la Comisión económica para América Latina y El Caribe (Cepal). Los comienzos no fueron fáciles para Gonzalo, pues Markuray, ubicada a 3.700 metros sobre el nivel del mar, le quedaba a unas cuatro horas de camino desde su casa en Urubamba. Este hecho hacía inviable para Gonzalo llevar una vida normal, ya que no podía pasar siete u ocho horas viajando a Markuray cada día. Entonces, tomó la decisión de quedarse a vivir allí de lunes a viernes, a pesar de que eso implicaba alejarse de su mujer e hijos y que, a largo plazo, le acabaría costando su matrimonio.Otro problema que encontró es que la escuela de Markuray apenas contaba con material para la enseñanza, así que Gonzalo decidió invertir su sueldo en mejorarla, convirtiéndola así en una apuesta personal a la que dedicar su vida. Actualmente los niños de Markuray ven en este colegio un hogar y en Gonzalo a un padre y a un amigo.

    •  Gonzalo no solo se dedicó a la escuela, sino que hizo importantes gestiones para Markuray. Consiguió que se construyese una carretera para los vehículos hasta la localidad y que llegase la energía eléctrica. También logró la construcción de un campo de fútbol, una capilla, la dotación de utensilios modernos para muchos hogares, etc. La carretera no se construyó bien y en temporada de lluvia es prácticamente intransitable debido a los derrumbes, pero facilita mucho la llegada a Markuray. Gonzalo tarda unos 90 minutos en llegar a la comunidad. En época de lluvias va en moto hasta Sogma, una localidad cercana, y luego sube a pie la montaña, lo que puede llevarle hasta dos horas y media.
      3Gonzalo no solo se dedicó a la escuela, sino que hizo importantes gestiones para Markuray. Consiguió que se construyese una carretera para los vehículos hasta la localidad y que llegase la energía eléctrica. También logró la construcción de un campo de fútbol, una capilla, la dotación de utensilios modernos para muchos hogares, etc.La carretera no se construyó bien y en temporada de lluvia es prácticamente intransitable debido a los derrumbes, pero facilita mucho la llegada a Markuray. Gonzalo tarda unos 90 minutos en llegar a la comunidad. En época de lluvias va en moto hasta Sogma, una localidad cercana, y luego sube a pie la montaña, lo que puede llevarle hasta dos horas y media.

    • Julián Sueldo, que ha salido temprano para recoger leña, regresa a pie a Markuray cargando con un pesado fardo a sus espaldas a pesar de sus 91 años. La longevidad y la fortaleza de los habitantes de esta localidad montañera se debe a que han estado alejados de la civilización, algo que también les ha permitido ser más ajenos a la contaminación y a los alimentos procesados, ambos perjudiciales para la salud. Los indígenas se benefician de algunos programas del Gobierno como el llamado Pensión 65, que les aporta 200 nuevos soles al mes, unos 50 euros, pero aseguran que en muchas ocasiones no les llega el subsidio, algo que atribuyen a una mala gestión de la institución. El 26% de la población peruana es indígena, según el Banco Mundial y casi la mitad de los habitantes del país viven en áreas rurales.
      4Julián Sueldo, que ha salido temprano para recoger leña, regresa a pie a Markuray cargando con un pesado fardo a sus espaldas a pesar de sus 91 años. La longevidad y la fortaleza de los habitantes de esta localidad montañera se debe a que han estado alejados de la civilización, algo que también les ha permitido ser más ajenos a la contaminación y a los alimentos procesados, ambos perjudiciales para la salud. Los indígenas se benefician de algunos programas del Gobierno como el llamado Pensión 65, que les aporta 200 nuevos soles al mes, unos 50 euros, pero aseguran que en muchas ocasiones no les llega el subsidio, algo que atribuyen a una mala gestión de la institución. El 26% de la población peruana es indígena, según el Banco Mundial y casi la mitad de los habitantes del país viven en áreas rurales.
    • Casi llegando a Markuray, tres jóvenes labradores descansan después de una jornada cultivando. En esta región, abajo en el valle, hay tierras comunitarias que se reparten entre diversas comunidades indígenas. Estos chicos bajan por la noche para aprovechar las primeras horas del día, cuando hace menos calor, para trabajar. La agricultura y la ganadería de Markuray es de subsistencia, y apenas quedan excedentes para el intercambio o la venta. La débil situación económica empuja a los más jóvenes a trabajar como porteadores en el Inca Trail o Camino del Inca, llevando los pesados equipajes de los turistas. Si una agencia cobra a un turista 120 euros por contratar un porteador, la agencia paga al porteador unos 120 nuevos soles, o 30 euros, por un trabajo de cuatro días.
      5Casi llegando a Markuray, tres jóvenes labradores descansan después de una jornada cultivando. En esta región, abajo en el valle, hay tierras comunitarias que se reparten entre diversas comunidades indígenas. Estos chicos bajan por la noche para aprovechar las primeras horas del día, cuando hace menos calor, para trabajar. La agricultura y la ganadería de Markuray es de subsistencia, y apenas quedan excedentes para el intercambio o la venta. La débil situación económica empuja a los más jóvenes a trabajar como porteadores en el Inca Trail o Camino del Inca, llevando los pesados equipajes de los turistas. Si una agencia cobra a un turista 120 euros por contratar un porteador, la agencia paga al porteador unos 120 nuevos soles, o 30 euros, por un trabajo de cuatro días.
    • De los 3,8 millones de personas que viven una situación de pobreza extrema, 2,1 millones son niños y niñas. Del total de 10,2 millones de menores de 18 años, más de 6,5 millones viven por debajo de la línea de la pobreza, según Unicef. Si los padres se ausentan para trabajar, las mujeres se quedan a la cabeza de las labores del hogar y necesitan la ayuda de sus hijos, por lo que estos dejan de ir a la escuela. Este es uno de los principales problemas que se le han presentado a Gonzalo, que ha tenido que discutir mucho con los padres de los menores de edad para que les dejaran asistir a clase. Ahora, al llevar tanto tiempo en Markuray y haber sido el profesor de muchos de esos padres cuando eran pequeños, estos entienden las intenciones del profesor. Gonzalo ha conseguido que casi ningún niño pierda clases. En la imagen, Dina, de cuatro años, que ayuda a su familia con la ganadería cuando sus padres se marchan a trabajar fuera.
      6De los 3,8 millones de personas que viven una situación de pobreza extrema, 2,1 millones son niños y niñas. Del total de 10,2 millones de menores de 18 años, más de 6,5 millones viven por debajo de la línea de la pobreza, según Unicef. Si los padres se ausentan para trabajar, las mujeres se quedan a la cabeza de las labores del hogar y necesitan la ayuda de sus hijos, por lo que estos dejan de ir a la escuela. Este es uno de los principales problemas que se le han presentado a Gonzalo, que ha tenido que discutir mucho con los padres de los menores de edad para que les dejaran asistir a clase. Ahora, al llevar tanto tiempo en Markuray y haber sido el profesor de muchos de esos padres cuando eran pequeños, estos entienden las intenciones del profesor. Gonzalo ha conseguido que casi ningún niño pierda clases. En la imagen, Dina, de cuatro años, que ayuda a su familia con la ganadería cuando sus padres se marchan a trabajar fuera.
    • La llegada de la energía eléctrica abrió un mundo de posibilidades a los habitantes de Markuray. En la imagen posa en su hogar Ignacia, una de las personas más activas por el bienestar del pueblo y gran aliada de Gonzalo en su proyecto. Hasta hace unos años nadie imaginaba que podría ver la televisión desde su casa. El progreso se mezcla con la tradición y la familia vive entre pequeños roedores, los cuis, que tienen una de las carnes más cotizadas de Perú por su exquisito sabor.rnrn
      7La llegada de la energía eléctrica abrió un mundo de posibilidades a los habitantes de Markuray. En la imagen posa en su hogar Ignacia, una de las personas más activas por el bienestar del pueblo y gran aliada de Gonzalo en su proyecto. Hasta hace unos años nadie imaginaba que podría ver la televisión desde su casa. El progreso se mezcla con la tradición y la familia vive entre pequeños roedores, los cuis, que tienen una de las carnes más cotizadas de Perú por su exquisito sabor.
    • En Markuray se habla quechua y solo los más jóvenes entienden y hablan el castellano. En la imagen, un anciano de Markuray muestra su radio, a la que considerada un pequeño tesoro. Dice que le encanta escucharla, aunque apenas entiende lo que dicen los locutores. Para él fue chocante que este aparato llegase a sus manos cuando ya tenía 80 años. Gonzalo mantiene una pelea constante para que en los hogares no solo se hable quechua, sino que se facilite el aprendizaje el castellano a los niños.
      8En Markuray se habla quechua y solo los más jóvenes entienden y hablan el castellano. En la imagen, un anciano de Markuray muestra su radio, a la que considerada un pequeño tesoro. Dice que le encanta escucharla, aunque apenas entiende lo que dicen los locutores. Para él fue chocante que este aparato llegase a sus manos cuando ya tenía 80 años. Gonzalo mantiene una pelea constante para que en los hogares no solo se hable quechua, sino que se facilite el aprendizaje el castellano a los niños.
    • La llegada del progreso ha llevado la confusión y el cambio a muchas comunidades nativas. La imagen del indígena joven trabajando feliz su chacra (su tierra) es cada vez más difícil de encontrar. Gonzalo trabaja por mantener la identidad de Markuray, pero sabe que es una batalla perdida. El progreso, literalmente, arrolló a Markuray y a muchas otras comunidades. En las ciudades, no todos son tolerantes con los indígenas: en ocasiones son insultados y los más jóvenes terminan avergonzándose y quieren olvidar a toda costa su pasado, buscándose la vida en las ciudades y malviviendo.
      9La llegada del progreso ha llevado la confusión y el cambio a muchas comunidades nativas. La imagen del indígena joven trabajando feliz su chacra (su tierra) es cada vez más difícil de encontrar. Gonzalo trabaja por mantener la identidad de Markuray, pero sabe que es una batalla perdida. El progreso, literalmente, arrolló a Markuray y a muchas otras comunidades. En las ciudades, no todos son tolerantes con los indígenas: en ocasiones son insultados y los más jóvenes terminan avergonzándose y quieren olvidar a toda costa su pasado, buscándose la vida en las ciudades y malviviendo.
    • Gonzalo siempre ha intentado inculcar valores a través del deporte. Con mucho esfuerzo y dedicación construyó junto con los vecinos de Markuray el Maracaná, un campo que hoy es la envidia de todas las comunidades aledañas. En este campo de fútbol los niños juegan y hacen deporte tanto en horario escolar como fuera de él.
      10Gonzalo siempre ha intentado inculcar valores a través del deporte. Con mucho esfuerzo y dedicación construyó junto con los vecinos de Markuray el Maracaná, un campo que hoy es la envidia de todas las comunidades aledañas. En este campo de fútbol los niños juegan y hacen deporte tanto en horario escolar como fuera de él.
    •  La escuela de Markuray es el territorio de un soñador, Gonzalo, y el lugar en el que los niños fantasean en ser como él. Las instalaciones fueron nuevamente construidas y ahora el centro es más grande, tiene mejor material escolar, sillas y mesas adecuadas, buenas pizarras, cocina y, recientemente, han instalado algunos ordenadores. Debido a la altitud donde está ubicada Markuray, el agua de su manantial está helada y los niños a menudo se resisten a asearse. Gonzalo mantiene una lucha diaria para que los alumnos se laven las manos antes de comer o los pies. En su escuela todos pasan descalzos para mantenerla limpia. La escuela también da de desayunar a los niños y, si no lavan sus cuencos y tazas, se quedan sin él.
      11La escuela de Markuray es el territorio de un soñador, Gonzalo, y el lugar en el que los niños fantasean en ser como él. Las instalaciones fueron nuevamente construidas y ahora el centro es más grande, tiene mejor material escolar, sillas y mesas adecuadas, buenas pizarras, cocina y, recientemente, han instalado algunos ordenadores.Debido a la altitud donde está ubicada Markuray, el agua de su manantial está helada y los niños a menudo se resisten a asearse. Gonzalo mantiene una lucha diaria para que los alumnos se laven las manos antes de comer o los pies. En su escuela todos pasan descalzos para mantenerla limpia. La escuela también da de desayunar a los niños y, si no lavan sus cuencos y tazas, se quedan sin él.

    • El trabajo de Gonzalo es revisado rigurosamente por el Gobierno regional y hoy es día de examen. Una vez al año, se escoge a cuatro niños de secundaria al azar y estos hacen un examen que, para casi cualquier estudiante de una ciudad, sería un pasatiempo. Pero para los de Markuray es muy difícil por su dificultad para entender castellano. Este año, el encargado de hacer la prueba y supervisar el trabajo es Eder. Gonzalo explica las reglas del examen y hace hincapié en que no se debe copiar.
      12El trabajo de Gonzalo es revisado rigurosamente por el Gobierno regional y hoy es día de examen. Una vez al año, se escoge a cuatro niños de secundaria al azar y estos hacen un examen que, para casi cualquier estudiante de una ciudad, sería un pasatiempo. Pero para los de Markuray es muy difícil por su dificultad para entender castellano. Este año, el encargado de hacer la prueba y supervisar el trabajo es Eder. Gonzalo explica las reglas del examen y hace hincapié en que no se debe copiar.
  • A pesar de haber sido claro con los chicos, durante el examen estos no pueden evitar a veces la tentación de intentar copiar cuando se quedan atascados. Eder, comprensivo, sonriente y amable, vuelve a explicar las normas y se portan bien hasta el final de la prueba.
    13A pesar de haber sido claro con los chicos, durante el examen estos no pueden evitar a veces la tentación de intentar copiar cuando se quedan atascados. Eder, comprensivo, sonriente y amable, vuelve a explicar las normas y se portan bien hasta el final de la prueba.
  • Una vez finalizada la dura prueba para estos niños, Eder corrige los exámenes y comenta cómo ha sido el año lectivo con Gonzalo. Hubo avances y se reconoce el trabajo del maestro, pero ambos, especialmente Gonzalo, saben que hay que seguir trabajando muy duro. Un año más, el profesor ha conseguido cumplir los objetivos. Un año más, Gonzalo ha superado la prueba junto a sus alumnos.rnrn
    14Una vez finalizada la dura prueba para estos niños, Eder corrige los exámenes y comenta cómo ha sido el año lectivo con Gonzalo. Hubo avances y se reconoce el trabajo del maestro, pero ambos, especialmente Gonzalo, saben que hay que seguir trabajando muy duro. Un año más, el profesor ha conseguido cumplir los objetivos. Un año más, Gonzalo ha superado la prueba junto a sus alumnos.
  • Gonzalo ha conseguido que los niños quieran estudiar, y ha convertido la modesta escuela de Markuray en una pequeña fábrica de sueños en la que nueve de cada diez niños aseguran que de mayores quieren ser como él. Este héroe anónimo ha conseguido cambiar la imagen del alumno esforzándose por la del niño que quiere y disfruta aprendiendo a escribir y a leer. Este es su objetivo cumplido.
    15Gonzalo ha conseguido que los niños quieran estudiar, y ha convertido la modesta escuela de Markuray en una pequeña fábrica de sueños en la que nueve de cada diez niños aseguran que de mayores quieren ser como él. Este héroe anónimo ha conseguido cambiar la imagen del alumno esforzándose por la del niño que quiere y disfruta aprendiendo a escribir y a leer. Este es su objetivo cumplido.Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/31/album/1598876119_263447.html#foto_gal_15

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Las niñas africanas se enfrentan a la prohibición de ir a la escuela por estar embarazadas

Un millón de niñas del África subsahariana en edad escolar podría no ser admitida en la escuela tras quedarse embarazadas durante la pandemia de la COVID-19, según denuncia el informe ‘Aftershocks – Access Denied’ publicado por la ONG World Vision.

No pueden ir a la escuela por estar embarazadas

Una de cada cuatro mujeres (27%) de entre 20 y 24 años se convierte en madre antes de cumplir los 18 en los países menos desarrollados. Aunque se trate de una tendencia a la baja a escala mundial (se ha pasado de 65 casos cada 1.000 mujeres en 1990 a 47 cada 1.000 en 2015, según los últimos datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas), el crecimiento de la población del planeta indica que el número de madres adolescentes también se incrementará en 2030, debido sobre todo a la explosión demográfica en África.

La ONG World Vision advierte de que muchas de las niñas que se quedaron embarazadas, debido a la violencia sexual, el matrimonio infantil y la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, perderán oportunidades en el futuro porque las políticas y prácticas de algunos países del África subsahariana no permiten que las niñas embarazadas o las madres jóvenes continúen su educación.

200 niñas de cada 1.000 son madres en África subsahariana

Las probabilidades de que una adolescente se quede embarazada son más elevadas en comunidades marginalizadas a consecuencia de la pobreza y la falta de educación y de oportunidades de trabajo.

En África occidental, por ejemplo, el índice se sitúa en 115 nacimientos cada 1.000 mujeres, frente a los 65 de América Latina y el Caribe, 45 del sureste asiático y los siete de Asia oriental. En África subsahariana, esta tasa es de 200 cada 1.000 mujeres, la más elevada del mundo.

Es la región del mundo en la que más niños y niñas no asisten a la escuela

Además de tener las tasas de embarazo en la adolescencia más altas del mundo, África subsahariana es la región del mundo en la que más niños y niñas no asisten a la escuela. En este contexto, las políticas frente a esta situación varían en toda la región y van desde la expulsión total de las niñas embarazadas hasta las estrategias que apoyan la educación continua de las madres adolescentes.

“Negar a las niñas su derecho a asistir a la escuela significa que nos enfrentamos a una nueva crisis en la educación de las niñas, a menos que los gobiernos actúen ahora”, asegura Isabel Gomes, directora global de Operaciones Humanitarias de World Vision para Servimedia, quien recuerda que la decisión de prohibir a las niñas embarazadas regresar a la escuela después del ébola en Sierra Leona tuvo graves consecuencias.

Nueva crisis en la educación de las niñas

“Estas niñas y sus hijos tuvieron menos oportunidades, mayores riesgos en la salud y bienestar, y mayor pobreza e inseguridad”, mantiene Gomes. Varias organizaciones están trabajando sobre el terreno para ayudar a este colectivo, pero aseguran que “no podemos hacerlo solos”.

Como apunta Isabel Gomes, en citas textuales de Servimedia, los países deben prepararse para el inminente aumento de estudiantes embarazadas y establecer políticas que faciliten su reingreso y educación continua. “Tenemos la oportunidad de prevenir nuevos impactos sociales y económicos como resultado de la COVID-19 y los gobiernos “deben actuar ahora antes de que sea demasiado tarde”.

Fuente: https://www.gndiario.com/africa-ninas-embarazadas-escuela

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Diez libros sobre educación, cosecha 2020

Por: Jaume Carbonell

A las puertas de las vacaciones de verano, del curso más raro que nadie recuerda, os ofrecemos algunas posibilidades para pensar y repensar la educación durante las próximas semanas.

Un aprendizaje muy poderoso

Abelleira, A; Abelleira, I. (2020), El latido de un aula infantil, Barcelona: Octaedro.

Al poco de empezar a leer este libro me entraron ganas de viajar a Galicia para conocer la escuela pública de O Milladoiro. En pocos libros he descubierto un cosido tan sólido entre la teoría y la práctica, y entre la ciencia, el arte, el compromiso profesional y la imaginación. El texto está trufado de jugosas metáforas y hay una en particular que les va a las autoras como anillo al dedo: la de lutiers, esos artesanos que tienen en la cabeza todo el proceso de creación, que eligen los mejores materiales y ensamblan las piezas sin prisa y con mucho oficio. Esto es lo que hacen estas dos hermanas maestras, tras muchas lecturas pedagógicas y de otros ámbitos bien digeridas, escuchas y observaciones atentas y propuestas muy bien reflexionadas. No hay actividad sin un sentido y una finalidad.

En esta obra que, en cierta medida, es una continuidad de Los hilos de Infantil con la que obtuvieron el Premio Marta Mata de Pedagogía -tienen unos cuantos más- resuenan los diarios de Mario Lodi, la experiencia de Escuelas Infantiles de Reggio Emilia y de Loris Malaguzzi, los cuatro pilares básicos de la educación del Informe Delors o los escritos de Mari Carmen Díez, quien firma uno de los prólogos -el otro es de Beatriz Trueba-. Como indica el subtítulo “Elogio de la cotidianidad”, se parte de la experiencia del alumnado y de las múltiples oportunidades que ofrece la realidad para proyectarla hacia otros mundos y saberes, en un continuo vaivén de dentro a fuera, mediante un aprendizaje donde se movilizan emociones para la realización de actividades dotadas de musculatura cultural. En este centro bullen las ideas y las propuestas que traen los niños y niñas pero se evita caer en el activismo acelerado sin ton ni son. Estas maestras son muy críticas al respecto y tienen muy claro que la escuela no es una ludoteca ni un parque temático.

Pero tampoco se quedan en lo que sugieren y aportan sus alumnos. Todo ello se trabaja a fondo, y huyen de planteamientos no directivos. Así, cuando se trabajan las aficiones, hay una intervención docente para tratar de cuestionar contravalores como el consumismo, el machismo o el egocentrismo, para enriquecerlas o buscar entretenimientos alternativos con otros valores.

Este rico compendio de didáctica de la proximidad, pegado a la vida y no al corsé de la programación, se estructura en dos partes. La primera contiene los fundamentos: la sístole y diástole de lo cotidiano, el corazón de un grupo con veinticinco corazones diversos, el bombeo hacia la comunidad,… Y la segunda contiene estos diez latidos: ¿Quién soy?, ¿Cómo soy?, ¿Qué me gusta?; ¿Qué hago (en familia)?; ¿Qué cuido?; ¿Qué me pasa?; ¿Qué como?; ¿A quién quiero?; ¿Qué pasa a mi alrededor?, ¿Qué celebro?; ¿Qué me mueve?; ¿Qué aporto?; ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? Siempre con profusión de ilustraciones para visualizar las fases del proceso de trabajo.

En todos estos latidos circulan las diversas identidades infantiles: personal, familiar, consumista, de ciudadanía, de activista cultural, medioambiental y social. Sorprende, por ejemplo, el jugo que se le saca a los nombres de cada alumna y alumno o a las primeras palabras que recuerdan haber pronunciado, jugando con elementos naturales, con números y un sinfín de figuras geométricas y gramaticales, o buceando en los acontecimientos del día de su nacimiento. ¡Y cuánto conocimiento cartográfico adquieren a partir de sus andanzas y viajes! Y en el trabajo medioambiental la actitud respetuosa se combina con el desarrollo del pensamiento: plantar sin gastar, plantar y ahorrar agua, plantar para corroborar o refutar hipótesis, plantar para sanar,…Todo ello lo convierte en un regalo educativo precioso.

La actividad estudiantil en el centro del aprendizaje

Alba-Fernández, Nicolás de; Porlán, R. (Coors.), (2020), Docentes universitarios. Una formación centrada en la práctica, Madrid: Morata.

El impacto de la renovación pedagógica que genera conocimiento relevante y cambios en la manera de pensar y estar en la educación, más allá de las modas, constituye un largo viaje plagado de dificultades, porque las inercias de la enseñanza tradicional están muy arraigadas. Esto sucede en los tramos inferiores del sistema educativo y mucho más en los superiores, como es el caso de la universidad. A ello contribuye el hecho que en la valoración de la carrera docente las formas de enseñar y aprender no figuran como uno de los focos de atención prioritarios. No obstante, desde hace algunos años, hay personas como las que coordinan o colaboran en esta obra coral, que se han puesto las pilas para tratar de revertir esta situación desde la Universidad de Sevilla en la que trabajan. Esta preocupación ya quedó reflejada en otro libro con estos y otros autores [Porlán, R (Coord), (2017), Enseñanza universitaria. Cómo mejorarla, Madrid, Octaedro]. La base del libro objeto de la reseña la constituye el Programa de Formación en Innovación Docente del Profesorado de la Universidad de Sevilla (FIDOP) del que tanto Alba-Fernández como Porlán forman parte de su núcleo impulsor. El enfoque metodológico que promueven rompe con el paradigma hegemónico que gira alrededor de la materia y el profesorado para centrarse en el aprendizaje y en la actividad del estudiante En los primeros capítulos se exponen estudios y evidencias internacionales y nacionales que muestran la mayor efectividad de este último enfoque, sobre todo el uso de metodologías activas frente a las clases magistrales, combinando en algunos casos enseñanza presencial y online.

Entre estas modalidades alternativas cabe mencionar la que firman Encarnación Soto, Ángel Pérez Gómez y Cristina Rodríguez Robles: “Aprender a enseñar en la universidad; de la Investigación Acción (IA) a la Lesson Study (LS)”. Se trata de estrategias muy adecuadas para la formación inicial del profesorado en las que se funden la tradición centenaria de la LS japonesa con la más reciente de la IA anglosajona teorizada por John Elliot. En ambas están presentes la integración del pensamiento y la acción, las relaciones horizontales cooperativas y de apoyo mutuo y la incorporación del profesor como investigador de su propia práctica. Ah, y todo empieza con una pregunta. Otra de las colaboraciones versa sobre los cinco principios para una formación del profesorado basada en la idea de Scholarsship of Teaching and Learning.

La segunda parte incluye una detallada y sustanciosa explicación del FIDOB, que se materializa en los llamados ciclos de mejora en el aula con módulos de este estilo: ¿Cómo es mi enseñanza? ¿Qué metodología quiero seguir en el ciclo de mejora? ¿Qué contenidos quiero que aprendan mis estudiantes? o ¿Cómo seguir mejorando? Y, sobre todo, se relatan los resultados obtenidos tras un primer estudio para detectar cómo han progresado los diversos modelos docentes: el modelo transmisivo, el transmisivo abierto a los estudiantes, el de resolución de problemas cerrados y el modelo constructivista e investigativo, el más decididamente centrado en el aprendizaje y las actividades del alumnado. Se pone de relieve cómo las dificultades se agudizan para ir transitando del primero al último. La obra se cierra con un par de estudios de caso de un ciclo de mejora en Ciencias de la Educación y en Ciencias y Tecnología.

Es de agradecer el encomiable esfuerzo de estos autores por tratar de transformar la educación en todos los tramos educativos -ahora toca la docencia universitaria pero no se olvidan de los otros tramos inferiores- a partir de una premisa que nunca debería olvidarse: enseñar la asignatura no basta.

Los caminos de la lectura son infinitos

Centelles, J. (2020), El abrazo de la literatura, Barcelona, Graó.

El autor lleva toda la vida metido de lleno en eso de la literatura infantil: como maestro, formador, asesor, escritor de cuentos, articulista y ensayista. Cabe destacar que con La biblioteca, el corazón de la escuela obtuvo el Premio Rosa Sensat de Pedagogía 2004. Mantiene un blog de gran interés y actualidad, La invitación a la lectura. Su pasión por la lectura la muestra tanto en el seno de la institución escolar como fuera de ella, dinamizando proyectos y experimentando un montón de itinerarios lectores para infantil y primaria que, en buena medida, constituyen la materia de este libro. En él se destila la cultura lectora de Centelles -amplia y diversificada- así como el dominio de un gran compendio de estrategias metodológicas para impulsar la lectura. No parte de un posicionamiento pedagógico o didáctico específico, sino que sus propuestas viajan por lugares muy plurales. Aunque, eso sí, dentro de un paradigma netamente renovador.

En la primera parte, a modo de marco teórico, se sientan algunos principios: “La lectura nos ayuda a ordenar el pensamiento, nos hace más libres y nos permite vivir mejor”. La lectura, en efecto, impulsa la curiosidad, provoca preguntas, nos ayuda a conocernos mejor y a comprender los entornos más próximos y lejanos, y es también una apuesta contra el silencio y el olvido. De ahí surge la necesidad de construir sólidos y continuos andamiajes para que toda la infancia pueda acceder a los libros, sacándoles el máximo provecho. Con lecturas compartidas, guiadas e independientes, con planes lectores y bibliotecas bien dotadas y animadas, con el acompañamiento de las sabias teorías de Vygotski, Piaget o Chomsky, aprovechando todos los recursos analógicos y digitales, y aprendiendo críticamente de las diversas prácticas. El autor insiste en no desaprovechar ninguna oportunidad o registro que enganche a la lectura.

La segunda parte, más extensa y muy bien sistematizada, se estructura en cinco bloques, que van de lo personal o lo general y que incluyen diversos temas con lecturas destinadas a estas franjas de edad: 3 a 6 años, 6 a 9 años y 9 a 12 años. En total, hay 45 libros con sus correspondientes propuestas didácticas. La adquisición y progresivo dominio del lenguaje -la madre de las competencias básicas- ayuda a la infancia a comprender lo que vive y a educarse en unos valores. Por tanto, se trata de articular algo tan esencial como competencias, contenidos y valores en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Algo quizás obvio, pero que con frecuencia se olvida.

Los libros elegidos hablan del crecimiento interior, de filosofía cotidiana, de sentimientos que están muy presentes como los miedos o la muerte, de la familia, de los amigos que siempre están ahí, de la escuela, de la guerra y la paz o de la ecología. Y las propuestas didácticas, de lo más variopintas, entran en relación con las diversas áreas de conocimiento. Así, se les propone hacer una película de animación, colorear piedras, escribir pensamientos filosóficos sobre cintas que se anudan en las ramas de un árbol, reflexionar sobre la función de los números, jugar a las cartas o al bingo, imaginar otros finales, confeccionar carteles con distintas tipografías, escribir cartas a amigos imaginarios, proyectar las sobras de sus siluetas, organizar paseos en busca de pájaros, etc.

Lecturas que se proyectan y enriquecen las vidas del alumnado y que les ayudan a ampliar su mirada hacia lo que ocurre a su alrededor. “Para que sean mejores personas y puedan escribir algún día una buena historia colectiva”.

Contra la ofensiva neoliberal de la privatización

Díez Gutiérrez, E. (2020), La educación en venta, Barcelona: Octaedro.

Este autor combina la actividad académica como profesor titular en la Facultad de Educación de la Universidad de León con el activismo social muy intenso. Participa en el Foro por la memoria histórica de León, en el grupo de hombres por la igualdad, en el Foro de Sevilla por otra política educativa y es coordinador del Área Federal de Educación de Izquierda Unida. Ha publicado unos cuentos libros de ensayo político y educativo. Su último título, Neoliberalismo y educación La construcción educativa del sujeto neoliberal (2018) es, en cierta medida un precedente del presente libro.

El autor parte de dos premisas que iluminan el conjunto de la obra. La apuesta inequívoca por una escuela pública, inclusiva, ecológica, integral, democrática… al servicio del desarrollo integral de las personas y no del mercado. Y el foco no dirigido a las cuestiones técnicas y metodológicas del “cómo lo hacemos” sino en las finalidades: en el “para qué educamos”.

La primera parte: “Del derecho social a la inversión individual”, disecciona cómo el neoliberalismo penetra en el mercado educativo mediante mecanismos como la consideración de lo privado como servicio público, la consolidación de un supermercado educativo, el mito del libre elección de centro o la financiación pública de intereses privados. En este sentido, denuncia la existencia de la doble red pública-privada concertada que se fue tejiendo durante los gobiernos del PSOE y del PP. A partir de ahí, señala las consecuencias derivadas de estas políticas: segregación educativa y social, exclusión de inmigrantes y minorías y la expulsión de la diversidad. Una de las causas que explican esta situación, sostiene Díez, es el rechazo a la mezcla social y a la necesidad de diferenciarse por parte de las clases altas y medias para mantener su estatus y privilegios de clase.

En la segunda parte entra de lleno en la educación en venta, mostrando de manera incisiva y documentada cómo la ofensiva neoliberal en algunos países -Estados Unidos y Chile son dos casos harto emblemáticos- ha supuesto el desmantelamiento de la escuela pública y su sustitución por una escuela privada cada vez más favorecida (recortes, conciertos, cheques escolares, donación de suelo público, desgravaciones fiscales,..). Se entiende que el neoliberalismo supone una combinación de la renuncia del Estado hacia la escuela pública y el derecho a la educación de todas y todas en clave inclusiva y con la emergencia de grandes multinacionales, plataformas digitales, patrocinios empresariales y fundaciones -la nueva filantropía- en la gestión de los centros y otros servicios educativos, así como en el control de los contenidos y materiales curriculares.

El libro de cierra con el apartado “La universidad en ventas”, donde se pone de relieve el crecimiento de la universidad privada, con altos índices de rentabilidad en contraste con las restricciones a la pública, así como la acentuación de la carrera darwinista y competitiva y lo que califica de deudocracia universitaria, la deuda acumulada por los estudiantes desde hace algunos años. Para Enrique Díez la “Universidad Empresarial S.A” ha dejado en la cuneta a miles de estudiantes en los últimos tiempos. “Lo prioritario no es compartir libremente el saber y el conocimiento”. A esta degradación de la enseñanza superior añade la precarización docente -la inseguridad y condiciones de trabajo del profesorado asociado- y la investigación infrafinanciada. Un panorama que no invita al optimismo, a no ser que se revierta radicalmente el modelo mediante el impulso de lo común y lo público, como se apunta en el epílogo.

Una mirada seductora y esperanzada

Funes, J. (2020), Quiéreme… pero necesito que me cuentes más, Barcelona: Destino.

No conozco a nadie que haya escuchado, investigado y hablado tanto con y sobre los adolescentes como Funes. Que consiga ponerse tan pegado a su piel. Y, además, que haya sabido explicarlo tan bien: los títulos y subtítulos son un ejemplo del mejor periodismo de divulgación. Por eso no es extraño -aunque no deja de ser insólito en este mundo de la educación- que haya vendido más de 25.000 ejemplares su libro anterior, o que llene espacios hablando con madres y padres desconcertados con sus hijos adolescentes en tiempos tan complejos y mutantes, y que una persona le suelte: “Soy madre de un adolescente, me ha encantado hablar contigo, las familias echamos mucho de menos que nos orientes sin estridencias, con calma, ayudándonos a mirar, a entender”. Vaya, que Jaume Funes es un auténtico influencer.

Esto es lo que hace este psicólogo que viaja continuamente por todos los espacios adolescentes de socialización, virtuales y presenciales. en busca de su identidad : orientarles y seducirles pero sin imponer normas y recetas, ayudándoles a gestionar sus vidas con más preguntas que respuestas, recabando presencias adultas y redes de apoyo dentro y fuera de la institución escolar, ayudándoles a gestionar sus malestares y bienestares para que la felicidad sea posible. A lo largo del libro siempre planea esta pregunta: ¿quién, dónde y cómo ocuparse de ellos? También en todos los casos le acompaña este principio de actuación: “Comprender no quiere decir justificar, mirar no quiere decir contemplar impasibles, descubrir sus argumentos no quiere decir que no tengamos que aportar los nuestros”.

Antes de entrar en materia nos advierte de algunos apriorismos y peligros que convendría desterrar como el hecho de mirar realidades nuevas con ojos envejecidos, de recrearse en miradas culpabilizadoras y asustadizas sin atender al contexto y a las raíces, de las clasificaciones y comparaciones o de estar más pendientes de la observancia de los protocolos que de sus vidas.

Las nuevas cuestiones que aborda se condensan en cinco apartados. El primero, “Aprender el placer de querer, dar besos y abrazos”, versa sobre cómo educar para el logro de una sexualidad sana, humanizadora y feliz, de cómo se construye socialmente y se vive, sobre un cuerpo con deseos y deseado, de amores y desamores, de cómo influyen las series y el porno y cómo pueden gestionarse. Se incluyen propuestas educativas para afrontar los saberes y experiencias de las diversas sexualidades. Nunca faltan algunos consejos a título de conclusión: “No dejes que te impongan las prisas”; “No dejes que te lo simplifiquen”; o “No te muestres egoísta”. Le sigue el capítulo “Aprender a descubrir qué lugar han de ocupar las drogas en la vida”, donde insiste en la necesidad de pasar del discurso alarmista al de la preocupación útil, siempre con una mirada analítica -que entra en los efectos de las diversas drogas sobre sus comportamientos- pero esperanzadora. Su propósito es que los adolescentes aprendan a convivir con el alcohol y con otras drogas.

En “Educar a personas en línea, que viven en red”, el autor hace una inmersión a fondo en los nuevos artefactos y códigos comunicativos de la adolescencia y, dejando siempre de hablar del mundo digital como un problema, les lanza un reto: que no olvide que fuera de la pantalla hay vida y que sea ella la protagonista de gestionar la vida conectada. En los dos últimos apartados se adentra en el qué hacer al término de la ESO en la educación de adolescentes con infancias en las que todo se rompió.

Al final de todo dice Funes. “Esta es la última página del último libro que escribiré sobre ellos (los adolescentes)”. No me lo creo, porque ahora tiene una magnífica oportunidad de completar esta trilogía con un nuevo título: “¡Lo que hemos aprendido de la adolescencia confinada!” Espero que la editora le convenza de nuevo.

Mejorar las escuelas con una sólida cooperación

Hargreaves, A; O´Connor, T. (2020), Profesionalismo colaborativo, Madrid: Morata.

“Los grupos sólidos fomentan las decisiones compartidas, pero también apuntalan, informan y mejoran los juicios profesionales individuales”. E impactan sobre la mejora del aprendizaje estudiantil. Esta son dos de las tesis nucleares de esta obra que en su subtítulo recoge la misma idea: Cuando enseñar juntos supone el aprendizaje de todos. En efecto, el profesionalismo colaborativo que los autores presentan, investigan y someten a discusión, supone una continua retroalimentación individual y colectiva que va más allá de la mera colaboración profesional. Supone una modalidad más profunda, rigurosa y sostenida de colaboración profesional a la hora de compartir sueños, retos y proyectos. Así, se enriquecen la autonomía, eficacia, investigación, responsabilidad e iniciativa colectivas, al tiempo que se fortalece el diálogo mutuo, el trabajo conjunto, los propósitos comunes y la colaboración con los estudiantes.

Para explicar en qué consiste esta colaboración docente enriquecida se seleccionan cinco casos que llevan unos años funcionando. El primero es el estudio de una clase abierta en un centro de educación secundaria de Hong Kong. Se trata de una variante de la lesson study, una tradición muy asentada en Japón donde maestros y maestras observan las lecciones de los demás. En este centro cada profesor imparte al menos una clase abierta una vez al año. La observación de los visitantes y la posterior reflexión compartida sirven para perfeccionar el proceso de enseñanza y aprendizaje. La segunda experiencia parte de una red de planificación curricular de escuelas rurales en el Noroeste del Pacífico de Estados Unidos. Se preparan lecciones, unidades de trabajo y proyectos con el fin de promover el compromiso del alumnado con su aprendizaje académico y comunitario. Entre los proyectos se citan un par de enorme interés: cómo escribir y defender alegatos para desarrollar el razonamiento y cómo utilizar los teléfonos inteligentes para narrar la vida en sus comunidades rurales con el objeto de potenciar el orgullo de pertenencia. El tercer relato discurre en una escuela noruega donde está muy consolidado el trabajo cooperativo entre docentes y estudiantes, y se conjugan estos verbos: comunicarse, colaborar, participar, explorar, investigar y crear. Sorprende gratamente la relevancia que le otorgan a la naturaleza y a la conversación, pues las asambleas de toda la escuela se celebran siempre fuera, incluso en pleno invierno.

Otra experiencia de transformación pedagógica colaborativa es la Red Escuela Nueva formada por 25000 escuelas para comprometidas con la paz, el bienestar y la democracia. Esta pedagogía colaborativa convierte la vida del bosque en un aula multigrado con observatorios de aves, huertos y diversos espacios de investigación, donde se combina juego y trabajo. El último caso expuesto es el de las comunidades de profesionales de aprendizaje, en uno de los distritos más remotos de Ontario con un alto porcentaje de alumnado aborigen. Andy Hargreaves como asesor del ministro de Ontario ha contribuido a impulsar esta investigación colaborativa que se fundamenta la excelencia, la equidad y el bienestar, y que conecta la naturaleza o un deporte tan popular en este país como el hockey para involucrar al alumnado.

Esta obra, tan oportuna para hacer realidad una colaboración intensa que supere el aislamiento docente, las mediaciones burocráticas de las administraciones educativas y los mecanismos de participación artificiosos, se cierra con tres preguntas clave respecto a la transformación educativa: ¿Qué debemos dejar de hacer?; ¿Qué debemos seguir haciendo? ¿Qué debemos comenzar a hacer?

Una seductora defensa de la ortodoxia pedagógica tradicional

Luri, G. (2020), La escuela no es un parque de atracciones, Barcelona: Ariel.

Este profesor de filosofía de secundaria, ahora ya jubilado, desde que publicó La escuela contra el mundo, se ha convertido en uno de los referentes mediáticos más reconocidos. Ha seguido escribiendo ensayos y columnas de opinión tanto en el ámbito filosófico como educativo, y actualmente colabora en el proyecto Aprendemos juntos. De entrada cabe decir que se trata de un libro trabajado, donde el autor pone a flote su vasta cultura, que tiene diversas capas de lectura y, sobre todo, sirve para promover el tan necesario como ausente debate pedagógico.

Existe una tendencia actual a relativizar los conceptos, categorías y modelos por aquello de la evolución, la complejidad y el no caer en maniqueísmos. La comparto, pero no por ello hay que renunciar a decir las cosas por su nombre para no desorientar al público lector y contribuir aún más a la ceremonia de la confusión. ¿Por qué sostengo que Luri es un gurú de la pedagogía tradicional? Porque en todas las definiciones consultadas en torno a este modelo aparecen estos atributos que desarrolla a lo largo del libro: defensa del código disciplinar frente a los ensayos globalizadores, de los contenidos frente a las competencias, de la transmisión de la herencia de una cultura común frente a otras narrativas culturales y procedentes de diversos “ismos”, de la teoría y la materia de estudio frente a experiencia cotidiana del alumnado adquirida en su entorno, del predominio de la racionalidad frente a la emotividad, de la memoria y la disciplina frente al aprender haciendo y jugando. El autor apuesta por una defensa del conocimiento poderoso -como reza el subtítulo del libro- porque entiende que hay evidencias científicas que demuestran su superioridad absoluta frente a las propuestas innovadoras, a lo que llama la ortodoxia pedagógica que considera hegemónica. Sostiene que es la única manera de sacar a la escuela de la ignorancia, al descender la exigencia cognitiva y, por tanto, el nivel educativo, pese a aumentar los años de escolarización

Un par de aclaraciones: el modelo pedagógico tradicional adquiere diversas variantes, en muchos casos se ha modernizado y perfeccionado, y la conservación de sus esencias originarias se plasma en contextos y posicionamientos políticos variopintos: desde los más progresistas y hasta los más reaccionarios. Lo mismo podríamos decir de las pedagogías innovadoras que hace ya un siglo aparecieron con otras denominaciones, que han adquirido múltiples expresiones con diverso grado de estancamiento o renovación. También en ellas cabe de todo: desde discursos y prácticas promovidas por el neoliberalismo y el capitalismo cognitivo para asentar su poder, hasta las prácticas renovadoras que apuntan a una trasformación social, en clave de equidad y justicia social. Y por supuesto, las innovaciones están afectadas por las modas y, con frecuencia, se convierten en malas fotocopias o desarrollan un activismo sin ton ni son. En esto Luri lleva toda la razón: la bondad de un método depende del grado de rigor con que se aplica. Hablamos, por supuesto, de modelos porque, en la práctica, sabido es que el profesorado en su aula hace lo que quiere o lo que puede siguiendo escrupulosamente un modelo o la mezcla de varios, y su aplicación depende de su competencia profesional, de su grado de compromiso y de las condiciones de educabilidad.

Se trata de una obra que recoge numerosos argumentos y datos para corroborar la tesis de la superioridad del modelo tradicional, que confronta continuamente con la innovación, pero se olvida por completo de mostrar las evidencias científicas –que también son numerosas- que revelan todo lo contrario. Una de las claves para ahondar en el debate es preguntarse qué se entiende en ambos casos sobre conocimiento poderoso: sobre qué ingredientes educativos se sustenta, a qué se le presta más atención y qué se entiende por calidad de la enseñanza. Porque no hay duda que los aprendizajes sólidos y los conocimientos poderosos llevan también el sello de la innovación o de la renovación pedagógica y no son espejismos (en una de las críticas de este dossier tenemos un caso elocuente de ello: El latido de un aula infantil, de las hermanas Abelleira) .

Hay apartados muy sugerentes y bien cosidos, siguiendo la estela de la psicología cognitiva, como el que analiza el boom de la neurocencia donde , entre otras lecturas, se cuestiona que derive en neurodidáctica y tenga recorrido en la práctica educativa, el uso y abuso de la inteligencia emocional y de las inteligencias múltiples que atribuye al antiintelectualismo, la manera cómo se configuran las diversas memorias –de trabajo o a largo plazo-, la visión de Dewey en torno a la experiencia -uno de los autores que se presta a más interpretaciones-, el aprendizaje a partir del error o la centralidad que concede al lenguaje. “Todo profesor es profesor de lengua”.

Mención aparte merece el tratamiento del excelente capítulo sobre el capitalismo cognitivo. “Este no es un producto de Google, sino que Google es un subproducto del capitalismo cognitivo. Y no, desde luego, el más fiable”. Tras analizar críticamente la colonización tecnológica de la educación por parte del poder -más consumo no equivale a más innovación- señala uno de los temas más preocupantes de futuro si no mejora sustancialmente la formación científica: la previsible y profunda brecha entre los trabajadores altamente cualificados y los poco cualificados, cuestión que está polarizando el interés de pensadores tan renombrados como Harari (21 lecciones para el siglo XXI, 2018).

En contraposición, hay cuestiones sobre las que Luri pasa de puntillas, simplificando a veces hasta la caricatura como es el caso del pensamiento crítico y de Pablo Freire, el análisis sobre el cambio climático, el trabajo por proyectos o el trabajo en equipo y colaborativo, del que, por cierto, existen sólidas evidencias respecto a cómo facilitan la adquisición del aprendizaje.

Lo decía al principio: este libro da para abrir debates de enorme interés y calado, algunos ya sugeridos. Ahí van otros: ¿Hasta qué punto el conocimiento y el currículo no se enriquecen con la nuevas narrativas culturales, locales y universales? ¿Tiene algún sentido seguir contraponiendo contenidos, competencias o habilidades, emociones y valores? ¿Cómo provocar la motivación -forma parte de la emotivad- para enganchar al alumnado al proceso de aprendizaje? ¿Qué criterios se eligen -y quién los fija- para evaluar tanto los procesos -hay quien dice que forma parte del aprendizaje- y los resultados? ¿PISA, visto lo visto, debe ser el único referente de medición de la salud de los sistemas educativos? ¿Hasta qué punto el soporte empírico de las diferentes metodologías no está connotado ideológicamente? ¿Qué hacer para qué la investigación educativa esté más atenta a las prácticas pedagógicas para sortear tantas y tantas ignorancias? Podríamos continuar con muchas otras preguntas.

Ya para terminar. Al final del libro se incluye una cronología de las ideas pedagógicas. Sorprende no encontrar ninguna referencia a la reforma educativa de la II República y al plan profesional del Magisterio -reconocido en su momento por media Europa y aún hoy no superado en nuestro país – ni al Informe Delors sobre los cuatro pilares de la educación, uno de los documentos más citados. ¿Olvido involuntario o intencionado?

Promover y rescatar proyectos de vida

Menéndez, P. (2020), Escuelas que valgan la pena, Buenos Aires: Paidós.

En la tradición jesuítica conviven en España y en Latinoamérica la educación destinada a las élites y la que se ocupa de las clases populares y de sectores socialmente vulnerables. Pepe Menéndez, con quien hemos mantenido apasionadas discusiones, siempre ha trabajado en la trinchera de estos últimos centros. Lo hizo primero como director del Colegio Joan XIII del barrio de Bellvitge (Hospitalet del Llobregat) y lo hace ahora acompañando procesos e instituciones educativas, sobre todo latinas. Entremedio participó activamente -fue uno de sus impulsores e ideólogos- en el proyecto de transformación educativa Horizonte 2020 para la red de Colegios de Jesuitas, un referente pedagógico que convocó en su momento –ahora su impacto mediático ha menguado- todas las miradas: desde las más entusiastas a las más críticas.

El autor, sea en su calidad de docente de aula o de directivo, nunca ha dejado de acompañar al alumnado, sobre todo de secundaria. Calcula que ha sido tutor de un millar de adolescentes. Se dice pronto. Siguiéndolos dentro y fuera de la institución escolar, acercándose a las raíces donde se conforman las identidades personales. Siempre le ha concedido una importancia central a este espacio, tratando de que la visión personal y global del alumno prime por encima de la meramente académica: “pongamos las luces largas en acompañar proyectos vitales más allá de la responsabilidad de certificar expedientes académicos”. Algo que le ha producido largas discusiones con sus colegas y unos cuantos quebraderos de cabeza. Para él la mejor escuela es la que dedica esfuerzos para crear un ambiente de altas expectativas relacionales y de aprendizaje.

La obra la conforman un conjunto de relatos a modo de breves fragmentos de vida donde emergen vivencias, secuencias que evolucionan desde la presentación del conflicto hasta su resolución, preguntas, dudas, reflexiones y principios que dibujan el sueño de la transformación educativa a la que se llega dándole muchas vueltas, compartiendo saberes, colocando siempre al alumnado en el centro del proceso educativo y con un sólido compromiso profesional y social. Son historias que cuenta desde su experiencia docente, desde su gestión como director adjunto del proyecto Horizonte 2020 o de las conversaciones que mantiene con educadores chilenos, colombianos o argentinos en contextos vulnerables de pobreza y violencia. En espacios de dolor y miseria donde siempre anida la esperanza, siguiendo el lema freiriano de convertir las dificultades en posibilidades”.

Estos episodios de historias de vida están presentes en estos cinco grandes bloques: la mirada del profesor, el proyecto vital del alumno, la pedagogía, el liderazgo en la escuela y la dimensión comunitaria. En cada uno de ellos se desarrollan preguntas como estas: ¿En qué nos fijamos cuando miramos a nuestros alumnos? ¿Somos conscientes de que la consideración que tenemos de los alumnos determina la suya propia? ¿Aprendemos desde lo que somos o desde lo que deberíamos ser? ¿Cómo podemos crear condiciones para el aprendizaje en entornos vulnerables? ¿Tenemos en cuenta la cultura y el lenguaje de las familias al relacionarse con ellas?

La transformación educativa sea asocia a la predisposición para la escucha y la comprensión de las ideas previas del alumnado, la creación de espacios de relación y contextos de aprendizaje seguros y motivadores, a las metodologías que parten de las rompen con la rigidez del sistema y que suponen un cambio cultural profundo o a la creación de puentes entre la escuela y la comunidad.

El libro se lee muy bien y gana en intensidad y autenticidad a medida que avanza, cerrándose con un relato precioso del propio Menéndez de cuando era estudiante y el padre Ignacio Vila le abrió los ojos a la educación que ahora con tanta pasión defiende.

Investigación y práctica educativa

Ruiz Martín, H. (2020), ¿Cómo aprendemos?, Barcelona: Graó.

Este docente e investigador, director de la International Teaching Foundation, lleva veinte años desarrollando proyectos de mejora de la educación desde una perspectiva cognitiva de la educación y a partir de metodologías basadas en evidencias científicas. Su propósito es construir puentes entre cómo las personas aprenden, la intervención docente y la práctica educativa. Porque “enseñar es ayudar a aprender”. El foco de estudio son los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo que realmente ocurre dentro del aula, analizando el impacto de los diversos factores y variables que intervienen. Apuesta por el método científico como antídoto a los sesgos cognitivos de nuestras visiones de la realidad.

En los primeros compases -“Los procesos cognitivos del aprendizaje”- se procede a una descripción pormenorizada de los componentes, organización, procesos y reorganización de la memoria, que conducen a tres cuestiones clave: la transferencia del aprendizaje, la memoria de trabajo y el aprendizaje profundo. De entre las diversas memorias, destaca la que se asienta en el largo plazo, activando las ideas y conocimientos previos -en clave constructivista- y las diversas conexiones. Sostiene que la superioridad de los métodos activos está bien documentada en la investigación educativa, y se obtienen los mejores resultados cuando es el docente quien guía las experiencias. También cuando se promueve en aprendizaje significativo o con comprensión. En este sentido propone sustituir el conocido lema de John Dewey del learning by doing (aprender haciendo) por el learning buy thinking (aprender pensando), en una clara alusión al mero activismo pedagógico.

En “Los factores socioemocionales del aprendizaje” se detiene a estudiar minuciosamente cómo se modulan las emociones y la importancia de la motivación, la gran olvidada de la educación tradicional, sobre todo en la enseñanza media y superior, siendo “un factor clave para promover el aprendizaje de nuestros alumnos”. Porque a cuanta más motivación, más esfuerzo; de ahí la importancia de impulsar las condiciones y estrategias necesarias para provocarla. Igualmente relevantes son las aportaciones en torno a las creencias, estas estimaciones subjetivas sobre la realidad, que influyen en las expectativas, en la motivación y en el rendimiento y resultados académicos. Todo ello promueve una mentalidad de crecimiento y un aprendizaje profundo. Por ello propone actividades de aprendizaje secuenciadas y objetivos de aprendizaje progresivos, con diversas oportunidades para que el alumno compruebe que avanza (a eso se llama andamiaje cognitivo y motivacional). Ruiz Martín piensa que esto no supone reducir el nivel de exigencia. “No podemos reducirlo todo al esfuerzo. El esfuerzo por sí solo muchas veces no es suficiente y, sin embargo, esforzarse mucho y fracasar resulta muy frustrante”. Otro dardo contra la escuela tradicional

Tras destacar la dimensión social del aprendizaje y, más en concreto, los beneficios del aprendizaje cooperativo, se centra en la autorregulación cognitiva y emocional y a la resiliencia. El último bloque se dedica a tres procesos clave de la enseñanza: la instrucción -directa y por descubrimiento- el feedback -que promueve mentalidades fijas y de crecimiento- y la evaluación, apostando por la modalidad formativa, más proclive a la evaluación para el aprendizaje que a la mera evaluación del aprendizaje.

Se trata de un texto muy sólido y valioso, que ordena cuestiones conocidas y otras novedosas, combinando el necesario rigor científico con el carácter divulgativo, apoyado por una ingente cantidad de artículos de referencia, ejemplos, ejercicios y experimentos.

Una profesión tan cuestionada como desconocida

Santos Guerra, M.A. (2020), ¿Para qué sirven los pedagogos?, Madrid: Catarata.

Es uno de los promotores más activos de la renovación y la transformación educativa, primero ejerciendo la docencia en colegios e institutos y, posteriormente, en la Universidad de Málaga, de la que es catedrático emérito. Ha escrito más de cuarenta libros y otros tantos como como coordinador y coautor, prodigándose como conferencista en diversos países, sobre todo en Argentina, donde es padrino pedagógico de varias escuelas. Desde 2004 escribe una columna semanal en La Opinión de Málaga.

Uno de los rasgos más singulares de Santos Guerra es su escritura amena y personal, alejada de los cánones del academicismo habitual -es capaz de hacer fáciles los conceptos más difíciles y complejos-, siempre acompañada de un sugerente e irónico anecdotario. Tampoco falta en esta ocasión

La lectura de esta obra tiene dos planos. El primero se ocupa de los conceptos procesos básicos que fundamentan la pedagogía, a caballo entre la ciencia y el arte: educación, instrucción, calidad de la enseñanza, la escuela como escenario de la educación, las señas de identidad de la escuela pública, las distinciones entre cambio y mejora, etc. Sostiene este sabio profesor que el camino de la mejora y de la dignificación educativa no transita por las sendas del neoliberalismo de la individualidad y la competencia, del autoritarismo y la tecnocracia que restan autonomía al profesorado o de la burocracia que paraliza la creatividad. Por el contrario. sostiene que educación es una tarea demasiado importante, apasionante y hermosa para que quede atrapada en estas redes y no busque el desarrollo de sus valores éticos de libertad, solidaridad y justicia social, porque quien educa “tiene la autoridad de quien ayuda a crecer, no el poder de quien aplasta, silencia, atemoriza, ridiculiza o castiga”. Un crecimiento que moviliza todas las dimensiones del humano en un espacio compartido lleno de oportunidades de aprendizaje ligados a la vida.

El autor diferencia con nitidez diversos modelos pedagógicos y por eso no entiende que a los pedagogos -sin discriminar sus posicionamientos y actuaciones- se los ponga todos en el mismo saco y se les acuse injustificadamente de perpetrar todos los males del sistema educativo actual. La literatura sobre el cuestionamiento de la función del pedagogo no para de crecer en los últimos tiempos. Y aquí viene la segunda lectura de la obra: definir la tarea del pedagogo, que es la de investigar, asesorar, planificar, orientar, desarrollar y evaluar los procesos diversos de educación que tienen lugar en todas las etapas y situaciones de la vida, en espacios diversos, dentro y fuera de la escuela. Le siguen una serie de anotaciones sobre sus estudios, desarrollo profesional y salidas profesionales, un amplio abanico de actividades relacionadas con la orientación educativa, las necesidades educativas especiales -pedagogía terapeútica, delincuencia, drogodependencias, cárceles,…-, la docencia en diferentes áreas, la educación a lo largo de la vida, la formación para el empleo, la consultoría pedagógica o la educación no formal. La descripción es amplia pero se echa en falta un trabajo de campo sobre la opinión de los pedagogos en ejercicio en estas diversas áreas, así como un análisis de los puestos compartidos con otras figuras profesionales.

El cierre del libro recoge las respuestas breves de estudiantes de 3º de Pedagogía a la pegunta: “¿Por qué quiero ser pedagoga o pedagogo?” Hay un par de deseos recurrentes: cambiar el mundo y la educación, y ayudar a otras personas a que aprendan y crezcan. “Porque quiero ser feliz haciendo felices a los demás”.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2020/07/08/diez-libros-sobre-educacion-cosecha-2020/

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