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¿Adiós a la participación ciudadana?

Pluma Invitada

Pedro Flores-Crespo y Laura M. Ramírez Mejía*

En la avenida de Tlalpan, de la Ciudad de México, se lee una manta adosada a la fachada de una escuela pública que dice que los estudiantes no regresarán a clases hasta que haya un dictamen debidamente avalado por la autoridad. Se teme que después del sismo del 19S, la infraestructura escolar no ofrezca las condiciones de seguridad para que todas las niñas, niños y jóvenes regresen a clases. Esta manta está firmada por los padres de familia.

Parece que la energía social desplegada luego de la tragedia no fue debidamente entendida y mucho menos encauzada por las autoridades educativas del país. Por ejemplo, al dar a conocer los ocho pasos para el regreso a clases el 22 de septiembre pasado, la Secretaría de Educación Pública (SEP, Comunicado 270), omitió mencionar completamente a los Consejos Escolares de Participación Escolar (CEPS) y al Consejo Nacional de Participación Social en la Educación (Conapase).

Los CEPS, según la Ley General de Educación (LGE) están integrados por padres de familia y representantes de sus asociaciones, maestros y representantes de su organización sindical, directivos de la escuela, ex alumnos, “así como con los demás miembros de la comunidad interesados en el desarrollo de la propia escuela”. Sus funciones son múltiples: Opinar sobre los ajustes al calendario escolar, tomar nota de los resultados de las evaluaciones, propiciar la colaboración entre maestros y padres de familia para salvaguardar la integridad y educación plena de los educandos y algo muy relevante en el contexto del 19S: Llevar a cabo las “acciones de participación, coordinación y difusión necesarias para la protección civil y la emergencia escolar”.

Ninguno de los ocho pasos enlistados por el secretario Aurelio Nuño hacen alusión alguna a los CEPS cuando su función podría haber sido clave. Si para regresar a clases se debían revisar las instalaciones escolares por parte de los Directores Responsables de Obra (DRO), ¿no podría haberse incluido en tales diligencias a un miembro del CEPS para que diera legitimidad y confianza al resto de la comunidad educativa de que tales revisiones eran apropiadas? ¿No hubiéramos ganado todos si el dictamen oficial del DRO hubiera sido avalado por el presidente del consejo escolar? La SEP perdió una magnífica oportunidad de probar su Modelo Educativo para el siglo XXI – en la parte de gestión y autonomía escolar – en una situación real y tristemente trágica.

Es sintomático que la SEP no sepa interactuar con la ciudadanía contando con los mecanismos formales para ello. Cuando el maestro Nuño anunció que la reconstrucción de las escuelas se haría de manera transparente, omitió hacer suya la justificación del Comité de Contraloría Social de los CEPS, que establece que por medio de la vigilancia ciudadana “los beneficiarios” de ciertos programas – en este caso, rehabilitación de escuelas -, puedan verificar la adecuada aplicación de los diversos recursos públicos. ¿Será que sigue activándose en algunos funcionarios el chip de “máxima autoridad” y dueños exclusivos de las escuelas cuando podrían compartir responsabilidades en pos del bien público?

La omisión total de los CEPS – y del Conapase – en el proceso de reconstrucción y rehabilitación de escuelas contrasta con el discurso oficial de este consejo: “Ha sido durante la presente administración que el papel de la ciudadanía ha cobrado mayor importancia como factor para la equidad y pertinencia de la labor de las escuelas. La promulgación del programa sectorial de Educación, abrió las vías para la gestión escolar participativa. Así la toma de decisiones se comparte a la par de la responsabilidad, esto permite una mayor trasparencia en la rendición de cuentas.” (http://www.consejosescolares.sep.gob.mx/en/conapase/Que_Hacemos)

Y otra omisión grave. Mientras el Cuarto Informe de Gobierno reportaba que había más de 200 mil consejos escolares de participación social instalados, para este año, el Quinto Informe de Gobierno ya ni los menciona. ¿Será que no se desea perder el tramo de control sobre las escuelas? ¿Por ello cambiaron las reglas para elegir al presidente del Conapase y volverlo más oficialista? ¿Es la subestimación de la participación social una consecuencia tácita de querer recuperar la rectoría de la educación por parte del gobierno? Ésta es un buen punto para iniciar la reflexión sobre la “reforma de la reforma”, como diría Rodolfo Ramírez.

Las distintas administraciones encabezadas por el Partido Revolucionario Institucional raramente han simpatizado con la idea de compartir el poder para tratar de resolver los problemas que enfrentamos los ciudadanos. Ellos se erigen como el Jefe, el Padre que organiza – y mal – a lo infantes; pero no olvidemos la lección de las tragedias acarreadas por los sismos de la CDMX: el gobierno es fácilmente rebasado por los hechos y surge de manera espontánea una ciudadanía, que aunque desestructurada y efímera, ha demostrado que es capaz de cambiar el régimen político por la vía pacífica.

Y esto todavía no termina.  Si en 1985 la sociedad tuvo un papel fundamental en el momento mismo de la tragedia descubriendo una fuerza antes desconocida para sortear la emergencia, 32 años después la ciudadanía tiene una oportunidad para hacerse presente en la fase que viene de reconstrucción y en ese proceso la postura del gobierno será crucial:  aprenderá la lección y permitirá una mayor participación social o seguirá cerrando espacios, si es que aún pueden ser cerrados, cuando poco a poco la sociedad civil empieza a organizarse.

La etapa de la reconstrucción es un momento ideal para mantener la participación ciudadana, es cierto que la pasión de las primeras horas va mermando a medida que se regresa a la cotidianidad pero el espíritu de solidaridad y la conciencia de que en los momentos delicados es cuando más hay que defender los derechos de todas las personas parece estar vivo y puede capitalizarse para levantarse de nuevo.

No se trata de restarle la responsabilidad que tiene tanto el gobierno federal como a los poderes estatales, municipales y delegacionales (en el caso de la CDMX), se trata de aprovechar los espacios para observar procesos, exigir rendición de cuentas y monitorear los procesos de construcción segura.

¿Y qué pasa en el tema educativo?  Como mencionamos anteriormente, ante la contingencia no se tuvieron en cuenta los CEPS ni el Conapase, en la emergencia se perdió la oportunidad de usarlos como mecanismos participativos para garantizar la primera preocupación que era el regreso seguro de las niñas y los niños a las escuelas.  Sin embargo, es ahora cuando el papel de la participación social se puede desplegar para exigir que el regreso a las escuelas garantice el derecho de nuestros estudiantes a recibir la mejor educación ¿Cómo?

En primer lugar hay que entender que la escuela no es sólo un edificio sino que es una comunidad, si los edificios se cayeron o ya no son aptos para que regresen los estudiantes la comunidad debe exigir espacios temporales óptimos para que se reinicien las clases.

También es la comunidad la que será fundamental al momento de brindar apoyo socioemocional.  El equipo docente debe tener protocolos de acción para que los estudiantes puedan procesar los momentos difíciles que vivieron, pero será mucho mejor el impacto si toda la comunidad escolar centra la atención en que cada niña o niño tenga herramientas emocionales para hacer frente a la tragedia, supere la situación difícil y esté listo para seguir aprendiendo.

De la comunidad también depende escuchar a las niñas, los niños y los jóvenes sobre la escuela que quieren y necesitan.  Es muy triste que los edificios se hayan venido abajo pero puede ser una oportunidad para que la reconstrucción responda a una escuela diferente donde los estudiantes se involucran en la definición de los espacios que necesitan. Es su derecho participar. Hoy somos más conscientes de la necesidad de tener escuelas que respondan a los requerimientos de cada comunidad escolar.

En cuanto a la rendición de cuentas, es la comunidad escolar quien debe vigilar que los recursos materiales se destinen apropiadamente y con visión de equidad.  No es momento de conformarse con una escuela de segunda, el dinero debe llegar a todos los afectados y los recursos deben dirigirse eficientemente para que todas y todos puedan asistir a una escuela digna y segura y esto no será posible si sólo se hace una cuenta donde se divida el presupuesto de reconstrucción entre las escuelas afectadas.

Que el gobierno no parezca interesado en valorar el papel de la sociedad civil no implica un adiós a la participación ciudadana, minimizar los espacios ya existentes es un error pero desconocer el potencial de los ciudadanos en esta contingencia puede serlo aún más

Esperamos que la construcción de los edificios sea sólo la parte más externa de lo que México necesita:  la reconstrucción de su sociedad, con una ciudadanía fuerte, participativa y corresponsable. Las lecciones que nos dejaron los sismos fueron sólo el comienzo, que la fuerza no se agote y que nuestros gobiernos comprendan que el ciudadano es ya real; no imaginario.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/adios-a-la-participacion-ciudadana/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/08/Puebla2-768×576.j

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Venezuela: Josefina Fuenmayor, Educadora «La educación no es un trabajo sino un apostolado»

Josefina Fuenmayor, Educadora

Josefina Montemayor, la fundadora y primera directora del Centro Educacional para Adolescentes (CEPA), en Guarenas, a sus 83 años sigue siendo inspiración para los docentes y alumnos de la emblemática institución que lleva más de 60 años cambiando la vida de niñas y niños de los sectores más humildes del municipio Plaza.

El respeto se lo ha ganado con trabajo. Aunque está jubilada desde el año 1984, Josefina Montemayor tiene un lema de vida, y es que «la educación no es un trabajo sino un apostolado».

A sus 83 años, caminar por los espacios del Centro Educacional para Adolescentes (CEPA), ubicado en la parte alta del barrio  San José de Las Clavellinas de Guarenas, estado Miranda, es ver un sueño cumplido.

Cuando tenía 22 años llegó a la zona mirandina para fundar, junto al fallecido padre y capellán del Ejército Julián Ramírez Tovar, lo que llamaron la Escuela Rural.

Sesenta niños pobres (huérfanos y abandonados) la recibieron y se convirtieron en sus hijos. Hoy en día todos esos niños son profesionales, asegura Josefina. Para una muchacha jovencita, maestra unitaria (como decían en la época) no era fácil enfrentarse a tanta necesidad.

El CEPA fue fundado en marzo de 1956 con el objetivo de atender a niños de los sectores más humildes del municipio Plaza y pertenece a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC).  «Al principio esto era puro monte y funcionaba como un internado de varones, luego se abrió para las chicas». En la actualidad, la institución está rodeada por 40 barrios.

Montemayor era hija única y lo tenía todo. «Estudié en un buen colegio de Caracas. Cuando llegué a ver lo que era la escuela rural, me quedé paralizada. Era un rancho de tablas y zinc, teníamos todo improvisado y unos niños que necesitaban mucho amor. Me hice una promesa de ayudar a esos niños», relató.

Han pasado más de 60 años y su pasión sigue intacta. De esos 60 alumnos que inauguraron la escuela, recuerda a tres en especial: Hugo, Pedro y Tanco. «Unos seres humanos ejemplares, que estudiaron, trabajaron y han formado sus familias. Estoy muy orgullosa de mis tres hijos de la vida», destaca la profesora, resaltando que de su matrimonio tuvo tres hijos y que Dios le dio esa familia de seis.

La educación católica y la siembra de valores es el norte del CEPA. Actualmente hay 1.400 alumnos que se educan en una estructura con carencias, entre ellas mayor seguridad y patrullaje en la zona.

La institución, que el año pasado fue víctima de hampones que robaron 18 computadoras del laboratorio de telemática, también brinda talleres de dibujo técnico, manualidades, agricultura, cocina, computación y contabilidad, además, quiere retomar las cátedras de mecánica industrial y carpintería.

Para Josefina Montemayor pedir no es una limitante. Siempre ha estado enfocada en recibir la ayuda de la empresa privada y de las autoridades locales de turno y de esta manera lograr que a los estudiantes no les falte nada para su formación.

«Desde que fundamos esta escuela le hemos pedido ayuda a todo el mundo. No me canso de luchar por el CEPA, porque el control de calidad para mí es que mis muchachos tengan una familia y una educación orientadas hacia la excelencia».

El plantel sirvió de plan piloto para impulsar la Misión Árbol. Para ellos sus estudiantes sembraron más de 1.600 plantas en diversas zonas del municipio Plaza.  Montemayor resalta que hay una profunda conexión entre la comunidad y el colegio.

Milagros Gil, actual subdirectora de la institución educativa que fundó su madre Josefina, ve en ella el modelo a seguir en su carrera. «Es una persona muy valiosa, ejemplar e intachable, que toda su vida se dedicó a la educación de los niños y jóvenes más necesitados. La admiro por su carácter emprendedor y de lucha. Verla a ella en sus funciones, siempre apasionada, me inspiró también a convertirme en educadora. Este año va a cumplir 84 años y sigue yendo al CEPA. Ella me crió con muchos valores y principios», dice Gil, quien admira la dedicación que ha tenido su madre y ha tratado de seguir sus pasos.

«A su edad sigue preocupada por la población estudiantil, pendiente de que a los muchachos no les falte nada. Ellos la quieren mucho, los más pequeños hasta la dibujan».

Rodeada de un equipo de trabajo dedicado a formar en valores y luchando contra un sistema social que aparta a los jóvenes de la educación, «la profe Josefina» continúa trabajando por el colegio ahora al frente de la asociación civil sin fines de lucro CEPA, comprometida con su apostolado de vida: sembrar semillas para el futuro.

Con información de Delia Meneses

Fuente de la Reseña:
http://www.eluniversal.com/noticias/caracas/educacion-trabajo-sino-apostolado_673131
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España: Plataforma Escuela Pública se movilizará si sigue inactividad en educación

España/ 10 de octubre de 2017/ Fuente: http://www.elperiodico.com

La Plataforma por la Escuela Pública ha anunciado hoy movilizaciones «si continúa la inactividad del Gobierno en materia educativa», y ha exigido que se derogue la Lomce, se reviertan los recortes y se ponga en marcha una hoja de ruta por un pacto social por la educación.

 Así lo ha manifestado, Paco García, de la Federación de Educación de CCOO, quien ha acusado al ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, de «parapetarse en el pacto educativo para aplicar las mismas políticas con menos ruido».

«La Plataforma sigue existiendo, vamos a poner encima de la mesa iniciativas. Por el momento no hay calendario, pero lo habrá», ha asegurado García, que ha advertido de que la «comunidad educativa no aceptará un pacto sin consenso social».

En este sentido, Maribel Loranca, responsable de enseñanza de UGT, ha lamentado que el Gobierno siga aplicando las políticas regresivas y los recortes, mientras la Subcomisión del congreso encargada del pacto educativo «eterniza sus trabajos para no abordar con los sindicatos, los estudiantes y las familias los problemas reales».

Loranca ha criticado que Méndez de Vigo «sólo ejerza de portavoz», al asegurar que «tiene absolutamente abandonada la educación».

Por ello, ha calificado de «absolutamente normal que las comunidades autónomas estén tomando sus iniciativas» para resolver los problemas pendientes, como el que afecta a los «100.000 trabajadores de la enseñanza en precario» o la necesidad de modificar el sistema de becas, «como se comprometió el ministro el pasado mes de julio tras una protesta de los estudiantes».

Las críticas al trabajo de los grupos parlamentarios en la Subcomisión de Educación han sido unánimes por parte de los todos los integrantes de la Plataforma.

Para Jesús Aguayo, de STEC, la Subcomisión «sólo sirve para dar apariencia de un diálogo que no existe» y ha insistido en que para el «Ministerio supone ganar tiempo y para la Plataforma perderlo».

Fuente de la Noticia:

http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20171009/plataforma-escuela-publica-se-movilizara-si-sigue-inactividad-en-educacion-6341025

 

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“El discurso escolar se dirige a un pibe que ya no existe más”

Argentina / 8 de octubre de 2017 / Autor:  Juan Ignacio Provéndola / Fuente: Página 12

Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber en Ciudad Cultural Konex

En “Preguntas de la Historia y la Filosofía: amor, muerte, religión y poder”, ambos pensadores ponen en diálogo las dos disciplinas para dar con “la historia de los derrotados”. “Siempre buscamos la perspectiva del que queda afuera, del derrotado”, dicen.

Prácticamente a cada paso que dan desde el bar donde se hizo la entrevista hasta la facultad en la que se realizaron las fotos aparece alguien que se les arrima y los saluda. El recorrido dura apenas una cuadra y concluye en el patio de Puán, sede de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos aires, donde se produce una conmoción: personal académico se acerca a abrazarlos y algunos alumnos incluso preguntan emocionados si están ahí porque van a dar una charla en algún aula. Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber lograron lo que pocos consiguen, muchos admiran y algunos –para qué negarlo– envidian: sacarle la naftalina de claustro a contenidos que la pedagogía oficial dejó obsoletos y convertirlos en atractivos y populares. Moviéndose en una multiplataforma (libros, medios, charlas), ambos hicieron de la Historia y la Filosofía objetos de consumo masivo pero saludable. Así como Pigna y Sztajnszrajber leyeron a Alberdi y a Derrida, o a Jauretche y a Heidegger, en un futuro serán ellos a quienes acudirán los curiosos del mañana para entender este tiempo en el que las audiencias de repente se sienten cautivadas por aquello que el sistema educativo formal les presentó como repelente.

Por sus perfiles similares, resulta hasta obvio que hayan llegado a un proyecto común, que comenzó hace cuatro años y pasó por distintos ejes. Primero fue alrededor de la identidad argentina, luego “Cinco pensadores en su tiempo” y después “Pensar el Bicentenario”. La fórmula se fue afinando con el paso del tiempo y, para su nueva puesta, pensaron en “un espacio universal”. Así surgió “Preguntas de la Historia y la Filosofía”, en donde Pigna y Sztajnszrajber le ponen la voz pero también el cuerpo a esta diálogo cimentado sobre cuatro ideas-fuerza: el poder, la religión, la muerte y el amor. Una intertextualidad en la que la historia argentina se relee a través de sus libros pero también de sus pasiones. De sus reflexiones y de sus emociones. El espectáculo, que ellos prefieren definir como “conversatorio”, es un éxito por donde pasa, con salas agotadas en el interior y también en el Konex (Sarmiento 3131), su fortaleza porteña, adonde volverán el domingo a las 19, después de un paso por Neuquén y antes de desembarcar en Rosario (estarán en el Teatro El Círculo el 18 de octubre).

Pigna y Sztajnszrajber entraman la Historia y la Filosofía (dos saberes que lo mismo se nutren del registro y del pensamiento de cada época para poder entender desde guerras sangrientas hasta el corte de pelo de moda) con el efecto de reconstruir construcciones de sentido imperantes y ponerlas en cuestinamiento. Un ejemplo sencillo pero muy claro es el prisma del amor para explicar de qué manera la emocionalidad íntima influyó y determinó las acciones de esos próceres que el relato oficial inmaculó al punto de despojarlos de todo tipo de sentimiento más que el fastuoso “amor a la patria”. “Esos tipos del siglo XIX no eran muy diferentes a los que de carne y hueso que conocemos hoy. ¿Se piensan que no amaban, no extrañaban, no querían estar en pareja o tener relaciones sexuales? ¡Hablaría mal de esta gente si no hubiese sido así!”, sostiene Pigna. Para Sztajnszrajber, en tanto, “la idolatría en la que se coloca a los ‘héroes nacionales’ creó esta especie de personajes por encima de lo humano, en un nivel casi religioso. A San Martín se lo define como El Santo de la Espada”.

La figura de San Martín es nodal porque entraña todo un complejo sistema de disputas e imposiciones simbólicas que siguen generando tensión. “Ahora intenta vinculárselo con la idea de ‘emprendedor’ –explica Pigna–, aunque en el sentido del ‘entrepreneur’ francés. Es decir, un emprendedor empresario. Entonces la gesta libertadora se reduce a una empresa, haciendo una asociación de palabras para nada inocente. Se habla entonces de la ‘empresa del Cruce de los Andes’ para subrayar la capacidad de iniciativa individual, cuando en realidad fue una de las acciones más colectivas de la historia argentina”. En esa línea, Sztajnszrajber observa que “se buscan asociaciones y afinidades conceptuales, porque ese emprendedurismo tiene que ver con el éxito y entonces la historia, una vez más, es contada en términos de héroes y villanos, de ganadores y perdedores. Y la empatía siempre es con el ganador, porque lo que se recuerda de San Martín son sus victorias”, detalla el filósofo. “El fomento de una sociedad exitista deja debajo de la alfombra aquello que nosotros queremos desempolvar: la historia de los derrotados. Por eso, en los cuatro temas siempre buscamos la perspectiva del que queda afuera. Si hablamos del amor, salimos de las novelas rosa con final feliz, que es el discurso oficial, para entenderlo también como una zona donde se hace política, una zona de poder, de conflicto. Y que la muerte es algo irresoluble. Lo cual no es malo, salvo para una sociedad exitista donde algo que no se resuelve es visto como una falencia”.

A propósito de esto último, Pigna agrega que “en la enseñanza de la Historia en primarios y secundarios se omite el conflicto, porque se sostiene que el niño no esta en condiciones de comprenderlo, cuando en realidad el niño de 2017 vive viendo videos o leyendo comics donde conflicto está presente. Además, su capacidad de abstracción y memorización es impresionante: Pokemón tiene 590 personajes y en japonés. El discurso escolar está dirigido a un pibe que ya no existe más, que atrasa cincuenta años. Pero, por debajo, el sistema sirve para reforzar la escolarización de la Historia: parece que su único ámbito autorizado para ‘pensar’ la Historia es la escuela,a tal punto que, cuando llega el 9 de julio, la gente habla más del acto escolar que del proceso independentista en sí”.

–En el conversatorio dicen que los alumnos son “víctimas de la Historia”, en alusión a los métodos pedagógicos convencionales. ¿Cómo se podría zanjar este conflicto?

Felipe Pigna: –Los dos estamos orgullosos de nuestra experiencia docente en la secundaria, porque nos dio un aprendizaje importantísimo en la divulgación y en la necesidad de hacerte entender. La Historia y la Filosofía son dos disciplinas lo suficientemente hermosas como para convertirlas en una experiencia sufrida. La clave quizás esté en hacer coparticipar al alumno, detectar qué podría despertarle más inquietudes y, por ende, mayor curiosidad. De qué manera se pueden relacionar los contenidos del pasado con su presente, qué consecuencias generaron en su cotidianidad.

Darío Sztajnszrajber: –El aula tradicional, para decirlo en términos nitzcheanos, ha muerto. Lo cual no necesariamente signifique algo negativo: en todo caso, debemos repensar por donde pasan la transferencia y el conocimiento. Creo que enseñar hoy contenidos en un aula es una pérdida de tiempo, porque los pibes los tienen disponibles en plataformas que antes no existían. Usar ochenta minutos de Filosofía en el colegio para dictar los conceptos fundamentales de Sócrates no tiene sentido. Hay que crear acontecimientos filosóficos. Una vez, cuando era profesor de secundario, quise llevar a los alumnos caminar, emulando las caminatas que hacía Aristóteles, pero siempre tenias una autoridad que te decía: “vuelvan al aula, esto no es joda”.

–Las políticas educativas oficiales tienden a hablar, curiosamente, de la despolitización de las aulas y de los contenidos. ¿No supone esto una contradicción, en el sentido de que revisar la historia implica de por sí un hecho político?

F.P.: –Habla de educación gente que no tiene la menor idea, que no pisa un aula desde hace cuarenta años. Y ahí estamos ante un problema. Existe una gran ignorancia sobre lo que pasa en la escuela de una gran parte de los formadores pedagógicos, y también de opinión, que no saben lo que ocurre en un colegio, cómo se enseña, y con qué métodos. Todo lo que se salga del mitrismo, de ese relato oficial que se sigue reproduciendo, parece urdir intenciones políticas, pero nadie discute todo lo político que significó imponer esos discursos como cánones. La lógica actual, que por cierto el sistema avala, hace que los alumnos deban preocuparse únicamente por aprobar un examen. Se vuelven especuladores y, en ese contexto, el conocimiento queda completamente al margen.

D.S.: –Etimológicamente, la palabra “escuela” viene de “skholè”, que en griego significa “ocio”. Es decir: la gente iba a la escuela pasarla bien. Y fíjense qué deserotizada está la institución escolar actualmente que los pibes la viven como una carga y no como un lugar para realizarse. Obvio que un aula es un espacio político, porque hay relaciones de poder entre docentes, alumnos y autoridades, y esto genera conflictos de intereses. El tema es que el poder busca construir zonas apolíticas. Como el aula, o mismo la casa. ¡Los lugares donde, justamente, se ponen en evidencia las relaciones de poder! El conocimiento sale de ese choque de espadas, de lo contrario el docente fagocita al alumno hasta convertirlo en otro ladrillo en la pared, como ya lo explicó Pink Floyd.

La resistencia como pregunta

En tiempos de posverdad, en los que la verdad es dinamitada por la verosimilitud (no importa qué se dice, sino cómo),emergen desde esas ruinas quienes buscan explicaciones revolviendo los escombros. “Pensar hoy una resistencia es pensar no sólo prácticas y narrativas que rompan las del poder, sino también las de esas resistencias que el propio poder genera para su funcionalidad”, apunta Sztajnszrajber. Y ejemplifica: “La idea del Panteón de los Próceres delimita los modelos a seguir y también, por exclusión, los que no. Y produce un efecto narcotizante, en el sentido de que da placer y tranquilidad consumir y reflejarse en un discurso cerrado y, por ende, indiscutible. En ese sentido hablaba Marx de la religión como el opio de los pueblos”.

–¿Michel Foucault y su análisis de los dispositivos de control y poder se volvió una lectura indispensable para entender todo esto?

D.S.: –Es que se volvió actual, aunque hayan pasado más de cincuenta años de alguna de sus obras, porque sirven para entender la exclusión y la forma en la que hoy trabaja el capitalismo en la intervención de los cuerpos. Pero la extemporaneidad no es un rasgo de Foucalt, sino de la Filosofía entera: podés entender mejor al gobierno de Macri a través de La república que por muchos pensadores contemporáneos, porque ese libro provee categorías de análisis muy valiosas. Ya en ese entonces Platón hablaba del hombre justo como una armonía entre sus dimensiones racionales e instintivas, y por añadidura esto se extendía a la polis, donde la injusticia residía, entre otras cosas, en la intromisión del mundo de la empresa o del comercio en las decisiones políticas.

–Rescatan el tango “Desencuentro” para darle visibilidad a expresiones silenciadas durante la Década Infame. ¿La cultura popular sirve como atajo para reflejar aquello que dejaron afuera los relatos oficiales?

F.P.: –Es que la cultura popular es prácticamente el primer registro de la otra historia, aquella que el pueblo cuenta en base a lo que vive. El tango, ni hablar, pero antes la payada, un elemento que usó el anarquismo entre fines del siglo XIX y principios del XX para divulgar textos de Kropotkin o Bakunin entre obreros analfabetos. Es increíble como se han ignorado históricamente estas expresiones. Me viene a la mente una escena extraordinaria de Y la nave va donde un grupo de gitanos baila sobre la cubierta de un barco y, desde la primera clase, dos antropólogos los critican, cuestionando la autenticidad de ese baile popular. Una maestría de Fellini que por otra parte refleja un escenario real.

–Otro interés que comparten es la construcción de la identidad nacional, inquietud irresoluble que acompaña a historiadores y pensadores argentinos de todos los tiempos. ¿Es posible llegar a alguna conclusión?

F.P.: –No es esa la intención sino, por el contrario, dejar a la gente con más interrogantes que certezas. Porque la Argentina es un país aluvional, sostenido por identidades múltiples, entonces hablar de un único “ser nacional” es casi fascistoide. Muchas veces se alude al argentino espejándose en el porteño, que nada tiene que ver con el jujeño, por cierto tan argentino como aquel. En el “inventario” coexisten más de cincuenta naciones indígenas y casi sesenta colectividades extranjeras. ¡Tan solo en Oberá, una ciudad misionera de 60 mil habitantes, tenés medio centenar de colectividades! ¿De qué estamos hablando, entonces? O, mejor dicho: ¿a quién le sirve definir un “ser nacional”? Porque, en otro punto, esta idea de uniformidad identitaria disuelve también el conflicto de clases.

D.S.: –La identidad es una metáfora que busca un ordenamiento farmacológico, porque trata de encontrar aquello que es permanente en uno y, por ende, nos da más seguridad. Identidad surge de “ídem”, lo que se repite a sí mismo. Y eso se ata al concepto de Patria, como un padre compartido, y al de Nación, que viene de nacer. Todo remite a una misma sangre en el contexto de estados modernos, no sólo el argentino, que son artificiales, productos de imposiciones, de un alambrado que definió las fronteras “por que sí”. Entonces, los mitos sirven para darle sentido a esa artificialidad territorial y cunden en expresiones fundamentalistas como el reciente avance neonazi en Alemania, entre tantas otras. Pero, al mismo tiempo, del otro lado se tensa una decostrucción de identidades que no sólo afecta a lo nacional, sino también a lo sexual y a lo cultural, creo yo que como saldo positivo del posmodernismo.

–Uno de los mitos de origen de la construcción identitaria argentina es la Independencia de 1816, de la que se cumplieron 200 años. ¿Cuánto de mito y cuánto de independencia hubo en este relato fundante?

F.P.: –En principio, no fue tal independencia, porque luego hubo ocho años de guerras civiles. Pero, al mismo tiempo, el llamado Bicentenario de 1816 no generó demasiado interés ni entre los estamentos oficiales que podrían haberlo impulsado como pretexto para la reflexión histórica ni tampoco entre la gente. El año pasado, nosotros dos hicimos un ciclo referido al Bicentenario y sentimos un generalizado clima de apatía, de modo que ese debate siempre queda abierto.

D.S.: –El problema es plantearse la independencia en términos absolutos, error similar al que se comete cuando la felicidad o el amor son abordados de la misma manera. Porque absoluto implica no dejar nada suelto, ya que todo lo contiene, y esos términos no existen en la independencia. Siempre dependés de algo, en todo caso lo relevante es la gradación. Es decir, de cuántas dependencias de carácter opresivo lográs liberarte. Porque la independencia no se decide, sino que se apropia. Es producto de una lucha, no de un consenso: la ganás provocando una ruptura que inevitablemente genera perturbación.

Fuente de la Entrevista:

https://www.pagina12.com.ar/66264-el-discurso-escolar-se-dirige-a-un-pibe-que-ya-no-existe-mas

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Nicaragua: Trabajo infantil y violencia frenan la educación en las escuelas multigrados

Nicaragua / 07 de octubre de 2017 / Por: Ivette Munguía Argeñal / Fuente: http://www.laprensa.com.ni

Una investigación realizada por el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), señala la necesidad de reconfigurar el sistema educativo, de forma tal que desde las escuelas se pueda mitigar el impacto de la violencia intrafamiliar, violencia de género y evitar que los menores abandonen el colegio para trabajar

La violencia intrafamiliar y el trabajo infantil son parte de las dinámicas sociales que afectan la educación en zonas rurales de Nicaragua, es así que el bajo desempeño de los estudiantes es una consecuencia de este entorno negativo, según indica el estudio Calidad Educativa en Escuelas Multigrado.

La investigación realizada por el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), señala la necesidad de reconfigurar el sistema educativo, de forma tal que desde las escuelas se pueda mitigar el impacto de la violencia intrafamiliar, violencia de género y evitar que los menores abandonen el colegio para trabajar.

“Este auge (de violencia) es el resultado de una cultura del machismo patriarcal que se ha asentado en todas las dimensiones de la cultura cotidiana, y sin duda alguna, ha encontrado un espacio en la escuela. Y en la cotidianidad rural esas prácticas violentas se incrementan por el bajo nivel de escolaridad que existe entre los miembros de las familias”, dice el estudio.

Según el investigador del Ieepp, Alex Bonilla, el programa de Consejerías Escolares que impulsa el Ministerio de Educación (Mined), busca frenar el flagelo de la violencia entre los estudiantes, pero este intento no es suficiente para acabar con estos patrones violentos que los niños viven en sus hogares y repiten en la escuela.

“Los educandos son transmisores de las prácticas violentas por la condicionalidad cultural que viven en sus familias. Entonces el modelo (educativo) debe ser integral si se pretende impactar; es decir, debe considerarse el involucramiento de las familias para hablar de impacto social de la educación en términos de prevención de violencia desde la escuela”, explicó el experto.

El documento destaca que los maestros expresaron que la violencia dentro del aula de clases se manifiesta en agresiones físicas de las que ellos no tienen control.

Trabajo infantil, una de las principales causas de deserción escolar

Los maestros que fueron consultados en el estudio. indicaron que el trabajo infantil sigue siendo una de la principales causas de deserción escolar en comunidades rurales; sin embargo, al momento de realizar este estudio, no fue posible acceder a estadísticas oficiales sobre situación de la niñez rural.

Según el investigador, Alex Bonilla: “Los estudiantes que han sobrepasado el tercer grado son los que están más expuestos a ser retirados de la escuela. En el estudio hemos encontrado como factor asociado a esta situación el bajo nivel de interés parental por la educación de sus hijos”.

Fuente noticia: http://www.laprensa.com.ni/2017/10/06/nacionales/2308962-trabajo-infantil-y-violencia-frenan-la-educacion-en-las-escuelas-multigrados

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Apostar en serio por la educación

04 de octubre de 2017 / Fuente: Obligaciones-de-las-escuelas-particulares

Por: Gilberto Guevara Niebla

El indicador principal de la crisis que sufre la educación es que los alumnos no aprenden en la escuela lo que deberían aprender. Analicemos matemáticas. En la prueba Planea 2015, 60.5  por ciento de los alumnos de sexto de primaria y 65.4  por ciento de los alumnos de tercero de secundaria obtuvieron calificaciones insuficientes en matemáticas. Los resultados de la prueba Planea para educación media superior, que acaban de darse a conocer por el INEE, fueron igualmente desastrosos: el 66. 2 por ciento obtuvo calificaciones insuficientes en esa misma materia.

Estos datos son —o deberían ser— demoledores para nuestra ética compartida. Decir esto no es hacer catastrofismo, no se hace patria engañando o auto-engañándonos, en cambio, se cumple con el propio deber cívico cuando se dicen con franqueza y objetividad los problemas que enfrenta México.

¿Qué se puede colegir del hecho de que los alumnos no aprendan lo que deben? Muchas cosas. Es verdad que las explicaciones técnicas nos dicen que los resultados de aprendizaje son consecuencia de innumerables factores, pero el simple estudio de la expansión del sistema educativo —que fue enorme entre 1960 y 2017— correlacionado con los datos de aprendizaje nos dicen que a lo largo de este tiempo se proporcionó escuela a los niños, pero no se atendió la calidad de la educación que la escuela impartía.
Escolarizamos al país de manera acelerada, pero en el proceso sacrificamos factores determinantes de la calidad educativa como son: la formación inicial y continua de los docentes; la modernización y el fortalecimiento de las escuelas, la claridad de los objetivos educativos, la simplificación de los planes de estudio, los sistemas de evaluación, etc.

Los bajos resultados de aprendizaje expresan el efecto acumulado de años de gestión opaca y errática del sistema educativo. En 1960 se lanzó una cruzada para construir escuelas (Plan de Once Años) pero este fue el último esfuerzo político mayúsculo en la materia: en las décadas que siguieron se pusieron en práctica políticas curriculares audaces (como el plan de estudios por áreas, de 1973) o cambios en la gestión (como la descentralización de 1992), innovaciones que, sin embargo, no modificaron en nada la estructura básica de poder del sistema y las relaciones viciadas entre autoridades educativas y sindicato.

Esa inercia reproductiva se rompió con el lanzamiento del Servicio Profesional Docente en 2013, una política que cambió la regulación de las plazas docentes y con ello rompió un mecanismo básico de control y poder del viejo gremialismo sindical (SNTE). Por lo mismo, esa reforma encontró —y sigue encontrando— una enorme resistencia entre los grupos sindicales.

Hoy se tiene mayor claridad sobre los problemas del sistema educativo, pero se necesita que sociedad y estado, siguiendo el ejemplo de Corea, Singapur y Finlandia, tomen la decisión de apostar en serio por la educación. Apostar en serio por la educación significaría movilizar de manera permanente al país entero (a la sociedad) en torno a la educación; acabar con la recurrente invasión de la política —y de los intereses sindicales—sobre las decisiones educativas; crear una política fiscal dirigida explícitamente a aumentar de forma exponencial la inversión educativa; dignificar la profesión docente con salarios altos y ofrecerle medios técnicos para su desarrollo; consolidar en las escuelas una ética de trabajo y de excelencia en la enseñanza; hacer de las escuelas normales verdaderos centros universitarios; impulsar una organización magisterial que apoye la superación académica de los maestros; asegurar una participación activa y constante de los padres de familia en la tarea educativa; desarrollar un estrategia vigorosa de investigación educativa; afirmar en la escuela la cultura de la evaluación; lanzar una política de amplio alcance para fomentar en el país una cultura pedagógica; rediseñar a fondo la arquitectura institucional del sistema educativo para dotarla de unidad y flexibilidad; etc. He aquí, en parte, lo que significa apostar en serio por la educación.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/apostar-en-serio-por-la-educacion/

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La escuela de educación básica después del sismo: a dónde vamos

México / 1 de octubre de 2017 / Autor: Miguel Ángel Gallegos / Fuente: Educación Futura

En México se nos está cayendo la letra “e”, de escuela y de esperanza. Se ha teñido de rojo sangre. El pasado 19 de septiembre del presente año dejó marcada a la sociedad mexicana, sobre todo a la capitalina. Una vez más sucedió la tragedia, después de treinta y dos años volvió a pasar. ¡No aprendimos la lección!

Pareciera ser que los simulacros que se habían realizado aquella mañana de septiembre, no habían servido de mucho. Justo al momento del terremoto la gente había olvidado las indicaciones repetidas por más de treinta años. Muchos jóvenes y niños sólo llevaban algunos años de repetición ¿Acaso los protocolos de seguridad no han sido los correctos?

Parece que en México los simulacros son solo eso, simulacros que sirven para fingir que se hace algo, que permiten justificar mediante avisos y comunicados banales de que se está cumpliendo con las recomendaciones.  Hoy la burocracia administrativa pide informes y evidencias de todo, pero cuando la realidad nos alcanza, esas informaciones escritas difícilmente sirven de algo ¿Acaso estos métodos informativos son adecuados para algo?

Lo que importa a la mayoría de las autoridades educativas son los informes, mientras más fotos y evidencias mejor, es lo que decía un distinguido directivo de una escuela para la que trabajé durante algunos años. Eso le pedían a él, eso le exigían sus superiores. Estimo que a la burocracia no le importan los procesos, las vivencias, los sentimientos, las emociones y la seguridad de la gente.

Vislumbro que a las administraciones de gobierno lo único que les interesa es tener informes de todo –aunque en muchos casos, estos no sean revisados por nadie–. Desafortunadamente cuando nos alcanza la realidad, las cosas cambian, como hemos visto, en ella salen a relucir negligencias, carencias, pendientes, complicidades, abusos de autoridad e incluso fallas administrativas. Los anhelados sellos de recibido, plasmados en los formatos de evidencias, en poco ayudan cuando la realidad pone a prueba a la sociedad y sus instituciones.

En México, una gran cantidad de entidades, municipios, localidades, calles y domicilios sufrieron las consecuencias del sismo del pasado 19 de septiembre, en el que por desgracia se perdieron muchas vidas. Respetuosamente pido un momento de silencio, en particular para una institución educativa que desafortunadamente vio vencer su infraestructura en uno de sus edificios, hecho que lamentablemente arrebató la vida de personas adultas e infantes. Un hecho que, a partir de ello marcará el futuro de la vida en las escuelas, particularmente en la educación básica.

La escuela a lo largo de las últimas décadas ha sido la institución más sólida y segura que el Estado puede brindar a la ciudadanía. La sociedad en general confía plenamente en ella, al grado de dejar a sus hijos –desde sus primeros años de vida– por varias horas durante el día. Hoy las jornadas escolares en este nivel educativo, que contempla el preescolar, la primaria y la secundaria, van desde las tres horas en escuelas con horario normal, hasta las ocho horas en las llamadas de jornada ampliada o tiempo completo.

Desde el día del sismo, y hasta nuevo aviso el regreso a algunas escuelas depende de las indicaciones de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Por lo tanto, los padres de familia están atentos a los reportes institucionales que emitan las autoridades estatales como las federales. La pregunta es, ¿la vida en las escuelas volverá a ser la misma después de la tragedia sucedida en el Colegio Enrique Rébsamen?

Los padres de familia dejarán a sus hijos cada día con la misma confianza de siempre, en este colegio o en cualquier otra institución educativa, o habrá que tomar nuevas medidas para los nuevos escenarios que los fenómenos naturales en cualquier momento nos puedan sorprender.

Me pregunto: ¿qué dará certeza a los padres de familia para llevar a sus hijos a sus respectivas escuelas?, ¿que brindará certeza a los administrativos, docentes y estudiantes para continuar su vida normal en los centros escolares?, un informe o un dictamen con sus respectivos sellos, será lo que brindara la tranquilidad, o serán obras y acciones las que devuelvan la “e” de la esperanza a nuestro México.

Tengo la fortuna de conocer a muchos docentes de educación básica en la Ciudad de México, quienes me hicieron llegar –vía electrónica- un documento en formato PDF, el cual circuló entre una gran cantidad de docentes de este nivel educativo. Este es un reporte de afectaciones por el sismo, el cual presenta un listado de las 209 escuelas de educación básica, las cuales sufrieron algún daño, que va desde fisuras en paredes, grietas en escaleras hasta bardas caídas.

Puedo mencionar de dicho reporte de escuelas públicas de educación básica dañadas en la Ciudad de México, los siguientes números: preescolar 81; primaria 85; secundaria 41; especial 2, lo que da un total de 209 escuelas dañadas en menor o mayor grado, esto nada más en la capital del país. Habrá que ver si a nivel nacional se tiene algún reporte, tanto de escuelas particulares como de públicas. Es necesario.

Del anterior listado pude corroborar lo que el describe en relación a los daños señalados en algunos planteles. Por ello, mencionó esta información con la seguridad de que la SEP la difundirá de manera oficial, no para alarmar a los padres de familia, sino para hacer sinergia con ellos y tomar las medidas necesarias, las cuales atañen a los cuatro actores escolares: alumnos, docentes, padres de familia y autoridades educativas.

Hoy más que nunca se debe hacer equipo para recuperar la “e” de escuela en nuestro querido México. Debemos aprender de esta mala experiencia y pensar si estamos actuando bien en lo individual, en lo general y si nuestras autoridades educativas están respondiendo a las necesidades que los tiempos demandan.

Cabe preguntarnos ¿por qué algunas escuelas están dañadas y otras no? Dónde queda la inversión en Certificados de Infraestructura Educativa Nacional (CIEN) del Programa del Gobierno de la República para garantizar que los Planteles Educativos sean de calidad “Escuelas al 100”, puesto en marcha en el año 2015, en el cual prometió invertir 50 mil millones de pesos para mejorar las escuelas en todo el país. No vaya a resultar solo un certificado, documento o informe más, que en nada ayuda cuando la realidad nos alcanza.

Finalmente, mencionar que la SEP ha venido evaluando a los docentes en los últimos años; parece que hoy los papeles se invierten, ahora los docentes y la sociedad en general evaluarán el desempeño de esta Secretaría que tiene en sus manos la responsabilidad de las escuelas públicas y particulares incorporadas al Sistema Educativo Nacional, así como de verificar la situación que guarda cada uno de estos planteles para declarar el regreso a clases en condiciones normales o no. Seguiremos atentos.

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La escuela de educación básica después del sismo: a dónde vamos

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